Suplemento Cultural 07-05-2011

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Páginas 2 y 3

El lenguaje artístico de Pedro Martínez

Guatemala, 7 de mayo de 2011

Suplemento Cultural Una idea original de Rosauro Carmín Q.

Carlos Solórzano

El estilo de Efraín Recinos Página 5


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Nueva Guatemala de la A

HONRAS FÚNEBRES CARLOS S

Tema

El Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” es el galardón más importante que concede el Estado de Guatemala a una autora o a un autor guatemalteco “de relevantes méritos literarios”. Se comenzó a otorgar en 1988 por medio del Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala y se ha concedido anual e ininterrumpidamente a lo largo de 23 años. (1)

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l premio lleva el nombre del insigne escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, a quien en 1967 le fue adjudicado el Premio Nobel de Literatura. Con ese premio Asturias pasó a ser el segundo escritor latinoamericano que había sido reconocido con tal galardón y el primero y único escritor centroamericano que ha recibido esta distinción de nivel mundial. En honor a tan encomiable reconocimiento, en Guatemala se da su nombre al Premio Nacional de Literatura. El premio se ha otorgado ya a cuatro escritoras y a diecinueve escritores. Cada una de estas personalidades, con una participación respetable en el campo de las Letras. Cada quien, con un sello propio en los géneros literarios: lírico (poesía), narrativo (novela y cuento) y dramático (teatro). Cada una de estas personas ha dedicado complementariamente parte de su vida a actividades relacionadas con la literatura, como son las labores de: docencia, investigación, crítica literaria, publicación editorial y periodismo; así como a la elaboración de ensayos, artículos literarios, antologías, prólogos y otros quehaceres que tienen relación con la literatura y las letras. Eso los ubica también como académicos de reconocido prestigio en el país. Varios de los galardonados con este premio han sido reconocidos no solo a nivel nacional sino también a nivel internacional. A algunos se les han otorgado otros premios en el país y en el extranjero y la mayoría han ocupado u ocupan puestos importantes fuera de Guatemala. La obra de

POR NANCY MALDONADO DE MASAYA

varios de ellos ha sido traducida a otros idiomas. Pero, ¿a quiénes se les ha concedido este premio? ¡Veintitrés escritores han sido merecedores de este premio! No puedo mencionar a todos, me referiré solo a uno, pero aprovecho esta oportunidad para comunicarles que este año saldrá a luz un libro que reunirá a estos 23 escritores galardonados. El libro llevará el nombre Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” Semblanzas de los galardonados 1988-2010. Este libro será editado por la Editorial Cultura y será producto de una investigación, a mi cargo, realizada en el Instituto de Estudios de Literatura Nacional (INESLIN), responderá, precisamente, a la falta de una obra que integre, en un solo cuerpo, información sobre los escritores que han sido reconocidos con este premio. Se espera que sea una fuente de información que sirva para enriquecer los programas docentes del sistema educativo nacional y los programas de estudio en las diferentes universidades que imparten las licenciaturas y las maestrías en Letras, así como para fomentar el interés por la lectura de la literatura guatemalteca tanto en Guatemala como en el extranjero. El escritor al que me voy a referirme es el distinguido académico Carlos Solórzano, dramaturgo, novelista, ensayista, quien lamentablemente falleció el 30 de marzo de 2011 en México. No me detendré a pedir a ustedes un minuto de silencio, sino aprovecharé este espacio para honrar al escritor. Carlos Solórzano nació en la ciudad de Guatemala el 1 de mayo de 1919. Maestro y Doctor en Letras y

Filosofía y con un grado de Doctor en la Universidad de la Sorbona en París, con estudios especializados en arte dramático. Investigador y docente universitario. Vivió en México desde muy joven porque tuvo que salir de Guatemala al exilio. Es apreciado en el ámbito centroamericano y latinoamericano, por haber sido un académico especialista entregado por completo al estudio y aplicación del arte dramático. Impartió la cátedra de Literatura Dramática Iberoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Asesoró a gran número de estudiantes en la preparación de tesis de teatro, en licenciaturas, maestrías y doctorados. Se desempeñó como organizador, director, coordinador y ejecutivo de Teatro en diversas entidades en el extranjero. Organizó grupos teatrales estudiantiles en torno a obras de Albert Camus, Ghelderode, Ionesco, Beckett y Kafka. Sus obras dramáticas han sido presentadas en la mayoría de los países centroamericanos y latinoamericanos. Profesor visitante en las Universidades de California, Arizona, Yale, Columbia, Cleveland, Mariland, Sorbona, Universidad de las Naciones (París) y Lamonosof. En todas fue considerado en sus visitas como uno de los intelectuales de más sólida información en América Latina. Como crítico de teatro colaboró con revistas y periódicos de Guatemala, Argentina, Puerto Rico, Estados Unidos, España y Francia. El escritor Solórzano produjo nueve obras dramáticas, tres novelas y extensos ensayos académicos. Recibió el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” en 1989. Profesor Emérito de la

Universidad Autónoma de México (1985). Premio Universidad Nacional de México (1989). Doctorado Honoris Causa de la Universidad de San Carlos de Guatemala (1998). Homenaje a sus cincuenta años de docencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM por su entrega magisterial, literaria y aporte administrativo (2006). Premio Juan Ruiz de Alarcón (2009). Homenaje por sus 55 años de docencia y 90 años de vida, en la Universidad Autónoma de México (2010). De su obra teatral mencionaré una de fuerte impacto. El crucificado (1957). A Solórzano le interesaba mucho abordar la problemática religiosa y espiritual del ser humano. Dios está presente de una manera muy particular en su teatro, porque, como él mismo decía, la Iglesia fue para él la apertura al teatro por las pompas litúrgicas, los coros y el sacerdote como un gran símbolo con sus casullas doradas. Para el escritor eso era un gran espectáculo que causaba en el alma un sentimiento de elevación, que le hizo darse cuenta de que entre la jerarquía eclesiástica y la doctrina de Cristo, hay una diferencia abismal. Esto se comprende bien en esta obra, en la que Solórzano habla de un pueblo en el que cada año se celebraba la pasión de Cristo. Un miembro de una familia escogida por el cura representaba a Jesús. Los preparativos en el pueblo se realizaban días antes de la representación. Unos Ensamblaban dos troncos para hacer la cruz, otros cosían la túnica morada que iba a llevar Jesús y elaboraban la corona de espinas con cuidado. Mientras


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central

AL DRAMATURGO OLÓRZANO tanto el familiar que iba a representar a Jesús tenía un semblante de tristeza y no participaba en dada. De El crucificado cito:

(una) Mujer 2º: (dice) Tienes suerte. El señor Cura te escogió a ti y escogió a tu familia para representar la Pasión porque dice que te pareces al verdadero Jesús. Después de esto, todos te van a querer más en el pueblo. Bueno, los hombres de la familia de tu madre han hecho siempre el papel de Cristo. ¿Te acuerdas de tu abuelo? Se llamaba también Jesús. (la mujer se le queda viendo supersticiosa). Murió pocos días después de haber hecho el papel. (la mujer Ríe forzada).

Fue una casualidad ¿verdad? Jesús: (responde) Cállate. (53-59).

Y es que efectivamente cada vez que alguien representaba a Jesús en la pasión de Cristo, moría a los pocos días. Bien se confirma esa diferencia abismal entre la jerarquía eclesiástica y la doctrina de Cristo, en las palabras de la escritora y académica guatemalteca Ana María Sandoval, en su ensayo «Del sincretismo religioso al sincretismo estético en el teatro de Carlos Solórzano», en el que plantea qué: «El lenguaje y las expresiones populares (más bien excepcionales en la obra de Solórzano) refuerzan el patetismo en la farsa trágica El crucificado; cuyo argumento permite aventurar una asociación entre la borrachera de los personajes, y el efecto de embriaguez que provoca en el pueblo las ceremonias católicas, al que Solórzano se refiere al relatar que durante su infancia los actos litúrgicos lo transportaban en una especie de mareo, a un mundo espiritual, en un estado parecido a

la embriaguez. (...) Traducido [esto] al efecto que la religión tiene en el pueblo, puede compararse con una forma de anestesia, que ayuda a los pobres a sobrellevar sus miserias prometiéndoles un premio eterno ». ¡Carlos Solórzano es uno de los escritores más importantes del siglo XX que ha dado Guatemala! Vaya para el escritor Carlos Solórzano un último saludo en este Congreso Internacional de Literatura Centroamericana – CILCA 2011 como honras

fúnebres al recordar aquí su legado. En nombre de la Comunidad de las Letras de Guatemala reciba escritor Carlos Solórzano nuestro agradecimiento por su destacada labor. Externamos nuestras condolencias a sus dos hijas, familiares y amigos. En paz descanse nuestro admirado y apreciado dramaturgo. Nunca lo olvidaremos.

NOTAS

(1) Consiste en el reconocimiento público de la valoración de la obra literaria del galardonado, en una “solemne ceremonia digna del evento”, dirigida por el Ministerio de Cultura y Deportes, en la que se le hace entrega de una medalla de oro, un diploma y un pago –actualmente– de Q50,000.00; y en el que se le otorga el derecho de que la Editorial Cultura, del mismo Ministerio, le publique un libro.


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Nueva Guatemala de la Asunción, 7 de mayo de 2011 Tómelo con filosofía

SÁBATO

Dicen que cuando un gran hombre muere, el mundo pesa menos. No sé si esto sea verdad. Lo que sé, es que con la muerte de don Ernesto Sábato se ha ido uno de los intelectuales más lúcidos y geniales del último siglo. Ahora, ya no se escuchará la voz de un Hombre que con sus reflexiones criticó el abuso de poder, la irracionalidad y la injusticia lo que le valió para que, junto a otros grandes pensadores, se le considerara la conciencia de muchas generaciones. Fue la voz de los sin voz, la voz de esos que la lógica del capitalismo salvaje ha deshumanizado y ha vuelto invisibles. Sábato era, al fin, junto a los grandes hombres de la historia, la reserva moral de una humanidad que no termina de aprender el valor de la vida, de la solidaridad, de la justicia. En sus obras se puede encontrar la sabiduría necesaria que, como una luz, nos orienta y vuelve al camino, que nos rescata del extravío en el que nos encontramos perdidos como estamos en un mundo cada vez más inhumano.

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l igual que su contemporáneo Borges, nunca recibió el Nobel, y creo que nunca lo necesitó para ser reconocido como uno de los inmortales de la literatura universal. Su obra trasciende los límites del tiempo. Además, nunca buscó reconocimientos (como otros muchos que se pasan la vida mendigando un premio), pues como lo dijo en repetidas ocasiones, él escribía porque sentía la necesidad de hacerlo: escribía o reventaba. Tampoco escribió porque “tuviera” la obligación de hacerlo para mantenerse vigente en el mercado. Cuando publicó algún libro, fue porque tenía algo que decir. No era como esos “escritores” a sueldo que llenan miles de páginas por el simple hecho de cumplir con algún compromiso editorial. Por eso nunca escribió “best sellers”. Lo suyo fue verdadera literatura, es decir, aquella que nace de lo profundo del ser humano y vuelve al él. Esta actitud honesta, coherente, sin concesiones al poder, como hombre y escritor, le mostró como un ser auténtico, como diría su admirado Sartre. Claro, también le granjeó enemigos y detractores que trataron inútilmente de menospreciar su obra. Esto explica el olvido al que los medios lo habían condenado en los últimos tiempos. El poder, sea de cualquier naturaleza, nunca tolera la lucidez y honestidad de quienes le cuestionan. Muchos afirman que en Latinoamérica nunca se ha hecho filosofía. En lo personal, no estoy de acuerdo con ello. A mi juicio, lo que sucede es que en nuestro continente la filosofía se ha cultivado y transmitido a través de la literatura. En el caso de don Ernesto Sábato, y otros muchos escritores, esto es más que evidente. De inicial formación científica, como ya todo el mundo sabe, Sábato fue derivando hacia el arte, especialmente la literatura, preocupado más por las cosas que angustian a los seres humanos de carne y hueso, que por lo que sucede con las moléculas y los átomos. De ahí que sus innumerables obras estén marcadas por una profunda preocupación por el hombre, por las cosas que lo agobian día a día. No podía ser indiferente ante

POR HAROLD SOBERANIS

el dolor, la soledad, el desamparo y todo eso que hoy, y siempre, amenaza a la gente. Ante un mundo que cada vez se degrada más, ante el poder que desvaloriza la vida humana, ante el obsceno afán por el dinero o el consumismo, productos ambos de un sistema económico de suyo perverso, Sábato elevó siempre su voz y puso su pluma al servicio de la verdad. Dotado de un espíritu sensible e influenciado por la filosofía existencialista, la condición humana y el orden de las cosas le angustiaban profundamente. Esta preocupación por la existencia precaria del hombre hizo que abandonara la ciencia y se sumergiera en la literatura como una manera de escapar a esa dolorosa realidad pero que, a la vez, le permitiera comprenderla. Vio en la adoración a la ciencia y la tecnología un enorme peligro para la convivencia de los seres humanos, cada vez más enajenados y deshumanizados. De ahí que en sus obras se trasluce la desesperación y la angustia propias de aquel que pretende recobrar el sentido del hombre, recuperarlo para sí mismo, pero que ve con amargura la inutilidad de sus esfuerzos. Esto mismo hace que su obra se inscriba dentro de la mejor tradición humanista, esa que tiene como eje principal el rescate del ser humano. Los personajes de sus novelas son seres desamparados, precarios, que luchan contra una existencia cada vez más insoportable. Por eso su concepción de la vida es pesimista. Empero, este pesimismo no es el del nihilista, sino el de aquel que guarda una íntima esperanza por tiempos mejores. Es el mismo pesimismo que se revela en los escritos de sus amigos Benedetti y Saramago, es decir, un pesimismo lleno de fe en la vida humana

y la felicidad. Hay libros imprescindibles que nos marcan para toda la vida. En mi caso, las obras de Sábato pertenecen a este grupo. Desde que me acerqué a ellas, en tiempos ya lejanos, no pude dejar de hacerlo cada cierto tiempo. He releído sus obras muchas veces y siempre encuentro una renovada y profunda sabiduría. Ahora que ya descansa en la tierra

que sufrió y amó, vuelvo la mirada y encuentro su figura gigantesca y la inmensidad de su pensamiento. En el gran vacío que nos deja su ausencia, se revela la tragedia de su partida. Como consuelo, nos queda la inmortalidad de su palabra, de su ejemplo vivo, de su honestidad incuestionable. Acaso el mundo pese menos. Descanse en paz maestro.


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Galería de artistas

EL ESTILO DE EFRAÍN RECINOS

En una entrevista informal y forzado por la circunstancias que imponía la dinámica de la conversación, Efraín Recinos se definió a sí mismo como un artista barroco en alusión al horror que le tiene al vacío. En otras circunstancias yo comenté esa declaración del arquitecto del Teatro Nacional explicando que no era el horroris vacui lo que lo hace barroco sino la forma en que llena ese vacío: creando formas con formas, procedimiento que también usaron -y del que frecuentemente abusaron- los artistas y poetas de los siglos XVI y XVII para construir sus, a veces, oscuras alegorías místicas, religiosas, cívicas y morales. En estas notas que pretenden acercarse al trabajo de Efraín Recinos por la vía del estilo personal se deja atrás esa fácil y equívoca asimilación de su obra al estilo histórico del Barroco para, al contrario, encontrar en su personal forma de formar los vínculos profundos que tiene su obra con los grandes temas artísticos de la segunda mitad del siglo XX y con los problemas y preocupaciones que le plantea la realidad local a un artista plenamente enraizado en su época y su cultura. POR JUAN B. JUÁREZ

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ueda claro, entonces, que en este caso el término estilo no alude exclusivamente a las características formales y de procedimiento más o menos permanentes y observables en el desarrollo y en el conjunto de la obra de un artista, sino también y sobre todo a lo que explica el origen, la naturaleza y la persistencia de esas características que identifican a lo externo una expresión que nace en una interioridad. Es decir, alude a la estructura psicobiológica que determina tanto la sensibilidad a determinados estímulos como a la manera de procesarlos intelectual e imaginativamente y, posteriormente, también a la manera de articularlos en expresiones que son significativas en el contexto sociocultural en que vive el artista. Si, como dice Luigi Pareyson, el estilo es el artista, entonces la obra debe entenderse, antes que como creación solitaria dolorosamente inspirada, como respuesta del artista, entendido en su complejidad sensible y psicológica, a un mundo, que más que estimularlo, literalmente lo golpea, forzándolo a una reacción. La complejidad sensible y psicológica que se estructura como la base biológica del estilo de un artista supera con mucho el concepto escolar de sensibilidad, limitado a la fisiología y a las sensaciones puras y elementales, y más bien alude a una manera de percibir el mundo que ha sido ampliada, agudizada y potenciada por la cultura y especialmente por el lenguaje

y que no capta sonidos, colores y olores sino propiamente unidades de sentido; igualmente, la complejidad psicológica donde se procesan aquellas unidades de sentido, no se limita al entendimiento y a la imaginación sino que abarca también los conceptos (incluyendo los éticos y estéticos) que aporta la cultura y que determinan el carácter histórico del individuo y, en este caso, del artista y de su respuesta: la obra, con sus conceptos humanos, sus soluciones formales y sus dificultades técnicas. Una buena vía de acceso al estilo de Efraín Recinos lo constituyen sus temas, que más que una predilección estética señalan el punto y la forma en que el mundo golpea su sensibilidad. Creo que todos los que conocen su obra estarán de acuerdo en que para la sensibilidad de Efraín Recinos tal punto es la identidad cultural guatemalteca, que él percibe no sólo como compleja sino también como vulnerable y amenazada, como fragmentaria y dispersa, de manera que su trabajo artístico como escultor, pintor y arquitecto se proyecta en el tiempo como un grandioso esfuerzo por definirla, reconstruirla y protegerla, ya sea recogiendo sus fragmentos e imaginando su unidad o bien identificando sus amenazas. Y es precisamente ante la amplitud y complejidad del tema que la obra de Recinos, en cuanto respuesta casi física a los golpes que le propicia su mundo, adquiere el carácter totalizador

—de nivel filosófico pues implica al ser de la cultura guatemalteca— que obliga, por una parte, a un lenguaje metafórico (de imágenes y símbolos) que se estructura en construcciones alegóricas que sólo son oscuras y crípticas para los que no conozcan el origen local de sus elementos significantes y, por otro, a una actitud crítica que registra y denuncia las distorsiones que a la luz de los acontecimientos históricos padece esa identidad. Así, en su obra se entrecruzan dos espacios, uno ideal e intemporal en el que es posible imaginar la unidad de la cultura guatemalteca y otro realista e histórico en el que se registran los hechos que atentan contra esa unidad. Naturalmente tras un tema y un trabajo artístico de tales pretensiones filosóficas está la cuestión previa sobre lo que sea la cultura guatemalteca y, por consiguiente la identidad, es decir la consecuencia de los guatemaltecos con su propia cultura; cuestión que la obra de Recinos no aborda conceptualmente sino que la resuelve de una manera que bien podríamos llamar mítica. Por lo pronto, basta decir que, en la obra de Recinos, la Cultura Guatemalteca (así, con mayúsculas) es el sustento último de sus alegorías y metáforas que se sitúan en el espacio ideal que abre su obra y que, pese a su idealidad e intemporalidad, se ve afectada —reacciona— a los acontecimientos que se dan en el espacio real. Por ejemplo, el Teatro Na-

cional en una vasta construcción alegórica de la unidad de la cultura guatemalteca, situada entre volcanes, bajo el cielo azul, mecida por los vientos y los mares, elevada a nivel de templo, resguardada tras los límites amurallados de un viejo fuerte militar y protegida por míticos guerreros. En el mural de la Biblioteca Nacional aparecen, en cambio, las amenazas a esa cultura: la división de clases, la guerra, la opresión, etc., temas, respuestas y soluciones formales y conceptuales que, bajo otras necesidades expresivas, se desarrollan también en su pintura y su escultura. Y son precisamente esas otras necesidades expresivas, muy puntuales en cada caso, las que determinan la estilización formal de toda la obra de este polifacético artista. Sea la forma del Teatro Nacional la manifestación sensible de la vitalidad de la Cultura Guatemalteca, que aparece también en su pintura metaforizada como una mujer sensual y apetecible, o alegorizada más gráficamente en “La Guatemalita”, rodeada de otros elementos formales que se estructuran en torno a ella, no se trata en ningún caso de formas fijas e inamovibles sino que son formas y figuras que reaccionan a las presiones externas y toman la forma —se estilizan— y la actitud de una marimba, una prostituta, de un soldado, etc., siempre con algo de extraño (o de extraterrestre, como dice José Toledo) que adapta su forma más que al espacio a la atmósfera que define el contenido de cada obra. (Continuará)


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Colaboraciones

ESCAPÁNDOS

El año pasado, la editorial de la Universidad de Texas, mi the Fire: How an Ixil Mayan Pastor Led His People out of se traduciría a Escapándose del fuego: Cómo un pastor ma guerra civil guatemalteca. El libro es sobre la vida del past epílogo de David Stoll, el iniciador de la controversia e n to POR ARTURO ARIAS

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n el prólogo, la autora nos cuenta cómo conoció a Guzaro, o Maxh Pe’l, en 1991 en Nebaj, en el hospital que éste dirigía, Centro de Vida y Esperanza. Jacob McComb es miembro de la misión New Life Advance International (Avance de Nueva Vida Internacional). Vive en Nebaj con su marido y sus cuatro hijos. Enseguida se inicia el primer capítulo, titulado “Éxodo,” y subtitulado “Agosto 1982”. Para mi sorpresa, en la segunda página aparece una foto de patrulleros civiles en 1989 tomada por David Stoll. La narrativa cuenta cómo Guzaro dirigió a un grupo de 227 ixiles de Salquil Grande con sus animales a huir el 4 de agosto de 1982 al amanecer. En esta narrativa, la zona ixil fue ocupada por el EGP en 1979, entrenaron a la población a luchar, les enseñaron que matar hombres era como matar perros (eco del entrenamiento Kaibil, interesantemente) y que Dios no existía. Guzaro afirma en la página tres que ellos no les creyeron y no querían colaborar con los guerrilleros pero los amenazaron de muerte si no lo hacían. Afirma que se les podía pagar para hacer cesar las amenazas pero nadie tenía dinero porque los guerrilleros no les permitían bajar a las fincas a trabajar. Asimismo, insultaban a los protestantes como él, los llamados evangélicos, por creer en Dios. Según la misma narrativa, el ejército asumía que todos ellos colaboraban con la guerrilla, razón por la cual fueron considerados enemigos. Asimismo, afirma que la guerrilla les confiscó los radios pero tenían algunos escondidos

donde escuchaban noticias clandestinamente. Así se enteraron de que el general Efraín Ríos Montt había tomado el poder y hablaba como un buen evangélico. Por ello empezaron a pensar que si lograban escaparse y cruzar las líneas tanto de la guerrilla como del ejército, él los protegería. Entonces Tomás tuvo una visión en la cual Dios le enseñaba un camino escarpado que podía cruzar por entre las montañas, convirtiéndolo en una especie de Moisés de la sierra. El capítulo ocho se titula sospechosamente “Entre dos fuegos,” el mismo título empleado por Stoll en su libro anterior a la controversia (Entre dos ejércitos en los pueblos ixiles de Guatemala, 1993). El subtítulo es “octubre 1979-agosto 1980”. El capítulo nueve “Enfocándole a los evangélicos” tiene en la página 90, otra foto de David Stoll. En ésta un joven está posando con una carabina M2 Garand. El joven viste traje ixil, en vez del uniforme verde olivo del EGP, y la capción de la foto dice, “un joven recluta guerrillero ixil” y lleva también la fecha 1989. A mí me parecieron extremadamente sospechosas dos cosas. Una, que un chico armado con un fusil ande tan tranquilo por las calles del pueblo (en la foto se ve claramente a otro hombre parado a su lado y una parte del fusil de alguien más parado al lado izquierdo del fotografiado) en su traje indígena. Normalmente, los miembros del EGP sólo obtenían armas cuando se las ganaban en la lucha recuperándolas, como bien indican las combatientes entrevistadas en Memorias rebeldes contra el olvido: Paasantzila Txumb’al

Ti’ Sortzeb’al K’u’l por Ligia Peláez y su equipo. La segunda es que fuera posible caminar por un pueblo ixil en 1989 con estas armas y posar para una foto de David Stoll cuando se suponía que la zona ixil ya estaba pacificada por Otto Pérez Molina. Lo más seguro es que es una foto de una patrulla civil. En beneficio de Stoll podemos decir que ignoramos si la capción de la foto la indicó él, en cuyo caso es un fraude, o bien la autora del libro, quien a su vez intentó cometer fraude en complicidad con Guzaro, ya que ambos sabían que el fotografiado en 1989 por Stoll no era un guerrillero. Sin duda las cosas se ponen más interesantes en el capítulo 15. Titulado “Sabor de libertad” y subtitulado “Agosto 1982”, tenemos en la página 153 una foto del “Mayor Tito” con una explicación en paréntesis (nom de guerre de Otto Pérez Molina) hablando en Nebaj en 2006. En la página 156 Guzaro nos cuenta cómo, habiendo bajado hasta Aguacatán, el comandante de Nebaj mandó a llamarlo. El comandante era el “Mayor Tito”. Guzaro ofreció sacar a la gente de Salquil con ayuda del ejército si Pérez Molina le ofrecía 5,000 soldados, banderas blancas y altavoces para hablarle a la población en ixil (p. 158). Pérez Molina le dijo que escogiera a un grupo de hombres que lo acompañara. Guzaro seleccionó 14 hombres fuertes (p. 159), quienes entraron con el ejército a Salquil Grande, Parramos Chiquito y pueblos adyacentes para, en sus palabras, rescatar a la población de la opresión del EGP. Como resultado de este operativo, Guzaro se convirtió en amigo incondicional de Pérez Molina y en la figura más destacada de la comunidad evangélica de la zona ixil. En su epílogo, Stoll argumenta que la información de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) es parcial, porque la CEH recibió con los brazos abiertos a los apologistas de la guerrilla, pero les cerró las puertas a los del ejército y los evangélicos tampoco fueron escuchados (p. 198). Dice también que la acusación de genocidio se implementó contra el ejército porque tenía más caché como generador de fondos en los Estados Unidos y en Europa, le atraía a la guerrilla porque los exoneraba, y le atraía a los mayas porque convertía la guerra en una guerra racista. En la página 199 cuenta cómo él fue uno de los periodistas que entrevistó a Tomás Guzaro cuando llegó con su grupo de ixiles a Aguacatán en 1982. Stoll se encontraba allí, cuenta, cortesía de misione-

ros evangélicos que “querían humanizar el tratamiento de los refugiados por parte del ejército” (p. 199, mi traducción). Agrega enseguida que en compañía de Helen Elliott, miembro del Instituto Lingüístico de Verano de nefasta trayectoria en América Latina y previamente expulsado de México, entró a la zona ixil hasta el campamento Nueva Vida en la pista de aterrizaje


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OSE DEL FUEGO

institución, publicó un libro titulado en inglés Escaping a Holocaust During the Guatemalan Civil War, título que aya ixil guió a su pueblo fuera del holocausto durante la tor Tomás Guzaro, escrito por Terri Jacob McComb, con orno a Rigoberta Menchú.

de Nebaj (Helen Elliott fue denunciada por su propio hijo Steve como agente de la reacción). Allí conoció a Tomás Guzaro, amnistiado por Ríos Montt. Esa amnistía lo lleva en la página siguiente, la doscientos, a escribir un panegírico de homenaje al general, según el cual los mayas lo adoran y los católicos también. En honor suyo debemos decir también que critica el gobierno de Alfonso Portillo como uno de

los peores y más corruptos gobiernos en la historia guatemalteca. Stoll sin embargo afirma que le gusta la historia de Guzaro porque, en sus propias palabras, no encaja ni en el dogma de la izquierda ni en el de la derecha (p. 200), aunque le da todo el crédito al Mayor Tito (Pérez Molina) por terminar con los abusos del ejér-

cito (p. 201). Enseguida, celebra sus propias observaciones de que los ixiles estaban entre dos fuegos (p. 202). Concluye afirmando que los católicos carismáticos también se opusieron a los católicos de izquierda y argumentando que las organizaciones de derechos humanos deberían pasar más tiempo hablando con figuras como Tomás Guzaro. El texto en cuestión ciertamente invita a reflexiones. Una de ellas es el significado de sectas evangélicas como la de Guzaro, desde luego. Pero, por encima de ello, la alineación de Ríos Montt, Stoll y Pérez Molina como los héroes de la película más bien parece indicar la continuación de la lucha por la memoria de la guerra. Si antes se combatió con las armas, ahora se sigue combatiendo pero con las computadoras, escribiendo versiones opuestas de lo que sucedió, de lo que constituyó el genocidio, la violación de derechos humanos, la violencia justificada, el comportamiento poco ético, etc. El libro justifica a su vez la “labor humanitaria” de las sectas protestantes estadounidenses, subrayado por el hecho de que el texto es escrito por McComb, una de sus proselitistas, sin en ningún momento problematizar la pérdida de las culturas mayas como resultado de sus acciones, de manera como ya fue documentada con el expulsado Instituto Lingüístico de Verano en

México, organización de cuya mano entró Stoll a la zona ixil. McComb y Stoll tienen, a la vez, el privilegio de ser publicados por importantes casas editoriales en los Estados Unidos (para el record, los centroamericanistas de la Universidad de Texas en Austin se opusieron a la publicación del libro de McComb y Guzaro, pero la editora en jefe, conocida por sus ideas políticas de derecha, y quizás oliendo un nuevo escándalo que aumentara las ganancias de su editorial, impuso su criterio), justificando así las acciones protestantes benévolas en el seno de las culturas mayas. Felizmente, otros académicos tales como María Luz García han iniciado ya una crítica de fondo del libro de McComb y Guzaro, intuyendo que el mismo es un mecanismo para justificar la candidatura de Otto Pérez Molina y para limpiar su verdadero papel como oficial de inteligencia en la estrategia contrainsurgente, especialmente en la zona ixil. Como ella nos recuerda, la guerra sí tuvo mucho que ver con el racismo y la miseria, factores que hicieron que un alto porcentaje de ixiles optaran por una alternativa diferente a la de Guzaro y se acercaran a las filas del EGP. También nos informa que evangélicos como McComb han bloqueado las exhumaciones de cementerios clandestinos en la zona ixil, a diferencia de lo acontecido en las zonas de Rabinal, Río Negro y otras más del país, donde la medicina forense ha confirmado las peores hipótesis acerca del accionar del ejército. García concluye afirmando que si bien McComb y Stoll tienen razón en decir que la historia de Guzaro aún no ha salido a la luz pública en las diferentes versiones de la violencia en Guatemala, la manera cómo ésta es presentada en Escaping the Fire es deshonesta y engañosa. El estilo narrativo del libro oscurece el posicionamiento tan inusitado de Guzaro antes, durante, y después de la guerra, y en vez de ello propone que Guzaro habla por “la mayoría” de los ixiles, como una especie de anti-Rigoberta Menchú, y pese al hecho de que Stoll intentó desmantelar precisamente ese aspecto del libro de Menchú, el del hablar en nombre de otros, constituyéndose a sí misma como ejemplo emblemático de algo mucho mayor. El libro pone las narrativas ixiles de la guerra de cabeza y convierte el genocidio de Estado guatemalteco contra la población ixil como una campaña patrocinada por la guerrilla, la cual provocó los excesos del ejército y dejó a los ixiles vulnerables debido a sus ineptitudes culturales. Escaping the Fire invierte con tanta regularidad o bien borra la historia del área ixil durante el período de la violencia hasta el punto en el cual los últimos que quedan y pueden ser culpabilizados por la violencia son las guerrillas o los ixiles mismos. Mientras tanto, no olvidemos que el gran testimonio sobre la guerra ixil hasta el momento es el titulado Memorias rebeldes contra el olvido: Paasantzila Txumb’al Ti’ Sortzeb’al K’u’l por Ligia Peláez y su equipo, publicado por AVANCSO.


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Revista de libros

DIVERSIDAD:

PIEZAS PARA ARMAR UNA NACIÓN”

Revisitemos una historia familiar. Ella se llama Guatemala y es madre. Ya lo era antes de que viniera España y la poseyera, le cambiara el nombre, la vida, instalara con prepotencia a sus hijos en casa, como si fueran de ella también, antes de que aparecieran los de ambos: un híbrido que no sería español ni indígena. Un bastardo que tendría malos recuerdos de su padre desconocido, del que solo heredó la autoridad y la violencia. Por Vania Vargas

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ueron ellos los que tomaron la dirección de su familia monoparental y se dedicaron a construir una historia propia y para sus hermanos, hijos de madre, a los que incluyeron cuando les convino, y condenaron a una presencia pasiva, silenciosa. Así fue desde la Independencia, pasando por las crisis sociales del siglo XIX y las del XX hasta llegar a 1996 donde, tras 36 años de conflicto armado, los guatemaltecos se vieron en la necesidad de reconstruirse una vez más como nación, reconciliarse como hermanos y no solo volver a empezar, sino prepararse para enfrentarse a una nueva colonización: la globalización. El reto que se plantea esta vez parece no ser tan solo la inclusión social del pueblo indígena. Se trata, más bien, de un acercamiento, de un reconocimiento y valoración de su riqueza cultural, esa misma que nunca se tomó en cuenta en otras reconstrucciones. Se trata de armar una historia parecida al amor, en la que se intente convivir con “el otro” sin querer cambiarlo. Una historia en la que se reconozcan plurales, y con esa fuerza protejan todos los flancos, defiendan a la madre: Guatemala / Paaxil: que es la misma. Estos desafíos son los que abordan, desde diferentes perspectivas, los autores de los ensayos de este libro: Repensarnos: un trabajo conjunto entre UNESCO y la Universidad Rafael Landívar, que reúne textos multidisciplinarios que abordan un mismo tema: construir una nación desde la diversidad y que ésta se convierta en una fuente de intercambios y beneficios mutuos. Para comprender mejor esa necesidad, Regina Fuentes Oliva, hace un recorrido por los momentos históricos en los que el país se ha planteado su reconstrucción como Estado, pero basado en la exclusión y el racismo. El panorama se va complementando con los textos de Ajb’ee Jiménez, Alejandro Flores, Iyaxel Cojtí Ren y Anabella Giracca, quienes subrayan la importancia de ahondar en el pensamiento crítico y la experiencia de los pueblos indígenas, para replantear, de esta manera, la forma de ver a Guatemala. Se trata de darle continuidad a sus conceptos vitales, tradicionales, su ideología y sus fortalezas en el campo tecnológico. Identificar esos conocimientos, protegerlos, difundirlos y valorarlos como una fuente de riqueza y poder intangible para el país. Otra manera de acercarse a los elementos que contribuyen en la construcción de la nación es, sin lugar a dudas, a través del arte. En este apartado, artistas de la plástica guatemalteca, como Sandra Monte-

rroso y Benvenuto Chavajay, así como el escritor Francisco Alejandro Méndez, entre otros profesionales, parten desde sus campos de acción y creación para demostrar cómo a través de la socialización de una obra de arte se puede generar pensamiento, reflexión, y cómo estas expresiones, tanto en la plástica como en la literatura, se convierten en ventanas para conocer esas otras maneras de hablar del país, de percibirlo. El libro incluye, además, tres ensayos sobre el pensamiento crítico latinoamericano: “Filosofía intercultural”, “Filosofía latinoamericana” y “Pensamiento alternativo y alterglobalización”. Textos que son parte de un libro publicado por la Universidad Católica Silva Enríquez, de Chile, y que en esta edición pretenden ampliar la perspectiva local. Con la publicación de Repensarnos también se deja constancia de la designación de Guatemala como Capital Mundial de la Filosofía del año 2012, durante la celebración de su día, instituido por UNESCO, el tercer jueves de noviembre de cada año. Tomando en cuenta que esta disciplina y su enseñanza “estimulan la apertura mental, la responsabilidad civil, el entendimiento y la tolerancia”, bases necesarias para amalgamar nuestras diferencias, para reconstruir nuestros imaginarios. Montiel, Edgar, Juan Blanco y Amílcar Dávila. (Coordinadores). Repensarnos. Unesco/URL. Marzo, 2011.


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