26 de mayo de 2012 • Número 56 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada
de todo, como en botica
TEMA DEL MES
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económicamente viable– pero su objetivo mayor no es el lucro sino el bienestar de la familia. Se trata, pues, de una economía moral inscrita en la lógica comunitaria del buen vivir.
COMO EN FAMILIA Suplemento informativo de La Jornada 26 de mayo de 2012 • Número 56 • Año V
COMITÉ EDITORIAL Armando Bartra Coordinador
FOTO: Lorena Paz Paredes
Luciano Concheiro Subcoordinador Enrique Pérez S. Lourdes E. Rudiño Hernán García Crespo CONSEJO EDITORIAL Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.
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Diseño Hernán García Crespo
ILUSTRACIÓN: Hernán García Crespo con base en una obra de Giuseppe Arcimboldo
La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300. Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 53556702. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo número 04-2008-121817381700-107.
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oce tesis para explicar el modo en que la crisis de la uniformidad capitalista proyecta a la diversidad sinérgica de la comunidad, la familia y la milpa como paradigma civilizatorio de recambio. 1. La dimensión alimentaria de la crisis pasó de ser sólo cuestión estructural a ser también disparador de movimientos sociales multitudinarios. Así los de Túnez, Egipto y, en general, norte de África y Oriente Medio, fueron propiciados entre otras cosas por la carestía de la comida, aunque el tema no destaca en su agenda que es básicamente política, mientras que las insurgencias sociales latinoamericanas y los gobiernos posneoliberales del subcontinente no sólo tienen a la cuestión alimentaria en el orden del día sino que toman acciones enérgicas al respecto. Y en estas acciones los protagonistas mayores son los campesinos. 2. El neocampesinismo conservador del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca –hasta ahora sólo en el discurso– las virtudes de la pequeña producción diversificada y tecnológicamente sostenible, respecto del monocultivo intensivo en agroquímicos y de gran escala, cuando de combatir el hambre se trata. Pero, en el fondo, lo que parece interesar a estos organismos multilaterales es la posibilidad de volver a poner el trabajo campesino al servicio de la acumulación de capital privado, pues la agricultura familiar es buena alternativa para cultivar tierras marginales, además de que, a diferencia del agronegocio, no puede especular con la escasez y, a la inversa, sigue cultivando y ofertando sus cosechas aun con precios muy bajos. 3. Confluyendo con el discurso neocampesinista del BM y el FMI, numerosos gobiernos y trasnacionales están empeñados en una carrera planetaria por hacerse de vertiginosas extensiones de tierra, paso previo a la ampliación y profundización del modelo de agricultura industrial y mercadeo especulativo.
4. Lejos de ser excluyentes, el neocampesinismo conservador y el neolatifundismo globalizado parecen encaminarse a conformar un dualismo agropecuario semejante al que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Alianza para el Progreso promovieron en la segunda mitad del siglo XX. Agricultura bimodal donde los campesinos trabajan en tierras malas y cultivos poco rentables destinados al mercado interno o a la agroindustria, mientras que el agronegocio opera en las tierras más fértiles y los cultivos de exportación más redituables. Modelo perverso al que no es seguro que escapen los países del cono sur con gobiernos posneoliberales, pues en sistemas económicos pluralistas como son esos, donde coexisten empresas estatales, grandes empresas privadas y economías domésticas, la moneda del futuro sigue en el aire. 5. Es necesario, entonces, analizar críticamente tanto el revival de las recetas desarrollistas como el propio concepto de desarrollo. Y es que ni en la agricultura ni en el conjunto de la economía es pertinente apostarlo todo al crecimiento, pero tampoco es posible renunciar por completo al fomento de actividades socialmente necesarias y al incremento sostenible de su productividad. Y parte importante de este neodesarrollo virtuoso está en la producción alimentaria y en la expansión de los servicios públicos al campo. 6. Todo hace pensar que los necesarios paradigmas alternos no vendrán del capitalismo –que sin embargo algo enseña– ni tampoco del socialismo –que ciertas lecciones dejó, sino más bien de la comunidad agraria actual y de la familia campesina moderna, entidades sociales que, estando insertas en el mercado, no lo interiorizan como la racionalidad dominante de su reproducción. 7. En el modo campesino de producir y de distribuir, la economía cuenta pero no manda, porque la agricultura doméstica aspira a ser “rentable” –o cuando menos
8. Los razonamientos y cálculos con que los campesinos toman decisiones responden a una lógica socioeconómica no capitalista que sin embargo es rigurosa, cuantificable, formalizable y, hasta cierto punto, escalable. Por resultar de la coexistencia de compulsiones internas de carácter moral y externas de índole económica, el modelo implícito en la reproducción campesina es compatible –no sin tensiones– tanto con la racionalidad del bienestar como con la economía de mercado. 9. Como la naturaleza que lo cobija, el campesino es uno y múltiple, diverso y articulado. Su paradigma vital es el de la pluralidad sinérgica: entrevero virtuoso de actividades y dimensiones que en lo productivo ilustran la milpa mesoamericana, el conuco caribeño, el cultivo por pisos ecológicos en Los Andes y otras prácticas agrícolas tradicionales. 10. Además de configurar un sistema productivo que a través del policultivo garantiza una relación sostenible con la naturaleza, la milpa encarna un modelo de economía diversificada plausible en lo alimentario y resilente como pocos a las fluctuaciones del clima y el mercado, mientras que en la esfera de lo social es emblema de convivencia armónica y de pluralidad solidaria. Más que cultivo paradigma, hacer milpa es la alegoría de un modo de vida y una cosmovisión holistas, de una práctica pluridimensional y un pensamiento totalizador y sintético, que le dan diez y las malas a la acción parcializada y a las simplistas estrategias analíticas del pensamiento instrumental. 11. La diversidad articulada y virtuosa propia de la milpa es también característica de los movimientos sociales agrarios. Acciones colectivas que, a diferencia de las clasistas, no son uniformes sino socialmente variopintas y polifónicas. Movimientos que más allá de la estrechez gremial son capaces de poner en acción a sociedades locales y regionales enteras por muy diversas y hasta polarizadas que estas sean. 12. También las organizaciones campesinas están abandonando el talante especializado de las empresas y los sindicatos para adoptar el modelo polifónico de las unidades domésticas, las comunidades y los movimientos agrarios. Verdaderas familias extendidas, las agrupaciones rurales multiactivas son la expresión organizativa de la pluralidad tecnológica, económica, social y cultural que demanda una realidad que, tanto en su dimensión humana como en su dimensión ambiental, es intrínsecamente diversa. Realidad de suyo heterogénea cuyo torpe emparejamiento por obra del capitalismo nos tiene muy malitos.
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LA VIDA CAMPESINA es una vida dedicada por entero a la sobrevivencia. Esta es tal vez la única caracterísƟca totalmente comparƟda por todos los campesinos a lo largo y ancho del mundo. Sus aperos, sus cosechas, su Ɵerra, sus amos pueden ser diferentes, pero, independientemente de que trabajen en el seno de una sociedad capitalista, feudal, u otras de más diİcil clasificación, independientemente de que culƟven arroz en Java, trigo en Escandinavia o maíz en Sudamérica, en todas partes se puede definir al campesinado como una clase de supervivientes. Todavía hoy se puede decir que los campesinos componen la mayor parte de los habitantes del globo. Pero este hecho oculta otro más importante. Por primera vez en la historia se plantea la posibilidad de que esta clase de supervivientes pueda dejar de exisƟr. (...)
ERA EL ÚNICO hombre del pueblo que plantaba manzanos nuevos (…) Los otros hombres argumentaban que los árboles viejos, algunos de los cuales tenían quizá cien años, durarían hasta que ellos murieran y luego los huertos quedarían abandonados. Cuando yo me haya ido al otro mundo, nadie va ha trabajar mis campos, decía uno de ellos (…)
Marcel, sin embargo, era filósofo (y) así explicaba por qué seguía plantando manzanos. Mis hijos no trabajaran la Ɵerra. Quieren tener los fines de semana libres y vacaciones y un horario fijo. Les gusta tener dinero en el bolsillo para poder gastarlo. Se han ido a ganar dinero; les vuelve locos. Michel se ha ido a trabajar a una fábrica. Edouard trabaja en el comercio (…) Creo que están equivocados. Pasarse el día vendiendo cosas, o trabajar cuarenta y cinco horas a la semana en una fábrica no es vida para un hombre: este Ɵpo de oficios sólo llevan a la ignorancia. No es posible que vuelvan a trabajar en el campo. La granja terminará cuando faltemos Nicole y yo. ¿Para qué, pues, trabajar con tanto esfuerzo y tanto empeño en algo que está condenado? Y a esto yo contesto: este trabajo es una manera de preservar el saber que mis hijos están perdiendo. Cavo los hoyos, espero la luna nueva para plantar los arbolitos porque quiero dejar ejemplo a mis hijos, si es que están interesados en seguirlo, y, si no lo están, para demostrar a mi padre y al padre de mi padre que el conocimiento que ellos transmiƟeron todavía no ha sido abandonado. Sin este saber no soy nada. John Berger. Puerca Ɵerra.
John Berger. Nacido en Londres el autor es ensayista, novelista y poeta, desde hace años vive y trabaja como campesino en una comunidad rural francesa. El libro que aquí se cita entrevera poesías, cuentos y ensayos basados en su experiencia como granjero.
LA PRIMERA CONSTELACIÓN sería la de la agricultura campesina, que básicamente depende del uso sostenido del capital ecológico, y busca defender y mejorar el sustento. A menudo una de las caracterísƟcas principales es la mulƟfuncionalidad, en tanto la mano de obra básicamente la proporciona la familia y la Ɵerra y otros medios de producción importantes son también de su propiedad. Jan Douwe van der Ploeg. Nuevos campesinos. Campesinos e imperios alimentarios.
Jan Douwe van der Ploeg. Es profesor en la Universidad de Wageningen, Países Bajos, y ha trabajado también en Perú e Italia.
TAL COMO REVELAN las historias migratorias y laborales de los migrantes oaxaqueños, éstos entran y salen de múlƟples y diversos nichos económicos y culturales. En términos de las posiciones de clase, su experiencia es la de una diferenciación interna compleja. He llamado a tal persona diferenciada internamente polibio. Polibio proviene de anfibio. Los anfibios son animales que pasan una parte de sus vidas en un medio y el resto en otro, y Ɵenen formas disƟntas en cada uno de ellos. De manera similar los polibios son personas quienes, en disƟntas escalas temporales, ya sean años, meses o días, entran y salen no sólo de dos medios diferentes, sino de múlƟples espacios económicos y diversas posiciones de clase. Así, respecto de sus posiciones de clase e idenƟdades culturales, se encuentran diferenciados internamente. En tanto la mayor parte de los análisis de clase examinan la manera en que los individuos se diferencian entre sí, por ejemplo en proletarios, capitalistas, etcétera, concentrar nuestra atención en los polibios nos lleva a la interrogante de cómo se diferencian los individuos al interior de sí mismos, de modo que ellos en sus propias personas, pueden ocupar múlƟples posiciones de clase (…) ¡Vivan los polibios! Michael Kearney. La comunidad rural oaxaqueña y la migración: más allá de las políƟcas agraria e indígena.
Michael Kearney. Es profesor en la Universidad de California, Riverside, y por muchos años trabajó con migrantes mexicanos en Estados Unidos
Este es un fragmento de la historia de Thomas Cole, un Ɵpo que no piensa con la cabeza sino con las manos. Un factótum cuyas múlƟples habilidades ofenden a la cultura de la especialización y cuya intuición agravia a una ciencia que sólo sabe acumular conocimientos. La irrupción de Cole, quien se transporta en una destartalada carreta campesina Ɵrada por un par de jamelgos, termina por colapsar al sistema social comparƟmentado y autoritario que preside el dictador Reinhart. Como en este suplemento pensamos que también a nosotros nos haría bien ser desquiciados por la rúsƟca polifonía de un Cole, reproducimos dos párrafos del cuento. NOSOTROS NO SABEMOS arreglar nada. Somos seres especializados. Cada uno Ɵene su propia ocupación, su propio trabajo. Yo enƟendo el mío, usted el suyo. La evolución Ɵende a una especialización cada vez mayor. La progresiva complejidad impide que ninguno de nosotros adquiera conocimientos fuera de nuestro campo personal (…) Me resulta imposible entender lo que está haciendo la persona que trabaja a mi lado. Demasiados conocimientos acumulados en cada campo. Y demasiados campos. Este hombre es diferente. Lo arregla todo, hace de todo. No trabaja a parƟr del conocimiento, ni a parƟr de la preparación cienơfica (…), de la acumulación de hechos clasificados. No sabe nada. No se trata de un proceso mental, una forma de aprendizaje. Trabaja guiado por la intuición. Su poder reside en sus manos, no en su cabeza. Es un hacedor. ¡Sus manos! Como un pintor, un arƟsta. Atraviesa nuestras vidas como la hoja de un cuchillo. Philip K. Dick. El hombre variable.
Philip K. Dick. Nacido en Chicago y radicado casi toda su vida en California, escribió cuentos y novelas de ciencia ficción, en uno de las cuales se inspiró la película Blade Runer.
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26 de mayo de 2012 español como idioma del sistema educativo oficial, pero su primera lengua es el náhuatl. Eso son, eso es Tzinacapan, Cuetzalan, Tosepan. Aquí el que no habla náhuatl es extranjero, es el que se apena, el que se siente inseguro y no sabe cómo interpretar las risas, las miradas, cómo dirigirse a la gente.
Camila Paz Paredes
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unca había estado en un lugar donde sólo oyera lengua indígena; donde, como si estuviera en otro país, tuviera que pedir, apenada y después de un rato de guardar silencio, que por favor me hablaran en español porque no entendía.
Del otro lado de la plaza, subiendo una callecita, está la clínica de la Tosepan. La doctora es una estudiante de la Universidad Anáhuac que hace servicio social aquí, como otros jóvenes de la Ibero, del ITAM o de la UNAM. Las estancias son de uno o dos años y muchos desertan pronto. No se entienden con la vida en San Miguel ni con su gente, se sienten incómodos, no comprenden las bromas y los juegos de los niños a quienes encuentran todos los días en la plaza. Aunque la gente sabe español, la vida transcurre en otra lengua.
El pasado mes de abril, sin buscarlo, me encontré en San Miguel Tzinacapan, un municipio de Cuetzalan, Puebla, región donde más del 70 por ciento de los habitantes hablan náhuatl. Yo ni sabía que existía San Miguel. Iba en plan de paseo al centro de Cuetzalan. Me hospedé en las cabañas de la Tosepan Titataniske, una cooperativa campesina que ha salido adelante a pesar de las trabas del gobierno, el mercado y el cambio climático, y que tiene una multitud de proyectos y curiosidades, desde una preciosa huerta madre de café, hasta una escuela Montessori autosustentable, una línea de jabones, cremas y shampús, y un hotelito levantado con bambú sobre un cerro. Entre comedor y aventones, conocí a Aldegundo, un joven socio de la Tosepan que me invitó a conocer su pueblo, San Miguel Tzinacapan, donde su esposa daba un taller para niños.
HABLAR UN MUNDO Según un letrero de la plaza central, más del 80 por ciento de los habitantes de San Miguel hablan náhuatl. En un extremo de la plaza está la escuela y su pequeña biblioteca. Ahí, sobre una mesa, se extendía un mapa del pueblo hecho con recortes y colores. Los niños del taller habían dibujado los lugares más importantes de su comunidad. Nadie los lleva. Piden permiso en casa y se encaminan a la biblioteca, donde recrean e identifican los lugares y sus nombres. Pero no es una cla-
se de geografía, sino un taller de toponimias: cada sitio en la región tiene un significado especial y una historia. Aquí se ve cómo el náhuatl es forma de vida, es espíritu de las cosas. Los lugares nombrados en la lengua de los niños son sus lugares; relación con un mundo que es hogar. Una niña de diez años escribía en español con letra y ortografía casi impecables, sosteniendo un libro de historia. Saben bien el
FOTO: Lorena Paz Paredes
Uno sabe (más bien supone) que hay comunidades donde la lengua de uso cotidiano es indígena, pero esto rara vez se hace visible: a los mestizos, a los que se nos ve lo citadinos, nos hablan en español. A veces ni siquiera nos preguntamos si el nativo es zapoteco, nahua, tzotzil (…) No sólo se debe a nuestra cómoda posición de turistas de urbe, sino a la vergüenza que sienten algunos indígenas de hablar su lengua originaria. Para quien haya ido a Chiapas, por ejemplo, esto sonará familiar.
Uno de los doctores, cuenta Aldegundo, sorprendió a la comunidad. También se veía que era de fuera. “El que camina lento”, le decían. El joven bajaba a la plaza y se unía a los partidos de futbol de los niños que salían de la escuela. Ahí se zanjó finalmente la brecha: en la convivencia abierta, en el juego vital con niños cómoda y orgullosamente dueños de su lengua, el joven aprendió a hablar náhuatl como si le fuera natural. La Tosepan enseña el náhuatl a sus niños porque está en juego la identidad, la forma de vida y el sentido del mundo de una inmensa cantidad de gente que vive en el campo. En tiempos donde la aspiración acorralada de estos jóvenes es huir de la pobreza y la violencia, abandonar sus lugares, sus costumbres, renunciar a su lengua, San Miguel Tzinacapan y la Tosepan Titataniske significan que es posible una vida indígena y rural cálida y orgullosa, en sus comunidades, en su lengua, en su hogar.
FOTO: Lorena Paz Paredes
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LA UNIÓN DE COOPERATIVAS TOSEPAN:
FOTO: Martín Hernández Alcántara
FOTO: Lorena Paz Paredes
UNA FAMILIA MUY GRANDE
Rosario Cobo y Lorena Paz Paredes
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n la serranía nororiental de Puebla viven cientos de familias náhuatl y totonacas organizadas en la Unión de Cooperativas Tosepan que hoy cuenta con cerca de 20 mil asociados de 150 comunidades de 16 municipios. En sus orígenes, hace ya 37 años, lo que unió a varios de estos pobladores indígenas y a algunos mestizos pobres fue la necesidad de abastecerse de azúcar y alimentos básicos, y luchar contra comerciantes abusivos, caciques y acaparadores de café y maíz. Desde entonces la organización emprendió diversos proyectos, entre otros el del acopio, beneficio y comercialización de café y pimienta, porque esta es una región cafetalera; tiendas y cajas de ahorro y préstamo comunitarias; un centro de capacitación; servicios de ecoturismo y de educación ambiental y fortalecimiento de la identidad indígena; recuperación del cultivo de milpa con métodos orgánicos para asegurar y mejorar la alimentación familiar; rescate de tradiciones, como la milenaria apicultura nativa con la abejita melipona, y recientemente también de cooperativas de vivienda y para el cuidado de la salud. Hoy la Tosepan es una Unión cooperativista que ensambla a nueve cooperativas autónomas aunque enlazadas. “De que nacimos hasta orita, mucho hemos crecido pero el objetivo sigue siendo el mismo: Neskaltilis tein nochipa tech uikas (desarrollarnos para una vida mejor de manera sustentable). Trabajamos –dice un socio fundador– no sólo para conservar lo que tenemos, sino para mejorar, para cambiar el futuro”. La Tosepan es como una gran familia de las socias y socios, que se ocupa de todas sus necesidades. “Lo que preocupa a los socios preocupa a la organización. Por eso también practicamos la diversificación –cuenta un joven del consejo directivo–, como le hacen las familias campesinas: el cafetal está junto a la vivienda; las ollas donde se colecta la miel de la melipona están en la casa, y en la huerta donde se cultiva el café de sombra hay muchas plantas y árboles útiles, frutales y maderables. En las parcelas y traspatios tenemos hierbas comestibles y medicinales, de ahí que la Cooperativa impulse la medicina, la herbolaria, la apicultura tradicional y la milpa orgánica.”
Desde sus orígenes, la Tosepan nació diversificada en más de un sentido: en la lucha por el abasto, por ejemplo, participaron campesinos, artesanas, albañiles, maestros. “Y como siempre nos organizamos para resolver los problemas de las comunidades, ya sea sociales, económicos o culturales, sin centrarnos en una sola cosa, nuestro proceso fue la diversificación, integrando las acciones con un solo propósito”. La ruta de esta organización-familia, que es también un movimiento cooperativista, la trazan las asambleas comunitarias donde se expresan necesidades y preocupaciones de la gente. “Ahí se tratan asuntos de las cooperativas: del ahorro, del café, del abasto, de la salud –explica una promotora–, pero también de lo que afecta a la población y no sólo a los socios, se habla de caminos, de falta de agua y de servicios básicos y hasta de cómo hacer la capilla. Ahora cada comunidad hace su plan de trabajo al principiar el año”. Gracias a eso la asamblea general de la Tosepan y su consejo directivo van orientando sus proyectos, sus líneas de capacitación y asistencia técnica, compartiendo y reflexionando lo que preocupa a socios y no socios, y obedeciendo así lo que dicen las comunidades. “En ese camino –explican los directivos de Tosepan– hemos buscado un equilibrio entre
diversificar dentro de un proyecto único y a la vez especializar, pues cada área requiere habilidades y conocimientos particulares. Nuestro principio es: diversifícate y especialízate”. Y no les falta razón, pues la organización comparte este mismo modelo de pluralidad e integración, que practican las familias y las comunidades. “La clave está en respetar el ritmo, no ir demasiado despacio ni demasiado rápido. Y también respetar el ritmo de cada quien, que no caminan igual los totonacas, que los nahuas, que los mestizos (…)” La Cooperativa es también una identidad o más de una, y como la mayoría de la población es indígena hay diferencias culturales que tienen que ver con el pasado, con la historia (…) ”Los totonacas –explica un promotor– entran rápido en conflicto, los nahuas son más conciliadores, buscan consensos, no son tan agrestes, quizá porque no hubo cacicazgos de sangre en algunas zonas (…) Cada grupo étnico tiene su carácter y sus virtudes y hay que saberlas aprovechar. Por ejemplo los totonacos han preservado mucho sus costumbres, lo que se nota en que las señoras de ellos ganan los concursos de recetas de cocina que hacemos en la organización”. Pero antes la gente decía yo soy nahua o yo soy totonaco o yo soy de Cuetzalan. Ahora
les pregunto ¿Eres Tosepan? Y la gente me contesta “¡Sí, soy Tosepan!” En el centro de capacitación de la Cooperativa, el Kaltaixpetaniloyan, o la casa donde se abre el espíritu, Aldegundo, encargado de la radio Tosepan Limaxtum y los medios de comunicación, dice que aquí se valora el nahua, el vestido tradicional y la cocina regional. “En muchos lugares, a los indígenas les apena hablar su lengua originaria, en la Tosepan se avergüenzan los que no hablan náhuatl”. Casi 72 por ciento de los habitantes de Cuetzalan habla náhuatl, pero el porcentaje es mayor entre los adultos y lo hablan menos jóvenes e infantes, que son el eslabón para que la lengua no se pierda. Por eso en la Tosepan se está haciendo un diccionario con la raíz de cada palabra, y una gramática práctica para enseñar a leer y a escribir en náhuatl a la gente cooperativista. Y también, con este fin, desde el 2011 en la escuela Montessori de la Cooperativa se dan clases de náhuatl y se educa a las nuevas generaciones en el orgullo de su lengua. Hoy, como en el pasado, la organización reúne a personas y grupos muy diversos: participan mujeres, hombres, jóvenes y viejos, niños y niñas, indígenas y mestizos, cafetaleros, pimienteros, ahorradoras, artesanas, todas y todos se capacitan y aprenden y enseñan juntos a vivir mejor y de manera solidaria, pero en años recientes la Tosepan está empeñada en fortalecer la equidad entre hombres y mujeres y la convivencia multigeneracional. “Muchas organizaciones campesinas –cuenta un dirigente de la segunda generación de la Tosepan, porque ya han pasado por la Cooperativa tres generaciones y van por la cuarta– tienen una sola línea de trabajo y eso hace que vayan envejeciendo los que saben de eso (…) Como aquí hay tantas áreas, se interesan los jóvenes en la comunicación, en la agricultura orgánica, y junto con los abuelos hacen meliponicultura o ecoturismo, y los niños y niñas ahorran, van a la escuela a aprender de otro modo y no hay duda que ellos serán los futuros cooperativistas”. Hoy casi 70 por ciento de los socios son mujeres y cada vez más socias son nombradas juezas de paz en sus comunidades, porque han demostrado ser trabajadoras, responsables y juiciosas, pero aún no hay equidad de género en el consejo directivo y en otras áreas de decisión y trabajo. Por ejemplo en la Cooperativa Tosepan Pajti (Salud para Todos), ¿por qué todas las guardianas de la salud de las familias tienen que ser mujeres? “También pasa igual en otros trabajos –dice una promotora–. Por ejemplo, en náhuatl a las labores que hacen los hombres se les llama tetik, y a las que hacen las mujeres se les dice chiualis. Pero así como hay muchas mujeres que hacen tetik, debería haber más hombres que hicieran chiualis, ¿no?”
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El Programa de Vivienda Sustentable de la Tosepan Titataniske:
UN MODELO DE DIVERSIFICACIÓN E INTEGRALIDAD De esta forma, al mismo tiempo que ha crecido el número de beneficiados con vivienda, también ha aumentado el número de ahorradores; así, mientras en 2007 los socios de la caja de ahorro y préstamo eran seis mil 100, en 2012 son 18 mil 900.
FOTO: Lorena Paz Paredes
“Pero el número de socios de la caja –agrega Álvaro– no solamente ha crecido por la vivienda, también por las tasas de interés que se paga por el ahorro y porque el servicio de pago de remesas les interesa, y como ven que el servicio es bueno y confían en la organización, algunos dejan sus remesas como ahorro”.
Miguel Meza Castillo
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uatro mil socios de la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske, de los cerca de 20 mil que la integran, han sido beneficiados con vivienda en tan sólo seis años. Pero si bien la cantidad es importante, la calidad también lo es, pues se trata de que las viviendas sean sustentables, es decir que ahorren energía, aprovechen el agua de lluvia y además cuenten con espacios para producir alimentos sanos para las familias. El Programa de Vivienda Sustentable (PVS), puesto en marcha por la Tosepan en 2006, es un ejemplo notable del modelo de diversificación seguido por la organización. En él participan de forma coordinada algunas de sus cooperativas, se articulan varios programas y se conjuntan y potencian recursos financieros y naturales de la región. En el PVS participan cuatro cooperativas y un grupo de trabajo: la de ahorro y préstamo Tosepantomin, que es la responsable del manejo de los recursos del programa; la de materiales de construcción, Tosepan Toyektanemililis, encargada de adquirir, producir y distribuir los materiales para la edificación; la de producción de bambú, Tosepan Ojtasentkitinij, que produce accesorios; la de salud, Tosepan Pajti, que promueve el uso de ecotecnias como estufas ecológicas, huertas familiares e instalación de corrales de pollos y guajolotes con miras a la producción de alimentos sanos, y el grupo de supervisores de vivienda, responsables de la buena construcción. De esta manera el programa ha potenciado el trabajo colectivo con un enfoque integral y sustentable. El fondo financiero del PVS esta integrado por la suma del ahorro de los socios que solicitan vivienda, el crédito proporcionado por la caja de ahorro y préstamo y los subsidios provenientes de la Comisión Nacional de la Vivienda (Conavi). El ahorro de los socios es la clave del programa, pues solamente si el socio tiene ahorro suficiente puede solicitar crédito y una vez que tiene los dos puede recibir el subsidio gubernamental. Para la construcción
de vivienda el monto es mayor que para el mejoramiento: un socio que tiene ocho mil pesos ahorrados y quiere construir, tiene derecho a una crédito de 40 mil y a un subsidio de Conavi de un poco más de 43 mil pesos, mientras que un socio que tiene mil 600 pesos ahorrados y quiere mejorar su vivienda puede pedir un crédito de hasta 20 mil pesos y recibir un subsidio de 15 mil. Esta forma de operar da lugar a un círculo virtuoso en el que se potencian y se usan de forma eficiente los recursos, lo que ha permitido el crecimiento del programa, de tal manera que mientras en el 2006 se benefició solamente a 26 familias, para el 2011 ya eran cuatro mil, multiplicándose varias veces el número de familias beneficiadas. Del total de la inversión realizada en el PVS el 15 por ciento corresponde al ahorro de los socios, el 34 a crédito de la caja de ahorro y el 51 por ciento a subsidios de Conavi. El programa de vivienda ha sido un incentivo para que un número cada vez mayor de personas ahorren. “Al principio –comenta Álvaro, asesor de la Tosepan– muchos socios de la caja de ahorro no se animaban a pedir préstamo para vivienda pero conforme aumenta la experiencia y la confianza, cada vez son más lo que solicitan y muchos que no eran socios le entraron a la organización por el interés de obtener crédito para vivienda”.
El crecimiento del PVS también ha impactado favorablemente a la cooperativa de materiales, pues el volumen de materiales de construcción requeridos, tanto industriales como de la región, se ha incrementado, y esto permite reducir costos y aprovechar mejor los recursos regionales. “Inicialmente –dice José, el responsable del área de adquisición de materiales industriales– trabajamos con la Cooperativa Cemento Cruz Azul (para la compra de cemento) pero después Cementos de México (Cemex) nos ofreció un precio más bajo por bulto y Apasco también y yo tengo que negociar con los proveedores para que me ofrezcan mejor precio”. Por otro lado, nos dice Eleuterio, responsable del área de materiales de la zona, “en la región hay bancos de materiales y lo que hacemos es buscar los más cercanos para surtir más rápido y más barato, pero además la gente los prefiere porque los conoce. Algunos prefieren la grava de piedra de cerro por costumbre pero otros prefieren la que se produce con piedra de río porque no tiene salitre y la casa tiene un ciclo de vida mayor pues el salitre pica la varilla. Además la arenilla que se obtiene al triturar la piedra para obtener grava la cooperativa la utiliza para la producción de block, que se utiliza mucho en el nuevo sistema constructivo térmico”. La edificación de vivienda también ésta articulada a la cooperativa de producción de bambú, que es la que produce accesorios de bambú, madera y metal y además muebles para el hogar, y el bambú que utiliza esta cooperativa se lo compran a campesinos socios de la Unión que lo producen en sus parcelas, al mismo tiempo que lo utilizan como barreras vivas para proteger sus cultivos de café y maíz contra los vientos, y para conservar suelo y retener el abono orgánico. Finalmente, hay que decir que los supervisores desempeñan un papel muy importante en el aspecto sustentable de las viviendas, pues sugieren su buena orientación para aprovechar la luz natural, la buena ventilación para evitar la humedad, el uso de biodigestores para tratar el agua, aditamentos para aprovechar el agua de lluvia, la construcción de estufas ecológicas ahorradoras de leña y el establecimiento de huertos familiares y corrales de gallinas y guajolotes para la producción de alimentos sanos. Sin duda el PVS esta satisfaciendo una necesidad básica de los socios de la organización y de ahí su constante crecimiento desde que empezó, pues como dice Antonio, socio de la cooperativa: “Tener una casa es tener un patrimonio para tus hijos lo que para nosotros es muy importante”.
COMERCIALIZACIÓN, AHORRO, VIVIENDA, SALUD... LOS DISTINTOS SERVICIOS DE LA TOSEPAN, EN LA EXPERIENCIA DE ANTONIO Hace 15-17 años, quizá más, iniciamos con el programa de café orgánico. Éramos 10-15 socios nada más. Después, hace como 12 años, como 30 o 40 productores de café entramos a la Caja de Ahorro Tosepantomin, en la que ahorramos y podemos pedir préstamos. En un principio solamente entregábamos nuestro ahorro y podíamos solicitar préstamos, pero después dieron el apoyo para el pago de servicio de luz, pues antes teníamos que pagar en Mazatepec, para lo que teníamos que perder un día, pagar pasaje y comida, pero además un día mataron a un compañero cuando iba a pagar su luz porque lo quisieron asaltar. Ahora el centro de atención de la Caja que está aquí en la comunidad capta ahorro, ofrece seguros de vida, créditos, pago de servicio de luz y pago de remesas. Hace tres años –en el 2009– solicité apoyo para vivienda, y para que me dieran un crédito de 20 mil pesos y un subsidio de 35 mil tenía que tener una ahorro de cinco mil pesos. El crédito fue por un plazo de un año con una tasa de interés del ocho por ciento anual. Como parte de los apoyos puse una huerta familiar, algunos pollos y guajolotes cercados y una estufa ecológica. La estufa ecológica uƟliza leña pero no tanta como el fogón de tres piedras. En la huerta familiar tengo matas de jitomate, quelites de temporal, chiles (chiltepín); es nada más para el consumo de la familia, es un ahorro. Lo mismo con las gallinas; si las gallinas, ponen ya no hay que comprar huevo; es un ahorro temporal porque no son gallinas ponedoras, sino de rancho y sólo ponen en determinado Ɵempo. De los 800 socios de ZacaƟpan, más o menos entre el 85-90 por ciento Ɵenen casa del Programa de Vivienda . En la comunidad antes nada más estaban los promotores de salud, que decían que era lo que se tenía que hacer para tratar de no enfermarse. Ahorita hay un doctor en la comunidad con el que se aƟenden los socios cuando Ɵenen alguna enfermedad. Esto se propuso porque hay una clínica del Seguro Social pero los sábados y domingos no hay atención. El médico está de lunes a domingo y una semana descansa. Es un orgullo tener una casa porque cuando aún vivía mi padre me dijo que la hiciera bien y ahora que ya no está, pienso que me está viendo. Pero para tener acceso al programa de vivienda se Ɵenen que cumplir ciertos requisitos: que el socio sea acƟvo, que no falte a las reuniones mensuales y que esté organizado y no disperso.
26 de mayo de 2012 Lourdes Edith Rudiño
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a Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA), nacida en 1985, es una agrupación de perfil nacional que sirve muy bien para la reflexión sobre la evolución, cambio y recambio de las organizaciones del campo.
ORGANIZACIONES POLIFÓNICAS
Según Luis Meneses, uno de los pioneros de UNORCA, ésta se construyó como una gran convergencia de organizaciones locales y regionales de distintos lugares del país “y trató de construir un lenguaje y un programa más integrales, más amplios”. “Entre 1983 y 1985 –relata– se hicieron varios encuentros especializados: sobre financiamiento rural; sobre abasto; sobre comercialización de granos, que era lo que producíamos fundamentalmente en ese momento, y sobre la cuestión agraria, y aunque tomábamos un tema en cada uno de los encuentros, acudían organizaciones que en ese momento tenían un carácter regional o local. Todavía existían las uniones de ejidos, había algunas asociaciones regionales de interés colectivo (ARICs) y grupos de cooperativas. Además de que empezaban a surgir fuertemente experiencias de financiamiento tanto en el noroeste de Chihuahua como en el noroeste del país, en Sonora. “Hicimos estos encuentros con una visión de programa integral de atención al conjunto de la problemática que tenía el campo. No era sólo ‘nos vamos a organizar en esta región y luego a ver dónde nos juntamos’, sino ‘ya existen algunas organizaciones en varios lados del país, y la manera de enlazarlas es por medio de un programa amplio más allá de lo que tradicionalmente veían en una región’. Los de Nayarit decían ‘yo quiero vender mi maíz. Ese es mi problema principal, pero el encuentro con los demás nos dio la visión de por qué no vemos cómo construir espacios financieros, o por qué no vemos el asunto del abasto o por qué no le entramos a programas de autoconstrucción de vivienda’. Si tenían problemas agrarios esos productores de maíz, con el encuentro agrario –que se realizó en Huejutla– allí se aglutinaban los problemas agrarios de todos. Ese intercambio fue muy fundamental para construir la UNORCA. Estos foros sirvieron para que distintos líderes de organizaciones locales y regionales se fueran encontrando, discutieran juntos y construyeran una propuesta programática”.
corriente, no había un ambiente favorable para eso, ni políticas públicas; de hecho la Secretaría de la Reforma Agraria y el Banrural combatieron en la primera etapa la creación de uniones de crédito, porque las veían como una manera de autonomía que se escapaba a su control”.
UNORCA
UNA RED MULTIACTIVA QUE INCUBÓ ORGANIZACIONES ESPECIALIZADAS
Olegario Carrillo, también de los pioneros y dirigente nacional actual de UNORCA, señala que la agrupación se configuró “porque ya le estábamos viendo las orejas al lobo” –a la liberalización comercial y desmantelamiento de las instituciones que servían al campo–. “Promovidos por los ejidos colectivos surgidos del reparto agrario de 1976, al menos en el norte ya estábamos funcionando como ARICs, uniones de ejidos, uniones de crédito, y había bastante auge en la creación de aparatos económicos”. Ante la previsible liberalización del sector, quisimos prever lo que luego podría complicar la operatividad de las empresas y organismos que estábamos construyendo. Así nació UNORCA. FOTO: CIMMYT
Si bien hay diversas versiones de sus actores sobre la evolución histórica de la UNORCA, hay coincidencias en elementos claves: la agrupación resultó novedosa pues surgió abandonando la alineación partidista – las agrupaciones dominantes, la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Central Campesina Independiente (CCI) eran de clara filiación priísta– y llegó a cubrir vacíos, por ejemplo atender pragmáticamente demandas de sus agremiados en temas nacientes para el agro, como eran asuntos específicos de comercialización de granos o de gestión financiera, y más allá del discurso agrarista o ideologizado crear toda una agenda de propuestas de reformas de políticas para el campo. Asimismo fue el lugar donde se gestaron organizaciones especializadas, en particular la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS) y la Red Mexicana de Organizaciones Forestales (Red-Mocaf), Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC).
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Entonces, agrega, aún no se tenía clara la apertura comercial que afectaría al campo y que modificaría su estructura institucional y de operación. “Esas preocupaciones no existían; no fue esa nuestra motivación, sino más bien la autogestión y la coordinación, como grupo, de organizaciones locales y regionales, para permitirles mayor capacidad de gestión y de organización del trabajo. Estaba en el centro que los productores se apropiaran de los procesos productivos, comerciales, financieros, desarrollar fuerza propia con visión campesina”. Gonzalo Chapela, otro pionero, comenta: En esa época en que se cocinó UNORCA fue importante la participación de personajes claves. “Las relaciones de Hugo Andrés Araujo y de Gustavo Gordillo y el prestigio de éste último ayudaban a abrir espacios, reuniones con secretarios, directores generales; la gente venía a las reuniones porque teníamos entrevistas con esta gente y se desatascaban proyectos, conflictos agrarios, etcétera. Era una dinámica con zanahoria, clientelar, muy pragmática”. Y si bien nunca se determinó formalmente así, ni se planeó en un documento escrito, agrega, la agenda de la UNORCA hizo que se fuera fraguando el surgimiento o desprendimiento de organizaciones especializadas (la AMUCSS y la Red-Mocaf). Hubo una comisión de financiamiento que Gustavo Gordillo manejaba directamente y muy entusiasmado por su experiencia en los fondos de autoseguro y la unión de crédito en la coalición de Sonora. Hicimos también una agenda forestal, esa me la encargaron a mí, por mi experiencia en esa área en Michoacán”. La UNORCA experimentó sin embargo una fractura interna, pues figuras fuertes de la organización estaban identificadas con Carlos Salinas, ganador de las elecciones de 1988, y luego la UNORCA sirvió como hilo conductor para la creación del Congreso Agrario Permanente (CAP) –donde a conveniencia del gobierno salinista y por medio de pagos económicos, compras de casas a las organizaciones y dirigentes y fi-
nanciamientos de proyectos productivos, se aglutinó a prácticamente todas las centrales campesinas y se les cooptó para que aceptaran la firma en 1993 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y para que accedieran a la modificación en 1992 del artículo 27 constitucional sobre tenencia de la tierra. En ese marco, Hugo Andrés Araujo asumió la dirigencia de la CNC, y Gustavo Gordillo fue nombrado subsecretario de Agricultura, comenta Chapela. “Cuando comienza a hablarse de la apertura comercial y empieza a verse efectos del ingreso de México al GATT (de 1985), estamos metidos no sólo en esta parte de la autogestión, sino en procesos electorales, porque con el fenómeno de Cuauhtémoc Cárdenas (disidente del partido oficial, PRI) nadie podía marginarse: o te ibas con Salinas o con Cárdenas”. Isabel Cruz, quien trabajó con Gordillo dentro de UNORCA en la especialización financiera, ratifica que factores políticos influyeron decididamente en la evolución de esta agrupación, pero también resistencias desde el gobierno. “Al principio la UNORCA tenía un fuerte nivel de pluralidad política; cualquier organización podía pertenecer a ella. Pero una vez que se institucionalizó y comenzó a tener una actividad mucho más fuerte a fines de los 80s se deslindó de la CNC y de los priístas. Esa limitación inhibió a muchos grupos campesinos de participar en los procesos económicos que proponía la UNORCA. Y es que además íbamos contra-
“Luego se vino la etapa de los 90s y el desprendimiento de muchas empresas del sector público, como la Conasupo, Fertimex, la Productora Nacional de Semillas, el propio Banrural (…). Empezamos a ver cómo se derrumbaba el sistema colectivo en el cual fincábamos muchas de nuestras fortalezas, y con la modificación al 27 constitucional, el gobierno golpeó a todos los ejidos colectivos, pues la parcela ejidal deja de ser patrimonio de la familia y se abre la posibilidad de que las sociedades mercantiles puedan en un momento dado integrar hasta 25 mil has para explotación”. De acuerdo con Luis Meneses, muchas de las organizaciones que se integraron a UNORCA –uniones de ejidos, ARICS, coaliciones, cooperativas– habían pasado antes por las filas de la CNC o de la CCI o de otras centrales. “Su paso a la UNORCA no fue por un rompimiento político ideológico con la central de donde venían, sino que al ser más aparatos económicos y especializados, eso les permitía tener autonomía, aunque débil; ya no dependían de los dirigentes políticos de la CNC o CCI, pues ellos hacían directamente sus gestiones. Así, todas las movilizaciones de organizaciones de la UNORCA por los precios de garantía de los granos eran locales aunque por lo que implicaban tenían un efecto nacional”. Luis Meneses afirma que el desprendimiento de asociaciones locales y regionales para conformar o sumarse a conglomerados nacionales especializados (la AMUCSS, Red-Mocaf y la Coordinadora Nacional de Cafetaleros) no puede interpretarse como una ruptura; “más que nada fue que empezaron a converger con más fuerza las organizaciones en su especialidad”. “Yo veo todo esto como resultado de la evolución de todo el movimiento (campesino y de la UNORCA), además de que influyó el crecimiento de liderazgos, y el hecho de que la apertura comercial te induce más a la especialización (…) A la UNORCA le pasó lo mismo que a la CNC, CCI y UGOCEM 15 años atrás, de que hubo separación de sus organizaciones para formar otras nuevas. En cuanto a la polémica que surgió en los 90s, de que si unas son organizaciones de base y otras despacho, yo digo que todas somos organizaciones porque tenemos base social; se decía que las agrupaciones especializadas eran despachos, pero yo pienso que si éstas construyen organizaciones fuertes y líderes fuertes, son organización”, dice Meneses.
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AMUCSS
FINANCIAMIENTO RURAL: ESPECIALIZAR PARA PROFESIONALIZAR
ANEC
DE LA SOLA COMERCIALIZACIÓN DE GRANOS A LA MULTIACTIVIDAD
Testimonio de Isabel Cruz Hernández, directora de la AMUCSS
tres mil o cuatro mil pesos por ciclo. Con este argumento, la ANEC está trabajando explorando métodos para incrementar productividad, pero en la lógica de control campesino del proceso y buscando un mejor manejo de los recursos, con sustentabilidad, y con la conexión de lo que se produce con los mercados, para tener certidumbre de la comercialización desde la siembra.
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a Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) se constituyó en 1995 para defender la agricultura campesina de granos básicos; estábamos viviendo el arranque del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el desmantelamiento de los aparatos del Estado que se tenían para la regulación y el fomento de la agricultura y de los mercados. El contexto era una política explícita en contra de la agricultura de pequeña y mediana escala. Nuestro objetivo era defender los ingresos de este tipo de agricultura y la vida digna campesina. También la soberanía alimentaria y el derecho a la alimentación.
El reto inmediato fue la conformación de una estrategia de comercialización para sustituir el vacío dejado por Conasupo y enfrentar los mercados monopolizados o desiguales; por eso nos desarrollamos como asociación de comercializadoras campesinas. Pero la ANEC ha ido transitando al paso de los años de ser una red nacional especializada a una multiactiva, que está incursionando en producción, productividad, adquisición de insumos, en el tema financiero y en el de género, e incluso en la gestión de programas sociales. Todo ello, porque la ANEC –que agrupa hoy a 230 empresas comercializadoras campesinas y 16 integradoras de 21 estados de la República con un total de socios de 45 mil pequeños y medianos productores de maíz, frijol, trigo, sorgo y arroz– entiende que los productores de granos no son sólo eso, son familias. Además tienen otras producciones, como hortalizas, frutas y ganado y desarrollan otras actividades económicas, como las de minería no metálica, y tienen necesidades de carácter social, diverso, amplio, y de manejo de recursos y territorio. Así, hemos desarrollado estrategias diversificadas. Por medio de la ANEC y con una buena comercialización, un productor puede obtener 300 o 400 pesos más por tonelada de ingreso frente a un campesino desorganizado. Pero si en el terreno de la producción uno logra incrementar una tonelada por hectárea de rendimiento, el ingreso adicional es de
Definitivamente, ello responde a lo que hace la base. La ANEC es una red de organizaciones con trayectoria, experiencia y dinámicas muy diversas desde su localidad. De hecho, la ANEC inició la comercialización porque ya había organizaciones locales y regionales que años anteriores lo habían estado intentando. Y el tema de productividad sustentable lo incorporamos porque desde lo local las organizaciones ya estaban desarrollando esa alternativa. Tomamos esas experiencias, las sistematizamos y apoyamos a esas organizaciones y a otras de ANEC promoviendo el intercambio de conocimientos.
La mayoría de organizaciones campesinas empezaron a crear organismos especializados, y en el caso del financiamiento creamos uniones de crédito (UC). Ello exigía manejar cuestiones muy especializadas de financiamiento, profesionalización y figuras jurídicas diferentes a las campesinas. Entonces el modelo más acabado de esto fue la Coalición de Ejidos Colectivos del Yaqui-Mayo, exitosa entre 1988 y 2005, pero no duró más. Luego vinieron con ese mismo modelo la ARIC Jacinto López (JL) y los ejidos de la Costa Grande de Guerrero y de la Laguna. Se evidenció que sí había condiciones de esta organización especializada en el norte pero no en el sur.
Estamos incursionando también en la compra organizada de insumos y hemos desarrollado instrumentos financieros, además de que nos hemos involucrado fuertemente en la orientación, capacitación y formación de dirigentes y de técnicos en producción, comercialización y financiamiento, pero sobre todo en el ámbito de la organización y la gobernabilidad, que son los factores de los cuales depende el éxito o fracaso de las organizaciones económicas, pero que son por lo general puntos débiles.
La Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) aglutinó estos procesos. La red naciente de UC de UNORCA buscó profesionalizarse más; sin embargo, para tener poder en el sector financiero había que integrar a otras UC que estaban dentro de centrales campesinas ajenas a la UNORCA. Para atraerlas había que garantizar un espacio plural. Ello propició la creación de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito (AMUCSS), su autonomía y su especialización en finanzas rurales. En su momento aglutinamos casi a todas las iniciativas campesinas del sector financiero.
Nuestras organizaciones locales no son especializadas. Se dedican a impulsar la producción y la productividad, al financiamiento, a la adquisición conjunta de insumos, a generar valor agregado. Por ello la ANEC ha venido evolucionando de la manera mencionada. Además, dadas las necesidades tan diversas de los miembros, también hemos hecho coaliciones con otras redes nacionales que manejan temas especializados (por medio del Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas, CNOC, por ejemplo, donde hay redes de cafetaleros, de financiamiento, forestales, y otras). Así, respondemos de mejor manera a lo que está demandando nuestra base. Y es que ANEC como tal no puede ni debe desarrollar un brazo financiero específico o uno especializado en café para nuestros miembros de zonas cafetaleras.
En paralelo se dieron los grandes fracasos de los modelos de organización tipo conglomerados, como Coalición de Ejidos del Yaqui-Mayo o ARIC-JL, debido en gran parte a la reforma estructural del agro. Uno de los incentivos más fuertes de las organizaciones era comprar en conjunto insumos, y comercializar; en virtud de que desapareció Fertimex, las organizaciones cayeron en la trampa de su atraso tecnológico: la ARIC-JL tenía una planta que mezclaba fertilizantes líquidos y los distribuía, pero en el mercado libre se ofrecían agroquímicos sólidos a precios más baratos.
FOTO: Enrique Pérez S. / ANEC
Testimonio de Víctor Suárez, director ejecutivo de la ANEC
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n los 80s, ocurría la discusión de generar organismos económicos de poder campesino independientes, fuera del control gubernamental, con ideas influidas por un modelo que se generaba en el sur de Sonora. Ello significaba crear uniones de crédito, organismos especializados en seguros, empresas comercializadoras, distribuidoras de fertilizante y organizaciones que dieran asistencia técnica y capacitación a sus socios y comenzó a cristalizarse en La Laguna, en la costa de Guerrero y otros lugares.
En los 90s –la época más fuerte de crecimiento y de crisis de AMUCSS, y de todo el proceso de apertura comercial y desregulación–, de 23 uniones de crédito, murió más de la mitad por carteras vencidas. Y es que un año el frijol tenía un precio de siete pesos el kilo, al año siguiente de cinco y luego de tres; no había mecanismo de control en el mercado, y eso no lo resiste el financiamiento. El error que tuvimos fue creer que una sola organización era capaz de manejar muchas empresas especializadas. Cuando conocí el
modelo francés y alemán, vi que en cada región había cooperativas especializadas, cada una con su equipo técnico y sus propios directivos, de ahorro y crédito, de comercialización, de veterinaria, asistencia técnica, etcétera. Un campesino pertenecía a seis o siete cooperativas; en el modelo mexicano una sola organización estilo ARIC JL daba todos los servicios, sin contar con las capacidades gerenciales necesarias y con problemas de gobernabilidad. Por otro lado, los modelos exitosos del mundo están basados en ahorro –que da autonomía– y nunca habíamos pensado en eso en México, sólo en crédito, lo cual crea dependencia de la banca de desarrollo o de la banca comercial. La AMUCSS – que agrupa a 96 instituciones financieras rurales, en 500 municipios de 22 estados, principalmente Oaxaca, Puebla y Guerrero, todas ellas con unos 30 mil socios– se mantiene hoy como organización social, que promueve los distintos modelos de organización financiera que son posibles en México. Pero tiene muy claro que el financiamiento por sí mismo no va a lograr el desarrollo económico. La paradoja es que la mayoría de organismos financieros locales que tienen éxito están en las zonas más pobres, donde no hay organización de productores, entonces hay que crear ésta. Y donde sí hay organización de productores, hay la mentalidad de querer la solución desde el Estado, y cuando mucho su aspiración llega a crear una Sofom, para buscar dinero barato de la banca de desarrollo. Después de muchos años de trabajar con crédito, observamos que las UC estaban muy atadas, como las propias organizaciones campesinas, a buscar en el Estado el apoyo, y cuando comenzamos a apoyar iniciativas de ahorro fue impresionante el cambio, porque éstas dependen al principio de apoyo externo, pero luego son autónomas, pueden decidir qué y cuánto prestar, a cuántos meses, cosas inimaginables. Son instancias más flexibles, mucho más incluyentes; 65 por ciento de sus miembros son mujeres (contra 15-20 por ciento en organismos de crédito). Así, son una mejor solución, pero sigue siendo necesario organizar a los productores, porque lo que generalmente encuentra uno es que su café sigue siendo tradicional, no es orgánico; que en el maíz es muy precaria su productividad. Es importante ayudarlos a construir activos. De otra forma, nos preguntamos qué va a pasar dentro de diez años con los microbancos o con las instituciones de ahorro y crédito que estamos creando, si hay pura migración.
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Red-Mocaf
NO HAY COMUNIDADES FORESTALES, SINO COMUNIDADES RURALES QUE ENTRE OTRAS, TIENEN ACTIVIDAD SILVÍCOLA res de la Unión estaban claramente identifi-
Testimonio de Gonzalo Chapela, fundador de la Red Mocaf
En los trabajos de UNORCA se perfilaban visiones especializadas; se vislumbraban los mercados y la certificación de café orgánico; sistemas regionales de abasto, y más. Se daba por entendido que una segunda fase de la UNORCA sería el nacimiento y la consolidación de organizaciones gremiales y el desarrollo de sus propuestas desde allí, e incluso una nueva forma de redes de apoyo mutuo -esto último es algo que no se ha cristalizado, que implica una colaboración intensa entre organizaciones. Por ejemplo, hay cafetaleros que tienen actividad forestal, con el apoyo y alianza entre organizaciones podría generarse un modelo de café bajo sombra forestal rentable. La UNORCA fue vital hasta antes de que Carlos Salinas asumiera la Presidencia; líde-
FOTO: Red-Mocaf
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esde que la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) preparaba su nacimiento, en 1985, y con el modelo que la caracterizó, de atender pragmáticamente las necesidades de los campesinos, se comenzó a trabajar en la creación de redes especializadas de financiamiento, forestal y de distribución de fertilizantes. Allí se se sembró la semilla de la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (Red-Mocaf).
participó en su nacimiento. La autonomía era y es necesaria por razones de crecimiento y de higiene, pues si conciben a la Red como parte de UNORCA, como parte corporativa, la política de alianzas abiertas y con otras organizaciones se volvería complicada.
cados con él y colaboraron en lo que puede considerarse un nuevo Pacto de Ocampo (de corporativismo social), al propiciar el surgimiento del Congreso Agrario Permanente (CAP). Eso hizo que la UNORCA se burocratizara, se debilitara. Las redes que salieron de la Unión se gestaron desde antes de ese momento de quiebre. La Red-Mocaf comenzó a crearse como una comisión forestal en UNORCA en 1982-84, estuve al frente del esfuerzo, pero suspendí para apoyar las labores en la red financiera. En 1988-89 retomamos el proyecto y recorrimos diversas partes del país, hablando con dirigentes forestales locales. Silvano Aureoles -quien luego asumió la dirección de la RedMocaf- encabezó ese trabajo y salió avante. La Red se conformó dentro de UNORCA en 1996 y luego se hizo autónoma. Gustavo Sánchez, actual dirigente de la Red, también
El tema de la especialidad debe verse de forma muy relativa. El tratamiento del tema forestal debe ser territorial, no existen las comunidades forestales, sino las comunidades rurales; lo forestal tiene en cada caso diferenciado mayor o menor importancia en sus superficies, en su ocupación y en el interés que la gente pone a los bosques. Para entender a estas comunidades hay que mirarlas en conjunto, en su demografía. Se requiere un enfoque rural, no forestal. A la Red Mocaf debe concebírsele como la ventanilla campesina de atención a comunidades y organizaciones que no están muy desarrolladas, y su especialidad está más que nada en crear capacidades en sus organizaciones miembros y en los campesinos y orientarlos en la defensa y el uso de los programas públicos, para desatorar problemas, para obtener permisos, etcétera. Pero cada organización miembro tiene un grado de autonomía muy alto. La Red-Mocaf también se enfoca a promover políticas públicas. Si bien predomina la idea en los funcionarios públicos de que la producción forestal no es viable económica-
CNOC
ESPECIALIZACIÓN Y PLURIACTIVIDAD, ESTRATEGIAS DE CAFICULTORES ORGANIZADOS Testimonio de Fernando Celis, asesor de la CNOC
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a Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) se formó en 1988; la mayoría de sus miembros son organizaciones regionales independientes que nacieron, se fortalecieron y se conglomeraron a partir de la demanda de mejores precios y condiciones de comercialización hechas a fines de los 70s y principios de los 80s ante el hoy extinto Instituto Mexicano del Café (Inmecafé); también, la integran otras organizaciones que habían luchado por comercializar directamente su café, y otras que estaban ligadas a organizaciones nacionales, incluida la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA).
El café es la primera rama productiva del agro donde se elabora un padrón de productores, eso fue en 1994. La priista Confederación Nacional Campesina (CNC), que decía que agrupaba a la mayoría de los 280 mil productores, pues tenía una representación corporativa, resultó en el padrón con sólo 86 mil. Y las organizaciones independientes acreditaron a 103 mil, de los cuales de la CNOC eran 71 mil. Eso le dio un giro al sec-
tor. Se fortaleció el concepto de la organización gremial, especializada. Aunque hay quienes consideran que el ser gremial es algo limitante, la especialización nos permite identificar rápidamente problemas comunes y tener gestiones más específicas. Al final de cuentas las estrategias de las organizaciones están marcadas por las de los campesinos y éstas a su vez dependen en buena parte del entorno. En los 60s y 70s los productores se especializaron en uno u otro cultivo específico porque había fertilizantes baratos, comenzó a haber semillas mejoradas y había buenos precios agrícolas. Eso permitió el aumento de la producción de café, caña, plátano, cítricos, etcétera. Todo mundo vio una mejoría en la especialización. Pero en el café la situación cambió radicalmente en los 90s y lo más grave fue a partir del 2004, cuando los precios eran tan bajos que los productores tuvieron que buscar otros ingresos, con migración y otras actividades. Desde entonces han sido conservadores en cuanto a la inversión de trabajo y dinero en sus plantíos de café. En el marco de que son gremiales cafetaleras, las organizaciones CNOC manejan diversas actividades ligadas
al café, incluso varias tienen proyectos de mujeres. Por ejemplo en Coatepec, Veracruz, hay una cooperativa de mujeres cafetaleras; la Tosepan, de Puebla, tiene proyectos de vivienda, y varios grupos en Chiapas tienen proyectos de ecoturismo. Ello depende mucho de las regiones donde estén, por ejemplo en las sierras es difícil meter otros cultivos, por eso no se deja el café, no hay opciones. Hay quienes en estas zonas intercalan, pimienta gorda, cedro, etcétera. Pero se mantiene el café. La especialización de las organizaciones tiene un valor muy evidente. Los caficultores como individuos y a nivel de familia deben buscar la mejora de sus ingresos; hoy lo que hay es una diversificación de ingresos, pero es necesario que cambien su
mente en pequeña escala y sólo lo es la de grandes empresas, la silvicultura sostenible en las zonas marginadas debemos mantenerla como país a toda costa, pues su abandono sería aprovechado por el narcotráfico. Así, todos los fondos regionales y todo tipo de apoyos que pueda darse a los campesinos forestales, todo lo que complemente su ingreso y alimentación, es algo que se requiere. Se debe proteger los activos sociales que ofrece la silvicultura. Por ejemplo, los pobladores de la Sierra Tarahumara no resuelven sus necesidades básicas con las milpas que tienen en las barrancas y la única forma de lograr una situación medianamente próspera es aprovechar los recursos forestales. Por eso preocupa que no haya inversión pública. Las empresas forestales sociales tienen que hacer muchos esfuerzos más allá de su labor específica: construir caminos, mantenerlos, subir diesel a las montañas y trabajar con motores de diesel en lugar de electricidad. O ver cómo trasladan la nómina a lo largo de 200 kilómetros de brechas donde no hay seguridad, en medio de asaltantes. Y tienen que proveer los servicios sociales, de comunicación y médicos a sus comunidades.
actitud, y que sepan seleccionar las plantas y semillas más productivas; que mejoren su fertilización, y deben gradualmente renovar sus plantas, pues ello les permitirá elevar, incluso duplicar, los rendimientos. Aquí es donde entra el segundo nivel, la organización. Si por ejemplo al productor se le dificulta hacer un análisis de suelo la organización debe tener un laboratorio, un mecanismo para hacer análisis de suelo, o puede preparar las mezclas del fertilizante que requiera, o puede hacer un vivero. La organización regional apoya a los productores para labores tales como la exportación de café, pues cuenta con un bodega y con transporte, conoce el mercado, busca compradores, clasifica el café y puede venderlo en el mercado justo, orgánico. Un caso muy exitoso es el de la Tosepan, porque uno de los mayores problemas de la economía campesina es su relación ingresos-egresos. Su experiencia, con un instrumento propio de ahorro y crédito manejado a nivel regional y con los recursos de los propios productores, está dando una lección: este esquema financiero propio resulta más estratégico que la propia comercialización. La Tosepan, con unos 15 mil socios y con un capital de 250 millones de pesos, puede ofrecer tasas de interés de ocho por ciento para los ahorradores y cobrar dos o tres por ciento en los préstamos –mejor que cualquier opción
bancaria o de usureros–, y las ganancias de esta intermediación permiten cubrir los gastos de la organización. Durante muchos años pensamos que estos gastos podían ser sufragados por la comercialización, pero la competencia con las trasnacionales no permitió que lo lográramos. Más de 50 por ciento de las organizaciones de CNOC cuentan con instrumentos financieros, pero enfocados más bien al préstamo a los productores en la época de acopiar. Considero que deberían orientarse más un esquema como el de Tosepan. La CNOC, como tal, se enfoca a lo especializado, en particular a impulsar decisiones de políticas públicas que favorezcan a sus organizaciones miembros. Muchos valoran a la CNOC porque en coyunturas difíciles logró algunos programas públicos, como el de Apoyo Emergente en 1992, el de Apoyos Directos en 1994, el de Fomento Productivo en 2003 y el Fondo de Estabilización de Precios. Una organización nacional como la CNOC –que agrupa hoy a unas 80 organizaciones con 50 mil socios cafetaleros más otros diez mil o 15 mil que no son propiamente cafetaleros– se justifica porque necesitamos información, contactos, influir, y hemos conservado los principios de autonomía, independencia, transparencia y honestidad. La CNOC está presente en Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Guerrero, Hidalgo y San Luis Potosí.
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ORGANIZACIONES POLIFÓNICAS Esta racionalidad, identificable en la unidad doméstica campesina pero que opera por medio de la comunidad, configura un territorio y conlleva un imaginario colectivo y un sistema de valores, no se debilita sino que se refuerza y profundiza con las mudanzas en el entorno mayor que resultan de las modalidades históricas que va adoptando el capitalismo. Los campesinos y sus comunidades están en perpetuo cambio pues de su oportunista plasticidad depende que perduren. Pero sus transformaciones responden a una terca racionalidad, a un paradigma subyacente que no es eterno pero si longevo.
POLIFONÍAS
FOTO: Angélica Portales
VIRTUDES DE LA DIVERSIDAD SINÉRGICA
Armando Bartra
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l renovado protagonismo de los campesinos se inscribe en un curso histórico cuyos viejos patrones están tronados y donde el desarrollo, como vía a la modernidad de los pueblos demorados, está tan desacreditado como la propia modernidad. Los nuevos paradigmas no vendrán del socialismo real que estatizó las agroempresas de alto potencial dejando las tierras y cultivos marginales a los pequeños productores y las cooperativas. Pero tampoco un capitalismo cuya utopía consiste en deshacerse de los campesinos, industrializar los cultivos y suprimir el condicionamiento natural de la producción agropecuaria. Y si la salida no está en el capitalismo ni en el socialismo, habrá que inventarla, y para ello es pertinente volver la vista a la racionalidad con que viven, trabajan y resisten los campesinos modernos. Una lógica socioeconómica inserta en el mercado y que ha incorporado el desdoblamiento por el que a los bienes se les pone precio, pero que se resiste a interiorizar la inversión por la que el precio subyuga al uso. Hacia una economía moral. La racionalidad capitalista presidida por el valor de cambio y movida por el lucro no resuelve las crisis de escasez; al contrario, las provoca al violentar al hombre y a la naturaleza. Entonces, para salir del atolladero habrá que regresar a la racionalidad socio-ambiental del valor de uso, dinámica alterna que no niega la función de los valores de cambio pero les baja los humos. Lo que inspira este paradigma de repuesto no es tanto un sistema de conceptos como la presencia viva de productores y consumidores con rostro humano, porque en primera instancia la economía moral no es un frío mecanismo productivo sino una cálida relación social; no una mecánica de los objetos –como la capitalista– sino una dialéctica de los sujetos, sustento de colectividades fraternas donde producción, intercambio y consumo responden a consideraciones socioculturales. Y en la tarea de imaginar este orden inédito, las comunidades agrarias –aun si desolladas– pueden ser inspiradoras. Racionalidad socioeconómica doméstica. No es virtud menor de los rústicos el que ellos y sus comunidades sean vertiginosamente diversos pues a estas alturas nadie quiere utopías unánimes y en serie. Pero hay un orden en su pluralidad, una clave que es
importante rescatar si en verdad queremos aprender de ellos; elemento unificador de la diversidad campesina, que no es conjunto fijo de características sintetizables en una definición, sino racionalidad y sistema de valores; lógica y valores que a su vez remiten no a las cosas estructuradas sino al sujeto que las estructura, no a una mecánica sino a una teleología, no a un entramado que podemos explicar separando analíticamente sus partes sino a un curso dialéctico aprehensible por empatía, por afinidad moral con su gestor. Hace cien años el ruso Alexander Chayanov llamó bienestar a este impulso, en el mundo andino le llaman buen vivir. Siempre más o menos comunitario, el de los campesinos es un trajín material y también simbólico en que se producen bienes a la vez que relaciones y significados. Pero en su dimensión estrictamente socioeconómica, esta racionalidad puede abstraerse y representarse en un modelo; construcción conceptual capaz de dar razón del comportamiento de las familias campesinas en tanto que unidades de producción y consumo que no son empresas capitalistas imperfectas, sino células socioeconómicas portadoras de una racionalidad específica cuyas decisiones se fundan en cálculos precisos, de modo que para entender o anticipar su comportamiento es necesario identificar las variables que manejan y correlacionan. Sin embargo la lógica campesina no es simplemente económica sino socioeconómica, pues articula producción, consumo productivo y consumo final en evaluaciones unitarias donde el factor decisivo son las culturalmente determinadas necesidades y aspiraciones de la familia. La teleología del pequeño productor directo está presidida por un objetivo complejo, diverso y cambiante al que aquí he llamado bienestar o buen vivir. Entre los campesinos la especialización extrema es una anomalía, de modo que las decisiones referentes a la actividad presuntamente dominante de un productor siempre múltiple, están invariablemente condicionadas con el resto de su desempeño. La economía doméstica ha sido y es diversificada y aunque el campesino puede abordar por separado las variables de cada actividad, su cálculo económico es unitario y las decisiones sobre las partes son tomadas considerando el conjunto.
En el mundo rural, el trabajo y el ingreso son cada vez menos agrícolas y las formas de vida cada vez más urbanas, sin embargo el núcleo duro de la condición campesina se mantiene por mucho más tiempo de lo que piensan los sostenedores de la nueva ruralidad. En la pluriactividad como estrategia de sobrevivencia de las familias rústicas, es frecuente que la producción por cuenta propia aporte la porción menor de unos ingresos que provienen principalmente del trabajo asalariado, del pequeño comercio o de transferencias como subsidios públicos y remesas de migrantes, y es habitual también que esta producción con medios familiares ya no sea agropecuaria sino artesanal o de servicios. Sin embargo, por mediado que esté, en el mundo rural se mantiene un nexo perceptible entre esfuerzo y recompensa, entre producción y consumo, nexo que es el corazón de la racionalidad campesina y resulta clave a la hora de tomar decisiones que permitirán mantener en operación a la economía doméstica y la vida comunitaria. Yo puedo no ser agricultor sino comerciante, mecánico, fondera o cura de pueblo, pero si no llovió a tiempo o si llovió demasiado; si se alargó el veranito o si se adelantó la helada; si se cayó el precio del cacao, de la jamaica o del café, sé que este año va a ser malo; malo para los que perdieron su cosecha o la malbarataron y malo para todos. Y este nexo perceptible entre producción y consumo final es el que se rompe tendencialmente en la sociedad capitalista y está del todo ausente en la racionalidad de la empresa, en la lógica familiar del obrero fabril y, en general, en la vida urbana. Diversidad entreverada. La clave de esta racionalidad –y su diferencia específica con la lógica emparejadora propia del capitalismo– está en la diversidad articulada y sinérgica que caracteriza a los campesinos. Una pluralidad dinámica y cambiante, fuente de la plasticidad y el oportunismo que explican su transcivilizatoria capacidad de sobrevivir a toda clase de sistemas predadores, a las exacciones más inicuas y a los peores percances naturales. La estrategia campesina diversificada vale para los individuos no profesionalizados, que son mayoría en el medio rural; vale para las familias multiactivas, predominantes en el campo, y vale para la sinérgica pluralidad de casi todas las comunidades agrarias. Vale también para ciertos colectivos supracomunitarios: formas asociativas que paradójicamente resultan heterodoxas por cuanto adoptan no los modelos organizativos caros al sistema dominante, sino los usos y costumbres de quienes las componen. Y es que algunos piensan que las organizaciones campesinas modernas deben buscar su modelo en las figuras propias de la socie-
26 de mayo de 2012 dad capitalista: el sindicato, para impulsar la lucha reivindicativa, y la empresa, para encarar los retos de la producción y el consumo. Pero numerosas experiencias documentan que no es así, que el modelo más virtuoso es el de la familia y la comunidad. La organización como familia extendida. El término empresa asociativa, empleado con frecuencia para designar a las organizaciones de productores directos, es una fórmula pobre, reduccionista y engañosa. La polifónica experiencia de la Cooperativa Tosepan Titataniske, fundada hace 30 años y que hoy agrupa campesinos nahuas y totonacos de la sierra de Puebla, es prueba contundente de que la designación empresa –así se la adjetive– le queda chica a este tipo de proyectos multiactivos. La organización, nacida a principios de los 80s de la pasada centuria a raíz de una lucha contra los altos precios de los alimentos, em-
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26 de mayo de 2012 barnece y se consolida en la medida en que es capaz de acopiar y vender a buen precio la producción de café y de pimienta de los pequeños productores de la región. En este sentido la Tosepan funciona como una empresa: una buena empresa capaz de sobrevivir a las inclemencias del mercado desregulado donde se comercializa el grano aromático después de que en 1989 se cancelaron los acuerdos económicos de la Organización Internacional del Café. Pero lo que le da consistencia a la cooperativa y fuerza identitaria a su camiseta, es que a lo largo de los años fue desplegando diversas áreas de actividad: desarrollo de la infraestructura caminera de una región que en temporada de lluvias quedaba aislada; diversificación productiva tanto comercial como de autoconsumo y tanto agrícola como agroindustrial y de servicios; asesoría técnica con enfoque agroecológico; viverismo para producir plantas de café pero también árboles maderables con fines de reforestación; abasto de básicos;
educación y formación técnica; comunicación popular; vivienda alternativa; ahorro y préstamo; seguro de vida; recuperación de la lengua y de la diversidad biológica; promoción de la salud y atención de la enfermedad (…) La Tosepan es emblemática, pero muchas otras empresas asociativas marchan por el mismo camino. Y es que el modelo de la organización campesina no es el especializado de la empresa capitalista, ni tampoco el uniforme del sindicato obrero, sino el holista y polifónico paradigma que inspira a las familias y las comunidades: socialidades solidarias, pluriactivas y sinérgicas que, para decirlo con una palabra de origen nahua, apapachan a sus miembros; cobijan material y espiritualmente a los parientes o agremiados: en las buenas y en las malas, desde la infancia hasta la vejez... Hacer milpa. Familias campesinas, comunidades agrarias, movimientos sociales rurales y organizaciones polifónicas comparten un mismo modelo de pluralidad entreverada y virtuosa. Paradigma que se puede construir conceptualmente, pero prefiero transmitir mediante una alegoría referida al tipo de relación productiva que los rústicos guardan con la naturaleza. Y es que en Mesoamérica los hombres y las mujeres de la tierra hacen milpa: hacen milpa cuando producen mediante sutiles policultivos, pero también hacen milpa por el modo en que construyen sus barrocas culturas y sus abigarradas relaciones sociales. Desmesurada, extravagante, excesiva y grotesca. Así se percibe la milpa desde el clasicismo chato de un monocultivo que ve confusión donde hay complejidad. En un sentido más profundo, la milpa es barroca por cuanto sus partes, aun si heterogéneas, son inseparables del todo. Lo es también porque, como el paradigma estético del que viene el concepto, la milpa no es uniforme sino que adopta modalidades distintas según los lugares y los tiempos. Y como el barroco latinoamericano, la milpa es sincrética, contaminada, híbrida, un agrosistema mestizo al que se fueron incorporando especies y prácticas agrícolas de diferentes orígenes. No es casual que nuestro barroco haya florecido en Mesoamérica y Los Andes, regiones que fueron cuna de dos grandes culturas a las que podemos llamar milperas, extrapolando al conuco caribeño y la siembra por pisos ecológicos de los incas, un término nahua que en rigor sólo es propio de las primeras.
aceptar que tuvieran otros dioses, no así que quisieran imponerlos. ¿Por qué no suponer que el paradigma milpero está detrás de los rasgos pluralistas del despotismo tributario precolombino? Los ecosistemas sutiles de diversidad abigarrada en frágil equilibrio son nuestro sino, nuestra fatalidad natural. Hagamos de ellos patrimonio, virtud, ventaja, orgullo... No demos la espalda al nicho ecológico que nos es propio dejándonos llevar por los vertiginosos cultivos del Norte. No cedamos a las rudas tecnologías que arrasan medio ambiente y cultura. Honremos nuestra diversidad de suelos, topografías, climas, paisajes y ecosistemas. Cultivemos nuestra riqueza cultural, lingüística, culinaria, espirituosa, musical, festiva, indumentaria (…) Hagamos de México una milpa multicolor; un mosaico de aprovechamientos diversos pero entreverados y complementarios; un policromo mural de paisajes agroecológicos, pero también industriales y de servicios, que el modelo milpero no vale sólo para la agricultura sino para la vida toda. Modelo, no receta. No sería hacer milpa pretender, por ejemplo, que en Aridoamérica se cultive y se viva como se cultiva y se vive en Mesoamérica. Y en cuanto al maíz, hacer milpa no es sembrarlo en todas partes entreverado con frijol, calabaza, picante y cuanto hay, sino configurar al agro en su conjunto de la forma holista en que se conforma un sembradío tradicional. En los tres millones de hectáreas de nuestro país donde se pueden conseguir altos rendimientos sin estragar los suelos ni agotar los mantos freáticos, habrá que seguir sembrando híbridos, usando fertilizantes y empleando maquinaria, y esto –si es sostenible– también es milpa. Pero ahí ni la superficie ni el agua ni los rendimientos pueden aumentar mucho más, y las cosechas obtenidas de esa manera no garantizan nuestra seguridad alimentaria, además de que las controla un agronegocio cuya prioridad son las ganancias y no asegurar el alimento del pueblo. Hay, pues, que seguir sembrando otros seis millones de hectáreas de tierras de temporal, principalmente con maíces nativos y empleando técnicas adecuadas, entre ellas las diversas variantes de la milpa “clásica”, las
11 múltiples modalidades del agro-silvo-pastoreo y también prácticas novedosas como la de intercalar maíz y frutales en curvas de nivel que, en siembras de ladera, permiten retener el suelo. Por otra parte agrónomos como Antonio Turrent, estiman que con obras de riego poco agresivas, podrían sembrarse en el sureste millones de hectáreas de maíz en el ciclo otoño-invierno, cuando la temperatura y la insolación son óptimas pero sin canalizaciones falta el agua. En otras palabras, hacer milpa es aprovechar la diversidad natural mediante una pluralidad articulada de estrategias productivas –unas de autoconsumo y otras comerciales– que incluya tanto las semillas nativas como las mejoradas, que recurra tanto al monocultivo como a los policultivos y que emplee las tecnologías de vanguardia pero también los saberes ancestrales. Lo que no podemos permitir es que el desmedido afán de lucro, la obediencia ciega a las señales del mercado, la lógica de las ventajas comparativas y el modelo de la agricultura industrial sigan destruyendo nuestra diversidad agroecológica y con ella nuestra pluralidad sociocultural. Y la idiosincrásica búsqueda de sinergias aplica también en la industria, donde es indispensable restablecer las cadenas productivas de modo que las pequeñas, medianas y grandes empresas se retroalimenten unas a otras. Lo que es el equivalente de la milpa pero en el ámbito industrial. El paradigma de la uniformidad fracasó. Emparejar naturaleza, tecnología, producción, gustos, órdenes políticos, pensamiento y sentimientos fue una apuesta fallida de la modernidad que nos tiene en la lona. Las sobadas y los trapitos calientes ayudan pero el verdadero remedio está en la pluralidad holista y en las estrategias diversificadas. Un modelo de diversidad entreverada y virtuosa cuyo emblema es la milpa: paradigma polifónico común a todas las formaciones sociales campesinas que en el mundo han sido, que hoy están retomando los estados plurinacionales de Bolivia y Ecuador, y que en México revitalizan y escalan numerosas organizaciones rurales incluyentes y polimorfas. Busquemos en esos microcosmos solidarios no el paraíso prometido, sí una forma más amable y fraterna de sacarnos las pulgas.
Sin duda la vieja Mesoamérica no era un edén y los mexicas fueron cabrones. Pero también eran respetuosos de la diversidad cultural de los pueblos tributarios: “los reyes mexicanos (…) en todas las provincias que conquistaban (…) dejaban los señores naturales della en sus señoríos (…) e les dejaban en sus usos e costumbres y manera de gobierno”, escribe Alonso de Zurita en su Breve y sumaria relación de los señores de la Nueva España, de modo que a la llegada de los españoles, a los aztecas les fue fácil
FOTO: Esteban Luis Cabrera Santiago
FOTO: Bob Wagner Orquesta
Los mesoamericanos no sembramos maíz, los mesoamericanos hacemos milpa. Y son cosas distintas, porque el maíz es planta y la milpa modo de vida. La milpa es matriz de la civilización mesoamericana. Plausible estrategia de cultivo, la milpa es también paradigma de vida buena compartido por muchos pueblos agrícolas, pues la forma en que se produce el sustento se traduce en cosmovisión.
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26 de mayo de 2012
Tlaxcala
FOTO: Lorena Paz Paredes
ENCUENTRO DE DIVERS@S EN VICENTE GUERRERO
Lorena Paz Paredes Integrante del Comité Coordinador Nacional del PIDAASSA-México e investigadora del Instituto Maya
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n la comunidad Vicente Guerrero, del municipio Españita, en Tlaxcala, se realizó el Primer Encuentro de Promotoras Campesinas y el Segundo Encuentro de Promotores y Promotoras del Programa de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Soberanía Alimentaria (PIDAASSA).
Llegaron más de cien personas del centro, sur y sureste del país. Aparte de campesinos de Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Veracruz, Puebla y Michoacán, asistieron organizaciones de derechos humanos. También comunicadores, estudiantes, académicos, y colaboradores, y una delegación de Cherán. Los eventos realizados del 23 al 25 de abril, se dedicaron a la memoria de Aurelio César Pacheco, Don Polito, comunero de La Peñita, municipio de Acuitzio, Michoacán, promotor de agricultura sostenible en el Equipo Mujeres en Acción Solidaria (EMAS), asesinado a balazos el 14 de abril por sicarios que antes lo amenazaron: “No importan las amenazas –dijo–,¿adónde me voy si este bosque es mi casa?”. Del 23 al 25 de abril, los asistentes debatieron en mesas de trabajo y plenarias. En la tarde del
24 se montó una pequeña exposición con artesanías. Entre los temas del Primer Encuentro estuvieron los problemas y logros de las mujeres en la promoción de la agricultura sostenible y la ecología, y en sus esfuerzos por remontar desigualdades de género en un contexto de pobreza, violencia del crimen organizado y la fuerza pública, discriminación y machismo. Se dijo que “el machismo es una cultura muy arraigada en nuestras comunidades, familias y organizaciones, en los gobiernos y en la sociedad. Las mujeres no podemos decidir casi nada, trabajamos mucho y ni quién reconozca el esfuerzo.” “Al principio, no teníamos permiso de salir de la casa –cuenta una promotora del Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca “Hita Nuni” (Cedicam), de Oaxaca–, menos de enseñarles a las familias”. Los cargos públicos, los ocupan ellos, dijeron, aunque “en algunas comunidades ya eligen mujeres” –explicó Marta, promotora de la cooperativa poblana Tosepan Titataniske–; “las asambleas comunitarias de Tuzamapa, Jonotla, Pepextla, Xalpancingo, Atalpan, Xaltipan o Xalpantcingo, nombran mujeres como juezas de paz, que es máxima autoridad para gestionar obras y todo (…) y como las llaman a cada rato, pues el hombre se queda en la casa, con los niños (…) ya le tocaba ¿no?” A Don Camilo, campesino jalisciense, le parece que “los hombres tenemos miedo a que ellas
crezcan, se superen, hay que entender que valemos igual, todos somos seres humanos”. También se habló de que la migración de varones y la violencia las deja al frente del hogar y de la milpa. “Mucho trabajo para nosotras y más pobreza”. Ahí se mencionó la feminización del campo. Además se dijo que los grupos delictivos del narco y la militarización han aumentado. Hay territorios tomados por armados como en la sierra de Petatlán y en Michoacán, que traen desplazamientos forzados, secuestros y enrolamiento de jóvenes y niños a grupos criminales; en Chiapas, la guerra del gobierno no para: “de Montes Azules nos quieren desalojar a toda costa”, se lamentó un campesino de la Asociación Rural de Interés Colectivo-Independiente y Democrática (ARIC-ID). La violencia desintegra a familias, comunidades y organizaciones y amenaza la vida de los promotores como Don Polito. Mucho han avanzado ellas y más han aportado: “sana producción de alimentos, buenas prácticas agroecológicas, tenemos mejor la autoestima y enseñamos a las hijas y los hijos el amor al campo, al idioma nuestro, a la cultura y la tradición.” Pero, dijeron, “harto nos falta para lograr la equidad de género y tener mismos derechos a la tierra y al patrimonio que los hombres.” Para eso “no alcanzan las palabras bonitas ni las ecotecnias, se necesita una distribución más pareja en la vida de todo y en todo”.
Oaxaca
UN LARGO CAMINO: LAS ESTRATEGIAS DIVERSIFICADAS DE LA UCIRI Silvia Nuria Jurado Celis Doctorado en Desarrollo Rural, UAM-Xochimilco
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na propuesta de cambio de modelo económico en México que puede considerarse exitosa en el ámbito campesino es la implementada por un sector de los cafetaleros.
Un caso paradigmático es la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo (UCIRI), organización de cafetaleros oaxaqueños localizada en la zona serrana del Istmo y la Sierra Juárez, que aglutina actualmente a casi dos mil pequeños productores, mayoritariamente indígenas, de las etnias mixe, mixteca, zapoteca, chatina y chontal. La UCIRI ha puesto en marcha una diversidad de estrategias para construir el llamado comercio justo, pero también un espacio organizativo para dar a las familias campesinas condiciones dignas de vida o, en palabras de uno de sus socios: “un modelo que los respete y haga valer sus especificidades”. Así, UCIRI ha ido más allá de sólo comerciar café, y desarrolla una estrategia diversa que le permite ser una de las organizaciones campesinas importantes para nuestro país.
Luego de su constitución legal en 1983, la organización comenzó a analizar la posibilidad del cultivo en condiciones ecológicas, y en 1984 sus miembros visitaron experiencias de productores orgánicos y realizaron acuerdos comerciales con compradores solidarios en Europa para que la condición ecológica del café fuera tomada en cuenta al momento de definir el precio. Además, por medio de tequios, construyó la bodega de la organización; el proceso de conversión a la agricultura orgánica comenzó en 1985. En 1986, atendiendo a las necesidades existentes en la región, la UCIRI creó el Centro de Educación Campesina (CEC), en el que se capacita a los jóvenes hijos de campesinos para formar parte del equipo técnico de la organización, y que al mismo tiempo funciona como una opción educativa y de empleo para los jóvenes cafetaleros. En 1987 tuvieron lugar dos hechos claves: se inició el proyecto de salud tomando como base la medicina tradicional y comenzó a funcionar la cooperativa de autotransporte, esto último con un impacto muy importante en la región ya que permitió quitar el poder que varios caciques detentaban en los pueblos de la montaña por ser los únicos que poseían vehículos para comunicarse con el centro urbano más cercano.
El Segundo Encuentro empezó al día siguiente. Se compartieron experiencias y alternativas frente al cambio climático, la violencia y las malas políticas públicas, y se mencionaron logros: “estamos fortaleciendo la agricultura orgánica, conservando suelos, reforestando con especies locales, haciendo barreras vivas, abonos, diversificando cultivos, rescatando la milpa, protegiendo, intercambiando y cuidando semillas nativas y biodiversidad”. Todo, sin ayuda del gobierno, que ignora al campo y la producción campesina, y ha provocado migración, abandono de parcelas y desinterés en la agricultura. “Programas como Oportunidades y Procampo –dijeron– envician y empujan a no sembrar.” “Eso, y la violencia que no para, son parte de la crisis alimentaria porque dejamos de cultivar granos básicos.” Se compartieron avances de la Campaña Nacional por el Derecho a la Vida y las Semillas Nativas que el 25 de noviembre del 2011 lanzaron los grupos del PIDAASA; así, se informó de las ferias campesinas realizadas en Chiapas, Tlaxcala, Guerrero y Oaxaca, de las experiencias de fondos comunitarios de semillas y métodos de conservación. Se planteó exigir la modificación de leyes federales que favorecen a los transgénicos y atentan contra las semillas nativas, y acordaron sumarse a las acciones para impedir que el gobierno permita estas siembras. Al final se dijo que pese a los obstáculos, defensores de derechos humanos y promotores han avanzado con la metodología CaC (de campesina/o a campesino) y han fortalecido el autoconsumo familiar y los mercados comunitarios. No es suficiente –dijeron– habrá que cambiar este gobierno y el sistema que produce desigualdad y pobreza, y “formar una red o apretar las redes entre organizaciones del campo para protegernos y ayudarnos en el futuro que viene, así como exigir al Estado que garantice la seguridad de quienes defendemos el derecho a alimentarnos con lo propio.”
• En ese mismo año UCIRI colaboró para crear el primer sello de comercio justo: el Max Havelaar de Holanda. • En 1989 se instaló una ferretería y se estructuró el fondo de ahorro y crédito. • En 1994 finalizó la construcción de una clínica de salud, que atiende no sólo a los socios de la UCIRI, sino a quien lo requiera en las comunidades de la región. • En 1995 el CEC comenzó a capacitar también a mujeres y en 1986 la UCIRI destinó una parte de sus ingresos al apoyo directo a proyectos de mujeres. • En 2003 se creó la Agencia de Desarrollo Local, que es una figura que aglutina las diversas estrategias de la organización. Y en 2005 se inició un proyecto de ecoturismo en las comunidades de la UCIRI.
La UCIRI ha colaborado de manera importante también en la conformación de organizaciones campesinas mayores como la Confederación Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), la Asociación Mexicana de Inspectores Orgánicos y la Certificadora Mexicana de Productos y Procesos Ecológicos (Certimex). Como se puede observar, la UCIRI ha diversificado bastante sus estrategias, ha pasado de ser una organización principalmente dedicada al cultivo y comercialización de café a convertirse en un punto donde confluyen proyectos que tienen relación directa con las necesidades de los campesinos. Así constituye un espacio que va más allá del aspecto puramente económico, lo que ha sido seguramente un factor importante para que sus miembros se mantengan leales. Pero además replantea el modelo organizativo campesino demostrando que la fuerza está en la diversidad.
26 de mayo de 2012 Gisela Espinosa Damián
ORGANIZACIONES POLIFÓNICAS
13 Lo primero que pasa por la mente de una mujer antes de denunciar al patrón o a su superior es que se va a quedar sin trabajo: “es que me van a boletinar y después no voy a encontrar trabajo”. Por eso se va callando y se va callando y se va aguantando.–
baja california
Docente en la UAM Xochimilco
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s un lugar común afirmar que las mujeres indígenas están triplemente discriminadas: por su pertenencia étnica, de género y de clase. Por desgracia es verdad y está ampliamente demostrado; sin embargo, en los valles de San Quintín, Baja California, otros agravantes se suman a la triple injusticia: el ser migrantes, jornaleras o nuevas pobladoras en una de las regiones más modernas de la agricultura mexicana.
NAXIHI NA XINXE NA XIHI MUJERES EN DEFENSA DE LA MUJER
FOTOS: Gisela Espinosa Damián
Y es que al sur de Ensenada, a la vera de los 137 kilómetros de la carretera Transpeninsular que conectan Punta Colonet con El Rosario, pasando por Camalú, Vicente Guerrero y San Quintín, se juntan dos mundos contrastantes y en conflicto: el de una agricultura irrigada, exportadora, con tecnología de punta y grandes ganancias; y los campamentos, cuarterías y colonias populares donde se alojan sus trabajadores. Jornaleras y jornaleros del sur que empezaron a llegar masivamente en los años 70s del siglo XX, algunos para quedarse y otros que repiten el viaje año con año. Hoy, en los valles de San Quintín convive población mixteca, triqui, zapoteca, purépecha, nahua, tlapaneca, mixe (…) y mestiza. Es una región pluriétnica y multicultural.
Aprovechando un proyecto de CDI, las Naxihi abrieron la Casa de la Mujer, Ve’e naxihi, para prevenir y atender la violencia intrafamiliar e institucional que viven las mujeres y para promover su salud y sus derechos reproductivos. Con ese fin se han capacitado intensamente y han aprendido de mujeres indígenas de otras regiones que emprenden proyectos semejantes.
En este “tercer mundo” de la costa del Pacífico, un grupo de mujeres indígenas fundaron la AC Naxihi na xinxe na xihi (Mujeres en Defensa de la Mujer) para abogar por sus derechos laborales, y desde ahí también impulsan la Ve’e Naxihi (Casa de la Mujer Indígena), para prevenir y atender la violencia contra las mujeres y promover sus derechos sexuales y reproductivos. La docena de promotoras que ahí labora y las ocho que viven en colonias populares de los valles, tienen en su propia experiencia una fuente inagotable de indignación, coraje y decisión para impedir que “otras mujeres pasen por lo mismo”. Yo trabajé mucho en el rancho Los Canelos (…) Esos Canelos podían construir un campamento en dos días: se iban a medio cerro y levantaban los campamentos y llegaban los tráilers con gente y al otro día ¡a trabajar la tierra! Me tocó formar parte de las cuadrillas de los pitufos –así nos llamaban a los niños–. En cada cuadrilla había 35 o 40 niños manejados por personas mayores. No éramos una, éramos seis o siete cuadrillas. La gente adulta pizcando, haciendo sus labores, los niños desyerbando, hilando, haciendo las actividades que ellos creían que eran livianas. Yo vivía en el campamento El Aguaje del Burro, en Camalú, ahí pizcaba tomate, fresa. Los salarios eran muy bajos y fuimos organizando un paro laboral en 198586 (…) Nos juntamos ocho cuadrillas del tomate y de la fresa. No todos estaban de acuerdo y el paro se hizo en medio de tomatazos y piedras. Se logró elevar el pago de la pizcada de fresa de 1.50 a tres pesos. Fue un éxito. Pero unas personas le entregaron al agricultor (el empresario) la lista de los que participamos y nos identificaron como “grilleros”. Veinte familias fuimos corridas (…) Cuando en 2008 tomé el curso de derecho laboral dije: “De haber sabido hubiera pedido liquidación y tiempo de antigüedad (…) tres años de trabajar tanto en ese rancho y nos fuimos sin nada, con miedo
La doble jornada, y la carencia de viviendas adecuadas, de guarderías o comedores colectivos, de prestaciones de ley y seguridad social, de servicios médicos o pensión por jubilación, dan idea de la importancia de Naxihi, que no sólo difunde los derechos, sino que asesora en la defensa de éstos capitalizando el hecho de que el equipo habla tres lenguas indígenas y español, fortaleza indiscutible que ninguna institución pública tiene: “se reprime la lengua. No hay intérpretes ni en las empresas ni en las instituciones, más bien hay burlas, abusos, engaños o marginación por no hablar español”. Racismo ancestral recreado en los modernísimos campos agrícolas de Baja California.
porque estábamos boletinados y nadie nos quería contratar”. Aunque la defensa de los derechos laborales ha sido y es un eje central de Naxihi, varias de sus integrantes se iniciaron en proyectos productivos como artesanas: Andábamos con una maestra que es de San Juan Mixtepec, nos invitó para coser ropa y no teníamos un lugar en dónde estar, andábamos un mes en una casa y otro mes en otra. Entonces a nosotras nos dio la idea de que estaba un lote solo y decidimos levantar una casa. No teníamos dinero ni estábamos constituidas (…) Fuimos a oficinas de gobierno, nos apoyaban por ejemplo con cemento, con bloque, nosotras sacábamos todo lo demás. Decíamos “ahora necesitamos puertas” ¡Necesitábamos todo! Vendíamos tamales en un rancho que le dicen La Cebolla en La Campana, por Los Pinos, vendíamos tamales y pozole. Donde jugaban balón íbamos a vender para levantar esa casa, porque nosotras queríamos tener una casa para poder coser. Y lo lograron, pero muy pronto les nació la inquietud y la necesidad de defender sus derechos laborales. En 1998, Amalia Tello –originaria de la Mixteca oaxaqueña–, las convocó a participar en la campaña “Mujer
trabajadora, tú tienes derechos exígelos y denuncia”. Amalia y Esther Ramírez, joven abogada triqui, fueron entusistas promotoras de Naxihi na xinxe na xihi. Me invitó al taller de derechos laborales (…) entonces, ya estando ahí conocí lo que es la afiliación al Seguro Social. ¡Si yo hubiera conocido eso antes! ¡Uy! ¡Habría pedido mi derecho de incapacidad cuando estaba embarazada! (…) Es un orgullo para mí dar este conocimiento a otras mujeres, decir lo que yo aprendí, hablarlo, platicarlo en mi lengua materna. Tarea de primer orden, no sólo porque la población económicamente activa (PEA) agrícola femenina en la cosecha de jitomate o el corte de flores llega a ser del 80 y hasta del cien por ciento en algunos campos, sino porque en esos valles sólo el nueve por ciento de las jornaleras embarazadas gozan de la incapacidad de ley y es común que antes o después del parto realicen trabajos que ponen en riesgo su salud o la de sus vástagos; ahí, a menos del uno por ciento de las madres les dan la hora de lactancia obligada. A ello se añade el hostigamiento sexual por parte de mayordomos y jefes, el acoso sexual de compañeros de trabajo o de las personas que habitan en los nuevos asentamientos urbanos.
¡Es donde agarramos un apoyo bien grande!, porque ahí es donde nos dimos cuenta cómo es hacer un taller, qué se necesita, cómo hablar delante de la gente, cómo dar las pláticas con las mujeres. Ahí lo platicábamos (…) y después ya salíamos a las comunidades a impartir los talleres. En el 2010 estuvimos en las cuatro delegaciones de los valles. Comenzamos a formar un grupo de mujeres (…) Nos dimos a conocer con el comité de la colonia, la idea era formar promotoras, ir aclarando qué es una promotora, cuál es su función. Cuando nos sentimos fortalecidas conformamos la red comunitaria, empezamos a buscar un grupo de personas de la comunidad y con ellas impartimos talleres de atención y prevención a la violencia y sobre salud sexual y reproductiva. Hoy, Naxihi na xinxe na xhihi y Ve’e naxihi, expresan el impulso justiciero que nace de la indefensión, de la discriminación y los abusos. Las jornaleras de San Quintín han padecido eso y más, pues la violencia institucional y la intrafamiliar también se ensañan con ellas. Y es significativo el hecho de que sean precisamente ellas las que convoquen a las primeras marchas del primero de mayo y del 25 de noviembre en aquellos valles: la exigencia pública de los derechos laborales y de una vida libre de violencia tiene un rostro femenino. Si bien las injusticias siguen vigentes en los rentables campos agrícolas y en las nuevas colonias populares, este núcleo de mujeres valientes siembra y defiende la idea de una comunidad pluricultural y multiétnica incluyente, donde ser mujer, indígena y trabajadora signifique dignidad y ejercicio de derechos. El cambio social y familiar que van moldeando, articula distintas facetas del malestar femenino convertido en coraje y en propuesta. *Los testimonios incluidos en este artículo provienen de dos talleres de sistematización de la experiencia de Naxihi na xinxe na xihi y Ve’e naxihi, realizados en enero y febrero de 2012, bajo la coordinación de Gisela Espinosa y con la colaboración de Ana Carmen Luna Muñoz.
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14 Estado de México
FOTOS: Jesús Villaseca Chávez / La Jornada
FRENTE DE PUEBLOS EN DEFENSA DE LA TIERRA: LUCHANDO POR LA VIDA
Para mí, es un movimiento de autodefensa, pues trata de defender la posesión de la tierra, que significa para la gente de Atenco la lucha por la propia supervivencia, por la propia vida, por las costumbres, por el presente y el futuro. Cayo Vicente Se reunieron todos los pueblos, se reunieron compañeros de todas las comunidades, no fue de una sola comunidad, fue de todas (...) Hasta ahí el gobierno llegó, porque ya no pudo con las comunidades, porque éramos bastantes. Micaela Morales
Mayra Irasema Terrones Medina
H
ace once años, 13 pueblos de tres municipios mexiquenses: Atenco, Texcoco y Chimalhuacán, integraron el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). El 22 de octubre de 2001, tras haber emitido 13 decretos expropiatorios de cinco mil 400 hectáreas y 171 viviendas que habrían de ser reubicadas, Vicente Fox anunció la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México. El ambicioso proyecto contemplaba la inversión de capital privado hasta en 75 por ciento, del cual el 49 por ciento podía ser extranjero. Y las hectáreas expropiadas fueron valuadas en siete y 25 pesos el metro cuadrado para las tierras de temporal y de riego, respectivamente. Durante nueve meses los pobladores de estos municipios dieron una batalla significativa para los movimientos sociales que se enfrentan hoy al neoliberalismo en América Latina. Utilizaron tres vías de defensa: la legal; la defensa política para denunciar la imposición y potencializar la resistencia a nivel nacional e internacional, y la acción directa mediante marchas, mítines, cierres de carreteras, barricadas etcétera. En agosto del 2003 los pobladores de estos municipios lograron la derogación de los decretos expropiatorios y el proyecto del aeropuerto quedó pendiente con la firma de un acuerdo político. El FPDT se formó en asamblea abierta con la participación de las comunidades afectadas. Algunos iniciaron su andar en la resistencia en la misma conformación del movimiento, pero hay otros, los más grandes de
edad, que habían militado en algún partido político, principalmente el PRI, pero que se habían hecho conscientes de que la defensa de la tierra era una lucha superior. Había familias que eran de adhesión panista, priísta o perredista que dejaron de participar en esos espacios. Campesinos, académicos, sindicalistas, obreros, mecánicos, luchadores y luchadoras sociales, amas de casa, campesinas, obreras de la maquila, autoridades ejidales, etcétera: una base que se conformó de forma natural ante el agravio impuesto. Después del triunfo, el movimiento estaba fortalecido. No todos los pobladores siguieron participando intensamente, regresaron a su vida cotidiana, pero la lucha por la defensa de la tierra les brindó capacidad de incidir en la construcción de su comunidad, de sus espacios. Para el 2006 el gobierno del Estado de México hostigaba al FPDT cada vez que se presentaba con alguna comunidad u organización para ofrecer su solidaridad, pero el pretexto para la represión del 2006, conocida por todos, inició en Texcoco en abril, cuando el mercado municipal de Texcoco fue tomado por la policía municipal y estatal para impedir que algunos floristas temporaleros se instalaran a un costado del mercado. Los floristas solicitaron al FPDT que interviniera como interlocutor. El 3 de mayo el gobierno estatal reprimió y detuvo a los floristas y a algunos miembros del FPDT. Esa tarde Javier Cortés Santiago fue asesinado por un elemento de la policía estatal, lo que indignó a la población atenquense y provocó más enfrentamientos. Organizaciones de distinta índole atendieron al llamado de solidaridad esa misma tarde; se hicieron barricadas alrededor de las comunidades atenquenses. El 4 de mayo unos tres mil 500 efectivos de la Policía del Estado de México y la Federal Preventiva, así como del ejército, irrumpieron en los pueblos de San Salvador Atenco y detuvieron masivamente a los pobladores del municipio y a integrantes de otras organizaciones. En esta operación, uno de los proyectiles de gas lacrimógeno que eran disparados directamente contra la gente que huía alcanzó al joven Alexis Benhumea, quien falleció después de 33 días en estado de coma.
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La Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (CCIODH) realizó su cuarta visita a México un mes después de estos acontecimientos; los documentó y entrevistó a más de 200 personas, asociaciones, colectivos e instituciones oficiales. El saldo de la represión: dos asesinatos, más de 200 detenidos, 47 mujeres torturadas sexualmente y cinco extranjeros torturados y expulsados ilegalmente.
ofrecen en los espacios reconocidos como el lugar donde se reúne el movimiento (la casa ejidal y la de cultura por ejemplo), donde hacen sus eventos; donde pueden encontrar información; donde se hacen acopios; donde el poblador puede encontrar ayuda legal, sentimental y familiar. Todos estos espacios se dan desde la cotidianidad de la comunidad, enquistados en su forma de organización, una cultura, una identidad en resistencia.
Cuatro años después la Suprema Corte de Justicia de la Nación dejó libres a todos los detenidos y exiliados de su propio pueblo que tenían órdenes de aprehensión en su contra. Para el 2010 se habían dado sentencias de 31 años 11 meses 15 días de prisión para nueve personas que todavía quedaban indiciadas en el penal del Molino de Flores, 67 años para Héctor Galindo y Felipe Álvarez y 112 años para Ignacio del Valle; todos se encontraban recluidos en un penal de alta seguridad.
En el 2008 se anunció el proyecto de Zona de Mitigación Ecológica del Ex Lago de Texcoco (de la Comisión Nacional del Agua, Conagua) que buscaba la compra del mismo polígono que se pretendía expropiar en el 2001, y en el cual 80 por ciento del presupuesto estaba destinado a la compra de tierras, ahora por 200 pesos el metro cuadrado. El FPDT hizo recorridos en todas las comunidades, denunciando la intención y fortaleciéndose al interior. San Salvador Atenco, cabecera municipal, y el ejido de Acuexcomac no cedieron a la venta, aunque por momentos sus esfuerzos se veía avasallados por la búsqueda de la liberación de los presos políticos. La Conagua detuvo el proyecto.
La represión de 2006 trajo un sinfín de agravios y despojos que pusieron a prueba la vida del propio movimiento. La reacción del FPDT durante los momentos que se cometían los abusos de la autoridad, fue abrir la casa ejidal, lo cual significaba mostrar su presencia. El 5 de mayo, hijos del FPDT y mujeres denunciaron los abusos en la plaza e iniciaron la recomposición del movimiento. Los exiliados y presos (hombres y mujeres), organizaciones, colectivos, movimientos sociales, etcétera, fueron llegando. La base de su organización siguió los principios éticos con que se había conformado el FPDT. La defensa de la tierra y de los presos políticos se definió como prioridad.
El ambicioso proyecto del aeropuerto contemplaba la inversión de capital privado hasta en 75 por ciento. Y la tierra expropiada fue valuada en siete y 25 pesos el metro cuadrado para temporal y riego, respectivamente En 2010 se puso en marcha la segunda etapa de la campaña por la liberación de los presos políticos. Todos tomaron su lugar en el movimiento, algunos desde el interior de la comunidad, solidarizándose en la organización de eventos, desde la comida, los templetes, la denuncia, el vocero, la relación solidaria con las organizaciones que participaron, las asambleas, los conciertos y las manifestaciones. Todos participando desde sus espacios de resistencia, visibles y no. Surgiendo nuevos líderes, fortaleciendo una vez más la voz de las mujeres, sus espacios de lucha, muchos frentes de trabajo, que son aprendidos desde que los parió su comunidad, desde la cuna. El trabajo solidario interno y externo que llevan a cabo, poniendo en marcha proyectos en el campo, las visitas que hacen a otras organizaciones y movimientos, explicando una y otra vez el sentido de su lucha. Los elotes en septiembre; el grito alterno al del municipio; su participación en el carnaval, en la fiesta chica y grande; las comparsas de los talibanes –término con que los bautizó Vicente Fox y que ahora lo usan para burlarse–; los sembradores, la coronación de la reina talibana; las fiestas de 15 años, bodas, bautizos y primeras comuniones de los integrantes del movimiento; las piñatas en diciembre, y los tamales que
El 20 de febrero del 2012 el FPDT cerró la carretera Texcoco-Lechería para exigir que la organización priísta Antorcha Campesina dejara de invadir los predios sin autorización del Comisariado Ejidal de San Salvador Atenco, poniendo como pretexto pavimentar la ampliación de la calle “Los Fresnos”. Hoy día el FPDT sigue reafirmando su trabajo en la comunidad. El 6 de mayo de este año, en la asamblea ejidal, se rechazó el paso de carreteras por el ejido de San Salvador Atenco, denunciando a la empresa Alter Consultores, que ha buscado a los comisariados ejidales de los otros ejidos, tratándolos de convencer de que vendan argumentando, con engaños, que en San Salvador ya vendieron El FPDT sigue fortaleciendo su solidaridad con resistencias regionales, nacionales e internacionales. Son formas de resistencia que caracterizan a un movimiento social particularizado por su forma de acción, heterogénea, igual que las voces que lo componen.
De la represión a este movimiento, el candidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, dijo hace unos días: “Fue una acción determinada que asumo personalmente, para restablecer el orden y la paz”. La Redacción.
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FECOAGO: SEMILLAS PA’L BUEN VIVIR Ramse s Cruz Arenas
S
an Juan es una provincia Argentina, ubicada en la región del Cuyo en la zona interandina, que cobró fama en la primera mitad del siglo pasado cuando un terremoto la devastó, lo cual obligó a los sobrevivientes a emerger de entre las ruinas y reconstruir una ciudad y una provincia que unas décadas después se haría notable por su importante producción de vid y vino. En los 80s el sector agropecuario y la industria del vino se vieron afectados por la pandemia llamada crisis. En los primeros años de esa década, la sobreproducción de vinos afectó directamente a San Juan, debido a su orientación al monocultivo de la vid; la herida se profundizó cuando el país entero cayó en crisis en 1989-94. Aunque mermada, la producción de uva sigue siendo de vital importancia para la provincia; es la segunda productora de vinos del país después de su vecina Mendoza. Sin embargo, las condiciones climáticas y la riqueza de sus tierras han convertido a San Juan en un granero del país donde se puede encontrar trasnacionales que ofrecen una diversidad de productos para el mercado mundial. En este contexto de competencias globales, crisis permanentes y monocultivo depen-
diente, nace en 1992 la Federación de Cooperativas Agropecuarias, o Fecoagro de San Juan, cuyos orígenes se remontan al Proyecto Sistemas Cooperativos Agropecuarios de San Juan, impulsado por la Agencia de Extensión Rural San Martín del Instituto Nacional Tecnología Agropecuaria (INTA) hacia 1983. La Fecoagro nace como alternativa para los pequeños productores que enfrentaban la crisis vinícola y los procesos subyacentes. Uno de los más importantes fue la virtual desaparición de la figura de los “contratistas
Guatemala
EL CAFÉ JUSTICIA Pablo Sigüenza Ramírez Colectivo de Estudios Rurales, Ixim
E
n el altiplano guatemalteco, en las alturas de los volcanes Tolimán y Atitlán, se cultiva un excelente café de aroma profundo y robusto y un sabor encantador. El Comité Campesino del Altiplano (CCDA) acopia la cosecha de sus asociados, población indígena, la pasa por el proceso de beneficiado, la tuesta y la empaca para su comercialización buscando mercados solidarios en Europa y Canadá. A su producto le han llamado Café Justicia. Con el Café Justicia han logrado mejorar los ingresos de los agricultores campesinos y con ganancias de la venta impulsan una diversidad de actividades de servicios para los habitantes de la región y fortalecen sus procesos organiza-
tivos. Este café es de buena calidad, pero además, la marca Justicia nos comparte una historia detrás de cada empaque que se vende, es la historia de las luchas campesinas de las tierras altas de Guatemala. El color rojo del fruto del café es igual al de hace 150 años, cuando el impulso de este cultivo fue vertiginoso. El gobierno despojó a cientos de comunidades indígenas de sus tierras y las entregó a inversionistas y aventureros nacionales y extranjeros, promulgó leyes de trabajo forzoso de la población despojada en las faenas de las fincas cafetaleras. El expolio y la dominación se perpetuaron en este país de injusticias seculares.
FOTOS: Ramses Cruz Arenas
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de viña” –aquellos que trabajaban junto a su familia y recibían en pago un porcentaje de la producción-, que fue sustituida por la de “encargados” -que viven a sueldo-. Esto significó el cierre del acceso a la tierra y al trabajo para el resto de la familia, lo que devino en éxodo rural. La Federación apostó por la diversificación de la producción, ya que vieron el error de asociarse a un solo cultivo, la vid. En 1983 se iniciaron con el cultivo de algodón, y de ahí hicieron un giro hacia la producción de semillas de hortalizas, que hoy es su principal actividad y la que identifica y aglutina a la Fecoagro. A la vez que genera cohesión y pertenencia, la Fecoagro es una apuesta por la soberanía alimentaria, tal como lo expone Alfredo Luis Romano, coordinador de la organización: “La producción de semilla nace por las condicionas agroecólogicas únicas de San Juan, pero también porque no creemos que sea correcto depender de semillas importadas; las nuestras son un bien estratégico del país”. En torno a esta idea, hoy la Federación se compone de 30 cooperativas, de primer y segundo nivel, algunas de las cuales están conformadas por diez o 15 integrantes, pero hay una de 40 socios. En total participan unas 700 familias. Los procesos paralelos: Si bien el elemento central de la Federación es la producción de semillas, también ha incursionado exitosamente en otros procesos, volviéndose una organización multiactiva. Por un lado, tienen en San Juan un importante complejo de unas ocho hectáreas en el que, además de acopiar la producción, se desarrolla investigación para la multiplicación y conservación de las semillas -que son de acceso libre-. Pero, basados en la integración de otros procesos y el aprovechamiento integral, igualmente cuentan con ovejas y cabras estabuladas con diversos fines: para la obtención de leche, con la que se elaboran dulces y quesos artesanales; para venta en pie para consumo y reproducción; se les esquila la lana, y se usa el estiércol para abono y en la lombricultura. Los cooperativistas han aprendido a no desperdiciar nada. Hasta hace unos años, cuando se cosechaba el tomate sólo se extraía la
Hoy, aunque el color del café es el mismo, hay procesos comunitarios y organizativos, como los del CCDA, en los que la población campesina e indígena ha luchado para la obtención de tierra. El proceso de organización en los tiempos de guerra interna fue el origen de este movimiento, sus líderes fueron perseguidos, pues no era permitido que nadie exigiera derechos. A un gobierno contrainsurgente cualquier manifestación social le sabía a comunismo. En la actualidad el CCDA tiene un papel fundamental en el avance de luchas sociales en el país. Ha sido parte de los grupos organizados que han formulado e impulsado iniciativas de política y leyes que favorezcan condiciones para el buen vivir de las poblaciones rurales. Junto a esta lucha reivindicativa el Comité logra impulsar de forma efectiva sus procesos productivos, de manufactura y comercialización del Café Justicia. Impulsa también procesos de formación política y técnica para generar capacidades en la población de la región. Hoy cuenta con bases organizativas en al menos diez de los 22 departamentos de la nación. Los avances para la organización en materia productiva son evidentes, pero las victorias políticas son relativamente pocas. En esta lucha de poder, los terratenientes, ahora industrializados,
15 semilla, pero no se aprovechaba la pulpa; ahora envasan salsa de tomate. Lo mismo ocurre con las aceitunas, de las que producen y envasan aceite de oliva puro, o bien lo mezclan con hierbas de olor y el queso de cabra en trozos, que se vende envasado. También se elaboran dulces, jaleas y mermeladas de casi todo lo que producen. Todos estos productos están disponibles en un pequeño local de la Federación, en donde uno puede comprar la lana de las ovejas, vinos de autor, aceites, mermeladas y quesos. Así, lo que antes era un remanente, hoy es elemento central para productos secundarios. Esta diversificación les genera alternativas e ingresos, porque en el caso de las semillas tienen una fuerte dependencia del gobierno, al ser el programa Prohuerta su único comprador. Es difícil estimar el impacto de la Fecoagro. Ha logrado generar empleos dignos y bien pagados para sus socios, encadenando los procesos y promoviendo la participación del resto de la familia, pero además ha transgredido el aspecto netamente productivo. Ha impulsado la dotación de viviendas, así como apoyos a la salud, mediante la cobertura de un porcentaje de los estudios y medicamentos. También otorga apoyo a la educación y becas para los hijos de los cooperativistas que mantengan una excelencia académica -incluso ya han logrado algunos egresados de universidades-, a la vez que apoyan con útiles escolares a los de educación básica. Y hace labor de alfabetización de adultos. Martín, joven de una cooperativa que siempre fue mediero y que se incorporó, junto con otros siete compañeros, a la Fecoagro, ahora sabe leer y escribir. Dice: “Me acuerdo que mi viejo trabajó toda su vida a medio; si fuera dueño de la tierra tendría la libertad de producir. El jornalero vive al día, todo su esfuerzo se lo da a otro, otros vivían de nosotros. Con la cooperativa se tiene la ganancia y eso hay que hacerlo para los hijos. Antes trabajaba todo el día, ahora trabajo para la cooperativa y eso me da tiempo de jugar con mis hijos”. Entonces parece factible estimar que Fecoagro está sembrando semillas para la vida, para una buena vida.
se aprovechan del capital acumulado en siglos de explotación y manejan muy bien su estrategia para sostener el orden establecido. Se oponen de manera férrea a la promulgación de leyes de beneficio colectivo, y abrazan como cruz sagrada el derecho a la propiedad privada, por sobre los derechos a la vida digna, al trabajo y la salud del resto de la población. El presidente de la República que inició su gestión en enero del presente año es un instrumento hábil y formado para permitir el avance del capital sobre los territorios rurales. Es una amenaza nueva y fuerte para comunidades y organizaciones que, como el CCDA, se oponen al nuevo despojo en los territorios. La represión militar se está incrementando en zonas donde las comunidades más resisten. Las organizaciones sociales están lanzando una alerta internacional sobre estos actos gubernamentales. Para la sociedad civil, empieza a tener un nuevo sentido la vieja consigna popular de “a mayor represión, mayor organización”. Cada vez que se siente a la mesa a tomar una aromática taza de café, recuerde el Café Justicia y las luchas cotidianas que en Guatemala está llevando la gente que cultiva el grano. ¡Mientras más intenso sea el sabor del café, tenga por seguro que más intensas serán las luchas de nuestros pueblos!
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Venezuela
FOTO: Archivo
DE LA “AGRICULTURA DE PUERTO” AL CONUCO RELOADED
FOTO: Archivo
COOPERATIVA EL PEREÑO tal Agropatria, que se los hace llegar a los campesinos.
Armando Bartra
P
ara vergüenza de María Leonza, una mítica onza vuelta mujer a la que los lugareños rinden un culto de regusto nacionalista, hasta principios de este siglo los valles del estado de Yaracuy eran dominio de grandes cañeros cubanos. Hace pocos años la lucha por la tierra revirtió la situación y los campesinos venezolanos recuperaron la dignidad y sus parcelas. Sobre los fundos recién adquiridos, algunos decidieron formar cooperativas.
“El problema del campo venezolano no es la falta de recursos públicos. La renta petrolera da para habilitar los cerca de tres millones de hectáreas que hoy se cultivan. Sin embargo, la cuestión está en no repetir el viejo esquema y transferir el dinero a las trasnacionales de agrotóxicos, un sector que, paradójicamente, se ha reforzado gracias al impulso que la revolución da al fomento agropecuario”, dice Armando, director de Insumos Biológicos del Instituto de Salud Agrícola Integral, del Ministerio de Agricultura y Tierras.
* FOTO: Archivo h
El conuco como paradigma. Mientras saboreamos unos negritos bien azucarados en el porche de su casa, doña Irma nos cuenta la historia de El Pereño, un colectivo establecido sobre tierras que habían sido cañeras y que al principio tuvo más de 30 socios de los que sólo quedan ocho.
supone un complejo sistema de riego que se activa automáticamente cada cinco minutos. Ya establecidas las plantas, el huerto se desyerba y abona con ayuda de borregos y mediante un ingenioso sistema de jaulas con ruedas en las que los ovinos recorren los camellones comiendo y cagando. Las jaulas móviles las diseñaron ellos y las construye en el lugar un sobrino de doña Irma que le hace a la herrería.
Pero, como vemos al recorrer con ella las instalaciones, el trabajo de los perseverantes es en verdad admirable. Una diversidad entreverada de actividades cuyo modelo –sépanlo o no los socios– es el ancestral conuco: milpa venezolana donde, como en la nuestra, conviven el maíz con la caraota blanca o carecabra, que es un frijol, y con la aullama, que es la calabaza, entre otras plantas. Sólo que en el conuco de El Pereño se entrelazan el infaltable maíz, con verduras como la cebolla y el tomate, plantaciones de plátano y de guayaba, además de una variopinta ganadería mayor y menor.
Además de borregos tienen cabras, puercos, codornices y vacas de doble propósito –con cuya leche hacen un buen queso– y están tratando de reproducir el agutí, en Venezuela llamado picaré, un roedor de carne muy sabrosa. Por si fuera poco en un par de lagunetas mantienen patos y peces.
El manejo de la guayaba es uno de los orgullos de la cooperativa. Los arbolillos provienen de un vivero propio donde la planta se reproduce por esquejes, una técnica laboriosa que
No ha sido fácil. Las tierras del lugar son pobres y salinas y han decidido trabajarlas
A LA MEMORIA DE
PAULO SCHEINVAR Y
JUAN ARTURO LEÓN LÓPEZ COLABORADORES Y AMIGOS DE ESTE SUPLEMENTO
con procedimientos agroecológicos, que son ambientalmente virtuosos pero muy demandantes de mano de obra. Cualquiera se apunta para recibir tierras, pero imponerse a ser campesino es otra cosa. Que lo digan, si no, los de El Pereño, que de 30 cooperativistas iniciales quedan ocho. Agroecólogos contra veneneros. Impulsada por agrupaciones como la Red de Organizaciones Campesinas Agroecológicas y la Organización de Productores Agroecológicos de Timote, la agricultura ambientalmente sostenible es en Venezuela un movimiento fuerte. Y también trascendente, pues si predominan las inercias institucionales –y los intereses de ciertos funcionarios corruptos–, los cuantiosos recursos que el gobierno de Hugo Chávez está destinando al fomento agropecuario por medio de la Misión Agrovenezuela terminarán en los bolsillos de las trasnacionales introductoras de maquinaria y agrotóxicos. Por ahora los agroecólogos van ganado a los veneneros. En octubre de 2010 el gobierno revolucionario intervino empresas fabricantes de insumos agrícolas, como Insecticidas Internacionales SA y Proyepa, después de que sus trabajadores, apoyados por estudiantes, habían tomado las instalaciones en prevención de que los dueños, enterados de las intenciones gubernamentales, las desmantelaran. Aun quedan en Venezuela trasnacionales introductoras de insumos ecocidas, pero van siendo desplazadas por opciones como la Red Nacional de Productores Libres y Asociados de Bioinsumos, cuya oferta actual permitiría atender 400 mil hectáreas, algo así como 15 por ciento de las tierras actualmente cultivadas en el país. La Red provee de insumos a la corporación esta-
Pero la conversión no será posible sin incrementar la mano de obra disponible en el campo y sin un nuevo tipo de extensionistas agrícolas. Lo que a su vez demanda una revolución educativa, pues en el pasado los técnicos servían como agentes de las compañías para inducir en los campesinos el empleo de insumos dañinos. Con la nueva Ley de Educación, institutos como el Tecnológico de Yaracuy han cambiado su enfoque, y en especialidades como agroalimentación los estudiantes no se reciben con tesis sino elaborando proyectos viables, primero locales y luego regionales. “No quiero encerrarme entre cuatro paredes –me dice un joven estudiante del Tecnológico–. Quiero trabajar con los campesinos y como campesino”. Otro lo secunda: “Antes salías y te ibas a trabajar a una empresa. Ahora, en cambio, está el servicio comunitario, donde sirves a los verdaderos productores”. Engolosinada con el petróleo, Venezuela le apostó a una “agricultura de puerto”, que consideraba más fácil importar que producir. El resultado fue dependencia alimentaria y despoblamiento del campo. Pero si destruir las bases agrarias de una sociedad es relativamente sencillo, reconstruirlas es cuesta arriba. Pese a la presencia de colombianos y otros inmigrantes, en el campo venezolano falta mano obra, y en algunos cultivos, como el de la mandarina, el trabajo es semiesclavo. Así las cosas, para Venezuela recuperar el campo es repoblar. Y la gente no regresará al agro si las condiciones de vida y trabajo no son mejores que las que encuentran en las ciudades. * Reinventar un campo que ha sido diezmado es tarea compleja. Compleja pero no imposible: el conuco reloaded que pusieron en pie doña Irma y sus compañeros de El Pereño, es alentador ejemplo que, echándole ganas, el agro venezolano tiene remedio.
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E
l cambio climático –con la expectativa de un aumento de dos grados Celsius en las temperatura global durante las próximas dos décadas– impone a México y a todos los países de la franja tropical el reto de adaptar su agricultura para enfrentar una esperada ampliación de zonas áridas y semiáridas, un aumento en los extremos del clima (en regiones, en el día y la noche y en las estaciones del año) y una caída de rendimientos de los cultivos. Sin embargo, en nuestro país las instituciones científicas y tecnológicas del agro “no tienen idea siquiera de qué hacer”, debido a la falta de liderazgo y a la orientación que hay, desde la cabeza del sector, la Secretaría de Agricultura, a favorecer aparentes soluciones fáciles, que en realidad son muy cuestionables: la aglutinación de tales instituciones en torno a un proyecto, Masagro –conducido por el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT)–, y el impulso decidido a los transgénicos, afirmó Antonio Turrent, especialista en maíz reconocido y miembro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS). En entrevista, destacó la preocupación fundamental de los problemas sociales que podrían suscitarse si este grano y la tortilla se encarecen todavía más o incluso se escaseen. Y habló de la urgencia de asumir seriamente el reto del cambio climático. Para ello, cuestionó las dos soluciones fáciles mencionadas y ofreció alternativas. Ante el problema de los escasos rendimientos de la agricultura tradicional –que se traduce con escasa oferta de maíz nacional y con un mercado interno deprimido del frijol–, el CIMMYT “decidió muy astutamente definir en 2011 su programa Masagro (Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional) para México; le ofrecieron al gobierno resolver el reto en 15 años sin necesidad de invertir en investigación más de lo que este programa requiere, y el gobierno cayó redondito”. Así, instituciones como el Colegio de Posgraduados (Colpos), el Instituto de Investigaciones Agrícolas, Forestales y Pecuarias (INIFAP), y universidades y grupos con capacidad científica, se han debido supeditar al CIMMYT, “porque el gobierno mexicano decidió entregarle (a este centro) la conducción de esto (…) Pero CIMMYT en realidad responde no al interés de México, sino a presiones internacionales; este tipo de centros tiene la instrucción de financiarse de recursos de los países donde están instalados; el CIMMYT está en México”. Explicó que Masagro se fundamenta en la agricultura de conservación, con tres factores: la labranza cero –no roturar el suelo, lo cual es razonable, pues roturar reduce la materia orgánica–; manejar los residuos de cosecha, dejando por lo menos 30 por ciento del rastrojo para asegurar el efecto benigno de la labranza cero, y rotaciones largas de cultivo (por ejemplo un año maíz, cuatro o cinco años de otros cultivos como alfalfa y cebada, y luego regreso al maíz). “Todo suena muy bien y han convencido a todos. Pero debemos preguntarnos si es aplicable a México. Para quien conoce el campo y a los campesinos la respuesta es no”, afirmó. El entrevistado recordó que en el pasado Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) desarrolló un programa de labranza de conservación durante más de
son de buena calidad ni profundos, lo cual implicaría contar con infraestructura de riego especial con interconexión eléctrica. “Necesitaríamos entre diez mil y 20 mil máquinas de riego para cada millón de hectáreas. Sería cosa de que se tome la decisión, y ello significaría dar empleo y capacitación en varios niveles; podríamos absorber la mano de obra del bono demográfico que tenemos”.
CAMBIO CLIMÁTICO: SALIDAS FALSAS Y ALTERNATIVAS VIABLES
Hay nueve millones de hectáreas con capacidad agrícola en el sureste, que hoy son subutilizadas en ganadería extensiva, y que están en el área que es viable de irrigación. “Imagine la cantidad de maíz y frijol que podría producirse y que nos hace falta en el mercado. Lo que tenemos que hacer es tomar la decisión como sociedad”. FOTO: José Téllez
Lourdes Rudiño
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diez años. Hoy sólo productores de 50 o cien hectáreas lo mantienen vivo (les ha servido fundamentalmente porque les ahorra el uso Antonio Turrent de herbicidas). Los de menor escala no sostuvieron esta tecnología debido a que el no roturar implica la caída de rendimientos en los primeros años, y surgen otros problemas relacionados como la eutofrización del agua (que daña las cadenas tróficas) y la proliferación de enemigos naturales del maíz, que sólo pueden combatirse con agroquímicos. Comentó que el CIMMYT está dando a los productores una “matraca” moderna para sembrar, con el fertilizante y la semilla adentro. “Esto es muy atractivo porque fertiliza desde el principio; cuando se hace en suelo mullido es una maravilla, pero en suelo duro –por la no roturación– resulta mucho trabajo para el productor. Eso es un factor limitativo. Este manejo requiere una potencia muy fuerte que no tiene la pequeña unidad de producción”. También es un hecho que en pendiente la labranza de conservación no funciona, debido a que ésta propicia la acumulación de agua y la erosión de los suelos, y la mitad de toda la tierra de labor en México está en pendiente. Por otro lado, dada la cultura gastronómica de los campesinos, “tampoco pueden dejar de producir maíz cinco años; no están en condición de hacer las rotaciones largas de cultivos”. Afirmó: “no tengo duda de que la estrategia de Masagro funciona en grandes unidades de producción, y no tengo duda de que no funcionará en las pequeñas unidades”. En cuanto a los transgénicos Turrent comentó que promesas que han hecho las trasnacionales de estas semillas, en particular Monsanto, en el sentido de mayor rendimiento de los cultivos, se ha venido abajo pues el control de plagas no es al cien por ciento y las que sobreviven implican retos no resueltos por esta tecnología. Pero además es indispensable frenar el avance de transgénicos en maíz, debido a que tarde o temprano erosionarían genéticamente a las razas nativas las cuales, siendo 59, tienen usos diferenciados en la gastronomía. “El pozol, el tejuino, las tlayudas, cada uno de los platillos, requiere una raza nativa diferente; no podría unificarse todo con un solo maíz, con un solo híbrido, pero eso no lo entienden nuestros gobernantes”.
Las soluciones reales. De acuerdo con Turrent, el reto para la agricultura de México está en el agua: uno, aumentando la su disponibilidad para los cultivos, y dos, incrementando la tolerancia de éstos a la sequía fuerte, a los calores extremos y a las heladas. Sobre el primer punto, explicó: “Dicen las recomendaciones para todo el mundo: los países que tengan agua deben aumentar su superficie bajo riego, y los que no, tienen que encontrar cómo ser más eficientes. México está en los dos extremos. Toda la capacidad de almacenamiento para riego, de 127 kilómetros cúbicos, está en el norte del país, sirve a la pujante agricultura de Sinaloa y Sonora. Pero si decrecen las lluvias en Durango y Chihuahua –y eso va a ocurrir–, va a haber problemas de escasez en las presas”. Hoy la eficiencia del uso de agua en los grandes distritos de riego es de 36 por ciento. En las unidades de riego es de 55 por ciento. Hay muchas cosas que deben hacerse para mejorar la eficiencia, en especial en el primer caso, como impermeabilizar canales; tapar canales e incluso entubarlos; frenar la erosión que está en las tierras altas de las presas (sobre todo porque éstas suman más de la su media vida útil que va de 60 a 150 años); nivelar terrenos; regar de noche y menos de día; incorporar riego presurizado, y cobrar el agua por volumen no por hectárea, entre otras cosas. Todo esto cuesta mucho dinero y en gran parte es responsabilidad del Estado. “En los años 30s y 40s del siglo pasado se hizo el plan de la gran irrigación del norte del país. Entonces había mucho menos dinero que hoy. Se solicitaron préstamos internacionales. Ahora debemos recurrir también al préstamo. “Y hay que trabajar en esa eficiencia, invirtiendo, creando empleos, y trabajar dos o tres generaciones para disfrutar esto y defenderlo. No es cierto que haya soluciones mágicas”. Por otro lado, en el sureste de México –en ocho estados– hay escurrimientos que van al mar, vía los ríos Usumacinta, Balsas y Papaloapan– que equivalen al año a casi el doble de toda la capacidad de almacenamiento de agua que hay en las presas. “Contamos con todas las capacidades tecnológicas que se requieren para aprovechar parte de esa agua”. Señaló que a diferencia del norte, el sureste tiene topografías onduladas y suelos que no
Comentó también que con un grupo de investigadores del Colpos que está desarrollando una tecnología denominada “milpa intercalada”, con árboles frutales, maíz, frijol y calabaza, que permite hacer un manejo sustentable de los recursos y que genera soluciones para los productores de pequeña escala, en particular en terrenos de ladera. “Con esto podemos mejorar todas las laderas de México sin usar labranza de conservación y con un aumento en el ingreso del productor”. Por último comentó que, con un grupo de investigadores, está también trabajando en identificar plantas resistentes a la sequía dentro de las razas nativas, a fin de generar cruces posteriormente que sirvan para los tiempos que vienen de altas y extremas temperaturas.
Evento: Diversas actividades. Organiza: Centro Social y Cultural Santa Martha. Milpa Alta. Lugar y fecha: Mayo y junio de 2012. Informes: Facebook: Csyc Santa Martha / radiolamilparadio.blogspot.com.mx salonsantamartha@yahoo.com.mx
Evento: Soberanía alimentaria, comida chatarra y crisis de la salud. Organiza: Editorial Itaca y Foro Tianguis Alternativo de la Ciudad de México. Lugar y fecha: Álvaro Obregón No. 185, entre Monterrey y Tonalá, Col. Roma Norte (Metrobús Álvaro Obregón). De las 10:00 a las 16:00 horas. Domingos del 29 de abril al 10 de Junio de 2012. Informes: pell7011@yahoo.com.mx
Evento: Grandes Problemas Nacionales: Diálogos por la Regeneración de México. Organizan: Morena y Fundación Equipo. Lugar y fecha: Club de Periodistas de México, Filomeno Mata No. 8. Centro Histórico. A partir del martes 6 de marzo. Informes: www.grandesproblemas.org.mx / Twitter: @GrandesProblema y FB: Grandes Problemas Nacionales.
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18 Foro: los grandes problemas nacionales YUCATÁN
EN RIESGO LA APICULTURA MAYA
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a miel de abeja de la Península de Yucatán, muy valorada por su calidad y características especiales, tiene una presencia importante en el comercio mundial. Suman más de 20 mil los apicultores aquí y en su mayoría son campesinos mayas; su principal ingreso económico proviene de la miel, pero hoy está en riesgo de desaparecer. En septiembre de 2011 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitió una sentencia que establece que la miel que contenga polen de cultivos transgénicos deberá etiquetarse, lo cual provocará que los consumidores rechacen el producto, y ha llevado a los importadores a exigir miel completamente libre de transgénicos. Esto coloca a los apicultores de la Península, y de todo el país, en una situación complicada. En 2011 el gobierno mexicano autorizó la siembra en la Península de 30 mil hectáreas de soya genéticamente modificada y para el 2012 se pretende establecer 60 mil hectáreas. La miel está siendo contaminada con polen de soya genéticamente modificada, según resultados de análisis realizados por Intertek en Alemania y reportados en el Segundo Congreso Mundial de Apicultura Orgánica, y de muestras analizadas por organizaciones y empresas de la Península de Yucatán. Estos son datos incontrovertibles que demuestran que las abejas sí visitan las flores de soya, independientemente de que la época de floración no coincida con la temporada de cosecha de la miel. La Secretaría de Agricultura ha mencionado este hecho de la no coincidencia para negar que ocurre la contaminación. El 40 por ciento de la miel mexicana se obtiene de la Península de Yucatán, y el 98 por ciento de esta última se comercializa directamente en Europa, por lo que el impacto económico en caso de perderse este mercado será mayúsculo (780 millones de pesos en 2010). Para las familias campesinas mayas, el impacto será mucho mayor. En un estudio realizado en 2011 en el municipio de Hopelchén, en Campeche, se encontró que la venta de miel provee entre 40 y 70 por ciento de sus ingresos totales, y ello es común en muchas regiones de la Península. El impacto ambiental de del cultivo comercial de soya transgénica en la Península será muy grande, a menos que logre frenarse. La apicultura es una actividad que promueve la conservación de los recursos forestales y de la biodiversidad (pues la miel aquí proviene de la gran diversidad de la flora de la selva y no de cultivos agrícolas), y la introducción masiva de transgénicos provocaría la
apertura de grandes áreas de cultivo, deforestación y un incremento en el uso de agroquímicos, particularmente glifosato, con consecuencias graves sobre la salud de la población, además de la contaminación del manto freático (Ver http:// bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/ becas/2005/soja/domsa.pdf). También se prevé graves problemas sociales derivados del despojo de tierras de las comunidades mayas, por la vía de la renta y venta de terrenos a agroempresarios, aspectos que ya han sido estudiados en América del Sur. Ante la gravedad de los riesgos, es inexplicable la lógica detrás del impulso de la producción de soya transgénica en la Península de Yucatán. Es insostenible desde cualquier punto de vista: económico, ambiental o sociocultural. La apicultura es una actividad mucho más redituable económicamente, sin contar con las externalidades ambientales. Las zonas en que se autorizó la siembra de soya modificada son forestales de gran importancia para México y el mundo, que prestan invaluables servicios ambientales (recarga de acuíferos) y son hábitat de una gran diversidad de especies. Dada la situación, se ha construido una alianza amplia entre diversos sectores de la sociedad civil local y nacional, que conformaron el Colectivo Sin Transgénicos, y han emprendido múltiples acciones para detener la siembra de soya transgénica: más de 20 foros de análisis y organización (en comunidades rurales y universidades); difusión de información; reglamentación en ejidos; entrega de cartas de rechazo a transgénicos en los ámbitos municipal, estatal y federal con miles de firmas, y manifestaciones públicas, como los letreros humanos “Ma’ OGM” (“No OGM”, en maya) en diez sitios arqueológicos simultáneamente, entre muchas otras. En el terreno legal se interpuso un juicio de amparo contra la autorización de la siembra de soya transgénica otorgada por el gobierno federal en el año 2011 (por violación a los derechos al medio ambiente, a la consulta de los pueblos indígenas y al trabajo), mismo que derivó en la suspensión de su siembra hasta que se subsanen las dudas fundadas del daño que esta causará, calificadas por el juez de “irreparables”. Hace unos días el gobierno del estado de Yucatán emitió un decreto que abre la posibilidad de declarar zonas libres de transgénicos, proceso que ya varios gobiernos municipales están explorando.
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rear una comisión nacional de la verdad que audite las decisiones de las secretarías de Medio Ambiente, Economía y otras coludidas en complicidades con empresas trasnacionales, la cual derive en la suspensión de concesiones de aprovechamiento de recursos naturales otorgadas de forma irregular para inversiones forestales, mineras, turísticas e hidroeléctrica, y que dañan el interés de los pueblos indígenas.
les de los pueblos indígenas la vía para superar la crisis económica, por medio de concesiones” para inversiones en diversas actividades ajenas al agro, y paradójicamente hoy la tierra ya no vale tanto para sus fines de producción de alimentos como para su utilización en megaproyectos. Los territorios indígenas “o lo que queda de ellos, son asediados ya no para lograr su despojo, sino para conseguir la explotación de los recursos mediante otras vías”.
Esta fue una propuesta hecha por Magdalena Gómez, académica de la Universidad Pedagógica Nacional y participante en la mesa Diversidad y Pueblos Indígenas del foro “Los grandes problemas nacionales”, realizada el 8 de mayo pasado, en la cual Francisco López Bárcenas, especialista en el tema, señaló que los pueblos indígenas siguen siendo “colonias”, por lo que su lucha es por la emancipación.
Ello, sin garantizar siquiera el derecho de los pueblos indígenas a ser consultados en decisiones antes de que los afecten, como lo obliga el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y mucho menos se hace viable el derecho al reconocimiento libre e informado reconocido por la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas.
Los pueblos originarios, dijo López Bárcenas, se ubican donde está la riqueza natural: ocupan 50 por ciento de las selvas, 30 por ciento de bosques y 80 por ciento del agua: “Son ricos, aunque se diga que son pobres”; la intención de quienes afirman esto es desconocer que tienen un patrimonio importante, para así despojarlos.
En este contexto el Estado aparece como simple promotor y certificador de las inversiones privadas y la desaparición del derecho público.
En la mesa –donde también participaron el etnólogo José del Val y el dirigente indígena de Oaxaca, Joel Aquino– Magdalena Gómez afirmó que el Estado mexicano se niega a transformarse y muestra una indisposición a abrir espacios para la participación de los indígenas en las decisiones nacionales; se niega a dar paso al componente pluricultural históricamente negado. Lo que se observa es una profundización de las políticas neoliberales, que hacen del Estado una mera ficción, y por ello se han redimensionado las luchas sociales, incluidas las de los indígenas: hoy se pelea de cara al Estado pero con la mira en las trasnacionales. Se han trivializado los reconocimientos legales y constitucionales que tienen los indígenas y “se impone en el Estado la tendencia a ubicar en la explotación de recursos natura-
Afortunadamente, dijo la especialista, los indígenas encabezan hoy las principales luchas de resistencia en el país. “A lo largo y ancho del país encontramos pueblos organizados contra las concesiones mineras que provocan despojos territoriales y promueven el divisionismo en torno al magno engaño del llamado ‘progreso’”. Y hay contados casos en que se ha logrado parar la embestida del Estado y del gran capital, como es el caso del proyecto hidroeléctrico La Parota, en Guerrero, y la instauración de un gobierno propio en Cherán, Michoacán, que permitirá la defensa de los bosques. Preocupa que las crecientes movilizaciones indígenas en regiones que conjugan extrema pobreza y marginación social y política está generando una tendencia de criminalidad muy grave que consiste en valorar la problemática indígena bajo un esquema de seguridad nacional, en lugar de que hubiera un propósito de fortalecer el Estado de derecho con la inserción de los indígenas en la definición y ejecución de políticas públicas, afirmó Gómez (LER).
Los apicultores y campesinos mayas exigen que se respete su derecho a definir la forma de vida de sus comunidades y territorios, para lo que buscan ahora la alianza con otros movimientos y organizaciones nacionales, pues sin duda este problema nos afectará más allá de las fronteras de uno o varios estados.
FOTO: ANEC
Irma Gómez González
FRENAR EL DESPOJO DE LOS RECURSOS NATURALES QUE SUFREN INDÍGENAS
Mesa Diversidad y Pueblos Indígenas. De izquierda a derecha: Francisco López Bárcenas, Magdalena Gómez, Consuelo Sánchez, Joel Aquino y José del Val
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Foro: los grandes problemas nacionales
INDISPENSABLE, NUEVO MODELO DE DESARROLLO RURAL
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xpertos en los temas rurales –incluidos Víctor Suárez y María Luisa Albores, propuestos para ocupar las secretarías de Agricultura y Reforma Agraria, respectivamente, en caso de que gane la Presidencia Andrés Manuel López Obrador– coincidieron en la necesidad de modificar ya las políticas para el agro, pues hoy día enfrentamos consecuencias negativas de 30 años de un modelo económico que ha profundizado la desigualdad social y territorial; que tiene en la pobreza a más de 60 por ciento de la población rural; que hace descansar el consumo alimentario del país en importaciones en más de 40 por ciento; que propicia inseguridad en el acceso a los alimentos, por sus precios crecientes y especulativos, y que permite el fortalecimiento de unas pocas empresas oligopólicas o monopólicas, mientras los campesinos carecen de oportunidades para producir. En la mesa destinada al tema agrícola, de la serie de foros “Los grandes problemas nacionales” –organizados por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y Fundación Equipo y Progreso–, Blanca Rubio, académica del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, afirmó que el país requiere un “proyecto basado en la equidad del sector rural frente a la industria y en el aporte de los campesinos, que privilegie la orientación hacia el merado interno; que genere condiciones rentables para la producción sin afectar a los consumidores, y que posicione al país con una agricultura fuerte frente al mercado internacional”. Explicó que la alta dependencia de importaciones –con 25 por ciento del maíz en relación con el consumo, 95 de soya, 80 de arroz, 46 de trigo y 33 por ciento de frijol– implica erogaciones que resultan muy caras para el país: en 2010 se gastaron 23 mil millones de dólares en estas compras, y ello equivalió a los 294 mil millones de pesos del presupuesto total para el medio rural, el englobado en el Programa Especial Concurrente (PEC). Señaló que el agro no es considerado un sector estratégico en la política nacional y, con excepción del Masagro –programa que ejecuta el Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT)– con sólo 0.8 por ciento del recurso del PEC y con distribución de semillas por parte de grandes empresas–, no hay estrategia de desarrollo para el campo. De esta forma, ante los altos precios internacionales y una distribución muy poco equitativa del presupuesto rural, las únicas beneficiadas son un puñado de compañías agroindustriales, como Maseca, Bimbo, Nestlé, Lala, Sigma, Monsanto, Grupo Cuauhtémoc, y otras que controlan el mercado alimentario. Y al mismo tiempo la población rural se está empobreciendo y los productores de pequeña escala ven sus posibilidades de desarrollo disminuidas.
tionados socialmente, como la siembra de soya transgénica en la Península de Yucatán y la producción de energía eólica en Oaxaca en manos de capital privado y sin beneficios para los dueños de la tierra. Dijo que la tierra debe defenderse, pues fue un derecho que se ganó en la Revolución Mexicana. Víctor Suárez afirmó que, igual que hace cien años, en el campo están los grandes problemas del país, pero también las grandes soluciones, y desde allí puede generarse “un proyecto alternativo de nación”. Consideró que en los 30 años recientes se rompió el pacto entre el Estado mexicano y el campesinado que se había sido construido a raíz de la Revolución. En esta era neoliberal los campesinos han sido despojados de su derecho a la tierra y a una vida digna y se les ha considerado “innecesarios”. En ese marco ocurren decisiones irracionales, como la importación de maíz desde Sudáfrica, mientras los campesinos carecen de instrumentos para colocar sus cosechas en el mercado, y las agroindustrias e intermediarios como Cargill y Maseca, lucran con la especulación. Tales decisiones son parte de un modelo que fortalece a las multinacionales y a los intereses geopolíticos de Estados Unidos, y se reflejan en problemas de cohesión social, de hambre y desnutrición, de obesidad (por la permisividad en la alimentación chatarra), de gobernabilidad, de pérdida de ingreso y empleo rural y por supuesto de más pobreza. A ello se agrega la situación internacional, donde los precios de los alimentos son decididos por múltiples factores incluido la especulación financiera y el uso de los cultivos para producir energía (un tercio de la superficie agrícola de Estados Unidos y Europa se ocupa ya para producir agrocombustibles). Ante esto, afirmó, “necesitamos un cambio de modelo, y no por cuestiones ideológicas, sino para lograr un país soberano, independiente, y para darle viabilidad a nuestra sociedad”.
José Antonio Mendoza Zazueta, secretario técnico del Proyecto Conocimiento y Cambio en Pobreza Rural y Desarrollo, advirtió que quien asuma la Presidencia de la República este año deberá entender el imperativo de promover el crecimiento alto y sostenido de la economía nacional con metas específicas en generación de empleo, productividad, inclusión social y equidad. Si esto no se logra, será inviable propiciar el desarrollo rural y un combate a la pobreza efectivo. Destacó el serio problema de la desigualdad: “En Oaxaca hay diez veces más pobres que en Baja California”, y el hecho de que –dadas las presiones económicas en el medio rural– la migración ha dejado vacíos muchos territorios y poblados, generando una pérdida de soberanía no sólo alimentaria sino territorial. Afirmó que es indispensable descentralizar los presupuestos y programas agrícolas hacia los estados, para que allí, con la intervención de la sociedad –aglutinada en coaliciones transversales– sea donde se decida la forma de aplicar los recursos; con ello se lograría mayor equidad. Destacó la existencia de colectivos, como las mujeres con derechos sobre la tierra (1.4 millones), los jóvenes, los migrantes y jornaleros, los cuales son absolutamente ignorados en las políticas para el campo. Isabel Cruz Hernández, directora de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS) consideró que la pobreza y desigualdad social son el principal problema del medio rural. Comentó que mientras el PIB per cápita medio de los diez municipios más ricos del país es de más de 39 mil dólares, el de los municipios más pobres es de sólo 603 dólares. Afirmó que las políticas de subsidios son insuficientes para enfrentar la situación, pues éstos se dirigen a los productores con excedentes, y un 75% de las unidades de producción rural cuentan con menos de cinco hectáreas, es decir son deficitarias. Hizo una propuesta de política financiera que busca generar capacidades, autonomía y crear activos en la población rural pobre. Dijo que hay margen para elevar la productividad campesina, la cual es muy baja, de 400 o 500 kilos por hectárea; “elevar esta productividad significa reducir uno o dos meses la migración de la gente”.
Antonio Turrent, experto en maíz, afirmó que existen mecanismos y tecnologías que permitirían a México elevar su producción de este grano en volúmenes suficientes para alimentar a un país de 150 millones de habitantes. Tales fórmulas, que requieren inversión pública por su puesto, implican incrementar la eficiencia del riego y aprovechar una reserva de nueve millones de hectáreas de tierra agrícola de calidad. Carlos Rodríguez Wallenius, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, señaló que la historia del país ha sido un continuo intento de borrar lo indígena y lo popular. Hoy los indígenas está bajo acecho pues enfrentan un gran despojo de tierras debido al crecimiento urbano acelerado, a la efervescencia de inversiones para la exploración y explotación de riquezas mineras, a la presión de empresas turísticas, al proceso de instalación de plantaciones forestales para producir papel y madera o para generar agrocombustibles con palma africana y jatrofa, y están expuestos también al despojo para proyectos de presas o los parques eólicos, entre otros. Señaló como necesario propiciar mecanismos de protección de la propiedad privada y colectiva de la tierra y garantizar el derecho soberanía comunitario al uso y gestión de los bienes naturales del territorio.
Mesa de Campo y Soberanía Alimentaria. De izquierda a derecha: Gustavo Sánchez, Antonio Turrent, Héctor Robles, José Antonio Mendoza, Isabel Cruz y Carlos Rodríguez
FOTOS: ANEC
María Luisa Albores afirmó que la Secretaría de Reforma Agraria (SRA) debe dar un giro y asumir la regulación y ordenar la tenencia de la tierra, así como implantar la justicia agraria, la cual no ocurre en los hechos; hoy 56 millones de hectáreas de tierras rurales están concesionadas a empresas mineras, hotelera y turísticas, y también hay usos de la tierra cuesMesa de Campo y Soberanía Alimentaria. De izquierda a derecha: Blanca Rubio, Víctor Suárez, Luisa Paré, María Luisa Albores y Luis Meneses
ORGANIZACIONES POLIFÓNICAS
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26 de mayo de 2012 ginarios, entre resguardos indígenas y territorios colectivos de los negros, han logrado preservar su dominio sobre alrededor del 30 por ciento del territorio nacional, propiedades sociales a las que en los últimos años se han sumado seis reservas campesinas y ocho más están solicitando reconocimiento.
Armando Bartra
Á
lvaro Manzano es un hombre curado de espantos. En el interminable combate agrario sostenido por la Asociación Campesina de Valle del Río Cimitarra (ACVC), muchas veces su vida corrió peligro y ha visto caer a varios compañeros. Pero al principio esos animales negros de enormes cornamentas y casi tan altos como él, le daban cosa. Hoy dice que son mansitos, que tienen una mirada tierna, que los conquistas silbándoles alguna melodía y que dan más carne y mas leche que el ganado de por acá. Y es que los correosos campesinos colombianos de Antioquia y Santander son expertos en imponerse sobre la adversidad y en domar a bestias negras.
BÚFALOS EN EL VALLE DE CIMITARRA COLOMBIA
FOTOS: Archivo
“Me daban miedo esos animalotes. Cuando llegaron los búfalos africanos y pidieron voluntarios para capacitarse en su manejo, yo de plano me fui a esconder”.
* La ACVC es resultado de una larga lucha. Un antecedente importante fue la gran marcha de 1981 encabezada por la Coordinadora Campesina y Popular, en la que participaron miles de personas de tres municipios con la exigencia de reconocimiento a sus territorios.
La ACVC es multiactiva, y diversificada la producción que impulsa. Los socios tienen cultivos de maíz, yuca y hortalizas que, junto con las aves, son básicamente de autoconsumo regional. Pero fomentan igualmente los huertos de plátano y de guayaba, cuya cosecha es para el mercado, y también plantaciones de caña que se procesa localmente en trapiches.
De 1982 a 1987 continúan las movilizaciones, infructuosas y con un saldo de decenas de muertos. En la década siguiente el paramilitarismo los obliga a replegarse, pero en 1996, 46 organizaciones comunales del Valle de Cimitarra, en los departamentos de Antioquia y Santander, una extensa región controlada por el ejército, plagada de paramilitares y explotada por el agronegocio, deciden salir en una nueva marcha y apersonarse con el presidente Ernesto Samper. Tras 63 días de movilización y negociaciones acuerdan con el gobierno la delimitación en asamblea de un territorio campesino y la definición participativa de la inversión social necesaria para hacerlo viable. Emprenden, entonces, el trabajo de organización económica, recuperando las cooperativas de mercadeo que en los 80s había echado a andar la Coordinadora Campesina. Pero los paramilitares le prenden fuego a sus instalaciones. En 1998, después de una nueva marcha en que participan 11 mil, se forma la ACVC, que integra a 140 comunidades, además de grupos de mineros artesanales y organizaciones de mujeres. Con base en la ley de 1994 y al decreto de 1996, y con el fin de contrarrestar el latifundio privado y conservar los recursos bióticos, se había creado en Colombia la figura de “reserva campesina”, que al igual que los resguardos indígenas y los territorios colectivos de comunidades negras, son tierras de usufructo común que no se pueden vender, ni hipotecar ni embargar. Sobre esta base, la ACVC negocia y acuerda con el gobierno trabajar regionalmente en la conformación de una reserva campesina que divida el territorio en dos: una región montañosa que cuenta con grandes superficies arboladas, fuentes hídricas y profusión de flora y fauna queda como zona de conservación para que , como dicen ellos, “sus hijos sepan que en Colombia hubo bosques”; el resto está destinado a aprovechamientos productivos con base en un Plan de Desarrollo Integral, en cuya elaboración participaron alcaldes, representantes comunitario y la ACVC.
Un país donde la organización del Valle de Río Cimitarra está poniendo de manifiesto que el combate por el territorio y por la construcción productiva de una vida digna es algo complementario. Y su proyecto no es un experimento de probeta: la Reserva Campesina del Valle de Cimitarra tiene alrededor de medio millón de hectáreas y la ACVC agrupa a más de 25 mil socios, de los cuales unos son mestizos, otros negros y otros indígenas de diferentes etnias. En su mayoría gente desplazada por la expansión del latifundio y por guerra, que pese a su diversidad –o quizá gracias a ella– ha sabido unirse, primero en la lucha agraria y después en la gestión económica y social.
Uno de los proyectos más exitosos de la reserva campesina es la ganadería de doble propósito. Pero a diferencia de las explotaciones pecuarias privadas que trabajan con bovinos y, dado que lo que les sobra es tierra, son de carácter extensivo y predador, ellos se animaron a aclimatar búfalos africanos, que son propios de zonas pantanosas como las que hay en el Valle del Río Cimitarra. Ganado que pensaban manejar de manera intensiva y aprovechando tanto su carne como su leche. Para el año 2000 han culminado los trabajos técnicos y los pobladores organizados del Valle de Cimitarra crean la reserva campesina. El gobierno la reconoce en 2002, pero al año siguiente el presidente Álvaro Uribe suspende por decreto el reconocimiento. El gobierno de Juan Manuel Santos, que lo sucede, es tan derechista como el de Uribe, pero necesita disminuir la presión social, de modo que en 2011 se levanta la suspensión y la reserva impulsada por la ACVC es reconocida, por fin, junto con otras seis. Ese año los de Cimitarra reciben también el Premio Nacional de Paz. El reconocimiento los toma por sorpresa, pero lo asumen como un compromiso para reflexionar sobre las causas de la violencia en Colombia y contribuir desde la sociedad a la solución de un conflicto interno que tan sólo en su región causó la muerte de decenas de campesinos, entre ellos tres dirigentes. Las causas del mal están en la historia de Colombia. Un país de vertiginosos latifundios improductivos amparados en escrituras fraudulentas que perdieron valor por una ley de 1936, pero lo recuperaron por otra de 1994. Un país donde los grandes propietarios son dueños del 61 por ciento de la tierra, de la que sólo cultivan el nueve por ciento, mientras que los campesinos pequeños que disponen de menos del 15 por ciento de las tierras están a cargo del 45 por ciento del área cultivada. Un país donde el 70 por ciento de la población rural vive en la pobreza y de estos el 30 en la pobreza extrema. Un país donde en las
Comenzaron con 60 cabezas y con la desconfianza de muchos, que dudaban de que el Sincerus caffer se pudiera adaptar a Colombia, o que, como Álvaro, le tenían miedo a esos monstruos negros y malencarados. Pero resultó que los búfalos se aclimataron muy pronto, que dan más leche y ganan kilos más rápido que los vacunos de la región, y que, pese a su pinta, son pacíficos y de buen carácter. Hoy tienen 600 cabezas y la ganadería va viento en popa. dos últimas décadas alrededor de tres millones de campesinos unos mestizos, otros negros y otros indígenas, han sido despojados de unos cinco millones de hectáreas, de modo que si bien les va hoy trabajan a jornal en cultivos de exportación como la caña, la palma aceitera, el hule y la coca, o en la ganadería extensiva y la minería a cielo abierto. Un país donde hay dos millones de desplazados por la guerra. Un país donde por obra de paramilitares, guerrilla y ejército se contabilizan cerca 150 muertes al año y, por poner un ejemplo, durante el primer gobierno de Uribe fueron asesinados alrededor de 600 indígenas.
Pero no basta con producir, mucha gente de la región vive en casas frágiles e insalubres, de modo que la ACVC impulsó un programa de vivienda digna. Y para redondear el proyecto se dan cursos de formación y capacitación.
Pero Colombia es también un país donde los campesinos llevan más de un siglo luchando contra el despojo y el acaparamiento de tierras. Un país de fuertes marchas y movilizaciones rurales. Un país pluriétnico que es ejemplo de diálogo intercultural y de unidad entre campesinos mestizos, indígenas y negros como la que se da en el departamento del Cauca. Un país donde, pese a todo, los afrodescendientes y los pueblos de aquí ori-
Después de darle un reflexivo trago a la cerveza, el experimentado dirigente campesino concluye: “Pero lo tomamos con calma y hemos empezado a dialogar con ellos. Ahora la ley está de nuestra parte y lo último que queremos es que haya más muertos. No tenemos prisa. Es más, ya les regalamos algunos pies de cría de nuestros búfalos, para que mejoren sus hatos y hagan más sostenible su ganadería (…) No tenemos prisa”.
–Entonces, ¿ya todo marcha bien en el Valle del Río Cimitarra?, le pregunto a don Álvaro. –No todo –me dice–. Tenemos carencias y algunos problemillas. Uno grande es que dentro de la reserva campesina hay varios ganaderos privados extensivos (…)