CRÓNICAS DE UN NAGUAL celebración, caída y, otra vez, celebración
por JUAN PEDRO SALDUNA dibujo de tapa, diseño, diagramación de texto y edición: SATURNINO GONZÁLEZ gonsatur@gmail.com / www.gonsatur.blogspot.com
publicación: EDITORES MATREROS editoresmatreros@gmail.com / www.editoresmatreros.blogspot.com
Buenos Aires, diciembre de 2013.
Dedicado a todas las personas que luchan por el sueĂąo de un mundo mejor, mĂĄs justo, sin tantas muertes ni miserias innecesarias.
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uando le preguntaron a Buda sobre cuál de las distintas doctrinas debía seguirse. Él respondió:
“No creáis en una cosa que se dice por el solo hecho de que se dice; ni en las tradiciones porque han sido transmitidas por la antigüedad; ni en los rumores como tales; ni en los escritos de los sabios sólo porque proceden de ellos; ni en ideas que quizás imaginéis que han sido inspiradas por un Deva (esto es, en una supuesta inspiración espiritual); ni en conclusiones sacadas de alguna suposición que por acaso podáis haber hecho; ni en la que puede parecer una fatalidad inevitable; ni en la simple autoridad de vuestros propios instructores o Maestros. Pero creed cuando el escrito, doctrina o máxima esté sancionada por vuestra propia conciencia. Por esto yo os he enseñado, no a creer meramente lo que habéis oído, sino a creer según los dictados de vuestra propia
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JUAN PEDRO SALDUNA conciencia, asĂ como a obrar segĂşn ella con entera y completa libertad. Buda
Si bien en este libro no se expone ninguna doctrina, soy consciente de que todo lo dicho en el mismo puede estar enteramente equivocado.
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PRÓLOGO
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esús tenía razón, Dios abandona a sus hijos. Jesús era un gran hombre, un nagual, un luchador que salvaba a prostitutas de ser apedreadas, que echaba a latigazos de ser necesario a los capitalistas de su época, los mercaderes. Un hombre que desafiaba a los imperialistas, seguramente, porque creía que valía la pena luchar por un mundo mejor, más justo. Este hombre, este nagual, murió torturado horriblemente en una gran cruz; y toda su lucha, su amor y su entrega hoy son el mejor negocio de los mercaderes de nuestra época. Evidentemente, Jesús tenía razón, Dios abandona a sus hijos. Jesús era un hombre, un nagual. ¿Como es que lo sé? Eso es lo que pretendo explicar en este libro, con la historia que les voy a contar.
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LA BÚSQUEDA
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Cómo empezar todo este asunto? Me es imposible no reír cuando me hago esta pregunta. Pondré como comienzo relativo, mi primer contacto con un brujo. El hombre tenía un claro manejo de la telepatía, percibía cosas, sabía de curar, tenía un espíritu aliado. Aunque fue poco mi contacto con él, este encuentro fue fundamental en mi existencia. Había salido de la ciudad al campo buscando respuestas, cargaba con algunas derrotas donde había perdido, amor, casa y objetivos. Solo sentía angustia, desconcierto y una inconciente necesidad de algo más. Mi espíritu sabía, que tenía que haber una respuesta, un camino para seguir. Y apareció allá, donde va la gente que no quiere más el estrés, el dinero o la asfixiante rutina de una gran ciudad. Allí, la magia de las pequeñas montañas vestidas de verde, sale al paso de la gente con mucha más fuerza, con más naturalidad, llevando a algunas personas a una insana locura y a otras a un universo de saberes exquisitos que transforma a las per-
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sonas en sabios. Todo depende, de la dedicación y el compromiso de quienes se adentran en el camino del guerrero. A pocos días de conocer al chamán, le pedí una guía que me ayudara a entender todo esto. Se rió de mí, hizo un par de chistes, sonrío y luego accedió. Me prestó un libro, “RELATOS DE PODER” de CARLOS CASTANEDA. Fascinante, las increíbles historias relatadas en el libro más las demostraciones de poder realizadas por el chamán, me dieron la certeza de que había muchas mas cosas para hacer en este mundo que la aburrida búsqueda del dinero, la fama o la aceptación social. Toda mi vida no había sido más que un loco aspirante a la burguesía, un pobre queriendo ser rico, para disfrutar las trivialidades de una vida insulsa. Esa búsqueda sin sentido, me había convertido en un alcohólico y drogadicto, un desquiciado buscador de aventuras. Tenía que haber algo más y lo encontré. Ahora se abría ante mí un universo desconocido, lleno de posibilidades fascinantes. Podría ser amigo del Sol, de la Luna, del Rayo, de las lluvias, de los vientos. Podría hablar con las aves, las plantas, los perros, los lobos e incluso con los insectos. Podría hasta volar en los sueños, ver otras realidades, traspasar paredes, ver la energía de todo y cuanto me rodea, volar. El Universo sería mi guía y haría uso de sus maravillas para guiarme.
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Y sólo era el comienzo. Aún faltaba lo más importante, adentrarme en ese mundo para vivirlo más allá de lo imaginable. . * Quien haya leído los libros de Castaneda sabe que ser un nagual no tiene ningún merito. Es sólo una configuración energética diferente. Las personas somos huevos de energía — verdad que he constatado a través del proceso de VER—. Estos huevos pueden estar divididos en dos como es el caso de la mayoría de las personas o en cuatro, como es el de los naguales. Esta configuración diferente le da a los y las naguales la capacidad de aprender mas rápido, de tener más ímpetu, más energía y quizás más sensibilidad. Pero por otro lado y por lógica directa, los naguales tendemos a ser arrogantes, prepotentes, vanidosos, con una clara inclinación hacia cualquier tipo de vicios, caprichosos y exagerados cuando de sentir se trata. He conocido algunos naguales y coincido con lo que decía Juan Matus (nagual guía de Carlos Castaneda): —Somos insoportables, los naguales somos seres insoportables. Poseo la mayoría de las características antes mencionadas, aprendo rápido, me he aventurado en empresas que muchos considerarían imposibles y he salido victorioso. Pero en mi contacto con
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otras personas siempre estoy muy activo y le exijo mucho a los demás o me apasiono tanto por las cosas, que termino por ponerme irascible; o simplemente tras obtener un par de victorias, me empiezo a creer superior a los demás aflorando así toda mi arrogancia y vanidad. Una porquería. También es cierto que hay muchas personas desagradables y mezquinas, sean naguales o no, pero eso es apenas una excusa, un consuelo. Aquí lo que importa es: LA oportunidad. Y no hablo de “la oportunidad capitalista y burguesa” de conseguir el puesto laboral más codiciado. Ni de la oportunidad de convertirte en estrella televisiva, siempre que un productor por azar te descubra. Hablo de la oportunidad que nos da la vida a todas las personas por igual de convertirnos en gente de bien, útiles para un objetivo mayor. Y la oportunidad de estar en armonía con nosotros mismos, consiguiendo nuestros sueños sin traicionar lo que sentimos que somos. Esta oportunidad se cultiva con humildad, respeto, lucidez y confianza en uno mismo. Si no logramos conseguir estas cualidades, no tendremos nada. Seremos seres arrogantes y mezquinos y cuando la vida nos muestre nuestro inevitable final, la muerte. Entenderemos lo tontos que fuimos y de la increíble oportunidad que nos perdimos. Quizá, por eso a menudo los viejos son mejores personas. Tienen más presente el acechar de la
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muerte, y eso naturalmente los hace más humildes, espirituales, comprensivos y hasta generosos. ¿Quien no quiere a sus abuelos? * Antes de continuar debo aclarar un punto que me permitirá ahorrarme muchos detalles. Todo lo relatado en los libros de Castaneda es cierto. Pero lo importante de estos libros no es creerlos, sino verificarlos. No importa saberlos de memoria o pasar horas debatiendo su contenido, importa vivirlos, en carne propia. Sólo así se comprende que son ciertos y útiles para nuestro deseo natural de aprender.
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EL ABRAZO DEL SOL
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erré mis compromisos en el valle donde vivía el chamán. Le devolví el libro, le agradecí, saludé a los amigos y me fui en busca de mi propio camino, con sus propias características. (La Luna me guía, me hace bien mirarla, en ella encuentro respuestas. Mi mayor deseo está, por un lado, en aprender a interpretar las señales, comunicarme con los espíritus guía. Por otro, en detener mi diálogo interno, para poder percibir mejor. El objetivo es aprender a VER. Cada ser resplandece una luz y esta compuesto de energía. Quiero VERLA. Claro que todo era un caos. Mi mente no sólo no se acallaba, si no que ahora al escucharla con más atención todo se vuelve más confuso.) Crucé la frontera de ilegal. La burocracia de mi país de origen hacía que nunca llegasen los papeles. El viaje duró 4 meses y si bien no me arrepiento, no era lo que buscaba. No obstante, supongo
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que todo lo que se haga, puede ser útil para aprender. —Un guerrero debe guiarse por su poder personal, por su suerte. Así hablan los libros de Castaneda. Si tuve suerte para subir; volver fue un verdadero aventón. Tardé un mes en la ida y apenas una semana en la vuelta: ¡si hasta un milagro en el último tren corono la llegada! Y al llegar, todo comenzó a ser “Perfecto”. —Un guerrero debe tomar caminos con corazón y seguirlos hasta el final. Otra enseñanza de Don Juan. Eso de seguirlos hasta el final, siempre me despertó desconfianza. Años más tarde lo entendí, "suerte de principiantes y la prueba del conquistador" y yo ya había empezado con suerte. Totalmente diferente de lo que esperaba de los libros de Castaneda, la magia estaría en una ciudad. Era feliz en ese lugar. Aunque era difícil muchas veces; insoportable y raro, muy extraño, muchas otras. Igual yo era feliz y cada ves más. Hacíamos fiestas, aprendíamos cosas, tomábamos decisiones en común. Jugábamos y luchábamos, como niños, como adultos. Tomábamos la vida y nos organizá-
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bamos para vivirla y todo el universo estaba de acuerdo con eso. Dejé la ciudad camino a la naturaleza en busca de paz, en muchas ocasiones Pero en la confusión de mi mente, al mirar la Luna, en la soledad de las montañas, recordaba las fiestas que hacíamos en su honor cada veintiocho días y volvía a la ciudad. Recordaba a los amigos y amigas, las cosas que compartíamos y volvía a la ciudad. Salir me hacía bien; volver me hacía mejor. Todo era hermoso: estábamos construyendo un ideal, pero a la vez la magnitud de su potencia, asustaba y confundía. Tanto así, que un buen día, todo iba a cambiar y para siempre. El Universo tenía preparado para mí, la más maravillosa “FIESTA DE DISFRACES”. En esta fiesta estaban todos, y el “DIOS TODOPODEROSO”, creador de todas las cosas, era su anfitrión. Estaban también: el ángel descarriado, “LUCIFER”; “BUDA”, el hombre más sabio, tan cercano al Dios primero, que estoy seguro que lo considera el mejor de los maestros; la “MADRE TIERRA”…
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No sé como explicar este momento, ni siquiera sé cómo narrarlo. Fue el momento más increíble de mi vida, del que siempre estaré agradecido. Una magia tan grande qué superó todo lo que podría imaginar: “EL ABRAZO DEL SOL”. Meses más tarde supe que así se llamaba y que el “abrazo del sol” es un momento crucial en la vida de los naguales. Lo tuvo Carlos Castaneda, lo tuvo don Juan y, hasta dónde sé, todos los naguales que alcanzan cierto grado de poder. Simplemente, todo esto es mucho, aún no entiendo nada sobre el Universo que nos rodea. Mis amigos y amigas tenían un disfraz puesto. Los personajes aparecían según se me iba contando una historia con un sincronismo imposible y perfecto. Siempre lo relacioné con una historia que contaba Carlos Castaneda en uno de sus libros. * En una ocasión, Don Juan lo llevó de viaje por unos bosques en las montañas. Se cruzaron con cuatro aprendices de brujería que estaban buscando cuarzos de poder. Entonces, Don Juan preparó un “fuego mágico o de poder”, cómo gustaba llamarlo. Y realizó una representación teatral a la luz de ese fuego. Castaneda narra maravillado, un extravagante disfraz de pirata acompañado de una actuación ri-
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dícula. Lo curioso de ese suceso es que las cinco personas que lo vivieron, vieron cosas diferentes. Marcadamente diferentes. * En la noche de mi iniciación como “nagual”, chamán o brujo, sucedió algo parecido. Según me enteré semanas después, las diferencias de lo vivido entre todos los participantes de esa noche son extremas. Comenzó muchos días antes con indicios y señales que fueron sirviendo de preparativos. Un gran amigo, el qué recibiría el disfraz del “TODOPODEROSO DIOS“ me había regalado una remera con la cara de Maradona pintada a mano. Lo particular de este gran amigo es que había estado 7 años preso por asesinato y 5 años más por otro asesinato. Tenía problemas con el alcohol, una personalidad bastante violenta; pero también un gran corazón. Todos veíamos en él a una buena persona: humilde, luchadora, respetuosa, noble; pero que, al sentirse amenazado, se transformaba en una ser peligroso (Sabíamos que ciertas personas, si había líos, mejor que no estén borrachas y descontroladas, o por lo menos que no estuvieran cerca). Yo siempre lo observé como el niño abandonado, el marginado social, echado a lo más bajo de las clases sociales desde su más temprana edad.
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(Estos niños son despreciados constantemente por lo más hipócrita, mezquino y miserable de la sociedad humana. Es la idiotez más despreciable condenar a tantos niños a vivir en circunstancias de frío, hambre, violencia, vulnerabilidad, marginalidad y discriminación. Para que encima, tengamos el descaro de echarles la culpa, juzgarles y encarcelarles por su conducta “no social”. A veces creo que damos asco.) Pero este niño había sobrevivido y aún luchaba por ser una buena persona, lo admiraba por eso. Siempre me preguntaba qué hubiera sido de mí, de haber tenido esa infancia. Pienso que no hubiera sido mejor que él. * En la mañana del 31 de diciembre de hace ya ocho años, las cosas no estaban fáciles en el Centro Kultural donde vivía junto con otras 8 ó 10 personas. Mucha tensión por el cierre de un año agitado. Y este gran amigo andaba con ganas de matar a cualquiera que se cruzase en su camino —o por lo menos lastimarlo bastante—. Había que ayudarlo, quería que se calmara, que supiera que para mí, él valía la pena y señalándome la remera con la cara de Maradona le dije: —Loco, vos sos mejor que el Diego. —Por qué?— Me preguntó.
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—Porque vos nunca conociste la fama, ni la gloria y aún la seguís luchando. Le cambió la cara. Nuestra amistad era fuerte. La Eternidad lo sabía. * Las cosas se calmaron, seguimos con los preparativos para la fiesta de fin de año: la comida, la cerveza, el lugar. Las señales fueron constantes durante todo el día, por lo que supe meses más tarde. Demoré meses —quizá un año— en enterarme que había superado con éxito “LA PRUEBA DEL CONQUISTADOR”, o todo hubiera sido diferente (!). Tuvo dos partes. Una de “LEALTAD”, después de la comida. Luego del brindis, todos saldríamos a distintas fiestas. La ciudad entera era una fiesta. Pero mi amigo no quería salir. Tuve la posibilidad de elegir. Pero yo no podía dejarlo solo, elegí bien. La segunda, de “CORAJE”. Ya solos y de la nada me arrinconó contra la pared y me preguntó: —¿Qué pasaría si ahora me vuelvo loco y te mato, yo que ya mate dos veces y no temo volver a matar?
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Bastante calmado le dije: —Ya pasaron las 12 de la noche, ya tendría que haber muerto hace mucho tiempo… No le temo a la muerte, no me importa morir. Me miró, sonrió y susurró: —No te importa morir… Vamos a ver… * A mi entender eso fue un click, la prueba había sido superada, la función podía comenzar y todo justo a tiempo. Si tan solo hicieron falta un par de muy buenos trucos para que en 15 minutos yo tuviera la desfachatada pero inquebrantable certeza de que el ser que tenía en frente era, sin duda alguna, el espíritu creador de todas las cosas, el Dios, el Destino, el Águila, Alá o cómo quieran llamarle: “EL UNIVERSO ENTERO”. No podía ser, pero era lo que estaba sucediendo. Su mirada expresaba tranquilidad, confianza, picardía; como quién con una sonrisa te dice "estas en mis manos". Todo era extraño. Lógicamente, una parte de mí buscaba negarlo pero la fuerza de los sucesos se imponía. ¿¿Estaba hablando con Dios?? Y las pruebas eran irrefutables, definitivamente, estaba hablando con Dios. Prefiero llamarlo Universo, aunque sea un nombre muy largo. Los chamanes del antiguo México
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lo llamaban “el Águila”, la palabra Dios ha sido demasiado bastardeada por la iglesia católica y tiene un significado que no comparto. Era más cercano al Krishna de las escrituras védicas, fascinante. * Una de las primeras respuestas que obtuve fue sobre mi padre. Él había muerto frente a mis ojos hacía más de 6 años por un cáncer terminal. En el instante preciso en que yo me acercaba a una ventana buscando, una brisa familiar que ya me había demostrado que el espíritu de mi padre aún seguía conmigo. La Eternidad me dijo: - tu padre está bien, él es mi amigo. Murió luchando como mueren los guerreros. Comencé a correr. Estallé de alegría y gratitud. ¡Mi padre estaba bien! Y lo extremo de las emociones de esa noche hizo de cada momento algo sublime, exquisito, indescriptible. Un suceso iba encadenándose a otro, y yo, fascinado, continuaba sin creer nada de lo que sucedía. Traté de fluir de la mejor manera, aceptando cada palabra y cada acontecimiento con humildad y admiración. La Eternidad estaba aquí. Todo era ¡¡perfecto!!
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El primer personaje en aparecer fue “EL BUDA”. Me muestra la fuerza del yoga. Y qué es un gran aliado del Universo, que ese privilegio lo había conseguido con mucho esfuerzo. Es un verdadero “artista” lleno de gracia y armonía, y de una luminosidad radiante. El universo me mostraba que el Buda es un ser maravilloso, qué había conquistado los saberes más exquisitos y me invitaba a seguirlo, a que intentase lo mismo que él. Ese es el camino a la Eternidad, el conocimiento. Buda es gran maestro y convertirnos en maestros nos acerca a la esencia misma del cosmos. Estos hechos por sí solos, eran un ataque a mi vanidad. Yo queriendo imitar al Buda y mis movimientos torpes poniéndome en ridículo. Mi torpeza me hacía reír; mi soberbia, llorar. Todo a la vez, era gracioso y extremo. * El deseo del Universo era compartir: esa noche lo que hubiera sería para todos.
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Cervezas nunca faltaron. Yo no tomo alcohol y brindé con agua. Tomé agua toda la noche. “ÉL” lo aceptaba feliz, le gustaba el hecho de que respetara mis propias decisiones más allá de quién tuviera en frente o de lo ridículo que pareciera. * El siguiente personaje en aparecer —justo cuándo la “Hierba Sagrada” se había acabado—, fue “LA MADRE TIERRA”, la Pachamama. Llena de gracia en su caminar —como si flotara—, todo su ser era abundancia. Maravillado miré hacia la Eternidad, que con una sonrisa me confirmo que ciertamente se trataba de Ella. . (La “Hierba Sagrada” —también conocida como Marihuana o Cannabis Sativa— en esta porción de la Tierra se consigue sólo por contrabando, apretada hasta más no poder para facilitar el tráfico y llena de químicos dañinos.) Sin embargo, esta dama traía abundantes cogollos frescos, como recién cosechados, en una hermosa bolsa hecha de fibras naturales. Conversamos un rato. Por supuesto, su nombre era Florencia (!). ¿Lo ven? Todo era perfecto. Estábamos los tres el Universo, la Madre Tierra y yo. En un momento el Universo me miró y sin precisar palabras me dio a entender que si bien yo
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hoy no necesitaba nada que fuera a pasear con la Tierra, mientras él preparaba todo para compartir un instante sencillo, fumando un cigarrillo de marihuana, con unas de sus tantas creaciones, o sea yo Accedí al instante, por supuesto. Y paseando por la Tierra junto a “la Madre Tierra” llegamos a donde un tablero de ajedrez, que sirvió de maqueta para mostrarme un paraíso. Donde alfiles, peones, reyes, reinas, torres y caballos no tienen escalafón social y viven todos juntos sin importar si son blancos o negros, en una tierra hermosa a la que tampoco le importa si el suelo que pisan es blanco o es negro. Era la paz. Todos reían, cantaban y hacían lo que querían. Incluso luchaban con gran furia, pero motivados por el deseo del goce y la felicidad; por la belleza del aprender y el compartir; por el sueño de amar. Era el paraíso de los sabios. Comprendo. Aquí estaríamos los necios ¿por qué nos darían otro paraíso si ni siquiera podemos cuidar de este? Cuando aprendamos a guiarnos por el deseo de gozar y ser felices; cuando amemos la belleza de conocer y compartir; cuando vivamos el sueño de amar todo y cuanto nos rodea; todo y cuanto somos; haremos de esta Tierra el paraíso que ya nos vamos mereciendo. Quizás sea momento de despertar para dejar de perder el tiempo, que encima no tenemos…
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Yo estaba conmovido, pero aún faltaba algo. Claro, aún faltaban piezas en este paraíso, una reina y dos peones: una hermosa mujer y mis dos hijas. El Universo ya me había hecho esa promesa: en algún momento yo tendría la posibilidad de ser padre y compartir mi amor con una hermosa compañera. Siempre me gustó esa idea. Quebré en llanto. Volvimos, charlamos, fumamos, reímos a carcajadas. “LA MADRE” dejó las flores como obsequio para lo Eterno y se marchó. * Aún faltaba para que amanezca, pero ya estaba entrada la madrugada. Apenas habían pasado 15 minutos, cuándo de repente golpean a la puerta: —¡¡¡Abran!!! —Uuuhhh, mirá quién llegó—dijo la Eternidad, irónico, sonriendo, jugando. —Abrile—. ¿Quién será? Me preguntaba. Y al abrir exploté en una carcajada que me dobló en dos. Estupefacto observaba un ser, pelo largo, anteojos negros, un gran tapado abultado y una expresión de fastidio y vanidad muy marcada. Me miró como sin entender de que me reía y entró.
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“EL DIABLO” había llegado. Era toda burguesía, vanidad e histeria. Estaba representado en la piel de una mujer hermosa, pero ridícula en su vanidad. Estaba enojada se quería ir a dormir, nos explicaba que el día había sido largo, qué tenía cosas que hacer temprano y que todo su ser precisaba descansar. El Universo la miraba como diciendo: —¿Y por qué no lo haces? Mientras yo me aguantaba la risa. Nuestra actitud la molestaba aún más. La cuestión era que había que apagar la música, pero el Universo no quería: —Estamos celebrando una fiesta— Le decía. ¿Lo ven? Quería acabar con una fiesta sagrada. (Considero que el Diablo no existe. Lo de aquella noche era más bien una metáfora del deseo de las personas de escapar de la verdad, en todas sus formas y la consecuencia que eso trae. Don Juan, en los libros de Castaneda, habla de “LOS ENEMIGOS DE ‘UN HOMBRE DE CONOCIMIENTO’”. Son cuatro –luego lo veremos con detalle–, el tercero es “EL PODER”, cuándo una persona ya sabe hacer algunas cosas determinadas y tiene suficiente energía, se dice que tiene un poder en particular, pero aún no sabe qué hacer con él: eso es “el Diablo”. Por esta razón no veo maldad sino mediocridad y estupidez, como quién busca la felicidad a través
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del dinero y al no encontrarla se vuelve caprichoso, histérico y cruel. O, por ejemplo, el practicante de artes marciales que por aprender a golpear, considera que puede andar sometiendo a otros. El arte genuino está más allá de ese punto, por eso, las personas sabias comprenden que un poder hay que aprender a usarlo y no caer ante el deseo de querer imponer las reglas. Sin embargo el alcance de este deseo es impresionante y a mi criterio exagerado y grotesco. Ridículo en el mejor de los casos.) Si hasta en el medio de un ataque de ira desconectó el equipo de música, gritando e imponiendo órdenes a un Universo que atónito de risa me miraba y en complicidad me decía: —Está loca. Muy gracioso. Las personas somos así, es el problema del libre albedrío. * Con el Diablo durmiendo y, obviamente, la música sonando, la fiesta siguió. Aún faltaba un personaje antes de que amanezca y muchos otros para después. Era un exquisito deleite todo lo que estaba sucediendo.
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La charla siguió y al poco tiempo apareció “EL ESTADO”. Una metáfora de la Democracia que discutía delirantes propuestas de organización social ante una Eternidad que lo miraba con cierto aire de desconfianza. Era corrupto y también buena gente. Su ley decía: “el fin justifica los medíos”. (Sin saber que los medios condicionan el fin.) —“Tomaremos el Poder para hacer mejor las cosas, y si hay que corromperse y negociar con los corruptos, así se hará”— Sostenía. Lo gracioso de este personaje era que se presentaba como el dueño de las verdades, conocedor de los secretos y solucionador de todos los problemas, sin darse cuenta de lo equivocado que estaba y de lo evidente que era esto para nosotros. Yo, de ideas anarquistas, libertarias, estaba en mi salsa: poniendo en ridículo a un Estado prepotente y arrogante. Pero lo Eterno me invitaba a calmarme, a disminuir también mi arrogancia a mantenerme sobrio. Este “Estado” precisaba ayuda, no castigo. Ciertamente estaba confundido, quería hacer bien las cosas, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Y su vanidad, no sólo le impedía verlo: ni siquiera le permitía pedir una ayuda que, de igual forma, menos se permitía aceptar. Parecía más vulnerable comparado con el Diablo. En resumen precisaba de ayuda aunque ciertamente no lo supiera ni lo quisiera saber.
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* La clara de la mañana alumbraba esta porción de la tierra aunque el sol aún no apareciera. Después de un par de debates políticos, “el Estado” se durmió. Después de algunas sonrisas cómplices y para cuándo volví de la cocina, la Eternidad también dormía. ¿Dormía o estaba en otro lugar? En la soledad, con todos durmiendo, mi éxtasis se hizo incontrolable. La euforia dentro de mí ardía en deseos de explotar, saltar, gritar. Miraba a mí alrededor y simplemente no entendía nada. Una felicidad absoluta y desconcertante. El estado más increíble que haya vivido jamás. Nirvana. Sin saber qué vendría, lo tomé con naturalidad, me acerque a la ventana a esperar la salida del Sol. Muchas veces en fiestas, luchas y trabajos procuraba esperar despierto el amanecer en honor a los zapatistas quienes luchan desde la eterna noche de los 500 años por un nuevo día para sus hijos, para las generaciones venideras: “para nosotros nada”. Y esa era mi forma de honrarlos, algo tonto, sin importancia.
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Habiendo adquirido la calma, contemplaba la luz del día rebotando en las grandes torres de cemento, plástico y cristal. Contemplaba el despertar lento de las calles; las antenas que comunican a las personas; el perfecto y sincronizado vuelo de las aves urbanas. En esa paz infinita, aguardaba la salida del sol y allí sucedió. Cuándo los primero rayos del Sol se abrieron paso en el horizonte, mis ojos brillaron más que nunca, lo pude sentir, sólo pude cerrarlos y estirar los brazos en un exquisito sentir. Los rayos envolvieron de a poco mi cuerpo quitándole peso hasta sentir que los pies se despegaban del suelo, estaba flotando, fue volar. ¡¡Fui tan liviano!! Al abrir los ojos descendí. El sol estaba pleno, sobre la línea del horizonte. Me es imposible describir mejor ese momento. Cada vez que lo recuerdo quedo sin palabras ¿Cómo explicar que he flotado gracias al abrazo del sol? Aún le busco explicación. Sólo puedo decir que el universo está lleno de magia, de misterios y de poder. Que no se puede dar nada por hecho, que no sabemos nada en comparación con lo que hay por descubrir. * Al mirar hacia atrás “la Eternidad” abre los ojos y sonríe. Mientras lo miro fascinado y antes de que
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pueda pronunciar palabra, me señala con lo ojos el equipo de música y se vuelve a dormir. A través de una canción y con la conmovedora voz de una mujer a la que siempre he admirado, “la Eternidad” me muestra mi desafío mejor, lo más digno a realizar con los días. Y al mismo tiempo explica tantas cosas… No Permanecer y transcurrir no es perdurar, no es existir, ni honrar la vida! Hay tantas maneras de no ser tanta conciencia sin saber, adormecida... Merecer la vida, no es callar y consentir tantas injusticias repetidas... Es una virtud, es dignidad y es la actitud de identidad más definida! Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir honrar la vida! No Permanecer y transcurrir no siempre quiere sugerir honrar la vida! Hay tanta pequeña vanidad
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JUAN PEDRO SALDUNA en nuestra tonta humanidad enceguecida. Merecer la vida es erguirse vertical más allá del mal, de las caídas... Es igual que darle a la verdad y a nuestra propia libertad la bienvenida! Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir porque no es lo mismo que vivir honrar la vida!
Todo mi ser se llena de humildad, quiebro nuevamente en llanto. * A mitad de la canción “la Democracia” se despierta como si hubiera un destino en común, una señal que aún no descubro. Con el día, la magia sigue, el Buda vuelve, la Democracia da vueltas, el Diablo sigue durmiendo. Un viajero de México cuenta sus historias y lo Eterno me aconseja que lo tome en serio, ahorraré en detalles. Con el salón lleno de luz, por el sol de la mañana y mientras charlábamos el Buda, la Democracia,
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otros amigos y yo, repentinamente, se le encienden los ojos a lo Eterno y con una gran sonrisa me dice: —Mira quién vino. Al mirar hacia atrás, ahí estaba él, acercándose a nosotros, era “JESUCRISTO”, quien acababa de llegar. Antes de que llegue a donde estábamos, La Eternidad me toma de la mano y mirándome fijo a los ojos me aclara: —Tú tienes la misma energía que él. (La relación era como de padre a hijo: el hijo adolescente que ama a su padre, pero no está dispuesto a hacerle caso en todo.) Luego de saludarnos, caminamos un rato los dos solos, y de la nada me dice que su pueblo eran los trabajadores. Verdad que he entendido largo tiempo después. (Son los trabajadores del mundo entero los que siguen principalmente las enseñanzas del Cristo. Los que aman a sus semejantes cómo a sí mismos y por esto comparten penas y alegrías. Sacrifican toda su vida en el trabajo para multiplicar el pan y llevarlo a sus familias, los que aman las cosas simples, como compartir entre amigos, el fútbol, las risas y el vino. Son los trabajadores los que se parten el lomo en tareas casi o enteramente esclavas, antes que matar en nombre del dinero. Los que enseñan a sus hijos que honrar padre y madre, que amar a
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sus hermanos, es deber de gente digna. Los que procuran vivir en la no violencia. Y también son los trabajadores los que lamentablemente —a mi entender—, ponen una y otra vez la otra mejilla ante los maltratos y la explotación de los patrones inescrupulosos. Esos cerdos mercaderes que llenos de codicia ni siquiera dicen “buen día” a quienes les permiten amasar fortunas. También son los trabajadores, los que hacen ojos ciegos y oídos sordos ante la exagerada mentira de las iglesias del mundo, con tal de no ofender a su Señor Jesucristo. Un error descomunal que les permite a los mercaderes hacer el negocio más grande y sucio de todos los tiempos “la fe de las personas”. Es tan exagerada la mentira de la Iglesia. Cristo nació en una choza que ni paredes tenía y el Vaticano y otros templos cristianos son las propiedades más caras del mundo. Han asesinado sociedades enteras en nombre de Dios. Sin contar que esa cruz parece más una amenaza que un objeto de adoración: —“mira lo que le hicimos al hijo de Dios, imagina lo que podemos hacer contigo si así lo deseamos”— pareciera decir. Y vaya que hicieron cosas parecidas e incluso peores. ¿Cómo olvidarnos de la “Santa Inquisición” y tantos otros horrores? Sin embargo lo más curioso del cristianismo, es que Jesús decía “levántate y anda” para marchar
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contra el imperio y derrocarlo, nunca dijo “arrodíllate y reza”. Llamaba a las personas “hermanos”, nunca “ciervos u ovejas”. Pedía que lo sigan para luchar contra esclavistas y mercaderes. Y ahora los cristianos no hacen más que fortalecerlos. Veo por todo lados carteles que dicen “sé feliz, Jesús te ama” y me pregunto si algún católico o cristiano ama realmente a Jesús. Es muy extraño, Jesús no buscaba riquezas ¿Por qué sus seguidores sí? ¿¿Por qué pretenden engañar a los cielos con algunos padrenuestros?? ¿¿Por qué permiten que un párroco perdone las acciones que supuestamente debería perdonar su Dios, traicionando así su propia fe?? Quizá no crean en nada de lo que dicen creer. De otra forma, no se explica un error tan burdo. Todo es tan hipócrita que no le encuentro sentido. Pero eso son sólo observaciones. Volvamos al relato.) Durante el paseo, la Eternidad se nos acerca para charlar con nosotros, con la clara intención de mostrarnos su afecto, a lo que yo, por lo impactante de los sucesos, respondía que “sí” a todo, sin cuestionarme nada. Fue corta la visita de Cristo, su esposa, María Magdalena, lo vino a buscar, tenían hijos y todo. Si algo aprendí ese día y para siempre, es que Jesús era un hombre, no un Dios.
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* Las palabras que la Eternidad encarnada en un querido amigo me dijo fueron claras y con una intención: que las tuviera concienzudamente en cuenta: “Tú tienes la misma energía que él” Dichas palabras generaron muchas reacciones en mí. Primero una increíble sensación de devoción, un compromiso peligroso, pero lleno de amor que debería llevar adelante. Luego una gran angustia por una carga tan pesada. Miedo, no quería que también me claven en una cruz o algo parecido. Asombro ¿soy cómo Jesús? Más tarde, odio hacia Lo Eterno ¿cuántos mártires más? Está claro que eso no funciona ¿por qué no destruyes el Vaticano y grabas con fuego en el cielo que Dios no está en las iglesias? Maldito cobarde que mandas a tus hijos a hacer lo que tú deberías. Finalmente, otros estados diversos. Hasta que llegó el tiempo en qué procuré ver todo con serenidad. Si tengo la misma energía que Jesús entonces Jesús era un Nagual, parto desde esa hipótesis para ver si las conclusiones tienen sentido. Si Jesús era un Nagual —seguramente uno muy bueno—, tenía capacidades sorprendentes como las
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narradas en los libros de Castaneda: telepatía, adivinación, imposición de manos, sanaciones milagrosas. Eso junto a una voluntad llena de coraje, qué enfrentaba a los más grandes mercaderes e imperialistas de su época, y que despertó la admiración de muchas personas y un fervor que hacía que muchos prefieran morir antes que negar su amor a Cristo. Vale aclarar que estoy muy lejos de tener esas cualidades, no alcanzo las capacidades de poder y conocimiento qué tenía Castaneda, mucho menos las de Don Juan. Las de Cristo —de ser ciertas—, menos aun. Entonces la única forma de tener su misma energía es que Jesús haya sido un Nagual y ciertamente tiene sentido. Si no, la Eternidad me hubiera dicho que tengo el mismo poder y conocimiento que Jesús, cosa que ciertamente no es. No olvidemos que formamos parte de una sociedad que le dijo durante décadas a sus hijos que los trajo una cigüeña de París; seguramente en 300 años se dirá que Maradona nació de una pelota o cosas así. Creo que las personas tendemos demasiado a la idolatría. * En las últimas horas de tan majestuoso evento: las últimas enseñanzas.
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Recuerdo un gran círculo para compartir un brindis, una bebida real, ya que era un brindis especial. En la ronda: La Eternidad, Buda, viajeros, pobres, sabios, la Democracia y yo entre otros considerados amigos y amigas. Tuve el honor de comenzar la ronda y de terminarla también. Esa noche, era mi noche. Alzábamos la copa, bebíamos un trago y la pasábamos al siguiente, contrario a las agujas del reloj. En el último trago casi meto la pata, olvidando brindar por los muertos. Alzo la copa y dejo caer en el suelo lo último que quedaba, para honrar a quienes ya no están entre nosotros. La Eternidad se alegra de que no lo olvidara, es casi un deber y más, en un brindis tan sagrado. Lo último que recuerdo es en la calle, donde se me muestra el valor de las “historias mínimas”. El Universo me mostró, que si bien he sido parte de un momento mágico, nunca debo olvidar que cada ser vale la pena y que el Universo se manifiesta de muchas maneras y hacia todas las personas. Otra verdad que también he tardado tiempo en comprender y que aun su alcance me es un misterio. Los cantores populares narran estos "encuentros" y siento que si son populares, es porque la gente se identifica con ellos y con sus historias. ¿Quién no ha recibido una suerte inesperada, una respuesta precisa? ¿Quién no tuvo una "señal"? Seguramente muy difícil de aceptar como tal.
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¿Quién no ha formado parte de lo que se podría llamar un "milagro"? La cuestión estará entonces en qué valor le damos a lo que somos y a las cosas de las que formamos parte.
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LA CAÍDA
“todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que la de la oscilación a la izquierda; el ritmo es la compensación” KIBALIÓN
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uien hacía de “Buda” perdió su brillo particular y con el sus silencios y palabras sabias. La que hizo de “Diablo” volvió a ser la chica de carácter fuerte, llena también de debilidades, amor, pasiones y miedos, como cualquier otra persona. Quien hizo de “La Democracia” volvió a ser una persona común y corriente y quien tuvo el disfraz de “lo Eterno”, volvió a mostrar sus vicios, debilidades, confusiones y costumbres mundanas, también como las de cualquier otra persona. La magia de tan maravilloso día había terminado. Estaba fe-
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liz, lleno de gratitud, fascinación y humildad. Corrí a contarle a un par de personas. No me creyeron una palabra. Cosa entendible. En aquellos días y después de muchas idas y vueltas, me había animado nuevamente a querer, más allá de algo pasajero. Estaba profundamente enamorado y con ella en el corazón partí de viaje junto a aquel gran amigo que recibió el disfraz del todopoderoso Dios y otro muy querido amigo más. Durante el viaje cumplimos un objetivo y llegamos a las Montañas Sagradas donde habita el espíritu maestro del “San Pedro” que es el peyote de las tierras del sur del continente Americano. Hicimos una toma del té 1 sagrado. 1
Té: En su acepción china se entiende por “virtud” o “virtualidad”. Té es la realización o expresión del Tao en la vida real, pero no significa virtud en el sentido de rectitud moral. Es, más bien, como cuando hablamos de las virtudes curativas de una planta, y tiene la connotación de poder, o incluso de magia, cuando ésta viene referida a los acontecimientos maravillosos y felices que ocurren de una manera espontánea. En términos teológicos, té es lo que ocurre «por la gracia de Dios» (a diferencia de los esfuerzos humanos), aunque sin la implicación de ninguna interven-
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Se me mostraron capacidades humanas sorprendentes como: sentir y VER la energía de las cosas; percibir todo desde el tamaño de una hormiga; o, puntualmente, introducirme en una uva, sentir su viscosa humedad, y observar sus enormes semillas detrás una delgada capa verdosa.
ción sobrenatural en el curso de la naturaleza. Podemos llamarlo «VIRTUALIDAD» en el sentido que William Caxton le dio a la palabra, para dar a entender la POSESIÓN DE FUERZA O PODER, o en el sentido de las palabras de sir Thomas Browne, cuando dice: “En un grano de cereal yace en estado latente la virtualidad de muchos otros y de ahí, a veces, provienen centenares de espigas”. Así, té ya está presente en el «MILAGROSO» GOCE DE LAS PLANTAS, en la formación de los ojos y oídos, en la circulación de la sangre y en la disposición de los nervios en forma de red, puesto que todo esto ocurre sin una dirección consciente. Agrega Alan Watts: “En tanto que modo de contemplación, implica el tomar conciencia de la vida sin pensar en ella, aplicándolo incluso mientras uno está pensando para impedir así que los pensamientos se confundan con la naturaleza. Esto suena a contradicción hasta que uno lo ha experimentado…” (En ALAN WATTS, “EL CAMINO DEL TAO”, 1976.)
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Se me enseñó que estoy hecho de energía, así como cada cosa de este mundo, sea material o inmaterial, tal como la conciencia y los recuerdos. En un momento pregunté: —¿Qué es todo esto? ¿Cuánto más hay por aprender? Se me respondió: —Hay más estrellas en el cielo de las uno llega a ver. También se nos contó que la Iglesia es una víbora codiciosa, de hábil y afilada lengua, que no busca más que poder; que no atiende la verdad de los sabios; que no estima el consejo que tiene para brindarnos la madre naturaleza o el todopoderoso Dios que supuestamente ama y representa. También se me muestra que soy un vagabundo y que andar los caminos no es tarea sencilla. * En un momento del viaje sólo quedamos aquel amigo del disfraz de Eternidad y yo. Esperábamos en la terminal de buses de un pequeño pueblo al colectivo que, muy entrada la madrugada, nos llevaría a nuevo destino; más cerca del objetivo final. Entre dudas y angustias, orando digo a los cielos: —¡Ya no quiero ser vagabundo!
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(Recuerden que estaba perdidamente enamorado. La pregunta era sencilla:) —¿Cómo, un ser tan hermoso, podría amarme a mí, que soy un vagabundo? (La respuesta, también era sencilla:) —No hay forma. Esas eran mis conclusiones, estaba loco de amor por ella, hubiera dejado todo lo que soy por tenerla conmigo. Todo era confuso y pedí una última señal: —¿Qué es lo correcto a realizar? Pedí despertarme en el momento preciso para saber qué había que hacer: ¿seguir adelante o volver a casa? Me dormí. Me desperté de un salto y salí corriendo a donde salían los colectivos. Vi, alejándose inalcanzable, aquél que nos acercaría al objetivo final. En ese momento vi a la Luna y al Lucero aparecer por detrás del bus que se alejaba. Entonces entendí que lo mejor era volver a casa. (Gran error que, en su momento, no advertí.) El plan era sencillo y tenía sentido: volveríamos a casa —a nuestro Centro Kultural—, nos prepararíamos mejor y lo intentaríamos al año siguiente. ¡¡Qué tonto!! ¡¡Fui tan iluso!!
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* (La Eternidad se ha comunicado conmigo no sólo por señales perceptibles en esta realidad, también —y de manera contundente— a través de los sueños. Por estos dos medios se me ha mostrado el futuro, mis estados de ánimo y las acciones más convenientes a realizar. Y lo que más valoro: la certeza de que no estoy solo. Lo primero es una guía en los momentos de duda, herramientas para entender lo que sucede. Lo segundo, me da fortaleza para seguir adelante. Pero ninguna señal, ningún sueño, me iban a preparar para lo que vendría. Todo lo contrario. Sueños y señales me llevaron hacia algo inevitable e inesperado. Al menos entendí eso.) * Llegamos rápido, gracias a un dinero que nos prestaron desde casa, casualmente las mismas personas que al llegar nos dijeron “él no puede entrar”. Conmigo no había problemas. Me estimaban: soy trabajador y no tiendo a generar problemas; incluso, solucionaba bastantes. Pero el pasado y las acciones violentas de quien aun considero un her-
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mano se tornaron, supuestamente, peligrosas para quienes eran dueños —por imposición de fuerza—, del lugar que erróneamente llame hogar. (Cuatro meses después, escuché de boca de una amiga —responsable de esa decisión— su fundamento: —Tenía miedo, la situación estaba muy violenta. La entendí, las cosas no iban fáciles en aquellos días. La perdoné y la quiero, es una chica fuerte, que tiene un buen corazón.) Aquel era un lugar maravilloso, una utopía construida con sueños y amistad. Era reír de día y seguir riendo por la noche. Circo, teatro y música. Mañanas de alegría, tardes de entrenar, noches de fiestas. Y nunca exigíamos nada a cambio. Algo tan pleno que hasta el mismísimo “Universo” nos ofrendó allí una fiesta de disfraces. No se podía manchar, quizás terminamos prefiriendo la distancia, para cuidar el respeto, el cariño, la amistad. * Para sumarle a los males, la chica de la que estaba enamorado, ya no sabía si me quería. Se había cansado de mis idas y vueltas. Y yo continuaba desarmándome.
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Sus brazos eran mi refugio y verla sonreír me hacía feliz. En sus ojos estaba toda la belleza del mundo y pensar en ella era mi mejor poesía. Había amado otras veces, pero nunca con tanta intensidad. Las señales del destino me decían que la olvide, que busque otra ilusión. Yo, simplemente, no quería. Ella me pedía: —Aceptá “las casualidades”. Yo me decía: —¡Ningún Dios me va a venir a decir a quién puedo o no amar! Ella tardo 7 años en decirme que en verdad nada tenían que ver “las casualidades” que en realidad ya no estaba enamorada de mí, que no buscaba mi rostro en las calles desde hace ya mucho tiempo y que simplemente ya no pensaba en mí. Recién ahí pude cerrar esa herida. Hasta entonces, el Universo no era más que un bastardo que le quitaba la posibilidad de amar a quienes habían confiado en él; y yo debía resignarme a perder a la mujer que amaba porque el Destino así lo quería. ¡Es que eso era lo peor de todo! Ninguna señal, ninguna guía del Destino, después de tan maravilloso encuentro como fue “el abrazo del sol”, me había avisado o preparado para el desastre que se venía.
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Todo mi amor, toda mi devoción y humildad se convirtieron en odio inconmensurable. Una tristeza que vencía mis brazos. Un desconcierto tan profundo que no hallaba sin respuestas. Intente de todo por remediar la situación. Que el amigo quisiera volver. Que las personas con las que trabajaba lo dejaran entrar. Que la chica que amaba me pudiera entender. Que el Universo volviera a ser lo que era para mí. Pero nada servía. Nada lograba arreglar las cosas y yo me hundía cada vez más y más. Insultaba a los cielos con toda la fuerza de mi ser, me negaba a escuchar, solo sabía que había perdido todo lo que amaba y que el Destino era un traidor y mentiroso, tan Dios, tan perfecto y tan todopoderoso que no podía entender a las personas, ni el significado de la palabra amar. Sin embargo y por otro lado esa no podía ser esa la realidad, era el Destino, el ser primero y creador de todas las cosas. El más antiguo, sabio y poderoso de todos los seres. Definitivamente, si alguien no estaba entendiendo algo, era yo. Imaginen: un pibe de barrio con sueños locos, en medio de algo que lo superaba y sin entender nada. —¿Soy yo un Nagual? —¿Qué es ser un Nagual?
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—No tengo idea que es ser un Nagual. —¿El Universo es realmente un ser vivo y consiente? —Estoy desconcertado —¿Un Dios que te da y luego te quita? —¿Por qué esa crueldad? —¿Para qué? Así fue surgiendo un secreto. —¿A quién contarle que soy un Nagual, si ni siquiera sé lo que significa? También me sentía un ser extraño, diferente a los demás. Pero, ¿en qué? ¿Quién soy? ¿Qué es todo esto? La soledad. El miedo. El no-entender. Todo estaba allí. Aquel mundo bello del que había formado parte se desvanecía frente a mis ojos y no podía evitarlo. Hiciera lo que hiciese. Y el Dios me imponía olvidarla y viajar. ¿Qué otra cosa al fin y al cabo podría haber elegido? ¡¡¡Estaba en el Sol!!!
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Y cuando más fuerte me sentía; cuando más liviano; cuando más lleno de amor, de esperanza y de luz estaba mi corazón… ¡crack! Me arrancaron las alas. Sin ningún previo aviso. Y desde esa altura caí. Tan fuerte, fue tanto el dolor. Tuve que dar todo de mí, para no morir de una tristeza que me dejo mirando la nada. Sentado y vacío. En una calle cualquiera. * Todo parecía escrito e inevitable; cruel y sin sentido. Levantarme fue toda una hazaña. Tardé casi ocho años. Ahora comprendo la necesidad de “la compensación”, de la que habla el epígrafe del capítulo. En aquellos días de fascinación, consideraba, que ya no habría ningún mal, que todo iba a ser fácil, que el Universo me iba a proteger y guiar en todo momento. Otro de los “principios fundamentales” del Kibalión —el principio de causa y efecto— dice: “toda causa tiene un efecto; todo efecto tiene una causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre
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JUAN PEDRO SALDUNA que se le da a una ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguno escapa a la ley”
Me animaría a mencionar una de esas “leyes desconocidas”: “cuando consideres que todo será fácil, el Universo te mostrará pronto lo equivocado que estás”
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LOS ENEMIGOS DE UN HOMBRE DE CONOCIMIENTO
(Por más que lo intenté no pude hacer una descripción mejor de este punto que considero fundamental. Por eso transcribo aquí literalmente el fragmento del libro de CASTANEDA (“ENSEÑANZAS DE DON JUAN”) que trata el tema. Debo también aclarar lo mismo que le aclaro don Juan a Castaneda, “es la misma dinámica para cualquier persona más allá del género”)
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o hay requisitos. Cualquiera puede tratar de llegar a ser hombre de conocimiento; muy pocos llegan a serlo, pero eso es natural. Los enemigos que un hombre encuentra en el camino para llegar a ser un hombre de conocimiento son de veras formidables, de verdad poderosos; y la mayoría, pues, se pierde. Dijo terminantemente que los resultados de la contienda no podían anticiparse por ningún medio, porque
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volverse hombre de conocimiento era cosa temporal. Cuando le pedí explicar este punto, replicó: —Ser hombre de conocimiento no tiene permanencia. Uno no es nunca en realidad un hombre de conocimiento. Más bien, uno se hace hombre de conocimiento por un instante muy corto, después de vencer a los cuatro enemigos naturales. —Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender. «Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que SE aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla." "Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda." —¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo? —Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser hombre de conocimiento. Llegará a ser un
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maleante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias. —¿Y qué puede hacer para superar el miedo? —La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora. "Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural." —¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco? —Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente. —¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa? —No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto.
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"Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega." "Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más. —¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia? —No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada. —Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota? —Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a
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su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de sus ojos. Ese será el verdadero poder. "Sabrá entonces que el poder tanto tiempo perseguido es suyo por fin. Puede hacer con él lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder!" "El poder es el más fuerte de todos los enemigos. Y naturalmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible. Él manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder." "Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel, caprichoso." —¿Perderá su poder? —No, nunca perderá su claridad ni su poder. —¿Entonces qué lo distinguirá de un hombre de conocimiento? —Un hombre vencido por el poder muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo una carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de sí mismo, ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder. —La derrota a manos de cualquiera de estos enemigos ¿es definitiva? —Claro que es definitiva. Cuando uno de estos enemigos vence a un hombre, no hay nada que hacer.
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—¿Es posible, por ejemplo, que el hombre vencido por el poder vea su error y se corrija? —No. Una vez que un hombre se rinde, está acabado. —¿Pero si el poder lo ciega temporalmente y luego él lo rechaza? —Eso quiere decir que la batalla sigue. Quiere decir que todavía está tratando de volverse hombre de conocimiento. Un hombre está vencido sólo cuando ya no hace la lucha y se abandona. —Pero entonces, don Juan, es posible que un hombre se abandone al miedo durante arios, pero finalmente lo conquiste. —No, eso no es cierto. Si se rinde al miedo nunca lo conquistará, porque se asustará de aprender y no volverá a hacer la prueba. Pero si trata de aprender durante años, en medio de su miedo, terminará conquistándolo porque nunca se habrá abandonado a él en realidad. —¿Cómo puede vencer a su tercer enemigo, don Juan? —Tiene que desafiarlo, con toda intención. Tiene que llegar a darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado no es nunca suyo en verdad. Debe tenerse a raya a todas horas, manejando con tiento y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así habrá vencido a su tercer enemigo. "El hombre estará, para entonces, al fin de su travesía por el camino del conocimiento, y casi sin adverten-
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cia tropezará con su último enemigo: ¡la vejez! Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que no se puede vencer por completo; el enemigo al que solamente podrá ahuyentar por un instante." "Este es el tiempo en que un hombre ya no tiene miedos, ya no tiene claridad impaciente; un tiempo en que todo su poder está bajo control, pero también el tiempo en el que siente un deseo constante de descansar. Si se rinde por entero a su deseo de acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido el último asalto, y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento." "Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces ser llamado hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por esos momentitos en que logra ahuyentar al último enemigo, el enemigo invencible. Esos momentos de claridad, poder y conocimiento son suficientes." * (Volvemos a nuestro relato) ¿Y si en aquellos días, no había vencido al poder como creía? Me hubiera convertido en una persona cruel y caprichosa, haciendo de mi vida un desastre mucho mayor. Algo de lo que me arrepentiría en toda mi vida. Quizás el Destino me puso a prueba.
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Si al perder lo más amado comenzaba a golpear las paredes, gritarle a las personas y vociferar hacia los cielos, entonces todo sería un desastre mucho mayor. Y eso es lo que estaba sucediendo. Debía aprender a controlarme. Las señales del destino me guiaban a escribir, a viajar y al yoga. ¿Qué otra cosa podía intentar? Hoy por hoy comprendo que hice lo que tenía que hacer. El “abrazo del Sol” es un suceso de magnitudes fascinantes, no podía simplemente llevarlo al olvido. Definitivamente me encontraba desconcertado. Con gran desgano fui dejando las actividades que venía realizando y me dedique de lleno a la práctica del yoga. Escribir no me intereso hasta que no alcanzara un final feliz la historia a contar. Aún con más desgano emprendí muchos viajes, procurando olvidar a la mujer que amaba, porque el destino así lo pedía. Lo primero fue buscar los montes en busca del “San Pedro” (Mezcalito). Para contarle que ya había ido muy lejos, que quería volver a casa y así poder estar con quienes amaba. Pero mis deseos eran contradictorios. Sentía una gran responsabilidad y me acechaban la culpa y el miedo. además ¿cómo alejarme de las magias del
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Universo que me habían dado momentos de tanta belleza? Y sin duda el miedo a convertirme en un animal, que viviría lleno de un odio desquiciado hasta el fin de sus días Pero el camino propuesto por las señales del destino me era doloroso, en extremo. Demasiado confuso y alejado de mis búsquedas anteriores. Sentía que acercarme al saber me alejaba de todo lo que amaba. Viajé a muchos lugares, durante mucho tiempo. Las altas montañas, los montes, las selvas. Incluso llegué al maravilloso mar Caribe. Olvidarla no pude un solo instante. Ni a la vida que llevaba, ni a los amigos, ni los objetivos que tenía. Y eso me generaba tanto odio e impotencia, que consumía mi alma a limites también inimaginables para mí. Pero debía seguir adelante hasta que hallase alguna respuesta. * Don Juan contaba orgulloso —en los libros de Castaneda— que había logrado vencer al odio. Debía vencerlo yo también. En algún momento lo vencí. Lo transformé en tristeza.
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JUAN PEDRO SALDUNA Aunque tuviera la certeza de que ya no le haría daño a nadie; aunque ya no buscara la venganza; mis brazos caían inertes y mis ojos se quedaban mirando la nada; mientras, un solo pensamiento se repetía en mi mente: —El Universo es un traidor: me quitó la posibilidad de amar.
Sin duda las magias del destino, en aquellos días vinieron a mi rescate, en más de una ocasión. Pero aquellos regalos, no eran más que placebos, que lograban alegrarme solo por un rato. Luego, tristeza, mirar la nada, y volver a preguntarme: —¿para qué es todo esto? Sentía gran responsabilidad, pero sin entender nada a mi alrededor. *
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Contar las vivencias de ocho años no viene al caso. Claro, no todo fue tristeza. Pero la historia no cerraba. Algo faltaba. En este sentido quisiera compartirles un suceso particular, un ensueño con el Destino. Lo considero guía y maestro. Este ensueño sucedió hace no mucho tiempo. Surgió días después de un momento bastante crítico cuando, en medio de una tristeza insoportable, abandoné la compasión por mí mismo. Trasformando así, esa tristeza en determinación. Ya no implore, solo me mantuve firme en mi decisión. En la soledad, busqué como otras veces la presencia de Lo Eterno. Pero esta vez sólo para decirle, que ya no lo amaba, que su guía me había llevado a perder todo lo que amaba y a no permitirme siquiera luchar por ello sin sentirme culpable. Que si el riesgo era de muerte y de locura, lo prefería antes que seguir luchando por algo en lo que ya no creía. Que esa era mi decisión y que yo sería el único responsable de las consecuencias que trajera. Que prefería morir, antes que volver a hacerle caso. En el ensueño me encuentro de espaldas a las puertas de un templo. Observo un prado verde, fértil, plagado de colinas, con algunos árboles frutales. Más atrás un bosque. Y aun más atrás, sobre la línea del horizonte, unas imponentes montañas
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nevadas. El cielo está claro y el lugar refleja una luz que llena de paz todo el paisaje. A mi lado se encuentra El Destino, ya no tiene forma, simplemente es una luz que irradia serenidad, sabiduría y gentileza. El Destino me dice que ya estoy listo, que emprenda el camino, que abandone el templo. Tras unos instantes y en un estado de ánimo confuso, pregunto: —¿Podré volver al templo alguna vez? El Destino me explica: —Has de toda esta Tierra tu templo, pero en él no adores a los Dioses; en él adora la libertad, hónrala; es lo que viniste a aprender aquí… Para cuando recibiste el abrazo del sol, ya habías negado muchas de las reglas impuestas para intentar hacer lo que querías hacer. Habías superado pruebas de mezquindad, de codicia, de egoísmo y, sin duda, muchas otras. Más tarde aprendiste: que las reglas de la rebeldía, también son reglas impuestas; y que las reglas de la sumisión no sirven para ser feliz; que las de lo posible y de lo imposible, pueden carecer de sentido;
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que lo decente y lo indecente, es relativo. Todo para intentar hacer lo que querías hacer. Lo sospechas, confírmalo ahora. Has dado tu vida durante años para complacerme, pero este Dios no quiere esclavos. Si has negado tantas veces lo impuesto, niega ahora a todo Dios. Aunque lo consideres amigo y maestro y más allá del respeto. Busca tu camino, con las artes que elijas, con los sueños que tengas, con la vida que quieras tener, más allá de las opciones, más allá de las opiniones, la vida que quieras tener, confía en ti mismo. Este Dios nunca se llamó a si mismo amo; se llamó padre y se llamó amigo. Este Dios no da órdenes, ni siquiera consejos. El yoga, viajar y la escritura son regalos; no ordenes, no debes nada. Ama la libertad por sobre todas las cosas. Lo que elijas estará bien, confía en ti mismo. Después de esto, estoy atónito… Pausa larga… Camino unos pasos. Sabiendo que no será fácil, me siento por primera vez una persona adulta.
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Un perfume cálido envuelve el ambiente. Descubro un manantial que genera un río cristalino con todo y su puente. Miro hacia atrás y desde la puerta del templo, la Eternidad se convierte en todas las cosas llenando de luz blanquecina todo el paisaje. “Si yo confió en ti ¿Cómo tu no vas a confiar en ti?” Es lo último que dice y siento que, de esa manera, se relaciona con toda la humanidad. La Eternidad confía en las personas. Por eso el libre albedrío, la lucidez y el discernimiento son herramientas que hay que aprender a usar. Es cierto que he negado muchas de las “reglas impuestas” en muchas ocasiones. Y casi como un estilo de vida. Pero negar los “mandatos” del Universo, me parecía un acto de soberbia, necedad e ingratitud. No había forma de que lo entendiera desde un principio, pero no eran “mandatos” y eso lo sé hace tiempo. Pero se ve que tenía que llegar al extremo, para entender que tomar mis propias decisiones no era un acto de soberbia y mezquindad, sino un acto de supervivencia. A veces, todo se torna tan evidente y simple que uno se siente un tonto.
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Sea como fuere, siento que ya está. Que no me convertiré en una persona cruel y caprichosa. Que ya tengo la respuesta que busque durante años: —¿Para qué es todo esto? —Para aprender a luchar por lo que amas, más allá de todas las cosas. Ni más ni menos. Y la vida vuelve a ser maravillosa, una oportunidad increíble. “Para aprender a luchar por lo que amas” Me lo repito una y otra vez. Eso es la libertad. Y sin duda la mejor forma de honrar la vida. Me siento tan a gusto con todas las cosas. He encontrado una razón para seguir adelante y también un final feliz para contar esta historia. Derroté a la culpa que no me permitía aceptar mis propias elecciones con la determinación necesaria, para llevarlas a cabo. Cerré lo que sentía como mis deudas con el Destino y procuro volver a casa, ya extraño muchas personas y actividades amadas..
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PROPÓSITO FIRME
"lo importante es que sepas por qué quieres comprometerte" ENSEÑANZAS DE DON JUAN, CARLOS CASTANEDA.
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ste “propósito firme” debe estar presente en cada acción que se lleve adelante. Mi gran error durante estos años estuvo por un lado en dejar de confiar en mí mismo, ya que dejaba en manos del azar, las decisiones que yo mismo debía tomar y por el otro que la motivación que guiaba mis acciones era el deseo complacer al “Destino”, y esa no es razón suficiente para emprender “caminos con corazón”. El “Destino” me puso a prueba sobre conceptos que yo ya sabia, como “hacerse cargo de las propias decisiones” y “ser responsable de éstas”, para llevarlas adelante.
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Comprendo que el yoga, la escritura y viajar son eso, “caminos del corazón” como también los hay otros. Sólo cuando entendí que eran útiles para mis propios propósitos, pude transitarlos mejor. El tiempo, la forma y la razón por lo cual andarlos depende de cada persona. Y ciertamente cada una es la única responsable. “Somos personas que vamos a morir”, decía Don Juan, “por eso nuestro objetivo más alto es ser felices: no debemos sentir culpa por ello”. Debemos tomar muy en serio este punto, pues somos los únicos responsables en conseguirlo o no. La vida se acaba, el tiempo es hoy. Han muerto tantos niños inocentes y tanta buena gente, que no hay garantía alguna que confirme cuanto tiempo viviremos. De ahí, lo imprescindible de dar lo mejor en cada acto. Cada vez que “veo” a mi muerte, la “veo” tan cercana, que desaparecen un montón de rencores innecesarios. Y termino agradeciendo el que este allí, ya que me permite ver cada instante como lo que es, un suceso irrepetible.
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* Sobre la chica de la que estaba profundamente enamorado, me parece fascinante, como el Universo crea seres tan maravillosos que uno definitivamente ama más a esos seres, que al mismísimo Dios que los creo. El San Pedro (Mescalito) me ha enseñado que peor que perder un amor, es perder la capacidad de amar. Y que el amar es algo complejo. Ya ha pasado mucho tiempo Ya hice demasiadas cosas mal. * Tener la certeza tan irrefutable de que el Universo es un ser —vivo y consciente—, es algo que me ha dejado perplejo durante años. El Ser Primero, creador de cuanto existe, es un misterio. Lo ha sido para todas las culturas, obviamente también lo es para mí. Este desconocimiento está manifiesto en los libros de Castaneda, en el Bhagavad-Gita, en el Kibalión, en las enseñanzas de Buda y otros; sin embargo, cada cultura ha dado distintos aportes en la difícil tarea de llegar a comprender a tan incognoscible Ser. Y si hago referencia a estos libros es por-
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que los considero una guía mucho más efectiva que este texto en particular. Para las culturas del antiguo Méjico (según lo expresado por Castaneda), este Ser primero es un “hecho energético” de magnitudes inconcebibles y se caracteriza por poner a prueba la conciencia de las personas. En un momento comprendí que el objetivo del Universo, como ser vivo y consciente es que las personas nos volvamos más fuertes, más sabias y más nobles, y por eso pone a prueba nuestra conciencia. Quizás por esto, y para todos por igual, surgieron la muerte, la locura y el dolor como cosas que nos atemorizan; y el mismo miedo como algo que nos paraliza o bien nos hace estar más despiertos y nos obliga a poner nuestro mayor esfuerzo para evitar estos males. Considero que el Universo es implacable y sin compasión en este sentido y a eso me refiero cuando digo que " Dios abandona a sus hijos". No detuvo la mano de quienes torturaron y mataron a Cristo. De igual forma no detiene la mano del perverso que lastima a un niño o la voluntad del codicioso, que miente, somete y mata, por dinero y poder. Hacerlo sería dejar de confiar en las personas y en su capacidad de aprender. No habría males. Tampoco libertad. Seriamos autómatas.
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La evolución, la inteligencia y el discernimiento dejarían de tener sentido. Lo mismo que el coraje, el amor y la entrega. Eso es algo que el Destino no resigna, confía en las personas. Comprendo el desastre como precio de la libertad Está en nuestras manos la evolución y la construcción un mundo mejor. * También sé que el Destino tiene una ventaja, la Eternidad. En un proceso de nacer, vivir, morir y renacer, el espíritu de los seres, ya sin recuerdos ni conciencia, va guardando las vibraciones de vidas anteriores, hasta que consigue la fuerza y la dignidad necesaria para dejar de renacer una y otra vez, para alcanzar la conciencia más allá de la muerte. Los niños cuando mueren; los inocentes; permanecen en cielo eterno, hasta que todos sus dolores son curados por completo. Quizás por esta “Eternidad”, Cristo y muchas otras personas que lo han conseguido, aún viven, más allá de la muerte. En mi caso, no creo llegar a tanto, pero quizás no he hecho tan mal las cosas y las vibraciones de esta vida me sirvan para la siguiente.
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Don Juan decía que no hay que guiarse por las emociones, que las cosas hay que vivirlas y se llegan a entender cabalmente muchos años después. Por esto y haciendo un análisis, más sincero sobre mí mismo comprendo que aún no he vencido al “poder”. Que aquello que entendí como la libertad, “aprender a luchar por lo que uno ama”, debo vivirlo y sostenerlo en el tiempo. La prueba determinante de “haber vencido al poder” es tener “dominio total sobre sí”. Es evidente que me falta mucho por recorrer. Pero algo fundamental he corregido. El Universo es un misterio. No obstante, comprendo que puedo elegir la vida que quiera tener, y eso me hace mucho bien. El Universo no nos quiere esclavos. Escribir este texto me ha resultado útil y placentero,. Me posibilitó recordar y releer conceptos que tenía olvidados. Me ha permitido hacer un análisis profundo sobre mí persona y sobre estas enseñanzas. Podría terminarlo y no publicarlo, más si no tengo un propósito firme para hacerlo, entonces, ¿por qué hacerlo? ¿Cuál ese propósito firme? ¿Qué es lo que quiero decir? Busco enaltecer el espíritu humano como mínimo aporte a la lucha de tantas personas, en la actualidad y a lo largo de la historia, por un mundo
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mejor. Por una sociedad más justa, más sabia y más noble. El Universo no solo me mostró que la Iglesia miente; que la codicia es una traba para nuestro crecimiento personal; y que el saber y la nobleza son herramientas fundamentales, para llegar a ser libres. Principalmente me mostró, que aunque no lo sepamos, aunque no lo entendamos ni lo veamos con claridad, el espíritu humano, ama la libertad por sobre todas las cosas y que por eso se entristece cuando no la buscamos en forma consciente y determinada. No habrá vicio, ni conquista material, ni obediencia a ningún Dios, que aplaque esa tristeza, porque nuestro espíritu es incorruptible y amara esa libertad en esta vida y en la siguiente y en la siguiente, hasta que podamos conquistarla. Eso me resulta bello y, a la vez, desafiante. Somos mucho más que trabajadores o contribuyentes,. Somos muchísimo más que pecadores y culpables. No deberíamos someternos ante nadie. Somos personas y tenemos la increíble capacidad de amar, de luchar, de volar. Por eso este es ahora mi sueño mejor: aprender a no someterme ante Nada ni Nadie, ni siquiera ante mí mismo: mi odio, mi codicia, mi vanidad, mi impaciencia.
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Seguiré adelante, siempre una partida más, hasta ser como mi espíritu es: incorruptible, ingobernable. Gracias