Año i número 24 1944 noviembre 22

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I

Una larga para volver al toro (Dibujo d* PeT.)


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• La f o t o g r a f í a e s í á h e c h a el 6 de a b r i l de 1920# e n Murcia, ú l t i m a c o r r i d a ^ue t o r e ó e n a q u e l l a capital el g r a n {orero ^ G e l ves f queV 8iguieii4e mes irágicaiuente Plaza de T a l a


O R O

V I E J O Por

ANTONIO

CASERO

VICENTE PASTOR

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Suplemento

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MARCA

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DE TOROS Por JUAN LEON «stag Jíaieas S ralasescribir marnifestaciones rl^ 'lRViEN- dít pretexto pa.

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Año I

Madrid, 22 de noviembre d é 1944

N ú m . 24

Luis Fuentes Bejarano, ^ famoso ex matador de toros, fué objeto de un acto en su Jhorsor para celebrar sk éxito en el festival de E l Gallo. Aquí le vemos en dicho acto y a fcu lado don José García, el Algabeño, maestro del volapié y padre de! infortunado Pepe, el Algabeño, otro torero famoso

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un oomunicante—quetífb

S!31" "tarerista", aunque pretende ditún alarlo—,<;an relación a la cancana, pro tero, emprendida por oaei todos les e^critarea taurinos, "Ahora—protes. ta—se acuerdan ustüdés d& que los toros son chicos, cuando nada, o muy poca, dijeron de su taina-, ño las tardes en qué fueron desorejados por lo.^ diestros de moda." En otou 'lug-ar de gu misiva me da •su palabra de hodicr d1 que él vió a un crítico de los más clamantes por «1 tamaño del toro -dejar de e.sienteilt-, emí/oDado aautr;» lia faena. <$m ir' Wiaetoai « a faimioso dies. t c , poa&i-Mie í*e, sin preícouparaj die las CMat:)«dllíls| y eü lápiz, que cayeron al síiietlo, y «un audir fT> inétijcaime!ntei, mrl''ntras §u1ta. ba como el más atpasSonado espf testador, ctogí'ois* a? ídolo, "Y esto 0 m.-vít—agrega—cía .una plaaa (piroviniciana, ¡con un tero quí' ¡P isó justamente 180 kiUclaí'. umgo mi comuniicante, pesa a eu relativa indignación con l< , crítícós, se muesfcra contagiado del mismo mal de <iue íes a-'aá>a: de :*toreríS5no". Y entonces digo yo que acaso esteraos pediendo un poco el tiempo., esgrimiendo argumentos sobre ia co iv miencia del toro grande, sí unos y otros no nos (penemos ce acuerdo para decidiír qué humos de hacer todos—absolutamcn1 i todos—cuando sale el toro chico,. Porque si el público se enarceos hasta el delirio, el cronista, fiel a Ja realidad, ha de reflejirlo en sus crít.cas, aunque el toro am-llegue a torillo. Sería mejor, mucho mejor, lo que ya dije en obra oca.sión. •:a estas mismas coiumnas: que el público mestrase su desdén ecn •á silencio. E n este caso, los críticos, con menos de media quanrJUa téndrían suficiente espaaio para la crónica, ¿Y adónde iría a parar así el cartel de log más famosos diestros? ¿Dónde hallarían éstos los argumentos para ser contratados por otras empresas? Porque esas aiotcosig literarias sólo son, por regla genera', un refrendo del fallo de los afleionades, y esas rspeticione.s en los carteles de postín de unas cuantasfigurad,una consecuencia de lo mismo, tía empresario, aun suponiéndole excelente aficionado, buen catador de esencias toreras, a la hora de contratar, atento a la taquilla, no piensa en su gusto personal, sino en el d d público, ese tpúblico que él vió—o leyó—enardecido en otra plaza porque un diestro ponía un codo sobre la testuz de un tora o daba molinetes con las dos rodillas en tierra. Ese empresario, buen afleiemado, que lógicamecite no puede gustar de tales acrobacias, se rinde ente la evidencia y contrata para obtener un ''xito de taquilla. Quiero decir con todo esto que •es el público el que ámpone sus gustos y que críticos, empresarios, diesbros y ganaderos son arrastrados, en gran parte, por él. Muchos, muchísimos aficionados, claman por el toro andaluz y repudian la suavidad, la falta de casta, de genio y de sangre y la comodidad del toro salmantino; ©ero nnuguno recuerda con protesta, por ejemplo, qu? aquella g?nial faena de CMcuelo en el coso madrileño, que le valió muchísimjos ccntiatos, la hizo- pricklain» tnitel con un toro salraaatinoi »*_„_-_

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G R A N D E Z A

y E M O C I O N

CORRIDA

iLUTONIO

EXTRAORDINARIA

FITEITTBa

DESPEDIDA DE ANTONIO

A lom a f i c i o n a d o s fnmúriim&omt • - i i i - , lw r- i' -. i • n»i «-nrífru. Mtímukv mA* noblmi, IH «iti»Ut*rÍoii*w iiui^ Intiidni-; mn v<in>i|n.H Imrtiii*»cwiftmttii la <»tiiiifii. , , ri ( { ,;! '.u > v t; t.-n r -, ti i linimltlr i»iml»r** y mi tno It-^la r(-]>uiiiríi'>i( n«»n uitr* vm^fm itftmvulHuiú»- Y*> prmía tan rte mi part* . / >i.i,.i:'::,.:f ori i of;i.' >n *1 ¡«ni.U'-imi. ni-», *•! «U M -K - oMu^irvi»*': p«miaiK viH<ttn»s l<» má^ ':'lriifMj4»Hi y tmllnnl*: npInM.-wt p^n»irrMr\ MU rty/ttím y - v i. | ri Diur.ii». no mi- m.-ritii'. >iiw> mi mrift» « M I »fírÍ»M nmilrileña. ,v i 1 • » \i >v>iuv*, a í:i Pírníft y «1 |>itbticü tn (H'm-rrtl. voy á (.re tirar niiitiuistnrme vttc^tr» 6itÍWO n|iUiiv> l'or Mn, |Kír »#-r «I último, neri, ni ti»-nft ia ..• i. el [ne huya 4» r»tsmfat rrttfft^twhmt» larfa «m thli^viHatifta|iiii<ftÍMd»t

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D T J Q , T J E

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"VBJRACa-U^.

UIOIADONK* l lCAl'ORKí.—J«.' AíHilur (i .imí,<), M»nU'l Apiilar (rarrilr*). ManuM üil (0»»i>(r« ; Manad Atnm. Ao(i«l SínclMU

lArrim); Manml de la ll»l/n

FRENTES

E n su cartel de despedida. A n t o n i o Fuentes, que gozaba d « unas grandes ú m ^ con todos los p ú b l i c o s e s p a ñ o l e s , se dirigió de este modo a los aficionados madrilei s <-08 debo los mayores alientos que he recibido en m i carrera, los estímulos más nob tas satisfacciones m á s hondas; con vosotros ha sido constante l a comunicación cort ¡¡sima entre el p ú b l i c o y el torero; m i h u m i l d e nombre y m i modesta Teputaáón obra de vuestra benevolencia. Y o p o n í a t a n t o de m i parte lo que brota calladame del c o r a z ó n : el a g r a d e c i m i é n t o , el deseo de complaceros; p o n í a i s vosotros lo más truendoso y b r i l l a n t e : el aplauso generoso sin regateo y sin medida, como si conh premiarais rio mis m é r i t o s , sino m i c a r i ñ o a la afición m a d r i l e ñ a . Muy reconocid 1 vosotros, a l a Prensa y al p ú b l i c o en general, v o y a procurar conquistarme vuestro l i m o aplauso. Por eso, por ser el ú l t i m o , será, si tiene la f o r t u n a de lograrlo, el que ^ de recordar en su r e t i r o , d u r a n t e toda su v i d a , vuestro apasionado, Antonio Fuen\ E l d e b u t de A n t o n i o Fuentes en l a Plaza de Toros de M a d r i d se efectuó el doj [Qf sro 20 de noviembre de 1892, con seis toros de Puntas, desecho de t i e n t a y cerrado, divisa verde y encarnada, de l a g a n a d e r í a de d o n Rafael Molina. Los matadores e r.ayetano Leal J P e p e - H i l l o ) , Miguel Báez ( L i t r i ) y el debutante, sevillano y ya ala aq do como novillero. E n el cartel del debut de Fuentes se leía la siguiente nota; «Por primera vez se r r e r á n cuatro novillos embolados que s e r á n lidiados por los aficionados que gm bajar al redondel a' capearlos, p r o h i b i é n d o s e hacerlo a los n i ñ o s y ancianos, a fn *

SEIS HERMOSOS TOROS, con dhiaft encarnada y blanca, de la renombrada ganatlcría «Id

E X P E L O .

F I E S T

tadores A n t o n i o Fuentes, Ricardo Torres ( B o m b i t a Chico), Rafael Gonzáleí (lif quito) y el nuevo doctor. E n cuanto a la corrida de despedida, se l i d i a r o n seis toros, de cuatro años n co, con divisa negra, verde y encarnada, de l a g a n a d e r í a de d o ñ a Enriqueta Za v i u d a de d o n Felipe Salas, siendo los lidiadores el que ya iba a dejar de serlo r " y Belmonte. E l ú l t i m o d i a de torero de C á s t o r I b a r r a fué de una e m o c i ó n intensa no sólo que daba su a d i ó s al p ú b l i c o , sino t a m b i é n para muchos espectadores, que despf^" conmovidos y enardecidos de entusiasmo, entre v í t o r e s y aclamaciones, al gran bilbaíno

PLAZA DE TOROS DE MADRID GRA/S

de l a

'/«rifc»

Plaza 8e Corosje jfuíriS EL DOMINGO 19 DE OCTUBRE DE 1913 I

BANDKKÍU.ERO?".—JOH- Hernández (Americano), Manuel Blanco {Hlanqmto) y JÜSO bonzalex íGpiualdo); Knrmno Alvarez (MorfniU*), Antonioriravo{f?. , Msouel Antolln y José Trigo 'Trigaitoi; Juan Ufxlrípi-z {Mogino), Ricardo Lmjutí (Ca¡mrá) y José Himó (Chaíin) f-l".\TILLERO* - J(«*quin del Rio (Ah*vt\ José Trigo (Trignito) y José Uomáltt («ac**»)

G R A N C O R R I D A D E TOROS A BENEFICIO Asociación Jené/lca de ¡fhxilios J&iaos k Jorem

Bar

4eatiMAnd«s«(tf«tecantidad liquida qu« «btengai M*M p*H« A !•« pobre* de Madrid,tecual cali-e• • sarA A l«« auloridada* gutoarnatlva y municipal • -

DESPEDIDA Abonados A la» corridas do toros d* la aolual tompwrada podran recoser sus rssasonvas localidadss s i VIERNES a, d« ct Despacho sstabloeidd on la callo do ARLABAN, prswia la prsssntacién dsl talAn ds abona il etn l«v oau-urú» t, i, m y 7t *• SOL J SOJiBEA. •! S jr il «, ? d* SOUBllA. .1 1. »,» y l«.-i^u ANDANADAS da !K» jkLCOÜ(t«KOU<t«ISa.»t 4S T M »1 d**M;y ««MBRA. dal ST >l »». y d« S(>1(HKA, d*I S »t M 7 US, y t#l H1 114.

Ricardo

Torres

(Son)bifa)

S< lidiarán OCHO TOROS cié la* ecrediuJas gansdciiM y con bsdi rigutentes: Cuatro, con negra, de U de i 6 r e « , herederos de Poo Pablo 8€i)jaioca=«

LOCAI.lDAItES

de Sevilla; y MMMr«f COA blanca,ttegray plomo, de la de I M a C e U a Foitffrcde, Viuda de Concba y 5í«"» de Sevitl* LIDIADORES

J TsktoaeiKM

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Furqtndei (ChtMK JeMM PIM^ Ttüf Uitm. Maom: A^aiUr tCtrríitij. Antonia M ' umai y Kstonit UNZ (•irrsn); M d CIM t* IMi)t2«m IM ocho no podré nigi

Ricardo jorres, ^omblla

LM billete» barm wu conide M vtoderio ta «1 DefttMcho establecido «a id eaHs ds ArtabAn, ti Sábado 4 & Abñí, de dtta de U uu • de ls tard* loa btltott* aobreneca te venda, án e! Ifantinya jt día d* te efwri<K tic nueva de ta SDaOaaa i cuatro da la Urde, v es loa ÍU* kdvivru qa« á*>y* 4c compre^ lo» bitl«t«» no »« mAmiúién *ft IM DMP«C1MB. •loo vn «I C MO da nupcudwa» la «rríd» Ante* d» o; n iatá» tminuetat d, «{Mi j( ta nina jm «o K M i', jwfc» ««¡ailan MltU

^ j^afeeí Qómez, Qel'o

J o s é Qórnez, Qailito ^

'iazadííorcsdeliJadrid

Sstón inwtaaas SS. «IBiJ. ? WU. KK.

I4.« CORRIDA DE ABONO

Anécdota y evocación del adiós a los públicos de Antonio Fuentes, Ricardo Bombita, Rafael el Gallo y Cocherito de Bilbao

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N l a Plaza de Toros de M a d r i d , y en una gran corrida e x t r a o r d i n a r i a a beneficio y despedida del t o reo, a c t u ó por ú l t i a í a vez en los ruedos e s p a ñ o l e s el que h a b í a sido figura s e ñ e r a de la t a u r o m a quia Castor I b a r r a (Cocherito de Bilbao). L a corrida se c e l e b r ó el domingo 6 de j u l i o de 1919, y la Plaza se llenó de u n p ú b l i c o entusiasta del gran torero vasco. E n el cartel de despedida, que se reproduce en estas p á g i n a s , figuraba t a m b i é n la fecha del debut de Cocherito en el ruedo m a d r i l e ñ o y la de su a l t e r n a t i v a en dicha Plaza. D e b u t ó C á s t o r I b a r r a en Mad r i d el domingo 2 de septiembre de 1900, F u é una corrida de novillos en que se l i d i a r o n seis reses, desecho de t i e n t a y cerrado, con divisa celeste y rosa, de la g a n a d e r í a de d o n J o a q u í n P é r e z de la Concha, por los espadas Alejandro A l v a r a d o ( A l v a r a d i t o ) ; Diego Rodas (Morenito de Algeciras) y el debutante. La a l t e r n a t i v a de Cocherito se c e l e b r ó en la catorce corrida de abono el viernes 16 de septiembre de 1904, con ocho toros—divisa azul y c a ñ a — d e la g a n a d e r í a de I b a r r a , de Sevilla. Fueron los ma-

LA CORRIDA EMPEZARA A LAS T f K B a EN PUNTO

TOROU, f^o divia» bmd» gWMidarí» del

«cmo. Sr. DUQUE DE VUAQUA VI¿ltid.

iO\N CORRIDA M

Huan ^eliT)onte

BANDERILLEROS.—tfirl^M Mum (Hmoltóí, **enJu Bnvfl (El Birqwroi, f ráBCisM íion..:ei fOl UMn) í J«t Trio (Tri(<lt>l; E»riw M—ntr IUMMO- f •miri» <Um»i (El G>»o littr»^. Eíinfl IM9(i (Cuco)»fori^H0«|» (UwMra): ¿»i «lrl« CtMMM, Jol* Bula ¡r.Ftll caí» Gonzilu íKllj).

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Don JUM ALRTMLFL : IM ÍISTÍ»

Ricardo Torres Juan

MOTA.—LMNMmAMMIMfMrWnMMr Mi mpeeWva* loe» ti LUNES i«« ít urtl« * dos y slet» 4» 1» stiHKia^ K ARTES 14, <• abo»». A (ai pera«aai a», (easan Hdaaa ta la AaMia9iaa 4a Tararea localidadrt , ta aaralrl» al MIERCOLES 15, i la. alh» oHai» laeal 4a I» ABÍÍI«»II« i» la Praaaa, á «aya aféele, M» a»lleltoale 4ebr ll lea tüvtani ta eara4a^ Ta»ta lea aaAarea A>»OT4a» caaie al aáMIee) ia4iearia, i te ét aaae4lrlea el eMatane reciba

Joté GarcU (AI(al>e«o) cjmlnto del Campo (Domlneuln) Ricardo Torrea (Bombita chico)

tOt» Ti» JU A. M I ^ O C A - I ^ I " * 1 * ? ^ ILOCAI.DUDES

NOTA WFOnTANTE.—Dala (I RR beeeftca 4* tafteat».«1 éste ta U faene •arar, «1 publtro aa tañara tere cho i la deaelueíén Ael importa M bilMi. alaiapre qat aa aerifloee ae ueo.ía loa Ma tigulenlea too al miaño cartel

T^K»alM»'P«"'íl?í?U»' (-—eaiei^arratiea» ^ . .j .* *

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Ü A T R O

C A R T E L E S

Pla^a de (Íbro.s de (Madrid • . •• wi'yt'- '-

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GRAN CORRIDA

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(Cocherito)

D E S P E D I D A D E R A F A E L GOMEZ

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¡e loros de jfoSní

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EXTRAORDINARIA

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Plaza de T%ros 0 %•BEM.adr I*.'" conniD* »c «BO

DE NOVILLOS

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. Jidro *l«aradc (Alvaradito) («orenilo de Algeuiras)

fin!

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Se lidianit SCIS TOIIOS, de iuwa a?.-Cnriquettt Zapate, viuda de

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D E S P E D I D A

L a despedida de Ricardo t u v o un c a r á c t e r s o l e m n í s i m o , pues la corrida era a beneficio de la Asociación Benéfica de A u x i l i o s Mutuos de Toreros. De la cantidad l í q u i d a obtenida, una parte se destinaba a los pobres de M a d r i d , debiendo ser entregada a las autoridades gubernativa y m u n i c i p a l . N i que decir tiene que el e n t r a d ó n fué imponente, pues el p ú b l i c o m a d r i l e ñ o siempre responde con largueza a estas empresas de caridad y beneficio. Con el gran matador Ricardo Torfes alternaron Rafael G ó m e z (Gallo), J o s é G ó m e z (Gallito) y J u ^ n Belmonte. Los ocho toros para la l i d i a , cuatro con divisa negra, eran de la g a n a d e r í a de los s e ñ o r e s herederos de don Pablo Benjumea, y los otros cuatro, con divisa blanca, negra y plomo, p e r t e n e c í a n a la de d o ñ a Celsa Fontfrede, v i u d a de Concha y Sierra. Magnífica tarde la de la despedida de B o m b i t a . Con el valiente torero de Tomares d e s a p a r e c í a n m u chas posas que el p ú b l i c o no p o d r í a olvidar nunca: l a finura, la elegancia, el s e ñ o r í o de Ricardo. Como sería difícil que las mujeres pudieran olvidar, en las tardes luminosas y a p o t e ó s i c a s del ruedo madrileñ o , 1% sonrisa del Bomba...

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A u K x m a b v rjii$pi-.piDA IJHI. TOREO

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Cocherito * Gallito« Belmonte La comda empezaró a las S E I S en punti

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desgracias, como asimismo bajar con palos, pinchos u otros objetos con que pue~ Perjudicarse al g a n a d o . » " ^ alternativa de Fuentes se c e l e b r ó en corrida extraordinasia el domingo 17 de .¡o* llem')>'e de 1893. Se l i d i a r o n seis toros, con divisa morada, blanca y amarilla, de '•"•"Pieria de don J o s é Clemente, siendo JOS espadas Fernando G ó m e z (Gallo) y el Lil Pasaba a la c a t e g o r í a de matador de toros. H ^ despedida del gran torero sevillano t u v o lugar el domingo 5 de a b r i l de 1908. 'eis toros, con divisa encarnada y blanca, eran de la g a n a d e r í a del e x c e l e n t í s i m o "duque de Veragua, alternando en la lidia el que con l á g r i m a s en los ojos se desa del público m a d r i l e ñ o , Ricardo Torres ( B o m b i t a ) , y Rafael G o n z á l e z (Machantre los incondicionales de Fuentes hubo muchos que l l o r a r o n con el gran tore1 aquella tarde memorable, sobre todo las damas, algunas de las cuales regalaron lie se iba, como recuerdo i n o l v i d a b l e , los mantones, las mantillas, los claveles y las joyas con que acrecentaban su hermosura. Y es que A n t o n i o Fuentes era u n J f0 de los m á s populares y estimadots por todos los p ú b l i c o s de E s p a ñ a y A m é r i c a .

SPEDIDA D E R I C A R D O T O R R E S ( B O M B I T A ) ^ ^ i t a , el torero de la « e t e r n a s o n r i s a » , t a m b i é n era un í d o l o de los p ú b l i c o s . Su ^- m ' * ^ tam')»én a p o t e ó s i c a y emocionante. E n su ú l t i m o cartel figuraban asig , •según la norma establecida en esas fechas solemnes, los d í a s de la p r e s e n t a c i ó n íij La ft.tlVa en el ruedo m a d r i l e ñ o . ^Primera vez que t o r e ó B o m b i t a en M a d r i d fué el domingo 7 de marzo de 1897. "* [jj86 P'68611*© t a m b i é n el novillero Juan D o m í n g u e z ( P u l g u i t a ) . Los novillos, d e l >A es^e',0 ^0 tienta y cerrado, con divisa blanca, eran de| la g a n a d e r í a d e ' d o n ' 0 tonio Mazpule, a la sazón de don Tiburcio A r r o y o , de Miraflores. Matadores, laJJenc,onado8 debutantes. ^S!o 2/teJnat'Va <*e R i e n d o Torres se verificó en la catorce corrida de abono del doíerí sePt'e«»bre de 1899. Los toros, con divisa encarnada y blanca, eran de la ''Po /t.^6'.^uclue de Veragifa. Los espadas, J o s é G a r c í a ( A l g a b e ñ o ) , D o m i n g o del Üler 0 m , n 8 « í n ) — q u e s u s t i t u í a a E m i l i o Torres ( B o m b i t a ) — y el que pasaba de 0 a torero de cartel.

(GALLO)

Más cerca que las anteriores la despedida del Gallo, s e r á n muchos t o d a v í a los aficionados que la recuerden. E l a d i ó s a los toros de Rafael t u v o c a r á c t e r de acontecimiento nacional. E l Gallo era la gracia, la e m o c i ó n , la «jindama» torera; Los e s p e c t á c u l o s que proporcionaba a la afición el «divino calvo» era seguro que no v o l v e r í a n a presenciarse en n i n g ú n ruedo de E s p a ñ a — n i de A m é r i c a — e n cuanto él hicie-r a m u t i s de la fiesta a la que supo dar t a n t o salero y tantas tardes estupendas... T u v o lugar el magno suceso en la Plaza de Toros M o n u mental, de Barcelona, el domingo 15 de septiembre de 1918. A n i m a c i ó n de v é r t i go en el coso t a u r i CUATRO T MKOiA - Fuo«l6»i n 2i no. I n d e s c r i p t i b l e enMUflhuflk^^ tusiasmo y una velada e m o c i ó n en los espectadores que nada era bastante a contener n i disimular. jRe retiraba el Gallo de los toros para famoau d l M t r o | siempre! = RJÍFflEíi 6 0 M E Z - \ En aquel a d i ó s def i n i t i v o del m a g n í f i co torero t o m a b a n parte <on él su hermano J o s é Gómez (Gallito) y J o s é G á rate ( L i m e ñ o ) . Los Con pmrmiso de la autoridad j «I el tiempo x¡n lo impiá'., »< lidiarán seis toros, de la gan a d e r í a de los s e ñ o de la actediuda ganadería de loa Sraa. KMtOUamROH D E -•—^ ^t-r-, rres herederos de Est e b a n Hernández, E S T E B A N H E R N A N D E Z usaban divisa encarde Madrid, con dieita encarnada, celeste j blanca, por lo» tres ''*r-*t'^'Añl¡áái(áBtKH&ínada, celeste y b l a n ca.

Plaza de Topos mDNUmENTAb

DESPEDIDA

A c t u ó en el espect á c u l o la banda de la Cruz Roja, y d a r á idea de la expectación' p r o m o v i d a por el acontecimiento t a u r i n o el hecho de tener que expenderse billetes para la ext r a o r d i n a r i a . fiesta, a d e m á s de en las taquillas de la Monu1 mental, en otros m u chos locales p ú b l i c o s de l a c a p i t a l catalana, adonde ^afluyer o n aficionados y entusiastas de todos los lugares de E s p a ñ a . E l Gallo, emocionado y nervioso como u n chiquillo, t u vo, no obstante, rasgos y detalles geniales de los que a y u daron a acrecentar su fama, confiriéndole una personalidad inigualable, aunque discutible. Y asi fué c ó m o Rafael G ó m e z (Gal l o ) , el torero m á s ext r a o r d i n a r i o y sorprendente que ha tenido E s p a ñ a , se r e t i r ó de los toros... para volver d e s p u é s , con m á s o menos riesgo, a los peligros y emociones del ruedo.

con su» correipondientes cuadrillas

s Incluidos los Impuestos Sill >oe~ .t. lAuld.i l'alio, Silloor» (f udi.lo I'reJiden Barrera con entrada Contrabarrara con entrad Delantera de (trada enn f Uelanrera^le andanada ci' Meseta de toriles, con . n, Butrada geaer-I t.jml)r* y 80'. y

S-tibra .

J U A N D E

Limeño

A L C A H A Z

E n t r a d a gauerul de Sol

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Rmentzara el especldculo la renoniSrada BANDA DE LA CRUZ ROJA


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BUENO

MAS SOBRE "EL TORO P o r

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UEDAMOS e n q u e l o s g a n a d e r o s s o n

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de

p a r a d o j a

aludirá

que

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por

eso,

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bíseos, que

B e l l ó n

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p a s a d a

parte de

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se

se

mente,

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el

se

de

al

u n

para

u n a

bula

unos

toros

tamientos y

de

estética

y

en

dos,

con

con

pocas

torería

y

v a g a

m á s o

Allí,

he

peso,

el

aprecia que porque,

torero,

Se en

de

de

a!

lidiar

caso,

u n a s

toro

d é

y

a

L o s

u n

quien

la

no

resto

ridículo

N o

lo

de

es

y

es,

disp>--

silba el

que he

vive

o

h a b í a que

los

hacen los«del

solucionable

del

-gana-

m e n o s

a r J a -

r a

que

¿ate

ÍA

con

u n a

sa

que, por deco-

r v,

h a s t a del «afei-

al

son

los

pues

si

incluso

í

»

^

ganadero, la

la

toro».

en

cuanto

^ ^ t ^ X T ^

d e m á s

se

todo

toro».

Pedel

a p o y a

^

de

»

y la

repude

este

a u t é n t i c a s fin

y

a

la

a u n q u e

que

e n v í a n

al

que

h a y

^ V ^ l , ;

w a t i m*~*7rs

^^ S m ^ ^ W U i m m m a Ú a ^ ^

¡I

se

baru-

p e c h a r á n

ridicu-

la contabilidad

divi-

ganadero «el

^

toro»

levantado,

*

d

respal-

encastilla-

tendidos

,

att^cü

v u e l v a

encastilla-

peso disminuido, m u l t a

prevista en

no previsto para

responsabi-

culpa

punto

algunas

inconmovible,

diluir, ni echar

si

apar-

Oyen.

j a m á s ,

culpa del

fáY

comodisi-

«del

pues...?

síeveramente

la

con

pueden M u y

o í d o

presidente

d a n u n

reglamento

y

si

revelaban

se

rea-

de

primordial

chalaneo y c o m p r o m i s o «a priori»

en otro, como

proteger.

u n a

lograr el

fuerzas,

que

m á s

m a y o r a l

ganado,

h a y que

ganadero

y

veinte f o r m a

precios

güberna-

ta d o »

v i v e n

cualquier m a n d ó n

Y o

que

SÓÍJ

con

sin

c o m o

m á s

ganaderos,

se

E m p r e s a

objeto

actúa!.

del

éstos

en

pero

cu

la crianza.

no

las

actual, y

el

si-

se

histórico.

todas

profesional

silbidos.

bordear un

ajustadas^

debe

menos

becerro.

del ganadero, m á x i m a

pelota de u i o

licen

o

p ú b l i c o

declaraciones

dignidad

vez

y a

puede

; tivas

p u e d a

de

si

esta

i m p o n e n

circunstancias».

todo

u n

actual del

si c i ón e s

los

re-

natural-

ocultar

ahorro en

el

con

«las

casi

la m u l t a , si n o

Culpa

m á s o

comprometedoras,

precie

situación

se

exige

la situación

ante

— C u l p a

para

crea-

o. s u

toro»

en

de

cafés.

sea

frito

realidad, torearlos

que

resistirán

S ó l o les afecta

que

en

o

«él

c o b r a r a

toreros

los

espinas

en

siguen

de

con

los

el

que

burladero,, está

el

el

o sea

sencillo

E s t o ,

h u e v o

b a j o c u y a d i v i s a se j u e g a , n r b r o n c a s

él.

ro

n i

muletilla

leído

medio

con

.

musitados

encantados

por

llo,

— ¿ E l

bis-

defensa

de

que

u n

enormes

rara

a l g ú n

s a ñ a ,

f a r a m a l l a

llena

broncas

y

en

y

escuchado

aplaude

la

u n a

precisamente su

de

pobres

bien,

alguna

por

eriza los

M a l que

menos

el g a n a d o

se

quiebra.

que

fuese

que

en

de

m a s ó n i c o ,

e x h i b i c i ó n

n i n g u n a

incluso

postre

eso

q u e e s p e r a r de los g a n a d e r o s p a r a q u e el toro toro.

complicidad

e

a l -

gana-

sobre

y

en ella.

1801

PEPE-HILLO está enterrado en la calle del Arenal Un reportaje retrospectivo de su histórico entierro P o r

e v a n g é l i c a

m u y

sonante.

complejos están

complicidad

o

h a

t a b a n a ñ o

la

y

ganaderos

m o m e n t o

p u e d a n ,

esa

que

sencillamente

dominio

este

o n a d a h a y

con

se

y a

los

edad

falso

mientras

darla

por

h u m o

artificiales

ellas,

a

pues,

efugios,

ser ligeramente

dos

con

de

m a l a

algo de

absolutamente

y a

de

- s o n

contante

m á s quiebra que

fiesta

P o c o a

con

tiene

la

P o r

e x t r a v í a

v e r d a d ,

turbios

c o m p l e t a

Así,

sin

en

cuestión

que

toro»

no

i m a g i n a r í a

t a m b i é n o

m o

de

serie

sencilla:

para

toda

dificultades

pedir

m u y

a p u r a n ,

«el

dinero

toda

lidad

no

cla-

m a i s » — v i v e se

tau-

oscuridad. discutir

compadreos,

que

ojos

sentido y

menos.

i n v e n t a n d o

con de

m á s , y o

capacidad

me

a

lo

u n a ,

empresario,

«el t o r o » ,

tonos,

Bellón,

en

exterior

es

consultas

la

pone

«ainda

llama

en

encastillan

E n «el t o r o »

mentarse; sin

medios

mira

traducen

p a r a

y

se

silencios

erizado

quienes

n u n c i a

gilo

les

está

por

que

de

á

diluye.

si

.toro»

das

y

t o r o s — p e r d ó n ,

entender «El

reveló

complejidades,

carraspeos

s e a , se

V

m e

fuero

de

de

interesados,

que—torero,

dero a m i g o

el

u n o

guien

mi

los

m u -

C o m o

cería o m a n g a n c i a debe h a b e r en rino

con-

dificulque

taurino.

h a b l a , se

la creencia de

o p i n i ó n

fuero

fuero

to-

de

la

de

de

los

m u y

necesidad

conceder

esa

fiesta

la

condiciones

h a y

tad,

la

responsables

a

DE

L

J . L O P E Z

N U N E Z

A calle del Arena] ofrece aquel di * un pintoresco y animado aspecto. Llena la c é n t r i c a e i m p o r t a n t ; calle una compacta muchedumbre qu-t pugna por llegar a l a iglesia de San fi n é s , donde hay numerosos fieles de3i;í • sos de presenciar el sepelio de J o s é De gado, Pepe-Hillo, que allí será s e p u l t a ! . Estos fieles gozan del privilegio d btdo a su rango de ocupar en el templ > sitio preferente. A b u n d a n las damas N » faltan artistas. M a r í a del Rosario Fe n á n d e z , «La T i r a n a » , se halla entre es tí s ú l t i m a s . Algo alejado de ella e s t á la otra María F e r n á n d e z , «La C a r a m b a » , en ÜUJ a c o n c i e ñ e i a empieza a hacerse una Ivz misteriosa y purificadera. . E n un á n g u l o de la iglesia, o mejor dicho en uno de los rincones m á s oacurc 4 se a d i v i n a a R i t a L u n a , muda asistente a la fúllebre ceremonia que atrse a tantos curiosos, a tantos aficionados y a tantos admiradores de) afamad > y I-opular torero sevillano, muerto en la Plaza de Madrid cuando mayores >i8n su fama, su renombre y su p o p u l a r i d a d . Muchos de los allí presentes fueron testigos de la desgracia que comen*: i «Superficie», lazarillo de un ciego que anda t a m b i é n por allí y ha ganado mucho con u n romance dedicado a Pepe-Hillo y que le hizo por unos cuartos urí j o b r e poeta necesitado y f a m é l i c o . ¡Gran romance el de la vida de Pepe-Hillo, llena t o d a ella de rasgos de valor y g a l l a r d í a ! ¡Y todo para que un t o r o de unji g a n a d e r í a de P e ñ a r a n d a de B r a c a m o n U acabase brusca e inesperadamente con t a n t a gloria y t a n t a celebridad! •Superficie»—el locuaz, despierto y ambiciono l a z a r i l l o — t a m b j é n quiert ser torero. Y precisamente el d í a de l a m o r t a l cogida de Pepe-Hillo fué a la Plaza con objeto de pedir p r o t e c c i ó n al gran torero y al mismo tiempo ün traje de los muchos que tenia el famoso l i d i a d o r c a í d o ante sus ojos aquel 11 de mayo de 1801, t r á g i c o e i n o l v i d a b l e . — Yo le vi—dice «Superficie» a los que oyen su emocionado relato—. Y o 1 Í vi momentos antes de salir a torear. Estaba sentado en el patio de caballos, pensativo y preocupado. Y me a c e r q u é a él. «¿Qué q u i e r e ? s » — m e p r e g u n t ó — Y yo le r e s p o n d í : «Verle JL usted de cerca y a d e m á s . . . lo o t r o » . «¿Y q u é es lo o t r o ? » — v o l v i ó a preguntar—. «Pues que deseo ser. t o r e r o » . «¿Tú?» «Sí, yo, que estoy cansado de i r de capea en capea como si estuviera pregonando». «¿Y q u é piensas h a c e t ? » — m e dijo d e s p u é s de unos instantes de silencio. «¿No le he dicho que torear de verdad? ¡Si usted me diera u n traje dt luces...!* . •. — ¿ Y él q u é te c o n t e s t ó ? — i n t e r r o g a uno de los allí presentes. «Superficie» no puede responder. U n r u m o r cercano y confuso se lo i m pide. Llegan los f ú n e b r e s restos de Pepe-Hillo. L a e m o c i ó n es grande. Y la exp e c t a c i ó n , mayor... Trabajosamente se abren paso los que conducen los restos del gran torerf;> Uno de los que los llevan es un hombre j o v e n , enlutado y arrogante. — ¡ J o s é ! ¡ J o s é J o a q u í n ! — e x c l a m a al verle «Superficie». y — ¿ J o s é JoaquinP^—dicen varios. —Sí—-replica «Superficie»—. J o s é J o a q u í n R o d r í g u e z , que es el d u e ñ o de la g a n a d e r í a a que p e r t e n e c í a « B a r b u d o » , el t o r o que m a t ó a PepeHillo... Con el solemne ceremonial obligado se da sepultura a Pepe-Hillo en la iglesia de San Ginés, en plena calle del Arenal, ruidosa y c o n c u r r i d í s i m a . A poco van desfilando los amigos y admiradores del torero. De los ú l t i m o s en hacerlo son el ciego de que h a b l á b a m o s al principio y su lazarillo, o sea «Superficie», que no acierta a retirarse de allí. A l f i n le obliga su p a t r ó n y d u e ñ o , que dice a su lazarillo: —Tú que s o ñ a b a s t a n t o con ser torero. ¿ S a b e s c u á n t o g a n ó P e p e - í l i l l o el día de su muerte? ¿No? Pues dos m i l reales. 1 — ¿ D o s m i l reales nada m á s ? -—Ya te lo he dicho. Vamos. Vamonos. Obedece «Superficie», que durante muchos a ñ o s vuelve a la iglesia de San Ginés, donde t o d a v í a se conservan los restos de Pepe-Hillo, a depositar unas flores en ¡a sepultura del gran torero, que se halla situada en el a t r i o del templo. Allí puede verse a ú n sencilla, y humildemente, con una l a c ó n i c a inscripcióü dedicada a l f a m o s í s i m o diestro que reposa en el actualmente desconocido cementerio de la mencionada iglesia, que es una de las m á s i m p o r t a n t e s , a r t í s tica o h i s t ó r i c a m e n t e , del antiguo Madrid, t a n ignorado por el de osl S


CASI

CONFESIONES

CAMARA dice que Manolete no gana tanto como creen sns enemigos, ni tan poco como comentan algunos amigos "Entre la "propaganda" y los gastos propios de cada corrida se va más del sesenta por ciento por festejo'1 José Flores, Cámara, apoderado do Manolete

"Los toros seguirán siendo pequeños la próxima temporada"

S

i la figura de Manolete es interesante, no podía dejar dp serlo también la de su apoderado, aunque no fuera más que por proyección de la del to1 rero. Sin embargo, el interés que despierta Cámara es personal. Alrededor de él se tejen y destejen a diario tanta/? discusiones y se le atribuyen tantos hechos, que hemos supuesto que la curiosidad del público taurino acogería con gusto una entrevista con el ex torero y actual apoderado, y nos hemos ido a verle. Hay en su habitación, aparte de los habituales—Bermúdez, mozo de estoques, etc.—,un empresario y Llapigera. Nuestra llegada interrumpe la conversación. Presentacionesv siéntese usted aquí, usted primero... y {al grano! —¿Ha apoderado usted antes que a Manolete a algún otro torero? —-No, es el primero. Le tomé a mi cargo a principios del año 37, cuando ya había toreado algunas novilladas en Córdoba y Tetuán. —¿Esperaba que llegase a colocarse donde está? —Pues, verá usted; sí. Y a acusaba las características de su toreo actual. Tenía un valor extraordinario, mataba fácilmente y se le veía temperamento y genio. No es que vaya a presumir de vidente; pero, sin embargo, en este caso, le puedo asegurar que «lo vi». , —¿Qué otros toreros, tiene usted? —A Parrita nada más. Hubiera podido hacerle alguna pregunta más sobre su profesión; pero como l a verdadera sal de esta entrevista—si es que tiene alguna— está ligada a lo que se relaciona con el torero cordobés, di un salto en la conversación y, así, de pronto, le dije: —¿Cuánto dinero ha ganado Manolete esta temporada? Mi pregunta ha estallado de tal forma en medio de este floreo preliminar, que le deja unos momentos suspensa. Pronto, sin embargo, se repone—¡un apoderado tiene tantas y tantas batallas que ganar a fuerza de presencia de ánimo!—, y me dice: —No es fácil hacer cuentas, así, de pronto, y de ello me alegro, porque, al fin y al cabo, siempre es mejor dejar que vuele la imaginación en estos casos. —De todas formas, algún dato tendrá usted. —Mire, le voy a concretar más: ni tanto como creen sus enemigos ni tan poco como puede que digan sus amigos. Y se nos escurre con esa gracia peculiar de los diplomáticos. Volvemos al asedio. -—¿Cuánto se gasta Manolete en propaganda? —Aun no hemos desglosado las cantidades. Pero el dinero que queda es poco en relación a lo que el torero tiene que dar por él. Más de un sesenta por ciento se va en cada corrida, incluyendo, claro está, toda clase de gastos. Si alguien nos diera más de ese cuarenta por ciento que resta, estoy dispuesto a traspasarle «el negocio». —¿Cree usted necesaria la propaganda? Concretamente, ¿estima que Manolete la necesita? —Aun las cosas mejores necesitan su difusión. Y hasta las flores requieren el agua que las fortalezca y dé belleza. —¿Cómo no ha ido a Méjico Manolete? —Este es el primer año que los toreros españoles cruzan el charco, después de muchos de no hacerlo. E n Méjico, sólo con sus toreros, no ha habido una competencia acusada, y por ello los aforos siguen sieudo los

mismos de antes. E r a necesario subir los precios—ya esta temporada se aumentarán en un cincuenta por ciejrto—, y no ha querido salir hasta que estos cambios se realicen. Por otra parte, él está ansioso de actuar en aquellas tierras, ya que tenemos las mejores referencias respecto al ganado—muy apto para su manera de torear—y de la expectación de la afición mejicana por verle. —Se dice que si usted... que si los toros chicos... —Mire, eso son ganas de hablar. Yo no puedo desde mi casa hacer que los toros crezcan ni que tengan más arrobas. Ni los ganaderos, si me apura usted, tampoco, puesto que con lo que un toro necesita para ponerse en la presencia y poder que quiere la afición se alimentan diez vacas, y ni al criador ni a nadie le conviene matar sesenta vacas para presentar una corrida de las que llaman completas. Este el problema. Por lo demás, yo no deSeo para Manolete sino los toros cuya cabeza sea apropiada para su forma de torear. Con el terreno que se pisa en la actualidad no se pueden torear reses que tengan una cabeza así. Y se levanta, abre los brazos desmesuradamente y los curva hacia arriba. . — E l problema de Manolete—prosigue—no es cuestión de peso, mientras conserve el valor que tiene. E s cuestión de que el toro pase v, si es a^í, las arrobas son lo de menos. Prueba de ello es que este año hí» toreado muchas corridas de trescientos kilos. — Y la mejor faena que le he visto yo—tercia Rafael Dutrús—se la hizo en Valencia a uno que pesaba 320 kilos. % —Entonces, ¿usted no cree que en la temporada próxima tas corridas saquen más peso? —No, señor. Ahora están los toros, como yo sé bien, por los 180 kilos. E s imposible que para la inauguración hayan cogido las arrobas que tanto pide el aficionado. — Y , para terminar, ya que el aficionado ha surgido en este final, ¿qué opinión tiene usted de él? —Hablaremos de la afición, porque es más impersonal. Esta anda '•—una gran mayoría—despistada. Bien por falta de dirección o-por no saber la verdad, y, sin embargo, presume de estar en el secreto de las cosas. Y de ello tengo un muestrario. Elegiremos uno cualquiera. Vea: veníamos de una feria, en el tren. E r a la hora de acostarse y antes de hacerlo salí ai pasillo para fumar un cigarrillo. Allí estaban dos personas que hablaban de la corrida que veníamos de «despachar». —¿Qué tal el fenómeno?—decía uno. —Bfen; muy bien—respondió el otro—. Pero así tiene que ser. Un hombre que cobra lo que cobra tiene que responder siempre en este tono, en un tono mayor. Hoy, sin ir más lejos, le han dado 25.000 duros. —¿Ciento veinticinco mil pesetas? —Sí, señor, sí; lo sé de muy buena tinta. De modo que dígame usted si es para exigirle. Yo les oía—estaba a su lado—con paciencia; pero era tal la insistencia sobre la cantidad, que ya, un poco cargado, me acerqué al que tanto sabía y le dije: —Pero, oiga, señor, ¿está usted seguro, completamente seguro de lo de las 125.000? E l hombre me miró de aniba abajo. Y con la voz un tanto irritada, me contestó: —Sí, señor, sí, ¡25.000 durazos! ¡Si lo sabré yo, que soy íntimo amigo de Camará! Me quedé helado y, no sabiendo qué contestarle, me fui a la cama y se lo conté a Manolo. Ño durmió en toda la noche de la risa que le dió.


D I V I S A ENCARNADA Y NEGRA

E! hierro de Murube en los toros I de doña Carmen de Federico A

Don Juan Manuel Urquijo, encargado <I« llevar la

El momento de poner el hierro a las reses

Los auxiliares sujetan a la res para proceder a herrarla

í-uís Fuentes Bejarano probando una becerra

d^i, en el cortijo de «Juan Gómez» se quiebra, por falso, ese p a t r ó n convencional que la literatura interesada—la novela, el teatro, el articulo periodístico...—nos ofreció hace años del cortijo andaluz, donde, según se decía, no había m á s que ocio de una parte y rebeldía contenida de otra. Dentro del extenso contorno de «Juan Gómez» todo es, por el contrario, paralelo en claridad y armonía, a este cielo limpio, blanco de puro azul, que llena de silenciosa paz el espacio y confunde sus límites, a un lado, con la linea suave ^ de la marisma del Guadalquivir, y al otro con las pri-, meras alturas de la Sierra de Grazalema, Cuando guiados por la amabilidad de don Juan Manuel Urquijo y de su esposa, doña Carmen de Federico, recorremos en esta m a ñ a n a de otoño, ca«j primaveral, el caserío y las tierras de «Juan Gómez», comprendemos c u á n t o de agradable y perfecto tiene el cortijo andaluz si es regido con cristiano sentido de la justicia y amplia solicitud. E n «Juan Gómez» se aprecian bien ambas cosas: en torno al caserío, auténtico palacio, cuyas paredes rebosan de recuerganadería dos taiuinos, las edificaciones complementarias y las viviendas de los trabajadores-están marcadas con un mismo sello de preocupación estética, de adecuación perfecta... En los m á s ' m o d e s t o s hogares—-jqué lejos de aquellas gañanías donde ganaba el odio sus mejores aliados!—la limpieza y l6#luz hermanan su Plegii<*', Y lo mismo podría decirse do los graneros, amplios y ventilados; de las cuadras, del molino y de la panadería, de los gallinercK, de jas porquerizas, de l a vaquería... Todo está de acuerdo con la m á s útil y moderna técnica. Y para que nada falte a esta numerosa población que trabaja en «Juan Gómez», una capilla v una escuela.

Lejos del caserío están los cerrados de los toros bravos de la ganadería que desde 1017 viene lidiándose en las Plazas de E s p a ñ a a nombre de doña Carmen de Federico, y que en linea ascendente alcanza la célebre casta de Vistahermosa. Pero eso es historia que siempre interesa... Hacia 1770 vivía en la villa de Utrera un rico hacendado, gran entusiasta de nuestra fiesta da toros. Don Pedro Luis de ülloa^se llamaba, pero fué su título—conde de Vistahermosa—el que pasó a loa anales de la tauromaquia. Don Pedro pensó, nunca como negocio, sino como prenda de afición, fundar unu ganadería de reses bravas y adquirió una punta de ganado a unos labradores de aquel término apellidados Rívas. E l c< n le de Vistahermlosa consignió'en poco tiempo mejorar su vacada, y bien pronto sus ejemplares causaban la admiración de los aficionados y competían con éxito con la casta vazqueña, en boga entonces. La nobí ÍZ* y bravura de sus toros, su trapío, sus correctas lineas, el arranque rápido y el empuje poderoso eran ms notas características. Cincuenta años tuvo en propiedad el conde de Vistahermosa la ganadería. A l morir dividió en varias porciones, adquiriendo la m á s importante Juan Domínguez^Ortiz, m á s conocido por el Larberp de Utrera, que la dejó, a su muerte, en manos de su hijo político don José Arias de Saavedra. Este vendió unos sementales y algunas vacas al señor Murübe, que los cruzó con el ganado adquirido en 1863 a don Manuel Suárez Cordero, propietario de una de las puntas en qne se dividió la ganadería del conde de Vtetahermesa cuando murió éste. De esta forma volvieron a unirse dos ramas procedentes del tronco común y famoso creado por don Pedro Luis de Ulloa. Don José Arias de Saavedra vendió después doscientas vaca* y cincuenta sementales a doña Dolores IJfonje, viuda del ganadero señor Murube, que adquirió además mía pUáta de ganado de mío de los hijos de don Manuel Suáiez, con lo cual se produjo de nuevo la unión de ramas de la mejor casta de vistahermosa. L a primera vez que se lidiaron toros de doña Dolores Monje, con t u n o de Murube, en JÍIadrid, fué el 7 de abril de 1868, luciendo divisa rosa y caña. Después se lidiaron con ;o- colores encarnado y negro. A l fallecer doña Dolores Monje, la mayor parte de la ganadería pasó a en? i ¡ o-, don J o a q u í n y don Faustino Murubo, quedando posteriormente en manos de la viuda del primero la propiedad íntegra de la vacada. De la viuda de Murube la. adquirió en 1917 doña Carmen de Federico de i • ijo, que conservó el hierro de Murube y la d i v k a encarnada y negra.

!He aquí una relación, casi telegráfica, de algunos ejemplares de la ganadería, famosos por su bravura y üoMeza en los ruedos: Fajtírito.—Se lidió en Málaga en 1840. Entonces figuraba la ganadería a nombre de don José Arias de Saavedra. Tenía ocho años y despachó sois caballos con gran rapidez. E l Chiclanero no pudo colocarle m á s que una banderilla, y Montes tuvo que matarlo de un golletazo a la media vuelta. Marismeño.—Se lidió en Ronda en 1860. T o m ó nada menos que cincuenta y una varas, matando cuatro caballos. Causó tai admiración entre el público, que su cabeza fué paseada en triunfo por el redondel emi t aplausos. Sfrranito.—Se lidió en Madrid el 1875. Aguantó trece varas y m a t ó cuatro caballos. Ocharito.—Se lidió en San Sebastián, en agosto de 1330. en la corrida-concuíso. Por su bravura y nobleza el público le concedió el premio del toro de oro, obra de JBenlliure. (?usam7/o.—Se lidió en San Sebastián, el 21 de agosto de 1932, So llevó también el premio del concurso por gran mayoría de votos. ' . . Desertor.—Lidiado en Bilbao el 23 de agosto de 1932. Un revistero escribió de «Desertor» lo siguiente; «Ninguno m á s bravo, m á s dócil, m á s noble, m á s alegre que ese animal de preciosa estampa, pastueño, de Ja mejor sangre raurubeña». Tapabocas.—Se lidió e^-Madrid el 30 de abril de 1934. Lo m a t ó Domingo Ortega. Dió dos vueltas al ruedo, llevándose al desolladero la admiración del público. Oehavito.—Se lidió en San Sebastián el 26 de agosto de 1934. Coir.O su homónimo, ganó el toro de oro por gran mayoría d© votos. Jaretita.—Lidiado en San Sebastián el 25 de agosto de 193."). Por su nobleza y bravura ejemplares se llevó t xnibién el premio del toro de oro. La lista sería interminable... Pero acaso lo m á s importante, después de consignar la bravura y nobleza de los toros de doña Carmer^ de Federico, sea e l hecho de que en la ya larga historia de esta ganadería no sé de ninguna nota luctuosa. Hay en los anales de la fiesta algunas cogidas graves, pero n i un solo espada acabó sus días entre los cuernos de los toros del hierro de Murube. (Fot*, E X G ;

FRAXnSOO NAUBOX V


Al habla con el "Pollo Posturas^ "Rafael fué siempre más artista que José; pero... ¿m'ha "comprendió"? "ftim, quítalefieliií, m necesito el sillo" él

Su.

Manuel Alvares, "Posturas", en •u charla

Misión algo más que difícil era conseguir que Manuel Alvares, Posturas, el Pollo Posturas, como siempre se le dijo por propios y extraños, hablase dé' toros a sabiendas de que se le escuchaba con fines periodísticos. ¿Razones? No'queríamos sorprenderle. Le rogamos una y otra vex. Volvimos a insisüric: —Mire usted, que es.la primera ves que le pedimos un favor. Siquiera por nuestra amistad.-.. No le Importe. ^ • . ia penumbra del «café» donde cotidianamente asiste observamos su rostro, mientras liaba un cigarrillo, deduciendo nosotros que no había más que hablar; bueno, entendamos, que podíamos empezar a recoger el fruto de la batalla ganada con nuestra amistad sincera. De las pocas figuras taurinas que pasean aún —y Dios quiera muchos años—por las calles dé Sevilla el garbo impar del clásico torero español es, sin duda alguna, una de ellas Manuel Alvares, Pinttfras. Porque vivió para el toreo, le vemos aún, cuando se enfrasca en la charla, salpicada toda ella de una gracia genial, marcar la suerteJoselito, con su banderital mandando en los tres tiempos, explicativos llero Posturas de aquellos otros que Rafael y José, sus enamorados del arte, desgranaron en tardes de triunfo. Y unida a la acción, la frase exacta, justa y piecisa, que a veces es toda una sentencia; o bien la impar comparación en la plenitud del ingenio. El pañolón de blanca seda, la inseparable prenda que anuda a su garganta, destaca su agitanado rostro de duras, líneas, a igual que su figura enhiesta en el ocaso de sus años mozos. Volvamos al sitio de nuestra reunión. Tras injerir uno de los varios cafés del día, expusimos muy sutilmente, sobre el no muy limpio mármol, minúsculas cuartillaS, temiendo que los clásicos «pares y nones» de toda conversación evasiva salieran a la palestra. . . Nada de ello. Miro de reojo, y antes de que pudiese interrogarnos, iniciamos la conversación. Y enfrascados en ella... ¿Unas cuartillas? iY una resma! iCualquiera sujetaba aquellos recordatorios! —¿Muchos a'ñqs de profesión? —Sólo con Rafaé, desde el año diez al treinta, actuando también con Joselito. En algunas ocasiones, con Minuto, el Algabeño, Bienvenida, Curro Vázquez... —¿Muchas temporadas en América? —Tan sólo un añ > me decidí., y cuando ya estaba to preparao, dije: A casarme, y . . . que de lo dicho no hay na, que le dije a Bonarillo. Tenía dinero pa pasá t i invierno, y . . . como nunca he sío mu ambicioso, pos me quedé en mi Triana. y.., a otra c o s í . — ¿ H a toreada mucho con José? —Una jartá. Me quería de verdá, tanto, que me tenia dicho: «Arvare, cuando Rafaé no tenga toro, ya sabe que no tiene más que vestirte y dirte pa la Plaza adonde yo toree.» ¡Era tan bueno! jY tan gran torerol . , • —¿Mas que Rafael? . —Rafaé siempre fué más artista que José, ¿m'ha comprendió? Naturalmente ^ue José tenía también lo suyo como, artista. Me acuerdo una ve, en Madri, al handerilbá a un pájaro de Sartilío—«to un mozo», con cuatrocientos cuarenta kilos en la caná—^.fué >' nie dijo; «Est> sitio der burlaero lo necesito yo; Arvare, qul late de ahí.» Entró por lo de adentro tan aprefao..., que si no me quito. no s é . . . —If-ualito que hoy. -Hoy salen a torea con la cartilla, aprendía antes de hacé el#paseo. VaÉno... que llevan la faena," ¿m'ha comprendió?, en,el canto la memoria. —¿Recuerda el toro que le brindó Rafael a la Guerrero? —Uno, no: dos. ¡Qué faena' Mcjó aún que la que le brindó a Tita er Chispa, tr. Barcelona. Le había brind.io er cantaó aquella noche a Rafaé una de esas cosa., que cantaba, y Rafaé le mandó un parco brindándole su úrtimo toro de Benjumea. húé to eso e! año trece. Y el toro dando ca chaquetazo... y armando más ruido que er tren que pasa por Villacaña. —-Usted tenia gran ascendiente con él. Tengo entendido.., —Mucho, mucho. Me acuerdo en una ocasión, cuando c! debú de Correa Monte en la Monumental de aquí, dé Sevilla... Yo le liablé, pa sacá al muchacho, a don Manué Pineda; pero... ¡era tan difíd! Se enteró José de mi deseo, y/momento ante de hacé er paseo .en una corría que atoreaba con Fortuna, fué y le dijo a Pineda: «Mire usté, don Mianué: esa corría que hay en los corrales, de Benjumea, y que la tengo prepará pa Puente Geni, como usté sabe, la vamos a dar como aovillá er domingo pa saca a ese muchacho de Triana de que le habló Arvare.» Y, en efecto, así se hizo. Anteriormente lo había visto atoreá en un tentaero, y me indicó: «Arvare, pa ese muchacho poca casta y mucha presencia. Tiene mucho való, pero...» — ¿ E s cierto, Manuel, que quiso ser usted^ matador? —Arga había. En Madrf atoreamos las do? cuadrillas de Rafaé y José a beneficio d ; Blanquito: por «ierto quf los dos matafres actuaron como banderillero, Er mundo a revé. Pero... ¡qué bonito!, ¿m'ha comprendió?- Po, ¿y cuando le brindó Rataé ua foro, en Barcelona, ar genera Primo de Rivera? Fué ar muelle a esperarlo, y cuando se echó" abajo der barco" se le acercó, porque tenia mu buena amista con .él, y fué y le d i j ' - ' «Mi geiurá, esta tarde le voy a brindé un toro. » Y llegó la hora de los toros, y Rafaé, más cansao en er patio caballo..., como que se llevó toa \ \ mañana anda que te anda por toa Barcelona, Tanto, que me dijo, ante de hacé er paseo, que le llevaran un poco café sin azúca. Le salió un barbián... ¡Un vendavá era aquello! Lo cortó dos o tres vece y le hizo a renglón seguío to lo más bonito d ;r toreo... ¡Qué arte! Lentamente, y parándonds cada vez que el gran rehiletero señalaba tal o cual suerte pretérita, en la abstracción de su charla, le acompañamos hacia su casa, allá en Triana, a orilfas del rio quv le vió nacer y frente al clásico coso del Arenal, romántica a^alava de su mSs feliz recordatorio. M . PAREJO KJMBBÉHWMHSHH lHM

\

El Tollo Posturas", en la actualidad


LOS

TOROS

Y LA MUSICA

COMO PENSO Y ESCRIBIO JOAQUIN TURINA SU " O R A C I O N DEL T O R E R O " Por M . B A R B E R I - A R C H I D O N A

fiesta... Hl

t a u r i no

h a

s u g e s t i o n a do

y de

y

fuera

j a b a

E s p a ñ a , los

d é

A n t e s

que

zet

del teatro

m o d e r n a m e n t e , ^ado que su

de

u n

g é n e r o

condiciones

verdaderas

obras

d r á n

igualarse

ralda, Pero los

no

se

cho

no

L a

la

reciente del

exaltan

todas

de

caballos.

obra

t r a ñ a b l e m e n t e A c l a r e m o s — F e r v i e n t e

casi U n a s

a

para

y

m e

no

toda

rna

el

de

Y

veinte

su

obra,

esté

de

fuerte

ado-

a n d a l u z .

E n -

era

u n

que

E s e

m i e n z a

sol

y

el

la

concentra m o

u n

de

coso,

en

el

crespa

que

se

acalla,

o

los de

se

por

la

de

luz

pasodobles los

m u c h a s

veces

de

la

y

la

voz

la

lidia

tarde,

m ú s i c a el

sentido t e n t a c i ó n

m ú s i c a

que

de

grito

sugestio-

h a b í a

traducir en

la i m p r e s i ó n d u c í a

la

clarines m e Y o

en

incendia-

de la

n a b a n .

enque

d u r a n t e

r u m o r

por

se

sosiega

emociones A q u e l

es-

ondulante

viva,

o

realzado

y

se

silencios

do

se

co-

ansiosos

...

el

que

anillo^

i r r u m p e

las

por

que

estallido

m a r e a

la

m a s a

pasillos

del

co->

en

excitada

por

caleras

de

que

calle,

e n t u s i a s m ó

d e r r a m a

las

encierra: el r u -

vocinglera

h u m a n a ,

u n a

de

profundas

r u m o r

en

oleada

y

m á s

la fiesta

mor.

to-

ellos c a p t a b a

emociones

sugerencias

que

ex-

r e ú n e

producido

obras

de

y a

g é n e r o

po-

L a Gi-

de

u n a

o b r a

para

de

m ú s i c a

sugerir

pura,

realidades del

arte

i n s p i r a d a

pintorescas,

sinfónico

y

m u -

y

m á s

que

y

cuál h a

en

inspiradas

la

a p u r a d a s f u é

hecho

su

se

escalar a

m á s altas

es

ferviente

y

y

personales

c o n d e n s a n

del

punto

c i m a s un

que

célebre

de

vista

u n

difíciles

aficionado

y

en

m í

m ú l t i p l e

toda prode

la

oteas

t a n

del

arte.

los

en-

toros.

lo

obras

u n a

sugestiu n a

ex-

h a b í a

organista

la

m i s m a el

d o n d e

la

pobre por

y

su

Heno

para

Se

ofreció

— P o r

m e

de

y

la

dentro

alcanzar

u n a

gran

u n a

L a oración del torero

tido

en

y a

la

o b r a

de

en

sen-

la

cate-

que

refle-

« P e t e n e r a »

m u y

h a b í a

E l

tarde

de y

l e j a n a

rogar a la

instantes,

en

la

que, Dios

esperanza aquel

cuarteto q u e

m e

h a b í a

repertorio.

la

h a b í a

Y o

visto

y

a pees-

sen-

toros.

y

partitura a

agrupaciones

A m é r i c a , original

cuarteto de

ella el se

de

m ú s i c a

triunfalmente cuarteto

perdió.

c u e r d a , de

Agui-

Pero

que

se

c á m a r a

en

yo inv a -

conciertos. maestro y

P é r e z

la

Casas

transcribí

a ñ a d i é n d o l e

los

quiso

otra

contrabajos.

incorporarla a

vez* Y

a

orquesta

así

se

sus

de

con-

cuerda,

interpreta

actual-

mente.

E s t a

es,

del torero, sica

lector, del

e s p a ñ o l a

pertorio

de

la

génesis

maestro y

que

m ú s i c a

y

T u r i n a ,

la

constituye sinfónica

historia

gloria

del

u n a

de

La

l e g í t i m a o b r a

m u n d o

de

ú n i c a entero.

en

oración la

m ú el

de

re-

obje-

L a Pro-

la

ante por

patio de

contraste Plaza,

aquel

su

que

el"

llena

enfrentarse

aquel de

r^edo

u n

llegado

su

recorrer con

E u r o p a

la

c o m o

Aguilar,

h a b í a

en

capilla,

antes

los

m á s

M a d r i d — a q u e -

estaba

plenitud

de

por

interpretativa,

tal

de de

transcripto

por

a

de

Y o

estaba

su

algo

sinfónico

P l a z a

a l g a r a b í a

v e n í a n

unos

la

m o m e n t o

u n c i ó n

y

f o r m a

p o e m a

obra.

toda

la

la ilusión

incorporarla a

d e s p u é s

puntos

t e r p r e t ó rios

para

aquella

deshizo

en

l a

l a ú d e s ,

calidad

cribí

se

con

en

m i

u n

de

poesía,

de

de

dido

lar

toreros

e n t o n c e s — 1 9 2 5 — e l

originalísimo,

m u c h o s

toros v i

en

m i

p e q u e ñ i t a ,

entonces

por

bien

sol...

a q u e l

tarde,

los

fiesta,

el dolor,

cuarteto

M á s

de

expresivo

e n t r a ñ a b l e

de

t a r d é

p u e r t a

rezar

musical

por

y

u n a

si

T u r i n a — e n

g r a c i o s a — ,

a

siempre

m ú s i c a

de

esperaba

a l m a ,

dejar de

que

tras

y

v e n í a n

muerte.

p ú b l i c o

U n a

a r m ó n i c a

Allí,

s e n s a c i ó n ,

maestro

m ú s i c o artístico

t e m a

a

se

dar

vieja,

ciertos mejores

entre

La capilla de los toreros" (cuadro de Roberto Domingo)

a u n q u e ,

maestro

de

las

pero

la

viejo

y

H a y

E s t o

algunas

el

asiduo c o n c u r r e n t e a los ros.

en

religioso.

hizo

salud

cerca de

popular

tonces

T u r i n a

d r a m á t i c a

m u n d o .

genuinas

las

mt-

extraordi-

h a

u n c i ó n ,

de

o

fiesta

Suspiros de E s p a ñ a o

a b s t r a c c i o n é s

conocer la

P o c a s

obras,

m á s

popular;

profundos

andaluza.

Torres,

a ñ o s

v o y

falta la

Madrid,

i m p r e g n a d a

m á s de

con

E d u a r d o

m u c h o s

religioso

varios,

todo...

sentimiento

corrida.

%

c o m o

las

con

nacional

sobre

platóni-

ello.

en

de

popular

L a oración del torero f u é a ñ o s ,

torero.

zarzuelas

a d e m á s ,

que

h a

fuerza

baladí,

y

m á s

yo,

aspectos y

compositor

otras

escrita hace

fácil

juzgado belleza

L a oración del torero,

maestro

u n a

veces

tiempo

el

porque

n u n c a

u n a

singular, con

y el

musical

c á m a r a .

y

y

del

elevadas

deseo

e s p a ñ o l que

aclara

el

tiempo

p ú b l i c o s

las

de

condensaob,

la

l u m i n o s a

o b r a y

Peneila

a l u d e n

a

se

h a

u n a

M u c h a s otras

varia,

directamente

de

de

cualidades

sugirió

sonriendo—,

en

Gato montés.

e m o t i v a

parece

mejores

de

subjetivamente

Barbieri

del

hace

cesión del Rodo en Triana.

hiciera

es-

los

popular

que

y a

d i c i é n d o n o s

P l a z a

e s p a ñ o l ,

repertorio

c u y a

pasodoble

historia

T u r i n a :

las

los

que

a u d i c i ó n

escribir esta

la

m ú s i c a

maestro

e s p a ñ o l ó n o s

fco

en

infiltrado a

m u c h o

el

todos

t e m a

las ^

trato

con

maestro

naria,

originalidad

intensidad

por

E l

h a b í a m e n o s

obras

al

la

existia

toros.

de

maestras:

a

conocidas

en

nos

musical

verdaderas

de

importancia

Maestro Joaquín Turina

presión

u n a

cuenta

el

— Y o

tiva—sigue

lla

su

antes

sentimiento

Carmen p o r nuestro

lírico

ese

a t r a í a n

a n d a l u z a

que

todos los

Pan y toros,

escrito

m a e s t r a

Sevilla

B i -

triunfar

h a b í a

expresado,

m e

religiosa

inspirada...

m ú s i d r a m á -

t a m b i é n

e m o c i ó n

p u r a m e n t e

dral

ticos.

m u n d o ,

presión tido

cos

del

la

E s p a -

ñ a ,

a

P e r o

de

en

de

cenarios

vos,

vida,

acaso

lleno

de

del altar

acaso iban

a

risas,

I


AFICIONADOS I

DE CATEGORIA Y C O N SOLERA • '

cree que JUAN BELMONTE a c a b ó

' 1 1

* *

*

* i

.

i

' » *

con el toreo " A L A P L A Z A NO SE V A A D I V E R T I R S E " DON M A N U E L E N L A MESA-CAMILLA V m á s que un tal poeta, mi deseo primero hubiera sido ser un buen banderillero... 'L poeta, el gran poeta, que hubiera preferido -así, sencillamente—. ser nada m á s — o nada menos—que un buen ban(Jerillero, nos ha acogido esta tarde y nos ha brindado una silla j u n t o a esta f a m i liar mesa-camilla, que él no cambia por todos los refinamientos de los m á s modernos sistemas de calefacción. Hemos llegado hasta su lado llevados como quien dice de la mano por don J o s é M a r í a Cossío. Don Manuel sale poco en estos d í a s en que sus bronquios han de defenderse contra los p r i - ' meros fríos invernales. Solo va, por la m a ñ a n a , desde su domicilio a su despaclio de director del Museo M u n i c i pal. Lo tiene a u n paso; Vuelve a casa y ya es m u y raro que saiga durante todo el d í a , ' Más adelante, cuando vuelva (»i buen t i e m p o , don Manuel s a l d r á ya con m á s frecuencia, se le v e r á alguna tarde en la Plaza, allá en lo alto, en un palco donde entre ocho o diez personas r e ú n e n m á s saber t a u r i n o que entre "todo el resto de la Plaza. — ¿ V a usted mucho a los toros, don Manuel? NADA MAS Q U E T R E S Antes de contestar, este don Manuel, gran poeta, gran señor y gran aficionado, saca la petaca repleta de emboquillados. " ~ Don J o s é María se alarma: «¡Pero c u á n d o va a dejar ••jjwde fumar, Machado!» Y é s t e le afirma m u y serio _ que el tabaco no es para él, sino para nosotros. D e s p u é s de lo cual nos dirige una mirada burlona y enciende t r a n quilamente un p i t i l l o con la misma satisfacción de un niño que acaba de realizar una d i a b l u r a . Lanza el humo con su satisfacción de cincuenta a ñ o s de fumador empedernido. • , Cossío balancea la cabeza. L a esposa del poeta, tarn, bién. Ambos quieren expresar así que don Manuel, en esto del tabaco, es imposible.» Don Manuel se defiende: —Me ha dicho J i m é n e z Díaz que no hay inconveniente en que fume, —Pero poco... — Y le obedezco. U n cigarrillo m u y de tarde en tarde. - En la hora que estuvimos ¡ nosotros, sólo se f u mó tres. A L A P L A Z A . POCO... — N o . No voy casi a los toros. Esta ú l t i m a temporada he estado en la Plaza m u y contadas veces... Cuando sale alguno nuevo, por eso, por la novedad. Pero no estoy ' m u y al corriente. E l toreo de hoy no es para •mí. A ' A r r u z a , no lo he visto. Y tengo ganas. Supongo que será como todos los de ahora. PéVo, claro, la novedad... Por lo que dicen, debe de ser bueno. Méjico ha dado toreros como Gaona, Gaona s e g u í a la escuela de Fuentes. Y h a b í a otro..-. ¿Cómo se llamaba, J o s é María? —¿Armillita? d — Ese, ése. F e r m í n . ¿ N o se llamaba F e r m í n ? — F e r m í n Espinosa. / — B i e n . Y o no digo que hoy... Pero me quedo con la época de Joselito y de B e l m o n l e . Belmente a c a b ó con el tóreo. *>.••-' ' LOS P A S E S NO A G R A D E C I D O S Don Manuel toma un sorbo de café con leche, d e s p u é s de hacer su a f i r m a c i ó n t e r m i n a n t e . — Y o v i torear de chico a L a g a r t i j o . Luego cogí de lleno la época de Guerrita, de Mazzantini y de el Espartero.

•—¿Y han cambiado mucho las cosas de entonces acá? Se ríe Machado con verdadero placer. Sin duda, hemos c a í d o de bruces resbalando en el p l á t a n o de nuestra falta de p r e p a r a c i ó n t a u r i n a , en la pregunta ingenua. E l se l i m i t a a decir: —-Bastante, bastante... — ¿ Y por q u é usted, aficionado de cat e g o r í a y de solera, no va asiduamente a lo>» toros en estos ú l t i m o s tismpos? —Pues, mi querido amigo, porque yo no v o y á los toros a d i v e r t i r m e . Para eso se va uno al cine. Los toros son una cosa m u y seria. Y hoy a la Plaza se Va a d i vertirse, a pasar e l , r a t o y nada m á s . — N o . . . no le entiendo, don Manuel. — E l espectador moderno va a ver c ó m o el torero da muchos pases o da bonitos pases. Y o v o y a que se les dé a los toros lo que sea preciso y nada ' m á s . Los pases que le dan «fuera de clavo» no se lo» agradezco ;» n i n g ú n torero-. CUÁNDO E M P E Z O L A CRISIS — D e c í a usted que Belmonte... v •—Acabó con el toreo. Yr conste,que yo he sido belmoatista a c é r r i m o . Hizo su revolucióm y el toreo e m p e z ó entonces su crisis, crisis que llega y c u l m i n a en nuestros d í a s . C a m b i ó los terrenos. F u é una r e v o l u c i ó n , y como causante de ella es admirable. Por eso. f o r m é yo en sus filas. Pero las consecuencias han sido fatales. — Dicen que Manolete es otro revolucionario. — Y o no niego que Manolete tiene una cosa especial... Sobre t o d o , esa mano... Algo tiene en la mano Manolete, a d e m á s de l a muleta... Pero «}a cosa» e m p e z ó con Belmonte. Se m e t i ó el primero en el terreno del toro y ése es su m é r i t o y . . . ésa es la desgracia del aficionado. —¡Cómo! —¡Claro! E l toro tiene su terreno. E l torero, el suyo. Y cada uno tiene que hacer lo que le corresponda sin i n v a d i r la j u r i s d i c c i ó n del o t r o . Belmonte no r e s p e t ó las leyes, lo clásico del toreo, y vino la r e v o l u c i ó n . Y ahora, ¿qué pasa? Que cualquier novillero se mete en el terreno del toro porque Belmonte d e s c u b r i ó que se p o d í a entrar en la zona vedada. Y ocurre que los toreros ya no pisan su terreno y , por t a n t o , se pierde la verdad, lo clásico... Porque lo difícil no es meterse entre los cuernos del toro y darle trescientos ocho pases, sino esperarle, embarcarlo, xaguantarle y darle la salida. E l toro, por su sitio; el torero por el suyo... A Q U E L L A OVACION A L A G A R T I J O — ¿ Y es verdad que usted hubiera querido ser banderillero, como afirma en sus célebres versos? ¿No le hubiera gustado m á s ser matador? Vuelve a r e í r s e Machado. Y o le pregunto si fué por una exigencia de la r i m a , y esto aumenta su risa, aunque no aclara la c u e s t i ó n . •—¿Cuál es el torero m á s completo que ha conocido usted? .—-Vacilo entre dos. Quizá fue Joselito. Pero acaso fué el Guerra el m á s completo de todos los tiempos. — ¿ Y el torero m á s . . . , ¿cómo le diría a usted...?, m á s torero?

¿ E l de m á ? estampa? Lagartijo. H a l ía que verlo y había que mirarlo. Ü n a vez estaba esperando que le prepararan el t o r o . A p o y ó Jas -banderillas en la c i n t u r a en e s p e r á de su momento. Y q u é hechuras, q u é planta de torero t e n d r í a el hombre, que en aquel instante e s t a l l ó una o v a c i ó n . No ha habido otro caso. ¡ESOS P E T O S :

*

—^¿Qué suerte ha sufrido m á s v a r i a c i ó n ? — L a de varas cota los e s t ú p i d o s petos. Antes se la llamaba suerte de tener. E«to es, do tener, de detener ai t o r o . Era preciosa y t e n í a algo de grupo e s c u l t ó r i c o . —Sin embargo, los pobres caballos... — M á s sufren ahora. A d e m á s , la cornada a l caballo era el accidente, lo imperfecto, el fracaso del picador. Y o he visto picar corridas de cinco a ñ o s y llevarse las jacas i n tactas. A d e m á s , probablemente, loa petos estropean a l toro... ¡ B u e n o , al toro que no existe; Antes se picaba y ahora se mete todo el palo... Eso se l l a m a asesinato. — ¿ Y los - p ú b l i c o s ? ¿Cree usted que han cambiado mucho? , — Han ido perdiendo conforme han ido aumentando. La l e y de! descanso d o m i n i c a l i n f l u y ó lamentablemente en este aspecto al volcar de pronto sobre los tendidos a grandes contingentes de espectadores t a n gritones y exigentes como poco entendidos. E l espectador, cuanto m á s inteligente, es m á s tranquilo^ A h í tiene usted al de Seviü a , por ejemplo, a pesar de que t a m b i é n se ha estropeado bastante. E l hecho es que el aficionado de Veras se ha diluido en esa m u l t i t u d que acude hoy a los cosos y consecuencia del espectador de hoy es el toreo de hoy- Antes las cosas se h a c í a n con u n f i n , el de preparar al t o r o para la muerte. Ahora se ha cambiado la f i n a l i d a d , o mejor d i cho, cada cosa aislada es u n f i n en sí misma. Eso me parece absurdo. Es como el toreo de rodillas. ¡ N o , no! De pie y a su distancia.PARA Q U E E L PUBLICO DESPIERTE... — ¿ H a tenido usted amistad con toreros? —He conocido personalmente a muchos, pero no he frecuentado el t r a t o m á s que con Belmonte, y de los a n t i guos, Fuentes. Los toreros, por lo que yo s é , son gente m u y buena y de grandes condiciones morales. A l que sí conocí macho siendo yo u n n i ñ o , era a el Espartero. Por cierfo que cuando lo gustaba una tela se mandaba hacer seis ú ocho trajes iguales. — ¿ C r e e usted que el p ú b l i c o a c a b a r á p o r cansarse del toreo actual? — Eso o c u r r i r á el d í a en que salga un torero que po hacer algo nuevo, vuelva a lo antiguo. Otro cigarrillo—«el ú l t i m o , en honor de estos s e ñ o r e s » — y don Manuel, que se queda j u n t o al brasero, a la mano el l á p i z , baje su frente las cuartillas en las que se dispone a escribir su articulo semanal para Informaciones... RAFAEL

MARTINEZ

GANDIA

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Historia

taurina

dé V I C E N T E

PASTOR

i*Se acabaron ios embofadosl—La p r e s e n t a c i ó n como becerrístcTen Macfrid.—iCinco fiaras vesfldo dfe torerof ~£f Chlcfanero se q u e d ó inédito»-Un empresario espléndido.-Ei beneficio efe L f a v e r l t o . - L a s e r i e d a d de Vicente.-Sus actuaciones en el Puente de VaUecaSt~Una taberna Incubadora de matadores de toros

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¡Mala suerte la del muchacho en aquella su primera salida con el traje de luces! T-Oye, Vicente—le p r e g u n t é en una o c a s i ó n — . ¿ C u á n t o te d i ó el empresario por aquella corrida? — Pues... a g á r r a t e . ¡ Q u i n c e pesetas!

E'

MI'HKSAHÉO de la Plaza m a d r i l e ñ a , don Bart o l o m é Muñoz*—Bartolo, como le l l a m a ban los aficionados—, la tenia subarrendada para la temporada i n v e r n a l al ganadero don V í c t o r B i e n c i n t o . Apenas iniciada é s t a con aquellas novilladas, bajo una t e m p e r a t u r a glacial, en las que generalmente actuaban -dos matadores, l l e n á n d o s e ú n i c a m e n t e las localidades de sol y haciendo los diestros todas sus faenas en los tercios correspondientes a ios tendidos del 4 a l 7, porque en los de sombra aun duraba la escarcha de la noche anterior, no f a l t ó el consabido epilogo de los embolados con la presencia del Chico de la Blusa, el que en una o c a s i ó n t u v o que colarse en la Plaza, gateando por su fachada, porque estuvieron ausentes de su bolsillo los setenta y cinco c é n t i m o s que costaba u n billete de andanada. é

Vicente Pastor' visto en el despacho de m casa za del toro Aldeano, de

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A q u e l e s p e c t á c u l o de los embolados, b á r b a r o y sangriento, que tantas desgracias venia p r o i (luciendo, e m p e z ó a ser duramente combatido por los p e r i ó d i c o s , y tales caracteres t o m ó el asunto que. de u n plumazo el entonces gobernador c i v i l de la p r o v i n c i a le s u p r i m i ó . L a medida c o n t r a r i ó en extremo al empresario y m á s a ú n al Chico de la Blusa, porque con t a l hecho se le cerraban las puertas de su escuela t a u r o m á q u i c a . Independientemente de los cuatro pescozones que Vicente ya h a b í a recibido del a u t o r de sus días por su o b s t i n a c i ó n en ser torero, fué aquella orden g u b e r n a t i v a el p r i m e r o b s t á c u l o con que tropezaba en su arriesgada carrera. ¡Adiós sus ilusiones! ¿ C ó m o poner en p r á c tica con los embolados t o d o lo que momentos antes veía hacer a los profesionales? Era p a r a - é l m o r r o c o t u d o el conflicto, porque Vicente, por i n t u i c i ó n a d e m á s y sin que hasta entonces hubiera recibido lección o conseja alguna, procuraba con su fina o b s e r v a c i ó n asimilarse el estilo con que en aquellos tiempos se tohace trece años. En la pared, la cabt reaba. Y no estaba tampoco en p l a n de asistir su alternativa a las'capeas. En su casa, para ol sostenimiento de sus padres y de sus hermanos Miguel, Teresa, Rafael y Alfonso, tenia que a p o r t a r su g r a n i t o de arena y no d e b í a abandonar el trabajo. A d e m á s , ya h a b í a asistido en a l g ú n dia festivo a las capeas que se celebraban en los pueblos cercanos a M a d r i d , recorriendo a pie las polvorientas carreteras, y poco v i ó en ellas que p o d í a aprender. Sabia que poseía el v a l o r y la serenidad suficientes para ser torero y sobre esta i n dispensable base descansaban todas sus ilusiones. Cuando por vez primera se l a n z ó al ruedo m a d r i l e ñ o para ponerse delante de uno de aquellos embolados, antes de pisar el albero, estuvo observando desde el callejón el i r Vicente Pastor en su pijniera y v e n i r de los moruchos. — A l pasar el embolado cerca de m í — h a b l a ahora V i c e n t e — y al oír el resoplido de la res qon el ansia de coger a. los aficionados, me entraron deseos de que alguno de aquellos soplidos me los hicieran a mí para ver q u é i m p r e s i ó n me causaban. Y seguidamente, como y a hemos dicho, se lanzó al ruedo el chiquillo con larga blusa azul, dando pases de muleta con la roja c o r t i n i l l a arrancada de la berlina. Hondamente preocupado con ta d e t e r m i n a c i ó n que on lo sucesivo tenia que adoptar, fué avisado a los pocos d í a s para que se personase en la taberna de Lumbreras, existente entonces en la calle de Espoz y Mina, donde se r e u n í a n to<eros y aficionados. Q u e r í a verle allí el eimpresario Biencinto, y este aviso no dejó de i n q u i e t a r l e . — ¿ Q u i e r e s torear el domingo en Madrid?—le p r e g u n t ó don V í c t o r . — i Y a lo c r e o ! — c o n t e s t ó lleno de j ú b i l o Vicente. '-—Pues no hay que hablar m á s — a g r e g ó Biencinto—. A r r é g l a t e los a v í o s y ya i r á a buscarte el coche a t u casa. Vió entonces el ¡iprendiz de torero el cielo abierto con t a l p r o p o s i c i ó n . ¡ T o r e a r en Madrid y vestido de luces! ¡Con las ganas que él t e n í a de hacerlo! N i pudo comer con sosiego durante aquella semana, n i en la v í s p e r a de la corrida conciliar el s u e ñ o . j Cuand^*en una d é las calles llegó a contemplar el cartel anunciando la corrida', se q u e d ó absorto. Sí. Su nombre estaba allí, impreso con gruesos caracteres. Vicente Pastor, el Chiclanero. ¿ P e r o a q u i é n se le h a b í a ocurrido ponerle el apodo del famoso lidiador? ¡ B a h ! No i m p o r t a b a . L o esencial era que él toreaba en la Plaza de la carretera de A r a g ó n . Lo del apodo ya se arreglaría¡Qué r a z ó n tenia el r e f r á n ! ¡ N o hay bien que por mal no venga! ¡Qué le i m p o r t a b a ya la s u p r e s i ó n de los embolados!

A u n tenia E s p a ñ a en aquella é p o c a sus posesiones -de Cuba y Filipinas y con bastante frecuencia se celebraban e s p e c t á c u l o s , taurinos y teatrales, organizados por los interesados para redimirse del servicio de las A r m a s , c r e á n d o s e con ello en la v i d a social u n desigual estado por no ser obligatorios los deberes militares para con la P a t r i a . Eduardo Leal, L l a v e r i t o , entonces novillero, y hermano del h o y ex m a t a d o r . d e toros y asesor Cayetano Leal, Pepe H i l l o , o r g a n i z ó con aquella f i n a l i d a d u n festival en la vieja Plaza, que t u v o l u g a r el 10 de mayo del ú l t i m o citado a ñ o . E n c o n t r ó para ello u n gran apoyo en dos redactores del n o c t á m b u l o diario Heraldo de M a d r i d , uno deportista, Adolfo Rodrigo, que pop u l a r i z ó el s e u d ó n i m o de « J u a n i t o P e d a l » , y o t r o t a u r i n o , el i n o l v i d a b l e Angel Caá m a ñ o , el Barquero. T o m a r o n parte en la fiesta « J u a n i t o P e d a l » , que dirigió como p r ó l o g o una carrera de c i n tas en b i c i c l e t a . E i famoso picador J o s é B a y a r d , B a d i l a , rej o n e ó y m a t ó , lucidamente, u n torete. Otros dos fueron picados por T o m á s Mazzant i n i y los novilleros C á n d i d o M a r t í n e z , Mancheg ü i t o , Cayetano Leal, Pepe H i l l o , y Francisco Pinero, G a v i r a . Los picadores E l Calesero, J u l i o Vicente, Cerrajas y Francisco Codes, Melones, colocaron banderillas, siendo los becerros muertos a estoque por los t a m b i é n picadores Manuel Rod r í g u e z , Cantares, y Salustiano Fernández Chano. A n u n c i a d o Vicente ya con el remoquete de Chico de l a Blusa, para despachar u n becerro, Con su madre ( y a fallecida), «h el o b t u v o u n lisonjero é x i t o , demostrando, s e g ú n el revistero de E l Toreo, «un arte y una i n t e l i gencia que ya q u e r r í a n muchos que pasan por astros de t r o n í o , pues hasta i n t e n t ó l a suerte de recibir». • E l festival c o n s t i t u y ó t a m b i é n o t r o é x i t o e c o n ó m i c o . L l a v e r i t o se v i ó l i b r e del servicio m i l i t a r y a u n sobraron unas pesetas para obsequiar con u n banquete en el H o t e l R o m a a cuantos t o m a r o n , g r a t u i t a m e n t e , parte en el festival, no f a l t a n d o al á g a p e , hecho u n h o m b r e c i t o , el Chico de l a Blusa. L a siguiente a n é c d o t a refleja la seriedad que desde n i ñ o a c u s ó el protagonista de esta historia. En el expresado festival s a c ó Vicente una montera que le h a b í a prestado D o m i n g o de matador de toros del Campo, D o m i n g u i n . H a b í a l e p r o m e t i d o Vicente d e v o l v é r s e l a en seguida, y apenas se d e s p o j ó del traje de luces, cogió la montera y sin p é r d i d a de t i e m p o se dirigió con ella debajo,del brazo a la calle del A m p a r o , donde v i v í a entonces el torero m a d r i l e ñ o , y como s e g ú n su madre y« se h a b í a marchado a la e s t a c i ó n del N o r t e , porque t e n í a que torear ai dia siguiente, ante el t e m o r de originarle u n perjuicio, y a c o m p a ñ a d o del que estas lineas escribe, salió corriendo para la e s t a c i ó n , en cuyo a n d é n aun se encontraba Domingo. . . s .. ~ T e he visto esta tarde. Enhorabuena, muchacho. Sigue por ese camino—le dijo D o m i n g u i n . Y al devolverle Vicente la montera, agradecido, le dijo nuevamente: « ¿ P o r q u é te has molestado? ¿ T e c r e í a s , acaso, que no •«nía otra?» '

• *

El triunfo de E l Chico de la Blusa p r o d u j o entre sus amiguetes del barrio la consiguiente a l e g r í a . A «1 Zebeque, el Sevilla, el B o m b a y R a m ó n el cartelero no les c a b í a la camisa en el cuerpo, porque la calle de Santiago * Verde ya tenia en el toreo su r e p r e s e n t a c i ó n t a u r i n a . Jesde hacia a ñ o s venia funcionando en el Puente de Vallecas una p l a c i t a de madera, con u n aforo de tres m i l localidades, t r a n sus propietarios J o s é Fierro y u n matarife, A n t o n i o L ó p e z , el Peinero, padre del banderillero Santos L ó p e z , , P u l g u i t a . ^ or Aquella placita desfilaron toreros que luego gozaron de gran cartel y en ella nuestro Chico de l a Blusa t o m ó parte 11 dos corridas que t u v i e r o n lugar el 10 y y 24 de j u n i o del expresado a ñ o 95, l i d i á n d o s e en la p r i m e r a reses de Fierro y *n\la segunda de Aleas. En estas corridas t a m b i é n a c t u a r o n los novilleros G e r m á n S á n c h e z , Serenito, Rosado, R e d o n d i l l o , Frescuras y Ga^ ueron las citadas las cuatro ú n i c a s corridas en que a c t u ó Vicente en aquel a ñ o 1895, quien se hizo asiduo de una taWna, aun existente, en la casa n ú m e r o 4 de la calle barriobajera de Santa A n a , taberna famosa en los anales t a u r ó m a c o s , l0n»o verá el lector.

Esta c o m b i n a c i ó n que el empresario Biencinto h a b í a preparado para el dia 24 de marzo- de 1895 t e n í a todos los caracteres de un pisto t a u r i n o . Dos toros de don Fernando Pérez Tabernero, de Salamanca, para el matador de a l t e r n a t i v a , Gabriel L ó p e z , Mateíto. Cuatro novillos del mismo ganadero para los novilleros J o a q u í n H e r n á n d e z , Parrao, y J o a q u í n G a r c í a , Picalimas. Y un becerro, con dos a ñ o s , de don Jsidro Esteban, vecino de Miraflores de la Sierra, para el ya famoso Chico de la BlusaLlegado el d í a de la corrida, Vicente", con un traje azul y plata, alquilado, estuvo vestido do torero, en su casa, dead^ las diez de la m a ñ a n a hasta la hora en que el coche fué a recogerle para llevarle a la plaza.. A c o m p a ñ á r o n l e como banderilleros, Juan Otero, L a v i ; Emilio F e r n á n d e z , Frascuelillo, y T o m á s M a r c ó n , Mazzantinito, s gran amigo, m á s tarde t a m b i é n ' matador de toros. ~ . P r ó d i g a la corrida en incidentes, El Chiclanero se q u e d ó i n é d i t o , porque cuando pisó la arena el' toreie, la noche, con s consabido manto, se hizo d u e ñ a de la s i t u a c i ó n , y el presidente, sin que Pastor llegase a entrar en (unciones, dio por «i minado el e s p e c t á c u l o . "

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los j * " 0 ^ e9ta''>'ec'n"en*0 un «lodestíi actor d r a m á t i c o , H i p ó l i t o R o d r í g u e z , c o n c u r r í a n a él algunos toreros, Cod ^oger' f a l e n c i a — b a n d e r i l l e r o que fué del Espartero y m á s tarde dueiio de la taberna—y los picadores ^*8. Melones, y Manuel R o d r í g u e z , el Baulero. t4tti* to«ío8 ellos, y p a r t i c u l a r m e n t e del s e ñ o r Pepe Valencia—como le l l a m a b a n loa aficionados—, e s c u c h ó el Chico ^ "os, recogiendo los del famoso e'x banderillero valenciano con verdadero i n t e r é s . a8í t r a n 8 c u r r i ó aquel i n v i e r n o del 95 al 96, en la h i s t ó r i c a taberna coletuda, en la que n a c i ó el o t r o Pepe establ .actua' matador de toros de igual nombre, «tasca», como a u n se l l a m a en aquellos barrios populares a "> la eC,,IIU*ntOS qU*, aUn <luedan de esta c'a«e y <lue andando los a ñ o s p a s ó a las manos del padre de A n t o n i o ^ue é s t e vivió cuando era novillero puntero, hasta el momento de ser t a m b i é n matador de toros.

entre ésFrancisco consejos Valencia, los' pocos Márquez,

DOH J U S T O

comedor de la casa matador de toros

aun habita d popular ex


BUENA FE

T O M A R EL

O L I V O

por J O S E C A R L O S D E L U N A

ASO "el dicho -al domiinSo púibüco c o m o expresión diespeicitíva yfoufrtieacapara todo i 4 auft, huyionido dK' |unj peflágro real o fiotLdo ¡y IUH ooníiiando ©n su •propia agt idad o dle^treea, ponie a salvo ooano pnuedie, oauCIbáiMJo^;! como Dios le da a enti mditT. No perisamos tomair él a-áibamio por tes hojas,fctmceaiidlo^ ^ aríg&oteB di» aaflpaste.por eá' diea; imedio saltó QIÜ arroyio o dfeB caimpo m coló en te4 ruedo con (©nitrada de isoi l Nos imitif r e s a juagarfla dleísdie muestra ilocaüidadi, y i&n corrida de campoininoi».

\

oaií tj6n, i ln Has iPtezas d.» Toros, es liugai para los sct-vidois! y, aetiateintemas; to barriera los delimáita, igaranitizándoícla di | poefiibles es<i&orick»w?s, y tfti última apelación,, sirve ttamMéml i & barrera—eü oiivo—ai torero apurado pairtai intierponler entrei «& toro y « | nwwnenitáJil lo fracaso d» su arttei o habilidad una cosa efioiemte y tamiglblLe dondí:) ra bravura se buirüft y Hatorpezareepire. A nuristro modo dle ver, nada taai pooo airoso como saitar la barrera, aur,lqiue pueda, a'laibanse muchas v« teses ila limpiem acrobática diel La 't'jetoucdón. Ninguno de los anítAguos ruedos dispusieron de callf^óiK Cualtro burlatílcros baeitabain' oomno posib'es áselos para casos imprevistos y juetüficadísimoe,' y ningún torl Iro qu® se preciara de síerllo buEioaba trm ir (líos .retsgniardo de ias ax^inuetidas, ni aiuiti) siquier el refugio ¡para iatej enconadasi p insteouicáotnles de ía res, cuando lo fué ligjttra y codioiasa. E a peto, co-rriénrio por deaitaho,-reoorta si DPferd©fcem'-no,y siempfl:i debe «ettar a la mira un oo«npañe(ro para tríndier su capote si CÍO V© ooanproffneitaioi; pero esto dly •embelber ai toro en üa carrera paira, o(ciultándoe)e como por (encamjtamai tato tras un ototáculo en «1 que ©l aaiiimaa remaita y set dl'telfcrcícsa, «a! cruel, f o, Inadeciuado y de trasnoahada cuaiujítría: el cateto da un íaih! i aquiletamiiento a B|US' nervios eai aJaS, y ©• buen aficionaido diptora Sa jnialla inltienoión con aue los ilidtiadores Inician sus fúinci ornes. iEa. toro es ta ' Inemnlgo del itorf'«>; pero ni uno -vA otro lo son deQ público, que pagó su entrada para ver cómo «4 arfca y ia agiüdaid dominan a Hafierza, notanaglnando—ono debiendo consen-bH1—qua las dos estimadas cua átíadl B seanl suplantadas por te. cazurrería. El tono, en la fiesta nacionail y popular, El

slallta al ruedo iwi-a que se buiitHen sus instAntos y se Di qUietarainite pode^. De la lautellldiad se encargan 'ios picadores oon sus tobas y naturai1 idítoednorasla, qu> idandto para lostoretnotet«ti arte y Ja habUidad, pero al steirvicio de la inítedlepniéla y de la vaJi tatía, agotando a i'a res hasta dejarla en ootndiiolones para 14 suerte cupretna; ¡matarta oon da «teparia!, qufa no es saíitarte Jctsi slesios coicltirai un pilar 0 descornarla contra lasf tabdals) a cuento de las oíioiosidadies do tal o ouaij peóm ansioso dtet ganar privada caU igorta. Abogaríamos de buena fei por que ele suprimátra 01 callejón, desdi i ei que perturban ia lidiai con idas y venidas—¡ tantas vites Inteniaionadas!—aspavientos y mxislarai&as, peone^ en dlitecanso aparemtei, monosabiots sabihondos, mozos d).t tspadasi y pompae y'miuchoe otros ír!Oin*e«!«ías qt"' mada pueden alegar en justificación dte sus tnoailejotmados escaroos. Cuatro o seis burJaderos basitan para Jos- imprestcindíbieg si trvicios y sobran paira Jote casoej apurados, que puj d&n sen- hijos de un mom|;nitánjeo desmido, íl ro nuinoa d€ü irrazonado aturdámiento ni1 de la mal intencicnada bullanga que em todas üaia corridatí oontempJaffnos como cosa ya «nrituiai y sin posiiblt1 reotifleación Si al poco temor que infunden iostor*ifces se surna ]a fácil dedj'fcea que .rodea al lidiador, qtue "toma tei olivo" cuantas v Icela le acucia la pusS anafianádad o la mali<daf medida a sus, anohast y sin que eá público las repare, no quPda emocióní cu el ttepecttáculo ni para oonmovar &, unen umudna; y de aquí que la afición, por no desmoronarse cfeflnittvamt'tote,se agarre a' oropel e imagiaí i para patocbadias y cameles cüitiraimfDOs naiinoa oídos. Vamos, qxS í sfet 6Ug)r»tiona y se enderteapara no ahogarse en eB plato de naítiillas, QUss exija ti aficionado s¡us derecho© y que sV. despierten en el ton tro sus dieberfes, que KI torillo cump*;i cagá siempre lo® suyos, muriéndoee de v rgüeíoza y a.pojgmier.tto desde >i primer tercio..., porque paroibe str<oom.ptcjo de inferioridad.

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TEMAS

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STUDIADAS y discutidas sufictentemente, aunque sin agotar eJ tima., que jpudi'etra sar inagotable, las suertes de rrattair a vcilíagodé, arrancanid'o y xeicibiendb, bebiéramos liablar aihora, y ya aludimos a ellas con anteriaridad, de las suertes llamadas de recurax Pero «s d caso que la de matar a medía vudta—o vuelto, ^9alo ¡ed cuello del toro, lo que os llamiaiba herir "con aviso "—y ail inevusdo d^ u¡n capote, o de un .pase, sin prepoaraoán y por sorpresa, ya no las tolera «1 público de ^estros días, exclusivaroe'nte aificioaiado al "pasía, ioháto'* y a la s suertes edegantes, y para quien catmce de ijítérés la lidia del toro de sentido. Sean cuales fuerem las oondiciocni&s del enEtmigo, el público de hoy, da acuerdo con la osada sentencia de Fraisctualo, exige qu» se mate iiempre "por la caira", y el único recurso tolerable qwe ccmcedte a los matado ^s con el toro que no se iguala o no deja colocar al diestro, es la suerte a paso de banderillas. Pocas palabras hfamas d? emplear e¡n definirla, pues que con sólo enunciarla se sabs que consiyte en entrar a matar como en un par de banderillas al cuarteo, y toda su dificultad! estriba en. la buena colocación del ebtooue, cuando sao se entró a matar desda cerca ni ss hizo' ajiustada la reunión, ya que en el "paso de banderallay", con í l toro difícil, nc sáemipre es posdihle cuadrar en la cabeza, como en el cuarteo con loa pailas, ni iüdispsnsablte, porque se hiera con urna mano ¿cía y no parea, y porque se hace "a la cwníva." para pasar sin peligro y lo antes posátxU. Vaancs, pues, a estudiar la colocación del estoque, la estocada en sí, y aamqus el tensa ea árido y la expresión dfiíícál, ni la dáfioultad ni la aridez son motivos suídcieaites para quls el lector recauncis a sai curiosidad y nosotros a níuestra obligación. E l acero ha de entrar ¡por aquella parta del tone que los técnicos' llaman "todo lo lalto", i"la cruz", "las agujas", "los eincuentros", y. axo sé por qué, "los rubios" y "las péndolas". Suele dtoirse, para elogiar una b nana estacada, que está "en todo lo alto del morrilla'", y es una manetra da dacár qué se entiende y admite, pero que no responde a una absoluta exactitud.. L a estocadia en lo alto del morrillo será siempre una estocada delanitera, y esa es el sitio para ios pu(yazas, porque por allí, aunqué la herida sea yuperficial, sangran miucho lcs! toros y la pérdida de su "humor vital"—esta dasifioa* x ción me parece que es de Sancho Panza, y 6¡e .refería a la sangre' del hon^brí—lo hace salir de la suerte de Varas ahrarmado y en condiciones de ser toreado con1 desahogo, porque sus embestidas y arrancadas son más leptás. Por eso, algunos matadores, ante el toro duro y difícil, páindhan (deliberadamente en el morrillo antes de dar la estcoada definitiva, que esa ha de entrar, repito, un poco más atrás, donde el morrillo desciende en su curva; y empieza a cambiar de nombre, porque inmediiatamente sigue el centro de I-DS lomos del ammal. E l estoíiue ha de entrar «n la cruz, ya SÍ ha dicho; esto es, casi a ; la misma altura qué las' patas i dalamteras del animal, entre | las do-s 'paletillas. Para que la i estacada aea certera y de, efecto rápido Iteibrá dle partir 1» i «orta del toro o interesar vasos importantes del mediasti1 JIO, con lo q u e el aaiimal | oaerá muerto casi instantáneamente y no hará falta rematar, lo con la puntilla. E l estoque l a <iie entrar derecho, con respecto' rJ plano vertical qu© ocupan las eos manos del torero, la del estoque y la de la muleta, y en cirécción oblidua para formar c;n la recta del lomo del animal om ángulo de unos cuareuta y cinco grados', aproximadate. Cuando el ángulo resulte

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A S A S S O N E

más agudo se dice que la estocada está "tendida", y cuando el ángulo es mayar de cuarenta y cinco gradas se 'dirá que la estocada os perpendicular, Tampoc esta definiición && ajiusta a la verdad, parqueara cansidletrar ps.rpendicular la coijcacaón del •.stoque tendría que formar un ángulo de noventa grados con e! lomo del animal. S> dice así paia ent:hderse más fácilmnK'nte, aberrando palabras y explóicacíones prolijaci. La tstecada exaotamente perpendicular es' muy rara, y aquella en, la cual el acer^ pudiera formar con el lomo utn ángulo obtuso, es prácticamente imposible. E l matador entre a matar por la cara; hiere ante» de que le haya pasado el taro, precisarntente en el momento de pasar, y pue s que lo hace de delante a atrás no puede nunca producirse, para formar el ángulo obtuso, urna estocada de atrás a adelante, en sentido- contrario. L a inclinación. puMs, más ora&nosmarcada d é l a oblicua que traza •>! acero, como la cantidad de éste, que haya penetrado en o» cuerpo del animal, como la» desviaciones que e] estoque pudiiera tener en sentido lateral, como la variación del sitío de entrada más o menos1 alto, más o menos bajo, o trasero o delantero, cuando no dependan de taimada mbención del qpatadlor, para herir a mansalva, dependerán, y eso es lo más frecuente, de la colocación del brazo con respecto al busto del matador y al plano que fcrumen mano, muñeca y antebrazo, como también de la mayar o manar oeleridiad en el ataque, y díl tiempo, antes de la reunión, «n la reunión o pasada éyta, en que se hiera. Distancia, colocación y ocasión para herir son indispensables para hacerlo con acierto, y en esto se parece el toreo en la suerte de matar al arte de la esgrima, pues que el esgrimista ha de cuidar, como el matador de toros, giuiaiidia, táempo del 0 fondo, velocidad y mmadida. De la® diversas clasafkacione«i, muy nuroerosas' por cierto, que tienen las es^ tocadas, según su colocación y de las cau" sas determinantes de lies defecto® de dichas' estocadas, no podemos hablar ahor.-v porque nos expondríamos a dejar a medias la explicación por falta de espacio. Todo ello habrá de aór, pues, el tema dlel artículo próxim:. Insisto en que es árido; pero no hay otro remedio, y el lector habrá de perdonarme ^/•""^yl *

M^'WÉ/K > fi¡l«v' ¿¡be -^^í/iM.

gría a un tema que, en el fondo, es absolutamente carnicero.

II

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«En Madrid no he logrado encontrarme a mí mismo» «Un cambio de puyas estuvo a punto de originar una «catástrofe»*

£1 Andaluz con su representante, don Francisco i-crnátiaez. "¡Buena temporada!", parecen decir...

UI en busca de Manolo Alvarez, más conocido entre los aficionados por El Andaluz. Estuve afortunado, pues el diestro se hallaba ya con un pie en el estribo del tren y aún tuve tiempo de enhebrar esta charla. A los pocos minutos de conversación preliminar,, algo indefinido, que se traducía en el semblante y en las palabras de mi interlocutor, hizo barruntar que me hallaba ante un hombre sumido en un dédalo de preocupaciones nacidas de una idea obsesiva: la amargura del torero que, pese a sus esfuerzos, no ha saboreado las mieles del triunfo en la primera Plaza de Toros d;l num.io. Caso insólito el de este torero dominador, artista y sabio muletero. En cuantos ruedos actúa recoge los estremecimientos de las multitudes, enardecidas por la magia de su muleta. Y esta honda emoción qut e l torero sevillano ha sabida transmitir a los públicos de provincias, todavía no ha podido' -establecerse <on la afición madrileña. No obstante, ¿cabe sentir pesimismo con un diestro que de cit-.cuenU corridas toreadas este año ha cortado orejas en treinta y ocho? ¿Es posible no estar esperanzado con un torero que h i intervenidf en casi todas las ferias, compitiendo con las prtmerisimas figuras? Llegadas a este punto mis meditativas consideraciones, hube de ponerlas fin, pues ya El Andaluz, refrenada en su pecho la congoja que por unos instantes habia dejado desbordar, parecía esperar el principio del interrogalprio. —rhn dónde ha obtenido usted sus mejores tardes de la últitíta temporada? —En Barcelona j Valencia. En esta última he toreado varías v e ; « s : pero, para mí," destaca lá fecha del 23 de julio. —¿A que se debe tal excepción? —Verá usted. Toreábamos una corrida, de don José Escobar, Mano'?te, Antonio Bienvenida y yo. Al quinto toro me quedé solo, por haber tenido que pasar mis dos compañeros a la enfeiincría. En'este toro y en el que cerró la corrida tuve la suerte de (;uc todo me saliera a derechas. Nunca he tenido a un público más emocionado como aquella tarde. —He oído decir que esa faena ha sido la mejor que ha hecho nsícil hasta la fecha.

—No sé, posiblemente... Me llevaron en hombros hasta el ho- m tel, con las orejas y los rabos de los dos'astados. —¿Hn cuanto a Barcelona...? .—Tatnhién se me dieron bien las cosas en la Monumental barcelonesa. Hasta siete veces he actuado allí este año y en todas corseguí cortar algún apéndice. —Y su corrida más ¡rregúlar, ¿dónde aconteció? —En Castellón, el 12 de marzo. Fué precisamente la primera corrid;i de la temporada. Intervine con Pepe Luis Vázquez y Valencia I I I y se lidió ganado de Concha y Sierra. Contra mi voluntad, apireci en el ruedo frío y desentrenado, y no hice nada kii que valiera U pena —¿Qué causas han podido influir para que hasta ahora se le -Y El haya escapado el éxito en Madrid? —Eso mismo me pregunto yo muchas veces. Cuantas pisé el ^ ruedo madrileño sentí que se acuciaban mis ansias de triunfar, P Luego, intento poner -mi alma en la lidia, y bien porque hasta irih; la fecha no me haya ayudado el ganado o porque no consiga do- ind. minar el ntnosismo que me abruma, lo cierto es que. yo, en Madrid, no he Jogrado todavía encontrarme a mí mismo. Parece como si saliera otro yo, desalentado y vencido de antemano. --Todo eso son preocupaciones que debe desechar, si no quiere que lo que tanto desea se haga esperar más de la cuenta, Y ahora, dígame, ¿qué proyectos tiene para este invierno?. —Ahora marcho a Sevilla, a descansar entre los míos. Y pij enero, a empezar de nuevo, para que la próxima temporada me encuentre a punto. —¿Qué clase de actividades prefiere: las de la vida ciudadanaj o las que lleva a cabo en el campo? —Mire usted: yo, en Madrid o en Sevilla, acabo por abu rrirme pronto. En pleno campo, es otra cosa muy distinta. Las[Sf| escopetas, los galgos y las faenas de las ganaderías de los ami-jlr gos son magníficos antídotos contra el aburrimiento de los toiert|| en paro forzoso. —Decididamente, sus aficiones están, por tanto, en la vid¡ campestre .. ' —En las ciudades existen muchas complicaciones para el to rero que quiera situarse. Sólo aislándose en la vida campera se

Uos^ro alegre de Manuel Alvarez. E l año se dió bien y hubo suerte

Siempre una sombra en ei semblante del Andalas. ¡Una tarde completa en Madrid!...

También fué un buen torero el tío del Andaluz. Aqui

vemos ton sus dos sobrinos, en animada charla de ^ recuerdos /


«La próxima temporada será magnifica para los aficionados» «Faenas rondenas, clásicas y geniales, sólo recuerdo habérselas visto hacer a JUAN BELMONTE»

se pueden madurar los espíritu despabilado . • |sigue te ho- ,yectos ^¿Ctee liaber llegado, en el toreo, a la meta de sus ambi-

cer orden—y el nombre del compañero que fué el verdadero pr (agonista del sucedido, —Calle lo que guste y vamos al «grano». —;Se trataba de la corrida de feria, y cuando ya estábamos en «es: bat- Yo estimo que no he hecho otra cosa que empezar. La meta e! callejón para salir al ruedo, se presentó angustiado el encarNias iti muy lejana. Creeré haber l l e g a d o ^ ella el día que congado de l is varas, diciendo que -al abrir la caja de las puyas se habh encontrado con que las enviadas eran*para utilizarlas I gustar a la afición madrileña. con novillos, y no con los seis «pavos» que nos tenían encerrad. >. -¿Supone que la próxima temporada sea mejor que la última? Puede usted suponerse la que.se armó. Los picadores de mis nera La. campaña se presenta francamente buena para los aficioVa- lus, ya que"!:! competencia es la sal y" la pimient i de la fiesta. compañeros descabalgaron, decididos a no intervenir en aquella.' ve- | año, los empresarios no creo se quejen de uo contar con condiciones.- Los de mi cuadrilla me interrogaban perplejos. \ nada icientes atractivos para dar variedad a los carteles. mientras, el público, impaciente y sin saber la causa del n r. • só, daba n^uestras de un furor en crescendo. Y para los toreros, ¿cómo cree usted -que transcurrirá? ie le El ámigo Manolo no quiere ahondar en complicaciones y se —Y más, si les habían aligerado los bolsillos cumplidamer'e en la taquilla; pero siga usted con su relato. lita a tífdr con aire inofensivo: / ié el Pues a nosotros no creo que nos vaya mal. Todo el s e c r e t o ^ *—Enterado el alcalde, que presidia la corrida, y previo asen* nfai. timient) nuestro, decidió que el número de varas fuera doble, é: hast< riha en la suerte o la desgracia que se tei\ga en-las primeras" atención a la diferencia de puyas. Inmediatamente ordenó al pre'. i do lidas. gonero del pueblo hiciera saber la decisión adoptada. Ma- -¿Qi'é opinión le merece el ganado que actualmente se estila? —Y allí se acabarían las protestas de los espectadores... cóme írNo veo con gusto el ganado pequeño y enclenque. De per—No lo ¿tea usted. Casi todos los públicos, y más aquelhs lir par.i el año próximo, mucho me temo acabe por exasperar que asisten a contadas corridas de toros, velan celosamente quie m públicos y por alejarlos de los cosos taurinos. Con el toro por que el animal reciba el menor número de varas posible. Asi lenta ico nada emociona, aun cuando el torero se deje colgar de un ocurrió en la Plaza de referencia, pese al pregón de la autori5o. Vengi en buena hora el toro, ¡ t o r o ! , sin llegar a las exadad. En cuanto veían acercarse el toro a los picadores, ya estalac'umcs, naturalmente. ban pidiendo el cambio de tercio. En uno de los toros, el presi• ¿Su torero favorito? decidió dar gusto a la gente, aun cuando el bicho apenas a me-Aunque sójo llegué a conocer a Belmente en su última épo- dente si habí i recibido un par de arañazos. Entonces'fué ella. M i comt\ es, entre todos los maestros, el que se llevó mi admirapañero dlj-j que bajara el alcalde a despachar al toro, que él no adana lo hacía, y se refugió en el patio de caballos, dispuesto a no moDel arte del trianero, ¿qué facetas le admiraron a usted más? de allí, aun cuando los banderilleros ya hablan concluid* abu Faenas rondenas, clásicas y geniales sólo a él recuerdo ha- verse su misión. La gente, enardecida y dispuesta a todo, empezó & Lasiselas visto ejecutar. Aquel cargar la suerte con el cuerpo al arrojar al ruedo proyectiles de todo género. Temiendo por nuesami 5it el instante del embroque y la valentía que le echaba al tra integridad física, rogué y supliqué a! espada que despachart weros ¡er ia mu)(.ta) han quedado como piezas maestras para todos los su toro de cualquier forma. Al fin, se ablandó a mis súplicas — requirió los trastos y , sin dar un solo pase, acabó con su enemigo y con nuestros temores de salir de aquel «laberinto» para ^¿Recuerda algún lance de interés que le haya sucedido durank «enfermería». la última campaña? -Uno me ocurrió que, por lo anómalo y excepcional, no deja tener su miajita de gracia. Callaré el sitio—una Plaza de terF. MENDO

El Andaluz, eon su hermano. Dos perfiles idéntios

.Aquella tarde de Barcelonaparece traer a su memoria el matador

ll,lzi visto por la calle de Alcalá, en compañía de su tío^ su hermano, el representante, don Francisco Per nández, y dos amigos. (Fots. Palomo.)

"... y aquella otra de Valencia: ;23 de julio,!, no se me olvida."


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EL PLANETA DE LOS TOROS

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Por ANTONIO DIAZ-CAÑABATE

ARECE ser que fué Juan Belmonte el primer torero que se Ifnzó por esas calles siii coleta. Tenia que ser Juan Belmonte, rSvolucionario del toreo, el que acabara con la coleta. La coleta fué el airón d é una época del toreo. Epoca que acaba en Belmonte. L a coleta la peinaban los toreros que eran toreros en la Plaza y fuera de la Plaza. Aquellos toreros que metían miedo, fuertes, muscu- I loses, ternes, jactanciosos, qj| M JBdf camorristas, dilapidadores, [rÉ^k analfabetos o poco menos, jaBp^Bw pero que en los ruedos ma* taban toros como elefantes y en la calle, con au co. bien trenzada asomanJuan Bdmoote con coleta. leta do por bajo del catite o Foto de sus primeros tiem- del calañés. perdonaban la vida a los transeúntes. Y pos en la coleta quedaban prendidos los ojos de las hembras y la envidia de los hombres. Aparte de que fuera una necesidad (la coleta servia para trenzarla a l postizo que cuelga de la castañeta, sujetando a s í ésta a l pelo, sin necesidad del pasador que se utiliza actualmente), la coleta era la ufanía de los diestros, lo que les singularizaba de los d e m á s mortales. U n . torero, antes, en la calle era inconfundible. Hoy, con sus gafas negras y sus zapatos de ante, no hay modo de saber si ese que pasó a nuestro lado es un matador de toros. De todos los toreros actuales, sólo conozco uno qtje use coleta. E l veterano y buen banderillero Antonio Oaliego (Cadenas). Hay pequeñas cosas que sin saber por q u é las tomamos muy a pecho y nos llevamos grandes disgustos absolutamente superfinos. Por ejemplo, recuerdo q ü e en m i juventud, cuando aparecieron los primeros automóviles Ford, con la conducción a la izquierda, me produjeron una indignación grandísima y desproporcionada y durante bastante tiempo odié con toda m i alma al señor Ford, autor de la innovación. Pues igual me ocurrió con Belmonte. Y o era de. los que no faltaban un d í a a la calle de Sevilla, esquina a la de Arlaban, donde estuvo el Café Inglés, para ver a los toreros allí reunidos m a ñ a n a y tarde, invierno y verano. E iba por contemplar sus coletas, que ejercían sobre m í atracción irresistible. Las h a b í a para todos los gustos, desde la vergonzante a la ostentosa. L a vergonzante la llevaban pegada a l pelo, peinada como si fuera u n mechón aplastado, y sólo se adivinaba que era coleta por el semicírculo de calva que se señalaba en su arranque. E n cambio, la ostentosa iba tan esmeradamente rizada y t a n separada del pelo que parecía u n asa que unía el sombrero con la cabeza. N i que decir tiene que el torero no se quitaba el sombrero por nada del mundo y que este sombrero era u n cordobés legítimo. Muchos portadores de coletas no tenían de t o r e r o s ' m á s que ese apéndice coletudo; pero, en fin, así eran felices sin molestar a nadie. Y ya que estamos metidos en las cabezas de los toreros, aprovecho la ocasión para dar la voz de alarma sobre ima costum. bre que vimos iniciarse esta temporada pasada en algunos ruedos. La de quitarse la montera durante el primer tercio y torear descubierto. Me parece francamente inadmisible esta i n troducción del sinsorabrerismo en la fiesta de toros. L a montera da calor, conformes, pero compone de manera admirable la figura del torero. Si vamos a eso, también da calor el v e í . tido de torear, y creo yo que no es cosa de sustituirlo por una o baqueta do esas blancas veraniegas, que confieso constituyen otro de rpis pueriles odios. Vamos a torear con la montera en la cabeza. ¿Que las faenas de muleta se hacen destocados los diestros? Esto es indispensable, puesto que es reglamentario ¡•lindar la muerte del primer toro a l presidente y ya estamos todos acostumbrados a ello. Y a sé que asimismo nos podríamos acostumbrar en el primer tercio. Pero, amigos míos, uno de los mayores encantos de la fiesta de toros está precisamente en la conservación do muchas costumbres y ceremonias que han pórdurado a través de loa tiempos. E l despejo de los alguacilillos, la entrega de la llave del t o r i l y tantos otros ritos son oompletamente innecesarios, pero forman parte, no diré eeencial, pero sí importante en el desarrollo de una corrida. De modo que, toreros y toreritos, haced el favor de conservar la Una viela fotografía. Ricardo BombHa iitícia m preparación para vestirse de luces: montera en la cabeza. ¿Qué m á s os da, gota m á s o menos de lo primero, «1 arreglo de la caleta sudor? Es m á s , si yo tuviera influencia con algún torero, me atrevería a aconsejarle que conservara la montera durante la faena de su segundo toro. Esto so hacía antes muy a menudo y hasta tenía su ventadije en m i artículo anterior sobre los chalaos, entonces los padres, generalmente, se opoja. Cuando el matador se perfilaba para entrar a matar, arrojaba la montera a la arena nían a que sus hijos fueran toreros. con un movinniento brusco y violento de su cabeza echada para a t r á s , en señal y anunY en cuanto veían la coleta en la cabeza de su hijo, como primera providencia y aiu ció del coraje con que se disponía a consumar la belfa s.ierte del volapié. meterse en m á s averiguaciones, le pegaban una paliza de aquellas que se llamaban de Volvamos a la coleta. Es indudable que el t a l apéndice velludo ejercía influencia sobre padre y muy señor mío. Y es claro, el torerito en ciernes le cogía m á s miedo a su padre la moral del torero. Recuerdo que hace muchos años asistí a una corrida en el vecino que a los toros. Pero todo antes que consentir que la coleta desapareciera de su cabellera. pueblo de Majadahonda. Toreaba un pobre torerillo sin valor y sin arte, pero muy presuPorque la coleta, a d e m á s de ser el signo que le elevaba a la categoría de torero, le otormidín y pinturero. Su coleta era realmente una obra de arte. Estuvo desastroso en la gaba otros privilegios. L a coleta bien peinada, rizada y garbosa, era i m á n para las mumuerte de sus dos toros. Bien es verdad que había que ver cómo eran los toros. Marrajercitas. Hoy día, salvo los toreros famosos, muy popularizadas sus efigies por la fotojos con cerca de treinta arrobas y unos pitones descomunales. A l segundo le entró a magrafía y las propagandas, los demás lo mismo pueden ser en la calle dependientes de cotar lo menos veinte veces. Las mozas y los mozos estaban ya roncos y congestionados mercio que matadores de novillos. ¿Cómo van a adorarlos las mujercitas? Tienen que de tanto gritar. E l presidente le había dado los tres avisos; pero los mozos, invadiendo el creerles, bajo su palabra de honor, que son toreros. Y decir: «Yo soy el Niño del Requesón, ruedo, impidieron que el bicho fuera devuelto a l corral. Y ya hartos de verle" pinchar, matador de novillos» es relativamente fácil, a l alcanoe .de cualquier osado. Pero antes, unos cuantos jóvenes de la localidad cogen al matador, lo desarman de la espada y la con la coleta, no cabía duda. L a mujercita, a l i r junto a él, sabia de manera cierta que iba muleta y allí mi>:mo, en el centro del ruedo, frente a l toro, lo sujetan de piernas y braal lado un torero. Y en las declaraciones de amor, la coleta jugaba principalísimo papel. zoe, mientras uno con dos piedras le corta la coleta entre la ovación frenética y Con todo esto acabó Juan Belmonte. Ahí le tienen ustedes en esa foto, muy chavalin, vlamoroea de t o d o - e l público. Aquel pobre torerdlo lloraba con desconsuelo infimocito trianero que quería matar toros, con su coleta bien abundante. ¿De q u é a ñ o será nito. . esa foto? Probablemente de principios de 1914, cuand» Belmonte vuelve de Méjico, reLa coleta, al ser símbolo de la torería, e n t r a ñ a b a a l torero con su profesión. Lo primero cién tomada la alternativa., y qyizá de este mismo a ñ o sea su resolución de suprimir e^e que hacia un muchacho cuando se decidía a ser torero, era dejarse la coleta. Como ya nu-clum de pelo, símbolo un tiempo de la torería andante.


- ÉL"

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ESTAMPAS

EMILIO, T

DE OTROS

R I C A R D O

RES B o m b i t a » en la plaza,de toros de Sevilla*. Pero no se asuste usted, s e ñ o r , que, estas tres bombas no son de. las que tienen espoleta. Un d í a , hace ya tiempo—usted q u i z á fuese un n i ñ o — . estuvieron cargadas y hasta estallaron en m á s de « n a ocasión, saltando al sol y a la sombra do los tendidos la metraUa do su gracia y de su arte. Se t r a t a — h a y que decirlo, aunque usted ya me figuro que lo sabe—de los tres hermanos T o r r e s — E m i l i o , Ricardo, y Manolo—, que esta tarde de domingo de Resurrección se han ido de toros, a la plaza de Sevilla, y antes de sentarse en su localidad a£ han dado una vueltecita por el callejón a saludar a los amigos. Los tres, sombrero ancho; los tres con su puro de Vuelta Abajo y los tres a pasear la alegría de sentirse hoy espectadores de aquello que tantas y tantas veces fueron protagonistas. Se han parado un poco, a ruegos del f o t ó g r a f o , y han dejado ahi sus tres figuras, para mostrar a los tiempos que vinieran d e t i ' á s — n o s o t r o s — l a s hechuras que aun conservaban los tres toreros retirados. Porque los tres—Manolo, Ricardo y Emilio—-huelen desde lejos a toreros, conservan el sabor de la fiesta. A u n q u e si hemos de ser sinceros, el mayor, Emilio—lo» a ñ o s , q u i z á — , le dan un poco de aire de hacendado ganadero. No así la figura del segundo — Ricardo—, en el que desde ese sombrero gris Perla hasta las puntas de las botas-acharoladas, nos delatan al matador, .y de los bucnoS; Manolo—el m á s joven—nos sorprende un poco con sus pantalones a r r u g a d o s ; s,,> embargo, su planta arrogante delata al hombre acostumbrado a ceñir la taleguilla. Bien nos viene, pues, esta fotografía en estos momentos en que entre un futbolis< un b a i l a r í n , un torero y cualquier otra persona con la profesión que ustedes quiean, no existe diferencia que les haga distinguirse uno de otro. Ha desaparecido no ya

TIEMPOS

y

M A N O L O

la coleta—sieno i m p a r del torero—, sino el traje corto y t a m b i é n el sombrero ancho. Por eso, al contemplar estos tres—uno gris entre dos negros—, se nos entra la alegría de ver que hasta hace m u y poco aun quedaban vestigios—tres sombreros—de la majeza tradicional del matador de toros, del torero en general. Y se nos viene d e t r á s la tristeza de pensar que para ver esto, hoy, hay que sacar primera fila en u n e s p e c t á c u l o flamenco, donde suele haber m u y poco flamenco y mucha g u a r d a r r o p í a . Y viene bien, asimismo, esta f o t o g r a f í a , porque ahora que e! toreo va tomando un aire familiar, no e s t á mal recordar un poco la historia de estos tres hermanos que supieron ganarse a ¿>U1BO un puesto en el escalafón t a u r i n o . H a y que -volver un poco la cabeza hacia a t r á s , por el camino que ellos nos han s e ñ a l a d o y ver c ó m o hasta el menos afortunado de los tres, Manolo, supo poner el apellido a la a l t u r a que lo t e n í a n sus hermanos, en m á s de una o c a s i ó n . Y una de ellas en esta misma Plaza donde la lente del f o t ó g r a f o ha perpetuado su efigie. Y alternando con el divino- calvo, Joselito y su hermafio Ricardo. E l , q u e ' f u é el que menos quilates a p o r t ó a la fiesta cuando fué necesario, sacó fuerzas de flaqueza, y a y u d é a su hermano en la lucha contra aquellos dos titanes de la fiesta que hubo «echado a t o r e a r » el s e ñ o r Fernando el Gallo. Pues contra ellos i g u a l ó la pelea. ¿Veis c ó m o nos viene bien esta fotografía? Porque nos a v i v a el recuerdo de cosas t a n importantes!como é s t a , la v e r g ü e n z a torera, el pundonor, el amor propio y la dignidad en defensa de algo mjiy suyo; el nombre que o í r o s supieron poner muy alto. Y sabe Dios a costa de c u á n t o s sacrificios y c u á n t a s cornadas... Vean, pues, la fotografía que hemos desempolvado de nuestro archivo: Tres Bombitas, tres toreros en el callejón de la Plaza de Sevilla, con sus tres puros y sus tres sombreros anchos.


SI

_ _ — — ,

" C o n e l c o r a z ó n e n l a garganta..., ¡ g r a c í á s , Sevilla!./'

S

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i y o empezara por decir las conversaciones t e l e f ó n i c a s que t u v e que celebrar a m i llegada a Sevil l a , las dudas, las vacilaciones y las esperanzas hasta% conseguir l a tarjeta a m i nombre y apellidos para asistir, en u n restaurante de la plaza del D u q u e , al homenaje a Manolete, pyede que se me t i l d a r a de exagerado y hasta puede que a l g ú n suspicaz d i j e r a , z u m b ó n : « S e g u r a m e n t e t o d o se l o h u b i e r a e v i t a do r e t r a t á n d o s e setenta y cinco pesetas en mano, sin m á s , en los lugares designados a l efecto.» Sí, si; eso c r e í a y o t a m b i é n y esa es l a j ó r m u l a infalible para cualquier homenaje de tantos como en el m u n d o ha h a b i d o , h a y y h a b r á . Pero para el que en esta Sevilla maravillosa se le t r i b u t ó a Manolete... N o h a b í a reventa y p a r e c í a como si de verd a d , a ios postres, fuese a decir d o n M a torerísima:

4 « x**

Autógi afo de Manolete para E L RUEDO mel

R o d r í g u e z , el flamenco

de

Córdoba,

sultana

y

-Ea, s e ñ o r e s ; y ahora, a la Maestranza, donde yo s ó l i t o , a la luz de la l u n a , testigos l a G i r a l d a y ustedes, v o y a despachar—para corresponder a la gentileza de la afición s e v i l l a n a — s e i á Pablorromeros de cuatro a siete a ñ o s y cuarenta arrobas y v e i n t i d ó s libras, como exige el reglamento. C o n s e g u í m i p r o p ó s i t o , en honor de la verd a d , m á s que por m í mismo y por la a c t i v i d a d desplegada, gracias a los desvelos del organizador y a E L R U E D O . ( Y me retraté, como es lógico, por ser la c l á u s u l a ú n i c a que el que f i r m a e x i g i ó desde el principio.) ANTECEDENTES

Belmcmte no se cansa de firmar autógrafos que solicitan los manoietistas que asistieron a la fiesta

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Junto a Manolete, a su derecha, ocupó la presidencia Kafael el Gallo» como símbolo de la mejor torería de Sevilla

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Otro momento del acto sevillano en honor de Mano>ete. Juan Beimonte firma en la tarjeta de invitación, testimonio de una fecha de recordación taurina

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E n p r i n c i p i o , Angel Pazos—fiel a d m i r a d o r del Guerra y ahora de Manolo^—pensó celebrar la b r i l l a n t e temporada t a u r i n a recién terminada en su casa, y con sólo sus hermanos y C a m a r á , el apoderado del diestro c o r d o b é s . E r a mucho e g o í s m o — s e le d i j o — , y a c c e d i ó a que t a m b i é n le agasajaran algunos í n t i m o s amigos y grandes aficionados. Y , para abrev i a r , y a de c o n c e s i ó n en c o n c e s i ó n , llegó a f i jarse el sitio d e f i n i t i v o y la cifra tope de cient o cuarenta personas. G o n z á l e z M a r í n . Hermes, con su m á q u i n a de r e t r a t a r , y y o , llegamos tarde, y sólo d e s p u é s de muchas ida y venidas, al í | n logramos airear y e x h i b i r l a tarjeta a Miguel Ligero y , como si fuera una barrera del 9, decirle: —¡ Y . nosotros t a m b i é n ! Y a estaba en el bar, antes de subir a l rest a u r a n t e , Manolete. D i r é - como inciso que s e n t í a curiosidad; pero no n i n g u n a necesidad de que me hablara y hablarle. Donde verdaderamente me interesa es en el ruedo, Pero, en verdad, tengo que reconocer que es sencil i o , afable y despejado en l a c o n v e r s a c i ó n tras la p r e s e n t a c i ó n de rigor. E l e s t á por encima de toda conveniencia amistosa y y o t e n go a^ gala m i profesión y la herencia de mis apellidos. Por eso no dudo en a f i t m a r que y a era su a d m i r a d o r y soy su amigo. Por aquel i o y esto, me d o l e r í a mucho que t a m b i é n la profesión me obligase a l g ú n d í a a censurarle pública o privadamente. Es el caso que ya a los ventanales del bar se pegaban muchas caras de mocitos como de ocho a t r e i n t a a ñ o s , que en aquellos instantes no m i r a b a n n i a las c a ñ a s de v i n o n i a las t a pas de los de dentro. Sus ojos, grandes, febriles, eran para el de C ó r d o b a . Y n i u n coment a r i o . T o d o cuanto h a c í a n era m i r a r l e , ver c ó m o estrechaba manos de toreros y ganaderos, de aficionados, de a r i s t ó c r a t a s , de artistas y c ° m 0 aguantaba palmadas t-n las espal das y voces en los oídt>s. E n l a escalera angosta de m á r m o l blanco tres o cuatro camareros, orgullosos de su poder, d i f i c u l t a b a n la subida: — ¡ L a tarjeta..., por favor! ¡Ay de a q u é l que pretendiera colarse! Si fuesen t a n celosos de su deber los porteros y acomodadores en las plazas de toros, de los teatros, de los frontones y de los campos de f ú t b o l , no h a b r í a j a m á s apreturas n i protes-

Buen cartel de toros: E ! Gallo, Juan Beimonte y Manolete ¡Qué no daría el ¿fícionado por ver juntos a ios tres!

tas. S e ñ a l é m o s l o por si si^ve, y digamos que poco después nos encontramos sentados en el lugar designado. Para suerte m í a , entre periodistas. A m i izquierda, E l Chico del Barat i l l o , ese c r í t i c o sagaz, admirable conversador y memoriudo de asombro, a quien sobre l a pila b a u t i s m a l pusieron por nombre Fernando, Fernando L ó p e z Grosso. E n la presidencia s e n t á r o n s e el agasajado; Manolo, con Rafael a su derecha, y J u a n a la izquierda.'Con estos tres nombres, ¡qué buei cartel de toros! D u r a n t e la cena p r e g u n t é mucho. Estuve pendiente más del o í d o que del paladar y del e s t ó m a g o . N o todos los días se puede aprender t a n t o de toreros y de toros, como a mi me deparaba entonces l a o c a s i ó n . : — ¿ M a n o l e t e ? — d e c í a Fernando—. Me parece u n . torero excesivamente arisco; de la plaza, a su casa, y de su casa, J la plaza. N i una c o n c e s i ó n al p ú b l i c o . E s t o , que es una vir t u d , para una figura de su t a l l a es t a m b i é n u n gran Hablamos d e s p u é s de C ó r d o b a . L e quieren mucho, esíáijj? orgullosos de él; pero seguramente—ha trascendido—es doiv " de m á s le castigan. —7|Bendito castigo el suyo! Mire.,.. Es evidente que ha; u n n ú c l e o de cordobeses que se dice: «¿Cómo molesto yo Manolo, m i paisano?..: ¿ A p l a u d i e n d o a A r r u z a ? » Y si quedi bien, se r o m p e n las manos. Pero jque nadie diga a un cordo b é s que hay otro n ú m e r o i ! Y si se le anuncia allí, por su puesto dos d í a s antes no queda una entrada. E n cambio, esta p e q u e ñ a o gran contrariedad le ha dado a Manolete esa personalidad indiscutible que tiene de ludia constante; de pundonor sin claudicaciones; de valor en con t i n u o alarde que arranca el «¡Viva C ó r d o b a ! » en cualquieü plaza de E s p a ñ a donde a c t ú e — Y a ve usted. H o y , lo mejor de Sevilla le rinde merecidij i, homenaje. Pues bien; C ó r d o b a q u i z á con gesto hosco se a l i gra con t o d a su a l m a de que,*precisamente en Sevilla, se lej reconozca lo que es y lo que vale. Y a q u í mismo hay cordoj beses que son d i g n í s i m a r e p r e s e n t a c i ó n de l o que aqueltó ciudad piensa y siente. E n v e r d a d , ¿ q u é novios, q u é hijos no se han enfadado, po rachas, sin venir a cuento y con la sonrisa de los ajenos? tor doba—ya se habla de u n p r ó x i m o e i n m e d i a t o homenajeno necesita l e v a n t a r sobre pedestal a su « c a l a palo». Manóle te tiene allí su t r o n o , y las generaciones venideras, como de L a g a r t i j o y del Guerra, d i r á n : « C o r d o b é s y b a s t a » — ¿ Y en Sevilla? — E n Sevilla, en E s p a ñ a y en el m u n d o entero, no n^y hoy o^ro. Se 10 digo y o , que llevo cuarenta a ñ o s de vert0' ros. Con l a muleta..., con l a muleta en las dos manos, sobre ^ t o d o en.la izquierda, es u n s u g e s t i ó n a d o r de serpientes. Wfllp lo f u é , sobre t o d o , Juan. A ese que se sienta hoy a la izquief da de Manuel, yo le he visto dar seis v e r ó n i c a s sin enmenda moviendo lo que hay que mover: el t r a p o , los brazos, la cara-fj ¡de c i n t u r a para a r r i b a ! — ¿ Y José?

— T a n f e n ó m e n o como J u a n . —De los dos. ¿ q u i é n a p r e n d i ó de q u i é n ? ... Ú i —Se e n s e ñ a r o n m u t u a m e n t e v Y el p ú b l i c o aprenda \ ellos. ^ Y a se h a b í a caldeado el ambiente. C i e n t o cuarenta y tas personas, aunque coman y beban lo suyo, producen ^ ij ruido que el mar. Se h a b í a formado u n cielo de nubes mo que era m á s bien niebla, y los brazos se dislocaban, P^fl que u n andaluz sin gesticular es u n andaluz «fulero». L ^ Rafael y como Juan, Manolo fumaba u n p i t i l l o y reía el t i e m p o , aunque parezca m e n t i r a , como r e í a n los de ^ p á t i c a «tertulia» alrededor de Miguel Ligero.


así mío nmmoLETE en el acto de so agasaio a la «era de La Giralda

«y su pañuelo de tallfr—y su tumbaga de feria—'1 González Marín recitando —Ahora—dije—, puede que todos los a q u í reunidos hablemos de toros. '. * —No, Seguramente muchos hablan de Campanal. ¡ I n pues sensatos! _ , iuer- Un periodista de Mundo Deportivo hacia preguntas a todo ara- bicho viviente. iudo —Lo que no d i r á es que Manolo es m u y de su casa. V a a pot ser un campero c o r d o b é s de c a t e g o r í a . . . Y siempre m i r a n d o den ¡ara la sierra de C ó r d o b a . Así e s t á él, que levanta una galere rocha a pulso, c o g i é n d o l a por u n e x t r e m o . Para ser matabuei dor de toros hace falta mucha v o l u n t a d para el sacrificio. Me c o n t ó E l Chico del B a r a t i l l o una a n é c d o t a del Guerra. más Refiriéndose a J u a n Belmente, al p r i n c i p i o de sus é x i t o s , días dijo: «El que quiera verle, que aligere. Para v e r * t r a n q u i l o , a mi a José.» Sin embargo, la a c t u a l i d a d y Tala vera de la Reina se empeñan en llevarle la contraria al Guerra. orera Todas las t a r t i t a s llevaban escrito sobre blanco, en color .sa, caramelo, Manolete. Pero yo no sé si é s t e pudo probar la , vi suya. Porque con su a p a r i c i ó n en las mesas, c o m e n z ó en seetó rio la t o r t u r a de los a u t ó g r a f o s . ¡Y dicen que su f i r m a vale!... jstái Fallaban la m a y o r parte de las ciento cuarenta y t a n t a s p l u don mas que hubo de pulsar. Pero cuando llegó la hora de la de dicatoria a E L R U E D O , Manolete, Juan y Rafael lo hicíe ha ron con pausa, r e c r e á n d o s e , pensando lo que q u e r í a n escribir y0 y sonriendo a l final satisfechos del hondo prestigio que esta lue' popular revista ha sabido ganar para sí or 0 Al regresar a m i silla, porque comenzaban los siseos pre sU*cursores de los b r i n d i s , oí a u n viejo aficionado: , , —Esta comida de h o y hace algunos a ñ o s hubiera v a l i d o de I a|iíí S'ete c^ncuenta a pesetas Y no es que n i él pretendiera n i yo l o i n t e n t e i n j u r i a r a nuestro a n f i t r i ó n . Es que eran otros tiempos y t a m b i é n el ] precio de las localidades de los toros h á sufrido esa transformación. De acuerdo que Manolete es dempre barato. Pero ay que ver a l a m a y o r - p a r t e de sus c o m p a ñ e r o s . ¿ E x i s t e razón p á r a que se mantengan los precios que el p ú b l i c o que ordo ^Ulere Ver^os tiene que pagar?'Rompamos gustosos una l a n ie"* noria de todos los aficionados, y que no queremos consignar jara que no se sientan ofendidos los d e m á s . D e t r á s de aque 0 \ '0SJ ¿qué queda? Como m u c h o , de siete cincuenta a die: 'tór 'esetas. nole^ ~~^uando m u r i ó el Espartero, el Guerra ganaba por c o r r í l c > m i l quinientas. i ¿oudeHÍ1"1 Manolete s e g u í a f i r m a n d o a u t ó g r a f o s . T a n t a s r ú b r i c a s , l^e sólo le f a l t a b a n los manguitos—como dice Pizarro de ,0s que no tienen m á s profesión que el juego—, E l de Córer to-T ^ ^ o s t r ó que, a querer, p o d r í a ser u n funcionario persobr< ecto' ^ a z C a ñ á b a t e d i r í a que vale para u n b a r r i d o y para (-oflj*n, írega^9- D i r í a mucho m á s , porque D í a z C a ñ á b a t e , a m i ^uierCf^0 ^ ^ ^e muchos otros, es uno de los escritores e s p a ñ o ;ndari á r a l a s B R I N D I S Y LOS E T C . •No hubo muchos e s p o n t á n e o s que se lanzaran a l ruedo. E l ecimiento del organizadqr, Angel Pastor, m i protector e roductor de embajadores, fué n i v i s t o n i o í d o . E s t u v o l a nico como un telegrama, y le cedió los trastos a su t í o A l Hot •' a^0Sado y ex alcalde i n t e r i n o de Sevilla, s e g ú n mis ítan lelh1*8 S0^ a^u^ u n Poco t r a n s c r i p t o r y u n poco c r í t i c o n más ¡jt ftooienaje. Si estuvo bien de palabra y de elocuencia, re je bu-, a mi juicio, estuvo desafortunado en la «faena». Usted l> P01^ 'ien01^' (^0n J^^ert0- ^ veamos si tengo r a z ó n porque m u y 'Cofl10 jyPUe^e suceder que el equivocado sea y o . tod< ¡to j j e todo encomio el t r i b u t o q u é usted r i n d i ó a Joses¡nj y a S á n c h e z Mejías. A su duelo yo me asocio de t o d o co-

r a z ó n . M u y bien, m u y r e q u e t e b i é n asimismo en aquel o t r o floreo m e r e c i d í s i mo a d o n J u a n B e l m o n t é . Cierto; ¡lást i m a su retirada! Y t a m b i é n m u y oport u n o el « r e m a t e » a d m i r a b l e . M a n o l o se merece t o d o s ' l o s a d j e t i v o s que c o n t i e ne el D i c c i o n a r i o . Como esos diestros que jcomienzan por a h o r m a r el cuello, la cabeza del morlaco c^ue les t o c ó en suerte, usted, don A l b e r t o , se m e r e c i ó los p l á c e m e s y abundantes palmas de la « c á t e d r a » hasta a q u í . Luego... Manolete estaba p á l i d o , y usted, creo y o , se' d e j ó i n f l u i r , ganar, por su e m o c i ó n y por el ambiente. Los toreros, sin excepc i ó n , quieren hacer siempre faena g r a n de. Pero luego resulta que realizan m u cho de l o que no quisieran haber sido j a m á s los ejecutores. P e r d ó n e m e ; pero sin n i n g ú n á n i m o de molestarle, mucho menos de ofenderle, y o creo que esto

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Autógrafo de Juan Belmonte para E L RUEDO

fué lo que le s u c e d i ó a usted. Si estoy equivocado, tenga l a seguridad de que r e c t i f i c a r é con la a m p l i t u d que se me pida. Como l a cosa no es grave y , en cambio, es interesante, no creo que deba h u r t a r l a a E L R ü : D O . E n s í n t e s i s , que no, que no estoy conforme a l a luz de m i escasa inteligencia, de que a Manolete, para ser la figura cumbre de t o d JS los tiempos, le falta l a competencia, o sea o t r a figura i g u a l que él en cuanto a p o s e s i ó n de arte y al influjo que sobre la m u l t i t u d en las plazas ejerce. Con y sin competencia—est o y seguro de que vamos de acuerdo—, Manolo es l o que es y dejemos en paz a los muertos. Cada t i e m p o t u v o lo suyo. ¿ M á s que L a gartijo?, l e g r i t a r í a n muchos que duermen bajo la cruz de sus t u m b a s y otros que t o d a v í a n v i v e n . ¿ M á s que Frascuelo? ¿Y, m á s que B o m b i t a , el Guerra, M á z z a n t i n i , Pastor, Belm o n t é y J o s é , en lo p r ó x i m o , ^ en lo precursor cuantos fueron matadores de toros dessde Francisco Romero y los hermanos Palomo?... Pero no es t o d o . O t r o ' c o n c e p t o de su b r i n d i s : ¿ Q u e Belmente no h a b r í a sido lo que fué sin J o s é ? ¿ F u é esto lo que dijo? C u á n t o me gus\ »• t a r í a que usted me dijese: « N o , no fué eso». ^Porque J o s é , por sí, y Juan i g u a l , como todas las competencias t a u r i n a s que exist i e r o n , d i e r o n a l i e n t o , calor, p a s i ó n , fuego a la afición de sus respectivas é p o c a s . Pero; ¿ g r a n d e z a a las figuras?... Francamente, creo que no, i í u c h o m u c h í s i m o deseo y quiero enaltecer a Joselito, a q u i e n a l c a n c é a ver en SÍUS p o s t r i m e r í a s - Sinceramente, q u i z á sea y o a u n m á s «jioselista» que « b e l m o n t i s t a » . Pero d o n Juan B e l m o n t e , con y^sin G a l l i t o , t e n d r í a el fulgor de astro que no'se le puede q u i t a r n i en el t i e m p o que d u r ó su t e r r e m o t o r e v o l u cioriario. G o n z á l e z M a r í n fué d e s p u é s i n v i t a d o a i n t e r v e n i r . H a b í a sido situado en la presidencia y se l e v a n t ó de buen grado, sin necesulud de r u « g o s . • — A u n q u e luego d i r é una p o e s í a a Manolete, v o y a preparar vuestra benevolencia... Y con gesto preciso, voz caliente de emoc i ó n , nos ofreció:

José v Rafael caími •imo a derechat..otro <» igqnierdat Rafael se q u e d ó absorto, m e t i d o en l a poesía de O c h a í t a . M á s a l t a la voz, c o m ó si q u i siera llegar m u y lejos, p r o s i g u i ó el recitador; 3/ por iWomftm •él m ó ^ real

Manolete, vértice del homenaje, estampa su firma e la® tarjetas de invitación

Siguen las firmas. Una cosa asi como una faena dieciocho naturales seguidos

2/ el más fMmeneo: ¡Gabriela!

L á g r i m a s en los ojos de Rafael el h i j o y u n clamor de v i v a s que se apagaron t a n s ó l o cuando v o l v i ó a dejarse oír la voz d o m i n á n te, conducida esta vez por Rafael Duyos:

¿Dónde estáSf Julio Rmnero, que no vi'nes « pintarlo?

¿ M á s h u m o o m á s incienso? H u b o abrazos entre G o n z á l e z M a r í n y Rafael, entre J u a n y G o n z á l e z M a r í n en una s i m p á t i c a a l u s i ó n . —fQue hable Juan! . — ¿ Q u é le ha parecido este homenaje?—preg u n t é a Manolete. — P u e s — c o n t e s t ó — q u e no sé c ó m o se puede decir « G r a s i a s , Sevilla, con el c o r a s ó n . . . ¡Si pudiera a b r a s a r a Sevilla e n t e r a . . . ! » Porque sería t a n t o como tener que abrazar a E s p a ñ a . — J . HERNANDEZ P E T I T

Hay q Manóle

«e conforma solamente con la firma de i estro de Córdoba tiene que apretar la nación para "variar la faena"


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TOREROS CM I N V I E R N O

LOS V I E J O S D E L RUEDO

JOSE m SU JIM, portero de la puerta de arrastre, ingresó en la Plaza el año 1890

PEPE | MfiEL LUIS BE i UVEHIDA. el domingo en el Ifltuoi

la m u e r t e del Espartero y o y ó discutir muchas veces de toros ai maestro Chueco P r e s e n c i ó

i hay u n empleado do la Plaza que pueda hablar largo y tendido de toros, ¿ste ea J o s é Vicente San Juan. Sus recuerdos sa remontan a fechas muy alejadas de l a actualidad, cuando, tegún él, la fiesta do toros era una cosa completamente distinta a la de ahora, y a que entonces loe aficionados lo oran de verdad y eran capaces de estarse un día entero discutiendo, no asi como «sí, sino apasionada y e á c o n a d a m e n t e , sobre los lances y las principa los figuras de la fiesta. José Vicente, Beloque—él tiene u n gran íntei4-en que se haga constar el apodo, porque dice que así es como le conoce todo el mundo—, estaría hablando una semana entera d© toros y siempre diría cosas nuevas e interesantes. Aficionado acérrimo y i osecuencp, d«mii«» cincuenta y cuatro años no perdió corrida n i festival de los celebrados durante ese medio siglo y pico <ni ambas Plazas. Y como a d e m á s tiene una- memoria feliz y u n curioso archivo anecdótico, he a q u í por q u é ref-iilsa interesante, y muchas veces también instructivo y pintoresco, hablar de temas taurinos con-José Vicente San Juan, —Ingresó en la Plaza vieja—empieza diciéndonos Beloque—el 12 de mayo d© 1890. Recuerdo exactamente que era el día de la despedida de Frascuelo y que en aquel acontecimiento t o m ó la alternativa Lagartijiüo, pareando los toros de Frascuelo Guerrita, que y a era matador. — | Q u é méritos hizo usted para ingresar en la Plaza? —Los m á s grandes que podía hacer: ser recomendado de don Regino Velasco. Este señor Ies daba acceso a los puestos de la Plaza a los aficionados; pero, a d e m á s , quería que fueran trabajadores y muy celosos del cumplimiento Uú deber, sin cuyos requisitos no protegía a nadie. —¿De qué ingresó usted? —De suplente-de andanada, en cuyo cargo estuve siete años. '—¿Cuál es el suceso m á s pintoresco que recuerda usted de la Plaza vieja? ^ — E l debut de las señoritas toreras de Barcelona. Iban capitaneadas poi la Lolita y la Pretel—hace de esto unos cuarenta años—y la expectación en la Plaza ese día era sencillamente inenarrable. E l espectáculo fué apoteósic* •.*» traagínese usted a unas señoras gordas toreadas por los bichos—pues no eran ellas las que toreaban a los toros—, co¡•riendo embarulladamente delante y d e t r á s de los novillejos, y se d a r á usted cuenta de la realidad. Ahora que, eso sí, el público se rió y la gozó hasta desternillarse. — i Y algún ©pisódio dramático? —Lo fué, y de los m á s luctuosos, el d í a de la muerte del Espartero. Ese d í a ascendía yo al cargo de recibidor y estaba de servicio en el tendido n ú m e r o 3. Entre tanto recuerdo imborrable de esa tarde, sobresale la actuación <ie Antonio Fuentes, al que yo j a m á s volví a ver, antes n i después, como en aquella fecha memorable. —^También r e c o r d a r á usted el reverso de lo de Fuentes? — Y me apena recordarlo, porque fué la tarde de la despedida de Lagartijo. E l pobre estaba ya viejo y cansado, y por hacer u n alarde y demostrar que aun conservaba la plenitud de sns facultades, so empeñó en matar é l los . seis toros d© Veragua que h a b í a n de lidiarse. Cómo quedaría, que después de apedrearlo el público, futios© e indignado, tuvo que salir d© la Plaza custodiado por la Guardia civil. A u n roe parece que lo veo triste y cabizbajo por la calle de Goya, entre la rechifla y los apóstrofos del público. Crea usted que es éste un recuerdo, bien penoso, — ¿ H a tenido usted algún amigo entre los toreros d© categoría? —M© honré con la amistad d© don Luis Mazzantini, que, por cierto^ fué ©1 que m a n d ó sustituir las antiguas cuerdas del ruedo por los cables que aun exist©n. Don Luis fué ganadero y empresario de la Plaza de Madrid y se dió el caso de que de su ganadería sMb se lidió un toro bravo, un toro de bandera, como se decía entonces, y fué en una corrida que toreó él á beneficio de los damnificados por la inundación d© Consuegra. —Mazzantini—agrega José Vicente—actuó durante veinte años en 1.080 corridas y estoqueó 2.901 torós. Ganó «inco millones d© peseta^ ©n números redondos. —¿Como torero, t a m b i é n era Mazzantini su ídolo? —Ño, señor. E n ©se s©ntido, m i torero era Reverte. Su muerto, acaecida a consecuencia de u n cólico, cuando a©hallaba en el Sanatorio dol Rosario para curarse un quiste que le4iabía salido encontrándose en Lisboa, la lloró corno si se hubiera tratado de algo mío. F u é esto ©n el a ñ o 1903 y el pobre Reverte e© quedó sin i r a Méjico, para donde es, 'aba ventajosamente contratado. L o m á s doloroso de aquella muerte es que se produjo, después, de una ©oncienzutíe operación del doctor Bravo, por ua descuido de los enfermeros. — ¿ E n c u e n t r a usted mucha diferencia entre la fiesta de toros antigua y la de ahora? —Tanta, que la d© ahora casi no parece m á s qu© un recuerdo, un pálido reflejo de la de mis tiempos. Entre otrot muchos detalles y circunstancias que podrían corroborar m i afirmación, le citaré á usted de pasnda el célebre merendero del cual era dueño el ex matador de toros Vicente Villaverde. Se hallaba instalado ©n los aledaños d© la Plaza vieja y a él concurría todo lo m á s y lo mejor d© la afición taurina madrileña. Desde por la m a ñ a n a y después del apartado - les días de corrida siempre eran días de fiesta solemne en Madrid—, los taurófilos permanecían en el merendero, discutiendo, hablando de toros y de toreros apasionadamente, hasta la hoTa de la corrida. Aquello ©ra alegría y animación y entusiasmo. Entre los asistentes al merendero figuraban siempre, poniendo cátedra en asuntos taurinos, dft» Antonio Casero y el maestro Chueca. Eran muy amigos, pero, a veces, se enfurruñaban y dejaban de serlo—pasajeramente, claro está—-por disparidad de criterios, pues mientras Casero defendía y se declaraba partidario de Regaterín, el maestro Chuecí. ponía el grito én ©1 cielo cantando la© excelencias d© Guerrita, al qu© preconizaba como ©1 mejor torero del mundo. —Así qu© la fiesta de toros de hoy.,. —Es mecánica y fría, sin emoción, sin pasión, y , sobre todo, una cosa sin gracia, muy de prisa, como es todo 1<> que caracteriza a la vida moderna. Si no temiera pecar de pedante, le diría a usted que es ©1 alma lo qu© le falta « muchas cosas de la vida actual, y, entre ellas, a la fiesta d© toros. José Vicente nos hfebl» luego de algunas evoluciones y cambios operados ©n las costumbres y tradiciones taurinas. - -Una medida bien adoptada—dice—fué la de prohibir la entrada al público en el ruedo antes de la corrida, mientras la banda del Hospicio ejecutaba las piezas d© su repertorio, según antiquísima costumbre. Esta plausible innovación la llevó a cabo Ricardo Torres, Bombita, y fué respetada sin discusiones y aceptada sin protestas, pües el mismo v público se dió cuenta del estado en que dejaba el ruedo—se pasaban todo el tiempo corriendo por él y bailando—y les incidentes a que esto podía dar lugar a la hora de la lidia. —¿Hubiera usted querido ser torero? —Nunca sentí tal deseo, pero crea usted que ©n m i clase de aficionado nunca he envidiado a nadie. Si cincuótvta y cuatro años viendo toros dan derecho a opinar, yo le digo a usted que sin haber sido nunca torero, entiendo lo su liciente de toros para no dejarme engañar y emitir mis juicios con cierta autoridad. E l portero de la puerta de arrastre nos habla todavía d© Badila y Agujetas, los mejores picadores—dice—que han pisado los ruedos en todos los tiempos. De los picadores de la cuadrilla de Reverte, Moyano y Rodas, que habrtu tenido quien los iguale, pero no quien ios supere. JUAN DE A L C A H A Z

Una vez acrbsdci «smocracla taurina Sspañat, los maíeedores ceja -entrateaiinienta en «i fútbol. Fuera de cjiierossin precouDáoij.ies y «sin ese ajetreo constante dedata ferias, los hermanos Bienvenida d&scansati en Madrid, al lado de su» íanüliclres. Y i unte» acuden todos los dcoisnaos bien al Estadio o Chaicartín. como «rendes aíicionades Cite £.-¡n a! dewrte. P&ps v ñ noel Luis Bienv i v i d a scroT&ndidoftdoíninao. en el camoo del AlVétlco Aviación,, a t>oco « a r c a r el eauioo de casa el tanto aue o^do sopener la victoria v no 4a fué. El invierno es txtf ra los hennemes Bienvenid a motivo de olearia oonstaate, v a aue ouedsn disfrutar de unas heras para asistir cij fútbol, dsporte preferido de lc« ce lebras espadas. _ , (Fots. Zarco.)


rE l CONSCIENTE /VFÍdoNADO. Ocrf

SERVIDOR D t JUAN

S O P L E E L CLARÍ'ÑEVIX

USTEDES1.

L A N A S , AFiciONADO

CONSCIENTE Y ENTUSIASTA

' m

/

[ ^ P A R C H £ S V.". | V A M O ¿ A L T O R Q . . ^ ]

REDOBLEN L O S . J — i

¡AQUÍ M E T I E N E N ' . Y M E LANZO A L RUEDO DE " E L RUEDO,, P A R A

DECIRLES

CUATRO COSAS T A N CLARAS $ TRANSPARENTES

COMO

A LUZ QUE A T R A V I E S A UNA

LANCHA DE J A / ^ Ñ

DE

ESAS DE B A R . LA'PjES T A D£ T O R O S . A S l ' ES QUE 5 V A S ! TENEMOS ESTE GRAN) .VÚMERO DE MATA DORES D E . . ESO, CON G R A N «ALBOROZO DE L O S FABRÍCA^tES DE POLVOS I N S E C T Í C Í D A S Q U E ^MBfEN C O N T R Í ^ U V E N A LÍMPÍAR DE CUCA ÍA-HAS E S T E P I C A D O MUNDO']

TOPO 4 ¡BUEMOl SERVIDOR OPTIMISMO DE TODAS L A S S A L I E R O N DE N I E B L A S DEL QUERO- R E SE5 A B I B E R O NADAS,AHORA.( ESQUHCASi TODAS SON RAQüÍTÍOVjí MELANCotoJCAS Y UN T A N r O D E 5 VÍTAAMNÍZADAS...

6- EN ESTOS TIEMPOS DÉ SUCEDANEOS "Y TOREROS "PERAS,, LA FIESTA HA PERDIDO JUCHAS COSAS TlPiCAS AÑORADAS POR UNO, CON CIERTA MELANCOU UNA DE ELIAS IOS ESPON TA'NEOS., AQUELLOS MUCHACHOS SIN- ¿4} L PADRÍNO Ni Mec&kAS ^ NAMBRÍENTOS DE CORTiJOSvíOLES! Y O U E W SOLO OBTENÍAN CASi SIEMPRE CMÍCMONES V R A S G A D U R A D DE L A S T E f .RR1BLES ASTAS DE LOS TOROS, M A S LA püÍNCENA C O R R E S P O N D I E N T E . J

tN PARTE M E PARECE BIEN Q U E E S T E ESPECTACULO DELMALETÍLLA SE NAVA ELIMINADO. PERc- Y O , AMANTE DE LO-CLASÍCO, TENGO UN PROYECTO PARA QUE CON PROVECHO DE LA FIESTA NO SE PIERDA ESTA ESTAMPA DEL QUE ÍNTERVÍENE EN LA LÍDÍA ÍNESPE RADAMENTE V LES VOY A EXPONER Mi PROYEC TÍTO,'POR Si LO C R E E N JUSTO

ES MUY SENCILLO,LOS AFÍCIONAOOS CONSCIENTE DEBEMOS TENER SENTA OOEH EL_T£NDÍDO A UN CÍNQUENO CON B A R BA y BIGOTE Y CUAN DO V E N G A UNA DE ES\S CORRIDAS CON R E S E S Í N F A N T Í L E S I AHÍ VA NUESTRO T O R O O U E .

I SALVESE

ESPONTANEO.. LA P L A Z A Y C O N ¿ Q U E T A L r> EL Q U E P U E D A


ANTONIO NAVARRO, al ver malogradas sos aspiraciones taurinas, refleja su afición a través de la plástica E l joven escultor Antonio Navarro Santafé, junto a su obra "Juan Beímotate'*

P i n a t a a b a Ja p r i m a v e j n . -de 1034, y «^mioeinraxio» y a los c m á c u l d ^ Bfrtííírac! o 4© Jljadrid, eo !E»:ruució leja Clnciulb B e l l a » A r t e u ur»» Expo-sición <Se « e s c u l t u r a s (llaiun-i'nais. A t r a í d o p o r ouprnito con l a fü^sitíai mcdonsa.1 sis •refiera», a c u d í a i felsftóas la. toa* poocia dliafe dte Walbísir ©id» fiBaugxina da. De *&» .dkss Wbrais que compdnftato tett oaajutttíoi, nu&ve priasííDti-toain •»% fteírjetala cte» £i«9 macíeaatete cioini(pr^)d(:ines. Etotat> é s t o s rtecuendo qva* aíl^uuois ^ r a i » Jtuan BeímcoJ*^ ¿M^unjoa» Bieaivteintidai, Ortfega y Villaltia. ¿ Q u é lofueclan. laiquollas oboOls ¡ptema Waiblet aPteajnatiídjo u n é x i t o t a n r&pidb y Básontísiro? A n t e tod!os u n a pujawtte y •v^gOTt fet^ •pieaintiialMdaidi. Ptarcialmlímtia ootn^Ldenadlaíá, sie^uJtiafttóta azníi «toldáis ©líaB arimArabUleisi p o r p u ajposituw*, ooníáneinte y » u tScpresióin. Sobne broinici^a y batrrco ooteídM?, aistptnaaenltiando fefácos mlamiettvtos de í)0|5 a ^ l s <i>et Mxret^, paMcíeu fWttEur OJSDJÍU ráitoga, di© ieítttuüsfcismo que t a » lüacia viviar 5a v M a neal díeíl airte, Todiai aiquielEaj obrla) «íemoístTabBí. R» fio, eisots ílenüces' ^oimientos Üntsipiiracién, de fü-brte oread ira qtHe» s ó l b Icis eie^ldoO posteen. V o M o t r o d í a a peicreiairme en l a oantieitapfación die (inmA inl.-tsperl'u<So goce dt^ estplritu. A l g u i e n rae ¡pneeelQttó ad arnt^attat. Sja tiottiaiba de. u n miuohacinoi que a,pen)as ftlísaba xmoa vicSntádós toñosl. Antoaalo Nia-vatró S a c f t a í é , ia\lioaíntlno Üte (níateiraSetafttoi y mfctíHíleñoí d e «di opción, r m c o n t é te breve •há^ttoriia db isa v i d a . Dje oufío sí intió s'a' v o c a c i ó n jtaunünbJ y Wateta niieirecíó c t a r t o preteitáglo como tlctriíir» de eP*lónt IJO toneaba todto: ¡piinroia, oaimeroa, al lias, c o c h e é cáic(l3|3a<3. I g u a í Bel cBabOi media, •m'fónáoai tai u n gMaindíajcaáitán qnife u n a metvoCiaioa ¡afl, fflucie-

x& KÍSH ema..

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U n d í a aicuKttó n u n a ^ í a c i t a taitutod|n en Ifcls aflireidtídjDtís^ día d r í a . Etni aquísPI m i n ú s c u l o Bnillo « e Hdaiabaet biecierros, aligunos málst flrdó^bletí' quf* ea buey A p i s . P r o v á s t o dte stu cowtfíipondiienite cajpDfcUIo, NUMairro cctasignló dar dos o ttreu úana?». A la «stupsfteucción d e cíqnipnoíbar que a fJoe .totnolsl m Weist pedís» hacer í a é misraais tícssiW que a pos mtt'íbSqa y & tols fanolJajs, cigufó u n a confianza pierna, que hizo crsi^iCe q u » y a b a b i a enmnti^ld!;! ea vterdfeL <Se!ro carntoto- d a l a í^raa». AA» fin ese í r a p i i s o 1% duna, aiaailio.'aid «sta fortrriai de vajretaai^ y m a g u llamientos, y e l cje-ófito t&reirv> cfó a v i n o a ia; ccinquisün da nu^ivos hKrizonites. • , I k n p e z ó de batocüas ten ücte EMU'IÜÍ*' ptetótricos 'api s^lrvitíto d? l a ¡publicidad <te u n a i m p o n t a n t e indufeftíriaii, y a ftijeliza dií contslífanaiia c(cnu el'guló en breve tíeinapo Rprendier ifcts sacnsKlcIs d>'l! dibujo. EndeweBatdJCte «aus anheiois htaidba da ^tioulturaí, pas^ó a i£!stud*ar «ttv Da Escuela) de Artlcls y Oftcái.fa com don. Joteé Capuz. Ortt-lllia (te lalbrid IaU puiertiais d e isa Elatudio, y tría» bTillaidns^i ^jjitrtidbí? icpn&igufió u n a piliaiza «ra l a Escueta Eapeoteü da P i n t u r a y E s c u l t u r a l df* Sato ílewn&mdloi. M á s (taÉTde, piajra apupCffiar lerUvcioe; istí m a i t r i c u l ó e n 0at EscuefiJal de Bellas ArttkB, de Sevilla; y afios deEpufis', ten 5a de Saax Oaa-loo, d e Va*. flianteüai (en Ib; que, a l c a n z ó e l t l t u t o de ptftfetsor dje D i b u j o . ( L a a iprimielrais muesteuts de s u arfle f u e r e n u n a aab»a3u de N a a a r e . no, dotado de una tntjetrusidaid d ü dvítep tmrBenssO, y « a brttnce t i t u t a d o "Toledano", que isji w>ept texpu?lsttío ©ni u n SialUin dte O t o ñ o l l a m ó pjcdsitcu s a r a í n t e l a ateonsedón de orttioets y jpwatfamela. Arntonto NtaivajTf;!, no ser tonelna. quintó irefliíjar s u Wfición a t r a v é « cte' l a pléustica); Erutio d s e l l o eciata, obráis que téxponiaj Pajsó ttíie'mpo y n o vwlví a tfn'er centajoto «(etn 131 gefnii'aii lajrtüsíja af.ícantlno. Supe, s i . que KleguSus a c á d u a r a e n t e comí taufe Kiaeodi'os y trta((«i^ia. H a c e m u y pacos' d í a s mte lo e n c o n t t é ¿to¡ pilsaíai dafl*?. Mte di'jo que trabajabai y l u c h a b a cpn b r í e s extratotraiinariicte en Ja ¡niueviai E x p o s i c i ó n que ptroyectja1 á n i n u g u r a r Kai l a piriraaví^naí . p r ó x i m a . B i t a viez m dt'seo « s exellltair l a figiulrta. del tono y dleaoribir etu hígtof.iia y tsu ¡pisfteiX. fegia tan como l a v i v ^ en ei carapo. •¿ Jjñ a c o m p a ñ é a e u OUKVO EMudlto y ipude tícmijeiinípiiaT a m i s tundíais « I g r i n a s de mis Dbrtfe. T e r m i n a a a s abdceitaidiais (etnaí^. len Kí^dat? palpita- u n (reaBastno vig^íoiao, conjgina.'smtlG!, pCtetótrico de; a c c i ó n y raováanienito. G r a n paartlei dl"l .tMaJbajo, y a tem piaMü* Keaüizadoí, (ae ocuptól d a -varií-b de Das bazouñas llevladíats a cabo pclr- leí famtdsfo ¡tetno "aalmpaísloü»"'. P « n tearaectó a l a . g^Saader!^ defl mfatrqnéis de- Satlali Si? ¡distinguió ¡por Eua fiJípotsi fcaistilnti-ts, HKigando !ai mls<ta¡r «n. Oial d lussa amaitiro «tornea, nina vada. y vaaríos bedeírroe. Por EÍUS fechoriaJs s e m b r d el IJsiwhj tanto? «1 v e c ü a . diario die» Bla vtaicada. F u é tóetjaqtseadoi lén (".a Pftazai ds. Aramjulez (pariieíl diestro Ang-efl Fiastor «1 20 de nS-irzo'da. ISSl.

JBsta otra escultura representa al ex matador de toros Nicanor Villalta

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Otra ebra dd escultor Navarro, que recoge en bronce un gran pase de muleta del malogrado Manolo Bienvenida.—Abajo: Mádroñito, el toro de oro, obra «n bronce de Navarro


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Cogida de Reverte en Madrid el 11 de junio de (Dibujo dÂŤ Perea.)

1895


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Toreros célebres: Salvador Sánchez (Frascuelo)

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