CRONICAS DE PLAYA Me gustaron las crónicas. Transcurren en un espacio ficcional, como la Santa María de Onetti o el Macondo de García Marquez, reconozco esas geografías, desde hace unos 20 años viajo a la patagonia todo el mes de enero y mi eje de visitas es Puerto Madryn, donde tengo parientes. Hay algo ficcional en esas maravillas limitas por el desierto. Los relatos despliegan múltiples dimensiones, míticas y de leyendas, alegóricas, los personajes son marginales y bien reconocibles, están exagerados, para eso está el arte agrandando cualidades y acciones, poniendo en juego emociones, amores y odios, reyertas y entreveros, muertes y desaliños. Comentario a la forma de la sirena: Según los antiguos filósofos griegos la forma no era una figura sino que estaba ligada a la esencia de las cosas, a lo que la cosa es. “Sucedía como una forma”. La sirena, presencia imposible e inquietante amenazaba a los pescadores, uno de ellos Pedro Menutti se enamoró de ella y aseguraba haberla visto pero no podía explicar su figura aunque ella gemía entre las rocas de Punta Negra donde hay un faro (¿inutil?) Dos gitanos le vendieron una cámara fotográfica. Nadie vio ninguna fotografía de Menutti. El pastor Rech, una institución de Playa perdida lo observaba. Menutti dejó de hablar, aparentemente enloqueció. El bolichero Bela, testigo de tantas aventuras lo miraba beber. El doctor Raimunde no se atrevía a un diagnóstico. Un libro recogido en un naufragio contaba historias de sirenas y otros seres inverificables, Menutti lo leyó y lo tenía cuando le encontraron en la playa como muerto pero vivo. Amor y locura se tocan y confunden sitúandose en el espacio inefable de los imposibles.