Cámara y acción Andrea Carrillo Samayoa / laCuerda
Se
organizaron desde hace más de 30 años y no desistieron. A partir de 1980, mujeres y hombres campesinos se agruparon para defender sus derechos y conseguir un pedazo de tierra para vivir y cultivar. Un 11 de octubre de 2002, durante la madrugada y a 230 kilómetros de la ciudad capital, decidieron ocupar una finca embargada por un banco. Las mujeres prepararon alimentos, agarraron a los niños y decididas se dispusieron, junto a los hombres, a construir sus viviendas con nailon y bambú. Tres años después lograron negociar con el Estado y desde entonces habitan la que hoy se conoce como Finca Comunitaria La Florida, en el municipio de Colomba Costa Cuca, Quetzaltenango al occidente del país. Con orgullo afirman: Trabajamos la tierra colectivamente. Vencimos el miedo y hoy se convirtió en alegría porque todos somos libres, todos somos dueños y tenemos derechos.
Tie compartida a Leslie e Iurí, dos hermanas de 17 y 14 años, trabajan la tierra todos los días y caminan una hora para conseguir el alimento de sus animales.
Además de cultivar granos, hortalizas, hierbas y frutas, producen otros alimentos como el queso, que les permiten enriquecer su dieta.
Del trabajo en su parcela, Albertina logra vender algunos productos para sacar unos mis centavos.
Celestina junto con su hijo Samy cultivan café orgánico para exportar.
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Guatemala diciembre-enero 2016. No 185