Muy estimada mia (id 45)

Muy estimada mía: “Espero que al recibir la presente se encuentre Ud. bien de salud junto a los suyos, quedando nosotros del mismo modo”. Cuántas cartas comenzaron de esa manera, cuántas cartas escritas mecánicamente, mecánicamente también leída esa primera oración. Pienso en ésas que portaban historias tristes, secretos confesados, espacios de catarsis y en los sitios tan conocidos por nosotras donde solíamos frecuentarnos tan seguido, y donde hasta hace poco tiempo nos encontrábamos de vez en cuando.

Cuando recibas ésta, si es que acaso eso ocurre, no estaré ya a tu alcance para que me recrimines algo. Puedo imaginar tu cara de asombro al verte como destinataria de una misiva, tal vez la primera que alguien te escriba. Te preguntarás qué querré decirte, qué podría decirte alguien que ha gustado de transitar caminos con vos de la mano, alguien a quien supiste cobijar en tus brazos, alguien que se refugió en vos para encontrar un espacio donde depositar miedos, temores, bronca, duelos. Entonces, a esta altura, sabrás que lo que debo decirte es sumamente importante para mí y por eso vale la pena escribirlo y por eso, es necesario que sepas leerlo despacio, casi analizando letra por letra, lentamente para remarcar aún más el contenido del mensaje. Léelo pausadamente, como si el tiempo se detuviera en ese momento y de ese modo quede grabado en vos, que retengan tus retinas este mensaje: “Hoy-voy-a-ma-tar-te”.

Lo único piadoso de mi parte será la celeridad que habré de imponerle a dicho acto. No es mi intención infligirte sufrimiento alguno, sino el aniquilamiento inmediato.

Tu compañía tenebrosa, sombría y desdichada hizo que tomara esta cruenta y feliz decisión: Hoy, dejarás de existir, dulce y oscura Melancolía.

Mariela Calderón