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INMIGRACIÓN
POR NATALIE KITROEFF, CHRISTINE ZHANG, MIRIAM JORDAN Y EILEEN SULLIVAN
Suena bastante fácil, pero la aplicación ha presentado fallas y la probabilidad de conseguir una cita se ha comparado con la de ganar la lotería. Hay pocas plazas disponibles a diario, en relación con la demanda. Solo pueden utilizarla los migrantes que se encuentran en el norte de México, cerca de la frontera con Estados Unidos o en Ciudad de México. Muchas personas llevan meses intentando día tras día, en vano.
Cruzar De Manera Ilegal
La experiencia de cruzar de manera ilegal varía ampliamente. A veces, hay que atravesar un desierto o un gran cuerpo de agua, pero no siempre es tan difícil. En algunos lugares, como ciertos sectores de Ciudad Juárez, la ciudad mexicana situada frente a El Paso, Texas, se puede llegar a suelo estadounidense dando unos pasos a través de un tramo relativamente poco profundo, estrecho y tranquilo del río Bravo.
Si los migrantes hacían eso cuando estaba en vigor el Título 42, los funcionarios estadounidenses podían devolverlos a México en cuestión de minutos, lo que ya no es una opción.
Ahora, las personas que entren al país sin la documentación adecuada serán sometidas a un procedimiento formal de deportación, que es un proceso extenso que dura años, o a un proceso de expulsión acelerada que pretende procesar y deportar a las personas con mayor rapidez.
En su mayoría, las familias y los niños entrarán en la primera vía, más lenta, lo que significa que se les dará una fecha para comparecer ante un juez de inmigración, pero podrán esperar dentro del país, viviendo y trabajando legalmente hasta que se tome una decisión sobre su caso.
En el caso de los adultos solos, lo más probable es que pasen por un proceso de expulsión acelerada. Si el sistema funciona como se pretende, esos migrantes podrían estar camino de la deportación con una acusa- ción de delito grave en cuestión de días.
A partir de ahora, los migrantes tendrán que demostrar que solicitaron asilo y fueron rechazados por México u otro país por el que pasaron en su viaje, a fin de que se les considere para recibir protección en Estados Unidos. Es probable que este requisito, que los críticos califican como “prohibición de tránsito”, enfrente impugnaciones legales por parte de grupos de derechos humanos quienes sostienen que prácticamente equivale a una prohibición del asilo. Solicitar asilo en México, donde el sistema gubernamental está muy saturado, puede llevar meses, si no es que años. Muchos migrantes afirman que no se sienten seguros en los países que atraviesan.
Cuando finalmente un migrante comparece ante un juez, aunque haya sido puesto en libertad en Estados Unidos, aun tendrá que demostrar que le negaron el asi- lo en alguno de los países por los que pasaron de camino a Estados Unidos, incluso si ese viaje sucedió hace meses o años.
Una última opción, que siempre ha estado disponible y probablemente siempre existirá: emprender el viaje a menudo arduo, peligroso e incierto a través de territorios accidentados y desafiando elementos implacables para tratar de entrar en Estados Unidos sin ser descubierto. De conseguirlo, ese migrante vivirá en las sombras, corriendo el riesgo de que las autoridades lo encuentren y lo deporten en cualquier momento.