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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 15 de junio de 2014 ■ Núm. 1006 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

¿Constitución?, Leonardo Compañ Jasso Burocracia mata ciencia, Manuel Martínez M. Tsutsui y el desenfreno, Ricardo Guzmán W. La vida bajo un toldo, Ollin Velasco


15 de junio de 2014 • Número 1006 • Jornada Semanal

bazar de asombros Memoria de Al Mutanabbi (ii y último ) México es uno de los muchos países en los que, como afirma el politólogo Clemente Valdés, “las elecciones no tienen absolutamente nada que ver con la democracia”: el actual proceso de reformas constitucionales, en el que ha querido reducirse a cero la participación ciudadana, ponen de manifiesto que la representatividad real de los poderes emanados de las elecciones es prácticamente nula debido a que, una vez concluido un proceso electoral, la sociedad civil es ignorada hasta que su voto vuelve a ser necesario. En su claro y conciso ensayo, Valdés analiza este fenómeno de distorsión sociopolítica. Por su parte, Leonardo Compañ reflexio-

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a prepotente cultura occidental cristiana olvi­ da siempre que gracias a los pueblos árabes se salvó el incalculablemente rico tesoro del pensamiento griego y grecolatino. Córdova fue la capital intelectual de la península ibérica y, junto con Bagdad, guardó celosamente los manuscritos de la Antigüedad clásica y sentó las bases de la cultura islá­ mica. La lista de filósofos, cientí­f icos, médicos, especialistas en hi­ dráulica, arquitectos, pedagogos e histo­ riadores que dieron una resplandecien­ te vida intelectual a Córdova es impre­ sionante. Los occi­ dentales soslayan es­ tos hechos culturales y, con soberbia imperialista, califican de bárbaros e incul­ tos a los pueblos que vienen de la tradición cultural islámica. Sigo con mi homenaje al poeta nacional de la len­ gua árabe, Al Mutanabbi. Consiste en dos poemas que intentan recuperar algunos de los temas del Diván del gran poeta.

Hugo Gutiérrez Vega El ojo de la magia les daba una iluminación irrepetible. Y sucedió después que el paraíso era un engaño de la luz, que a los amigos les bastaba un segundo para morirse, que los amores llevaban dentro una almendra agria. En la noche el paraíso sigue abriendo su rendija, un fantasma de la luz, el que hace que los amigos estén siempre aquí, que los amores se conformen con su almendra agria, que el corazón no rompa a aullar en la montaña. * Esa noche escuchamos el graznido de los cuervos del destino presagiando la partida. Esa noche que, aunque siendo de verano, nos impidió pasar las horas en el terrado escuchando la voz del poeta joven. Esa noche los lobos anduvieron cerca de la casa y al inicio de la madrugada las flechas sombrías se clavaron en la puerta. Se escuchó el gemido de las gacelas perseguidas por la sombra y se agrió la leche en los pechos de las madres. Rodearon los presagios el lecho de la madrugada y el nuevo día nació llorando. El viento dijo que la separación se acercaba a la puerta.

na acerca de las ideas de nación y

Los cuervos no graznaron en vano:

Constitución, tal como se conci-

de su rostro la casa quedó vacía.

ben en el momento actual. Publicamos además un artículo de Ricardo Guzmán sobre el autor

antes de que el sol descubriera una pequeña par te Variaciones sobre una “Mujtathth” de Al-Sharif Al-Radi Pasaré la noche con el inmenso desierto

Alonso sobre Octavio Paz.

Ahora la pena ocupa nuestro lecho. Cómo encontrar reposo durmiendo sobre los guijarros

Era el tiempo en que se nos abría el paraíso

de la soledad no deseada.

en todos los minutos del día. Días de minutos largos, de palabras recién conocidas.

Comentarios y opiniones:

perdiendo la música de tus ajorcas.

que hay entre mí y el estar contigo.

japonés de ciencia ficción Yasutaka Tsutsui, y otro de Rodolfo

Desde el terrado te vi correr hacia la montaña. Se fue

Cómo vivir con la cer tidumbre de que la ausencia ha puesto sitio a nuestra casa ya en sombra

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Portada: Voto, luego exijo Ilustración de Mariana Villanueva Segovia

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh­témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui­tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jor­nada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

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creación

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Burocracia

mata ciencia Manuel Martínez Morales

En realidad los números también son sueños, y sólo nos dan una impresión de belleza cuando establecen una alianza con los recuerdos, con los deseos que surgen de nuestras pulsiones carnales más ordinarias. Yves Bonnefoy, “El territorio interior”

-¡O

ra si chupaste faros! –exclamó el profe Malacates al ahorcar la mula de seises a Mané, en una magistral jugada que casi le aseguraba el gane de la partida de dominó. Mané se queda pensativo antes de responder con calma a Malacates: –Mire, profe, lo que sucede es que usted ignora la verdadera potencia de los números, pues al dejarme con la mula de seises ahorcada se cree el ganador cuando, en verdad, al perder yo gano. Mire: de acuerdo con mis últimas investigaciones, un doble seis resulta un número poco probable o, bueno, tan improbable como un doble tres o un doble cuatro o como cualquier otra com­ binación de números en las fichas del dominó. –Barájala más despacio –pidió desde la bruma alcohólica el Chon Tepochas, decano del bar “Las Glorias de Poncho el Sabio”. –Miren ustedes –dijo con calma Mané–, lo que sucede es que abordar el mundo de las apariencias significa instaurar necesariamente las tres dimensiones que nuestros actos (jugar dominó por ejemplo) utilizan en su condición ordinaria, ese lugar donde la finitud impone su ley. Pero ese mismo poder de despliegue del espacio permite construir, en el “allá” del deseo, los castillos del imaginario metafísico. –¡Pa su!, ¡qué chingonería Mané!, de seguro eso que dices está relacionado con las dizque investigaciones que desarrollas en la universidad –dijo Malacates. –Así es –respondió Mané con aires de suficiencia–, y hasta puede que consiga una lana del Consejo Nacional para la Concupiscencia y la Teratología (conacyt ), sólo tengo que llenar los cuarenta y ocho formularios que van del Pafa, Pefe, Pifi, Pofo al Pufu, más los otros cuarenta y tres que ya ni me acuerdo cómo se denominan. –Pero qué pendejo eres, Mané –aseveró agriamente Malacates–, ¿no te das cuenta de que la mejor manera de darle en la madre a una buena idea es presentando un proyecto al conacyt ? ¿Qué no ves que la burocracia jamás comprenderá el valor de tu investigación que propone yuxtaponer en el mismo punto de trabajo del compás y de la regla sobre la página, las propuestas del artista y las de la acción y la quimera? En tanto hacían una obligada pausa para meterse entre pecho y espalda el trago en turno, en la mente de Mané se produjo la clásica iluminación del borracho quien, súbitamente, cree entenderlo todo, y así elaboró la siguiente reflexión: –Es verdad, no es posible constreñir la investigación científica, que se desprende de la imaginación y de actos creativos, a lo establecido en un conjunto de formatos elaborados para comodidad del burócrata, ajenos por completo a los procesos de la indagación científica. Todo para justificar que no se asignen recursos públicos suficientes para la investigación científica, y entonces se inventa lo de la excelencia y demás patrañas. –O lo que es lo mismo –afirmó Tepochas–, la política de las gallinas gordas y las gallinas flacas: se alimenta a las gordas y a las flacas que se las lleve el chapulín. Ningún campesino seguiría tal política, pues lo llevaría a la ruina; incluso presta atención especial a las gallinas flacas, pues gallina perdida es recurso perdido. El éxito de la empresa avícola depende de mantener el mayor número de gallinas en buen estado. –Pero mi querido Tepochas, ¿acaso olvidas que las metáforas son incomprensibles para el burócrata? ¿Meta qué? Se me hace que es albur, pensó el Tepochas, quien ya alcanzaba el nivel 7.4 en la escala del alcoholímetro. Mané, por su parte, comenzó a imaginar a Albert Einstein o a Niels Bohr llenando formularios del conacyt antes de iniciar su investigación, con la esperanza de conseguir financiamiento para la misma. Al momento de formular la teoría de la relatividad, Einstein ni siquiera habría sido considerado, puesto que trabajaba como humilde burócrata en una oficina de patentes. Defina su objetivo, su protocolo de investigación, el estado de mi-arte. ¿Cuántos productos medibles piensa obtener? ¿Qué beneficios traerá su investigación? ¿Qué resultados espera conseguir? Como si el investigador dispusiera de una bola de cristal y el futuro de un trabajo de investigación pudiera definirse de antemano en el formato 32. Si así fuera, para qué hacer investigación, pues quien pueda responder verazmente a tal formulario es porque el camino a recorrer y los frutos de la investigación aparecen claros y transparentes en su mente, ¡antes de iniciar la investigación! –Mejor échate la última, Mané, esto no tiene vuelta de hoja: la mula de seises de la ciencia está ahorcada. Burocracia mata ciencia


ENSAYO

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Ricardo Guzmán Wolffer

Tsutsui

y el desenfreno Yasutaka Tsutsui. Foto: www.indiegogo.com

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ientras los lectores regulares de la literatura japonesa disfrutan la delicadeza y profundidad de la pluma del Nobel, Yasunari Kawabata, la fuerza de Yukio Mishima o de tantos otros autores importantes, también deben asomarse a la fantasía. Es el caso de Yasutaka Tsutsui (Japón, 1934) uno de los cienciaficcioneros más famosos de aquel país, con su peculiar visión sobre la sexualidad y la zoología. A nadie sorprenderá hablar de la zoología fantástica. En la literatura occidental sobran autores que tocaron mundos de animales y vegetales inexistentes. Borges era admirador de muchos y él mismo tiene su compendio de seres imaginarios. Pero poco se ha visto un ecosistema directamente dirigido al orgasmo y sus derivaciones. Para quienes conozcan la obra de Tsutsui no sonará tan sorprendente. Sus divagaciones de ciencia ficción no le piden nada a los occidentales, pero con Tsutsui debe añadirse un toque de crítica social, ya a los nuevos “valores” occidentales que prevalecen en Japón a partir de la postguerra del siglo pasado, ya a los que permanecen de la historia milenaria de este país. Su ficción va desde lo cotidiano (Rumores sobre mí habla de un empleado común cuya vida sentimental se vuelve noticia de la noche a la mañana) a lo onírico (El Bonsái Dabadaba es una muestra de sueños sexuales y realidades entrecruzados, a lo Escher, para llevar a un resultado sorpresivo), pero destaca con su cuento Hombres salmonela en el planeta Porno, que da título al compendio de cuentos respectivo. Con la clásica premisa del género intergaláctico, unos científicos terrestres están en un planeta apenas explorado. El giro innovador es que todos los animales y plantas tienen una acción sexual que pone en peligro a los terráqueos. A partir del embarazo causado a una doctora por las esporas de una planta que acciona las células ováricas de cualquier mamífero superior (y que logra un extrañísimo ejemplar con la mitad de cromosomas), los demás científicos deben acudir a los hombres locales para ver cómo evitan los partos causados por tal planta. El único problema es que esa población humana tiene poderes te­ lepáticos: al leer la mente, no permiten la entrada a su poblado a menos que el visitante comparta sus ideas sobre lo sexual, las cuales, como era de esperarse (están en el planeta Porno) tienen que ver con el sexo público,

tumultuario y, vaya sorpresa, mediante una peculiar danza que necesariamente implica el coito entre los baila­ rines. Lo cual escandaliza a casi todos los exploradores, pero mandan una comitiva. En el trayecto, además de escuchar el viento transformado en gemidos orgásmicos al pasar entre las montañas, enfrentan depredadores (cocodrilos, hipopótamos, cerdos-tapir y otros), con la salvedad de que, en lugar de comerse a sus presas, las violan: lástima si te toca un hipopótamo, literalmente te partirá el trasero. En un enredado ecosistema, coexisten el gorrión-pene (en México se le conoce como “el gallito inglés”, según la peculiar Picardía mexicana, de Armando Jiménez, señera obra con más de 4.2 millones de libros tirados), la vaca-fuelle (no camina, sólo adelanta las patas traseras pues su tronco es como un fuelle), el conejo de orejas postizas (tiene nueve, pero sólo dos son verda­ deras, las demás las tira para distraer a los depredadores que los levantan de esas orejas falsas), el cortejador incansable o la cigarra chillona (sus chirridos excitan). Todos con esperables funciones orgánicas dedicadas al sexo, excepto el hijo póstumo (producto de la cruza de especies) o el despierta esposas (su grito llevará a tener sueños eróticos). Entre la flora, están las hierbas clítoris,

las hierbas sangrantes, las hierbas acariciantes (cuyo tacto provoca orgasmos) y las medusas que nadan al revés, cuya picadura provoca eyaculaciones a la víctima. Incluso los dos soles de este planeta forman enormes senos durante parte del día. Durante el viaje, los investigadores deben afrontar un extraño paisaje donde lo mismo vuelan parvadas de gorriones-pene que escuchan el viento en éxtasis. También deben deducir las relaciones flora-fauna, como entre los hipopótamos y las hierbas acariciantes (las mastican y tienen orgasmos cada tanto: cuando el semen se descompone, las hierbas asimilan las proteínas y se reproducen, y reinicia el círculo). Entre explicaciones que recuerdan los textos de divulgación científica de donde derivaron muchos es­ critores de ciencia ficción (y que, sin duda, aportará información especializada incluso a los conocedores del evolucionismo y otras ramas biológicas), los científicos discuten sobre la evolución general del planeta hacia lo erótico. Incluso padecen los efectos de las hierbas del olvido que evita las peleas entre animales superiores. El tema del texto es la forma en que social e individualmente apreciamos lo sexual: ¿por qué a escondidas como algo de lo que debe apenarse o justificar cada persona?, ¿no es parte de toda la naturaleza? La aproxi­ mación al placer como fuerza motora de la existencia planetaria y con ello de la presencia de todo ser vivo sorprende por ingeniosa, pero no deja de llevarnos a la reflexión sobre cómo percibe cada sociedad la necesidad reproductiva y el gozo animal implícito. Siempre lo sucio está en los ojos que observan. De ahí que los personajes también mediten sobre el arte como medio y fin, de preferencia en forma consciente, para el crecimiento conceptual y vivencial de todo individuo. Pero, ante el cuerpo transformado de un científico, convertido en araña con cabeza humana tras una violación tumultuaria animal, retoma lo fundamental: la conciencia de la vida como presupuesto de toda felicidad y lo inagotable de su oferta, incluso en las condiciones más adversas, o cuando, por la razón que sea, el sexo no es llevadero. Un autor que en pocas palabras sorprende, divierte, informa y obliga a reflexionar sobre nuestra condición en una historia no siempre determinante: una evidencia más del poder literario de la ciencia ficción

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Ollin Velasco

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l hombre enciende su cigarrillo y fuma, apoyado en su carro (un Mazda, modelo ’85). La noche se enfría y las luces del bar swinger de la esquina le rozan fugazmente el rostro demacrado. El hombre de cuarenta y tres años va sacando lentamente el humo mientras sube lo más que puede el cierre de su chaqueta. Se vuelve a apoyar en el auto inservible, cubierto con una lona raída. Literalmente, esa es su casa en el barrio de Chapinero, al nororiente de Bogotá. Él es una de las más de 11 mil personas que la Secretaría Distrital de Integración Social ( sdis ) de la capital colombiana clasifica como “Ciudadanos y ciudadanas de la calle”. Lleva viviendo doce años así, pero sólo cinco al lado de un área verde situada una cuadra al sur de la Avenida Caracas, en la calle 67. El hombre es el multitrabajos de la zona: lava autos, hace mercado para sus vecinos, arregla instalaciones de luz o vigila por las noches. Nunca se detiene, acaso cuando dan las tres de la mañana y se acuesta a dormir. Pero su rutina se reanuda cada mediodía. Su vida ha sido un mosaico, aunque durante mu­ cho tiempo la única constante fue la violencia.

La vidabajo

crónica

untoldo

Fotos tomadas de: indigenciacolombiana.blogspot

La vida, los giros “Me crié en un ambiente duro desde que era muy pequeño. Cuando mi padre murió, mi mamá y yo nos fuimos a vivir con mis tíos y mi abuela. Ella tenía una cantina, así que me acostumbré a un ambiente de farra, alcohol y peleas”, dice. Del bar swinger contiguo salen ritmos electrónicos ensamblados con reggaeton. A pesar de ser mitad de semana, ya varios autos están estacio­ nados en las aceras. Nelson escanea los vehículos. Sabe que será otra noche de mucho trabajo. “Mis tíos nos golpeaban a la menor provocación. Un día me cansé y escapé de casa, con uno de mis primos. Se llamaba Jorge y era como mi her­ mano. Con él viajé mucho, por todo el país. Aparecimos de nuevo en casa, luego de dos años.” Pero ya eran muy diferentes. Los tíos quisieron seguir sometiéndolos y ya no pudieron. A los veintisiete años, Urbina y su primo se enlistaron al Ejército, en la Brigada Móvil Contraguerrilla. “Un día nos emboscaron y mataron a once nuestros. Entre ellos, mi primo. Ese fue el momento en que mi vida cambió.” El hombre enciende otro cigarrillo y lo cala hondo. Se queda un rato en silencio, mientras observa cómo una patrulla aparece para hacer un rondín habitual. Las luces rojas y azules se aproximan y él empieza a ponerse nervioso. El auto pasa. Él respira de nuevo. Esas son las rondas para llevarse indigentes a la upj (Unidad Permanente de Justicia). Dice que es una pesadilla que ha vivido cuatro veces. “Aquí, ser habitante de la calle es un delito, aunque no lo diga la ley.” Judith es la responsable de una casa de hospedaje estudiantil situada frente al carro que ya es parte del paisaje de la cuadra. Ella trabajó unos años en la sdis , donde se diligencian casos como el de Nelson. Y aunque no le gusta la idea de que haya gente en su condición, con él no tiene problema. “En Colombia, vivir en la calle es una opción. No está penalizado por la ley. Personalmente, no tengo quejas del señor. Siempre que puede me ayuda”, dice, mientras apresura un jugo de lulo.

Sin fortuna La muerte de Jorge fue terrible para Nelson. A partir de ella, una cascada de sucesos le cayó encima. La mala racha comenzó con seis años de prisión, luego de dar dos tiros y dejar cuadripléjico a un general del Ejército que le negó el permiso para asistir al funeral de su primo. Cuando el hombre salió libre, estaba muy resentido con las Fuerzas Armadas. Así que se pasó al bando de la guerrilla. Otro cigarro. Más luces y la voz lejana de un presentador de espectáculos dentro del club de parejas intercambiables. “Duré como ocho meses ahí y luego me escapé, porque tampoco era un asesino. Volví a Bogotá, envalen­ tonado por haber vivido la guerra. No me dejaba de nadie y tuve muchos problemas por eso. Me embo­ rrachaba mucho. Fue hasta hace siete años que dejé el trago, pero me refugié en la marihuana”. Al filo de las 10 de la noche llegan parejas que van de la mano y se internan en un motel que se publicita con un gran corazón y la leyenda “Paraíso Bogotá”. Mientras tanto, una perra color canela sale por debajo del carro. Mira alrededor y busca las piernas de su amo. “Se llama Niña”, dice él y le extiende cerca del hocico una mano sucia, un par de uñas amoratadas.

Nelson cuenta que intentó volver con su familia, pero que ya no quisieron aceptarlo. “Fue cuando me quedé a vivir en la calle”, explica, antes de aceptar que también trabajó para un cártel que se llamaba La reina de la coca. Vendía pastas, hasta que la policía se dio cuenta y empezó a extorsionarlo. Dejó el negocio. Luego consiguió un trabajo formal: fungió como auxiliar de almacén en una empresa de fabricación de vinilos. “Ahora me gustaría estar en algo ‘bien’. Si lavo tres carros al día gano 15 mil pesos (cien, en moneda mexicana). Pero no es fijo. A veces no consigo nada.” Según cuenta, los jueves, viernes y sábados son sus días más ocupados.

“No lloro ante la gente” Nelson empieza a desocupar el sitio donde mañana temprano recolectará la basura de las casas cercanas. Niña sigue de cerca sus movimientos. De vez en cuando sortea alguna colilla encendida que él deja caer. “He vivido cosas muy duras. Me han macheteado, disparado, asesinado amigos. No lloro ante la gente, pero cuando estoy solo, sí. Hubo un tiempo en que estaba tan decaído que dejé que el cabello me creciera hasta acá”, y da media vuelta para señalar con el índice su espalda. Judith va con prisa al trabajo. Advierte: “Prefiero mil veces ver a una persona como él, que a alguien que viva delinquiendo en la calle. Hay indigentes tan destruidos que, hasta en los hogares de paso dispuestos por la Alcaldía, les tienen que suministrar estupefacientes.” El hombre ayuda a Judith a salir con facilidad del garaje. Ella baja su ventanilla y le da algunas monedas que tintinean en una mano cuarteada. El día empieza de diferente forma para cada quien. Ante la pregunta “¿usted es feliz?”, él resuelve con un instantáneo y automático: “No, nadie lo es viviendo así.” Pero el semblante le cambia con el segundo cuestionamiento. “¿Un deseo? Claro que sí. Quiero superarme.”


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Dibujo de Abel Quezada

¿Constitució Leonardo Compañ Jasso

C

aminaba, el otro día, por el Zócalo –también así se llama la estación del Metro de donde pude emerger si no hubiera preferido la de Pino Suárez para caminar todo 20 de Noviembre hasta llegar ahí. De frente, la Catedral Metropolitana, majestuosa, abría a mi vista sus torres y su sagrario y lucía sus cúpulas y el reloj, marcando un sin tiempo capaz de indicarme su irreversible eternidad. A mi derecha, Palacio Nacional, otrora virreinal ahora presidencial, ostentaba la campana de Dolores, cautiva para liberar cada 15 de septiembre, desde don Porfirio Díaz, sus campanas al viento, según la toque el presidente en turno, entre el griterío de la gente que espera sus centavos mientras clama por la Independencia. Y es que no siempre sus campanadas caen como centavos, lo que pone en duda lo dicho por Ramón López Velarde en “La suave Patria.” Pero decir que caminaba es mucho: toreaba puestos y puestos, ollas y ropa tendida de profes y profas de la cnte instalados como protesta a la reforma educativa de Peña Nieto y sus contlapaches: diputados y senadores, ansiosos de aguinaldo y demás complementos de su dieta para comer, en esta Navidad de 2013, entre familiares y amigos, jugosos pavitos guisados al estilo francés, inglés o mexicano, debidamente acompañados de vinos, champaña, tequila, whisky, cognac y bebidas etílicas de semejante refinamiento, a costa de su traición a la patria: la reforma energética, por supuesto. De pronto, el delicioso olor de unos frijoles me detiene y, al no poderlos probar, me surge una duda, casi como venganza, del recuerdo: ¿Zócalo? Nada resultó de ese pedestal, erigido fallidamente por Lorenzo de la Hidalga para cumplir las órdenes de “Su Alteza Serenísima” Antonio López de Santana, el mismo que vendió a los gringos buena parte del territorio nacional, pa­ ra conmemorar la Independencia, y lo mismo sucede con el nombre de esta Plaza de la Constitución. ¿Constitución? Hace poco me enteré que se tra-

Policías federales desalojaron a maestros de la CNTE que permanecían en plantón en la plancha del Zócalo capitalino, 13 de septiembre de 2013. Foto: Alfredo Domínguez/ La Jornada

ta de la Constitución de Cádiz, España, antes de la “Independencia”. Incluso, en la Plaza Mayor estuvo el famoso Caballito esculpido por don Manuel Tolsá a petición de Branciforte, entonces (1813) virrey de la Nueva España y en honor de Carlos iv , cornúpeta rey español de la dinastía borbona a la que pertenece el actual y otrora sirviente de Francisco Franco, a quien Dios tenga en sus infiernos. El hambre produce meditaciones filosóficas severas, sobre todo cuando el olfato invade el aparato digestivo de alguno que, para calmarla, camina por las calles, avenidas, parques, plazas y demás sitios de la otrora Ciudad de México-Temixtitán, ajeno a la codicia ya advertida desde 1554 por don Francisco Cervantes de Salazar, primer cronista de la Ciudad, y por don Bernardo de Balbuena, en su Grandeza mexicana. ¿Constitución? ¿La de Cádiz? La tradición constitucionalista parece que no llegó acá, sino copiada de la gringa que trajo un matemático en días de la “Independencia”, cuando creíamos posible asemejarnos a un pueblo regido por la codicia y, por ende, depredador. No calculamos que la codicia puede ser premio o castigo, según se pertenezca al pro­ testantismo o al catolicismo. En el segundo, además, resulta una perversión cuyo cultivo genera placeres mórbidos, como los actuales del crimen organizado: tortura, muerte y destazamiento. La Santa Hermandad, la Inquisición, como modo de producción para el gozo y retozo yanquis, siempre tan swedenbor­ gianos como El cielo y el infierno, de William Blake. Mmmmm … un profe me invita a desayunar. No sé qué me vio; si el hambre o el ser profe, pero la keka de chicharrón es deliciosa debidamente acompañada de una agüita de horchata bien fría. Ya en plática participé a los ahí reunidos, otros profes y profas, mi duda Uy, qué modernizadora. Cartón de Rocha

y agrego otra: ¿tiene motivo su movimiento? Me miraron no sin cierta burla, unos, y agresividad, otros. Tuve que precisarla para evitar cualquier posible suspicacia: nuestra actual Constitución, la de 1917, constantemente es reformada; incluso en decisiones políticas fundamentales como sucede ahora con los artículos 25, 27 y 28 para ofrecer nuestro subsuelo a las transnacionales. Subrayé que, de esas reformas, unas justifican prácticas que se llevan a cabo y otras sólo dejan en letra un buen propósito, como es el caso del artículo 2º constitucional, modificado en 2001 dizque para consignar los derechos de los pueblos indígenas surgidos de los Acuerdos de San Andrés y la Revolución zapatista. Una profa, bastante lenguaraz e inteligente, venció su engullimiento para retomar lo que dije, volteármelo y justificar su lucha: “Con mayor razón –argumentó– debemos combatir, pues la reforma educativa a la Constitución prepara un ataque a los profesores que ya se avizoraba desde la instauración del sistema por competencias.” Como no pude responderle en ese momento, de puro coraje mordí otra keka; esta vez, de tinga. Tuve que lanzar una patada a un perro que olisqueba por ahí. “Estoy de acuerdo con usted –respondí– en la lucha, pero no puedo aceptar que se consigne en algo que no sirve para nada: la Constitución. Me pregunto: ¿creemos en ella? Sinceramente, no creo.” Me miran asombrados y preguntan cómo puedo pensar de este modo. Y el pinche perro que regresa. Como ya me había terminado mi keka, lo persigo, patadas de por medio, hasta que lo saco. Respirando con alguna dificultad, de regreso, contesto que nuestro país jamás ha tenido Constitución, porque nunca ha llegado a ser nación. Inglaterra o Francia pueden considerar una Constitución, porque han pasado por el Medioevo, pero nosotros no. En ese tiempo, acá florecían civilizaciones como la mexica y la mixteca. Éramos ci­ vi­l izados y no requeríamos de una Constitución para civilizarnos. Claro, la pólvora venció y continúa hasta hoy. En eso estábamos cuando nos llega el aviso del gobierno del Distrito Federal: se van porque ya viene el grito de la “Independencia”. De lo contrario, los sacamos. Se miraban sujetos sospechosos alrededor. Me despedí, no sin antes agradecerles la invitación. Tomé la dirección de la calle de Argentina, antes conocida como del Relox, que


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ón?

Acá, cuando la dizque “Independencia”, según consigna don Luis g. Inclán en Astucia, había otro orden de cosas. En ese momento quedó al desnudo la convivencia de dos órdenes, el prehispánico y el medieval, que pudieron generar otro, el nuestro, sin apegarnos al constitucional. Claramente lo vislumbraron fray Servando Teresa de Mier y don Lucas Alamán. La complexión de esta posible nación contaba con huesos hispanos duros de roer, pero con flexibilidad prehispánica: usos y costumbres. Ya sin rey ni Papa estaban los otrora feudos medievales en manos de terratenientes españoles, dados en enfiteusis a criollos, que debían tratar con caciques indios para poder explotar la tierra, libres de las Leyes de Indias. En la capital, en la ciudad, no obstante, los mestizos, infectados de codicia, dedicados al dispendio y la corrupción, usaban leyes e impuestos; buscaban sustituir la Leyes de Indias, sin pretender siquiera abrogarlas, con las suyas, para conservar su estatus y aliarse a los comerciantes mexicanos y extranjeros.

Integrantes de la Asamblea Nacional por la Independencia de México clausuraron simbólicamente las puertas de Palacio Nacional en protesta por la Reforma Energética Foto: José Antonio López/ La Jornada

exhibe restos del Templo Mayor descubiertos por Matos Moctezuma hacia los años setenta del siglo pasado. Oigo gritos, golpes, el estallido de bombas molotov y volteo: “anarquistas” contra policías. Considero, distancia de por medio, que en este momento los banqueros, industriales y políticos festejan su triunfo pertinentemente acompañados de viandas y bebidas, en mesas adornadas con florecitas. Las profas y los profes huyen; apenas logran rescatar sus cosas. ¿Orden Constitucional, estado de derecho? Mejor, paso a pasito, a ritmo de “Teléfono a distancia” de Acerina, me fui alejando. Llegué hasta la librería Porrúa y me detuve a ver los libros. Hallé uno, delgadito, de Werner Jaeger, relativo a la justicia platónica en diversos diálogos como “La República”, “Las leyes” y “El político”. Me acordé de Robespierre cuando instauró, guillotina en ristre, la tradición constitucional y de cómo la llevaron a cabo los gringos, desde Tocqueville, preparando la era fordiana a que alude Huxley en Un mundo feliz, preconizadora de la nazi y hitle­ riana, hoy mejor conocida como postmodernidad o globalización. Lo compré y leí cerca de San Ildefonso, mientras la turbamulta, lejana, levantaba sus ecos de violencia. ¿El “orden constitucional” es el único orden posible? ¿Por qué?

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El panorama descrito por Luis g . Inclán no resulta dispar al percibido por madame Calderón de la Barca –esposa del primer embajador enviado por España al México “independiente”, don Ángel Calderón de la Barca–, en sus cartas iniciadas en 1839 y luego compiladas bajo el título La vida en México. En una, citada por Salvador Novo el 18 de julio de 1959, cuando comenta el trabajo escrito de don Felipe Teixidor al prologar, traducir y preparar la edición para Porrúa, dice: Todo aquí nos recuerda el pasado… Es el presente el que parece un sueño y un desvanecido reflejo del pasado. Todo está en decadencia y todo se va esfumando, y tal parece que los hombres confían en un futuro ignoto que quizás nunca verán. Se abandonó un sistema de gobierno y no existe nin­ guno en su lugar. Que estén alertas, no sea que al cabo de medio siglo despierten del error y se encuentren que la Catedral se ha transformado en sala de juntas, toda pintada de blanco; que las rejas han sido fundidas; que la plata se ha convertido en dólares; que las joyas de la Virgen se vendieron al mejor postor; que el piso ha sido lavado y que todo está rodeado por una nueva y preciosa cerca, recién pintada de verde, y todo ello realizado por algunos de los artistas de la “despierta” y lejana República del Norte.

En efecto, se abandonó un sistema de gobierno y nunca se construyó otro en su lugar; sólo se imitó la constitución gringa y su federalismo… para nuestro mal. Por eso, quizás, lo mejor puede ser que nosotros, la llamada sociedad civil, retomemos el destino que los políticos y los oligarcas, igual que el crimen organizado, buscan desviar en su beneficio. “Bara, bara”, oigo a mi paso por la calle que fue del Indio Triste; también: “Es de moda, de novedad.” Y recuerdo la historia detrás: el “Indio Triste” no es otro que Opochtzin, juzgado por fray Juan de Zumárraga –el de la Virgencita de Guadalupe, primer inquisidor de la Nueva España–, condenado a la hoguera por la Inquisición al rebelarse contra los conquistadores. Y me acuerdo porque, según la historia, se sentó en la esquina de la que fue su casa, dilapidada en goces. ¿Hasta qué punto no nos parecemos a él, en aras de una Constitución que jamás nos ha reflejado como nación?

Después del desalojo de la PFP a integrantes de la cnte en la plancha del Zócalo Foto: Carlos Ramos Mamahua/ La Jornada


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l primer punto de referencia para acot ar lo que puede ser un concepto coheren te de dem ocra cia es dist ingu ir clar ame nte que el gobierno por el pueblo es algo muy dife rent e de los pro ceso s elec to­ rale s en los que se elige a unos cuantos individuos que hacen la Constitución y las leyes, las modifican cuando y como quieren, hacen lo que quie ren en el gobierno, no tienen obligación de rendir cuentas de su actu ació n a los ciud ada nos y ésto s no tien en forma de participar ni en la aprobación de las reglas ni en las decisiones del gobierno. Se trata de los muchos sistemas políticos en que la participación de los hombres y las mujere s adu ltas en las cue stio nes púb licas se redu ce al de­ recho de votar para elegir, entre los dist intos grupos que man ejan la polí tica del país y de las regi one s, a aqu ello s que van a someter los y explotarlos, sin que la mayoría de los ciud ada nos pue dan exig irle nad a ni pue dan des ti­ tuirlos. El hecho de que esas oligarqu ías hayan sido electas por los habitantes adultos de una com unidad, no hace de ellas gobiernos democráticos. Reconociendo la enorme dificultad para que sean los ciudadanos los que, de manera directa, aprueben las reglas principales y las acciones de gobiern o más importantes en una comunidad política numeros a, podemos decir, de una man era inic ial, que si la dem ocra cia es la part i­ cipación de la población en el gobiern o, una comunidad tiene un gobierno en alguna medida dem ocrático cuando en la aprobación de las leyes fundame ntales y en las decisiones administrativas más importa ntes participan, de man era efec tiva , en algú n grad o, la may or part e de los adultos que viven en la comunidad.

No bas ta con ser votado Para empezar, es conveniente dejar clar o que el gobierno de una com unid ad por un indi vidu o o por un peq ueñ o grupo no es una forma de gobierno dem ocrática, aunque esos indi vidu os hay an sido esco gido s por la mayoría de los hab itan tes que tien en la eda d sufi cien te para atri ­ buir les bue n juic io. Sost ene r lo con trar io y dec ir que eso es una dem ocra cia, es caer en el absu rdo tota l en el cua l un mon arca abs olut o elec to es una dem ocra cia y una olig arqu ía elec ta serí a una dem ocra cia. El engaño con el que unos cuantos hom bres y mujeres en los tiempos modernos se han adueña do del poder político en muchos países, reside en que han logrado hacerles creer a sus pueblos que la democra cia son las votaciones para elegir a una persona o a un grup o de individuos para que éstos gobiernen y hagan lo que quieran. A part ir de ese eng año, los prof esio nale s de la polí tica , agru pad os en part idos form ado s algu nas vece s por crim inal es, ded ican todo s sus esfu erzo s y una gran parte del dine ro púb lico a hac erse prop aga nda para lleg ar a las elec cion es y apro piar se del pod er, dici end o que los proc esos elec tora les son la dem ocra cia mism a. Des graciad ame nte, los hom bres y las muj eres de nue stro tiem po que escuchan desde la infancia que la democracia son simp lem ente las elec cion es para que algu no de los grupos de la olig arqu ía los gob iern e, com o suce de en otro s muc hos cam pos , acab an por cree r lo que les ense ñan y se ded ican a repe tirlo.

Ilustraciones de Mariana Villanueva Segovia

“Hay una fractura entre sociedad y gobierno que provoca la crisis de representatividad que estamos viendo.” S erg io A guayo


15 de junio de 2014 • Número 1006 • Jornada Semanal

En muc hos país es, las elec cion es no tien en abs olu­ tam ente nad a que ver con la dem ocra cia, ya que no se refie ren a ning una part icip ació n dire cta de los ciud a­ dan os en los gob iern os. Las elec cion es, en esos luga res, son casi siem pre sim ples con fron taci one s ent re las dist inta s facc ione s de la olig arqu ía, que bus can por todos los med ios apo dera rse de los pue stos de gob iern o y de los asie ntos de los falso s represen tantes para segu ir dom inan do a la pob lació n. Para logr arlo, utili zan la propag and a con stan te, la com pra de voto s y aun el ases inato de los opo sito res o de los can dida tos pro pios apo ­ yad os erró nea men te de man era inic ial por quie nes con trol an los part idos. Una vez que la pob lació n de un país acep ta que el gobier no de un autó crat a elec to o que una olig arqu ía elec ta es una dem ocra cia, cual quie r gob iern o basa do en una elec ción pop ular, aun que sea el más per vers o, el más des pót ico o el más corr upt o, pue de pres enta rse com o un gob iern o dem ocrá tico. La tram pa es muy sen cilla . La clav e es sim plem ente un cam bio en el sign ifica do de las pala bras, a través del cua l el gob iern o de un dict ado r o de un pres iden te autó crat a con pod er tota l, siem pre que sea acep tado por el pue blo, se pres enta com o un gob iern o dem ocrá tico , aun que sea el gob iern o de un solo hom bre. Así, el gobier no de Mus soli ni a part ir de las elec cion es de 192 4 pod ría ser con side rado, en esa con cep ción absu rda, como un gob iern o dem ocrá tico, y tam bién serí a dem ocrá tica la dict adu ra del gen eral Pino che t en Chil e, espe cialmen te des pué s del refe rénd um de 198 0 en el que se apro bó la Con stitu ción de 198 1, en cuy as disp osic ione s tran sito rias la Jun ta de Gob iern o mili tar asum ió las funcion es legi slat ivas y con stitu yen tes y el cita do gen eral se hizo carg o del gob iern o y la adm inist raci ón del “Est ado”. Con esa con cep ción de la apro bac ión pop ular com o cara cter ístic a de la dem ocra cia, el gob iern o de Stal in en Rus ia, sin dud a uno de los autó crat as más nota bles en la hist oria del sigl o xx , deb ería con side rars e com o un gobier no dem ocrá tico, y el de Mua mm ar el Gad afi, el dictado r des pót ico de crue ldad lege nda ria que dur ante cua rent a y un año s man tuvo en la tiran ía a la mayoría de la pob lació n en Libi a (apa rent eme nte con su con sent imie nto) , tam bién hab ría sido un gob iern o dem ocrá tico.

Rep res entar a nad ie Usa ndo la mis ma dist orsi ón de las pala bras, los gob iernos form ado s por los peq ueñ os gru pos de indi vidu os ded icad os al neg ocio de la polí tica , aliad os a los gran des emp resa rios y a los líde res más corr upto s de las asoc ia-

cion es de obre ros y cam pesi nos que form an olig arqu ías de rufia nes y que se ded ican a roba r a sus pue blos, al ser elec tos en vota cion es pop ular es se con vier ten en gobier nos dem ocrá tico s. Para que el fraude funcione, los hombres y las mujeres que se han adu eña do y se han repa rtid o los pod eres de la pob lació n, esta blecen, com o en cua lqui er otra olig arquía , vari os “pri ncip ios” para imp lant ar lo que llam an la “rep rese ntac ión polí tica”. Se trat a de exp resi one s increíbles que mue stra n la faci lida d con la que se pue de eng añar a los pue blos : la proh ibici ón del man dato imp erat ivo, que en pala bras senc illas quie re dec ir que los llam ado s repr esen tant es no está n obli gad os ni a exp resa r la volunt ad de los vota ntes ni a actu ar de acu erdo con los in­ tere ses de sus elec tore s; la idea pere grin a de que los re-

en ning ún caso pue dan ser des titu idos por quie nes los elig iero n. Es así com o a través de una “rep rese ntac ión polí tica” pura men te ima gina ria, en la cua l los represen tant es no represen tan los inte rese s de los hom bres y muj eres que los eligen y éstos no tienen poder algu no sobre aquéllos, el siste ma polí tico se con vier te en una olig arqu ía en la que el pap el de los ciud ada nos se red uce a esco ger, a través de un proc eso elec tora l, al peq ueñ o grup o que va a gob erna r a la pob laci ón sin que eso s ciud ada nos teng an peso ni part icip ació n algu na en la apro bac ión de las leye s o en las dec isio nes prin cipa les del gob iern o. Así sucede en el llamado Reino Unido, en donde los hombres que dirig en el gob iern o y que con trol an el Parl amento que se ostenta como el titular de la soberanía, han

“La política en México es un asunto El 80 por ciento de los mexic anos no

se interesa en los asuntos

públicos y no participa, o se interesa

pero no participa.

Somos un 20 por ciento los que nos y participamos. Es un porcentaje ba

de minorías.

interesamos

jísimo para una democracia.”

S erg io A guayo

pres enta ntes no repr esen tan a los elec tore s sino a una naci ón inde finid a, de la cua l se desp rend e que ni los habita ntes ni los ciud ada nos pue den exig ir acla raci one s a esos representantes, ni ésto s tien en obli gac ión algu na de rend ir cue ntas a sus elec tore s, sino en todo caso a esa nac ión mis terio sa cuy os repr esen tant es son ello s mis mos. Fina lme nte, el “pri ncip io” segú n el cua l no exis te la revo caci ón del man dato en mat eria polí tica , lo que , en pala bras com pren sibl es para la gen te com ún quie re decir que una vez que los ciud ada nos esco gen a represen tant es y a gob erna ntes que no los repr esen tan a ello s sino a una “nac ión” o a un “Est ado” inde finid o, los esco gido s: pres iden tes, gob erna dore s, sena dore s y dipu tados gozan, durante todo el tiempo que dure su mandato, del dere cho de dom inar y roba r a los hab itan tes, sin que

con stru ido una “dic tadu ra eleg ida” (an elec tive dict atorship), tal y com o lo seña laba en su fam osa con fere ncia de 197 6 en la bbc Lord Hail sham , quie n fue Lord Cha nce llor en dos oca sion es. La apli caci ón de esta s fulle rías llev a a con clus ione s absu rdas. La dem ocra cia se redu ce a un proc eso elec toral para esco ger a los mej ores indi vidu os (aun cuan do en la realidad muchas veces sean algunos de los peores), los cua les, a su vez, en muc hos siste mas polí tico s, nom bran a otro s indi vidu os a quie nes se les llam a los pod eres para que ocupen los cargos principales en otros departamentos, y cad a grup o se ded ica a dom inar y, con frec uen cia, a roba r a la pob lació n en sus resp ecti vas área s. Y lo más inco here nte: una vez que los ciud ada nos vota n, pierden su pod er polí tico

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LEER

15 de junio de 2014 • Número 1006 • Jornada Semanal

Homero en Cuernavaca, Alfonso Reyes, Arturo Dávila (estudio preliminar), Universidad Autónoma de Nuevo León, México, 2013.

La suma de los ceros, Eduardo Rabasa, Sur +, México, 2014.

UNA NOVELA POLÍTICA EL CLÁSICO SOBRE EL CLÁSICO El buen uso del español, s/a, Planeta Mexicana, México, 2014.

Originalmente lo publicaron la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Espa‑ ñola en 2013, y casi de inmediato apareció esta edición impresa en México. Lo más destacable, amén de dicha cercanía entre una y otra ediciones, es el formato de este prontuario, breviario o como quiera llamársele: lejos de ser un compen‑ dio farragoso y aburridor de reglas, normas, prohibiciones y limitantes –que es el modo habitual en el que el público lector ve todo aquello emanado de la rae–, el libro es práctico, sencillo, de ágil consulta y, como resultado, utilísimo. Que no le espante la terminología lingüística, pues a fin de cuentas no se trata sino de un modo especializado de nombrar aquello que compone nuestro idioma y que, en razón de su constante uso, conoce‑ mos de sobra, sólo que muchas veces sin saber cómo se llama y muchas otras sin entender bien a bien cómo es mejor utilizarlo. Generado por la RAE, el volumen tiene la conveniente contribución/ revisión/colaboración de las Academias correspondientes de los siguientes países: Costa Rica, México, Uruguay y Argentina. Inclusivo, por lo tanto, así como actualizado; nada fuera de uso ni discriminaciones equívocamente motivadas por cuestión de localismo. Hace rato que la RAE se ha hecho el propósito de desembarazarse de aquella imagen, alguna vez tan suya, que con sorna Julio Cortázar metaforizaba llamando El Cementerio al Dicciona‑ rio de la Academia, y un volumen como éste contribuye bastante a dicho cometido •

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ

RICARDO GUZMÁN WOLFFER

P

ocos mexicanos pueden ser llamados “clásicos” en nuestras letras. Hay los muy conocidos, los muy premiados, los famosos que pocos han leído y los leídos que apenas se mencionan en los medios. Pero con la formación literaria a partir de las letras clásicas griegas, pocos como el maestro Alfonso Reyes, admirado por propios y foráneos, como Borges y muchos más. La reedición de estos poemas en los que Reyes reto‑ ma la Ilíada, de Homero para aterrizarla a su vivencia en Cuernavaca, es la muestra misma de que lo intemporal de la literatura sólo cobra sentido en el momento en que lo interiorizamos realmente, lo hacemos parte de lo coti‑ diano: el siempre se hace ahora y los tiempos se herma‑ nan para perder distancia y ganar en tamaño y alcance. Hasta hace unos años, Cuernavaca fue el símbolo del confort para los capitalinos que huyen cada fin de sema‑ na, ahora convertido en tierra de sangre e impunidad. Las letras de Reyes, además de los incon‑ tables méritos, confrontan el ahora de esa tierra que entonces daba para evocarla como “dulce retiro”. “A Cuer‑ navaca voy, que sólo aspiro/ a disfru‑ tar sus auras un momento:/ pausa de libertad y esparcimiento/ a la breve distancia de un suspiro.” Esta litera‑ tura muestra la mirada de Reyes a partir de una percepción que ahora difícilmente se daría en las mismas interpretaciones. ¿Qué Ilíada escribi‑ ría ahora Reyes sobre este Cuernava‑ ca que termina siendo una muestra más del México que se pretende callar en los medios? Es otra guerra la que pelean los Aquiles del ahora. Así lo veía Reyes: “yo, para bien o mal, mi sed abrevo/ en el presen‑ te y nunca en el pasado”, refiriéndose al amor sobre Hele‑ na, donde el “escolar jumento”, entre rebuznos que paran en lloros, habla de la dicha transitoria del amor como victoria. Los poemas de Reyes llaman a la relectura de la Ilíada, para comprender la visión de este verdadero mexicano ilustre, pero también la alejan por la precisión de sus versos que por sí mismos siempre son disfrutables, inclu‑ so para quienes no conozcan o no recuerden con precisión a los personajes de la Ilíada, ahí retratados por la mirada de ese Reyes que, incluso en la portada, se complementa con Homero. Bastará la lectura de estos veinte poemas para ver superada la discusión, otrora inagotable, sobre los méritos de Reyes como poeta. Para algunos ensayista, para otros prosista, su legado es el propio de los escritores que terminan por perder el segundo apellido: su especia‑ lidad creativa. La edición de la uanl contiene dos estudios notables de Dávila. El primero sobre Reyes y el segundo sobre “Homero en Cuernavaca”. El ensayo de Dávila sobre Ho‑ mero es complejo y documentado: lleva, de nuevo, al lector a buscar la lectura originaria, pero también pasa sobre otros textos de Reyes, apenas para mostrar a un autor que jamás se perderá del horizonte literario mexicano •

L

a discusión en torno a qué tan política debe ser la lite‑ ratura es añeja. Las dos posturas son claras: se parte de la idea de que ambas disciplinas son indisociables o se sostiene que la unión entre ellas es producto de la fuer‑ za. Los argumentos a favor de cada uno de los plan‑ teamientos son tan contundentes como los que se suman a favor de la inmanencia o la trascendencia en la literatu‑ ra. Ubicando los extremos, parecería que no hay forma de resolver de manera contundente a favor de ningu‑ no de los bandos. Sin embargo, lo cierto es que todo texto fue escrito en una circunstancia determinada, la de su autor, y éste puede o no aprovecharla. Así, narrar desde adentro o desde afuera del mundo apenas es una posibi‑ lidad más para los novelistas. Eduardo Rabasa lo sabe bien. Su presencia en el mundo editorial mexicano alcanza ya una década. Como director de una de las editoriales independientes más exitosas del país, ha sabido seleccionar los temas que le interesan. Y ese mismo interés sale a relucir en La suma de los ceros, su ópera prima. En ella da cuenta de lo sucedido en Villa Miserias, un condominio compuesto por cuarenta y nueve edifi‑ cios de departamentos en donde sus habitantes vivían a gusto. Al menos eso es lo que les parecía: sin demasiados problemas ni aspiraciones. El problema es que llegó un nuevo inquilino, Selon Perdumes, y, con él, la idea de las posibles mejoras. Pronto convenció a algunos vecinos de aceptar un crédito para mejorar sus vidas. Un poco más tarde, ya tenía el control de la sucesión de presidentes del comité vecinal y había iniciado la ampliación del frac‑ cionamiento. Max Michels quiso terminar con la tiranía suave, tan parecida al capitalismo que se vive en nuestros días. Esta‑ ba harto del narcotráfico y la corrupción de las autori‑ dades, de la manipulación en el diario impreso del condo‑ minio, de las decisiones unilaterales. Al postularse para ser el primer presidente elec‑ to sin la intervención de Perdu‑ mes, desafiaba al sistema. Y eso es algo que no se puede permitir ninguna tiranía que se precie de serla, aunque esté oculta bajo el falso manto de la democracia. Utilizando un tono paródico, Eduardo Rabasa se da el lujo de explorar la convivencia políti‑ ca al tiempo en que ofrece pasa‑ jes salidos de una imaginación desbordada. La suya se vuelve una novela carnavalesca en la que el lector no puede sino encontrar semejanzas con lo que le ha sucedi‑ do a este país, por mencionar sólo una posibilidad. Y, al hacerlo, se da el lujo de plantear profundas reflexiones en torno a la verdad, al bien mayor, al individuo. La suma de los ceros es un libro político pero también es una andanada de historias divertidas. Un mérito mayor para una primera novela. Sobre todo, porque hacia el final se permite apretar la tuerca hasta el punto justo para que al lector no le quede más remedio que rechinar los dientes y asentir contento •

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Jornada Semanal • Número 1006 • 15 de junio de 2014

Mito y literatura, Eduardo Subirats, Siglo xxi Editores, México, 2014.

RETORNO A LA ESTÉTICA ANTONIO SORIA

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onviene iniciar con una cita, extraída del Prefacio con el que Subirats abre fuego: “En la cultura espectacular y en las rutinas académicas esta anti‑ estética [se refiere a la conversión escolástica de la literatura a textualidad y su disminución comercial a ficción y entretenimiento] ha llevado consigo la asimilación del pasado al presente, y a su achicamiento bajo un mismo principio escritural, según el cual las litera‑ turas son sólo textos y nada más que ficciones”. Puesto el dedo directamente en la llaga por donde, desde hace ya demasiados años, supura la justificación academicista de lo que es bueno y lo que es malo en literatura, y no sólo eso, sino lo que es o no es literariamente atendible y por qué razones y para qué propósitos, Subirats se lanza a fondo y sostiene, con toda autoridad, que “la interpretación literaria se restringe, en consecuencia, al proceso de su descodificación bajo normas escriturales, paradigmas catego‑ riales y divisiones departamentales corporati‑ vamente preestablecidos y profesionalmente vigilados”. Que lo digan, si no, los departamentos de lite‑ ratura de cuanto instituto y universidad actuales consagran en sus olimpos a todo aquel que, con su obra, responde punto por punto a una serie de requerimientos formales, estilísticos, temáticos, escriturales, que muchas veces nada tienen que ver con la literatura –entendida ésta como algo más que una vía para obtener premios y reconocimien‑ tos, ya populares, ya canónicos– pero sí, y mucho, con las categorizaciones estableci‑ d a s p re c i s a m e n t e p o r a q u e l l a s entidades. Como indicando cuán vetusto va haciéndose el despropó‑ sito, Subirats trae a cuento algo que Witold Gombrowicz dijera ¡en 1962!, acerca de un escritor cuya obra esta‑ ba “escrita para literatos, especial‑ mente escrita para miembros de un jurado”. Tan cierto hace cincuenta y dos años como hoy. Como afirma Subi‑ rats, la condición de autor cuya prin‑ cipal meta es el reconocimiento que pueda obtenerse por lo escrito más que lo escrito en sí, se ha convertido en todo un prototipo literario, bueno únicamente para quien consiga, bajo reglas más bien de mercado, que los reflectores lo ilumi‑ nen, de preferencia permanentemente. (Comenta‑ rio al margen, pertinentísimo: al autor de estas líneas le tocó en suerte, recientemente, escuchar a

los invitados a un encuentro de jóvenes poetas hablar interminablemente de certámenes y premios, de su participación en ellos, de quiénes habían ganado cuáles, de los eventos en ese momento por venir y de las obras con las que pensaban, cómo no, participar.) “Relevante es el concepto del intelectual como cocinero y de su audiencia como una sociedad de gourmets”, dice Subirats, ya en uno de los capítulos del libro, en el que se pregunta, desde la perspectiva contemporánea, qué es literatura. Lo que se propo‑ ne, tanto ahí como en los otros cuatro ensayos que conforman el volumen, consiste primero en el desmontaje de esa maquinaria más premiológica que meritocrática, para después, y por decirlo así plantado en un piso menos endeble, proponer una recuperación del sentido de lo estético y lo simbóli‑ co a la hora de analizar los cómos, los porqués y los paraqués de la literatura, específicamente la que se escribe en América Latina. Para ello se concentra en cinco novelas fundamentales, insoslayables: Pedro Páramo, de Juan Rulfo; Los ríos profundos, de José María Arguedas; Yo el supremo, de Augusto Roa Bastos; Grande sertao: veredas, de Joao Guimaraes Rosa, y Macunaíma, de Mário de Andrade. No sólo eso: el autor quiere, con esta variante de hermenéutica literaria, establecer un diálogo que trascienda el análisis literario meramente compara‑ tivo, para alcanzar el intercambio filosófico, que es el vínculo más profundo entre las obras menciona‑ das y el pensamiento y la literatura a nivel mundial. Esto, debido a que la aplicación acrítica de modelos de estudio concebidos para la comprensión de cultu‑ ras distintas a la latinoamericana, ha tenido como nefasta consecuencia un aislamiento de ésta respec‑ to del resto del mundo, durante los cinco siglos y pico que suma nuestra común historia, idiosincrasia y producción cultural. No sería ocioso que ciertos grupos académicos, así como otros menos “autorizados” pero tanto o más influyentes que los primeros, aceitaran un poco su anquilosamiento analítico e interpretativo con esta propuesta de Subirats, amplio conocedor de la literatura y el pensamiento latinoamericanos •

Istor. Revista de Historia Internacional, cide, Centro de Investigación y Docencia Económicas, año xv, número 57, verano de 2014.

Coordina Fernando Segura m. Trejo y escribe una pequeña pléyade de ensayistas: Gustave, Luis Barrón, Franco Bavoni Escobedo, Bernardo Borges Buarque de Hollanda, Paul Dietschy, Richard Holt, Sergio Levinsky, Diego Murzi, Lorena Pérez Hernández, Luiz Carlos Ribeiro y el propio Segura. El tema: historia del fútbol –aquí así, con acento, como se pronuncia y escribe preferentemente en Latinoamérica más que en México. De sobra sale aludir a la oportunidad con la que la revista del CIDE aborda el tema; lo destacable es la gran y múltiple aportación que los autores hacen a la visión del que acaso sea el fenómeno deportivo/político/ económico/mediático más notorio de todos los tiempos, que cada cuatro años, como sucede precisamente desde el pasado jueves, alcanza su clímax. He aquí algunos de los flancos abordados: La tradición obrerista del futbol inglés; Football, modernismo y música popular en el Brasil; México: historia de un futbol internacional (entrevista con Heriberto Murrieta); El mundial de futbol en el país del futbol. ¿Qué lugar es éste?; Maradona y Messi, ensayo sobre la continuidad y la ruptura. Fuera del tema principal, este número de Istor ofrece también un par de buenos ensayos sobre historia y literatura, reseñas literarias y el variado "Cajón de Sastre" a cargo de Jean Meyer, director fundador de la revista •

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La Jornada Semanal @JornadaSemanal

ROBERTO SAVIANO: el triple cero del narco neoliberal

próximo número

Fabrizio Lorusso

Historias al margen del Segundo Imperio, Andreas Kurz


ARTE Y PENSAMIENTO ........

15 de junio de 2014 • Número 1006 • Jornada Semanal

Abraham Truxillo

Naief Yehya

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naief.yehya@gmail.com

Bestiario mínimo

La axila del Mediterráneo Muchas cosas se inventaron y descubrieron en el Medio Oriente, desde el álgebra hasta el café, y desde el hospital hasta la universidad. Pero si algo es seguro, es que no nació ahí el concepto de la corrección política. Al parecer es difícil hablar con tacto, sensibilidad y respeto en una tierra que por milenios ha sido escenario de guerras, invasiones, usurpaciones, despojos y masacres. La historia de Tierra Santa y sus alrededores, de esta convulsionada axila del Mediterráneo, no puede contarse sin evocar imperios, ejércitos, milicias, guerrillas y confrontaciones mortales entre vecinos rijosos con un don particular para deshumanizar a sus rivales en turno.

Volver-volverse

Circe A mitad de la tormenta, encontró que su yate no tenía mástil y se amarró al timón en el peor ángulo del Triángulo de Las Bermudas. Amigos empresarios le habían contado sobre un lugar de placeres exquisitos para acaudalados. Un rincón del Caribe con auténticas sirenas de pechos a la medida, exclusivo para las embarcaciones privadas que pudieran llegar. El teles‑ copio de su imaginación había hecho zoom sobre el lugar carnal. Se vio a sí mismo en un paraíso de elíxires embriagantes, rodeado por criaturas hermosas y dispuestas. Pero la fortuna le había deparado otros derroteros. La tormenta lo sacudió como a un barco de papiro. Luego de naufragar, se encontró en una playa con seres perversos que rodearon su cuello y sus manos con grilletes, marcaron su espalda con un cauterio. Lo sometieron a torturas y tratos denigrantes. Más tarde, cuando Circe apareció con el bisturí, él rogó en vano a sus dioses que lo salvarán del destino ominoso. Su familia recibió dos semanas después un sobre con tres dedos y una nota de rescate. El dinero se pagó muy cerca del lugar adonde se dirigía cuando los elementos lo perdieron. Él aún sueña con la isla prodigiosa.

Lamento de la sardina Formo parte de un grupo nutrimental de frenéticos individuos, condenados a la huida perpetua. En cardumen, somos el héroe que sostiene el hambre del océano. Nuestra vida es una convulsa coreografía frente al acoso de los depredadores locales y visitantes, el espacio donde hasta los enemigos tradicionales chocan aletas. El león marino y el gran blanco se regodean, la orca ríe, el pez martillo cede el paso, el hombre pone salidas secretas a sus redes para el delfín.

Mis hermanos no maldicen su existencia y se alimentan como yo del dios plancton que sobreabunda. Pero tire usted una pedrada a la pescadería y sin duda cenará a uno de mis parientes. Es cierto que gozamos del bien supremo de ser parte de la onda, segunda naturaleza del agua, vuelo que se antoja propulsión inexplicable. Somos la piel más sensible del mar. Corriente en la corriente. Sin embargo, yo no quiero el destino que se me ha asignado. ¡Desde mi pequeñez, maldigo a los faraones de la pirámide alimenticia! Mis hermanos afirman para consolarme que la foca y la ballena nos veneran antes del banquete, que somos dioses de los otros. Pero esto yo no lo creo.

Celacanto Acostumbrados sólo a las fotografías que calcan los milenios en las losas y lajas del mar, los paleontólogos no estuvieron listos para la aparición del celacanto. Después de que se pensara un animal en plenitud de extinción, ajeno al hombre y sus eras, Leonard Brierley Smith –ictiólogo, químico y profesor universitario– rescató al celacanto de los dominios de los cazadores de huesos y nostálgicos de la biología. El celacanto no solamente estaba vivo, sino que también coleaba y nos permitía asomarnos a su ser moderno y su naturaleza de anticuario. Ahora podría brillar como la estrella más vieja de la fauna. Para bochorno de la comunidad científica, el celacanto resultó ser un animal bien conocido en el sur de África, poseedor de un nombre que la historia no registra. Extraordinario evento, el de un animal que regresa para contradecir esa muerte superior que es la muerte de una especie: ¡extraordinario!, pero no carente de infortunio. Con el descubrimiento del celacanto, Sir. Wallace Rogers, el afamado científico de Oxford que había realizado los primeros descubrimientos fósiles del celacanto, lamentó largo tiempo y en fallido secreto la revelación de su mascota intelectual •

Volverse Palestina (Literal PublishingConaculta), el más reciente libro de la escritora chilena radicada en Nueva York, Lina Meruane, comienza con la idea del regreso a esa tierra remota, pero no se trata aquí de un auténtico retorno, porque en términos estrictos uno no regresa a un lugar donde nunca ha estado; se trata más bien de un regreso que implica una conversión, una transformación, una reconexión con algo distante y ajeno pero también cercano e íntimo. La visita de la autora a la tierra de sus antepasados se propone en sus palabras como un “regreso prestado”, a nombre de su padre y abuelo. Como si fuera un intento de enmendar negligencias y compromisos del pasado. El libro de Meruane es una reflexión sobre la identidad, sobre el peso de la historia y la genética; es una historia de legitimidades, ruinas y espejos; de visiones encontradas de la justicia y la lógica, pero también es un intento por reinventar las memorias a partir de la realidad. Es un libro de ausencias, de relatos incompletos deliberadamente olvidados, de recuerdos asfixiados ante la necesidad de pertenecer, y es un breve recuento de la ruta de la pobreza que conduce a una tierra lejana en busca de una vida mejor a costa de la ruptura con el pasado.

Emociones intensas y controladas En muy pocas páginas Meruane hace una crónica excepcional, conmovedora, inteligente y mordaz de este viaje que es muchos viajes por los que circulan hombres y mujeres que arriesgaron todo y perdieron su tierra, su documentación y hasta su idioma; por un sueño de estabilidad, un sueño que en la generación de Lina y en mi generación se volvió algo intrascendente y que asumimos como nuestra aburrida normalidad. La escritura de Lina es rica, delicada y amena, pero tensa. Salvo en ocasiones extremas, conserva la ecuanimidad, como en aquella brutal y escrupulosa revisión a manos de agentes israelíes. Volverse Palestina es una mirada honesta, desconcertada y afligida que por momentos se revela enfureci-

da, con una furia apacible, controlada, resignada y racional. Y no hay nada más difícil que permanecer racional ante las catástrofes, especialmente cuando se deben a políticas crueles y arbitrarias, a giros históricos egoístas y decisiones impertinentes que, de haber sido ligeramente distintas, quizás hubieran limitado las desgracias humanas.

Laberinto Lina no se queda en la apacible comodidad de contar una vida familiar repitiendo las historias de la sobremesa en las que destacan los platillos cocinados por madres y abuelas que recomponían sus recetas con los ingredientes locales, que reconfiguraban el paladar, que adaptaban sus guisos al nuevo mundo, que hacían milagros con el magro gasto del hogar. La nostalgia era contenida al encapsularla en cada bocado, así como en las fotos desteñidas y los fetiches de mercados exóticos. Tampoco es un relato hollywoodesco donde el regreso, tras algunos contratiempos, dibuja un arco que culmina en el triunfal redescubrimiento de esa familia lejana y amorosa que ya nunca abandonaremos. Volverse Palestina, a pesar de su mesura, su sensibilidad y su paso cuidadoso por el callejón sin salida que es la situación en Palestina, es una obra provocadora que recorre un terreno explosivo y tóxico.

Lenguaje oculto Los que fuimos educados en la tolerancia, los que pudimos librarnos de las cadenas de los prejuicios, los que creemos que nuestro bienestar no puede venir de la destrucción del bienestar de los demás, tenemos la obligación de mirar esas ruinas y esos espejos de los que habla Lina, para buscar ahí el sentido de ese legado y la posibilidad de convivir. No se puede simplemente reconstruir sobre las ruinas sin aplastar un pasado ajeno. No podemos ver nuestro reflejo e ignorar que esa imagen invertida es también el reflejo de ese Otro que ahora ocupa nuestro lugar. El libro de Lina es una de esas obras que ofrecen claves para descifrar el lenguaje oculto de las ruinas y los espejos •

JORNADA VIRTUAL

El Hombre Elefante duerme siempre en la misma posición: fetal sobre la izquierda. Con el doblez de anca exacto para que no se le muelan los intestinos por las rocas óseas de la cadera ni se le trituren los pulmones con las patatas de calcio en las costillas o se le rompa el cuello a causa del meteorito que tiene por cabeza. Entonces, durante la noche, el Hombre Elefante sueña que es un triángulo, luego un cuadrado, un pentágono y un círculo. Sueña que es una forma definida. Y en la últi-

PROSAISMOS

Las ruinas y los espejos: Volverse Palestina, de Lina Meruane

El hombre elefante

ma curva del alba, el Hombre Elefante sueña que es un elefante. Con cinco miembros y una cola adicional. Que camina entre animales bellos idénticos a él. Lejos de los hombres.

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........ ARTE Y PENSAMIENTO

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola @LabAlonso

germaine@pegaso.net

Un panorama de la pintura contemporánea a vista de pájaro

Lo que no imaginó –o sí– Vasco da Gama

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L DIARIO Y EL canal de televisión del Grupo Milenio han unido esfuerzos para llevar a cabo el valioso proyecto de promoción y difusión de la pintura contemporánea en nuestro país titulado El milenio visto por el arte. La crítica de arte Avelina Lésper –colaboradora de ese diario– realizó una interesante curaduría que reúne a treinta y cuatro pintores de diferentes generaciones y corrientes a quienes se comisionaron las obras que integran la muestra que actualmente se puede visitar en el Museo del Carmen (Avenida Revolución 4 y 6, San Ángel). Asimismo, Lésper realizó entrevistas a los artistas, mismas que fueron transmitidas en el canal televisivo, y está por aparecer un catálogo

individual de cada autor y uno general de la exposición. En comunicación vía correo electrónico, pregunté a Avelina en qué basó su criterio de selección: “Busqué artistas que dentro de la pintura mexicana hayan aportado algo con su obra, que fuera no sólo emblemática, además en muchos casos influencia para otros artistas, como es el caso de Arturo Rivera o Manuel Felguérez”. Y agrega que incluyó “pintores jóvenes para apostar a nuestros propios lanzamientos y sentar un precedente de que apoyamos a los jóvenes aunque no estén en el circuito de museos y galerías”. El panorama presentado por Avelina da cuenta de una diversidad de temas, estilos y corrientes, e incluye figuras consagradas como Felguérez, Rivera, Beatriz Zamora, Gilberto Aceves Navarro e Ignacio Sal a z a r. E n t r e o t r o s n o m b r e s destacados, están Sergio Herla realidad pesadillesca que nos circunda. nández, Gustavo Monroy, Benjamín Do- Quizás algunos de ellos han abrevado de mínguez, José González Veites, Daniel la fuente de Arturo Rivera, el gran maestro Lezama, Roberto Cortázar, quienes alter- de la belleza de la fealdad. Las tribulacionan con otros creadores quizás menos nes existenciales de Rocío Caballero, Liliaconocidos –o prácticamente desconoci- na Mercenario Pomeroy o Sergio Garval dos– que conforman una pléyade de len- trasminan una suerte de fantasía mística, guajes e iconografías. Sus pinturas dia- y son la sublimación de un mundo cruel y logan con obras de los siglos xvii y xviii del caótico en escenas oníricas sólo en apaacervo del museo. riencia. La contraparte de esta pintura Una gran parte de las propuestas que desgarradora sería el arte altamente poéme parecieron más interesantes se centra tico de Guillermo Arreola, que emana una en la denuncia demoledora del mundo gran emotividad y una honda espiritualiabyecto que nos ha tocado vivir. El artista dad: su voz callada habla de los senticomo crítico implacable de su entorno se mientos más profundos. Del otro lado de hace patente en la joven pintora Paulina la orilla, los rostros femeninos hiperrealisJaimes, quien desarrolla el retrato y el des- tas de Víctor Rodríguez desafían el realisnudo recurriendo a la desfragmentación mo puro con la fragmentación audaz de y siguiendo las huellas de Lucian Freud y sus composiciones en colores estridentes. Francis Bacon con una fuerza perturbadoSobre la pintura que se está haciendo ra. Este mundo contemporáneo en imáge- en México, concuerdo con Avelina en que nes de un realismo transgresor –y en oca- “hay un movimiento muy serio con preocusiones, repulsivo– también está presente paciones y propuestas contundentes […] en Maritza Morillas, Rodrigo Cifuentes, Hay jóvenes que están pintando muy bien, Carlos Cárdenas, José María Martínez Her- como no se había visto en años, y consanández, Alejandro Montoya y Gonzalo grados que pintan mejor que antes, coGarcía. Cada uno en su estilo personal pro- mo Felguérez o Aceves Navarro. Estamos picia la reflexión en torno a la violencia y en un gran momento aunque no haya muchos espacios oficiales, la pintura está muy alerta de su evolución.” A falta de estos espacios, se agradece que un recinto dedicado al arte colonial como es el Museo del Carmen haya abierto sus puertas a esta exhibición. Las entrevistas se pueden ver por internet bajo Milenio Arte. Son charlas frescas e informales de aproximadamente 13 minutos, en las que los creadores arrojan muchas luces sobre la esencia de su arte y sus procesos creativos. Este proyecto es una aportación de Grupo Milenio digna de reconocimiento, sobre todo si tomamos en cuenta que la programación de las cadenas privadas en este país es cada día más banal y deplorable • El drama de la sustancia, Paulina James; Arriba: Giant whithe 10 stripes, Víctor Rodríguez

EGURO QUE VUESTRA MERCED, lectora, lector del séptimo día, tiene un buen amigo o amiga cuyas recomendaciones discográficas deban ser tomadas en cuenta, cuyo gusto sonoroso le parezca atento a lo nuevo pero sobre todo a lo original. Es probable que conozca a alguien, además, profundamente interesado en la literatura, la pintura o el cine. Seguro que de esa persona toma consejos pues le cansa flotar a la deriva en los océanos de la incertidumbre. Tal vez, incluso, tiene contacto con alguien que explora mapas gastronómicos, lo que a usted le reduce infructuosas y caras expediciones. Suponiendo ello, recordamos

que el papel primigenio de los progra- Ibrahim Maalouf, trompetista de Beimadores y curadores de festivales es, rut. Surque luego las por tentosas precisamente, el de actuar como esos aguas del armenio Tigran Hamasyan, amigos de confianza abocados a fil- pianista interesado en el jazz de vantrar la desmesura con preceptos que guardia, el rock progresivo y la música establecen rutas alternas y de limpi- clásica. Dé un golpe de timón hacia Médez magnética. lissa Laveaux, canadiense con ascenAsí es el Festival Músicas do Mundo dencia haitiana radicada en París, porde la ciudad de Sines, en Portugal, que tadora de un delicioso pop que reúne este año, en el mes de julio, cumplirá sus múltiples raíces. Cruce entonces el 15 de haberse fundado. Se trata de un Atlántico hasta La Yegros, cantautora ejemplo asombroso en la Europa heri- que recupera la cumbia argentina de da por la macroeconomía. Es un even- forma antisolemne. En las mismas tieto de crecimiento sostenido que mues- rras, escuche a Soema Montenegro, imtra su espíritu sincrético, incólume, provisadora de Buenos Aires. ajeno a las presiones del mainstream, Cargue provisiones y pinte singlaimpulsado por programadores, patro- duras rumbo a África. Debademba será cinadores y gobernantes digamos… su destino. Combo de músicos de Burdiferentes a los que desean redes lle- kina Faso y Mali avecindados en Frannas por la vía que sea. Revisando el cia muestra uno de los más renovados historial de su programación hasta discursos del continente negro, el que 2014, incluso creemos que se ha he- rodeará después para enfilar sus velas cho más “arriesgado”, pues decidida- hacia Madagascar. Allí déjese arrobar mente se compromete con una vena por los oficios de Teta, virtuosísimo que en otras latitudes parece sospe- guitarrista y cantante. Cruce luego el chosa a quienes sólo desean divertir- Canal de Suez y atraque en el Meditese, entretenerse en albercas conocidas. rráneo para brincar a Polonia, donde lo Dicho con simpleza, apuesta por una espera la multiinstrumentista Carolina premisa básica que le da longevidad y Cicha, dedicada a un rock distorsionaatracción: la de ser más lo que es. do en el que caben suavidades inespeO sea que el festival de Sines, en radas. De regreso a las aguas de Amébuena medida, representa un oasis de rica, el estadunidense Colin Stetson tolerancia e integración, un muestra- lo dejará boquiabierto con el abordaje rio de rarezas que saben conectarse de un discurso de saxofones pasados con grandes audiencias a través de su por efectos y técnicas radicales. Tamsingularidad. Ello se hizo patente des- bién sumergido en la experimentade 1999, cuando decidió que su ins- ción, el bretón Krismenn compartirá piración sería Vasco de Gama, el más un trabajo notable en el que conviven grande explorador portugués nacido, la electrónica, el beat box, el hip hop y precisamente, en su seno acuático. De otros géneros urbanos. él se conocen muchas hazañas, como Abandone finalmente su navío en la de navegar de Europa a India ro- el Pacífico centroamericano, luego deando África. Por eso, soslayando de cruzar el canal de Panamá. Visite controversias históricas y concen- Colombia, allí donde Cimarrón lleva trándonos en su herencia marítima, veinte años tocando música llanera podríamos hacer analogía y decir y vertiginosa. Haga todo el recorrido y que, como el festival, hizo “más chico alárguelo más aún, desde su casa, pial mundo”. lotando su computadora-barco en el Con ese espíritu, por favor, dirija Festival Músicas do Mundo de Sines. su proa virtual hacia las aguas de Sines, Sueñe como lo habrían hecho los antique en su décimo quinto aniversario guos exploradores temerosos al abisalbergará a más de cuarenta proyectos mo de una tierra plana. Trace portuladel mundo. Zarpe primero, como ha- nos sentimentales que develen playas cen los videos en su sitio de internet desconocidas, auténticas, allí donde la (www.fmm.com.pt), con los finos vien- huella de los codiciosos no ha izado tos de Mulatu Astatke, padre del jazz del todo su bandera. Buen domingo. etíope. Pase luego por la bahía de Buena semana. Buenas olas •

BEMOL SOSTENIDO

Jornada Semanal • Número 1006 • 15 de junio de 2014

ARTES VISUALES

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

15 de junio de 2014 • Número 1006 • Jornada Semanal

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Jorge Moch

Ana García Bergua

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OSÉ REVUELTAS ESTUVO EN prisión en tres ocasiones: en el Reformatorio y la cárcel de Belén y Santiago en su adolescencia; dos veces en las Islas Marías y posteriormente en Lecumberri, a raíz de su participación en el movimiento estudiantil de 1968, del que se declaró dirigente para que se exculpara a los estudiantes. Al leerlo me han interesado mucho algunos elementos en los que lleva a la locura la claustrofobia del encierro, transformándola en un elemento grotesco, casi humorístico, casi patético y al final de cuentas muy efectivo. Es el caso de El apando, el célebre

relato que José Revueltas publicó desde novela otra dimensión más allá de los la cárcel en 1969, en el que los presos conflictos entre el hampón y sus muje“apandados”, es decir recluidos en la cel- res, y los de los comunistas expulsados y da de castigo, pelean por una rendija por mandados asesinar por el propio Partido. la que tuercen la cabeza tratando de También en Los errores hay otro epiatisbar a los policías que uno de ellos sodio en el que el comunista Olegario ve como monos tras las rejas y la prosa rememora su huida de la cárcel por el de Revueltas lo convierte en una única conducto del desagüe, entre los despercabeza o un ojo único, “la cabeza sobre dicios, perseguido por las ratas que le la charola de Salomé, fuera del posti- mordisquean los tobillos y se le trepan go, la cabeza parlante de las ferias, des- por las piernas. La escritura de esta parte prendida del tronco –igual que en las de la novela es magnífica, especialmenferias, la cabeza que adivina el porvenir te angustiosa y en ella las ratas (una de y declama versos, la cabeza del Bautista, ellas aplastada por el propio Olegario) sólo que aquí horizontal, recostada so- juegan ese papel siniestro, irracional y a bre la oreja–, que no dejaba de mirar na- la vez paradójicamente estético, en el da de allá abajo al ojo izquierdo.” que asoma la literatura. Adentro del apando hay otro preso El enano en la maleta funciona como apodado El carajo, deforme, cojo y tuerto, el amante en el refrigerador del cuento al que su madre visita y los otros conven- “La sinfonía pastoral”, que se encuentra cen de que les traiga droga “enredada en en el libro Material de los sueños. Este las verijas”. El Carajo me parece un poco cuento, según don José Luis Martínez pariente de otro personaje encerrado, “acaso excesivamente estirado”, trata de terrible, genial y también grotesco de una pareja que va al cine a ver la pelícuRevueltas: Elena, es decir el enano, que la basada en el libro del mismo título aparece en su última novela publicada, de André Gide. El marido, importador de Los errores, calificada por unos críticos carnes, ha invitado a su mujer luego como la mejor armada de las que escri- de sorprenderla escondiendo al amante bió y por otros como una novela sin tan- en el enorme frigorífico congelador de ta vida como Los días terrenales, por lo carnes. Ella no sabe si él sabe y así ven la mismo. Este personaje es encerrado por película, que resulta ser una tortura para el hampón Mario Covián en una maleta la esposa, atenazada con la imagen del para asaltar al usurero don Victorino, co- hombre que ama muriéndose entre los mo una especie de mini caballito de Tro- costillares de cerdos y reses colgados, ya. A mí me parece que la presencia de al que no puede salvar. Aquí no saElena en Los errores le da a la novela un bemos qué siente el amante, como sabeaire verdaderamente literario, más allá mos lo que sienten y viven los presos de la metafísica materialista y el conflic- en el apando o el enano en la maleta, peto dostoievskiano que Revueltas desa- ro ese sufrimiento queda, por omisión rrolla en toda su obra. Es un elemento un deliberada, en la imaginación del lector, poco absurdo, casi surrealista, que fun- obligado a escribir esa parte para sí mismo. ciona para tensar la trama –durante gran Siete encerrados siete (con la rata), parte de la novela sabemos que Elena productos del genio de Revueltas, quien está encerrado en la maleta, esperando seguramente meditó mucho al respecto a que salga don Victorino del despacho, en la cárcel y por cierto escribió: “Quien y en ella bebe, ronca, se ríe y se mea, en no puede soportar la desesperación aquella oscuridad a la que sólo él perte- de la cárcel es que tampoco puede sonece y que es su universo– y le da a la portar la desesperación de la libertad.” •

Rizoma

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OS MEXICANOS ESTAMOS ACOSTUMBRADOS a que el presidente mantenga siempre una misma cara. No es común que el mandatario mude rostro, estilo o peinado más de lo que signa el paso del tiempo: canas, algunas arrugas, un tenue matiz de cansancio a pesar de la que suponemos “buena vida”. Apenas se permiten, según dicta quizá alguna de esas muchas reglas no escritas que acotan usos y costumbres de la corte imperial del presidencialismo, modificar de vez en cuando el color del traje o el dibujo en la corbata. A lo más que se ha llegado es a relajar el retrato protocolario cuando se trucó terno en guayabera o las ocasionales apariciones públicas, más para la foto que otra cosa, en manga de

camisa o ropa deportiva. Las guayaberas siempre fueron práctica y mediáticamente iguales; las camisas similares. La ropa deportiva incluso hasta de una misma marca. Entonces los presidentes según parece sí modifican atuendo, pero la apariencia personal no. Ninguno, que yo recuerde, ha decidido a medio sexenio raparse, dejarse coleta de caballo, la barba crecida o rasurar un bigote que hasta entonces parecía eterno. Es como si quisieran permanecer inmutables, fieles a sus propios retratos, ésos que cuelgan por miles detrás del escritorio de todo burócrata que se precie. A Enrique Peña Nieto nos lo vendieron (bueno, lo impusieron) los poderosos consorcios de medios que lo postularon como un candidato bien parecido. La buena salud era algo implícito en la imagen del joven político exitoso. El electorado femenino popular, desde luego y sobre todo en las bases sociales del priísmo, veía la apariencia del mexiquense como un valor agregado. Era guapo. Se veía en plenitud –en lo que cabía esperar con todo y sus mediáticos tropiezos– y sano. Sin embargo, ya desde 2011 Rafael Loret de Mola dijo públicamente que Peña padecía cáncer de próstata. Tres años después, apenas en los cuarenta y siete años, acusa un deterioro inexplicable desde la perspectiva del natural desgaste del ajetreo que supone ser presidente. Las fotografías recientes (y los infaltables collages no desprovistos de crueldad que se regodean con el presunto deterioro) hacen imposible ocultar una fuerte pérdida de peso, el adelgazamiento pronunciado del cuello y aquello que más que afilar facciones por tonificar el cuerpo con ejercicio, parece simplemente demacración. La piel se le ve menos lozana y surcada de arrugas, y hay fotos (que quizá exageraron ese enfoque, ese ángulo con malicia) en que el tono es francamente macilento, ojeroso, de profundo cansancio. Desde que hace unos meses le fue extirpado un “nódulo” del cuello al pre-

sidente, está desatada la rumorología de una enfermedad terminal alimentada principalmente por la opacidad informativa de la salud del mandatario por parte de la Presidencia, que se ha limitado al expedir boletines donde se pondera esa buena salud tan de plano ausente en las fotografías (veo al escribir esto las que se tomó Peña en Cancún hace unas semanas con Kevin Spacey en un encuentro que, por cierto, como el falso autorretrato con la selección nacional de futbol, tampoco fue genuino y casual, sino en agenda y con pago de por medio, pero como sea y volviendo a la foto, comparo el grosor de cuello de ambos y Enrique Peña se ve mal, por no decir famélico). Hay al respecto un grueso cortinaje de disimulo y omisión en casi todos los medios, como afirmó Sanjuana Martínez hace una semana en su columna “Daños colaterales” de la revista Sinembargo: “un país como México, donde los silencios de una buena parte de la prensa son más importantes a veces que el ruido que hacen, es posible leer en ese tupido velo que han colocado para cubrir la salud del inquilino de Los Pinos, que efectivamente la mayoría de los periodistas aplaudidores del régimen no pueden tocar, ni siquiera por encima, el tema de la supuesta enfermedad de Peña Nieto.” Es, en efecto, una omisión deliberada, una frase ausente en los noticieros de las principales cadenas de televisión abierta. Un tema tabú: Peña ha cambiado dramáticamente su apariencia. Aquel lozano candidato es un hombre enflaquecido y lánguido. Quién sabe si su ya característica ineptitud le venga a Peña Nieto como efecto de una enfermedad o de su tratamiento. O si el asunto se oculta para evitar un enroque presidencial atropellado. Pero queda claro que mucho se procura que no se hable del asunto, mientras incertidumbres y sospechas crecen, subterráneas, y se cuelan en los entresijos de la vida nacional. Y el pueblo, intonso •

CABEZALCUBO

Un enano en una maleta, un amante en el refrigerador, el comunista, la rata y tres presos apandados

PASO A RETIRARME

tumbaburros@yahoo.com Twitter:@JorgeMoch


Jornada Semanal • Número 1006 • 15 de junio de 2014

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Juan Domingo Argüelles

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RÓXIMO A CUMPLIR SESENTA y seis años de edad (pues nació el 24 de junio de 1948, en Murcia), Eloy Sánchez Rosillo ha visto la publicación de Hilo de oro (Antología poética, 1974-2011), bajo el sello de Cátedra, en la colección Letras Hispánicas (número 740). Hilo de oro (Madrid, 2014) es una edición a cargo de José Luis Morante, cuyo amplio y certero estudio preliminar nos lleva por un recorrido minucioso en la vida y la obra de Sánchez Rosillo: desde su edad temprana y su descubrimiento de la poesía hasta sus años más recientes y sus libros más próximos, todo, como afirma Morante, en un cauce continuo de un “discurrir sin atajos ni desviaciones estrepitosas”; con una fidelidad de

tono, pero a la vez con unas aguas renovadas que le han dado una gran vitalidad a la poesía española y, en general, a la lírica escrita en español. Autor de nueve libros de poesía (Maneras de estar solo, Páginas de un diario, Elegías, Autorretratos, La vida, La certeza, Oír la luz, Sueño del origen y Antes del nombre), Eloy Sánchez Rosillo reunió en 2004 los cinco primeros en el volumen Las cosas como fueron: Poesía completa 1974-2003 ( Tusquets), y posteriormente antologó su obra lírica en Confidencias (Renacimiento, 2006), El manantial del tiempo (Puebla, 2007) y En el árbol del tiempo (PreTextos, 2012). Hilo de oro es su antología más amplia, pues abarca textos de todos y cada uno de sus libros publicados, en cuyas páginas los lectores podrán seguir ese discurrir continuo de uno de los afluentes más significativos de la poesía contemporánea. Si en el ámbito de las letras españolas hay un poeta con lectores, éste es Sánchez Rosillo, cuyos cinco libros más recientes (todos ellos publicados por Tusquets en la colección Nuevos Textos Sagrados) han tenido una recepción excepcional. La vida, por ejemplo, lleva diez ediciones desde 1996. Merecedor del Premio Adonáis y del Premio Nacional de la Crítica Española, por Maneras de estar solo (1978) y La certeza (2005), Sánchez Rosillo renueva el follaje y los frutos de la mejor tradición expresiva de la poesía española, desde Garcilaso a Bécquer, desde Machado a Cernuda. En su obra poética, caracterizada por la música y la melancolía, o mejor dicho por la música de la melancolía, están los ecos de lo mejor que ha leído y asimilado, y las resonancias de su original voz donde la vida es la máxima certeza incluso antes del nombre. Eloy Sánchez Rosillo sabe nombrar lo que desea y desea lo que nombra. No hay pirueta verbal que lo convenza: la poesía es emoción y es también inteligencia; es música y es palabra; pero sobre todo es conciencia de lo humano, de la propia

historia que puede parecerse a la historia del prójimo. En “Antes del nombre” escribió precisamente el poeta español: “Desperté y habitaba/ la estancia inacabable de la luz;/ supe del todo y siempre,/ y era yo nadie y nada y cada uno/ antes del nombre, el traje, la mirada./ Pronto llegó el instante/ primero, y otro, y otro, y se apagó/ de golpe el sitio aquel del que ahora apenas/ tengo tan sólo unas migajas pobres./ Y fui el que Eloy se llama, el que esto escribe,/ alguien con su tristeza y su alegría,/ su sol, su lluvia, su ansia, sus papeles.” Si decimos que Sánchez Rosillo es un poeta melancólico no decimos con ello que no sea también luminoso. Sabe ver la luz e incluso oírla, con una hiperestesia y una alegría que a veces nos comparte el cielo abierto y otras la sombra que cae sobre un árbol o un muro, sobre una bella adolescente que pasa, sobre la vida que transcurre. José Luis Morante explica: “Al contrario que otros compañeros generacionales, que optaron por la diversidad en la escritura, Eloy Sánchez Rosillo aborda la poesía como único medio de expresión literaria, como si fuese una necesidad primordial que anula cualquier otro género o lo condena a ser un ejercicio coyuntural.” Agrega el estudioso:“Desde el comienzo, el poeta asumió en su quehacer un escueto inventario de temas en los que se posa la mirada del hablante lírico, con dos pilares básicos, sujeto y tiempo, ya resaltados en su día por Jaime Gil de Biedma al definir el sustrato de la verdadera poesía.” Para Morante, la palabra de Sánchez Rosillo “unifica existencia y escritura, ese hilo de luz que ilumina la vida”; ese hilo de oro de Antes del nombre:“Une entre sí la luz todas las cosas/ con un hilo de oro./ Y a mí mismo me incluye;/ me toma alegremente cada día/ y me hilvana con ellas.” Discípulo y amigo de Ramón Gaya, Sánchez Rosillo aprendió de aquél que toda poesía inauténtica se fundamenta en la artificialidad, y que la verdadera poesía se nutre, antes que nada, por encima de todo, de la vida misma •

@luistovars

JORNADA DE POESÍA

Eloy Sánchez Rosillo en Cátedra

Luis Tovar La cifra y la estructura (i de ii)

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OR UNA BUENA CAUSA, consistente en la abundancia de cine mexicano del cual dar cuenta, no se había mencionado en este espacio la publicación, a principios de año, del Anuario Estadístico de Cine Mexicano ( aecm ) –en este caso la edición 2013–, que de un tiempo a esta parte se le volvió sana y necesaria costumbre al Instituto Mexicano de Cinematografía ( imcine). Huelga insistir en la utilidad que este documento tiene para cualquiera que se interese en el estado actual de nuestra cinematografía, y no sólo desde la perspectiva endogámica; es decir, el aecm le sirve lo mismo a quienes forman parte de la llamada comunidad cinematográfica –realizadores, productores, guionistas, técnicos, actores, distri-

buidores, exhibidores, periodistas especializados, críticos, etcétera–, que a otros sectores sociales y entidades, tanto privadas como gubernamentales, que sin formar parte constitutiva de esta actividad, sí tienen incidencia en ella o bien pueden ser influidas. Es el caso, entre muchos otros, de los desprestigiadísimos cuerpos legislativos, del voraz y poco sensible Sistema de Administración Tributaria, de los habitualmente omisos gobiernos estatales, pero también de universidades y otras instituciones educativas, así como de organizaciones de carácter privado, bien que se orienten según criterios comerciales preponderantemente, o que persigan fines de difusión cultural más que de lucro.

Como dijera Clinton:

económico, cuya relevancia ha querido ser negada muchas veces, del monchis, es decir, de la comida que se vende en el interior de un cine. A cualquiera le consta la hiperinflación que allí priva: algo que afuera cuesta diez pesos, adentro no lo venden por menos de treinta y, como cualquiera puede constatar, son pocos quienes se sustraen a ser asaltados a través de palomitas de maíz, refrescos, nachos, jochos, helados y chocolates. Hay quienes afirman que los ingresos por concepto de comida son equivalentes a los de taquilla, por lo menos. Es una especulación, pero si se suman esas dos cifras y se le asigna a cada complejo cinematográfico un valor meramente catastral de unos 30 millones de pesos, esa parte de la industria cinematográfica tiene un valor de 41 mil millones 840 mil pesos, o 3 mil 230 millones de dólares al mismo tipo de cambio.

Entre los primeros datos que sustentan el alto rango de influencia que el fenómeno cinematográfico tiene en la vida social destacan los de carácter económico y, entre éstos, el de ingre- …“es la economía, estúpido” sos en taquilla es el indicador más re- Si a estas alturas no se ha mareado, levante. El año pasado, ese indicador añada el costo promedio por película ascendió a la bonita suma de 11 mil mexicana producida durante 2013. El 860 millones de pesos, equivalentes a año pasado se alcanzó una cantidad 912 millones de dólares, a un tipo de no lograda desde 1959, de 126 largocambio de 13 pesos por dólar. Eso sig- metrajes, entre ficción y documental. nifica que, sólo por ese concepto, el Eso significa que, con un promedio de cine genera una actividad económica 22 millones 600 mil pesos de costo por diaria de 32 millones 500 mil pesos en película, nuestra producción combipromedio. Faltaría agregar el resto, in- nada –es decir, hecha con capital cien menso, que integra el valor de la cine- por ciento privado o con alguno de los matografía, considerada en términos tres principales apoyos estatales– tuabsolutos: infraestructura en salas y vo un valor de 2 mil 847 millones 600 estudios, inversión en producción, en mil pesos. distribución, exhibición y publicidad, Las cifras anteriores, más lo que demás una larga lista de actividades eco- be agregarse por actividades asocianómicas asociadas. das, que no es poco –entre muchos Por otro lado, considérese que, al otros ejemplos, piénsese en las ganantérmino de 2013, la cantidad de com- cias obtenidas por las empresas de plejos cinematográficos alcanzó po- televisión al transmitir filmes por los co más de seis centenas y que se tenían que pagan ínfimamente en cuestión registrados poco menos de trescien- de derechos–, dan como resultado tos cineclubes, para un total de 894 que el cine en México es una actividad espacios públicos en los que se puede con un valor económico superior a los ver cine. Es difícil aventurar una suma 50 mil millones de pesos. de cuánto cuesta un complejo cineHa de ser por eso que cuesta tantímatográfico de nueve salas –que es el simo trabajo modificar una estructura promedio nacional–, pero no lo es de- tan distorsionada como la que el cine ducir que suponen una inversión mi- padece en este país • llonaria. A eso debe añadirse el valor (Continuará.)

CINEXCUSAS

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ensayo

A

delina Dalessio de Viola no sólo supo aprovechar su ‒para ellos‒ insólita condición de clase media hasta erigirse en concejal y dipu‑ tada por Ucedé (el minúsculo agrupamiento neoliberal argentino donde Álvaro Alsogaray sermoneaba con las fatales recetas económicas de Martínez de Hoz, el ministro de la dictadura, antes de verlas superadas por Menem), sino que logró esfumarse de la política para devenir, según las malas lenguas, uno de esos repentinos multimillonarios de quienes ya no se habla. Pero ella sí lo hizo. En el diario La Nación, de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1988, aseguró que “hoy leemos a Guy Sorman, Hernando de Soto, Octavio Paz y Vargas Llosa”. Al decirlo no hacía sino seguir el movimiento con que el gran dinero y la gran prensa intentaban apoderarse de todo Octavio Paz, distorsionando sus tempranas críti‑ cas al terror estalinista y su redescubrimiento del verdadero liberalismo para adjudicárselo, domesticado como tantos otros conversos hacia la derecha. Porque Paz, nacido en plena Revolución mexicana (1914), era hijo de Octavio Paz Solór‑ zano, uno de los fundadores del Partido Nacio‑ nal Agrarista, asesor legal de Emiliano Zapata y su representante en Estados Unidos, involucra‑ do en la reforma agraria y en las transformacio‑ nes educativas de José Vasconcelos. Él mismo, apenas recibido, en 1937 parte a Yucatán dentro de las misiones pedagógicas de Lázaro Cárdenas, y lo que es más significativo: ese mismo año inte‑ gra la delegación mexicana al célebre Congreso de Escritores Antifascistas convocado en Valen‑ cia por los republicanos españoles, mientras arreciaba la Guerra civil desencadenada por el franquismo. Comenzaba su tarea de escritor (poeta, ensayista, traductor, críti‑ co), el éxito de cuyos primeros títulos iba a convertirlo en hombre público. Polemista agudo, conven‑ cido humanista, su figura crece como su influjo, rodeada de admi‑ raciones y rechazos. Pero algo hay que reconocerle: en 1968, tras veinticuatro años de diploma‑ cia, renuncia en rechazo a la feroz represión oficial que produce incontables muertos y heridos, durante la masacre de Tlatelolco, entre los estudiantes mexicanos. Medio siglo después de aquel legendario Congreso de Valencia, se convocó a los sobrevivientes, entre ellos Octavio Paz, y eso le provocó un gran texto: “El lugar de la prueba”. Lo reprodujo La Nación, el 8 de noviembre de 1987, pocos meses antes de que doña Adelina intentara adscribirlo, como vimos, al neoliberalis‑ mo dominante. Es en ese texto donde descubrí una vertiente suya no debidamente percibida. Dice el inminente Premio Nobel mexicano: “porque la libertad de

15 de junio de 2014 • Número 1006 • Jornada Semanal

expresión está en peligro siempre. La amenazan no sólo los gobiernos totalitarios y las dictadu‑ ras militares, sino también, en las democra‑ cias capitalistas, las fuerzas impersonales de la publicidad y el mercado. Someter las artes y la literatura a las leyes que rigen la circulación de mercancías es una forma de censura no menos nociva y bárbara que la censura ideológica”. No mucho después, en su libro Al paso, al ser entrevistado en 1990, veo que afirma Paz, ya Premio Nobel: “Pienso en la solapada domina‑ ción del dinero y el comercio en el mundo del arte y la literatura. Las leyes del mercado no son estrictamente aplicables a la literatura, al pensa‑ miento y al arte. Las potencias meramente comer‑ ciales, regidas por el criterio del éxito y la venta, tienden a la uniformidad– máscara de la muerte.” Podría ser casualidad, pero el 25 de agosto de 1992, durante un reportaje que también incluyó La Nación, leo: “Es muy grave que el relativismo social actual se convierta en un nuevo absolutis‑ mo basado en esta idea: las cosas no tienen valor, tienen precio. Este es el camino por el cual una

Sin paz para Octavio Rodolfo Alonso

sociedad se destruye.” Y añade: “Cuando yo era joven el gran enemigo del arte eran los Estados autoritarios. Esta amenaza ha sido sustituida por otra mucho más sutil: la amenaza del merca‑ do, que lo relativiza todo. Estas son las grandes amenazas modernas. El mecanismo del mercado no tiene ideología, acepta todas, las usa todas, no respeta ninguna y se sirve de todas ellas.” Por si fuera poco, en una entrevista de Jacques Julliard para Le Nouvel Observateur poco antes de morir, en 1998, reitera Paz: “Tocqueville vio eso bien. Habla de una vulgarización de la vida democrática y hasta de una incompatibilidad entre la poesía y la democracia moderna. La cues‑ tión subsiste. Se habló del desastre del autorita‑ rismo, sería preciso hablar del desastre del capi‑ talismo liberal y democrático, en el dominio del pensamiento como en el de la vida cotidiana; la idolatría del dinero, el mercado transformado en valor único que expulsa a todos los otros.” Podría citar más, pero ya es suficiente. Intu‑ yo que llegó la hora de pensar a Octavio Paz en su complejidad, sin anteojeras de izquierda o derecha. No quiero decir que esta reiteración que acabo de citar sea la única, pero siento que debemos considerarlo íntegramente, desde nues‑ tra propia perspectiva, sí, pero en toda su fecun‑ da complejidad. Al menos, así comenzó a ocurrir donde algunos no lo hubieran esperado: inte‑ lectuales cubanos han impulsado un semina‑ rio de análisis y discusión a fondo para toda la obra de Paz. Después de todo, al concluir en 1987 “El lugar de la prueba”, tras haber vuelto a Valencia cincuenta años después de aquel congreso anti‑ fascista junto a tantos intelectuales, Octavio Paz sólo recuerda nada menos que esto: “en fin, y ante todo, el trato con los solda‑ dos, los campesinos, los obre‑ ros, los maestros de escuela, los periodistas, los muchachos y las muchachas, los viejos y las viejas. Con ellos y por ellos aprendí que la palabra frater‑ nidad no es menos preciosa que la palabra libertad: es el pan de los hombres, el pan compartido. Esto que digo no es una figura literaria. Una noche tuve que refugiarme con algunos amigos en una aldea vecina a Valencia mien‑ tras la aviación enemiga, dete‑ nida por las baterías antiaé‑ reas, descargaba sus bombas en la carretera. El campesino que nos dio albergue, al ente‑ rarse de que yo venía de Méxi‑ co, un país que ayudaba a los republicanos, salió a su huer‑ ta a pesar del bombardeo, cortó un melón y, con un pedazo de p a n y u n j a r ro d e v i n o , l o compartió con nosotros”. ¿Alguien capaz de expresar eso no merece que volvamos a pensarlo de nuevo? Yo mismo me lo pregunto •

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