Suplemento Cultural 11-08-2012

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Una idea original de Rosauro Carmín Q.

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Guatemala, 11 de agosto de 2012

Artificios en Sol del Río Página 7

José Milla, y el chapín de ayer y de hoy Páginas 2 y 3


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Nueva Guatemala de la Asunción, 11 de agosto de 2012

“TRIBUNA, NO MOSTRADOR”, Clemente Marroquín Rojas DECANO DE LA PRENSA INDEPENDIENTE

Desde la portada

Un viaje por Pepe Milla,

pasando por otras partes

La semana pasada, el sábado 4 de agosto, José Milla habría cumplido 190 años de nacido; el septiembre próximo también estará cumpliendo 130 años de fallecido.

P

epe Milla es una de las figuras fundantes de la literatura guatemalteca. Nacido cuando ni siquiera se había cumplido un año de la independencia centroamericana, creció junto con las recién formadas provincias del istmo. Su padre fungió como Vicejefe de Honduras en el primer gobierno de ese Estado, cuando Centroamérica estaba unida bajo la figura de la Federación. Su padre, José Justo Milla, un hombre de armas, participó activamente en las batallas de reacomodo del poder tras la independencia; tras renunciar como Vicejefe, se alineó a las órdenes de Manuel José Arce, entonces Presidente de la Federación, para derrocar al Jefe Hondureño, Dionisio de Herrera. Ese mismo año, Francisco Morazán emprendía su propia empresa para que el Partido Liberal retomara el poder. En septiembre de 1827, Morazán ingresa triunfante a Honduras y Justo Milla regresa a Guatemala, donde permanecía su hijo, quien tenía cinco años. Dos años después, Morazán (ya convertido en Presidente de la Federación) encarceló a su padre y posteriormente lo envió al exilio, a México, donde moriría en 1838. Para esa fecha, José Milla estaba cumpliendo sus 16 años y estaba próximo a ingresar a la Facultad de Derecho de la denominada entonces Universidad de San Carlos de Borromeo. Sus motivaciones eran la escritura y la historia, oficios a los que finalmente se dedicó. Para cuando Rafael Carrera toma su primer período de Gobierno, Milla ya era un profesional, listo para sus primeros retos laborales. La situación política, para entonces, aún era convulsa, y las ideologías cambiaban de un instante a otro, no por convicciones, sino por intereses. Entonces Milla, que tras salir de la universidad se consideraba un liberal convencido, criticó en sus inicios a Carrera, que fue llevado por los Conservadores. Sin embargo, pronto Milla se cambiaría al bando conservador, no solo porque era una ideología más consecuente con el pasado colonial de su familia, sino por conveniencia, ya que empezó a tomar empleos del sector público. Su camaleonismo político será una constante en su vida. Incluso, tras el ingreso de los liberales al poder (1871), se acercaría a ellos, tras un corto período en los criticó. Milla fue el primer guatemalteco en plantearse una carrera como escritor profesional, a tiempo completo. Para ello necesitaba estar cercano al poder dominante, por lo que sus posturas ideológicas cambiarían según sus intereses.

POR MARIO CORDERO ÁVILA

NOVELISTA La carrera como escritor para Pepe Milla inició tardíamente. En primer lugar, en 1862, con 40 años, publicó la leyenda “Don Bonifacio”, con la Imprenta de la Concordia C. de Guadalupe. Para entonces, Milla muy probablemente había leído novelas históricas, que por entonces se ponía muy de moda en Latinoamérica. El Romanticismo empezaba a desplazar al neoclasicismo como estética literaria. Como la tendencia más importante se encontraba la novela histórica, lo cual daba lugar para historias de ambientes lúgubres, con personajes de oscuro pasado, y que, además de la veracidad histórica, se pudiera mezclar el amor y las controversias políticas. Para Milla, para esa época alineado al Partido Conservador, sirvió de motivo para reforzar la ideología dominante, que básicamente propugnaba continuar con las estructuras coloniales, solo que en control de los criollos, desplazando a los peninsulares. “Don Bonifacio” fue un primer intento, aunque sin que ejerciera mucha habilidad creadora, puesto que se concentró en contar una leyenda antigua, que por entonces ya estaba olvidada y que Milla se congratulaba en retomarla. Cuatro años después, Milla explota en su producción, y en tres años seguidos publica sendas novelas históricas. “La hija del Adelantado” (Imprenta de la Paz: C. de Guadalupe, 1866), “Los nazarenos” (Goubaud, 1867), y “El visitador” (Imprenta de la paz, 1868) Pese a su madurez personal, estas novelas aún presentan algunas inconsistencias en cuanto al estilo, especialmente la primera, “La hija del Adelantado”, una novela que alude a la historia de Doña Leonor de Alvarado, hija de don Pedro de Alvarado. Sin embargo, la trama da igual importancia al Conquistador español, a su esposa, Doña Beatriz de la Cueva, y a don Pedro de Portocarrero, por lo que el título no ofrece exclusivamente la historia de doña Leonor; de hecho, quizá ni siquiera sea la historia más importante. Sin embargo, desde ya se observan sus rasgos, como el saber contar una historia con una prosa muy agradable; ambientada en la Colonia; difíciles relaciones amorosas; conflictos de poder, y, sobre todo, personajes con pasado oscuro y/o con sangre indígena (como doña Leonor). CAMBIO Pepe Milla parecía tener una posición cómoda con el régimen conser-

José Milla y Vidaurre (Ciudad de Guatemala, 4 de agosto de 1822- ídem, 30 de septiembre de 1882) fue un escritor guatemalteco del siglo XIX, considerado uno de los fundadores de la novela en la literatura de su país natal; en especial, él destacó en la narrativa histórica. FOTO LA HORA: ARCHIVO vador. Sin embargo, con la entrada de los liberales al poder (1871), hubo un profundo cambio social en Guatemala. Sin embargo, a Milla parece no haberle afectado, pues su posición social se mantuvo más o menos igual. Inicialmente, criticó a los liberales (así como criticó a Carrera, en el inicio de su gobierno). Tras un viaje por Estados Unidos y Europa, regresa y se acomoda de nuevo. Por esa época, Milla viaja a Estados Unidos y Europa (especialmente Londres y París), de donde obtiene las experiencias para su nueva novela “Un viaje al otro mundo, pasando por otras partes”, publicado finalmente en forma completa en 1875 (Imprenta de la Paz), aunque lo había hecho ya por entregas entre 1871 y 1875. Para entonces, Milla estaba dejando la novela histórica, y se enfocaba

más en el cuadro de costumbres, otra tendencia del romanticismo tardío, del cual quizá conoció en España (especialmente de Mariano José de Larra). Durante el régimen conservador, las novelas históricas coincidían con el ideario político, puesto que se quería despertar un orgullo por un pasado colonial. Mientras que los liberales intentaban reescribir la historia, resaltando los valores que a ellos les interesaba. Por ejemplo, el mismo gobierno de Justo Rufino Barrios encargó a Milla escribir una historia centroamericana, la cual hizo con adaptaciones desde la visión liberal, y que entregó y publicó finalmente en 1879. En “Un viaje al otro mundo…”, Milla introduce a su personaje Juan Chapín, con el cual empieza a configurar una especie de identidad nacional (LEA EL CHAPÍN DE AYER Y


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El chapín de ayer y de hoy Pepe Milla realiza un viaje (1871-1874) por Estados Unidos y Europa, permaneciendo buena parte del tiempo en París; ello le serviría para ver desde lejos a su patria y entonces reconocer al “chapín” que él supo describir. Cabe resaltar tres anotaciones. La primera es que cuando Milla elabora su texto sobre el “chapín”, recién había ingresado el régimen liberal al poder, por lo que este texto debe considerarse como una crítica (aún no se había alineado a ellos). Es por ello que ante la intención de los liberales de introducir el café, Milla opina, dentro del texto, que considera que jamás el “chapín” cambiaría el chocolate caliente por el té o el café, en una queja contra el cambio social que se producía en torno a esta última bebida y su producción en el país. La segunda anotación es que Milla dice que se apura a describir al “chapín verdadero”, porque éste está desapareciendo. En el contexto liberal, el escritor estaba considerando que con el cambio social que produciría el nuevo gobierno, se perderían muchas costumbres y, en consecuencia, la esencia del chapín. Es decir, que lo escribe como una especie de reacción. Sin embargo, tanto en su observación sobre el café como en la de la desaparición del “chapín”, Milla se equivocó, porque la mayoría de las costumbres que él describió no han desaparecido, y hoy día el café es la bebida cotidiana en las mesas guatemaltecas (aunque el chocolate se siga consumiendo, sobre todo en días de fiesta). Una tercera anotación hay que hacer, para señalar que el término “chapín” se utilizaba (a finales de la Colonia) como un término peyorativo. Entre los hacendados de la Nueva Guatemala, San Salvador y Nicaragua (especialmente León), se trataban despectivamente, y se denominaban “chapines”, “guanacos” y “nicas”. Para muchos salvadoreños, el término “guanaco” sigue siendo despectivo, mientras que los “nicas” no le dieron mucha importancia, porque más parecía una forma apocopada que un insulto. Extrañamente (y Milla sí lo comenta en su texto), en la Nueva Guatemala se aceptó el término “chapín” como señal de identidad. Para los salvadoreños y nicaragüenses, la capital colonial era muy lujosa, pero estaban molestos porque tenían que recurrir a ella pare vender sus productos. Entonces la compararon con las chapinas, un tipo de zapato lujoso pero muy incómodo, hecho de madera de alcornoque. Hay que señalar, también, que el término chapín solo designaba, entonces, al capitalino, especialmente al criollo. Por eso, debemos considerar incorrecto que se intente referir como chapines a todos los guatemaltecos, palabra que causa incomodidad en otras ciudades tradicionales, como los quetzaltecos o los antigüeños, por ejemplo. Incluso, entre los mismos capitalinos de hoy día hay reacciones adversas a ser considerados chapines. Pero, volviendo a Milla, él supo identificar algunas características de ese chapín, es decir, del guatemalteco capitalino de clases medias y altas. Sin embargo, las pudo percibir solo hasta que estuvo en el extranjero y se comparó con otras costumbres. Cabe recordar que Milla era un capitalino de clase acomodada y de pasado colonial y de prestigio, por lo que él mismo debió identificarse con su descripción del chapín.

DE HOY). Sus posteriores obras serán del estilo de esta novela. “Memorias de un abogado”(Imprenta de la paz, 1876) y “El esclavo de don Dinero, Don Bonifacio” (Goubaud, 1881), completada por una última novela, quizá la más famosa de su bibliografía. En “Historia de un pepe” (Goubaud, 1882), vuelve a ambientar su historia en la época colonial, solo que ya cercana a la Inde-

La palabra chapín sigue creando cierto escozor, y parece que solo es bien aceptada en ciertas clases sociales, y repudiada en otros sectores; debería ser criticable, por ejemplo, su uso en la publicidad. Sin embargo, el chapín del que se refería Milla aún no ha desaparecido. Me gustaría crear una versión actualizada del chapín, del que un día describió el también llamado Salomé Jil, para que se comprendiera desde otro punto de vista y de una mejor dimensión: LÉXICO SINGULAR: El chapín verdadero es mal hablado. Sin embargo, cariñoso para hablar. Uniendo las dos características, es capaz de expresar su cariño con frases como “¿Qué putas, vos, cerote?” Los extranjeros que nos escuchan, que tenemos un cantadito muy particular para hablar, pero como somos copiones, se nos pega rápido cualquier acento, como el de los mexicanos o el jutiapaneco. Es capaz de ser muy correcto a la hora de hablar en público, pero cuando cree él que está hablando a solas con sus amistades cercanas, ¡ay Dios!, que trompa tan shuca para decir tanta mulada. HIPERBÓLICO: El chapín verdadero es exageradísimo. Y sufridísimo. Uniendo estas dos características, hace que cualquier tragedia la exagera; una cortadita en el dedo, merecería que casi se lo amputen; una gripe merece ser tratada con el antibiótico más fuerte; estar cagón es suficiente motivo para no ir a trabajar o estudiar. Cualquier problema que atente contra su integridad física, merece que diga: “Casi me muero, por poquito no me ves de nuevo”. MENTIROSO: El chapín verdadero se congratula en ser mentiroso o pajero, es decir, en desviar ligeramente la verdad, sin que ésta llegue a convertirse en una mentira. Además, no puede quedarse callado cuando escucha una historia de parte de otro. Para cualquier triste historia, el chapín verdadero siempre tiene una mejor (o peor, según el caso). Cuando escucha uno de esos relatos hiperbólicos, él siempre es capaz de duplicar (con palabras, no acciones) cualquier historia. Si uno cuenta que caminó 20 kilómetros en un día, dice: “Eso no es nada. Justo ayer yo caminé 50”. Si se comió 30 tacos, el chapín dice haber comido 60. Si por bobo lo estafaron cobrándole 2 mil quetzales, al chapín se lo babosearon más, cobrándole 5 mil. Y así, en una larga serie en la que duplica, cuando no triplica, cualquier historia. CRITICÓN: El chapín verdadero siempre está dispuesto a la crítica, aunque siempre resalta que ésta es constructiva y hecha con cariño. Se empeña en ver la paja ajena y no le importa la viga en propia retina. De esa cuenta, cuando un trabajo está bien hecho, se empeña en buscarle los errorcitos, faltas de ortografía, o al menos una manchita, para burlarse y decir: “Lástima que arruinaste todo con esa palabrita. Lo demás está bien, pero, disculpá, no te lo podía dejar de decir,”. De esa cuenta, es incapaz de felicitar por un buen trabajo o reconocer que alguien hace algo mejor que él mismo. FRIJOLERO: Para el buen chapín, no hay nada mejor que los frijoles hechos en casa. La comida francesa no es nada, comparado con el caldo de patas que hacía su mamá. Si pasa algunos meses en Europa, y sabe que otro chapín llegará por aquellos lares, le encarga, encarecidamente, una o dos libritas de frijoles, y, en último caso, una lata de frijoles, “no importa, peor es nada”, dice al recibirlos. Tiene por costumbre chuparse los dedos, sin usar servilleta, y cuando en algún restaurante le

pendencia. Pese a ello, Milla omite detalles certeros de tipo histórico, y se mantiene con la historia, que siempre tiene conflictos amorosos y personajes de pasado oscuro. Asimismo, recopiló sus cuadros de costumbres, artículos que aparecían originalmente en periódicos. “El canastro del sastre” (1864) fue el primero, seguido de “El libro sin nombre” (1870), pero son más valiosos y

dan servilletas de papel, se las guarda por si más tarde necesita ir al baño. Si le dan servilleta de tela, le da mucha pena limpiarse, con tal de no hacer lavar después a los pobres meseros. Moja (o remoja) el pan en su café, rasgo heredado por generaciones, y cree que el loroco es el ingrediente que usan en el Cielo cuando es día de fiesta y hacen banquete. BURLÓN: El chapín verdadero hace chiste de todo. Se le pudo caer la casa encima por el terremoto, pero rápidamente tiene en mente dos o tres chistes, reciclados del terremoto anterior, pero que seguramente nadie recuerda, y se ríen a carcajadas, como risa de cantina a la una de la mañana, como si fuera chiste nuevo. Los mismos chistes los escucha en los programas de sketchs mexicanos, pero no le da risa. Cree que Pepito, el de los chistes, es invención de Guatemala. Tiene por costumbre creer que en los velorios se cuentan los mejores chistes, y ciertamente lo es, pero a escondidas de la viuda o huérfana, porque el chapín, además, es muy respetuoso. Sus chistes son cíclicos y se repiten con cada período presidencial, sustituyendo el nombre por Ubico, Romeo Lucas, Alfonso Portillo o Pérez Molina, indistintamente. INGENUO: El chapín verdadero es ingenuo. No lee las letras pequeñas de los contratos, porque le tiene buena fe, incluso a los abogados. Vota por el candidato presidencial que más le ofrezca, y no por el que cree más preparado. Es tan ingenuo que no es rencoroso. Le pueden hacer algo, que a la semana siguiente se lo pueden hacer de nuevo, como pedirle pisto (dinero), sin temor a que lo esté exigiendo. Además es dejado; si le advierten que si no hace sus trámites a tiempo, se lo va a llevar la tristeza. Sin embargo, llega el último día de plazo, y no lo ha hecho, pero siempre se beneficia porque las autoridades otorgan prórrogas eternas para hacerlo. También de acá viene su excesiva afición por apoyar a la Selección Nacional de Futbol, cuando sabe que nunca llegará a un Mundial. TRABAJADOR: El chapín verdadero se dice que es trabajador, y ciertamente lo es. Sin embargo, lo es sólo cuando es necesario, cuando lo vigilan o porque necesita dinero para las medicinas de su mamá o para echarse los tragos. De lo contrario, si es posible, es haragán, prefiere descansar, y en vez de estar trabajando, opta papalotear. Cualquier cosa, menos trabajar, porque su religión no se lo permite. COMUNICATIVO: El chapín verdadero es chismoso, pero a espaldas de todos. No le gusta hablar de frente, porque, en realidad, es muy pacífico. Y si es violento, de todos modos no le gusta hablar de frente. Puede estar sonriendo frente a alguien y tratarlo bien, pero cuando éste se va, empieza a pelarlo, es decir, a hablar cosas de él, a veces inventadas o exageradas. HABITUAL: El chapín verdadero no le gustan los cambios. No le gusta cambiar sus horas de comidas o de dormir. Ni las paradas del trasporte público; ni que haya cambios por la hora de verano; ni nada de nada. Por él, todo podría estar igual que hace 200 años, como en los añorados tiempos coloniales. Obviamente, no todos los guatemaltecos son chapines, pero en términos generales a veces tenemos algunos de estos rasgos, y por más que luchemos por evadirlos, la tierra donde sembramos el ombligo siempre nos llama. La cabra siempre tira pa’l monte.

picantes sus “Cuadros de costumbres” (1882), en el cual aparecen sus textos más famosos. En sus últimos años de vida, Milla disfrutó del prestigio literario. Fue la figura principal en las tertulias de la época, reuniones en las cuales se definía qué era literatura. Para poder publicar (en periódicos o en imprenta) se requería acercarse a estas reuniones, y tener el aval de los escritores fundamentales,

entre ellos Milla. Para la última década del siglo XIX, surge un nuevo escritor irreverente, que llamó la atención en Guatemala por sus críticas a Milla; se trataba del joven Enrique Gómez Carrillo, iniciando una nueva época en la literatura guatemalteca, poniendo fin al romanticismo y al costumbrismo, y abriendo las puertas al modernismo, tendencias que ya se consideran del siglo XX.


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Nueva Guatemala de la Asunción, 11 de agosto de 2012 Homenaje a ciudad Guatemala

La Nueva Guatemala de la Asunción, historia de 236 años

El 2 de enero de 2012 se arribó a la celebración de 236 años de historia del desarrollo de la capital de nuestro país; fecha muy importante para quienes viven y desarrollan sus actividades comerciales, sociales y familiares, en forma permanente o temporal, en ciudad Guatemala. Lic. Fernando Mollinedo resentamos licmollinedo@guatehistoria.com este trabajo

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de investigación con la finalidad de ilustrar e informar a las generaciones presentes acerca de algunos “retazos” de la historia citadina de Guatemala. “Conocer mi casa” es uno de los deberes más importantes de cualquier ser humano; saber dónde, porqué y cuándo, además del desarrollo urbanístico, es el ideal de quienes gustan de vivir y saborear culturalmente los edificios antiguos, las modernas autovías, los parques y sus historias, las tradiciones de los viejos barrios y cantones, el recuerdo infantil de nuestros abuelos en los potreros, sus correrías juveniles en los llanos y sobre todo, el entorno del pensamiento mágico muy de los chapines. ANTECEDENTES Los terremotos de Santa Marta, acaecidos en 1773, interrumpieron súbitamente el desarrollo de la ciudad de Santiago de los Caballeros, capital del reino de Guatemala (hoy La Antigua Guatemala); a razón del mismo, el Presidente y Capitán General, Martín de Mayorga, decidió su traslado a otro lugar. De inmediato, se inició la búsqueda del nuevo asiento, se localizaron varios lugares; un paraje en Chimaltenango, un valle en Jalapa y el valle de la Ermita en Guatemala; a fines de agosto de 1773 se determinó que provisionalmente sería el Valle de La Ermita o de Las Vacas el nuevo asiento de la capital. El 21 de julio de 1775 se emitió en España, la real cédula aprobatoria del cambio de lugar, la cual llegó a Guatemala hasta el 1 de diciembre. Por esa razón, el primer proyecto para la nueva ciudad se emprendió el 2 de enero de 1776. En el lapso de 1773 a 1776, el asentamiento de quienes se trasladaron fue más o menos improvisado. Estuvo situado al nororiente del Cerro del Carmen, en lo que después fueron los barrios de La Candelaria y La Parroquia. España tuvo la habilidad de

FOTO LA HORA: ARCHIVO

Mapa del Centro Histórico, según sus calles y callejones originales.

encontrar rápidamente un patrón urbano efectivo y sencillo, que, con pocas reservas y variantes se aplicó en todas las regiones que se conquistaron. Quizás su aspecto más interesante y novedoso haya sido el gran espacio abierto y público de la plaza mayor, centro de poder y actividad cívico-religiosa. El autor del primer proyecto de traza de la ciudad fue Luis Díez Navarro. Al igual que en la anterior capital (Santiago), los principales edificios civiles y eclesiásticos se ubicaron alrededor de la plaza mayor, Carlos III aprobó el informe de su arquitecto Sabatini, y como consecuencia de ello y porque se suponía que había escasez de constructores capaces en Guatemala, se decidió el envío de Marcos Ibáñez, quien reestructuró el proyecto original que fue autorizado. Otros arquitectos posteriores fueron: Sebastián Gamundi, Antonio Bernasconi, Antonio Porta y Bernardo Ramírez. La ciudad se asentó sobre 371 caballerías, siendo sus límites: NORTE: con ejidos de Chinautla, SUR: ejidos de Canales, ORIENTE: (Oeste)

barranco del Incienso, y PONIENTE: (Este) Llanos de las Vacas. En lo que atañe a los centros urbanos españoles, se trasplantó el patrón de agrupamiento característico de Europa aunque, salvo casos aislados, sin murallas y de acuerdo con un diseño urbano “moderno”, reticular o en damero, de manzanas cuadradas, de aproximadamente 100 varas por lado. El traslado de los pueblos de la antigua capital Santiago hacia el nuevo asentamiento (es decir, con sus habitantes) se dio a efecto de que la nueva ciudad no careciera de mano de obra técnica en su nuevo ordenamiento; así se instalaron los nuevos pueblos de Jocotenango, Ciudad vieja, San Pedro de las Huertas y San Gaspar Vivar en los mismos puntos geográficos en que estuvieron ubicados en la antigua capital. La distribución administrativa de ese entonces fue por BARRIOS y CANTONES (esquina o territorio) fueron: San José, La Merced, El Calvario, Santa Rosa, San Sebastián, La Recolección, Santa Catarina, Santuario de Gua-

FOTO LA HORA: ARCHIVO

Mapa de la ciudad, 1925.

dalupe, San Gaspar ( área de Santa Cecilia), La Parroquia, y La Candelaria. Después de 1821, se mantuvo la estructura urbana de cuadrícula establecida durante la Colonia. Al momento de la Independencia la capital estaba todavía a medio construir. Sólo estaban empedradas las calles inmediatas a la Plaza Mayor, que constituía el centro de la vida ciudadana. Era una urbe sin aceras, con limitaciones en el servicio de agua, drenajes y, por supuesto, aún sin transporte público. EL URBANISMO En La Nueva Guatemala de la Asunción en el área conocida como el “centro histórico” responde a patrones técnicos europeos (españoles y franceses) del siglo XIX, aplicados en función ornamental y artística para el desarrollo de la vida económica, política y social de la época. Consideramos como “centro histórico” de la ciudad de Guatemala, el área geográfica ubicada entre la primera y dieciocho calles, y de la primera a la doce avenidas de la zona uno, como vías principales y callejones que hasta la pre-

sente fecha aún conservan sus nombres. CALLEJONES DE LA CIUDAD Callejón Del Fino – 10ª Avenida “a” de 3ª a 5ª calle Callejón Maravillas - 4ª Calle “A” de 1ª a 3ª avenida Callejón del Judío - 4ª Calle de 12 a 14 avenida Callejón del Administrador -15 calle “A” de la 9ª a 12 avenida Callejón Melgar – 15 calle “a” de 1ª a 3ª avenida Callejón Normal – 12 calle “a” de la 2ª a la 4ª avenida Callejón Concordia – 6ª Avenida “a” de la 14 a la 18 calle Callejón del Manchén - 6ª. Avenida “a” de la 3ª a la 5ª. Calle Callejón del Cerro – 11 Avenida “a” de la 1ª a la 3ª calle Callejón de la Soledad – 6ª Avenida “a” de la 1ª a 3ª calle Callejón del Colegio – 2ª Avenida “a” de 3ª a 4ª calle Callejón de Escuintlilla – 3ª Calle “a” de 1ª a 2ª Avenida Callejón de Santa Teresa – 3ª Calle “a” de 9 a 10ª Avenida Callejón de Jesús – 11 Avenida “a” de 5ª a 7ª Calle Callejón de Córdoba – 6ª Avenida “a” de 6ª a 7ª Calle

Callejón del Carrocero – 14 Calle “a” de 10ª a 11 Avenida Callejón Flores Sánchez – 13 Calle “a” de 10ª a 11 Avenida Callejón de Variedades - 12 Calle “a” de 11 a 12 Avenida Callejón de Dolores – 9ª Calle “a” de 3ª a 5ª Avenida Callejón de Huérfanas – 9ª Calle “a” de 1ª a 2ª Avenida Callejón de Luna - 11 Calle de 1ª a 3ª Avenida Algunos callejones fueron prolongados para darle continuidad a la calles y avenidas. Lo anterior se desprende de la sub división administrativa de la ciudad en “cantones” y barrios, además de la introducción de la nomenclatura numérica para las calles y avenidas de la ciudad de Guatemala en 1877. La ciudad mantuvo poco más o menos sus límites originales: al norte, la actual 1ª Calle; al sur, la 18 Calle; al este, la 12 Avenida, y al oeste, la 1ª Avenida. Es decir, alrededor de 16 cuadras de norte a sur y 11 de este a oeste, además del área de Candelaria y La Parroquia y el barrio de Ustariz. En todos los extremos de la ciudad había grandes pilas públicas, fue sino hasta el último cuarto del siglo XIX


Nueva Guatemala de la Asunción, 11 de agosto de 2012 Suplemento Cultural 5 que la ciudad de Guatemala se extendió rápidamente en nuevos barrios. LOS CANTONES El gobierno liberal dispuso la compra de terrenos destinados a nuevos cantones y a la expansión de la capital, el llamado Potrero de Bolaños, situado al suroeste de la ciudad donde el agrimensor municipal Aber Cervantes hizo las medidas y dividió el terreno en manzanas y lotes, con calles poco más o menos rectilíneas. En esta oportunidad se estableció el nuevo Cantón La Paz, ubicado en la parte que daba ingreso a la ciudad, entre los terrenos cercanos al Acueducto de Pinula y la actual Avenida Bolívar, es decir, lo que ahora forma buena parte de la zona ocho. En esta época se lotificó el llamado Cafetal Cruz, ubicado al este de la actual estación ferroviaria; el Cantón Cervantes, en el Llano de Palomo; el área denominada de Gerona; el Cantón La Libertad, que absorbió a la aldea San Gaspar, asentada al suroeste del Fuerte de San José; y el área conocida como El Administrador, al este de la 12 Avenida, entre las actuales 13 y 18 calles. El segundo eje de desarrollo se abrió hacia el norte, a partir de 1879, cuando se construyó un hipódromo cerca del pueblo de Jocotenango. Se trazó una gran avenida (Simeón Cañas) que partió en dos el pueblo indígena, eliminó su Plaza Central e Iglesia, y lo despojó de buena parte de sus ejidos El gobierno central compró el llamado Potrero de García, que se escogió por estar en zona poco poblada, alejada del centro y limitada por barrancos, y además en dirección opuesta a los vientos dominantes en el centro de la ciudad. Urbanísticamente fue muy importante, ya que abrió todo un sector para el desarrollo de la ciudad, a los lados de sus vías de acceso. El 23 de diciembre de 1882 se designó al Ingeniero Felipe Rodríguez para que midiera y parcelara los llanos ubicados atrás del Hospital San Juan de Dios, en lo que sería el Cantón Elena. En esa misma época se urbanizó el sector comprendido entre la 15 y la 18 calle, y la 2a avenida y Avenida Elena, donde antes se formaba una laguneta en la estación lluviosa. En ambos casos se siguió la traza reticular, con calles orientadas a los puntos cardinales y el sistema de manzanas cuadradas. Después de la inauguración del nuevo Cementerio General, y el anterior abandono del que estuvo junto al Hospital, se trazaron las llamadas Ave-

En la fotografía anterior observamos el Centro Cívico de la ciudad de Guatemala, alrededor de 1960. Nótese, a la izquierda, ya finalizados, los edificios de la Municipalidad y del IGSS. Se procedía en ese entonces a la demolición del llamado Estadio Escolar o Autonomía. Más al norte se aprecia la nida del Cementerio (de la 13 calle hasta la 29) y Calle del Cementerio (hoy 20 calle de la 4ª Avenida a la Avenida del Cementerio zona 3) y los cantones Barrios, entre el Cantón La Libertad y el Cementerio, y el que se llamó Cantón Barillas, situado un poco más al sur. También se amplió el antiguo camino que iba a Mixco, conocido después como Avenida Bolívar, que pasaba por el Guarda Viejo, y a un lado del Cantón La Paz. DIVISIÓN ADMINISTRATIVA EN CANTONES 1. Jocotenango; 2. La Parroquia; 3. Candelaria; 4. Central; 5. Elena; 6. La Urbana; 7. Barrios; 8. Barillas; 9. La Libertad; 10. Exposición; 11. Independencia; 12. La Paz; 13. Tívoli; 14. Ciudad Vieja; 15. Las Charcas; 16. Pamplona, y 17. Guadalupe. En todos estos ensanches se mantuvo la traza reticular, con manzanas poco más o menos cuadradas y calles rectilíneas orientadas a los puntos cardinales. El último eje urbanístico del siglo XIX se trazó durante el gobierno de Reina Barrios, quien definió el crecimiento de la ciudad hacia el sur y acentuó la influencia urbanística francesa, con bu-

Penitenciaría Central (demolida en 1975, la población reclusa fue trasladada a la Granja de Rehabilitación Pavón en el municipio de Fraijanes). En el espacio, que ocupaban el estadio y la penitenciaría se construyeron los edificios de El Crédito Hipotecario Nacional, el Banco de Guatemala, la Corte levares, monumentos, parques y barrios residenciales. Todo el proyecto estuvo asociado a la Feria Internacional, celebrada en 1897, celebrada en el Cantón Exposición, hoy zona 4. Los ejes de ese ensanche fueron la prolongación de la actual 7ª Avenida y el Boulevard 30 de Junio o de La Reforma, a cuyos lados se montó el parque de exposiciones. Previamente se había trazado el Cantón Exposición, que introdujo la novedad de cambiar la dirección de las calles, ya que las manzanas quedaban con sus esquinas orientadas a los puntos cardinales, semejantes a las ciudades europeas. A esta nueva nomenclatura se le denominó Rutas y Vías. Como consecuencia de los terremotos de 1917 y 1918, según el Acuerdo de fecha 4 de junio de 1918, se lotificaron y adjudicaron los terrenos en El Gallito (actual zona 3) y La Recolección. Casi inmediatamente después de que Jorge Ubico asumió el poder, se inició un amplio programa de obras en la capital, en especial lo concerniente a la ampliación y mejoramiento del sistema de desagües y drenajes, y la instalación de nuevos suministros de agua potable y

Suprema de Justicia y la Torre de Tribunales. En el estacionamiento que se ve en el ángulo inferior izquierdo, en primer plano, se encuentra hoy el Instituto Guatemalteco de Turismo, y a la derecha, el Instituto Técnico de Capacitación (INTECAP). Crédito Hipotecario Nacional. pavimentación de las calles. La atención inicial se dirigió al núcleo histórico, donde se encontraban los principales edificios públicos. Desde 1933 se inició la sustitución del empedrado por el cemento en muchas calles céntricas. En 1935 se terminó de construir una primera urbanización popular, llamada originalmente Colonia Presidente Ubico, hoy Colonia 25 de Junio en la zona 5. En la década 1950 se incrementó notoriamente la inmigración a la capital, con el consiguiente aumento de la concentración existente y la proliferación de áreas marginales. El gobierno de Jacobo Arbenz (1951-1954) aprobó los estudios presentados por la Dirección de Planificación de la Municipalidad de Guatemala, relacionados con la zonificación de la ciudad; de esa manera, en 1952, se establecieron 25 zonas con sus respectivas delimitaciones. ZONA 1: de 1ª a 25 Calle - de 1ª a 23 Avenida ZONA 2: de 1ª a 19 calle - de El Sauce a Ciudad Nueva ZONA 3: de 1ª a 43 calle - de Avenida Bolívar a El Incienso ZONA 4: de 25 Calle a 8ª Calle – de Avenida Barranquilla a Calzada Atanasio Tzul.

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Nueva Guatemala de la Asunción, 11 de agosto de 2012 Historia

Francisco Marroquín en la crónica de Fray Gil González Dávila

En la primera entrega de esta serie de artículos acerca de la biografía del licenciado Marroquín y su entorno histórico, económico y social, me detuve en analizar los datos sobre la actividad social, administrativa y pastoral del ilustre prelado que se encuentran en la crónica de fray Antonio de Remesal OP: Historia de la provincia de San Vicente de Chiapas y Guatemala… Como mencioné en la primera entrega, esta obra publicada entre 1619 y 1620, se convirtió en la principal fuente de consulta bibliográfica sobre la vida del primer Obispo, escritores y cronistas, en particular dominicos, tomaron sus datos y sobre estos escribieron sus propias versiones, en algunos casos agregándoles nuevos aportes, como es el caso del cronista que trato en esta entrega. 1

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ray Gil González Dávila (OP) y su “Teatro Eclesiástico de la Primitiva Iglesia de las Indias Occidentales”. Fray Gil González Dávila (Ávila 1570-1658), religioso dominico, archivero del Cabildo de la ciudad de Salamanca. En 1617, el rey Felipe III lo nombró “Cronista de Castilla”, su sucesor Felipe IV, le designó en 1643 “Cronista Mayor de Indias” en sustitución de Tomás Tamayo de Vargas. Fue un autor sumamente prolífico con una extensa producción en materia histórica, dentro de ésta ocupa un lugar especial la historia de diócesis hispanoamericanas tratadas en su obra Teatro Eclesiástico de la Primitiva Iglesia de las Indias Occidentales. Vida de sus Arzobispos, Obispos y cosas memorables de sus Sedes, editada en dos tomos, el primero en 1648 (véase facsímil 1) dedicado a las arquidiócesis de México y Santo Domingo y a sus diócesis sufragáneas, y el segundo en 1655, trata sobre las del sur del continente. Ambas son episcopologios, escritos en orden cronológico, y por arquidiócesis o diócesis, introduciendo a la historia de estas con el permiso y dedicación de cada historia al obispo de turno, seguido a esta presentación describe a grandes rasgos el proceso de conquista y fundación de las ciudades cabeceras de parroquia, posteriormente trata a cada uno de los arzobispos y obispos, destacando a aquellos que a su criterio hicieron acciones significativas. Por lo general introdujo la historia de la formación de la diócesis cuando trata la biografía del primer prelado que esta tuvo. Dentro del texto reproduce algunas cartas completas o fragmentos de estas, dirigidas a los prelados por el Rey o su consejo de Indias. No está demás mencionar que cada diócesis se introduce con su respectivo escudo de armas, así como el escudo del obispo en turno. La obra es bastante completa, sobre todo si se toma en cuenta su extensión. Obviamente el autor se basó en las crónicas anteriores, principalmente las escritas por sus hermanos de Orden, en el caso de Guatemala, la de fray Antonio de Remesal. Pero también

FOTO LA HORA: ARCHIVO

Facsímil 1. Portada del Teatro Eclesiástico.

hizo aportaciones propias que permiten deducir que tuvo acceso a algunos archivos. Su estilo es bastante concreto, los datos son expuestos en forma cronológica, pero no siempre son correctos, lo considero que fue mucha ligereza y poco cuidado en el manejo de sus fuentes y la ausencia de revisiones por gente conocedora del tema. No entra en polémicas ni en críticas. Obviamente su Orden en el continente y sus principales protagonistas son objeto de un trato particular, pero sin caer en la lisonja y adulación, mucho menos empleándolas para suplir la ausencia de datos. Los demás religiosos son objeto de igual trato. Manifiesta eso sí su admiración y emplea los calificativos siempre que lo considera necesario. de admiración Ambas obras son una fuente bibliográfica de primer orden primaria y básicas para tratar temas sobre la historia de Iglesia desde sus inicios en el continente hasta mediados del siglo XVII.1

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Gil González Dávila. Sobre. Teatro Eclesiástico de la Primitiva

FOTO LA HORA: ARCHIVO

Facsímil 2. Página de presentación de la diócesis de Santiago de Guatemala.

La diócesis de Santiago de Guatemala y el obispo Francisco Marroquín Vale la pena agregar antes de iniciar el estudio del tema, mencionar que en el caso de la provincia de Guatemala, no sólo trata la historia y biografía de los prelados de la diócesis de Santiago de Guatemala sino también de la de la Verapaz. En el caso de la primera, en la página hay una presentación del capitulo al obispo en funciones Bartolomé González Soltero (facsímil 2). Aprovecha la Iglesia de las Indias Occidentales. Vida de sus Arzobispos, Obispos y cosas memorables de sus Sedes. Tomo I (Madrid: Diego Díaz de la Carrera, 1649); Para conocer la biografía de este cronista y sus aportes historiográficos véase: Agustín Mirralles Carlo. Tres estudios bibliográficos I. Juan López de Palacios Rubio. II Antonio de León Pinelo y la Epítome. III El cronista Gil González Dávila y sus Obras (Maracaibo: Universidad del Zulia, 1961).

oportunidad para presentarle disculpas por errores y omisiones cometidos. 2La parte dedicada al Licenciado Marroquín es extensa, previo a tratarla hace una breve mención de la conquista del territorio por Pedro de Alvarado y la fundación de la primera ciudad de Santiago de los Caballeros el 25 de julio de 1524, ubicándola erróneamente en Panchoy. A continuación menciona al presbítero Juan Godínez, al que considera que vino con los conquistadores como capellán del ejército y fue el primero en celebrar misa en el templo que posteriormente se convirtió en Catedral ante 92 soldados españoles, con motivo del acto de fundación del primer asentamiento. Así, cita al soldado- sacristán Reynosa. Posteriormente hace referencia al establecimiento de la primera casa dominica en 1527, en Santiago en Almolonga, por fray Domingo Betanzos.

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G. González Dávila, op. cit., Estas hojas de presentación no están numeradas.


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