LA CRUZ
Desde antes, llevo mi cruz, que no es la tuya ni la del Cristo... , sólo mi cruz. Paso a paso. Como una letanía incendiaria en el centro de los huesos, detrás de los ojos. La cruz del Siempre, como una luciérnaga inmóvil, un abismo detrás de la memoria; paso a paso con la muerte, con las pequeñas muertes, y con la vida... esta pequeña vida. Una cruz de algas y de hiedra, intensa y fatal, viviendo sobre mí, durmiendo sobre mí, amando y llorando y dejando sus cenizas sobre este cuerpo que casi reconozco de tanto andarle adentro. Esta cruz..., finalmente liviana... como un abrigo... casi.
IDENTIDAD
Ser ésa misma una lengua de fuego entre las brasas la estampida de la ola una luz como un fruto jugoso la nervadura crocante del otoño la conjetura
la oscura resonancia del misterio la que puede morir absorta en este ahora, fumigada de estrellas con la voz detenida en el aliento. Ser ésta misma con el viento merodeándonos las ganas con la mejor versión de mis caderas la cómplice, la verdadera, la que habita al abrigo de tu abrazo la que puede vivir tus universos sabiendo que mil veces me atrapa en medio de la noche la sed de tu imaginería.
NO
No me cerquen el alma. No la rocen. No vengan de piedad ni desventura. No alcancen memorias ni el abrigo de una noche alta... Necesito esta soledad intacta, este humo de a veces, este silencio, esta alquimia de caminos destrazados, esta estación de llagas, de flores adecuadas para celebrar la vida y para acompañar la muerte... No peinen el sauce, no pregunten... No respondan... Sigan andando,
tomando la temperatura de los grillos, abriendo el portón, encendiendo la sal, convocando a los dioses de la magia, tejiendo plegarias... la vida sigue. Devienen causas temporales cenizas y está el jazmín que acaricia mi ventana.
JURO
Juro que bebí mi propia sed de un solo trago, que el hecho fue deliberado, que no anduve sin luces en la espalda ni un instante de los tantos que anunciaban mi muerte. Juro que eran míos los puñales como lo fueron el último abrazo del otoño, y el mar en los tímpanos deshaciendo en bruma cada una de las palabras que no dije. Juro que esta costilla ha dolido desde el génesis y habrá que extirparla un día cualquiera, sólo para que el corazón disponga de un espacio apropiado a la tensión de sus latidos.
5ª CARTA A LA BISABUELA Estefanía: Vengo por más. Arden en mi garganta respuestas que no tengo. Quiero señales, verbos que funden una historia, códigos, espejos para verme cuando no me mire. Quiero entrar en la mirada del hombre que lloró durante siglos; quiero la mano que descubrió tu origen. Vengo por lo que no se dice. Quiero saber lo que no debo. Vengo por más, por el secreto y los pactos, por las profecías, por la palabra primera fundante de las piedras de tu casa, por lo que amaste con las vísceras. Vengo por más.
CRECER Crezco cada vez del amor. Me resuelvo humana y sideral sin concesiones. De la memoria, rescato un gesto de certezas. Hoy crezco entre el vértigo y la eterna travesía del amor.
FUIMOS LLEVADOS Y entonces, fuimos llevados a lo unĂĄnime donde el ser es atemporal y habita el Todo, donde no existe el espacio porque es el Ser, la esencia, la conciencia, lo que de innombrable heredamos los humanos... Y en una sola piel alucinada ... fuimos llevados.
MarĂa Cristina Di Lernia