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Presentación

Raúl Mújica

Que 80 años no es nada

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Durante la pandemia, en noviembre de 2020, me entregaron, de manera virtual desde luego, un diploma por 25 años de labor en el INAOE. Llevo más años asociado al Instituto, al menos otros cinco, ya que, al finalizar mis cursos en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la BUAP, creo que, a finales de 1989, me lancé hacia Tonantzintla para hacer mi tesis de licenciatura.

Ahora ya estoy escribiendo con pausa, tratando de establecer mejor las fechas, pero al recibir el correo de notificación/invitación para la ceremonia, me causó una gran sorpresa y se me aceleró el corazón. La trillada frase sobre el tiempo que vuela, y más cuando nos estamos divirtiendo, aplica al 100. Hacer lo que a uno le ha apasionado desde niño, en un sitio tan especial como el cerro de Tonantzintla, donde hace 80 años se inauguró el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTon), antecesor del INAOE, es un placer y un privilegio.

El cerro de Tonantzintla es realmente especial. Los visitantes siempre se admiran de que un espacio tan verde, repleto de árboles, con históricos telescopios y lleno de científicos y laboratorios, pueda existir en ese pequeño poblado. Para quienes laboramos ahí, sabemos que no sólo es el espacio, también la gente. El personal de todas las áreas, administradores, técnicos, estudiantes e investigadores, trabajan en colaboración para culminar los proyectos con éxito, y no sólo los de investigación, también los de docencia y divulgación.

Desde luego, e infortunadamente, no conocí a los próceres del OANTon, Guillermo Haro falleció en 1988 y Luis Enrique Erro en 1955, aunque sí conviví todavía con el señor Chavira, y el ingeniero Terrazas me dio un curso en la FCFM de la BUAP. Con el ingeniero Alva trabajamos en la reactivación de la Cámara Schmidt que actualmente está monitoreando asteroides cercanos a la Tierra.

Sin embargo, durante estas tres décadas me ha tocado seguir el desarrollo del Gran Telescopio Milimétrico, desde que Alfonso Serrano trajo el proyecto al INAOE por allá de 1992, hasta su puesta en marcha. Actualmente, el mayor telescopio en su tipo en el mundo está dando mucho de qué hablar, en particular debido a su contribución en el Event Horizon Telescope (EHT) para obtener la primera imagen de la sombra de un agujero negro, y seguirán más descubrimientos, tanto como parte del EHT como por cuenta propia.

También he visto el proceso de HAWC (High Altitude Water Cherenkov), el observatorio de rayos gamma más grande en su tipo, cuando se seleccionó el sitio del Volcán Sierra Negra para instalarlo, cuando se inauguró, y desde entonces ir conociendo la gran cantidad de descubrimientos que ha realizado en el Universo de altas energías.

Pero me regreso un poco. Unos meses después de llegar al INAOE se abrió la maestría en Astrofísica, dentro de un programa llamado PRONAPOE, así que me quedé en Tonantzintla y luego continué con la tesis de doctorado, participando en un proyecto binacional entre México y Alemania que trataba sobre la búsqueda e identificación de contrapartes ópticas de fuentes ROSAT, usando el telescopio de 2.1 metros de diámetro del Observatorio Astrofísico Guillermo Haro (OAGH) ubicado en Cananea, Sonora.

ROSAT es el acrónimo de Röntgen Satellite (satélite de rayos X) lanzado en 1990 y que detectó rayos X provenientes del Universo hasta 1999. La resolución espacial de ROSAT no permite identificar directamente en el óptico la fuente emisora de rayos X, por lo que se deben observar varios de los objetos alrededor de las coordenadas de cada fuente.

El proyecto entre México y Alemania consistió en identificar, con el telescopio de 2.1m del OAGH, todas las fuentes de rayos X detectadas por ROSAT en seis regiones seleccionadas en el cielo del hemisferio norte. Este proyecto fue crucial para la rehabilitación del OAGH que, aunque había sido inaugurado un par de años antes, el 8 de septiembre de 1987, no había logrado una operación permanente. A través de esta colaboración fue posible contar con un primer instrumento para llevar a cabo observaciones, un reductor focal, llamado LFOSC, que permite obtener imágenes en varios filtros, así como espectros de baja resolución. Actualmente, el OAGH cuenta con todo un arsenal de instrumentos y se llevan a cabo observaciones para una gran variedad de proyectos astronómicos de frontera. Aún recuerdo la primera ocasión que visité el OAGH, fue uno o dos años después de haber llegado al INAOE. Fue un largo viaje por carretera, junto con Carlos Chavarría y Gustavo Escobedo, para llegar a “disfrutar” de espectaculares nevadas, que en algunas ocasiones no nos permitían subir a la montaña. Posteriormente, me volví visitante frecuente, ahí obtuve datos para mi tesis de maestría, posteriormente para la de doctorado, y desde entonces para varios proyectos, incluida la espectroscopía de asteroides para clasificarlos taxonómicamente.

Y los asteroides también nos permitieron llevar a cabo la reactivación de la Cámara Schmidt para llevar a cabo observaciones astronómicas profesionales. Durante varios años estuvo dedicada a actividades de divulgación y docencia, varias decenas de miles de visitantes tuvieron oportunidad de entrar a la Cámara a través del programa institucional de visitas, pero también durante los eventos masivos que se organizan en el campus del INAOE.

La Cámara Schmidt fue el telescopio con el cual se inauguró hace 80 años el OANTon, el 17 de febrero de 1942, y que dio fama a Tonantzintla y a sus astrónomos. Además de todos los descubrimientos astronómicos ya mencionados en los artículos incluidos en este suplemento y en números anteriores de SyC, existe un legado de más de 15 mil placas astrofotográficas que son ahora parte de la Memoria del Mundo-México, un programa que forma parte de la UNESCO, destinado a proteger y promover el patrimonio documental de nuestro país, a través de la preservación y el acceso a dichos documentos.

Como mencionaba arriba, también he tenido la fortuna de participar en la reactivación de la famosa Cámara Schmidt. Se llevó a cabo un amplio proceso para la renovación de las componentes ópticas y del sistema mecánico, además, se desarrolló e instaló un nuevo sistema de adquisición de imágenes. De esta manera, ha sido posible volver a obtener datos astronómicos profesionales que son la base de proyectos relevantes. Y como también mencionaba, los asteroides están involucrados, uno de estos proyectos, quizá el principal, trata de monitorear estos cuerpos menores del sistema solar.

Desde 2015 un grupo de astrónomos y estudiantes iniciamos un programa observacional para llevar a cabo estudios de astrometría y fotometría de los llamados Objetos Cercanos a la Tierra (NEOs por sus siglas en inglés), así como de Asteroides Potencialmente Peligrosos para la Tierra (PHAs por sus siglas en inglés) y de otros asteroides con potencial para ser objetivo de futuras misiones espaciales. Este programa es parte de uno mucho mayor. El INAOE es parte de la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN, por sus siglas en inglés), organismo que coordina los esfuerzos de observatorios de más de 40 países, incluido, ahora, el OANTon, actualmente INAOE. El objetivo de la red es determinar las órbitas de los asteroides mencionados de manera confiable, así como sus propiedades físicas. Estos esfuerzos globales son coordinados por el Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional, que para tener una idea de los esfuerzos colosales que esta red está desarrollando, es necesario señalar que a la fecha se han acumulado alrededor de 344.6 millones de observaciones.

He querido mencionar este tema ya que es importante destacar que, a 80 años de su inauguración, la Cámara Schmidt vuelve a hacer ciencia, lo cual celebramos dedicándole este número de SyC, en el que encontraremos un texto sobre el fundador del OANTon, L. E. Erro, escrito por A. Coca, quien tiene en su haber un par de libros sobre su vida. Incluimos otro texto de D. Iturbe, óptico del INAOE aficionado a las observaciones solares, y quien sigue obteniendo imágenes frecuentes de nuestra estrella, con el también histórico Telescopio Solar, en el cual observó el ingeniero Terrazas. Otro artículo, escrito por J. Peña del IA-UNAM trata sobre el OAN-Tonantzintla, con quien el INAOE comparte el cerro. El último artículo temático lo escribió O. López-Cruz, enfocándose en el trabajo con las placas de dos astrónomas, también próceres, del OANTon. Espero que este recuento personal de mi estancia en el INAOE, y este número de SyC, muestren, aunque sea un poco, lo que Tonantzintla fue y sigue siendo: un centro de investigación que sigue desarrollando astronomía de primer nivel y que es reconocido en todo el mundo.

* rmujica@inaoep.mx

Alejandro Coca Santillana *

La madrugada del 18 de enero de 1955 Luis Enrique Erro tuvo un último y fatal infarto. Tras varios periodos de gravedad incluyendo seis meses en el hospital de cardiología, donde escribió la novela sobre la revolución Los pies descalzos, su vida había llegado al final.

Cinco años atrás había dejado la dirección del Observatorio en manos de Guillermo Haro, quien, entre encuentros y desencuentros con Erro, cosechó los mayores triunfos a nivel internacional que el Observatorio tuvo en la astronomía observacional con el descubrimiento de novas, supernovas y los objetos Herbig-Haro, que son parte del proceso de formación de estrellas.

Lejos quedaba la mañana del 17 de febrero de 1942 cuando fue inaugurado el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTon), con la presencia del presidente Manuel Ávila Camacho y de notables científicos mexicanos entre los que destacaron Manuel Sandoval Vallarta (profesor del MIT en Boston), Carlos Graef (Subdirector del Observatorio de Tonantzintla), Fernando Alba y Alfredo Baños (Director del Instituto de Física) así como los científicos norteamericanos Bart J. Bok, Walter S. Adams (Director del Observatorio de Mont Wilson), Joel Stebbins (Director del Observatorio de la Universidad de Wisconsin), George Birkhoof (Jefe del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Harvard), entre varios más, invitados a participar gracias al apoyo del famoso astrónomo Harlow Shapley, Director del Observatorio de Harvard.

Erro había conseguido, con el respaldo político de Cárdenas y en un enorme esfuerzo de política científica, el apoyo de Shapley para la creación del Observatorio. Sus frecuentes viajes a Estados Unidos en la búsqueda de solución para su pérdida gradual del oído se transformaron en una estancia de aprendizaje y múltiples reuniones científicas en el Observatorio de Harvard (1939-1941), donde se concretó el apoyo científico, así como la posibilidad de construir una Cámara Schmidt semejante a la que tenía el Observatorio de Harvard.

Luis Enrique Erro, primer director del Observatorio, sabía entonces, que las nuevas instalaciones de poco servirían si no lograba consolidar científicamente, en tres o cuatro años, a un grupo de astrónomos aficionados, como él mismo lo era, o bien, a estudiantes dispuestos a realizar estudios de astronomía en el extranjero, ya que si bien Erro estaba dispuesto a aceptar la colaboración de científicos de otros países en el Observatorio de Tonantzintla, quería que fueran los futuros científicos mexicanos quienes lo dirigieran y marcaran la ruta de las investigaciones astrofísicas. El reto era enorme, entre otras situaciones por ser el Observatorio un proyecto de impulso a la ciencia generado en los últimos años del gobierno cardenista y que sufriría los embates del gobierno de Ávila Camacho, hostil a los logros del periodo anterior y propenso a obstaculizarlos.

Sin embargo, Luis Enrique Erro podía afrontar ese reto, como había afrontado retos semejantes en otras ocasiones desde la Cámara de Diputados en la XXXVI legislatura (1934-1936) donde impulsó, como diputado y miembro de la Primera Comisión de Educación, junto con Gilberto Bosques y Antonio Mayés, la Educación Socialista y la creación del Consejo Nacional de la Educación Superior y la Investigación Científica (CNESIC), éste último como primer intento de apoyo, desde el gobierno, para la creación o transformación de instituciones de Educación Superior y de Investigación Científica. Erro fue también miembro de la primera

comisión del CNESIC, junto con Enrique Arreguín, Miguel Othón de Mendizábal, Luis Sánchez Pontón, Víctor Manuel Villaseñor, Jesús Díaz Barriga, Juan O’ Gorman y varios personajes más. Aunque el CNESIC solo duró un par de años, permitió a Erro conocer a profundidad el estado en que se encontraba la investigación científica en México y el apoyo que el gobierno estaba dispuesto a dar para su desarrollo. Si bien la labor legislativa de Erro fue exitosa en el ámbito político, educativo y científico, no fue solamente resultado de ser un orador persuasivo y polemista, como ciertamente era Erro, sino de una amplia preparación en el ámbito educativo obtenida a través del trabajo constante desde el Departamento de Enseñanza Técnica, Industrial y Comercial (DETIC) dependiente de la Secretaría de Educación Pública dirigida en esa época por Narciso Bassols. Desde la DETIC, bajo la dirección de Luis Enrique Erro y con la colaboración de Gilberto Bosques, Carlos Vallejo Márquez y Alfonso Sotomayor, se conformó la idea de la Escuela Politécnica en 1932, con una reorganización curricular de las Escuelas Técnicas existentes y la creación de la Preparatoria Técnica como base para los estudios técnicos superiores. Este trabajo fue realizado por Erro solamente tres años después de su regreso de un exilio en Cuba de cuatro años ordenado por los callistas, por haber participado en la derrotada rebelión delahuertista en 1923 que Luis Enrique pretendía oponerse a la preferencia de Obregón por Calles hacia la presidencia de la República en apoyo a Adolfo de la Huerta. Si a los 26 años, Luis

Erro Enrique Erro (1897-1955) participa en dicha rebelión, es porque había seguido con atención el desarrollo político de México, desde España, donde trató infructuosamente de completar, desde 1919 y hasta 1922, sus estudios de Jurisprudencia en la Universidad de Madrid, mediante una beca del gobierno cancelada, como muchas otras, dos años después del asesinato de Venustiano Carranza (1920), quien había promovido la presencia de estudiantes en las embajadas de diferentes países. Erro había sido, como estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y algunos años en la escuela de Jurisprudencia, director de dos revistas estudiantiles, Gladios (1916) y San-Ev-Ank (1918), trascendentes porque en ellas iniciaron sus primeros trabajos algunos de los futuros miembros de la generación literaria conocida como los “Contemporáneos”, entre ellos, Carlos Pellicer Cámara, Bernardo Ortiz de Montellano, José Gorostiza, Jaime Torres Bodet y Enrique González Rojo. Los estudios de Erro en la Escuela Nacional Preparatoria, que entonces, al no existir la educación secundaria, duraban cinco años (1911-1916) fueron, en la época de golpe de Estado de Victoriano Huerta (1913), militarizados y en general irregulares y con frecuentes balaceras en las inmediaciones de los recintos universitarios del centro de la capital mexicana. Pero en provincia la situación no era mejor, de hecho, aunque Erro nació en la ciudad de México (7 de enero de 1897), la familia (formada por el padre, la madre, dos hermanas y Erro) se trasladó a Morelia, donde Erro realizó sus estudios primarios en colegio Jesuita junto a otro notable mexicano, Ignacio Chávez. Los estudios sobresalientes de Luis Enrique, a los siete años, fueron premiados por su madre con una vista al cielo estrellado nunca antes visto ya que algunas familias de origen español traían supersticiones arraigadas (los padres de Erro eran españoles) y creían que el sereno y la luz de la Luna eran malos para los niños, a los cuales recluían al caer la tarde. La impresión que el hecho le causó a Erro fue narrado por él mismo frecuentemente: “para mí, desde entonces, el firmamento, las estrellas, la Luna, han quedado unidas a la idea de lo bello, de lo bueno, de lo que constituye un premio a los esfuerzos realizados”1 .

1 Coca, A. (2022) primera reedición. Luis Enrique Erro (1897-1955). Editorial, IPN. * acoca@ipn.mx

M. David Iturbe C. *

Este 2022 se cumplen ochenta años de que el telescopio del INAOE dedicado a la observación del Sol se instaló en su recinto actual, y desde ahí continúa operando, desde la parte más alta del cerrito de Tonantzintla que alberga al Instituto.

Este instrumento fue donado por Luis Enrique Erro en 1940 al entonces naciente Observatorio Astronómico Nacional de Tonantzintla (OANTon), antecesor del INAOE. El telescopio fue adquirido en Francia; cuenta con óptica alemana de la compañía Carl Zeiss, y tuvo que ser acondicionado para su adecuado funcionamiento en su actual recinto.

En realidad no se trata de un solo telescopio para la observación del sol, sino ¡dos!, ambos refractores, colocados en una montura ecuatorial que por medio de pesas y cadenas permite seguir adecuadamente al objeto celeste durante su observación o registro. Cada cierto tiempo hay que “darle cuerda” para que las pesas se eleven y mantengan el instrumento en movimiento. Se podría decir que sí es un telescopio, pero con un buscador con casi las mismas características que el instrumento principal. Ya que a este último se le pueden colocar diferentes instrumentos para poder registrar los objetos celestes de acuerdo a los recursos y necesidades.

Inicialmente este telescopio no estaba dedicado para la observación del Sol sino al registro de diferentes partes del cielo nocturno. En esta época se lograron obtener más de 2 mil 300 placas y sirvió para que varios estudiantes de ese entonces se entrenaran en el uso de tales instrumentos. Sin embargo desde 1957 al telescopio principal se le adaptó un filtro, conocido como Lyot de fabricación rusa, que permitía seleccionar un color muy particular de la luz emitida por el sol que reflejaba la dinámica de este. Este color es conocido como la línea alfa del hidrógeno (H alfa). Al contar con este aditamento se pudo participar en un proyecto internacional de monitoreo solar, en que las imágenes captadas por el Telescopio Solar, por medio de una cámara de cine, eran enviadas a Alemania, país encargado de recolectar los registros de la actividad solar desde varios lugares del planeta. Sin embargo, al estar expuesto a la radiación solar por varios años, los elementos básicos del filtro (polarizadores y placas de cristal) se fueron deteriorando hasta que en 1980 fue necesario que se desmontara para enviarlo a su reparación a Rusia. Desafortunadamente, a su regreso continuaba teniendo problemas y las imágenes obtenidas ya no tenían la calidad de antes.

Debido a que actualmente existen telescopios modernos que continuamente monitorean la actividad del Sol, el uso del Telescopio Solar del Instituto se fue enfocando principalmente a las demostraciones, en actividades de divulgación, ya que siendo el único telescopio que podía ser usado de día, si las condiciones climáticas lo permitían, se utilizaba para que los visitantes pudieran observar a nuestra estrella, el Sol.

Esta acción se realizaba antes de que las actividades presenciales y grupales se prohibieran, pero esperamos que pronto se vuelvan a permitir, ya que resulta de gran impacto: uno de los telescopios proyecta la imagen del sol sobre una pantalla de 40 cm de diámetro, mientras que con el otro es posible ver directamente nuestra estrella ya que el filtro nos permite seleccionar solo una longitud de onda, lo que reduce tanto la intensidad de la luz que es posible apreciarlo de manera segura.

Desde 2012 con el objetivo de registrar del tránsito de Venus, se le hizo una modificación para poder colocarle una cámara fotográfica por lo que este telescopio ha vuelto a contribuir al registro fotográfico, ahora digital, de la actividad del Sol y ha sido testigo de varios eventos astronómicos ocurridos desde entonces, pero con el inconveniente de que el tamaño del sensor de la cámara es menor al de la película por lo que se obtienen imágenes incompletas del disco solar.

El 5 de junio de 2012 se logró obtener imágenes del tránsito de Venus. Un tránsito ocurre cuando un planeta pasa frente al disco solar visto desde la Tierra. Venus es el segundo planeta más cercano al Sol, con un tamaño muy parecido al de la tierra pero que tarda sólo 255 días en darle una vuelta al Sol y cada 584 días coincide con la Tierra. El siguiente tránsito de Venus ocurrirá en 2117.

Mercurio es el planeta más cercano al Sol y tarda 88 días en darle una vuelta al Sol, pero cada 116 días se atraviesa entre la Tierra y el Sol. Por lo que uno pensaría que no debería ser raro verlo sobre el disco solar. Sin embargo en un siglo tránsitos de mercurio ocurren sólo 13 o 14 veces. En la década pasada ocurrieron dos tránsitos de Mercurio, uno el 9 de mayo de 2016 y el otro el 11 de noviembre de 2019, el próximo tránsito de este planeta ocurrirá hasta el 13 de noviembre de 2032.

Dado que era cada vez más difícil de mantener al filtro Lyot a la temperatura adecuada para que estuviera sintonizado tanto a la longitud de onda de onda de H alfa (656.3 nm) como el ancho espectral de ésta (0.07 nm), en 2017 se decidió sustituirlo por un etalón de la compañía Daystar con características similares a las del filtro para así seguir registrando la actividad solar. Además se le agregó un reductor focal para que ahora todo el disco solar cupiera en el detector de la cámara.

Ya con estas modificaciones, se pudo captar desde Tonantzintla el eclipse parcial de Sol ocurrido el 21 de agosto de 2017. Un eclipse de sol ocurre cuando la Luna cubre parcial o totalmente el disco solar visto desde la Tierra. En 2017, desde Tonantzintla, el disco solar sólo se vió cubierto por la Luna en aproximadamente un 30 por ciento, no por ello dejó de ser llamativo para el público en general. El recinto del telescopio abrió sus puertas para que todos aquellos interesados pudieran observar tal evento. El próximo eclipse de Sol, observable desde Tonantzintla, ocurrirá el 14 de octubre de 2023.

El Sol tiene ciclos en los que su actividad aumenta o disminuye con un periodo de 11 años aproximadamente. Esta actividad indirectamente se refleja en el número de manchas que presenta en su disco. Una mancha solar es una zona oscura que se aprecia sobre el disco, indicando que esa región tiene una temperatura ligeramente menor que los alrededores y una actividad magnética intensa. El año 2014 ha sido el más reciente en que el Sol tuvo un máximo de manchas por lo que a partir de entonces empezó a decrecer este número llegando a un mínimo en 2020, a partir de ahí ha empezado a aumentar su actividad y se espera que para 2025 vuelva a llegar a un máximo. Es entonces muy probable que nuestro astro presente eventos que sean dignos de ser registrados fotográficamente, de esta manera seguiremos entendiendo la dinámica del Sol y cómo llega a afectar a la Tierra y aumentaremos el conocimiento que tenemos de la estrella más cercana a la Tierra, a lo cual ha contribuido durante más de 80 años el Telescopio Solar del OANTon.

El Telescopio Solar del OANTon: sus años recientes

* diturbe@inaoep.mx

José H. Peña *

El telescopio de 1 m de Tonantzintla

Los observatorios en Tonantzintla, el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) y el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), dependientes cada uno de la UNAM y del Conacyt, respectivamente, comparten una raíz y un origen común.

La Astronomía moderna en México tiene su punto de partida en 1876, cuando se funda el OAN, mismo que dos años después se instala en el Castillo de Chapultepec. En 1883 se traslada el Observatorio al Palacio del exarzobispado en Tacubaya, recibiendo el nombre de Observatorio Astronómico de Tacubaya.

Aunque las actividades astronómicas cotidianas siguieron en el Observatorio de Tacubaya estas fueron reforzadas con la fundación del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTon) en 1942, por Luis Enrique Erro.

En aquel entonces, se escogió Tonantzintla como el lugar idóneo para la instalación del Observatorio porque cumplía con normas de calidad: su elevado número de noches despejadas, su altura geográfica y su mínima incidencia lumínica de las poblaciones cercanas ya que, debido al crecimiento de la capital de la República, el viejo Observatorio de Tacubaya había sufrido la disminución de la calidad de sus observaciones precisamente por el incremento de la luminosidad del cielo.

Desde su inicio el OANTon fue equipado con una Cámara Schmidt, abriéndose las puertas a la astronomía moderna y de talla internacional en México. La importancia de los resultados del OANTon traspasó las fronteras de México siendo reconocida la labor de los astrónomos mexicanos que alcanzaron prestigio internacional, entre los que figuraron el fundador de dicho observatorio Luis Enrique Erro y su sucesor, el doctor Guillermo Haro. Además de ellos, el Ing. Luis Rivera Terrazas, el doctor Luis Munch y el astrónomo Enrique Chavira, entre otros.

Con esta Cámara se hicieron diversos descubrimientos, siendo el principal el de los objetos Herbig-Haro, considerados como los indicadores del inicio de la formación estelar. También se descubrieron estrellas novas y supernovas, galaxias azules e innumerables estrellas ráfaga, así como el cometa Haro-Chavira, descubierto en 1954 en la región del Toro.

Dados los cambios importantes en las condiciones atmosféricas de Tacubaya se trasformaron en poco favorables para la observación astronómica por lo que, en 1951, se trasladó al OAN de Tacubaya a Tonantzintla, en terrenos contiguos al OANTon de la SEP compartiendo, de modo indisoluble, comunes derroteros e historia.

Desde 1929, año en que la Universidad Nacional recibe su autonomía, la administración del Observatorio de Tacubaya quedó a cargo de la UNAM. Cuando ocurrió el traslado de los telescopios de Tacubaya a Tonantzintla, el principal instrumento a cargo de la Universidad era el Carta del Cielo. Dentro de los avatares del destino, desde 1948, el doctor Guillermo Haro fue simultáneamente director del OAN de Tacubaya y director del OANTon por lo que, durante los 20 años que ocupó ambas direcciones, las trayectorias de ambas instituciones fueron paralelas.

En 1961 se inaugura un nuevo telescopio, moderno instrumento de 1 m de diámetro, con el que, y con sus instrumentos de apoyo, se planeaba hacer investigaciones más versátiles. Desde su inicio, el telescopio de 1 m se mantuvo activo en investigaciones astronómicas. Destacan los trabajos de Braulio Iriarte y de Eugenio Mendoza en fotometría que fueron importantes. Posteriormente, con la adquisición del espectrógrafo Boller & Chivens, el doctor Méndez Palma logró desarrollar trabajo de investigación pero, más importante aún, consiguió la participación de un buen número de estudiantes en sus proyectos de espectroscopia que mantuvieron viva en el Instituto de Astronomía la inquietud por la astronomía y el uso del telescopio.

Alrededor de 1971 la doctora Marie Paris Pişmiş se unió a los proyectos científicos con el espectrógrafo. En 1973, adquirió, de Francia, el interferómetro Fabry-Perot, que de inmediato produjo resultados contando con la colaboración de M. Moreno y, posteriormente, de M. Rosado quien continuo posteriormente con otro Fabry-Perot, pero con observaciones en San Pedro Mártir (SPM).

Desde 1979, en colaboración con R. Peniche trabajamos con el espectrógrafo y posteriormente con el fotómetro doble que fue trasladado a SPM con muy poco éxito. Durante estos años, desde 1975, C. Firmani y su grupo intentaron la implementación del OMA otro detector que produjo pobres resultados. Hubo un intento de implementar en el telescopio de 1m un dispositivo de carga acoplado (CCD por sus siglas en inglés), pero el interés de los astrónomos, los pocos observacionales que quedaban, se centró en observaciones con telescopios de mayor tamaño y en el mejor cielo de SPM, decayendo el uso del telescopio de 1m de Tonantzintla limitándose a servir para demostraciones al público. Al dividirse ambos observatorios, Haro se dio cuenta de la importancia para el país de la óptica y la electrónica por lo que decidió fundar el INAOE, creado por decreto presidencial el 11 de noviembre de 1971, como un organismo descentralizado, de interés público, con personalidad jurídica y patrimonio propio, ubicado en Tonantzintla, Puebla. Aunado a ello, en 1967 el OAN se convierte en el Instituto de Astronomía (IA) y se resguarda el nombre de OAN para las estaciones de Observación del IA bajo la dirección del doctor Arcadio Poveda, quien continuó apoyando las labores astronómicas de investigación y docencia de esta casa de estudios y esta última actividad ha sido apoyada decididamente por sus directores, hasta el presente, haciendo del OAN–Tonantzintla, en Puebla, un centro astronómico de docencia nacional e internacional. Hacia 1966 se reconoció la necesidad de construir un telescopio de mayor diámetro pero resultó evidente que la región de Tonantzintla ya no era adecuada para tal fin, por ello se buscó otro sitio con mejores condiciones atmosféricas en cuanto a oscuridad de cielo, baja nubosidad, baja turbulencia atmosférica, aislamiento de zonas pobladas y altura sobre el nivel del mar. Se encontró que esas condiciones se reunían plenamente en la Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California, lugar donde fue instalado, en 1971, el OAN de San Pedro Mártir, donde se colocaron tres telescopios con diámetros de 84 cm, de 150 cm y de 200 cm de diámetro, inaugurándose en 1979. Este ha sido, desde entonces, el principal observatorio nacional. Por su parte el INAOE en aquella época estableció el Observatorio de Cananea, Sonora, con un moderno telescopio de 2 m de diámetro. Debido a los avances tecnológicos en la captura de imágenes dados a finales del siglo pasado que indujeron la cancelación de la fabricación de placas fotográficas, permanecen en desuso, en Tonantzintla, los telescopios Carta del Cielo y Cámara Schmidt, los cuales, sin placas fotográficas pierden su función de instrumentos de investigación astronómica, quedando solo como herramientas usadas en la astronomía mexicana, aunque a la Cámara Schmidt ya se le han adaptado CCDs.

El telescopio de 1 m se ha matenido en operación continúa, ya que desde 2012 han renovado y modernizado con detectores para que pueda apoyar en investigaciones relevantes y, más importante, sirva de apoyo a las actividades docentes a estudiantes de la Facultad de Ciencias y del IA de la UNAM, y de cualquiera otra institución de enseñanza de educación superior que lo solicita.

En 2012, a iniciativa de A. Rentería, se adquirió una cámara CCD sencilla con la que se abrió la posibilidad de realizar, nuevamente, observaciones científicas. Paralelo a esto, también gracias a Rentería, se adquirieron telescopios de 10”, adicionales a los que existían, provistos también con cámaras CCD sencillas, para terminar con cuatro telescopios pequeños.

Así, con los cuatro telescopios de Nahuixteloncingo y el telescopio de 1 m Tonantzintla se ofrece a los estudiantes no sólo el aprendizaje del manejo de telescopios, la identificación de campos, el manejo de cámaras, etcétera, sino la posibilidad de adquirir datos científicos útiles que han servido para lograr más de diez publicaciones científicas en revistas arbitradas, de circulación internacional.

Aquí debemos de tener presente el pensamiento del investigador americano D. L. Crawford sobre las ventajas que puede ofrecer la nueva generación de telescopios pequeños provistos de detectores CCD. Estos telescopios pequeños bien equipados podrán seguir siendo utilizado en las labores de divulgación, docencia e investigación para beneficio del público y de los estudiantes de física y astronomía para los cuales es muy importante entender cómo es el proceso de investigación. Así, el telescopio de 1 m ha sido pivote en el desarrollo de la Astronomía Mexicana, y en las circunstancias actuales, el Observatorio de Tonantzintla, en general, contempla un futuro halagüeño.

· Foto: H. Huepa · Foto: Ricardo Martínez

* jhpena@astro.unam.mx

Omar López-Cruz *

Las hermanas González y los 80 años del OANTon

Al final de la tercera década del s. XX se respiraba un aire de cambio en la sociedad mexicana. La Revolución Mexicana comenzaba a generar sus primeros logros, se quería ser parte de los avances sociales y tecnológicos en el mundo.

El primero de enero de 1936 se fundaba el Instituto Politécnico Nacional poniendo la “Técnica al servicio de la Patria” como su principal misión. En 1938 se lograba la expropiación petrolera, un 18 de marzo, como aquellos en que lo celebrábamos, con murales y todo tipo de actos alusivos, en la escuela primaria en los 70s.

Luis Enrique Erro se preocupaba porque los mexicanos generaran investigaciones científicas. Sin embargo, en 1939, el mundo entraba al conflicto más sangriento de la historia; comenzaba la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos trató de reforzar la alianza con México desde el inicio de la conflagración. En medio del catastrófico conflicto, el 17 de febrero de 1942, se inauguraba en el cerro aledaño al pueblo de Santa María Tonantzintla el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTon), cuya misión difería de las actividades del Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya, que había sido favorecido durante el Porfiriato. La inauguración fue cubierta por los medios nacionales e internacionales.

El carismático astrónomo holandés Bart Bok pasó un año en Tonantzintla ayudando a poner en marcha el observatorio; él mismo haría una labor similar en el desarrollo de la astronomía en Australia. Pasaría sus últimos años en la Universidad de Arizona, donde fue muy querido y admirado; lo conocían como el hombre que había vendido a la Vía Láctea. Los astrónomos estadounidenses fueron sorprendidos por la solemnidad e importancia del evento, donde participó el entonces presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, y el gobernador de Puebla, Gonzalo Bautista Castillo. Entre la comitiva compuesta por 27 astrónomos y científicos estadounidenses que participó en la inauguración destacaban Cecilia Payne-Gaposhkin, Harlow Shapley, Henry Norris Russell y Walter S. Adams.

El telescopio con el que comenzó el OANTon era una cámara Schmidt con un espejo de 77.4 cm. En ese tiempo este telescopio era el segundo más grande del mundo en su tipo. El comienzo no fue fácil; el telescopio tenía defectos en la óptica que serían corregidos tres años después por el fabricante, la compañía PerkinElmer, los mismos que construyeron el espejo del Telescopio Espacial Hubble a finales de los 80s. Sin embargo, los resultados científicos que siguieron tras la puesta a punto de la Cámara Schmidt del OANTon fueron sorprendentes. Erro ya no vivió para ver su gran obra florecer; fue Guillermo Haro quien al asumir la dirección llevaría al OANTon hacía el reconocimiento científico mundial.

El libro El Universo de Cristal, de Dava Sobel, describe la vida y contribuciones científicas de un grupo de astrónomas del Observatorio de Harvard que fue conocido como las computadoras humanas o con el infortunado nombre del Harem de Pickering. Desde los muros del mencionado observatorio estas dedicadas astrónomas sentaron las bases de la astrofísica estelar y sus descubrimientos ayudarían a Edwin Hubble, en 1924, para demostrar que la Nebulosa de Andrómeda era, en realidad, otra galaxia parecida al conjunto de más de cien mil millones de estrellas, la Vía Láctea, donde nuestro Sol es un miembro solitario. Las astrónomas más destacadas del Observatorio de Harvard a finales del s. XIX y principios del XX fueron Willimina Fleming, Antonia Maury, Henrieta Swan Leavitt y Annie Jump Cannon. Años después, en el OANTon tendríamos a las hermanas Graciela y Guillermina González Campuzano.

Cuando llegué al INAOE, en septiembre de 1987, me encontré unos números del Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya (ver SyC No. 63) que incluían unos artículos con listas de estrellas calientes, precedidas de tan solo una breve introducción y acompañados de una breve descripción en español. No entendí la importancia de ese trabajo. La sucesión de los artículos se veía claramente interrumpida, y en artículos posteriores Guillermina González ya aparecía como colaboradora de Luis Rivera Terrazas reportando observaciones solares. Me tomó hasta 2009, Año Internacional de la Astronomía declarado por la Unesco en ocasión de los 400 años de las primeras observaciones del universo con un telescopio hechas por Galileo Galilei, cuando junto con la doctora Silvia Torres Peimbert organizamos un coloquio sobre las publicaciones más destacadas del mencionado Boletín. Invitamos a nuestros colegas mexicanos y de otros centros de investigación del mundo para comentar los artículos que seleccionamos. El doctor Helmut Abt, quien había dejado de ser editor de la prestigiosa The Astrophysical Journal, fue nuestro invitado de honor. Fue Abt quien se autopropuso para revisar el trabajo de las hermanas González. Para muchos, lo que el Abt nos explicó fue sorprendente.

Sabía que William Wilson Morgan era reconocido por haber descubierto la estructura espiral de los brazos de nuestra Galaxia usando el método de clasificación de estrellas que heredó de las astrónomas de Harvard, principalmente Annie Jump Cannon y Antonia Maury. Morgan le asoció un significado físico a la secuencia de clasificación espectral de las estrellas, reconociendo como parámetros fundamentales la temperatura y el tamaño de las estrellas. Con observaciones del Observatorio de Yerkes en Wisconsin EE.UU., siguiendo a las estrellas tipo O y B, que son las más calientes y jóvenes, Morgan encontró uno de los brazos de la Galaxia y se dio cuenta que seguía un patrón espiral, presentó sus resultados en el congreso de la Sociedad Americana de Astronomía en diciembre de 1951. Al terminar todos aplaudieron y se pusieron de pie para reconocer el importante descubrimiento presentado por Morgan. La intensa labor y el esfuerzo que le costó estrechar su imaginación, para abandonar la idea existente de que las estrellas se distribuían en forma de caja alargada, lo provocó un ataque de nervios unos meses después. Parece que su condición mental fue siempre delicada, grandes ataques de inseguridad oscurecieron su vida hasta sus últimos días. Ahora, desde la latitud de Yerkes sólo podía apreciar una parte del brazo interno de Sagitario, el brazo intermedio de Carina-Cygnus al que pertenece el Sol, y el brazo externo de Perseo. Era importante extender su trabajo hacia el hemisferio sur y buscar estrellas a mayor profundidad, el OANTon era perfecto para continuar con el programa.

Lo que yo desconocía era que Morgan vino a Tonantzintla en 1951 e introdujo a la técnica de clasificación espectral de estrellas a Luis Münch, hermano del famoso astrofísico Guido Münch, y a las hermanas González. Entre 1952 y 1962, las hermanas González publicaron 16 artículos en el Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya donde reportaron miles de estrellas azules luminosas, además, en dos artículos que Morgan publicó en The Astrophysical Journal aparecen como coautoras. La investigación que emprendieron Guillermina y Graciela González era fundamental, pues ayudaba a profundizar en la estructura espiral de la Galaxia.

Se ha sugerido que el trabajo de las González fue interrumpido por los celos profesionales de sus colegas. En realidad, todos los observatorios que estaban mapeando los brazos de la Galaxia usando estrellas, sucumbieron ante los resultados de la radioastronomía, que podía seguir los movimientos del gas en las partes internas de la Galaxia. El dominio de la radioastronomía en los estudios galácticos comenzó en 1957. Abt menciona que eso fue desafortunado porque el radiotelescopio sólo mide la velocidad del gas, pero no puede decir nada sobre las distancias. Sin embargo, es importante reconocer el trabajo de las hermanas González que, 70 años después de haberlo desarrollado desde Tonantzintla, sigue vigente. Guillermina y Graciela González se convirtieron en las primeras astrónomas mexicanas que reportaron investigaciones científicas en revistas especializadas.

* omarlx@inaoep.mx

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