LOS RARÁMURI HOY
Dos entrevistas por Gloria Muñoz Ramírez
“EXIGIR QUE SE NOS ESCUCHE”: Entrevista con Javier Ávila
LAS MUJERES RARÁMURI ANTE LA VIOLENCIA: Entrevista con Todoslosantos Villalobos
POR LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS Ramón Vera-Herrera
LOS RARÁMURI HOY
Dos entrevistas por Gloria Muñoz Ramírez
“EXIGIR QUE SE NOS ESCUCHE”: Entrevista con Javier Ávila
LAS MUJERES RARÁMURI ANTE LA VIOLENCIA: Entrevista con Todoslosantos Villalobos
POR LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS Ramón Vera-Herrera
LA DANZA DEL VENADO
Poema de Silvia Tomasa Rivera
LA DANZA AMARILLA
Canario de la Cruz (ch’ol)
AL CRUZAR EL RÍO
Elizabeth Brunete
LOS MOSQUITOS / NJOTNGBE PARLO
Alberto Juajibioy Chindoy (kamëntsá de Colombia)
ECOS DE LOS MAYORES
DON JUAN BETAN
Xun Betan (tsotsil)
MODESTO LÓPEZ BAUTISTA, UN TESORO VIVO
Juan Arturo López Ramos
LA ESPINA (OJOS QUE NO VEN…)
Lamberto Roque Hernández
LA GUERRA CONTRA LOS PUEBLOS DE CHIAPAS Testimonio ante la CoIDH de Hermann Bellinghausen DESAPARICIONES FORZADAS.
EL ESTADO MEXICANO COMPARECE ANTE
LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Pedro Faro
SIN TIERRA NO HAY SEMILLAS
Heber Uc (maya)
LA SEMILLA Y LA PALABRA
Yaxkin Melchy
RITUAL DE PETICIÓN DE LLUVIAS EN ZITLALA
Elí García-Padilla
VOTO CRUCIAL EN GUATEMALA
Kajkoj Máximo Ba Tiul
En memoria de Adolfo Gilly, revolucionario y maestro
El desbordamiento de la violencia criminal y sus secuelas en los dos extremos de la geografía indígena mexicana pega en la raíz de todo. Por ello son casos graves y relevantes para el México de hoy y los rumbos futuros de la tierra de los pueblos originarios, la última frontera de la vida que nos queda. Un asedio múltiple suma sufrimiento a las penurias de ser pobre para pueblos rarámuri, pima, ch’ol, tsotsil, tseltal, tojolabal, mam, zoque. Y desde luego afecta a la población mestiza de la Sierra Tarahumara y las montañas y selvas de Chiapas.
Aunque densamente militarizadas, en especial Chiapas, ambas entidades han visto crecer exponencialmente el peligro y la tragedia que imponen las bandas y organizaciones criminales. Disputan, saquean o usufructúan por la fuerza los territorios y recursos de los pueblos mismos. Miedo, despojo, desplazamiento forzado, hambre: son algunos de los saldos de esta situación que tanto Javier Ávila en Creel como Pedro Faro en San Cristóbal de Las Casas, en esta entrega de Ojarasca en julio, consideran que ha sido tolerada por las fuerzas federales a un costo demasiado alto para las comunidades.
Estas cosas suceden y han sucedido en centenares de pueblos en todo el país, pero la incandescencia que alcanzan hoy en Chihuahua y Chiapas deben alertarnos. Pantelhó o Urique hoy, ayer Aldama y Cerocahui. Antier Acteal y Creel. Ataques armados recurrentes, a veces letales, siempre aterradores. En el caso de Chiapas existe una frontera vasta y agreste fuera de control; se han subvertido los días en Motozintla, Comalapa, Mazapa de Madero, Chicomuselo, convirtiendo estos municipios en contraparte de la candente frontera con Estados Unidos que lacera el norte de Chihuahua, con su paradigma en Ciudad Juárez y un historial tan negro como la conciencia de los responsables por acción, omisión o distorsión interesada.
Peligran poblaciones campesinas que viven de la tierra o eso tratan tenazmente, que hablan hermosas lenguas y practican una espiritualidad y un activismo social dignos de respaldo. Sus bosques y ríos son saqueados mientras la droga y sus canales atraviesan territorios rarámuri y bats’il k’op. Amenazas, secuestros, robos, violaciones o ejecucio -
nes no sólo ponen en riesgo a familias e individuos, sino a toda una civilización ancestral y alternativa, no por negada menos viva.
Talando bosques y selvas, imponiendo cultivos ilícitos o apropiándose de la producción agrícola, los grupos criminales (y en Chiapas también paramilitares) dañan a las tierras y existencias de los pueblos tanto o más que el extractivismo y el indiscriminado crecimiento urbano.
No es mero discurso romántico enfatizar la importancia que poseen estos pueblos y la desgracia que representaría la aniquilación de esa vida y esos recursos naturales para el futuro del país y el mundo. Es necesario destacar la participación, a veces protagónica, de criminales indígenas y redes cómplices que asuelan caminos, campos y poblados en estos tiempos. No son la causa, sino la consecuencia de la descomposición social.
En Chiapas, los zapatistas han enseñado que la autodeterminación es viable y representa un dique contra la desintegración inducida de los pueblos originarios en una Nación que se jacta, de dientes para afuera, de su pluralidad indígena, pero no los protege cuando debiera o les impone reglas ajenas a sus costumbres y formas propias de decisión y de gobierno.
Demodo sostenido, el poder político ha visto a los indígenas como un “problema” a resolver, como advierte Ávila en nuestras páginas, en vez de dejar en sus manos las decisiones internas. La migración no es lo único que disgrega a los pueblos. Ni en Chihuahua ni en Chiapas han servido para
impedirlo los sucesivos gobiernos. Tan sólo Chiapas lleva tres sexenios al hilo con gobernadores de paja, figuras decorativas sin voluntad ni margen de acción ante la avalancha de acontecimientos dramáticos y trágicos (y también ejemplares), los desafíos que el crimen organizado representa para indígenas, migrantes, población rural y urbana. “Cárteles” chamulas, “motonetos” coletos, grupos armados “civiles” en Chenalhó y Ocosingo, confusas “autodefensas” en Pantelhó.
Las alarmantes agresiones armadas contra bases de apoyo zapatistas en poblados del municipio autónomo rebelde Moisés Gandhi, en la zona de Ocosingo, tampoco son frenadas, ni siquiera investigadas, por las fuerzas estatales y federales. El calendario electoral tiñe de sangre cada seis años los alrededores y corredores de la autonomía zapatista, no partidaria ni oficialista. Viene sucediendo desde hace dos décadas, con gobiernos de cualquier partido político como continuación del periodo álgido de la guerra contrainsurgente del Estado en los territorios rebeldes y autónomos del último sexenio priísta (1994-2000).
La actividad criminal y su red de complicidades voluntarias o bajo amenaza ha penetrado las sociedades urbanas de Chiapas y Chihuahua y, lo más preocupante, alcanzó a los pueblos originarios, que necesitan tomar en sus manos el destino de sus territorios y tejidos comunitarios para salvarse del saqueo y salvarnos a todos del desastre ambiental y cultural en curso. Ante tal panorama, resulta intolerable que todavía haya quien se permite talar, aplanar, excavar y ensangrentar el horizonte que nos queda n
La Jornada
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Coordinación editorial: Ramón Vera-Herrera
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Corrección: Héctor Peña
Versión en Internet: Daniel Sandoval
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Cascos ametalados de un caballo rayándose en la sombra fue todo lo que vio.
El relámpago sólo pintó a un hombre montado sobre el aire.
La fiebre comenzó cuando miró al jinete delineado en el aire. Ahora sólo es cosa de esperar que el venado se rinda.
Coyotes y cazadores bailan con sus mujeres, bajo el goteo del cielo.
La visión del Jinete era real, verdad el hombre que pasó junto a ella sin mirarla.
A pocos pasos, adentro de unos matorrales, se desnudó completo; colgó las chaparreras de cuero macizo y colocó en su cabeza los cuernos de venado.
Él era el elegido, el ciervo que van a perseguir hasta dejarlo muerto tras la ola de flechas. Era él a quien todos esperaban esa noche en la fiesta de Peñascos. Se puso un taparrabo y anudó una hilera de conchitas de mar a sus tobillos.
Van a danzar bajo la tormenta y todos se quedarán a verlo, ella estará al frente hasta el final.
El venado le pertenece desde que lo vio como hombre montado a pelo en la horqueta de viento.
Era un diamante en bruto de quince años.
Ni el sacerdote, ni el caporal ni el hijo del alcalde con su escolta: nadie ejercía derecho sobre ella.
Por eso se la llevó aquel hombre con cuernos después de bailar toda la noche la Danza del Venado.
En la sierra, lugar de grandes y profundas barrancas en el que habita el pueblo rarámuri en comunidades y rancherías dispersas, se padece desde hace décadas el crimen organizado, cuya violencia se ha recrudecido año con año hasta niveles alarmantes. De la muerte cotidiana, la actual deforestación, el desplazamiento forzado, los proyectos turísticos de despojo, del terror y de la impunidad, pero también de la esperanza y del significado del levantamiento zapatista, habla en esta entrevista el sacerdote Javier Ávila, conocido en la Sierra Tarahumara como El Pato, quien está a punto de cumplir 49 de sus 80 años en las comunidades indígenas de Chihuahua. Es jesuita, como sus compañeros Javier Campos y Joaquín Mora, asesinados en Cerocahui en junio del 2022, y como su gran amigo y referente Ricardo Robles, El Ronco, fallecido en 2010.
loS doloReS de la SieRR a
La“civilización” cada vez está más metida y los proyectos que suenan a muerte invaden la sierra. Antes el pueblo de Creel, que ahora es un centro turístico impresionante, no tenía ni una banqueta ni una calle pavimentada. Tenía nevadas, caminábamos entre la tierra y el lodo en tiempo de lluvias y de nieve. Llegué a vivir a Sisoguichi y había veces que durábamos ocho días sin poder salir del pueblo por la cantidad de nieve que caía.
Poco a poco empecé a sentir que crecía una sombra que actualmente nos arropa a toda la Tarahumara. Esa cobija se llama impunidad. Aquí cada quien hace lo que quiere y no le pasa nada. Eso ha sido muy doloroso. En la relación con el pueblo uno se da cuenta de quién mató a quién, sabe quién abusó de quién, y uno se pregunta qué pasó, por qué está el sujeto tranquilamente deambulando, cómo es que metieron a la cárcel a alguien que se robó unas gallinas para comer, mientras que el sujeto que ha violado mujeres, ha deforestado, ha quitado tierras, sigue tranquilo.
La impunidad y la injusticia han crecido mucho. Se pasean por la sierra tomadas del brazo con una sonrisa cínica y descarada en la cara.
Elnarcotráfico tiene mayor presencia en la sierra desde hace unos 15 o 20 años, que es cuando se empieza a hacer más descarado. Un parteaguas en mi compromiso fue la primera masacre de los últimos tiempos en Creel.
Tenía dos años de llegar a la Tarahumara cuando grité por primera vez porque a dos amigos míos, uno rarámuri y otro mestizo, el ejército los mató por la espalda. Empezamos a gritar, a hacer marchas, protestas, escribir cartas, artículos, hasta que el secretario de Gobierno me dijo “cálmese, padre, contra el ejército no se puede hacer nada y a usted lo pueden matar”.
Ya traía un poco de vuelo en estas luchas cuando viene la masacre el 16 de agosto del 2008. Fue un golpe muy fuerte ver masacrados a los doce jóvenes y a un bebé de un año y cuatro meses, jóvenes que tal vez yo había bautizado. Compartí con dos madres solteras su dolor, su llanto.
Así empezó a destaparse la presencia de estos grupos: eran el crimen organizado y el ejército. Todavía no llegaban las grandes empresas, aunque ya estaba El Chepe (el tren turístico que atraviesa la sierra) y empezaba el turismo. Antes de la masacre venía mucho turista gringo, subían las casas móviles a Chihuahua y aquí era una parada, iban a las barrancas y se iban con el tren. Después de la masacre cayó completamente el turismo, cerraron los restaurantes, los hoteles, y fue una depresión económica muy fuerte. Ahí se empezó a generar un deterioro al ambiente y a la comunidad.
Empezaron luego las deforestaciones. La pérdida de bosques ya estaba por los incendios, por el calor o por negligencia, pero ahora las deforestaciones son por manos criminales, se les acaba el valor de la mariguana porque ya se encuentra droga sintética, más barata y de mayores efectos. Buscan entonces otro camino y lo que encontraron aquí fue el oro verde, que es el bosque, como en Cherán (Michoacán).
Muchos ya se hartaron y están diciendo “ya basta”, a su manera. Todas las personas tenemos un límite. Cuando nos orillan a él muchas veces no sabemos cómo vamos a reaccionar. Estamos orillando cada vez más a los pueblos originarios en toda América a que lleguen a su límite, unos ya lo rebasaron y están gritando y están reaccionando incluso de manera muy violenta.
“LOS ÚLTIMOS
DESPLAZAMIENTOS
QUE SE HAN DADO
SON DE GENTE QUE SE ASUSTA PORQUE VIENEN
PERSONAS Y DISPARAN Y SE QUIEREN LLEVAR A LOS JÓVENES. HAY
RECLUTAMIENTO FORZADO EN LAS COMUNIDADES. HAY
INCURSIONES DE GENTE
ARMADA QUE SE ESTÁ
ROBANDO EL BOSQUE Y OBLIGANDO A LOS JÓVENES
A IRSE CON ELLOS”
Las autoridades no acaban de atinarle a qué tipo de presencia deben tener con los pueblos indígenas. El gran problema es que uno de los motivos por el que los pueblos están así es por el acercamiento que hemos tenido con ellos; no ha sido horizontal, ha sido vertical: de la autoridad, la que sabe, al que no sabe cómo vivir, de la sociedad que tiene autoridad a los que no tienen nada, de los que saben a los que no saben, de los sanos a los enfermos, de los capacitados a los analfabetas. Ese nivel tan vertical ha dañado mucho a las comunidades.
No he oído a un solo candidato a presidente, a gobernador, a alcalde o lo que sea, que no venga aquí a decir que trae la solución al problema indígena. El indígena es problema para el candidato. En lugar de decir que viene a oírlos y caminar con ellos, los ve como un problema que hay que solucionar.
Aquí viene gente de afuera, los gobiernos, a atacar efectos, no a remediar causas. Ése es el nivel de acercamiento con los pueblos.
TuRiSmo en la SieRR a
Elturismo no es malo por sí mismo. ¿Pero, a quién beneficia? A un grupo muy reducido. Además invade los territorios indígenas. Si vas al Divisadero, los rarámuri son los que cargan las maletas de los que llegan en el tren. Hay un despojo territorial. Está en las comunidades de Mogótavo, Repechique, desde Atascaderos subiendo y saliendo hasta Cuauhtémoc. El indígena acaba siendo un objeto de cámara fotográfica, no un sujeto de derechos. Ven a una niña rarámuri vendiendo sus artesanías y el turista se hinca y la abraza y se toma una foto. Pero no compra nada, o regatea.
Losúltimos desplazamientos que se han dado son de gente que se asusta porque vienen personas y disparan y se quieren llevar a los jóvenes. Hay reclutamiento forzado en las comunidades. Les digo a las autoridades lo que pasa, les digo que en tal región hay incursiones de gente armada que se está robando el bosque y obligando a los jóvenes a irse con ellos.
En primer lugar hay halcones. En segundo lugar la gente no habla porque tienen al sujeto en la casa con el arma diciendo “habla y verás lo que pasa”. ¿Cuándo van a decir algo? Entonces la gente se va a donde tiene amigos, parientes. Y empiezan a vivir de manera lamentable.
La salida fácil es decir que se vayan porque hay peligro, y eso lo dice la Guardia Nacional o el ejército. “Venimos a protegerlos y a sacarlos”, pero ése no es el camino. El acompañamiento y el seguimiento se lo damos las organizaciones, no el ejército.
Del cerro les disparan, si salen les disparan, queman sus casas. Se van, viven hambre y no pueden regresar a sus casas. Algunos desaparecen. A veces les disparan porque buscan a alguien que está ahí o porque quieren el territorio. Los desplazados aquí no tienen derechos. Varias organizaciones fuimos a la comunidad de El Manzano a sacar a las
VIENE DE LA PÁGINA 4 familias. Se les consiguieron medidas cautelares. Se fueron a Chihuahua, pero viven con el miedo de salir y que los reconozcan. Recién salidos regresaron para sacar sus cosas de valor, ver sus tierras, sus animales, lo que podían recuperar. Se hizo el operativo, se tenía planeado que estuvieran ahí tres o cuatro días para ver qué recogían. Llegaron y los mismos habitantes de la comunidad, cuando los vieron llegar, corrieron, porque dijeron que no querían que los vieran tratándolos porque venían por ellos. Llegaron y sus casas estaban vandalizadas. Les dolió tanto, que se regresaron el mismo día, lastimadísimos.
el aSeSinaTo de loS jeSuiTaS javieR y joaquín
Elasesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, ocurrido en Cerocahui, municipio de Urique, el 20 de junio de 2022, es uno de muchos más. Han matado a muchos curas, pero el problema fue que son dos miembros de una institución mundialmente conocida. Por eso se prendieron las alertas nacionales, porque a ellos los conoce todo el mundo. A los doce jóvenes que mataron antes nada más los conocen en la región, no pasó nada, pero su vida no vale menos.
Javier y Joaquín ampliaron los reflectores. Pero olvidémonos de Javier y Joaquín y empecemos a enfocarnos en los miles de muertos y desaparecidos que hay en el país. Fue muy doloroso, yo fui el que recibió la noticia, “los están agarrando, los están arrastrando, ya los mataron”. Hay que señalar la cantidad de barbarie.
Como fueron ellos dos, el gobierno pensó “vamos a hacerles cobijo” y en la mira internacional mandó el mensaje de que mandó a la Guardia Nacional. ¿Pero por qué no hizo lo mismo con tantas muertes? ¿Sus vidas valen menos? Por supuesto que no, la vida de Pedro o de Raúl (las otras dos personas asesinadas) no vale menos que la de Javier y Joaquín.
l a violencia no paR a
Elotro día que hubo una balacera en la capilla de Santa Anita, me hablaron varios medios y el fiscal general. Me dijo que un grupo se había refugiado en la capilla. Cuando vi las fotos de la capilla, conté más de cien impactos y no había ni una sola gota de sangre. ¿Quién se la cree? Ahí hubo un enfrentamiento, entraron a propósito y rafaguearon todo por dentro y por fuera.
Fue un mensaje para el gobierno. Pero también para nosotros, que hemos salido mucho en escena y sobre todo después de la muerte de Javier y Joaquín, además de que nunca nos hemos ocultado. Nos dijeron que tengamos cuidado. Tengo medidas cautelares, pero se cansa uno de eso. Éste ha sido un año pesado. El gobierno tiene la postura de qué más queremos que hagan por nosotros. Pero eso no es, es qué más se deba hacer. De ahí salen los foros de justicia y paz. Nos estamos convocando la sociedad civil para platicar, reunir material para llevarlo a Puebla al Foro Nacional de la Paz. Participan sociedad civil, academia, empresariado, el que quiera sumarse para buscar la paz y mejorar un poco este ambiente. Ya no dejemos la responsabilidad al gobierno, metámonos más al proceso del país para cumplir con la responsabilidad social, hay que exigir que se nos escuche, y que a nosotros nos exijan también que construyamos y rompamos las apatías.
El Ronco y el levanTamienTo zapaTiSTa Ricardo
Robles, El Ronco, es un referente. Cuando llegué a Tarahumara él se fue. Me dijo que era por mi culpa, que le habían dicho que debía descansar y que sólo estaban esperando que llegara quien tomara su lugar.
Después regresó aquí. Fue feliz en Nezahualcóyotl porque se encontró otro pueblo sufriente, de migrantes, perse -
guido. Cuando regresó caminamos mucho tiempo juntos, nos hicimos muy amigos. Aprendió muchísimo la lengua rarámuri, la cultura. Su idea fue la de todos nosotros: estar con el pueblo.
Era un hombre sumamente político, muy inteligente y con mucha visión. Es un referente en la Tarahumara. Era genial, era todo un show, contaba muchos chistes, anécdotas, a todo el mundo lo pendejeaba. Profundizaba mucho en el valor del diferente, del otro. Te encaraba, te describía una situación muy bien. Yo uso muchos de sus escritos cuando me invitan a conferencias, foros o talleres. Dejó un gran legado. A algunos no les toca irse así, como a Javier y Joaquín, que se fueron de manera muy trágica, pero El Ronco se fue en silencio, como quisiera irme yo también.
Cuando vino el levantamiento indígena de Chiapas, El Ronco me dijo que lo invitaron. Fue sin saber a quién dirigirse, sin saber a qué había ido. “Este baboso para qué me trajo”, decía. Vimos al indígena en pie de lucha, no al pasivo, no al agachado. Eso a mí me sirvió muchísimo para encontrarme con esa gama enorme que son los pueblos autóctonos y me amarró mucho más a la cultura y al pueblo.
El levantamiento significó la presencia de ese México digno. La gente gente, como decía El Ronco. Ese mundo que estaba oculto salió a escena. Era ese mundo que nosotros como sociedad queríamos ocultar o que nunca nos había interesado ni nos quería interesar. Una vez el senador Luis H. Álvarez me dijo, cuando estaba hablando el comandante Tacho con su pasamontañas, “padre, ¿el que está hablando es indígena”. “Sí, ¿por qué?”. “Porque es un discurso muy inteligente”. Le dije que eso era racismo. No los creíamos inteligentes, los queríamos como bestias de carga, y sobre todo en Chiapas. Fue el surgimiento del México desconocido. Y de pie. Eso fue para unos sorpresa, pero para otros enojo. Esa aparición generó todo tipo de reacciones. Treinta años y siguen presentes n
Sitio en el que encontraron los cuerpos de los jesuitas asesinados el 10 de junio de 2022 en
prohibido. Pero a esa edad nos han casado, a los doce años hay niñas que ya las casaron. Se acostumbran esos tratos en las familias.
Creel, ChihuahuaSe llama Todoslosantos Villalobos, pero todos la conocen como Tere. Es originaria de la comunidad de San Ignacio de Arareko, en la Sierra Tarahumara. Desde muy joven, casi adolescente, se dedica a acompañar y a escuchar a las mujeres rarámuri, como ella. Actualmente es coordinadora de la Casa de la Mujer Indígena en Situación de Violencia, con sede en Creel.
Tere empezó como promotora en el programa de Salud y Nutrición, a los 15 años. Y a lo largo de 35 se ha formado y ha recorrido parte de la sierra acompañando casos de violencia de género dentro de las comunidades o ejercida por los mestizos contra ellas. El caso más emblemático es el de la violación de un profesor mestizo a once niñas rarámuri de entre siete y ocho años de edad, en la comunidad de San Ignacio en 2015.
El proceso de las niñas terminó en enero de 2019 con una sentencia de 83 años de prisión para el violador. Tere acompañó a las víctimas y sus familias en su terapia psicológica, con el médico legista y en el resto de su recuperación. “El profesor ya había abusado de ellas en segundo o tercero de kinder. Lo bueno fue que una de las niñas habló y puso en alerta a todos”.
La entrevista se realiza en su tienda de ropa artesanal Kari Rarámuri, en el centro de la ciudad serrana de Creel.
–En la comunidad había varios jóvenes que venían de diferentes lugares y prestaban sus servicios. Las dos personas que se quedaron hasta el final venían de la Ciudad de México, uno era dentista y otra era abogada. Ella formó grupos de promotores de salud en la comunidad de Gonogochi. Luego abarcaron la parte del centro, en San Ignacio, y ahí invitaron a las promotoras que se habían formado.
La planificación familiar fue algo que siempre me llamó mucho la atención, porque pensaba que si había tantos métodos anticonceptivos para las mujeres, por qué entonces las mujeres tenían tantos hijos, siete, nueve, diez o doce hijos. Yo todavía no tenía hijos en ese tiempo, pero me tocó ver a mujeres que ya tenían muchos y que fallecían en el parto, que se les quedaba la placenta dentro del útero.
–¿Y costaba trabajo que aceptaran la planificación en las comunidades?
–Era muy difícil en aquel tiempo, porque en nuestra cultura siempre se ha dicho que porque somos mujeres debemos tener todos los hijos que Dios nos manda. Los hombres recibían mal lo de la planificación. Cuando estábamos de promotoras de salud, nosotras éramos las locas que les dábamos malos consejos a las mujeres. Pero nunca nos agredieron. Recuerdo un día que se leyó un documento de las promotoras para cerrar las cantinas de Creel y que no vendieran tequila en la noche. Firmamos ese documento y las autoridades comunitarias dijeron a los hombres que llamaran la atención a sus mujeres, las que éramos promotoras de salud, porque andábamos firmando papeles.
Hicimos ese documento porque trabajando en salud y nutrición nos dimos cuenta de que los niños y las niñas más
desnutridas eran hijos de padres alcohólicos. Decidimos hacer algo, buscar de diferentes maneras cómo sacar el alcoholismo, porque además traía violencia. Me molesta mucho cuando las mujeres dicen “solamente borracho me golpea”, porque eso no deja de ser violencia.
–¿Qué es lo que has aprendido en este largo caminar en la defensa de los derechos de las mujeres?
– En general los derechos de las mujeres son un tema del que nunca nos habían hablado, que tenemos el derecho a vivir una vida libre de violencia, a tener salud, a tener educación, a decidir por mi territorio, a decidir cuántos hijos quiero tener o si me quiero casar o no, a tener voz y voto en una comunidad. Todos esos derechos nadie nos los ha dicho, pero yo los he buscado y me gusta llevarlos a las comunidades. No es lo mismo que lleve yo esos derechos a que los lleve una mestiza (chabochi) en otra lengua.
–¿Cómo era o es la vida de las mujeres en tu comunidad?
¿Cómo era la tuya en tu casa?
–Crecí en una familia en la que a mi mamá la golpeaban y la tomaban a la fuerza. Yo lo vi y lo viví, veía cómo violentaban a mi mamá y ella no podía ser libre. Ella para poder sonreír, bailar y cantar tenía que embrutecerse, emborracharse para tener el valor para hacer lo que quería. Al ver todo eso me pregunté por qué pasaba, si teníamos todos esos derechos.
Yo soy la mayor de ocho hermanos. Me salí de la casa a los 14 años, a lo mejor en aquel tiempo era algo para ser libre, pero no tan libre porque salirte adolescente de la casa e irte a convivir con chavos era lo peor. No tenías el derecho a tener amistades o novios, y tener relaciones sexuales estaba
–¿Qué implica para una mujer indígena estar haciendo el trabajo de concientización dentro y fuera de su casa?
–Tengo como 23 años saliendo de la casa. El más chico de mis hijos tiene 26 años. Yo salía tanto que una vez llegó mi papá a mi casa y cuidó a mi niña, que tenía temperatura. Mi papá se molestó mucho y le dijo a mi pareja que si no era hombre para ponerme en mi lugar, que qué andaba haciendo a esas horas de la noche afuera de la casa. Eso me lo dijo la misma tarde, pero no contaba yo con que después de decirle eso se iba a embrutecer y me iba a meter una friega.
Cuando me metió la friega, me armé de valor y dije “no, esto no puede pasar y menos que mi papá le esté dando estos consejos al papá de mis hijos”. Mi hijo se fue corriendo a un lugar donde había un teléfono satelital y llegaron los policías judiciales. Le metieron una paliza y le golpearon el estómago. Si él hubiera conocido sus derechos y yo hubiera trabajado en la rama penal, pues yo hubiera dicho que lo estaban violentando, pero en ese momento era proteger mi integridad.
Se lo llevaron y tuve miedo, porque pensaba que cuando saliera me iba a matar. Pero no, al señor entonces creo que se le quitó lo machito y dejó de tomar. Ha cambiado bastante. Ahora me acompaña en este caminar.
–Cuéntanos cómo es una jornada, un día, de una mujer rarámuri en su comunidad.
–En las comunidades una mujer rarámuri se levanta muy temprano, a las cinco de la mañana, a poner lumbre, acarrear agua, hacer tortillas, dejarles el desayuno listo a sus hijos y al marido. Creo que ahí queda poquito de aprender y decir “ya no” al marido, “tú también te puedes servir y hacer tortillas y ayudarme a acarrear agua”.
Se acostumbra llevar a la niñez a la primaria, pero antes no. Antes era levantarte, desayunar e irte a cuidar a las cabras, ordeñar las vacas, sacarlas a pastar, y regresar al medio día para darle de comer a tu familia y seguir cuidando los animales, pero también atender la parcela. En los hechos las mujeres no tienen derecho a la tierra, pero sí la trabajan.
Los títulos ejidatarios son de los hombres. Han llegado algunas mujeres a tener título ejidal porque enviudaron, pero todavía ocurre que como enviudaste pero te fuiste con otro marido no te dejan el título y te hacen darlo a un hijo tuyo, pero tiene que ser hombre. Si rehaces tu vida te quitan ese derecho. Cuando anochece tienes que hacer la cena. Si te levantas muy temprano, tienes que hacer el esquite para el pinole o dejar listo el izquiate, que es el maíz tostado molido en agua y se utiliza mucho en este tiempo de calor. Se lleva a la parcela a veces, pero con el calor se calienta.
–Las casas de cada familia son muy pequeñas…. –Sí, la casa es un espacio tan pequeño, y ahí es donde ocurre la violencia y se convive con ella. Es algo que a mí no me gustó nunca y no lo quise seguir viendo. Quise irme de la casa por eso. Me sentía enojada con mi mamá por permitirlo. Pensaba que si la estaba lastimando por qué seguía con él, por qué le hablaba tan bonito. Pero detrás de todo eso estaba el desconocimiento de que es un círculo de violencia y a
veces te amagan, te violentan o te amenazan si los dejas. O te dicen cosas bonitas.
–¿De qué manera las rarámuri viven la violencia del crimen organizado?
–Las mujeres rarámuri vivimos esa violencia de distintas maneras. Nuestra niñez, nuestros jóvenes, se están metiendo en estos problemas. Yo no sé si los jóvenes quieren estar ahí, pero los veo metidos. Es muy triste, porque al final de cuentas ya no son ellos y ya no son rarámuri, porque el rarámuri no utilizaba armas ni se drogaba.
Ahora se meten drogas, marihuana, cristal, fentanilo. Reclutan a muchas jóvenes para llevárselas a otros estados. Tuve un caso de una chica que la reclutaron y se la llevaron. Hay trata de mujeres indígenas, adolescentes, pero no sé a dónde se las llevan a trabajar.
–Cuéntanos de tu trabajo de difusión en Anema.
–Estoy en la Red Anema (“ruido”, “hacer que se escuche”, en rarámuri) desde el 2022. El 15 de julio me invitaron a dar una plática sobre los derechos de las mujeres. De una asociación civil que se llama Siné Comunarr salieron compañeras para hacer un colectivo con perspectiva de género.
Empezamos dando talleres en diferentes comunidades sobre delitos de género y los tipos de violencia, sobre los de -
rechos de las mujeres indígenas, o simplemente para escuchar. En el 2022 nos propusimos trabajar los diferentes temas durante un año y medio, desde marzo hasta abril de este año, a través de spots de radio en rarámuri, en español y en otros idiomas para otros pueblos, no sólo de México sino también de otros países.
“LAS MUJERES RARÁMURI VIVIMOS ESA VIOLENCIA DE DISTINTAS MANERAS. YO NO SÉ SI LOS JÓVENES QUIEREN ESTAR AHÍ, PERO LOS VEO METIDOS. ES MUY TRISTE, PORQUE AL FINAL DE CUENTAS YA NO SON ELLOS Y YA NO SON RARÁMURI, PORQUE EL RARÁMURI NO UTILIZABA ARMAS NI SE DROGABA”
–¿Cómo es el hombre rarámuri?
–El hombre rarámuri puede ser violento con la misma comunidad, con sus esposas, pero el hombre machito rarámuri no te hará nada como mujer mestiza. Así de cobardes son. Es difícil hacer entender al mundo mestizo lo que es ser mujer rarámuri, cómo es el hombre rarámuri en la comunidad, cómo se convive.
–¿Cómo se vive el racismo?
–Aquí las adolescentes o los jóvenes ya conocen muchos de estos derechos, pero si te vas a una ciudad claro que vas a vivir racismo. A las mujeres indígenas les regatean sus artesanías, no les dan valor sólo porque venden en el piso. ¿Por qué cuando entran a un Oxxo no dicen si se los pueden dar más barato?
Cuando vas a un hospital te discriminan las mismas enfermeras, ni siquiera te explican lo que te harán. Recuerdo un caso en el que llegó una mujer y le pusieron el termómetro de pistolita en la frente, siendo que es una mujer que viene del barranco donde hay violencia y nunca había visto ese tipo de cosas. Claro que se hizo para atrás porque se espantó.
Me tocó estar en un Parlamento de Mujeres Indígenas para que hubiera la iniciativa de que todo lo que tuviera que ver con perspectiva de género, asuntos indígenas y delitos de género fueran acompañados por un intérprete dependiendo del género. Que seas acompañada por tu abogada, tu defensora, que conozca de las raíces, la cultura, la lengua. Pero esto en ningún lado se está viendo y nadie lo quiere hacer. Esto es discriminación.
Para ser intérprete tienes que conocer los usos y costumbres, la raíz, el sentir, cómo ves a la mujer, si quiere declarar o si ves que no. Se acostumbra mucho que agarran cualquier intérprete que anda barriendo, que no sabe hablar 100 por ciento rarámuri, y nada más porque ven que es indígena lo agarran.
–Cómo nace esta tienda de ropa rarámuri y artesanía.
–Esta tienda tiene desde el 2000. En Kari Igomari Niwara, en la comunidad, teníamos un proyecto de educación, una primaria, un preescolar, dos tiendas de abarrotes y una tienda de artesanías. Primero estábamos en la placita para vender, pero luego no compraban porque las cosas se ensucian o se ponen de otro color. Eso les quita valor.
La idea de poner la tienda aquí era ganar el precio justo. “Yo lo hago, yo lo vendo y yo le pongo precio”. La mayoría de las rarámuri hacen su ropa. Yo confecciono las blusas de manta para turistas.
–Ya para finalizar, ¿te gustaría hablar de tu familia?
–Tengo tres hijos, un joven de 31 años, él es profesor en Cuauhtémoc, mi hija de 30 años es profesora en Cuauhtémoc, y tengo un joven que está estudiando Criminalogía en Cuauhtémoc también. Tengo un nieto de 9 años y mi nieta que hoy cumple dos años. Ellos son mi familia, mis papás, mis hermanas y mis hermanos. Yo tengo 50 años.
–¿Y eres feliz?
–Yo sí soy feliz. Más feliz me siento cuando logro darle resultados a una mujer que fue violentada, que se judicializó la carpeta, que se sentenció tal persona. Siempre traigo en mi mente que el otro tiene que pagar, que a ella no le tienen que hacer eso.
–¿Cuál es tu sueño?
–Mi sueño es seguir ayudando a las mujeres, dar asesoría, capacitación. Mi sueño es que en todas las instituciones de gobierno sean realmente atendidas las mujeres, como debe de ser. Que seamos respetadas, escuchadas, y que realmente haya intérpretes.
Algo que he querido desde hace casi tres años es hacer mi preparatoria. Todavía no lo logro, pero estoy buscando. Quiero hacer una carrera n
*Versión resumida de la entrevista publicada originalmente en Desinformémonos.
RAMÓN VERA-HERRERA
Desde principios de junio los Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y los Volcanes, los Guardianes y Guardianas del río Metlapanapa y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua habían denunciado el intento de la Fiscalía General de Puebla por detener a Alejandro Torres Chocolatl, sujeto al mismo proceso que Miguel López Vega, a quien también se sigue hostigando pese a que fue declarado inocente ante “las acusaciones infundadas de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento de Puebla”. Alejandro Torres es también comunicador comunitario de Radio Zacatepec. Todo esto según nota de Martín Hernández para La Jornada de Oriente
Pese a toda la visibilidad del caso, el viernes 30 de junio finalmente detuvieron a Alejandro Torres Chocolatl, concejal del Congreso Nacional Indígena. Lo interesante es que la respuesta de la gente se hizo viral con un clamor unánime. ¡Dejen en libertad al compañero!, ¡presos políticos, libertad!
Según su propio testimonio, el 30 de junio como al medio día “fui sujeto de un levantón o intento de desaparición forzada. Cuatro personas armadas, sin explicación alguna y sin identificación, me llevaron al Ministerio Público de San Pedro Cholula y después a la Casa de Justicia de San Andrés Cholula y después de tres horas de detención me dejaron libre en el estacionamiento de la Casa de Justicia. Éste es un acto de represión e intimidación por parte del Estado y el capital representado por sus tres órdenes de gobierno”. Y así el compañero Alejandro pone el dedo en la llaga, uno de los núcleos de lo que ocurre hoy en México: “Esto sucede en el contexto de guerra contra los pueblos originarios, pues en todos los territorios padecemos asesinatos, levantones, secuestros, desapariciones y encarcelamientos. Hoy estoy en mi casa y en mi comunidad gracias al apoyo y organización de colectivos, pueblos y organizaciones, medios libres nacionales e internacionales y organizaciones de derechos humanos”. En la conferencia de prensa del 2 de julio, el compañero Alejandro dijo:
Quiero denunciar este hostigamiento, esta persecución, estas amenazas, pues es una estrategia criminal que tiene el Estado, en sus tres niveles de gobierno, junto con el capital, claro está, por detrás, con lo cual pretenden lastimar a las organizaciones. Es una muestra de que no sólo son los Pueblos Unidos, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua o las Guardianas del río Metlapanapa, sino también es un mensaje a la Unión Popular de Vendedores Ambulantes, es un mensaje para los compas que se están manifestando en contra de las verificaciones… Ese mismo día hubo tres actos. Desalojaron a quienes se manifestaban en contra de la verificación, a don Simitrio pretendieron detenerlo, y eso también hay que denunciarlo, a mí me llevaron detenido, así que esto es una muestra de lo que quiere hacer el Estado con todas las organizaciones sociales, las organizaciones del agua, todos los defensores del territorio. Esto es una muestra del garrote que quieren imponer con este gobierno. Aquí en nuestro territorio hay una persecución muy tremenda, una criminalización y difamación hacia quienes defendemos la vida. Hay proyectos muy fuertes acá, como son los parques industriales de Ciudad Textil que están arrojando sus aguas textiles, sus aguas tóxicas a los terrenos y ellos a fuerza quieren contaminar, quieren verterlas en el río Metlapanapa. Eso les preocupa.
Por supuesto no podía faltar el hecho de que regresa Bonafont, avanza el gasoducto del Proyecto Integral Morelos y ya preparan consulta para que la gente les respalde, y toda esa situación mantiene nerviosas a las personas que están detrás de todos estos negocios.
Lotremendo es que lo dicho por Alejandro Torres Chocolatl se aplica, con sus particularidades, en todo el país. Es un deporte o una obsesión, que intenta establecer un clima de amedrentamiento general que va de la mano con la expansión de la delincuencia y del acaparamiento de tierras para todo tipo de desarrollo agroindustrial o meramente de infraestructura, o de extractivismo, sea minero, de hidrocarburos, de agua o de suelo fértil. Esta expansión implica sobre todo la búsqueda del control regional, un control que se utiliza para todo tipo de actividades.
Parecería que en el mundo, pero seguro en el país, existe una infraestructura, tal vez informal, tal vez algo muy estructurada, a la que podríamos denominar la “planta destructiva”, porque implica una devastación expansiva, el despojo desatado, la deshabilitación que se recrudece conforme atomiza las comunidades a partir de sus propias actividades, como ahora que la Procuraduría Agraria está empeñada en fragmentar los esfuerzos de las asambleas otorgando a los comisariados poderes plenos para ejercer contratos con terceras partes sin tener que consultar a lo que durante años fue el núcleo duro de las comunidades. Y todo esto para privilegiar a gente ajena a las mismas, como ocurre en los núcleos donde los menonitas han estado apoderándose de tierras de comunidades que primero les rentaron y luego se vieron obligadas a venderles, como ocurre en toda la Península de Yucatán.
Es tal el cúmulo de catástrofes que podríamos adelantar documentos para cada una de ellas; pero recorren el país de sur a norte con granjas porcícolas, como en la Península, de nuevo, donde se lucha contra más de 500 proyectos de criaderos industriales, de las cuales por lo menos 220 son megagranjas, varias de ellas propiedad del Grupo Kúo.
Las torres aerogeneradoras o los conjuntos de celdas fotovoltaicas siguen sin comprenderse como problema por toda la publicidad hacia las mismas como si fueran energía limpia, cuando que por lo menos la energía eólica puede estar vinculada con la devastación amazónica de la madera de balsa con que se fabrican las propelas (en China), por lo que la extensión y vericuetos de la cadena de suministro y de valor acaban globalizando la devastación al extraer madera que se exporta a China, donde se fabrican las hélices que después regresan a la Península o al Istmo para contribuir a la instalación de verdaderos parques de 50 o 100 torres eólicas. Aunque las celdas fotovoltaicas de energía solar puedan parecer muy sustentables, dejan de serlo cuando se instalan 500 en un predio del cual expulsaron a la gente que habitaba en esos sitios. Un caso sintomático lo reporta el Environmental Justice Atlas, que describe el problema de tan sólo un parque, “el parque fotovoltaico Yucatán Solar (antes llamado parque fotovoltaico Concunul)”, que tiene una capacidad
instalada de 70 MW y prevée la instalación de 33 mil 140 paneles, extendiéndose “sobre una superficie total de 255 hectáreas” que requieren la remodelación (tala) de 210 hectáreas de selva para la instalación de los paneles. Este proyecto fue “desarrollado por Lightening PV Park S. de R.L. de C.V., filial de Jinkosolar Investment, empresa de capital chino”.
El caso de la Península, como el caso de la Ciudad Textil en la Región Cholulteca, son casos que van sinergizando la destrucción hasta hacerla sistema, y en ese momento provocan el potencial de convertir la región en lo que llaman Zona de Sacrificio, como fue declarada en 2021 la Península (entre otras 10 regiones, por lo menos) por los relatores de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Derechos Humanos y sobre Tóxicos y Derechos Humanos, David Boyd y Marcos Orellana, respectivamente. (Ver el informe Zonas de Sacrificio en América Latina. Vulneración de derechos humanos y de la naturaleza, 2021).
Estamos en un momento de recrudecimiento generalizado cuyos retazos se sienten localmente pero cuyo diseño completo puede llenarnos de zozobra en un momento en que crece la impunidad y la violencia es la moneda de cambio en todas las regiones.
En cada uno de estos casos la crítica o la protesta se puede tornar un caso de desaparición forzada o de asesinato. El hostigamiento, como decimos, es de cajón.
Enel Congreso Internacional de Prácticas Narrativas, llevado a cabo en la Universidad del Medio Ambiente en San Mateo Acatitlán, Valle de Bravo del 15 al 17 de junio de este año, participaron Rossina Uranga del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (Cedehm) y Alberto Rodríguez Cervantes del Instituto Regional de Estudios de la Familia. Ellos relataron la situación de las desapariciones forzadas en la Sierra y la llanura chihuahuense. La desesperanza de la desaparición es innombrable. Y tiene muchas aristas. Hay quien desaparece porque su presencia es incómoda o molesta. Hay quien desaparece porque se la o lo llevan a trabajar en oficios o empleos indignos como el sicariato o la prostitución o hasta la muerte a manos de verdugos viles para el entretenimiento de gente enloquecida que paga muchos dineros. Hay la desaparición como represión ante la protesta y la crítica frontal, colectiva.
El caso es que según las cifras compartidas por estos dos luchadores sociales apuntan a 112 mil 78 personas desaparecidas entre 2006 y 2021. Y esto tiene una contraparte cruel. Hay también 52 mil hallazgos de restos humanos sin identificar.
El Informe Mundial: México de Human Rights Watch complementa estos datos. Hablamos de 3 mil 700 asesinatos de mujeres tan sólo en 2021; hubo 15 periodistas asesinados entre enero y septiembre de 2022 y 12 personas defensoras de
derechos humanos en 2022. Entre 2013 y 2020 hubo 3 mil 799 denuncias relacionadas con abuso militar.
Según el informe, sólo 5.2% de los casos es resuelto, lo que significa que hay 99.48% de impunidad. Existen por lo menos 130 “colectivos de búsqueda” formados por los propios familiares de las personas desaparecidas.
A la fecha, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), hay 111 mil 218 personas desaparecidas y no localizadas. Las entidades que más reportan casos desde 2006 son Jalisco y Tamaulipas. El padrón da cuenta de la ocurrencia desde enero de 1962 y se actualiza diariamente. Desde entonces, el total histórico es de 288 mil 434 personas desparecidas, no localizadas y localizadas (177 mil 216 han sido localizadas, 12 mil 778 sin vida).
Esimposible tal vez explicar las violencias “locales” si no es por la avidez por controlar los territorios, los enclaves, las relaciones, los núcleos agrarios, los gremios de productores, los trasiegos de los exiliados y exiliadas en ese tránsito perpetuo en que se convirtió la vida en México.
Así, La Montaña de Guerrero concentra todos los agravios descritos en los párrafos anteriores. Ahí, minería y narco son lo más visible. Los grupos buscan controlar territorios, arrasar bosques, no sólo trasegar o sembrar droga. Además, los laboratorios de la tan de moda droga sintética sustituyen los campos de siembra. El control lo abarca todo: comprar conciencias, pactar grupos políticos, cocinar las elecciones. Promover los negocios. Crecerle el precio a los productos. Regular los mercados. Sincronizar los envíos para que los precios no se desplomen al inundar un mercado. Manejar asambleas. Mantener la “gobernanza” política de municipios y comunidades. Permitir o negar el tránsito de mercancías.
En todo ese escenario hay una jornalerización de la vida comunitaria. No hay modo de arraigarse y remontar los desgastes de la tierra para emprender una soberanía alimentaria. Todo esto en el trasfondo de un aumento de la violencia contra las mujeres. Con los años se le han colado a algunas corporaciones de “policía comunitaria” gente ligada a los cárteles, por lo que es crucial distinguir que si son verdaderas policías deben obedecer a las asambleas y al sistema de autoridades, y no andar ahí, “por sus pistolas”.
El caso del asesinato de Arnulfo Cerón preocupa porque hoy 3 de julio que inician las audiencias del juicio oral ante el Juez del Tribunal Unitario de Enjuiciamiento Penal, hay desconfianza de la familia de que se vaya a ejercer justicia porque una de las personas señaladas como autor intelectual tiene influencias económicas y políticas.
Vidulfo Rosales Sierra, abogado de Tlachinollan, señaló que el 26 de junio se tenía programada la primera audiencia de juicio
oral a las cuatro de la tarde contra la persona que está señalada como autor intelectual de la desaparición y asesinato del defensor, mientras que otra estaba programada a las 12 del día contra cuatro autores materiales, dos más estarían pendientes porque están en la etapa intermedia. No obstante, las dos audiencias fueron diferidas. En la calendarización que hay los juicios estarán terminando a mediados de julio. [...] Arnulfo Cerón Soriano fue un defensor que contribuyó a la democratización del estado de Guerrero, al debate político, a la defensa de los derechos humanos, a hacer accesible el derecho a la salud y a la educación de las niñas y niños en las comunidades indígenas. También luchó por la libertad de los presos políticos, por la justicia, por la presentación con vida de los 43 y otros desaparecidos.
Sonejemplos. De miles de casos desperdigados de Baja California a Tabasco o Chiapas, o la Península de Yucatán. Entre Colima y Veracruz.
Pero así como hay ese recrudecimiento de los encontronazos, la deforestación, los incendios, los levantones y las desapariciones, como flores mojadas crecen también todo tipo de proyectos autogestionarios. Algunos son proyectos comunitarios en toda forma, y muchos van acompañados de pensamiento autonómico y la defensa del territorio, de la milpa y la subsistencia como vida digna, que son el núcleo de su andar, como justamente de los Pueblos Unidos con quienes comenzamos este recuento. Otros muchos casos son intentos autogestionarios, urbanos y rurales que van de la recuperación de apiarios o colmenas meliponas a la recuperación de semillas, la recuperación de especies, incluso al interior de centros de readaptación social, proyectos de cuidado de la salud comunitaria, de recuperación de la lengua, de diagnósticos participativos cartográficos o narrativos, sanación de manantiales, el revivir rituales y ceremonias sagradas, luchas contra gasoductos, carreteras, megaproyectos, Volver a las formas de vida que hacían digna a la gente y que protegían o cuidaban.
Los proyectos de género y en general de las organizaciones de mujeres están combatiendo, palmo a palmo, la vileza del machismo y su violencia enceguecida.
Hay quien dice que todos esos proyectos no son nada porque están aislados cada cual en su rincón. Habemos muchas personas que vemos cómo van hablando proyecto con proyecto, casita de la cultura con centro alimentario, tienda de artesanías con taller de encuadernación. Redes o frentes en defensa del maíz, de la tierra del agua, por la agroecología y más allá. Cuando ese tejido esté dispuesto a fortalecer y defender a cada uno de los nudos, algo va a cambiar. Aunque aún no sepamos para dónde. Pero habrá más lucidez y justicia en lo que venga n
Canario de la Cruz (ch’ol)
•
Selseltyäl iwuty xkuj woli iñop bajche’ woli isoñiñ ibä k’ajk.
••
Kñojtye’el mi ijuk’ kty’añ bajche’ mi ijuk’ icha’ñal isoñ ambä tyi imal k’iñ; tyomok ña mi ipäs ibä.
•••
TYi ibäk’tyak iwuty bajlum lämä lämäl jiñi uw mi its’äy k’äk’añ matye’el.
••••
Lakanja’ mi ipok ik’äb tyi yäxlel pimel.
Chalak ña mi ijap ts’äyla, lemlabä ja’.
Lakanja’ cha’ cho’oñ, iya’i mi ksujtyel tyi iyum ili ja’.
I
Con los ojos atentos, búho aprende la danza amarilla del fuego.
II
El abuelo pule mi idioma a manera de violín en los arpegios amarillos del fuego de la memoria.
III
En las pupilas del jaguar la luna encendida es una flor del bosque.
Lakanja’ enjuaga sus manos en los juncos, bebe la trasparencia del agua. Vuelvo a decir Lakanja’ y soy la selva.
Ajiñ xajlel mi iyochel tyi imal ch’ujulbä ja’, añix k’iñ isäklañ baki añ imujk lakch’ujuña’ lum.
• K’älä wajalixbä ajiñ k›äyak ña ik›äy ja’. K’uñtye’ jolok ña. Buk’la buk’la mi ijap ja’. K’otyk iwolts’iñ sutyujty ik’. Ajiñ tsa’ ijos leme ya’i tsa’ ipäk’ä kälel sutyujty ik’ tyi lech’ k’iñ.
••
Ili ak’el baki chumuloñ lajal isäsäkle bajche’ tyañ. Añ chäkojambä iye’tyejib cha’añ mi iboñ witstyakbä pañchañ machbä muk’ix ilujbañ tyeñe letsel woli.
•••
Ok’olbä k ñojtye’elob muk’obä iyäk’eñob ibuk’bal ak’lel che’ woli tyi ajñel bajche’ kawayu’ machbä tsikilik pe ya’ tsostsosñayi.
V
Un cocodrilo de piedra se sumerge en el río. Lleva dos mil años buscando el ombligo de la tierra.
VI
Caimán: la sangre del Principio. Lento, bebe rumores del agua. Cadente y claro, arrastra la colina consigo, trepa las rocas de musgo. Cada paso siembra el hálito soleado de las horas.
VII
La noche en donde vivo es blanca como la cal. Con su brocha de luz pinta rojoamarillo el borde montañoso de este cielo con hábito de subir y subir.
VIII
Mis ancestros de barro pastan la noche que de vez en cuando relincha tras el sol ocultando sus galopes.
canaRio de la cRuz (Pactiún, Tumbalá, Chiapas, 1981), autor ch’ol, ha demostrado gran dominio de las formas breves, como el haikú. Trae a las lenguas originarias las enseñanzas de José Juan Tablada. Autor de Mayinaj, acaba de enviarnos Isoñ K’ajic/La danza amarilla (colección El Ala del Tigre, Universidad Nacional Autónoma de México, 2023). Este poema da título al libro.
Con singular alegría los vientos de mayo dispersan los cantos de las cigarras por los cuatro rumbos de nuestro territorio para anunciar con fervor que es tiempo de preparar el hogar de las sagradas semillas. La tierra es casa, hogar, espacio, milpa donde nacen y crecen las semillas que le dan vida a nuestros pueblos. Y así es como nos lo recuerda el colectivo de semillas Muuch’ Kanan I’inaj en el Encuentro Campesino realizado el día 28 de mayo en la comunidad de Buena Esperanza, Bacalar, donde se denunciaron las políticas gubernamentales de los tres niveles que han permitido mediante la omisión de leyes y por decretos los despojos de tierras que se encuentran en territorios de las comunidades indígenas para los megaproyectos capitalistas.
Unida en forma de mazorca, la comunidad de Buena Esperanza dio cuenta de la fuerza identitaria para recibir y organizar el Encuentro que este año abordó “la tierra, hogar y vida de nuestras semillas”. El colectivo de semillas puntualizó que hay una campaña profunda de deforestación en todo el municipio de Bacalar para llevar a cabo megaproyectos como son la agroindustria y el Tren Maya, que están destruyendo toda forma de vida que se encuentra en esos espacios. Frente a estos hechos miramos un ataque directo contra la vida de las comunidades que corren el riesgo de perder sus tierras y, con ello, la posibilidad de seguir reproduciendo las semillas que han sido horcón fundamental para tener autonomía alimentaria.
Dentro de este contexto de ataque a la vida campesina no es sostenible hablar solamente de celebrar las semillas sin una defensa política y organizativa de fondo, porque entonces los espacios dejan de ser de campesinas y campesinos. Actualmente en la Península brotan como altamisa espacios de fiestas y ferias de semillas, donde sus protagonistas son representantes de programas de gobierno, centros de investigación, universidades, instituciones del Estado y algunas ONG que lucran con estos temas fundamentales para sus propios intereses; por eso es que no se habla de las denuncias por despojo que sufren los pueblos mayas peninsulares.
La esencia de encontrarse entre campesinos con sus semillas es dialogar, compartir sus saberes, aconsejarse, organizarse, alegrar la memoria sobre la importancia de la milpa, pero también recordar las condiciones en las que se encuentran las comunidades para seguir conservando y defendien -
do la vida. Es allí donde deberían surgir cuestionamientos: esta fiesta/feria de semillas, en qué sentido fortalece la organización de nuestros pueblos, cómo impacta para evitar los despojos de tierras de los campesinos, qué acciones de defensa ofrece contra los megaproyectos que despojan la vida comunitaria…
Las voces críticas alertaron desde el año 1992 —cuando se modificó el artículo 27 de nuestra Constitución— que había un grave riesgo de privatización de las tierras colectivas al ir perdiendo el carácter de inalienables, inembargables e imprescriptibles, teniendo así las condiciones iniciales para incorporarse al mercado empresarial. Estos precedentes dan cuenta de cómo los instrumentos jurídicos mutilaron los logros alcanzados durante la Revolución de 1910. Esta acción fue determinante para fracturar los territorios que cuentan con una amplia riqueza de recursos naturales, de manera que en el caso de la Península de Yucatán, el sector turístico hizo uso de estos mecanismos legales para apropiarse de espacios, pero también la agroindustria encontró las vías para despojar a los campesinos de sus tierras e imponer semillas patentadas y modificadas genéticamente. Este proceso histórico es clave para el entendimiento de las luchas campesinas que buscan un cambio de fondo y no solamente la banalización de espacios con presencia campesina.
Por otro lado, la crisis climática está generando problemas graves que enfrentan los campesinos, esto como consecuencia de los impactos del modelo capitalista, que promueve grandes deforestaciones en los diversos territorios con sus megaproyectos al contaminar el aire, los suelos, las aguas, teniendo cambios significativos en los ciclos de cultivo, en especial durante la temporada del cultivo en las milpas, que afrontan sequías prolongadas y grandes dificultades para lograr buenas cosechas. Estos efectos se vinculan con los mismos periodos de pérdida en la cobertura forestal. Tan sólo en Quintana Roo, de acuerdo con el “Sistema Satelital de Monitoreo Forestal, se estima una pérdida anual de 5 mil 904 hectáreas debido a actividades agrícolas, 4 mil 900 hectáreas anuales para dar paso al crecimiento de la actividad ganadera y 1 mil 882 hectáreas por el desarrollo urbano y turístico”.
En esa misma línea la Conafor enuncia “los cinco municipios que presentan mayor deforestación bruta en el periodo 2011-2018, en orden de magnitud son: Bacalar (24 mil 535 ha), Othón P. Blanco (24 mil 452 ha), Felipe Carrillo Puerto (13 mil 402 ha), Lázaro Cárdenas (6 mil 016 ha) y Benito Juárez (5 mil 980 ha), que, en conjunto, representan el 82% de la deforestación total observada en el periodo 2011-2018. De este
82%, Othón P. Blanco y Bacalar fueron los dos municipios en los que más se presentó deforestación; entre ambos contribuyeron con el 54% de la deforestación total registrada en la entidad”.
Cabe señalar que esta realidad es alarmante debido a la pérdida del manejo de esos territorios por parte de las comunidades indígenas que históricamente han demostrado una fuerte relación espiritual para su cuidado. Los milperos, desde sus conocimientos y saberes en cuanto a la preservación de los montes, entienden que este avance desmedido amenaza sus derechos a un territorio libre, sano, seguro y, por eso, la insistencia en no mirar aisladamente a las semillas sin territorio y sin comunidad.
Recientemente la FAO reconoce y certifica la Milpa Maya como un Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) por el manejo que campesinos y campesinas le dan a las tierras con el fin de producir sus alimentos y su relación de cuidado con ella. Sin embargo, resulta contradictorio el fondo de esta campaña mediática, ya que el Estado no quiere reconocer que todo el país es el centro de origen del maíz y legislarlo. Por lo tanto, sigue abierta la amenaza de inundar las milpas con semillas genéticamente modificadas, incluso con declaratorias que carecen de protección jurídica. Peor aún, la política agraria en la Península de Yucatán amplía el sector agroindustrial a través de la privatización de las tierras colectivas, para dar paso a las ventas de las tierras y el despojo.
Con la consigna sin tierra no hay semilla tuvo lugar el Encuentro Campesino para compartir información sobre la deforestación y despojos que se están viendo y viviendo en los ejidos ubicados al poniente del municipio de Bacalar. En éste, se abordó el papel fundamental que está teniendo la Procuraduría Agraria para facilitar la transición de los derechos agrarios a manos de empresarios, mecanismo estructural de despojo que tanto mal le hace al derecho a la libre determinación de las comunidades indígenas.
Es cierto que las semillas necesitan de los espacios de reunión y de la fiesta, pero fundamentalmente se requiere de la tierra para vivir y reproducirse. Es por eso que el verdadero festejo por la vida solamente ocurrirá si continuamos fortaleciendo nuestra organización comunitaria, defendiendo nuestro territorio y con ello la posibilidad de tener semillas libres n
HebeR uc es defensor del territorio maya e integrante del Colectivo de semillas Much’ Kanan I’naj, de Nueva Jerusalén, Bacalar, Quintana Roo.
Desde chico, cuando llegaban visitas a la casa, que podrían ser familiares o gente desconocida que pasaban a saludar o los topaba en la banqueta de la casa, don Juan siempre tenía la misma estructura de su plática, como este breve recuerdo que me queda de él: ch’ul balumile sk’an cha’biel, sk’an amtelanel, sk’an ts’unel, ja’ skoj la yak’ skuxlejalik te jme’ jtotike, ja’ yu’un la scha’biik lek te vo’nej ants viniketike, ja’ yu’un mu’yuk lek xkil te kaxlanetike sk’an xu’uninik, jech noxtok oy jchi’iltik te sk’an xch’akik ch’ul balumile (la tierra hay que protegerla, hay que trabajarla, hay que sembrarla, por eso nuestros ancestros dieron sus vidas para recuperarla, por eso da coraje cómo los ricos del pueblo se habían posesionado de ellas, y lo más lamentable es que hay compañeros tsotsiles que piden que se dividan estas tierras comunales).
Estas expresiones todavía es común escucharlas de una generación de personas, hombres y mujeres que han vivido y sufrido las represalias de los distintos gobiernos neoliberales hasta la fecha, y que poco a poco escucho desvanecerse en una generación que poco le interesa el campo y que nuestros anhelos y deseos se vuelven distintas a esa vida enraizada al campo. Las nuevas generaciones estamos más atadas y conectadas al trabajo en oficinas, en las aulas, en las empresas de obreros o como mano de obra en las construcciones de ciudades monstruos o migrar para cumplir un sueño creado por las nuevas necesidades, así también por la marginación del trabajo del campo por las mismas instituciones gubernamentales, que les ha importado poco la producción. Así, este vínculo con la tierra se va apagando con cada hombre y mujer que se nos va y se unen con ella.
Don Juan fue concebido mediante el abuso sexual que sufrió la abuela Nicolasa, y el gran abuelo, don Bartolo, lo cuidó sin prejuicio alguno, y a sus 93 años sigue recordándonos de su vida como tameme en la finca de la familia Trujillo, unos finqueros venidos de lejos que habitaron la rivera del Río Grande de Chiapas. La vida del abuelo Bartolo, sumiso y obediente a las órdenes del capataz; don Juan,
cuando tuvo uso de razón, quiso romper con esa tradición. Don Juan, siendo nieto e hijo de mujeres comuneras pertenecientes a la Casa del Pueblo, tuvo su gran fortaleza en saber que podía trabajar y vivir en esas tierras llanas donde harto crecía el maíz.
La construcción de la presa hidroeléctrica (La Angostura) inundó toda una estructura de vida arcaica de fincas; lastimosamente no fue para todos los que vivían acasillados en ellas. Pero el abuelo Bartolo logró liberarse, y emprendió el arduo trabajo de la milpa. Don Juan, como todo joven, quiso lo mejor para sus papás; el esfuerzo que le dedicó al campo le fue recompensado con los sacos de maíz y frijol para comer. A la llegada de la buena nueva de la organización comunal y de sus luchas de años por la recuperación de las tierras comunales ocupadas por las familias Avendaño, Castellanos y otros apellidos innombrables de la región, don Juan se llenó de valor para sumarse a la “bola” que lucharon para liberar las tierras comunales.
Enesos tiempos estuvieron muy presentes entre las luchas de la OCEZ las palabras liberadoras de don Samuel Ruíz, que desde la reflexión en la iglesia fue tomando un mejor rumbo el pueblo, sin olvidar el vínculo con estudiantes de la UNAM que llegaban en brigadas a los pueblos y les emocionaba verlos, pensando que en el futuro sus hijos también fueran brigadistas. Pero algo que frenaba esa idea era el saber de las desapariciones y asesinatos que perpetraban los grupos paramilitares, cómplices de los gobiernos y los ricos de la región, contra los estudiantes y contra los comuneros. Como se decían en el pueblo: “matan para generar miedo y dejar la lucha agraria”. La organización Desmi impactó tanto que don Juan organizó proyectos colectivos. Lo que mejor pegó fue la producción de la miel, pero por la invasión de abejas africanas y por los constantes hostigamientos de los grupos paramilitares, dejó de funcionar. Del movimiento zapatista, le emocionaba que esa insurrección sea indígena, tsotsiles como nosotros, decía. Un día compró una pequeña grabadora para escuchar los corridos zapatistas de Andrés Contreras.
Así transcurrieron sus años de lucha, no sólo contra el mal gobierno, sino contra las malezas y malas hierbas
que atacaban su cultivo de maíz. Vivió y sirvió a su pueblo, luchó contra la división de las tierras comunales y contra los megaproyectos de aquel entonces. Tal vez no fue buen padre, pero me enseñó a luchar, a destruir los muros y las barreras de la esclavitud moderna, lo que mi abuelo Bartolo vivió por varios años siendo acasillado y sirviendo como tameme en la finca. Don Juan no fue a la escuela, pero hacía sus pequeñas letras en cualquier trozo de papel para anotar fechas importantes de la comunidad y de otras cosas, como cuando llegó Otto Schumann o Jan de Vos a visitarlos, o el día en que Pablo Farías llegó a la casa y nos fotografió; él hizo sus notas de lo que le pareció interesante y de las fechas. Hablaba poco español para defenderse del maltrato y de la discriminación. Nunca fue a la escuela, pero sabía tantas cosas que podía pasar horas y horas platicando con él, como lo hice el día antes de su partida. Kabetik yipal, k’unk’un sk’an pasel ak’o oyuk no’o smuk’ul ko’ontik ta spasel (Tal vez nuestras luchas sean pequeñas e inciertas, pero hay que tener paciencia), decía don Juan cuando luchaba contra el zacate llanero, ese que como plaga se esparce en todo el campo, limitando el crecimiento de las plantas de maíz.
¡Aleluya, aleluya! gritarán los demonios, alegres en su corazón por el descanso de tu cuerpo.
¡Aleluya, aleluya! y sufrirán cuando vean tu cuerpo no en pedazos, sino en cada mazorca y entre las flores de mayo.
¡Aleluya, aleluya! te llevarán entre sus labios, entre sus velas y cohetes y en las fiestas del pueblo n
Xun beTan (Paraíso Grijalva, Venustiano Carranza, Chiapas, 1982), escritor, editor y traductor bats’il k’op o tsotsil, radica en San Cristóbal de Las Casas.
Me informaron su edad, su origen, su lengua y pedí a mis anfitriones una entrevista inmediata con él. Nos trasladamos a las orillas de Bakersfield, California, y penetramos un camino de terracería, cruzando improvisados corrales de ganado. Me recibe un rostro de bronce, austero, curtido por innumerables historias e incontables días de sol. Una leve sonrisa, oculta en su denso bigote blanco.
Estoy ante un tesoro vivo: tiene 104 años de edad y sólo habla mixteco. Se llama Modesto López Bautista y nació en San Juan Mixtepec, Oaxaca, el municipio más antiguo, que dio nombre a toda la región mixteca y donde aún hoy, el 92% de sus habitantes habla su idioma original.
Ambos nos encontramos en un lugar ajeno, a miles de kilómetros de Oaxaca, pero nuestra conversación fluye naturalmente; cada palabra nos acerca, eleva nuestro nivel de conciencia y desdobla nuestros espíritus, iluminando nuestro camino hacia el pasado, que devela secretos milenarios.
En el preámbulo, me entero que su sangre y la mía son la misma, porque es primo hermano de mi padre, Ta`Lel (Don Fidel, de 102 años de edad) y relata que mi abuela Josefa, huérfana al nacer, recibió leches de muchas señoras del pueblo viejo para sobrevivir, y ese inusitado hecho dotó de inteligencia superior a su hijo, mi padre.
Cuenta que en el Mineral “Los Tejocotes” trabajaban mil 500 mixtecos que recibían migajas de los intermediarios de Pachuca, Hidalgo, quienes trataban directamente con los gringos que explotaban la mina de antimonio de la región en auge durante la Segunda Guerra Mundial, porque utilizaban ese material para el fuselaje de los aviones de combate.
“Entró Ta`Lel a la asamblea, interrumpiendo el orden del día y pidiendo en mixteco trato directo con los gringos, sin intervención alguna. Tras lograrlo, después de fuertes enfrentamientos y acaloradas discusiones, fuimos todos juntos, con Ta`Lel, a cobrar bajo el nuevo régimen y no alcanzaban nuestros sombreros para contener la lluvia de monedas de oro”. El hecho se volvió legendario. Pero más legendaria aún resultó la extraordinaria leyenda que él recordó con añoranza:
“Junto al enorme Ahuehuete que presidía Mixtepec, crecido a la mitad de la herradura formada por el Río Mixteco en la orilla del pueblo, vivía un águila enorme que los ancianos decidieron atrapar, pero ella alzó majestuoso vuelo y voló hasta la región de los lagos, para señalar, al posarse, el sitio donde había de construirse la gran Ciudad sobre el espejo del agua, que así se nombraba en mixteco antiguo a la posterior ciudad de México-Tenochtitlán”. Las fuentes históricas señalan la enorme influencia de la cultura mixteca en el altiplano central, al propiciar con sus conocimientos el florecimiento de los toltecas, cholultecas, tlaxcaltecas, texcocanos y particularmente los aztecas. Influencia acrecentada con los innumerables matrimonios entre la nobleza mixteca y la nobleza de estos pueblos.
Ixtlixóchil señaló textualmente, al contar la historia de Texcoco, la capital cultural del valle de México: “Y llegaron los mixtecos a civilizar a los texcocanos”. En los códices Texcocanos llamados Xólotl y Quinatzin, aparecen los mixtecos vestidos con mantas de algodón y con los instrumentos de sabiduría en sus manos: los pinceles y la tinta azul y roja, mientras los texcocanos aparecen con pieles de animales, portando arcos y flechas. Todo el panteón cultural azteca presenta una completa y total influencia mixteca: los elaborados diseños de los textiles, las bellísimas joyas de oro, la preciosa talla del cristal de roca, su magnífica escritura, su calendario, su fina cerámica, entre otras cosas. Estas valiosas referencias avalan que atrás de la fantástica leyenda del Águila Mixteca, se encuentra una gran verdad por develar n
Ilustración de Lamberto Roque Hernández
de mi ventana me choca. He amanecido con un humor de la chingada. Hasta parece que el alma, mis sentimientos y la vida que he llevado me están pasando factura. Aunque trato de disfrazar lo que siento, otra vez reviví pensando en ese cabrón. Pinche Rey. Es él quien desde que ya no está me hace los días así. Hoy escogí miércoles, quizás porque no quiero aceptar que todos los demás días son lo mismo. La misma calle. La misma cuadra. Los mismos hijos de puta extorsionándome. El mismo miedo a un levantón.
Como sea, me voy a arreglar y de paso voy a ir a la iglesia. Espero que por lo menos los santos y las vírgenes no estén en reposo en este día tan chinguiñoso.
Cuando Silvia entró a la iglesia, notó la presencia de la mujer de siempre. Estaba, como de costumbre, arrodillada frente a uno de los nichos. Adentro, encerrada, estaba una virgen. La más vieja del lugar, igual que ella. La mujer que rezaba, en mixteco supuso Silvia juzgando por la vestimenta, de repente manoteaba y levantaba la voz como haciendo reclamos. Se abrazaba a ella misma y lloraba. Frotaba sus manos. Cantaba en su lengua y se daba golpes leves en su pecho diminuto y viejo. Silvia ya se sabía de memoria casi todas las gesticulaciones y rutinas de la mujer. Por cosas del destino o de horarios, las dos eran de encontrarse en ese lugar. La casa de santos viejísimos, vírgenes sin ojos algunas, y de ángeles de ojos color del cielo, desplumados ya sin poder hacer el milagro de la levitación. Tristes por haberse quedado en tierras de indios que ya no los ocupaban. Los cuernos de chivo rifaban y cuidaban mejor.
A esas horas acostumbradas de la vida, y en miércoles tedioso, las dos mujeres se encontraban ahí, sin hablarse. Sin llevarse, eran cómplices de algo que las ataba a sus esoterismos propios. Compinches en esos tiempos duros, sin compartir lo que rasgaba sus almas. Sin embargo, aunque las dos pretendían no conocerse, se sentían. Se miraban de reojo desde que Silvia entraba. Hasta parecía que la abuela la esperaba para así recitar sus plegarias con más fuerza. Con más pasión. Cargadas de dolor y remojadas por sus llantos de vieja. Y Silvia entraba contoneándose para provocar un estruendo en la gran nave de dios. Moviendo sus caderas a su manera de todos los días. Del tamaño del sueño de cualquier mortal. Hasta parecía que la provocaba.
La abuela terminó sus letanías, y al disponerse a salir se detuvo a un costado de Silvia que cabizbaja oraba, y pausadamente le dijo en un español bien practicado: “Muchacha, yo te reconozco sin verte. Ya sé que vienes a rezar el mismo día que yo. A la misma hora. Cuando entras, oigo tus pisadas con esos taconsotes tan altos, tu caminar dice que estás cargando una pena muy grande sobre tus hombros, muchacha. Dame tu mano, déjame ver donde tienes clavada una espina que tanto te está lastimando. Ni sabes que te distingo desde que vienes entrando. Tienes una sombra muy chula”.
–¿Está bien, doñita?… ¿Cómo se llama? —le preguntó Silvia.
–Me llamo Refugio, yo estoy bien, tú no —dijo la anciana tocándose el pecho al mismo tiempo que le clavaba su mirada completamente nublada n
No me siento del todo bien. Es miércoles y ya tiene rato que este día se viene sintiendo flojo. ¿O seré yo? Con el pretexto de que es media semana. A lo mejor me pasa porque de por sí este día es lento. Los clientes escasean. Ya de por sí la pandemia nos dejó bien jodidos, pues hay que pensarle en lo
que uno se quiere gastar la plata. A veces un polvo no es prioridad. Es mitad de semana. La ciudad se siente lenta. Mi cuerpo. Mis pensamientos. El calor se calma. De repente hace aire. Se nubla, y por algo que hasta ahorita no alcanzo a entender, o no quiero aceptar, también a mí me cuesta trabajo salir a darle batalla a la vida. Para acabarla de fregar, estoy en mis días de guardar. Se me está desgranando el vientre como si fuera una mazorca de esas de maíz morado. No tengo paciencia y todo me fastidia. Hasta el cantar de los pajaritos que se acomodan en las ramas de la buganvilia que se enredan afuera
l ambe RTo R oque H e R nández , originario de San Martín Tilcajete, Oaxaca, educador, narrador y artista plástico, colabora frecuentemente en Ojarasca . Radica en Oakland, California. Recientemente publicó Almas en pena (Page Publishing, 2023). También es autor de Cartas a Crispina
ELIZABETH BRUNETE
Una mañana, mientras limpiaba maíz para hacer mis tortillas, recuerdo que llegó mi comadre sólo para contarme que de nuevo mi marido estaba tomando con don José. Como era de esperarse me enfadé mucho, pues había dicho que sólo iba a pagar unas deudas y regresaría para que fuéramos al centro a comprar las cosas para la fiesta de nuestra patroncita. Me enfurecí tanto que me apuré a terminar mis quehaceres para que una vez que llegara tuviera tiempo para reclamarle. Veía cómo la tarde caía y él nomás no regresaba. Yo estaba que me llevaba la tostada. Entonces me puse a hacer la cena para que al menos para cuando llegara estuviera calientita. Terminé de cocinar, cené sola y no se aparecía el condenado.
Entonces comencé a preocuparme. Recuerdo que tenía la intención de tomar mi rebozo e irlo a buscar, pero también pensaba que tal vez ya estaba en camino. Pasaba el tiempo y yo sólo estaba pegada a la puerta para ver a qué hora se aparecía por el camino. Esperé y esperé, pero no llegaba, entonces me di por vencida y me fui a acostar con la esperanza de que llegara lo antes posible. No quise apagar
la vela para que él pudiera ver cuando entrara. Pronto cerré los ojos y me quedé profundamente dormida.
Luego comenzaron a ladrar muy fuerte los perros. Me levanté cuando escuché cómo la Chita intentaba morder a alguien. En tan sólo un instante me levanté pensando que era el Santiago. Ya lo estaba maldiciendo cuando abrí la puerta y el camino estaba solo, tan oscuro que me dio miedo. Entré y volví a cerrar la puerta. Pronto comenzaron a ladrar los perros de nuevo, tan enojados que me estaba asustando por él, tal vez lo podían morder.
De pronto la escuché, su lamento tan fino y ensordecedor que apenas pude respirar. Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, como cuando te avientan una cubeta de agua fría en la espalda. Me quedé quieta, era evidente que estaba pasando por el camino. No podría describir con certeza su lamento, era tan extraño que sólo de pensarlo me da un retorcijón en el estómago. Sonaba como un perro de esos que aúllan con gran desesperación, pero al final te abrazaba el sonido con un lamento endemoniado.
El mismo sonido te desgarraba los oídos. Intenté santiguarme, pero mis manos y todo mi cuerpo estaba temblando. Recuerdo que por un momento me atrapó, me ensordeció y me olvidé de todo lo demás, sólo la escuchaba a ella. Al parecer la habían alejado los perros, ya no la escuchaba. Me quedé en silencio cuando escuché cómo entró mi marido, pálido, pálido, como si estuviera cerca de la muerte.
Se acercó a mí, aún con la respiración entrecortada, su cuerpo frío temblaba en mis brazos. A ninguno de los dos nos salían palabras, pero podía sentir lo aterrado que estaba. Me alejé un poco de él para tomar aire. Entonces vi que tenía su guaparra desenvainada en una de sus manos, traía su camisa media desabrochada, pero lo que sí me sorprendió fue cómo la borrachera se le fue.
En cuanto pudo hablar me dijo que ya de camino a casa, venía pensando qué excusa poner: nomás eso me faltaba, le dije. Me contestó que esperara a que terminara de contarme. Así que guardé silencio y lo escuché. Cuando me comenzó a contar, le miré los brazos, sus vellitos se le ponía chinitos, chinitos. Dice que antes de cruzar el río, escuchó que alguien lo seguía, pensó que era uno de sus enemigos así que sacó su guaparra y le empezó a decir barbaridades. Al ver que nadie le contestaba siguió caminando.
Dice que se apuró, que una o dos veces se tropezó con las piedras, pero ya cuando estaba cruzando en el agua, la vio a lo lejos. Estaba ahí parada con su cabello largo, que le cubría la cara, nomás dice que su vestido blanco deslumbraba entre la oscuridad. No quiso ni siquiera verla, escuchó cómo se lamentaba y se quedó inmóvil por unos minutos. Hasta que pasó muy cerca de él, fue ahí cuando reaccionó. El pobre ni siquiera sabe cómo llegó. Y sólo por eso, desde ese día, el Santiago llega temprano a la casa n
Así termina mi artículo escrito una hora antes de las elecciones: “Mañana que sea entonces el inicio para volver a las sendas de la revolución. El nuevo amanecer será una realidad si construimos fuerza y poder popular”.1 También afirmaba que los pueblos deben ser la vanguardia. No puede haber movimiento si los pueblos no están en movimiento, si están adormecidos, si siguen sólo en la resistencia pasiva. La resistencia debe ser permanente, dinámica, fuerte, nos tiene que llevar a la valentía y rebeldía.
Esta primera vuelta para elegir a los gobernantes del país nos está abriendo la esperanza para construir una nueva democracia, un nuevo sistema, una nueva estructura, un nuevo país. Una casa donde quepamos todos y todas, incluyendo a nuestros enemigos. Para esto el nuevo gobierno debe comprender que tiene que “hacer un gran ejercicio para gobernar en el sentido plural; no se admiten términos de fascismo político en estos tiempos”. 2
Desde que comenzó la campaña electoral siempre afirmamos que “iba a haber muchas sorpresas”. No todo estaba escrito. No puede ser que Guatemala estuviera condenado a regresar totalmente al pasado. Había una desesperanza y un desánimo en la población, ¡porque nada cambia! Ayer, cuando vimos las acarreadas, las cocinas construidas por los partidos de derecha y de extrema derecha dándole de comer a sus simpatizantes, las filas en las sedes partidistas dando dinero a la gente por el voto, un ministerio público que llamó a denunciar cualquier delito electoral y cuando se denunciaba, no acudieron casi nunca, la gente dijo: aquí será todo lo mismo.
Se veía en el rostro cansado de hombres, mujeres y jóvenes. Muchos de ellos cargando con sus hijos e hijas en brazos, corriendo de un lado a otro, buscando las mesas para votar. Rostros cansados, que intentaban hacer el último esfuerzo, para ver si se intentaba cambiar en algo la situación dura del país.
Claro está que la lucha es fuerte y larga. Las municipalidades y el congreso seguirán en manos de corruptos y mafiosos. El crimen organizado, el narcotráfico, los lavanderos, los contratistas, los financistas, le echaron el ojo al millonario presupuesto de las municipalidades, en donde se juega el poder de los ricos emergentes y de los viejos. La magia, el pacto de corruptos, el pacto criminal o los criminales económicos seguirán con sus proyectos. Sólo los pueblos organizados podrán darles un alto y nadie más.
Semilla nace de las luchas en las plazas en contra de la corrupción del Partido Patriota. Es un movimiento compuesto por académicos, profesionales, indígenas y ladinos de clase media, mayoritariamente urbanos, profesores de universidades y académicos, de la talla de Edelberto Torres, Fuentes Knigth, Carlos Orantes, entre muchos más. Jóvenes que se pensaron y soñaron como la nueva política. Un movimiento no de izquierda, ni comunista, ni indigenista, ni socialista. Un movimiento progresista que piensa por lo menos que se puede construir un país más humano y justo. Vuelve a abrir las venas de la esperanza del pueblo guatemalteco.
De hecho, el camino es largo y tortuoso. La derecha fascista está ya soltando su saliva envenenada, confundiendo con su discurso anticomunista. Llamando a cuidar que no se
permita que nos convirtamos en una Cuba, Venezuela, Nicaragua. Por eso, como dice Lucrecia Mack, “no es momento para caer en triunfalismos, pero sí de aprovechar el resurgimiento de la esperanza para multiplicar nuestros esfuerzos”. 3 Y se puede seguir soñando para construir la historia de los de abajo. Para que regresen al país quienes fueron perseguidos y expulsados por este gobierno y los grupos fascistas como FundaTerror, Avemilgua, Liga Pro Patria, Amigos del País. Es el voto para que ya no haya más migrantes que huyen de la pobreza y la extrema pobreza.
El voto que hasta ahora se le ha dado a Semilla es de confianza, como dice Bernardo Arévalo, y “de valentía”, porque se sueña con un mejor país. No es un voto, como dicen algunos, “al colonizador”, es el voto en contra del “fascismo y de la violencia”. Es el voto de quienes aún piensan en la utopía de la “la paz y la libertad”.
Es el voto para gozar “nuestros derechos y confiar en un futuro mejor. Es un rechazo al racismo, a la discriminación, a la exclusión, a la opresión, al despojo, al desalojo.
Este voto, es para encontrar la posibilidad de realizarnos de acuerdo a nuestras cosmovisiones. Para reconocernos todos y todas como un país diverso y con culturas vigorosas. Es para darle el poder al pueblo que es la fuente del poder político legítimo. El pueblo que lleva sobre sus hombros la soberanía”. 4 Es el voto para seguir soñándonos en resistencia y rebeldía n
noTaS:
1. “Guatemala: los ven como angelitos” (entrepueblosradio. com.ar), visto última vez el 26 de junio de 2023.
2. Entrevista con Alejandro Maldonado Aguirre en Emisoras Unidas, emisoras unidas - Twitter Search / Twitter, visto última vez el 26 de junio de 2023.
3. Lucrecia Hernández Mack on Twitter: visto última vez el 26 de junio de 2023.
4. Algunos conceptos fueron tomados del Plan de Gobierno del Movimiento Semilla, pdf.
Es 3 de mayo del año 2023, día de la Santa Cruz en La Montaña de Guerrero. Visitamos una fábrica de mezcal artesanal del fabriquero Florencio Díaz Nejapa para después atestiguar la pelea de tigres en el cerro del komulián en San Juan Bautista Acatlán. Los tigres o tecuanis acatecos hacen su segundo combate a golpes en el contexto del ritual de petición de lluvias conocido como Atsatsilistli. Abandono el sitio para moverme a la comunidad de origen nahua de Zitlala, pues en ésta se presenta en la explanada de la escuela primaria el documento audiovisual del director Guinduri Arroyo titulado “Citlalan Tekuanij”. Se trata de una película documental narrada en lengua náhuatl que nos habla de la tradicional pelea de tigres en Zitlala.
Al día siguiente, 4 de mayo, se lleva a cabo lo que se conoce como “colozapan” en la comunidad de Acatlán. Los pobladores acuden al pozo de agua principal y se hace el reparto del pozole y los tamales; se trata además de una serie de danzas que recorren las calles de la comunidad para culminar en la casa del mayordomo y concluir así con el largo ritual de petición de lluvias en Acatlán.
Es 5 de mayo y tuve la oportunidad de conocer, de mano de mi guía Jairo Vidal, un tlacololero, el arte rupestre en el sitio de Oxtotitlán en Acatlán, para por la tarde regresar a Zitlala para fotodocumentar la pelea de tigres. En esta comu-
nidad de la región de La Montaña de Guerrero, los tecuanis usan una máscara elaborada artesanalmente con base de cuero de res y espinas de jabalí, que imita la apariencia de un jaguar antropozoomorfo (mitad hombre, mitad animal). Son también evidentes los elementos alusivos a la serpiente y no solamente jaguarinos a la usanza de la deidad mesoamericana conocida como Tláloc. La pelea se lleva a cabo dentro de un corral de malla de acero en donde los hombres jaguar se enfrentan usando una cuarta elaborada artesanalmente con riata endurecida con mezcal. Similarmente a la comunidad vecina de Acatlán, se suele decir que la ofrenda es la sangre. Por cada gota de sangre, una gota de lluvia. El lugar, que es la cancha central del municipio, está lleno en lo absoluto. Este espectáculo y festín visual de origen prehispánico es sin lugar a dudas algo absolutamente sublime.
El capitán de los Tigres en Zitlala, Arnulfo Tecruceño Valle, comenta:
Tláloc es la deidad de los cerros, del agua y de la fertilidad. Según la cultura náhuatl, regía fenómenos meteorológicos como los relámpagos, los truenos, el granizo o las tormentas y frecuentemente se le asociaba a las cuevas. A semejanza del rostro de Tláloc, la cultura olmeca relacionó al dios del agua con el poder del jaguar, el felino que se enseñoreó por valles, lagos, cerros, cuevas y montes. El hombre quien lo perdía todo por olvidar la ofrenda se fusionó con el felino
jaguar, resultando así en una bestia que se enfrenta en una batalla campal con sus semejantes, esto como una muestra de ofrenda a nuestras deidades.
El jaguar amarillo representa al sol, a la sequía, a la hambruna, al tiempo árido y al color dorado del felino que subió al Tonacatépetl. El jaguar verde representa la fertilidad, el pigmento de las hojas verduzcas, el tiempo de lluvias, la germinación de las semillas y la reproducción de nuestras especies “Tonakayotl”. El hombre jaguar de Zitlala es el máximo guerrero de nuestra cultura náhuatl y representa nuestra identidad milenaria de la primera civilización del asentamiento zitlalteco. Los colores de la piel del jaguar son peculiares y hacen de esta expresión milenaria una forma de organización y concientización para inculcar a nuestras generaciones a manifestar la esencia del ritual del jaguar. Al final de la jornada nadie es el vencedor, nadie es perdedor; al contrario, todos habremos cumplido la misión, directa e indirectamente hemos participado en el ritual de petición de lluvias. Saludando siempre al contrincante sin ningún tipo de rencor o resentimiento, porque el objetivo se ha cumplido, los dioses han quedado satisfechos. Ahora es turno de ellos, quienes mandarán el agua y ésta germinará las semillas en las tierras de Zitlala.
Con todo esto he constatado una vez más que La Montaña de Guerrero mantiene uno de los rituales vivos más ricos de todo México y Mesoamérica: el Atsatsilistli, que es nuestra conexión con el origen, con la raíz ancestral, con el sagrado maíz, con el jaguar, el trueno, la lluvia y la vida n
Páramo de fosas clandestinas Cementerio de huesos sin sonido Obscuro silencio de ausencias.
Sabanilla en un municipio de la zona Norte de Chiapas, lugar donde habita el pueblo maya-cho´l. En este lugar fue la última vez que se vio a Antonio González Méndez, el 18 de enero de 1999. Eran días oscuros ante el escenario atroz de una guerra contrainsurgente que comenzó en 1994.
Antonio, un hombre fuerte, alegre, dice Zonia su esposa cuando habla de él, comprometido con su lucha, defensor comunitario y de derechos humanos, e integrante de las Bases de Apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), tenía tres meses de asumir el servicio como encargado de la tienda cooperativa “Arroyo Frío”, perteneciente al EZLN. Originario de la comunidad El Calvario, Sabanilla. Tenía 32 años. Casado con Zonia López Juárez, procrearon 4 hijos, tres hermosas niñas, Magdalena, Elma Thalía, Ana y el menor Gerardo.
Los testimonios con que cuenta el Frayba refieren que a las 18:30 horas se presentó en la tienda cooperativa “Arroyo Frío” Juan Regino López Leoporto, originario del anexo “Pasijá Morelos”, perteneciente al grupo paramilitar “Desarrollo Paz y Justicia” (Paz y Justicia). Como a las doce de la noche Antonio acompañó a Juan Regino rumbo a Río Sabanilla, según dejó dicho que le iba a vender un objeto. Antes de salir mencionó a Zonia que regresaría a la una de la mañana. Ya no volvió más, hasta hoy se desconoce su paradero.
Los caminos escabrosos en la búsqueda de la justicia. Desde los años 70, la pobreza, la marginación y la desigualdad social en México motivaron la creación y alzamiento de diversos grupos guerrilleros para hacer frente a las políticas gubernamentales represivas. Ante este escenario, el gobierno mexicano inició acciones represivas y contrainsurgentes, entre ellas la tortura, las desapariciones forzadas y las privaciones arbitrarias de la vida de militantes y dirigentes.1 La práctica de la desaparición forzada de personas en estos contextos constituye un Crimen de Lesa Humanidad, 2 ya que implica una violación múltiple y continuada de derechos humanos esenciales de carácter inderogable y protegidos por los tratados internacionales: a la vida; a la libertad personal; a la integridad personal; a la seguridad personal; a tener personalidad jurídica; protección judicial y garantías judiciales. En la desaparición forzada, donde la persona es completamente incomunicada, aislada, en una situación y condición de sumisión y violación, hay una manera inédita de afectación al ser humano como tal. Esta supresión de la dignidad del ser implica a su vez actos de tortura.
El 20 de enero de 1999, Zonia, la esposa de Antonio, se presentó ante el Ministerio Público (MP) de Yajalón para denunciar la desaparición forzada de su marido. El MP abrió la Averiguación Previa AL41/AJI/030/99, situación que se quedó así, durante 24 años, sin ningún avance. El 8 de marzo de 1999, el Frayba presentó demanda de amparo 238/99 a favor de Antonio por la desaparición forzada en Audiencia Constitucional del Juicio de Amparo, celebrada el 31 de marzo de 1999. El Juez Primero de Distrito tuvo por no interpuesta la demanda de garantías.
A Juan Regino se le inició procedimiento con el expediente 72/99 por “privación de la libertad” en perjuicio de Antonio. El Consejo de Menores emitió Resolución Definitiva donde decidió absolver de todas las acusaciones a Juan Regino, sin generar una ruta de investigación.
En todos estos años la investigación por parte de la autoridad ministerial no ha sido seria, ni eficaz, ni exhaustiva. Se ha reducido a la acción burocrática, generando una impunidad activa. La autoridad ministerial colocó la carga de la prueba en Zonia, solicitándole en diversas ocasiones que aportara los elementos necesarios para conocer el paradero de Antonio.
El 10 de agosto de 2000, el caso de la desaparición forzada de Antonio fue presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por la ineficacia de los recursos judiciales interpuestos ante las instancias de procuración y administración de justicia en México.
No fue hasta el 15 de octubre de 2007 que la CIDH emitió “informe de admisibilidad”, las presuntas violaciones a los derechos violentados por la desaparición de Antonio. Años después la CIDH emitió el Informe de Fondo 62/19 el 20 de junio de 2019. En éste concluyó que el Estado mexicano era responsable por violaciones de los derechos a la integridad personal, a las garantías judiciales y a la protección judicial, conforme a lo establecido en los artículos 5.1, 8.1 y 25.1 de la CIDH en relación con los artículos 1.1 y 2 del mismo documento. Además, el Estado incumplió las obligaciones contenidas en el artículo 1b de la Comisión Interamericana sobre la Desaparición Forzada de Personas (CIDFP), dando por probado el contexto de contrainsurgencia y paramilitarismo en Chiapas.
El 22 de enero de 2022, la CIDH somete el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) y el 7 de marzo de 2022 se recibe la notificación del inicio de la tramitación del caso González Méndez vs. Estados Unidos Mexicanos, ante la CoIDH, por incumplimiento del Estado mexicano del informe de fondo.
de contrainsurgencia. Todo esto lo tiene como probado la CIDH, con excepción de la relación de Juan Regino con Paz y Justicia. No obstante, con la entrevista a Zonia y la reafirmación del contexto, desde el Frayba sostenemos que las únicas personas, grupos que cometían hechos criminales como la desaparición forzada son los integrantes de Paz y Justicia y es por ello que consideramos que la CoIDH debe de considerar esta evidencia y el Estado tendría que probar que no fue así. La ONU refiere que la carga estricta de la prueba debe recaer hacia los Estados.
La CoIDH tiene la posibilidad histórica de abrir un precedente trascendental no sólo en este hecho tan grave con sus peticiones específicas y relacionadas en la investigación, pues podría promover: 1) La creación de una Comisión de Esclarecimiento Histórico que permita llegar a la determinación de la verdad acerca del contexto de graves violaciones a derechos humanos en que se enmarca la desaparición de Antonio; 2) La investigación de la desaparición forzada de Antonio, para identificar, juzgar y sancionar a los responsables; 3) La búsqueda y localización de Antonio, el cumplimiento cabal de las medidas de reparación integral de Zonia y su familia. Ante ello, a través de la obligación irrestricta de la carga de la prueba por hechos de desaparición forzada al Estado mexicano, resulta ineludible e impulsaría la justicia para los casos de desaparición de personas en México, volviendo este fenómeno siniestro en un motor hacia la justicia y verdad. El Estado tendrá que ubicarse en el momento histórico y dar respuestas claras, contundentes y necesarias ante estos hechos de horror que han resquebrajado la vida de miles de mexicanos n
pedRo faRo, integrante del espacio de incidencia internacional del Frayba.
la audiencia del 21 de junio de 2023 ante la CoIDH, quedó claro que los elementos de convicción que hemos aportado para probar la desaparición de Antonio tienen relación directa con el contexto de violaciones sistemáticas de derechos humanos hacia la población civil, privadas arbitrariamente de la vida y desparecidas de manera forzada por integrantes de Paz y Justicia, con la aquiescencia del gobierno mexicano, como parte de la estrategia
noTaS:
1. CIDH, Demanda ante la Corte IDH en el caso de Rosendo Radilla Pacheco (Caso 12.511) en contra de los Estados Unidos Mexicanos, 15 de marzo de 2008, párrafo 37.
2. Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas; Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas; Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
DECLARACIÓN JURADA ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (REF.: CDH-5-2022/027). TESTIMONIO PARA EL CASO GONZÁLEZ MÉNDEZ VS. MÉXICO
Mayo de 2023
Baso el presente testimonio en mi experiencia cotidiana como reportero, enviado permanente del periódico nacional La Jornada para cubrir el movimiento social y político desencadenado el año nuevo de 1994 en todas las regiones indígenas de Chiapas. Residí en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, en la región Altos del estado, desde la primera semana de enero de 1994 hasta mediados de 2014. En ese periodo, sobre todo los primeros 15 años de mi estadía, también pasé tiempo en diversas comunidades de los pueblos mayas en la selva Lacandona, los Altos y la Zona Norte. En algunas comunidades tojolabales, tseltales, tsotsiles y choles llegué a sentirme en mi casa, la de ellos.
Mi trabajo fue escucharlos, presenciar sus acontecimientos y tragedias, documentar la evolución de su autonomía y la guerra soterrada emprendida contra miles de comunidades por el Estado mexicano, sus Fuerzas Armadas, sus servicios de inteligencia, sus versiones oficiosas de los hechos, las agresiones con frecuencia graves contra la población originaria de las montañas de Chiapas, de estirpes maya y zoque. De ello di cuenta cotidianamente en reportajes, crónicas y notas informativas publicadas en La Jornada y con frecuencia traducidas a otros idiomas y difundidas en el extranjero.
El movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), inicialmente bélico, pronto se tornó pacífico, aunque en resistencia, merced a una frágil tregua. A ésta, las acciones encubiertas y represivas del Ejército Mexicano y las corporaciones policiacas nacionales, estatales y municipales la ponían en riesgo una y otra vez.
Resultaba sorprendente e inusitada la extensión y coherencia del movimiento zapatista, compuesto prácticamente sólo por indígenas, con demandas muy precisas, expresadas desde el primero de enero de 1994 en la Declaración de la Selva Lacandona. Mostrando siempre una disciplina rigurosa y un control sensato de su capacidad de fuego, el EZLN tenía bases de apoyo organizadas en todos los municipios oficiales de población exclusiva o mayoritariamente indígena en Chiapas. El conflicto ocupó centralmente la agenda política nacional y al gobierno de México. Encerrado en una cadena de negaciones, falsedades y medias verdades, el Estado se orientó a contener y destruir el movimiento rebelde desde los primeros días de 1994, aun durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, y de manera más clara y profunda desde el inicio de la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, en diciembre del mismo año.
Antes de llegar al punto central del presente testimonio, que es la desaparición forzada en la cabecera municipal de Sabanilla de Antonio González Méndez, chol y base de apoyo del EZLN, el 18 de enero de 1999, cabe mencionar cómo se vivía cotidianamente la no declarada, ni reconocida por las autoridades, guerra encubierta contra el movimiento zapatista y organizaciones simpatizantes pero pacíficas, cercanas a la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, a cargo del obispo Samuel Ruiz García. Estas últimas sufrieron con frecuencia masacres, desapariciones y desplazamientos. Pero el objetivo evidente eran las bases de apoyo zapatistas, buscando provocar respuestas armadas por parte del EZLN y anular la tregua decretada por el Congreso de la Unión con la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, en marzo de 1995. Apenas un mes antes, el 9 de febrero, el presidente Zedillo había ordenado la ocupación militar de los recientemente declarados muni-
cipios autónomos zapatistas; esto es, casi todas las regiones indígenas de Chiapas.
El Estado mexicano, a través del Ejército federal, puso en marcha el Plan de Campaña Chiapas 94 (dado a conocer el 3 de enero de 1998); con ello se establece la ofensiva contrainsurgente que definirá los acontecimientos posteriores. Las verdaderas implicaciones de la estrategia se verían en los siguientes cinco años.
La militarización fue directa en decenas de comunidades rebeldes, o bien gobiernistas y asociadas mayormente al Partido Revolucionario Institucional (PRI), todavía entonces hegemónico, mimetizado con el Estado nacional, el gobierno de Chiapas y las Fuerzas Armadas. Para quienes observábamos el llamado conflicto de manera constante y presencial, se fue haciendo evidente un cambio drástico en la forma en que el Estado buscaba “resolver” el conflicto. Introduciéndose “en el corazón y el alma” de los pobladores, y “quitándole el agua al pez de la guerrilla”, tal como dictaban los manuales de contrainsurgencia del Pentágono aplicados en Guatemala y Vietnam.
Si bien estas estrategias se buscaron implementar en toda la zona de influencia del zapatismo, no en todas prendió (por ejemplo, en las cañadas de la Selva Lacandona). Donde se manifestaron primero de manera clara los “grupos armados civiles”, eterno eufemismo de paramilitares, fue en la Zona Norte de Chiapas, habitada mayoritariamente por mayas choles. En los municipios de Tila, Sabanilla, Salto de Agua y Tumbalá, la hegemonía oficial del PRI se transformó en el predominio real de la organización Desarrollo, Paz y Justicia, que pronto inició sus acciones violentas.
Algunos de sus líderes principales tenían antecedentes criminales en la región desde la década anterior; ahora se convirtieron en evidentes aliados del
mando militar que ocupaba cabeceras municipales, caminos y poblados indígenas. Las cabeceras municipales de Tila y Sabanilla estaban controladas por Paz y Justicia; los respectivos párrocos vivían prácticamente sitiados en sus templos y el de Sabanilla, ciudadano español, pronto sería expulsado del país por el gobierno mexicano.
En otras regiones rebeldes, pese a la militarización se mantenía la presencia pública de los zapatistas, que resguardaban abiertamente territorios en resistencia, organizados en torno a cinco “Aguascalientes” (centros de reunión y autogobierno zapatista). En la Zona Norte esto fue mucho más difícil, sobre todo a partir de 1995. La violencia del grupo civil armado se manifestaba constantemente. Comunidades de Tila y Sabanilla tuvieron que desplazarse, huyendo de los saqueos, las violaciones de mujeres y las ejecuciones, bajo la mirada impasible de las tropas federales y los cuerpos policiacos.
LaCorte Interamericana de Derechos Humanos tiene conocimiento de los importantes reportes publicados por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas y otros órganos defensores (incluyendo al Relator para los Pueblos Indígenas de la Organización de Naciones Unidas). La propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha enviado observadores presenciales. Allí abundan los detalles, los testimonios y la documentación de los hechos ocurridos durante la guerra encubierta, también llamada de baja intensidad, “delegada” en grupos armados no militares ni pertenecientes al Ejército federal.
En agosto de 1995 iniciaron los Diálogos de San Andrés Larráinzar entre el gobierno mexicano y la comandancia general del EZLN, con la mediación de la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) encabezada por el obispo Samuel Ruiz García y la asistencia de una comisión de senadores y
diputados designados por el Congreso de la Unión, la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA). En más de una ocasión, las tensas y delicadas pláticas entre los rebeldes y el gobierno resultaban saboteadas por ataques armados en la Zona Norte, quema de ermitas, muertes y desapariciones.
Ya por entonces la Zona Norte se había vuelto difícil de transitar. Era particularmente peligrosa para observadores civiles, defensores de derechos humanos y periodistas. Con su cuartel general en Miguel Alemán, comunidad de Tila, Paz y Justicia diseminaba el terror entre los zapatistas y sus simpatizantes (identificados vagamente como miembros del Partido de la Revolución Democrática y de la iglesia católica del obispo Ruiz García).
Cuando en mi trabajo periodístico visitaba las comunidades y los campamentos de desplazados en Tila y Sabanilla, procuraba entrar por un lado y salir por otro, para no regresar a los controles militares, y sobre todo “civiles” de Paz y Justicia. De por sí pensaba siempre dos veces realizar esos recorridos. Entre 1996 y 2000, en más de una ocasión fueron agredidos, incluso baleados, observadores externos. El propio obispo Ruiz García fue atacado en dos ocasiones; la segunda, el 4 de noviembre de 1997, en compañía de Raúl Vera, obispo adjunto de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
Un aspecto digno de mencionar es la cercanía, por decir lo menos, del máximo mando militar en Chiapas, el general Mario Renán Castillo, con Paz y Justicia. Graduado en Fort Bragg y especialista en prácticas contrainsurgentes, puede ser considerado el arquitecto del plan contrainsurgente del gobierno que militarizó y paramilitarizó deliberadamente las regiones indígenas con presencia zapatista. Todo ello está debidamente documentado en informes que la CIDH conoce desde hace años.
Cabe mencionar también la paramilitarización posterior de Los Altos, en la región tsotsil. Con el inicio del año 1997 se generalizó en el municipio de Chenalhó la presencia de un nuevo grupo paramilitar que nunca se identificó bajo un nombre preciso. Como un contagio de la vecina Zona Norte, grupos civiles armados en visible connivencia con las tropas federales y los cuerpos policiacos (tanto para operar y entrenar como para el trasiego de armas) desencadenaron una cadena de agresiones contra comunidades zapatistas y de la Organización de la Sociedad Civil Las Abejas. La masacre de Acteal el 22 de diciembre de ese mismo año fue una tragedia anunciada. A diferencia de lo que ocurría en Tila, Sabanilla, y pronto Chilón (donde operó el grupo criminalparamilitar Los Chinchulines), en Chenalhó la observación periodística y la documentación por parte del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (CDHFBC) y otros organismos independientes fueron continuas; hubo incluso conmovedores reportajes en la televisión comercial. De nada sirvió.
Como parte de los corresponsales y enviados de La Jornada, cubrí los hechos de Chenalhó a lo largo de 1997. Diez años después publiqué el libro Acteal, crimen de Estado (Ediciones La Jornada, México, 2008), recapitulando lo ocurrido en Chenalhó ese año y los meses posteriores. La notoriedad de los hechos, en particular la masacre contra seguidores del grupo pacifista Las Abejas, no impidió que el Estado ocultara y negara su responsabilidad. La aplicación de justicia fue limitada y a la larga traicionada. El grupo armado nunca fue desarmado, no se castigó a los autores materiales, y la aplicación de la justicia contra algunos operadores del gobierno estatal de Chiapas fue insuficiente.
federal, que a la vez realizó otra masacre, en la comunidad de Chavajeval. Ya desde 1997, el 14 de marzo, el Ejército y los cuerpos policiacos habían realizado la masacre de San Pedro Nixtalucum (El Bosque), asesinando a cuatro civiles zapatistas y desplazando a 80 familias tsotsiles.
En la Selva Lacandona opera entonces, con relativo éxito, el grupo MIRA. En Chilón, Los Chinchulines destruyen viviendas, roban y asesinan a simpatizantes del EZLN. En 1998, el gobierno de Chiapas, apoyado en este tipo de grupos extraoficiales, “desmantela” violentamente los municipios autónomos zapatistas de San Juan de la Libertad (El Bosque) en Los Altos, Amparo Aguatinta (Las Margaritas) en la frontera, y Ricardo Flores Magón en la Selva Lacandona de Ocosingo.
De alguna manera, en el periodo se “normaliza” la acción de grupos paramilitares, siempre negados oficialmente. Entre 1995 y 2000, en Tila, Sabanilla, Tumbalá y Salto de Agua se vuelven recurrentes los asesinatos, incluso con mutilación de los cuerpos, las desapariciones forzadas, las violaciones sexuales, la destrucción de poblados y el desplazamiento forzado de cientos de familias choles. El EZLN establece nuevos poblados, en tierras recuperadas tras el levantamiento, para sus bases de Los Moyos y otras comunidades de Tila y Sabanilla.
Se han documentado 37 desapariciones forzadas, 85 ejecuciones extrajudiciales y unas 4 mil 500 personas desplazadas por el grupo paramilitar Organización Desarrollo Paz y Justicia en estos municipios choles. Como destaca en CDHFBC, la situación es conocida por la CIDH dentro del caso 12.901 Rogelio Jiménez López y Otros vs México.
Tila y Tumbalá. Esto es, la policía municipal y sus instancias de investigación trabajaban para Paz y Justicia, a su vez abiertamente asociada al Ejército federal ocupante.
Está identificado el presunto responsable de la desaparición, miembro de Paz y Justicia. Ello no ha servido para aclarar la desaparición de Antonio, y menos para hacer justicia reparadora para su familia. Aquí encontramos, como en decenas, quizás centenares de casos, la repetición de la impunidad como parte del patrón contrainsurgente. Resultaba evidente la protección de las fiscalías al actuar de los grupos paramilitares.
Es indispensable subrayar que, a la fecha, el gobierno federal mantiene una postura en la que niega haber desarrollado esta estrategia contrainsurgente. Esta negación inamovible representa un serio obstáculo para la resignificación de las víctimas, la búsqueda de verdad y justicia. Para avanzar en la procuración cabal de la justicia, resulta indispensable que el Estado mexicano supere esa postura que los mismos hechos han desmentido, lo cual además ha quedado ampliamente documentado.
Considero que la desaparición forzada y el muy probable asesinato de Antonio González Méndez forma parte del esquema de operación de la Organización Desarrollo Paz y Justicia. Es de hecho uno de los últimos episodios de ese lustro atroz en la Zona Norte. Con el cambio de gobierno (y de partido gobernante) en el país y en la entidad chiapaneca a finales de 2000, la beligerancia de Paz y Justicia disminuye, y más aún cuando el nuevo gobierno estatal de Pablo Salazar Mendiguchía encarcela a algunos dirigentes de dicha organización, aunque nunca son procesados ni condenados por su participación en los crímenes de la organización paramilitar.
En1998 la violencia paramilitar cundió en Los Altos de Chiapas. En el municipio El Bosque actuaba el grupo criminal de Los Plátanos, asociado abiertamente con el Ejército federal y la policía judicial. Ellos realizaron una masacre en la comunidad de Unión Progreso, ésta sí contra bases de apoyo zapatistas, mientras la cabecera municipal, declarada autónoma, fue ocupada violentamente por el Ejército
toda esta relación para dar contexto a la desaparición forzada de Antonio González Méndez, investigada a fondo por el CDHFBC desde entonces, sin que hasta la fecha el caso haya recibido el beneficio de la justicia por parte de las autoridades.
Antonio González Méndez, integrante de las Bases de Apoyo del EZLN, al momento de su desaparición era responsable de la tienda cooperativa “Arroyo Frío” ubicada en la cabecera municipal de Sabanilla. Esto le hacía una figura visible del zapatismo, en un poblado que, como ya quedó asentado, se encontraba bajo el control de Paz y Justicia. Miembros suyos gobernaban los municipios de Sabanilla,
En conclusión, estoy convencido de que la desaparición de Antonio González Méndez forma parte del modus operandi establecido en la Zona Norte de Chiapas por la Organización Desarrollo Paz y Justicia y sus aliados, con responsabilidad directa de los tres niveles de gobierno. Obedece a los lineamientos del Plan de Campaña Chiapas 94, del mismo modo que los numerosísimos incidentes y hechos violentos que a la sazón venían ocurriendo contra las comunidades que se encontraban en resistencia y construían pese a todo su autonomía como pueblos originarios n
Smalaojukutik yan balamil balamil te yu bu jk’ejojtik li’nuti snak’oj li xolobal spamlejal lekilale xlik anuk talel te jt’unubtik ovolinem te syol kuxlejal
Pero nos aguarda otro mundo mundo donde resguardamos el morral en el que se encubre la luz del horizonte y llegará con nuestro sembradío esparcido con la semilla de la vida
“Otros Mundos”, Ruperta Bautista
«Nosotros somos naturaleza» es la frase que repiten los poetas, los abuelos y abuelas, los defensores del medio ambiente y quienes promueven la vida y la ecología. Pero ¿cuál es el significado profundo de esta frase? Sin duda se trata de una forma de comprender el mundo y de sentirse relacionado con el mundo. Es decir, sentirse unido a la gran diversidad de seres vivos, a la tierra y al universo. En una ocasión le preguntaron a la poeta ñuu savi Celerina Sánchez si ella escribía sobre la naturaleza. Ella respondió: «En mi poesía yo hablo de la naturaleza, pero eso es porque nosotros somos naturaleza, el ser humano es naturaleza». Su respuesta llena de naturalidad y sentido común es un llamado a no olvidar que los seres humanos compartimos un mismo origen con todos los seres vivos.
Cuando dejamos de comprender y sentir que nosotros somos naturaleza, automáticamente dejamos de comprender y sentir que somos seres humanos. Hoy en día, esto es precisamente lo que está ocurriendo en una escala global. Cuando desconectamos nuestros sentidos, nuestros cuerpos y nuestros corazones de otros seres vivos, nos enfermamos de soledad y surge en nuestro interior un vacío existencial. Dicho vacío es como un agujero negro de insatisfacción que se apodera poco a poco de nuestra forma de vivir, de pensar y relacionarnos con los demás.
Ingrid Toro y Omar Felipe Giraldo han planteado la existencia de un tipo de diseño social de los afectos que guía nuestras formas de querer, anhelar y soñar el futuro, el cual llaman régimen de la afectividad. Lamentablemente, nos dicen, al desconectarse existencialmente de la naturaleza la sociedad global moderna ha creado un régimen basado en la falta de empatía, la mercantilización y la crueldad hacia los seres vivos y los seres humanos. Se trata de un régimen tóxico que simultáneamente nos aísla y nos convierte en depredadores insaciables de la naturaleza y la humanidad. Dicho régimen se ampara en formas de entendimiento que objetivizan la vida, la priorización de visiones mercantilistas y el predominio de la guerra y la enajenación para seguir expandiéndose. Pensarse ajeno a la naturaleza, nos dicen Toro y Giraldo, no es algo de nacimiento, sino adquirido a través de un anestesiamiento progresivo de nuestra capacidad empática con otras formas de vida, la violencia y el sufrimiento. El resultado es un estilo de vida guiado por el egocentrismo, la acumulación, la vanidad y el poder.
De manera similar, sabios y sabias de distintos pueblos indígenas han expresado que el problema ecológico actual del mundo es resultado de un largo proceso de pérdida del tejido que une al corazón humano con la voz de la tierra y el cosmos, lo cual tiene como resultado un corazón desarraigado del mundo y de su propia humanidad. Pero no solamente se trata de corazones, sino de mentes, sentidos y cuerpos desarraigados, desenraizados, desconectados y
desvinculados de la vida en la tierra. El problema al que se enfrentan las sociedades modernas no es mayormente la falta de conocimiento o tecnología para vivir «ecológicamente», sino un mundo «en crisis» cada vez más sumido en el desamparo y la falta de corazón. Desde mi punto de vista, la modernidad enfrenta un problema ético y ambiental que no ha sido enfatizado: sin corazón humano y amoroso no hay modernidad «ecológica» en la que valga la pena vivir. Sin embargo, no conviene ser alarmista, sino apuntar que la tierra misma, que es como una madre siempre presente, nos enseña cómo sanar nuestro corazón para cuidar de este hogar común. Es decir, un pensamiento ecológico profundo apunta a que es posible encontrar una modernidad «ecológica» en la que valga la pena vivir si, y sólo si, permitimos que la naturaleza nos hable al corazón.
Escuchemos nuevamente a la naturaleza y encontraremos las semillas de un buen entendimiento y una vida equilibrada, satisfecha y basada en la reciprocidad. Ésta es la noción común de muchos pueblos indígenas y un principio presente en todas las grandes enseñanzas espirituales del mundo. Como ha dicho con mucha claridad el poeta Pedro Favaron, mucha de esta sabiduría encuentra en la voz poética su forma natural de expresión. El lenguaje poético es parte de la ecología humana, un bien común de todos los pueblos, y también un camino que contribuye a orientar ecológicamente la modernidad, o las modernidades. Los poemas que nacen de un diálogo entre las voces de la naturaleza y el corazón humano son un verdadero tesoro de reconexión para este mundo desamparado. Es cierto que un poema o una obra de arte no van a solucionar problemas inmediatos como los de la contaminación o la violencia, que requieren de sus propias medidas y estrategias, pero sí influyen de manera significativa en el rumbo de una generación respecto a la siguiente. Un poema, un canto, una obra de arte no cumplen la función de una planta potabilizadora, o un decreto para proteger un ecosistema, pero siembran en el pensamiento y en el sentimiento una voz que no se borra.
En lo que llamamos actualmente México existe un gran abanico de expresiones de la palabra poética, desde los rezos de los oradores tsotsiles a los corridos norteños, pasando por la poesía de autores como Sor Juana Inés o José Emilio Pacheco, el spoken word y la poesía de los compositores y cantantes populares. Para navegar con rumbo por ese gran universo de poéticas, Mónica y yo hemos decidido guiarnos por una pregunta: ¿cómo son las poéticas que mantienen un diálogo con la naturaleza en México? Para ello hemos realizado una intensa exploración que no agota la pregunta, sino que apenas nos permite ofrecer una mirada dentro del abanico. El resultado de nuestra búsqueda nos sorprende, México está lleno de caminos de sabiduría, emoción, asombro y reflexión crítica sobre la relación con la naturaleza. Hemos optado por abrir lo más posible el abanico para crear esta antología, que de manera metafórica es también un saco de semillas poéticas. Hemos seleccionado estas semillas poéticas pensando en nosotros mismos, es decir, en lo que verdaderamente creemos que nutre nuestro corazón.
Paracrear Semillas de nuestra tierra hemos tomado como referente las tres muestras que la preceden: Voces del limo, Versos del sur y Cantos del meandro, que nacen de la idea original de Pedro Favaron. Nos hemos sumado al espíritu de estas muestras, el de abrir espacios de encuentro entre literaturas y poéticas diversas (especialmente las de los pueblos originarios) bajo la convocatoria del término «ecopoético», el cual reúne dentro de un nuevo campo de
la crítica y la creación artística las obras y reflexiones en torno a las relaciones entre el ser humano y la naturaleza. Conviene precisar que para nosotros lo ecopoético (ecológico y poético) no es un término para introducir alguna prescriptiva poética o literaria, sino una herramienta para ir reconociendo distintas poéticas en diálogo con la madre naturaleza, el territorio y la casa común. El sentir ecopoético nos llama a reconocer la palabra poética y ecológica de las distintas lenguas que se hablan en México, la diversidad de regiones y los distintos modos de expresión poética. Compartimos con Pedro Favaron y Ángela Parga la visión de que no conviene aferrarse ciegamente a los conceptos de la academia. La ecopoética es ante todo un concepto-sentir para guiar la escucha y el reconocimiento de la palabra sabia y poética en diálogo con la naturaleza.
Hemos realizado esta búsqueda de la palabra ecopoética considerando tres ejes: la palabra que habla para advertirnos de los peligros ecológicos, la palabra que habla para mostrarnos la diversidad de relaciones entre los seres vivos y los seres humanos, y la palabra que habla para heredarnos las sabidurías de nuestros abuelos y abuelas. Sobra decir que no creemos que un eje excluya a los otros, sino que se superponen y complementan. Somos conscientes de la destrucción de los territorios, el extractivismo y la violencia hacia otras formas de vida y seres humanos y sabemos que la poesía puede advertirnos y convocarnos para cambiar el curso de estas prácticas. Sin embargo, creemos que más allá de la inmediata denuncia, la poesía con su lenguaje del corazón y su apertura espiritual puede indagar en la profundidad, la belleza y la ancestralidad del mensaje ecológico. En resumen, los tres ejes que articulan esta muestra ecopoética son la palabra de advertencia ecológica, la palabra de relación con el territorio y la palabra de los saberes poéticos.
Eleje de la advertencia nos permite explorar cómo las palabras poéticas y formas artísticas nos advierten, casi de manera profética, del rumbo al que se dirige la civilización moderna. Las palabras poéticas acompañadas de claridad de visión y una refinada sensibilidad son un balde de agua para despertarnos del letargo. El eje de la relación con el territorio nos permite explorar los distintos tejidos y patrones de relaciones entre el ser humano y la naturaleza. Se trata de formas poéticas de pensarse, relacionarse, soñarse, contemplarse y celebrarse: desde cómo miramos al mar en un día de paseo por la playa hasta cómo cultivamos una milpa. Hemos indagado en distintos diseños o patrones poéticos con los que el corazón practica una reconexión afectiva con la naturaleza. Finalmente, el eje de los saberes poéticos explora la memoria y sabiduría viva de los territorios presentes en la palabra poética de nuestros abuelos y abuelas. Estos tres ejes fueron fundamentales para guiar
esta muestra ecopoética, pues dan cuenta de una misma práctica de crear tejidos humanos con la naturaleza. A diferencia de lo que se argumenta en algunos foros en donde se sostiene que para revertir la destrucción ecológica debemos concentrarnos en desarrollar planes, inversiones y tecnología, desde nuestra visión deberíamos dar prioridad al cultivo de un corazón de espíritu humilde, a la apertura de los sentidos y al entendimiento de las sabidurías de nuestros abuelos y abuelas. Por supuesto que ello no implica negar la importancia del desarrollo. Sin duda, la contaminación en las urbes mexicanas y la destrucción de la biodiversidad requieren de planes, inversiones y desarrollos tecnológicos. Pero añadimos que debemos abrir más nuestra comprensión del problema, porque las aguas negras del resentimiento, la crueldad y la enajenación que se encuentran al fondo de las conductas que destruyen el medio ambiente requieren un desarrollo de lo humano en el mediano y largo plazo. Este desarrollo humano ecológico, a su vez, requiere de los cantos de empatía, disfrute y belleza que nos brindan las artes. La poesía que dialoga con la naturaleza trabaja descontaminando el corazón humano, sacándolo de aquello que el ambientalista Fernando Césarman llamaba el «neblumo» de la sociedad moderna. Si no tuviésemos esta certeza, si no escucháramos la voz de estos poetas y artistas como arroyos que traen agua limpia y fresca, no tendría sentido hacer esta muestra.
Frecuentemente se dice que la palabra poética conmueve el corazón. Esta noción es tan antigua como la palabra misma y es el principio que nos permite afirmar que lo poético es un motor de cambio. Las imágenes sonoras, sensuales, espirituales e intelectuales del lenguaje poético y artístico nutren identidades, sueños, anhelos y aspiraciones que son la energía que impulsa desde el fondo el cambio de una sociedad. Todos nos hemos formado una imagen de nuestra identidad y nuestro lugar en el mundo recurriendo a las imágenes y palabras que nos han en-cantado desde que éramos niños y niñas. En este sentido, que sigue la línea de estudios hermenéuticos, lo poético también participa en la formación de lo que la filósofa Blanca Solares llama una
imagen afectiva de la naturaleza. En esta introducción me gustaría retomar una pregunta que ella se ha hecho: ¿es posible el cultivo de un imaginario capaz de reorientar nuestra experiencia sensible y afectiva, consciente y racional, de las relaciones, ahora desgarradas, entre hombre y naturaleza? Nuestra respuesta afirmativa viene de la mano de nuestra propuesta de la semilla poética, es decir, la poesía como una semilla de relaciones.
Lasemilla es, citando a la poeta Ámbar Past, «el milagro donde se atesora la vida nueva». Todo lo que sembramos como una semilla en nuestro espíritu crece y da frutos mientras crecemos. La activista zapoteca Janet Martínez nos recuerda que la semilla es también la posibilidad de llevar consigo el jardín de un idioma, sueños, cultura y estructuras organizativas a través de los territorios. Y desde la gran región de Aridoamérica el escritor biorregionalista Gary Paul Gabhan ha dicho que «una semilla es realmente algo espiritual como material. Contiene la chispa de la vida que permite que el proceso regenerativo suceda. Necesitamos las semillas porque son la manifestación metafísica del concepto que tenemos de la esperanza». En síntesis, la semilla es tesoro de vida, intrépida viajera y portadora de esperanza.
Nos gusta la metáfora de la poesía como semilla, pero también sabemos que hay de semillas a semillas. En esta compilación titulada Semillas de nuestra tierra, hemos buscado recolectar buenas semillas. La grata sorpresa que hemos recibido ha sido constatar que vivimos en un momento de mucha calidad y generosidad. Tan es así que hemos tenido que limitarnos a seleccionar tan sólo una parte de la vasta riqueza que encontramos en el camino. Creemos que después de tres años de trabajo es un buen momento para compartir estas semillas y que cada quien vea qué es lo que planta en su corazón. De uno depende sembrar lo que se lee y escucha, cuidarlo con la memoria, la reflexión y compartirlo. En estos poemas y propuestas hay semillas de aquellas que se siembran en el corazón una vez y se disfrutan a lo largo de la vida. Hay otras que quizá merecen varias
relecturas. En todo caso son semillas cuyos frutos diversos alimentan el espíritu de la ecología de hoy y un sentido de plenitud existencial como seres humanos.
Finalmente quiero mencionar que la colección «Ecopoéticas de la Madre Tierra» está dividida en tres secciones. La primera la hemos titulado simplemente «Ofrenda de sentires» y es un atisbo mínimo de ciertos sentires que creemos están vivos en el suelo profundo del sentimiento ecopoético en México. La segunda titulada «Semillas ecopoéticas de México» es nuestra selección de poetas del siglo veinte y veintiuno comentadas por críticos y escritores de distintos territorios y nacionalidades a quienes hemos invitado a realizar una lectura ecopoética sobre estos poemas desde sus propios saberes. Queremos ofrecer una ventana a la reflexión ecopoética sin caer en el academicismo rígido, sino respetando el estilo con el que cada comentador y comentadora respondió a nuestra invitación. Por último, la tercera sección titulada «El pensamiento poético y sus afinidades ecológicas» busca ofrecer una visión amplia de lo ecopoético más allá de la estrechez del concepto de literatura. Creemos que esto es necesario dentro del mundo literario mexicano, todavía anquilosado en un canon urbanocentrista, centralista y eurocéntrico. Consideramos que la ecopoética es un cruce de caminos y rutas de poemas, una red de sacbés para reencontrarnos con el corazón del ser humano que es naturaleza. Este trabajo es nuestra humilde ofrenda n
Tsukuba, Ibaraki, Japón. Enero de 2023. yaXkin melcHy
Introducción de Semillas de nuestra tierra: muestra ecopoética mexicana, tomo número 4 de la colección Ecopoéticas de la Madre Tierra, editado por Mónica Nepote y Yaxkin Melchy (Cactus del Viento, 2023), que se puede descargar en: https://cactusdelviento.wordpress.com/portfolio/iv-semillas-de-nuestra-tierramuestra-ecopoetica-mexicana/ (para conseguirlo impreso, escriba a ecopoeticas@gmail.com).
Alberto Juajibioy Chindoy (kamëntsá)
1. Llegó una señorita para ser nuera donde tenían un hijo joven.
2. En seguida los padres del joven le entregaron maíz para hacer chicha, luego se fueron a trabajar en la cuadrilla.
3. La señorita era un mosquito.
4. Por tanto mascó un poco de maíz y escupió en todas las ollas.
5. Bastaba eso para que hubiese chicha en las ollas.
6. Al regresar los padres, encontraron a la joven peinándose tranquilamente, y el cesto de maíz estaba en su integridad.
7. Sin haber observado en las ollas dijeron a la señorita:
8. “Dios mío, el maíz está en la misma forma, y la chicha nos es muy urgente para los peones”.
9. Entonces la joven salió furiosa de allí y fue a avisar a sus hermanos los mosquitos porque no le agradecieron.
10. Dentro de poco entró ella en la casa, revoloteó en los sitios donde había chicha y dijo:
11. “Para todo el tiempo moleréis en el mortero”.
12. En seguida entraron los mosquitos posándose en la chicha y ésta desapareció al instante.
13. Entonces los dueños de la casa decían: “No nos hagan ese maleficio, déjennos la chicha en la misma forma”.
14. Desde aquel tiempo, por no haber examinado antes la hechura de la chicha, siempre se muele en el mortero para elaborarla. ·
1. Kanye tobiax yejashjjango kanye wakiñá bobonse mnabomnentxe.
2. Kachora bobonsbe btsëtsata mats bojwantrega jakakjama, as bojtsoñe peonoy jatrabajama.
3. Ch tobiaxna anjuyón inamna.
4. Chiekna nye basetxá yejwatngënse i nyetsk án matbajenacbe yejashatjo.
5. Nye nyetxa yejtsebastán bokoy jtsabkjanama.
6. Btsëtsata bojtashjango orna, shembasa bojenyena natjëmbana enochkëkaniñe, i biakwa mats kachk á inetsatajajoñe.
7. Nye matbajenache njareparak á bojauyan tobiaxbioy:
8. “Taiteko, mats kachk á totsatajajoñe, bokoy pwerte xnëjaboto peongbia ma”.
9. Chora ch tobiax shjoye yejisatatxiñe rabiaka i chabe wabtxanga njoingbeñe yejobwambay ndoñe monjëtschwayama.
10. Ratotemasna yejisamashngo yebunentxe i bokoyenache yejisongebobjoy, as yejftsayán:
11. “Jamasam ndetxbeñe xmochjëftsenënsay”.
12. Kachiñe njoinga mojamashjna i bokoyenache mojoshbwetsetxe i chiyna nye yejwenatjëmba.
13. Chora kaserata bojtsechamo: “Ndoiie chk á xmataborlanán, kachk á bokoy xmoyentxënyá”.
14. Chentxán chk á nye ntsekna nansnëbeñe jftsenënsayana bokoyama, natsán ndreparan kausa.
albeRTo juajibioy cHindoy, escritor kamëntsá del valle de Sibundoy, Colombia (1920-2007). Se ha dicho que marca el paso del “informante nativo al escritor indígena bilingüe”. Autor de Lenguaje ceremonial y narraciones tradicionales de la cultura kamëentsá (Fondo de Cultura Económica, 2008), entre otras obras. Su trabajo encarna la etnoliteratura que abrió paso a un cuerpo de literaturas contemporáneas en las lenguas originarias de América.