HISTORIA O2
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Dos acontecimientos importantes en la vida de un Otavalo siempre de pie Otavalo es un pueblo que siempre está de pie. Por eso el nombre de Sarance. Hoy repasamos la historia. Concordante con la fecha de la fundación de San Francisco de Quito en 1534, constan los datos de Otavalo como asiento de españoles, en este recorrido de Sebastián de Benalcázar que se dirigía al descubrimiento y fundación de Calí. Luego como Corregimiento, Otavalo ha escrito muchas páginas de gloria y se ha mantenido como pueblo Sarance, es decir, pueblo de pie, dispuesto a las grandes hazañas, a la lucha por la libertad. Estuvo presente en el descubrimiento del Dorado, del país de la canela en 1539; Otava-
lo tomó parte en el levantamiento indígena en 1777. Participó en el primer grito de independencia, contribuyó a la causa de la libertad con el Libertador Simón Bolívar. Y es sobre todo por estas dos últimas causas, que Otavalo es historia y ha sido historia, porque son dos acontecimientos que le han ubicado en un sitio de honor y distinción. La Villa de Otavalo. Esta tierra que se ha distinguido entre todas por una predilección por la libertad como derecho fundamental del ser humano.
Considerado como barrio de Quito durante cien años, no podía estar ajeno a los movimientos de las ideas y de los sueños de Eugenio Espejo, a los acontecimientos del primer grito de independencia del 10 de Agosto de 1809, ofreciendo organizar batallones de milicias para las campañas de la libertad, aportando dinero y vituallas para esta causa. Era corregidor Don José Sánchez de Orellana y él se hizo presente ante la Junta Soberana de Quito para cumplir la orden de alistar 500 hombres porque la naciente Patria los necesitaba. Por eso, la Junta Soberana de Quito, acordó con fecha 11 de noviembre de 1811 que el Asiento de Otavalo quede erigido en Vi-
lla con todos los derechos que como a tal le corresponde. Este honor, este privilegio lo comparte con Ambato, Latacunga, Guaranda y Alausí. Esta fecha como que ha quedado un poco en el olvido de nuestros jóvenes, de nuestros estudiantes, de nuestras autoridades. Una fecha cívica que se debería volver a actualizarla en cumplimiento del Artículo 2 de la Ordenanza Municipal de 1947 que dice: “la Bandera de la Ciudad se izará preferentemente el 31 de Octubre de cada año en conmemoración de Otavalo a la categoría de Ciudad; el 11 de noviembre, como fecha clásica, por la elevación del Asiento de Otavalo a la categoría de Villa”. Otavalo como ciudad Cuánto habrá sentido en su corazón el Libertador Simón Bolívar, por este suelo otavaleño, por el valor humano de sus gentes que tan generosamente le recibían en sus idas y retornos en la campaña libertaria, cuando colaboraron en la lucha por la independencia, cuando entregaron a sus hijos para engrosar las filas de las milicias, cuando no medían en la entrega de lo que se necesita en una epopeya de tal magnitud, más allá de sus propias posibilidades, más allá de los límites humanos. Es que es pueblo de pie, es que es pue-
blo que no se amedrenta ante las dificultades para conseguir la libertad. En un informe al Libertador, el Coronel Eloy Demarquet, escribía lo siguiente: “estos pueblos están dando más que los demás”. Por eso, porque Otavalo era grande en sus valores humanos, porque ha amado la libertad, porque la “Villa de Otavalo es bastante populosa y por su agricultura e industrias es susceptible de adelantamiento”, es distinguida con la categoría de Ciudad, en una fecha memorable y gloriosa el 31 de Octubre de 1829. Pocas son las ciudades que tienen este honor de haber sido reconocidas por el Libertador, por su causa a la libertad. Cierto que Otavalo también exhibe su título de Cantón con fecha 25 de junio de 1824, por el General Francisco de Paula Santander. Tantos cantones de nuestra Patria celebran con júbilo su fecha de cantonización.
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Otavalo, celebra su fecha especial, su fecha grande, su título de Ciudad. Este título que le honra a Otavalo, le ha servido para seguir el rumbo de la historia. En su suelo han nacido hombres que han incursionado en todas las actividades de la vida humana: en la cultura, en la ciencia, en la vida pública, en la milicia, en el arte, en la música. Como que el espíritu se abre libremente y vuela por los espacios siderales del honor y la dignidad. Otavalo, siempre Otavalo, el pueblo de pie, aquel pueblo lleno de gente valiosa y trabajadora.
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SENTIMIENTO. Otavalo es una ciudad con características únicas en el país.
Otavalo tiene pasado Otavalo es un sitio en donde confluyen una serie de elementos únicos. Otavalo, no es el simple espacio de delimitación física, Otavalo, tiene un pasado que le enorgullece, fue el asiento significativo en época preincaica, fue corregimiento, el más grande e importante de la sierra norte de lo que hoy es Ecuador. Otavalo, ha tenido una vivencia larga y extraordinaria, las etnias que se desarrollaron en este espacio físico-temporal, marcaron su fisonomía y carácter. La reiteración de esta personalidad histórica, de urbe de progreso y de visión prospectiva, la suscribió el libertador Simón Bolívar. De acuerdo a la investigadora Chantal Caillavet, señala con bastante precisión el sitio aborigen del Otavalo prehispánico indicando que “el pueblo de Otavalo estaba todavía a orillas del lago...”. Otavalo perteneció al aposento Carangue nombre del
sector meridional, dentro del cual se encontraba el Repartimiento de Otavalo. El pueblo Sarance fue sede principal de organización socio-estatal anterior a la administración colonial (según Ponce de León) por tanto Otavalo es Sarance. El asiento de Otavalo, fue erigido en Corregimiento en el siglo XVI en el año de 1577, siendo su primer Corregidor Don Francisco de Araujo. El corregimiento de Otavalo comprendía la extensión territorial desde Guayllabamba hasta Pasto, Popayán. Su actividad principal fue agrícola y textil, en dicha condición transcurrieron cerca de 300 años. Durante este tiempo Otavalo fue el asiento de familias españolas y mestizas. En 1824 se crea la provincia de Imbabura, cuyos cantones principales fueron Ibarra, Otavalo, Cotacachi y Cayambe. El 28 de septiembre de 1606 las
autoridades del Corregimiento de Otavalo se trasladan al valle del Carangue, para asistir a la fundación de la Villa de San Miguel de Ibarra. El 11 de noviembre de 1811 la Junta Soberana de Quito, eleva a Otavalo a la categoría de Villa y a Ibarra a la categoría de ciudad. El 31 de octubre de 1829, firma el Libertador Simón Bolívar, el decreto erigiendo a Otavalo a la categoría de Ciudad. Otavalo es pueblo precolombino con funciones político-administrativas muy importantes desde la época colonial y en la actualidad convertido en el centro de comercio internacional, constituye el espacio donde interactúan grupos poblacionales, socioculturales tales como mestizos, indígenas, en su mayoría; y, afrodescendientes en porcentaje menor, que confluyen para hacer de Otavalo el espacio propicio para la fusión de afecto por la ciudad, la formación y el entusiasmo del conocimiento, con el tan ansiado progreso y desarrollo.
Relación de Bolívar con Otavalo El Libertador sentía especial apego por esta tierra llena de virtudes. Cuando Simón Bolívar regresaba de Pasto con dirección a Quito en el año 1822, el ejército realista le tendió una emboscada en el río Juanambú; fue tan encarnizado el combate que los patriotas que lo acompañaban, para salir de este apuro, se cubrían con los cadáveres de los caídos para evitar las balas enemigas. Luego de varios días llegó a Otavalo. El regidor de esa época, José María Arteta, era el encargado de recoger los tributos de nuestra comarca. Este funcionario de la Real Audiencia de Quito
había recolectado 7 mil pesos de los impuestos, que no los envió a Quito aduciendo no haberlos recaudado en su totalidad. Esta suma la ofreció al Libertador y no solo esa cantidad sino que, de su cuenta, le entregó mil pesos más. (Con cuarenta pesos se compraba una casa con quinta, con cuadras de terreno, con semovientes). Este episodio marcó una relación especial de Bolívar con Otavalo. Con el pasar de los años, cuando el general Francisco de Paula Santander, vicepresidente de Colombia, estuvo encargado
del poder, mientras su presidente, Bolívar, estuvo en el Perú, decretó el libre comercio, lo cual abrió el ingreso de mercadería de Europa a nuestras tierras (textiles de Holanda, Inglaterra, Alemania, etc.); esto afectó a los pueblos de lo que sería la Gran Colombia. El suceso creó el descontento de los artesanos y pobladores, causando un caos comercial entre los lugareños. De varias partes de Colombia y Ecuador le pedían a Bolívar que retorne del Perú a Colombia y cambie la situación provocada por Santander, quien había consolidado su poder con una serie de leyes y de gentes a
su favor. Bolívar, al pasar por Otavalo, nombró como Juez de Letras al Dr. Pedro José Arteta, hermano del Dr. José María, quien colaboró con el dinero a la
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causa libertaria. El pueblo de Otavalo tiene una relación con Bolívar por este y otros hechos.
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TURISMO. Otavalo tiene más que un gran mercado artesanal.
Otavalo, cultura y turismo
POR FAUSTO JARAMILLO Y.
Proponemos que Otavalo se conozca como un laboratorio del turismo. Modernas definiciones de cultura buscan entender esta palabra como la capacidad humana de adaptarse a su medio ambiente; por lo tanto se han roto los estrechos límites de aquel obsoleto pensamiento que unía la cultura con las bellas artes, pues la adaptación a se entorno abarca todas las actividades y comportamientos individuales y colectivos acumulados a lo largo de la historia. Comprendida así la cultura, podemos entender que existen tantas culturas como pueblos. La cultura está en relación con los demás, con otros seres humanos, con otras culturas. Es esa íntima relación entre diversos la que permite el enriquecimiento del pensamiento, de las manifestaciones de las bellas artes, de la comprensión de nuestro universo.
El turismo no es otra cosa que la búsqueda de lo diverso, de lo diferente. Nadie sale a recorrer el mundo, nadie emprende un viaje de turismo a conocer lo que ya tiene cerca de su casa. Sale a ese viaje con la esperanza y la ilusión de conocer otra forma de vida, otros conceptos, otras manifestaciones culturales, etc, En este contexto, Otavalo es un referente fundamental para el turismo en Imbabura. Su condición de centro cultural distinto, diverso, diferente, donde conviven varias culturas, manteniendo cada una de ellas su propia identidad pero compartiendo un territorio que se ha convertido en común lo torna a este cantón como un referente ideal del turismo. No se trata únicamente de la presencia numerosa de pobla-
ción indígena, tampoco de la cada vez menos numerosa presencia de una población mestiza; Otavalo no es únicamente la plaza de ponchos donde se exhibem artesanías de todo tipo. No, Otavalo es ante todo una muestra de convivencia armónica entre distintos, un laboratorio social donde se puede mirar un intercambio fluido y constante de ideas, costumbres, culturas. El turismo, entonces, tiene en Otavalo una meta, un objetivo cercano y atractivo donde reconocerse y reconocer a los demás, de saber y entender otra y otras culturas, un centro adecuado de saber y convivir. Si Otavalo por siglos ha sido un mercado abierto al mundo y a sus corrientes, debe ahora extender su definición como laboratorio social a partir del cual podremos entender el mundo y el verdadero significado de las palabras cultura y paz, tan olvidados.
¿Tenía razón Bolívar? Tenía razón porque Otavalo es una ciudad llena de progreso, valor y trabajo. Otavalo, durante la campaña por la independencia de España, contribuyó con vidas, vituallas y dinero a la causa patriota. “El histórico Asiento de San Luis de Otavalo –dice Víctor Alejandro Jaramillo- vivió estos largos períodos bajo signos marciales: tropel militar, desfile de batallones, música de clarines. El intenso tráfago de guerra acabó por acostumbrar a nuestro pueblo al campamento, a tal punto que quien no había salido por lo menos a una campaña, estando en posibilidad de hacerlo, perdía el predicamento de varonía, que los combatientes se arrogaban para sí”. El primer reconocimiento a la presencia de Otavalo en las luchas por la libertad lo dio la Junta Superior de Gobierno de Quito, el 11 de noviembre de 1811, cuando elevó al asiento de Otavalo al rango de villa, juntamente con los de Alausí, Guaranda, Ambato y Latacunga, y a las villas de Ibarra y Riobamba al de ciudad, “atendiendo a la constante fidelidad y amor al orden público con que se han manejado unidas a las deliberaciones de su capital, habiendo manifestado sus leales habitantes su honor y patriotismo en promover y sostener con el mejor celo la defensa de la causa común”. El decreto de exaltación a la categoría de ciudad, expedido por el Libertador el 31 de octubre de 1829 no menciona la contribución dada en los años de lucha, pues solo considera “que la villa de Otavalo es bastante populosa y que por su agricultura e industrias es susceptible de adelantamiento”. ¿Cuáles eran los indicadores que conoció Bolívar para expedir el decreto en tales términos? En 1825, el gobierno de la Gran Colombia ordenó realizar un censo, el cual verificó que
entidades bancarias es muestra de intensa actividad comercial, que da trabajo y prosperi-
LIBERTADOR. Simón Bolívar.
Otavalo contaba con 7.447 habitantes; de ellos, 1.986 eran “blancos” y 5.461 indios, en las parroquias de San Luis y El Jordán. La producción agrícola de las grandes haciendas en realidad era muy importante, mientras la de los campesinos mestizos e indígenas apenas cubría las necesidades de su propia subsistencia. En cuanto a las “industrias”, seguramente se refiere a los principales obrajes, que fundados en la época colonial funcionaban cuando Bolívar dictó el decreto que nos honra: Peguche, Pinsaquí, Laguna y Otavalo, pues los talleres indígenas escasamente satisfacían sus necesidades de vestuario y abrigo, mientras los pequeños excedentes eran comercializados para satisfacer otro tipo de requerimientos. Vale insistir que la presencia de Otavalo, en el campo textil, no solo era importante en el norte de la hoy República del Ecuador, sino que abastecía a los departamentos del sur de la Nueva Granada, una parte del Perú y llegaba hasta los centros mineros de Oruro y Potosí en el Alto Perú, hoy Bolivia. El paso del tiempo sí ha dado la razón al decreto visionario del Libertador. Los otavaleños, una vez alcanzada la independencia, trabajaron incansablemente por embellecer su pequeña ciudad, y la reconstruyeron luego del terremoto que la destruyó totalmente en 1868. Hoy, con el aumento de la población, la ciudad trepa las lomas cercanas y busca tranquilidad en lugares antes dedicados a labores agrícolas. La presencia de
dad a quienes se dedican a esas tareas. Se vislumbra un futuro promisorio.