La Gualdra 315

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 315 /// 6 DE NOVIEMBRE DE 2017 /// AÑO 7

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Cecilia Juárez. Fotografía: Alex Gánem.

Cecilia Juárez (Toluca, estado de México, 1980) estudió literatura en la Universidad Autónoma del Estado de México. Ha publicado: Muerte para el coño dorado de Lavernia, (Mirabilis, 2006); No te desanimes, mátate (Diabluras, 2013); Bar Karaoke (Mirabilis, 2014); Lobos en un corral de lobos, (Mantra, 2016), la plaquette No estoy lista (El Humo, 2016) y “Fábulas serie B” (Diablura, 2017). Ha sido incluida en diversas antologías de poesía. Poemas suyos han aparecido en revistas como Vice y Picnic. Es locutora, guionista y productora de radio. [Una entrevista con Cecilia Juárez, por Armando Salgado, en páginas centrales]


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La Gualdra No. 315

Editorial

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yer domingo 5 de noviembre la tarde nos sorprendió con la muy mala noticia del fallecimiento de un notable gestor cultural, editor, fotógrafo profesional, amante del arte en todas sus manifestaciones, pero, sobre todo, un gran apasionado de la vida y de la naturaleza, me refiero a Manuel Zavala Alonso, a quien tuve la fortuna de conocer en uno de los encuentros internacionales de Revistas Culturales organizados por el gobierno del Estado de Querétaro; él fue uno de los invitados de Cissi Montilla. Su hija Azul nos informó a todos sus amigos y conocidos, a través del muro de FB de Manuel, que su padre había fallecido “haciendo lo que más le gustaba: andar en sus montañas y cerros”. Desde ayer lo velaron en Tlayacapan, al que cariñosamente llamaba su “jardín secreto”. Su partida representa una gran pérdida para el ámbito de la cultura y las artes de nuestro país; como prueba de su arduo trabajo quedan infinidad de productos culturales, sus enseñanzas y ese grado de compromiso inigualable que tuvo siempre con su labor creativa a favor de la promoción artística nacional. Les comparto parte de su semblanza, “Manuel Zavala Alonso nació en la Ciudad de México 1956, realizó estudios de Arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional y de Artes Visuales en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Ha realizado más de quince exposiciones individuales y más de cien colectivas tanto en México como en el extranjero. Fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en Co-Inversiones 1999-2000, y becario del Fideicomiso para la Cultura México–USA 19992000. En 1975 inició su actividad como fotógrafo profesional. En 1986 fundó la Revista Vértigo. Entre 1990 y 1995 fue columnista del periódico El Universal, y de 1993 a 1995 fue colaborador del suplemento cultural Sábado del diario Uno más Uno. En 1980 obtiene el premio nacional en la Primera Bienal de Fotografía organizada por el INBA con la serie ‘Apuntes Urbanos’, desde entonces ha continuado el registro de signos urbanos y la evolución de las pinturas y grafitis como parte de la semiótica de la Ciudad de México.

Contenido Su trabajo de autor se fundamenta principalmente en la resignificación de formas y lenguajes en el arte contemporáneo a partir del paisaje, la ciudad, las religiones, la literatura y el simbolismo, así como en el retrato y en el registro del patrimonio cultural, artístico y natural de México. Es fundador y director de la publicación electrónica Artes e Historia México www.arts-history.mx desde el 15 de marzo de 1996, publicación pionera que ha recibido más de seis premios internacionales y nacionales en la web por sus contenidos y diseño. También fundó y dirige los portales Museos de México www.museosdemexico.org, portal dedicado a la difusión del quehacer museístico de México; Archivo México www.archivomexico.mx, banco de imágenes de alta calidad cuyo tema central es el Patrimonio Cultural de México contemporáneo; y, Tienda del Museo www.tiendadelmuseo.com.mx Ha sido editor de numerosos portales y páginas electrónicas de diversas instituciones e iniciativas culturales desde 1996 a la fecha, tales como el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Auditorio Nacional, la UNESCO y el Museo Franz Mayer, entre otros. Su obra como artista y fotógrafo está en varias colecciones importantes de México y otros países; así como también está publicada en más de 60 libros”.1 La partida de Manuel Zavala Alonso nos deja sorprendidos a todos quienes lo conocimos, que seguimos su trayectoria profesional y que admiramos su manera de vivir. “Toda gran nube es enseñanza, observarla con humildad es crecimiento”, escribió apenas hace unas horas y con esa frase me quedo, porque muy pocos como él tienen esa capacidad de maravillarse con lo que nos rodea. Así las cosas -como bien decía-, extrañaremos sus buenos días todas las mañanas… que descanse en paz. Nuestra solidaridad con Azul, con su familia y con las muchas amistades que logró cultivar a lo largo de su pleno y fructífero paso por este mundo.

Gestores somos y en el camino nos encontraremos Por Maliyel Beverido

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Mindhunter: de psicoanálisis y límites morales Por Adolfo Nuñez J. 19 de septiembre: sacudida a la memoria Por Rebeca Mejía López

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Daniel Viglietti, in memoriam Tenemos que ir cambiando este cambio nuestro Por Mauricio Flores

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Cecilia Juárez La poesía es un ejercicio vital Por Armando Salgado

Donde menos se espera salta la lectura Por Eduardo Campech Miranda Desayuno en Tiffany’s, mon ku Guerrero un documental de Ludovic Bonleux Por Carlos Belmonte Grey El Picaporte Válgame la redundancia y el significado Por Simitrio Quezada

Que en la Maestría en Historia 20 años no son nada Por Carlos Flores

Información tomada de su página personal: http://www.manuelzavalaalonso. com/semblanza.php

Notas al margen La demasiada cultura Por José Agustín Solórzano

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Directorio

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Fieles difuntos Por Alberto Huerta Cicatriz Por Pilar Alba A un paso de los sueños Por Vicente Soriano Tlachi

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

12 Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Gestores somos y en el camino nos encontraremos

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os estudios en gestión cultural se han puesto de moda, parece una carrera en plena expansión y con acomodo asegurado en el mundo laboral, sobre todo ahora que los presupuestos públicos para la cultura van en disminución y se necesita que converjan distintos esfuerzos para que eventos y actividades se lleven a cabo. Basta bucear rápidamente en la web para encontrar desde costosos posgrados, hasta cursos subvencionados y módulos gratuitos de muy diverso contenido, calidad y alcances. Las nuevas tecnologías han facilitado la creación de plataformas y portales donde se difunden convocatorias, se promueven iniciativas, se intercambia material, se informa y se discute. Ya sea como licenciatura, diplomado, maestría o simplemente cursillo, la profesionalización de la gestión cultural se agradece. Ha sido un camino largo. La UNESCO empezó a hablar de formación para la gestión cultural por ahí de 1960. En la Conferencia Internacional en Políticas Culturales para el Desarrollo, llevada a cabo en 1998 en Estocolmo, se detectó

la necesidad de una profesionalización del sector cultural que permitiera mejorar la oferta de servicios y productos culturales mediante una mayor eficacia en la administración tanto financiera como logística. De ahí se derivó un encuentro para valorar los requerimientos en esta materia que tuvo lugar en el año 2000. Todo iba para mejorar, pero entre normas y formas se complicó. Hoy en día parece que siguen sin definirse los lineamientos de esta disciplina. Si disciplina es, pues más bien se le puede ver como multidisciplina o transdisciplina. Grosso modo la gestión cultural es la tarea de acopiar, resguardar, administrar y distribuir los bienes y servicios culturales. El gestor cultural es un mediador entre la creación, la participación y el consumo cultural. La promoción y la difusión serían, entonces, parte de la gestión, como lo son la procuración de fondos y la rendición de cuentas. En un mundo ideal el gestor se rodea de un equipo de personas entre las que distribuye estas tareas, pero en una gran cantidad de casos él mismo se tiene que encargar de cada una. Mientras la difusión trata del

acercamiento de los productos culturales con el público al que están destinados, y la promoción de su expansión hacia públicos distintos, de la gestión depende desde el origen -e incluso desde antes de la concepción- de un proyecto cultural, hasta su evaluación. Y como la cultura no es una materia rígida y de aristas pulidas que pueda calcularse cuantitativamente y sin equívoco, su gestión no es como la de cualquier otro producto de consumo. La cultura está hecha de cosmovisión, historia, valores, actitudes, perspectiva social, ponderación económica, etc. Por ello es tan difícil encasillar los términos de su gestión así como planear una formación académica, lineal y sistemática. En algunos casos aparece como una rama de la comunicación, en otros de la educación artística, también como área de la administración y el comercio, e incluso se encuentra en los estudios de turismo. Todo es válido, todo sirve, todo cuenta. Pero el sustento teórico debe ir acompañado de experiencias prácticas, por no decir vivencias de un amplio espectro. Un gestor que no analiza su posición como receptor

Gestión Cultural

6 Por Maliyel Beverido

no podrá cumplir su cometido. La gestión pasa, primeramente, por el reconocimiento de las prácticas culturales y la creación artística, la preservación de la memoria colectiva y el patrimonio cultural, así como la generación de nuevos significados y valores culturales. En el intento por dar cauce a su desarrollo, lo que se ha hecho es aumentar su burocratización, como si el llenado de formularios e informes garantizara su adecuado ejercicio. Muchas de las instituciones que ofrecen estudios en gestión cultural se enfocan en la rentabilidad del patrimonio como atractivo turístico, la capitalización de las tradiciones para incrementar la derrama económica, o el incremento de audiencias, sin darse cuenta que la numeralia no puede -no debe- ser la meta de la actividad cultural. Claro que siempre es más fácil llenar un informe que diga que se dieron 45 funciones de una obra de teatro escolar a detectar cuántos de sus espectadores tuvieron una experiencia significativa, o publicar fotos de la caótica multitud en el fandango que evaluar el impacto emocional de consumar una tradición. La gestión cultural debe articular muy diversos factores y objetivos, y es justo que busque la generación de recursos y que persiga el incremento de públicos, pero definitivamente no es como el desarrollo industrial o la administración de factorías y almacenes, y muchos de los organismos que se encargan de ello o se abruman de trámites o parecen enfocarse en la inmediatez y se conforman con ser la nota del día. Lo sabemos quienes nos hemos formado a prueba y error en estas prácticas, y celebramos que se aspire a una formalización de las rutas posibles que reduzca los traspiés, sin olvidar que la meta es facilitar un flujo de saberes y experiencias. El gestor cultural, sin exagerar, puede capturar o liberar la identidad. Diría incluso que puede desatar una guerra o evitarla, así de grande y compleja es su función. No olvidemos que los eventos y actividades culturales tienen resultados a corto, mediano y largo plazo. Promovamos la profesionalización, la investigación, el debate, no la automatización de procedimientos y la rigidez de las operaciones. Hagamos que la cultura nos mueva.


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Mindhunter: de psicoanálisis y límites morales Series de TV

6 Por Adolfo Nuñez J.

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n la cinta El Silencio de los Inocentes (1991) de Jonathan Demme la detective Clarice Starling mantenía conversaciones con el psicópata Hannibal Lecter en su celda, a manera de lograr entender cómo funciona la mente de un criminal y así poder resolver el caso del asesino conocido como Buffalo Bill. En muchas historias policiacas de asesinos en serie reales y ficticias se ha mencionado que para lograr atrapar a un psicópata primero hay que pensar como él, entender lo que siente y conocer las razones que lo orillaron a cometer dichos crímenes. Ese acercamiento o intento de comprensión es la premisa de Mindhunter, serie de Netflix dirigida y producida por David Fincher, quien gracias a su destacada carrera que incluye cintas como Se7en (1994), Zodiac (2007) y The Girl With The Dragon Tattoo (2011) para muchos es considerado el principal exponente en el género de suspenso moderno. El año es 1977, y a lo largo de diez capítulos conocemos a los detectives del FBI Holden Ford y Bill Tench (Jonathan Groff, Holt McCallany), y a la psicóloga Wendy Carr (Hannah Gross), equipo que busca armar y documentar el primer estudio psicológico sobre la mente criminal tomando como base las declaraciones de primera mano de los asesinos más sanguinarios de Estados Unidos. Así pues, viajando por todo el país,

ambos agentes visitan las prisiones de máxima seguridad para poder entrevistar a estos individuos, labor nada sencilla, pues estar en contacto con personas así de dañadas tiene repercusiones que terminan afectando a ambos en sus vidas personales. Gran parte de la historia toma lugar en espacios cerrados como oficinas, celdas y comedores de prisión. Es decir que no hay lugar para el suspenso convencional, no hay persecuciones o tiroteos, sólo tres personas, un micrófono y una grabadora. Como tal, aunque la mayoría de la serie se desarrolla a través del intercambio

de diálogos, es tal el manejo del ritmo que los capítulos fluyen con enorme dinamismo, dado que, si bien Fincher sólo dirige la mitad de los capítulos, todo el tiempo se hace presente la potencia narrativa y el impacto visual tan característico del realizador. Como espectadores a través de los personajes somos posicionados en límites abismales al comprender la cotidianidad y la lógica en las situaciones, los actos y los sentirse de estos asesinos, pero también en los métodos y actos (algunos menos ortodoxos que otros) que los protagonis-

Historia

19 de septiembre: sacudida a la memoria 6 Por Rebeca Mejía López

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e celebraba el Encuentro Internacional de Historiografía en la ciudad de México los días 18, 19 y 20 de septiembre del presente año. Era 19, la primera mesa, pero, antes de comenzar, una advertencia: “no se olviden que la alarma sísmica sonará en punto de las 11 de la mañana en conmemoración del sismo del 85”. Instrucciones pertinentes siguieron, debido a que nosotros estábamos en el cuarto piso, y “es necesario replegarse a los muros o debajo de las mesas, e irse acercando a la salida más cercana”. A las 11, luego de que llegáramos a nuestro punto de concentración más cercano, el simulacro fue aprovechado para charlar entre asesores y asesorados, encender un cigarrillo e ir por un café, ya estando fuera. ¿Quién iba a imaginar que sólo faltaban dos horas y 14 minutos aproximadamente para revivir, aunque en escala menor, la tragedia del 85’? Las horas que siguieron al temblor de 7.1 en la escala de Richter, fueron de confusión, pánico, preocupación. Pero, y como dieron cuenta las redes sociales en tiempo real, así como los medios de comunicación, la solidaridad de los mexicanos

se hizo presente, no sólo en la Ciudad de México, sino en todos los Estados. Esa noche fui ‘”la que vio la luna y soñó cosas raras...”. Al día siguiente, en más de un lugar, “salía sobrando”. A más de un mes de lo sucedido, muchos han sido los sentimientos que afloraron en mi persona. Muchos de estos conflictos emocionales no los he podido separar de mis preocupaciones intelectuales en materia de la memoria en México. Y es que, como dice Paul Ricoeur: pertenecemos al ámbito de lo histórico antes de contar historias o de escribir historia. Como historiadora y estudiosa de la memoria, no pude evitar hacerme preguntas sobre la nueva signi-

tas tienen que tomar para prevenir mas crímenes y poder recabar información por un bien mayor, y cuya resolución final queda a consideración propia. De tal manera Mindhunter, es minuciosa y profunda en un sentido realista y humano, que de manera sutil y sin precisar de secuencias sangrientas ni de impacto gráfico nos logra inquietar como una experiencia de verdad perturbadora, que lejos de ser de un drama policial de fórmula con un conflicto a resolver, es la comprensión hacía la oscuridad y el mal inherente en cada uno de nosotros.

ficación que se avecina para el 19 de septiembre en México. ¿De qué memoria se tratará esta vez? ¿Histórica, institucionalizada, colectiva? ¿Qué no queremos olvidar en esta ocasión? El cómo opera la memoria en México es un tema que merece nuestra atención. Si hacemos un recuento de los sucesos desde la segunda mitad del siglo XX hasta la fecha, podemos apreciar algunos episodios que se han sacralizado, en términos de Todorov, y muy a nuestro pesar, institucionalizado como el caso del 68’. Sin embargo, ¿podríamos, de nuevo en términos de Todorov, dirigirnos hacia una memoria ejemplar? Las acciones del pueblo mexicano durante los días más álgidos luego del episodio son muestra de ello. Pero, ¿qué pasará en la posteridad? ¿Se institucionalizará el 19 de septiembre? ¿Permanecerá en nuestra memoria colectiva, como permaneció el 85’, a través de las historias que escuchamos en nuestra familia, como perduró en las generaciones que crecieron en la Ciudad de México escuchando las anécdotas de la mañana del 19 de septiembre de 85’? Luego del trauma, viene la creación de héroes y anti-héroes, ellos se quedan con nosotros, especialmente en la memoria colectiva. Claro que, en tiempos actuales, todo puede ser víctima de la comercialización, pero qué importa si es por una buena causa ¿cierto? En el 85’ una figura heroica se presentó con Superbarrio Gómez, hoy en día el héroe (o debería decir heroínas) se representan, con Frida, la perrita rescatista de la Marina o en la mujer rescatista que figura en la portada de Proceso. Pero, ¿dónde están los antihéroes en nuestra historia? ¿Nos permitiremos olvidar? Comentarios: Twitter: @RbkMej


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Daniel Viglietti, in memoriam

Lo haremos tú y yo, nosotros lo haremos, tomemos la arcilla para el hombre nuevo.

6 Por Mauricio Flores*

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a repentina muerte del cantante y escritor uruguayo Daniel Viglietti (1939-2017), recibida como un fregadazo, una herida sobre otra, cuando apenas comenzaban a sanar otros descalabros, y cuando hace qué tiempo, serán tres meses, su presencia en la gran ciudad refrendaba las ganas de seguir adelante y de no dejar de lado alegría y memoria, me conduce a los escondrijos de lo bueno. La pulcra sencillez de su presencia, la dignidad manifiesta en sus actuaciones, la responsabilidad en la carga de los años, la esperanza puesta en nuevos proyectos..., por no citar el montón de entrañables reacciones generadas a partir de esta-otra-mala-noticia, ubican frente a mí a un Viglietti muestra de los hombres buenos. A no sé bien las cuántas veces que estuve en sus presentaciones. Importa la intensidad no las ocasiones. Lo mismo en escenarios mayores, como el Auditorio Nacional o la Sala Nezahualcóyotl, que en foros universitarios, plazas o en la radio, donde también mantuvo una presencia constante. Y me lleva además a uno de esos libros que causas y azares los colocan en un sitio de consentimiento y especial aprecio entre los demasiados libros, dixit Zaid. Libro muy querido por el tiempo y el espacio en los que llegó a mis manos (bien pudiera aquí reseñar otras consideraciones acerca del mismo, y no lo haré). Hablo de Daniel Viglietti, desalambrando, de Mario Benedetti, Seix Barral, Argentina, 2007, y que ante el desasosiego que provoca la muerte de Viglietti, tendré que citar en extenso; manera de reivindicar por siempre esa imagen de hombre bueno que siempre éste me proyectó. 1. Daniel Viglietti, como artista y como hombre, tiene una trayectoria que, en más de un sentido, es representativa de la evolución experimentada por toda una promoción uruguaya, vitalmente sacudida por el acontecer nacional y latinoamericano. En 1959, cuando triunfa la revolución cubana, un hecho decisivo que transforma no sólo la isla del Caribe, sino a toda América Latina, Viglietti tiene sólo diecinueve años… 2. A quien haya no sólo oído sino visto a

Viglietti en cualquiera de sus recitales, ya sea en locales cerrados o en espectáculos abiertos, le consta que este autor e intérprete es algo así como la contraimagen de las grandes vedettes de la canción popular. Jamás un gesto demagógico, o una búsqueda indecorosa del aplauso, o un desplante facilongo para lograr la adhesión ruidosa y enfervorizada o una concesión que lo lleve a aflojar el rigor artístico… 3. Dice Viglietti: Descubrir México fue para mí una gran alegría. Significó mi primer reencuentro con América Latina, desde mis primeros tiempos en Francia. Abro los poros a tanta música, a tantas imágenes, soy todo oídos y no paro de grabar y sacar fotos. Tuve la suerte de contar con la orientación del arquitecto Rubén Ortiz, músico de alma, uno de los fundadores del grupo Los Folkloristas, quien a cada paso me contaba franjas de la historia de su país. El Museo Frida Kahlo me fascinó. Guardo borradores de canciones sobre ella… 4. Decime Daniel, y pasando otra vez de lo colectivo a lo individual: ¿cuáles son tus proyectos en medio de tu devenir?, le pregunta Benedetti. Contesta Viglietti: Empiezo por algo previsible, un disco nuevo, lo que siempre es como un misterio, como un nacimiento, no sin desasosiegos, no sin dudas, pruebas y repruebas. Vos conocés muy bien eso por tu oficio de escritor, Mario. La necesidad de tener más tiempo cuando en

realidad hay menos, porque la vida se va complicando y se hacen muchas cosas. A veces yo siento que el trabajador del Tímpano o del Párpado le tocan el hombro al de la voz y de la guitarra, y le piden prestado un poquito más de tiempo. O el cantor les dice a esos otros que no le distraigan al músico… En fin, todas esas tareas, esas franjas horarias, esas otras agujas del reloj que se superponen… O los sueños diurnos, que siguen ahí en uno: escribir un libro… 5. Prosigue Viglietti: Sí, alguna vez te he comentado de mis ganas de escribir algo propio, porque escribiendo me siento cantando o haciendo programas, me gusta. Aunque no sé qué resultará. Son como almácigos que llevo conmigo, que tienen que germinar, que tienen que crecer. Crecer y seguir cambiando, también con autocrítica, con modestia. Y me acuerdo así de golpe, de ese pasaje de nuestro dúo, cuando terminamos cantando juntos aquello de que “tenemos que ir cambiando este cambio nuestro”… Podríamos terminar así, ¿no te parece? 6. Algunas opiniones sobre Daniel Viglietti: Julio Cortázar: Su música se presenta como un mensaje penetrante, durable y eficaz porque nace de una comunicación profunda con la conciencia y la sensibilidad del público.

Viglietti va hacia ese público por el doble camino de la melodía y de la poesía y encuentra la respuesta que merece: una confianza plena en ese mensaje de rebelión, en ese llamado a lo mejor de cada hombre y de cada pueblo. Eduardo Galeano: Ocurre que Daniel es de los que cantan opinando, y en sus coplas que no tienen dueño pregunta a los presentes si no se han puesto a pensar. Con toda razón, muchos jóvenes rebeldes sienten que se expresan por su boca. El arte de Daniel no es inocente: con premeditación y alevosía libera palabras, enciende la capacidad de indignación y ayuda a revelar la realidad enmascarada. Raimon: Es la voz que las fuerzas retrógradas quisieran que no existiese, es la voz que intentan escondernos, es la voz que debemos hacer nuestra porque lo es. Viglietti cumple, trabaja, actúa. Es una de las voces más auténticas de la gran familia de cantantes latinoamericanos. Ernesto Cardenal: Ve al mundo como transformable, lo presenta como transformable en sus canciones y nos llama a transformarlo. Viglietti fue uno de los primeros en Latinoamérica en cantar al hombre nuevo. **** @mauflos

Música

Tenemos que ir cambiando este cambio nuestro


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Cecilia Juárez

La poesía es un ejercicio vital

Poesía

6 Por Armando Salgado

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ste ciclo de entrevistas a poetas de diversas generaciones y distintos países, pretende poner sobre la mesa la discusión histórica sobre lo que posiblemente es la poesía y en qué soportes podríamos hallarla. Se sabe ante todo que su ejercicio es flexible y que su evolución nos ha mostrado diferentes formas de emprender un viaje desde un mismo punto (el lenguaje) para llegar —al menos— a otro punto de encuentro en nuestras ideas y en las maneras posibles de interpretarlas. He aquí esta ruta que espera ser lo más incluyente y sobre todo interesante. En esta ocasión iniciamos con Cecilia Juárez, poeta que nació en Toluca justo frente al nevado, y que nos hace el honor de inaugurar este ciclo de aproximaciones a la poesía. Armando Salgado: Cecilia, ante la ebullición de propuestas estéticas y un hervidero de egos, he notado en tu trabajo la honestidad de quien vive intensamente y escribe de la misma manera. Hay sinceridad en lo que haces. ¿Qué haces para moverte de esta manera, para no estirar tu escritura a espacios descontextualizados de tu experiencia? Cecilia Juárez: Platicaba con un amigo sobre el hecho de que grandes poetas de la historia han sido grandes cerebros; el vehículo que eligen para dar a conocer sus descubrimientos vitales ha sido el poema, como pudo haber sido el ensayo o el artículo científico. A diferencia de estos dos, el poema tiene además la belleza que implica el descubrimiento semántico, una belleza implícita. Eso lo convierte en una explosión que te hace sentir y comprender al mismo tiempo, está bien bueno eso, ¿no? Ojalá todo el aprendizaje fuera deleitante y humano, como el que obsequia generosa la poesía. Me resulta más satisfactorio hablar de lo que sé y usar el poema como mi vehículo. Aunque algún día me gustaría escribir artefactos poético-científicos… AS: Tu contexto inmediato es el Estado de México. Un entorno demasiado violento. Tu escritura violenta el canon (esas materializaciones de lo políticamente correcto, de los malabares de lenguaje que argumentan que la escritura no tiene ninguna relación con la vida). ¿Qué postura debe asumir un poeta en estos tiempos álgidos y de indiferencia? CJ: La poesía es un ejercicio vital. Y

técnico, claro. Gran parte de la construcción poética es conocimiento del lenguaje y la consecuente capacidad de jugar con él, romperlo, reinsertarlo, ver germinar un híbrido. Pero, en efecto, esa parte se conjuga con lo que nos nutre como personas. Cuando Nicanor Parra sentenciaba el siglo pasado que los poetas bajaron del Olimpo, dio en el clavo con respecto a la transformación que la poesía había emprendido: los poetas no son más los intermediarios de las musas, son personas como todas y justamente así perciben el mundo en el que viven. Si yo hubiese nacido en la aristocracia escribiría distinto que si hubiese nacido en la miseria, porque se escribe desde la manera en la que se comprende el mundo. Soy consciente del privilegio que tengo como mujer viva, económicamente activa y universitaria en el Estado de México, una entidad asolada no solamente por la violencia feminicida, sino por muchos otros cánceres políticos y sociales que le han podrido el corazón. Todo eso te hace comprenderte y comprender lo que te circunda de una manera específica: aprendí que el privilegio aquí es una moneda de cambio, que puedes tener lo que por principio era un derecho –y se ha convertido en un lujo– solo si conoces a alguien; aprendí que eso implica que habrá quienes no puedan permitirse acceder a derechos elementales; aprendí que estamos educados de un modo cruel para ser engranes de la maquinaria y ejerceremos violencia contra otros bajo el pre-

texto de la diferencia; aprendí que las mujeres en todo el país la tienen más difícil, que de entrada no van a confiar en tu trabajo fácilmente… Todo eso me fue conduciendo hacia cierto tipo de escritura que se vuelve una especie de necesidad por sobrellevar la realidad. ¿Existe una responsabilidad social en la escritura? Creo que no hay una norma que lo establezca así, puede ser o no, igual que en la vida real, ambas posibilidades tienen sus riesgos; pero si decides aceptar alguna responsabilidad social en tu trabajo de escritura, debes decidir cuidadosamente cómo hacerlo sin ser panfletario, para ser efectivo; así como escribir desde el quiebre lingüístico, desde la ruptura o desde la experimentación puede ser inútil si se vacía de significado y se torna un juego sumamente hermético. La forma de evitar ambos extremos, desde mi perspectiva, es escribir desde el lugar más honesto, si no ¿cuál es la utilidad de una poesía vuelta un extenuante ejercicio narcisista? AS: Has publicado Muerte para el coño dorado de Lavernia (Mirabilis, 2006); No te desanimes, mátate (Diablura, 2013); Bar Karaoke (Mirabilis, 2014); Lobos en un corral de lobos (Mantra, 2016); la plaquette No estoy lista (El Humo, 2016); y Fábulas serie B (Diablura, 2017) es tu más reciente libro. ¿Para alguien que apenas se acerca a tu escritura, qué recomiendas leer primero de Cecilia Juárez?, ¿se debe incursionar de manera cronológica en tu obra, o sugieres algún título en particular?

CJ: Siempre se agradece que a alguien le interese lo que tienes que decir. Después de eso recomendaría que leyeran mis libros cuando los encontraran. Verás: todas son editoriales independientes, todos los tirajes fueron leves, lo que implica que el más grande de ellos fue de quinientos ejemplares y, generalmente, los puntos de venta son directo con la editorial o, como en el caso de Diablura Ediciones, en el Centro Toluqueño de Escritores. Y ya, poniéndome exquisita, sí, me gustaría una lectura en orden cronológico, ya verían así el barroquismo de mi primer libro, la sencillez del segundo, el desencanto del tercero, el desconcierto del cuarto libro… y el último, ya me dirían ustedes el común denominador. AS: En tus libros hay 11 años de diferencia entre el primero y el más reciente, ¿cómo percibes la evolución de tu escritura?; ¿de qué manera el arte ha influenciado en tu vida y asimismo cómo tus experiencias han marcado la pauta en el desarrollo de tus poemas? CJ: Algo que puedo ver muy claramente es que, a lo largo de once años, me cayeron muchos veintes en cuanto al poder del lenguaje, de la palabra, del idioma. Estudié literatura, lo cual me permitió conocer normas del español, semántica, entrañas, funcionamiento. Es como destripar un juguete para ver cómo es por dentro y luego volver a armarlo: con cada vez que lo


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/// Fotografías: Alex Gánem.

Poesía

haces vas viendo que puedes armarlo de forma distinta a propósito y aprendes de los errores. Creo que cuando escribes pasa lo mismo. Cuando Mirabilis me publicó el primer libro ya había pasado por algunos talleres y llevaba unos ocho años escribiendo en plan consciente. La onda no era publicar, ¿sabes?, la onda era escribir, practicar ese oficio. El momento en el que estaba me dio un libro algo extraño, algo hermético, rebuscado. Por ese entonces no acababa de comprender todo lo que se gana podando, empleando las palabras precisas; entonces, lo que hacía era ametrallar la hoja con un titipuchal de adjetivos rebuscados (lo que ahora me parece un desacierto), pero tuve que recorrer ese camino para llegar a la síntesis, para darme cuenta que lo importante no era la cantidad, sino lograr decir lo mismo con menos, con mucho menos. Lo que rescato de ese primer libro es el ritmo. Por otro lado, es cierto que lo que he experimentado y conocido a través del arte juega un papel crucial, porque escribes a partir de lo que eres. Creo que a un escritor lo nutre especialmente la lectura (y no pienso solo en literatura, sino en ciencia, en antropología, gastronomía, culturas del mundo, historia, lo que se te antoje); pero también recibe alimento de lo que vive, siente, piensa y presencia. Es como hacer café: recibes el grano, pero tienes que molerlo, pasarlo por agua; el resultado es la

bebida, no el polvo, ni el grano. AS: Por último: dinos qué haces cuando

sientes que el mundo se te va por la alcantarilla, ¿qué hace una poeta, locutora y productora de radio cuando el

mundo se quiebra constantemente? CJ: Uno: lloro. Dos: entro en crisis. Bebo un trago. Tres: necesito hablar con mi círculo cercano para tener perspectivas distintas y comprender cosas que no había capeado, como decimos acá. Cuatro: a veces logramos sacar conclusiones esperanzadoras. En ese caso, suelto el tema. Si me interesa o me intriga, escribo algo al respecto. Llevo diarios desde hace mucho rato. Cinco: a veces se pone peor y me doy cuenta de que todo está más podrido de lo que pensaba. Seis: en esos casos hay que beber algo en compañía, dedicar una noche a lamerse las heridas, arreglar el mundo para luego olvidarlo; busco hacerme consciente de que no soy una súper heroína, ni puedo salvar a nadie… apenas a mí misma, tal vez. Siete: me recompongo y ahora miro la porquería del mundo desde la neurona y no desde la víscera. Entonces elaboro un discurso en mi cabeza. Ocho: pongo en marcha mi proceso de curación, que no de sanación, porque de eso no te recuperas nunca y el mundo sigue doliendo. Ese proceso incluye leer mucho sobre el tema que me preocupa, investigar y aventarme unos guiones sobre mis conclusiones. Esos guiones serán programas de radio que algunas personas escucharán. A veces escribo al respecto en un tono más libre, escribo poemas que, con suerte alguien leerá. Y son botellas lanzadas al mar, ¿no crees? Si bien, no sabes quién va a encontrarlas, ni si hablará tu idioma; y, si lo habla, si comprenderá lo que intentaste comunicar; y si lo comprende, si le importará. Pero lo sigo haciendo así porque me hace sentir mejor. Además, dicen que la esperanza muere al último.


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Promoción de la lectura

Donde menos se espera salta la lectura 6 Por Eduardo Campech

Miranda

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l calor agobiante de Guamúchil no fue impedimento para aventurarme, en compañía de mi amigo Ramón Perea, a cruzar el pequeño parque de la comunidad. La estatua de Pedro Infante soportaba los rayos inclementes propios de las dos y media de la tarde. Algunas personas erigían un altar en honor de actor y cantante al interior del kiosko. Ramón me hablaba de las artesanías que encontraríamos en el mercado. Resaltaba en particular los huaraches propios de la región. De esta manera ingresamos por un pasillo donde se ofrecían cinturones y llaveros elaborados de piel de res, acompañados de infinidad de mercancía china. Nos detuvimos un momento para observar cómo un joven elaboraba pequeñas correas para los huaraches. Ramón me explicó que ese tipo de calzado, en lo que refiere al corte, no es común hacia el sur. También preguntó al joven de dónde había aprendido el artesanal oficio, “De mi abuelo”, respondió. Con confianza y amabilidad nos mostró algunos modelos. Continuamos caminando hasta el final del

pasillo para desembocar en un negocio de sombreros de Panamá. Dentro del local, de tamaño mediano para el grueso de establecimientos, un hombre de aproximadamente cuarenta y ocho años dormía plácidamente en una hamaca. También estaba un señor mayor. Quizá de unas siete décadas de edad. Ramón preguntó cuál era el sombrero típico de la región y si el sombrero estilo Panamá lo fabricaban ellos. Mostró un ejemplar del primero y ubicó a Guanajuato como origen de los segundos. Mi atención se desvió de la entrevista. Unos letreros escritos a mano

anunciaban diversas reuniones. Supuse que serían en el mismo local: “Reunión Grupo de Científicos, Lunes y Miércoles de 10 a 11 a.m”, los otros grupos, en sus respectivos horarios, eran los de Teólogos, Filósofos, Políticos y Sabios. Al fondo del comercio se encontraba una mesa cubierta con un mantel de vinil. No obstante, se alcanzaba a ver un letrero y uno más “Leer para saber”. Solicité autorización para develar lo que se anunciaba como un tesoro (la conversación de Ramón y don Eliseo –nombre del señor mayor- ya había concluido). La mesa guardaba su tesoro: La

Desayuno en Tiffany’s, mon ku

El Picaporte

Guerrero un documental de Ludovic Bonleux 6 Por Carlos

Belmonte Grey

Cine

D

urante el XV Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se presentó el crudo documental Guerrero dirigido por el francés Ludovic Bonleux (Acuérdate de Acapulco, 2013). No fue una novedad el éxito que tuvo en el FICM porque el documental ya venía precedido de la excelente acogida en el programa Ambulante y en las proyecciones en la Cineteca Nacional. Bonleux pasó tres años recogiendo testimonios para este documental, comenta: “Cuando pasó lo de Ayotzinapa (la desaparición de normalistas) quise enfocarme en las consecuencias en el pueblo guerrerense, en el trabajo de tres activistas y sin hacer una geografía de lo social, sino un retrato a diarios con sus dudas, sus riesgos. Creo es mostrar la esperanza que da la dignidad de alguien que decide no callarse y que, a pesar todo, hacen algo en común”. 1 Guerrero sigue justamente a tres personas sufrientes de la violencia del narcotráfico: Coni López Silva, una policía comunitaria del Frente Unido para la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG), que se enfrenta a los grupos de-

lincuenciales en la región de Chilpancingo; a Mario Vergara, quien busca a su hermano Tomás, secuestrado y desaparecido, y ahora buscador en los alrededores de Iguala de algún rastro de su familiar; y a Juan López, un maestro rural de la montañosa Tlapa de Comonfort, luchando por la justicia en el seno del sindicato Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG) y de la organización política Movimiento Popular Guerrerense. La proyección en el FICM estuvo acompañada, además del propio director, de Mario Vergara y Evangelina Contreras Ceja (buscadora de familiares en Michoacán). Y tuvo la visita del doctor José Mireles jefe de los autodefensas michoacanas. Su presencia sirve para responder las dudas del público que rebasan, evidentemente, el asunto cinematográfico y se centran más en la violenta realidad de ellos y de los mexicanos. Esperamos, que el documental siga teniendo larga vida en las pantallas y preferentemente que las proyecciones sean acompañadas por Bonleux y los activistas. 1 Periódico Nuevo Laredo, 31 marzo 2017. https:// nuevolaredo.tv/ludovic-bonleux-retrata-en-pelicula-la-problematica-de-guerrero-video/

biblioteca de Alejandría, colección de libros que son comentados en cada sesión grupal. Ahí estaban desde la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras hasta libros de Derecho Mercantil. El universo de la sabiduría al alcance de una lectura.

Válgame la redundancia y el significado 6 Por Simitrio Quezada

A

nteriormente había explicado que el verbo latino “valere” significa no valer, sino tener salud. Por eso el sustantivo “inválido” se refiere al que carece de salud y el “minusválido” es el que literalmente está menos sano. Válganos Dios. “Valere” puede significar también tener apoyo, ayuda o medios para salir adelante. Por eso alguien dice que su abuelo, de ciento tres años, “todavía se vale por sí mismo”. También por eso existe alguien que puede avalarnos, puede hacernos fuertes o darnos garantía, un aval o, como decían nuestros viejos, un valedor. Por eso también hablamos del desvalido. A diferencia del inválido, el que carece de salud, el desvalido vive, según el Diccionario,

“desamparado, privado de ayuda y socorro”. Que Dios los valga a los dos. Y por todo esto también existe la frase “Válgame Dios”, que significa literalmente “Que Dios me ayude” (o “Válganos Dios”, Que Dios nos ayude), y que con el tiempo se ha convertido más bien en una interjección, utilizada incluso por personas que la aprendieron en casa y que no saben lo que significa en realidad. Válganos Dios con eso. Cuando alguien dice “válgame la redundancia” después de emitirla, se supone que busca que la redundancia lo apoye en su argumento. Ojo: es “válgame”, que me ayude, y no “válgase”, que se valga, que sea válido. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com


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6 DE NOVIEMBRE DE 2017

Que en la Maestría en Historia 20 años no son nada

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n la década de los 90, cuando la ciudad de Zacatecas todavía era un agradable lugar donde se podía vivir pacíficamente, existía una pequeña facultad de la Universidad Autónoma de Zacatecas, con grupos de apenas diez o menos estudiantes: Humanidades. Un no tan pacífico lugar donde bullían ideas literarias, filosóficas e históricas. Una de ellas, que llegó a cuajar, fue una inquietud discurrida entre los maestros Francisco García González, Anne Leyniers, Édgar Hurtado Hernández, Antonio González Barroso y Mariana Terán Fuentes, que implicaba crear un posgrado en historia para el programa mencionado. Así, en agosto de 1997, bajo la rectoría de Virgilio Rivera, nació la Maestría en Historia y con ella una primera generación (1997-1999) de alumnos de medio tiempo, casi todos ellos con empleo, por lo que se logró apenas un 25% de eficiencia terminal, menos de la mitad del 80% que existe hoy en día, ya que entre el trabajo del posgrado y el del sustento, los estudiantes apenas podían salir adelante. Era necesario buscar el apoyo para quienes cursaran la maestría, razón por la cual, en 1998, el programa fue evaluado por PROMEP con el objetivo de integrarse en un padrón especial de posgrados a nivel nacional. El trabajo fue fructífero, se obtuvo un buen resultado y con ello se logró la aceptación dentro del padrón y la posibilidad de que se integraran alumnos de universidades de Durango, Aguascalientes y Guadalajara. En 2008, la maestría fue aceptada en el PNPC (Programa Nacional de Posgrados de Calidad) en nivel En desarrollo y en 2012 subió a nivel Consolidado, lo cual da muestra del trabajo que se realizó desde su nacimiento hasta esa primera década de vida, mismo que no se ha descuidado hasta hoy, 20 años después de su fundación. El crecimiento de la unidad se ha logrado por el profesionalismo de sus docentes y por el trabajo desempeñado por sus coordinadores: Francisco García González (1997-1999), Mariana Terán fuentes (en dos periodos, 1999-2004 y 2008-2012), José Enciso Contreras (2004-2008) y Evelyn Alfaro Rodríguez (2014-2016 y en la administración actual). Hacia 2005, los profesores de la Maestría consolidaron otro proyecto: la fundación del Programa de Docto-

rado en Historia, después de haber reunido dos equipos de historiadores que habían participado en otras experiencias académicas, quienes han sabido combinar en su ejercicio profesional las actividades sustantivas de la universidad pública: docencia, investigación y extensión. La Maestría y el Doctorado en Historia han representado una oferta educativa de alta calidad en la región centro-norte de México para todo aquel que quiera especializarse preferentemente en la historia de México vinculada con el mundo iberoamericano. La oferta alienta la preparación académica para el desempeño de una docencia de calidad, la formación de recursos humanos y la generación de conocimiento histórico.

En sus primeros años se contó con la participación de profesores de la UAA: Salvador Camacho Sandoval, Genaro Zalpa Ramírez, Víctor Manuel González Esparza y Jesús Gómez Serrano, quienes dejaron en los alumnos interesantes líneas de investigación junto con legado profesional de alta calidad. Lo cual no demerita el trabajo de los diversos docentes que han pasado por sus aulas, además de los ya mencionados coordinadores, René Amaro Peñaflores, Marco Antonio Flores Zavala, José Eduardo Cardoso Pérez, Arturo Burciaga Campos, entre otros; algunos distinguidos docentes invitados como Marcello Carmagnani, autor de libros importantes como El otro occidente (2004) y Federalismos latinoamericanos (1997),

entre muchos otros; Alicia Hernández Chávez, autora de Breve historia de Morelos (2010) y México. Una breve historia (2010), entre otros; y Luis Aboites Aguilar, también del Colegio de México, autor de Breve historia de Chihuahua (1994) y El agua de la nación: una historia política de México, (1888-1946) (1998), entre otros. Sus profesores han sido reconocidos en premios nacionales de investigación histórica como el Francisco Javier Clavijero (INAH), Alejandro Topete del Valle (Crónica de Aguascalientes) y el Atanasio G. Saravia (Fomento Cultural Banamex). Tres de ellos han recibido la Medalla al Mérito a su trayectoria otorgada por el gobierno del estado de Zacatecas. Todos cuentan con perfil PRODEP y la mayoría es miembro del

Sistema Nacional de Investigadores. Algunos de los egresados cuentan con ambas distinciones y son líderes de cuerpos académicos en sus instituciones. Asimismo, en sus salones han estudiado alrededor de 112 estudiantes, provenientes de varios municipios zacatecanos como Sain Alto, Sombrerete, Fresnillo, Jerez, Guadalupe, Tlaltenango; o de otras entidades como Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato, Durango, Michoacán; en incluso de otros países como Colombia. Los egresados de la Maestría en Historia han trabajado en instituciones científicas, educativas y culturales; participado como responsables de archivos históricos o en el fomento del patrimonio histórico y cultural; han sido docentes en universidades públicas y privadas y han publicado investigaciones originales. Un número significativo continuó su formación en el Doctorado en Historia. En 2001, el programa inició la organización de varios coloquios: “Textos, fiestas y templos” (2001), “Territorio y sociedad” (2002), “La ciudad, las instituciones y los saberes” (2003) y “Raíces del federalismo mexicano” (2004), en vinculación con instituciones educativas, jurídicas, políticas, científicas, culturales a nivel estatal, regional y nacional. En 2011 convocó a todos los posgrados de historia de la república mexicana, adscritos al PNPC para formar una red nacional de posgrados de historia con el fin de fomentar el intercambio y cooperación académica dentro de sus diferentes líneas de investigación: Instituciones jurídicas y políticas Indianas; Paleografía y diplomática Indianas; Clero, instituciones jurídicas-políticas y sociales en la Nueva Galicia; El pensamiento político y social ilustrado novohispano; Formación de la sociedad novohispana; Etnohistoria del occidente y norte novohispano; Arqueología histórica; Historia regional; Las haciendas del centro-norte de México; Agua y sociedad en México, siglos XIX y XX; entre otras, lo que hasta hoy ha rendido y seguirá rindiendo enormes frutos. Más allá de los problemas económicos que presenta la universidad (más políticos que académicos), se han generado proyectos de largo alcance que reflejan con creces el quehacer universitario y su pertinencia en la vida académica y social. 20 años de un posgrado con vigor y profesionalismo son muestra de ello. ¡Larga vida a la Maestría en Historia!

Historia

6 Por Carlos Flores


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LA GUALDRA NO. 315

Que veinte años no es nada… Coloquio Nacional de egresados de la Maestría en Historia Unidad Académica de Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas” 6 y 7 de noviembre. Patio Central de Rectoría. Centro Histórico PROGRAMA Inauguración 6 de noviembre 09:30 – 10:00


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6 DE NOVIEMBRE DE 2017

Notas al margen

La demasiada cultura

V

ivo en una ciudad que se considera “cultural”. Ya en anteriores ocasiones he intentado abordar los malos entendidos y las confusiones que una palabra como cultura puede causar; por ello, esta vez no intentaré definir siquiera a lo que me refiero cuando menciono el concepto, que cada quien se rasque con sus propias uñas y, ahora sí, que entienda el término como mejor le parezca o, lo que sería preferible, que lo interprete en el contexto en el que lo ubico en este artículo. Decía que Morelia, al igual que varias ciudades de nuestro país, se consideran sitios “culturales”; es decir, lugares donde abunda “la cultura”. Y es que venir a Morelia, o ir a Querétaro, a Guanajuato, a Puebla, a Zacatecas, por mencionar algunas, es encontrar muchas expresiones “culturales” (perdón por la repetición, en serio), y qué son éstas sino, primero, los monumentos históricos, los museos, las plazas donde se exhiben artesanías, donde podemos encontrar músicos y vendedores ambulantes que ofertan sus mercancías, muchas veces hechas en China pero con el toque de la casa; luego, también está una amplia cartelera de “eventos culturales”: conciertos, obras de teatro, proyecciones cinematográficas, homenajes; vaya, un montonal de “productos” que hemos dado por adjetivar como culturales. Partiendo de este panorama podemos inferir que lo que las personas piensan, en primera instancia, cuando se habla de una ciudad con dicho apelativo es en un espacio turístico, con una variedad amplia de posibilidades para su entretenimiento; tan es así que las agencias y las instituciones le han dado a este tipo de esparcimiento el mote de Turismo Cultural. La “cultura”, ese concepto que usamos a nuestra conveniencia, se reduce en este caso a una forma específica de entretenimiento; no nos asombre, entonces, que en muchos Ayuntamientos el organismo encargado de la cultura sea una dependencia de la Secretaría de Turismo, claro, porque la cultura es una forma de turismo, ésta interesa en función de la inyección económica que pueda proporcionar al municipio, al estado, al país. A diferencia del esparcimiento de playa, del ecológico o del religioso1 o gastronómico (que pudiéramos considerar también culturales), el cultural oferta, además de un producto (en el caso de las artesanías, los libros, etc.) o un servicio (como un concierto, la proyección de un film, un tour por museos), el acceso a un grupo supuestamente reducido de “personas cultas”, de “gente interesada

por la cultura”. Los ejemplos abundan; cuántas veces no hemos escuchado al turista promedio decir: a mí me gusta conocer la cultura de las ciudades que visito, nunca me verás comiendo en el McDonald’s, prefiero visitar los mercados, comprar a los artesanos locales antes que a las grandes tiendas. Y sí, hay un amplio sector de la población, al menos en ciudades “culturales”, que depende de estos bienintencionados paseantes. Los proovedores de productos culturales, ya sean establecidos o ambulantes (y hay que pensar que provee “cultura local” tanto el negocio con precios altísimos que invierte en sus pistas de calidad, como el guitarrista de barrio que va a cantar a los cafés del centro) viven de los visitantes; los habitantes de la ciudad raramente consumimos este tipo de productos, pues están hechos, per se, para el turista. Así, podemos decir que el mercado que exhibe la cultura local es para los foráneos, no para el oriundo. No digo que eso esté mal, el turismo –llámese o no cultural- activa economías y genera sus propias dinámicas; pero la pregunta aquí es si es eso realmente la cultura. Para llegar a pensar “lo cultural” como lo turístico se parte de la premisa de que la cultura es un culto por el pasado, o tal vez lo diríamos mejor si lo llamamos: una nostalgia del pasado. En la mente colectiva la cultura se presenta como algo ya realizado, un suceso, un hecho pasado que permanece y nos define como grupo social. Es decir, la cultura es el pasado, no lo que está sucediendo, lo que nos definió, no lo que nos está definiendo en el hoy. Por poner un ejemplo fresco, el Día de Muertos es tradición, cultura, decimos los mexicanos, mientras que el Halloween es el invasor, la costumbre extranjera lo que los jóvenes festejan. Notamos una dicotomía entre lo autóctono y lo externo, pero también entre lo viejo y lo joven. La cultura se muestra aquí como “propio” que hay que defender, pero también como algo viejo; como un hecho pasado inamovible. Nada más falso. La cultura no puede ser permanente, y cualquier esfuerzo por mantenerla intacta será inútil. Sin embargo, ¿no vivimos, los generadores de productos culturales de la cultura inamovible? ¿Qué pasaría si de buenas a primeras las artesanías purépechas dejaran de importarnos como bien cultural, si los edificios de los centros históricos dejaran de ser considerados culturalmente importantes?, ¿si nuestra nostalgia por el pasado se convirtiera en un anhelo de futuro? A pesar de que no podemos negar que la cultura se transforma, tampoco podemos renegar de lo que es, ni abandonarnos a la idea de que lo que importa es un futuro incierto. La cultura nace

de ese choque, del conflicto entre el pasado que se va y el futuro que llega, inevitable. Es el rechazo de lo inesperado frente a la nostalgia de lo que fue lo que crea la cultura. A pesar de ello también los productos culturales actuales tienen sus consumidores. Basta echar de nuevo un vistazo a nuestras ciudades. Acaba de terminar el Festival Internacional de Cine de Morelia, tal vez el evento más espectacular, en lo referente al turismo cultural, que tiene la capital michoacana. El festival aprovecha el culto al pasado pero también genera la apreciación de la cultura del hoy. El cine actual en un escenario histórico. Obviamente el evento engancha al turista que, a pesar de venir con intenciones cinéfilas, también aprovecha las otras ramas del turismo cultural. Sin embargo, lo que menos podemos ver en este tipo de eventos es realmente el hacer de la cultura; los sucesos culturales no lo son en lo más mínimo. Se tratan de pasarelas donde las cegadoras luces y los faustosos egos protagónicos conviven con la ignorancia y la mediocridad del consumidor promedio. La cultura se vuelve comercio llano y simple: consumir por consumir. No sólo el festival de cine es un ejemplo de ello; cualquier actividad cultural se vuelca en esta dinámica. Cuando decimos que Morelia es una ciudad “cultural” no sólo hablamos de estos grandes eventos y de su centro histórico, también nos referimos a la fauna culturosa local, a los pequeños creadores de producto cultural que son, asimismo, consumidores de los mismos. Pequeños cafés, bares, restaurantes, centros culturales, clubs de lectura, galerías, donde los artistas se reúnen para cometer autofagia. Abundan estos micro eventos así como abundan los hacedores de bienes y los productos “culturales”; pero lo que definitivamente no abunda, aunque nos empeñemos en creer lo contrario, son los consumidores. El turista, mayor consumidor de la cultura local, no baja a las cloacas creativas, se mantiene en el cómodo y acolchonado pasado o en el lujoso e iluminado living de los grandes eventos mediáticos. Abajo, en las alcantarillas, sigue pudriéndose un tipo de cultura a la que, deformes y despreciados, acuden los mutantes culturosos para alimentarse. Cuando me hablan de una ciudad “cultural” no puedo dejar de pensar en esto, y escucho los aullidos de un centenar de perros abandonados, sin un turista que los adopte. Este tipo de turismo es realmente muy parecido al cultural; provee también una satisfacción que va más allá del producto físico, del servicio, quien realiza turismo religioso busca también acceder a un grupo selecto: el de los salvados.

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Notas al margen

6 Por José Agustín Solórzano


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LA GUALDRA NO. 315 /// 6 DE NOVIEMBRE DE 2017

Río de palabras

Fieles difuntos Soy la virgen misteriosa de los últimos amores y ofrezco un lecho de flores sin espina ni dolor y amante doy mi cariño sin vanidad ni falsía no doy placer ni alegría más es eterno mi amor. José de Espronceda Para Eunice Sandoval.

6 Por Alberto Huerta

D

espués de un largo ayuno de un año, a las ánimas les truenan las tripas de hambre. El 2 de noviembre, día de San Eudoxio y San Tobías, los fieles difuntos se dan un atracón con una comelitona que sus afligidos deudos les ofrendan, esa noche comerán hasta que les duela la panza y las tripas se les hagan nudo ciego. Esa noche le entraran al platón de calabaza en tacha, la cazuela de asado, el camote, los frijoles refritos con manteca de cerdo, chorizo y queso ranchero desmoronado, los calabazates, la fruta… cañas, tejocotes, manzanas, mandarinas, guayabas… Tamales rojos, verdes, de dulce y sordos… champurrado… la cajetilla de cigarros, la botella de mezcal, o de ron, los platones de arroz a la mexicana con rebanadas de huevo cocido encima, el pan de muerto o ranchero, el papel picado de colores, las olorosas flores amarillas de cempasúchil, Oremos, oremos, el muerto queremos, y no nos los dan... Aunque en vida, los fieles difuntos sólo comieron sopa de fideo, salsa martajada, frijoles de la olla y el altero de tortillas nejas y una Coca-Cola bien grande. Los sábados: tacos de canasta de mole verde, papas, frijoles y chicharrón y unas muertas bien frías. Escuchando cumbias y gruperas todo el santo día. Tres angelitos bajaron del cielo, pidieron el muerto y sí se los dieron… Y ellas, a lave y lave ropa, guisando almuerzos, comidas y cenas, respirando por las noches sudores agrios y tufos a cerveza y grasa aceda. Sin escuchar una palabra amable y engordar y acumular grasa en el cuerpo y amargura en la cabeza y rencor en el corazón. El muerto pide camote, si no se lo dan se le cae el

/// El Muro de Berlín cayó un 9 de noviembre de 1989. A 28 años de ese acontecimiento les presentamos la imagen de un fragmento de lo que quedó de él.

bigote… La viuda pide una ayuda para su criatura… La ofrenda en la sala de la casa, las imágenes de los fieles difuntos… la luz vacilante de las veladoras, el copal quemándose en los ramos de flores, las caras de los deudos haciendo pucheros,

Cicatriz Q

blo que se ilumina con los fuegos de artificio. Es costumbre en el pueblo que por cualquier motivo por insignificante que sea se truene harta pólvora… A lo mejor es para distraer aturdiendo a la muerte… A lo mejor… Quién sabe…

A un paso de los sueños

6 Por Pilar Alba uién lamerá mi cicatriz. Quién se acercará a ella con ternura y me dirá no pasa nada, casi no se nota. Quién la acariciará tratando de alisarla. Quién encontrará en ella más que una mueca una sonrisa. Quién la contemplará por las noches en silencio, mientras yo duermo, y se dirá a sí mismo que es una cosa de nada, que no tiene importancia, que últimamente incluso, ya casi se ha ido borrando. Quién me desnudará arrebatado y no se quedará contemplándola, porque la conoce, porque es parte mía, como mis manos o mi cara. Quién al verla no perderá su libido, no se les escaparán las ganas por la ventana. Quién arremeterá ante ella con más fuerza y la lamerá tratando de borrarla a besos; hasta hacerla desaparecer, hasta dejar como nueva mi piel, como antes mi pecho. Quién me abrirá nuevamente la herida… quién hará que brote una nueva cicatriz.

gimiriqueando, sorbiéndose los mocos y dándole grandes tragos a los jarritos de mezcal, con los platos rebosantes de comida… Al finalizar el día, en cuantito es ya día 3 de noviembre, una ráfaga de cohetes truena en el cielo del pue-

6 Por Vicente Soriano Tlachi

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s un sueño recurrente, uno que me aleja de mi triste realidad. En ese mundo soy un centro delantero decisivo. Dos veces he alzado la copa de la Liga Premier, otras veces, me he visto levantando la charola de la Bundesliga. Sin embargo, apenas despierto, comienzo a llorar. Cuando tenía siete años sentí carne propia el zarpazo de la guerra. Y eso que era algo que me trataba de explicar mi abuelo, señalándome cómo había perdido tal vecino un ojo, otro más,

un brazo, uno más, un pie. Esa mañana salí a jugar fútbol con mis amigos cerca de la aldea en un terreno baldío, un terreno que teníamos prohibido pisar, aunque viéramos a las cabras pastar; a mí se me hizo fácil decirles a mis chicos que fuéramos, pues qué cosa podía sucedernos. De repente, al dar un saque de esquina, al tocar el balón, vino un gran destello de luz. Cuando abrí los ojos, estaba en el hospital. A veces sueño que doy la vuelta olímpica, sosteniendo entre mis manos la copa del mundo, en tanto la gente grita mi nombre.


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