Rito para levantar al Niño Dios
y presentación de los niños al templo
RITOS PARA EL LEVANTAMIENTO DEL NIテ前 DIOS Y LA PRESENTACIテ哲 DE LOS NIテ前S AL TEMPLO
PARROQUIA NUESTRA SEテ前RA DE LA CANDELARIA
1. Al término de la homilía y antes de la presentación de todos los niños, el sacerdote, introduce el momento con las siguientes palabras.
Queridas hermanas y hermanos, en el Niño de Belén hemos reconocido al Mesías y Salvador de todos los seres humanos, con su nacimiento nos regala el verdadero amor, la salud, la paz y la fuerza para el camino. Hoy, en la fiesta de su presentación al Templo, hemos ingresado con los cirios encendidos en recuerdo de que Él es la luz que vence las más oscuras tinieblas. Ahora, será levantado de este nacimiento que nos ha ayudado a contemplar el misterio de Dios que no ha tenido miedo de hacerse cercano y que nos llama a ser cercanos a Él y entre nosotros. Hace cuarenta días honrábamos a Jesucristo con el incienso, hoy, antes de levantarlo de este Belén, honrémoslo con el incienso que significa nuestra oración dirigida hacia Él, que es Dios verdadero. 2
2. El sacerdote se dirige hacia el nacimiento, allí honra con la triple incensación. Al término, la imagen del Niño Dios es llevada al centro del presbiterio, la imagen es mostrada a toda la asamblea. Luego, todos proclaman.
Señor Jesús, te vemos niño y creemos que eres el Hijo de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María. Como en Belén, también nosotros con María, José, los Ángeles y los pastores te adoramos y reconocemos como único Salvador nuestro. Te hiciste pobre para hacernos ricos con tu pobreza: concédenos no olvidarnos nunca de los pobres ni de ninguna persona que sufre. Protege a nuestras familias, bendice a todos los niños del mundo y haz que reine siempre entre nosotros el amor que nos has traído y que hace la vida más feliz. Concédenos a todos, ¡oh Jesús!, reconocer la verdad de tu Nacimiento y aceptar y compartir la luz, la alegría y la paz que has venido a darnos. Tú que eres Dios y vives y reinas con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
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3. Al término de la oración prosigue el rito de la presentación y bendición de los niños. El sacerdote introduce con las siguientes palabras. La fiesta de la Presentación del Señor en el templo, cuarenta días después de su nacimiento, pone ante nuestros ojos un momento particular de la vida de la Sagrada Familia: María y José llevan al niño Jesús al templo de Jerusalén para ofrecerlo al Señor (Cf. Lc 2, 22). El sacerdote Simeón y la profetisa Ana, inspirados por Dios, reconocen en aquel Niño al Mesías tan esperado por los siglos. En este día de fiesta, nuestra piedad nos mueve a traer hasta la casa de Dios a estos niños y niñas para invocar sobre ellos la bendición. No hemos de olvidar que los niños necesitan de la ayuda de los adultos para que se desarrollen de modo integral. Invoquemos, pues, sobre ellos y sobre todos ustedes su familia, la bendición divina. 4. Después, el sacerdote introduce las preces y uno o varios padres de familia van proclamando las intenciones. 4
+ Señor Jesús, que fuiste consagrado al Padre, y que durante tu predicación recibiste y bendijiste a los niños, escucha con bondad nuestras súplicas: Responderemos: Te rogamos óyenos. a) Protege a estas niñas y a estos niños de todo peligro. R. b) Dirige su vida por el bien y que su educación sea integral. R. c) Haz que también ellos vayan creciendo en sabiduría, estatura y en gracia ante Dios y los hombres. R. d) Haz que sean siempre agradecidos. R. e) Ayuda a todos los niños del mundo, especialmente a los que son víctimas de la violencia y el desamor. R. f) Bendice a todas las familias y haz que sean buenas educadoras. R. 5. Al terminar las intenciones, el celebrante con las manos extendidas sobre todos los niños proclama la oración de bendición. Antes de la oración se encienden las velas traídas para la presentación. Y que están encendidas, el sacerdote proclama. 5
Oremos Señor nuestro, Jesucristo, que abrazabas con amor a los niños que te presentaban y venían a ti, que los bendecías imponiéndoles las manos, y dijiste a los Apóstoles: Dejen a los niños que vengan a mí y no se lo impidan, porque de ellos es el Reino de los cielos, y sus ángeles custodios miran continuamente el rostro de mi Padre, y les advertiste el severo castigo para quien los escandalizara; te suplicamos, Señor, que cuides la inocencia de estos niños aquí presentes, y la devoción de sus padres. Bendícelos + hoy por medio de nosotros, tus ministros, para que todos los días crezcan en tu gracia y misericordia, sientan gusto de ti, te amen, conozcan tu santo temor para que guarden tus mandamientos, y lleguen así al deseado fin de la gloria, por medio de ti, Salvador del mundo y Dios verdadero, que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 6. Al terminar la oración rocía a los niños con agua bendita, mientras tanto el coro entona un canto apropiado. 6
7. Terminada la aspersión el celebrante invita a toda la asamblea a proclamar el Credo. 8. Oración a Nuestra Señora de la Candelaria. Purísima Virgen María, Madre de Dios, Reina de los ángeles y de los hombres, que a los cuarenta días después del nacimiento de tu Divino Hijo te presentaste en el Templo con las ofrendas que la ley prescribía, llevando al mismo tiempo a tu Santísimo Hijo, Legislador Supremo de los Cielos y Tierra, el que habiendo salido de tu castísimo seno, te había dejado más pura que el Sol y más hermosa que la Luna; Virgen purísima antes del parto, en el parto y después del parto, que sin tener la menor mancha qué purificarte, cumpliste con la ley de la purificación, ofreciendo al Primogénito, para con su rescate darnos ejemplo de humildad y obediencia perfecta. Yo me gozo, gloriosísima Virgen María, de las celestiales gracias que te concedió tu Divino Niño, y de las portentosas virtudes en que Él, en el misterio de tu purificación, ejercitaste, y te suplico, Madre mía, me concedas una perfecta obediencia a la ley santa de Dios, a
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los consejos evangélicos y a las obligaciones de mi estado a fin de que así como tú te presentaste a ofrecer a Jesús en el templo de Jerusalén, así merezca ser yo presentado(a) por ti en el templo Santo de la Gloria, donde vives y reinas con Dios Padre, con Dios Hijo y con Dios Espíritu Santo, y por eternidad de eternidades. Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, y la pura y limpia Concepción de María, concebida sin mancha alguna de pecado original, desde el primer instante de su ser maternal. Amén.
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Virgen y Madre María, Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz. Ruega por nosotros. Amén. Aleluya. Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria Rio Rhín # 1555 Col. Atlas. Guadalajara, Jal. Tel. 3619 1320
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