Edward Hallet Carr // En sus cuadernos y cartas juveniles, Miguel ponderaba los aspectos idealistas de la doctrina hegeliana. Pero el entusiasmo por el eslogan de «la realidad racional», reforzado por la influencia de su amigo Belinski, le situó en una nueva posición. «La autoridad -declaró- había sido definitivamente destruida por la Reforma. Descartes había echado los cimientos de una nueva filosofía basada en el “ego”. Los descendientes directos de Descartes eran, en Alemania, Kant y Fichte. Los fines de sus sistemas eran “la destrucción de toda objetividad y de toda realidad, y la concreción del abstracto y vacío “ego” en egoísta autocontemplación”. En Francia, la filosofía del siglo dieciocho, basada en el divorcio entre el “ego” y la realidad, había desembocado en “el materialismo, en el triunfo de la carne desprovista de espíritu”. La Revolución francesa fue la secuela de aquella “perversión espiritual”, porque “donde no existe religión no puede haber Estad