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EN EL CORAZÓN DE AMÉRICA PERÚ

EJIDO SAN ISIDRO VS AMWAY-NUTRILITE EN JALISCO

Ramón Vera-Herrera

ESTADOS UNIDOS ES UNA ESCENA DEL CRIMEN

Roxanne Dunbar-Ortiz

CORREDOR INTEROCEÁNICO: MEDIO AMBIENTE Y DERECHOS HUMANOS

Benito Vázquez Quesada, Mariana Benítez, Luis Bracamontes

Nájera, Blanca Hernández y Valeria Vázquez

GUATEMALA, 2023: ¿QUÉ MÁS?

Kajkoj Máximo Ba Tiul

SER AUTORIDAD EN LA SIERRA MIXE

Damián Dositelo Martínez

EMERGENCIA DE SALUD DE LOS YANOMAMI EN BRASIL

GUARDIÁN DEL CIELO MIXE

Juventino Santiago Jiménez

CHILAJ / MUERTE

Susi Bentzulul (tsotsil)

EL NIÑO HUÉRFANO / NANDERAK OKÜEAJ NINE NDEAJ

Hugo Alberto Hidalgo Buenavista (ikoots)

SINTONÍA DEL AYER

Elizabeth Brunete

DA RAPI / DADO

Hermann Bellinghausen, en versión hñäñhu de Margarita León

CEREMONIAS PARA SEGUIR DEFENDIENDO

EL TERRITORIO

Comunidades en Resistencia de la Sierra de Minas, Baja Verapaz

El admirable pintor michoacano nació mirando. Y tuvo de quién aprender: sus padres eran fotógrafos. Con innata pulcritud para el dibujo e indoblegable atención por el pueblo, en particular los purépechas, los obreros, los pescadores, los campesinos, llevó a decir a Juan Soriano: “Todo lo que hizo era de una calidad extraordinaria, era real”.

Heredero de la primera generación de la gran escuela muralista mexicana, pero dotado de una gracia característica, sembró un vasto territorio mural en Michoacán. Dibujante y pintor en primer lugar, también trabajó grabado, cerámica, escultura y tapiz. Inicialmente vasconcelista, luego cardenista y antifascista, fue fundador y miembro de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y del Taller de Gráfica Popular.

En una bella semblanza de su padre, Beatriz Zalce lo presenta sencillamente como producto de su trabajo: “A él lo crearon sus pinceles, lo llenaron de color sus pinturas, lo hicieron libre las vendedoras de pájaros de sus grabados, lo alimentaron paisajes michoacanos: Morelia de día, Morelia de noche, Morelia de sus amores con mujeres de ojos grandes que lo mismo tocan la guitarra, arrullan al hijo, pintan o sencillamente posan. Una sola pasión en el maestro: la creación, y dos razones para vivir: la búsqueda de la belleza y el compromiso social”.

A 20 años de su fallecimiento, Ojarasca presenta en febrero una muestra del arte comprometido, pero también comprometido con el arte mismo, de Alfredo Zalce (1908-2003), con reproducciones fotográficas del libro homónimo (DGE / Equilibrista y Secretaria de Cultura de Michoacán, 2005).

Agradecemos a nuestra querida hermanita Beatríz Zalce de Guerriff su apoyo para la realización de este número n

ARGUEDAS, EL INDISPENSABLE

En 1938, el indispensable peruano universal José María Arguedas dio a conocer sus transcripciones y versiones en castellano de cantares que escuchó “en la sierra del Perú”, algunas de ellas entonadas por “cien, doscientas voces de hombres y mujeres” en calles y plazas andinas donde la canción se nace. Buen cuidado tiene en aclarar que estas canciones no eran tradicionales sino, a la sazón, modernas. Por ello acompañó la edición original del Canto Kechwa con Un ensayo sobre la capacidad de creación del pueblo indio y mestizo (la más reciente es de Editorial Horizonte, Lima, 2014). Admite que no todas las canciones fueron compiladas por él, sino que algunas se las proporcionaron sus “amigos y músicos serranos” Moisés Vivanco y Fernando Gómez Negrón.

Arguedas (Andahuaylas, 1911-Lima, 1969) es, en y para Perú, el autor y pensador nacional más importante y entrañable. Sus novelas (Ríos profundos, Todas las sangres, El sexto) poseen una fuerza estremecedora, quizás única en nuestra lengua, a no ser por José Revueltas. Pensador, ensayista, poeta, antropólogo, fundó la revista Amauta (1926-1930), una de las más trascendentes del continente americano en el siglo XX, que además fue puente entre nuestros países y con el pensamiento progresista europeo. Aparecieron 29 números, los tres últimos dirigidos por Ricardo Martínez de la Torre, tras el muy sonado suicidio de Arguedas.

Siendo un autor central, siempre fue criticado por la intelectualidad cosmopolita de derecha. Además de la depresión y la condición trágica, se atribuye su suicidio a las críticas de Sebastián Salazar Bondy. El cachorro respondón Mario Vargas Llosa publicó una pretendida demolición de su impacto cultural y político: La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. (Fondo de Cultura Económica, colección Tierra Firme, México, 1996). Fiel a su fanatismo neoliberal y occidentalizante, Vargas Llosa (deudor de Arguedas en sus primeras obras) despliega todas sus ideas sobre el Perú que no entiende, y da por muerto al indigenismo por las razones equivocadas. Detalla con inteligencia y crueldad el desagarramiento interno del escritor, que bien puede ser el de su país, y desde luego, en el extremo contrario, el del propio Vargas Llosa, a quien tanto le pesa ser peruano y latinoamericano, y que tan pobre comprensión tiene de los pueblos originarios. El gran aporte de Arguedas fue romper los velos del racismo y elevar con su acción y su obra la dignidad de los pueblos de región andina, sus lenguas y su verdadera historia. En la página siguiente se presentan dos canciones que parecen escritas hoy mismo, con la crisis nacional en curso y el protagonismo de los indígenas peruanos n

Hermann BellingHausen

La Jornada

Directora General: Carmen Lira Saade

Publicidad: Javier Loza

Arte y Diseño: Francisco García Noriega

Ojarasca en La Jornada

Dirección: Hermann Bellinghausen

Coordinación editorial: Ramón Vera-Herrera

Edición: Gloria Muñoz Ramírez

Caligrafía: Carolina de la Peña (1972-2018)

Diseño: Marga Peña

Logística y producción: Ligia García Villajuana

Retoque fotográfico: Ricardo Flores

Corrección: Héctor Peña

Versión en Internet: Daniel Sandoval

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Ischu En Llamas

(canto kechwa)

José María Arguedas

HE PRENDIDO FUEGO / ISCHU KAÑASK’AY

He prendido fuego en la cumbre he incendiado el ischu* en la cima de la montaña.

¡Anda pues!

Apaga el fuego con tus lágrimas, llora sobre el ischu ardiendo.

Corre y mira la cima de la montaña si ves fuego, si arde todavía el ischu, corre a llorar sobre el incendio.

¡Apaga el fuego con tus lágrimas!

Ork’opi ischu kañask’ay, k’aspi ischu kañassk’ay ¡jinallarak’chus rupachkan Jinallarak’chus raurachkan!

Jinalla raurariptink’a, jinalla rupariptink’a ¡Warma wek’echaykiwan challaykuy!

¡Warma wek’echaykiwan tasnuykuy!

(Versión

alterna)

El fuego que he prendido en la montaña, el ischu que he incendiado estará llameando estará ardiendo.

Si llamea el fuego si arde todavía la montaña ¡anda pues! apaga las llamas con tus lágrimas, con tus lágrimas de niño llorando sobre el fuego.

EL ISCHU ESTÁ LLORANDO / ORK’OKUNAPI WAYLLAR ISCHUPAS

Cae la lluvia en las lomadas, queda la escarcha en los pajonales. Pasa la lluvia, sacude el viento, del ischu gotea el agua, gotea el agua limpia.

¡El ischu está llorando!

¡Ay, cómo lloran los ojos en pueblo ajeno!

Lloran los ojos como llora el ischu cuando pasa la lluvia y sopla el viento.

Cuando sopla el viento el ischu se agacha, el ischu alto de las lomadas se agacha cuando sopla el viento.

¡Ay, como se dobla en corazón en pueblo ajeno! Como el ischu alto cuando sopla el viento.

Ork’okunapi wayllar ischupas para chayaptin sullaykacchansi, chaynam ñok’apas wak’allachkani runapa wasimpi rikuykukuspay runapa llak’tampi k’awaykukuspay.

Ork’okunapi wayllar ischupas wayra muyuptin kumuykachani, chaynam ñok’apas kumuykachani runapa wasimpi rikuykukuspay runapa llak’tampi k’awaykukuspay.

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