Domingo F. Sarmiento // “¿Quien es el bandido del CHACHO?” preguntan. “Yo soy el general PEÑALOZA, pero no soy un bandido” y entrega su cuchillo. (Tenía el grado de general otorgado por URQUIZA.) Sin mediar palabra Irrazábal toma una lanza y la clava en el vientre del CHACHO que se entregaba desarmado, en presencia de la familia y la hijastra menor. Le saca una oreja y se la manda de regalo a NATAL LUNA (de La Rioja) y le corta la cabeza y la pone en una pica en la plaza de Olta.
Es tan alevosa la muerte que en Buenos Aires se levanta una protesta por la forma, pero “el loco” SARMIENTO, descontrolado, refiriéndose a la muerte del CHACHO le escribe a MITRE: “HE APLAUDIDO LA MEDIDA PRECISAMENTE POR SU FORMA” YA QUE “ES LEGAL MATAR A LANZA Y CUCHILLO” Y “SIN CORTARLE LA CABEZA A AQUEL INVETERADO PÍCARO Y PONERLA A LA EXPECTACIÓN, NO SE HABRÍAN QUIETADO LAS CHUSMAS EN SEIS MESES” (CARTA A MITRE, 18-NOV-1862.)