CRISTINA GALLI
I. La gran pelea
“E
ntonces el feroz dinosaurio empezó a moverse lentamente. Arturito tomó una pesada piedra y, con valentía, se la arrojó a los ojos:—¡Lárgate de aquí, maldito intruso!” —Diego, prestame el marcador rojo para hacerle sangre al Tiranosaurus Rex, —dijo Arturo en voz baja. —¡Qué bueno, Artu! Pero hacele la cola más larga. Tomá el verde oscuro, está quedando buenísimo —contestó entusiasmado Diego. —Arturo Márquez y Diego Gutiérrez, qué raro ustedes dos papando moscas. ¿Copiaron el problema del pizarrón? —interrumpió la de matemática en voz alta. —Sííí, seño —contestaron a dúo—. “—Te desangrarás sola, maldita bestia. Acá estaba el valiente Artu, muerto de calor, tratando de llegar al otro lado de la montaña, donde pasaba el río. Pero no advertía que el feroz dinosaurio movía su inmensa cola verde para atraparlo, a pesar de que su vista parecía destrozada. Cuando el Tiranosaurus iba a envolverlo con su cola, Artu reaccionó y, dando un salto de acróbata, logró escaparse y llegar acá. — 9