¿Qué pasa con la #Cocaína?

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OCTUBRE DE MARTES DE2015 JULIO DE 2013

# ¿qué pasa con la

COCAíNA?

Nora Volkow

Neurocientífica ■

Óscar Benassini Siquiatra

Guillermo Fadanelli Escritor


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OCTUBRE DE 2015

◗ ¿QUÉ PASA CON LA #COCAÍNA? / REPORTAJE ESPECIAL. PRIMERA ENTREGA ■

Entrevista a Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EU

“El uso crónico de la cocaína merma la memoria y la toma de decisiones” El consumidor también puede perder la capacidad para evaluar apropiadamente su estado interno, explica la neurosiquiatra mexicana ■ Esto podría contribuir a la incapacidad de reconocer que sufre un estado patológico y debería pedir ayuda, señala

Arturo Jiménez

Gracias a los impresionantes conocimientos neurocientíficos logrados en los años recientes, ahora se puede afirmar que la adicción a las drogas “es una enfermedad del cerebro, a la par de cualquier otro padecimiento mental”, plantea la doctora Nora Volkow, quien desde 2003 es directora del Instituto Nacional Sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés), institución del gobierno de Estados Unidos que supervisa la investigación pública y tratamientos en ese país, además de apoyar la mayoría de los estudios sobre el tema a escala mundial. Sin embargo, esta destacada neurosiquiatra mexicana, quien es bisnieta del líder soviético León Trotsky, advierte en entrevista desde Washington: “Todavía tenemos un largo camino por recorrer antes de dar el golpe de gracia al estigma que define la adicción como falla del carácter, que tanto agobia a las personas que sufren de drogadicción”. Volkow (1956), quien afirma que la cocaína produce un reducido síndrome de abstinencia en comparación con su enorme compulsión de consumo, egresó de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), continuó sus estudios en la universidad de Nueva York, trabajó en la universidad de Texas y en el Brookhaven National Laboratory, trayectoria que la ha convertido en una neurocientífica reconocida a escala mundial, precursora de las investigaciones sobre los efectos de las drogas mediante técnicas de imágenes del cerebro. Junto con sus tres hermanas –entre ellas la poeta Verónica y la infectóloga Patricia, del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias–, la joven Nora Volkow guiaba visitas por la vieja casa de Coyoacán en la que vivió y fue asesinado, en 1940, su famoso bisabuelo, uno de los grandes líderes de la revolución rusa, artífice del Ejército rojo y posible sucesor de Lenin de no haber sido víctima de la persecución de Stalin. Esa casa, que ahora es el museo León Trotsky-Instituto del Derecho de Asilo, y tiene como uno de sus impulsores al químico Esteban Volkow, padre de la neurosiquiatra, quien llegó al país de

adolescente, en 1939. También es egresado de la UNAM y participante destacado en el desarrollo de la píldora anticonceptiva en México. Nora Volkow aclara de entrada que la drogadicción, que “típicamente” se inicia debido a “conductas voluntarias”, aunque no siempre de esa manera, “causa perturbaciones neurofisiológicas persistentes no sólo en los circuitos neuronales encargados de procesar la recompensa y el placer, sino que eventualmente termina degradando otras funciones mentales superiores, las que constituyen los sustratos mismos del libre albedrío, y la capacidad de frenar actos de carácter compulsivo o de tomar decisiones apropiadas”.

Con el abuso de la sustancia se pierde la capacidad de evaluar Destaca que hay personas que, “por una desafortunada combinación de causas biológicas y no biológicas, presentan una vulnerabilidad mucho mayor a las conductas relacionadas con el

Nora Volkow

abuso de sustancias y a volverse adictas”, e incluso menciona a “grupos de alto riesgo”, como los jóvenes o quienes sufren de otras enfermedades siquiátricas. Por eso habla de la necesidad del estudio de los factores genéticos, de desarrollo y ambientales que contribuyen a esos diferentes grados de vulnerabilidad. Y avizora: “Comienza a cristalizar la promesa de la tan mentada medicina personalizada”.

La acumulación de dopamina Los conocimientos científicos acumulados hasta ahora por el NIDA refieren que la dopamina es una sustancia química del cerebro que se activa ante estímulos gratificantes y vitales, como la comida y el sexo, pero también con las drogas. Dentro del proceso natural de comunicación al interior del cerebro, las células o neuronas transmisoras liberan la dopamina en la sinapsis –la conexión entre dos neuronas–, donde se une a los receptores de dopamina de las neuronas adyacentes o receptoras. En esas condiciones comunes, una proteína especializada llamada transportadora de dopamina devuelve ésta a la neurona transmisora. Sin embargo, continúa el NIDA, cuando se consume el

estimulante cocaína, éste se adhiere a la proteína transportadora de dopamina y bloquea el proceso normal de reciclaje, lo cual provoca, por lo menos durante las etapas iniciales de abuso de la droga, una acumulación de dopamina en la sinapsis, lo que a su vez magnifica o exagera los efectos placenteros y energetizantes del estupefaciente. Esa acumulación de dopamina “perturba la transmisión normal de mensajes entre una neurona y otra”. Agrega Volkow: “la razón por la que algunas personas continúan el uso de cocaína es simplemente porque esta magnificación del nivel sináptico de dopamina está asociada con la experiencia inicial de la euforia. Pero con el uso repetitivo o crónico, el problema de mantener niveles tan altos de dopamina es que puede disparar manifestaciones clínicas más graves, porque obliga al sistema a tratar de adaptarse. Los primeros signos de esta adaptación conllevan una disminución de la sensibilidad a la dopamina en los circuitos de recompensa, lo que eventualmente desequilibra la función entre los circuitos encargados del procesamiento de la memoria, la motivación, el control inhibitorio, la toma de decisiones y la regulación de emociones, entre otras cosas.

“El uso crónico de cocaína está asociado con una significativa merma (de carácter adaptativo) en los niveles de receptores para la dopamina en los centros del placer, así como reducciones concomitantes importantes en la eficiencia con la que ciertas áreas críticas de la corteza frontal utilizan la glucosa como fuente energética.” Las diversas perturbaciones, destaca la investigadora, “llevan tiempo, pero sus efectos se acumulan y eventualmente impactan la conducta, de manera que, en algunas personas con vulnerabilidades específicas, desembocan en los antojos irrefrenables y en los patrones de acción compulsiva y fuera de control que caracterizan una adicción”.

El obstáculo del “no darse cuenta” –¿En qué momento un consumidor de cocaína podría darse cuenta que ya es un adicto? –Más bien es un proceso gradual, de pendiente variable, durante el cual la persona va perdiendo, poco a poco, la capacidad de ejercer control sobre sus emociones y acciones, y de evaluar las consecuencias de las mismas. También suele perder la capacidad (por cierto crítica) de evaluar apropiadamente su estado interno, al que nos referimos a veces como sensaciones viscerales. Esto es importante, porque podría contribuir a la incapacidad del adicto de reconocer que sufre un estado patológico y necesita pedir ayuda y buscar tratamiento. Esta capacidad deficitaria en el poder de “darse cuenta” podría ser uno de los obstáculos más grandes que enfrenta el adicto en su proceso de recuperación. –¿Cuáles son los avances científicos más recientes en la búsqueda de nuevos medicamentos y de una vacuna que contribuyan al tratamiento de la adicción a la cocaína? –Lamentablemente, los tratamientos convencionales han tenido un éxito muy limitado en el caso de los estimulantes, como la cocaína y la metanfetamina, por lo que la búsqueda de medicamentos contra estas adicciones sigue siendo muy intensa. Un buen ejemplo de un nuevo enfoque prometedor es la buspirona (Buspar), un ansiolítico no benzodiazepínico que actúa sobre los sistemas de la serotonina y la dopamina, que ha logrado reducir la autoadministración de cocaína, después del tratamiento agudo o crónico, en monos Rhesus. “Pero también estamos explorando otras estrategias, incluida la vacunación, para bloquear los efectos de una droga como la cocaína sobre el cerebro, la cual se encuentra en etapas avanzadas de desarrollo. Aunque existen varios mecanismos posibles para explicar los efectos de una vacuna contra las drogas, el más directo e intuitivo implica la unión –altamente específica– entre los anticuerpos y la droga en el torrente sanguíneo, bloqueando (o reduciendo la velocidad de) la entrada de la droga al cerebro. Los investigadores están tratando de


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optimizar las variables críticas, lo que incluye estudios farmacogenéticos que tienen como meta la identificación de diferencias genéticas que puedan afectar la efectividad de los anticuerpos.”

Dos caras de la misma moneda –¿Cuál es su reflexión acerca del tema de la legalización de las drogas y de que se debería poner más énfasis en una concepción del combate a las adicciones mediante políticas de salud pública? –Es una pregunta frecuente, pero sustentada en una premisa falsa. La realidad es que el estatus legal de una droga y su impacto sobre la salud pública son dos caras de la misma moneda. Nuestra sociedad ya ha hecho este experimento con drogas tóxicas y adictivas, como la nicotina y el alcohol. Y los resultados no dejan lugar a dudas: las consecuencias de la legalización absoluta de estas drogas han sido irrebatiblemente catastróficas en lo que se refiere a la morbilidad, mortalidad y el costo económico, directa o indirectamente asociados a los productos de tabaco y las bebidas alcohólicas. No requiere mucha imaginación predecir lo que devendría a nuestra sociedad si una droga como la cocaína fuera legalizada e incorporada al mercado libre como un “bien” de consumo más. –El uso de la cocaína, al parecer, ya está inserto en los hábitos sociales y culturales de millones de personas en el mundo. Ante eso, ¿sería pertinente la vigilancia gubernamental de su calidad y la supervisión de las dosis de consumo, con el fin de reducir sus impactos negativos? ¿cuál sería el “ideal” para un uso sin abuso? –El hecho de que una conducta claramente nociva –tanto para el consumidor como para la comunidad que lo rodea– sea aceptada por millones de personas no implica que los que están encargados de resguardar la salud pública tengan que darse por vencidos y renunciar a sus responsabilidades primarias. “Como lo demuestra la experiencia de los pasados 50 años en Estados unidos con las campañas contra los cigarrillos, un ataque frontal, persistente, multifacético y basado en la ciencia puede reducir dramáticamente la prevalencia y los efectos de un desafío epidemiológico que parecía, decididamente, insuperable y eterno. No obstante esto, hemos logrado avances claros y significativos en nuestra lucha contra el tabaquismo.

La legalización está sustentada en una premisa falsa “En consecuencia, me parece que la idea de que el gobierno se encargue meramente de supervisar la calidad de la cocaína en el mercado con la esperanza de que, de alguna manera, esto logre reducir sus impactos negativos, sería una señal inconfundible de claudi-

cación. Además, la idea de que se podría diseñar una cocaína, la cual permita su uso pero no su abuso es, hoy por hoy, una fantasía que ignora el peso de la enorme variabilidad farmacológica que es de esperar que cualquier variante del estupefaciente, por más optimizado o supervisado que esté, tenga en diferentes personas.”

Con el perdón de Sartre –Doctora Volkow, dada la diversidad de causas sociales y personales que llevan al consumo de cocaína, la reflexión pareciera dirigirse hacia el libre albedrío de los consumidores, en una combinación de libertad personal y responsabilidad social. Consumirla sería parte de los “modos de confrontación” diversos de la realidad de cada individuo, como consideran algunos especialistas. Y se menciona que el filósofo existencialista Jean Paul Sartre aseguró que “el hombre está condenado a ser libre” y a hacerse responsable de la consecuencia de sus propios actos. ¿Sería eso posible?

voluntario como pareciera. Sin embargo, podemos decir con bastante certeza que, en muchos casos, sí lo es.

El hombre está condenado (biológicamente) a tratar de ser feliz “Como mencioné anteriormente, la onda expansiva de déficit, inducida por el abuso de una droga en el cerebro del adicto, termina por golpear los mismos sustratos en la corteza cerebral encargados de ejercer el tan mentado libre albedrío. Quiero aclarar que esta lección no debería ser aprovechada para relativizar el concepto de responsabilidad individual, pero sí nos debería ayudar a poner al problema de cómo ayudar a estas personas a recuperarse en un contexto de referencia más apropiado.

manera y capacidad de tomar decisiones de esas élites sociales? –Debo tildar de dudosa la primera premisa que asume el uso desproporcionado de la cocaína en las clases más privilegiadas, ya que no creo que esté basada en datos científicamente fidedignos. La cocaína, en todas sus formas, es una droga que no discrimina. Como dije anteriormente, el uso prolongado puede alterar la estructura y función del cerebro en forma profunda y persistente. por tanto, no hay duda de que el impacto conductual y cognoscitivo del uso crónico de este narcótico puede causar una merma significativa en la capacidad de tomar decisiones, irrespectivamente de la extracción socioeconómica del cocainómano.

Las “razones” del “éxito” –¿A qué se debe el “éxito” de la cocaína, su amplia aceptación emocional en ciertos sectores sociales, su capacidad para ponerse de “moda”, dar “estatus” y generar un extenso mercado con enormes ganancias económicas?

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“Hasta ese momento, debido a su costo, la cocaína era tradicionalmente una droga de las clases privilegiadas. Pero a finales de los años 80, el estupefaciente, más potente y barato que nunca, finalmente adquirió la reputación de una droga verdaderamente peligrosa y muy adictiva, vinculada con la pobreza y el crimen. Sin embargo, al comienzo del nuevo milenio, el péndulo ya empezó a oscilar de nuevo hacia el otro lado; tal vez podamos culpar de esto a la amnesia de una nueva generación que no ha sido testigo de los estragos causados por la cocaína, inclusive entre las celebridades, en los años 80 y 90. “Hoy día, parte del glamur de la cocaína parece estar en alza y de manifiesto en algunas expresiones provenientes de la industria de la moda y la percepción de cierta aceptación, o incluso normalización incipiente de su uso en los medios de comunicación y en la industria del entretenimiento. Sea cual sea la razón de su aceptación o glamur en ciertos círculos, los conocimientos científicos acumulados en las pasadas tres décadas son nuestra mejor arma para luchar contra esta peligrosa percepción, y es nuestra responsabilidad aprovechar toda oportunidad para difundirlos.”

Victorias tácticas

Es claro que cada sustancia debe de tratarse y estudiarse de manera distinta ■ Foto Jazmín Ortega

–El consumo inicial es típicamente una acción voluntaria, pero no siempre. Para explorar el impacto del libre albedrío en relación con la problemática del abuso de drogas, es importante considerar el caso de las personas que gravitan hacia el uso de una droga (ya sea legal o ilegal) como un intento de automedicación para mitigar el impacto de una situación traumática o muy estresante, o de los síntomas de una enfermedad mental subyacente no identificada o tratada de manera ineficaz. El número de personas que pertenece a este grupo es muy difícil de determinar con precisión, pero el alto índice de comorbilidad entre los desórdenes de abuso de sustancias y otras enfermedades mentales sugiere que podría ser muy alto. Por tanto, es importante aclarar que no todo consumo inicial es realmente tan

“Puede ser que, como dijo Sartre, el hombre esté condenado a ser libre. Pero para mí es más interesante (y productivo) en este contexto reconocer el hecho irrefutable de que el hombre está condenado (biológicamente) a tratar de ser feliz. Por razones evolutivas, el hombre ha sido dotado de motores muy poderosos que lo llevan a buscar el placer, por un lado, y esquivar el sufrimiento, por el otro. Las personas difieren dramáticamente en las estrategias que utilizan para lograr esta meta básica. Algunas, por una combinación de desafortunadas circunstancias, experimentan con la droga sin comprender realmente que ésta es una estrategia equivocada que las alejará cada vez más de su meta.” –Si el consumo de cocaína se da sobre todo en las clases medias y altas, y altera la conciencia de los toxicómanos, ¿se puede decir que también altera la

–No siendo esta una pregunta de índole científico, sólo me cabe especular. Es posible que parte del atractivo de la cocaína en ciertos sectores sociales corresponda a un efecto de memoria selectiva; el residuo moteado de su larga historia. Esta historia incluiría la promoción por Sigmund Freud a finales del siglo XIX, y el éxito popular de la Coca-Cola original que contuvo cocaína desde 1850 hasta 1903 cuando, por presión popular, tuvieron que remover el extracto activo de la bebida. En los años 70, surgió como la droga de moda entre artistas, empresarios y todos los que anhelaban una vida en el “carril rápido”, ya que ésta les ayudaba a mantenerse “arriba”. Subsecuentemente, en la década de 1980, el número de estudiantes que experimentaba con cocaína en algunas universidades en Estados Unidos se multiplicó drásticamente.

–En México la llamada guerra contra el narcotráfico ha desatado una violencia generalizada, con más de 60 mil muertos y 26 mil desaparecidos. ¿Qué políticas se podrían aplicar para cambiar esa situación? –La dolorosa situación en México es la manifestación, sangrienta e inexorable, de múltiples tendencias convergentes, incluyendo la demanda inagotable del mercado norteamericano (Estados Unidos, México y Canadá); la falta de alternativas económicas que compitan en rentabilidad; la vasta infraestructura de contrabando aéreo, submarino y subterráneo; las redes de lavado de dinero; las condiciones socioeconómicas que fomentan una sensación de desesperación, y la insuficiencia del sistema encargado de tratar al adicto, sólo por nombrar algunos de los factores más obvios. “Si las políticas vigentes pueden adjudicarse algunas victorias de tanto en tanto (por ejemplo, el reporte de una reducción en el consumo de cocaína en México, Canadá y Estados unidos de 2.4 por ciento en 2006 a 1.5 en 2011, entre las edades de 15 a 64 años, de acuerdo con un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU), tales victorias parecen ser más tácticas que estratégicas. “En mi opinión, una política inteligente debería apuntar y abarcar todas las facetas del problema en forma integral, persistente y coordinada. Cualquier enfoque parcial o unilateral está condenado a convertirse en un juego de Whac-amole, ineficaz, caro y letal.” (En dicho juego se trata de golpear con un martillo a un topo que se asomará rápidamente por un agujero, pero se puede cometer el error de golpear a un conejo rosa).


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FABRIZIO LEÓN DIEZ

MARTES 23 DE JULIO DE 2013 •

La cocaína es un inductor inmediato de bienestar que se ha puesto de moda en una época caracterizada por el hedonismo como alternativa de vida casi única, afirma el médico Óscar Benassini (ciudad de México, 1954), en una peculiar plática con La Jornada, iniciada en una cantina y concluida a través de Facebook, unos cuantos correos electrónicos y algunas llamadas telefónicas. Agrega: “El consumo creciente de drogas se da por el desarrollo del tráfico como un negocio de proporciones nunca vistas, sociedades sin más propuesta que la satisfacción inmediata, la gratificación placentera a toda costa, la pérdida de los grandes referentes colectivos, como razas, países, costumbres y valores para grandes grupos, sustituidos por el individualismo, el rezago económico y social con su consecuente insatisfacción, característica de las pasadas dos décadas”. El especialista en siquiatría egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien ha impulsado múltiples programas públicos y privados de tratamiento a la drogadicción y el alcoholismo, alerta: “Cuando el consumidor encuentra que disfruta más de consumir cocaína que de cualquier otra experiencia placentera, aún si las sigue teniendo, estoy seguro de que es un adicto; es decir, cuando su pensamiento y su comportamiento se dedican más a cómo conseguir cocaína, dónde y cuándo utilizarla, que a cualquier otro tópico o actividad”.

La cocaína, de moda por el hedonismo como alternativa casi única, afirma Óscar Benassini

■ Creo más en acompañar y ofrecer diversas alternativas de soporte buscando lapsos de abstinencia

cada vez más largos, señala ■ “Cuando un usuario encuentra que disfruta más de consumir cocaína que de cualquier otra experiencia placentera, estoy seguro que se trata de un adicto”

gla que rija nuestra relación profesional. –¿Para usted la adicción a la cocaína es una falla de carácter, una enfermedad o una libre decisión del consumidor? –La adicción a la cocaína es una condición de vulnerabilidad cerebral genéticamente adquirida y con frecuencia precipitada por estresores ambientales, múltiples pero relativamente específicos. Me resulta mucho más fácil trabajar con ella si la considero una enfermedad. Definitivamente no hay ningún elemento técnico que soporte la posibilidad de que se trate de una libre decisión. El mecanismo cerebral para algo así es el que está definitivamente afectado.

Conciencia de la necesidad de ayuda

QUE LOS

ADICTOS PUEDEN Y DEBEN SER

AYUDADOS POR LOS

SIQUIATRAS, DESTACA EL

Autor y editor de varios libros, entre los que destaca el extraordinario ensayo Los ninfoleptos. Bipolaridad, arte y locura, publicado por la Asociación Siquiátrica Mexicana, y otro sobre ludopatía titulado Juego patológico, la enfermedad de apostar (Eros ediciones), Óscar Benassini cuestiona las políticas públicas sobre el tratamiento e interviene en el debate sobre la legalización: “Debemos enfatizar el fracaso en la prevención. Resulta indispensable garantizar una respuesta enfocada a los daños en sus muy diversos niveles. Soy médico, así que debo destacar que los sistemas de atención a la salud deben hacer previsiones y destinar recursos al tratamiento de adictos. Tenemos que ser muy claros: la prevención como política pública ha sido considerada

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Debemos enfatizar el fracaso de la prevención y garantizar la atención a los daños, dice el siquiatra

“ESTOY SEGURO DE

ESPECIALISTA

ADICCIONES

El alcaloide interviene directamente sobre los mecanismos cerebrales de recompensa

un fracaso por la Organización Mundial de la Salud, y yo creo que no existe por lo pronto más camino que dedicarnos de verdad a atender enfermos adictos, en busca de lapsos de abstinencia tan largos como sea posible, conscientes de que la regla será la recaída, ante la cual la respuesta pública tendrá que ser la misma. Los recursos y, por tanto, los esfuerzos gubernamentales para este fin se encuentran fragmentados, atomizados en diversas instituciones, fórmulas, problemas administrativos y lo que puede ser más serio, desacuerdos formales. A mi juicio es urgente coordinar, estructurar y consensuar los lineamientos técnicos que en el futuro tendrá la atención a adictos. Sobra decir que de “curar” adictos, nada, pero nada, por supuesto. Lo que se sabe de las drogas y su interac-

ción con el cerebro en un entorno determinado no ha sido de utilidad para desarrollar métodos específicos de prevención de la adicción, mucho menos de tratamiento”.

“La situación de ilegalidad, sólo sirve para pervertir”

En cuanto a la legalización y sus consecuencias, no duda en enfatizar: “El incremento en el consumo y sus consecuencias sobre la salud nos enfrenta a la consideración, cada día más difundida, de que mantener el consumo en situación de ilegalidad sólo está sirviendo para pervertir el orden social. Si nuestra hipocresía nacional endurece el término ‘legalizar’ hasta hacerlo inviable, por lo menos tendremos que trabajar sobre el de ‘despenalizar’. En el futuro inmediato ha-

brá que proponer y discutir si cada quien está en su derecho de decidir acerca del uso de drogas, como sucede hace mucho con el alcohol. Para la siquiatría resulta absurdo creer que la responsabilidad es del ‘crimen organizado’ que amenaza a las buenas gentes, justificando con ello la desastrosa ‘guerra’, que recién vivimos. En cada persona existe la posibilidad de enfermar y sobre ella tenemos que trabajar”. –¿Cuál es su premisa cuando, por primera vez usted se acerca a un adicto a la cocaína para atenderlo? –Me es indispensables saber que voy a enfrentar una condición grave que me resultará altamente demandante. Considero que un siquiatra es indispensable para un adicto a la cocaína, y ambos debemos asumir que la recaída será la re-

–¿Cómo sintetizaría su experiencia clínica con los adictos? –Estoy seguro de que los adictos a la cocaína pueden y deben ser ayudados por los siquiatras. Debo decir que he conocido más colegas que evaden esta responsabilidad que los que la asumen plenamente y, hasta donde sé, esta actitud se debe a que encuentran frustrantes los resultados de su intervención. Por otro lado, la gran mayoría de los adictos a la cocaína que he atendido tienen conciencia de su condición, así como de la necesidad de ayuda. –¿Del total de sus pacientes, qué porcentaje es curado o ayudado a tener un control sobre su adicción? –No creo que exista curación de acuerdo con lo que la mayoría de las personas entendemos por ese término. Estoy seguro de que a la mayoría de los adictos les beneficia en alguna forma la intervención siquiátrica. En este sentido creo más en acompañar y ofrecer diversas alternativas de soporte buscando lapsos de abstinencia cada vez más largos. –¿Les da seguimiento a sus pacientes? Si lo ha hecho, ¿de qué manera, con qué intención? –Sí; considero indispensable el seguimiento. Con los adictos es común que se establezcan relaciones terapéuticas de largo plazo, intermitentes, claro, debido a las recaídas. Para retomar la relación y poder intervenir cuando es necesario, ha debido existir un proceso de seguimiento cuidadoso y muy A PÁGINA 6a


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consistente. Para ello, la familia y otras personas cercanas a un adicto suelen ser un recurso muy útil. –¿Qué tan grave es ser consumidor de cocaína? –Creo que se trata de un problema muy grave, tomando en cuenta sus implicaciones para la salud física, el funcionamiento mental y el ajuste social. –¿Por qué tiene tanto éxito la cocaína? –Por su intervención directa e inmediata sobre los mecanismos cerebrales de recompensa. Se trata de un inductor inmediato de bienestar que se ha puesto de moda en una época caracterizada por el hedonismo como alternativa casi única. Esa coyuntura parece definitiva.

Enorme problema –¿El consumo de drogas en el mundo es un problema o es una característica propia de las sociedades humanas? –Lamentablemente no puede haber dudas de que se trata de un enorme problema. –Bueno, me quedan todavía un par de preguntas, ambas respecto del tratamiento, de las formas de ayuda, los métodos que se han utilizado y algún comentario en relación con sus resultados. –¿En México? –En México. –¡Bueno!, sucede que tu pregunta modifica el sentido de todo lo que yo haya dicho hasta aquí. Sostengo lo señalado respecto de los avances científicos encaminados a explicar los fenómenos adictivos, pero la secuencia que te hacía en mis respuestas se nos rompe de pronto. –¿Por qué? –Contesto a título personal, aunque hasta cierto punto este parece ser el consenso de las organizaciones internacionales de mayor peso y con más firme representación: lo que se sabe de las drogas y su interacción con el cerebro en un entorno determinado no ha sido de utilidad para desarrollar métodos específicos de prevención de la adicción; mucho menos de tratamiento. Y conste que mi desazón no puede ser mayor. –Por lo menos puede decirse que en los medios aparecen consistentemente mensajes al respecto, programas, centros… –Sé que sueno más amargo todavía que en la respuesta anterior, pero en mi opinión se trata del desarrollo más bien torpe y fallido de programas y técnicas generalmente improvisados para responder a alguna emergencia política. De repente hay que gastar en el tratamiento de adicciones y se sigue una ruta crítica más o menos típica: improvisar inmuebles rentados o comprados, a veces edificados con recursos públicos, contratar personal técnico: médicos, sicólogos, trabajadores sociales, y elaborar guías técnicas para

La adicción a la cocaína es una condición de vulnerabilidad cerebral genéticamente adquirida y con frecuencia precipitada por estresores ambientales, múltiples, pero relativamente específicos

atender enfermos con problemas adictivos. Imposible decir que exista una escuela, que haya consistencia, que se siga una línea científica y técnica con un sustento claro, y que se documente la experiencia para alimentar los programas. Que se haya construido una política pública congruente de atención. –¿Y? –¿Y? –Lo que puede preguntar cualquier periodista: ¿a qué se debe?

“NO HAY MÁS CAMINO QUE GASTAR PARA

ATENDER LOS

PROBLEMAS MÉDICOS, SICOLÓGICOS,

SIQUIÁTRICOS Y

SOCIALES QUE HAN

GENERADO LAS DROGAS”

–Sigo pensando que se trata de un enorme malentendido histórico. Alguien dijo (así ¿eh?: “alguien dijo”) que no había tratamiento para la drogadicción y el alcoholismo, y que por consiguiente sólo valía la pena gastar en prevención. Es más, la institución pública más conocida en el país, creada hace más de cuatro décadas para tratar la drogadicción, perdió –materialmente– 25 o 30 años predicando que no habría necesidad de tratar adictos si las adicciones se prevenían,

y punto, política pública nacional. –¿Y todo esto en tanto empieza a discutirse la legalización de algunas drogas? –En efecto, ya entendiste mi desánimo. Es más, puede ser que no valga la pena publicar todo lo que platicamos antes y poner sólo la última parte, si con eso se consigue enfatizar que ahora no hay más camino que gastar en atender los problemas médicos, sicológicos, siquiátricos y sociales que han generado las drogas.

Hacinamiento, insalubridad y rarísimos personajes El siquiatra Óscar Benassini para referirse a los tratamientos contra las drogas y sus resultados en México, compartió la siguiente experiencia: “En 1996, en San Luis Río Colorado, Sonora, me comisionaron para llevar a cabo una inspección de los centros de tratamiento para adictos, establecidos por personas que venían de los grupos de autoayuda –‘Anónimos’– y que funcionaban en esa localidad. Dicho sea de paso, estos lugares operaban y operan en todas las ciudades fronterizas y en muchas otras en el resto de los estados del país. “El domicilio que nos proporcionaron era el de una casa grande, con pretensiones de residencia, pero cuya construcción parecía improvisada. Había sido decomisada a narcotraficantes, nos dijeron, y la autoridad municipal había gestionado que le fuera prestada a un grupo de autoayuda, como era el caso para mu-

chos de estos sitios. “La recepción era una oficina improvisada en lo que parecía haber funcionado como cocina; estaba decorada con imágenes religiosas, los consabidos carteles con los 12 pasos y las 12 tradiciones, y algunos más con múltiples consignas que alentaban a vivir sanamente.”

Recorrido de terror Agrega: “El director era un adicto en recuperación con propuestas absolutamente dogmáticas, y el recorrido por la ‘clínica’ resultó de terror. En aproximadamente 500 metros cuadrados de construcción en dos plantas, se encontraban confinadas unas 250 personas. Había cinco letrinas de esas azules que te rentan en cualquier parte, tres regaderas en diferentes lugares de la casa, una estufa improvisada en el jardín para cocinar alimentos, y lo demás eran

celdas de confinamiento con rejas y candados, con tres o cuatro personas cada una, habitaciones grandes con muchas camas y enfermos esposados a algunas de ellas, cuartos de castigo físico –dijo el director–, y hasta el fondo del jardín un área de unos 50 o 60 metros cuadrados, cercada con malla de alambre para contener a unas 30 o 40 personas, evidentemente enfermos mentales todos, al rayo del Sol. “El sitio era un solo absurdo, y su clausura –de ese y de otros semejantes, aunque de menor tamaño, en el mismo municipio–, resultaba urgente. ¿La respuesta? Imposible ordenar su clausura, porque en la localidad no existía ningún recurso público para tratar adictos. “De ahí paso a 2007, a la ciudad de Pachuca, Hidalgo. Visité, más de 10 años después, una ‘Quinta’ de rehabilitación. Era mucho más pequeña, la ocupaban 35

o 40 personas, hombres y mujeres, y en esencia ofrecía lo mismo: confinamiento, un ambiente insalubre, hacinamiento, y la práctica de los principios de Alcohólicos Anónimos (AA) bajo la dirección de estos rarísimos personajes que se habían autoungido como expertos. Hoy día seguimos plagados de ‘anexos’ y la respuesta de las autoridades sanitarias parece transcurrir por la misma vía: ante la falta de alternativas con recursos públicos, que operen estos sitios. “Claro que hay unas cuantas clínicas privadas para atender adictos, y no hace falta decir que su costo limita las posibilidades de recibir atención ahí, a tal grado que en términos de salud pública son insignificantes. Los hospitales siquiátricos atienden adictos, siempre y cuando padezcan algún otro trastorno mental, y más allá de eso, la atención externa es el único recurso.” DE LA REDACCIÓN


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Gustavo Castillo

■ Contienen benzocaína o novocaína, calmantes, o levamisol, para desparasitar ganado

Aunque muchos hablan de la cocaína, muy pocos conocen sus componentes, impurezas, efectos y riesgos, sus secretos, pues. Para los consumidores lo importante es que el producto estimule, desinhiba, eleve, dé placer. Y para los traficantes, vender cada vez más sin importar que la droga haya sido alterada. Aunque para los consumidores en cada viaje el placer sea más corto, porque nunca llega a ser como la primera vez, y el retorno a la realidad esté acompañado de ansiedad, miedo, depresión, cólera, paranoia, males renales, cardiacos y cerebrales, para los traficantes la ventaja es que la mayoría de los clientes no conocen la cocaína “pura”, porque nunca la han visto ni probado, a pesar de que es el segundo narcótico más consumido y adictivo del mundo. La cocaína se ingiere de tres maneras: fumada, a partir de la pasta base también llamada sulfato, baserolo o basuko, y la pureza es de 90 por ciento; inhalada en polvo o inyectado, disuelto en agua, a partir del clorhidrato o nieve, en la que la pureza disminuye hasta 5 por ciento, y fumada en una pipa como crack o piedra, que se obtiene al combinarse con bicarbonato de sodio, el efecto es el más fuerte y dañino, porque tarda 10 segundos en impactar al cerebro.

La mayoría de los clientes no conocen la cocaína pura; 90% de las dosis incautadas, alteradas

Efectos

El perito Eduardo Sánchez Ruiz ■ Foto Crédito

Estudios de la Coordinación de Servicios Periciales de la Procuraduría General de la República (PGR) han detectado que hace 20 años la cocaína que se vendía en México y Estados Unidos tenía grados de pureza de 85 por ciento. Una sola dosis de nieve de 100 miligramos tenía efectos que duraban hasta ocho horas, y era consumida exclusivamente por personas de altos ingresos. Actualmente se venden grapas por 50 pesos y cada una pesa 100 miligramos, que contienen 5 o 10 por ciento del alcaloide y los efectos duran de 15 a 30 minutos, lo que propicia que se quiera consumir más seguido. Las autoridades mexicanas han descubierto que 90 por ciento de las dosis que se decomisan contienen medicamentos, como benzocaína, novocaína (calmantes de dolor que bloquean los impulsos nerviosos al cerebro) o levamisol (producto de uso veterinario), con los cuales se simulan los efectos reales que produce el estupefaciente. Y para darle volumen, los traficantes utilizan azúcar glas, yeso, harina, aspirinas o talco, y para que excite: anfetaminas. El comercio de cocaína se ha socializado porque se venden dosis a bajo precio. Pero ni los estadunidenses escapan a la distribución de alcaloide rebajado. En 2007 el producto que se vendía en las calles de Nueva York, Washington o Los Ángeles tenía 70 por ciento de pureza y un gramo costaba 97 dólares. Tres años después la calidad disminuyó a 47 por ciento y su precio promedio aumentó a 165 dólares.

En el mundo solamente tres naciones tienen las condiciones climatológicas para cultivos de hoja de coca: Perú, Colombia y Bolivia. En esos países es utilizada de manera tradicional como una planta medicinal y ritual, que también sirve para combatir el llamado mal de montaña y como energetizante. No se han documentado efectos nocivos por el consumo natural de la planta, porque “la hoja de coca no es cocaína”. El alcaloide se produce mediante procesos químicos en los cuales, para obtener un kilo se requieren decenas de litros de queroseno o gasolina, permanganato de potasio (que sirve para tratar enfermedades de peces y de la piel humana, como hongos o dermatosis), acetona, éter, benzol o tolueno (disolvente para pinturas), ácido clorhídrico (disuelve el sarro de los inodoros) y 100 kilos de hoja de coca, por los cuales los narcotraficantes pagan 30 pesos por kilo en promedio. Organismos internacionales calculan que en el mundo existen 14 millones de consumidores: 7 millones se encuentran en Estados Unidos, 2 millones en México y 4 millones en todo el continente europeo, de los que España tiene el mayor número de usuarios. Desde 2004 la producción global anual de esta droga se estima en mil toneladas de cocaína base y aproximadamente cuatro de cada 10 son decomisadas. Aun así los grupos criminales obtienen ganancias que superan

Para darle volumen, los traficantes utilizan azúcar glas, yeso, harina, aspirinas o talco, y para que excite: anfetaminas ■ El crak, el más dañino; tarda 10 segundos en impactar el cerebro

Los 48 mil millones de dólares al año, según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y del Centro Nacional de Inteligencia contra las Drogas de Estados Unidos, entre otras instituciones. La llamada “guerra contra las drogas”, auspiciada a escala mundial desde 1969 por Estados Unidos, provocó desde 2001 una disminución de la superficie de cultivo de hoja de coca, sin embargo, los narcotraficantes utilizan métodos de sembrado más eficientes y procesos de extracción de alcaloide y refinación de cocaína más potentes, lo que les ha permitido mantener su producción, indica un estudio de Daniel Brombacher y Günter Maihold, publicado por el Real Instituto Elcano, de España. Las acciones gubernamentales propiciaron que el precio de la droga se incrementara más de 50 por ciento ante las dificultades para su traslado y distribución al menudeo. Para compensar, los cárteles mexicanos han solicitado a las organizaciones colombianas que les envíen la droga con al menos tres cortes, es decir, rebajada 30 por ciento, revelaron los químicos Sara Mónica Medina Alegría, titular de Servicios Periciales de la PGR, y el perito Eduardo Sánchez Ruiz. Desde 2010 el gobierno de Estados Unidos descubrió que los productores colombianos están agregando levamisol para compensar la disminución de la

producción y aumentar el volumen del alcaloide. Se trata de un agente farmacéutico que se utiliza normalmente para la desparasitación del ganado. En los humanos el levamisol “produce granulocitosis, un padecimiento que destruye la médula ósea, lo que provoca que el cuerpo no pueda combatir eficazmente infecciones potencialmente mortales”, según investigaciones del Centro Nacional de Inteligencia contra las Drogas de Estados Unidos.

Entre más lejos y difícil, más cara En el comercio de cocaína, cada tramo que recorre un cargamento multiplica el precio. En 2008 en Colombia un kilo de pasta base vendido al mayoreo se cotizaba en mil dólares; el mismo kilo, pero ya en territorio mexicano, se cotizaba en 8 mil; en Estados Unidos, 44 mil 200, y en Europa, un kilo de cocaína de alta pureza vale alrededor de 80 mil euros, según el estudio publicado por el Instituto Elcano. El gobierno de Estados Unidos estima que 50 por ciento de la cocaína es enviada de Colombia hacia América del Norte en lanchas rápidas, minisumergibles o embarcaciones, por aguas del océano Pacífico, y que el cártel de Sinaloa controla la mayor parte de esa zona en el territorio mexicano. Veinticuatro por ciento del tráfico se realiza por la zona del

Caribe y el Golfo de México, y los cárteles del Golfo y Los Zetas se disputan el control de las rutas de tráfico y los puntos fronterizos. Otro corredor hacia Estados Unidos se localiza entre Centroamérica y México, ya que los cargamentos son enviados vía terrestre. En México, el consumo ilegal de cocaína es abastecido por los cárteles de Sinaloa, Los Zetas, Golfo, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios y otras 80 pequeñas organizaciones regionales, distribuidores al menudeo. En los años 80 la mayor parte de la cocaína era enviada a Estados Unidos. En nuestro país la consumían sólo las personas con alta capacidad económica y los capos mexicanos obtenían dinero. En los 90 las organizaciones colombianas modificaron su forma de operar y en lugar de dólares pagaban con alcaloide los servicios de sus socios mexicanos. El consumo en el país se expandió debido a que cárteles mexicanos no podían venderla en los mismos lugares que los sudamericanos. Para ello, los traficantes han tenido como estrategia incitar a los jóvenes al consumo mediante dosis que inicialmente son regaladas, y una vez que se genera adicción, pagan su droga convirtiéndose en distribuidores, por lo que tienen ingresos que van de 200 a 400 pesos por cada 50 grapas vendidas, según información de la extinta Secretaría de Seguridad Pública federal. Lo que más venden los dealers o narcomenudistas mexicanos es piedra o crack (cocaína a la que se le ha extraído el hidrocloruro y se vuelve más potente), cada una en 30 pesos. El consumidor tarda entre 10 y 15 segundos en sentir euforia, y ésta le dura 30 minutos en las primeras veces y 15 cuando se convierte en adicto. El corazón late más rápido, los vasos sanguíneos se contraen, las pupilas se dilatan, los labios y la boca se secan, además se suprimen el apetito y el sueño. En tres meses una persona puede perder hasta 30 por ciento del peso que tenía antes de la adicción, y cualquiera de sus consumos puede causarle ataques cardiacos, derrames cerebrales, comportamiento suicida o delirios. El síndrome de abstinencia no es tan severo en los cocainómanos, lo más grave es la imperiosa necesidad de seguirla consumiendo. Pero casi nada de lo anterior es previsto, porque los secretos de la cocaína son poco conocidos.


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MIÉRCOLESMARTES DE 2015 4M A DICCIONES 23 DE JULIO DE 2013 • 26 DE AGOSTO

Hay unas 200 variedades de la planta, aunque sólo de cuatro es posible extraer el alcaloide

La hoja de coca no es cocaína; es un regalo de los dioses para las culturas andinas ■ “Negarla,

eliminarla, quitarla o dejarla morir sería hacer lo mismo con el universo social que la considera suya”, señala Carlos Huamán, investigador de la UNAM de origen quechua ARTURO JIMÉNEZ

Te agita y te enreda, pecadora; después que te abraza, te devora. No se puede querer a la Caína, no se puede creer en la Caína. La Caína Rubén Blades “¡Es un triunfo internacional frente al imperio!”, “¡Viva la coca y mueran los yanquis!”, grita el presidente boliviano Evo Morales ante miles de regocijados campesinos cocaleros, mineros, trabajadores y otros ciudadanos de diversos sectores sociales concentrados en la ancha avenida Blanco Galindo, en Cochabamba. Es 14 de enero de 2013, todos mastican hojas de coca y están de fiesta, porque su país acaba de ser readmitido, con una excepción, en la convención mundial antidroga que penaliza a esa planta. Morales, quien lleva puesto un collar de la hoja, se trasladará después a La Paz y encabezará otro mitin con cocaleros de la zona de Los Yungas. También celebrarán en Santa Cruz, Potosí, Oruro y Chuquisaca. Durante años las sociedades –y a veces los gobiernos– de países andinos, como Bolivia y Perú, han insistido en que la hoja de coca en su estado natural no es cocaína, ni una droga ni crea adicción ni hace daño, que los campesinos que la producen y venden no son narcotraficantes ni los consumidores son narcodependientes. “Así como la uva no es vino y la cebada no es cerveza, la hoja de coca no es cocaína”, explica una y otra vez la llamada “diplomacia de la coca” del gobierno de Morales –él mismo ex cultivador y ex dirigente cocalero–, el cual busca borrar la planta de la lista de estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

coca, plasmado en su nueva Constitución, que la protege “como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad y factor de cohesión social”. La manera más común de consumo es el masticado, que en Bolivia se le llama acullico o pijcheo y en Perú, chajcheo. En este país los usos tradicionales de la hoja de coca fueron declarados patrimonio cultural intangible de la nación en 2005. El siguiente paso de Bolivia es la despenalización internacional, con el fin de realizar exportaciones de la hoja y sus derivados, los cuales serían “descocainizados” –es decir, sin el alcaloide cocaína, uno de los 14 que contiene la hoja–, dijo el presidente Morales apenas el pasado 11 de marzo ante la Comisión de Estupefacientes de la ONU, también en la capital de Austria. Colombia es el primer productor ilegal de cocaína, con más de 50 por ciento del total, Perú el segundo y Bolivia el tercero. La política gubernamental boliviana contra el narcotráfico, “soberana y con base social”, incluye la restricción del cultivo de la coca a un cato (pequeña parcela) por familia, así como la detección y destrucción de siembras “excedentarias” o ilegales. En 2011 la ONU certificó en

Bolivia la disminución de 12 por ciento de la superficie sembrada excedentaria, es decir, la destrucción de 10 mil 200 hectáreas en acuerdo común con los cocaleros. En 2012 fueron casi 11 mil 500 hectáreas, “el más alto registro de la lucha antidrogas de los 20 años pasados”, dijo el gobierno, y agregó que, por el contrario, en Perú y Colombia esos cultivos registraron un crecimiento.

Paradoja La hoja de coca proviene del arbusto del mismo nombre (Erithroxylum coca), el cual crece de manera silvestre o es cultivado. Existen unas 200 variedades de la planta, aunque sólo de las hojas de cuatro de ellas es posible extraer el alcaloide cocaína mediante procesos químicos. En los países andinos la hoja de coca es sagrada, benéfica, medicinal, arraigada en culturas indígenas como la aymara y la quechua. En Las Vegas, Ecuador, se han ubicado los vestigios arqueológicos más remotos referidos a la coca, con al menos 6 mil 500 años de antigüedad. La difusión más amplia de la planta comenzó hace 900 años, con la expansión de la civilización inca por el gran territorio del Tawantinsuyo. Hoy, esta hoja se utiliza en

Sólida realidad La diplomacia cocalera avanzó un paso importante ese 14 de enero en Viena, cuando por mayoría se logró el reingreso de Bolivia –con una reserva o excepción– a la Convención de Estupefacientes de 1961, con 169 votos en favor y 15 en contra, entre estos últimos México y Estados Unidos. La convención ha pretendido erradicar el cultivo y consumo ancestral de la hoja de coca, pero se ha topado con una sólida realidad cultural. La reserva boliviana plantea su derecho a decidir sobre el cultivo, distribución, consumo e industrialización de la hoja de

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Un vendedor muestra hojas de coca en la capital de Bolivia ■ Foto Ap

peticiones matrimoniales y otros acontecimientos comunitarios. Cuando se acullica o se toma como té, ayuda a la oxigenación del cuerpo en las grandes alturas, da energía, reduce el sueño, el hambre, la sed, el dolor, alivia malestares estomacales. Con ella se hacen harinas, galletas, dulces, vino, pasta dental y, en Bolivia, el refresco Coca Evolución. Las hojas de coca se ofrendan a los dioses, al Sol, la Luna, las montañas, la pachamama (madre tierra). Son adivinatorias, pues luego de ser movidas por el viento o la mano del layqa (brujo), pueden ser “leídas” y conocer el porvenir, los mensajes del dios Wamani, dice en entrevista el investigador quechua peruano Carlos Huamán. “La coca es el regalo de los dioses para el hombre”, agrega Huamán, estudioso de la cultura andina y especialista en su literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México. “Negar, eliminar, quitar o dejar morir a la hoja de coca sería hacer lo mismo con el universo social que la considera suya”, advierte. Al principio de la Colonia en Bolivia el consumo de la hoja de coca fue demonizado y perseguido por la Inquisición, incluso el acullico era visto por los europeos como una práctica desagradable. Muy pronto los colonizado-

res españoles se dieron cuenta de que sus cualidades de oxigenación, reducción del hambre y aumento de energía ajustaban muy bien con la sobrexplotación de los indígenas en minas y haciendas. Y la Corona comenzó a exportarla a Europa, donde fue recibida con gran placer. En el siglo XIX se comercializaban varios productos europeos hechos con la hoja de coca andina: licores, tónicos, medicamentos. Por ejemplo, el famoso vino Mariani lo tomaban como revitalizante la reina Victoria de Inglaterra y los papas Pío X y León XIII. En 1859 Albert Niemann logró por primera vez el aislamiento químico de uno de los 14 alcaloides de la hoja de coca y lo llamó cocaína. Después se descubrió su efecto insensibilizador en la lengua y comenzó a utilizarse como anestésico local en intervenciones quirúrgicas pequeñas. También se usaba para tratar la adicción a la morfina y al opio, hasta que se descubrió que era también adictiva. Mientras, en Estados Unidos, en 1880, fue incluida en la lista oficial de las drogas de uso farmacológico. En 1890 sir Arthur Conan Doyle publicó la novela El signo de los cuatro y en ella su famoso detective, Sherlock Holmes, suele inyectarse cocaína. Era el primer auge de la cocaína, su puesta de moda, su exaltación.

Experimentos de Freud Sigmund Freud, el padre del sicoanálisis, comenzó a experimentar con la cocaína en 1884 y se hizo consumidor constante en sus arduas horas de trabajo. La llamaba droga milagrosa, la recetaba a familiares; la utilizaba con algunos pacientes para tratar la adicción a la morfina, y escribía artículos, como Über Coca (Sobre la coca). Sin embargo, casi enseguida comenzaron a distinguirse los efectos adictivos y consecuencias, como la “sicosis tóxica”. El investigador inglés Richard Davenport-Hines, autor de La búsqueda del olvido. Historia general de las drogas, 15002000 (Fondo de Cultura Económica), repasa esa faceta de Freud y, basado en diversas fuentes, lo ubica como ambicioso, egoísta y defraudador, pues en sus ansias de reconocimiento y sin comprobación rigurosa trató con cocaína el morfinismo de un amigo, el patólogo Ernst von FleischlMarxow (1847-1891), quien poco después murió dependiente de ambos estupefacientes. Cuando los efectos adictivos de la cocaína comenzaron a ser probados médicamente y Freud ya había observado esos síntomas en Fleischl-Marxow, se resistió a reconocerlo de manera abierta. Es más, en 1885, en la Sociedad de Siquiatría de Viena, leyó una ponencia en la que hablaba de la “rápida liberación” adictiva de su paciente gracias a la cocaína. Y meses después rei-


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MARTES 23 DE JULIO DE 2013 •

Enriquecimiento y desestabilización

Misterio mundial

Cocorimbos chilangos y guerra antidrogas

Las políticas prohibicionistas de producción, distribución y consumo de drogas comenzaron a fraguarse desde el siglo XIX en Estados Unidos, mediante fuertes dosis de intolerancia, racismo y criminalización. En 1875 se emitieron normas contra el comercio y consumo de opio en San Francisco, y luego se generalizaron a otras ciudades estadunidenses y a drogas como la cocaína y la heroína. En 1909 surgió una ley estadunidense contra el opio y en 1914 otra que incluía a todas las drogas que causaran un daño moral o degradaran a los consumidores, sobre todo en referencia a las clases pobres y a minorías raciales, como negros, chinos y latinos. Ese fue “el modelo legislativo para la prohibición de las drogas en el mundo occidental”, destaca el investigador Davenport-Hines. “Desde 1912 la Convención Internacional del Opio de La Haya había iniciado la guerra

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cualquier modo, parece muy posible que esa guerra contra las drogas haya sido declarada bajo el influjo de al menos una de las tres sustancias tóxicas que tomaba el entonces presidente, quien renunciaría en 1974 por su complicidad en el escándalo Watergate, puesto al descubierto por el Washington Post.

teró sus afirmaciones en un artículo en un diario médico. Su principal crítico fue el siquiatra Albrecht Erlenmeyer, quien había publicado que la cocaína no terminaba con la adicción a la morfina y que su uso también se convertía en abuso: “Era sencillamente una cuestión de propaganda expuesta por individuos sin auténtica experiencia científica”. Freud escribió entonces su ensayo Ansias y miedo de la cocaína, pero su cambio fue más de forma que de fondo. Todavía en su famosa obra La interpretación de los sueños (1899), dice Davenport-Hines, “responsabilizó a Fleischl-Marxow de su propia adicción y muerte”.

que el famoso refresco estadunidense Coca-Cola tenga o haya tenido pequeñas dosis de extractos de hojas de coca y/o cocaína se ha vuelto un misterio mundial. Se dice que el creador de la bebida, a finales del siglo XIX, John Pemberton, la diseñó primero como un vino para abandonar su adicción a la morfina, pero después, ya como bebida refrescante y al conocerse sus efectos adictivos, se eliminó de la fórmula, que incluía además nueces de kola. Se dice también que la cocaína fue sustituida por la cafeína y que hoy se sigue usando un extracto no alcaloide de hojas de coca, las cuales se importan por toneladas desde Perú con un permiso especial del gobierno de Estados Unidos. Pero la empresa ha negado el uso anterior o actual de derivados de la hoja de coca. De cualquier modo, investigadores como Davenport-Hines y Nora Volkow consideran que al principio la bebida sí llegó a incluir derivados de la hoja de coca.

ADICCIONES

Aymara mastica coca durante una ceremonia de agradecimiento a Hamid Ghodse, presidente de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, en Bolivia ■ Foto Ap

CON AL MENOS 6 MIL 500 AñOS DE ANTIGüEDAD, LA COCA

HA SIDO LO MISMO

BENéFICA, MEDICINAL,

qUE UNO DE LOS

MALES SOCIALES

mundial contra las drogas”, señala el historiador mexicano Ricardo Pérez Montfort, autor de libros como Yerba, goma y polvo. Drogas, ambientes y policías en México, 1900-1940 (Era). Durante mucho tiempo y hasta principios del siglo XX, en nuestro país se daba sólo una condena social contra el consumo de drogas, en especial las de uso popular, como la mariguana, aunque a ésta también se le reconocía un beneficio medicinal. La prohibición expresa comenzó en 1916 en el gobierno de Venustiano Carranza, aunque por la corrupción entre autoridades y traficantes poco pudo hacerse e incluso hubo es-

cándalos relacionados con el opio. Sin embargo, ahí arrancó un proceso de asimilación de las políticas impuestas por Estados Unidos a escala mundial, señala el investigador. En la ciudad de México de los años 20 y 30, la cocaína era consumida sobre todo por personas de clase media y alta; la compraban en farmacias o lugares por todos conocidos. Al principio no era tan demonizada ni criminalizada como las drogas de mayor uso popular. La llamaban coca, cloris, blanca o cocó, y a sus consumidores, cocorimbos o empolvados. En México hubo incluso planteamientos de vanguardia, como en 1939. Pérez Montfort cuenta que un funcionario de Salubridad, el doctor Leopoldo Salazar Viniegra, ante un debate declaró a la prensa: “Los toxicómanos son enfermos y no delincuentes, de tal suerte que debe tratárseles con la humanidad aconsejada por la ciencia médica, no sólo proporcionándoles el tóxico que usan, sino dándoles facilidades para que lo adquieran sin caer en las garras de los traficantes, quienes sí incurren en muy grave

delito explotando las enfermedades de los demás”. Pero sus propuestas no prosperaron. Davenport-Hines resalta que “las políticas prohibicionistas estadunidenses han ido ganando terreno hasta convertirse a escala global en las guerras contra las drogas, asociadas desde 1969 con las administraciones Nixon, Reagan y Bush padre”. Agrega que, pese a que “han fracasado una y otra vez y continúan fracasando”, han logrado imponerlas al mundo. Las paradojas, contradicciones, doble moral o como se le quiera llamar, tuvieron otro ejemplo en el presidente conservador Richard Nixon. En 1969, cuando fue el primero en declarar a escala mundial la “guerra contra las drogas”, ya tenía tiempo de consumir alcohol y pastillas para dormir. Pero además, apenas desde el año anterior su amigo el financiero Jack Dreyfus había comenzado a proveerlo de píldoras de fenitoína anticonvulsiva (Dilantin). Dreyfus la utilizaba contra su depresión persistente, y Nixon pretendía combatir con ella su estrés e insomnio crónico. De

El narcotráfico en Bolivia surgió en la década de 1970 de la mano de grupos de ultraderecha y de militares vinculados al gobierno de Estados Unidos, como el dictador Hugo Bánzer, considerado el “padre de la mafia boliviana”, asegura en entrevista el embajador de ese país andino en México, Marcos Domic Ruiz. Después vinieron otros narcodictadores, como Luis García Meza, agrega el diplomático y siquiatra. Los objetivos siempre han sido enriquecerse, desestabilizar a los gobiernos democráticos y financiar operaciones internacionales clandestinas, asegura Domic Ruiz. La más famosa se descubrió en 198586: el caso Irán-Contras-Huanchaca, éste último un lugar de Bolivia donde se encontró “la factoría más grande de cocaína, llevada por un coronel de la fuerza aérea estadunidense, Oliver North”. Durante su intervención en Viena, el 11 de marzo pasado, el presidente Evo Morales advirtió que “la denominada lucha contra el narcotráfico es un instrumento de dominio geopolítico”. Criticó el “doble discurso” de algunas potencias, pues ellas mismas alientan ese negocio en el mundo, ya que es “la tercera industria más rentable” luego de la alimentaria y la petrolera. En la experiencia boliviana, comparó, la reducción de cultivos se realiza en un contexto de respeto de los derechos humanos, a diferencia de otros países donde el combate es mediante la violencia y una carrera armamentista. Destacó que entre 2000 y 2005 se decomisaron 49 toneladas de pasta base de cocaína mediante 28 mil 219 operativos, mientras entre 2006 y 2012 –periodo durante el que ha gobernado– se aseguraron 190 toneladas gracias a 84 mil 219 operativos. Sin embargo, de 2006 a 2012 el monto de la cooperación de Estados Unidos a Bolivia para la lucha contra el narcotráfico se ha reducido a una tercera parte: de casi 34 millones de dólares anuales a 11millones, según el documento Defensa internacional de la hoja de coca, del gobierno del país andino. Desde los años 80 y 90 del siglo XX se experimenta un segundo auge de la cocaína, el cual después pareció en declive con la disminución del consumo en Estados Unidos. Sin embargo, la droga ha retomado su auge, ahora también en otros países, en especial de Europa.


MIÉRCOLES 26 DE AGOSTO DE 2015 10a 4M ADICCIONES 23 DE JULIO DE 2013 • MARTES

esde que mi memoria se puso en marcha hasta hoy, que comienza a dar algunos tumbos, saco a cuentas que me inclino más por los seres concretos que por las entidades abstractas. prefiero una montaña a la idea de una montaña. quizás esto se deba a que en la vida cotidiana uno puede salir herido si se tropieza con una piedra, en cambio no es común escuchar que una persona muera sepultada por un concepto o una metáfora. sin embargo, creo que en realidad sucede lo contrario: detrás de tanta muerte de personas concretas, sea a causa de una revolución o de una guerra, se encuentra siempre una mala teoría o, si se quiere, una teoría no comprendida o interpretada de mala manera. quiero decir que en el curso o devenir de la historia las personas se han visto obligadas a subir por montañas que no existen o a pelear contra personas que no conocen y que en otras circunstancias serían sus mejores amigas. a veces esto no es consecuencia nada más de una mala teoría, sino de personas o instituciones que aprovechan estas teorías para obtener beneficios. creo, como escribió Karl popper, que todos los hombres son filósofos o creadores de teorías, aunque unos lo sean más que otros. con estas palabras intento decir que los hombres tienen derecho a imaginar teorías, pero no a imponerlas sin la aceptación razonada de los demás. si los malos conceptos o teorías propician estragos, en el arte sucede una cosa parecida. es suficiente que un artista lleve a cabo una propuesta novedosa para que de inmediato surjan en el escenario seguidores que, a ciegas, intentarán seguir el camino recién descubierto. el buen artista abre una ventana, pero son varios los que se lanzan de cabeza por el boquete recién abierto. la caída desde esta ventana suele ser mortal, por lo que nunca debe uno lanzarse de cabeza en ningún lado, ni siquiera por mantener intactos sus ideales.

malas compañías (¿por qué pensar en la legalización?)* GUILLERMO FADANELLI**

“los vicios y las pasiones

cruzan las paredes a su antojo. yo me preparo

para sobrevivir a mis

vicios, pero sé que no

existe muro capaz de

contener su embestida”

a los conceptos, como a las ventanas, uno debe asomarse con cuidado y no tirarse al vacío a través de ellos. no somos poseedores de verdades absolutas ni héroes que guiarán a nadie por el camino correcto. lo más que una persona puede hacer es narrar su experiencia, obtener un par de conclusiones y esperar a que los demás encuentren en sus palabras cierta sabiduría, para de ese modo continuar en el camino. la estropeada imagen del héroe ha desmerecido aún más en estos días, sobre todo porque se ha vuelto mediática. si se desea comprobar esta sentencia nada más basta imaginarse a una persona que ofrece por sí sola la salvación de una comunidad entera. quiero pensar que cuando escuché por primera vez decir a alguien que las drogas son perniciosas tampoco tuve manera de oponerme a su sermón y es probable que haya dado como ciertas todas sus opiniones. y es que si alguien está contra las drogas sin realizar matices o

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“Sólo la dosis hace de algo un veneno”

diferencias entre ellas, lo que está haciendo es, más bien, manifestarse contra el demonio. por supuesto habemos quienes no creemos en demonios ni en demás entelequias parecidas y nos gustaría ser un poco menos vagos en cuestiones que, en la actualidad, resultan ser tan importantes. además, y creo que estarán de acuerdo conmigo, los vicios y las pasiones cruzan las paredes a su antojo. yo me preparo para sobrevivir a mis vicios, pero sé que no existe muro capaz de contener su embestida. para no dejarse amilanar ante concepciones o términos que lo abarcan todo es mejor separar las partes o ser más específicos. cuando escucho pronunciar la palabra droga me entra una aversión por las definiciones ampulosas que incluyen en la misma definición cosas de naturaleza tan diversa. si somos honestos y ampliamos el espectro de una definición podríamos llamar droga tanto a las piernas de una mujer como al cloroformo. en tal sentido, se podría afirmar que los tiburones son de la misma clase que

los charales sólo porque ambas especies viven dentro del agua. los antibióticos que ahora requieren de receta para adquirirse no son la misma cosa que la heroína ni ésta se puede comparar con la salvia. detrás de una definición abarcadora e inmensa nos encontraremos comúnmente con problemas de realidad cotidiana. me ha sorprendido la definición que para drogas ofrece el Diccionario de la Real Academia Española. en éste se dice que droga es “una sustancia mineral, vegetal o animal, que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes”. no sé cómo los sabios que han escrito este libro llegaron a esa conclusión, pero me parece extraordinario, o por lo menos elocuente, que asocien las drogas a las bellas artes. ahora, además de acudir a los ejemplos de escritores o artistas como Henri michaux, William burroughs o thomas de quincy para probar la buena relación entre las sustancias estimulantes y las artes, podemos también acudir a una sencilla definición de diccionario.

antonio escohotado, quien ha tenido la suerte de experimentar un sinnúmero de sustancias químicas antes de ponerse a razonar a propósito de las mismas, ofrece una aproximación a lo que en occidente hemos tenido a bien denominar con la palabra drogas. dice que por droga seguimos entendiendo lo que hace milenios pensaban Hipócrates y Galeno, padres de la medicina científica: una sustancia que en vez de ser vencida por el cuerpo o asimilada como simple nutrición, es capaz de vencerle provocando –en dosis ridículamente pequeñas si se compara con las de otros alimentos– grandes cambios orgánicos, anímicos o de ambos tipos”. yo creo que es una buena definición, aunque está lejos de ser exhaustiva o única. desde los médicos hasta los entrenadores de educación física, desde los religiosos hasta los peluqueros, se hallan dispuestos a establecer en relación con estos temas un canon rector que sea respetado por todos. esta sí que es una debilidad humana: imponer nuestras razones a los inocentes por más pusilánimes o pálidas que estas razones sean. en alguna parte he escuchado decir que las drogas son las sustancias que hacen felices a unos, mientras a otros los vuelven desgraciados. es cada vez más claro que cada sustancia debe tratarse y conocerse de manera distinta o diferenciada para no caer en el abuso retórico o dogmático tan propio de los inquisidores. el relativismo, siempre que sea llevado a cabo desde una perspectiva honrada e inteligente, suele ser un buen antídoto contra la obstinación o la cerrazón de miras. una prueba de que las consecuencias de una sustancia consumida por distintas personas da lugar a conductas distintas, es el vino. beberse unos tragos volverá simpáticos a algunos, mientras a otros los tornará aborrecibles; unos se transformarán en místicos bondadosos como el personaje de La leyenda del santo bebedor, de joseph roth, mientras otros se convertirán en una pesadilla como buena parte de todos nosotros. no olvido las consecuencias físicas que acompañan al cultivo de los placeres y los vicios: hígados exhaustos, riñones mártires, vejigas infieles o memoria disminuida, pero ya cada uno sabrá qué clase de vida desea llevar e intentará construir una idea de la salud que le sea conveniente, lo importante es que el drogado no torture al resto de su comunidad pasándose por alto la cortesía civil, es decir, las leyes. a propósito de esto reafirmo que mis personajes favoritos, tanto en la novelas como en la vida real, son los médicos borrachos, ya que éstos se acercan mucho a mi idea de la divinidad. lo que nos queda después de discutir acerca de la legalidad y naturaleza de las drogas es sólo un montón de dudas, además de costales de estadísticas sin raíces morales. en un mar de opiniones y posturas distintas no nos resta más que volver a insistir en la libertad. concepto tan extraño e íntimo al mismo tiempo, pero que es el sustento de las sociedades que no desean ser gobernadas por tiranos ni sometidas por monopolios o pandillas de poderosos. cuando la confusión o la batalla entre intereses persiste, siempre es sano volver a los principios elementales de convivencia y comenzar de nuevo. para ello se suele acudir a los griegos, a los empiristas ingleses, a la ilustración francesa, a los pragmáticos norteamericanos y principalmente al alemán Kant, quien consideraba la libertad como el principio esen-


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cial de todo pensamiento o convivencia política. sin hombres capaces de determinar sus propias vidas no es posible imaginarse siquiera una moral social en la que los hombres responsables tengan acuerdos para preservar precisamente la libertad en que se encuentra basado su pacto de hombres libres. si uno tiene que recordar en público nociones tan sencillas y tan viejas como ésta, es que las cosas no están funcionando bien y una vez más debemos recordar a los gobernantes que ellos forman también parte de la sociedad en la que viven. las personas que son responsables de sí mismas tendrían que decidir acerca de lo que desean consumir, pensar, leer, siempre que no lastimen a los demás ni corrompan las leyes que en términos ideales son las que sostienen su libertad de decisión. un humanista bastante intolerante, claude adrien Helvétius, llegó a decir hace casi tres siglos que a él no le importaba que los hombres fueran viciosos mientras fueran inteligentes, pues a fin de cuentas las leyes tendrían que resolver todos los problemas de convivencia civil. esto último nunca ha sido cierto, ya que las leyes que formulan los hombres deben mantenerse en continuo movimiento y una vez que han sido promulgadas hay que comenzar el proceso para echarlas abajo y encontrar normas aún mejores.

en alGuna parte He

escucHado decir que las droGas son las

sustancias que Hacen

felices a unos, mientras a otros los vuelven desGraciados

en méxico esto se antoja una ilusión, porque los legisladores invierten su tiempo en estrategias para obtener más poder o posiciones, en vez de estar atentos a los asuntos públicos: la verdad es que el repudio que causan estos personajes políticos es casi unánime. si en vista de su naturaleza miope o dogmática las leyes actuales son en buena medida causantes de criminalidad, injusticias o restricciones a la libertad individual, entonces tienen que ser modificadas. si el consumo de ciertas sustancias o drogas es popular, entonces debe ser permitido, regulado y orientado en pos de un bien común. el estado en su acepción más humilde tiene obligación de brindar seguridad, equidad en la competencia y servicios de educación para que las personas piensen por sí mismas y no sean solamente sujetos de una producción mecánica y deshumanizada. a fin de cuentas no nos importa, creo yo, cuáles son las preocupaciones morales de los gobiernos, siempre y cuando nos defiendan de los criminales, procuren a través de la educación pública el fortalecimiento de una conciencia civil y defiendan a toda costa las libertades individuales. el problema que acarrea el consumo de drogas proviene sobre todo de la ausencia en el cumplimiento de las obligaciones mínimas del estado para dar lugar a una educación sólida en las nuevas generaciones. sin conciencia del mal, el pecado no existe; sin la conciencia de que no somos más importantes que los demás entonces nada camina. a fin de cuentas la

Es claro que cada sustancia debe tratarse y conocerse de manera distinta

democracia nos obliga a desaparecer ante los demás y a no molestarlos con nuestra presencia. vacío, hartazgo de lo político, desconfianza, rapiña, resentimiento son la consecuencia de instituciones enfermas y mal formadas. y cito de nuevo a popper cuando se pregunta: ¿cómo podemos organizar nuestras instituciones políticas de forma que los gobernantes malos o incompetentes nos causen sólo el mínimo daño? el fundamento teórico de las democracias es que sus instituciones nos permitan liberarnos de los gobernantes malos, incompetentes o tiránicos sin una revuelta sangrienta. en su libro Aprendiendo de las drogas, antonio escohotado cita al médico renacentista paracelso cuando escribe: “sólo la dosis hace de algo un veneno”. y si menciono estas palabras es porque el “mal” siempre es relativo en cuanto depende de la circunstancia en la que actúa. pero no intento hacer aquí una crítica a la concepción común que tenemos de las drogas, ni tampoco valerme de una razón histórica o científica para llevar a cabo esa crítica, pues ambos caminos (la tradición y el saber positivo) son sólo parte de un fenómeno mucho más complicado. en todo caso, me parece más urgente –como he dicho unas líneas atrás– defender los derechos individuales que requerimos las personas para hacer más fuertes las democracias liberales (dentro de un estado sólido que procure al máximo estas libertades) y evitar que nos sea impuesta una imagen del mal en cuya concepción nosotros no podemos participar. un ejemplo: si deseo beber cantidades extremas de café, no aceptaré una prohibi-

ción que no tome en cuenta mi opinión al respecto de si quiero o no envenenarme con dicha bebida. (dice escohotado que un litro de café concentrado equivale a consumir aproximadamente un gramo de cocaína, aunque como he dicho antes no quisiera por ahora hacer esta clase de analogías, pues su sencilla manipulación vuelve el asunto aún más confuso). lo que no creo es que deje de haber consumidores de cocaína, mariguana y demás sustancias tóxicas o estimulantes en méxico. y su presencia alienta a los proveedores, quienes encuentran una buena oportunidad para participar en el mercado sin pagar impuestos y sin mostrar ningún respeto por las leyes de la comunidad. y el cúmulo de crímenes, muertes absurdas, degradación, corrupción que provoca la prohibición irracional de estas drogas es tan considerable que quien solapa la prohibición comienza a volverse cómplice y promotor de tan lamentables hechos. creo que en el futuro se valorará o se juzgará duramente a quienes pudiendo buscar soluciones alternativas a una guerra sin sentido (soluciones tales como legalizar, ordenar, regular la producción de sustancias que de todas maneras van a ser consumidas, etcétera…) han preferido mantener el estado de cosas a toda costa. no es justo acusar a una autoridad por intentar cumplir las leyes, pero sí culpar a los legisladores que son incapaces de crear leyes acordes con la realidad de su tiempo. fortalecer las instituciones de prevención y salud, aumentar el peso de las libertades individuales, aumentar el nivel de la educación, regular la calidad de las sustancias que son normalmente prohibidas, poseer un buen sistema de justicia,

cobrar impuestos a quienes se dediquen al mercado de drogas (como se hace con las empresas que venden alcohol y demás), evitar sus monopolios y sobre todo no construir –desde el miedo irracional, el desconocimiento y los prejuicios– un demonio o una idea del mal hegemónicos, son acciones más sensatas que poner a todo un ejército a combatir a un enemigo que nunca podrá vencer. las razones de tal lucha, me parece, son sinrazones. Hay que involucrar a la sociedad, más que a la policía y al ejército, en la lucha contra el crimen. no hay a corto plazo ninguna solución más que la complicidad de los vecinos para erradicar a los delincuentes. navegamos en el mismo barco y es necesaria la creación de una metapolítica para salvaguardar la vida de los que vienen. creo, como richard rorty, que la democracia es principalmente conversación y que el libre mercado sin regulaciones que impidan las injusticias es una actividad aberrante. los vicios cruzan las paredes a su antojo y nada los podrá detener. ¿por qué no partir de una verdad tan sencilla y volver la despenalización de las drogas parte de una conversación entre iguales? yo no veo otro camino. *Conferencia ofrecida en el Museo Tamayo, en el ciclo Razones para debatir: drogas, cultura y sociedad, el 7 de agosto de 2010.

**Escritor. Algunas de sus obras son los ensayos Insolencia, literatura y mundo y Elogio de la vagancia, así como Dios siempre se equivoca (aforismos). Es fundador de la revista y editorial Moho (1988). Ha obtenido los premios de novela Impac (1998), Colima (2002) y Grijalbo (2012).


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ARTURO JIMÉNEZ

la mayor felicidad y el más grande sufrimiento que Guadalupe ha experimentado en su vida de 29 años habrían de iniciar en una casa de la colonia Guerrero, una tarde de 2005. Y habrían de ser el comienzo de su final cuatro años después, una mañana de junio, a bordo de un taxi que al principio se dirigía a tepito, en medio del tráfico y presa de una sicosis que le provocaba miedo hasta del sol. En 2005 Guadalupe tenía 22 años y sabía de lejos que “meterse con la cocaína era algo de pensarse”, en especial en su forma de crack, pues de adolescente había visto cómo la adicción llevó a varios de sus amigos y vecinos al robo y luego al reclusorio. Esa tarde en la casa de la Guerrero, ella había resistido fumar del primero y del segundo de los cigarros de mariguana mezclados con piedra de crack desbaratada que circulaban entre un grupo ahí reunido. había resistido incluso los “no pasa nada, Guadalupe”, con que la tranquilizaban algunos de sus nuevos amigos, con los que ya había compartido ahí mismo otras veces, aunque ella sólo mariguana, alguna chela y tabaco.

“El polvo Es más para los dE trajE... Y El crack, para los ‘pobrEs’ –EntrEcomillado porquE, al final, sE

“El primer jalón es único, pero nunca volverás a sentir ese placer”, cuenta Guadalupe

“Los piedrosos estamos tan tristes que compramos gramos de felicidad momentánea” ■ a los 22 años, cuando la empezó a fumar sabía de lejos que “meterse con la cocaína era algo de

pensar”, en especial como crack, relata con el temple que le ha servido para reinventar su vida cada vez menos y llegarán con más frecuencia la depresión, la tristeza, la ansiedad, el miedo”. de modo que esa tarde en la Guerrero, en la casa del viejo timbalero, dealer y consumidor llamado en este relato Mango, tampoco imaginaba Guadalupe que, en los siguientes cuatro años, habría de estar dos veces a punto de morir, cuando ya viviera en la calle. una de esas ocasiones con la nariz destrozada a puñetazos y con una pistola en la sien, acusada sin razón de chivatear a la policía sobre un punto de venta de droga en tlalpan –“una policía que a veces fingía combatir el narcomenudeo”–, y al final tuvo que denunciar al verdadero culpable para salvar su vida, “y ahí mismo lo mataron; aún tengo pesadillas por eso”. Y la segunda, con varios compañeros acusados injustamente, ella incluida, por el robo de dos

bolsas con 50 papeles de droga, lo que se consideraba “alta traición”. tuvo que decir quién había sido, un vendedor-consumidor que tenía una gran fiesta en su casa, cerca del punto. “fueron por él y se lo chingaron”. menos imaginaba Guadalupe que pasaría de 57 a 35 kilos de peso en unos meses por casi no dormir ni comer, que tendría que abandonar diversas casas rentadas por falta de pago o para que no la identificaran las muchas personas que la conocían, descuidar su trabajo para irse a fumar sus latas, antenas, goteros y pipas de cristal, abandonar la universidad. o ser rechazada por los grupos de mariguanos y alcohólicos que discriminaban (“bien mala onda”) a los cocainómanos piedrosos; desencantarse de su amigo Mapache, quien era egoísta y le pedía dinero prestado, pese al que ella tenía que pagar renta; pero tam-

bién crear una amistad profunda con Maestrín, muy respetuoso y quien le enseñó los códigos y trucos para sobrevivir en la calle, en la que vivió más de dos años, entre asesinos, secuestradores, violadores, narcotraficantes, drogadictos. no se imaginaba la joven e inteligente estudiante de sociología, comunicación y teatro que sufriría robos de sus compañeros consumidores, apañones policiacos y dos violaciones, las que casi no menciona durante las cinco horas en que comparte, generosa, su vida. una charla en la que a la vez que muestra el temple que le ha servido para reinventar su vida, se fuma más de una cajetilla de cigarros. ni siquiera sospechaba que más adelante, para poder conseguir algo de drogas y dinero, tendría que chapulinear o pellizcar papeles de crack y de cocaína en polvo de los patrones, lo que tam-

nEcEsita mucha lana–”

pero ante el tercer cigarro que le ofrecían sus compañeros, y la motivación que le provocaban “sus rostros superfelices”, Guadalupe hizo a un lado sus miedos, sus precauciones e incluso “la tristeza, la soledad y el enojo” que no le daban tregua por esos días en que había terminado una relación amorosa y dejado a su anterior círculo de amigos... y decidió probar la cocaína por primera vez. “fumé y me sentí la persona más feliz del mundo, muy plena, llena de placer, de paz, liberada, y platiqué, y ¡oye, qué buena onda!, y vamos a bailar, e hicimos una fiesta de cuatro días. Era como si mi tristeza y mis dolores se hubieran ido, como si mi cansancio, mi angustia y toda la revolución mental que traía me hubieran dejado para estar a solas conmigo, en compañía de otros, muy plenos.” aún no había escuchado Guadalupe el dicho entre la banda de piedrosos de “te las fumas riendo y las pagas llorando”. Y es que “el primer jalón es único, pero en los subsecuentes nunca volverás a sentir ese placer, y en su búsqueda consumirás cada vez mayores cantidades y más seguido, y ahí comenzará tú deterioro, aunque uno no se da cuenta. Y la felicidad durará

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Se dice que al fumar se tiene la sensación de que el cansancio y la angustia se han ido

bién era castigado con la muerte. o que debería ganarse la confianza de los vendedores del ya citado punto de tlalpan y trabajarles como vigilante para avisar de la llegada de miembros de otras bandas o de redadas policiacas no previstas por los sobornos. “al punto llegaban a comprar pobres y ricos, algunos en coches lujosos. por lo general, la coca en polvo es más para los de traje, del espectáculo, me meto al baño y no pasa nada. Y el crack es para los ‘pobres’ –entrecomillado porque, al final, se necesita mucha lana y por eso te vas a vivir a la calle–. bueno, el crack también es para los muy ricos. Es que la piedra te enamora y los piedrosos estamos tan tristes que compramos gramos de felicidad momentánea.”


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MARTES 23 DE JULIO DE 2013 •

ADICCIONES 13a

ahí también la rolaban prostitutas, y cuando Guadalupe llegó fue rechazada, hasta que se hizo amiga de la líder de ellas. “Yo tenía dos reglas básicas: nunca robaría ni me prostituiría”. una vez un señor llegó en un jaguar negro a comprar droga y le propuso sexo oral, pero se negó.

“¡No te salves/ no te llenes de calma!”

En esos cuatro años sus habilidades de cuentacuentos y declamadora le sirvieron para generarse ingresos extra en el transporte púbico. “¡no te salves/ no te llenes de calma!”, les decía benedetti a los metronautas a través de la voz y la actuación de Guadalupe. con hambre, ella prefería comprarse sus papeles, buscar residuos de tortas y tacos en los botes de basura y tomarse los restos dejados en los chescos. una noche de excesos se quedó a dormir en descampado, en ciudad universitaria, porque ya no pudo salir en la oscuridad. al día siguiente tenía que entregar su curriculum para un trabajo que le había ofrecido un ex profesor, y se lanzó a dejarlo “mugrosa y flaca, aún con ramas en el cabello”. le dieron el empleo, en el que sería inconstante. por ese entonces ya se acentuaban diversos miedos en Guadalupe y decidió alejarse del fumadero de tlalpan, pero cometió el error de quedar a deber 150 pesos. finalmente, le confesaría a su jefe y ex profesor: “sí, tengo pedos de adicción”, pero su protector la siguió apoyando. sin embargo, ya presentía ella que debía dejar la droga. En febrero de 2009 se mudó a nezahualcóyotl, con su abuela. su familia llevaba ya dos años de buscarla y pegar fotos suyas en la calle. con su madre no la llevaba bien, y a su padre no lo había conocido ni tratado más que de lejos. Ellos, junto con el gobierno, sus antiguos amigos y pareja, la policía y todo mundo, eran destinatarios de su enojo. un día Guadalupe vio en la calle esas fotos que multiplicaban su rostro y se dijo: “Ya estuvo, ya no puedo con esto, estoy huyendo de la seguridad pública, de mi trabajo, del punto de venta en tlalpan, de mi familia, de todos. ¿ahora adónde voy?” En Neza se conectó de nuevo con otro punto en el que participaban amigos de la infancia, siguió su consumo y también la hizo de vigilante. por fin se dieron cuenta en su casa y estalló el asunto: “sí, soy viciosa, ¿y cuál es el pedo?, ¿de cuándo acá se preocupan por mí?” le gustaba fumar ella sola, aunque seguido buscaba quien la acompañara. “¿qué onda, te quieres fumar un papel?, yo te lo invito, ¿quieres una chela?, va, órale, pero estate aquí conmigo, acompáñame mientras fumo”. al principio el tormento de la paranoia sólo se le presentaba cuando no fumaba, pero después sería como su sombra. “me están

“Te la fumas riendo y la apagas llorando”, dicho entre la banda de piedrosos

sE vivE El rEchazo dE los Grupos dE mariGuanos Y alcohólicos

(“biEn mala onda”) a los

discriminan

cocainómanos piEdrosos

viendo, dónde está la cámara, afuera están los de mi trabajo, escucha, es la voz de mi abuela, seguro está aquí, ya le dijeron”. hasta llegó a desconfiar de su único amigo verdadero, quien también la rolaba por tlalpan. “me va a chingar, sabe que traigo varo”. Ya no podía vivir así. “me daba miedo el sol, decía: chin, ya empezó el día, mejor me meto debajo de la cama, seguro me están grabando. Y desde la tele, al ver las noticias: hablan en clave, me están viendo, saben que estoy fumando”.

“No, mejor a Tepito no” Guadalupe no olvidaba que debía 150 pesos en tlalpan, que los intereses aumentaban, que era “una desertora” y podían alcanzarla hasta Neza. Y de nuevo el miedo la hacía moverse a otros puntos, a la colonia impulsora, por ejemplo. En esos meses cooperaba con el gasto en casa de su abuela, pero “ya estaba desesperada” porque le habían retenido sus pagos por problemas burocráticos. Y en junio, que le dan su lana retroactiva, 20 mil pesos, y se lanzó al punto de tlalpan: pagó su deuda, le dio un dinero extra a su acreedor, invitó a todo mundo e hizo “una fiestota de cuatro días”. fue así que aquella mañana de junio de 2009 saldría del punto y tomaría un taxi a tepito para gastarse sus últimos 5 mil pesos, pues ahí la droga era mejor y más barata. “Yo no dejaba de fumar, había mucho tráfico sobre calzada de tlalpan, al lado iban unas patrullas y creí que el taxista me había puesto con la tira. fumara o no fumara, ya no me sentía segura en ningún lugar”.

a la altura de fray servando, Guadalupe dijo al chofer: “Ya estuvo, necesito que me lleves a un anexo”. pero él no conocía ninguno y entonces ella le habló a un amigo que había vivido en uno de esos lugares de rehabilitación operados por alcohólicos anónimos. Estaba en la Gertrudis sánchez, a donde llegó “con la boca de lado, la temblorina, el paso de robot (rigidez en el cuerpo), el miedo”.

“¡Vengo por voluntad propia...!” no la querían recibir, se necesitaba un familiar que firmara. “¡vengo por voluntad propia, traigo dinero! aquí no estás en la calle y tu dinero no te sirve, y me dieron los primeros cachetadones. me desnudaron, me quitaron y tiraron la droga que llevaba, me bañaron, me pusieron pijama y chanclas, me llevaron a la enfermería, me hicieron la prueba de vih, que por suerte resultó negativa”. En ese anexo había rutinas muy duras, “pero en realidad era uno de los más suaves, los

hay más duros”. a los 15 días Guadalupe ya les mentaba la madre y les decía que se quería ir. “mi madrina en el anexo, mi guía, me criticó y lo que dijo me llegó: siempre te la has pasado huyendo de todo y nunca terminas nada”. un día llegó al lugar un adicto que había matado a sus distribuidores en tepito, y la policía fue por él. “decidí que tenía que quedarme en el anexo si quería salvar mi vida”. sus padres, hermanos, otros familiares, amigos y compañeros de la universidad y del trabajo iban a visitarla. “¿por qué me echan porras si no he hecho nada bueno?”, se preguntaba. ahí estuvo hasta diciembre de 2009. al salir pudo regresar a su empleo. supo que varios conocidos de los puntos de tlalpan y Neza habían sido asesinados. desde hace un año trabaja con adolescentes, les comparte sus experiencias y ellos le platican las suyas. “quiero que se den cuenta que el viaje está adentro, no afuera”. tiene poco más de tres años que Guadalupe no consume crack.


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GUSTAVO CASTILLO

Hasta hace pocos años podría decirse que Francisco tenía un negocio, un trabajo de algún modo independiente por el rumbos de Tepito, pero con la llegada de nuevos grupos de narcotraficantes al Distrito Federal el asunto se complicó y tuvo que dejarlo. “Te alineas o te mueres”, le dijeron los nuevos padrinos. “Nací en Tepito en 1983 y hace cinco años salí del barrio. Era distribuidor independiente de droga. En el barrio yo compraba dosis de cocaína, piedra (crack) y churro (mariguana). Luego las vendía por mi cuenta en un parque.” Aunque menos, los riesgos siempre estuvieron presentes. “Nunca llegué a cocinar (procesar la cocaína en crack), porque en ese medio entre más sabes, menos sales. Ser cocinero se presta a que cualquier banda te obligue a trabajarle, y si no aceptas, te matan. Si se enojan tus padrinos, también te asesinan, creen que los traicionaste”. Y entonces vinieron los cambios. “Desde hace unos dos años, cuando llegaron al Defe los de Michoacán (La Familia o Los Caballeros Templarios) y la letra (Los Zetas), se descompusieron las cosas, a los independientes nos amenazaron: ‘te alineas o te mueres’. Por eso hubo tantos muertitos en Tepito y otros lugares, como el estado de México. Por eso dejé de vender”.

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Para ser dealer se necesita conocer al vendedor y la calidad de la mercancía, dice Francisco

“Nunca llegué a cocinar, porque en ese medio entre más sabes, menos sales” “Cuando llegaron los de Michoacán y Los Zetas, las cosas se descompusieron, a los independientes nos amenazaron: ‘te alineas o te mueres’” ■ “Antes ganaba lo que quería” ■

que tienen que apoquinar. “Se les obliga a pagar. Nadie puede deber nada. A los atrasados se les cobra con lo que traen: celulares, ropa, lo que sea que se pueda vender o empeñar. Si no lo haces, a ti te la aplican, porque piensan que te hiciste güey o te fumaste el producto.”

Leyes del mercado Al principio todo fue manejable para Francisco, pero la trama se

hacía más imbricada. “Me metí de vendedor, porque era fácil. Tienes cuates que consumen y un día, donde yo compraba mariguana, descubrí que a los del barrio se les vende más barato y podía obtener buena plata. “Por ejemplo, a uno que no es del barrio, un punto de crack se lo vendían en 100 pesos. A mí, por ser raza, me daban un gramo –10 puntos– en 130 varos. Yo podía recuperar lo que pagué con tres dosis de a 50 pesos, y me queda-

ban 350 de ganancia. Me dije: de aquí soy. Así empecé. Así empezaban todos.” Pero como cualquier mercado, se tienen necesidades de expansión. “Luego crecí el negocio y ya no sólo le vendía a mis cuates. Corrí a otro dealer que estaba en un parque y me quedé con el lugar y, para que no me pasara lo mismo, pagaba a dos personas para que me cuidaran de la competencia y me echaran aguas con la tira.” Y la diversificación siguió.

“Cuidado con que chapulinees” Francisco habla durante unas tres horas, al principio algo reservado. De vez en cuando se reacomoda en la silla, porque tiene una pierna lastimada y usa una muleta. “Fue un accidente”, dice en una primera versión. “Antes ganaba lo que quería. Ahora te obligan a trabajar para el grupo que domina la zona. Te tiran o te quitan la droga que no es de ellos y te dan bolsas con 50 grapas (dosis de cocaína). Por toda la venta te pagan entre 200 y 400 pesos. Ellos te dan el producto y te dicen dónde sí y dónde no distribuir. ¡Aaah! y cuidado con que chapulinees las grapas, es decir, que abras los envoltorios que te dan, saques parte del polvo y hagas tus propios papeles. ¡Útale, te hacen cachitos!” Para ser dealer se requiere conocer el mercado, la mercancía y los riesgos. “En Tepito hay buena mercancía, pero necesitas conocer al vendedor y tener billete, porque la coca, por ejemplo, ya llega con un corte y aquí se le hacen otros tres, por lo menos. Y aunque la droga se vuelve una porquería, el asunto es vender y que los consumidores sientan que les da el efecto. “Antes sólo se les vendía a quienes traían para pagar, ahora los padrinos de la zona te dicen: ‘tú tienes que vender esto, si no, me lo pagas’. No te queda de otra. Para que amarres al cliente le dices: ‘ésta te la presto y mañana me la pagas’. Al día siguiente lo mismo, y al tercero, cuando ya no quieren, les respondes que te deben 100 dosis y

Durante un operativo ■ Foto Eniac Martínez

“Me hice de clientes a los que les llevaba buena droga a su casa o a los hoteles. A esos les daba mi número de teléfono y me llamaban a cualquier hora. Eso sí, de noche era más caro. Tenía un cliente que los fines de semana me compraba hasta 10 mil pesos de buen polvo. Se reunía con sus cuates y unas chavas en un hotel, sus fiestas duraban tres días”. Aunque de algún modo manejable, Francisco también probaba de la mercancía. “Inicié con mariguana, y cuando vendí coca, la probé, igual el crack. Viajar es chido, es emocionante, te sientes fuerte, mejor, más ágil, más vivo. La primera vez es la mejor. Las siguientes necesitas más y más para sentirte bien. Ya sólo consumo mariguana, porque es más barata y no te da pánico ni delirios de persecución. Únicamente voy al barrio con los cuates, por mi dotación”. Su negocio le daba un buen nivel de vida. “Vender droga me dio lana para estudiar hasta prepa, tuve buena ropa y cuando no me drogaba hasta comía bien, pero con la llegada de los grupos ya no es negocio para uno. “Un día me dijeron los padrinos que tenía que vender para ellos si quería seguir distribuyendo. Preferí dejar mi lugar en el parque, aunque –y señala la pierna izquierda lastimada– fui castigado por no aceptar. No he quedado bien desde entonces, pero salí. Ahora me gano la vida con un puesto de ropa en un tianguis.”

El juego del gato y el ratón La llamada “guerra contra las drogas” ajusta y reajusta su vigilancia de manera constante para mantener los decomisos de cocaína, mientras los narcotraficantes se reponen, crean y recrean formas ingeniosas de evasión para no detener los flujos del alcaloide, en un juego del gato y el ratón, que bien podría intercambiar los papeles. Desde unos cuantos gramos hasta toneladas son trasladadas vía aérea, terrestre o marítima desde Sudamérica a cualquier parte del mundo, sobre todo Estados Unidos. Esconden la droga en personas –a las que llaman burros–, aviones, barcos, lanchas rápidas o aeronaves no tripuladas. Han desarrollado técnicas para ocultarla en productos de aseo personal, como jabones o champús; en bebidas alcohólicas, como tequila, whisky o coñac; enlatan el alcaloide como si se tratara de café o

pescado; lo combinan con yeso y hacen figuras religiosas. Recientemente la policía italiana descubrió que los traficantes mexicanos han ocultado paquetes con un peso hasta de un kilogramo bajo la piel de perros de razas grandes, como San Bernardo, dogos de Burdeos y gran danés.

Formas más comunes de trasiego Las formas más comunes en las que se utilizan personas para el trasiego están relacionadas con la transportación de paquetes ocultos en los equipajes, adheridos al cuerpo o a sus ropas, dentro del calzado –en algunos casos como si se tratara de plantillas– o tragando dedales de guantes de hule látex, que pueden ser destruidos por los jugos gástricos y causar la muerte a quien los transporta.

En México se ha detectado droga impregnada en la ropa de supuestos turistas que llegan en vuelos procedentes de Centro y Sudamérica. Antes del viaje, los traficantes sumergieron las prendas en agua con cocaína y luego las colgaron para que al secarse se adhiriera, como si se tratara de almidón. El alcaloide se recupera mediante el humedecimiento y escurrido de las telas y la sustancia queda en el fondo de recipientes. La Procuraduría General de la República (PGR) guarda muestras de pequeños paquetes de droga que fueron insertados dentro un cargamento de 300 mil llaveros con imágenes de caricaturas famosas, enviado desde Colombia. Por vía marítima, cuando se trata de varias toneladas de cocaína, los traficantes ocultan la droga entre cargas de pescado, atún o camarón; también en semisumer-

gibles operados por una o dos personas a poca profundidad para no ser detectados por sonares. De 1993 a 2012, en diversas partes del mundo han sido aseguradas 70 naves de este tipo. En junio de 2012 el ejército colombiano incautó una elaborada con fibra de vidrio, de 20 metros de eslora, cuyo costo se calcula en alrededor de un millón de dólares. Datos proporcionados por la Coordinación de Servicios Periciales de la PGR indican que el olor almizclado, dulce, de la cocaína base es lo que siempre permite que sea detectada por perros adiestrados. Sin embargo, hay otras formas de traslado más sutiles –o menos, si se quiere–, las cuales tienen que ver con sobornos a autoridades. Y en esos casos los cargamentos pasan de largo, como si no pasaran. GUStAvo CAStiLLo


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MARTES 23 DE JULIO DE 2013 •

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ARTURO JIMÉNEZ

En materia de adicciones y combate al narcotráfico, en méxico se están haciendo las cosas “al revés”, asegura el doctor Gerardo González torres, médico especialista en toxicómanos y coordinador clínico del centro de atención privado monte fénix. Explica: “queremos terminar con el narcotráfico, pero si nos enfocaramos en la educación ya hubiéramos dejado de utilizar tanta violencia. si todo lo que usamos en armamento y movilización de las fuerzas armadas para contrarrestar la violencia lo utilizáramos para un proceso de educación y prevención de adicciones, definitivamente estaríamos ganando la guerra”. de entrada, González torres comenta acerca del tipo de atención que ofrece monte fénix y el trabajo que realiza. “Es una clínica enfocada a tratar las adicciones desde hace 33 años y tiene reconocimiento nacional e internacional. nos dedicamos a la desintoxicación de pacientes mediante un tratamiento médico especializado. En un segundo momento el paciente recibe ayuda sicoterapéutica especializada de manera grupal y familiar. la recuperación se realiza en un lapso de 35 días y luego se da seguimiento durante un año.”

ADICCIONES 15a

México hace las cosas al revés en materia de combate al narcotráfico: Gerardo González

Educación e información, fundamentales contra el uso de narcóticos: experto de Monte Fénix ■ Hay que hablar de lo que es una droga, cómo actúa y qué daños causará, y dejar de promover

el uso recreativo; para algunos, una dosis puede ser letal, destaca el especialista en toxicómanos

El problEma

dE la adicción Es quE Es una

EnfErmEdad quE nadiE pidió

y nadiE va a

podEr controlar,

sEñala El ExpErto

–¿cómo funciona la clínica con los pacientes adictos a la cocaína? –la cocaína es una de las drogas que más se utilizan actualmente, sobre todo entre jóvenes. tenemos que valorar el tiempo de exposición a la sustancia, la edad del joven y el deterioro causado durante su consumo, ver cuáles son los problemas que presentará o que ya está presentando al momento de su ingreso, como deshidratación o desnutrición. destaca que los pacientes que presentan “procesos sicóticos o sicosis tóxica” requieren de un tratamiento médico especializado para que no se afecte su sistema nervioso central y el daño no sea irreversible. “un paciente con adicción a drogas tendrá que ser atendido desde una forma terapéutica, grupal, y tendrá que estar constantemente en abstinencia de la sustancia, eso es lo primero. luego, si tiene algún antecedente de daños en el sistema nervioso central a consecuencia del uso de alguna sustancia, como sicosis tóxica, esto puede ser reversible. si no es tratada adecuadamente la sicosis tóxica o no se les da un tratamiento específico, tarde o temprano presentará alteraciones a nivel ce-

Las afectaciones surgen paulatinamente ■ Foto Yazmín Ortega Cortés

rebral, generando daños que en ocasiones son irreversibles.” –una adicción, que es en sí misma una enfermedad, ¿puede conducir a otra enfermedad mental? —claro. puede generar alteraciones en el sistema nervioso central. pero no solamente afecta el cerebro, también el hígado, el corazón, afectaciones a nivel sanguíneo, renal. El problema es que la gente que consume no lo cree porque los daños no aparecen de forma inmediata, sino se presentan paulatinamente, la mayoría de las veces cuando los pacientes empiezan un proceso de recuperación, porque antes estaban adormecidos, pero eso no quiere decir que no hayan sido afectados. –¿Hasta qué momento se puede considerar que una persona ejerce el libre albedrío de consumir lo que quiera y responsabilizarse de sus actos, y en qué momento ya no? —El problema de la adicción es que es una enfermedad que nadie pidió y nadie va a poder controlar. podríamos hablar del libre albe-

drío, el proceso responsable o 20 mil términos sobre todo esto, pero antes de ejercerlo o consumir responsablemente, primero hay que hablar de qué es una droga, cómo actúa, cómo funciona y qué daños generará, que pueden ser a corto, mediano o largo plazos. “segundo, dejar de hablar de procesos que permiten un uso recreativo. quisiera saber cuál es la dosis recreativa de una sustancia para una persona y cuál para otra. no existe un parámetro. qué cantidad de droga, si la vamos a consumir, digamos, de forma responsable, es la que puede ser considerada como una dosis legal, una tóxica y una fatal. sabemos que para unas puede ser mínima y para otras, letal, por las características especiales de cada persona.”

Investigaciones médicas y siquiátricas

–ahora hay más información que antes a partir de las investigaciones médicas y neurosiquiátricas. –los jóvenes que buscan in-

formación en internet deben hacerlo en lugares serios, porque se amparan en la parte que dice que no hace daño tal o cual sustancia, pero esas afirmaciones no tienen sustento científico. –¿qué opina de la legalización de las drogas? –no estoy en favor ni en contra. Estoy del lado de la información. si se informa de las consecuencias que puede generar una droga, entonces que se legalice, porque la gente tendrá la capacidad de decidir informadamente, no sólo querrá experimentar a ver qué se siente. se legalizó el alcohol y no se solucionó nada. Es la droga para entrar a muchas otras. creo que la legalización así sería un verdadero problema a escala mundial. El especialista de monte fénix recomienda: “todas aquellas personas que tengan un paciente con problemas de adicción, no se avergüencen, es igual a cualquier otro enfermo que requiere ayuda. y la familia que está sufriendo con ese paciente también tiene derecho a una vida digna. que se

atrevan a pedir información y ayuda. nosotros también contamos con un centro que se llama claider, pero existen muchos otros lugares que pueden ayudarlos, como los centros de integración Juvenil, que están regularizados y normados”. –¿cuál es la diferencia entre esos centros y los llamados anexos o granjas? —muchos de estos últimos son manejados por personas con antecedentes de adicción, lo cual no quiere decir que por eso sean malos. algunos anexos o granjas tienen tratos adecuados y la finalidad de ayudar a un paciente mediante un programa de alcohólicos anónimos, que es una parte importantísima para la recuperación. pero también se requiere ayuda profesional especializada de médicos, sicólogos, terapeutas, enfocados y preparados en adicciones. muchos de esos lugares no cuentan con esto, sino que sólo se enfocan a programas aa, aunque no por ello son malos. Esto tampoco quiere decir que sean excelentes.


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Los de Integración Juvenil y Nueva Vida son de nivel básico, destaca Hugo Gónzalez Cantú

Insuficientes, los centros que atienden adictos, pese a que el abuso aumenta

■ En el Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente se trabaja con la patología dual, que es cuando

hay un trastorno mental, como depresión y ansiedad, asociado al consumo de estupefacientes, explica ARTURO JIMÉNEZ

Pese a que el abuso de drogas en México va en aumento, los centros de atención de adicciones, públicos, privados y sociales, son insuficientes, no hay acceso universal y son poco utilizados por la gente; además, la gran mayoría –en especial los públicos y, más aún, los de organizaciones civiles, como los anexos o granjas– ofrecen sólo servicios de nivel básico, no cuentan con personal médico ni profesional capacitado, tienen un bajo nivel de eficacia y casi no hay seguimiento de casos, según señalan diversos especialistas. De igual modo, realizan una escasa labor de prevención y, menos todavía, de investigación. De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), sólo 16.1 por ciento de los usuarios de drogas del país de entre 12 y 65 años acude a algún centro de tratamiento. Sin embargo, se destaca que de 2001 a 2008 el consumo de drogas legales e ilegales aumentó de 5 a 5.7 por ciento en la población en ese rango de edad, sobre todo jóvenes. Se advierte que en hombres pasó de 8 a 8.8 por ciento, mientras en mujeres casi se duplicó de manera preocupante, de 1 a 1.9 por ciento.

Las más usadas La mariguana y la cocaína son las drogas ilegales más consumidas. La primera pasó de 3.5 a 4.2 por ciento, y la segunda, de 1.2 a 2.4 por ciento. Es decir, el número de consumidores de cocaína se duplicó en los pasados 10 años, cuando se declaró la llamada guerra contra el narcotráfico. Uno de cada cinco consumidores de cocaína lo hace en su forma de piedra o crack, el cual, junto con las metanfetaminas, han multiplicado sus usuarios seis veces, aunque ambas drogas aún no llegan a 1 por ciento del total de la población de entre 12 y 65 años. En resumen, la tendencia general es al aumento de los consumidores y de quienes desarrollan adicciones. “En México hacen falta servicios de diferentes niveles, pues aunque existen los Centros de Integración Juvenil (CIJ) y los Centros Nueva Vida, son de nivel básico”, dice en entrevista el doctor Hugo González Cantú, neurosiquiatra responsable de la Clínica de Trastornos Adictivos del Instituto Nacional de Siquiatría (INS) Ramón de la Fuente Muñiz, donde se desarrolla la mayoría de la aún escasa investigación científica y clínica sobre abuso de drogas en el país. “El

siguiente nivel es el nuestro, en el que se trabaja con la patología dual o de trastornos comórbidos”. Dice que es muy poca la atención en patología dual: en algunos de los hospitales de los CIJ, como en Iztapalapa, Ecatepec y Nezahualcóyotl –en la zona metropolitana de la ciudad de México–, y varios más en el resto del país. También se cuenta con hospitales siquiátricos como el Fray Bernardino Álvarez o el del Instituto Mexicano del Seguro Social, centrados en el tratamiento, aunque practicamente no realizan investigación.

Un mar de gente consumiendo crack

Las adicciones muchas veces se acompañan de trastornos mentales, explica González Cantú. “La patología dual es cuando hay un trastorno siquiátrico –que puede ser desde depresión y ansiedad, hasta esquizofrenia, trastorno bipolar, de la personalidad o epilepsia– que está asociado con el consumo de alguna sustancia”. En la clínica del INP se atienden sobre todo problemas de alcohol y, en segundo lugar, de cocaína o la combinación de ambos. “Aquí es requisito indispensable que el paciente venga voluntariamente, no se atiende a nadie en contra de su decisión”. Destaca que la mayor parte

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del consumo está entre los 20 y los 30 años. “Hay muchos estudiantes recién egresados, los que se quedaron en el camino del estudio. La gente se imagina a un adicto como el que está tirado en la calle, sucio, vomitado. Algunos de los que vienen aquí luego se van a su clase, a su casa a cuidar a sus hijos, a su trabajo o a buscar empleo. Hay un cierto grado de funcionalidad en los pacientes que vienen”. Acerca de si la cocaína es una droga para clases medias y altas, responde: “Eso ha cambiado mucho en los pasados 20 años. El instituto tiene su única clínica externa en el Centro Histórico, en El Carmen, en un medio popular, de bajos recursos, donde abunda el crack, que es baratísimo, pues una piedrita puede costar 20 o 30 pesos. “La cocaína en polvo suele ser más cara y se necesita un poco más de ingresos. Pero en la actualidad, desde mi experiencia, el problema de ese estupefaciente es para todo mundo, desde clases muy marginadas hasta las muy privilegiadas. Hay zonas localizadas, por ejemplo, en Tepito, La Lagunilla o La Merced donde el consumo es impresionante. “Una vez me invitaron a la ceremonia de la Santa Muerte en la calle de Pintores, el corazón de Tepito. Había como 2 mil o 3 mil personas, toda una feria, y

entre ellas un mar de gente consumiendo piedra. Nunca había visto a tantas personas usándola al mismo tiempo. Hay una tolerancia social: está la viejita vendiendo sus elotes y al lado alguien consumiendo piedra. Y una de las peticiones que hacen a la Santa Muerte es precisamente que ayude a los adictos.” González Cantú comenta que el modelo del INP para tratar las adicciones es multidisciplinario, basado fundamentalmente en la sicología y la siquiatría. “En sicología hay diversas perspectivas de tratamiento, las que se usan más son la cognitivo-conductual y la motivacional. “Tenemos dos modalidades: la grupal, que es la principal para dar mayor cobertura, y a algunos pacientes difíciles se les da una terapia individual. Los sicólogos trabajan la parte sicoterapéutica, sicosocial, el manejo de situaciones de riesgo o de recaídas, y los siquiatras vemos el control farmacológico del problema.”

Más de 400 pequeñas instituciones en el país

Los CIJ, surgidos de la sociedad civil hace más de 40 años y luego incorporados a la Secretaría de Salud (Ssa), cuentan con una red de 113 sedes en el país. De ellos, 99 son de Prevención y Tratamiento; dos son Unidades de Tratamiento a personas con

El modelo del INS para tratar las adicciones es multidisciplinario, basado fundamentalmente en la sicología y la siquiatría ■ Fotos Yazmín Ortega Cortés

problemas del consumo de heroína, en Ciudad Juárez y Tijuana, y 12 son Unidades de Hospitalización. Los CIJ son de las pocas instituciones que hacen labores de prevención en escuelas, grupos específicos y sociedad en general, aunque realizan poca investigación clínica. Todos sus espacios están ubicados en “puntos estratégicos y zonas de riesgo para el consumo de drogas”, sobre todo en el centro y, más aún, el norte del país, según la información oficial. También adscritos a la Ssa, los Centros Nueva Vida son unos 334 en la República; fueron creados en 2007 durante el sexenio de Felipe Calderón y sus instalaciones se multiplicaron al invertir en ellos más de 371 millones de pesos decomisados en el sonado caso Zhenli Ye Gon. Sin embargo, funcionan con estrecheces y se han reportado varios cerrados, sin concluir o con personal insuficiente. Se centran en la detección oportuna de casos y, como la mayoría de los CIJ, en el “tratamiento breve”, sobre todo mediante un modelo cognitivo-conductual, desarrollado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “En este enfoque la responsabilidad de los tratamientos recae en el usuario del servicio (de manera compartida con el terapeuta), definiendo las razones para cambiar, las metas del tratamiento y las estrategias que ha de seguir para alcanzarlas. Es decir, hay una especie de equidad entre el usuario, a quien no se le considera paciente, porque este concepto supone un ser pasivo, y el terapeuta, quien es un prestador de servicios sicológicos”, dice en entrevista el especialista César Carrascoza, de la Facultad de Sicología de la UNAM. “En la terapia cognitivo-conductual –agrega el sicólogo– se asume que el consumo de drogas es una estrategia de afrontamiento que permite a la persona resolver de manera inmediata, aunque inadecuada, algún problema, como olvidar conflictos, disfrutar con los amigos, disminuir síntomas de malestar físico o vencer la timidez. Debido a las consecuencias generalmente dañinas de esas estrategias para la persona o los otros, la terapia cognitivo-conductual tiene como propósito modificar y cambiar esos comportamientos por aquellos que permitan resolver de manera adecuada y saludable dichos problemas.” Ante este panorama y la pregunta de si son suficientes en calidad y en cantidad los centros de tratamiento en México, González Cantú comenta: “Hace falta tener centros de tratamiento con diversos niveles de atención. Hay una red mucho más amplia del primer nivel, para consumidores incipientes, experimentadores. Pero hacen falta centros para el tratamiento de la patología dual, que es el siguiente nivel, y centros de desintoxicación


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rápida. De estos últimos sólo hay dos: en Xochimilco y en la Venustiano Carranza, pero sólo son para habitantes de la capital, pues dependen del Gobierno del Distrito Federal. “También hacen falta lugares para internar a pacientes con una atención médica, siquiátrica y sicológica durante unos tres meses, pues sólo se cuenta con los hospitales del CIJ. De ahí que surjan los anexos, las granjas, que los operan organizaciones no gubernamentales o grupos de ex adictos que no siguen la normatividad, se dan violaciones a los derechos humanos y no tienen médicos ni siquiatras. Hace falta seguir ampliando esta red en internamiento, internamiento breve, desintoxicación breve y capacitación y formación de recursos humanos.”

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Refieren estudios a escala de América Latina y el Caribe que buscan explicar la brecha entre la atención y la demora en la búsqueda de tratamiento que hay causas subjetivas, como negación del problema, suposición de que el tratamiento no existe o es poco eficaz, creer que la adicción desaparecerá por sí sola, querer afrontar el problema sin ayuda externa, carecer de infor-

mación sobre los trastornos mentales y temor al estigma. Así también causas objetivas, como falta de dinero, poca o nula disponibilidad de los servicios, falta de acceso, adaptación cultural inadecuada de esos servicios. Se destacan también los bajos presupuestos para salud mental: por ejemplo, mientras Canadá destina 11 por ciento y Estados Unidos 6, México sólo aplica 1 por ciento.

El estudio del INS menciona una investigación acerca de los trastornos mentales en siete países, incluido México, la cual reportó que los trastornos por uso de sustancias surgen a edades tempranas, con prevalencias más elevadas entre los más jóvenes. Un hallazgo es que el lapso transcurrido para conseguir tratamiento es mayor en los casos que surgen a edades tempranas. Los casos

Necesitan atención 9 millones de mexicanos

En el estudio Revisión sistemática sobre tratamiento de adicciones en México, cuatro investigadoras del INP, entre ellas la directora del instituto, María Elena Medina-Mora, señalan que se estima que 4 millones 200 mil mexicanos requieren tratamientos para alcohol o drogas, y 4 millones 800 mil necesitan las llamadas “intervenciones breves”.

JORGE CABALLERO “Ya me ando haciendo famoso; la tira anda tras de mí y hoy me vienen a hacer una entrevista. Me tengo que andar con cuidado”, dice El Uñas, cabeza de una red de traficantes de mariguana del norte de la ciudad. Llega y saluda; se sienta, desenfunda dos pistolas y deja ver la marca de su saco: Hugo Boss. Luego rememora: “Cuando empezábamos estaba bien cabrón; comprábamos un cuartito al Panchito, eso sí, de la mejor. La embolsábamos, cerrando las bolsas con un encendedor; nos quedaban bien culeras. Todo el trabajo lo hacíamos yo y mi carnal. Después le pegamos al kilo. Luego ya eran cuatro o cinco. Después que truena el Panchito; por esos días nos la vimos bien cabrona y nos dedicamos a robar casas. Hasta había pensado en dejar de vender”. –¿Qué lo hizo seguir traficando? –Una vez mi jefa me mandó a Michoacán, se había muerto una tía allá; de regreso me encontré con un cábula en la terminal de Morelia; portaba una maletona. Me invitó un toque, nos lo dimos en el baño. Él también venía pa’l Distrito Federal. Platicamos un rato, mientras salía el autobús; luego se fue por un chesco. Se colgó y que le gano con la maleta, y ¡noooo, pus ahí traía el cargamento! Y pus que me la traigo. Ya sabes como es uno de cábula. Eran unos 30 kilos. Luego la vendimos aquí. Sacamos una feriesota y comenzamos de nuevo el bisne. –¿Cómo la distribuyen? –Todavía hacemos las bolsas,

Los trastornos por uso de sustancias surgen a edades tempranas, con prevalencias más elevadas entre los más jóvenes, según una investigación del Instituto Nacional de Squiatría

“No quiero que Los Tigres del Norte me hagan un corrido... mejor Los Caifanes” que son de a 30 varos. Ahora toda la mostaza que compramos la revolvemos y así sale. Pero hay dos, tres güeyes que nos compran el guato y tengo surtidores para el Distrito Federal. Hace como cinco años, cuando yo vendía, tenía unos pinches chamacos frescos a quienes se las tenía que llevar hasta su casa; se las vendía más cara. Luego me recomendaron con cuates suyos y hasta hoy les sigo vendiendo a domicilio, me llaman pidiendo un caset, un disco o un papel (mota, pastillas y gramo de cocaína, en ese orden).

Ocho líneas en total El Uñas toma un pedazo de vidrio, hace una seña con la mano y rápidamente uno de los tres hombres que están sentados en la sala, con muebles tapizados de piel, escuchando la entrevista, saca de un portafolio una piedra de cocaína y una navaja. Se las pasa a El Uñas, quien comienza a raspar la piedra sobre el vidrio, el polvo cae. Cuando se forma un montecito, pasa la navaja de canto para pulverizarla por completo. Luego esparce el polvo sobre el vidrio y con un encendedor lo calienta. Después ordena: “Sírvele algo a este güey”. Saca una tarjeta de crédito. Hace las líneas. Ocho en total. Inhala tres. Extiende el vidrio hacia mí. Inhalo una. Se lo devuelvo. Lo descansa en la mesa de centro. “Yo dejé la mota porque es bien escandalosa,

pero se vende bien chido”. Llegan las cervezas. –¿Compra protección? –Sí. Los tiras de por aquí son mis vales y tan atascados como yo. Te voy a contar una anécdota: una vez agarraron a un pinche chamaco bizcocho con un toque. Cuando le preguntaron quién se la vendía, aflojó en caliente y todavía les dijo que yo tenía un chingo de lana y joyas. Llegaron los judas con ese güey y uno de la tira me dijo: “A ver si ya no le vendes a escuincles pendejos”. El chamaco se puso pálido, pálido y dijo: “A poco se conocen”. Le dieron una verguiza. Y le sacaron una lana a sus jefes. No se la acabó. Han agarrado a otros cabras, pero ya ni me interesa saber. Ellos que lo arreglen, para eso les pago. Toma de nueva cuenta el vidrio y desaparecen otras dos líneas. –¿Cómo es el proceso de la compra de la yerba que mueve? –Está cabrón que te cuente esto, pero hasta hace unos años íbamos a los pueblos de Michoacán, Guerrero, Nayarit y toda esa parte, alquilábamos un tráiler, y hacíamos la recolección. Son poblados que se dedican a plantar mariguana. Pero el bisne se chingó, porque una vez la policía utilizó el mismo método y apañó a todos los pinches indios que iban a vender su mariguana. La gente se asustó y ya no quería venderle a los tráilers. Ahora con el billete que he juntado,

pues tengo mejores métodos. Es todo lo que te puedo decir. El Uñas toma una cerveza y de un trago se bebe media botella. Se para y se estira, para luego decir: “Para qué quieres saber todas estas cosas; la PGR ya lo sabe, no es un secreto. Además, ¿cómo vas a saber si no te estoy echando mentiras?” –¿Qué opina de la conexión entre política y narcotráfico? –El pinche gobierno es tan corrupto como los policías que controlo. Si yo puedo hacer lo que hago con bien poquita lana, ahora, Abrego o el Amado Carrillo o los Arellano Félix, que tienen un chingo de billete, pues compran a cualquiera, hasta a ese pinche franchute (Córdoba), como dicen en España. El gobierno tiene un barco favorito, lo consiente y lo deja hacer lo que quiera, hasta le vende la droga que decomisa; me consta, ya que una vez yo le compré el guato de mois a unos perros que había mandado un caca grande. Son puras pinches mamadas esas de la política. Yo por eso prefiero seguir vendiendo a ganar un salario de 250 semanales. –¿Nunca lo han agarrado? –Una vez en 10 años. Tú me viste, ¿no te acuerdas cómo estaba todo vendado? El riesgo que se corre es mínimo y los beneficios muchos: te coges a la vieja que quieres, tienes la droga que quieres, casas, autos, joyas, viajes…

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más graves tienen una probabilidad mayor de recibir tratamiento que los menos agudos, sin embargo, una gran mayoría que presenta daños graves por su enfermedad, no recibe atención. Resumen las investigadoras el caso de México: “Muchos de los modelos que se han desarrollado en materia de adicciones son los que emplean las intervenciones breves, los tratamientos cognitivos, las estrategias centradas en el afrontamiento para prevenir las recaídas, los tratamientos cognitivo-conductuales, los programas de desintoxicación, seguimiento y apoyo a las familias y a la comunidad, entre otros. “Existen otros tipos de atención como los programas de 12 pasos, algunos basados en religiones, grupos de autoayuda guiados por ex adictos o el internamiento en granjas o casas conocidas como anexos; sin embargo, en este tipo de establecimientos difícilmente se cuenta con la asesoría médica o profesional en el tratamiento de las adicciones y funcionan con base en la represión o dirección forzada.” Mencionan “otros centros de tratamiento donde recurren a técnicas como la acupuntura, la terapia de relajación, de confrontación, grupos educativos, y que pueden no ser efectivas si se emplean de manera aislada. Por ello, resulta relevante identificar los tratamientos con mayor eficacia”.

–¿Le importa eso? –¡Qué? –Los viajes. –Claro. Hace dos años me fui a Europa. El año pasado fui a Japón y a Brasil. Y éste, pienso lanzarme a India. El país lo recorro; cada fin de semana voy a algún sitio: Cancún, Vallarta, Los Cabos, Veracruz… ¡No soy naco! ¡Fui a la universidad! El Uñas toma de nuevo el vidrio y desaparece las líneas restantes. Toma la piedra de cocaína y repite la “operación de raspado”, como dice él. Luego confiesa: “Un día le dimos un escarmiento a un güey que se pasó de verga con una de mis primas”. Luego me sentencia. “No te vayas a pasar de verga, George”. Le digo que no; destapa otra cerveza, luego dice: “Bueno, güey, ¿qué más quieres saber?” –¿Cuánta mariguana mueve? –Un chingo, una tonelada más o menos. –¿Al mes? –Más o menos. –¿Tiene miedo de que lo agarren? –Nunca va a suceder eso. No quiero que Los Tigres del Norte me hagan un corrido. Mejor Los Caifanes. A mí me tumban antes de que me agarren. Además, la gente de aquí me quiere mucho y me hace el paro. ¿Ves la unidad que está allá? Yo se las construí. Tengo paro donde quiera. –¿Tiene padrinos? –No. Ya mejor ahí la dejamos, ¿no, George? Vamos a tomarnos unos alcoholes, mejor, dice El Uñas, mientras inhala dos líneas más de cocaína.


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SALÓN PALACIO ◗ Mitos y realidades de la bruja blanca omo se sabe, la iniciativa para despenalizar las llamadas drogas prohibidas ha ganado mucho terreno, particularmente en el caso de la mariguana. Sin embargo, en relación con la cocaína y otras sustancias químicas los prejuicios se multiplican y los avances son mínimos, aun cuando los derechos de los consumidores y los daños que genera la prohibición son similares en la mayoría de estas sustancias. ¿Cómo entender entonces que hace 120 años la cocaína era patrocinada como un fármaco benéfico y legal?

CARLOS MARTÍNEZ RENTERÍA

En cuanto a las características científicas de la cocaína, Escohotado escribe lo siguiente: “Es un tropano, parecido estructuralmente a los alcaloides de las solanáceas alucinógenas (belladona, beleño, daturas, mandrágora, etcétera), aunque muy distinto por su acción fisiológica y sicológica”.

En la actualidad, la cocaína se ha vuelto el narcótico prohibido de mayor consumo en países como España y Estados Unidos, en México la cantidad de consumidores se ha multiplicado en los pasados seis años (confirmando el fracaso de las políticas prohibicionistas del gobierno). La peligrosidad radica principalmente en el nulo control de calidad propiciado por su carácter ilegal, no precisamente por las características del estupefaciente.

En el terreno del arte y la literatura son numerosos los ejemplos de creadores que han sido consumidores de cocaína y que incluso ésta es tema de su obra. Es muy significativo el caso del escritor Arthur Conan Doyle, creador del legendario personaje Sherlock Holmes, quien fue ferviente consumidor e incluso en varios pasajes de esta serie de novelas dirigidas a jóvenes, se menciona abiertamente las tardes de cocaína que disfruta el famoso detective.

En este sentido, podría considerarse que aunado a la prohibición gubernamental de las drogas, en este caso la cocaína, las instituciones oficiales no ofrecen la información ni los sitios de rehabilitación adecuados para solucionar el problema. La primera encuesta de usuarios de drogas ilegales en la ciudad de México (publicada a mediados de 2012 por el Colectivo Por Una Política Integral Hacia Las Drogas), en la que se concluye que más de 47.9 por ciento de usuarios de drogas prohibidas no cuentan con la información suficiente, tampoco con seguridad y protección, tratamiento de adicciones y servicios médicos y sicológicos, entre otros; y 35.1 por ciento advierten la necesidad de contar con proveedores seguros, así como de una legislación de los espacios de consumo. También se pide de manera constante tolerancia y no discriminación para los consumidores. Más allá de toda teoría, de falsas morales o de ilusas apologías, en algunos países se ha optado por diseñar estrategias de información desprejuiciadas y, sobre todo, con el respaldo gubernamental para ofrecer campañas informativas enfocadas principalmente hacia los jóvenes, es el caso en particular de Barcelona, donde el colectivo independiente Energy Control ha publicado atractivos folletos, en los que hace recomendaciones a los usuarios, sin cuestionarlos, proponiendo estrategias para reducir el riesgo. Tuvimos acceso a varios de estos manuales ingeniosamente ilustrados y especializados en diferentes sustancias. En el caso de la cocaína se ofrecen algunas recomendaciones que parecieran obvias, pero que en ciertos momentos resultan necesarias: “Antes de empezar la fiesta marca un límite de consumo para evitar perder el control”; “si consumes respeta la libertad de quien decide no hacerlo: es su elección”; “cuando estés mal o tengas una ‘mala época’, no consumas. La coca

anestésico local, en particular en la odontología. Se sabe que a principios del siglo XX, 30 por ciento de los cocainómanos en Estados Unidos eran dentistas, pero como siempre suele ocurrir, el más señalado estrato social entre los consumidores fueron los bohemios, el lumpenproletariado y los negros. Los líderes del movimiento prohibicionista (los conservadores de siempre) consideraban que el uso de cocaína “incitaba a la violación de blancas”.

En México no son muchos los autores contemporáneos que asumen que son consumidores y lo incluyen en su obra. Podríamos mencionar el caso de Guillermo Fadanelli, J.M. Servín (su lema de batalla es “postre o muerte”) y en particular el del muy celebrado novelista y poeta Julián Herbert, quien publicó el libro Cocaína (Manual del usuario), que ganó el premio Juan José Arreola, hace casi una década.

Página de uno de los folletos publicados por el colectivo independiente Energy Control

te puede parecer la solución, pero no resolverá tu problema, como mucho, lo agravará”, y “si empiezas a notar que a raíz de tu consumo empeora la relación con tu gente, reflexiona y valora cuál es tu parte de responsabilidad”. Insisto en que es muy significativo que el folleto sea patrocinado por el Ministerio de Sanidad y Consumo de España y la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas de Cataluña. Por otro lado, en el siglo XIX circulaba una publicidad con esta leyenda: “No pierda tiempo, sea feliz, si se siente pesimista, abatido, solicite cocaína”. El mensaje circuló ampliamente en diversas publicaciones a mediados del siglo XIX, bajo la firma de la prestigiosa empresa farmacéutica Parke Davis, paralelamente a otros laboratorios, que recomendaban ese estupefaciente como “buen alimento para los nervios”, para combatir el consumo de opio o morfina, así como para ob-

tener “sempiterna vitalidad y hermosura”, en el caso de las damas. Según el prestigioso estudioso de las drogas Antonio Escohotado, durante la segunda mitad del siglo XIX y hasta las primeras dos décadas del XX, la llamada bruja blanca o caspa del diablo, no sólo fue legal, sino que gozó de popularidad, gracias, entre otras razones, a los entusiastas investigaciones de Sigmund Freud. De acuerdo con las investigaciones vertidas en su libro Aprendiendo de las drogas, Usos y abusos, prejuicios y desafíos (Editorial Anagrama), Escohotado dice que nadie antes que Freud había estudiado con tanta minuciosidad la cocaína, y de ahí la popularidad del estupefaciente, que hasta 1890 comenzó a inhalarse en polvo (antes sólo se empleaba vía subcutánea, intramuscular, intravenosa y oral). El investigador español señala que la cocaína era usada en todos los estratos sociales, pero particularmente en las altas esferas, en el mundo artístico y las clases medias. También fue usada como

A finales del año pasado la editorial Aldus publicó el libro Cuaderno flotante, del poeta Luigi Amara, quien dedica un capítulo de aforismos a “los fantasmas de un viejo vicio”. Hace, con la lucidez que lo caracteriza, algunas reflexiones en torno al tema de las drogas, aquí algunos ejemplos: “El resplandor de la realidad es demasiado inclemente como para no refugiarnos en el callejón oscuro de algún vicio”; “los dolores bien pueden desaparecer. Pero a costa de sacrificar los placeres”; “interrumpir bruscamente una adicción, supone un esfuerzo más grosero que mantener esos niveles que todavía nos reportan placer”; “el vicio se ensaña con nosotros cuando comprende que no estamos a la altura”. En conclusión, podría decirse que el fracaso prohibicionista se confirma también en el caso de la cocaína. No sólo ha generado el recrudecimiento de la violencia, el aumento de consumidores y la desprotección total de éstos al propiciarse un nulo control de calidad y la ausencia de políticas de información y rehabilitación profesionales y sensibles, como si ocurre ya en otros países, como se menciona párrafos arriba. Mientras tanto, la bruja blanca sigue volando en el creciente mercado negro. de_generacion3@hotmail.com


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El cantautor de Ubeda durante una entrevista en junio de 1991 ■ Foto José Antonio López ARTURO GARCÍA HERNÁNDEZ

“la asociación casi exclusiva que se hace entre drogas y rock me parece absolutamente tramposa. varios autores han demostrado con lujo de datos y detalles que todas las sociedades han convivido con los narcóticos siempre. lo único que sucede con el rock es que habla claro. es decir, antes de eso el bolero y la balada no decían una sola verdad, sólo hermosas mentiras. el rock comenzó a abordar la vida, el caos, la desesperación, la necesidad y el deseo de los jóvenes, y eso sí tiene que ver con los estupefacientes. Pero no más. rompió un poco la hipocresía”, afirmó Joaquín sabina en 1992, en una entrevista publicada en la revista Entremés. el músico de Úbeda, autor de algunas canciones que hacen referencia a la droga, particularmente a la mariguana, como Pacto entre caballeros, Hotel, dulce hotel y Con la frente marchita, explicó por qué, a su juicio, los narcóticos deben ser legalizados: “sí, estoy en favor de esto, pero no en contra ni del lado de los estupefacientes. Éstos siempre han convivido con el mundo; los hay en todas las sociedades, desde las primitivas hasta las más desarrolladas. Creo que están ahí para que los seres

Ese género musical habla claro, no dice hermosas mentiras como el bolero y la balada, expresó

La asociación entre drogas y rock, absolutamente tramposa, afirmó Joaquín Sabina en 1992

■ Critica que los artistas hagan propaganda en contra del consumo de narcóticos, porque los conozco

a todos y me repugna la hipocresía, señaló ese año, al abanderar una campaña por la despenalización adultos hagan con ellos lo que quieran, incluso destruirse, si así lo desean”. Precisó: “estoy en contra del narcotráfico, del abuso en el precio de las drogas, de la adulteración de las mismas, de los atracos a causa de ellas. es decir, en contra de que se esté convirtiendo al mundo en un Chicago de los años 30 debido a la prohibición”. sabina, quien en 1992 abanderó junto al filósofo Fernando savater una campaña en favor de la despenalización de las drogas, agregó: “si los narcóticos son caros y se hace gran negocio con ellos es porque están prohibidos. a ningún capo le interesa que estén legalizados, porque se le acabaría el negocio. Creo que los gobernantes del mundo saben que deben aprobar su uso, pero considero que sienten

“Creo en un

mundo de seres adultos y

libres que hagan de su vida lo que quieran sin herir

a nadie”

vergüenza de expresarlo, porque eso no da un solo voto, pues la desinformación es tremenda y, desde luego, cualquier padre se sentiría preocupadísimo”. el cantautor lamentó: “es muy difícil encontrar en las librerías de cualquier sitio del mundo un libro que aborde de

manera seria el tema de las drogas, que no las incluya a todas en el mismo saco, que explique que un canuto de mariguana no tiene absolutamente nada que ver con un pinchazo de heroína. hace falta información y personas maduras que sepan usar las cosas”. Precisó: “también estoy muy de acuerdo con quien no las usa; tengo muchísimos amigos que no las utilizan y eso no nos va a separar jamás. no estoy de acuerdo con esa cultura que considera que quienes no consumen estupefacientes son unos imbéciles o al revés. Creo en un mundo de seres adultos y libres que hagan de su vida lo que quieran sin herir a nadie. si de pronto hay un canutito de mariguana me parece maravilloso; si no, no pasa nada. y una rayita de coca de vez en cuando, pues también”.

Joaquín sabina expresó su repudio hacia la forma en que se maneja cualquier anuncio televisivo en contra del consumo de droga. “Creo que lo único decente que puede hacer el poder público es dar información. es decir, publicar libros serios, escritos por médicos y sociólogos, por especialistas en el tema. son repugnantemente odiosos todos mis compañeros artistas y cantantes que hacen propaganda contra los estupefacientes, porque los conozco a todos... o sea: la hipocresía me parece lo más repugnante del mundo...” afirmó que “a causa de la droga han muerto santones del martirologio roquero, gángsters, adinerados, pobres, gente del medio. Creo que si las drogas estuvieran permitidas muchas de estas muertes se hubieran evitado”.


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CARLOS MARTÍNEZ RENTERÍA

Especial

Cuando Mike Jay comenzó a estudiar las drogas en los años 90, sus amigos le decían “estás loco, te va a llevar la policía”, pero él continuó y en la actualidad es uno de los especialistas en el tema más reconocidos en su país natal: Inglaterra. Ha publicado al menos cuatro libros (Artificial Paradises: A Drugs Reader, The Atmosphere of Heaven, Emperors of Dreams: Drugs in the Nineteenth Century y High Society). Para sustentar sus investigaciones, dice que ha consumido las sustancias de las que habla, pues no podría abordar un tema que no conoce. Es como cuando “alguien escribe un libro de viajes sin haber visitado los lugares que describe”. El especialista considera que “la prohibición de las drogas ha sido un gran fracaso” y que “ha comenzado ya el fin de ésta; sin embargo, no se advierte aún el principio de una actitud responsable de los gobiernos”. Mike Jay estuvo en México (con apoyo del British Council) para ofrecer una charla en torno de la exposición Los comedores de Loto (Una muestra sobre el dilema ontológico que encierra el consumo de sustancias que alteran nuestra percepción del mundo), que permanecerá en exhibicón en la Casa del Lago de la Universidad Nacional Autónoma de México hasta el 18 de agosto próximo. La entrevista se efectuó en la sala Juan José Arreola del recinto universitario, antes de la charla que impartió este activista en favor de la despenalización de las drogas en Reino Unido.

Gran silencio –¿Que motiva su preocupación por el tema de las drogas? –Todo comenzó con trabajos periodísticos que realicé en 1990 sobre la cultura de los estupefacientes. En aquel entonces nadie escribía sobre el tema. Todos mis amigos me decían que estaba loco, “¿cómo hablar sobre drogas?, la policía te llevará a prisión”. La gente estaba asustada por mi apuesta, pero dije: ‘tengo que seguir escribiendo sobre narcóticos’. Llegué a conocer ampliamente el tema; las personas se acercaban a mí para informarse. Es muy extenso, pero hay mucho silencio y tabú alrededor. “Cuando comencé a investigar, la primera pregunta fue: ¿De dónde viene todo esto? Obviamente me di cuenta de que las drogas no las inventaron los jipis en los años 60 y de que cien años atrás la gente podía ir a la farmacia a comprar mariguana o cocaína. Hay una gran historia. En el momento en que ahondas en ello te das cuenta de que la relación cultural con los estupefacientes es más profunda de lo que pensamos. –¿Cómo ha sido la evolución de sus investigaciones? –Empecé a investigar cómo era la producción de la hoja de coca y de la cocaína en el siglo XIX. Advertí que desde los años 80 existe una gran producción y un gran mercado para los productos derivados de la planta y para el

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de enmedio

OCTUBRE DE 2015

Mike Jay estudia el tema desde los años 90; en México ofreció una charla en Casa del Lago

“El uso de la coca llega a ser muy egoísta; en una mesa todo mundo acaba arrebatándose las rayas”

“Ilegal o no, uno debe entender que consumir una droga en exceso llega a ser dañino”, dice el inglés ■ “No me avergüenzo de haberlas probado; de otra forma no podría hablar de ellas” ■ En la actualidad, “es más fácil imaginarse la vida sin alcohol que sin mariguana”, comenta ■

hay que consumirlas, ¿cuál es su relación con las drogas? –Es como cuando alguien escribe un libro de viajes sin haber visitado los lugares de los que habla. No me avergüenzo de haberlas consumido, me daría más vergüenza no haberlas probado, porque entonces no podría escribir sobre ellas.

Sustancias sicódelicas

La cocaína fue vendida con estas presentaciones, entre otras

alcaloide. Lamentablemente, ahora no podemos hacer una comparación entre la producción y el consumo de ambas, porque todo es ilegal. Lo que sí queda claro son los referentes culturales; por ejemplo, el novelista Conan Doyle y su personaje cocainómano Sherlock Holmes, así como Sigmund Freud, entre otros. –¿Podríamos decir que el problema es la prohibición, no el consumo? –Es verdad, la prohibición ha sido un gran fracaso, porque aún así hay gran demanda y oferta. Lo único que ha provocado es el desarrollo de la parte criminal. También debemos entender que ilegal o no, la gente sabe que puede tener una relación con las drogas y que ésta puede llegar a ser dañina si se consumen en exceso. Por ejemplo, cuando la cocaína fue legal muchos doctores pensaron que no causaba adicción, que no era una enfermedad, sino que la debilidad de algunas personas era lo que las llevaba a la adicción. Si nosotros quitamos del camino la prohibición, debemos asumir nuestra responsabilidad de usar narcóticos. –¿Qué pasa actualmente en Reino Unido en relación con las drogas? –La situación ha cambiado mucho con el tiempo. El debate sobre la política de drogas y la prohibición ha dado oxígeno al tema y ahora todo mundo quiere saber si son malas o buenas, si se pueden legalizar o no. Hay mu-

cha euforia por saber qué pasa. Como historiador, me gusta abrir espacios para charlar sobre el tema, pero también trabajo con una institución llamada Transform, la única en mi país que ha hecho una campaña por la despenalización; otras instancias sólo se refieren a la enfermedad, lo suyo no es legalizar. En cambio Transform tiene el enfoque de la legalización. En la actualidad esta posición es muy popular en Gran Bretaña. Si lees periódicos liberales e inteligentes te enterarás de que nadie está en favor de la prohibición de las drogas. –¿Se ha avanzado en la perspectiva legal en Inglaterra? –El debate público es una cosa, pero legalmente nada ha cambiado. –¿Cuál es su opinión sobre la violencia que genera la prohibición en nuestros países? –Creo que no es un problema de la sociedad mexicana, sino de los proveedores en Sudamérica y los consumidores de Norteamérica; es una tragedia geográfica. Parece que hay dos soluciones: la primera es que el gobierno llegue a un acuerdo con los cárteles; claro, por debajo de la mesa, y la otra es generar un mercado en la economía legal y hacerlo todo transparente. –¿Cree que exista la posibilidad de las drogas legales en el mundo? –En realidad, la prohibición está colapsando. En Europa ya hay varios puntos de consumo le-

gal. La investigación más reciente de la Unión Europea señala que hay 230 nuevas drogas y puedes ordenar cualquiera de ellas por Internet y las llevan a tu casa. Aquí ha comenzado ya el fin de la prohibición. Sin embargo, no es el principio de una actitud responsable de los gobiernos. Los políticos deben asumir la responsabilidad y lograr una nueva reforma y una política de drogas distinta. –¿Por qué ninguno de sus libros están traducidos al español? –Me encantaría tener una traducción de mi trabajo, en especial me gustaría publicar High Society (en 2010 se realizó una exposición con las imágenes de esta obra en la galería Welcome Collection, de Londres). El libro trata de mostrar un panorama de la cultura de las drogas a través del tiempo en el mundo. Tiene más de 200 gráficas. –¿Cómo podría resumir el resultado de su trabajo? –La gente dice:“eres un especialista en drogas”. Pero lo importante para mí no es la especialización, sino la relación de los estupefacientes con el arte, con la filosofía y la antropología, así como con la cultura. Es toda una ramificación. Es como navegar a través de distintas disciplinas y tomar de cada una de ellas algo en relación con los narcóticos. –La pregunta obligada es: ¿consume drogas?, hay quien dice que para hablar de ellas primero

–¿Cuáles son las sustancias que particularmente le han dejado las mejores experiencias? –Las sustancias sicodélicas han sido las mejores en mi desarrollo personal; por ejemplo, el LSD. Sin embargo, también he estado muy interesado en las plantas sicodélicas. He trabajado con ellas, pero todas estas experiencias son relativas, porque dependen del lugar donde estés y de las personas con quienes estés, del contexto, del estado de ánimo. No puedes asumir que una sustancia te va a dar a, b, o c resultados. Son experiencias que cambian con el tiempo, cuando eres joven, pueden modificar tu vida completamente, porque no sabes en realidad quién eres. Cuando creces entiendes que la experiencia con una nueva droga no te va a cambiar, cuando ya sabes quién eres puedes alcanzar cosas distintas con el uso de equis sustancia. –En particular, ¿qué opina de la mariguana? –Podría decir que crecí en una cultura en la que nadie consumía mariguana y nadie tomaba alcohol. Ahora es más fácil imaginarse una vida sin alcohol que sin mariguana, incluso en mi país. –¿Cuál es su experiencia con la cocaína? –Soy muy afortunado de haber pasado un tiempo en Perú con un antropólogo que me presentó la planta de coca. Es posible consumirla de muchas maneras, pero en la cultura occidental sólo hay cocaína, que llega a ser un hábito muy codicioso o egoísta. Al final todo mundo está alrededor de una mesa arrebatándose las rayas. –¿Ha probado los hongos y el peyote? –He probado la planta llamada San Pedro y en casa sembré una de peyote, que ya floreó. En la región donde vivo, en Gales, florecen muchos hongos sicodélicos. Creo que ha cambiado mucho el panorama de la cultura de las drogas, cuando comencé a estudiar todo se relacionaba con crimen y enfermedad, ahora entendemos que el fenómeno de las drogas en la sociedad es más complicado y mucho más positivo. Todo mundo debería entender esto.


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