Semanal14062015

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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 14 de junio de 2015 ■ Núm. 1058 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

n o ram

: e d r a l e v z e lo p s e l e pa p s o t i ined M a r co A n t o n

io C a m p o s

• La organización de artistas e intelectuales, Sergio Gómez Montero

• Ficción y realidad de los personajes, Vilma Fuentes

• Voltaire y el humor, Ricardo Guzmán W.


14 de junio de 2015 • Número 1058 • Jornada Semanal

BAZAR DE ASOMBROS AVATARES DE LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA ( i de ii )

Hugo Gutiérrez Vega

La vida de Ramón López Velarde da, Juan Carlos i recordó esa noche a su cuñado Cons­

fue tan breve cronológicamente,

tantino, el debilucho monarca griego que se dejó en­

como rica e intensa en cuanto a

gañar por los coroneles, fue destronado y, con la cola

su labor creativa y sus intereses.

entre las patas, se fue a refugiar a Inglaterra. Los últimos años del gobierno socialista fueron la­

Desde luego, al autor de La suave

mentables. El señor Felipe González organizó grupos

patria se le conoce primordial-

paramilitares para enfrentar la inquietud social, se ol­

mente como poeta pero poco se sabe, por ejemplo, de su oficio de abogado o de sus vínculos con artistas de otras disciplinas. Es el caso del extraordinario artista plástico Saturnino Herrán, a

vidó de los principios socialistas de Pablo Iglesias y se

M

e tocó vivir en Madrid algunos momentos de la llamada transición a la democracia. El entusiasmo por establecer nuevas re­

glas del juego en el diálogo sociopolítico marcó los primeros momentos del proceso. Recuerdo las elec­ ciones ganadas por el Partido Socialista Obrero Espa­

quien el jerezano consideraba su

ñol y por sus líderes Felipe González y Alfonso Guerra.

mejor amigo. La corresponden-

Viví la noche del recuento electoral en el Hotel Palace,

cia que presentamos aquí tiene

con Octavio Paz, Luis Rosales y Félix Grande. Guerra,

que ver con a las gestiones que López Velarde hiciera, hace poco

con voz pausada, iba anunciando los triunfos socia­ listas en el Congreso, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. El resultado era apabullante y lo

menos de un siglo, para que la

celebramos en las calles de Madrid cantando las vie­

obra del pintor aguascalentense

jas canciones de la Guerra civil y “La internacional”.

formara parte del acervo de un museo de reciente creación

Todo estaba principiando; la alegría ocupaba calles y plazas y se mezclaba con la esperanza. Se puede decir que los primeros años los socialistas

en aquel momento. Agradece-

gobernaron bien, a pesar de los escándalos inter­

mos a Marco Antonio Campos la

nos provocados, en buena medida, por los deshones­

generosidad de que sea en estas

tos parientes de algunos de los líderes. Los espadones

páginas donde se publique algo

golpistas observaban, con detenimiento y furia, el de­ sarrollo de la política peninsular. Su iracundia estalló

sobre esta otra faceta del poeta

en un intento de golpe encabezado, con violencia y

mexicano contemporáneo más

estupidez, por un rudimentario guardia civil apelli­

importante.

dado Tejero que, pistola en mano y al grito de “que se sienten, coño”, asaltó el Palacio del Congreso y mantu­

Comentarios y opiniones:

vo en vilo a los españoles, hasta que el rey, después de

jsemanal@jornada.com.mx

hablar con los jefes de las zonas militares, se opuso al golpe y salvó al precario sistema democrático. Sin du­

alió, sin ningún pudor, con empresarios de toda laya y de malas mañas. Esta debacle de la izquierda hizo que la derecha recuperara el poder y que, con Aznar y Ra­ joy, la transición se fuera a la otra orilla y regresara, otra vez sin pudor alguno, el autoritarismo franquista con todas sus taras mentales y morales. El Partido Comunista se fue borrando poco a poco y su último intento, Izquierda Unida, muestra una ten­ dencia a desaparecer. Las otras formaciones de la iz­ quierda se perdieron en su pequeñez y en su discole­ ría. Por lo tanto, a la derecha le bastó un par de años para hacer que la transición se olvidara y para regre­ sar al conservadurismo más elemental y rupestre. Los intelectuales, ante la debacle socialista, se re­ plegaron. Algunos se refugiaron en Izquierda Unida y otros se encerraron en la caverna de su desconten­ to. El señor Felipe González, después de haber liqui­ dado la utopía socialista, galopó alegremente por los campos empresariales y, a últimas fechas, anda sal­ vando a la democracia venezolana. Su partido, mien­ tras tanto, pierde setecientos mil votos y, junto con la derecha de Rajoy, ve cómo se deslíe el bipartidismo y cómo comienzan a ocupar el terreno de la política española las nuevas formaciones del centro-dere­ cha y de la izquierda, representadas por Ciudadanos y Podemos

Continuará.)

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Portada: Una noble gestión del jerezano Collage de Marga Peña

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CUENTO

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La Caravana Eduardo Thomas

B

asilio era de pocas palabras; en sus primeros años, Ludivina, su madre, pensó que no hablaría, que no podría caminar, y ya ven. Así que no dijo nada cuando ella se empeñó en acicalarlo luego de la comida, el sol bajando ya. Le ajustó con firmeza los botines y enrolló los bajos del pantalón a la usanza de la época. La camisa de popelina almidonada, un poco floja. Remató el arreglo con un copete de cacatúa bien envaselinado. Ludivina, seria pero de fácil sonrisa, no sabía contener el gozo con que acompañaba cualquier novedad en su hijo. En los años de crianza no pudo ver por él como hubiera querido. Era muy joven, niña quizá. Entonces poco se ocupaba la gente de tales asuntos. Más pendientes estaban de las habilidades para el trabajo, y ella ya echaba tortillas, desgranaba elotes, llevaba el pozol al campo y se defendía de los malhoras sin mucho aspaviento. La semana anterior había visto a Basilio más pegado al radio –que con estruendo, igual que el carro de sonido en las calles, promovía la Caravana del Rockanrol. Le brillaban los ojillos y con sacudidas de cabeza acompañaba las canciones con que se anunciaba a los mejores grupos en su natal Nacajuca. No necesitaba hablar, la madre comprendía su entusiasmo. Canturreaban. Cuando Ludi preguntó si quería ir a la famosa Caravana, asintió de corazón y hasta de palabra. Ludivina, mujer práctica, jamás ofreció a su hijo algo irrealizable, era empeñosa en lo que se proponía, pero su embarazo la tomó desprevenida. No se enteró de su preñez hasta que sufrió las primeras consecuencias. La luna la traía sin cuidado. Otras mujeres con ella se transforman, algo inquietante les infunde. Para Ludi eran las noches de oscuridad completa las que sembraban alboroto en su corazón: le faltaba el aire, se estremecía, adivinaba sombras que rodaban en el petate, cerca de ella, o escuchaba diferente el crujir de la hamaca en el cuarto vecino. Más de una vez la despertó el aliento que en su cuello avivaba un fuego de ensueño y la hacía temblar. Se entregaba al placer de esas noches y por la mañana anhelaba las de luna para descansar. No quiso preguntarse qué era aquello. Se dijo: será cosa mía. Una noche especialmente oscura, inquieta salió al patio. Cuando acordó, se liaba en frenético abrazo con la sombra que todo envolvía. Al final, jadeando de placer, repitió: será cosa mía. Noches de luna espléndida sucedieron a las oscuras. ¿Quién hinchó el vientre de Ludivina? Con tal oscuridad, ¿quién va a saber?, responde ella, sólo repite: será cosa mía. No hubo repudio, pero a Ludi le dio por huir. Lo demás vino después. los preparativos empezaron como siempre. Ella le explica a

Basilio y pasa a lo otro: Ya tienes doce, casi trece años, caminas y hasta hablas; claro, cuando quieres, pero hablas. Si te animas, ganas unos centavos y podrás estar en la Caravana.

Se acuerda cuando llegó a la ciudad buscando trabajo. Doña Lencha le alquiló la casita de guano junto al río –empezaría a pagar cuando pudiera– y le ayudó a colocarse lavando ajeno. Ludivina fue parchando con carrizo los agujeros de la casa y se hizo de lo indispensable. De tarde, agotada por la batea, se sentaba a mirar las luces de la ciudad. Le gustaba su determinación. Para parir, ayudada por doña Lencha, todo salió bien. En adelante, se propuso darle duro a la lavada y la planchada. En canastos de mimbre entregaba la ropa olorosa a pachuli. También recuerda, con cierto pesar, la crianza de su hijo. Siempre el montón de ropa por lavar y Basilio llorando a todo pulmón. En cuanto lo amamantaba, volvía a la batea. Consiguió un guacal que, forrado de cartón, colgó del travesaño e hizo las veces de cuna. Basilio lloraba cada vez menos y ella, con ahínco, se dedicaba a lavar. El niño, tranquilo, crecía poco, y el guacal no le dejaba estirar las piernas. Cuando fui a ver, decía Ludivina, había pasado un año y ni gateaba. Doña Lencha opinaba que si mi leche no era buena, que si nunca le daba el sol al chamaco, que si ya podría tomar pozol. Sus piernitas, siempre dobladas, de carrizo tierno, no podían sostenerlo por más que por la tarde perseguíamos los últimos rayos del cansado sol. Se calentaban sus piernitas y ya con el pozol de doble cacao empezó a agarrar fuerza. Al principio lo sostenía. Viéndolo más firme, lo iba soltando; él se derrumbaba y yo a pararlo, él para abajo y yo a enderezarlo. A ver quién puede más. Y ni él ni yo. Por más que le hice, se quedó un poco encogido. No se pudo parar derecho, pero aprendió a caminar agarrado de una destartalada silla. ¡A saber cómo encontró la maña! Adelantaba su pierna izquierda con las rodillas siempre dobladas, y cuando parecía que el peso le ganaría, basculaba y adelantaba la derecha; las dos juntas soportaban su escaso peso. Se erguía y comenzaba de nuevo. Así lo vio siempre Ludi, oscilando, los brazos un tanto desplegados para guardar el equilibrio. Entonces, la felicidad de Ludivina sólo fue comparable a la que sentiría cuando de modo sorpresivo Basilio dijo con meridiana claridad: Quiero más pozol. Ludivina le explicaba y tomaba su parecer. Basilio sabía que hecho el planteamiento había de asentir. Siempre fue así. Basilio, poco amigo de palabras, no replicaba. Cuando su madre terminó los preparativos para la Caravana, siguió sin chistar las instrucciones. Basilio, pese al bamboleo, en media hora alcanzó la calle que conducía al Cine Tropical, lugar del rocanroleo. De todos lados fluía gente hacia el lugar con gran algarabía. Basilio, conforme se acercaba al cine apretaba el paso, resorteando. En la mano derecha y apo­ yado sobre el hombro llevaba un canasto ligero (idea de Ludi) que le servía de contrapeso. Al doblar la esquina, un tumulto se precipitaba a la entrada. No se arredró, siguió su bamboleo. De pronto, un par de entusiastas se planta frente a él, doblando las rodillas imitan su marcha y chasqueando los dedos exclaman: ¡Twist, twist! Con habilidad, Basilio los elude y grita: ¡Twist tu chingada madre! ¡Cacahuates, cacahuates!


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Sergio Gómez Montero

La organización de artistas e i LA CRISIS DEL PAÍS PARECE CONVOCAR A LA MOVILIZACIÓN GREMIAL DE LOS GENERADORES DE CULTURA

Una a una me dieron la gloria merecida y derrotado fui con sus mejores armas. R. Paredes: “Memoria del solo”

EL TIEMPO PASADO

H

ace ochenta años se fundó en México, en la casa de Leopoldo Méndez, la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (lear, de la que sólo ocasionalmente el Conaculta ha hecho mención y Alberto Híjar se ha encargado, en algún escrito, de recordar), que tuvo entre sus integrantes a Juan de la Cabada, Pablo O’Higgins, Luis Arenal, Xavier Guerrero, Ermilo Abreu Gómez, Alfredo Zalce, Fernando Gamboa, Santos Balmori, Clara Porcet y Julio Bracho. Los primeros presidentes de la lear fueron Juan de la Cabada, Silvestre Revueltas y José Mancisidor (más tarde, entre otros, se incorporó Octavio Paz). Mas no es este el momento para abordar una historia apasionante del quehacer artístico en el México revolucionario, sino sólo tomar a la lear como referencia para abordar una tarea que hoy requiere ser seriamente pensada y concretada (teoría y praxis) por los artistas e intelectuales del país: ¿cómo incidir actualmente en el problema de la organización política de ellos para que sus justas palabras de reclamo –como las de Cuarón, González Iñárritu, Del Toro, Del Paso– vayan más allá de los lugares en donde fueron pronunciadas y rebasen, con mucho, el ambiente de diatriba con que son recibidas en los medios, y se concreten, mejor, en convocatorias para el pensamiento y para la acción? Luego de la fundación de la lear , que muere por avatares de la política internacional, poco se ha impulsado la

organización gremial de artistas e intelectuales en el país (a excepción de los artistas del cine y el espectáculo, cuyo sindicato siempre se cobija en el seno del corporativismo), a pesar de que el motivo que generó su creación se mantuvo durante un largo tiempo: las luchas sociales –promovidas fundamentalmente por el campesinado pobre y un obrerismo incipiente– que se tradujeron en la existencia de un movimiento artístico de raíces sociales que poco a poco se diluyó. La lear , no hay que olvidarlo, también se vincula desde su creación con las condiciones que a nivel mundial subsistían y que eran dinamizadas, en mucho,

¿Cómo incidir actualmente en el problema de la organización política para que sus justas palabras de reclamo –como las de Cuarón, González Iñárritu, Del Toro, Del Paso– vayan más allá de los lugares en donde fueron pronunciadas y se concreten, mejor, en convocatorias para el pensamiento y para la acción?

Yo, en cambio, nada guardo: ni dicha ni rencor.

¿tiempos

por la existencia de un polo socialista que competía arduamente con un capitalismo que nunca dejaba de avanzar y que dio origen a su perversión nazi-fascista. Aunque, por el lado socialista, el estalinismo fue la correspondiente etapa oscura. De hecho, desde entonces (principios de los años treinta del siglo pasado) no se sabe si a causa de un subjetivismo creciente (subjetivismo entendido aquí como pérdida del sentido social de la creación artística) que se corresponde, en el caso de los pintores, con la consolidación de galerías y subastas; los escritores se afilian a los sellos editoriales; la música, el teatro, la danza, las manifestaciones artísticas en general se concentran en los espacios cerrados y ello provoca que se pierda el interés por la organización gremial, a la vez que paralelamente la vida social pierde los contenidos revolucionarios (de reivindicación social, expresados en particular en el muralismo) que le dieron origen. En el mejor de los casos, los intelectuales se afilian como entes orgánicos al gobierno o a los partidos políticos y pelean, en su faceta de creadores artísticos, por las becas, puestos o favores que el Estado ofrece, pero poco interés muestran por la organización gremial y por retornar de nuevo al arte de contenido social. Por el contrario, se contentan con individualizar cada vez más sus tareas de creación. Las inquietudes gremialistas que cobijó la lear se desvanecen, a la vez que la misma Liga deja de funcionar. En términos de intelectualismo, de manera paralela al avance de las tendencias de pensamiento vinculado al socialismo, en México subsistió una tendencia hasta hoy dominante: aquella que, desde el siglo xix , se identificaba con el liberalismo y que aún hoy promueve una supuesta neutralidad del pensamiento, el cual pierAlejandro González Iñárritu, Guillermo Del Toro y Alfonso Cuarón


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ntelectuales: coincidentes? de su objetividad (su sentido creativo en el caso de los artistas) si se llega a identificar con cualquier tipo de pensamiento social. Los liberales mantienen hasta hoy su hegemonía y son quienes han sostenido las tesis ideológicas de los regímenes de gobierno emanados luego de la Revolución mexicana.

QUÉ HACER AHORA ¿Será cuestión de etapas de tiempo o sólo un retraso en lo que se refiere a la organización de artistas e intelectuales en México? Si se adopta el criterio de etapas de tiempo, en efecto la Revolución mexicana influyó determinantemente (su paralelismo con la Revolución rusa fue un factor relevante) en el compromiso social que caracterizó a artistas e intelectuales de aquella época y que se expresa, por ejemplo, en el Manifiesto del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores dirigido a “la raza indígena humillada durante siglos; a los soldados convertidos en ver­ dugos por los pretorianos; a los obreros y campesinos azotados por la avaricia de los ricos; a los intelectuales que no estén envilecidos por la burguesía”, que redactó Si­ queiros y firmaron junto con él Diego Rivera, primer vocal; Xavier Guerrero, segundo vocal, y Fermín Revueltas, José Clemente Orozco, Ramón Alva Guadarrama, Germán Cueto y Carlos Mérida. Fue publicado en el número 7 del periódico El Machete (que se transformó un año después en el órgano informativo oficial del Partido Comunista Mexicano), en la segunda quincena de junio de 1924. En ese Manifiesto, entre otras cosas, se dice: Hacemos un llamamiento general a los intelectuales revolucionarios de México para que, olvidando su sentimentalismo y zanganería proverbiales por más de un siglo, se unan a nosotros en la lucha social y estético-educativa que realizamos […] hacemos un llamamiento urgente a todos los campesinos, obreros y soldados revolucionarios de México para que, comprendiendo la importancia vital de la lucha que se avecina y olvidando diferencias de táctica, formemos un frente único para combatir al enemigo común.

También de ese Manifiesto se desprende una creencia para entonces muy extendida entre intelectuales y artistas: “No sólo todo lo que es trabajo noble, todo lo que es vir-

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Fotografía de la visita a Madrid de los miembros de la Liga de Escritores Antifascistas Revolucionarios (LEAR), 1936

El Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores en una manifestación por el 1 de Mayo encabezada por Diego Rivera y Frida Kalho. Foto: Tina Modotti

tud, es don de nuestro pueblo (de nuestros indios muy particularmente), sino la manifestación más pequeña de la existencia física y espiritual de nuestra raza como fuerza étnica brota de él, y lo que es más, su facultad admirable y extraordinariamente particular de hacer belleza: el arte del pueblo de México es la manifestación espiritual más grande y más sana del mundo y su tradición indígena es la mejor de todas.” Finalmente allí se afirma: “Y es grande precisamente porque siendo popular es colectiva, y es por eso que nuestro objetivo fundamental radica en socializar las manifestaciones artísticas tendiendo hacia la desaparición absoluta del individualismo por burgués.” Tres ejes sobresalen en ese documento que son clave y son los que llaman directamente a la organización gremial. Uno, unirse a la lucha social y estético-educativa; dos, privilegiar el arte del pueblo y particularmente el de tradición indígena, y tres, “socializar las manifestaciones artísticas tendiendo hacia la desaparición absoluta del individualismo por burgués”. En la medida en que esos tres ejes se desvanecen, se desvanece el interés por la organización gremial de los artistas e intelectuales del país. La segunda opción –pensando en términos organizacionales– surgiría entonces a la palestra: el tiempo para que los artistas e intelectuales se organicen sólo se ha retrasado, pero pareciera que ha llegado otra vez el momento de reactivar esa organización. Si tal afirmación fuese correcta, tomando en consideración que en la actualidad indistintamente la decadencia del Estado y la voracidad del modo de producción capitalista reclaman que los sectores de la sociedad que más sufren los estragos de esa situación –recordar las palabras de los cuatro artistas mencionados al inicio de la nota– sean quienes realicen acciones para frenar de tajo esos deterioros y, en particular, las causas que los originan. Aunque si bien es ahí –en cómo frenar los deterioros mencionados–, en donde aún el panorama no se vislumbra con claridad, sí adelanta una necesidad: la de organizar desde abajo y a la izquierda (esto no es una receta, es un proceso basado en la conciencia, en la reflexión y luego la acción), a los sectores de la sociedad que más sufren el deterioro social (es decir, casi setenta por ciento de la población, hoy pauperizada) y a aquellos sectores (los que han logrado ilustrarse) que con más claridad vislumbran la crítica situación social contemporánea. En el caso de estos últimos, el dilema ya no radica en el tiempo (de que ha llegado el tiem-

po de organizarse, ha llegado) sino en el cómo, y de ahí la necesidad de acudir a la Historia: ¿de qué nos sirve la experiencia de las organizaciones que en tiempo pasados promovieron la organización de artistas e intelectuales? Un primer esbozo de respuesta tendría que ver con la recuperación, matizada, de los tres ejes que, a raíz de la Revolución, impulsaron el Manifiesto aquí mencionado (el del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores de 1924) y que tienen que ver básicamente, uno, con unirse organizadamente a la lucha social; dos, con recuperar el sentido social de la creación artística, y tres, con impulsar la difusión masiva de las actividades artísticas. Si esos tres principios se pudieran recuperar y llevar a la práctica, podrían servir como base para discutir una plataforma que permita avanzar hasta ver cómo pueden organizarse artistas e intelectuales (sindicato, frente, unión, liga), con el propósito de estructurar sus esfuerzos de resistencia ante un panorama como el que dibuja Del Toro: “El pedo del apocalipsis es que no queda nadie y México está a punto de vivir un apocalipsis social. Lo creo firmemente y el que los medios no lo repliquen abiertamente no quiere decir que no ocurra, y eso es lo trágico.” Lo an­ terior conllevaría frenar el deterioro de un país, México, acerca del cual Del Paso ha dicho esto: “…hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia”. Pero, ¿qué hay más allá de los discursos? Si algo se quiere hacer hoy en el terreno que corresponde a artistas e intelectuales en un momento de crisis mundial del capitalismo, lo cierto, y muy particularmente en el caso de México, es que el siguiente paso en la lucha es organizarse para formar un frente unido que haga suyos los intereses propios del sector. Comenzar a unirse para discutirlo y concretarlo como en su tiempo lo hicieron el Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores y la lear es una lección que hoy no hay que olvidar. Es cierto, las épocas postrevolucionarias eran distintas a las actuales, pero el paralelismo que aquí se postula surge de requerimientos similares: darle sentido a una lucha hoy necesaria pero que se lleva a cabo de una manera anárquica y amorfa. Si se lograra el objetivo de que artistas e intelectuales se organicen para darle una concreción orgánica a sus justas inconformidades, mucho se avanzaría para que esas inconformidades tuvieran un sentido más trascendente


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Promocional de la versión cinematográfica de Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello

Vilma Fuentes

Ficción y realidad de los personajes EL DON DIVINO Y DEMONÍACO DE CREAR REALIDADES ALTERNAS

Por desdicha, son raros los autores que gozan de esa gracia otorgada por los dioses, el carisma. Ser particularmente escogido y amado por los dioses no es la regla. No todo mundo puede preciarse de ser un Cervantes, un Tirso de Molina, Shakespeare, Fernando de Rojas, Joseph Bédier, Molière, Proust, Nabokov o Juan Rulfo. Sin esa gracia divina, sin las iluminaciones del espíritu, ¿puede crearse un personaje? ¿Se trata acaso, entonces, de una rústica fabricación? Muy lejos de la idea de fabricación industrial, pues puede decirse que incluso el Quijote, Tenorio o Lolita son fabricaciones, otros personajes de carne y hueso pueblan la auténtica literatura de un extremo a otro, aunque su rareza misma, su condición única, les impidan volverse arquetipos. Natacha de Tolstoi, Emma Bovary de Flaubert, Raskolnikov de Dostoievsky, Valjean o Quasimodo de Hugo, Artemio Cruz de Carlos Fuentes, La Maga de Cortázar, los Buendía de García Márquez, la Sanseverina de Stendhal, los mosqueteros de Dumas y su inolvidable Montecristo… ¿Cuántos otros personajes no pueblan la centelleante constelación de héroes, heroínas, villanos, amantes, traidores, celosos, todos esos protagonistas de novelas, cuentos, piezas de teatro, epopeyas y otros dramas y tragedias? Personajes de carne y hueso, su realidad va más allá de los confines de lo real, más reales que las personas reales. Su existencia persiste y permanece cuando hombres y mujeres de su época han sido enterrados bajo las

No todo mundo puede preciarse de ser un Cervantes, un Tirso de Molina, Shakespeare, Fernando de Rojas, Joseph Bédier, Molière, Proust, Nabokov o Juan Rulfo.

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rear un personaje es acaso un don, divino o demoníaco, quién lo sabe. El creador comete el luciferino crimen de igualarse a Dios. Sin embargo, el sueño de todo escritor, dramaturgo, e incluso ahora de cineasta, es concebir y dar a luz un prototipo de hombre o mujer, la encarnación del mito: qué le importa si debe pagar su inmortal invención con su caída fulminante a los infiernos. Las religiones politeístas forjaron cosmogonías donde sus dioses encarnaban tal o cual virtud: heroicidad, elevación de ideas o generosidad de sentimientos. Igual podían representar la venganza, la discordia, la guerra. La lucha entre dioses y diosas causa la guerra de Troya y funda la literatura en Occidente con la Ilíada y la Odisea. El monoteísmo, ¿vale la pena recordarlo?, empobreció estas mitologías. Un solo Dios, así sea en tres personas, no es lo mismo que la multitud de seres divinos que habitan el Olimpo. Dios padre, Alá o Jehová no debieron escapar a las fauces de sus sangrientos progenitores para imponerse en el trono de los dioses. Tampoco en­ gañaron a sus cónyuges ni éstas les pusieron los cuernos por la simple y sencilla razón de su condición de solteros empedernidos. Quizás el único mito surgido de la religión cristiana sea el del diablo, la encarnación del mal, y, después de él, el de Fausto. Por fortuna, si las religiones monoteístas despojaron de una abundante riqueza a sus mitologías, la literatura parece haber tomado el relevo: de ella brotan figuras míticas, cuyos nombres encarnan una manera de ser, una conducta, un estilo o una forma de pensar: el Quijote, Don Juan, Tartufo, Romeo y Julieta, Celestina, Tristán e Isolda, el avaro Harpagón, Charlus, Lolita, Pedro Páramo, o Rey Lopitos. Seres irreales más reales que lo real, reencarnan a diario en otras personas. Personajes imaginarios, poseen el espesor de las personas en carne y hueso. Inmortales, sobreviven a sus modelos. Arquetipos fuera del tiempo, escapan a su paso. Un autor, el marqués de Sade, como si él mismo fuera uno de sus personajes, funda con su obra y su vida el concepto de sadismo. Término utilizado con las más variadas desinencias en la actualidad, en psicoanálisis o en la vida diaria.

paletadas del olvido. Mientras cientos de miles de habitantes de Florencia en el siglo xiii murieron desde entonces, Francesca de Rímini sigue viva en los infiernos, al lado de su amante, desde hace ya siete siglos. El Richard iii de Shakespeare sobrevive a su original en carne y hueso. Dorian Gray renace de las cenizas de su retrato, joven y bello mientras cada nuevo lector abra la obra de Oscar Wilde. Scheherezada continúa sus relatos al alba desde hace siglos, sin ser decapitada. Vautrin, Rubempré, Gobseck, Rastignac y tantos otros personajes de Balzac son más reales que sus modelos y están hoy más vivos que sus desaparecidos contemporáneos. Esto nos lleva a plantear la cuestión esencial: ¿de qué se trata cuando de lo real se trata? ¿Por qué ciertas figuras inventadas por completo parecen finalmente cargadas con un peso más real que otras figuras, las cuales, sin embargo, han existido históricamente? Es posible que, al lado de la Historia –que los mejores historiadores se esfuerzan con dificultades en restituir–, se haya creado otro relato, legendario, o ficticio, que llamamos literatura, el cual traza un camino paralelo al de los libros de Historia. ¿Dónde se encuentra la verdad? Si acaso es posible que la verdad pueda existir. La libertad que toma el escritor cuando inventa la novela a través de la cual restituye, por ejemplo, la guerra de Napoleón en Rusia, como lo hace Tolstoi en Guerra y paz, dando vida al príncipe Bezoukov, a Natacha y a otros personajes imaginarios, al lado de los históricos, tan irreales, permite ver y comprender mejor lo que fue esta guerra, esta derrota de Napoleón, la Berezina, la voluntad y el heroísmo del pueblo ruso, a pesar de las debilidades e imperfecciones escandalosas del zarismo. Entonces, ¿dónde se encuentra la verdad, si de casualidad existe alguna cosa que pueda nombrarse: la Verdad? Territorio convertido, poco a poco, en monopolio de la ciencia. Pero la ciencia, al contrario de una idea bastante difundida, no pretende poseer la verdad, sólo aspira a la exactitud. Los rigores de la lógica permiten alcanzar la exactitud y verificarla. Lo cual no impide a la verdad ser un fenómeno aún más misterioso, más secreto y, tal vez, reservado a la escritura, a la poesía. A la voz de los personajes cuando hablan como un oráculo desde su verdadera realidad


14 de junio de 2015 • Número 1058 • Jornada Semanal

Voltaire y el humor de Zadig Ricardo Guzmán Wolffer

LA ESPADA FILOSA CONTRA LOS RIDÍCULOS Y VORACES GOBERNANTES

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e identifica a François Marie Arouet (París, 16941778), más conocido como Voltaire, como uno de los representantes de la Ilustración francesa: la razón y la ciencia como formas de encumbrar al ser humano. Entre sus muchos textos, destaca Zadig o el destino, hermanado con los humorísticos Candido y El ingenuo. Con la táctica de situar a los personajes en otro país y tiempo, el Zadig de Voltaire recorre las ciudades de Babilonia en busca de la felicidad, llevando su buena intención por delante, lo cual no le impide caer en situaciones divertidas ni burlarse de personajes y costumbres de su época. Cuando en Francia la moda decantaba hacia lo oriental, Voltaire presentó unas ciudades gobernadas por déspotas pletóricos de estulticia voluntaria e involuntaria, más preocupados por tener mujeres a su alrededor que por “gobernar”; rodeados de “administradores” incapaces de recabar impuestos sin dejar de robarse la mitad o más; con sacerdotes ladinos y rencorosos, a tal grado, que podrían causar la muerte de quien, simplemente, les cayera mal o supusieran que, por contrapo­ sición, los evidenciara como seres rapaces. Todo ello en medio de una corte (no Suprema) oriental llena de cortesanos serviles, aduladores y ciertos de hacer lo que sea con tal de no dejar de vivir a costa de esos gobernantes obsesionados, unos, en tener más dinero y, otros, en hacer la guerra a sus vecinos. Quien leyera tal descripción, puntualmente ubicada en una Babilonia y zonas aledañas, pronto entenderá que se trata del París del siglo xviii en que Voltaire se movía, pero no por ello pierde actualidad: sin mayor dificultad suena a las clases política y religiosa que vemos desde hace décadas en muchos países, especialmente ésos donde los gobernantes se caracterizan por sus nulas luces y su obsesión por no soltar el poder; o donde los religiosos insisten en vivir con lujos desmesurados o querer participar en la vida política como si fueran laicos activistas, sin el poder derivado de ser líderes espirituales. La intención satírica del autor funciona doblemente, pues las aventuras de Zadig aún divierten, además de que siguen reflejando la calidad moral de los gobernantes. No se trata de un retrato psicológico: simplemente muestra sus acciones y pronto volteamos a ver a varios políticos contemporáneos. Voltaire presenta, además, una peculiar visión de ese destino en el que imbuye a Zadig. Quizá a largo plazo pueda haber una equidad y justicia en cuanto a recibir lo que los méritos debían obtener, pero el trayecto es muy largo y Zadig apenas recibe la bondad que él ofrece y los gobernantes y sacerdotes tienden a incumplir sus promesas o a señalarlo y castigarlo gratuitamente, las más de las veces por envidia, pero principalmente por evidenciarlos como seres ruines, por el mero hecho de actuar Zadig en forma debida. Las premisas políticas o éticas de Voltaire serán o no convincentes y puede que varias referencias pierdan empuje humorístico al ir dirigidos a personas de aquella época, pero la eficacia de su pluma le sobrevive sobradamente. Viajó tanto el autor, que muchos gobernantes no parisinos sin duda también se sintieron señalados.

Para dar coherencia a Zadig, el narrador Voltaire incluye citas del “libro de Zoroastro” como si lo conociera por completo. Es fácil presumir que la mayoría eran invento del propio autor para sostener sus afirmaciones, como: “el amor propio es un globo inflado de viento, del cual salen tempestades en cuanto se le pincha”, “cuando tú comas, da de comer a los perros aunque te muerdan”, entre muchas. También muestra cómo, para los “gobernantes”, quienes sostuvieran afirmaciones científicas y teológicas que los contrariaran se volvían enemigos del Estado. Apenas iniciar el primer capítulo de Zadig, advertimos que la espada filosa de Voltaire no sólo va contra los ridículos y voraces gobernantes, sino contra las mujeres interesadas y los ciudadanos de moral endeble: cuando la mujer con la que se casaría Zadig es informada de que éste perderá un ojo por una herida causada al rescatar a la amada, ella decide casarse con su raptor tras declarar públicamente su aversión insuperable por los tuertos. Venturosamente Zadig no queda tuerto, sólo desilusionado. Luego se casa con una burguesa. Tras la luna de miel, advierte cierta liviandad en ella y una admiración por los jóvenes de mejor apariencia; además, muestra una maledicencia fácil hacia las demás mujeres. Fingiendo su muerte, Zadig le comprueba cómo es exactamente igual que las demás mujeres tan criticadas por ella. Para evitar a su insoportable esposa, Zadig se va al campo a estudiar la naturaleza. Al resolver un enigma donde se habían perdido unos animales, es condenado por unos policías y unos jueces que ni siquiera le permiten defenderse; cuando los animales son encontrados, le obligan a pagar una multa por haber mentido, al ser la única explicación que esos jueces pueden dar a las respuestas certeras de Zadig. Después del pago, le dejan defenderse. Al convencer a todos de que había resuelto el misterio por lógica deductiva y gracias a sus observaciones, el rey ordena que le devuelvan lo pagado. Pero la justicia tiene sus detalles y los procuradores tienen el tino de retenerle a Zadig el noventa y nueve por ciento de lo devuelto por “gastos de justicia” y los criados de éstos le reclaman honorarios: mal negocio caer en un tribunal, pues ni demostrando la inocencia escapa de las garras de los abusivos. Lo mismo sucede con los sacerdotes: en manos de la amada de Zadig, Voltaire evidencia cómo de castos no tienen nada y que basta un poco de entrada para lograr convencerlos de recibir cohecho. Zadig sufre abusos y derrotas a pesar de su insistencia en ser sabio y bondadoso. En la última página del texto, Zadig logra esposa, reino y poder para hacer justos a los ladrones y ponerse en manos del cielo. Pero ello no impide al juicioso pescador no aceptar de regreso a la mujer liviana que había huido: esconde la broma bajo un final “feliz” Un clásico vigente

François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, en un grabado de época

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n o m ra

d r a l e v z e p lo

DOCUMENTOS RESCATADOS POR EL INVESTIGADOR Y POETA JALISC

Marco Antonio Campos

M

a Luis Alberto Navarro, por sus muchos rescates

Sr. Lic. Ramón López Velarde. México. D.F.

de poesía y literatura jaliscienses

i excelente amigo, el poeta e investigador tapatío Luis Alberto Navarro, me hizo llegar hace cosa de dos años y medio la copia de una carta de Ramón López Velarde a su abuelo, el escritor, pintor y político jalisciense José Guadalupe Zuno. Se me traspapeló desde entonces y hasta ahora. Fechada el 22 de enero de 1919, se publicó modestamente en 1954 en el boletín bimensual Alcance, de los meses octubre y noviembre, es decir hace sesenta y un años. El boletín dependía del Patronato del Museo Ramón López Velarde jerezano, auspiciado por el gobierno de Zacatecas. En la carta se habla de otra enviada a (Juan) Ixca Farías (y Álvarez del Castillo), director del Museo del estado, ahora Museo Regional. Le pedí a Navarro hurgar en los archivos del museo y encontró tanto la enviada por López Velarde como las dos que le mandó Ixca Farías; asimismo el artículo de j . g . Zuno, donde habla sobre la inauguración del recinto. Todo el mérito del rescate de las cuatro cartas es de él. Por increíble que parezca, las breves misivas se le escaparon a José Luis Martínez en las minuciosas ediciones de las obras completas del poeta jerezano de 1971 y 1988. Alguna vez tendrán un lugar en esas páginas. Reproducimos aquí las cartas inéditas entre Ixca Farías y López Velarde y la carta, prácticamente desconocida, a Zuno, y trataremos, en la medida de la posible, de darles un contexto. Tienen un valor especial, ante todo por las ne­ gociaciones de López Velarde en lo que concierne a la tentativa de venta de algunos cuadros del admirable pintor aguascalentense Saturnino Herrán. Respetaré la sintaxis, puntuación y errores de dedo de los corresponsales. La primera carta de Ixca Farías a López Velarde es del 26 de diciembre de 1918. Se observa que ya tenía conocimiento de la inquietud de López Velarde por vender los cuadros del amigo recién muerto. Por la posdata colegimos que la información le habría llegado por Zuno.

Estimado señor y amigo: –Me permito manifestar a Ud. que con fecha 10 del pasado [noviembre], fue inaugurado el Museo del Edo. En esta ciudad, y deseando enriquecerlo con obras de arte y de historia, me permito pedir al Sr. Lic. Aguirre Berlanga algunos de los cuadros de Saturnino Herrán y si es posible de algunos otros artistas mexicanos. Además, deseo formar una galería a rareducación (sic) de nuestro medio artístico, y conociendo las dotes intelectuales de Ud., me permito suplicarle que de acurdo (sic) con el Sr. Berlanga si a bién (sic) lo tiene, seleccionar algún contingente de esta clase que mucho he de agradecérselo. Perdone la confianza. –Le repito su afmo. amigo y S.S. PD. Reciba Ud. saludos de j . g . Zuno. Dirección: Ixca Farías. Director del Museo.

López Velarde contesta a Farías el 15 de enero de 1919. En autógrafo tiene al calce su firma.

Sr. Ixca Farías. Guadalajara, Jal. Estimado señor y amigo: –Con algún retraso, tuve el gusto de recibir la suya del 26, en la que manifiesta el deseo de adquirir para el Museo del Estado algunos cuadros de Saturnino Herrán y contingente de otros artistas. En debida contestación, me permito indicarle que los cuadros de Herrán tienen señalados precios muy altos, y que cuando tenga yo del Lic. Aguirre Berlanga una resolución general sobre este asunto, me será grato trasladarla a usted. Soy su afmo. servidor y amigo.

La carta está membretada con los nombres de él y de sus colegas abogados (j. Aguirre Berlanga y f. Martín del Campo) y el lugar es el de su despacho (Avenida Madero 1, es decir, donde se alza ahora la Torre Latinoamericana). Siete días después, el 22 de enero, al no recibir aún respuesta de Farías, envía la carta a José Guadalupe Zuno, sin duda para que haga buenos oficios con el museólogo. Como nadie desconoce, Zuno fue en los años veinte gobernador de Jalisco y padre de María Esther, esposa del expresidente Luis Echeverría. Sr. José Guadalupe Zuno. Guadalajara, Jal. Muy estimado amigo: Supuso usted muy bien al calcular que yo tomaría interés porque el Museo del estado adquiriera pinturas nacionales modernas, sobre to-


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e:

s e l e pa p s o t i d ine

CIENSE LUIS ALBERTO NAVARRO dudablemente servirán mucho para la educación artística en este lugar. Le ruego haga presentes mis respetos al Sr. Lic. Aguirre Berlanga y a su hermano Joaquín. Me repito su afectísimo y S.S.

do de Herrán, a quien nunca acabaremos de llorar como se merece. En mi carta a Ixca [Farías] le decía que los trabajos de Herrán son muy costosos, y el Licenciado [Manuel] Aguirre Berlanga me encarga decir a ustedes que a pesar de ello y de que el mismo Gobierno Federal no ha adquirido hasta hoy ninguna obra de Saturnino, él pondrá todo empeño en que aquel Museo se enriquezca con un buen con­ tingente de arte. Tan luego como tenga yo otra noticia, se la trasladaré. Deploro no haber recibido el dibujo que Ud. bondadosamente me ofreció el año pasado. No quite el dedo del renglón y aproveche un conducto menos distraído. Aunque no a gritos, como [Manuel] Martínez Valadez, también yo le encargo saludar a todos y preguntar al Sr. [Juan] Labat si ha acrecentado ya su rebaño. Cuente con la adhesión de su amigo y servidor. Fechada el 24 de enero, Farías contesta de una manera cortés pero contundente a López Velarde: Sr Lic. Dn. Ramón López Velarde. México. (D.F.). Estimado señor y amigo: Tento (sic) el gusto de referirme a su atenta fecha quince del corriente, por la cual veo que los cuadros de Herrán están valorizados muy alto y por consiguiente difícil de obtener alguno este Museo. Sin embargo, le ruego no olvidar que cuando se presente alguna oportunidad para adquirir los cuadros de Herrán o de algún otro artista renombrado que in­

El escritor jalisciense Luis García Carrillo, íntimo amigo de Zuno, miembro del Centro Bohemio y compañero de tertulia de él en la década de los diez en Guadalajara y Ciudad de México, en el prólogo a un libro del escritor, pintor y político jalisciense (José María Estrada. Padre de la Independencia de la Pintura Mexicana, 2ª. Edición, Guadalajara, 1971), cuenta que, en las postrimerías del gobierno de Venustiano Carranza, huyendo del general Manuel [M.] Diéguez, Zuno salió de Guadalajara y se refugió en la capital. En México tenía tertulia en la Fama Chiquita, al lado de la Fama Italiana, en la calle del Factor (Donceles). García Carrillo recuerda que, camino al Palacio de Cobián, es decir, la secretaría de Gobernación, donde López Velarde trabajaba entonces como secretario par­ ticular del ministro Manuel Aguirre Berlanga, recalaba en el sitio. “No recuerdo que tomara asiento en nuestra mesa, más bien lo sigo imaginando de pie tan alto como era, elegantemente vestido, a veces de jacquet y con sombrero negro ‘ligeramente mosquetero’, como escribió Rafael López. Era parco en el saludo y su voz tenía un suave –y a mí me lo pareció– tímido acento provinciano”. Cuando el joven zacatecano se aparecía por el local, Zuno le preguntaba: “¿Qué tal el tal por cual de tu jefe?” López Velarde le pedía con comedimiento que no hablara así del ministro. Según García Carrillo, Zuno y López Velarde eran “amigos entrañables” desde años atrás. ¿Una amistad entrañable? No creo, tal vez una muy buena pero lejana relación. Se percibe en la carta que López Velarde envía a Zuno, aun si le escribe de Usted, un tono de confianza, y más, se permite al final incluso un par de ironías sobre conocidos de ambos: el poeta y político Manuel Martínez Valadés y el periodista y cronista teatral Juan Labat. Por demás, Zuno e Ixca Farías no aparecen mencionados en ninguna página ni en el índice de las obras completas de López Velarde preparadas por el también jalisciense José Luis Martínez. sigue

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El 10 de noviembre de 1918 se inaugura en Guadala­ jara el Museo del Estado. j . g . Zuno ya está de vuelta en Guadalajara porque asistió a la inauguración y escribió la crónica del acto que apareció al siguiente día en El Informador. Hay inclusive una foto de la inauguración, donde están retratados, entre otros, el gobernador Manuel m . Diéguez, Ixca Farías, Jesús Reyes Ferreira y j . g . Zuno –lo que quizá sugiera o evidencia que, si acaso hubo una persecución por parte de Diéguez a Zuno, no existía más o no fue en ese tiempo. El Museo lo dirigió Farías desde su apertura en aquel año hasta su muerte en 1948. Si Zuno comentó con Farías sobre los cuadros de Saturnino Herrán, debió haber conversado antes con López Velarde en Ciudad de México sobre la probable compra de los cuadros luego de la muerte de Herrán el 8 de octubre y antes de la inauguración del museo en noviembre de aquel 1918. Zuno debió haber hablado del Museo y López Velarde sobre la posibilidad de la venta de los cuadros de Herrán y de un “contingente” mexicano, con apoyo

Las muertes de Saturnino Herrán, la de su propio padre y la de Fuensanta fueron

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las que más afectaron a Ramón López Velarde en su fugaz paso por la Tierra.

sustantivo en moneda de Manuel Aguirre Berlanga. Eso debió haberle repetido Zuno a Farías. ¿Zuno fue alguna vez a la casa de Herrán a ver los cuadros? Lo ignoramos. ¿Los vio Ixca Farías? Me parece del todo improbable. El 8 de octubre de 1918, como dije, Saturnino Herrán murió en Ciudad de México, en su casa de la calle de Mesones. Tenía treinta y un años. López Velarde lo consi­ deraba su mejor amigo. Con la de su padre en 1908 y la de Josefa de los Ríos (Fuensanta) en 1917, fueron sin duda las muertes que más lo afectaron en su fugaz paso por la Tierra. Cuánto sería el afecto que le tendría a Herrán que le dedicó el conmovedor poema “El minuto cobarde” y escribió sobre él tres inolvidables textos, publicados póstu­ mamente el año de 1923 en El minutero: “Las santas mujeres”, divertido y a la vez trágico; “El cofrade de San Miguel”, en el que interpreta a su manera el cuadro del mismo nombre, y “Oración fúnebre”, retrato entrañable del amigo. Pero ¿qué hay detrás de la solicitud de López Velarde a Ixca Farías? Según deduzco: primero, lo hacía para apoyar a la familia de Herrán, es decir, a la viuda (Rosario) y al pequeño hijo, que estaban en la pobreza; segundo, pese a que Herrán era aún muy poco conocido y había muerto relativamente joven, al destacar López Velarde lo costoso de los cuadros, estaba seguro de su indiscutible valía y, por ende, que a causa de eso podía proporcionarles más dinero a la viuda y al hijo; tercero, buscaba que los cuadros llegaran a un museo de toda ley y no acabaran malbaratándose con particulares, y para eso aun creía contar con el apoyo económico del ministro de Gobernación, porque es sabido que Herrán prefería guardarlos a mal venderlos a cualquier hijo de vecino que no los apreciara. ¿Por qué no aceptó Farías y por qué no sirvió la mediación de Zuno (si la hubo luego de la última carta)? Es difícil responderlo, pero tal vez no le gustó ni lo dicho ni el tono de la carta del 15 de enero de López Velarde, en especial en estas líneas, ligeramente arrogantes, donde se entrevé que no hay certeza de que el ministro de gobernación apoyaría la compra: “En debida contestación, me permito indicarle que los cuadros de Herrán tienen señalados precios muy altos, y que cuando tenga yo del Lic. Aguirre Berlanga una resolución general sobre este asunto, me será grato trasladarla a usted.” Es muy probable que Farías no considerara para su compra cuadros de un artista recién fallecido, todavía sin prestigio en el mercado, el cual se valorizaba “muy alto”, ni que creyera, como se lee entre líneas, que Aguirre Berlanga los fuera a pagar, y educada pero drásticamente cortó por lo sano y dejó todo para una mejor ocasión que nunca llegó. La carta de López Velarde a Zuno, enviada dos días antes de la negativa de Ixca Farías, debió de llegar días más tarde, y no influyó para que Zuno convenciera después al amigo museólogo, si acaso lo intentó. Todo hace parecer que López Velarde, luego de la respuesta de Farías, no volvió a insistir. Por lo demás, el Museo Regional, como Zuno refiere en su artículo, contaba aún con escaso acervo pictórico y, como dice Ixca Farías en su carta, su presupuesto era reducido. En 2010 por tres meses se exhibieron en Guadalajara 107 obras de Herrán, al que podríamos llamar como llamaban a Andrea del Sarto, “el pintor sin errores”, ante todo por un buen número de admirables piezas de caballete. Las piezas para la exposición provenían de diversos museos, como el de Aguascalientes (de manera significativa), de la Pinacoteca del Ateneo Fuente de Saltillo, del ipn y de la colección Blaisten de la unam . No hubo ni hay (lo comprobó Luis Alberto Navarro) ninguna pintura de Saturnino Herrán en las colecciones permanentes del hoy Museo Regional. La solicitud de López Velarde cayó en el vacío entonces y después. Una lástima. Los jaliscienses fueron los únicos que perdieron

Saturnino Herrán, Los ciegos, 1914


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J.G. Zuno

Inauguración del Museo del Estado Consideraciones* EL AHORA LLAMADO MUSEO REGIONAL ES LA INSTALACIÓN MÁS IMPORTANTE DE SU TIPO EN EL ÁMBITO JALISCIENSE

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or qué en Guadalajara no había podido establecerse hasta ahora un Museo, si como sabemos, los es­ tados de Querétaro, Puebla, Yucatán, Coahuila, Michoacán, cuentan en sus metrópolis con Museos de Arte o de Historia, estando en condiciones menos favo­ rables en todos conceptos, que el estado de Jalisco? En Guadalajara existen desde hace mucho tiempo, escuelas de primer orden, elementales, superiores, in­ dustriales y profesionales; a ellas vienen jóvenes de los estados vecinos; las escuelas normales dan un contingente docente numeroso que va a prestar sus servicios a muchos lugares de la República. Los artistas jaliscienses, pintores, músicos, etc., aparte de que forman mayoría en los centros de la Metrópoli, han sido siempre los de mayores cualidades y sobresalen, proporcionalmente, de los otros artistas nacionales. Los movimientos modernos, en cuestiones de pintura, movimientos esencialmente revolucionarios, tan avanzados como los europeos, se deben a hombres de nuestro estado: Dr. Atl, Roberto Montenegro, Jorge Enciso, Francisco de la Torre, José Clemente Orozco, etcétera. No es pues por deficiencias del medio ambiente por lo que no se había logrado establecer un Museo. Debemos buscar otras causas, y nos bastará con hacer algunos recuerdos para ilustrarnos. Los templos y conventos del Estado, verdaderos museos aislados, dieron un contingente de primer orden para las galerías de San Carlos, en México, para el Museo de Historia Nacional, y aún quedaron en la ciudad muchas obras de arte, algunas de las cuales han podido salvarse. Hasta la época de la guerra de Reforma, los pintores tenían suficiente trabajo con los encargados de las órdenes religiosas, y a decorar iglesias y conventos se dedicaron. En esa época, aunque no de carácter público, sí contaba Guadalajara con muchas colecciones de obras de arte, que, como antes dijimos, estaban repartidas, formando verdaderos pequeños museos en los monasterios. Cuando el Gobierno Liberal recogió los bienes del clero, muchos Estados se aprovecharon del momento y formaron bibliotecas y museos con los despojos de las inter­ venciones. Nosotros, en Guadalajara, sólo conservamos la Biblioteca Pública, que tiene ese origen. La decadencia de la pintura nacional empieza con la instauración del Gobierno Liberal, porque siendo las ór-

denes religiosas las sostenedoras de este arte que fue siempre su gran auxiliar en el culto católico, con su ruina debía venir emparejada la de la pintura. Por esta razón, y porque es muy difícil que nuestra ciudad sostenga un grupo de pintores dedicados sólo a ese arte, todos o casi todos nuestros pintores iban a la Capital, muchos a países extranjeros, y nuestro medio artístico se fue debilitando, sobre todo después de que las obras del teatro Degollado terminaron, pues en ellas se dio empleo a buenos pintores; pero pueden marcarse como las últimas obras públicas en que la pintura haya tenido qué ver. La iniciativa privada intentó muchas veces la formación de un Museo: José Vizcarra y algunos otros entusiastas, allá por 1900, lo pretendieron; pero los rigores de la disciplina oficial, el encadenamiento de los trámites rutinarios de las oficinas, el ir y venir por las antesalas, mal cuadra con el carácter independiente y levantisco de los artistas, que pronto encuentran en dichas circunstancias un obstáculo de orden moral infranqueable, que los obliga a retirarse y a dejar el campo. El establecimiento del actual Museo se debe indirectamente a la revolución. El estado anormal del país, al esta­ llar el movimiento y durante su largo proceso, no concluido aún, hizo que los elementos que antes emigraban, todos jóvenes, de entusiasmos vigorosos y de gran decisión, permanecieran en la ciudad y no fueran a enriquecer el medio cortesano de la metrópoli. Además, una corriente de comunicación franca entre dichos elementos con los otros estados, algunos de los

cuales nos visitaron temporalmente por haberse adherido militarmente a la revolución, en el elemento idealista, han contribuido a formar una educación libre y fuerte, sin carácter oficial, desinteresada y de amplios criterios artísticos. Es entonces cuando la necesidad de un centro donde estuvieran representadas las frases históricas del arte se dejó sentir más fuertemente, y, en nombre del Centro Bohemio, nos fue encargada una representación ante el Ministerio de Instrucción Pública, entonces a cargo del Ing. Palavicini, al establecerse en México el Gobierno Revolucionario. Nuestras pretensiones fueron escuchadas favorablemente y nos vimos apoyados en ellas por algunos coterráneos de valer político. Pero los acontecimientos interrumpieron los trabajos, y la idea quedó sin realizarse de nuevo. Algunos compañeros cuya fe y constancia los hizo no perder oportunidades para lograr el establecimiento del Museo, entre los cuales debe mencionarse como principal a Ixca, encargado actual del establecimiento, siguieron tenaces en su propósito, y por fin han visto coronados por el éxito sus esfuerzos. Una circunstancia providencial vino a concluir satisfactoriamente el asunto: el señor ingeniero don Manuel López Linares, hermano del Secretario de Gobierno, tomó a su cargo la comisión de tramitar en la Capital la entrega de las donaciones hechas por la Universidad Nacional. El ingeniero López Linares dedicó todo su entusiasmo en el cumplimiento de su cometido, y a él es a quien se debe el traslado de las donaciones de que hablamos, que forman la mayor parte de las existencias del Museo. Ixca, nombrado desde hace algunos años Inspector de Monumentos Artísticos del Estado, ha reconcentrado cuanto había digno de figurar en el establecimiento, agregando muchas obras de su propiedad particular, y no omitiendo ningún detalle para obtener el mejor resultado. Han quedado terminadas ya dos salas, una de las cuales se tituló “Miguel Ángel”, y a la otra sala “Valdés Castro”. Ojalá que, como acontece en todos los países civilizados, los particulares se interesen directamente por el mejoramiento del Museo, y hagan donaciones con las que harán de él un centro ideal de educación

Saturnino Herrán, La criolla del mantón (fragmento)

*11 de noviembre de 1918

en nuestro próximo número:

Las etéreas fronteras de la identidad

La Jornada Semanal

Fabrizio Andreella

@JornadaSemanal

Nuevos poetas argentinos

jsemanal@jornada.com.mx


ARTE Y PENSAMIENTO ........ Naief Yehya

Agustín Ramos

STO YA SE PUSO cabrón –avienta las tarjetas ejecutivas hasta arriba del cerro de máximas prioridades y encara a sus segundos de a bordo: les habla a ellas pero los mira a ellos–. Y necesitamos resolverlo. –¿O sea…, cómo? –dice una de ellas. –O sea como que no haya duda de lo que debe quedar claro adentro y afuera. –Eructa el mismo camote que tragó en la oficina presidencial, cuando rechinando las muelas aquél dijo:“Esto ya se puso cabrón.” Porque eso dijo aquél, y nada más que eso, ante su plana mayor, pero sólo mirando a éste, obligándolo a decir, a traducir, a asumir toda la responsabilidad.

–Señor –dijo éste–, descargamos de de incineraron los cuerpos para luego toda responsabilidad a los batallones de aventar las cenizas al río San Juan. infantería 27 y 41, a la octava región naval –Señor –dice la comunicadora social–, y a la base de la federal en Igua/ todo esto ocurrió, lamentablemente, sin –Eso, eso, porque esto ya se puso ca- que ninguna de las instancias federales brón –siguió repitiendo aquél mientras se enterara con la debida oportunidad éste murmuraba con su voz hueca y su para evitarlo… Pero tengo una pregunta. nariz en el pecho. /la… Y la cargamos a –“¿Sí?”, éste voltea por encima del hombro, las autoridades municipa/ pero aquél só- pinche creída, si no fuera por él ella jamás lo oía su propia cantaleta: habría pasado de Nuestra Belleza Jocotit–Eso, eso, porque esto ya se puso ca- lán, “¿sí?”: voltea para cerciorarse de que brón. –De manera que éste pudo concluir no trae falda debajo del suetersote y enla frase hasta que aquél tartamudeó/ les, cuentra el reflejo del ventanal en sus lenpara no configurar el delito de desapa- tes de parabrisas–, ¿qué hay de las versiorición forzada, así que el incidente se nes del cura, de la gente del hospital y de restringe al ámbito local y nosotros sólo los peritos extranjeros?, ¿qué hay de las aparecemos como garantes del orden a grabaciones del c 4 y de lo declarado por nivel fede/ los sobrevivientes? –Y si lo sabe –aquél, también con la ca–Esas son muchas preguntas –dice éste. misa desabotonada, volvió a encimar sus Uno sólo sonríe para quedar bien con rechinidos–, ¿por qué no lo ha hecho? –ra- todos, con éste por ser el jefe y con ellas les…En eso estamos, señor, concluyó éste. porque se las anda cogiendo. El otro, el –Confiamos en usted, abso-lutamente arrastra lápices, sí se carcajea. La otra, la –dijo aquél. encargada de control y operatividad, no –Muchísimas gracias, señor… –respon- hace ni una mueca, intenta distraer al jefe dió éste, ¿qué le quedaba, si aquél lo tenía ostentando distracción, haciendo como de rodillas soplando la corneta? si nada existiera y sus pupilas reflejaran el Ahora le toca a éste mandar a su plana vacío que asciende desde la avenida conmayor: dos hombres flanqueados por dos viritiéndose en edificios. mujeres que no se pueden ver, y no no–Pero a mí –dice éste, dirigiéndose primás porque estén en los extremos, una mero a ellas–, a mí, se me hacen pocas trae un suéter más largo que la falda, preguntas para todo este desmadre… –y ¿traerá falda?, otra no trae nada debajo al final dirigiéndose nada más a uno. del traje a pesar del clima de refri en este –Señor –dice uno–, estamos desmonoctavo piso. tando cualquier involucramiento federal –Recapitulando –¿cuál de estos cua- y apartando de los reflectores los chivatro habrá sido capaz de filtrar informa- tazos del señor de las ligas y del cura. En ción a los argentinos y a los de la unam ?–, eso estamos… a los 46 los ejecutó gente de los Guerreros –Pues si en eso están –cuando éste reUnidos por una confusión originada en pite lo dicho por aquél, las palabras salen los apodos y por una orden mal entendi- solas–, ¿por qué carajos…? da que la autoridad municipal giró a su Uno baja la mirada, recibe un “confiapolicía. –No cree que hayan sido éstas…, mos en usted, abso-lutamente” y contesy no dice viejas pendejas porque para él ta con dos soplos de corneta, “muchísimujer y pendeja son sinónimos–. A tres mas gracias, señor ”, que éste ignora los mataron ahí mismo, a uno con espe- porque las está mirando a ellas, a una, a cial saña quizá porque era el líder. –Pero otra, como si estuvieran jugando tenis, sospecha mucho menos de éstos, porque como cuando sí se podían ver y lo complales falta lo que él cree tener de más–. Y a cían en todo, sin chistar y hasta con gusto, los otros 43 en el basurero de Cocula, don- pinches tortilleras •

El asesinato de Osama bin Laden, la versión oficial y la de Seymour Hersh (ii y última)

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N MAYO DE 2011 Obama se preparaba para la reelección y un golpe mediático le daría un empujón en las encuestas. El 2 de mayo, a las 23:35, hora de Washington, Barack Obama anunció que Bin Laden había sido asesinado.

La ejecución La versión oficial dice que una vez descubierta la guarida de Bin Laden, Estados Unidos decidió lanzar una operación sin informar a las autoridades de Pakistán. El escuadrón de Navy Seals, que había entrenando durante meses en una réplica de la casa-búnker de Abbottabad, llegó al edificio esquivando radares (en lo que algunos marines creían que era una misión suicida). Una vez ahí, uno de los helicópteros se accidentó y fue necesario destruirlo. Los infantes de marina tuvieron que combatir a los guardias y familiares de Bin Laden y, cuando finalmente llegaron a la habitación del terrorista, éste trató de ocultarse tras una de sus esposas mientras intentaba alcanzar su ak -47. Los seals no tuvieron otra alternativa que matarlo. Recogieron apuradamente en bolsas de basura documentos, discos duros y todo cuanto pudieron antes de huir en un solo helicóptero (una vez más con tal destreza hollywoodense que las defensas aéreas paquistaníes no pudieron detectarlos). En su artículo “The Killing of Osama bin Laden”, Seymour Hersh escribe que después de comprar la información del paradero de Bin Laden y comprobar su identidad con una muestra de adn , el gobierno de Obama determinó que eliminarían a Bin Laden con pleno conocimiento del gobierno paquistaní (en particular de los principales líderes militares del país: los generales Ashfaq Parvez Kayani, jefe del ejército, y Ahmed Shuja Pasha, director general de la agencia de espionaje, isi ) y ofrecerían la versión de que había sido víctima de un ataque con drones en el Hindú Kush. Sin embargo, el accidente de uno de los helicópteros y el hecho de que tendrían que destruirlo y dejarlo ahí los obligó a crear una nueva versión de los hechos. Los infantes de marina nunca trataron de capturar a Bin Laden, sino que las órdenes desde el principio eran de eliminarlo, por eso le dispararon a la cara (una de las pocas cosas en las que están de acuerdo los dos seals que han escrito libros testimoniales de este operativo), pues lo que menos querían era que pudiera algún día dar su versión de los hechos. No hubo batallas para acceder al edificio, tampoco llevaban a un experto en espionaje para seleccionar documentos y materiales, por lo que no pudo haber un verdadero trabajo de inteligencia.

El entierro El gobierno estadunidense dice que

una vez comprobada la identidad de Bin Laden, su cuerpo fue respetuosamente preparado para un funeral en el mar, desde el Portaaviones Carl Vinson. Todos los documentos relacionados con esta operación fueron clasificados. Los informantes de Hersh dicen que el cuerpo de Bin Laden quedó despedazado. Metieron lo que pudieron en una bolsa y la tiraron en las montañas. Si bien los documentos fueron clasificados, la bitácora del Carl Vinson no lo fue y en ella no se registra nada acerca de un funeral en esa fecha. Tampoco hay registro alguno de la presencia de un clérigo musulmán a bordo que hubiera llevado a cabo una ceremonia “respetuosa”.

La biblioteca de Bin Laden Una semana después de que apareció el artículo de Seymour Hersh, la Office of the Director of National Intelligence estadunidense hizo públicos 409 documentos extraídos de la guarida de Bin Laden, de los cuales sólo 103 habían sido considerados clasificados (la odni aseguró que esto no tenía nada que ver con el artículo de Hersh). Ahí había cartas (en una, oportunamente Bin Laden se opone a la creación de un Estado islámico) y solicitudes para ingresar a Al Qaeda. Los medios enfatizaron que la mitad de los libros de la biblioteca de Bin Laden eran teorías conspiratorias. Entre los treinta y seis textos encontrados hay libros, manuales e impresos, y si bien hay un libro sobre los Iluminati y dos de David Ray Griffin, es un disparate considerar conspiratorios libros críticos de la política estadunidense de Noam Chomsky, Bob Woodward, William Blum y John Perkins, entre otros. Curiosamente se incluye una guía breve para entender el islam (¿sería para él?) y, en cambio, no volvieron a mencionar la pornografía que supuestamente encontraron antes. La selección de libros no parece querer demostrar que Bin Laden era un maniático de las conspiraciones, sino más bien un intento por desprestigiar a ciertos autores controvertidos. De cualquier manera, difícilmente podremos saber si esta era verdaderamente la biblioteca de Bin Laden o el producto de una mal inspirada curaduría de la cia •

JORNADA VIRTUAL

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naief.yehya@gmail.com

TOMAR LA PALABRA

Hacer decir

14 de junio de 2015 • Número 1058 • Jornada Semanal

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Jornada Semanal • Número 1058 • 14 de junio de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO Alonso Arreola

germaine@casalamm.com.mx

@LabAlonso

Bienal de la Habana (i de ii)

Fondear… después de votar

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IN TENER LAS PRETENSIONES de las grandes bienales, como la de Venecia o la de São Paulo, la Bienal de la Habana posee una personalidad propia y un carácter inigualable. He tenido la oportunidad de estar presente en ediciones pasadas y me he podido percatar de la calidad que siempre se ha conseguido, aun en los tiempos de mayores dificultades económicas. Esta duodécima edición no tiene parangón: Cuba es un gran ejemplo de cómo las carencias activan exponencialmente la creatividad. El pueblo cubano no se ha detenido un solo instante ante las adversidades, y eso queda a

Sergio Hernández, detalle de fragmento, serie: Los ardientes

la vista en la manera como sortean su día a día, y qué decir del desempeño de sus artistas y gestores culturales. Con la salvedad de algunas faltas de organización en cuanto a horarios y cambios de última hora, esta Bienal merece todo nuestro reconocimiento y fuertes aplausos. Al recorrer la Bienal de la Habana dispersa por sus diversas zonas por demás contrastantes –de la deslumbrante Habana Vieja a los barrios marginales de Romerillo y Casablanca– el transeúnte no deja de asombrarse con la presencia de proyectos urbanos –esculturas, instalaciones, performances, intervenciones– concebidos site specific para las calles, plazas, parques, edificios derruidos, como también en sus magníficos museos, galerías y espacios acondicionados para las exhibiciones más formales. Se palpa el arte por todos lados y al alcance de un público local que participa con gran entusiasmo y se mezcla con los visitantes de muy diversas latitudes que no se dan abasto con tantos eventos que se llevan a cabo cada día en diferentes puntos de la ciudad. Los sucesos del pasado 17 de diciembre y el anunciado reinicio de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos sin duda propiciaron la llegada de un número de extranjeros mucho mayor de lo esperado, por supuesto hordas de estadunidenses, entre ellos importantes coleccionistas, art dealers y directores de museos. Se percibió la calidez de una atmósfera festiva y una efusividad contagiosa en propios y extraños.

Participación de México Entre más de trescientos artistas provenientes de cuarenta países, seis fueron los mexicanos invitados por el equipo curatorial de la Bienal. Héctor Zamora (Ciudad de México,1974), quien actualmente reside en São Paulo, presentó una intervención sonora y lumínica en la Universidad de las Artes (isa); Carlos Amorales (Ciudad de México, 1970) organizó un Concierto para güiro en el cine Verdún; Sandra Calvo (Ciudad de México, 1977) realizó una intervención arquitectónica en la Casa de la Obrapía, un majestuoso palacete en el Casco Histórico; Gilberto Esparza (Aguascalientes, 1975) y Dr. Lakra (Ciudad de México, 1972) participan en una muestra colectiva del Centro Wifredo Lam.

La intervención en muros y los característicos afiches “tatuados” de Lakra en una sala del Centro causaron impacto por su fuerza expresiva que esconde un simbolismo perturbador. Este creador también estuvo presente en la exhibición colectiva Ruido salvaje, integrada por obras provenientes del Museo del Bronx y del Museo Orgánico Romerillo, muestras que serán reseñadas en la siguiente entrega. Los proyectos, coordinados por Demián Flores (Juchitán, Oax., 1971) y su equipo de La Curtiduría, titulados Gráfica móvil y Rótulos, se insertaron en el diálogo urbano que privilegió la Bienal, involucrando a la comunidad local y a la gente en la calle. El primero consistió en circular con un tórculo de grabado instalado en un carrito e invitar a la gente a realizar su propia pieza a partir de una de las trescientas placas que fueron comisionadas a artistas mexicanos de varias generaciones. Público de todas las edades, en especial los niños, quedaron cautivados con esta original acción que alcanzó las seis mil placas impresas. Para la segunda propuesta fueron invitados dos rotulistas oaxaqueños quienes ofrecieron sus servicios en establecimientos como la carnicería, el café, el mercado, entre otros, en un barrio popular donde plasmaron el imaginario de los propietarios. En el Museo de Bellas Artes se presentó el trabajo reciente del renombrado artista oaxaqueño Sergio Hernández (1957) en una magnífica exposición titulada Los ardientes, once pinturas de grandes dimensiones inspiradas en el Retablo de Isenheim, de Matthias Grünewald, y diez grabados de distintas épocas. Hernández fue galardonado con el Premio Internacional René Portocarrero, otorgado por la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (uneac) • (Continuará.)

ARTES VISUALES

Germaine Gómez Haro

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AN PASADO LAS ELECCIONES. Las calles se limpian de sonrisas falsas y vuelven a mostrar la basura honesta de su cotidianidad. Promesas y eslóganes de mentirosa estirpe se ven suplantados por lo que somos a pie, por lo que intentamos lejos de la corruptísima “clase política mexicana”. Esa hidra donde izquierdas, derechas y centros intercambian fantasías inalcanzables para quienes ven hundirse al peso, para quienes pasan vacaciones en casa rentada, para quienes tienen miedo en la calle solitaria, para quienes perpetúan sin quererlo un sistema educativo nefasto.

Han pasado las elecciones. Algunos creen que las cosas cambiarán gracias a victorias o derrotas personales. Otros piensan que fue mejor no votar. Hay quienes buscaron congruencia llegando a la urna para anular. Sea como fuere, cada vez es más claro que muchas transformaciones dependen de lo que esté en las manos propias y a corto plazo. Hablando de cultura, por ejemplo, nuestro gobierno cada vez apuesta menos. Y es que no hay argumento que valga para mirreyezuelos que crecieron yendo a Disneylandia, lejos de la obra de escritores, pintores, coreógrafos, dramaturgos, cineastas, escultores y compositores relevantes. Recortes en el presupuesto, extensión surrealista en los tiempos de pago, más y más controles de papel para “evi-

pensas cuyo valor varía dependiendo de la cantidad otorgada por el donante. La meta debe alcanzarse en un tiempo determinado que rara vez supera los cuatro meses. Si se consigue llegar al cien por ciento de la cantidad especificada –o si se supera–, el músico recibe el dinero menos las comisiones de la compañía –su ganancia– y de sus proveedores de servicios. Si no cumple con la meta, entonces el dinero se devuelve a quienes lo aportaron. Allí el truco. Muchos han usado préstamos y nombres falsos para cumplir con una campaña “exitosa” y quedarse con lo que sea que se haya recaudado, sin que nadie se entere del fracaso. Las fondeadoras lo permiten pues de lo contrario no tendrían ganancias ni reputación que presumir.

tar” lo que ontológicamente generan sus propios procesos: decadencia. Todo es fruto de años menospreciando el funcionamiento de varias instituciones. Así las cosas, mientras vemos si las elecciones contribuyen a un cambio positivo –inevitablemente lento–, hay acciones que nos permiten impulsar a quienes merecen apoyos pero viven al margen del microscopio gubernamental. Algunas se pueden ejercer a través del crowdfunding o fondeo colectivo, una práctica cada vez más extendida, ya parte de la democracia global. Reuniendo a artistas, activistas y empresarios con el dinero de gente común a través de la tecnología en internet, las fondeadoras le permiten a usted, lectora, lector, apoyar muy diversas ideas, obras, actividades y productos que se desarrollan a la sombra de gobiernos, monopolios o capitales convencionales. Muchas con carácter social, las hay que se prestan a nuevas formas de corrupción. ¿Cómo cuál? El uso de prestanombres para volver “exitosas” campañas de recaudación que en realidad no lo fueron. Nos explicaremos mejor. Estas compañías fondeadoras (todas son un negocio para quien las opera, y es justo que lo sea) ofrecen plataformas y tecnología para que un músico, verbigracia, pida un monto a la comunidad (amigos, fanáticos y desconocidos) dando a cambio recom-

De cualquier forma, no se puede generalizar. Algunas compañías han probado con creces su efectividad al impulsar proyectos valiosos como, por ejemplo, el de Mark Aanderud, excepcional pianista mexicano que ahora vive el proceso en uno de los sitios más populares: Fondeadora.com. Para apoyarlo visite la página y búsquelo. Él está por lanzar Animatic Theatre, un montaje minimalista en el que combina su piano con programaciones electrónicas y acústicas más audiovisuales. Se trata de un trabajo distinto a los que ha desarrollado en América y Europa al lado de gente como Tim Berne, The Mars Volta, Ximena Sariñana, Natalia Lafourcade y Mole. Otros sitios similares a Fondeadora. com (ligada a Arca/Televisa), dentro y fuera de México, son: Indiegogo.com; verkami.com; rekaudo.com; lanzanos. com y hagamoslavaca.mx. Los que nos parecen más interesantes en su metodología –con mayor perfil social o con mejores controles para la transparencia– son idea.me; goteo.org y playbusiness.mx. De magos a diseñadores de muebles pasando por maestros comunitarios, en ellos podrá enterarse de primera mano de muchos e interesantes proyectos en los cuales puede incidir –o volverse socio– para cambiar nuestra realidad lejos de la repugnante promesa electorera. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •

Arriba: Mark Aanderud Gráfica móvil. La Curtiduría

BEMOL SOSTENIDO

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

14 de junio de 2015 • Número 1058 • Jornada Semanal

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tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch

Tuberías narrativas

De la inconmensurable arrogancia de las televisoras

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N ESTOS DÍAS, MIENTRAS preparo una charla sobre la pertinencia de la narrativa y gracias a mis alumnos de Sogem, he estado leyendo dos libros de Vicente Leñero, cuya columna “Lo que sea de cada quién” en la Revista de la Universidad extraño mucho. Los libros que he estado leyendo ocupan distintos lugares dentro de la enorme obra de don Vicente como novelista, dramaturgo, narrador, periodista y todo aquello que fue en su prolífica trayectoria: estos libros son Asesinato y La gota de agua. Asesinato es ciertamente una de sus novelas principales, si bien ya es muy difícil de conseguir. Cuenta de manera objetiva, un poco al estilo de Truman Capote, un

crimen muy sonado a finales de los años setenta. No sé si los de mi generación y las anteriores recordarán aquellos titulares enormes de los periódicos que rezaban “Fue el nieto”. Se trataba del asesinato del político Gilberto Flores Muñoz y su esposa, la escritora Asunción Izquierdo, alias Ana Mairena. Asesinato nos deja ver toda la serie de descuidos, omisiones e ilegalidades en que se incurría (y bien sabemos que se incurre todavía) a la hora de armar un caso como aquel, en esos años en que Durazo era el jefe de la policía, ni más ni menos. También nos deja ver otra ciudad recorrida incansablemente por los actores del drama, otros pobres y otros ricos, los de entonces. El libro no es propiamente una novela: es un reordenamiento de documentos, historias, acciones, todos apegados estrictamente, se nos avisa, a lo que se asentó en actas o se dijo efectivamente. Es decir que Vicente Leñero no inventa, no hace ficción –de hecho, en la parte “novelada” del libro incluye versiones distintas de los actos, aclarando que éstas surgen de declaraciones sucesivas– y sin embargo, en el ordenamiento de los hechos, en la tensión que se mantiene todo el tiempo, en el hecho de poner el foco aquí o allá, alcanzamos a ver la mano maestra del narrador llamándonos la atención, conduciéndonos en el entreveramiento de imposturas y deformaciones de los hechos por parte de sus protagonistas, los policías, los abogados, los jueces, a algo que deja sospechar la verdad. Asesinato es una crónica periodística, sí, pero también una pieza narrativa de primer orden, llena de ecos: es una pieza literaria. ¿Es pertinente la narrativa aún? Desde luego. Y pienso también, como acotación, en el espléndido trabajo que Héctor de Mauleón, también periodista y narrador, realizó sobre el caso de Florence Cassez para la revista Nexos: una reconstrucción narrativa que revelaba las omisiones y deformaciones conducentes a que nunca supiéramos realmente la verdad. Al contrario de Asesinato, cuyo tema es complejo, toca de entrada al aparato político y está lleno, como dicen, de aristas, La gota de agua, reeditada hace poco por el Fondo de Cultura Económica, narra un episodio doméstico en apariencia pequeño en la vida del escritor: un mes de escasez de agua en la colonia

San Pedro de los Pinos, donde vivía la familia Leñero, en 1981. La operación literaria ejecutada en La gota de agua es similar a Asesinato: una revisión obsesiva, exhaustiva y ordenada de cada detalle, cada pequeño incidente. Uno va a la mitad del libro y de repente levanta la cara sorprendido de llevar horas y horas leyendo apasionadamente sobre la construcción de una cisterna, las dificultades con los tlapaleros, plomeros y adláteres, las circunstancias de la ciudad en aquella época (cuando San Pedro de los Pinos estaba “al final” de la urbe), los materiales adquiridos para resolver el problema, los jicarazos, las comidas sin agua y otros muchos detalles que suelen ser una pesadilla si se padecen, pero a nadie se le ocurre contarlos como novela. A Vicente Leñero –quien por cierto estudió la carrera de ingeniería con resultados medio desastrosos, que también relata en el libro– se le ocurrió hacerlo y con ello escribió un libro no sólo interesante de por sí, sino que su mirada entomológica se vuelve panorámica: ante nuestros ojos aparecen un México y una Ciudad de México muy distintos y complejos, lo cual sucede también, ya lo dije, en Asesinato. Quizá la narrativa y la plomería se relacionan de algún modo: hay tuberías ocultas, conexiones, historias que llegan y otras que se desechan, alta presión y caídas a chorro. Todo un mundo que recorre las paredes de los edificios y que sin él, no funcionarían. Se sostendrían en pie, tal vez, pero nadie podría habitarlos, como los lectores a los libros •

PASO A RETIRARME

Ana García Bergua

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I CÓMO NEGAR QUE Televisa primero y en un segundo lugar –bastante segundón– t v Azteca se sienten las dueñas de México. Pero, ¿lo son? Por lo pronto han hecho de la industria de las telecomunicaciones en este país un cochinero vulgar y prepotente. Sus contenidos, casi todos basura, parecen diseñados para dinamitar cualquier concepto de bien común ulterior o de preservación (ya no digamos estímulo) de la cultura general del mexicano. Sus programas son barriobajeros, pedestres, elementales y de calidad ínfima, prosaicos; sus locutores, lectores de noticias y conductoras de revistas y espacios informativos, muchos de ellos aparentemente analfabetas funcionales, son títeres al servicio

incondicional de los intereses econó- electorales cometidos por individuos micos o de poder político de los due- y partidos, en las narices mismas del ños y sus compinches políticos, casi Instituto Estatal Electoral, confirman siempre priístas, y lejos están de una lo que afirma mi querida Sanjuana genuina vocación de comunicar. Pare- Martínez en su texto del lunes 8 en la cen cortesanos de profesión: la televi- revista SinEmbargo: “Lo que demossión en México es priísta y en ello an- traron los partidos en estas elecciones tidemocrática, monolítica, sorda a es que son capaces de hacer todo tipo clamores que no sean de poder o de de cochinadas electorales con tal de dinero. mantener el poder. Y para ello no escaLas televisoras han llevado su so- timaron recursos. Algunos regalando berbia al extremo absurdo de conver- teles, vales de despensa, tarjetas; otros tirse en autoridad. Autoridad moral abultando el padrón electoral, mani–retorcida, amoral, convenenciera y pulado credenciales y marcando miles quizá en ocasiones hasta criminal (re- de boletas anticipadamente por su cuérdense los montajes policiaco- partido.”Y detrás de esa partidocracia, televisivos del sexenio nefasto de Feli- o quizá halando los hilos de sus mariope Calderón o la atmósfera de tugurio netas perversas, la televicracia. inquisitorial que rodea a Laura Bozzo Esa televicracia que por voz de sus y Rocío Sánchez Azuara)– para juzgar corifeos y empleaditos de corbata, paa actores de la vida pública (allí la cons- sando olímpicamente por alto casi tante de vituperios contra periodistas veinte víctimas de asesinato entre candesafectos al régimen o la disidencia didatos, colaboradores o militantes de radicalizada de algunos sectores so- partidos; robo de urnas o urnas “embaciales, como los miembros de la Coor- razadas”; rancias expresiones del goridinadora Nacional de Trabajadores de lismo electoral, como el mapacheo, el la Educación, algunos sindicatos o los “carrusel” y otras formas de acarreo, la familiares de los desaparecidos de compra explícita de votos a cambio de Ayotzinapa, a los que en buen peque- dinero, vales, tarjetas, televisiones, ñoburgués se los denomina despec- prebendas o diversas tretas para mativamente como “ayotzinapos”, ob- nosear el padrón electoral, se atreven viando la tragedia, el dolor y la cauda a descollar berreando elecciones limrepresiva de la imbecilidad guberna- pias, transparentes, confiables o pacímental de que han sido víctimas), y ficas. Y omiten mencionar, desde lueautoridad también de facto, al organi- go, que en casi dos terceras partes zar chanchullos y aprovechar descui- del padrón electoral ganó el abstendos, lagunas legales o descarada- cionismo. mente usar la complicidad de las Pero están preocupadas, aunque autoridades electorales, ese otro ros- aparenten otra cosa, las televisoras tan tro de la podredumbre, cuando han soberbias. Porque mucha gente ha delogrado imponernos como “represen- jado, poco a poco, de sintonizarlas y su tantes sociales” a esa recua de cabilde- valor de mercado ha decrecido. Y ésa, ros en permanente zalagarda que lla- en un país que ha mamado ciegamenmamos telebancada y que, en forma te cuanta porquería le pone la televide diputados y senadores (muchos sión enfrente, tiene que ser una buecomo la mismísima hija del dueño na noticia • de t v Azteca, Ninfa Salinas, ligados al vitando Partido Verde) prete n d e n a d e c u a r l a v i d a nacional, el destino y la voluntad de millones de mexicanos, a lo que dicte su patrón. Aunque su patrón sea un pinche enano voluble obsesionado con mantenerse en la silla a pesar de sí mismo. El ejemplo más reciente no tiene ni una semana: las elecciones. O debemos decir el cochinero electorero. Decenas de muertos desde semanas antes de los comicios anunciaban un clima viciado y hostil para el ejercicio democrático. Infinidad de delitos

CABEZALCUBO

Jorge Moch


Jornada Semanal • Número 1058 • 14 de junio de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO Luis Tovar

Juan Domingo Argüelles

Twitter: @luistovars

Una historia familiar

T

ODOS LOS MUERTOS SON buenos. ¡Buenísimos! No hay muerto malo, aunque haya algunos francamente malísimos. Lo peor del culto a los muertos en la literatura y el arte, es esa funeralia ritualista hecha de sinuosos ceremoniales. En lugar de poner los ojos y las acciones en una cultura viva, nos la pasamos homenajeando y masajeando a los muertos como si no hubiera otra cosa mejor que hacer. Es bueno no olvidarnos de nuestros muertos, pero es malo vivir para una cultura de lo fúnebre. Se conmemora el primer año del que ya se fue, y a veces el segundo y el tercero, luego el quinto aniversario y el décimo y el vigésimo, por supuesto el cuarto de

JORNADA DE POESÍA

La mierda de la gloria

Juan Goytisolo

siglo, el medio siglo y no se diga el siglo, pero incluso ahora el año equis (siete, once, catorce, dieciocho, veintidós, etcétera), porque la cultura oficial siempre se acuerda (en tiempos de vacas flacas) que ¡el muerto cumplió años! En todo esto tienen mucha culpa los propios escritores y artistas, y la oficialidad lo sabe de sobra, y los usa sobradamente. Nacimos en un ámbito discreto, y discretamente deberíamos irnos, como lo hizo Vicente Leñero (quien no aceptaba festejos ni en su cumpleaños). La vida no es una obra de teatro que, cuando se termina y se baja el telón, éste vuelve a subirse para que salgan otra vez los actores a recibir aplausos y vivas. Pero la vanidad, la frivolidad y las ínfulas de muchos creadores son tan desmedidamente inmensas (y mensas) que Dios sabe lo que darían para, ya muertos (fiambres fresquísimos), poder escuchar los bombásticos ditirambos que se pronuncian en su memoria. (¡Y ellos, muy campantes, en su féretro, sabiendo que tienen guardias de honor!) La oficialidad cultural, en México y en todo el mundo, se sostiene en un ceremonial fetichista. Todo el tiempo anda buscando pretextos para honrar a los muertos y disparar loas como si no hubiera otra cosa mejor que hacer. En realidad es asunto político más que cultural. Cuando peor está un país, cuando peor gobierna un gobierno, cuando todos los días escurre el lodo de la corrupción, cuando los ciudadanos están hasta el cogote, los políticos echan mano de los muertos ilustres, para ejemplificar la grandeza de la patria invicta. Ahí está el caso de la España del impresentable Rajoy que se agarra, como de un clavo ardiente, de los presuntos huesos de Cervantes. Excavar y excavar para sacar un húmero, un ilíaco o al menos un metatarsiano que sabrá Dios a quiénes pertenecieron, pero que dicen que pueden ser del ilustre Manco. Por eso, Juan Goytisolo, ganador del Premio Cervantes 2014, dijo lo único sensato que se ha dicho hasta ahora acerca

del hallazgo y consagración de los presuntos huesos cervantinos:“¡Dejen en paz los huesos de Cervantes! Eso sólo sirve para enriquecer la burocracia oficial”. En su discurso de recepción del premio (“A la llana y sin rodeos”), insistió: “En vez de empecinarse en desenterrar los pobres huesos de Cervantes y comercializarlos tal vez de cara al turismo como santas reliquias fabricadas probablemente en China, ¿no sería mejor sacar a la luz los episodios oscuros de su vida tras su rescate laborioso de Argel?” Estrecheces y miseria caracterizan las vidas de muchos grandes escritores (entre ellos, Cervantes) y todo para que, al final, ya muertos, alcancen “la mierda de la gloria”, como muy bien lo dijo Goytisolo, citando oportunamente a García Márquez. En México, los grandes artistas (pintores, músicos, arquitectos, bailarines, etcétera) y los muy notables escritores (poetas, novelistas, cuentistas, dramaturgos,) cuando se mueren no van al limbo, sino al inba . El Palacio de Bellas Artes se ha convertido en un velatorio de muertos ilustres, aunque desconozcamos el protocolo que mide el nivel de excelencia del muerto notable que es digno de los Servicios Funerarios Bellas Artes. Pero en México ya se están acabando los vivos notables que serán muertos notables. ¿Qué va a pasar cuando ya no quede nadie cuyo cadáver deba llevarse allí para recibir el incienso discursivo? Es obvio que no bajarán el nivel en prestigios y en palancas, ¿o sí? En realidad, los artistas y los escritores no son tan importantes ni tan imponentes (aun en los casos de excepción) cuando están vivos. Lo son cuando están muertos, pues es entonces cuando aparecen sus virtudes y resplandecen sus cualidades. Por ello, gente que no había leído al escritor Mengano (que, según dicen las esquelas oficiales, era extraordinario), va corriendo a la librería a preguntar si tienen ahí los libros del muerto porque ahora sí quiere leerlos... y todo porque no tiene otra cosa mejor que hacer • Andrea Pallaoro

E

N AMADEUS (1984), de Milos Forman, hay un diálogo entre Mozart y uno de los consejeros de José ii, en donde el músico defiende la pertinencia de concebir una ópera en la que no sean dioses ni seres mitológicos quienes lleven el peso específico del drama representado; argumenta preguntando si acaso sus interlocutores no se sentirían más cómodos confesando sus dudas, temores y deseos a su peluquero, por ejemplo, y no “a uno de esos dioses tan solemnes que parecieran cagar mármol”. Reprendido por el consejero, que le recuerda el sitio donde se encuentra y la estofa de aquellos a quienes se dirige, Mozart no obstante pregunta por qué siempre ha de volverse una y otra vez a tales entes ema-

nados de la mitología. Entonces el consejero le responde de este modo incontestable: “Porque representan lo perdurable en nosotros.” Asimismo, en El nombre de la rosa, dirigida por Jean-Jacques Annaud en 1986, hay un momento en el que el padre Jorge, bibliotecario del oscuro monasterio, para ese entonces muy preocupado por algunos hechos recientes, dirige una homilía a los religiosos en la que habla de lo vano que resultan los esfuerzos de quien pretenda descubrir algo nuevo, puesto que ya todo el conocimiento “está hecho” y, por lo tanto, no cabe la innovación sino únicamente “una fecunda y venturosa recapitulación”. Finalmente, en su Medea, representada por primera vez hace casi dos milenios y medio, concretamente en el año 431 antes de nuestra era, Eurípides hace decir lo siguiente a su protagonista: "[...] nosotras, las mujeres, somos el ser más desgraciado. Empezamos por tener que comprar un esposo con dispendio de riquezas y tomar un amo de nuestro cuerpo, y éste es el peor de los males. Y la prueba decisiva reside en tomar a uno malo o a uno bueno. A las mujeres no les da buena fama la separación del marido y tampoco les es posible repudiarlo”.

Del mito al hecho hay poco trecho

Salvo la última, las citas anteriores son de memoria, pero es como si la italiana Andrea Pallaoro hubiese tomado en cuenta la esencia de todo lo anterior a la hora de coescribir –en compañía de Orlando Tirado– y dirigir, en 2013, su primer largometraje de ficción, titulado Medeas, puesto que de recapitular el mito griego se trata aquí, en buena medida, sólo que de alguna manera contradiciendo al sentencioso personaje de la novela de Umberto Eco, para de ese modo darle la razón al consejero del emperador austríaco cuando contradice a Mozart y, sin embargo, dándole a este último la razón. En otras palabras: del muy complejo ser que tantas y tan contradictorias cosas significa para Jasón –y no sólo

para él sino, de hecho, para todos aquellos que la rodean y que en algún momento se ven obligados a vérselas con la hechicera–, Pallaoro retoma no los elementos biográficos, por llamarlos de alguna manera; no los que corresponderían literalmente a la tragedia euripidiana, sino los rasgos más profundos del personaje y, en un giro de osadía muy interesante, los “reparte” entre los otros personajes, los que conforman el círculo más íntimo de su protagonista femenina, con especial énfasis en el esposo y padre de sus hijos, que así se ve transfigurado en una suerte de Medea masculina y que es, a final de cuentas, quien habrá de cargar con la responsabilidad de los hechos trágicos que se aquí se cuentan. Recuérdese el fondo dramático de la obra de Eurípides, o acúdase al mito mismo sin la elaboración teatral, para aquilatar en justa medida el valor de lo que propone Pallaoro: como bien se sabe, entre muchas otras cosas Medea representa la disconformidad ante la condición de inferioridad o minusvalía social femenina, no obstante dicha rebeldía comporte el altísimo precio del repudio o de la muerte, ya sea física o simbólica. Así pues, no resulta asunto menor que el peso argumental y el foco dramático de esta enésima revisión –para no ir más lejos, en México está el caso relativamente reciente de Ar turo Ripstein– de un mito más que recurrente, haya sido desplazado a una figura masculina, sobre todo hablando de recapitulaciones y actualizaciones. Añádase que Pallaoro decidió que su Medea fuese muda, y que su escenario sea una campiña estadunidense en la que todo mundo está esperando que por fin llegue la lluvia y en donde la rutina de un día indistinguible de todos los otros días es capaz de hacer estragos, para obtener una versión contemporánea, pero al mismo tiempo extrañamente atemporal, de una historia que, sin importar que sea contada otras mil veces de tantos otros modos, siempre podrá sonar familiar pero distinta •

CINEXCUSAS

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ENTREVISTA

14 de junio de 2015 • Número 1058 • Jornada Semanal

con José Agustín

años cincuenta, la autobiografía de Carl Jung, y entonces ahí daba una bola de lecturas y yo decía, ¡ay, en la madre!, yo no conozco nada de esto, en serio, entonces a buscarle, y pues sí, la mayor parte de los libros los encontré tarde o temprano, formé mi minibibliotequita junguiana.

e gustaría abrir nuestra charla preguntando qué tan impor‑ tante ha sido la música en tu

‑William Blake dice que el camino del exceso con‑ duce al palacio de la sabiduría. ¿Eso sigue vigente?

M escritura.

–Ah, pues decisiva, absolutamente. Tuve la suerte inmensa de tener un papá que era piloto aviador y entonces cada día que se iba a Los Ángeles había conocido a un dependiente de una tienda de discos y le decía: “Llévese ése, le va a gustar a su hijo, está de moda”, y entonces me lo llevaba mi papá y yo le decía: “Oye papá, fíjate bien lo que compras, chingá, esto es espantoso.”

–Ahora hay también la ausencia del dialogo con el otro, así parece que nos lo sugieren las nuevas tecnologías; todo mundo anda con su tableta. ¿Tú como observas esto en nuestra convivencia diaria?

–Bueno, nunca hubo una comunión muy estrecha, pero pues tal vez era un poco más, y pues yo digo que nos lea el pobre que nos tenga que leer.

–No, pues sí, es una cuestión personal. Si lo quieres tener vigente... ¡puta, toda la vida!

–¿Pensando en los nombres que han tenido re‑ sonancia en tu escritura, de quiénes te acuerdas?

–Alguien que fue muy importante para mí fue

–Entonces había una miscelánea de música en casa.

–Sí, claro. No, sí, lo que pasa es que en esa época, pues de repente mi papá me acostumbró, me malacostumbró a estarme trayendo discos y cosas, y yo tuve que esperar a tener un poco de dinero, y entonces ya le encargaba lo que me hacía falta, pero en eso sí fue cuatísimo, porque siempre me trajo lo que yo le pedía, en fin.

Vladimir Nabokov, yo tenía la edad de Lolita, como doce años, cuando me reventé Lolita, y me dejó bastante estúpido, me encantó.

–Sabemos que Nabokov es un autor muy disci‑ plinado, de hecho se dedicaba sistemáticamente de un libro a otro. ¿Cómo te propones escribir un libro?

–Pues los mejores libros nunca me he propuesto escribirlos. Me acuerdo cuando una vez mi papá compró una máquina de escribir, una Olivetti 44, ¡uta!, yo dije “ésta yo la pepeno”, y sí, la empecé a utilizar yo. –¿Y de ahí se desdobló algo?

–Sí.

–¿Qué te parece la longevidad de La tumba, una de tus obras más conocidas?

–No, pues es uno de los libros que más satisfacciones me ha dado. Nunca me hubiera imaginado que tuviera ese éxito, y es que de repente, ya cuando como a los diez años de que había salido, no sé quién de la sep lo puso como libro de texto en secundarias o prepas, sepa la chingada, aument a ro n l a s v e n t a s s a l v a j e m e n t e , porque además los chavos estaban obligados a leerlo. Y sí les gustaba; aquí m e v e n í a n a v e r u n c h o r ro de chavos y yo les decía: “¿Qué leíste de lo que yo escribí?” La tumba. “¿Y qué, te gustó o no te gustó?” Y casi a todos les gustó. – P a s o a n u e s t r a Tr a g i c o m e d i a mexicana.

–¡Ay nanita!

–Seguimos sumergidos en la mis‑ ma tragicomedia.

–Pues yo creo que sí, por desgracia, ¿no? Carajo, este es el país que no aprende.

–¿Puedes escribir escuchando m ú s i ca?

–Dado que en México hay una gran ausencia de crítica hacia los gober nantes, pienso que ahí está uno de los principales aportes de tu Tragicomedia.

–Desde luego, desde chiquitito escribo oyendo música, sí, y luego me di cuenta de que cierta música me podía inducir de una manera u otra a escribir, entonces empecé a hacerlo con más malicia.

Ilustración de Juan Gabriel Puga

Con la jovialidad que le caracteriza, José Agustín nos recibe a Ricardo María Garibay y a quien esto escribe en su casa de Cuautla. Con un jardín con tulipanes blancos –raramente vistos–, aquí el aire es más fresco que en el árido camino que recorrimos para llegar. En su mesa nos ofrece algo de beber, el calor ha menguado los ánimos y estar en su casa es como habitar un oasis donde la primavera es generosa. Fuma el autor de Ciudades desiertas y en el humo comienza a dibujarse un diálogo imaginario. No todos los días se puede conversar con una leyenda de la literatura mexicana.

–¿Puedes comentar cuáles son los autores que te han proporcionado ese gozo de la lectura, donde se abre una especie de, como decía Carlos Monsiváis, combate entre el autor y el que adquirió el libro?

–No, pues, ¡ay mano, son muchísimos! Apuleyo, por ejemplo, con El Asno de oro, por ejemplo, un librazo, o, de esos romanones, está también pues Virgilio ¿no? y luego después, híjole, se puede volver interminable... –Hay una fuerte introspección en algunas obras tuyas, como cuando entre hermanos en De perfil uno se enoja porque el otro lo está observando. Pienso en si habrás tenido lecturas de Jung, de Freud. ¿Alguna vez te acercaste a estas lecturas?

–Pues sí, claro, si no, estar hablando de ellas es un poco ocioso. En especial recuerdo un libro que me dejó muy marcado, fue a principios de los

La música de la escritura Ricardo Venegas

–Ah, sí, claro, un enfoque crítico.

–Porque además lo seguiste en tomos; es una secuencia importante.

– H a y h a s t a u n a t e rc e r a y m e tratan de seducir para que escriba una cuarta. –¿Y no te animarías?

–Pues cómo no, además con el paso del tiempo he venido juntando el material y en cualquier chico rato me pongo a escribirla, lo que pasa es que es un texto trabajoso.

–El escritor no se puede abstraer de la realidad, y tú has tenido la sagacidad y la valentía de escri‑ bir una crónica de sucesos y realizas una crítica, una radiografía de lo que realmente está pasando en nuestro país. ¿Qué opinión tienes de nuestra tragicomedia?

–Hijo, que está de la chingada; es una mierda, es un horror, este país no aprende al parecer, ya tuvimos un ’68, un movimiento estudiantil importante y pues regresa el pri , no es creíble •

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