La manera como México acaba de negociar con Estados Unidos los términos del intercambio comercial en materia de edulcorantes, agricultores y los industriales del ramo, es una señal más del rumbo nefasto que previsiblemente tomará la inminente discusión tripartita sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Entonces, más que concentrarnos en as- pectos puntuales de una renegociación impuesta por Trump y en la que estaremos representados por un gobierno claudican- te, de modo que hagamos lo que hagamos de antemano sabemos que el resultado será regresivo y antinacional, puede ser útil reflexionar sobre las posibles salidas al en- trampamiento –no sólo comercial– en el que desde hace rato estamos los mexicanos y que se agrava con el viraje en el gobierno de Estados Unidos.
México es un fósil, una pieza de museo; un país que se quedó pasmado en el neo- liberalismo clásico mientras los demás lo desertan.