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JEFFREY D. SACHS
by La Jornada
Washington y la UE advierten a...
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Agregó que Biden no va a desplegar a ningún soldado de su país para luchar dentro de Ucrania.
Biden ha liderado una coalición de países europeos y otros aliados de Estados Unidos para armar un paquete de lo que consideran serán “paralizantes sanciones económicas” contra Rusia en caso de que las tropas que están concentradas en la frontera con Ucrania inicien un ataque.
La presidencia estadunidense también dio a conocer una llamada de 30 minutos entre Biden, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller federal alemán, Olaf Scholz, que tuvo lugar después de la alocución del presidente ruso, Vladimir Putin.
Señalaron que la decisión rusa “no quedará sin respuesta”, según el vocero del gobierno alemán, Steffen Hebestreit.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, afirmaron que el bloque europeo “reacciona-
Ondeando banderas rusas, residentes de Donietsk celebraron ayer el decreto del presidente ruso, Vladimir Putin, que reconoce su independencia de Ucrania. Foto Ap
rá con sanciones” y que “reitera su apoyo inquebrantable a la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas.”
Francia, Alemania, Gran Bretaña, España, Italia, Portugal y Polonia pidieron una respuesta “inequívoca” y sanciones “inmediatas” contra Moscú, mientras Alemania condenó el aviso de Rusia.
El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Jens Stoltenberg señaló que la decisión de Rusia “erosiona los esfuerzos” por resolver el conflicto, y socava la soberanía e integridad territorial de Ucrania, además de violar los Acuerdos de Minsk –la hoja de ruta pactada para lograr una salida política al conflicto de Ucrania–, de los que Moscú forma parte. El secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Antonio Guterres, exhortó a todos los interesados a abstenerse de cualquier decisión o acción unilateral que pueda socavar la integridad territorial de Kiev, afirmó su portavoz Stephane Dujarric.
Estados Unidos y sus aliados convocaron anoche a una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir la situación en Ucrania, luego de la decisión del presidente Putin.
Cómo proteger la soberanía de Ucrania
JEFFREY D. SACHS NUEVA YORK
Los amigos de Ucrania en Occidente aseguran que protegen al país cuando defienden su derecho de unirse a la OTAN. Pero es todo lo contrario. Con la defensa de un derecho teórico, ponen en riesgo la seguridad de Ucrania, al aumentar la probabilidad de una invasión rusa. La independencia de Ucrania se puede defender mucho mejor llegando a un acuerdo diplomático con Rusia que garantice la soberanía de Ucrania como país no perteneciente a la OTAN, a la manera de Austria, Finlandia y Suecia (miembros todos ellos de la Unión Europea pero no de la OTAN).
En concreto, Rusia aceptará retirar sus tropas de Ucrania oriental y desmovilizar las que tiene desplegadas cerca de la frontera con Ucrania; y la OTAN renunciará a incorporar a Ucrania, con la condición de que Rusia respete su soberanía y de que Ucrania respete los intereses de seguridad rusos. Un acuerdo de esta naturaleza es posible, ya que conviene a ambas partes.
Es verdad que quienes defienden el ingreso de Ucrania a la OTAN consideran que dicho acuerdo sería ingenuo. Señalan que en 2014 Rusia invadió Ucrania y anexó Crimea, y que la crisis actual surgió porque Rusia reunió más de cien mil soldados en la frontera con Ucrania y amenaza con una nueva invasión. Al hacerlo, el Kremlin violó los términos del Memorando de Budapest (1994), por el que Rusia prometió respetar la independencia de Ucrania y su soberanía (con inclusión de Crimea) a cambio de que Ucrania entregara el inmenso arsenal nuclear que heredó tras el derrumbe de la Unión Soviética.
Aún así, es posible que Rusia acepte y respete una Ucrania neutral. Pero nunca hubo una oferta en la que Ucrania obtuviera esa condición. En 2008, Estados Unidos propuso invitar a Ucrania (y Georgia) a la OTAN, y esa sugerencia se ha cernido desde entonces sobre la región. Por considerar que la jugada estadunidense era una provocación a Rusia, los gobiernos de Francia, Alemania y muchos otros países europeos evitaron una invitación inmediata de la Alianza a Ucrania, pero en una declaración conjunta con este país, la dirigencia de la OTAN puso en claro que Ucrania “se convertirá en miembro de la OTAN”.
Desde el punto de vista del Kremlin, la presencia de la OTAN en Ucrania plantearía una amenaza directa a la seguridad de Rusia. La ingeniería política soviética estuvo en gran medida dirigida a crear una separación geográfica entre Rusia y las potencias occidentales; y desde el derrumbe de la Unión Soviética, Rusia se ha opuesto firmemente a una ampliación de la OTAN dentro del antiguo bloque soviético. Es verdad que el razonamiento de Putin exhibe la continuidad de una mentalidad propia de la guerra fría, pero esa mentalidad se mantiene activa en ambas partes.
La guerra fría se caracterizó por una serie de guerras por intermediarios en los niveles local y regional a través de las cuales Estados Unidos y la Unión Soviética determinaban cuál de los dos instalaría un régimen favorable. Aunque el campo de batalla se fue trasladando por el mundo (de Asia suroriental y central a África, al hemisferio occidental y a Medio Oriente), siempre fue sangriento.
Pero desde 1992, la mayoría de las guerras de cambio de régimen las lideró o apoyó Estados Unidos, que se convenció de ser la única superpotencia tras la caída de la Unión Soviética. Fuerzas de la OTAN bombardearon Bosnia en 1995 y Belgrado en 1999, invadieron Afganistán en 2001, y bombardearon Libia en 2011. Estados Unidos invadió Irak en 2003; y en 2014, apoyó abiertamente las protestas en Ucrania que provocaron la caída del presidente prorruso Viktor Yanukovych.
Claro que Rusia también ejecutó operaciones de cambio de régimen. En 2004 interfirió en Ucrania para ayudar a Yanukovych mediante la intimidación de votantes y el fraude electoral, pero las instituciones locales y las protestas masivas terminaron frustrando estas acciones. Y sigue imponiendo o apuntalando regímenes amigos en su periferia cercana; los ejemplos más recientes son Kazajistán y Bielorrusia (que ya está bajo control total de Putin).
Pero la mutua animosidad y desconfianza entre Rusia y Occidente viene de muy lejos. A lo largo de su historia, Rusia temió (y de hecho soportó) repetidas invasiones desde el oeste, mientras los europeos temieron y soportaron repetidos intentos expansionistas de Rusia desde el este. Ha sido una larga, triste y sangrienta saga.
Con altura política de ambas partes, esta animosidad histórica se hubiera podido aplacar tras la desaparición de la Unión Soviética. Hubo una oportunidad en la primera mitad de los años 90, pero se desaprovechó, y en esto tuvo un papel el inicio de la ampliación de la OTAN. En 1998, George F. Kennan, veterano diplomático e historiador de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, se mostró presciente y pesimista. “Creo que (la expansión de la OTAN) es el inicio de una nueva guerra fría”, declaró. “Creo que con el tiempo los rusos reaccionarán bastante mal y que afectará sus políticas. Creo que es un error trágico”. William Perry, secretario de Defensa de Estados Unidos entre 1994 y 1997, coincidió con Kennan, e incluso contempló la posibilidad de renunciar a su cargo en el gobierno del presidente Bill Clinton por el tema.
Ya ninguna de las dos partes puede proclamarse inocente. En vez de intentar presentar a uno de los lados como el bueno y al otro como el malo, tenemos que concentrarnos en lo que hay que hacer para que haya seguridad para ambas partes y para el mundo en general. La historia sugiere que es mejor mantener una separación geográfica entre las fuerzas rusas y las de la OTAN, en vez de enfrentadas cara a cara a través de una frontera. Nunca hubo tanta inseguridad en Europa y el mundo como cuando fuerzas estadunidenses y soviéticas estuvieron frente a frente a corta distancia: en Berlín en 1961 y en Cuba en 1962. En esas angustiosas circunstancias, en las que todo el mundo estuvo en riesgo, la construcción del Muro de Berlín obró como un estabilizador (aunque profundamente trágico).
Hoy, nuestra principal preocupación debe ser la soberanía de Ucrania y la paz en Europa y en el mundo, no la presencia de la OTAN en Ucrania (y menos aún alzar otro muro). Ucrania estará mucho más segura si la OTAN detiene su expansión hacia el este a cambio de que Rusia se retire del este de Ucrania y desmovilice sus fuerzas en la frontera. Hay necesidad urgente de una diplomacia que siga estos lineamientos, con participación de la Unión Europea y Naciones Unidas. Traducción: Esteban Flamini Jeffrey D. Sachs es profesor distinguido de la Universidad de Columbia y director de su Centro de Desarrollo Sostenible. También es presidente de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Copyright: Project Syndicate, 2022. www.project-syndicate.org