No quise callarme (id 62)

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Lespada, Juan Carlos “No quise callarme” 1ª Edición Mar del Plata IAIEC 2015 192 páginas 21 x 15cm

ISBN 978-987-33-7829-4 1. Poesía Argentina. I. Título CDD A861 Obra de tapa Juan Carlos Lespada Fotos de tapa Walter Luis Reynoso Peralta Las ilustraciones de portada de cada capítulo pertenecen a los artistas: Irma Mazza, Santos Pereyra, Marcos Faccio, Alberto Tenaglia, Alejo Sánchez, Alejandra La Porta, Juan José Mosca, Cristina Gerbi y Silvia Kum. Ex libris: Julio Argentino Valdez.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, foto-químico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso escrito del autor. IMPRESO EN ARGENTINA Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723

Contacto: jclespada@hotmail.com

Esta edición de 200 ejemplares se terminó de imprimir en ICONO IDEAS en el mes de Junio de 2015 -4-


No quise callarme

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A quienes he amado Y a quien amo. A los que tiran del carro y construyen su destino. A las almas nostรกlgicas que se sobreponen al dolor. A las siete estaciones de mi camino.

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No quise callarme

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La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece a la artista: Irma Mazza.

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No quise callarme

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Palabras del autor Respeto el misterio que hace al hombre escribir para durar un instante más, breve, insignificante o eterno. Siempre confié en la llama que me empuja la mano desde no sé dónde. Solamente a veces, me falla la esperanza. Pero mi terquedad, aun así, aprieta, bulle y avanza. Hoy no hay preguntas oscuras en mi vida, no hay razones que me inquieten demasiado. Las contradicciones e incógnitas, lejos de asustarme, me estimulan. Al escribir, sea cuando fuera, expreso lo que deseo, como si estuviera de vuelta del desierto y en breve fuera a invadirlo nuevamente, somnoliento. Escribo empujado por el silencio. Busco que lo escrito refleje fielmente lo que siento, como reverencia a la poesía interior que sale como si alguien la dictara, con esa inexorabilidad de ser, aquí y ahora, que no reconoce frenos, ni renunciamientos. Para este libro he seleccionado poemas de varios estilos y formas, de épocas y circunstancias diversas de mi vida. En algunos uso el “tú”, en otros el “vos” rioplatense; unos se han alejado de la rima, otros, no han podido ni deseado evitarla, resultando esta mezcla variopinta que dan los años y las revoluciones personales. El valor lo determinará quien lea, quien se acerque al sentimiento original o lo recree. Hace tiempo decidí pasar de la protesta a la propuesta, de la búsqueda a la entrega y lo disfruto. Decidí “juntar” mis versos para que no anden por ahí desparramados, como mis sueños, cuando haya partido. Ha sido muy difícil elegir los poemas para estas páginas, los que desaparecerían para siempre, y los quedarían en espera. -7-


No quise callarme

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Cuando rompo poemas y conjugaciones que me parecen sin valor, parece que el papel, al rasgarse, se quejara. He entregado al fuego centenares de páginas que al enrojecer, gimieron un adiós sin remedio. (Sin embargo, en el momento en que las escribía, me parecían hermosas.) Sucede así, frecuentemente, con las personas y sus ambiciones. Siempre algo va quedando en los cajones, en los viejos cuadernos, en el ordenador, en los recuerdos. El empuje final para este libro nació cuando releí unos de mis versos antiguos “¿En qué estante aprisionado y mudo se arrugará mi palabra de poeta incierto?... ¿Dónde irán a revolcarse / mi cansancio,/ mis locuras azules, /mis proyectos naranjas y amarillos/ mis puntos suspensivos y finales?” Creo que, en esencia, escribo celebrando la vida y esos puntos suspensivos. El amor me ha llamado por mi nombre varias veces y se ha quedado a dormir, con frecuencia, junto a mi almohada. Cada uno de esos amores fue un puñado de colores y un pedazo de gloria íntima. Ellos fueron tallando mis días. Los guardo con enorme agradecimiento porque justifican mi esencia. De no haber conocido el amor, con sus mieles y espinas, no hubiera escrito una sola línea que yo pudiera llamar noble. A veces, cuando escucho cierta música, vuelvo a instalarme en “aquellos” brazos que creía míos, entre las caricias que me anunciaban el amanecer con suspiros, sobre los gemidos de placer escondidos en el doblez de la noche o entre los trigales verdes. Todo es ilusión. Todo. El amor sigue siendo aún hoy el “Aleluya”1, el “Alegría”2 más hondo y sobrecogedor de mis días. Sé que mis poemas asumen tímidamente esa alegría, pero reconozco que con mucho más frecuencia y profundidad 1

Hago aquí referencia a las mil versiones del “Aleluya” desde Haendel a la de Rufus Wainwright de la obra original Hallelujah de Leonard Cohen. 2 Me refiero a la versión de la banda sonora de “Alegría”, el espectáculo del Cirque du Soleil compuesta por René Dupéré y cantada por Francesca Gagnon.

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muestran el dolor, la nostalgia o la ausencia. A veces me parece injusto que no digan más de la felicidad. ¿Será porque siento que la palabra, en el poeta, es con frecuencia el refugio de sus dolores, y la alegría hace que la pluma descanse, para dar paso a la ternura viva, a la locura que no tiene tiempo para escribir sus memorias? Mis amores y desarraigos tienen un gusto agridulce repetido y fuerte, alimentándose los unos a los otros. Al asumir el verso, inmediatamente, dolor y sufrimiento comienzan a hacerse más débiles, a convertirse en bálsamo y así, redoblando sus gritos, en ese mismo momento, empiezan a colarse entre las grietas del pasado, buscando llenar la ausencia con una promesa nueva. Hay amores que hablan de la vida como un preludio de Schumann, o con la pasión desesperada y colorida de Van Gogh; hay desarraigos que sostienen esa vida en la esperanza del regreso o en la aceptación de los adioses, como me sugiere Tchaikovsky en su Concierto Número Uno para piano y orquesta. Hay ausencias que no lo serán nunca, por lo menos mientras pueda escuchar “Tommy” por “The Who” en el más alto volumen que mis oídos resistan. Entre mis letras, se abraza una y otra vez, el hilo azul de la pasión, que es nutriente esencial de todo poeta. ¡Que el destino me libre de perder esa pasión, que ha sido la huella digital de mis días! Agradezco a los artistas Irma Mazza, Santos Pereyra, Marcos Faccio, Alberto Tenaglia, Alejo Sánchez, Alejandra La Porta, Juan José Mosca, Cristina Gerbi y Silvia Kum, que han jerarquizado estas páginas, aportando con talento la belleza de sus obras para acompañar mis versos, a Julio Argentino Valdez por usar su garza como exlibris y a Walter Luis Reynoso Peralta por las fotos de tapa... Compartir poesía (intimidad propia, que de alguna manera refleja la de cada ser humano que ama, sufre, goza y se desliza por la vida como una barca sobre el mar) justifica estas páginas. No sé si todo el que escribe es poeta, sé que el que siente la palabra surgiendo desde su alma como una luz sobre la piel, sí lo es. -9-


No quise callarme

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Atesoro sólo un puñado de palabras repetidas sin cansancio y con ellas hago mi pan. Así también guardo celosamente, como en un álbum de recuerdos, pequeños y significativos momentos compartidos junto a Walter, Ana, Julio y Luis, mi familia más cercana, aumentando mi riqueza. Al abrir este libro, en lugar de hallar respuestas, se multiplican mis preguntas. Sus páginas me empujan a recordar, paladear sentimientos antiguos, recuperar alguna lágrima, sonreír ante la ingenuidad o la propia estupidez y a veces no deja de sorprenderme la vigencia de algunos temas que en mi vida son repetitivos. En medio de todo, mis pensamientos vuelan, mientras surgen unos tras otros, empujándose, nuevos acertijos… ¿Cómo hice para llegar y partir tantas veces del amanecer al ocaso, del dolor a la felicidad, del razonamiento al filo infinito del misterio? ¿Por qué, aún en la tempestad, flota mi alma siempre empecinada en construir mañanas? ¿Cuántas veces nace y se muere uno en la vida? ¿Qué es este goce íntimo de poder enarbolar la palabra como un escudo, como abrazo, como lágrima y espejo? ¿Cuándo será el fin del tiempo? ¿Firmaré con mi mano mi destino? ¿Quién vendrá por mí en ese instante? Un poeta es un aljibe de incógnitas y sensaciones, un aullido, un suspiro, un grito. No quise callarme. Nunca me callé. Por eso mis versos. Mar del Plata Invierno de 2015

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Definiciones

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La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece al artista Santos Pereyra

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Antes del ocaso Por milenios mi alma vaga nostĂĄlgica sobre la faz de la tierra. En su espera anuda caracolas y silencios viejos en la inmensidad misteriosa de las olas. Nada temo ya, a favor o en contra de los tiempos. Todo el temblor de los aĂąos y de los espejos anida en mi sombra. Cada recuerdo, cada sol, cada instante de soledad, cada suspiro, refleja mi palpitar antes del ocaso.

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Yo Yo vengo del mar de la ola brava y sonora, de la espera, de la arena marcada por el viento, del sol del atardecer que se dora sobre el infinito, vengo. Y vengo del amor porque hacia el amor de la luna del color del estremecimiento de la risa y del llanto voy . 驴C贸mo decirlo? 驴C贸mo?

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De ser Un día el amor brotó entre mis brazos y el verano consagró todas sus golondrinas para abrigar mis sueños. Me quedan las huellas el perfume y el aliento que siempre alimentan este misterio mío de ser.

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Extraño ¡Qué extraño arte éste de enhebrar palabras, de interpretar silencios y encrucijadas, de sembrar rasgos sobre el papel para escribir, sin llorar, cada una de las lágrimas…! ¡Qué extraño arte, éste, de conjurar nostalgias! Dicta la pena una frase larga. Una eterna queja caracolea y se desata. Sobre el lápiz el verso sube y se desparrama. En el hueco de un suspiro se redondea el fuego, nace la llama. Sobre la letra que fluye una esperanza llega y se desmaya. ¡Qué extraño arte, éste de desnudar el alma!

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Genealogía Yo soy, como Neruda, hijo del sur de tierras americanas, como Quiroga amo de mis cuentos y de mis locuras, como Alfonsina suicida en el verso de mis horas solitarias. Yo soy un poco de la Juana que se prendió a la belleza de la higuera y como Hernández, porque en la huella dejo mi canto y mi templanza. A Martí, le debo el amor por mi patria y la porfía. A Cervantes la furia y la terquedad de la pluma que se espanta. De Machado llevo la canción lejana y de Lorca, la estrella sobre el alba y la nostalgia. Hermann Hesse pulió mi señal sobre las ansias pero fue Mishima quien me enseñara a amar por sobre las palabras. No me pregunten por qué pero mi alma descansa con Güiraldes, y en su Sombra, la última frase pronunciada cada día me desangra. - 17 -


No quise callarme

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¿Quién? Yo sé que lo que escribo no tendrá jamás el valor que quiero, que cada palabra rasgada en el papel escrita con lápiz y silencio no representa más que eso: palabra sobre

misterio.

Pero si no escribo, el dolor no se consuma del todo, la sonrisa no puede ser feliz entre mis dedos, las ansias no se desatan como caballos al viento y las esperanzas se agrietan de pena detrás del tiempo. Yo sé que mis versos son iguales y repiten eternamente una sola canción un ruego secreto. Yo sé que lo que escribo dice siempre lo mismo y lo mismo escribo lo mismo de mí mismo. - 18 -


No quise callarme

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Pero si no escribo con el valor que espero, si no repito, éstas, mis palabras, si no digo siempre igual la eterna ausencia, si no garabateo la vida negro sobre blanco blanco sobre negro... ¿Quién contendrá mi dolor? ¿Quién habrá de inventarme una alma nueva cada aurora? ¿Quién acompañará mi paso? ¿Quién me prestará su espacio para cobijar mi vuelo? ¡Es tan fácil! Yo

soy

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mi

verso.


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¡Uh! Pelar la cáscara, entreabrir las puertas del alma a lo incierto, y en veintisiete líneas ponerle nombres locos a los amores nuevos. Sacarle punta a la letra con el silencio y dar en dos minutos inicio al canto. ¡Uh! que dulzura tan honda aprieta sobre sus plumas, el vuelo. Tentaciones . puertas caminos. (Incierto el tiempo, al dar sus líneas en punta, aprieta un poema nuevo sobre la espera.) Romper la cáscara, desnudar las alas, entreabrir la dulzura y , en sesenta y dos segundos, sacarle al destino aromas desconocidos. ¡Qué tan honda la letra! ¡ uh! ¡Cuánto misterio!

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Búscame Estoy en la neblina de la calle en el oscuro tránsito nocturno con los ojos brillantes, buscándote. Estoy cerca de los dioses y lejos de sus tronos esperando un abrazo que borre los abrazos pasajeros. Estoy entre placeres extraños que se estiran por mi cuerpo enardecido y después se olvidan con el tiempo. Estoy tal vez cantando un poco loco entre soles y penumbras espejantes. Estoy camino a qué, o a quién a cómo, o a un por qué, que no se responden solos.

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Laberintos Despedir el pasado al umbral de la noche, cantar memoriosamente la nota en el tono bronce de la nostalgia. Inaugurar en silencio junto al nuevo día el compromiso añejo con la vida del hombre y la espera en el ser. Abrazar casi con unción el instante de la luz del miedo de la palabra anaranjada del por qué estupendo del nunca jamás entre las sombras. Comprender en el camino que piedra hastío y risa pan y luna colores y trenes sabidurías y muertes construyen, los laberintos del tiempo eterno.

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Fuerza Fuerza para doblar el dolor y hacerlo brío para enarbolar la sonrisa en medio de la desesperación. Fuerza para resistir la ofensa y desdoblarla, para salvar del naufragio una sola barca en la tormenta y resistir en silencio para buscar la luz jubilosa de la mañana. Fuerza para decir sí, allí, en ese mismo instante, en el preciso lugar del no repetido y martilleante. Fuerza para desenvolver la paciencia, la palabra sincera como respuesta mansa al puño y la herida. Fuerza para cantar como canta la leña encendida al mismo tañer de su sangre que luce chispas de sol a pesar de su extinción y sin embargo, dar calor, aroma, luz e ilusión. Fuerza he de tener. Fuerza. - 23 -


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Soy un solitario A la mañana, me despierta un hueco tibio, al lado de mi cama. Junto a mi paso, por las calles llenas de gentes y de sueños, mis esperanzas se anudan sobre el dorso de mi espalda. Cuando la luna se escapa a resbalarse por las olas mi mirada se estremece alrededor de la espuma. He madurado sueños, muchos sueños... y despertares. No tengo de qué quejarme siempre pude extraerle a la vida los jugos preciosos del misterio. Soy un solitario. Ya no espero. Cuando el sol enrojece, mi sangre gruñe buscando a mi alma que ha partido somnolienta.

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Empecinado Enhebrando la mañana la bruma se pega a la orilla. Gaviotas y rumores bordan el silencio. A mi lado están mis sueños idos, mis ansias sin cauce, mis pasos. Voces y gritos, a lo lejos, descubren su cristal y brilla, en la sombra, el olvido. A mi espalda se aferra el pasado, mis logros de alfarero de almas, mis errores repetidos y mis dolores, empecinados… Una canción se desgrana en el viento pero mis manos evocan el roce de tu cielo. En el surco de la arena repetido, rugoso, ríe mi destino perfecto realizado solo.

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Libertad e Encanto de luna t Susurro en el viento n Canción de mil banderas e Estruendo de cañón en la montaña g Paso que se agiganta sobre el bosque. r Sabores de pasión u Libertad. Ilusión sobre ilusiones Parvas rubias al sol Rocío silencioso de la noche Abrazo tibio en el invierno Hálito de plata. Libertad. Sangre que en las venas, busca la justicia del mañana. Multitudes rugientes y desnudas Desenfreno del pasado Mansedumbre en los ríos de la vida Libertad. Barrilete sin hilos sobre la marea calma. Abrazo, vida, quimera sensaciones. Lava del volcán de mi alma que claudica en tus brazos. - 26 -


No quise callarme

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Libre Uno tiene que ser libre libre desde muy adentro. Despertar a la maĂąana a sus mĂĄs hermosos sueĂąos, colarse desnudo por las cerraduras y fabricarse sus colores en diez mil espejos. Uno tiene que ser libre, despojar el alma de sabores viejos, abrir algodonosamente los caminos, cerrar sin remedio, esos, los oscuros dolores del cuerpo. Libre como el agua libre como el fuego libre como el canto libre como el cielo.

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De sangre El olivar muda con el viento. En el borde del desierto, se pone color plata y verde oscuro, se estremece en olas y en espejos. Así, entre sus sueños mi abuelo sirio-libanés recordaba su patria su madre y sus recuerdos. Enroscado el «turco» Emilio lloraba sin lágrimas la ausencia de aquel calor su sed de puertos y de espacios nuevos. El mar se encrespa y brama en movimiento. Su nieto «turco» hoy, en este suelo clama por el amor perdido como espejo. ¿Será de herencia y sangre esto, de enhebrar los desencuentros?

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De amores

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La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece a la artista Irma Mazza

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Sólo el amor El cielo cobija nubes en rebaños. Rompen entre las piedras los sueños de gloria. Espumosa y salina entre los instantes de la tarde se va una barca hacia altamar. Las manos acarician el susurro del viento Dos cuerpos se encienden con la pasión descarada de los fuertes. Sólo el amor es eterno. Sólo

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el

amor.


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Hay amores Hay amores sin nombre que no tienen tan siquiera un beso a la luz del día, que por ser prohibidos no están resguardados por el canto. Hay amores que se prenden que perduran y en el tiempo hacen de su propio fuego un camino de leños. Amores que se recorren palmo a palmo que se nutren a sí mismos y se repiten como letanías de un rosario. Hay amores que nunca se hacen nudo que jamás concretan el abrazo, que en la distancia y en el tiempo, resignados, sólo se alimentan de reflejos mansos.

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Hay amores (2) Hay amores que crecen solitarios como la luna sobre el mar que da su luz y no pide más que estrellas en su manto. Hay amores que surgen al descuido como la hierba al costado de las piedras que el río abraza en la carrera sin esperar más que el roce tibio de su paso. Hay amores que se abren a la noche entre el rumor del sueño y en su espacio dan el perfume al viento y una canción antigua para nutrir los recuerdos acribillados.

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Representación Sólo es lo que uno sueña (aquello en lo que cree, entre el alba del suspiro y el ocaso del grito) Sólo existe lo que imagina la mente, el corazón desbocado, abriendo sus fauces al misterio. Has sido la perfección entre mis dedos, la extrema dulzura de la tarde sobre los cerezos del parque, la extraña unción del cristal cobijando el vino de mis deseos. Has existido enamorando la luna de mi nostalgia, llenándome el alma entera de soles y de sueños. Nada Nadie (Ni yo mismo) Ni el acaso porfiado de la vida puede borrar aquel aroma de glicinas que le robara a tu pelo. - 34 -


No quise callarme

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Es tarde para mí. Es tarde para mí. No puedo detener el amor, se me ha colado entre los dedos, me moja el alma, me sacude las fibras de poeta intenso, me tira desde el dolor de las ausencias, me provoca la risa inexplicada, me construye y cincela las ansias sobre la espera. Es tarde para mí. Aunque sus manos no me acariciaran, aunque no suspirara con mi nombre breve, aunque el miedo cortara sus abrazos, aunque me negara entre las gentes, aunque no me amara… Es tarde para mí, me atravesó su amor como una espada.

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Amanece Un rumor de pájaros ateridos y de esperanzas, despierta las gentes las ansias los puertos. Los caminos me reclaman abren sus brazos con hambre. La luz se filtra mansamente entre las nubes rojizas. Tus ojos tus manos tus silencios y tus besos se abrirán como los campos esperando el rocío lejos lejos... ... (En un sólo trazo, mis manos recrean la presencia de tu corazón liviano dulce como soplo nuevo.)

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Me has llamado “amor” Me has llamado “amor” como al descuido, como si la palabra sola no encendiera la hoguera con azules de esperanza. Me has llamado “amor” al despedirte como si ésa, tu ausencia, terminara con tu voz de notas blancas, con tu mano, con tu espera con mi calma. Me has llamado “amor” y en el silencio retumban en tropel desordenado las letras las palabras las nostalgias y tu corazón latiendo sobre el río de mis ansias... ... Me has llamado “amor”. Amor sobre el amor. Amor

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con

alas.


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Certeza Para esperar la noche la luna junta impaciencia y al filo del mar desborda sus silencios y sus caracolas. ยกNada de lo que sucede tiene el color de tu barca nada de lo que vuela tiene el peso de tu nombre!

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Fugaz ¡Qué enorme es el instante y qué fugaz! En el silencio de la mañana tu mirada somnolienta estalla sobre la luz como una chispa salobre que desde la ola se desprende para ser sólo un instante diamante y brillo sobre el mar. En el descuido tu dolor se esfuma, tu cansancio huye, tus miedos se adormecen, tu espejo se colma abigarrado de soles y sonrisas nuevas, de colores y guiños multiformes... ... Cuando quiero besar el umbral de la sonrisa tierna, tus ojos se entornan. ¡Qué enorme es el instante y qué fugaz cuando cuido de tu sueño!

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Con un beso No me importan tus errores del pasado. Lo que has hecho fue sin mi aliento en tu hombro. Tus dolores de hambres viejas me piden desde el viento que los sacie con misterios. No me importan los cansancios de tu sombra. Lo sufrido fue el ocaso del ayer acertijo para el hoy que nos reĂşne. Tus promesas son la fragua que me enrojece el alma y desde el tiempo de los tiempos destejerĂĄn el futuro, con un beso.

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Cita Tu pasado te trajo de la mano del silencio. Tu dolor te precede ardiente cabalgando soledades sobre cuatro caballos negros. Tu vorágine te empuja. Tu vorágine te empuja. Tu vorágine te empuja. En mi abrazo cobijaré tus sueños.

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No fui Me arrepiento no fui cobarde. La cobardĂ­a a veces salva al alma de abismos oscuros. Me arrepiento no fui valiente. La valentĂ­a a veces mata como un estilete dulce y ciego, si si igual , tus besos.

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Juan Carlos Lespada

Ansias Me gustas así aunque no te desnudes aunque tu ropa esconda el misterio de tu pecho aunque la sombra desdibuje el perfil de tu tibieza. Me gustas así, como la luna pálida que esconde al sol, como el pájaro que remonta las nubes y busca el horizonte infinito. Me gustas así con la pasión que se disimula sonrojada detrás de tu boca. Me gustas así, dulce y sutil puro volcán que desde tu fondo moreno agita el magma de mi pasión erecta y la guía hasta tu vientre cuando maduran las ansias. - 43 -


No quise callarme

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Ahora cálmate. toma mi mano y cálmate.

Cálmate

Que el sol inunde nuevamente la penumbra de tu soledad y cubra en luz las cuevas de la desconfianza. …Pero cálmate. Acerca tu rostro a mi hombro para que poco a poco nos envuelva una paz antigua de candil bruñido que podremos disfrutar. Sí. Cálmate. Ahorra tus esfuerzos. Ya has llegado. Has encontrado tu lugar esperándote tu hueco seguro el aliento amado el abrazo deseado la mirada calma y la canción que más te gusta. Entonces permanece en paz sobre los pies del silencio y arráncate esa costra endurecida del dolor para que podamos amarnos sin dobleces. Sólo así , seremos felices. - 44 -


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A veces A veces la vida se ríe de mis esperanzas. A veces el destino se ensaña con mis ansias. A veces el sol me encandila y veo en el cielo tu figura. No tengas miedo, es sólo a veces, como un soplo, como un guiño, como una herida, como la seña sutil de una labranza nueva. Entonces vuelvo a mí y después de tu nombre, me sonrío.

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Empero Sin conocerte, yo sé que te amaba desde siempre. Amaba los pájaros que bendecían con unción el cielo e inventaban el color de tu sonrisa. Amaba el prado verde sembrado de amapolas y azucenas que anunciaban tu paso en la madrugada entre el rocío y mi ansiedad desnuda. Amaba el sol entre las dunas y el largo crepitar del fuego sobre la luna del horizonte nuevo. Amaba el silencio en el viento y sus dibujos ondeantes en la arena solitaria... . Amaba la vida, que indolente, se desplegaba rumorosa en la orilla. Y ahora que has llegado en el instante en que la luz madura entre los bronces de la tarde añil que me despierta … quedan sólo los pájaros. Los prados comienzan el invierno. el rocío asusta mis pasos y las dunas han borrado mi nombre de sus espaldas. - 46 -


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Los horizontes son cercanos y el sereno pule mis sueños desde temprano. Empero, siento que no es tarde. Dile a tu paso que detenga el vuelo, y que, sin mirar atrás, se acurruque sigiloso entre mis versos.

Madrugada No pronuncies ni una sola palabra. Sólo el perfume de tu recuerdo será señal de alarma sobre mi almohada. Y mientras la luz del cielo sienta celos de tu tibieza, estaré soñando tu abrazo hasta la madrugada.

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Te digo Te digo viento agua deseo torbellino pasión y beso. Te digo arrullo de primavera, trino de pájaros al amanecer, dulzura de gaviota sobre las olas. Te digo promesa de mañana fresca de olor a café tibio sobre la almohada. Te digo, arrullo en el siguiente paso sin temores de pasados ni dolor de oscuridades por venir. Te digo a escondidas, por sobre el sonido de las olas en la madrugada, que tengo tu nombre bordado en el suspiro, que la luz de tus murmullos hace nido en mi alcoba, que te grito, que te espero, que te amo.

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Juan Carlos Lespada

Tranvía ¡Ay! si supieras que aún después de todo, todo el tiempo evoco tu paso leve para serenar mis sueños. Cuando en la tarde, al sol me acuesto a peinar enredos entre chirridos y rieles se me pegan los recuerdos. Miro hacia atrás y el reflejo de tus ojos somnolientos acarician mansamente mis penas y mis silencios. ¡Cuánto extraño aquel tranvía en que escribía mis versos y justo a la ocho y veinte te rozaba con los dedos.!

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Mutaciones ¡Qué misterio éste el de mutar los atardeceres, las lunas y los reflejos! En la vida las lomadas tornan a llanura con la pasión de los años. El sol da paso a la sombra cuando la tierra, empecinada en dar vueltas marea y trenza los sueños de los hombres. El silencio truena y brilla como espuma cuando la música seduce sus entrañas. La soledad se hace nudos al atravesar el abrazo y la ternura... ... ¡Qué pregunta repetida y mansa de no saber a ciencia cierta, si mi alma es quien pide tu recuerdo o es tu recuerdo el que construye mi alma!

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No quise callarme

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Cascabeles Sucede repentinamente. Mis latidos se hacen notar en la quimera de los instantes. El fuego de la noche se desprende de mis huecos. La luna mansa, perfuma los jazmines mรกs nuevos de mi patio. Mi lecho se estremece de ternuras y le pone cascabeles al aire. Sucede repentinamente. El amor construye caminos tiernos y en las huellas de mi orilla inaugura, con desfachatez, caricias nuevas.

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Tu huella Tu suspiro anudaba los instantes de una pasión que no supo esperar su tiempo. Mi deseo se multiplicaba enloquecido u nuestras ansias, clandestinas, no aceptaban límites ni silencios. Como una ola que sucede a la otra y se ve empujada por otras miles, así fue nuestro amor, rugiente, furtivo, caliente y osado, tempestad de noches bravas, pasión de cosa prohibida. Crepitabas sobre mi como una brasa en el fuego. Nada ahonda más tu huella que mi añoranza.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Búsqueda No he de partir hacia la noche oscura, recuperaré el misterio de las sombras para inventar algún abrazo. No he de llorar más que cien mil veces y al despertar, en cada lágrima, buscaré una mirada que contenga suavemente el susurro de los sueños. No he de hacer profecías solitarias, en cada paso, aunque el dolor me cale fabricaré reflejos sin ausencias para que la magia de la tarde enarbole sobre mi caricia, un nuevo nombre.

Morena Sobre la arena de la tarde a orillas del mar junto al suspiro arrebatado de las nubes que mansamente miran tu sonrisa, desnudo junto a mi pecho, enamorado del viento y de las aves del cielo, mi amor hace guardia sobre tu piel morena. - 53 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

A lo lejos A lo lejos Desde donde dobla la esquina el tiempo, tu mirada se enraíza en mis sueños y espía sigilosa por detrás de la ventana junto a la luna. A lo lejos esa pasión de tus ojos, extraña como el silencio, hace estallar las chispas de una leña nueva prometiéndole calor a mi alma. A lo lejos, en la noche que tornea la mañana, tu nombre me susurra en el aliento y se me hace arcilla fresca entre estos dedos alfareros.

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Juan Carlos Lespada

Promesas No hay herida indestructible. No hay pena que no decline, que no huya escaleras abajo del tiempo. Siempre la vida cuenta lo que sabe y lo que no sabe. La esperanza retempla los recovecos la pasión, el deseo, las ilusiones, el agua. No hay alegrías eternas. No hay mañanas sin promesas.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Caminos Bullicio de atardeceres. P谩jaros que se van sin haber encontrado el nido. Ruidos ensordecedores de palabras huecas que se atolondran en las calles de la ciudad. Basura acumulada en las esquinas del coraz贸n haciendo, de prepo, lugar a las ilusiones. Nudos de distancia entre el amor y la nostalgia. Caminos. Caminos. Caminos.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Mensaje Has de saber que la vida no es más que una ilusión perecedera, que la luz del camino pone grises a los pasos, que, con implacable sentencia, las huellas del tiempo se acomodan en el rompecabezas. Has de saber que nada queda inconcluso en el destino, que la mitad sonriente, con certeza encuentra la lágrima que cada instante se merezca, que todo dolor esconde una cuota de alivio de canción de espera. Has de saber que nada escapa a la costumbre de soldar espejos de encontrar las puntas a las marañas de recoger la última nota del cencerro de recuperar el aroma final de entre las cañas de sanar las heridas del invierno. Has de saber, todo has de saber, cuando regreses al atardecer adentro de tus secretos.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Así Así con serenidad y avidez como el colibrí recibe las primeras gotas de rocío que se hacen miel sobre las flores, recibe mi alma tu aliento y tu palabra amada. Así con pasión e insistencia escala mi corazón la sangre de mis venas y en el silencio de la noche acorrala la nostalgia de tu beso sobre mi almohada. Así con la nada de la ilusión hila mi espejo tu suspiro enlazado entre los dedos.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Por hoy Mirá, los planes de este hoy son éstos: Fuera de los ladrones los que no saben los sordos, ciegos, mudos y paralíticos de alma, estamos nosotros. Somos vos y yo. Dos raíces y dos pares de alas. Lo bueno sería ser uno y no irse no quebrarse en partes en la despedida... pero es así. Entonces un único objetivo por hoy: un abrazo un beso laaaaargo sin adiós y con adiós.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Respuesta súbita

Hay cosas que no desaparecen, nombres que jamás se deshacen en el aire calores que no fenecen con el invierno. Hay rumores de encuentros que se siguen cruzando en el camino y una y otra vez generan, aunque sea en el recuerdo, el mismo contacto, el mismo roce, el mismo palpitar sobre las tardes de lo incierto. Hay personas que se apergaminan, que se enroscan, que se aduendan, que se convierten en pluma solitaria que, como la vida, nos transcurren entre los días como la sangre en las venas. Tengo pocos miedos, pocos dedos, pocos secretos. Tengo pocos nombres, yo, de ésos. ¿Podrás estar segura que eres y estás en uno de ellos, que tu perfume, tu palabra y hasta esos tus amargos reclamos y tus retos, se encaraman a mi sueño para que no me gane el desierto? - 60 -

(Para Teli)


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Amiga mía

(Para Cristina)

Un puñado de luz milenario, aprieta sus destellos y se encierra en la nuez rugosa de tu mascarón de proa. La vida (que empuja el misterio, día sobre día construyendo los siglos y los destinos) asoma a tus pupilas (como los niños asoman a la orilla un día cálido de sol, sobre las gaviotas.) Amiga mía. la mitad de la mitad de tus ansias se abren sobre el canto, la caricia gana y se te escapa, la ternura desborda tus balcones, la paciencia ahonda el surco y edifica soles sobre el canto. Amiga mía Tu alma es inquieta y loca (por eso tan grande, incansable y tan inmensa) es liviana y cálida (por eso se hace al viento con las aves) Es suave y tierna (tal vez porque no sabe de fronteras) Amiga mía Ella se une a veces a mi paso buscando rumorosa la figura esquiva de cien mil quimeras que se hacen a la mar… … … - 61 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Amarras Cuando tengas ansias de viento y de soles nuevos, corre hacia el horizonte. Las lunas y los silencios alcรกnzalos con paso breve y en la nostalgia de las cosas agridulces apura el paso hacia el futuro. No esperes de la vida otra cosa que vida, no esperes del dolor otra cosa que dolor, no esperes del goce mรกs que instante. Piensa que la eternidad existe y es un juego, piensa que la libertad te ronda y es la espera, piensa que la mano de mi amor te abraza... y suelta las amarras.

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(para Diego)


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

En tu vuelo Volverás a volar… Sobre el grito de la aurora sentirás las ansias del cielo, y aún en el dolor los murmullos de la mañana, pálidos, harán caminos de espejo sobre la luna que rodará suspirando tu nombre. El dolor se olvida y en la distancia, las heridas cerrarán sus puertas mansamente con las plumas nuevas. En medio del suspiro dejarás atrás las espinas de un ayer cercano, porque el que tiene alas siente la necesidad de cielos. Volverás a volar, la vida está llena de amaneceres y de misterios. Volverás a volar y el amor hará, otra vez, nido en tu vuelo. - 63 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Y ahora… Cuando se fue el amor debí quedar en pié. Mi cuerpo tuvo que cavar silencios para enraizarse en la tierra. La mente, jugando malabares, permaneció buscando el equilibrio. (Fue mi alma la que se quebró en mil pedazos a escondidas. Me pedía a gritos su perfume, sus caricias y sus cencerros.) Tuve que refugiarme adentro aunque rompiera las columnas el dolor, tratando de buscar el sabor de los olvidos. Por eso, mis penas se pegaban al suelo negando la nostalgia. Y ahora… vos.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

En la mañana Cae la tarde sobre mi torre solitaria. En el silencio, un recuerdo tuyo me llega y se recuesta en el hueco manso de mi hombro. Entonces los pájaros trinan saludando al sol que se va lejos, ¡quién sabe dónde! llevándose mis besos, para dártelos en la mañana.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Como una canción Calmosamente atardece en las sierras sobre la polifonía de los pájaros sobre el aletear de la vida sobre la siembra sobre la quietud y el color. Calmosamente el agua seduce el cauce del río y en la pedregosa orilla se arremolinan los besos de los sauces y las lágrimas de la nostalgia. Todo se conjuga en la quietud como en la escalera del hombre que sube hacia su destino, casi perfecto, como una canción.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Amapola Roja blanca y azulenca que nació en la madrugada arroja sus pétalos azucarados cuando el mediodía se hace espuma ante los pies de la tarde. Corola bella y sin daño que en un instante brota, se esparce y se mete en la semilla del pasado. Cabeza llena de estíos cascabeleando en la rama, llegó enamoró y entonces se fue riendo sobre algún viento sin alas…. cantando.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Aún La última hoja aún suspira en el árbol que no verá la mañana. Mientras se desmaya, la noche, guardará el rayo final, sin embargo, repetida y loca tornará aquella luz persistente. Con indolencia los guijarros de la medianoche lamen la miseria buscan consuelo solos, repetidos, ciegos. En caracol el instante escribe en una melodía esa especie de ilusión: el abrazo Brotando hacia el último resguardo inocente incorruptible terco, tenaz huye hacia el ayer, el grito. Tan dulce, tan sensible tan sin fronteras de ayer ni de mañana se adormece la espina se apaga la llama y sin anunciar el final se resbala la vida. - 68 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Estaciones - 69 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece al artista Marcos Faccio

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Tibia Como la luna conquista al silencio, tu roce y tu mirar van aromando los espacios de mi vida. Mis dolores se repliegan al rinc贸n de los olvidos y la risa (esa risa escondida en los pedregales del tiempo) hace ecos milenarios con la espera de tu espalda que en este verano se escapa, tibia.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Primavera Luego que la lluvia helada anegara el terreno de las quimeras y el viento asolara el brío, la emoción, el canto. Después que la locura torturara la inocencia más calma y una tras otra, las mentiras intentaran aniquilar los sueños. Más allá de tanta oscuridad, de secos resquebrajamientos, del dolor, de la angustia, de la sin razón de pocos sobre tantos tantos y tantos... Una nueva estación asoma en las venas, en las calles, en los patios, en ese eterno e irrenunciable rincón de la añoranza.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

¡Qué sería de los pobres de los desposeídos, de los marginados, de los hijos del espanto y los enfermos, de los niños con hambre de justicia, del obrero con herrumbre en la herramienta, de la mujer que espera sobre sus ansias, del poeta solitario ... ... qué sería, de los que poco a poco fueron perdiendo la calma...! ¡Qué sería del sol del abrazo y de la palabra qué, de un cálido color de una luz que guiara la nostalgia del amor, qué sería! ¡Y qué, de la huella y del hombre si no existieran semillas de esperanza en esta nueva primavera, sobre mi barca!

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Otro otoño Otro otoño besa las puntas de mis zapatos y le pone ruidos crujientes a mis sueños. Otro otoño se suma a mi pincel curioso y hace silbar la luna sobre mis conciertos. Otro otoño se hace luz y espejo entre mis soledades y mis cuentos. Otro otoño comienza a desplegar las alas sobre los nombres amados y el viento. Otro otoño, otro otoño nuevo acaricia la primavera de mi alma en silencio... ...

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Otoño otra vez El sol se aleja por un tiempo, Lentamente comienza el otoño nuevo. Los colores de la madurez inventan sonidos tempranos. El sabor de vinos traviesos se entretiene en poblar las uvas. Hojas y reflejos enrojecen y en dorados infinitos, los duendes de la espera hacen su ronda. Así, nuestras esperanzas aguardan nuevo cauce, nuestras alegrías renuevan el misterio tibio de la tarde. Los afectos mansos hacen nido en los dedos como cascabeles de vida que perfuman el aire. Nuestros esfuerzos toman bríos renovados para soportar adversidades. Nuestra lámpara se entroniza en la ventana de la noche para hacer más claro el camino de quien se espera. La calma se acurruca junto al leño que arde. La pasión se e x p a n d e. - 75 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Las mismas cosas que yo

Éste no es un verano de aquellos veranos de antaño. No es tampoco un verano cualquiera de un mañana que vendrá. Es éste.

La playa disfruta de sus sabores y el mar se adormece con colores de bruma. Los murmullos y las risas construyen cascabeles en el aire. Mis amigos detrás de sus sueños maduran la piel al sol persiguiendo sus quimeras silvestres. Éste verano es el único que tengo el que ya jamás tendré. Mi verano. Estás. Cierro los ojos. Me invaden los recuerdos y se mezclan con el vuelo de las gaviotas. Abro mis oídos. En el murmullo de las olas se repiten las palabras de otros poetas que dijeron cien mil veces las mismas cosas que yo. - 76 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Haz de luz Una luz se aventura a través de la ventana. ¿Será el amanecer? Se atreve a comerse las sombras inexorablemente como mis anhelos se beben tus besos. Cuando no tenga luz ya pero haya amaneceres, recordaré esta dulzura inconsciente que estremece el

silencio.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Canto Mañana vendrá el

sol

y a pesar de la ignominia, la luz cubrirá mis heridas, saciará un poco mis hambres de justicia corriendo como las aguas del río hacia el mar hacia el mar el mar. No me vencerá la realidad sucia. ni el brillo de cielos pintados sobre diarios viejos. No. Podré, con estas manos dar plumas a mi canto.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Inc贸gnitas

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece al artista Alberto Tenaglia

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Incógnitas Cuando pasan los segundos como se pasan los siglos y el corazón late escondido detrás de los sueños, es la realidad la que empuja el silencio hacia el alma. ¿Quién no ha de añorar un nombre en el ocaso de la tarde? ¿Quién no acaricia en el recuerdo manso algún abrazo furtivo sin auroras? ¿Quién no paga en soledad sus cobardías y sus renunciamientos? ¿Y quién, cuando la luna implora por una ráfaga de espejos, no se va a dormir apresurado desenhebrando sus huecos? Cuando pasan los segundos como se pasan los siglos y el corazón late escondido detrás de los sueños es la realidad la que empuja el silencio en el alma.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

¿Por qué? ¿Por qué apenas llegado tu paso hasta el umbral de mi casa ya tienes la partida en los talones del sueño? ¿Cómo construir mañanas sin miedos y sin soledades, si a cada rato te estás yendo hacia lo incierto? ¿Cómo creer en ese futuro de a dos, si tus acciones no me incluyen en el hueco de tu mano? ¿Extrañas tus raíces? Tus raíces son cortas y no las riegas ni con espacios cercanos ni con tiempos, sólo con caprichos y excusas de vidrio pintado. ¿Cómo darse cuenta de la verdad si repites y entretejes razones sin amarras? ¿Cómo saber que tu beso regresará siempre, si siempre se va, ése, tu beso? - 82 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

¿Qué? ¿Qué locura es ésta de enhebrar los versos unos tras otros, unos tras otros en el vano intento de hacer bello el dolor de darle luz al tiempo de hacer que la nostalgia tenga peso? ¿Qué pasión inagotable es ésta de garabatear palabras y palabras y palabras y palabras y palabras y palabras sobre el papel desafiante que se allana a la consumación de los espejos, a contener, sin sangrar, la espera la pasión la ausencia y el continente áspero que dejó la huella de algún beso? ¿Qué es ser poeta? ¿Qué, bufón? ¿Qué será eso de ser eterno?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Rojo ¡Qué extraña la vida! ¡Qué intangible! Una luna roja te trajo a mi silencio y en silencio partiste hacia tu rojo destino. Roja tu boca, callado tu dolor. Rojo tu deseo de mi búsqueda sonora, mudo tu sol enrojecido. Hoy silencioso y dulce extraño el negro de tu pelo negro tu pecho en mi boca enardecido tu arquear de mimbre y caña sobre el lecho tu crepitar tu olor a cielo tu ruego de mi ser atravesando tu cuerpo. Rojo tu sabor, rojo el recuerdo. ¡Qué extraña la vida! ¡Qué intangible!

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Dicen Dicen que a los caminos los traza el destino. Pero los caminos obedecen órdenes más sabias. Son las manos, las que construyen camino, los corazones, que enarbolan palabras y los colores del alma, que anudan el sentimiento. Dicen que los destinos entrecruzan cielos pero los cielos escapan en alas, en soles, en sueños y en bandadas de misterio. Dicen... dicen... dicen.

¿Qué dices?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Te extraño Hablando en la oscuridad con el lenguaje del silencio… ¿Será el adiós? ¿Será el viento que en la tarde se llevó todos los perfumes? ¿O tal vez será el destino que hace temblar las ramas de los árboles y los cencerros? Ni si, ni no. Ni blanco ni negro. Unas fotos se desmayan en la mesa de las palabras y los recuerdos hacen cosquillas a los espejos. Te extraño.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

¿A quién?

¿A quién acaricié sobre la tarde en que titilaba la angustia sobre su frente? ¿ A quién consolé entre mis brazos de mil y un dolores centenarios? ¿A quién acompañé anaranjando silencios puntiagudos? ¿A quién dormí sobre mi pecho luego de saciar la sed...? ¿A quién… si mi caricia huyó de su piel y no dejó rastros en su alma?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Construcción Cuando estoy en tu vereda, cuando pasas por mi lado, cuando te acercas despacio entre las sombras y acurrucas tus sueños en mi almohada... ¿Dónde es que empieza tu piel dónde termina mi cuerpo? Cuando suspiro en la tarde recordando nuestro celo, cuando miro el horizonte y lo pueblo con tus besos, cuando cocino la luna en el caldo de mis ruegos... ... ¿Dónde empieza, ésa, tu alma? ¿Dónde, la mía, se define en los milenios? Cuando me abres el aliento, cuando cierras levemente los ojos sobre mi vuelo, cuando robo pirateando las entrañas de tu cuerpo, cuando suspiras despacio sobre mi espera en silencio... ... ¿Qué es materia? ¿Qué, aire? ¿Qué es diferente del alma en el fondo de mis reflejos? - 88 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Cuando Cuando los cielos parecen grises, detrás de las nubes la mañana promete sembrados de trigo y amapolas moviéndose al viento. Cuando la luna atraviesa el campo, el sol fabrica silencios cálidos y desanuda el abrazo. ¿Qué tendrá este cántaro que no se rompe con el tiempo? ¿Qué caminos tendrá el rumbo de la vida cuando se quiebra el encuentro?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

En la espera ¿Qué susurros, qué misterios qué voces calladas desea encontrar mi abrazo a la orilla de esta espera que se hace tan larga y áspera? ¿Qué silencios y qué vuelos se me aprietan en las venas? ¿Con qué despertaré en el invierno, mis sueños de primavera? ¿Qué compás daré a mi paso acompañando mis quejas? ¿Qué azul pondré en mi ventana para distraer las penas? ¿Qué espero en esta búsqueda? ¿Qué busco en la espera?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Aquel Aquel que fue, que tenía en su mirada anudado mi brazo, que esperaba el bostezo de los dos para despertar el alba, que sabía cuando la espina hería mi alma, que contemplaba mis ansias de mañanas y se unía a mi paso, que gastaba conmigo la pasión de la noche, que entre las piedras de la orilla guardaba, juntos , sus secretos y los míos… … ¿Dónde está? ¿Qué caminos quebrados tomó al atardecer entre el sol y la luna? ¿Por qué sembró de abrojos la almohada perfumada que construimos estos años? ¿A dónde llevó a dormir nuestros suspiros?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

¿En qué hora? Igual que un banco de plaza que al atardecer espera la visita de las palomas o el árbol que durante el día hace espacios para los rayos de sol o las campanas de la iglesia que aguardan al campanero cada hora o el libro preferido que en el estante apila sus hojas deseando la mano amiga o el silencio del invierno que ansía el calor de los leños, así espera mi alma los ecos de tu paso lejano, lejano, lejano. ¿Dónde estarás con tu voz? ¿A dónde fueron tus sueños? ¿En qué lugar del destino ataste mis cantos nuevos? ¿Por qué se ha ido tu luz? ¿Para quién serán tus besos? ¿En qué tierra tan lejana llevaste a esconder mis versos?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Los Cuencos ¿Qué es un minuto? ¿Un siglo, un dolor, un adiós, o tal vez un encuentro.? ¿Qué es la soledad? ¿Un puño, una canción, un cuchillo o tal vez un cuento? ¿Qué es el dolor? ¿Un sólo palpitar, un nudo, un puerto, o tal vez un ruego? ¿Qué es esta magia que se apodera de mí en medio de esta casa de tres duendes abarrotados de sueños? ¿Cómo explicar esta calma que envuelve mis dedos y mis ansias cuando recorro, en esta Mar del Plata mía el misterio de Los Cuencos? ¿Quién soy yo? ¿Hombre, canción, dolor, minuto, soledad, nudo, silencio, alegría, color, camino, engaño, sueño? ¿O tal vez sólo arena sobre el tiempo? - 93 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Al olvido A lo lejos... la montaña cambia los colores jugando con los arreboles del atardecer. Unos viajeros llegan y otros parten al ocaso. La vida, esa misteriosa hilandera que entreteje los destinos de las gentes, hace nudos en el aire y en el corazón del tiempo. ¿Qué pasará con su abrazo, con su mirada al infinito? ¿Qué será de su calor de nido y su rumor de secretos en la espera? ¿A dónde se irán sus sueños a despertar en el campo cuando se rompan sus silencios? ¿Qué nuevo suspiro arrebatará sus ansias al olvido?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Luego del fin ¿Quién heredará mis colores? ¿En qué paredes colgarán mis cuadros y de a dos por un centavo los rematarán sin que pueda tan siquiera defenderlos? ¿En qué estante aprisionado y mudo se arrugará mi palabra de poeta incierto? ¿Con qué sonidos despedirán las sombras la huella de mi paso solitario que busca y busca y busca sin cesar su eterno cauce? ¿Dónde irán a revolcarse mis cansancios mis locuras azules mis proyectos naranjas y amarillos, mis puntos suspensivos y finales? ¿Qué sentirán aquellos que se prueben mis zapatos y los que con indolencia abriguen con mi ropa sus pálpitos? ¿Cuál será el final, el último silencio? ¿En dónde en qué rincón se dormirán mis sueños? - 95 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

¿Quién es ése? ¿Quién es ese que camina ensimismado bajo el sol del mediodía y aúlla de dolor por los rincones del desierto? ¿Quién es? ¿Por qué le pesan los pies y va arrastrando su sombra? ¿Quién? ¿Quién, que no para por las noches y grita, solitario, en las arenas oscuras preguntando por su nombre por su casa por su amor y por sus sueños? ¿Quién con esos deseos de parar el destino y sentarse al filo del camino a descansar de tantas tardes sin palomas sin puertos y sin calma? ¿Quién es ése, sucio, andrajoso desencajado y triste casi sin cáscara para cobijar su alma y sin hogar para sus proyectos ni farol para sus luces? ¿Quién es? ¿Quién? ¿Yo? - 96 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Con mar y luna

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustraciรณn de la pรกgina anterior pertenece al artista Alejo Sรกnchez

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Mirando el mar Tu dolor lo percibe. Se desgrana húmedo como la tierra fértil mientras mirando el mar mudas tus lágrimas por sonrisas tus ausencias por recuerdos tus añoranzas por nudos y por gaviotas en pleno vuelo. Tu dolor comprende... espera, en la impaciencia de la tarde, (cuando cae el sol sobre la playa) que tu alma cobije enriquecida, la semilla sutil de la esperanza.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Surfer

Ahí va. Su alma se empina bajo la ola nueva y encrespada. Toda la energía vibra sobre el cuerpo de su tabla. Monta una más (será siempre la próxima ola, la perfecta) Nadie es su dueño ni puede con ese crepitar que lo empuja desde adentro. Nada colma sus ansias, (sólo Neptuno lo tienta a surfear sus quimeras cabalgando sobre el cielo.) Ahí va. Monta la cresta se mete en un tubo impredecible y en el silencio corre sin fin atrás de los misterios todos del tiempo.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Instante salino Entre la roca y su suspiro habita el misterio Entre su mirada y mis ojos miles de años de dolores de aciertos, de risas y de desengaños desvían el color de los sueños hacia el ocaso azul del desencuentro. Repentino, el mar arrulla, casi en silencio, el último

de

mis

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recuerdos.


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Ecos El sol adormece lentamente la sábana movediza de arena que algún cazador de destinos hizo tender junto al oleaje. Las últimas siestas del año se tiñen de sal ambarina y van dejando las huellas como heridas en la orilla. Un centenar de gaviotas despiertan la tarde mientras vuelan hacia los recuerdos hacia la canción hacia el resplandor hacia el ocaso ya restañado el dolor, cedido el llanto, calmada la soledad, dulces los adentros. Igual que ahora, mis pasos igual que entonces, mi alma, va restaurando lentamente sus viejos dolores sus entramados ecos y acaricia la ilusión.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Inquieto El fragor del mar golpea la roca, muele los milenios y las ansias, inventando mundos minúsculos sobre el instante. Mi alma se pliega sobre el silencio, y en él, descubre un murmullo de agua que se escapa, de pájaro que conquista el aire, de tiempo que agiganta la historia del hombre sobre la tarde. Misterioso, el ocaso, clama por su espacio y en la playa se adormece, la soledad. Nada es eterno. No lo será el mar, no lo es mi dolor no ha sido, (aunque tanto lo juraras), eterno tu amor, amor. - 103 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Corazón Caracol vacío la vida peregrinó hacia afuera porque tu cáscara le quedó chica. Se te esfumaron los pies. Se te hizo ausente el color y el movimiento. Se estacionó el tiempo en tu puerta abierta. El viento juguetea entre tus espirales lustrosos por los recovecos hábilmente pulidos y se va ... ... ... Brillas al sol y te aburres con tu belleza sonora, oyes el ruido engañoso de las olas y te convences de que tienes mar adentro y no es verdad... ... ¡Pobre caracol, pobrecito, tan parecido a mi corazón!

- 104 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Barca Cuando partan todos los versos de mi barca y el mundo desaparezca. Cuando no sienta dolor al romper con el rasguĂąo de mi pluma el misterio del silencio. Cuando el sol vuelva a ser luz y calor y, mansedumbre sobre la tarde, se llamen las gaviotas... HabrĂŠ regresado de

tu

ausencia.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Sin espumas El mar se acuna en la lejanía y en la torre nueva, (que aún sin campana se despereza sobre mi casa) las ilusiones hacen danzas de guijarros disimuladas entre la espera. Canto de la brisa caricia salada de la mañana trasnoche de sueños y de secretos empujados por la pasión sin permiso. ¡Qué calma es la locura, a veces! ¡Qué dulce el silencio de las travesuras! ¡Qué difícil aceptar que en la penumbra me has dado un beso sin mañana sin espumas!

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Mía Atardece mansamente sobre la “Marea Baja”. Las olas incansablemente fabrican arenas de colores. Los milenios son poco comparados con la playa. Eternamente tu mirada cobija mi alma. Entre las piedras de la costa, sobre el viento salobre (que despacio murmura y gruñe, cómplice, cada letra de tu nombre) se me aparece tu sonrisa noble tierna y siempre siempre pero siempre: mía.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Tarde Sonidos casi imperceptibles se cuelan por el borde del tiempo, sabores de vinos tardíos se mojan los dedos en la siesta de enero… … Veo la playa mía con el rumor de otros años y en el áspero punto del que no hay retorno celebro la vida en su pasión de olas. Encuentro mi corazón sobre la luna y en la gaviota que escapa se yergue mi alma sobre el cielo. Muchas veces llegaba temprano. El sol no había aún madurado el viento. Entonces mi huella se desbandaba sobre mi espalda empujándome los sueños. Ahora llego en punto con mis esperanzas, estoy a la espera de otro espejismo, de otro recodo en la existencia, de otro hueco de otro milagro esmeralda en el fondo de los tiempos. (Voces imperceptibles de la nostalgia y una edad a la que se le va haciendo tarde para el amor.) - 108 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Almohada Llena de luz la luna conversa con

las aguas.

Ellas reflejan el brillo sobre las olas haciĂŠndose cosquillas. Curioso. mi cuerpo conserva,

terco, la huella de tu hombro.

Mi corazĂłn repite tu palpitar. Y el alma tumba y retumba en sueĂąos sobre mi almohada.

- 109 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Ansias Calma.

Calma.

La luna aparecerรก esta noche. Sobre los anhelos dibujarรก el silencio la esperanza y la quimera. Una luz se deslizarรก despacio por debajo del espejo. En el instante nuevo recuperarรก, (el sentido) espacio para sus cuentos.

Calma Calma Calma como calma el mar con un JAMAS

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sus ansias.


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Inundados de luz Un suspiro de luna naranja te acercó a mi huella marina, (aunque un presagio de adioses fue la promesa.) Tu paso tu risa tu enmarañada conjunción de soles tu pasión sobre la almohada y tus madrugadas tibias me diste. Pasó el destino. Silencioso cómplice del tiempo. Fue mi mano la que abrió la puerta para que fuera puro tu vuelo, tu canción más plena, y mi recuerdo, un sueño. Te veo partir llorando el pasado compartido, temiendo la mañana sin sombras, inaugurando tus próximos abrazos con alas blancas y colores nuevos. Atrás quedan, inundados de luz, nuestros recuerdos. - 111 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Sólo la luna como testigo de satén blanco contenía mi alma. Un canto lejano conquistaba los silencios de la tarde mansa. La magia caprichosa desataba marañas de esperanza. Sólo la luna como guardián de seda sostenía la alegría de mis lágrimas. Mi palabra escrita sobre las ansias tomaba vida y en la noche nueva se desgranaba. La gente abría el abrazo sobre el corazón de las olas, en calma. Sólo la luna como señal de plata anudaba mis ansias. Tu corazón latía sobre el mío que galopaba desbocado. Tu mano suave despertaba en mis dedos caracolas y arenas solitarias. Sólo la luna como fuego antiguo maduró nuestro encuentro como una brasa. - 112 -

Brasa


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Lo que fuera Esta luna de enero, mordida en menguante, se desprende lentamente del mar. Se eleva anaranjada sobre la faz de la noche, solemne, enaltecida, sola magnífica y digna en el silencio de las olas. Como mi alma, se despide paso a paso de las ilusiones y de los sueños. Pero... el reflejo sobre las aguas agranda su presencia, sostiene en esos brillos su recuerdo, entre mis lágrimas agiganta el abrazo que nunca será. Pobres de aquellos que ya no esperan y su vida es reflejo de lo que fuera.

- 113 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

En Benidorm Atardece en Benidorm. María corre detrás de sus sueños los recuerdos le hacen cosquillas en la caricia del viento. A lo lejos, la isla parece solitaria. una gaviota aprovecha el cielo para calmar sus ansias de horizontes. María… … corre detrás de su alma que ansía un mañana lleno de geranios nuevos.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Breve Sobre el balcón que al mar enseña caprichosamente bello entre las sombras la luna comienza a desprender su milagro naranja de las aguas. Maravilla de luz teñida de reflejos se va elevando rojiza hacia el cielo. Con pereza lenta se aleja del borde infinito acerado y perfecto. Su ascenso majestuoso condena a la separación aquello que nunca estuvo unido. Luna de las ilusiones llevas en tu cara pulida los sueños de nuestras almas y los juntas y los separas en el espejismo leve de la existencia, en este tiempo momentáneo irrepetiblemente bello de la vida, breve. - 115 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Pasas Pasas y en tu mirada esquiva es la vida misma la que pasa. Pasas y en el silencio paciente, rico de palabras que no has dicho, se esconde un misterio inacabado. Pasas. Tu sombra se aprieta al suelo, y con tus sueños en vuelo sigues al viento como al destino. Pasas. Nunca sabré tu nombre en la tarde, no calmaré jamás tu cansancio debajo de la luna. Pasas con la soledad a cuestas y las manos vacías. Nunca ha sido bueno juntar nostalgias.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Rumor Llegaste con la luna empecinada de enero. Tu paso junto a mi ventana hizo nido en el altillo des y

or l

d o

en

c

de mi vida en llamas.

a

do

o

¿Te irás con el otoño poblado de hojas y de sueños apretadodesilenciosyhambres de caminos y voces nuevas? ¿Habrá pasado la luna, la pasión u se habrá hecho v ¿Guardará mi alma tu nombre con tu loco rumor de encuentros?

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e

l

o

?


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Bach

Bajo la lluvia Bach empuja mansamente sus canciones para cello. por mi rostro … … Y rodando por los años y los recuerdos en mis rodillas las gotas han ennoblecido algunas lágrimas. Llueve. Me preparo cada día para partir. Sólo me llevaré una caricia, el mar y la luna.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

De ausencias - 119 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece a la artista Alejandra La Porta

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

De ausencia Desperté y ya no estabas. Otra vez no había nadie. Fui a bañarme. No. El jabón no se lleva tu perfume. Sin vos la mañana no sonríe desde los agujeros de la ventana. Ver no ver no verte.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Nada Nombres, recuerdos, aromas sobre la almohada, corazón sin dueño que en la brisa, se desvanece sobre mi silencio. Nada existe sobre el abrazo, sobre el dolor de la mañana, nada. En el filo de la puerta se acomoda la nostalgia y en la tierra ávida del beso, nada. ( Como si la nada no fuera nada)

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Así Así como un terrón de acero cobija al silencio entre sus muros. Así como la pluma ahonda el cielo la bruma cuenta sus anhelos y el crepúsculo esconde el mar los dolores y sueños. Así como tu ausencia duele, duele mi nombre a solas.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Girasoles Girasoles, sueños al sol que la vida ronda y que el destino, caprichoso, pinta de ocres y amarillos sobre el espejo verde del campo. Girasoles recuerdos, silencios y cabriolas en el aire espacios del alma que juegan y suspiran sobre la luna de enero, tomándose todo el añil de los soles nuevos. Girasoles. girasoles ... ... Mi espíritu se cobija en el manso calor de ésta mi eterna soledad enamorada.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

A tiempo Aquí está: ésta, es la puerta de salida del dolor. Yo no entro. No he de salir del dolor si no tengo tu cabeza en mi hombro cuando cantan los vencejos. Aquí está: éste es el fin de las ausencias yo no me quedo. No me es posible descansar si no te veo en mi cocina manejando cacharros y conciertos. Aquí está: ésta es la caja de la próxima ilusión. Yo no la abro. La espina de mi cuerpo no duele tanto. La quebradura sutil que tiene mi alma no es imposible de llevar. El futuro vital lleno de sueños no existe para mí. He despertado.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Entretanto A veces pienso que ya no puedo . Debo aprender

a

estar

solo.

Debo aprenderlo pronto porque entretanto acomodo sombras sobre la espalda, fabrico historias delgadas en un libro que no es posible leer dos veces. Debo aprenderlo profundo pues sin pensarlo aprieto fantasías débiles sobre la superficie de tu nombre que aún espero que llegue debajo del soplo del cansancio. A veces, soy demasiado imbécil. es cierto. ¿Y?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Recorrido Sentir la cosquilla inocente que fabrica soles en el vientre. Adivinar que en el silencio la fantasía goza con el ensueño. Temer al no, como se teme al instante mismo de la muerte, Saltar al espacio y abrir las alas a la vida. Juntar el paso, el aliento, la piel y los deseos. Compartir con las flores del campo el sol, el frío las alegrías y el llanto. Crecer planear sobre el futuro como si las hojas de los árboles fueran eternas igual que los caminos. Descubrir el tiempo y los espacios y las ansias hambrientas de otros puertos. Aprender a despegar las manos. Llegar hasta el umbral sentarse y musitarle al viento: Se terminó. Otra vez estoy solo. - 127 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

No importa Que se lleven los ladrillos de la casa, que cobijó mi niñez diferente con su olor de humedad y madreselvas. Que escondan las baldosas del corredor donde retumbaron mis gritos con la alegría o el dolor a cuestas. Que vendan las chapas del techo en los que tamborileaba la lluvia romántica de mis inviernos. Que desentierren, las azucenas del jardín, las calas y los malvones del patio solitario de mi juventud. Que talen el ciruelo viejo, amo de mis siestas y mis casitas de Robinson. Que desguacen los pisos de pino tea y se roben el hueco misterioso que cobijaba debajo, junto a mis ansias. Que arranquen uno a uno los vidrios coloridos del viejo vestíbulo con sus cortinas de humo y risas . Que desprendan el papel de las paredes y lo mezclen con mis secretos. Que carguen con todo. No importa. Tenemos aún para disfrutar, nuestros recuerdos. - 128 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Conjunción Te abracé. Siempre supe que tu abrazo de ola me rompería en dos el alma. Te quise. Siempre estuve seguro que tus besos partirían en una mañana cuando aún durmiera yo persiguiendo quimeras y dragones de papeles de color. Te poseí. Siempre sembré al viento la semilla noble de la vida. No has podido sacarte mi nombre de la sangre y no podrás. Yo soy el mar.

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Vos,

la roca.


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Orilla A la orilla de tu nombre inventé el calor en el invierno, enarbolé la palabra exacta para mi consuelo, encolumné las fuerzas para defender con ilusiones entre mis pasos y mis infiernos. A la orilla de tu nombre dibujé las semanas entre mi cuerpo y tu ausencia. Entrecrucé las hebras del silencio con mi necesidad de amor entre la tierra y el cielo. A la orilla de tu nombre me senté a esperar tu aliento. Hoy sólo tu sombra vaga por mi médula, sin dueño entre el pasado y

el viento.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

¿Te acordarás de mí? Cuando llueve y las gotas golpeen el techo de chapa de la casa que hicimos los dos para los dos, mientras en la calle el agua o la neblina salen de romance con el viento o con la furia... ¿Te acordarás de mí? Cuando la luna salga rojiza desde el mar y se eleve orgullosa como cuando te tenía a mi lado y guardaba los ecos de tu abrazo en mi caja de pinturas que solamente esperaba tu palabra a mi lado... ¿Te acordarás de mí? Cuando a la tarde una música desde un piano, de un violín o de un oboe se acerque a tu oído y la sientas melancólica como mi Adagio de Albinoni que sigue destrozando mi alma en tu ausencia tanto como cuando me hacía llorar con tu caricia... ¿Te acordarás de mí? - 131 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Cuando te saques la ropa con lentitud la pasión te prenda fuego y tus suspiros enhebren el aliento a otro aliento, como cuando me decías que me querías para toda la vida... ¿Te acordarás de mí? Cuando el tañido de una campana hiera el aire y las palomas vuelen asustadas como cuando tu hombro se cobijaba en mi pecho porque la vida te cercaba de problemas... en mi ausencia... ¿Te acordarás de mí? Cuando en un instante, a solas, encuentres una foto con mi sombra entre las sombras de aquel nuestro pasado bello, liviano, claro, que una vez creímos sería eterno... ¿Te acordarás de mí? Ojalá que no. Que nada te recuerde la lluvia sino tu nuevo sueño Que la luna sólo traiga la mano nueva hacia tu mano y no quede ni huella de mi calor. - 132 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Que mi nombre te sea extraño. Que cuando escuches a Beethoven, tus ansias de empapar almohadas tengan un rostro sereno que acompañe tu silencio. Que los pájaros y los tañidos te encuentren los pasos en el hueco de otro pecho sin mis ansias. Que las fotos no te hagan más daño que la sonrisa del pasado, muy pasado, y que las puertas de este infierno mío de extrañarte no se abran nunca en tu huella momentánea. Yo sé que todo llega, que el destino acomoda las cosas en su espacio, que te has ido para siempre... ¿Te acordarás de mí?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Tempestades Pudiste adivinar entre mis palabras de sueño, un color, una esperanza, un camino de luz sobre el bosque sombrío. Supiste despegar de la cáscara dura y solitaria, el fruto jugoso de mi alma, el secreto de algodón, que se tejía sobre el alba. Encandilaste mis ojos confundiste mis mapas y mis sendas de palabras anudadas y luego, sin importarte mi herida, arrojaste mi nombre al viento del invierno, sobre el mar, y sus tempestades. Hoy. en la orilla, las olas mansas juegan con los restos del naufragio, sonriendo.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Con razón Te burlarías de mí si te dijera que aún entre las sombras pronuncio nombres antiguos; que en la bruma anoto palabras atesoradas despacio en el pasado y las hago caracolear al sol sin que me entere ni les dé permiso siquiera. Te burlarías de mí cuando en la tarde me acuesto en la siesta de los recuerdos y traigo somnoliento el cuenco de tus ojos oscuros para acariciar mansamente las penas y los silencios. Te burlarías de mí. Con razón. - 135 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Ya no vendrĂĄ Cuando me amaba la punta de mis dedos le rozaban la piel y en un instante su deseo rojo puro buscaba mi palpitar. Cuando me amaba, una caricia mĂ­a despertaba el suspiro y en lo hondo de mi abrazo se arrojaba a saciar la sed. Cuando me amaba su calor era dulce y era salado, era mar, mi vida era. Cuando me amaba fui su hombre fui su arado fui su dolor, su cansancio. Ya no

v

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- 136 -

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ĂĄ.


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Ya está Te presenté otra mano sobre mi mano. No tendrás más miedo de que el silencio me consuma. Te mostré otra sombra cerca mío. No tendrás más culpa de que tu ausencia me dañe. Te sorprendí feliz con mi sonrisa. No tendrás mas incomodidades cuando te llame en la tarde. (No hay línea directa para la ausencia) Te escribí palabras de amistad Te he enviado fotos, vinos y canciones. No tendrás ya dudas: será posible comenzar de nuevo. Ya está. Ya está todo. Podrás seguir con el próximo amor. Nadie sabrá que es todo una mentira Nadie. Ni siquiera yo. - 137 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Catorce de junio

Partir desde el ayer asentar el paso doblegar el temblor asir la angustia y darle colores de mañana. Abrir las ventanas de la vida censurar el dolor proponerse el cielo desplegar las alas del misterio. Convertir el grito en letra y la oscuridad en recuerdo ver tus ojos sobre los míos y tu ausencia eterna en las arenas del desierto.

Mi alma va lleva mi cuerpo entre las dunas de los días. Mi alma va no tiene miedo ni frío, ni dolor ni reconoce en el crujir de los inviernos el más mínimo de los resentimientos. Mi alma va y cada catorce de junio recuerda que te recuerdo. ¿Por qué atravesaste la luz? Jamás podremos estar juntos. Ya... no podré yo hacerlo, tenías el alma blanca. El tiempo ha pasado sólo quedan en mí, blancos, mis versos.. - 138 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

En dos Hay un día bizarro en cada año que se hacen más intensos cada uno de mis dolores cada error cada señal cada puerta cada cerradura cada pájaro que no llega a su nido cada hombre sin pan cada recuerdo. Ese día es hoy que pasará y es cierto… … Sobre mi eterna soledad cargaré algún puerto, sobre mi ausencia enroscaré los trapos ásperos de caminos y estandartes que nunca llegan lejos, puntearé la tierra sobre este suelo yermo sin poder darle la riqueza de un corazón sencillo ni la sangre de un sólo amanecer completo. Para mí cada día de este milenio partís en dos mi ruego.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Junios Temo que mis ojos cuenten que te espero en la tarde brumosa entre los árboles del parque con tu sonrisa siempre blanca de pureza y esperanza. Temo que mis ojos cuenten que, aunque es imposible, siempre miro el cielo desde aquella ventana circular que hacía que Buenos Aires amaneciera más temprano desde tu abrazo. Temo que se note en mi pupila el sabor de tu beso leve al levantarte, el aroma de tu caricia antes de irte en silencio. Temo, al fin, que en esta tristeza que guarda tu nombre lloren tu ausencia todos los junios de mi vida.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Suicida Volar como el pájaro que olvidó el silencio, el color de la palabra amada y el canto dulce del amanecer. Abrir los brazos suavemente, deslizándose en el viento y el cabello libre flotando al aire sin desesperación. Volar y saber que la angustia, el dolor, la soledad, la traición, la nada, se absorberán en la nada. (Volar sin pensar en el momento de llegar al suelo) Volar, volar, sentirse pleno un instante enriquecido para siempre olvidado, liviano, calmo, indefinible, pájaro ciego que encuentra la luz.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Suspiro A veces el dolor visita el alma alambrándola de ausencias, y como el fuego, apacigua el ánimo para la siembra. A veces la nostalgia susurra al oído, muerde los ojos, rasguña la piel. Pero también, la esperanza, talla (persistente como el canto del grillo) El alma lame sus heridas y a la puerta del destino deja reverdecer las ansias. El amor podrá venir, tal vez, en silencio y sobre un lirio dejará un nombre nuevo enredado en la liviandad del suspiro. Surcos sin frutos no hacen estío. - 142 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Sobre el adi贸s - 143 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustración de la página anterior pertenece al artista Juan José Mosca

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Adiós Lengua de agua al borde de la orilla mansa. Barco que parte sobre el doblez del atardecer. Huella en la arena, que se desgrana. Hoja amarillenta al viento, espejada de ocres y de azules. Barrilete cuyo hilo, cortó amarras en el cielo. Golondrina olvidada en un abril sobre su nido. Bote varado en la orilla. Vela sin mástil ni red. Pedazos de mil recuerdos. Campo de enero, sin mies. Enmarañados silencios. Flores cortadas, sin voz. Y tu mano sin mi mano... ... Todo

eso

es

- 145 -

el

adiós.


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Ajuste Cuando llega la tormenta, las alas tibias se erizan y los silencios asoman sobre las uñas del cielo. Cada cual toma su sayo. El bueno torna en más noble. El malo muestra la hilacha y en la colina del tiempo las verdades se estremecen. Si sólo el amor consuela... ¡Cuántos corazones quedan en el viento sin

- 146 -

su

par!


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Lo sabía Te fuiste. Lo sabía. Desde el primer momento supe que partirías. Por eso no quise quererte. Me aferré al no amor con excusas idiotas y estupendas con palabras profundas e imbéciles con la sabiduría de viejos dolores y de heridas repetidas. Pero no pude. Te amé. Me desleí entre tus dedos me anudé a tu cintura y penetré en lo profundo de tu sabor a amaneceres tibios, en lo irreal de tus valles algodonosamente nuevos. Era nuestro destino estaba escrito en el viento. Te fuiste. Lo sabía. - 147 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Adiós José No habrá más soledad, ni abandonos. No más caricias, ni suspiros ni esperas. Has pisado levemente la orilla del amor y en la profundidad de tu alma te llevas “ese” nombre cincelado a fuego. Tu aliento olvidará el dolor y en la inmensidad del misterio la luz de la eternidad será una con tus sueños. He dado tus cenizas al mar como deseabas, en ese lugar desde donde mirábamos los veleros de la tarde. Tibias se desgranaron en las olas junto a mis lágrimas. ¡Qué insólito es el instante de partir! ¡Qué tierno, el destino de los mansos! Adiós amigo mío, adiós. - 148 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Sobrecarga de desconsuelo Mientras tu nombre se va borrando lentamente del aquí de mis días y la nostalgia se conforma con tu rostro en el viento. Mientras la luna apacigua el dolor sobre tu ausencia y los pájaros dibujan en el aire la inicial de un mañana sin nombres. Mientras mi soledad se acomoda nuevamente en los rincones como dueña de casa que regresa al lecho... ... ¡¡tan desprevenida se va gastando mi vida!!

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Sin llantos Sobre la espuma, la esperanza construye reflejos de soles y lentamente la vida se va rompiendo indolente entre los cristales del recuerdo. Sobre su paso constru铆 mi nido manso y

se

Sobre su latido mi coraz贸n hall贸 su ritmo y ha

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fue.

partido.


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Abrazo Egoísmo pegajoso el de tu esquina que me juró un amor hueco de «para siempre». Quebraste el cántaro de mi alma y sin permisos bebiste en la hondura del dolor que me hizo hombre en esas noches de enero. Te fuiste

no

dónde... ...

¿Por qué, si me has dejado, tu nombre me nombra y tu abrazo me extraña en la mañana?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Piedra Sobre esta misma piedra acompasé tus ansias, calmé la pasión sobre nuestros cuerpos en llamas. Frente a estas olas bravas bebiste con sed de mis sueños te saciaste con mi suspiro e hicimos juntos la calma. En este hueco dejaste sola a mi esperanza. Sigue la piedra en su lugar. Las olas continúan sin cansancio y mi alma se levanta sobre el amanecer como si morir de soledad no fuera nada. Piedra. Piedra.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

En esta soledad El tiempo hace flor la esperanza y fruto la paciencia, madura la angustia y la cubre de esperas, respeta los dolores y los añeja, en calma. El tiempo es capaz de todo de todo y de nada, pero pasa. Cambia los llantos más amargos y los hace canción para el recuerdo. El pasar de las horas impasibles repiqueteantes mansas, me va dejando el alma más cerca de tu alma y me aleja poco a poco de tu cuerpo que ya no está conmigo, en esta soledad.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Extrañándote Tal vez recuerdes mi nombre y lo murmures casi sin decirlo (despacito, como una plegaria solamente tuya y escondida) como yo lo murmuro. Tal vez añores mi piel y mi pecho, mis sensaciones sobre tu vientre. mis juegos en tu cintura combada, el amor y el deseo, incomparables como yo los añoro. Tal vez extrañes bajo la lluvia (que se enseñorea y embarra las callejas de los barrios perdidos de la vida, de los cuentos callados de la muerte) a mi mano, como yo extraño las tuyas. Tal vez… tal vez no olvides nunca y preguntes en silencio por mi cuerpo por mi locura por mi hueco de alondras por mis cielos, por tu lugar en mí, como yo clamo y te espero y no te olvido, mi amor, y no te olvido. - 154 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Nunca Siempre te recuerdo en cada chico que corre por la playa en cada beso en cada mano y en cada cielo que se estremece de colores al amanecer. Siempre te recuerdo en el azul del silencio y en el cuerpo, en la dulzura y el miedo en la aventura del velero que parte hacia el horizonte en el amor y en la espera (en mis cantos repetidos y obsesivos, también te recuerdo.) Todavía vivo porque aún no he aprendido lo suficiente. No pierdas la calma el momento llegará (no antes de que esté maduro el fruto no después que se encuentre el surco listo) Todavía aliento y camino y me dedico a fabricar sueños en los otros a calmar el dolor a mostrar rumbos diferentes pero hay muchas cosas que aún no he comprendido. Siempre te recuerdo en cada uno de mis aciertos, en mis dolores, en mis suspiros. Nunca te dije adiós. Nunca. - 155 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Soledad Soy (con tanto amor que me dan y que contengo), terriblemente injusto. Hoy siento en mí la más terrible y honda S

O

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E

D

A

D

Soltó mi mano. Su caricia ya no existe. Renunció a sus manos. Hoy es parte del pasado ese hilo que me unía a su destino. Inexorablemente. Sin embargo… La lluvia cae mansamente y Beethoven suena con sus cinco secretos desde el cello. - 156 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Yo sé No. No espero que se abra la puerta y en el reflejo se dibuje el contorno de su cuerpo manso. Yo, que conozco bien sus pasos, no los fabrico en la casa ni en los patios. No vivo pendiente de los ruidos. No me imagino a cada rato su voz amada al oído calmando mi hastío y mi cansancio. Yo sé.

Yo sé

Se ha ido. Se fue yendo despacio como el barco que se aleja en alta mar hacia el ocaso. Así se fueron todos los seres que me amaron.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Vos… no te acordás (Para Delia, que ha partido)

No te acordás siquiera del nombre de tus recuerdos. No sabés si tus seres amados … viven, si han partido, si fueron. “-¿Es de día o de noche?” “¿Es la tarde o la mañana que se va?” “¿Quién es ese que anda por la casa cantando?” “¿Por qué se fueron los que se han ido?” “¡Qué linda casa es ésta!” “¡Cuánto te quiero! Sos igual a mi padre…” “¡Esta ropa no es mía!” “¿Dónde encuentro yo a mi madre?” “Esta gente es muy amable ¿Quiénes son? ¿Quiénes?” Yo, te recuerdo. Te recuerdo levantándote en medio de la noche a cambiar mis sábanas . Te recuerdo dolida por mis dolores, feliz con mis ocurrencias de mal actor de reparto. Te recuerdo comprándome el primer guardapolvo blanco la cartera escolar más grande que mis miedos y los lápices de colores baratos en mis manos infantiles que buscaban los sueños. Te recuerdo honesta, trabajadora, firme, decidida, te recuerdo y dura a veces. Yo te recuerdo, si y aún no me olvido. Te recuerdo en silencio y en soledad bajo la glicina del patio leyendo la carta del que jamás volvería. - 158 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Te recuerdo conservando la rosa entre los libros de quien se quedó con tus sueños y los estrujó con una mentira. Te recuerdo cayéndote casi, pero levantando el paso para seguir adelante. Te recuerdo sonreír con mi primer poema, perderte en unos de mis haikus detrás de la luna y llorar con mis cuentos. Te recuerdo a cada paso y en tus arrugas veo mis caminos, en mis hábitos, tus senderos en mis defectos, tu paso y en mis fortalezas, tu leña seca para el invierno. ¡Cómo no recordar ahora que tanta falta hace que te recuerden! Todos parecen olvidarlo, querida, Pero aquí estamos, juntos. Nada de terror, nada de geriátricos, nada de soledades, nada de duros acentos ni de malos tratos. Recuerdos, en mi los tuyos y en los dos, los nuestros. Juntos, como cuando éramos capullo y sol. Hasta que uno parta pasito a paso rumbo al misterio vayamos, con amor y lentamente construyendo el adiós. - 159 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Del tiempo En la quietud de la espera conquista, mi alma, la luz del cielo, enmadeja con nobleza la canción del que ignora el sino. Con la mansedumbre del ave retrae, alma mía, tus dolores, aminora el crujir de las entrañas, cobija en las sombras a tu pena. Con la fiereza de las fauces y de las garras espera sin la prisa del espino a que un solo momento exhale la bendición del tiempo. Calma, cierra ese tibio rincón en donde duermen los recuerdos, aprende a decir adiós, sin mayúsculas, casi sin acentos, adiós.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Como jugando - 161 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece a la artista Cristina Gerbi

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Ausencia

Casi terrible es mi

ausencia

con vos.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Espacios

C贸mo me duelen

hoy tus espacios

vac铆os. - 164 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Sinfinsinfinsinfin Ahora sĂ­ que no me acuerdo. Esas penas se fueron limando la pena de estar solo la pena de estar sin vos la pena de estar sin la pena de estar la pena de la pena la Ahora sĂ­ que no me acuerdo esas penas se fueron limando la la pena la pena de estar la pena de estar sin la pena de estar sin vos la pena de estar solo. Ahora sĂ­ que no me acuerdo esas penas se fueron limando la ...

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Despacio Junté las flores secas del jardín limpié los espejos barrí la alfombra de sueños cerré la puerta de la espera desempolvé los cencerros del patio lustré el aldabón dorado acomodé los libros y los poemas tiré los recuerdos al fondo del alma. D

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Puse flores nuevas en tus plantas corrí de lugar las fotos con tu rostro seleccioné las fantasías tuyas más queridas abrí la ventana de la quimera blanca agregué campanas al viento perfumé el umbral de la casa seleccioné los mejores versos y preparé tus próximas ausencias. D

e s

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a

c

i

o

Han pasado instantessegundosminutosdíasmesesaños El tiempo cambia sus estaciones comienzan otra vez los murmullos que vendrán a conversar con mis silencios. - 166 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Se escucha El mar encrespa, enrolla y rompe sus olas diferentes sobre mi nombre solo en la playa. Todo se escucha. El sol abre una por una unaporunaunaporunaunaporunaunaporu naunaporunaunaporunaunaporunauna unaporunaunaporunaunaporunaunaporu naunaporunaunaporunaunaporunauna unaporunaunaporunaunaporunaunaporu naunaporunaunaporunaunaporuna. los millares de flores rosadas sobre el cÊsped y mis recuerdos parpadean en la luz de la tarde que espera un milagro, un milagro, un milagro, un milagro, un milagro, un milagro, un milagro‌.. Todo se escucha. Dios ha enmudecido y el cansancio se desmaya entre la roca y mi espacio. - 167 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Daj Daj Daj amún Akun jahún esturel Saqui ru fi. Asím, corn bol serú Bom ásuni dof, ¿Quán daj? ¿Quán? Daj Daj Daj amún ( A modo de traducción)

Basta Basta Basta de una vez A dónde llegarás coleccionando dolores y lamentos de agrietado eterno, pagando la cuenta ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo? Basta Basta Basta de una vez

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Lugares

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece a la artista Silvia Kum.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

En Teotihuacan (Recuerdos de Baldomero Fernández Moreno)

La tarde cae en el cerro se duerme en Teotihuacan y en el silencio del valle tu voz me sale a buscar Es tu aroma el que me nombra es tu color mi cantar es la pena y el camino es la luz la flor la sal... ¿Dónde estás que no te encuentro? ¿A dónde fuiste a parar? Yo tan solo sin tu abrazo Sin tu cielo Sin tu pan... ¡Qué destino éste del hombre que corre tras de su andar y en la huella se le escapa los sueños su canto el mar...!

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Camino a Talca A pesar de la niebla la montaĂąa testifica que estuvo por milenios esperando a la maĂąana. Imponente la piedra surge contiene besa se escurre avanza. Sobre la ruta delgada corre el auto con su carga se mete colea al viento, somnoliento, se desgrana... Te llevo conmigo mirando sobre mis ojos eternamente en la madrugada. En el fin del camino se despereza una incĂłgnita un saludo terso un canto un encuentro una alabanza: Talca. - 172 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Sobre el Cuzco Se enhebra la tarde y sobre el Cuzco antiguo mis ansias flotan a la deriva Es esta soledad (la de la espera la de mis lunas de agosto la de mis sue単os) que me marca los sonidos de tu nombre manso. En el cielo las nubes dibujan monta単as de algod坦n de espuma de silencio y en ese conjunto de promesas de sol que se escapan hacia el llano tu a単oranza es quien me invita a caminar despacio.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Llueve Llueve y sobre el alma se acurrucan, cobijándose las canciones del pasado. Llueve y con el viento se van poblando las ansias de silencios y esperanzas. Llueve en San José de Costa Rica sin tu latir a mi lado ¡Cómo me duelen las azucenas blancas sobre el recuerdo! ¡Cómo me reclaman en la distancia tus ojos mansos...!

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

El Castella Prendida de las montañas sobre el filo de la noche Costa Rica se enciende en luces y curvas largas. Nuria se afana por darle a mis ojos de luna un vaivén de caminos que surgen, tintinean y se desatan. Mi corazón se duerme sobre sus ansias. Los niños del Castella hacen cosquillas multicolores en los recuerdos de la ventana. Mi alma se eleva sobre la brisa enhebrando la palabra.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Santiago Chile sufre. Santiago clama a los cielos. Entre la lava que desciende mi coraz贸n se deshace de nostalgias. En la inmensidad del fuego, sin recuerdos, vagan suspiros y se帽ales. En medio del misterio mi alma permanece llena de las luces de anta帽o. Los gritos y los llantos reclaman. Madres que han partido. Hijos con hambre de un abrazo . Silencios que se destierran al prado de los muertos. No tiene naci贸n el dolor.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Noche. Guatemala Guatemala, aguanta. Parece que el horror y la muerte ganarán al sol de la madrugada, que sobre la tierra herida no podrá crecer un ocaso que sea otra vez tierno, que encima de las lágrimas no espiará la esperanza. Sin embargo el tiempo pasa. Aún sobre la desgracia, sobre el desengaño y sobre el dolor, pasa. Y pasa sobre la herida sobre el frío y la nostalgia para inaugurar otro día en algún recodo del alma. Noche. Guatemala.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Cuba Ceñida por sus sueños haciendo del tiempo un capullo y del algodón un cielo, Cuba resiste. Rodeada de canciones de carros viejos y sostenidos, juntando la nostalgia con el anhelo La Habana se descascara. Acariciada por las olas que acunan una esperanza y retorciendo los días junto a las cenizas la isla se sostiene. Meciéndose en el recuerdo Al grito de ¡Revolución! suelta su estallido el pueblo. En la contradicción de la huída o la patria la madre o la búsqueda la balsa o el surco, se despelleja. Acariciando pieles de cien colores y pasiones retenidas se tiñe de bronce y sol esperando y esperando. Pero no sonríe.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Finales - 179 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

La ilustraci贸n de la p谩gina anterior pertenece a Juan Carlos Lespada

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Se desmaya Así con naturalidad el cielo se cubre de nubes y se hace espuma. Así simplemente el sol se esconde y la vida torna de colores y de formas Así con calma, una gaviota vuela sobre el cielo el destino teje caminos por sobre los sueños. Así también como si nada pasara se inclina el sentido se arrodilla la pena se desgrana el alma una lágrima se desmaya.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Caricia Un día terminaré cerraré el invierno enmudeceré las palabras abandonaré los refugios calmaré mis ansias de distancias. Un día terminaré descolgaré del hombro mi sed de abrazo desterraré a la calle larga mis búsquedas en la oscuridad derribaré con los puños cerrados la puerta de los tiempos. Un día terminaré entornaré los recuerdos dejándolos ir con el río aflojaré los dolores empujándolos para que rueden hacia su nido en el mar sin llantos. Un día terminaré seré nube seré sol y seré sombra roca y agua seré viento y luna. Moriré de soledad recordaré sus ojos cálidos enamorados y para el hueco de esa caricia entregaré mi cuerpo. - 182 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Naufragio Nunca supe por qué misteriosamente, las plumas crecen y se hacen alas y las alas maduran los vientos de la tarde. Nunca supe cuándo ni cómo, ni siquiera dónde mis sueños comenzaban a crecer y mi palabra a hacerse fuerte. Siempre tuve fuerzas para arrullar mis olas siempre construí la esperanza sobre el mástil de las mañanas siempre anudé con furia las velas de mi desesperación siempre puse proa blanca sobre mis dolores y mis ansias. ¿Por qué nunca supe, verdaderamente, qué parte de mi alma se hizo a la mar junto con sus ojos, qué pedazo de mi barco quebró su quilla en la arena? ¿Cuándo naufragó mi destino?

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Les miré a los ojos vi los resplandores y las canciones vi el silencio y el nuevo camino, sentí sobre la piel que los años habían pasado y las lealtades. Comencé a deshojarme con la palabra en cenizas y el espejo ausente. Sin mirar atrás, oí las voces de los guerreros de la fragua, de los que harían chillar la injusticia bajo la tiza, de los que pagarán las cuentas del silencio, de aquellos que nunca marcan su paso en la arena, de los que inaugurarán la sonrisa apostando a la mañana. Guardé mis azules de estrellas mis libros ya viejos, enrollé la alfombra de mi madre. Rescaté las fotos de los ausentes, el rumor lejano del pasado que se iba haciendo distancia. Y me fui despacio Sereno, iluso calmo, sin un abrazo. - 184 -

Huellas


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Caminar Caminar, caminar y no volver nunca a ninguna parte. Salir de mĂ­, de vos, de todos, del alma de la carne de la soledad... Caminar hacia la luz y hacia la sombra sin saber, sin poder sin vislumbrar siquiera la Ăşltima gota de esperanza y entonces sentarme sobre mi sombra, sacarme el sombrero y desnudar mis penas para que se las lleve el viento Quiero salir caminar caminar caminar... ser infinito.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

El Señor de la luz Cuando la chispa salte y se haga furia de luz por un momento. Cuando el incendio se atragante de árboles y distancias como si jamás fuese a detener su paso... un día lo verás. Cuando la leña arda y en su crepitar raspe el atardecer o cuando en la oscuridad el farol ilumine una ventana solitaria que espera a alguien, a su perfume de maderas dulces desde hace tiempo y tiempo y tiempo... lo verás. Allí, el Señor de la luz estará haciendo espejos de tu rostro, de tu risa de tu canto... Cuando la llama de la vela baile, sin viento, hacia arriba afinándose traviesa o engordando como un globo que se escapa hacia el cielo sin prisas, sin nudos, sin inviernos... ... entonces lo verás. Será un instante. - 186 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

El Señor del Fuego podrá estar revolviendo el caldo de una sopa pobre en un mediodía de frío, de hambre y lluvia fina, mientras observa, mansamente, el ademán callado de tu nombre. Cuando el fogón azul de los recuerdos te queme el alma con su rezo, cuando el baúl de las ansias puntiagudas se haya roto y las lágrimas curen tus heridas... ... lo verás. El Señor de la Luz permanecerá copiando incesante y en silencio los instantes de tus pasos… Un día lo verás. Será fugaz. Sutil. Definitivo. Sentirás que has pasado por el fin. Verás el camino hacia atrás, colinas, montes, ciudades y personas y sucesos. Observarás la figura de tu Hombre del Destino, sentado en la cima de la montaña con el Libro del Ocaso entre sus manos sabias, sus dedos buscadores de roces prohibidos y de chasquidos nobles. - 187 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Entonces, mientras estés detenido, agradablemente preso de la espera, él prenderá una vela por cada uno de tus años, agregará una llama por cada hijo que hayas criado, por cada canción, por cada acierto, por cada pequeñísima caricia de consuelo. Encenderá otra más por tus recuerdos mansos, por los recovecos de paz y algunas por tus renunciamientos. Por tus sueños, elevará su luz y antes de terminar, encenderá una llama por cada vez que en silencio has dado un beso. Un día lo verás. Será curioso, bizarro tal vez, Chisporroteante, serio. Apagará entonces una lumbre por tus encuentros negros, otra por tus fallas de fe y de esperanza en el mañana, otra más por herir con dolor el corazón del tiempo. Soplará el pabilo descontando de la lumbre, uno por uno, los escalones de tus múltiples infiernos. Lo verás. - 188 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Irremediablemente y con acierto restará luz por todo aquello en que algún mal, alguna vez, has hecho, pero también por lo que has debido hacer y nunca hiciste y desde entonces estuvo anotado en el pliegue memorioso de sus cuadernos. Cuando el Destino se hunda, se desvanezca despacio por los suaves terrones de tu suelo, tendrás que cruzar el río, la puerta, la canción, el tiempo... ... Será noche cerrada con tantos candados como años tengas, y para hacerlo podrás usar la luz que te quede encendida. Después de todos los descuentos, el Señor de la Luz limpiará despacio, con la manga tenue del tiempo, su espejo, y te acompañará en las sombras paso a paso mientras prepara para tu alma algún nuevo reflejo. Recuerda: El Señor de la Luz te está encendiendo. - 189 -


No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Viviendo Recorro hilos que se sostienen en el aire. Sumo recuerdos. Saboreo sensaciones ocultas. Enciendo el costado del arenal y el sonido del viento dibujando caprichos en las dunas. Busco bajo la tibieza del mar un canto rodado para llevarme prendido en el recuerdo. Oteo el horizonte tratando de divisar una mirada en la otra orilla. Entorno la ventana del pasado. La cierro de a poco, sin dolores. Invento otras coordenadas sobre el filo del maĂąana. SonrĂ­o agradecido a la vida que pasa, pasa y pasa, entre soles viejos y lunas nuevas, viviendo.

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

Índice de capítulos e ilustraciones 5 Dedicatoria y palabras del autor Ilustración: Irma Mazza 11 Definiciones Ilustración: Santos Pereyra 29 De amores Ilustración: Irma Mazza 69 Estaciones Ilustración: Marcos Faccio 79 Incógnitas Ilustración: Alberto Tenaglia 97 Con mar y luna Ilustración: Alejo Sánchez 119 De ausencias Ilustración: Alejandra La Porta 143 Sobre el adiós Ilustración: Juan José Mosca 161 Como jugando Ilustración: Cristina Gerbi 160 Lugares Ilustración: Silvia Kum 179 Finales Ilustración: Juan Carlos Lespada

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No quise callarme

Juan Carlos Lespada

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