La Gualdra 299

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 299 /// 26 DE JUNIO DE 2017 /// AÑO 7

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Balthus (1908-2001). La Rue, 1933. Óleo / tela, 195 x 240 cm. Museo de Arte Moderno (MoMA). ©Balthus. © 2017. Digital Image, The Museum of Modern Art, New York/Scala, Florence.

El Museo de Arte Moderno de París inauguró a principios de este mes la exposición Derain, Balthus, Giacometti. Una amistad artística en la que se explora la amistad entre tres grandes artistas del siglo XX: André Derain (1880-1954), Balthus (1908-2001) y Alberto Giacometti (1901-1966). Conformada por más de 350 piezas entre las que encontramos pinturas, esculturas, obras sobre papel, fotografías y hasta diseños de vestuario teatral, la exposición es una muestra de lo realizado por la tríada de artistas en el periodo comprendido de 1930 a 1960. [Más de Derain, Balthus, Giacometti. Una amistad artística, en páginas centrales]


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Editorial

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l 23 de junio se conmemoró el 103 aniversario de la Toma de Zacatecas y no pude evitar recordar cómo se llevó a cabo hace tres años una serie de actividades cívicas y artísticas para rememorar que hace 100 años se había desarrollado aquí uno de los más grandes acontecimientos históricos de la Revolución Mexicana. Seguro recuerda usted, apreciado lector, que en las calles del centro había una serie de esculturas haciendo alusión a los revolucionarios que habían participado en la cruenta batalla en la que murieron miles de personas; al principio los transeúntes se tomaban selfies con ellas, pero luego se tornaron casi inadvertidas, se convirtieron en una especie de fantasmas del centro a los que nadie hacía caso, hasta que finalmente las recogieron y las guardaron no sé dónde. Ese centenario será también recordado por el exceso de recursos públicos invertidos durante esas fechas… cómo olvidar que en aquel entonces cierto funcionario público aprovechaba cuanta reunión pública tenía para presumir que en la representación escénica de la Toma de Zacatecas se habían invertido “nada más cinco millones de pesos en balas de salva”. En fin, tres años después del centenario, las actividades relacionadas con conmemorar el 23 de junio han sido mucho más moderadas, han pasado, como aquellas esculturas, de manera casi inadvertida para los habitantes de la ciudad; incluso la cabalgata que se lleva acabo para estas fechas tuvo un contingente mucho menor comparado con los años anteriores. El ánimo está decaído. Antes, podíamos imaginar ese enfrentamiento entre el ejército federal y las fuerzas villistas como un episodio incluso cercano a la ficción, casi al estilo de las películas que sobre la revolución se han hecho; veíamos tan lejano que en el centro de la ciudad cayeran cuerpos abatidos por balazos que conmemorábamos la fecha como algo que efectivamente había pasado pero que no podía volver a pasar. Y ya ve, las cosas han cambiado; no necesito mencionar el estado de tensión que se vive actualmente, pero sí puedo decir que las noticias diarias que dan cuenta de hechos trágicos han pasado poco a poco –como las esculturas mencionadas- a ser tan cotidianas que no parecen llamar más la atención: nos estamos acostumbrando a ellas. Volviendo al tema inicial y a propó-

Contenido sito del 103 aniversario mencionado, leí hace unos días, por recomendación hecha en twitter del Dr. Pedro Salmerón Sanginés, su libro 100 preguntas sobre la Revolución Mexicana,1 un texto ameno y bien documentado en que el autor contesta cuestionamientos relacionados con dudas que de pronto suelen surgir alrededor de la gesta revolucionaria, sus orígenes, causas y consecuencias; un libro que recomiendo ampliamente por su fácil lectura y por la precisión y lucidez con la que el autor responde a dudas que podemos tener y que difícilmente nos atrevemos a plantear por temor quizá a ser tildados de ignorantes de nuestra historia. El libro está financiado por con recursos de a RLS con fondos del BMZ y Para leer en libertad, A.C., y está en línea para poder ser descargado libremente y de manera legal. Para leer en libertad, A.C. es una asociación dedicada a la promoción de la lectura desde la sociedad civil, una plataforma en línea muy interesante en la que usted puede descargar de manera gratuita más de 150 títulos de diversos autores, en formato PDF;2 pero además de este magnífico proyecto editorial, cuenta con un programa de cursos en línea que se ofrecen también de manera libre, entre los que se encuentran los de Periodismo Narrativo, Ambientación, Guión Cinematográfico, Redacción y muchos otros relacionados con temas históricos –algunos coordinados por Paco Ignacio Taibo II-; por si eso fuera poco, hay también una serie de videos en los que diversos autores como Óscar de la Borbolla, Martín Solares, Alberto Chimal y BEF, por mencionar algunos, hablan sobre novelas, poesía, cuento y cine. Le recomiendo mucho que ingrese a esta página, sus contenidos son ampliamente disfrutables, Para leer en libertad considera “indispensable incorporar a una gran cantidad de ciudadanos a un programa revolucionario de fomento a la lectura”, dese una vuelta por ahí y comentamos luego qué le ha parecido. Que disfrute su lectura.

La promesa de los lunes Por Saúl Kuri

Ian McEwan Narrar desde el vientre materno Por Mauricio Flores

Derain, Balthus, Giacometti. Una amistad artística En el Museo de Arte Moderno de París Por Jánea Estrada Lazarín

T2: Trainspotting de Danny Boyle Por Adolfo Nuñez J. ¡Pss, pss!... ¿Y la Ley para el fomento de la lectura y el libro en Zacatecas? Por Eduardo Campech Miranda

Desayuno en Tiffany´s, mon ku El amante doble Por Evelyne Coutel El Picaporte Lo sosegado y lo sesgado Por Simitrio Quezada

Photo | Graphi | Arte Exposición fotográfica colectiva Por Iván Muñoz

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com 1 Usted puede descargar libremente y de manera legal el texto completo en la siguiente liga: http://brigadaparaleerenlibertad.com/ programas/cien-preguntas-sobre-la-revolucionmexicana/ 2

Notas al margen Inventar la soledad Por José Agustín Solórzano

La Loca Por Alberto Huerta De – construcción Por Gerardo del Río Agua bendita Por Pilar Alba

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Dele clic a la siguiente liga para ingresar a

la página: http://brigadaparaleerenlibertad.com/

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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La promesa de los lunes 6 Por Saúl Kuri

exceso u acontecimiento pudiera impugnarla, los fieles-creyentes-laicos –a pesar suyo o sin pesar alguno– prometen y luego callan. Y no precisamente para dar pie a aquello a lo que la proposición señala, sino para dar pie a lo contrario de lo que ella indica: es preciso ser del todo fieles a la infidelidad propia, no ir en contra de nada establecido e impuesto, procurar ponerse al servicio de una “concepción” de la patria que aparece como conclusa. Y todo esto, aceptando una idea de la libertad y de la justicia limitada y falaz: uno es libre de pensar cuanto quiera pero no de actuar o de algo cambiar; la justicia solamente será tal ahí donde ésta concuerde con el orden institucional; pero, restringida e incluso del todo ausente para aquéllos que no se inscriban o ajusten a éste. Los principios que “hacen de la patria la nación independiente”, y a los que los docentes han de ser “siempre fieles”, solamente pueden sostenerse precautoriamente. Aquello a lo que cada quien ha de ser fiel no es a la libertad o a la justicia, aquello a lo que cada quien ha de ser fiel es al control personal (y necesario) para no batallar en el trabajo, para procurar asegurarlo y llevársela -como quien dice– tranquilo. Que no quepa duda, en el mundo

de las escuelas “públicas” de este país, la puesta en escena del juramento a la bandera y de la consecuente promesa a ésta, permiten atisbar el modo en que docentes y estudiantes deben comportarse, concordando con una perspectiva de la historia que funge a la manera de panacea universal. Cada lunes forma parte de una historia que se presenta acabada e ineluctable, impermutable e inalterable. Y el silencio después de la voz que nombra la promesa es cómplice (so pretexto del salario necesario y del desgaste innecesario), firme constancia de que, como dicen por ahí, el que calla otorga. Y no cualquier cosa, sino un horizonte de sentido inobjetable y con pretensiones atemporales: es del todo admisible cuanto esté estructurado al modo en que se presenta y está formulada la promesa; es del todo reprobable cuanto no se estructure, presente y formule de acuerdo a ésta. El juramento cívico-religioso-militar, sirve de modelo del modo en que la educación funciona en el país. Todos han de acomodarse a un espacio previamente ordenado, todos han de seguir un guión establecido. Y, de ahí en adelante (más allá de la ceremonia), han de reproducir lo mismo: diluyendo al individuo singular en la masa uniforme; limitando y sentenciando a los inquietos; dán-

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urante una cantidad de años nada inestimable, todos los lunes de cada ciclo escolar, tras refrendar la unidad simbólica que une a la bandera nacional, cientos de miles de estudiantes y maestros de las escuelas del país repiten: “Te prometemos ser siempre fieles a los principios de libertad y justicia que hacen de nuestra patria la nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia”. Como si de un “mantra protector” se tratara, la promesa se refrenda y expande sobre plazas y recintos escolares como conjurando los males de México, como haciendo de cuenta que, por la gracia de su repetición impostergable e incesante pudiéramos convencernos de la veracidad de la declaración, y se aplacara así toda duda que pudiese pesar sobre la misma. La promesa que, por lo general, suele ser enunciada y entonada en grados diversos de seguridad, por directivos y docentes que, han de ser el ejemplo de los congregados, de inmediato pierde su fuerza y muestra la duda que pesa sobre ella: difuminándose entre los espacios y los cuerpos ordenadamente amontonados, entre los ojos despistados y las bocas autómatas; entre maestros que hacen de cuenta que lo dicho es probable y capaz de conducir al “efecto deseado”, y alumnos que solamente ratifican las palabras porque lo hacen sus maestros, porque no desean ser amonestados (saben quizá –genéticamente o por intuición– desde temprana edad, que en este país es mejor simular a decir lo que uno considera verdad o probable certeza). Unos y otros mueven los labios, emiten las mismas palabras, sin que sea en lo absoluto importante lo poco o lo mucho que impliquen y puedan significar. El acto cívico o, si se quiere mejor, la representación-simbólica-cívicoteatral, pone sobre nuestra mira un escenario en el que se puede perfectamente recrear el drama nacional. Construida de arriba para abajo y apenas como una verdadera República, el elenco participante ejemplifica de sobra lo que pasa en el interior y en torno del mundo de las escuelas del país. Que nadie ose hablar, que todos callen ante el estandarte nacional, erigido en la “cruz secular” ante la que todos debemos rendirnos. Que todos declaren al unísono fidelidad, que alcen las manos seguras sin dudar, aun a sabiendas de la improbable fidelidad al juramento de lealtad. Como si la historia estuviese clausurada, como si ningún

dole cabida a quienes aprendan a asentir, a decir que sí aunque crean –razonadamente– en algo opuesto o contrario. El acto ceremonial es, pues, ejemplar, prefigura el modo y la manera en que cada uno ha de ser en el universo de los recintos escolares. Nada novedoso por hacer frente a una semana que arranca de una ceremonia impuesta, de un juramento de lealtad que sirve de modelo, carátula o portada de la semana por venir, que comienza con una repetición ciega y que, en adelante, anticipa y signa los comportamientos precisos que han de tener las hijas e hijos de México. En efecto, la promesa que es dicha en plural, se antepone al mundo de la experiencia de individuos singulares. Sin esperar consentimiento alguno, como si todos estuviesen de acuerdo, presupone el horizonte y el relato sobre el que sí “se debe” de coincidir, la “realidad formal” a la que sí vale plegarse. Y como para no dejar duda de lo que ella pudiera lograr, refrenda un tiempo ilimitado hasta donde ella debe alcanzar. No sólo para mañana o pasado mañana, la promesa ha de alcanzar para ser “siempre fieles”. Y no a cualquier suerte de principios de libertad y justicia, sino a aquéllos que hacen de “la patria la nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia”. Pero, ¿qué clase de principios son éstos? Son principios al servicio del mundo institucional en el que son mencionados. Y que, en consecuencia con ello, deben adaptarse al ordenamiento de dicho mundo. Difícil imaginar a la libertad individual aportando (más allá de los decretos, los recintos escolares y los maestros solos en sus aulas), y a la justicia, permitiéndole a los docentes cambiar la educación elegida para que éstos impartan. Los principios de libertad y justicia, que “hacen de la patria la nación independiente”, en el orbe de la educación “pública” están a la orden del sistema que contrata a los docentes y les paga. Y esto no es insignificante. Se contrata no a quienes llegan resistiendo, sino a quienes llegan acatando y sirviendo. La difundida costumbre de premiar o castigar según el “buen comportamiento”, se ratifica en una suerte de axioma común al mundo laboral de la educación en México: se premia no a quien lleva la contra, sino a quien sigue la corriente. La entrega, que en la promesa de los lunes es referida también en plural, remata la perenne fidelidad: no es a una cruz a la que uno ha de entregarse, y no es cualquier cosa la que uno ha de entregar.


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Cada uno ha de entregarse a un principio tan solo en apariencia secular (la Nación), y lo que ha de entregar no es ni más ni menos que la propia existencia. Pero, en verdad, ¿es posible ser fieles una promesa que pide entregar ni más ni menos que la propia existencia? ¿Es posible ser fieles a un juramento que se sostiene absurdamente frente a una estructura jerarquizada e impersonal, que suscribe y proscribe cómo y cuál ha de ser la participación de los docentes y del mundo público en la construcción de la educación del país? ¿Qué es ser fieles al juramento de lealtad en un medio laboral y de estudio que poco respeta las necesidades diversas de docentes y alumnos, y que reproduce de manera cotidiana los vicios de un país construido de arriba para abajo y sin injerencia del mundo público en el nombre del cual se habla? ¿Se puede ser fieles a una promesa indiferente a la participación de los docentes y del público en general en la construcción de la educación que el país y sus regiones diversas requieren?; ¿leales a un juramento que se enuncia en un medio escolar en el que los docentes nada pueden cambiar, y ante el que solamente deben asentir obrando de acuerdo a órdenes y decretos maquinados en las mentes con-vencidas de seres desconocidos y aliados a las utopías del mundo tecnológico-político-privado-empresarial? En fin, ¿es acaso probable tan tremenda, firme y duradera promesa y fidelidad? Las preguntas pueden multiplicarse tanto como uno lo quiera e imagine. Ser fieles a las palabras de lealtad puede –fantasiosamente e ingenuamente– también suponer oponerse a la realidad educativa nacional. Pero, a la sombra de una estructura jerarquizada que premia el silencio y el sometimiento, decir esto parece imposible. Cada uno ha de acatar las órdenes impuestas, de la misma manera que se pronuncia la promesa: cada uno ha de hacer de cuenta que cree en la promesa, pero sin creer demasiado en ésta. Detrás de los ojos que miran en torno al brazo alzado, de los ojos cuasi estáticos e inquietos, que diferentes y excesivos se mueven para todos lados, mientras la boca suma –o no– su sonido-emisor al incierto-seguro-inse-

guro-barullo, se oculta la penumbra y el solaz de maestros que asienten resignados e indiferentes, festivos o trágicos, a una representación que es fiel espejo del modo en que se concibe las posibilidades de cambio para la educación en México. Poco qué aportar a la educación “pública” frente a una semana que comienza con una costumbre que nadie parece dispuesto a cuestionar, que ha de vivirse o, mejor, de soportarse del modo más sobrio y desenfadado. Poco qué aportar de novedoso y de significativo a los estudiantes de cara a programas que igual que la promesa son impostergables, que no admiten debate. Y ello, a pesar de poderse probar y mostrar de modo profuso, que la diversidad del país (el modo de ser de cada una de sus regiones y poblaciones), y el mundo vivo y a flor de piel de los estudiantes, requiere

de una revisión de la tarea educativa distante no sólo de la perspectiva que ha predominado en el país, sino también, sobre todo, de la que actualmente se procura –a como dé lugar– implementar a lo largo y ancho del mismo. La fidelidad, que apela a un lazo inquebrantable con aquello a lo que uno es fiel, en el caso de la promesa revela un sino trágico: es preciso refrendar una promesa insostenible en el universo de los espacios escolares, repetir palabras contradichas de manera cotidiana por el mismo edificio que incita a la representación simbólica, por el mismo edificio pues, que le niegan “realidad” y “efectividad” a las palabras que componen el juramento. Es preciso ser fieles a una representación hecha a nombres de todos y de cada uno, y así hay que ser todos los días: por los siglos de los siglos.

Símbolo del modo en que cada docente ha de ser, del comportamiento que cada mexicano ha de tener, la promesa de los lunes y, claro está, la consecutiva indiferencia que suscita referirse a ella (tanto en el medio del mundo escolar como en el medio del mundo público), refleja la vida de México. Y es que, como ya se ha hecho notar, de la misma manera que es puesta en escena la promesa y uno participa solemne, indiferente o autómata en ella, de la misma manera es preciso siempre comportarse. Difícil imaginar un diálogo regional o nacional con miras a pensar y replantear la educación que se requiere en el país, y dándole cabida a todos aquéllos que fueron proscritos de la llamada reforma “educativa”. Difícil desplazar a la estructura políticoempresarial que hoy en día impone los ejes y los designios que “debe” tener la educación, y que deben llevar a cumplimiento –a pesar suyo y sin su consentimiento– los docentes. Del todo creíble que las “voces de arriba” acompañen al mundo esquizoide de las escuelas “públicas” (todo ese mundo que ha hecho posible los insufribles Consejos Técnicos Escolares), y que indiquen cómo hay que ser, dónde y cómo se ha de firmar: acordando sobre acuerdos no acordados; siendo “autónomos” para elegir entre elecciones no elegidas; siempre dispuestos a perder la propia opinión, toda resistencia. No me queda duda, aun cuando la promesa deje de representarse, su breve emplace simbólico y la consecuente indiferencia que suscita, seguirá por largo tiempo acompañando a innumerables mexicanos. Antífrasis, la promesa de los lunes revela –entre otras cosas– lo mismo la dificultad que tiene el país para pensarse, que el tipo de lealtad y de subordinación perenne que una minoría –en el poder– exige y requiere por parte de sus votantes. El elocuente silencio apático que acompaña el juramento, antes, durante y después de éste, de múltiples modos aparece y se repite: legitimando y prestándole duración a las cosas hechas por “el bien de todos”; sellando con tinta indeleble el acuerdo de los ausentes con quienes hablan por éstos; dilapidando a los vivos que no se escandalizan ya ni por los muertos. Atrás las palabras que acompañan a la mano alzada. Enfrente, el camino diseñado para cosificar o, si se quiere mejor, para burocratizar e instrumentalizar la vocación de la enseñanza. Por doquier, el barullo cotidiano de un país a la deriva y que vive al ritmo del exceso de sus mundos y sus tiempos. Y ello, a pesar de cuanto le disguste a la clase políticoempresarial que se supone “lleva las riendas del país”, y que tanto quisiera domesticar y guiar a su antojo este mundo excesivo que es México. La puesta en escena del “culto cívico” sobreabunda al mismo, y no es exagerado ni absurdo decir que así como la representación simbólica –y el consecuente silencio e indiferencia que a ésta sigue y acompaña– sirve del modelo del mexicano, puede también sostenerse lo contrario.


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Ian McEwan

Narrar desde el vientre materno

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Qué representa, a lo largo de nuestra vida, el acompañamiento de un padre? Quien lo tenga o lo haya tenido podrá responder a la pregunta. Lo que no podrá suceder con el narrador de la nueva novela del británico Ian McEwan (1948), Cáscara de nuez, puesto que éste aún no ha nacido. Es un feto que desde el interior de su madre, y cubierto por un líquido sanguinolento, comienza a establecer lazos de afecto, o desafecto, con los seres que le dieron vida, padre y madre, y con los que se relacionan con ellos. Para este peculiar narrador, su padre es “un principio ambiguo”; no obstante y conforme se desarrolla la trama y los hechos, el lector percibirá cierto apego al mismo. Digamos que los prolegómenos del amor del hijo al padre de todos los tiempos. Y es que resulta que su madre, Trudy, “le pone los cuernos” al padre, de nombre John. ¿Con quién? Nada menos que con su cuñado, Claude. Aventura fincada en la pasión amorosa, es cierto, pero también en el interés material de los amantes, quienes pretenden acceder a los bienes del “cornudo”. De inicio shakesperano (“Oh, Dios, podría estar encerrado en la cáscara de nuez y sentirme rey del infinito espacio… de no ser porque tengo malos sueños”, Hamlet), la novela se convierte pronto en una especie de comedia de enredos, thriller y hasta texto con tesis filosóficas y políticas. Un cuarto en discordia, el narrador, será testigo de los sucesos que van desenredándose: engaño, pasión, complot… Siempre desde el silencio y la inmovilidad en tanto nonato, “chocando contra los límites transparentes de mi encierro”. Sin duda el personaje de más libertad, el narrador pondrá las cosas claras al demostrar que es la verdad la que más limita la vida… “Siempre es ahora, siempre es aquí, nunca es entonces y allí”. Imaginará el lector el listado de acontecimientos que presenciará “el cabeza abajo dentro de una mujer”. De comedia y drama. Hilarantes y peligrosos. Siendo incluso “víctima” de los excesos etílicos y cocos de Trudy. “No hay muchas alternativas para la noche que sigue a una tarde de bebida. De hecho, sólo dos: remordimiento o beber más y un mayor remordimiento”. Y, para el caso, su madre escoge la primera: “El queso está en la mesa, ya olvidado.

soltamos” y “nos echamos” de una sentada. Novela que se desarrolla en una geografía típica de la Europa occidental, “bien alimentada, libre de plagas”, y en la que hasta uno de los clásicos de la Ciencia Política sale a escena: Hobbes. Esto cuando desde su reclusión anterior al límite de los nueve meses, y testigo del adulterio y la traición de Trudy y Claude que presencia, el no nacido se cuestiona y habla a sí mismo. “La venganza ha muerto. Hobbes tenía razón, joven amigo. El estado debe poseer el monopolio de la violencia, un poder público que nos mantiene intimidados a todos”. ¿Se ajustará el futuro hijo a las tesis del gran pensador inglés?

Cicatrices, anhelos

Claude viene hacia aquí desde donde vivirá mi madre, una millonaria que se habrá librado de mí. Claude cruzará Londres en taxi porque nunca ha aprendido a conducir”.

Lo que sucede después sorprenderá a todos. No vamos aquí a adelantar vísperas, si ya desde la primera página Cáscara de nuez resulta una de esas novelas que “no

Hasta él, ese ser aún no parido que desde las entrañas de una madre se debate por descorrer los velos de la hipocresía, lo sabe: “[…] el amor no se guía por la lógica ni el poder se distribuye equitativamente. Los enamorados llegan a sus primeros besos con tantas cicatrices como anhelos. No siempre buscan beneficios. Algunos necesitan un refugio, otros sólo quieren la hiperrealidad del éxtasis, por lo cual dirán mentiras vergonzosas o harán sacrificios irracionales. Pero rara vez se preguntan a sí mismos qué necesitan o qué desean. Es débil el fracaso de recuerdos anteriores. Las infancias brillan en la piel adulta, provechosamente o no. Al igual que las leyes de la herencia que determinan una identidad. Los amantes no saben que existe el libre albedrío”. ¿Lo sabremos, en verdad, los ya nacidos?

El autor Ian McEwan nació en Aldershot, Reino Unido. Se licenció en literatura inglesa en la Universidad de Sussex y es uno de los miembros más destacados de su brillante generación. Ha sido merecedor de importantes premios, entre otros, Somerset Maugham, Whitbread, Femina, Booker, WH Smith Literary Award, People´s Booker, Commonwealth Eurasia, National Book Award, Wodehouse y Shakespeare. Algunas de sus novelas son El placer del viajero, Niños en el tiempo, El inocente, Los perros negros, Chesil Beach y La ley menor. *** Ian McEwan, Cáscara de nuez, Anagrama, Barcelona, 2017, 220 pp. * mauflos@gmail.com

Libros

6 Por Mauricio Flores*


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Artes plásticas

Derain, Balthus, Giacometti. Una amistad artística En el Museo de Arte Moderno de París* 6 Por Jánea Estrada Lazarín

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l Museo de Arte Moderno de París inauguró a principios de este mes una exposición que explora la amistad entre tres grandes artistas del siglo XX: André Derain (1880-1954), Balthus (1908-2001) y Alberto Giacometti (1901-1966). En esta muestra no hay confrontación, por el contrario, los tres artistas coinciden en lo que para ellos “debe ser la obra de arte”, comparten además su interés por la pintura antigua y el arte de las civilizaciones lejanas; su fascinación por “Las fuerzas de la oscuridad de la materia” (Derain) y por una fuerte atención a la realidad que se presenta de manera “maravillosa y desconocida frente a nuestros ojos” (Giacometti). En esta exposición, los espectadores son testigos más allá de la admiración mutua que se profesaban, de una forma singular de hacer comunidad alrededor de una estética profunda permeada por la genialidad y la honestidad de hacer arte. Conformada por más de 350 piezas entre las que encontramos pinturas, esculturas, obras sobre papel, fotografías y hasta diseños de vestuario teatral, la exposición es una muestra de lo realizado por la tríada de artistas en el periodo comprendido de 1930 a 1960. En Derain, Balthus, Giacometti. Una amistad artística, podemos ver cómo el medio influyó de manera determinante en sus procesos creativos: en la década de los 30, los tres frecuentaban los barrios parisinos de Saint Germain y Montparnasse –los mismos que frecuentaba también Julio Ruelas durante su estancia en París-, lo que propició el encuentro y el intercambio de ideas con otros artistas plásticos, poetas y dramaturgos, entre los que se encontraban Antonin Artaud, André Breton, Jean Cocteau, Christian Dior, Albert Camus, Samuel Beckett y John Paul Sartre, por mencionar algunos. No es difícil comprender entonces por qué el teatro, el mercado del arte e incluso la moda, jugaron un papel importantísimo en sus proyectos. Ocho secuencias reflejan esta amistad excepcional entre los tres artistas. La exposición comienza son su mirada compartida alrededor de la tradición figurativa (La mirada cultural). Continúa con sus paisajes, figuras y naturalezas muertas que cuestionan los códigos de representación, del Neoclasicismo a Corot y Courbet (Vidas silenciosas). Se presentan también retratos que nos hablan de la coincidencia entre amigos, modelos y mecenazgos compartidos (Los modelos). Después, nos transportan al mundo del juego, el de la infancia, en donde el entretenimiento se mezcla con la melancolía y se generan una cierta duplicidad y crueldad reales (El juego, la paciencia). Una entrada nos sumerge en el mundo del teatro, donde los pintores son también guionistas y escenógrafos; sus proyectos de vestuario y escenografía son una oportunidad para explorar las posibilidades de la escultura y la pintura. Giacometti abre un mundo onírico (Sueños-Visiones de lo desconocido) en donde Derain y Balthus reactualizan el tema de la mujer dormida y el sueño en el borde entre la fantasía y la experiencia vivida. Los artistas expresan sus dudas y cuestionamientos en su espacio de trabajo (Percances en el taller), cuando los tres exploran las “posibilidades de la realidad” de cara a la tragedia del tiempo (La marca oscura). Balthus cierra el itinerario invitando al espectador al presente continuo de la pintura con el tema El pintor y su modelo. Las obras reunidas para esta exposición provienen más grandes colecciones privadas y museos de todo el mundo, entre los que se encuentran el MoMA, el Museo Metro-

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politano, el Museo Hirshhorn, Minneapolis Instituto, la Galería Albright-Knox Art, el Museo de Arte de Carolina del Norte, el Wadsworth Atheneum Museum of Art, la Tate, el Museo Boijmans, la Fundación Pierre y Tana Matisse, el Centro Pompidou, el Museo d’Orsay-Museo de l’Orangerie, la Fundación Maeght, la Fundación Beyeler, el Museo Petit Palais de Ginebra, el Museo de Arte de Hokkaido, el Museo el Arte Moderno de Louisiana. Y, por supuesto, varias obras de la colección del Museo de Arte Moderno de París.

1. Balthus (1908-2001), Le Roi des chats, 1935. Óleo / tela, 78 x 49.5 cm. Museo Regional de Bellas Artes de Laussane, Suiza. Regalo de la Fundación de Balthus Klossowski de Rola, 2016. ©Balthus. ©Nora Rupp, Museo Regional de Bellas Artes de Laussane, Suiza. 2. André Derain (1880-1954). L´Artiste et sa famille, 1920-1921. Óleo / tela, 116 x 89 cm. Colección particular. ©Ted Dillard Photography. ©ADAGP, París, 2017.

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4 3. Alberto Giacometti (1901-1966), Autoportrait, 1920. Óleo / tela, 41 x 30 cm. Fundación Beyeler, Riehen/ Basel. Foto: Robert Bayer / Colección Beyeler. ©Succession Alberto Giacometti (Fundación Alberto y Annette Giacometti, París y ADAGP, París), 2017. 4. André Derain (1880-1954). Arlequin and Pierrot, 1924. Óleo / tela, 175 x 175 cm. Colección Jean Walter y Paul Guillaume, Musée de l’Orangerie. ©RMN-Grand Palais (Musée de l’Orangerie) / Hervé Lewandowski. ©ADAGP, París, 2017. 5. Balthus (1908-2001), Jeune fille à la chemise blanche, 1955. Óleo / tela, 116 x 88.9 cm. Colección de la Fundación Pierre y Tana Matisse. ©Balthus. © Colección de la Fundación Pierre y Tana Matisse. Foto de Christhoper Burke, NY. 6. Alberto Giacometti (1901-1966), Aïka, 1959. Óleo / tela, 92 x 72.8

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cm. Fundación Beyeler, Riehen/ Basel. Foto: Peter Schibli / Colección Beyeler. ©Succession Alberto Giacometti (Fundación Alberto y Annette Giacometti, París y ADAGP, París), 2017. 7. Balthus (1908-2001), Les beaux jours, 1944-1946. Óleo / tela, 148 x 199 cm. Hirshhom Museum and Sculpture Garden. Smithsonian Institution, Washington. ©Balthus. ©Hirshhom Museum and Sculpture Garden. Smithsonian Institution. Foto: Cathy Carver. 8. André Derain (1880-1954). Geneviève a la pomme. Vers 1937-1938. Óleo / tela, 32 x 73 cm. Colección privada. ©Thomas Hennocque. ©ADAGP, París 2017.

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*Con información del Musée d´Art Moderne de la Ville de Paris. Usted puede ver más información sobre la exposición en: http://www.mam.paris.fr

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T2: Trainspotting de Danny Boyle

Promoción de la lectura

Cine

6 Por Adolfo Nuñez J.

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ace 20 años una historia concluía con un acuerdo, una traición y la promesa de una mejor vida, frente a otras cuyos dueños no deseaban una mejora. Así terminaba Trainspotting (1996) del prolífico director Danny Boyle en su intento por adaptar al cine la enérgica novela homónima del escritor Irvine Welsh, que contaba las desventuras de un grupo de amigos adictos a las drogas y las malas decisiones como un método de escape hacia una vida normal. Poco o nada enterado estaba Boyle de que su cinta cobraría identidad propia en la cultura popular, que las frases, imágenes y personajes serían citados y mencionados a través de los años y ocuparían un lugar bien merecido en los anales del cine de culto contemporáneo. Como tal, el pensar en una continuación a prácticamente un clásico moderno tan querido para muchos sonaba a una pésima idea y a un acto casi sacrílego, que iba creando muchos escépticos conforme dicho proyecto tomaba forma. El resultado final en T2: Trainspotting demuestra el esfuerzo de Boyle por continuar dándole dimensión a estos personajes casi arquetípicos que presentó en la década de los 90’s en los que busca ahondar a través de la misma identidad que ya establecieron, pero yendo más profundo. En esta continuación, retomamos a estos personajes después del impacto que les significó el abrupto cierre de su amistad, dos décadas atrás. Así pues no enteramos que todo este tiempo Francis/Begbie (Robert Carlyle) ha estado en prisión, Daniel/Spud (Ewen Bremner) sigue siendo un adicto a la heroína, Simon/SickBoy (Johnny Lee Miller) es dueño de un bar con pocos clientes y Mark/Renton (Ewan Mcgregor) trata de encontrarle sentido a la vida después de haberles robado a sus amigos 15 mil libras en un intento por mejorarla. Al comenzar la cinta Renton vive en Ámsterdam, alejado

/// T2 Trainspotting 2.

de todo el caos que provocó cuando fue joven, pero constantemente vienen a él imágenes como destellos de una vida que no puede dejar atrás, por lo que decide volver a Edimburgo. Esto desencadena una serie de situaciones que hace que estos cuatro personajes se reencuentren, con todo tipo de reacciones relacionadas directamente con la naturaleza de cada uno. Al igual que sus protagonistas, Boyle es consciente del peso que representan estas imágenes icónicas de la primera parte, y en ese sentido la referencia de modo sobrio y breve, sin abusar de la nostalgia. Así pues, además de cortes rápidos con el pietaje de la cinta original, escuchamos una reversión del clásico Lust for Life de Iggy Pop, así como del icónico tema Born Slippy de Underworld (aquí llamada Slow Slippy).

Boyle hace uso de estos elementos cuando la regresión es necesaria, para finalmente demostrar que aún a la mediana edad se pueden cometer los mismos errores que cuando tienes 22 años, y que en ese sentido, las adicciones no toman ningún lugar, sólo las malas decisiones. T2 Trainspotting es una secuela más que digna al retomar todos los elementos característicos de la primera cinta y con la misma energía y alma propone una nueva historia que logra enriquecer las ideas que ya conocemos. Es una cinta que no celebra ni enaltece nada, sólo nos señala las falsas promesas y las verdades incómodas de la adultez, al recordarnos como turistas de nuestra propia juventud que todos los errores de nuestro pasado definen quiénes somos y que nunca podremos escapar de ellos.

¡Pss, pss!... ¿Y la Ley para el fomento de la lectura y el libro en Zacatecas? 6 Por Eduardo Campech Miranda

A

nte lo ola de violencia e inseguridad que azota a la entidad zacatecana las propuestas descabelladas, como la del Partido Verde Ecologista en torno a los secuestradores, están más cerca de la comedia que del Derecho. En el país y en el Estado existen infinidad de leyes que buscan ser instrumentos legales para determinadas actividades. Sin embargo, muchas de ellas son letra muerta, literalmente. Tal es el caso de la Ley para el fomento de la lectura y el libro. Revisando tal ley, lo primero que llama mi atención, además de los aspectos ya abordados cuando se presumía cual huevo de oro, es la mención del Programa Estatal de Fomento a la Lectura, el cual, según el propio documento, es un “Programa anual autorizado por los sistemas educativos federal, estatal, municipal y de los organismos descentralizados, coordinado por la Secretaría de Educación del Estado, que tiene a su cargo la formación de lectores autónomos y el desarrollo de las competencias comunicativas de los alumnos de educación básica, media superior y superior”. Buscando en la red, no encontré ningún documento que diera cuenta de dicho programa. Estimado lector, citando a Silvio Rodríguez, “cualquier información la pagaré”. Supongo que el apartado VI del artículo tercero (“Estimular la formación de círculos de lectura permanente en

/// Cartel de fomento a la lectura. Pinterest Ariadna Fajardo.

el sector público y privado, a fin de que en cada entidad pública estatal y municipal, dependencia y organismo, la

lectura formativa, técnica especializada y aún la recreativa, sea parte de sus actividades ordinarias”) se deriva del programa sin información. No soy poseedor de la verdad absoluta, pero sólo tengo referencia de dos círculos de lectura en entidades gubernamentales: uno, con más de cuatro años en la Función Pública y uno de recién inicio en la Secretaría de Educación. El artículo IV vuelve a encender el asombro, y cual novela de Agatha Christie, deja una incógnita más: el Consejo Zacatecano de Fomento para el Libro y la Cultura (en realidad debe decir “y la Lectura”, para corroborar la errata véase http://congresozac.gob.mx/e/ elemento&cual=191&ver=html). La ley entró en vigencia en 2014, en septiembre específicamente, y aún no hay noticias de las decisiones tomadas por el Consejo. Lo anterior es grave porque esa figura es una de las autoridades responsables de la aplicación de la ley. ¿Quiénes conforman el Consejo? El gobernador, la secretaria de Educación, el director del Instituto Zacatecano de Cultura, un representante de la Universidad Autónoma de Zacatecas, uno de las universidades privadas, uno de los padres de familia, un diputado, uno de la CANIEM, uno de los comerciantes de impresos, otro de los escritores, uno de la CIRT y el director del Periódico Oficial. Ya es tiempo que se reúnan y comiencen a delinear trayectorias, metas, propósitos porque un lustro es poco tiempo, porque es hora de pasar “de las palabras a los hechos” (Sabina dixit).


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26 DE JUNIO DE 2017

Desayuno en Tiffany´s, mon ku

El amante doble

Cine

/// François Ozon, director de El amante doble.

6 Por Evelyne Coutel

D

esde su presentación en Cannes y su estreno en las salas oscuras, la cinta de Ozon ha dividido a la crítica. El amante doble narra la historia de Chloé (Marine Vacth), una mujer frágil que desde niña padece dolores de barriga. Se enamora de su psiquiatra Paul Meyer (Jérémie Renier) y se va a vivir con él. Al poco tiempo, se da cuenta de que Paul le ha escondido la existencia de su hermano gemelo Louis, también psiquiatra, con el cual Chloé emprende una relación adúltera que le permitirá bucear en sus propios lados oscuros. Por un lado, los críticos elogiaron el carácter experimental del filme que enlaza con maestría el tratamiento de la gemelidad y de la sexualidad femenina, igual que la precisión clínica con la cual el cineasta estudia a sus personajes y ahonda en su psicología. La escenificación sofisticada y el parentesco que mantiene con la filmografía de cineastas como Hitchcock o Brian de Palma son otras características mayores

que han sido valoradas positivamente y que apoyan el carácter original, desde un punto de vista genérico, de este largometraje que aparece como un thriller psicoanalítico, una denominación que ha dejado perplejos a otros sectores de la crítica. Esta dimensión psicoanalítica está estrechamente vinculada a la representación de la feminidad y a la construcción del personaje de Chloé que se caracteriza de entrada por su fragilidad psicológica y por su carácter misterioso: de hecho, el reto con el cual se enfrenta los personajes masculinos –psicoterapeutas ambos– es descifrarla y entender de dónde procede su malestar. De hecho, desde una perspectiva de género, la película podría leerse como un intento por desentrañar el enigma de la mujer que procede de su sexualidad. El filme lo deja claro desde el principio: uno de los primeros contactos que el espectador tiene con el personaje femenino consiste en un primerísimo plano de su vagina cuando está siendo examinado por la ginecóloga. Desde ese momento se en-

tiende que Chloé tiene un problema con el sexo y que uno de los propósitos de la historia, quizás el primero, va a ser resolverlo e identificar su origen. En este sentido, el encuentro con el hermano gemelo de Paul –diabólico pero lo suficientemente inteligente para entender que esta mujer padece frigidez y éste es su principal problema– resulta decisivo ya que él va a conseguir que

por fin Chloé acceda al Santo Grial gracias a su habilidad, es decir su brutalidad a la hora de hacer el amor, que constituye el método para curarla. A partir de ahí, Chloé podrá realizar sus deseos y se convertirá en dominadora –en el sentido total del término, haciendo uso de algún “utensilio” de moda, dentro de una inversión de los papeles que traduce a la vez las fantasías y los miedos del hombre. El periodista Pierre Vavasseur forma parte de los críticos que se inclinaron hacia este tipo de lectura y vieron en la cinta de Ozon una representación degradante de la feminidad. Para expresar su desacuerdo e insatisfacción, escribió Vavasseur una carta abierta al cineasta en la cual lo acusó de odiar a las mujeres: “ellas son las transcripciones de sus miedos, hasta de la repugnancia que le da el haber sido parido por una de ellas. Usted hubiese preferido nacer de un hombre”.1 1 http://www.lepoint.fr/societe/sexe-fantasmes-et-perversite-ozon-ose-tout-avec-l-amantdouble-26-05-2017-2130571_23.php

El Picaporte

Lo sosegado y lo sesgado 6 Por Simitrio Quezada

A

partir de la raíz indoeuropea “sed”, sentarse, se formaron en latín los verbos “sedere”, sentarse, y “sedare”, aplacar. El supino o infinitivo de finalidad de ambos verbos es “sessus”, que significa sentado o aplacado. Derivado de “sessus” llegó al latín vulgar el verbo “sessicare”, que significa lograr que alguien más quede sentado o aplacado. De ahí tenemos en español el verbo “sosegar”. Decir a alguien “sosiégate” en vez de “tranquilízate” es correcto. Decir que buscamos el sosiego en vez de decir que buscamos la tranquilidad también es forma aceptada en el español. Con todo, del participio “sosegado” nos llega la palabra “sesgado”. Actualmente entendemos lo sesgado como lo equivocado o truqueado, como una desviación o falla dentro de un cálculo o muestreo estadístico. También puede hablarse de un sesgo informativo. Encontramos en el Diccionario que “sesgado” se define como lo oblicuo, desviado y tendencioso. La culpa de este salto de lo pacífico a lo amañado la tienen nuestros tatarabuelos españoles, quienes explicaban que allá en la península sus ríos más calmados lo eran porque tenían muchas desviaciones. Es decir, que entre más desviaciones tenía era más sosegado o sesgado.

Lo más peculiar de todo esto es que se terminó creando el sustantivo “sesgo” para referirse a todo lo que está torcido o mal planteado y también para quien trae gesto de seriedad o quietud. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com


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LA GUALDRA NO. 299

Photo | Graphi | Arte Exposición fotográfica colectiva 6 Por Iván Muñoz

L

a muestra fotográfica integrada por alumnos de tercer grado de la materia de Tecnología con énfasis en Diseño Gráfico grupos 1 y 2 de la Escuela Secundaria “José Ma. Rodríguez”, ubicada en la colonia Ojo de Agua de la Palma en la ciudad de Guadalupe, Zac., tiene como objetivo el del acercamiento de los

adolescentes con el arte. En este proyecto, los alumnos tuvieron oportunidad de desarrollar su creatividad e imaginación al momento de crear una fotografía conceptual y en algunos casos construida, tomando como referencia alguna obra de arte con la que ellos se sintieran identificados. En las imágenes resultantes tomadas con su celular o cámara di-

/// Miriam Flores Rodríguez. Basada en la obra American Gothic, de Grant Wood, 1930.

gital, se puede observar la manera en que los jóvenes perciben el arte, dejando ver su contexto, su manera de pensar, de solucionar alguna problemática por medio de

la creatividad e imaginación, ya que resolvieron de manera ingeniosa de cómo reproducir el vestuario, peinado, maquillaje o escenografía con cosas que estaban

a su alcance y reproducir lo más fiel posible la obra que eligieron. Podemos ver cartón que da vida a sombreros, pipas, corbatas; toallas de baño que imitan turbantes y túnicas de finos tejidos árabes, maquillajes al estilo de serigrafía de Andy Warhol, filtros de aplicaciones de dispositivos móviles como Retrica y 612 para dar el efecto de alguna técnica de pintura o inclusive tubos de PVC sustituyendo un rastrillo en la versión de American Gothic. El acercamiento no sólo se dio de alumnos hacia el arte, sino también de hijos a padres, hermanos, primos, ya que era fundamental la ayuda de algún integrante de la familia para el desarrollo y ejecución de la imagen, ya fuera de manera indirecta (fotógrafo, maquillista, escenógrafo, etc.) o directa (un actor más dentro de la composición). La exposición se inaugura este lunes 26 de junio en el Instituto de Cultura de Guadalupe, a las 6:00 P.M. Entrada libre.


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26 DE JUNIO DE 2017

Notas al margen

Inventar la soledad 6 Por José Agustín Solórzano

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a frase que hace de epígrafe de este texto fue extraída del libro La invención de la soledad, de Paul Auster. Sobre ella primero habría que decir que es tan cierta que frustra a quien esto escribe. La literatura y la vida se anulan entre ellas, pues mientras una sucede la otra no puede ser. Abrir un libro, o escribir, significa pausar la segunda, ponerla en stand by. “La literatura es más lenta que la vida”, escribió Piglia en sus diarios, y mientras anotaba sus anécdotas, mientras rememoraba su pasado e intentaba grabarlo en aquellos cuadernos, la vida se detenía para que la literatura pudiera estar. Vamos a la literatura para mirar la vida con calma, o tal vez escribimos para vivir más lentamente, en un intento de entender mejor esa sucesión de hechos, causalidades y casualidades, que llamamos vida. Pero lo verdaderamente extraordinario, tal como nos lo dice la frase de Blanchot, es que la vida es como el gato de Schrödinger, apenas intentamos verla, alcanzarla con nuestra percepción, cuando ésta desparece. Intentar acercarse a la vida es modificarla, y entonces ya no es tal, sino una mera consecuencia nuestra y de nuestras decisiones. Lo que vivimos ya no es sólo el resultado cuántico de infinitas disposiciones impredecibles, es una existencia artificial, al decidir modificamos el fenómeno vital, lo des-cubrimos, como si abriéramos la caja donde se encuentra el gato sólo para darnos cuenta que saber si estaba vivo o muerto era nada más una forma de engañarnos a nosotros mismos. ¿Había gato? Auster escribe: “cada eyaculación contiene miles de millones de espermatozoides –más o menos la cantidad equivalente al número de habitantes del planeta- y eso significa que cada hombre guarda en sí mismo el potencial del mundo entero […] Cada hombre es un mundo entero y alberga en sus propios genes un decálogo de toda la humanidad”. No entremos en complicaciones sobre si es o no totalmente cierto lo que Auster lanza más como una bella analogía del potencial humano que como un teorema científico. Más bien aprovechemos esta conexión para entender que cuando hablamos de posibilidades, cuando vemos a la vida-literatura como un mundo con posibles mundos inmersos en él, entonces nos encontraremos en ese reino en el que sucede el texto de Auster: la soledad. Escribir es inventar la soledad, porque la soledad no es otra cosa que la posibilidad de no estar solo; sin embargo, para escribir es necesario abandonar el mundo, o dicho de otra forma: evitar cualquier posibilidad para poder elegirlas todas. “Cada libro es un imagen de soledad. Es un objeto tangible […] y sus palabras representan muchos meses, cuando no muchos años de la soledad de un hombre, de modo que con cada libro que uno lee puede decirse a sí mismo que está enfrentándose a una partícula de esa soledad. Un hombre se sienta solo en una habitación y escribe. El libro puede hablar de soledad o compañía, pero siempre es necesariamente un producto de la soledad”. Elegimos la no-vida para poder encontrar la sí-vida. Nos sentamos en una habitación, solos, y escribimos, porque irónicamente queremos compartir esa soledad y claro,

queremos defender el derecho a la posibilidad de vivir, aunque sea de manera artificial. La segunda parte de este libro de Auster, titulada Libro de Memoria, se centra también en las casualidades, en esos hechos aparentemente aislados pero que se conectan entre sí para darle pertinencia a la vida. Para Auster las casualidades son las rimas de la gramática vital; sucesos con sonoridad semejante que dan ritmo a la vida. Encontrarnos con una persona que no conocemos, hablar con ella, tal vez beber un trago y años más tarde darnos cuenta que era el padre de nuestro mejor amigo de la primaria; tal vez encontrar en una librería de viejo de una ciudad lejana un libro que hace una década habías obsequiado a una antigua amante, comprarlo y encontrar entre sus páginas un teléfono, llamar y que te contesté una voz desconocida, creer que es aquella vieja amante, decir tu nombre sólo para darte cuenta que no es ella, sino una compañera de tu secundaria con quien jamás habías hablado y a quien también le gustaba el autor del libro, pero que nunca conoció a la primera destinataria del mismo. La casualidad puede perfectamente unir a la vida con la literatura: “En un trabajo de ficción se da por sentado que hay una mente consciente detrás de las palabras de una página; pero ante los acontecimientos del mundo real, nadie supone nada. La historia contada está formada por entero de significados, mientras que la historia de los

hechos reales carece de cualquier significación[…]”, a menos claro, que se le lea; no sabemos todavía si hay detrás del mundo una mente consciente, sin embargo nosotros, quienes leemos los sucesos del mundo damos significado a lo que vivimos, creamos nuestra propia sintaxis vital, nuestra propia litterae vitae; al igual que el físico cuántico sabe que observar es ya un acto que modifica la realidad, así el escritor sabe que leer el mundo modifica la gramática del mismo. “El lenguaje no es equivalente a la verdad; es nuestro modo de existir en el mundo”, dice Auster, y si para acercarnos al lenguaje debemos inventar la soledad; desde ahí, desde ese artificio se crea el mundo o se le intenta dar significado a lo insignificante. Un día se muere tu padre y hay algo en el mundo que no es lo mismo. Hay un nuevo huérfano y un puñado de objetos que ya no tienen sentido ni utilidad porque su dueño ha muerto. Un hombre decide escribir sobre la muerte de su padre pero sólo puede escribir sobre su imposibilidad de hacerlo. Se sienta, solo, en su habitación y escribe. De pronto se da cuenta que “la infelicidad del hombre se basa en una sola cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación”. Pascal tenía toda la razón, piensa el huérfano y comienza a caminar mente adentro para crear una ciudad donde todo es posible y, sin embargo, pasa lo de siempre: que un hombre se sienta, solo, en su habitación y escribe:

Notas al margen

Lo extraordinario comienza en el instante en que yo dejo de escribir. Pero entonces ya no soy capaz de hablar de ello. Maurice Blanchot


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LA GUALDRA NO. 299 /// 26 DE JUNIO DE 2017

La Loca Río de palabras

Para Mitzi y Vladimir

6 Por Alberto Huerta

E

l Viernes Santo, 14 de abril, en plena primavera, falleció La Loca. Se fue despacito, sin prisas, de mañana, sin quejidos y aspavientos. Simplemente se quedó quieta. Se dejó ir. Se podía pensar que estaba durmiendo… murió en silencio. Jacalera, peleonera, geniuda, golosa, le gustaban los chocolates y los helados, los aguacates y el pan, las papas fritas, los elotes, las frituras y las palomitas de maíz. Hablaba dormida y roncaba. Su sueño siempre estaba interrumpido por estremecimientos y sobresaltos. Era experta en esconderse por los rincones de la casa. Se dormía en la cama de las muñecas de mi nieta o sobre mi cama y se cubría con la camisa de mi pijama. Jugaba al supermercado con mi nieta y le encantaba ir arriba del carro de la compra. Chocaba con los muebles, las macetas, los escalones, loa arriates… Bizqueaba con sus enormes ojos azules que en la oscuridad se tornaban rojos. Era testaruda y biliosa. Zalamera iba y venía por la casa a su aire. Pero también chismosa y coqueta. Protagónica se hacía presente cuando había visitas. No era afecta a los arrumacos y a los mimos. Pero le encantaban las caricias. Le producía un enorme placer el cepillado. Veía atenta la televisión con mi nieta. Celosa. Muy celosa. Posesiva, se apropiaba hasta de los hijos de otras gatas. Presumida. Era una más de la familia. Me acompañaba en la cocina a la hora en que yo cocinaba porque sabía con certeza que comería una salchicha, un trozo de carne… langucienta… Sí, la extraño mucho, de la misma manera que a la Panzona, igual que a la Chata, al Güero y al Agustino… Sí, así era la Loca. Nuestra Loca. /// La Loca. Foto de Alberto Huerta.

Agua bendita 6 Por Pilar Alba /// El poeta español Joan Margarit, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2017, en Chile. Foto Pascual Borzelli Iglesias.

De – construcción* 6 Por Gerardo del Río En tu boca está la noche la calle las nubes naranjas naranjas que den a mi boca un resabio ácido como el dolor loba que alumbraste al ciervo la muerte prueba tangible de que tu cuerpo viene ruega por nosotros por las noches en tu nombre me volveré tormenta las aves pierden el rumbo y llueven cuervos lechuzas y zopilotes paloma entumida caiga del cielo en una tierra extraña cráneo colmado de estrellas en tu pico lirios secos ruega por nosotros. *Poema a partir de los versos de Alberto Avendaño, como un pequeño homenaje a Bob Dylan que hace unos días fue acusado de plagio.

S

e levantó a media noche y de un solo sorbo se tomó un vaso con agua bendita para ver si con eso se le espantaban los malos pensamientos. Esperó quince minutos, creyendo que era muy poco tiempo para que el agua surtiera efecto. Luego de media hora los pensamientos todavía seguían rondando su cabeza, pero ahora con más intensidad. El agua bendita, desafortunadamente, lejos de espantarlos los había alentado. Su abuela se había equivocado al darle ese remedio. Ahora ya no sólo eran malos pensamientos; de pronto empezó a sentir cómo un calor le iba recorriendo todo el cuerpo: le entraba por los pies y por la cabeza, hasta juntarse entre sus piernas, ahí se volvía insoportable. Pensó en meterse a bañar. Un regaderazo de agua fría lo calmaría todo. Se quitó la ropa y sin miramientos se metió debajo del chorro de agua helada. Ni aun así pudo calmar el ardor. El agua que provenía de la regadera completamente helada, al salir hacía la coladera no era ni siquiera tibia: estaba hirviendo. Empezó a frotarse el cuerpo con una esponja, el contacto de ese objeto con la piel no calmaba el ardor pero lo hacía agradable. Continuó así frotándose el cuerpo, hasta que el calor fue disminuyendo. Ya más tranquila sintió un ligero dolor en el vientre. De entre sus piernas se desprendió algo húmedo. La sensación de calma la invadió de pronto. Volvió a la cama y durmió plácidamente el sueño de los justos.


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