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Emilio, ¿quién sigue?
Emilio Carrasco. In memoriam
6 Por José Esteban
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Martínez
Emilio Carrasco, menudito de cuerpo… menudito de corazón. No creo, no tengo ni la menor duda de que si algo no se podrá olvidar aparte de su gran trabajo es su sonrisa juguetona y burlona. Conocí a Emilio por los noventas, no fuimos amigos de piquete de ombligo, nos veíamos muy poco, pero cuando se daba en encuentro, a la ausencia la curaba una buena y larga plática. Nos llevamos bien, no recuerdo que hayamos discutido alguna vez. El tema obligado con él eran sus viajes a China y el gozo que tenía cuando lo contaba. No podría decir qué era lo que más me gustaba de la obra de Emilio, sus Ex Libris, su cerámica o su trabajo en tela, pero pudieran haber sido sus grabados. La limpieza con que trabajaba y el resultado en blancos y negros que lograba lo hacían uno de los mejores grabadores que conozco. Tenía su buen carácter, pero aguas cuando se encabronaba, lo sé por algunos 6 Por Jovita Aguilar Díaz cuando Fer y yo éramos novios. Una de esas tardes le pidió a Fer que le ayudara a imprimir unos grabados y al término de una divertida sesión nos regaló un pequeño grabado; fue la primera obra de arte que tuve en mi colección y desde entonces sus regalos fueron permanentes: conservo con mucho amor grabados, pinturas, dibujos y cerámicas.
Desde entonces llamó mi atención su viveza, su sentido del humor y su agarrones que tuvo con algunos personajes de la farándula cultural de Zacatecas, eso no le quita lo noble de persona que era; no dudo que también fue un buen padre, siempre que nos encontramos iba acompañado por su hija. ¿Qué deja Emilio en Zacatecas? Deja un legado y muchos herederos. Le gustaba enseñar, algún día me lo comentó; eso se llama generosidad, saber compartir lo que sabes a otros. Emilio no necesita homenajes ni palabras bonitas que hablen de él o lo alaben, el trabajo abundante como resultado de sus alumnos es su mejor logro.
Agradecido con Emilio y su familia por siempre, lamento no haber podido decírselo en persona, no recuerdo que no asistiera a alguna de las exposiciones que he tenido en Zacatecas; siempre sencillo, nunca protagónico, con ese lento caminar y esa sonrisa que nunca delató si le gustaba algo o le valía madre.
Emilio ahora es otro número más en la estadística de esta pandemia... nunca supe que estuviera enfermo, qué triste es no poder acompañarlo y tomarme un café
/// Emilio Carrasco en sesión de trabajo con Lalo Arvizu. Foto de Alejandra Celis Almaza
Ya nos haces falta, querido Emilio
Lo conocí en el Taller Julio Ruelas
con él. sapiencia, en las reuniones con amigos me quedaba atenta escuchándolo, riendo de todas sus ocurrencias, pero sobre todo, aprendiendo. Poco a poco nos fuimos haciendo amigos, no sé cuándo ni cómo, pero la amistad se hizo muy fuerte y se convirtió en nuestro mejor amigo, mío y de Fer, luego de nuestros hijos, a quienes quería y se alegraba mucho de verlos. Cuando mis hijos eran pequeños llegábamos a su casa y con toda la paciencia les enseñaba lo que llamaba su atención, les explicaba la historia de cada pieza u objeto; ellos fascinados lo veían con
Te fuiste, amigo… lamento enormemente no haber podido conocerte más, no tener una foto juntos, no habernos tomado asombro y admiración. Hoy también están tristes por su partida.
Siempre me gustó escucharlo, con él aprendí a apreciar el arte contemporáneo en sus interminables charlas; la primera clase a la que asistí con él fue en la maestría. Sus clases eran muy sui géneris; no era un maestro convencional, nos obligaba a pensar, a reflexionar, a acercarnos al arte con mente y ojos abiertos. Más que un maestro en estricto sentido de la palabra, fue un maestro de vida: siempre generoso, siempre divertido, siempre amoroso y dispuesto a colaborar.
Muchos sábados hacíamos carne asada, llegábamos temprano a su casa o ellos a la nuestra y mientras Lina y yo preparábamos todo, Emilio nos hablaba de sus nuevas adquisiciones, una planta nueva, un libro o las pinturas que estaba realizando.
La creación de su “Bosque de la utopía” nos llevó largas y entusiastas conversaciones; apasionado imaginó que podía tener un predio para hacer un bosque real a la par de las convocatorias de exlibris. El terreno nunca se lo dieron, pero sí reunió miles y miles
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un tequila y mentarles la madre a más de cuatro; ya habrá tiempo, ahora la pregunta
es... ¿quién sigue? de pequeñas obras de artistas de todo el mundo. Recuerdo que nos llamaba y nos decía: “Ya tengo listos los álbumes de los exlibris”, era una invitación para ir a verlos, en la primera convocatoria, mi hijo de 5 años en aquel entonces fue el participante más joven.
Honro tu memoria y legado, mi querido amigo, gracias por todas las risas, las bromas, las largas charlas, las carnes asadas, las tardes de café, las horas y horas viendo tus libros, tus grabados, los ex-libris. Gracias por mis pinturas, por el dibujo azul, por mis grabados, por mi jarrón marrón; ya no escucharé tu voz diciéndome en broma “Con usted no quiero hablar, maestra, ¿está el latoso de su marido?”.
Gracias por tu apoyo con nuestros proyectos, siempre agradeceré tu frase recurrente: “Con usted lo que quiera, maestra”. Gracias por querernos y por querer a mis hijos. Quiero a tu familia porque es parte de la mía. Mi cariño para Lina, Emilio, Marialina y Andrés; agradezco a Dios y al universo por haberte tenido en nuestras vidas. Nos dejas un gran vacío, ya nos haces falta, querido Emilio.