Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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Jóvenes y discursos

Los sujetos dicen sus territorios Gloria Borioli Ivana Fantino (compiladoras)


___________________________________________________________ Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios Borioli, Gloria & Fantino, Ivana (Compiladoras) Córdoba, Argentina: Editorial Universidad Provincial de Córdoba, 2018. xxx p.; 225 × 115 mm. ISBN-xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx ___________________________________________________________ Comité académico (referato externo) Mgter. Cecilia Exeni (UPC): ceciexeni@gmail.com Dra. Margarita Barrón (UNC): margarita@barron.com.ar ___________________________________________________________ Autores: Agustina López Salvia, Belén Lencina, Bethania Peralta, Carina Correa, Daniela Blasco, Diego Gogna, Enrique Bambozzi, Enrique Carrizo, Florencia Molina, Gloria Borioli, Ivana Fantino, Jennifer Cargnelutti, Lucía Quintanilla, Lucía Sequeira, Marcelo Utrera, Marco Galán, María Ruiz, María Victoria Saracho, Mónica Monserrat, Patricia Cozza, Romina Ardiles, Tania Frankowski, Valentina Vilchez. ACLARACIÓN: Las opiniones y aserciones son exclusiva responsabilidad de cada autor. ___________________________________________________________ Edición: Carina Correa Corrección: Carina Correa. Diagramación de interior: Ana Dolores González Montbrun Diseño de tapa: Ana Dolores González Montbrun Ilustraciones en tapa: Luna Cárdenas CE:lun1t4@gmail.com ___________________________________________________________


Jóvenes y discursos Los sujetos dicen sus territorios

Índice Enrique Bambozzi Prólogo. Jóvenes, territorios y otras yerbas

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I. Reconocer los territorios Gloria Borioli Escribir el territorio

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Marco Galán Con los pies en la tierra. Estrategias populares de acceso al suelo urbano

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Lucía Quintanilla y Gloria Borioli Discursos y cuerpos. Jóvenes cordobeses en zonas de relegación

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Lucía Quintanilla, Gloria Borioli y Patricia Cozza “La calle soy yo”. Gestiones del espacio público

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Carina Correa La lengua como territorio de (auto)conocimiento

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II. Territorios educativos Diego Gogna Habitar joven en el nivel superior

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Valentina Vilchez, Jennifer Cargnelutti y María Victoria Saracho ¿Cómo acompañamos a los estudiantes? Pensar la tutoría en la Escuela de Ciencias de la Educación

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Gloria Borioli, Ivana Fantino y Marcelo Utrera Declinaciones del Padre. Clivaje religioso y jóvenes cordobeses

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Enrique Carrizo, Marcelo Utrera, Lucía Sequeira y Bethania Peralta Cómo habitar (la villa y) la escuela. Relatos de jóvenes ichocruceños

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Lucía Quintanilla Jóvenes empoderados y cuidado mutuo. Tecnologías en la escuela

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III. Territorios políticos Jennifer Cargnelutti y Florencia Molina Militancia: territorio de derechos en disputa. Entrevista a Juan Pablo Aguilar

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Agustina López Salvia y Carina Correa Jóvenes y ciudadanía. Parlamento Juvenil del Mercosur

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Florencia Molina, Tania Frankowski, Jennifer Cargnelutti y Valentina Vilches Soy lo que sostiene mi bandera

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IV. Territorios políticos Daniela Blasco, Belén Lencina y María Ruiz Subjetivación disciplinaria. Chicas en contexto de encierro

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Ivana Fantino El Complejo Esperanza: el desafío de tornar el espacio en territorio. Entrevista a Javier Pohl

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Gloria Borioli, Ivana Fantino, Romina Ardiles y Mónica Monserrat ¿Otra ciudad prohibida? Jóvenes en urbanizaciones privadas

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Prólogo Jóvenes, territorios y otras yerbas Enrique Bambozzi *

Investigar en torno a las formas en que los y las jóvenes habitan los distintos territorios posibilita instituir, desde una mirada relacional, los modos y lugares en que los adultos, las instituciones, la política y los políticos son reconocidos o no, como significativos. Este libro provoca ese efecto de sentido en el lector: las voces de los jóvenes se convierten en un pretexto para discutir otras cuestiones, otras dimensiones de análisis que nos interrogan como ciudadanos, como universitarios, como estudiantes. En definitiva, nos volvemos a hacer la pregunta ¿qué sociedad estamos construyendo? * Doctor en Ciencias de la Educación/Pos Doctorado en Ciencias Sociales. Profesor Regular/Investigador de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Córdoba (Unidad Asociada a CONICET). Profesor de la Facultad de Educación y Salud de la Universidad Provincial de Córdoba.

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El libro problematiza desde las voces de distintos jóvenes y adultos en distintos tiempos y espacios (materiales y simbólicos) las formas de filiación o alienación que experimentan sujetos reales en contextos reales. Sujetos con quienes nos encontramos en las calles, en las escuelas, en las Villas (Pobres y Meritocráticas) es decir, sujetos históricos que, nuevamente desde una perspectiva relacional, no sólo hablan de ellos mismos sino que nos interrogan: ¿quiénes somos nosotros? En una sección del libro, cuando se le pregunta a un chico acerca de por qué le gusta andar en la calle y responde “(en la calle) podemos andar hinchando los huevos, todo, con mis amigos, jugamos al fútbol. No sé, jugamos a las cartas…” y acto seguido un miembro del equipo de investigación le pregunta “¿Es un lugar de diversión la calle para vos?”. El chico le responde “Sí” (un Sí rotundo agregaría yo). Cabe la pregunta, también relacional, desde qué lugar los adultos, los responsables de las políticas públicas en educación, los docentes, la sociedad toda, podemos exigir a ese chico (que representa a un gran sector de nuestros jóvenes de hoy) que no abandone la escuela, que se esfuerce, que con la educación asegura su futuro si cuando él, que en la calle GOZA (porque en ningún momento el chico dijo que en la calle robaba, se drogaba, maltrataba a otros, sólo hinchaba los huevos, jugaba a las cartas y la pasaba bien), ingresa a una institución educativa que no lo reconoce, que ejerce una violencia simbólica sobre su forma de vestirse y comportarse, que le ofrece 15 o 16 espacios curriculares atomizados y sin sentido, alejados de su historia de vida. Porque en algún punto la escuela sigue reproduciendo un código (de clase) no pensado para lo popular. En ese sentido, se comienzan a responder, siempre de forma provisoria, algunas de las tantas preguntas que instituye este libro, como por ejemplo ¿qué es hoy la escuela para nuestros jóvenes?, ¿cómo la usan?, ¿para qué les sirve?, ¿cuáles son las reflexiones que se tejen en torno de ella? Queda claro que los jóvenes que provienen de localidades donde las grandes urbanizaciones al momento no han gravitado de manera sustantiva sus tradicionales formas de vida (trato, afecto, filiación) Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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siguen reconociendo al territorio como un lugar hóspito, y, por lo tanto, identificatorio. Cuando se afirma en el texto que los jóvenes reconocen que, en ocasiones difíciles, la escuela les ha ofrecido afecto, apoyo y ayuda y que por lo tanto (la escuela) se inviste de significaciones porque se asocia en el presente a la dimensión afectiva, social y lúdica y en el futuro, a la posibilidad de trabajar o de continuar estudiando. Esta afirmación nos otorga pistas exploratorias de políticas de reconocimiento y no de folclorización de los otros. Para cerrar este inicio de sentido, entiendo que un tema sustantivo que visibiliza este libro es el lugar de la militancia como espacio de toma de la palabra y como forma de hacer más habitable lo público. Al sostener los autores que “los jóvenes consideran la militancia como territorio en tanto es el espacio en el cual se organizan, coordinan y realizan acciones colectivas con el objetivo principal de modificar alguna situación de la realidad social” entiendo que se supera la concepción de militancia asociada a lo partidario, para transitar a una concepción de militancia-compromiso ocupada en la conquista de derechos humanos básicos; militancia vigilante, alerta, crítica y propositiva en territorios donde los derechos son vulnerados. Escribo este prólogo en un contexto donde los jóvenes son protagonistas de toma de escuelas, de protestas, de exigencias por una mayor participación. También estas voces expresan sus miedos acerca de un futuro más justo, si podrán estudiar, si habrá trabajo. Nuestro compromiso como adultos y miembros de la Universidad Pública debe estar en acompañar este tránsito construyendo territorios de justicia social. Agradezco a mi colega y amiga Gloria Boriolli –extensivo a todo el Equipo de Investigación, por acercarme a esta lectura que construye sentido en torno a la problemática de los jóvenes y también del compromiso de los adultos en la construcción de sociedades más justas.

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I. Reconocer los territorios


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Escribir el territorio

Gloria Borioli

Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo. Konstantin Kavafis, en La ciudad. La emoción es una experiencia humana inescindible de los procesos de cognición, y más allá del estatuto peculiar que la fenomenología confiere a la vida emotiva como base del conocimiento, la agencia por los derechos a lo largo de estos siglos ha puesto en evidencia que no hay acción humana verdaderamente conmovedora que no se articule con alguna forma de pasión. Dora Barrancos, en “A modo de prólogo”, Postales femeninas desde el fin del mundo. El Sur y las políticas de la memoria.

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Fronteras porosas y errancia de sujetos o porqué el territorio En tiempos de refugiados que abandonan su patria para buscar asilo y recursos en otros países y de diásporas de esperanza, terror y desesperación (Appadurai, 2001), resulta central la reflexión sobre la incidencia del componente geográfico en las vidas y las prácticas. En efecto, la internacionalización de la cultura y las nuevas migraciones, la preocupación por la sustentabilidad y los empleos a distancia, los flujos de información y de capitales ponen al espacio en un sitio privilegiado de la investigación. Lenguas y cuerpos nómades, sujetos desplazados por la falta de trabajo y por la violencia y luchas por jurisdicciones de las narcorredes vienen concitando la mirada de sociólogos, antropólogos, politólogos y cientistas de diversos campos del saber que hipotetizan un giro territorial.

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Ahora bien, ¿por qué hoy en Córdoba decidimos pensar el territorio?, ¿qué ocurrencias del escenario próximo y extendido nos han llevado a este recorte? Son heterogéneos los hechos conducentes a este giro del equipo Jóvenes y discursos–cuyos integrantes proceden de la Psicología, de las Ciencias de la Educación, de la Comunicación y de las Letras sobre el tópico territorial. Entre ellos cabe mencionar una díada que da cuenta de la segmentación de la cuestión sociogeográfica en Córdoba; ese binomio conformado por la guetificación en ciudades-barrio y housings cerrados, por una parte, y la relocalización de barrios populares y asentamientos provisorios, por otra, manifiesta la dualización creciente con un fuerte impacto en los vínculos de los sujetos con los espacios que usan y transitan. En diferentes escenarios, la erección de muros materiales y jurídicos entre países se expande en Europa y América, enfatizada en las políticas de Donald Trump. La zona Schengen, el federalismo europeo, la apertura y el cierre de fronteras, la amenaza de la militancia islámica, el argumento de la seguridad interna frente a refugiados y exiliados provoca desde hace años cada vez más debates y reflexiones. De Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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acuerdo con un periódico digital del 15 de mayo de 2017... ... el número de migrantes que se dirige hacia Europa tiende de nuevo a crecer. De los 30.465 migrantes que llegaron a Europa en el primer trimestre de 2017, 24.292 (el 80%) llegó a Italia; 4.407 llegaron a Grecia; 1.510 llegaron a España; y 256 llegaron a Bulgaria, según la Oficina Internacional para las Migraciones (OIM). A modo de comparación, el número de llegadas a Europa durante los primeros tres meses de 2017 superó al de los que llegaron en ese mismo periodo en 2015, el año en que la migración a Europa alcanzó niveles insólitos. Se prevé que la tendencia se mantendrá a lo largo de 2017. El buen tiempo ya está haciendo que más migrantes crucen el mar Mediterráneo desde Libia a Europa. En una sola semana de abril, por ejemplo, un total de 9.661 migrantes alcanzaron las costas de Italia. (http://goo.gl/jceUcS) Desplazamientos y migraciones; desterritorializaciones y reterritorializaciones enunciadas en los medios y analizadas en la academia. Así, el filósofo francés Jean-Luc Nancy, a partir de un episodio biográfico (en condiciones extremas y luchando por sobrevivir recibe un corazón donado), pone en cuestión actitudes extendidas respecto de los llegados de otras tierras para interpelarnos acerca del Otro, del intruso necesario, del extranjero, que si bien llega en busca de amparo, también entraña la posible salvación: Si ya tiene derecho de entrada y de residencia, si es esperado y recibido sin que nada de él quede al margen de la espera y la recepción, ya no es el intruso, pero tampoco es ya el extranjero (...) Una vez que está ahí, si sigue siendo extranjero, y mientras siga siéndolo, en lugar de simplemente «naturalizarse», su llegada no cesa: él sigue llegando y ella no deja de ser en algún aspecto una intrusión: es decir, carece de derecho y de familiaridad, de acostumbramiento. En vez de ser una molestia, es una perturbación en la intimidad. (2007, pp.11-12)

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El peligro, el fastidio, el otro que me sobra y que quiero externar son figuras que insisten en el tejido actual. Desde luego, también dentro de los países y dentro de las ciudades hay barreras infranqueables que actualizan y reeditan la discusión sobre el derecho al territorio. En Córdoba, por ejemplo, en la zona suroeste, entre las vías de un ferrocarril nacional y cortando una vía pública, se levantó hacia 2014un “muro de la vergüenza” que separa barrios populares –Villa Aspacia, La chanchera, Estación Flores- de Manantiales, una megaurbanización de la empresa Edisur que constituye un desarrollo inmobiliario con calles internas y seguridad privada. (http://goo.gl/zFjrJE). Cabe aclarar que desde hace décadas el sector sur de la ciudad está especialmente signado por las tomas de tierra y por problemas de hábitat; en Villa El Libertador, por ejemplo, se viene disputando la salud vinculada con efluentes de aguas servidas, colapso en la estructura de las viviendas y contaminación del canal colindante con el barrio, y en Parque San Antonio el índice de patologías congénitas en bebés es del 28% mientras en el resto de la ciudad es de 1,7% a causa –según médicos de la Red Universitaria de Ambiente y Salud- de la planta de bioetanol instalada por Porta Hnos. en 2012. En ambos casos muchos vecinos sostienen la lucha por el derecho al territorio y otros han debido dejar su vivienda.

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Asimismo, por razones de violencia, numerosas familias se ven en la obligación de abandonar el barrio o el pueblo para salvaguardar a sus miembros. Tal situación, que cuenta con antecedentes difundidos en Colombia a partir de los años 80 y 90, sobre todo en comunidades de pueblos originarios a causa del conflicto armado, el narcotráfico y las bandas criminales, encuentra hoy una nueva manifestación en habitantes de la ciudad y la provincia de Córdoba que resuelven mudarse por razones de calidad de vida ligadas a la ecología, la salud y la seguridad. Al respecto, relata el periodista Juan Federico: En (barrio) Yapeyú, la batalla perdida contra los narcos tuvo nombre propio: Mónica Torres. La mujer denunció a los que Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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vendían drogas al menudeo cerca de su casa, cansada de que los compradores intentaran robarle a ella, y tuvo que soportar todas las represalias. Atentaron contra su casa, balearon la fachada, le arrojaron pintura, golpearon a sus hijos (...) Perdió su trabajo, la tranquilidad, la salud, y finalmente terminó por dejar la casa que pagó durante 30 años. Agobiada, la vendió por una cifra menor y se mudó a otra localidad, donde alquila (2014, pp. 125-126). No solo las narcorredes y la violencia impactan el uso (y el abandono) del territorio. También el atropello sanitario ha desatado defensas territoriales. Luchas como la de los vecinos de Malvinas Argentinas -localidad del departamento Colón, a 14 km del centro de la ciudad de Córdoba- contra la multinacional Monsanto, célebre por sus semillas transgénicas y por una planta en cuya iniciación de actividades no hubo audiencia pública ni estudio de impacto ambiental, han desplegado acciones de militantes sociales y ecologistas sostenidas en la provincia durante años. Asimismo, en José de la Quintana –en el valle de Paravachasca– los habitantes resistieron la posible instalación de una cantera para extracción de basalto destinado a obra pública, aunque el empresario involucrado argumentó que generaría puestos de trabajo. Otras zonas en disputa por razones ambientales son la de Santa María de Punilla, que reclama a causa de los basurales y las moscas, y la de Los Molinos sobre la Ruta 36 por la proximidad de una planta de residuos peligrosos que en ocasiones contamina un ducto de agua potable. Sea por compromiso socioambiental o por pobreza creciente, por violencia o por desamparo, en la ciudad de Córdoba la preocupación por el territorio insiste y crece. Según un artículo periodístico del 12 de julio de 2016, la cantidad de gente sin vivienda y sin trabajo sigue incrementándose: …la población en situación de calle en la ciudad aumentó entre un 20 y un 40 por ciento en lo que va de 2016 respecto del año 2015 (...) no se trata de población que haya venido de otros barrios, son nuevas en la calle, uno se da cuenta por las costumbres, el Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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vocabulario, la vestimenta, son personas que se quedaron sin laburo, les aumentó todo y no pudieron pagar más un alquiler o las desalojaron, y muchas son familias... (http://www.telam.com. ar/notas/201607/154907-situación-de-calle-ciudad.html) El flagelo del desempleo empuja a sectores etarios productivos a trabajar en la calle, informalmente, en la venta de productos con la modalidad “mantero”, en changas, en tareas no calificadas y carentes de protección legal. Esa franja poblacional transita entre la vulnerabilidad y la desafiliación, opera en los bordes de un sistema que excreta, que aparta, que relega, y hay quienes la leen como un daño colateral del presunto avance civilizatorio: se trata de la “población redundante”, de los residuos humanos del capitalismo (Bauman, 2005), de las zonas de relegación y destitución social resultantes de la desinversión social y el Estado penal y posfordista (Wacquant, 2001) donde transcurren unas...

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… “vidas indignas de ser vividas”, las víctimas de los diseños de construcción del orden, no son “blancos legítimos”, exentos de la protección de la ley por mandato del soberano. Se trata más bien de “víctimas colaterales” del progreso económico, imprevistas y no deseadas. En el curso del progreso económico (la principal línea de montaje/desmontaje de la modernización), las formas existentes de “ganarse la vida” se van desmantelando sucesivamente, se van separando en sus componentes destinados a ser montados otra vez (“reciclados”) de nuevas formas. En el proceso, algunas piezas resultan dañadas sin arreglo, en tanto que, de aquellas que sobreviven a la fase de desmantelamiento, solo se precisa una modesta cantidad para componer los nuevos artilugios trabajadores, por regla general más rápidos y ligeros. (Bauman, 2005, pp. 57-58) Corriendo la mirada a la región latinoamericana, otras ocurrencias invitan a abordar el territorio como problema y la metropolización como rasgo creciente. Sin embargo, por impacto de la educación y el trabajo a distancia, cabe preguntarse en qué medida esa centralidad económicopolítica se corresponde con una centralidad geográfica. En otras palabras, Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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sería importante analizar (y ello excede el presente trabajo) hasta qué punto la disposición espacial de una megalópolis o de una metrópolis coincide con su condición de nodo de poder. Tal situación adquiere hoy matices particulares por el desarrollo periurbano de configuraciones como barrios cerrados, countries y –más recientemente– micropueblos. Ese exponencial crecimiento de las urbes y su tropismo hacia los mercados mundiales ha sido objeto de reflexión de especialistas internacionales y locales. Ya en 2012, el Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba, Ian Dutari, sostenía: ... las ciudades son, junto con el lenguaje y el arte, las más potentes expresiones de la cultura humana (...) Más de la mitad de los habitantes ya viven en ciudades y para el año 2020 se espera alcanzar un 60 por ciento de residentes urbanos. Vivimos entonces en una sociedad cada vez más urbana (...) Latinoamérica (...) tiene el 78 por ciento de su población urbana y posee ocho ciudades con más de cinco millones de habitantes. La urbanización del planeta ha sido también analizada, entre muchos otros, por el escritor y diplomático Jean-Christophe Rufin (2014), quien, al detener la mirada en el impacto de las dinámicas de las grandes ciudades en las vidas de los sujetos, hipotetiza la hipervaloración del individuo como causa de incivilidad y violencia, la desconsideración y el abuso en la búsqueda de una satisfacción cuyo precio no importa, el goce sin pasar por el deseo del otro. La solidaridad relegada a las instituciones, el debilitamiento de la responsabilidad común y la implicación de las personas en la gestión de lo público serían, en este sentido, modos de conjurar el avance de la segregación de los sectores desfavorecidos y el anonimato generado por el aislamiento. Tal proceso de urbanización puede pensarse –en el caso de Córdoba– en correlato con el abandono del campo por parte de grandes masas en busca de trabajo y el ingreso de grupos procedentes de Perú y Bolivia, muchos de los cuales habitan ciertas zonas de la ciudad –Villa El Libertador, Alto Alberdi– devaluadas, racializadas, teñidas por el “efecto de lugar” Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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(Bourdieu, 1999). La descolectivización, efecto del neoliberalismo iniciado en los años 90 y solidario de los medios que abonan ciertas representaciones acerca de la violencia y la inseguridad, incrementa fuertemente la percepción del otro como amenaza e instituye sujetos desconfiados que restringen su circulación en la ciudad y optan por espacios cerrados. Así, la segmentación, la despacificación y las fronteras invisibles impactan los lazos sociales y formatean circuitos y usos del espacio (Svampa, 2008; Wacquant, 2001). La vulnerabilidad, la violencia, el riesgo y el estrés son significantes frecuentes cuando se habla de las condiciones de vida contemporáneas y de las estrategias defensivas y reactivas de los sujetos frente a tales amenazas cotidianas. Es por ello que la resiliencia, concebida como facultad de soportar y procesar la adversidad, es un concepto que ya no se aplica solo a los sujetos sino también a organizaciones, estructuras, artefactos tales como los grandes conglomerados urbanos erosionados y agrietados por el peligro, la pobreza, la inequidad, la discriminación. Hoy la expresión “ciudades resilientes”, que sugiere el deterioro y la decadencia de la calidad de vida en las urbes y de las consecuentes estrategias de afrontamiento de las comunidades, pone nuevamente en foco algunos discursos sobre los procesos de expansión, reconfiguración y densificación del espacio público y privado.

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Por otra parte, recubiertos por el discurso de la renovación urbana y del déficit habitacional, emprendimientos inmobiliarios avanzan en la creciente gentrificación (Díaz Parra, 2013), entendida como “ennoblecimiento del barrio”, como ocupación de zonas del conurbano por sectores de altos ingresos que desplazan a los pobladores precedentes de estratos populares; tal ocupación genera movimientos poblacionales, impacta en los gravámenes y en los precios de bienes y servicios y transforma la estructura socioespacial de la urbe. Además, ciertas políticas de presunta reafiliación de sectores subalternos –las destinadas a las ciudades-barrio y a las viviendas sociales– y la difusión de barrios privados producen cambios en la estratificación urbana e instalan el acceso y la gestión del suelo en la mira de la reflexión (Soja, Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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2014). Entonces, reconociendo esos hechos y en la búsqueda de advertir lógicas según las voces de los actores, el tópico del espacio ha apuntado en nuestra investigación por lo menos en dos sentidos: en torno de los vínculos entre el espacio en que se vive y el sujeto que se construye y en torno del sistema que distribuye sujetos en el espacio y espacios a los sujetos. En efecto: pensar sujetos es pensar el espacio que habitan (Lefèbvre, 1974; Santos, 2000 y otros). Centrándonos en los jóvenes; si en las ciudades los fenómenos de segregación se multiplican, ¿cuáles son los nuevos modos de agrupaciones?, ¿con qué se teje el lazo? En Córdoba las disputas de los jóvenes en tiempos de la Reforma Universitaria de 1918 politizaron el territorio al hacer de la Academia un espacio de litigio. Ahora bien, ¿en qué medida y con qué modalidades retoman o refutan los jóvenes cordobeses hoy aquella tradición libertaria?, ¿cómo gestionan el territorio urbano? En este interrogante, una clave preliminar en nuestra tarea investigativa residió en Foucault: …la gran obsesión que atravesó el siglo XIX [...] fue la historia: temas del desarrollo y de la detención, temas de la crisis y del ciclo, temas de la acumulación del pasado, gran sobrecarga de muertos [...] La época actual sería más bien la época del espacio. Nos hallamos en una época de lo simultáneo, nos hallamos en la época de la yuxtaposición, en la época de lo cercano y lo lejano, del lado a lado, de lo disperso. (Foucault, 2010, p. 63) (subrayado nuestro) Hoy los jóvenes viven en una ciudad que alberga y que expulsa, una ciudad de la que ellos se apropian, pero también una ciudad segmentada que no todos pueden transitar: la ciudad es de algunos más que de otros. Por ello, algunas cuestiones que nos han interpelado y cuyas respuestas provisionales procuramos compartir en este libro son: • Los jóvenes cordobeses, ¿cómo conciben el territorio? • ¿Cuáles son sus modos de acceso / habitación / uso del espacio? Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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¿Cómo piensan la frontera entre lo público y lo privado? ¿De qué sentidos recubren el “estar en” (la escuela, la casa, la calle)? ¿En qué medida experimentan la actual y creciente fragmentación urbana? ¿Qué espacios prefieren y qué espacios instituyen? ¿Hasta dónde es factible conjeturar una identidad juvenil territorial? ¿En qué medida ese vínculo podría ser un semblante de la politización?

Haciendo una veloz retrospección en los estudios de juventud y con recurso a la psicología y al psicoanálisis, advertimos que las llamadas tribus urbanas de los 90 despuntaron ciertos modos de socialidad juvenil que se dejan leer como formas contemporáneas de lazo social sostenidas en identificaciones horizontales y transitorias, a menudo aglutinadas entorno del consumo, a partir de modalidades de goce más que por ideales. Son tiempos de satisfacción inmediata, de una satisfacción lograda incluso antes de que el sujeto empiece a gestionar la consecución de lo que desea; tiempos de cancelación de la espera, de la inmediatez; tiempos regidos por el consumo aquí y ahora. Como no hay pase por el Otro, como no hay marco regulatorio, tampoco hay lazo, sino grupuscularidad, efecto otaku, encierro de iguales. Y pareciera que en muchos sectores (y fuertemente, en los jóvenes) esa inconsistencia del Otro refuerza el narcisismo –concebido como ausencia de límites y no como amor a sí mismo- y la consagración del mercado en un paisaje de sujetos unidos por objetos, de consumo incesante, de falta taponada. A estos rasgos de la tardomodernidad en la sociedad en general se añaden, en el caso de la franja etaria que nos ocupa y haciendo foco en el territorio, unas prácticas laborales novedosas de reclusión en conexión: cada vez más, estos jóvenes remotos competentes en tecnologías, se emplean a distancia, intervienen en foros laborales internacionales y asesoran por Skype desde su domicilio o mientras viajan, poniendo así en jaque las nociones de lugar, espacio y territorio asociadas a la esfera Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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geográfica, a las coordenadas sedentarias de la cartografía, al anclaje en un sitio. Es por todo ello que la “condición generalizada del desarraigo” (Said, 1979, p.18) invita al análisis del territorio en tanto valor en disputa y marca identitaria de los sujetos, que en la población seleccionada asume aristas particulares.

Desandar el itinerario teórico. Espacio y territorio Importa poco no saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje. Walter Benjamin, en Infancia en Berlín hacia 1900

Una de las tareas iniciales del equipo consistió en delinear un recorrido acerca de producciones teóricas a fin de establecer acuerdos, deslindes conceptuales y precisiones lexicales de categorías: territorio, espacio, sitio, lugar, hábitat, emplazamiento y localización. Por cierto, la selección llevada a cabo en este trayecto dejará zonas débiles y adolecerá de olvidos, sombras y soslayos, ya que se trata de un excursus que no solo se dibuja en función de los intereses y de los focos del proyecto compartido, sino que además se acota a dos categorías que nos resultaron convocantes, problematizadoras y operativas: espacio y territorio. En este hilo trazado, el primer antecedente -en un territorio micro: el del sujeto, su cuerpo y su vivienda- reside en Edward Hall, quien en La dimensión oculta se ocupa de los implícitos discursivos en los mensajes en distintas comunidades, de la incidencia de la cultura y del contexto en la comunicación y de la proxémica, en tanto disciplina que aborda las distancias entre los hablantes; es decir, Hall se focaliza en la antropología del espacio cotidiano. Considerar al sujeto, afirma, es considerar la cultura en su dimensión territorial, en su trato diario con Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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el otro: Las fronteras de los territorios mantienen una constancia razonable, así como las ubicaciones para actividades específicas dentro del territorio; por ejemplo, dormir, comer y alojarse. En todos los sentidos de la palabra, el territorio es una extensión del organismo que se caracteriza por signos visuales, vocales y olfativos. El hombre ha creado extensiones materiales de la territorialidad tanto como señales territoriales visibles e invisibles. (2003, p. 127) (destacado nuestro)

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El espacio fijo-ciudades y edificios, casas y habitaciones-está marcado por los quehaceres; tanto es así que cuando una actividad se lleva a cabo en otra zona de la vivienda, hablamos de “desorden”; y si bien hoy esta lógica aparece naturalizada, la separación y especialización de los cuartos data en Europa del siglo18. Se trata, desde luego, de una producción cultural que impregna las esferas pública y privada; así, por ejemplo, en las ciudades occidentales se designan las calles, mientras en Japón se nombran contres números: el primero indica el distrito, el segundo la manzana y el tercero el edificio; las paredes de una construcción tradicional en Occidente son fijas y de mampostería y en Japón son móviles y de cuadrados de papel pegados sobre un enrejado de madera para permitir el paso de la luz.El espacio organiza tareas individuales y grupales: de ahí el disconfort de tantos árabes en los Estados Unidos, donde suelen sentirse oprimidos por el cielorraso y dotados de una privacidad innecesaria. Al abordar la experiencia espacial en ámbitos reducidos, Hall analiza la distancia que se mantiene en los encuentros y los comportamientos no verbales vinculados con el espacio personal, la proximidad y el contacto, la conducta territorial, el espacio que la gente precisa para vivir. Otra clave teórica considerada procede de Henri Lefèbvre, con tres aportes centrales, el primero de los cuales remite a la dimensión política del espacio:

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Es el espacio y por el espacio donde se produce la reproducción de las relaciones de producción capitalista. El espacio deviene cada vez más un espacio instrumental (...) por un lado hay la capacidad de conocer, de tratar, de transformar el espacio a una escala inmensa, e incluso a escala planetaria; y por otro lado, el espacio se halla fragmentado, pulverizado por la propiedad privada, ya que cada fragmento del espacio tiene su propietario. Está pulverizado para ser comprado y vendido. Hace mucho tiempo que los arquitectos y 1os urbanistas han experimentado la amplitud de este problema. (1974, pp. 223-224) En segundo lugar, recortamos el concepto de espacios de representación: son el producto de la práctica espacial y de las representaciones del espacio. Los espacios de representación están dominados por la imaginación, que intenta cambiarlos y apropiarse de ellos, y pueden generar contraespacios de resistencia hacia el poder dominante desde una perspectiva marginal (1974).En tercer lugar, y ya en clave urbana, retomamos su concepción del espacio de la ciudad como producto de las formas de las prácticas sociales: “Es el resultado de una historia que debe concebirse como el trabajo de agentes o de actores sociales, de sujetos colectivos” (2003, p. 137).En suma y a modo de conclusión apresurada y parcial, podemos afirmar que para Lefèbvre, el espacio es socialmente construido a la vez que participa en la construcción de lo social, que es previo al territorio y que se caracteriza por su valor de uso. En nuestro recorrido biblio y sitográfico hemos encontrado nudos de sentido que hacen dialogar la Geografía con las Ciencias sociales; y en esas confluencias y encrucijadas hemos descartado y deslindado, avanzado y redireccionado. La tarea no nos ha sido sencilla porque en esta época de inmigrantes, refugiados, exiliados y expatriados; y de ciudades que en operaciones simultáneas convocan y excretan, es vastísima la producción teórica reciente acerca de las relaciones entre las categorías de espacio y territorio. Efectivamente, en las últimas décadastales significantes se han puesto bajo análisis. El concepto de Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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espacio, por ejemplo, desde la perspectiva neopositivista se pensaba como superficie sobre la cual se desarrollaban acciones, como escenario que contenía, como planicie dada y fija. En la geografía humanista, en cambio, se concibe impregnado de experiencias, sentidos e ideas, se liga al sujeto y al grupo. Para Michel de Certeau Un lugar es una configuración instantánea de posiciones. Implica una indicación de estabilidad. Hay espacio en cuanto que se toman en consideración los vectores de dirección, las cantidades de velocidad y la variable de tiempo. El espacio es un cruzamiento de movilidades. Está de alguna manera animado por el conjunto de movimientos que ahí se despliegan. Espacio es el efecto producido por las operaciones que lo orientan, lo circunstancian, lo temporalizan y lo llevan a funcionar como una unidad polivalente de programas conflictuales o de proximidades contractuales (...) En suma, el espacio es un lugar practicado. (1996, p. 129)

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Los repertorios de relaciones y las experiencias espaciales que aborda Michel de Certeau se observan en otra clave con el enfoque crítico, que estudia la relación sociedad / naturaleza en lo que podríamos imaginar como un diseño de bucle: al modificar el mundo natural el hacer humano produce espacio y en esa transformación se modelan y moldean los sujetos y también las relaciones entre ellos, es decir, se produce subjetividad. En esta línea Doreen Massey (2004, 2005) plantea la geografía del poder y de la responsabilidad y afirma que los actores estamos situados de distintas maneras ante la díada espacio-temporal y ante el vértigo de la globalización, que propicia la movilidad de algunos y la inmovilidad de otros. Resulta importante ese componente ético y político en la gestión del espacio, en el control de las comunicaciones, las vinculaciones y las conexiones, en las dinámicas de la circulación resulta importante porque para pensar y comprender la globalización es fundamental espacializarla, a fin de advertir diferencias y desigualdades entre unas y otras trayectorias, ya que “la posibilidad de

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todo reconocimiento serio de la multiplicidad y la diferencia depende del reconocimiento de la espacialidad” (2005, p. 108). Tres son los rasgos con los cuales Massey caracteriza el espacio en tanto zona de forjamiento de relaciones y de yuxtaposición de relatos: a) el espacio es relacional y porque se genera mediante la interacción, carece de existencia per se: solo es en función de lo social y dese lo social; b) por tratarse de una categoría relacional, construida y social, admite multiplicidades, trayectorias en simultáneo; c) por último, puesto que es una formación potencial, es móvil, cambiante, siempre en construcción. Ahora bien, según decíamos en líneas precedentes, en cuanto a territorio, nos hemos sentido interpelados por las migraciones, los desplazamientos, la construcción de muros en las fronteras y la metropolización, que han preñado de nuevos sentidos esa idea; en efecto, si hasta hace algunos años tal significante aparecía ligado fundamentalmente a una “porción de superficie terrestre perteneciente a una nación, región, provincia” (DRAE), a una jurisdicción descripta en sus límites y relieves con una impronta neutra y ahistórica, hoy los aportes de los Estudios Culturales, el Urbanismo y la Antropología, los movimientos sociales, la visibilización de minorías y el “globalitarismo” (Santos, 2000) instan a revisar nociones. En este sentido, un hallazgo movilizador ha sido, dentro del giro decolonial (Dussel, Haesbaert, Boaventura de Souza Santos, Milton Santos y otros) el posicionamiento de Walter Mignolo, quien al abordar las geopolíticas del conocimiento, jaquea el nexo consolidado entre lugar y territorio, o sea, discute la soldadura entre ambos conceptos a la luz de los imperios contemporáneos: No es que el imperio se haya convertido en un deleuziano y postmoderno no-lugar. No, no. Solo ha cambiado de lugar. El lugar no es un territorio, un Estado-nación imperial, como Inglaterra en el pasado, o Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. El “lugar” no es un “territorio”, sino un espacio de poder o, mejor, redes desde donde se ejerce la colonialidad del poder. (2003)

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Ahora bien, en el devenir de la investigación, otra fue la ruta que nos trazaron las ocurrencias. En efecto, la escucha reiterada de los testimonios de los actores y los diálogos informales entre los miembros del equipo, los comentarios sobre las experiencias en terreno y las sensaciones difusas cosechadas en los trabajos de campo, no siempre explicitadas en al momento de sistematizar los datos, constituyeron un insumo que señaló y focalizó dos claves teóricas, dos aportes que al inicio consideramos entre muchos, pero que en el transcurso adquirieron centralidad. El primero de ellos procede de Gilles Deleuze y Félix Guattari (1996), para quienes …el territorio no está primero respecto de la marca cualitativa; es la marca lo que hace al territorio (...) El concepto de territorio implica por cierto el de espacio, pero no consiste en la delimitación objetiva de un lugar geográfico. El valor del territorio es existencial; circunscribe para cada uno el campo de lo familiar y de lo vinculante, marca las distancias con el otro y protege del caos”. (cit. por Zourabichvili, 2007, pp. 42-43)

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Ese concepto de territorio se apoya sobre el de espacio: se trata de una noción jurídica, social, cultural y también emocional que implica una apropiación del espacio con el plus del componente afectivo, de las luchas (de movimientos campesinos, de pueblos ancestrales, de nativos), de los conflictos (Porto Gonçalves, 2014). En el territorio hay propiedad y también hay pertenencia y resistencia porque al territorio se lo inviste de sentido, se lo domina, se lo controla; por eso el territorio es el lugar donde se producen condiciones de existencia. El segundo y último aporte seleccionado procede del geógrafo y planificador urbano Edward Soja, quien retomando conceptos de Foucault y Lefèvbre, reacciona contra las limitaciones de los paradigmas binarios (local/global, sujeto/objeto, varón/mujer, colonizador/ colonizado, adentro/afuera, etc.) que imposibilitan capturar la complejidad de la experiencia, para forjar la idea de “tercerespacio” Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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como una instancia de encuentro con lo marginal, con lo que sobra en el paradigma dominante, con lo surgido de los intersticios de la hegemonía. En este orden de cosas propone una tripartición: hay un primer espacio que se centra en lo real y material, un segundo espacio imaginario que percibe esa realidad mediante representaciones y en el que está permitido soñar asociaciones y un “tercerespacio” que es el de los excedentes, el espacio vivido. Así, por una parte, con la tripartición señala la complejidad e interdependencia de lo social, lo histórico y lo espacial y, por la otra, con el concepto de “tercerespacio” articula las condiciones objetivas del entorno de las acciones con los sentidos que los actores asignan a esos territorios. Para concluir, estamos en tiempos de revisar pertenencias y significantes y de asumir disputas e identidades mezcladas. Muchos pueblos ancestrales –entre otros, los qom, los moqoit, los mapuches– son maltratados por las políticas públicas y por la fuerza pública y son quitados con violencia de sus tierras, de esas tierras que eran suyas antes de que llegara primero el arrasamiento del conquistador español y después otros arrasamientos. Indígenas y colonos de la Amazonia ecuatoriana protestan por el daño ambiental producido por la petrolera Chevron. En Argentina, donde cerca del 80% de los terrenos agrícolas están dedicados al cultivo de soja transgénica y donde según el periodista Sergio Federovsky (2017) se aplica glifosato en más de 28 millones de hectáreas, la referente de colectivos ambientalistas, Sofía Gatica, continúa luchando contra las fumigaciones con glifosato, el herbicida de mayor uso mundial detectable en la sangre y en la orina de los trabajadores agrícolas y defendiendo el derecho a vivir en un ambiente sano. Las consecuencias en el territorio y en los habitantes de las prácticas extractivistas, de la megaminería, de las pasteras y del modelo del agronegocio que acorde con Darío Aranda (2015) agudizaron los conflictos ambientales iniciados durante el modelo menemista, son denunciadas y cronicadas por los medios, y resistidas por organizaciones y comunidades. Crecientemente, agrupamientos de jóvenes preocupados y movilizados por la defensa del bosque Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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nativo y la alimentación orgánica se hacen visibles, intervienen en los debates legislativos y luchan por conservar los ecosistemas. En suma, la preocupación por el tema crece: ahí está la raíz de nuestra investigación, una investigación de la que aquí damos cuenta, una investigación que sigue interpelándonos y que esperamos que al lector también lo interpele.

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Con los pies en la tierra. Estrategias populares de acceso al suelo urbano1

Marco Galán

Desde la perspectiva histórico-crítica, el contexto es una pieza clave en los procesos sociales, ya que interviene activamente en la construcción de los actores. Y, desde luego, nuestro país no es una excepción. En El capítulo es una versión del proyecto de tesis doctoral “Análisis de estrategias de acceso al suelo urbano con destino a vivienda familiar de sectores sociales en situación de pobreza y del desempeño de las políticas públicas sobre la cuestión, en el Gran Córdoba durante el Periodo 1983 /2010”, según cuya hipótesis central frente al avance del mercado inmobiliario y la mercantilización del suelo urbano y el acceso a la vivienda, es necesario resignificar y reafirmar la dimensión del acceso al suelo desde una perspectiva de derechos. Además, es una síntesis de la ponencia presentada en el VIº Coloquio Internacional “Estado, política pública y acción colectiva. Praxis emergentes y debates necesarios en la construcción de la democracia”, que tuvo lugar en la ciudad de Córdoba en octubre de 2015. * 1

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efecto, Argentina ha desarrollado en las últimas décadas un modelo capitalista dependiente; como lo afirma Cárdenas (2002, p. 125), “se fue produciendo una adaptación de nuestras estructuras sociales a las sucesivas dominaciones y un desarrollo desigual y desequilibrado dependiente de la sociedad industrial en su etapa más adelantada”. Al respecto la última gran adaptación al orden internacional imperial se produce a partir la dictadura militar de 1976, proceso continuado por los gobiernos democráticos desde 1983 hasta 2003 mediante las transformaciones del papel del Estado y la estructura socioeconómica, ambas enmarcadas en las prescripciones del Consenso de Washington. Según Cordera (2000), ese acuerdo implicó: “I) la disminuida autonomía de las políticas nacionales, por la complejidad e internacionalización de las relaciones entre políticas, mercados y agentes; ll) la mayor dependencia de las condiciones de gobernabilidad, de lo que ocurre en otros estados; lll) la inestabilidad interna producto de la aplicación del modelo propiciado por el Consenso de Washington; IV) la apertura de las economías nacionales vía liberalización, privatizaciones y desregulación, lo cual acentúa la vulnerabilidad interna; V) los mecanismos de cohesión política y social afectados, en los que se da simultáneamente un demanda ciudadana de autonomía y una apelación a la intervención del Estado como proveedor de bienes públicos, compensación y seguridad social”. (pp. 26-27)

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Con el gobierno nacional de Néstor Kirchner (2003), tales políticas comienzan a revertirse, lo cual es continuado por Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015). Es así como se inicia un proceso tendiente a suplantar, en algunas de sus características, el proyecto neoliberal implantado desde 1976. En tal sentido se puede destacar la política de derechos humanos, la recuperación del rol del Estado en los procesos de regulación de la economía, la reestatización de empresas casi quebradas por los grupos económicos (como es el caso del Correo Argentino, Aerolíneas Argentinas, YPF, etc.), la estatización de los fondos de las AFJP con la consiguiente universalización de la seguridad social, Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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la asignación universal por hijo, la política de integración regional – MERCOSUR y UNASUR y otras acciones que marcan el inicio de una estrategia con políticas autónomas desde la integración y con una distribución del ingreso en términos más inclusivos en el marco de un importante proceso de crecimiento económico.

Asentamientos, vivienda y derechos. Marcos jurídicos En el campo del hábitat, las demandas de las mayorías populares se han expresado históricamente en términos de acceso a la tierra y la vivienda. Estas luchas han marcado significativamente la identidad y la historia de los movimientos sociales, que han pugnado por el reconocimiento de estas necesidades en tanto derechos humanos fundamentales. A nivel internacional y nacional, estos procesos se vieron plasmados a partir de 1948 en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que en su artículo Nº 25 sostiene: “Todo hombre tiene derecho a un patrón de vida capaz de asegurar parasi y a su familia salud y bienestar, inclusive alimentación, vestimenta, vivienda, cuidados médicos y servicios sociales indispensables”. En esta perspectiva, además de otros derechos humanos -tales como el acceso a la salud y la alimentación - que permiten visualizar una concepción del hábitat integral, se incluye el derecho a la vivienda. En este contexto internacional, las Naciones Unidas convocaron a la primera Conferencia de Hábitat (Vancouver, 1976), sobre los Asentamientos Humanos (Hábitat). Posteriormente se realizó la II Conferencia de Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos (Hábitat II) en Estambul (1996) donde se aprobó un Plan de Acción Mundial -el Programa de Hábitat- y una Declaración que recoge las directrices para la creación de asentamientos humanos sostenibles durante el siglo XXI, teniendo en cuenta su relación con el medio ambiente, los derechos humanos, el desarrollo social, los derechos de la mujer, la población y otros temas. En dicha conferencia los representantes de 171 gobiernos Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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se comprometieron a garantizar el acceso de la vivienda a toda la población en el marco de un desarrollo humano sustentable. Para dicho cometido los gobiernos se propusieron formular planes con recursos financieros que permitan alcanzar en 2020 las metas comprometidas. Entre los foros y eventos internacionales que han aportado a instituir una perspectiva de derechos es necesario tener en cuenta la Declaración del Milenio aprobada por la ONU, que establece pautas y valores a regir las relaciones de los países y el desarrollo humano en el siglo XXl. Es importante también destacar los postulados compaprtidos en distintos escenarios como el Foro Social Mundial de los años 2001, 2002 y 2005. Entre los documentos que se promovieron se encuentra la Carta por el Derecho a la Ciudad, que en su Preámbulo afirma que: El Derecho a la Ciudad amplía el tradicional enfoque sobre la mejora de la calidad de vida de las personas centrado en la vivienda y el barrio hasta abarcar la calidad de vida a escala de ciudad y su entorno rural, como un mecanismo de protección de la población que vive en ciudades o regiones en acelerado proceso de urbanización. Esto implica enfatizar una nueva manera de promoción, respeto, defensa y realización de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales garantizados en los instrumentos regionales e internacionales de derechos humanos.

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Entre otros rasgos, el siglo XX se caracterizó por llevar un conjunto de derechos humanos que se expresan en los derechos económicos, sociales y culturales, al plano de los pactos internacionales y de las constituciones nacionales y provinciales, generando un constitucionalismo de carácter social. En Argentina este fenómeno alcanzó su mayor desarrollo con la sanción de la Constitución Nacional en 1949, luego derogada durante el golpe militar de 1955 por la llamada Revolución Libertadora. A pesar de su proyecto antipopular, esta revolución debió reconocer un conjunto de derechos sociales, que quedaron reflejados en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional de 1958, en el que se garantiza el acceso a la vivienda digna. En esta misma línea, con la reforma Constitucional Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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del año 1994 se incorporaron una serie de pactos internacionales que ampliaron la perspectiva integral de los derechos humanos que el Estado Argentino se compromete a sostener y promover. En el caso de la Constitución de la Provincia de Córdoba, a partir de la reforma de 1985 se estableció en la declaración de derechos vinculados con la familia, el reconocimiento el derecho al bien de familia. En cuanto al derecho al acceso a la vivienda, quedó garantizado en el artículo Nº 58 que fija la responsabilidad del Estado provincial como garante, mediante políticas que abarcan desde la regulación del uso del suelo con fines sociales y no especulativos hasta el financiamiento de políticas de vivienda para sectores sin recursos para acceder al mercado. Si bien es necesario identificar un avance en el reconocimiento del derecho al hábitat digno como parte de los derechos humanos, también resulta pertinente destacar que tal avance no se ha plasmado en legislaciones y políticas públicas que garanticen la satisfacción de las necesidades de vivienda, servicios, titulación, trabajo, servicios sociales, etc. a las mayorías populares. Por el contrario, las políticas públicas de desarrollo urbano y vivienda han generado en las últimas décadas nuevas formas de privatización de la ciudad y de segregación urbana que incrementan la exclusión social. Tal situación es corroborada en el Preámbulo de la Carta por el Derecho a la Ciudad, que sostiene: “Sin embargo (…) los modelos de desarrollo implementados en la mayoría de los países empobrecidos se caracterizan por establecer niveles de concentración de renta y de poder que generan pobreza y exclusión, contribuyen a la depredación del ambiente y aceleran los procesos migratorios y de urbanización, la segregación social y espacial y la privatización de los bienes comunes y del espacio público. Estos procesos favorecen la proliferación de grandes áreas urbanas en condiciones de pobreza, precariedad y vulnerabilidad (…) Las ciudades están lejos de ofrecer condiciones y oportunidades equitativas a sus habitantes”. Los avances en el derecho internacional, nacional y provincial son Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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un referente y un punto de partida para fundar y legitimar las demandas de las mayorías populares por la construcción de una sociedad en la cual sean efectivamente respetados y garantizados los derechos a un hábitat digno. En tal sentido el documento del Movimiento por la Reforma Urbana de Argentina de 2007 sostiene, entre otros aspectos, que “No existe en Argentina aún una política de vivienda que supere el incentivo al sector empresarial de la construcción, que sea descentralizada, que articule los recursos locales, que contemple la integralidad del hábitat y que favorezca los esfuerzos comunitarios de construcción de ciudad”.

Hábitat informal y segregación

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En primer término es necesario aclarar a qué se hace referencia con la expresión hábitat informal, concepto que excede la unidad física individual. Se abordará esta categoría desde la perspectiva de Buthet, quien entiende por hábitat urbano “la totalidad de las relaciones entre las circunstancias físicas, los recursos naturales y las características y actividades socio – culturales de la población, todo lo cual constituye el medio ambiente en el cual se reproduce la vida social urbana” (2004, p. 26). En este marco conceptual Clichevsky (2000, p.15) define el hábitat informal a partir de dos aspectos: a) Desde el punto de vista dominial: villas, favelas, callampas, barriadas, asentamientos, tomas, loteos clandestinos o “piratas”, loteos irregulares, venta de lotes rurales como partes indivisas, “casas tomadas”, “equipamientos tomados”, hoteles–pensiones, corticos, tugurios, casas de vecindad, conventillos, etc. Es decir que se trata de ocupaciones de tierra pública o privada realizadas por la población mediante operaciones del mercado informal del suelo y la vivienda, algunas de ellas de muy compleja forma de producción. b) Desde el punto de vista de la urbanización: ocupación de tierras sin condiciones urbano ambientales para ser usadas como residenciales Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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-inundables, contaminadas, cercanas a hornos de ladrillos y basurales clandestinos, sin infraestructura, con dificultosa accesibilidad al transporte público-. En palabras de Clichevsky (ibídem, pp.16-17): “existe dificultad en determinar la magnitud de la informalidad según tipos, pues los censos no los registran como unidad de análisis; por las características mismas de la informalidad (cómo cuantificar los loteos clandestinos, por ejemplo); porque desde la investigación urbana, sólo se han realizado estudios de caso”. El hábitat informal está vinculado con la segregación, y en tal sentido afirma Clichevsky (ibídem) que “esta relación entre sociedad y espacio urbano/territorio metropolitano, posee implicancias en las formas de analizar e intervenir sobre el mismo, o sobre algunas manifestaciones, como son la segregación urbana, el hábitat informal y las políticas destinadas a su regularización”.

Nuevas configuraciones urbanas y procesos migratorios de jóvenes Los procesos migratorios y de concentración poblacional en las ciudades se han visto agravados a partir de la industrialización del siglo pasado, la constante incorporación de tecnologías a la producción rural y el avance del monocultivo sojero. Según el trabajo de la Red Agroforestal, “en los últimos años amplias zonas del NEA y NOA se sumaron a la producción de oleaginosas, especialmente de soja y fueron incorporadas de este modo al esquema modernizante de agricultura pampeana. Para lo cual se arrasaron decenas de miles de hectáreas de monte, se eliminaron cultivos tradicionales, se cambió el destino de terrenos dedicados a la ganadería y se modificó la estructura de tenencia de la tierra (…) la modernización agrícola agravó el deterioro de los ecosistemas, empeoró las condiciones de vida y aceleró las migraciones de pequeños productores”. (Página 12, 22/2/10) Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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Dentro del mismo informe desarrollado sobre Argentina por la Cátedra UNESCO, en el apartado sobre el modelo agropecuario denominado Conflicto étnico territorial; imposición de un modelo cultural y agroindustrial se afirma que “el 82% de los productores del país son familias campesinas, comunidades indígenas y trabajadores rurales que ocupan sólo el 13% de la tierra, en cambio, sólo el 4% de las llamadas explotaciones agropecuarias se ha adueñado de casi el 65% de la tierra utilizada para la producción, más de 200.000 familias fueron expulsadas a causa de la fiebre neoliberal de los noventa que las desplazó a los barrios marginales de las grandes ciudades. En los últimos 25 años la concentración de tierra en pocas manos agravó las profundas desigualdades sociales en el campo (...) Córdoba es tomada como ejemplo de concentración de tierras, ya que en los departamentos del norte provincial las explotaciones agropecuarias de más de 3000 hectáreas representan el 11% de los productores, pero cuentan con el 70% de la superficie, en tanto, los pequeños productores, el 89%, detentan solamente el 30% de la superficie. La situación de los desalojos en su gran mayoría violentos, tienen relación con la situación precaria de la tenencia de la tierra, según un relevamiento del Movimiento Campesino de Córdoba, el 60% de los campos del norte provincial carecen de títulos, a pesar de poseer la tierra por más de veinte años y estar protegidos por leyes nacionales”.

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El agravamiento de la concentración demográfica a nivel nacional y provincial se expresa en el constante aumento de la población urbana, al pasar de un 62,25% en 1947 a un 89,31% de la población nacional en centros urbanos de más de 2.000 habitantes, en 2001. Las poblaciones jóvenes masivamente han migrado de las áreas rurales a los centros urbanos. Por otra parte, el país pasó de tener 55 centros urbanos con 50.000 habitantes en 1991, a 65 ciudades de ese mismo tamaño en 2001. En la actualidad, el 70% de la población está concentrada en el 28% de la superficie total del país: solamente en la Capital Federal y el Conurbano Bonaerense habitan más del 50% de la población total del Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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país, mientras en la Provincia de Córdoba, con un total de 3.308.876 hab. (INDEC 2010), el 39% de la población reside en la ciudad Capital. En 2005, la Subsecretaría de Tierras para el Hábitat Social dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros del Gobierno Nacional estimó que 13.599.393 personas tenían problemas para acceder al suelo en el país. De esta cifra, solamente el 37%, corresponde a hogares en villas y asentamientos irregulares. Muchos son los factores que dificultan el acceso a la tierra y a la vivienda digna para algunos sectores de la sociedad. Entre otros podemos destacar el incremento acelerado y desmedido de los precios de los inmuebles en los centros urbanos (en los últimos años el aumento de los valores inmobiliarios y de la tierra fue de un 30% en promedio anual a valor dólar), la especulación inmobiliaria y financiera sobre el uso del suelo, la falta de regularización (urbana y rural) del mercado de tierras y suelo, la falta de programas adecuados de regularización dominial (urbana y rural), el alto déficit habitacional y su repercusión en los sectores de más bajos recursos, el derecho a la propiedad como derecho absoluto sin consideración de su función social y la necesidad de un rol más activo por parte de los distintos estamentos del Estado. En el contexto enunciado precedentemente los costos de la tierra urbana han quedado librados a la lógica del mercado sin ningún tipo de regulación estatal, afectando la vida cotidiana de los sectores populares. El aumento en los costos de terrenos y construcción no va de la mano con la suba de los salarios, razón por la cual resultan excluidos amplios sectores de la sociedad, ya no pobres estructurales, sino trabajadores, profesionales y sectores de ingresos medios que quedan fuera de las operatorias bancarias e inmobiliarias. Esta acuciante crisis habitacional indica la necesidad de mayor regulación, planificación e intervención por parte del Estado y un mayor trabajo complementario con las organizaciones y movimientos sociales para no dejar librada al mercado y a los especuladores financieros e inmobiliarios, la posibilidad de acceso a un hábitat digno –en tanto derecho básico- de las mayorías

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populares.

El hábitat informal urbano en Córdoba

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Los estudios sobre el surgimiento de los asentamientos villeros y su desarrollo encuentran una primera sistematización a partir del estudio de Gustavo Zilocchi quien reconstruyó el proceso tomando como punto de partida el censo de 1970, en el cual se reconocen 47 villas con 16.004 habitantes (unas 3500 familias aproximadamente). Dicha cifra representaba el 1,99% de la población total de la ciudad, que entonces ascendía a 801.771 habitantes. En 1980 el censo del INDEC arrojó una población de 990.968 para la ciudad de Córdoba, de la cual un 3,5% (34.683 personas) se encontraba viviendo en asentamientos villeros, lo cual se traducía en 6.000 familias que conformaron 74 villas. Según datos del ex Ministerio de la Solidaridad (2003) en 2002 existían 134 villas con 18.900 familias aproximadamente. Si consideramos la línea base establecida por el INDEC de 1970, la cantidad de villas creció en un 185%, (período 1970-2002) y la cantidad de familias aumentó en el mismo período de 3.500 a 19.000, lo que representa un incremento de más del 450%, mientras que en igual periodo la población total de la ciudad incrementó el 60%. Por otra parte, la proporción de población en asentamientos pasó del 1,99% sobre el total de la población (1970), al 8,5% en 2002 . Estos datos demuestran el aumento de la pobreza urbana que se expresa en mayor hacinamiento del espacio físico en cada villa. A partir de la década del ‘80 se desarrollaron otras estrategias en el acceso a la tierra con el fenómeno de la relocalización de la pobreza urbana dentro de la misma ciudad: “Ya no son centralmente familias provenientes del interior provincial, otras provincias, o países limítrofes, se trata de habitantes de la propia ciudad, que por razones económicas generadas por el modelo neoliberal, con sus consecuencias de exclusión social, con el consecuente retiro del Estado y la falta de Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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políticas públicas de vivienda para estos sectores empobrecidos, comienzan a asentarse en espacios urbanos ya sea que se trate de lotes individuales baldíos, ocupación colectiva de terrenos con factibilidad de urbanización, de edificios, mientras que otros serán estafados en los llamados loteos fraudulentos”. (Galán, 2010) En estas tres últimas décadas se incrementó la ocupación de lotes baldíos, se apropiaron colectivamente terrenos y algunos edificios y se produjeron ventas ilegales de tierras en loteos fraudulentos. De dichos procesos se reconocen las siguientes estrategias de acceso al suelo urbano: •

Ocupaciones y tomas colectivas de tierras

En esta situación identificamos un conjunto de asentamientos generados a partir la década del ’80. Entre los más significativos, reconocemos los casos de las Cooperativas Renacimiento, 15 de Mayo, La Plaza (300 familias), Los Andes, El Renuevo, Los Paraísos (800 familias regularizado por el programa Arraigo y el Programa de Mejoramiento Barrial), el Barrio Quebracho (600 familias, expropiado por el Gobierno provincial y en proceso de regularización), Cooperativa La Unidad y La Misión (400 familias, terreno expropiado por el Gobierno provincial y en proceso de regularización), Asentamiento 16 de Noviembre (100 familias), Cooperativa ARPEBOCH (250 familias, adquirida posteriormente por la propia Cooperativa) y Cooperativa Vida Nueva de Barrio Coronel Olmedo (50 familias, en regularización por el exprograma Arraigo). Estas ocupaciones resultan de estrategias colectivas organizadas y llevan una impronta de planificación, al respetar patrones de urbanización existentes y procurar permanecer vinculadas a la traza urbana con calles como vías de acceso y comunicación con el entorno. Además, la marcación de lotes intenta garantizar una distribución de terrenos según pautas factibles de reconocimiento posterior por el Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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municipio. Casos como las ocupaciones en Barrio Ferreyra (1997 y 2000) y Barrio Cabildo (2005) no pudieron consolidarse producto del desalojo judicial. Luego se negoció con el Estado provincial y mediante la conformación de cooperativas autogestionadas, se obtuvieron tierras. Otra experiencia es la que desarrollaron los vecinos de ampliación Pueyrredón, con un proceso de ocupación de un terreno ubicado en una barranca que fueron rellenando progresivamente para luego construir más de 130 casas. Durante 2009 se produjeron tres tomas de tierras: una en Villa Libertador llevada adelante por la Agrupación Tupac Amarú (200 familias), otra en Barrio Cabildo promovida por la Agrupación Aníbal Verón- Comunidad Marta González (200 familias) y otra en Barrio Parque República (250 familias). También durante este período se realizaron otras ocupaciones que concluyeron en desalojos tales como las de Fragueiro y Alta Córdoba, barrios donde además se promovió la imputación de las familias. En el transcurso de 2010 y 2011 se realizaron en la ciudad de Córdoba y el Gran Córdoba varias ocupaciones, como en la localidad de Juárez Celman; las familias se organizaron en cooperativas de vivienda, resistieron e iniciaron negociaciones con la Comisión Nacional de Tierras y el municipio local.

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Ocupación individual de lotes

Otra forma de acceso al suelo urbano es la ocupación de lotes ya subdivididos de manera individual en barrios consolidados con loteos aprobados. En estos casos es más difícil su identificación ya que se entremezclan en la trama urbana y no existe un registro oficial, a pesar de la adhesión formal a la ley Nº 24374 de regularización dominial de la Legislatura Provincial mediante la ley Nº 9150, y la ley 9811, que prevé resolver al menos parcialmente estas situaciones. Sí se pueden identificar algunas zonas de la ciudad como la Seccional 11, donde -producto de un trabajo de relevamiento de la Cooperativa Unión Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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Latinoamericana en los Barrios San Roque, Villa Martínez y zonas aledañas- se han identificado 3.000 ocupaciones de lotes. Desde esta organización se asesoró a las familias para iniciar gestiones tendientes a consolidar las posesiones, obteniendo en 2009 -luego de varios años-, las primeras resoluciones de reconocimiento de la posesión legal de los terrenos ocupados. Esta situación se ha constatado también en otros barrios, tales como Villa Siburu y Villa Urquiza (con más de 500 lotes ocupados), Barrio Ferreyra y José Ignacio Díaz. •

Ocupación de edificios y casas

Entre los casos reconocidos públicamente se pueden citar el de Villa El Esqueleto, que es la ocupación de un edificio sin terminar ubicado sobre la costanera del Río Suquía, por parte de 20 familias. •

Venta ilegal de terrenos. Loteos fraudulentos

Una situación de naturaleza distinta es la de las estafas producidas a familias que compraron lotes en zonas rurales. Entre los casos más destacados de loteos fraudulentos se encuentran los asentamientos conocidos como Nuestro Hogar 1, 2 y 3. Bajo la figura de una cooperativa, formada por los propios dueños de los terrenos, se loteó una tierra destinada a uso rural y se pusieron en venta 80 hectáreas en las cuales nunca pudo construirse debido al patrón de uso del suelo establecido por las ordenanzas. •

Estrategias de producción de suelo urbano por organizaciones comunitarias

Una de las estrategias en el acceso al suelo urbano es la desarrollada por un importante número de organizaciones de base de gestión ante el Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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Estado provincial, que permitieron desde la década del ’80 a diversas organizaciones acceder a terrenos para planes de vivienda social. Entre las experiencias más importantes se destaca Mesa de Concertación de Políticas Sociales (1992-1995). Otra modalidad impulsada por organizaciones de base consistió en expropiaciones para regularizar terrenos ocupados como el caso de las villas Barranca Yaco, Bajo Pueyrredón, General Sabio, Villa libertador. Asimismo, se identifican experiencias de compra comunitaria de tierras mediante organizaciones de base, con ahorros de las familias o en forma mixta con subsidio público. Se dejarán aquí de lado por razones de pertinencia al eje jóvenes y territorios, leyes tales como: Ley provincial N° 5288, Ley N° 9150 de Saneamiento de Títulos, Ley Provincial N° 7688, Ley Provincial N° 9811, Ley N° 9453, Ley Nacional N° 23967 y Ley Nacional de Regulación Dominial N° 24374.

Recomendaciones en torno a la producción social del hábitat Muchas son las conclusiones y recomendaciones del presente trabajo, entre las cuales merecen especial mención las siguientes:

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generar una nueva institucionalidad que canalice la participación de las organizaciones sociales, el estado en sus tres niveles y las instituciones y organizaciones de pobladores en el diagnóstico, la definición de prioridades y los diseños de estrategias para abordar la cuestión del hábitat popular, promoviendo políticas universales en el marco de garantizar derechos de ciudadanía

diseñar una política integral de acceso al suelo urbano y de regularización dominial que incluya las diferentes leyes y programas sobre la cuestión

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crear a nivel nacional Bancos de Tierras, mediante la puesta en vigencia del decreto Nº 835/2004 y activar los mecanismos establecidos por ley Nº 23.967 y ley Nº 24.146 y provincial y municipal, con terrenos fiscales declarados prescindibles para ser afectados a la producción de lotes con servicios. Los Municipios y el Estado provincial, deberían: a) aceptar donaciones, como así también cobrar deudas receptando terrenos para afectarlos al Banco de Tierras, b) aplicar los mecanismos previstos en la ley nacional de Prescripción Administrativa

implementar una política tributaria que grave a la tierra ociosa, las viviendas que no se alquilan y especulan en el mercado y los sectores sociales de mayores ingresos cuando se benefician con obras de infraestructura

cambiar los patrones de uso del suelo para urbanizar nuevas zonas rurales/industriales y con este plus de valor constituir fondos para la inversión en programas de hábitat social

desde los estados provincial y municipal, asesorar a la población acerca de los terrenos que se ofrecen en el mercado a los fines de evitar operaciones ilegales de tierras

implementar políticas de las tarifas sociales de agua, luz, gas, impuesto inmobiliario social y tasas municipales para garantizar el acceso inmediato de las poblaciones a estos servicios.

destinar presupuesto al desarrollo una política habitacional para construcción/ mejoramiento/completamiento de vivienda destinado a familias con ingresos informales con sin terrenos.

Para terminar suscribimos a Yujnovsky (1984, p. 18) en su planteo cerca de que una política en esta dirección está relacionada con el “derecho a la vivienda como un objetivo social y político, pero también ético de justicia social, que persiguen las sociedades realmente democráticas”. Es ese goce de derechos y esa justicia Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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social el contexto en el que nuestros jóvenes podrán instituir su territorio.

Referencias bibliográficas Buthet, C. (2006). Inclusión Social y Hábitat Popular. La Participación en la Gestión del Hábitat. Buenos Aires: Espacio. Cárdenas, G. H (2002). La sociología neocolonialista en América Latina. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo Clichevsky, N. (2000). Informalidad y segregación urbana en América Latina. Una aproximación. Buenos Aires: CEPAL Cordera Campos, O. (2000). “Globalización y Política Social: equidad e inequidad en los cambios del mundo”, en Cordera, R. y Ziccardi, A. Las políticas sociales de México al fin del Milenio. Instituto de Investigaciones Sociales. Facultad de Economía. UNAM: Miguel A. Porrúa.

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Chiara, M. (2003). “Gestión pública participativa: espacio estratégico para orientar las políticas sociales hacia el desarrollo local”, en González Bombal I: Fortaleciendo la relación Estado–SociedadCivil para el Desarrollo Local. (Buenos Aires, CENOC, CEDES: Universidad Gral Sarmiento, 2003). Fernández, G. (2003). “El acceso a la vivienda de los jóvenes en la zona sur del área metropolitana de Buenos Aires: la cuestión habitacional en grupos específicos”. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, Argentina. Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Galán, M. A. (2004). Publicación Revista Gente de Barrio. Nº 2, 3 y 4. Córdoba. Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios


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Las

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Documentos citados Censo Poblacional INDEC. 1991 y 2001. Conferencia de Hábitat sobre los Asentamientos Humanos (Hábitat) en Vancouver (1976) Jóvenes y discursos. Los sujetos dicen sus territorios

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