ACASO EL VIENTO JUAN CARLOS LESPADA
ACASO EL VIENTO JUAN CARLOS LESPADA Este libro está dedicado a la amistad, al amor, al misterio, a la pasión, al dolor, a la alegría, a la espera, al renunciamiento, al silencio, al goce, a la esperanzada fe, a la vida, a la familia, a la fantasía, a los extraños caminos de la vida y por sobre todo a vos, mi amor, mi múltiple y repetido amor, que has sido todo eso.
PALABRAS INICIALES En los difíciles años 70, disfruté la explosión de pureza de Jukio Mishima y ahondando en su vida, resonaron en mis oídos palabras al azar: Haiku, Tanka, Senryu… Me puse a bucear en las Bibliotecas. Supe que básicamente los Haikus y Senryus son poemas japoneses muy antiguos de tres versos, con una métrica de 5-7-5 sílabas (“onji” en japonés) pero con un gran número de condiciones para su construcción. Sin embargo, aprendí que resulta relativo considerar la métrica de manera estricta, porque las sílabas japonesas tienen en sí mismas un sentido completo, característica que el idioma castellano no comparte. A pesar de ello casi todo escritor que conoció el haiku, célebre o ignoto, no ha podido dejar de subyugarse con su estructura y su interno desafío. (Hasta Borges sucumbió con alegría entre sus pocas sílabas.) El Haiku se refiere a la naturaleza, lo universal, lo objetivo. En cambio el Senryu, con iguales condiciones, permite incluir la subjetividad, lo individual y el sentimiento personal. Escribir en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, no resulta demasiado difícil, pero escribir Haikus o Senryus, es extremadamente duro, (aunque muy satisfactorio cuando uno logra, en un breve espacio de poesía pura, ese chispazo vital, casi mágico, imprescindible para su construcción.) Las imágenes distintas, las ideas aparentemente contrapuestas, los espacios y nexos del espíritu son bien contenidos en ellos, residiendo
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con absoluta comodidad en esos únicos tres versos, diecisiete sílabas, que trascienden el decir de la letra para instalarse entre lo más hondo y trascendente del ser humano. A mí, el Haiku me encontró una noche sin buscarlo. Estaba muy mal herido en cuerpo y alma. Me levanté con dificultad. A través de la ventana vi un mar de trigo que se empeñaba en decirme que la vida estaba ahí, junto al misterio, y que existía la posibilidad de que mi alma de poeta desbocado, no sólo sobreviviera, sino que también hallara la disciplina, la brevedad simbólica, la esencia del ser universal en las pequeñas grandes cosas de la naturaleza entramadas con mi ser. Llegó a mi pluma, nació sin predecirlo, sin anunciarse, mi primer poema cercano a un Haiku. Noche, silencio. Rumor en los trigales. Acaso el viento. Mis sentidos (aguzados por el dolor o la alegría, por la espera o la lucha, por la locura de mirar futuros inaccesibles o pasados definitivamente cerrados) visitan con frecuencia la soledad, la contemplación y el silencio. Desde allí intento escribir sugiriendo, perfeccionando la forma de anunciar lo universal, accediendo golosamente al camino natural del símbolo que se saborea aún cuando sólo se intuye, se roza, al fin, se advierte... ....
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Por supuesto, luego de la investigación, el Haiku y el Senryu me acompañaron siempre, de país en país, de tierra en tierra. Con ellos me aquilaté en equilibrio casi mágico, en la que la quietud no existe, sino la búsqueda constante de la armonía. Tratar de construirlos aguzó mi observación del mundo y de las maravillas atesoradas por la existencia; desarrolló mi capacidad de presentir el misterio indescriptible del ser en mí que muestra al hombre a través y más allá de los sentidos. Es frecuente verme en cualquier lugar contando sílabas con los dedos, para garabatear tres versos que imperiosamente exigen que los escriba en ese mismo instante, porque después escaparán y ya será imposible rehacerlos con el recuerdo. Mi pluma, poco a poco y con los años, fue sintiendo que el verso le daba permiso para acceder a licencias que se estiraban más allá de las fronteras de lo considerado en estos estilos poéticos centenarios que la realeza japonesa adoptó setecientos años antes de Cristo. Siento que la pasión de la letra, puede tolerar las formas y las concesiones, hasta la rima, sin traicionar la premisa de concebir un breve poema que, como si tuviera vida, permanece siempre más allá de una mera interpretación intelectual. Producida en mí la chispa del poema concluido, una especie de goce, parecido a la felicidad, recorre mis venas y se instala. Tal vez he producido versos silvestres. Sin embargo ... ¡amo estos versos! El maestro poeta Matsuo Basho sonreirá benevolente desde su morada cuando me ve enredarme entre el Kigo de cada poema que no me deja ir hasta que lo haya terminado.
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Cuando escribo intento traducir el alma. Siento la poesía como una luz en la piel. En mí, el poeta asume al ser humano todo. Gime, ríe, llora, se enaltece, se conduele, dice, grita y se entristece, se emborracha de soles, se mete de lleno en los placeres de la carne y del sentido. Al fin me entrega solitario al mejor rincón, para leerme el corazón en la penumbra; a veces al alba, a veces al ocaso; unas en el bosque, muchas junto al mar, porque tengo pluma de gaviota y amo las olas como a mis ojos y mis oídos y allí, me devuelve la esperanza. Cada poema de éstos, en su mayoría Senryus, escrito a lo largo de toda la vida, me llegó como si me hubiera sido dictado, como si siempre hubiese estado ahí y yo no hubiera podido verlo antes. Los que más me gustan transitaron directo del alma al papel. Y aquí están. Los símbolos no son propiedad de nadie y siempre, alrededor del misterio, se cubren aún más de nuevas capas simbólicas que cada uno enriquece con sus vivencias personales. He organizado los poemas en tres partes. Entre cada una de ellas hay una pausa ritual y temática. Primera parte: Huella de haijín Segunda parte: Enhebrador de luces Tercera parte: Deshilando ausencias Confieso que arremoliné cientos de títulos para este libro sobre mi mesa, en los costados de mis documentos, en cada lugar en que se me ocurrían.
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Al fin volví a mi primer Haiku. Le robé el tercer verso para titularlo. Difícil esto de dar nombre. Mi padre me dio el suyo. A ese amor incondicional y eterno que construyó con mi madre, en otro siglo, el destino lo convirtió en poeta. Me llamó Juan. Yo lo llamé “Acaso el viento”. Y lo siento bien llamado porque viene de lejos, a esta altura de la vida, más cerca del final, nombra el misterio. Haré una confesión. Hace años que acumulo estos poemas. He ido agregándolos uno sobre otro según el tema y la pila se iba engrosando. De vez en cuando la “poda inexorable” que recomienda José Ortega y Gasset, hacía que se redujeran otra vez. Comencé por curiosidad a hacer un juego adivinatorio y luego lo tomé por costumbre; una especie de consulta al oráculo. Preguntaba algo que me afligía o sobre lo que tenía dudas. Pensaba en ello fuertemente con el proyecto del libro entre las manos y al azar, lo abría en una página. Al leerlo, al interpretar sus símbolos, aún hoy, casi siempre creo encontrar una respuesta. He descubierto que, cuando uno pregunta algo, de una u otra manera, pregunta sobre el amor. No concibo la vida sin amor. La existencia sin amor es un desperdicio sin sentido. Considero al amor lo más importante en la vida del hombre, más aún el amor que tenemos para dar en actos, que el deseo natural de recibirlo. Este libro tiene amor. (Pasión, placer, dolor, reflexión, serenidad, contradicción, esperanza, solidaridad, repetición, cacofonía, nostalgia……) Es una invitación a develar el alma y a jugar… ¿Acaso no es un juego la vida finita en lo infinito?
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Plumas al verso. Alas a sue単os locos. La vida pasa. Juan Carlos Lespada
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HUELLA DE HAIJÍN
Noche, silencio. Rumor en los trigales. Acaso el viento.
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Dulce atardecer. Lรกmpara en la penumbra flota en el aire.
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Tersa la espera. La bruma suma orillas. Surcos de arena.
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Se acurruca el sol. Entramados de juncos doblan el viento.
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Entre ĂĄrboles se desata el camino. OtoĂąo lento.
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Viento temprano. Va envolviendo el oto単o sus hojas mansas.
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Tirita el mar. ยกTan cรกlida y liviana gime la aurora!
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Bajo la roca cosquillean las olas. Nace el murmullo.
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Noche, verano. Sombras y luciĂŠrnagas bordan la espera.
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Vasijas quietas. Alfarero de prisas parece el viento.
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Pureza extrema. Cascada rumorosa. Risa de ni単o.
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Morera clara. Tesoro de misterios sobre la plaza.
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Un mar rugoso. Repiqueteo de estrellas hiere la roca.
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Naranja y azul. Rojo dulce y bravĂo. Espera de luz.
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Las huellas del sol cuentan misterios ocre. ยกVendrรก el silencio!
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MĂŠdano claro. Campo, mar y nostalgia. Huella de luna.
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Huella terrosa. El oto単o se siembra sobre los campos.
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Viento, rompiente. Crepitar sobre el tiempo. Luna enlutada.
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Color que muere. Huella sobre la tarde. Pinceles mudos.
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Arco de luna. Sauce que llora ausencias. Prisi贸n de nubes.
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Caracol de mar. ยกTan repetido y solo! Ciego de orillas.
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Mar incansable. Ola, susurro, playa. Alma encendida.
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La vida tiembla. Cazador escondido. Gaviotas blancas.
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Aullidos cortos. Agua en los techos crespos. Llora la tarde.
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Campos de julio. La luna alisa escarchas. Huyen las garzas.
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FrĂo en la tarde. Bajo el puente del rĂo la luz estalla.
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Ramajes quietos. Hendidura sesgada. Llanto en penumbras.
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Lluvia y aullidos. En la ventana mansa tiembla una vela.
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Viento salobre. Mil mundos minĂşsculos cubre el invierno.
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Distancia. Luna. Sobre la noche tejen las esperanzas.
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Puerto sin hombres. Los ojos de los barcos tiemblan de frĂo.
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Veleros, olas. Viento que se desnuda. Silencio herido.
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En lo insondable amanece la canci贸n. Voces lejanas.
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Barco velero. Se単ales de amanecer. Gaviotas grises.
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Puerto sin barcas. LejanĂa sin alma. Orilla tierna.
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Huella en las olas. Caminos en el agua. Cuarto menguante.
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Vinos a単ejos. Los colores inventan abrazos nuevos.
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Ola que escapa. Deshilando distancias se desata el sol.
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Semillas tiernas. Gaviotas y rumores. Pu単ado de luz.
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Reflejos mansos. Dorados los trigales. Maduro el tiempo.
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Espuma y olas. Suele ta単er la luna como un cencerro.
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Dos mariposas. Planeo sobre un soplo. Chispas de color.
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Vientos helados. Con sus penas a cuestas andan las hojas.
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Tiembla la escarcha. Lentamente el invierno quiebra su queja.
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Campi単as ocres. Lejos, balidos mansos. Amores nuevos.
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Copos de luna hieren la tibieza. Sabor de espera.
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Camino tibio. Se entroniza en la noche una cigarra.
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Duendes traviesos. Hojas, cantos, reflejos, pueblan las uvas.
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Soles radiantes. MĂŠdanos y distancias se hunden en el mar.
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Hilos de ca単a dibujan el atardecer. Canto labriego.
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Cuencos sonoros. Barro dĂşctil y fresco es la esperanza.
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Entre los cerros. sobre verdes silencios entierran al sol.
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Nada termina. Siempre quedan rescoldos en la esperanza.
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Infinitivo. Amar, temer y partir. ยกCuรกnto misterio!
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DESHILADO DE AUSENCIAS
Huyen las sombras. Enhebrador de luces es el misterio.
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Horneros pardos construyen nidos nuevos. Como mis sue単os
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El hombre que habito corre tras la esperanza. Ciudad dormida.
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La entrega de amor nunca sacia las ansias. Manos de trigo.
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Sombras que aĂąoran como el abrazo abrigan. ÂĄTan mansamente!
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DĂa por dĂa se teje mi destino junto a tu aliento.
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Nada se escucha. Reflejos y recuerdos zurcen la noche.
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De piel y encuentros. De espumas sobre el viento saben mis sue単os.
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Bellos sus ojos. Un esplendor de besos me sube al alma.
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Nombre de aurora. La sonrisa colgada como una estrella.
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Blanco su pecho. Alado su coraz贸n. Su risa plena.
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Pan de esperanza. Abrazo entre caminos. Mi amor se espeja.
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Lo siento, es tarde. 隆Ya me atraves贸 tu amor a quemarropa!
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Sobre esta calma se prepara la batalla. ÂĄVen, acĂŠrcate!
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En desafĂo, todas mis fuerzas quiebran el horizonte
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Amor sin nombre. Yo s贸lo soy culpable de tus suspiros.
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Como un ancla. Me olvido del ma単ana clavado en vos.
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En los milenios, un instante de color. Beso furtivo.
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A pura pasi贸n abro el paso a tu espalda. Tus ansias ruegan.
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Tibia almohada. Cien recuerdos ya crujen sobre sus alas.
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S贸lo suspiras. En la ma帽ana abres caricias plenas.
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Cuando me besas, no importa si es muy tarde. Crepita mi alma.
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ÂĄMuerde mi carne, tiĂŠntame con palabras enamoradas
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Nido de estrellas. Caminos de caricias calman la tarde.
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Refugio de miel. Zumbido de picaflor. Se anuda el amor.
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Atardece. Tu mirada apura. Mi abrazo parte.
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Arde mi cuerpo. ยกTodas mis ansias claman entrelazadas!
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Paz y dulzura hilan sobre la noche tu cuerpo tibio.
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Si no son tuyos, no acallan mi nostalgia, caricia y beso.
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Se eleva el viento. SonrĂen los capullos. Duerme la pena.
97
Tras el cansancio, vivir sobre tu pecho es mi esperanza.
98
S贸lo alegr铆a. Renovando misterios pasa la tarde.
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Caricia y luna. Tu mirada en la noche me enciende hombre.
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ÂĄDesordenados, tan locos como el tiempo son nuestros sueĂąos!
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Toda nostalgia en tu boca naufraga. Canto en el rĂo.
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Casi inocente, tu piel crea mi mundo despuĂŠs del grito.
103
Tus manos mansas esconden el tiempo. Rumor de alas.
104
Nuestra mirada se hace esperanza y eco. ยกCallas y callas!
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Lilas. Cansancio. Besan la aurora mansa labios de bruma.
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Huellas de estrella empaĂąan los cristales. Tibia estĂĄ el alma.
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Suspiro y piel. Murmullo de arreboles. Renace el beso.
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Tengo tus manos. Susurro manso de luna. Cu単o de luces.
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Mirada clara. LĂnea azul de nostalgia. El puerto, lejos.
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VaivĂŠn de prisas sobre tu pecho encuentra nido de soles.
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Los dos desnudos. Ríen mansos los bosques. ¡Cuánto te amo!
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Ojitos negros. Arena despeinada. Pasi贸n de vientos.
113
Cuando se encuentran, tu mirada y la mĂa hacen el alba.
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Nudo de fuego. Nostalgia que naufraga. Tus ojos cantan.
115
Burbuja veloz explora las pasiones sobre mi pecho.
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En la montaña hundiré nuestras almas y seré frío.
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La luna, tierna. Tu ternura en la almohada. Mi tierra lejos.
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Caricia suave. Ternura que desborda. Amaneceres.
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Horizonte azul. Lecho desordenado. Danza de amores.
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AgĂźita clara. LĂĄgrimas sin cansancio. Fruta madura.
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Alas que parten. Mansamente la vida comienza nueva.
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Tarde, promesas. Sobre el campo, la luna teje quimeras.
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DESHILADO HUELLA DE AUSENCIAS HAIJÍN
Busco el silencio. Deshilado de ausencias gritan mi nombre.
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Fiebre de pena. Párpados y montañas sufren el adiós.
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Se irรก hacia el alba. Aromada de luna viaja mi pena.
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Me duele el alma. Como puente de sue単os es tu palabra.
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Sombras de invierno. Rastro de soledades. Brasa en la noche.
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Sobre la espalda se carga la locura. La angustia aĂşlla.
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Se fue despacio. Entre sus manos lleva mi pasi贸n ciega.
132
Huyendo del mar, hacia el mar me encamino. Destinos locos.
133
Menos me duelen cobijado en el bosque los desenga単os.
134
Inexorable. Arrastrando su paso, viene el suspiro.
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Lirios violรกceos desenredan recuerdos. Calmo el silencio.
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Bordado en besos entre las voces tibias flota tu nombre.
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No me lastimes. ยกQuedo tan indefenso cuando suspiras!
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En la distancia resiste la esperanza. Pasta el reba単o.
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A orillas del mar. Entre olas y recuerdos viaja la espera.
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Arde el silencio canci贸n entre mimbrales. El dolor llama.
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Abro mi mano. Puerto de los encuentros por sobre el agua.
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Cruje el estĂo. DetrĂĄs de sus quimeras mueren mis pasos.
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Porque no hay luces mis viejas sombras vienen a verme ardiendo.
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Tierna violeta. Como si fuera mi alma resiste al frĂo.
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Nada se mueve. El mar arrulla lunas para ma単ana.
146
¿A dónde estabas? Casi me mata el dolor, la sed‌ las ansias.
147
Corazón…¡calla! Violín manso sin sueño. baila en el aire.
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Inesperado, traza el dolor su raya. 多No sangra el alba?
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No temo al tiempo. Enarbolo palabras enamoradas.
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Quiero matarte. Mรกs cuando llegas caigo sobre tus besos.
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Sabia mi pena. ยกEn bravas tempestades canta sonrisas!
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Coraz贸n vac铆o. Sin nombre ni huracanes. Ciego de azahares.
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Cuando desperté aborrecí mis sueños. Ya habías partido.
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¡Cuánto te extraño! Sólo el mar me arrebata. El dolor mudo.
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Pasan las noches. Abrazado a este vino recuerdo tu sed.
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Mi amor sin tu amor. En distintas orillas. Tu amor sin mi amor.
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Deshechos mis sueĂąos se hundirĂĄn despacio en tus cabellos.
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Sobre tu nombre se anuda mi pasado. Y tĂş, te has ido.
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Mi hombre secreto siempre a単ora tu aroma. Pasiones nuevas.
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Caigo a la ausencia. Los pinos siembran lunas sobre sus plantas.
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Un alma en llamas. Dos pasos en la noche. La nostalgia va.
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Parte una barca. Recuerdos de canela. Nombre de olvido.
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Sue単o de abrazos. Pecho sin su tibieza. Amaneciendo.
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Se encoge el tiempo. Aguij贸n de veneno es la nostalgia.
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Ecos de risa. Su tintinear no sabe de tu partida.
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Voces y gritos se cobijan del frĂo. Suenan guitarras.
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Campos helados Humo sobre las cumbres Desencajados.
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Parti贸 en silencio. Sobre la mesa quedan sus versos tibios.
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Luna de oto単o. Sobre la espera mansa. reza mi pena.
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Me inclino al viento. Refugiada en mi abrazo viene la luna.
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Cerrada y muda, como dolor sin cauce anda mi estrella.
172
Es mรกs que eterna la huella desgarrada de tu caricia.
173
Sombras de invierno. Rastro de soledades. Brasa en la noche.
174
Llaves, Ausencias. Balcones solitarios. Llantos al aire.
175
MaĂąana frĂa. Luces que nunca parten entibian mi ser.
176
Nunca voy solo. Con tus ojos inmensos vas en mi paso.
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