Cultural 14-06-2019

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 14 de junio de 2019

Augusto Roa Bastos

Hijo de hombre


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presentación

a presencia en la literatura universal de la ficción latinoamericana ha dependido de escritores como Augusto Roa Bastos, cuya recepción inmediata en la academia fue casi inmediata a causa del valor reconocido de su obra. En esta ocasión, el Suplemento pone a su alcance el análisis literario de “Hijo de hombre”, un texto complejo en el que aparece el talento consagrado del escritor paraguayo. La contribución, a cargo de Jorge Antonio Ortega Gaytán, desgrana en pocas páginas las características más sobresalientes de la obra. Una de ellas, por supuesto, la alusión evangélica del título mismo del libro, “Hijo de hombre”, así como las alusiones al universo de subalternidad en un espacio geográfico castigado por la pobreza y el abandono de un sector importante de la población. Como es habitual, acompañamos al texto en mención, el análisis cinematográfico del filme “El niño que domó el viento”. Para ello, Dennis Escobar Galicia, al tiempo que explica las claves interpretativas de la puesta en escena, observa los paralelismos con la realidad guatemalteca y ofrece su propia crítica. Es una producción de calidad, dice Escobar, pero que desafortunadamente no suele ser vista por el amplio público. Por su parte, para los aficionados del cuento y más en particular, las microficciones, Adolfo Mazariegos nos presenta tres relatos en donde los finales suelen ser inesperados y el sentido del humor y las situaciones accidentadas de sus protagonistas, nos hacen disfrutar de una propuesta ingeniosa. Recomendamos su lectura por el artificio, pero más aún, por la arquitectura de la construcción breve. Finalmente, no abandone nuestra edición sin leer la carta de Ernesto Cardenal a “Pepe” Mujica, la selección de textos poéticos a propósito del día del padre y la visión estética de Van Gogh. Creemos que el Suplemento será de su beneplácito y eso nos compromete a seguir adelante contribuyendo en su afán por cultivarse en el ámbito de la cultura. ¡Enhorabuena!

es una publicación de:

Desde las fisuras de la subalternidad “Hijo de Hombre” de Augusto Roa Bastos Jorge Antonio Ortega Gaytán Escritor

“¿Y no es este acaso el verdadero sentido de lo utópico? …El hombre mismo es, pues, la utopía perfecta” ARB.

P

ara dar inicio es necesario hacer un posicionamiento físico del ambiente en que se desarrolla Roa Bastos y el mundo creado por él para dar vida a “Hijo de Hombre” (1960). Para ello hay que recalcar la singularidad de que el paraguayo es una excepción a nivel latinoamericano, en efecto es el único país en que el idioma autóctono, el guaraní, es reconocido como lengua oficial a pesar de ser postergado al español por una diglosia desfasada con la realidad lingüística. Un cuarenta y cinco por ciento de la gente es monolingüe en guaraní, en especial en las zonas rurales y, se habla Jopará una forma híbrida de

ambos idiomas en todas las calles de Asunción y su periferia. En este contexto particular se ve sumergido el escritor paraguayo, que se trasladó con sus padres a muy poca edad a Iturbe, un pueblecito del Guaira al este de Asunción, uno de los núcleos en que la lengua indígena está más enraizada en la escuela, sus compañeros le hablaban en guaraní y en sus juegos a la ribera del Tevikuary. Como si fuera poco, su madre le leía la Biblia en ese idioma dándole al mismo tiempo una nueva dimensión mítica. La dinámica de las variaciones, la recreación que lo definen y lo transforman como autor de lo binario y lo infinito, fusionaban. El ejemplo más valioso está sin duda en los diferentes estratos del texto de la novela en análisis. “El que mejor conocía la historia era el viejo Macario. Esa y muchas otras”. En función directa de la mezcla idiomática, el guaraní se sostiene por sí solo, el anciano no hablaba otro idioma,

los niños tenían una historia de su pueblo, una propia en la lengua indígena en base a la oralidad, elementos que ofrecen a Roa un perfecto contrapunto a la historia oficial, escrita en español. Además de lo senil de Macario y su tremenda imaginación, los hechos más anecdóticos obraban una dimensión mítica que los niños transmitirían a su vez a sus propios hijos. El predominio de la oralidad guaraní es fundamental entre los indígenas del Guaira. El reto bilingüismo de Roa Bastos se enmarca en pensar en guaraní y hablar en español, producto de ello una novela original y precursora. La cual se define así: “…la presencia lingüística del guaraní en la escritura de la novela se impone desde la interioridad misma del mundo afectivo de los paraguayos. Plasma su expresión coloquial cotidiana, así como la expresión simbólica de su noción del mundo, de sus mitos sociales, de sus experiencias de vida, individuales y colectivas”. El anciano Macario, bajo la


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obsesiva fijación de sus relatos, varía constantemente las voces y los sueños de la memoria colectiva, encarnados en ese diminuto cuerpo esquelético que puede caber, cuando lo entierren, en un ataúd infantil. Es la voz de los marginados, es el sujeto que diseña el pasado del pueblo y que a través de la oralidad de sus relatos (rescatados por el escritor) se proyectan al futuro de generación en generación. El hilo conductor del texto de Roa se consolida con símbolos psicosociales de amplio espectro como el desarraigo, el exilio, la marginación, la exclusión, la existencia del otro que se manifiesta con autoridad, con otra cosmovisión, otra religión y sobre todo con otro lenguaje. Lo anterior hace posible que el dolor y la soledad atraviesen toda la narración. Es el sustento de la marginalidad que se vuelve omnipresente en toda la novela y que se convierte en caja de resonancia de un mundo complejo e híbrido formado en Jopará. La historia se inicia con la aparición fantasmal de Macario en medio de una siesta de verano, también fantasmal. El narrador dice: “Han pasado muchos años, pero de eso me acuerdo”. Resulta extraña esta historia que empieza recordando fantasmas. Es que todo Paraguay se había convertido en un fantasma polvoriento detrás de la dictadura de Gaspar Francia, un país desconocido, cerrado como un puño, con apariencia de república, remedo de instituciones y organizaciones. Solamente las vidas insignificantes de los pueblos mantenían su automatismo como Itapé con sus ritmos solares y lunares, interrumpidos en cuanto al paso del tren. Lo demás es pasado. Itapé es un espejismo del pasado. Todo remite a lo acaecido y es un pasado doloroso, ominoso, funesto, lleno de heridas sin restañar porque sin la justicia, las heridas de cualquier sociedad permanecen abiertas y punzantes. Esa agonía de años se había ritualizado, había terminado convirtiéndose en una liturgia de Viernes Santo, día de la pasión y muerte del hijo de Dios. Con Macario, la realidad retrocede hasta encontrarse con el prodigio del astro que anuncia la desgracia. El cometa consigue trastornar los ciclos, la pesada carga del autoritarismo, en la tierra encuentra un eco del cielo: sobreviven a sequías, escasez y muerte. El artista muere abandonado, pero, deja un signo de redención en la talla del Cristo que encuentran en su choza. Deciden llevar la imagen al pueblo para instalarla en la parroquia, pero el sacerdote y las autoridades se oponen. Cada cual usa su propio juicio: de Caifás a Pilatos, todos repudian al Cristo sospechoso tallado por un impío que ni siquiera escuchaba misa. Se debate tres días con sus noches en las que se gestiona la traición, mientras los discípulos velan la plaza. Hay dos tiempos que corren paralelos: el tiempo del mito, la pasión y muerte del Cristo Nazareno y el tiempo de otro pasado, menos real que sobrevive en

el relato de Macario, el de la dictadura perpetua que recuerda dolorosamente. La dictadura que escribe Roa Bastos, esta magnífica y prodigiosa resurrección de la esperanza en medio de la miseria humana. En este caso particular los tres eventos bélicos en que se ven arrastrados los paraguayos, así, como la revolución de Concepción o guerra Civil de 1947, en la cual se ve afectado directamente el creador del Hijo de Hombre y que lo desarraiga, situación que le permite desde el exilio concebir esta estupenda novela de sonoridad incomparable gracias al ensamble idiomático, su conocimiento profundo del mundo guaraní y a su paso por la guerra que desangró a la nación paraguaya. Las guerras en que se involucró Paraguay todas tenían como objetivo estratégico la definición de fronteras y sobre todo la consolidación de los intereses petroleros de las transnacionales en esas latitudes australes. Conforme se avanza en la lectura del texto se va desarrollando la realidad medular de rescatar esas voces ausentes del discurso oficial de la historia de nuestros pueblos. La otra identidad, la negación cultural, la falta de equidad, la exclusión, la censura y sobre todo la arquitectura social de la marginalidad. Hijo de Hombre permite la construcción de un prototipo de nación, con memoria propia, con idioma y códigos específicos que favorecen la transferencia y la formación de una conciencia colectiva, desde otro punto de vista, con un enfoque subalterno edificado por múltiples voces de ese mundo que en apariencia confabula desde el vértice de la mujer hecha esclava del esclavo, del hereje, el leproso, el mendigo, desde el indígena, desde la miopía de la autoridad que busca arquetipos sociales y culturales que sustituyan los modelos propios. En igual forma en que se hace un recorrido por el dolor y soledad de los paraguayos. El texto en mención facilita recorrer la geografía e historia de Paraguay con variadas temporalidades. Los hechos pueden ser vistos desde diferentes ángulos y enfoques. Es el diseño escogido por Augusto Roa Bastos como estrategia para no olvidar, la repetición y construcción de la memoria colectiva, la cual se va transformando en legítima al contarse entre muchos o entre todos. Paralelo a lo anterior y que converge periódicamente a lo largo de la novela de Roa es la intertextualidad bíblica, que se hace presente desde el inicio del libro de Ezequiel. Lo cual respalda con el narrador que hace énfasis de este tema en el primer capítulo “Los itapeños tenían su propia liturgia, una tradición nacida de ciertos hechos no muy antiguos pero que habían formado ya su leyenda…”. Este párrafo da de entrada la posición del colectivo, lo cual le da solvencia a Macario para enfrentar a las autoridades con respeto al ingreso y bendición del Cristo y el desarrollo de la trama de la novela.

Para tener una idea clara de cómo el escritor paraguayo utiliza el discurso religioso para incursionar en la marginalidad y subalternidad indistintamente, Hijo de Hombre es un título desde el punto de vista bíblico ambiguo, por cuanto puede referenciarse de la Biblia. Puede llamar a Jesús como el profeta Ezequiel, como lo demuestran los siguientes párrafos, tomados de uno y otro texto: Dice Jesús: “…Al que da una palabra contra hijo del hombre se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en este mundo ni en el futuro…”. Dice Ezequiel: “…Cuando me habló un espíritu entró en mi vida y me hizo permanecer de pie, y yo escuché al que me hablaba. Él me dijo: Hijo de Hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos y sus padres se han sublevado contra mí hasta el día de hoy…”. Ezequiel. Cap. 2 1-4. Desde el plano morfológico, es cambio de la proposición a la contracción es altamente significativo, puesto que nos advierte que el profeta es caratulado como hijo de un hombre, mientras que Jesús se llama a sí mismo hijo de la era humana,

asumiendo así su carácter de Hijo de Dios hecho hombre para morir por la humanidad según la fe cristiana. En otro sentido, la sutil diferencia informaría que el título nos ubica indiscutiblemente en el Antiguo Testamento. El papel de la mujer en todo el texto es de marginalidad. Lo singular de los prototipos femeninos es el desarrollo de María Regalada, sepulturera del pueblo y madre de Alejos, el cual lo está preparando para “…luchar para que esto cambie…” enfermera, prostitutas, esposas sumisas, en fin, el rol de la marginalidad en ese mundo tan real como imaginario de Augusto Roa Bastos. La consistencia de la oralidad recae en Macario “…al que se seguían para oír sus relatos… que tenían el olor y el sabor de lo vivido. Era un maravilloso contador de cuentos y, sobre todo era la memoria viviente del pueblo…”; “sus silencios hablaban tanto como su palabra”. El eje de toda esta narración fantástica recae en la habilidad de Roa Bastos de encartar todo el esquema oral, su experiencia como soldado y su situación de exiliado, para darle vida a sus personajes desde la frontera de la subalternidad, con rostro, con referentes naturales de la cultura guaraní, que con facilidad se extrapolan a cualquier latitud de América Latina.


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“El niño que domó el viento”: Sí se puede contra la miseria Dennis Orlando Escobar Galicia Periodista

Esta película se estrenó hace dos meses en Netflix. En las salas de cine de Guatemala es casi seguro que no se verá porque no es de acción, de miedo o de violencia. No obstante, por recomendación de unos pocos cinéfilos, se ofrece en ventas populares que promueven cine de calidad.

E

l libro del mismo nombre, en el que se basó el productor del filme, está siendo ofrecido por una conocida librería que logró importar una mínima cantidad de ejemplares. El niño que domó el viento es una historia verdadera que ocurrió hace quince años en Malaui o Malawi, país sin salida al mar ubicado al sureste de África y que se independizó del Reino Unido en 1966. Este país tiene una superficie muy similar a la nuestra y ocupa el 171 lugar en el índice de desarrollo humano. Guatemala está en el puesto 127. En Malaui se padecen hambrunas muy similares a las que sufren poblaciones como las de Jocotán y Camotán en Chiquimula, Guatemala. Curiosamente ambos países

tienen como principal alimento el maíz. Al maíz blanco en idioma Chichewa se le llama chimanga. La película, de auténtica motivación, está basada en la historia de Wiliam Kamkwamba (1987), joven de catorce años que para enfrentar la hambruna de su familia y rescatar la agricultura de sobrevivencia ideó un molino de viento para extraer agua subterránea. Aprendió a crearlo a través de la lectura en la ínfima biblioteca de un colegio de su localidad, después de haber sido excluido de sus clases regulares por no estar al día en sus cuotas. Los materiales para la hechura los adquirió en un botadero de basura. Vale mencionar que Winbe, la población natal de Wiliam, situada en la región central de Malaui, sufría inundaciones y sequías como consecuencia de la deforestación provocada por empresas saqueadoras en complicidad con gobiernos corruptos. Los pobladores padecían una severa crisis alimentaria que poco a poco provocaba desnutrición y muerte. Los politicastros mientras tanto lucraban con el hambre del pueblo. «La democracia es como una yuca importada, se pudre antes», dice el padre del joven inventor. El ingenio del chico africano y su tenacidad por demostrar que sí era posible sobrevivir, «es una historia universal que es parte del compromiso y la creatividad de los jóvenes y su espíritu profundo», dice Chiwetel Ejiofor, productor, director y actor de la película, conocido por su actuación en la película 12 años de esclavitud. El filme es una historia motivacional de superación. En él se enaltecen valores morales como el amor a la familia y a la comunidad, la perseverancia para enfrentar las adversidades, la conciencia social y el espíritu inquisidor que busca en la ciencia la solución de los problemas con que se enfrentan los humanos, principalmente los más vulnerables, es decir: ¡los pobres! La historia me conmovió porque laboro en la Facultad de Agronomía de la Usac, institución obligada a «formar profesionales con valores y conciencia social, que contribuyan al desarrollo sostenible del país y al bienestar de sus habitantes a través de la generación y aplicación de conocimientos en la agricultura ampliada y ciencias ambientales». Esto me motivó a sugerir la proyección de la película en uno de los salones de clase. Los pocos que asistieron fueron tocados en su conciencia porque conocen la situación de hambruna de algunos lugares de Guatemala (ejemplo: la parte centro oriental del Corredor Seco), así como también la de muchos proyectos apoyados por la cooperación internacional para paliar el hambre y la desnutrición. Millones invertidos pero que aún no han causado impacto para acabar con el flagelo. El libro, escrito por su protagonista Wiliam Kamkwamba, y el periodista Bryan Mealer, abunda en más detalles y nos adentra con la imaginación en la

vida de ese ingenioso adolescente que con el molino de viento trajo la electricidad a su casa, y ayudó a su familia y comunidad a obtener el agua que necesitaban para sus cultivos de sobrevivencia. Cine y literatura: dos lenguajes distintos. Por tanto, Ejiofor se permitió la licencia de hacer unos pequeños cambios y resaltar aspectos de su interés al redactar el guion para la película. Por ejemplo: reducir el número de miembros de la familia de Wiliam, resaltar la corrupción de los politiqueros y los abusos que cometen con la población vulnerable. La obra, de 329 páginas, impresas en papel certificado por el FSC, contiene prólogo, quince capítulos, epílogo y agradecimientos a quienes desde el inicio a la fecha han apoyado a Wiliam en su empeño de cambiar el destino de su familia y del país entero. En el epílogo, Wiliam, ya un ingeniero egresado de una universidad estadounidense, escribe: «Ahora que ya estamos en 2014 y que me he graduado, la gente me pregunta qué planes tengo y dónde pienso vivir. Por supuesto, estaría muy bien quedarme en Estados Unidos, encontrar un buen trabajo (…) y ganar un montón de dinero. Pero ese no soy yo. A pesar de lo mucho que me gusta el país, mi corazón y mi futuro pertenecen a África». Película y libro El niño que domó el viento recomendables para toda la familia. Obras para solaz y educación en todos los niveles educativos. En lo personal, con esta historia sigo creyendo que con jóvenes como Wiliam Kamkwamba sí se puede cambiar el mundo.


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Tres momentos infames (Microficciones) Adolfo Mazariegos Escritor y columnista del Diario La Hora

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Al salir del bar

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o vi de dónde salió, pero vi que venía directo hacia mí. En la mano traía algo que no pude distinguir en la oscuridad, supuse que era un arma. «Un asalto» pensé, nervioso, y me preparé para lo peor. Repasé mentalmente las pocas cosas de valor que llevaba conmigo: reloj, teléfono móvil, billetera... ¿Billetera? Un escalofrío recorrió mi espalda. Él me alcanzó. Me di la vuelta para enfrentarlo y pude ver, aunque no había mucha luz, que me sonreía. «Disculpe» dijo, «no quise gritarle para no llamar la atención. Ha dejado su billetera en el bar, sólo vine a devolvérsela».

El boleto de lotería

uando llegué no pude evitar fijarme en aquella hermosura que atendía la barra. Tenía un cuerpo espectacular y un rostro que la hacía lucir como una verdadera obra de arte. Atrevidamente le pregunté, bromeando, si se fugaba conmigo. «Sólo si tienes un millón de dólares en el bolsillo», respondió, guiñándome un ojo y sonriendo con picardía. Le devolví la sonrisa, y me levanté para comprar dos boletos de lotería en la máquina expendedora que había al fondo del local. Le obsequié uno a ella y guardé el otro en mi bolsillo. «Será mañana, entonces», le dije, «vendré con ese millón» y golpeé levemente mi bolsillo. A la mañana siguiente la vi en el noticiero: ella había ganado el premio mayor… Y ese mismo día desapareció, para siempre.

¿De qué estábamos hablando?

N

unca le dije aquello que quería decirle. Y ella nunca se atrevió a hablarme de aquello que quería decirme. Nunca nos dijimos nada de aquello que queríamos decirnos. Nada de nada. Hoy, muy lejos ya de aquellos años, por fin se lo he dicho. Me miró, se sonrió, y sus ojos se llenaron de lágrimas, y recuerdos, y momentos, y dolores lejanos: «yo también quise decirle eso mismo hace mucho», dijo, y me abrazó, ¡con tanta intensidad que hasta olvidé mis ochenta y tantos años ya vividos!, ¿o son más? Observé su sonrisa de niña hermosa, y le pregunté: «Perdón, ¿de qué estábamos hablando?»


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epistolario

Carta de Ernesto Cardenal a José “Pepe” Mujica Carta urgente desde Nicaragua

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l mundo debe saber y pronunciarse respecto a lo que está ocurriendo en Nicaragua: una verdadera crisis de derechos humanos y terrorismo de Estado.

Reconociendo que sos un defensor de los derechos humanos, de la lucha por la dignidad y fuente de inspiración para toda América Latina, la juventud y el pueblo que lucha en las calles de Nicaragua, necesitamos que sumes tu voz a nuestra causa que es digna y justa. Desde abril de 2018, los jóvenes nicaragüenses han vuelto a las calles para reclamar democracia y libertad. Han cumplido la profecía de uno de los principales artífices de la cruzada nacional de alfabetización en Nicaragua, el padre Fernando Cardenal, quien nunca se cansó de asegurar que así ocurriría. Lamentablemente, el ímpetu y determinación de la juventud fueron respondidos con la más violenta represión gubernamental que este país ha visto en su historia. El 19 de abril, hace dos meses, el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo cobró la vida del primero de más de 180 nicaragüenses, en su mayoría jóvenes e incluso niños. Hay más de 1 mil 500 heridos, muchos desaparecidos y presos políticos. Estos números aumentan cada día que transcurre Ortega en el poder. El sábado 16 de junio, una familia completa fue calcinada en un incendio provocado por los escuadrones de la muerte del régimen, en represalia por no permitir que francotiradores entraran a su casa para desde ahí matar a quienes protestaban en la calle.

A pesar de la represión, la movilización ciudadana se ha mantenido firme, obligando a Daniel Ortega y Rosario Murillo a sentarse en un diálogo nacional con interlocutores más allá del gran capital. Por primera vez, en once años, tuvieron que sentarse con estudiantes universitarios, movimiento campesino y sociedad civil. La estrategia del régimen orteguista ha sido estancar el diálogo para desatar su estrategia de terror en las calles. Aún es incierto si el diálogo nacional podrá dar respuesta al clamor popular que demanda que se vayan inmediatamente del poder y que haya justicia. La presión popular también permitió que se concretara una visita de trabajo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuyo informe preliminar coincide con el informe de Amnistía Internacional respecto a las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en Nicaragua a manos del régimen orteguista. Ambos organismos lograron documentar el uso excesivo de la fuerza y la violencia por parte de los cuerpos de seguridad del Estado y fuerzas de choque parapoliciales armadas, incluyendo francotiradores que han lanzado disparos mortales a muchísimas víctimas, incluyendo al periodista Ángel Gahona y varios niños. Ortega y Murillo no pueden seguir encontrando legitimidad en los movimientos de izquierda a los que con sus actos sin escrúpulos han traicionado. Los héroes y mártires de la revolución sandinista no merecen que su memoria sea manchada por los actos genocidas de un dictador que los traicionó. Las víctimas de Ortega y Murillo merecen justicia. Ernesto Cardenal: Sacerdote y poeta. Texto enviado junto a la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia.


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POESÍA EN EL DÍA DEL PADRE

EL DESPERTAR Alejandra Pizarnik a León Ostrov

IMAGEN DE MI PADRE Nicanor Parra Yo tenía un fiel amigo de lento mirar cansado triste como un jardinero y puro como un relámpago. Tenía las manos suaves como el corazón de un pájaro al andar casi danzaba y hablaba casi cantando. Como ríos paralelos vagábamos por los campos yo lo confundía a veces con la sombra de algún árbol. El cielo que lo cubría no podía ser más alto y el nardo azul de su alma no podía ser más nardo. Si hubiera sido de agua ¡qué compañero tan claro! serenos como sus ojos nunca se verán dos lagos. Amigo dulce dormido que nunca será olvidado ni en el día en que se cierren para mí todos los astros.

EL DÍA MÁS FELIZ Edgar Allan Poe El día más feliz, la hora más feliz mi marchito y yerto corazón conoció; el más noble anhelo de gloria y de virtud siento que ya desapareció. ¿De virtud, dije? ¡Sí, así es! Pero, ay, se ha desvanecido para siempre. El sueño de mi juventud más dejadlo ya desvanecerse. Y tú, orgullo, ¿qué me importas ahora? Aunque pudiera heredar otro rostro, el veneno que has vertido en mí

¡Permanecerá siempre en mi espíritu! El día más feliz la hora más feliz verán mis ojos –sí, los han visto–; La más resplandeciente mirada de gloria y de virtud siento que ha sido. Pero existió aquel anhelo de gloria y de virtud, ahora inmolado con dolor: incluso entonces sentí que la hora más dulce no volvería de nuevo, pues sobre sus alas se cernía una densa oscuridad, y mientras se agitaba se derrumbó un ser tan poderoso como para destruir a un alma que conocía tan bien.

Señor La jaula se ha vuelto pájaro y se ha volado y mi corazón está loco porque aúlla a la muerte y sonríe detrás del viento a mis delirios Qué haré con el miedo Qué haré con el miedo Ya no baila la luz en mi sonrisa ni las estaciones queman palomas en mis ideas Mis manos se han desnudado y se han ido donde la muerte enseña a vivir a los muertos Señor El aire me castiga el ser Detrás del aire hay monstruos que beben de mi sangre Es el desastre Es la hora del vacío no vacío Es el instante de poner cerrojo a los labios oír a los condenados gritar contemplar a cada uno de mis nombres ahorcados en la nada. Señor Tengo veinte años También mis ojos tienen veinte años y sin embargo no dicen nada Señor He consumado mi vida en un instante La última inocencia estalló Ahora es nunca o jamás o simplemente fue ¿Cómo no me suicido frente a un espejo y desaparezco para reaparecer en el mar donde un gran barco me esperaría con las luces encendidas? ¿Cómo no me extraigo las venas y hago con ellas una escala para huir al otro lado de la noche? El principio ha dado a luz el final Todo continuará igual Las sonrisas gastadas El interés interesado Las preguntas de piedra en piedra Las gesticulaciones que remedan amor Todo continuará igual Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo porque aún no les enseñaron que ya es demasiado tarde Señor Arroja los féretros de mi sangre Recuerdo mi niñez cuando yo era una anciana Las flores morían en mis manos porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón Recuerdo las negras mañanas de sol cuando era niña es decir ayer es decir hace siglos Señor La jaula se ha vuelto pájaro y ha devorado mis esperanzas Señor La jaula se ha vuelto pájaro Qué haré con el miedo.


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ESTÉTICA

VAN GOGH: Siempre se halla a Dios en el fondo

Querido Teo: El sentimiento, incluso un sentimiento puro, delicado, por las bellezas de la naturaleza, no es lo mismo que el sentimiento religioso, aunque creo que hay entre ellos una especie de inteligencia. El sentimiento de la naturaleza lo tenemos casi todos en nosotros, unos menos, otros más. Son más raros los que sienten que Dios es espíritu, y los que le adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad.

N

uestros padres pertenecen a ese número... Tú sabes que está escrito: “El mundo pasa, y todo su esplendor”, y que, por otra parte, se ha hablado también de “una parte que no nos será quitada”, de “una fuente de agua viva que salta hasta la vida eterna”. Roguemos nosotros también a fin de ser ricos en Dios. Sin embargo, no te detengas a pensar con demasiada profundidad en estas cosas, que por sí mismas te resultarán cada vez más claras con el tiempo. No hagas sino lo que ya te he aconsejado que hagas. Por nuestra parte, pidamos que lleguemos a ser pobres en el reino de Dios, servidores de Dios. No lo somos todavía. Pidamos que el ojo de nuestra alma se haga simple; entonces seremos enteramente libres, completamente simples... (Cartas a Teo, 17 de septiembre de 1875). Igualmente, pienso que todo lo que es verdaderamente bueno y bello, con belleza interior, moral, espiritual y sublime, en los hombres y en sus obras, viene de Dios y que todo lo que hay de malo en las obras de los hombres y en los hombres, no viene de Dios, y que Dios mismo no lo encuentra bueno. Pero instintivamente me inclino a creer que el medio mejor para conocer a Dios es amar mucho. Amar a este amigo, a esta persona, a esta cosa, lo que tú quieras; así estarás en el recto camino para llegar a saber más después, eso es lo que yo me digo. Pero hay que amar con una elevada y seria simpatía íntima, con voluntad, con inteligencia, y hay que procurar entender de eso más a fondo, mejor y cada vez más. Eso lleva a Dios, eso lleva a la fe inquebrantable. Por poner un ejemplo, uno amará a Rembrandt, pero con toda seriedad; entonces ése sabrá que hay un Dios y creerá en Él. Otro profundizará en la historia de la Revolución Francesa, y dejará de ser incrédulo; verá que en todas las cosas

grandes hay también un poder soberano, que se manifiesta. Buscad comprender la última palabra de lo que dicen en sus obras maestras los grandes artistas, los maestros serios, hallaréis a Dios allí dentro. Uno lo escribe en un libro, otro en un cuadro... (ibid., julio de 1880). Yo creo cada vez más que no hay que juzgar a Dios por este mundo, porque es un boceto que le salió mal. ¿Qué quieres? Ante los bocetos fracasados si verdaderamente se ama al artista, no se halla mucho que criticar; uno simplemente se calla. Es verdad que hay el derecho de pedir algo mejor. Con todo, tendríamos que ver otras obras de la misma mano; este mundo está evidentemente hilvanado a todo correr en uno de esos malos momentos en que el autor no sabía ya lo que hacía, en que no era dueño de sus pensamientos. Lo que la leyenda nos cuenta de Dios, es que con todo puso un esfuerzo enorme en este estudio suyo del mundo. Yo me inclino a creer que la leyenda es verdad, pero el estudio se le estropeó entonces de diversas maneras. Sólo los grandes

maestros se equivocan así; ése es el mejor consuelo, supuesto que desde entonces tenemos derecho a esperar que se tomará la revancha la misma mano creadora. Y eso supuesto, esta vida, tan criticada y con tan buenas y excelentes razones, no debemos tomarla por lo que no es. Así nos queda la esperanza de ver algo mejor que esto en otra vida (ibid., 29 de mayo de 1888). ¡Ah, querido hermano! ¡A veces conozco tan bien lo que quiero!... Yo puedo, en la vida y en la pintura, prescindir de Dios; pero no puedo en su sufrimiento prescindir de algo más grande que yo, de algo que es mi vida: el poder de crear. Y si, frustrado en este poder en cuanto a lo físico, busco la creación de pensamientos en lugar de hijos, se siente uno bien en medio de la humanidad. En un cuadro yo quisiera decir algo consolador como una música. Yo quisiera pintar hombres o mujeres con ese no sé qué de eterno, cuyo símbolo antiguamente era el nimbo, y que nosotros buscamos por medio de la irradiación y la vibración de nuestras coloraciones (ibid., 1 de septiembre de 1888).


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