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Una idea original de Rosauro Carmín Q.

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Marlov Barrios: el barroco vuelve al arte Página 7

LA HISTORIA DE LOS SILABARIOS


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Nueva Guatemala de la Desde la portada

Historia de los

E

Uno de los procesos más hermosos que se desarrollan en la educación primaria es la enseñanza de la lectura y escritura. Los niños de cuatro, cinco o seis años, reciben admirados, por parte de sus profesores, las claves para ir desentrañando los misteriosos signos de la escritura. Por Benedicto González Vargas

n nuestro idioma los silabarios más antiguos que se conocen provienen de los esfuerzos de la Iglesia Católica por enseñar a leer en sus escuelas, fueron llamados “cartillas”, y sus ejemplos intentaban vincular la adquisición del lenguaje escrito y la enseñanza cristiana, proponiéndose, de ese modo, un doble objetivo. En un principio, como era común por aquella época, se pensaba que todo debía basarse en la memoria (sin importar demasiado la comprensión, que llegaría por sí sola con la madurez), de modo que estos silabarios o cartillas abusaron del recurso memorístico. Los silabarios modernos, por su parte, surgieron como reacción a ese método de enseñanza de la lectura basado exclusivamente en la memorización del alfabeto, que se complementaba con una explicación expositiva de la fonética seguida de largas sesiones de lectura en voz alta. Como ya fue señalado, los primeros silabarios fueron las cartillas que contenían mensajes religiosos, pero en forma temprana los creadores de silabarios se percataron de que una de las claves era la comprensión de la sílaba. Probablemente la práctica y la ejercitación permanente, aunque no buscara ese método, demostró que los niños, al aprender a leer, siempre silabean, y al percatarse de ese hecho surgió nítida la necesidad de basar en la sílaba la adquisición del lenguaje escrito. De allí al nombre genérico de estos textos como silabarios hubo menos de un paso. En la España colonial el privilegio de publicar cartillas o silabarios pertenecía preferentemente a instituciones religiosas católicas, y fueron los obispados o las congregaciones religiosas las que se dieron a la tarea de crear, publicar y difundir las cartillas. Lamentablemente, la corona española al establecer estos llamados privilegios, que eran excluyentes, fomentó a la vez la edición de cartillas alternativas no autorizadas, que no siempre eran rigurosas ni eficaces, pero resultaban mucho más baratas que las oficiales que constituían un verdadero monopolio instalado. Fue en México donde nació el primer silabario propiamente hispanoamericano, llamado Nueva cartilla de primeras letras, en el que sucesivos editores lo imprimieron entre los siglos XVI y XVIII

(Hospital de Naturales, Imprenta de Paula Benavides en 1641, Hospital de Indios en 1771 y en 1783 su impresión la hizo Pedro de la Rosa, de Puebla). En esta etapa, donde subsistía el origen religioso de los silabarios, el método usado por los docentes consistía en la interrogación individual del estudiante sobre los signos y sílabas de la cartilla. El alumno debía, por ejemplo, iniciar su contestación con la fórmula “Jesús y Cruz y la que sigue es... (respuesta)”. Complementariamente en la portada la cartilla se imprimía una imagen de Jesucristo representado como niño o de algún santo o advocación de la Virgen. Uno de los más famosos —y aún en uso en México y Centroamérica— es el Silabario de San Miguel. Era común también que estas cartillas incluyeran algunos ejercicios silábicos que a la vez eran fórmulas de adoctrinamiento religioso; como la oración de protección “Por-la-se-ñal-de-la-san-tacruz...”, usada en la Cartilla de Valladolid a manera de enlace entre la presentación de las sílabas y los contenidos religiosos. Los ejercicios de escritura podían iniciarse semanas o meses después de comenzado el aprendizaje de la lectura, pues se consideraba que era poco pertinente que fueran simultáneos. A raíz de las reformas borbónicas, vinculadas a las corrientes racionalistas e ilustradas, un nuevo espíritu comienza a mandar en la publicación de silabarios: era la búsqueda de una educación racional, admiradora de los valores de la antigüedad clásica. En los nuevos silabarios hay preocupación por presentar listados lo más completos posibles, enciclopédicos podría decirse, de todas las sílabas en uso. Fue en este contexto que, en 1785, Juan Antonio González de Valdés publicó su Silabario trilingüe para aprender a leer y escribir todos los sonidos simples elementales de la lengua española, griega, y latina. Ya en el título queda meridianamente clara la inspiración ilustrada de la obra. En 1810, el año de las independencias, se publicó en Buenos Aires la Cartilla o silabario para uso de las escuelas, impreso por el patriota chileno Manuel José Gandarillas. Este pequeño impreso, que inauguraba un nuevo estilo de silabario en América Latina, no era más que un listado, prácticamente alfabético, de casi todas las sílabas posibles en idioma castellano, intercaladas con el abecedario, los signos numéricos, diptongos y triptongos. La gran innovación fue la disposición del impreso, que no contenía mensajes doctrinales y estaba ordenado en 13 unidades numeradas, siendo de clara inspiración racionalista. En 1845, en la ciudad de Buenos Aires y todavía uniendo la enseñanza de las letras, religión y moral, el pedagogo José Antonio Wilde da a conocer su Silabario argentino, destacando en su portada que se trata de un método útil y agradable. Lo más pintoresco, sin embargo, son las exclamaciones “¡Viva

la Confederación Argentina! ¡Mueran los salvages unitarios!”. No deja de ser interesante la moral que se intentaba transmitir en la época. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, con el advenimiento y masificación de la educación pública en Europa y América, se comenzó a expresar la necesidad de un sistema basado en la práctica de la lectura de palabras, pues se sostenía que las letras y sílabas sueltas nada decían al raciocinio del estudiante, y por lo mismo no ofrecían facilidades a la memoria o el aprendizaje. Entre los pioneros y teóricos de este sistema se encuentra el educador argentino Domingo Faustino Sarmiento, quien publicó su Método de lectura gradual en 1849 en Santiago de Chile, durante su exilio, en que participó activamente de las actividades culturales y educativas de Chile. Sarmiento, quien después fue presidente de su país, intentaba dar a su sistema un fundamento pedagógico y una metodología progresiva. Se opuso a fundar su sistema en la memorización y de hecho afirmaba que los anteriores silabarios habían malogrado los potenciales beneficios del método lancasteriano. Por otra parte incluyó consejos a los docentes para “hacer más natural e intuitivo el aprendizaje”, como simplificar el nombre de las consonantes. Así, por ejemplo, de acuerdo al sistema de Sarmiento, la “m” se llamaba “me” en vez de “eme”. Se dejaba entre los contenidos finales el uso de las que llama “letras inútiles o convencionales”, como la “h” o la “u” puesta después de la “q”. Hay investigadores que señalan que la aparición del silabario moderno, y la progresiva desaparición de las “cartillas”, tuvieron que ver con el proceso de secularización de la enseñanza y, consecuente con ello, el silabario, al igual que otros textos escolares surgidos en la misma época, fue utilizado para entregar a los alumnos valores propugnados por la naciente educación fiscal, laica y racionalista, como el orgullo patriótico y el civismo. En el fondo, se siguió la misma tradición anterior de las cartillas católicas, pero ahora con signos laicos, aunque igualmente como vehículo de mensajes ideológicos. En 1876, el notable escritor y profesor español Saturnino Calleja publicó su propio silabario, cuyo método era ir de lo más sencillo a lo más complejo. La Editorial de Saturnino Calleja ha publicado, en su larga existencia, muchos otros silabarios de distintos autores, destacando los de Aroca y Fernández. A finales del siglo XIX, con el mejoramiento de los sistemas de impresión, se comenzó a hacer cada vez más énfasis en


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silabarios en español

las ilustraciones como apoyo visual al aprendizaje de sílabas y palabras. Este es el caso de uno de los más efectivos silabarios creados en la época, aún vigente y ampliamente usado, más que un silabario, es todo un método de aprendizaje de la lectura y escritura: me refiero al Silabario ilustrado, conocido como El ojo, del educador chileno Claudio Matte Pérez, publicado en Leipzig en 1884, que durante un tiempo fue texto oficial en Chile y se distribuyó y usó en diversos países latinoamericanos. Este texto aprovechó tempranamente las asociaciones visuales que se podían establecer entre imagen, grafía y el significado de las palabras. Jorge Délano, un destacado dibujante y escritor chileno, explica así la primera lección de este silabario, que empieza con la imagen y la enseñanza de la palabra ojo: (ojo...) Esta es la primera palabra que nos enseña a leer el Silabario Matte. ¡Qué acertado estuvo don Claudio al elegirla! Breve, ya que diferente, está formada por sólo dos letras. Ojo es la palabra que fotografía su propia significación: las “oo” son dos ojos separados por la “jota”, que hace de nariz. Es, pues, la onomatopeya llevada a la caligrafía. Este Silabario Matte ya consideraba en su metodología la simultaneidad del aprendizaje de la lectura escritura. Y es, tal vez, uno de los grandes ejemplos y métodos de aprendizaje. Actualmente, muchas instituciones educativas chilenas lo usan con extraordinarios resultados. Un curioso y bien ilustrado silabario

español apareció en París en 1890, con escasas 16 páginas y bellísimas ilustraciones; este raro ejemplar, llamado Silabario primario ilustrado Las diversiones de la feria, no manifiesta la autoría de su creador, pero por su belleza y dedicación merece ser mencionado en este breve recuento. Otro gran aporte chileno (el tercero en esta historia) es el Silabario hispanoamericano, otro gran método de enseñanza y adquisición de la escritura, creado en 1945 por el profesor Adrián Dufflocq Galdames y que ha tenido amplia aceptación en Chile e Hispanoamérica, se encuentra plenamente vigente y también busca la simultaneidad de escritura y lectura y asocia imagen con texto. En 1953 aparece en Santiago otro importante silabario que aún se encuentra vigente en muchas escuelas chilenas y que ha sido inolvidable para quienes aprendieron a leer en él. Una página de Facebook convoca a todos los nostálgicos y agradecidos estudiantes de antaño que aprendieron las primeras letras en el ya mítico Silabario Lea, obra fundamental del destacado Premio Nacional de Educación Luis Gómez Catalán y de sus asistentes Berta Riquelme y Domingo Valenzuela. Posteriormente, una edición especial, dirigida por la docente Berta Riquelme, llamada Silabario Lea en Colores, mantiene vigente hasta el día de hoy este texto que sigue reimprimiéndose, exportándose y usándose en la enseñanza de la lectura. Una historia muy especial es la del silabario que presento a continuación. Su método de trabajo tiene más de 80 años de aplicación en Chile y fue creado por una docente excepcional que, además, vivió más de 100 años y hasta el último día trabajó por la educación. Sin embargo, sólo con la llegada del siglo XXI y la colaboración de sus hijos, también profesores, vio coronado el reconocimiento a su muy eficiente método de trabajo con la publicación en papel y software de su sistema de enseñanza. En efecto, fue en el año 2004 cuando aparece por primera vez la edición del Silabario Luz, basado en el Método Luz, de la docente Alicia González Opazo, sistema que es reconocido por destacados especialistas mundiales que avalan su éxito para superar los problemas de dis-

lexia y, además, señalan que es el único que permite aprender a leer en un mes. Como puede apreciarse, la historia de los silabarios en nuestra lengua es apasionante, variada, hermosa, representa el esfuerzo de generaciones de docentes por transmitir el lenguaje escrito a los niños; gracias a sus esfuerzos, nosotros hemos aprendido a leer y es algo que no debemos olvidar. Listado (incompleto) de silabarios conocidos en español:

* Siglos XVI al XIX: Cartilla y doctrina christiana impresa con privilegio real en la Santa Iglesia de Valladolid. * Siglos XVI al XVIII: Nueva cartilla de primeras letras, texto similar al anterior, editado con privilegio de exclusividad para el virreinato de Nueva España. * Silabario de San Miguel, de Nicolás García de San Vicente, México. * 1785: Silabario trilingüe para aprender á leer y escribir todos los sonidos simples elementales de la lengua española, griega, y latina, y casi todas las sílabas de la primera, reducido y acomodado a toda clase de discípulos y maestros, de Juan Antonio González de Valdés. * 1797: Cartilla o silabario para uso de las Reales Escuelas del sitio de San Ildefonso, de la comitiva de S. M. y de S. Isidro de esta Corte. * 1810: Cartilla o silabario para uso de las escuelas, de Manuel José Gandarillas. Buenos Aires. * 1825: Silabario de la Academia. España. * 1845: Silabario Argentino, de José Antonio Wilde. Buenos Aires. * 1848: Método de lectura gradual, de Domingo Faustino Sarmiento. Santiago de Chile. * 1876: Silabario o Cartilla para los niños, editado en Madrid por el extraordinario escritor, impresor y pedagogo Saturnino Calleja. * 1884: Silabario Lector, de José Abelardo Núñez. Santiago de Chile. * 1884: Nuevo método (fonéticoanalítico-sintético) para la enseñanza simultánea de la lectura i escritura compuesto para las escuelas de la República de Chile, de Claudio Matte Pérez, editado originalmente en Leipzig. Se le conoce como Silabario Matte o El ojo. * 1890: Silabario primario ilustrado Las diversiones de la feria, Dejardin Editor, París. * 1904: Silabario El niño boliviano. Potosí. * 1914: Silabario Castellano, de Porfirio Brenes Castro, San José de Costa Rica. * 1914: Nuevo silabario ilustrado Norma, de Vicente Pinedo, editado en España con énfasis en la presencia de pequeñas ilustraciones. * 1930: Silabario Rasgos, por J. Demuro. Madrid, España.

* 1931: Silabario, Napoleón Quesada, San José de Costa Rica. * 1937: Cartilla escolar antifascista, editada por el Ministerio de Instrucción Pública de la República de España. * 1940: Silabario cartilla rápida de lectura, por J. P. Dalmau Carles Pla, Madrid. España. * 1940: Silabario español por orden de facilidad, por Hijos de Santiago Rodríguez, Burgos, España. * 1945: Silabario hispanoamericano, de Adrián Dufflocq Galdames, con ilustraciones de Coré. * 1953: Silabario Lea, de Luis Gómez Catalán y Berta Riquelme. Santiago de Chile * 1965: Silabario El Camarada, por José Dalmau Carles, Dalmau Carles Pla, Madrid. España. * 1974: Nacho Dominicano, de Jorge Osorio Quijano, Santo Domingo. * 1982: Nuevo Silabario Susaeta, Madrid. * 1987: Silabario venezolano, de José Salgado. * 2004: Silabario Luz, de Alicia González Opazo. Santiago de Chile. Sin lugar a dudas, esta breve historia está muy incompleta, espero que mis lectores me vayan informando de otros textos que no he llegado a conocer aún, pero incompleta y todo, nos muestra cuán variados han sido los esfuerzos para enseñar a leer a nuestros niños hablantes de español, Chile tiene el privilegio de contar entre sus hijos a seis ilustres creadores de silabarios (cuatro plenamente vigentes y ampliamente reconocidos por su éxito académico): Manuel José Gandarillas, Claudio Matte Pérez, Luis Gómez Catalán, Adrián Dufflocq Galdames y Alicia González Opazo. Personalmente, no puedo olvidarme de que aprendí a leer, a la edad de tres años, en el notable Silabario Hispanoamericano que aún uso para enseñar a leer cuando me corresponde hacerlo. Mis padres, por su parte, recuerdan con afecto y se emocionan (al ver un ejemplar nuevo igual al que ellos usaron) con el Silabario El Ojo.

Y ustedes, ¿con cuál aprendieron a leer?


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Caja musical

LA MÚSICA Y LA POESÍA, LAS PRIMACÍAS Y LA PRECEDENCIA

Vivimos integrados (o atrapados) entre las ideas y las cosas, e interrogándonos sobre ellas. ¿Qué es la vida? ¿Adónde vamos? ¿De dónde venimos? Preguntas y más preguntas, pocas certidumbres, y respuestas desde y para todos los talantes, son los medios que arbitramos para matizar con algún consuelo nuestra angustia ante la irrecusabilidad del sino, que es morir sin saber nada. Pero el hombre, que es curioso por sobre todas las cosas, no desespera ante una batalla que sabe perdida, y reincide en aquel vano ejercicio intelectual que quizás constituya la razón y la justificación de su existir. Por ejemplo, tratando de establecer, una y otra vez, a través de los tiempos y entre tantísimos otros enigmas, qué es la poesía.

H

abida cuenta de la escasa difusión que la poesía merece, pareciera tratarse de un tema secundario, si no menor; pero no hay que engañarse: la noción de poesía va más allá del mero hecho de compilar poemas en un libro, y es esa impronta atávica y misteriosa la que ha de orientar la presente investigación. Y qué mejor manera de empezar que dando la palabra a la gente del oficio, a quienes nuestra inquietud no resultó de ningún modo extraña. Así, para Bécquer el asunto no merecía tantas vueltas: —¿Qué es poesía? —dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. —¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú. (Rimas, XXI) Antes, después de haber examinado los tópicos de géneros, los colores, los perfumes, la curiosidad, la alegría y la pena, la perplejidad, los recuerdos, la esperanza, en fin, el amor, había llegado a la misma conclusión: (...) mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía! (Id., IV) Aun agradeciendo la esperanzada fe del gran poeta romántico del castellano, debemos convenir que su conclusión parece referirse a los motivos, pero no a la esencia de la poesía, detalle que otros han creído ver en el poeta mismo. Canta el pueblero... y es pueta, Canta el gaucho... y, ¡ay, Jesús!, Lo miran como avestruz Su inorancia los asombra; Mas siempre sirven las sombras Para distinguir la luz. (Martín Fierro, “La vuelta”, canto I, 404). Pareciera sostener Hernández —y aun aceptar, aunque a regañadientes— que debe entenderse por poesía la llamada poesía “culta”, con lo que su aporte refiera a la procedencia y la comparación. Seguimos ayunos, pero, por lo menos, sabemos que eso no es cierto, y el mismo Hernández es el ejemplo más acabado de esa falacia. Otros han identificado a la poesía con la

obsesión, y pocos lo ha hecho con la belleza lacerada de Rubén Darío: (...) Ese es mi mal. Soñar. La poesía es la camisa férrea de mil puntas cruentas que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas dejan caer las gotas de mi melancolía (...). (“Melancolía”) Pero, resulta evidente que eso no es toda la poesía; su confesión no resulta todo lo comprensiva y abarcadora que pretendemos. Y pudiéramos seguir citando, con las solas cortapisas de la ignorancia y las traiciones de la memoria; pero sospecho que por mucho que trabajemos en ese sentido, siempre toparemos con la subjetividad. Así como si a alguien si se le pide que piense en una flor, imagina la rosa, es opinión recibida por el común entre los aficionados a la literatura, los críticos, y aun entre los mismos poetas, que la poesía debe tender a —o ser— la música. La idea no es aventurada, y seguramente han de militar, entre los factores que sustentan esa opinión, la caracterización del ritmo como elemento esencial de un poema, la rima, desde la más elaborada al más torpe sonsonete, la búsqueda empeñosa de la eufonía. Yo no desdeño estos conceptos, pero cuando una idea se convierte en lugar común, siento la necesidad de ahondar en ellos. Las cosas repetidas por los muchos en la abstención de la duda, me producen cierto malestar intelectual que no me resigno a sufrir. De modo que, en este segundo paso, acudiremos a los filósofos, que son quienes han sabido sistematizar las intuiciones poéticas, propias o ajenas, para llegar a la formulación de los conceptos. Según señaló Borges en Evaristo Carriego (1930), debemos a Schopenhauer la noción del carácter extrafenoménico de la música, de modo que ésta podría existir, aunque no hubiera mundo. En efecto, la Música es una objetivación tan inmediata de toda la voluntad, como el mundo, como las ideas mismas, cuyo fenómeno múltiple constituye el mundo de los objetos individuales. No es como las demás artes una reproducción de las Ideas, sino una reproducción de esa misma voluntad, de que las Ideas son también objetivaciones; he aquí por qué la influencia de la Música es más poderosa y penetrante que la de las otras artes; éstas no expresan más que la sombra; aquélla habla de la realidad y como una misma voluntad se objetiva en la Idea y en la Música, pero diversamente, en cada una de ambas debe existir, si no un parecido directo, cierto paralelismo y alguna analogía entre la Música y las Ideas, cuyos numerosos e imperfectos fenómenos

GUSTAVO RUBÉN GIORGI

componen el mundo visible. Tal, lo afirmado por el filósofo en El mundo como voluntad y representación (cap. 52), y que su discípulo Nietzsche recoge con entusiasmo. Si no es permitido, pues, considerar a la poesía lírica como efulgencia imitativa de la música en imágenes y conceptos, podemos preguntar entonces: ¿como qué aparece la música en el reflejo de las imágenes y los conceptos? Aparece como voluntad, tomada esta palabra en el sentido schopenhaueriano, esto es, como antítesis del esta-

do de ánimo estético, puramente contemplativo, exento de voluntad (El origen de la tragedia, par. 6). He traído los mejores argumentos que conozco para sustentar la esencia musical de la poesía; permítanseme ahora algunas objeciones, así como la cita de otros pareceres. Dice Roberto Paolella en su Historia del cine mudo (Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1967, págs. 3 y 4): Los estudios de psicología lingüística del glotólogo francés Marcelo Jouse (...)

condensan (...) las investigaciones originales del autor y de los más destacados teóricos de la materia. De estas investigaciones, dos conclusiones pueden considerarse esenciales (...): 1. Que el lenguaje mímico gesticular ha precedido en la historia de la humanidad al lenguaje verbo-motor. 2. Que el primer lenguaje está, mucho más que el segundo, estrechamente vinculado al significado de las cosas, del mundo exterior y de nuestros sentimientos, con la consecuencia de que al convertirse la voz

en nuestro más importante vehículo de expresión por razones de utilidad práctica, la desvalorización del medio gesticular en relación al verbal significa desacreditar al original a favor de la copia. Es decir que, mientras la filosofía alemana nos dice que la palabra hablada supone un desmedro de la música, en cuanto a enunciador y vehículo de la intensidad de las emociones, desde el punto de vista de la lingüística, la música tendría idéntico demérito comparada con el lenguaje mímico gesticular. Como dando razón a esta apreciación, nótese que en muchas lenguas la palabra madre empieza con la letra m, cuyo sonido bilabial oclusivo remite al acto reflejo de mamar: mater, en latín; mutter, en alemán; mother en inglés, mai, en portugués; mère, en francés; mamma, en italiano; mat, en ruso. Y aire recuerda a la inspiración o la espiración: aria, en italiano, air, en inglés, por ejemplo. Por lo demás, la teoría de la supremacía de la música no responde a la preferencia que algunos tenemos por la poesía (o de la literatura) respecto de ella en tanto arte, y, aun más, al hecho de que algunos que pudieran ser considerados partidarios de ella (como Borges, que calificó al idioma inglés de música verbal), sean “sordos” confesos para la música, lo que equivale a la indiferencia. Tampoco, que haya música sencillamente horrible, a la que ninguna poesía puede aspirar. Entonces me permito afirmar que el pun-

to de coincidencia de poetas, filósofos y lingüistas radica en que la poesía, más allá de cuestiones de gusto y de grado, es que se trata de un lenguaje; consiguientemente, su misión ha de ser la de comunicar y ser comprendido. Y, en tanto lenguaje, nos habla de lo que el hombre piensa de sí, y quiere compartir. Cito a Noam Chomsky, en El lenguaje y el entendimiento (PlanetaAgostini, Barcelona, 1992, pág. 171): Cuando estudiamos el lenguaje humano, nos acercamos a lo que algunos podrían llamar la “esencia humana”, las cualidades distintivas del entendimiento que, por lo que sabemos hasta ahora, son específicas del hombre e inseparables de cualquier fase crítica de la existencia humana, personal o social. (...). El uso normal del lenguaje es (...) una actividad creadora. Este aspecto creador del uso normal del lenguaje es un factor fundamental que distingue el lenguaje humano de cualquier comunicación animal. Por lo que llevamos dicho, resulta que es posible establecer un orden de prelación en la aparición de los diversos lenguajes que el hombre ha establecido para comprenderse y hacerse comprender, a saber: el lenguaje mímico gesticular, la música (todo sonido lo es) y, por fin, la palabra hablada. Pero no lo parece en cuanto a superioridad de uno sobre otro. Se diría que son complementarios. Se diría que no se trata, en fin, de una cuestión de primacía, sino de precedencia. En tal sentido, el sentimiento poético tiende a detectar lo que no resulta ostensible, y trata de comunicarlo de la forma más bella y contundente que le sea posible. Como cualquier lenguaje, se vale de recursos propios, y de otros asimilados de otros lenguajes. Si consigue su objetivo, es arte. Si no, como cualquier comunicación fallida, será una historia contada por un idiota que escandaliza y hace mucho ruido, y que no significa nada. Shakespeare —cuándo no— ha dicho (Macbeth, acto quinto, escena quinta).


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Chile

SERIE SOBRE ÉPOCA DE LA REPRESIÓN DESATA CONTROVERSIA EN CHILE

Una serie de televisión basada en las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar —negadas por la derecha política hoy en el poder— ha desatado antes de su estreno una controversia que recuerda la vieja división en Chile entre los partidarios y adversarios del régimen encabezado por el general Augusto Pinochet. POR EVA VERGARA

Los archivos del Cardenal”, que se estrena el jueves por la noche en el canal estatal, muestra el papel que desempeñó la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia Católica, creada por el cardenal Raúl Silva Henríquez después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Ante la avalancha de violaciones a los derechos humanos cometidas por el nuevo régimen, Silva creó primero un comité ecuménico para proteger a los perseguidos y buscar a los desaparecidos, reemplazado luego por la Vicaría de la Solidaridad. La Televisión Nacional dijo en un comunicado que “Los Archivos del Cardenal” es una “serie policial de época, que ocupa como inspiración casos pertenecientes a la Vicaría de la Solidaridad”. Aun antes de estrenarse la serie, Carlos Larraín, presidente del partido derechista Renovación Nacional, se convirtió en su más fuerte detractor. Este partido y la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente fueron el sustento civil de la dictadura. “El canal nacional, en lugar de afirmar la vida colectiva, gira contra ella para servir un sesgo político (supuestamente izquierdista): hay que mantener vivo el odio”, afirmó Larraín en una carta publicada el miércoles por el periódico El Mercurio. Mauro Valdés, director ejecutivo de TVN, respondió el jueves a Larraín por el mismo medio. Dijo que contar

la historia de la Vicaría y “reflejar el talante y la valentía de personas que defendieron la vida de otros, contribuye esencialmente a una idea de ‘vida colectiva’ hecha desde valores sustantivos”. El primero de 12 capítulos unitarios está inspirado en el caso de los hornos de cal de Lonquén, ubicados en una zona rural cercana a Santiago, donde un oficial de la policía y nueve suboficiales arrojaron los cuerpos de 15 campesinos luego de matarlos a golpes, según establecieren forenses extranjeros. La información llegó a la Vicaría en 1978, y tras comprobarse la existencia de los restos en los viejos hornos, se transformó en la primera prueba tangible de la existencia de los detenidos-desaparecidos. A raíz del descubrimiento, según establecen diversas investigaciones judiciales, Pinochet ordenó desenterrar los cuerpos y volver a desaparecerlos en el mar, en una operación conocida enigmáticamente como “Retiro de televisores”. Larraín admitió en su carta que no se preocupó por las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura: “En mi condición de abogado, debí estar mucho más alerta en la protección a la persona frente a un gobierno de facto. Ese fue mi error y el de muchos otros...”. El “Retiro de televisores” dificultó el hallazgo de los restos de más de un millar de desaparecidos cuyo destino aun es desconocido. Nunca se supo el porqué del nombre. Algunos suboficiales del ejército declararon en tribunales

Ideas

ENSEÑANZA DE TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN CAUSA DEBATE EN TEXAS

El debate sobre la enseñanza de las Teorías de la Evolución en las escuelas públicas se encendió de nuevo el jueves en el Consejo Educativo del Estado de Texas.

POR JIM VERTUNO

que la orden indicaba que debían ubicar las fosas clandestinas “para limpiarlas”. El actor chileno radicado en Argentina, Benjamín Vicuña, realiza uno de los papeles protagónicos, el de un joven abogado, miembro de una familia acomodada, que tras presenciar un secuestro lo denuncia a la Vicaría y luego se convierte en uno de sus funcionarios. Con su arribo a la Vicaría, Ramón Sarmiento (Vicuña) inicia “un viaje desde la ingenuidad hasta el conocimiento de lo que pasa en el país”, dijo el actor. La derecha política negó durante casi 20 años la realidad de las torturas y las desapariciones. Las admitió plenamente en 2000, una década después de recuperada la democracia, cuando las fuerzas armadas entregaron un listado de 200 detenidos desaparecidos y el lugar donde estaban. El listado fue el resultado de una mesa de negociaciones entre los militares, representantes de las iglesias, abogados de derechos humanos y del gobierno. Muchos de los lugares señalados como tumbas clandestinas de izquierdistas estaban vacías —sólo se ubicaron fragmentos de huesos o de ropas— porque fueron objeto del “Retiro de televisores”. Durante la dictadura murieron 3.065 opositores a manos de agentes del estado, de los cuales más de un millar engrosan la lista de detenidos-desaparecidos. En 21 años de democracia se han encontrado restos de unas 200 personas.

L

a discusión se generó cuando simpatizantes y opositores al método de enseñanza se enfrentaron en una reunión donde discutiría el uso de materiales adicionales de ciencias para el próximo año escolar y los subsecuentes. El consejo, dominado por los republicanos, llamó la atención nacional en 2009 cuando adoptó parámetros científicos al exhortar a las escuelas a poner en duda “todas las perspectivas” de la teoría científica, una medida que algunos creacionistas consideraron una victoria. La nueva presidenta del Consejo, la ex profesora de Biología Bárbara Cargill, cuestiona la teoría de la evolución. La funcionaria, elegida al Consejo en 2004, fue nombrada presidenta del organismo a principios de este mes por el gobernador Rick Perry, quien sopesa lanzar su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Cargill es considerada una de las integrantes más conservadoras del Consejo. Los nuevos materiales de enseñanza son necesarios por-

que el estado no podrá comprar nuevos libros de texto este año y permitirá que los estudiantes usen algunos que ya tienen varios años de antigüedad. El consejo está analizando los materiales que fueron recomendados por el Comisionado Estatal de Educación, Robert Scott. Se espera que se lleve a cabo una votación el viernes. Un grupo conservador, denominado Texanos por una Mejor Educación Científica, hizo un llamado a congestionar la audiencia pública del jueves y presentar un testimonio para instar a los miembros del consejo a que adopten materiales que pongan en duda la teoría de Charles Darwin sobre el origen de la vida. Sin embargo, gran parte de los testimonios del día fueron encabezados por personas que respaldan la enseñanza de la teoría de la evolución. “No quiero que los profesores de las escuelas públicas de mis hijos enseñen la fe y a Dios en una clase de ciencias. La verdadera religión puede asimilar la verdad en todas sus formas. La (Teoría de la) Evolución es ciencia sólida”, afirmó el reverendo Kelly Allen, de la Iglesia de la Universidad Presbiteriana de San Antonio.


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Galería de artistas

MARLOV BARRIOS Y SU ARTE BARROCO

Marlov Barrios es un artista plástico bastante inquieto y que, por lo mismo, ha tenido mucha movilidad para dar a conocer su obra. Ya sea en exposiciones colectivas como individuales, Marlov es uno de los artistas que más propuestas está lanzando actualmente en Guatemala.

E

POR MARIO CORDERO ÁVILA

n estos días, en la Galería Ana Lucía Gómez (16 Calle 7-30 zona 14), Marlov presenta una exposición la cual ha denominado “Dínamo”, la cual estará en exhibición hasta mediados de agosto. En ésta, presenta una serie de obras con características similares, aunque mezcla varias técnicas, con lo cual Barrios ofrece sus preocupaciones por el tratamiento de la materia. En primer lugar, resaltan las esculturas talladas en madera. Resaltan porque las primeras obras que dan la bienvenida en la galería son éstas. Con una técnica bien depurada, demuestra el buen tratamiento de la madera, aunque esto sólo sirve para lograr con la idea que busca concretar. También, existen obras realizadas desde las técnicas del grabado, que son influencia del propio trabajo de Marlov en el Taller Nacional de Grabado y dentro del grupo La Torana. En este tipo de obras, también ofrece un dominio de la técnica, e, incluso, va más allá hasta llegar a los puntos de la experimentación formal. Asimismo, tintas y acrílicos se entremezclan en esta exposición, para culminar con un mural realizado en las propias paredes y techo de la galería, el cual será borrado al terminar la muestra, como un detalle de que Barrios también se está adentrando al mundo del arte efímero. Las obras, a pesar de sus diferentes técnicas, presentan el aspecto en común del barroquismo en el arte de Barrios. Esta característica busca reflejar, según el artista, el alma del guatemalteco, ya que nuestra cultura en barroca, y se entremezclan elementos culturales de diferentes ámbitos de dentro y fuera del país. Una de las obras que mejor parecen reflejar es una escultura que, a primera vista, parece una mesa de futillo. Sin embargo, al acercarse, el espectador podrá observar que, en vez de un tradicional de futbol, se trata de un juego de pelota maya, además de incrustarle otros detalles, como las muelas (que pareciera un leitmotiv en la escultura de Marlov), o lo que podría representar al Resbaladero Gigante del Hipódromo del Norte. Y es que así es el arte de Barrios: intenta representar todo eso que está en su interior, en su alma, y que nos comparte a todos. Otra escultura que llama la atención es un edificio, cuyas bases representan a una pirámide maya, pero lo corona una estructura de un estilo arquitectónico internacional, parecido al Empire State, lo cual simboliza la conjunción de elementos culturales que parecieran ajenos, pero que sí son viables dentro de la cultura guatemalteca.

Los grabados son también una elaboración compleja de Barrios. Todos ellos, han sido realizados con diferentes técnicas y existen grabados yuxtapuestos, lo que también refleja el barroquismo del alma del guatemalteco. Según Marlov, lo que le interesa también es experimentar con la resistencia de los materiales. Por eso, las técnicas como el grabado y la escultura en madera son los efectos de una causa que golpea, lima y percute a la materia, y que ésta, a pesar de resistirse, termina cediendo. No obstante el autor intenta realizar una línea recta, la materia se puede resistir y torcérsela. Finalmente, ambos, autor y materia, quedarán unidos en ese acto.

Suplemento Cultural 7


Nueva Guatemala de la Asunción, 23 de julio de 2011

Suplemento Cultural 8

Revista de libros

El fin de una época. Sobre el oficio de contar las cosas, de Iñaki Gabilondo

A ti, del que todos se ríen cuando dices que quiere ser periodista” Dice Gabilondo en esta lúcida reflexión sobre su vida profesional que el periodismo está viviendo una verdadera transición de una época a otra, la muerte de un ciclo y el nacimiento de otro. Estamos en pleno proceso de despedida de un mundo que habíamos conocido para dirigirnos hacia ese universo complejísimo de lo digital y las nuevas conectividades. Es un texto personal que no elude asuntos espinosos y que denota no solamente su justificada pasión por el periodismo sino también el temor a la desvirtuación de un oficio necesario. El autor confiesa que tiene la sensación de que, al morir un tiempo periodístico histórico, haya llegado el momento de que él muera con él, dada su condición de contemporáneo perpetuo porque siempre le ha tocado vivir los grandes procesos en el momento profesional exacto y en la edad apropiada. Como si su biografía hubiera ido coincidiendo para permitirle vivir los ciclos más importantes que se han ido produciendo en el periodismo al tratar de interpretar, de reflexionar y de contar lo que se iba produciendo a lo largo de estos últimos cincuenta años. Y a guisa de despedida, más emocional que reflexiva pues de una u otra forma hemos de seguir disfrutando de su buen hacer periodístico, escribe: “En este instante, cuando el periodismo parece entonar un blues por un tiempo que se acaba y las empresas buscan un

Por José Carlos García Fajardo

nuevo modelo de negocio, es lógico que yo concluya aquí y que mi carrera forme parte del adiós.” Pero no se priva de formular su pronóstico al sostener que el mito del periodismo clásico durará muy poco tiempo, si bien la profesión tendrá que alterarse por completo. “Prepárense, pues, los periodistas para trabajar únicamente al servicio de la calidad, toda vez que la necesidad ciudadana de jerarquización, de orden, contextualización y descubrimiento será cada vez mayor”. Los ciudadanos acostumbrados a contar con unos profesionales que les ayuden a entender el mundo deben saber que nos enfrentamos a un tiempo de estupor, tras el cual regresarán los mejores valores tradicionales. Estamos ante un libro brillante en el que analiza las amenazas y grandezas de una profesión a la que ha consagrado una vida y en la que ha triunfado y reconocido como maestro del periodismo, sobre todo en el medio radio por su más larga trayectoria. Ante una extraordinaria mirada llena de sabiduría de quien ha sido testigo de excepción de los hechos que han marcado nuestras vidas. El autor de estas líneas confiesa haber subrayado muchas de sus páginas para transformarlas en ciberlenguaje e ir colgando sus ideas más hermosas y profundas en el muro de mi Facebook, en la web y en el blog en los que comparto los saberes de los más grandes y auténticos. Este es mi mejor homenaje.

Revista de libros

Cartas a un joven disidente, de Cristopher Hitchens

La esencia de la mente independiente no radica en lo que piensa, sino en cómo piensa”. Quizá sean éstas las palabras claves de Cartas a un joven disidente. Esta obra de Hitchens puede servir de guía a quienes creen que otro mundo es posible. El título recuerda a Cartas a un joven poeta, de Rainer M. Rilke y se dirige por medio de cartas a futuras generaciones de radicales (que van a la raíz de los problemas), inconformistas y rebeldes. La insaciable industria del entretenimiento y las religiones institucionalizadas ponen en peligro el pensamiento crítico al impedir que las personas piensen por sí mismas. “Esperar una época propicia para disentir es esperar demasiado. La mayoría de la gente, la mayor parte del tiempo, prefiere buscar la aprobación de los demás o la seguridad. Aun así, en todos los períodos de la historia ha habido gente que se ha sentido al margen de alguna forma. No es exagerado decir que la humanidad tiene una gran deuda con esa gente”, sostiene el autor. La búsqueda de justicia social y la libertad no pude sacrificarse por “bienes supremos” como “la solidaridad de la tribu”, la tan manida “cohesión social” o “el orden” al que alude el

Por Carlos Miguélez Monroy

dictador para justificar el recorte de libertades y la arbitrariedad. Ésa es una de las luchas del librepensador. Para ello necesita soportar la soledad muchas veces y, sobre todo, valentía, una “virtud menor” que nos permite ejercer el resto de virtudes. A pesar de la soledad que supone elegir un camino propio y desmarcarse de “las masas”, no actuar es tomar partido. “Existe una obligación, si tu propio gobierno ha engañado para meterse en una guerra injusta, de oponerse a ella, de obstruirla y de ponerse del lado de las víctimas”. El autor recoge lo mejor de figuras como Martin Luther King, Mandela y otras que han revolucionado la historia. El lenguaje es el arma que utilizan los grupos de poder para someternos, pero también el que tenemos al alcance de nuestras manos para romper nuestras cadenas. La diferencia entre un revolucionario y un rebelde está en que el primero va a la raíz y busca un auténtico cambio. Al rebelde sólo le interesa que las cosas sigan igual para poder así continuar con su pataleta. Como en el Gatopardo: algo debe cambiar para que todo siga igual. Viajar permite a las personas descubrir que “la estupidez y la crueldad son iguales en todos lados, te das cuenta de que los elementos

esenciales del humanismo están en todo el mundo también”, en palabras del autor, que carga contra las distinciones de grupo a partir de una supuesta “raza” de una nación o de una religión. “Me irrita especialmente cuando los racistas son acusados de discriminación. La capacidad de discriminar es una habilidad de gran valor; al considerar que todos los miembros de una raza son iguales, el racista demuestra incapacidad para discriminar”. Escritor y periodista, Hitchens nació en 1949 en Portsmouth, Reino Unido. Vive desde hace años en Estados Unidos, donde libra una batalla contra un cáncer de esófago. Mantiene su humor ácido a pesar del 5% de diagnóstico que le dieron los médicos: “no es la probabilidad que yo hubiera elegido”, y dice formar parte de una “élite” con cáncer. Es licenciado en Filosofía, Ciencias Políticas y Economía. Su carrera como periodista y escritor ha estado marcada por la polémica de sus posturas, muchas veces opuestas al discurso oficial. Desde hace años ha sostenido, por ejemplo, que el ex secretario de Estado Henry Kissinger, Premio Nobel de la Paz, debe ser procesado por crímenes contra la humanidad.


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