LA CRUZ
Desde antes, llevo mi cruz, que no es la tuya ni la del Cristo... , sólo mi cruz. Paso a paso. Como una letanía incendiaria en el centro de los huesos, detrás de los ojos. La cruz del Siempre, como una luciérnaga inmóvil, un abismo detrás de la memoria; paso a paso con la muerte, con las pequeñas muertes, y con la vida... esta pequeña vida. Una cruz de algas y de hiedra, intensa y fatal, viviendo sobre mí, durmiendo sobre mí, amando y llorando y dejando sus cenizas sobre este cuerpo que casi reconozco de tanto andarle adentro. Esta cruz..., finalmente liviana... como un abrigo... casi.
IDENTIDAD
Ser ésa misma una lengua de fuego entre las brasas la estampida de la ola una luz como un fruto jugoso la nervadura crocante del otoño la conjetura