Edicion Doodle

SEXTA TEMPORADA, No. 06 JULIO 2012

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Probablemente el génesis de todo tipo de inspiración artística esté en los garabatos. Desde el momento que tenemos la capacidad (por decisión propia o por “accidente”) de tomar un instrumento de dibujo y vemos la oportunidad de poder rayar una superficie, los garabatos han sido parte de nuestras vidas.

Creemos firmemente que si se juntaran todos los cuadernos del colegio, de la universidad, las notas de reuniones aburridas, apuntes de una confere ncia sobre la mitosis asexual dada por un viejo todo críptico, se podría formar la obra de arte más extraña y original de todos los tiempos. ¡Fijo!

Muchas ideas nacen, crecen y se reproducen incluso en una simple servilleta. La mejor manera de hacernos “entender” ha sido hacer un dibujito todo puspo de lo que estamos pensando en ese preciso instante de iluminación universal.

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Autos, naves espaciales, puentes, computadoras y canciones han sido concebidas gracias a un simple garabateo.

Los pensamientos “random” y los trazos sin sentido sobre un papel, han visto emerger las creaciones más fascinantes de la humanidad. Pero no sólo eso, millones de horas de procrastinación también se acumulan en millones de papeles apilados en cientos de años de aburrimiento, que algún día la “Madre Naturaleza” nos cobrará (hágannos caso, el fin se acerca y tiene que ver con esto). ¿Dónde quedó esa fluidez de pensamiento que nos permite soñar sin ninguna restricción? ¡Hay que hacer más garabatos! Olvídense del “no se puede”, “qué burrada”, “eso no tiene lógica”, “no tiene sentido”, o alguna otra restricc ión. El lápiz, la tinta o tu dedo (en el caso de alguna Tablet) deben ser libres de crear.

Al momento de garabatear que no te importe la viabilidad de tu idea, tan sólo deja que tu imaginación se expanda y luego se contraiga, como el latido de un corazón.

Y es por ese sentimentalismo absurdo que tenemos hacia las cosas que a nadie más parecen hacerle sentido o importarle, que presentamos la nueva CAPIUSA edición “Doodle”.

lares: Diseño con trazos irregu

cha”: Edición “mal he David Monë.

r (Zapatoverde) Portada: Rodrigo Aguila nchez.

Sá o var Págs. 2 y 3: Ál inteligible: guez. mín Do Web master in ola Pa 5: y 4 Págs.

José Pacajoj. n Estrada.

Págs. 7 a la 10: Stefa Págs. 12 y 13: G4to Vj. grafito: Zapata.

Fotografía de Págs. 14 a la 17: Axel 39: a Págs. 28 la Pág. 20: Hopeazul. án. m le .

A rén ía Pe havarr Pág. 21: Diana Jorge Luis C l. ral nde Xa : Pág. 22 os. chos reservad Pág. 23: Kuul Kid. Todos los dere . apé ® Ag 12 a Sú : 20 A Pág. 24 CAPIUS es. m co a. ius ap Pág. 25: Kevin Moral lac www. do.

Pág. 26: Oscar Dona z. ola Domíngue Págs. 28 a la 39: Pa

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Siempre es un buen día para visitar las imágenes del ilustrador francés Matthieu Bessudo, conocido también como Mcbess. Ver su trabajo surreal es un ejercicio para recordar que el niño que sobrevive en nuestro interior, aun quiere salir a jugar, porque en el blanco y negro de la memoria las caricaturas con influencias de los “Fleischer Studios” siguen siendo parte de nuestros huesos adultos.

En cada una de sus ilustraciones se abre un mundo. Dónde comienza o dónde finaliza, no importa, pues uno se conforma con ser el invitado de honor en el banquete de cada trazo.

Dos ojos no bastan para llevarse de un sólo bocado, cada detalle al paladar del buen gusto cuando uno

se detiene a observarlos. Discos de vinil, cortezas de árboles esculturales, pellejos tatuados, botellas de brebajes misteriosos, paisajes maquillados con montañas, mujeres de curvas pronunciadas, tipografías tumbadas y maleables, instrumentos musicales que hacen alusión a su banda “Dead Pirates”, navajas y otros objetos clásicos y contemporáneos, son algunos de los elementos que cautivan a miles de espectadores y colegas alrededor del planeta.

En repetidas ocasiones muestra su entorno de forma autobiográfica, para explicarnos que la realidad que vive no es más que en un parque de diversión hecho a su antojo y nos convierte en cómplices de juego.

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Por: Andy Domínguez Luttmann

Llega al poder de sus manos un marcador nuevo, un lapicero que pinta bonito o algún rapidógrafo de color extraño. ¿No les pasa que quieren usarlo y pintar encima de todo lo que se pueda hasta agotar cada gota de su olorosa tinta? Hacen notitas, se rayan las manos, la suela del zapato, la mochila o hasta la misma ropa sufre las consecuencias.

Estas leves expresiones de arte personalizadas las encontramos en casi cualquier rincón del mundo. Pero el hecho de que los garabatos existan se debe a dos cosas: o somos unos grandes malcriados que rayamos lo que se nos ponga enfrente, o somos indiferentes a la clase, conferencia, charla, simposio o similar que nos produzca hueva. Para entenderlo mejor, les vamos a describir los tipos de garabato más comunes. Estos son algunos de los que más hacemos cuando nos brota ese lapso de creatividad/aburrimiento.

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Profesores (Del lat. professor, -ōris) Estos son los típicos garabatos del profesor o maestra que tenemos enfrente, quien parece siempre estar hablando en un idioma extraño como en mandarín o en guayarití. La frustración de no entender nada, no te deja más remedio que inmortalizar a tu catedrático con un retrato artístico de facciones exageradas, acompañado de un globo de diálogo con una frase para la posteridad.

Este tipo de garabato es estrictamente confidencial, ya que si llegara a caer en manos de alguna autoridad, se creería que querías burlarte del catedrático y tú bien sabes que nada que ver.

Animales ficticios (Del lat. anĭmal, -ālis) Estos garabatos nos surgen cuando tenemos mucha creatividad acumulada que no hemos sacado en mucho tiempo. La clase es de literatura y el arte post moderno y lo único que te pasa por la mente es ¿qué pasaría si se cruzara un oso panda con un águila?, o ¿cómo sería la cría de un brontosaurio–mamut con un castor mutante de cuello largo? Hay tantos animales que la madre naturaleza no nos regaló, que sólo queda crearlos en tu mente. Imaginas lo que comerían, qué ruidos harían, si podrían volar o se tendrían que arrastrar. Creas todo un zoológico mutante que hace ver a la isla del Dr. Moreau como un parque infantil.

Amor (Del lat. amor, -ōris) Estos son de los más comunes. Todos pasamos por esa etapa de “colgarnos” y en nuestra mente sólo pasa el nombre de esa persona que nos tiene viendo pajaritos. Es un garabato muy común donde hay cientos de corazones, flechas atravesadas, golondrinas volando, estrellas, puntitos y el mismo nombre escrito siete veces con distintas tipografías. ¿Les suena familiar? En primaria incluso hasta nos dibujamos la inicial del nombre de esa persona con permanente en la mano, para que no se nos olvidara durante todo el día qué tan enamorados estábamos.

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Abstractos (Del lat. abstractus) Estos garabatos ya son un poco más profesionales. Suelen iniciarse en la universidad cuando ya no estás en esas de escribir nombres con corazoncitos, pero seguís sin entender lo que habla el licenciado. Para verte “cool” haces una serie de rayas sin sentido que simulan que estás copiando todo lo que te dicen.

Es aquí donde muchas personas intentan encontrar su verdadera vocación y piensan: “Ahhh este me quedó medio virgo, de repente lo puedo exponer en el próximo Festival de CAPIUSA”. Arrancan la hoja del cuaderno de espiral con la esperanza que la gente lo vea y diga: “¡Vos qué pilas sos! Deberías de estar en una exposición o algo así”. Pero en cambio te lo quitan de las manos para decirte: “Vos si no tenés nada que hacer, ¿verdad?”. Estos pueden variar en la forma, dependiendo de tu personalidad y temperamento (puras pajas). Hay garabatos de muchas líneas cuadradas, muy simétricos y casi perfectos. Otros son muchos círculos sin fin que representan un infinito abstracto o podrían ser aquellos espirales con chirulos raros y puntitos alrededor, que no representan absolutamente nada más que ganancias para la empresa Bolik.

Obscenos (Del lat. obscēnus) Estos sin duda son los más divertidos. Vas caminando por los pasillos de tu universidad, cuando de repente al cruzar en una esquina ¡zaz!, justo frente a ti, un gran “wiwi” saludándote. Lo que más impresiona es la capacidad de detalle que tienen dichos garabatos: dos grandes círculos perfectamente alineados, uno más grande que el otro y hasta los vellos que adornan el miembro masculino. Por supuesto que no sólo se encuentran “wiwis”, también dibujan “boobs”, nalgas y otro sin fin de patanadas por todos lados. A mucha gente le desagradan este tipo de garabatos, pero hay que admitir que son de los más fáciles de hacer y siempre es divertido que un amigo se despierte de su borrachera con un dibujo obsceno en la frente o el cachete.

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Daydreaming (Del lat. somniāre) No conozco a gente adulta que haga esto, por lo menos no en público. Cuando todavía podíamos decir la frase “cuando yo sea grande…”, es donde más aplicábamos este tipo de garabatos.

Eran los más profesionales ya que mientras más parecido a la realidad nos quedaban, más cerca de obtenerlo sentíamos que estábamos. Imaginarnos nuestra casa gigante con cuartos para todos los amigos, una piscina enorme con tobogán, cuarto de juegos y un ducto de la ropa sucia para tirar al gato por ahí. Esa bicicleta mega ultra cara con muchos botones y charadas para apachar, que nos desplazara como mantequilla en pan caliente.

Desde pequeños venimos aplicando la ley de la atracción, sólo que no lo sabíamos. Pero ¿cuándo llegaremos a tener todo eso que pedimos?; ¿dónde quedó esa casa en el espacio que le dibujé a Santa Claus? Nunca lo sabremos.

Personajes famosost (Del lat. famōsus) Este garabato suele ser muy característico de los hombres adolescentes. Justo en ese punto donde están buscando con qué impresionar a las niñas, pero no se deciden si son músicos, deportistas, geeks o artistas. Entonces deciden combinar un poco de todo y en su tiempo libre empiezan a dibujar a Michael Jordan en acción, robándole el balón a Spiderman. Nunca falta el rediseño del traje de Wolverine o la luz de Batman sobre la ciudad, pero con tu nombre en medio. Todo se vale y si sentís que te quedó chilero y a tu mamá también le gustó, seguro vale la pena que lo metas a concursar en Aula 2.0 o en un concurso de dibujo de algún banco bajo el título: “A quien más admiro, mi papá”.

Odio (Del lat. odĭum) Estos suelen ser muy poco apreciados. Pero se utilizan como parte de una especie de terapia, desahogo o catarsis. Dichos garabatos también suelen ser conocidos como el vudú en papel.

Consiste en hacer la representación de esa persona que tanto te desagrada en tu cuaderno, dibujarlo tan fuerte que traspase a otras hojas y luego… hacerle cachos, bigotes, lentes, diente negro, pies gigantes, que lo apriete una anaconda, que le caiga un piano del cielo, en general, todo lo malo que le pueda pasar.

Una vez sacas el enojo, arrugas la hoja y la tiras a la basura para que no quede evidencia del mal, pues por si algo malo le llegara a pasar a esa persona, tu no tuviste la culpa.

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Por: David M

onë.

El aburrimiento es quizás el veneno más letal que cualquier ser humano pudiese ingerir. Por culpa del no tener nada que hacer o de estar haciendo cosas que no son divertidas o gratas para el que las realiza, se han cometido grandes atrocidades. ¡Hasta guerras han surgido por culpa del aburrimiento!

Tneeeee… Tampoco es para tanto, pero no me dejarán mentir que el estar en esa especie de “animación suspendida” es de las peores sensaciones que pueden haber. Hay muchos remedios para contrarrestarlo: videojuegos, travesuras, quemar o explotar cosas e incluso, cuando tu desesperación ha llegado al extremo, ir al mercado con tu mamá.

Pero sin lugar a dudas desde tiempos inmemoriales la mejor solución para el aburrimiento ha sido el entretenimiento con las manos y tu imaginación. ¡Coches! No es lo que están pensando, nos referimos al viejo arte del garabateo.

Rayar para entretenerse, garabatear para no aburrirse y dibujar para escapar del mundo. ¡Esa es la consigna! Cualquiera que sea la razón de peso que tengas para dibujar un Batman en tu libro de biología, rayar el periódico del día o algún voucher que te encontraste por ahí tirado, estamos seguros que es válida.

Sabemos que uno de los motivos principales que te empujan a hacer algo como eso, es que te encuentras inmerso en un intenso letargo del cual esperas poder ser rescatado. Explotar tu imaginación siempre ha sido y será el mejor aliado para vencer a Voldemort... digo, al aburrimiento. La revolución de las ideas comienza en el papel y si el estar aburrido saca las más geniales de ti, pues abúrrete más.

A veces nos distraen mucho las cosas que nos divierten y hacen de nuestro cerebro un músculo perezoso. Quizás, entonces, el aburrimiento no sea tan malo como parece. Talvez sea precisamente lo que necesitamos algunas veces para despejar nuestra mente y encontrar lo que realmente buscamos. Es por eso que siempre te aconsejamos tener lápiz y papel en mano, especialmente cuando estás aburrido. Podrás empezar con garabatos y cosas aleatorias, pero estamos seguros que tu mente querrá jugar un rato contigo y la sacarás a pasear a los rincones más increíbles de tu imaginación.

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¡Qué viva el aburrimiento!

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Forjado de un cedro milenario en la prefectura de Okinawa, el poderoso lápiz Mongol No. 2 pronto descubriría que su destino sería más grande que ser un instrumento más de escritura o dibujo… ¡debía ser el único!

“Uno sólo debe quedar, ninguno más”; eran las palabras que retumbaban en la mente de Mongol No. 2. Palabras que alguna vez le dijo su maestro y mentor 9H, un antiguo lápiz de grafito que se cree surgió de la tierra misma.

Poco se sabe de la niñez de Mongol No. 2 y la mayoría de historias que se escuchan de él suelen terminar en rumores o falacias. Lo que sí es cierto es el

temor que infundía su afilada punta, tan dura como el acero y tan letal como el fuego mismo.

Su adolescencia estuvo marcada por la rebeldía y alguno que otro delito menor. No fue sino hasta un desafortunado encuentro con 9H que la vida de Mongol No. 2 cambiaría para siempre. Tentado en robarse un sacapuntas para así sacarse filo, fue detenido por el sabio maestro quien desde ese instante se convertiría en su mentor.

“Ahí afuera, en el mundo que aún no conocen tus ojos, existen muchos más instrumentos que las personas pueden usar para hacer garabatos, dibujos, letras y demás”, expresó con firmeza 9H. –“¡¿Qué debo hacer maestro?!”, dijo con ira Mongol No. 2. –“Debes acabarlos a todos”, respondió el anciano.

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Fue así como nuestro héroe de grafito, madera y arcilla comenzó su odisea para acabar con todo aquel instrumento que pudiera plasmar al menos un punto sobre una superficie de papel. “Uno sólo debe quedar, ninguno más”; repetía hasta el cansancio mientras se habría paso por los senderos más inhóspitos del Japón.

Los guerreros Crayola no fueron rivales para Mongol No. 2 que con la ayuda de un poco de fricción, calentó su afilada punta hasta ponerla al rojo vivo, para partir en dos y derretir sin piedad a todos sus rivales de cera.

En su lecho de muerte uno de los guerreros Crayola le dijo con rencor a Mongol No. 2 que jamás lograría su cometido. Que un poderoso guerrero originario de los Alpes franceses se encontraba en lo más alto del monte Fuji y que había venido desde muy lejos, para cumplir el mismo cometido.

Mongol No. 2 sin dudarlo un solo segundo le dio el golpe final al enemigo y rápidamente se dirigió al oeste de Tokio, rumbo al imponente volcán. El camino que debía seguir estaba marcado y sabía que si quería ser el único instrumento de dibujo, debía vencer a todos los que se le interpusieran.

Después de varios días llegó a la cima del volcán donde se

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topó con un guerrero oscuro como la noche. –“¿Quién eres?”, preguntó Mongol No. 2. –“Mi nombre es BIC y he venido desde muy lejos para quebrar tu mina, guerrero de madera”; exclamó el misterioso contendiente.

Si mayor protocolo y sin titubear un segundo más, ambos se enfrascaron en una épica batalla en donde ninguno de los dos cedía un solo centímetro. –“No podrás ganar porque yo no sé fallar”, dijo BIC con seguridad y confianza.

Mongol No. 2 con una ira desproporcionada se abalanzó sobre BIC y con brutalidad lo despojó de su tapón, para luego romperle la punta. Chorros interminables de tinta negra emanaron y el final de la batalla había llegado. A pesar de la victoria Mongol No. 2 estaba desconcertado al escuchar una tétrica risa de un moribundo BIC. –“¿Por qué ríes?”, preguntó Mongol No. 2. –“Me rio porque nunca podrás ser el ‘único’.

Quizás pudiste conmigo, pero en las tierras alemanas de Stein vive un guerrero mucho más poderoso que tú y yo juntos. Su nombre es Faber–Cas…” BIC no pudo terminar de decir el nombre pero una cosa era segura, Mongol No. 2 no descansaría hasta encontrar a la nueva amenaza teutona. ¿Continuará?

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Doodle time!

Esta no podría ser una revista que conmemora a los “doodles” sin tener algunos de ellos adornando esta edición de líneas erráticas y patrones aleatorios. Obviamente estos garabatos están hechos con muchos esteroides y una estética mucho más compleja de la que uno usualmente hace en sus momentos de procrastinación.

Como ya se ha hecho costumbre, nuevamente convocamos a ilustradores y diseñadores talentosísimos que nos dejaron boquiabiertos. La petición original fueron simples y mortales doodles, pero nos entregaron un trabajo artesanal de p#%@ madre.

Los dejamos con los garabatos de: Hopeazul Diana Perén Xanderall Kuul Kid Súa Agapé Kebin Oscar Donado

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Por: Da

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Fotografía: Jorge Chavarría Modelos: Laura Pontaza Alma Mejía Jaqueline Estrada Tania Morán Ronaldo Guzman Kiefer García Emanuel Cifuentes Casting: Maximiliano Reyes Maquillaje: Andy Domínguez Luttmann

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Un Sharpie es, sin lugar a dudas, la herramienta por excelencia que utiliza el doodlero o el ilustrador en general. Estos marcadores ya se han convertido en un objeto tribal y hasta de culto en el mundo del dibujo. Generan pasión, excitan, aumentan pulsaciones y detienen el aliento. ¡Esa es la sensación que provoca un marcador de estos!

La mano alzada y un Sharpie siempre han compartido un romance tórrido, candente e intenso. Por eso decidimos recrear esa sensación que dilata pupilas y acelera el ritmo cardíaco, haciendo una lujuriosa analogía de lo que realmente es “sentir” el dibujo en carne propia.

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