SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 345 /// 3 DE JULIO DE 2018 /// AÑO 8
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Imagen de Emiliano Molina. Coxala Gráfica.
“Que nuestras generaciones pasen por el rasero de la historia por su compromiso con el bien común y el profundo amor que le tenemos a este cielito lindo, a este girón de patria que todavía nos llama, nos convoca y nos esperanza”. Mariana Terán y Edgar Hurtado.
[Especial gualdreño por las elecciones 2018]
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LA GUALDRA NO. 345 /// 3 DE JULIO DE 2018 /// AÑO 8
La Gualdra No. 345
Editorial
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l pasado domingo 1 de julio vivimos una jornada electoral histórica. Andrés Manuel López Obrador resultó electo como el próximo Presidente de la República y la gran participación de los mexicanos en las urnas hizo de ese día un día de fiesta; por eso decidimos que La Gualdra saliera hasta hoy martes 3 de julio, porque quisimos dar voz a varias personas relacionadas con el arte, la cultura, la academia y la iniciativa privada, para que quedara el registro de sus reacciones generadas con los resultados electorales de 2018. Me alegra constatar que las palabras reconciliación, unión y esperanza son las que más se mencionan en este número. Si bien hay una actitud de júbilo en la mayor parte de los textos que conforman esta edición, debo mencionar también que hay una posición crítica, de convicción por trabajar para que el cambio se dé, pero también por vigilar que se cumpla con todo lo que se ha prometido. Así pues, agradezco a todos quienes han participado en esta edición especial gualdreña sobre las elecciones 2018. En la página 3, Eduardo Campech Miranda recuerda cómo ha vivido los procesos electorales desde 1994; José Agustín Solórzano afirma que a pesar de que el proyecto del ganador no le convence del todo, sí cree en la gente que cree en AMLO. En esta misma página hay una imagen de Juan Carlos Villegas. En la 4, Rebeca Mejía reflexiona sobre el por qué votó después de 10 años de no hacerlo; mientras que David Valerio formula la pregunta “¿se rescatará la noción de ‘ciudadano’ o se hace más evidente la necesidad del revolucionario?”, la imagen es de Andrés Sánchez. Citlaly Aguilar nos camparte “¿En serio, López Obrador?; Geovani de la Rosa “La reconciliación del México violento en el que sobrevivimos”; y Lucía Rivadeneyra “AMLO recibe un país herido”; en página 5, con una imagen de César Ramos. En páginas centrales participan
Jorge Ortega, Mauricio Flores, Saúl Ordóñez, Sigifredo Esquivel, Sonia Ibarra y María Vázquez Valdez con imágenes de esta última. En la 8, Liliana Hernández, Ovidio Ríos y Susana Salinas, con una imagen de César Ramos. En la 9, Armando Salgado; Edgar Hurtado y Mariana Terán; y Alfonso López Monreal. La foto es de Carlos Segura. En las páginas 10 y 11 colaboran también Carlos Flores, Edgar Avilés, Ernesto Lumbreras, José Antonio Banda y Nelson Guzmán. Las imágenes de estas páginas son de Armando Vega-Gil y de Emiliano Molina (integrante de Coxala Gráfica -cuyo coordinador, Luis Pinedo, nos facilitó estas imágenesy autor también de la portada). Por último, en página 12, los textos de Donovan Hernández Castellanos, Adonis Hernández Peñalver, Laura Zesati y un artículo llamado “Frases de dos artistas celebrando el triunfo de AMLO” en el que participan el actor Tomás Rojas y el músico Armando Palomas. A todos ellos les agradezco su participación en este número, muy especialmente a Armando Salgado, nuestro amigo poeta michoacano, quien siempre en afán de colaborar para que La Gualdra tenga contenidos de calidad, nos ayudó con la convocatoria de muchos de los escritores que comparten con nosotros sus opiniones y reflexiones en esta ocasión. Lo invito pues a que lea esto que preparamos para usted. Sus reflexiones y comentarios son muy importantes para nosotros, así que como siempre pongo a disposición nuestro correo electrónico para que nos escriba. Y a celebrar, porque sí hay mucho por qué hacerlo, pero también, a estar pendientes, vigilantes, participativos; el programa de cultura que ha presentado AMLO y la designación de Alejandra Frausto como su Secretaria de Cultura hablan también del interés porque la cultura y las artes sean un sector prioritario en nuestro país, esperemos que así sea. Que disfrute su lectura.
Directorio
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Contenido Adiós a los pejechairos Por José Agustín Solórzano Ante un país que se cae a pedazos Por Eduardo Campech Miranda Tras una década sin votar Por Rebeca Mejía López ¿Vigencia del ciudadano o necesidad del revolucionario? Por David Valerio Miranda ¿En serio, López Obrador? Por Citlaly Aguilar Sánchez La reconciliación del México violento en el que sobrevivimos Por Geovani de la Rosa AMLO recibe un país herido Por Lucía Rivadeneyra Terminó el mito Por Jorge Ortega Cuando la esperanza persevera Por María Vázquez Valdez Alegres, muy alegres todos Por Mauricio Flores Mujeres en la administración de AMLO Por Sonia Ibarra ValdezVoté por el cambio Por Saúl Ordóñez AMLOrismos. Peje-Tweets Por Sigifredo Esquivel Marín Al despertar Por Liliana Hernández Luciano Volveré a leer los periódicos Por Ovidio Ríos Somos mayoría Por Susana Salinas* Otros caminos: un mismo canto Por Armando Salgado La consagración de la democracia Por Édgar Hurtado y Mariana Terán Que la unión haga la fuerza Por Alfonso López Monreal*
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Maldiciones y esperanzas en un país de nadie Por Carlos Flores Somos un gran pueblo Por Édgar Omar Avilés
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La euforia, la realidad Por Ernesto Lumbreras De agua hermosa es mi abolengo Por José Antonio Banda Perspectivas de un nuevo régimen Por Nelson Guzmán Robledo
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Estamos vivos y llenos de esperanza Por Adonis Hernández Peñalver Carta para demócratas remisos Por Donovan Hernández Castellanos Dos artistas celebrando el triunfo de AMLO México es el trabajo de día a día Por Laura Zesati
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Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Adiós a los pejechairos Por José Agustín Solórzano* t
/// Juan Carlos Villegas.
y los medios institucionales trataban de rescatar la imagen de un primer mandatario pulcro y bien peinado, con una sonrisa tan falsa como la forma en que llegó al poder. Las calles estaban vacías y no se veía ese casi 40% de mexicanos que había apoyado a Peña Nieto. No hubo festejo. Ése es el punto, ahora, en 2018, voté por AMLO, pero no con el convencimiento que lo habría hecho en 2012. Voté por Obrador porque como varias personas (más inteligentes que yo, por supuesto) lo dijeron: a pesar que su proyecto -y sobre todo sus juntas, Morón en Morelia, por ejemplo- no me convence del todo, creo, y lo pongo en mayúsculas: CREO EN LA GENTE QUE CREE EN AMLO, porque conozco a muchos, porque los he visto trabajar en ese proyecto desde 2006, porque por primera vez, al
menos desde que yo tengo memoria, tenemos un presidente que alegra y da esperanza a los más de 20 millones de mexicanos que votaron por él. Bastó la noche de ayer para darnos cuenta de eso. Bastaron las redes sociales, el festejo en el Zócalo. La alegría generalizada -con sus excepciones, claro-. La más evidente de estas decepciones: la del apenas 5 por ciento del electorado que creyó en la figura caricaturezca de El Bronco (no se puede evitar recordar al Quadri de 2012). Sorprendente el despunte de su candidatura en las últimas semanas del proceso, un despunte que tenía en la vanguardia a los jóvenes de 18 a 20 años que votaban por primera vez. Un caso que debemos analizar en los meses venideros: ¿qué esperan los ciudadanos nacidos en las raíces de los 2000 de la política? Algo que ya es no-
Ante un país que se cae a pedazos Por Eduardo Campech Miranda t
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n 1994 yo tenía 22 años. Eran las elecciones federales donde se decidiría quién tomaría las riendas del Ejecutivo Federal. El año había sido muy convulsionado: la irrupción del EZLN, los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu. Entonces vislumbraba la caída del PRI. Quise ser partícipe de ese acontecimiento histórico y me sumé a un movimiento de vigilancia del sufragio: Movimiento Ciudadano. La casilla que me tocó observar estaba en la cabecera
municipal de Tepechitlán, Zac. Desde que llegamos, una noche anterior a los comicios, el ambiente fue hostil. En el restaurante donde cenamos, un tipo nos advirtió que nuestra presencia ahí era inútil. Durante la jornada electoral vi cómo un tipo se acercaba a las personas mayores y les decía: “¿Ya están hartos del PRI?, ¡Táchenlo para que no gane!”, y las personas ingenuas e ignorantes, lo hacían. Había muy cerca de la casilla un vehículo oficial de Gobierno del Estado. Todo eso lo reporté en el acta correspondiente. Horas después se daba a Ernesto Zedillo como vencedor. Durante
el cómputo y escrutinio de las boletas un sentimiento de desilusión embargó mi ser. Uno a uno los votos por el Revolucionario Institucional hacían una mayoría arrolladora. Seis años después el PRI salía de Los Pinos. Pese a ello no festejé, no me sentía parte del cambio porque no vislumbraba ningún cambio. Este año las cosas fueron distintas. Un amigo muy querido me invitó a fungir como representante de partido. Acepté y el primero de julio, en punto de las siete treinta horas, estaba en la casilla. Me sorprendía la conciencia cívica de quienes esperaban impacientes la apertura de la
*Escritor michoacano.
casilla (una señora fue la primera en llegar pero la última en votar por horarios de su trabajo), así como sus antípodas (quienes llegaron en chanclas y pijama después de las seis de la tarde). A diferencia de la elección del 94, la emoción recorrió mi cuerpo. Cada voto por López Obrador me decían que había esperanza de un mejor país en cada persona que lo emitió. Al final el resultado fue abrumador. Estoy contento, sí. Pero también consciente de que las voces críticas debemos seguirlo siendo, que debemos exigir(nos) resultados; que un gran porcentaje de los electores son de clase media baja y baja, que no leen por placer, que no son consumidores de la oferta cultural, pero que ello no les ha impedido sentir la rabia e impotencia ante un país que se cae a pedazos.
Elecciones 2018
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l triunfo de AMLO no es el resultado de la enajenación irracional de millones de personas que durante más de un sexenio vienen cargando los apelativos de pejezombis, chairos o Amlovers; esa búsqueda de liderazgo, esa necesidad de un mesías, como muchos de los detractores no dejaron de gritar durante los 6 años del gobierno gris de EPN, es el reflejo del hartazgo, de la miseria en la que se ha hundido al país durante décadas, es la respuesta a los miles de desaparecidos, a los constantes feminicidios, a la incompetencia de los servicios de salud, educación y seguridad, a la inmensa podredumbre y corrupción que ha hecho famoso el nombre de México en el mundo. En el 2000 yo tenía 12 años pero recuerdo la alegría generalizada cuando ganó Vicente Fox y la gente se dio cuenta que la alternancia era posible. Pero el vaquero guadalupano decepcionó antes de llegar a la mitad de su mandato. En las elecciones del 2006 no alcancé a votar, pero conocí a un Obrador menos fuerte que el que hoy gana la presidencia. Calderón impresionó por su inteligencia en los debates y tuvimos a un presidente que con su guerra contra el narcotráfico hundió al país en una ola de violencia de la que seguimos sin salir del todo. En 2012 estaba convencido, como la gran mayoría, del triunfo del Peje, pero el famoso fraude colocó a EPN en la silla a pesar de los escándalos que lo rodearon durante toda la campaña. AMLO perdía y recuerdo que aquella noche, mientras el PREP entregaba los resultados, el ambiente no era ni por poco parecido al que se vivió ayer. En las redes sociales todo era repudio y decepción. La gente estaba encabronada
ticia vieja: se acabaron la izquierda y la derecha, aunque se insista en la imagen de pesadilla de las últimas dictaduras comunistas del siglo pasado. Estamos frente a nuevos ciudadanos –desinformados, sí, tal vez incluso asincrónicos-, ¿qué les va a ofrecer este gobierno de izquierda a esas nuevas generaciones para que en las próximas elecciones no cedan su voto al nuevo cartoon? Crear una nueva democracia es también una tarea pendiente, porque se ganó, lo dijimos ayer en la noche, lo coreamos todavía hoy: ganó México. Pero hay que recordar que una gran cantidad de electores primerizos comienzan su vida democrática con una derrota. ¿Ahora qué queda? Lo que también ya se ha dicho: primero, tirar a la basura todo ese odio que se gestó en estos meses de campaña. Olvidar las descalificaciones, el clasismo, el rencor. Darnos cuenta que se acabó el sexenio de los pejechairos, de los amlovers y de los pejezombis, a partir de hoy y hasta el 1 de diciembre de 2024, todos debemos ejercer una crítica útil, verdadera, activa frente al presidente que elegimos y su Congreso (porque al parecer Morena es mayoría). Hoy, lunes 2 de julio de 2018, veo más alegres que inconformes, y eso me alegra, pero recuerden que la chamba apenas comienza. Ayer Obrador reiteró que no iba a decepcionarnos, pues no decepcionemos tampoco nosotros a la gente que creyó en el proyecto que, ojo, no es un proyecto de AMLO, ni de MORENA, sino uno de toda la gente que ayer salió a votar por él. Y por último, a los que creyeron en la estupidez de que seríamos como Venezuela, les digo: ni Venezuela ni Suiza. Ahora sí que lo veamos como bendición o maldición, pero siempre vamos a ser este país y esta familia: México.
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Tras una década sin votar* Por Rebeca Mejía López t
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Elecciones 2018
s la primera vez en casi diez años que me decidí a votar. ¿Por qué? Esta contienda electoral fue larga y aleccionadora en más de un sentido y más de un medio. Fueron muchos los factores que me llevaron a ejercer mi “derecho” al voto. En primer lugar, mi formación como historiadora y la reciente reflexión de la historia pensada no más como una ciencia ni como un proceso lineal y acumulativo, sinónimo además de progreso. El abandono de esta lectura de los procesos históricos, fue un factor decisivo. Por supuesto que hay progreso, y claro que la historia sirve, pero es importante ver al primero más como un caballito de ajedrez, el cual se mueve, pero nunca en el mismo sentido, pues hay regresiones, radicalizaciones, cambios de último minuto, pero nunca en la misma dirección. Aquí, abuso del parafraseo a Lévi -Strauss. En segundo lugar, ante el abandono de esta visión de la historia científica, acumulativa, “historizante”, lineal y concientizando que nociones como Nación y Estado son construcciones que se han servido de distintos mecanismos desde el siglo XIX, incluidos la historia y el historiador, me obligué a ver la distintas discusiones que se gestaron en esta contienda electoral, tantas como fuera posible, pensando en que la realidad es simultánea, aunque el relato del historiador continúe, en la mayoría de las veces de manera progresiva y causal. De ahí mi lectura a distintas voces, y por distintos medios, desde Enrique Krauze, Roger Bartra, Christopher Domínguez, Heriberto Yépez, pasando por YouTubers como la Mars o Chumel Torres. Escuchaba además la opinión de las personas cercanas a mí: familia, vecinos, la persona que me da servicio en el Oxxo, pero quizá una de las más decisivas, la discusión gestada con amigos, compañeros y maestros de Posgrado. Una de las lecturas que predominaban tanto en medios de comunicación, como en la cotidianidad es la vuelta de una especie de “hijo pródigo” que, el partido ya saben cuál,
/// Foto de Andrés Sánchez. La Jornada Zacatecas.
decidió recibir con brazos abiertos y dejarle el camino libre en su llegada. Esta lectura, es una incomodidad que será permanente durante los siguientes seis años, por tal vez, haber llevado a cabo un voto voluntario ante solo un cambio de fachada institucional, por demás brillante y maquiavélico. En tercer lugar, fue crucial el debate suscitado con mis compañeros de Posgrado en donde lejos de alabar a un candidato, porque México “claro que merece algo mejor”, se discutió el por qué no votar por los demás contendientes por su hipocresía, su falta de conocimiento de las condiciones del país, así como su dudosa trayectoria política. Una frase contundente me dejó pensando: “el 68’ sí ocurrió y México ya no es el mismo”. Por último, pero no menos importante, el ver cómo la sociedad se dio el tiempo de participar. De querer respetar la vía institucional, aunque sea una construcción, aunque sea impuesta. Esto sin duda me motivó a ir
a las urnas, evitarme el eterno reproche de mi falta de “conciencia” por no ir a votar. Lo cierto es que la historia no es sinónimo de progreso, la historia son distintos procesos simultáneos. De ahí que me haya permitido esta excepción de ir a “decidir”, pues, imposible saber con certeza los resultados a largo plazo de esta decisión individual y colectiva. Habrá que esperar, seguir discutiendo, seguir observando la realidad. Algunas condiciones rebasan el mismo sistema político mexicano, pues nos encontramos en la “era de la globalización”. Seguir buscando vías alternas para que México sea otro, del mismo modo abandonando esta idea de progreso acumulativo y causal, será clave. Pero también, en esta nueva lectura de la historia que hago, el regreso a la desobediencia pacífica de abstenerme del voto es válida. Sólo el tiempo y la posterior participación colectiva, en distintos medios, me conducirá a nuevas reflexiones y prácticas. El historiador y la historia han
¿Vigencia del ciudadano o necesidad del revolucionario? Por David Valerio Miranda t
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ristóteles escribió en su libro, La política, que todo ser humano era un animal político por naturaleza, hablándonos de un sustento metafísico como el de “naturaleza” que definía como inherente al hombre esta actividad práctica. Posteriormente, los romanos introdujeron la noción latina de civitas, que es la raíz de ciudad,
más el sufijo tat-dad, que significa dignidad o afinidad, etimologías que están en total relación con la raíz civis de donde devino el concepto “ciudadano” que es aquel hombre libre que tienen derechos y obligaciones con su ciudad, es decir, aquél que participa. Podemos encontrar una afinidad entre las dos nociones anteriores, mismas que retomo porque considero su importancia reside en ser el modelo del “ciudadano” o “agente político” que nos han presentado como
modelo de civilidad, participación y hasta democracia; pero las cuestiones que surgen son varias ¿realmente somos herederos de la concepción política greco-latina? En el México del siglo XXI, el hecho de participar emitiendo el sufragio ¿es garantía de que un ciudadano cumple los derechos y obligaciones con su comunidad? ¿Qué tanto podemos fiarnos de que nuestro voto realmente tiene un valor o impacto significativo en las decisiones del país?
sido utilizados para cierta idea de Nación, de Estado, de Identidad… estos mismos mecanismos son capaces de repensarse y dar paso a nuevos cambios tanto epistemológicos como prácticos (¿acaso la búsqueda que se cree perdida de la utopía democrática?). Independientemente del resultado electoral. El resultado general es histórico. Todos contribuimos desde lo micro a lo macro. Todas las voces cuentan, ahora más que nunca. No puedo evitar sentirme conmovida. Que esta sensibilidad, no se apague desde distintos medios, desde distintos puntos de vista. Porque eso nos lleva a movernos, a reconstruirnos. * Historiadora. Texto dedicado a la 6ª Generación del Doctorado en HistoriografíaUAM. Twitter: @RbkMej YouTube: Rebecca Grafía
Para algunos críticos radicales esta concepción de participación es ya obsoleta, pero ante un clima de crisis mundial y nacional en el que aceptamos hay desconfianza en cuanto a la trasparencia de los procesos electorales, consecuencia de experiencias pasadas, fue alentador el observar el entusiasmo por participar en este proceso, a tal grado que puede ser un síntoma un tanto positivo, pues nos habla de un pueblo que ya cansado quiere un cambio. Entonces, ¿se rescatará la noción de “ciudadano” o se hace más evidente la necesidad del revolucionario? Reflexión que sin duda podrá ser aclarada desde el impecable juez que es el tiempo. Twitter @ValerioMirand
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¿En serio, López Obrador? t Por
Citlaly Aguilar Sánchez*
dijeron muchas veces; “¡el populismo es lo peor que le pueda pasar a México!”, me aseguraron. Ante semejantes hipótesis sólo queda demostrar que el país no queda solo en manos de un hombre, sino en las de todos, y que ya ha quedado demostrado que sí podemos lograr
el cambio, que el mando es nuestro. El ánimo que nos ha dejado esta elección es augurio de que lo nuevo puede ser mejor. Les digo: sí, en serio, López Obrador. *Zacatecas. Ensayista literaria.
La reconciliación del México violento en el que sobrevivimos t
Por Geovani de la Rosa*
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o nací en Acapulco, aunque me reconozco acapulqueño. Algunos dicen que lo hago por la fama internacional del puerto. Da lo mismo ahora que la izquierda por primera vez gobernará a México. No el México que existía hace 12 años, cuando quizá era el turno tanto de la izquierda aún no fragmentada, liderada por el PRD, y el propio Andrés Manuel López Obrador. También da lo mismo porque en 12 años el país ha sido arrasado por la violencia: miles de asesinados, cientos de desaparecidos, extorsiones bizarras hasta para el bolillero o el recolector de basura, y una sangría social bajo la mirada omisa e insensible de quienes aún ocupan un cargo público. Al principio mencioné a Acapulco porque me tocó vivir el proceso durante el cual el crimen arrasó con la vida dicharachera, la que tanto vendió la televisión hasta aquel trágico enfrentamiento entre policías y sicarios aquel 27 de enero de 2006, una balacera que cambió los antros, bronceados y topless que aparecían en televisión, por balaceados, cercenados, colgados y demás barbarie a la que nos arrastró la guerra contra el narcotráfico. La violencia transformó por completo nuestra forma de vida, la rutina del puerto no volvió a ser la misma. Los jóvenes caían en el canto de sirena del narco mientras los acapulqueños aprendíamos a surfear olas peligrosas que arrastraban balas perdidas, amenazas, desapariciones, pobreza urbana y espantaron al turista. Perdí amigos que creyeron en las promesas del
/// César Ramos. El Libertador. crimen y cayeron balaceados en los patios de sus casas. Perdí vecinos que intentaron mantener sus negocios sin pagar extorsiones y fueron asesinados entre los productos transnacionales que vendían. Otros, por suerte, están aún vivos en la cárcel, profesionalizándose en el arte de la criminalidad, sorteando motines inhumanos, como el de hace unos meses en el Penal de Las Cruces; o viviendo en otra ciudad, en otro estado o de ilegales en otro país para evitar ser asesinados. El discurso del terco político tabasqueño es reconciliar al país. La ciudadanía ha mostrado interés en esa reconciliación. Sólo que entre tanto triunfalismo, algarabía, plazas inundadas y cuartas transformaciones, habrá que reconocer a las personas a las que les asesinaron un familiar, que desconocen el paradero de su padre, de su hijo, de un tío, de un compañero de trabajo o de escuela, de un desaparecido, pues; gente que sobrevive en medio de las amenazas y extorsiones del crimen y el 1 de julio salió a votar, demostró que aún cree en las instituciones, que tienen fe en que las instituciones les resuelvan o reparen sus tragedias, esas instituciones que en décadas no los han tomado en cuenta ni atendido. Si los mexicanos queremos reconciliarnos, es momento de acompañar y abrazar a estas familias destruidas por la violencia que el domingo salieron a votar con dolor, sin rencor, en busca de justicia. Apoyar a los olvidados, con honestidad, será el acto más democrático y transformador de nuestro país.
AMLO recibe un país herido t
Por Lucía Rivadeneyra*
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oy una ciudadana que está en la misma situación que millones de mexicanos: por primera vez vemos que ganan nuestros candidatos, en una elección con un número sorprendente de participación. Desde los 18 años he votado por la oposición porque he sido testigo de las arbitrariedades de un sistema que ha generado alrededor de 53 millones de personas en pobreza y poco más de 9 millones en pobreza extrema. Si eso no es desigualdad social… En gran medida sí creo que un factor importantísimo ha sido la corrupción. En consecuencia, considero que el combate frontal a ésta es parte medular de la transformación. La deshonestidad ha tocado a cientos de miles de individuos, ya sean ingenieros, policías, médicos, políticos, profesores, poetas, funcionarios públicos, empleados… La corrupción ha alcanzado niveles insospechados; por eso, creo que es el momento de reflexionar y trabajar día a día para cambiar una actitud que nos ha llevado al horror que estamos viviendo. A la par de combatir la corrupción, desde nuestras respectivas trincheras, hay que trabajar en aspectos fundamentales: salud, educación (incluye las bellas artes), seguridad. La labor es ardua; no obstante, hay un nuevo proyecto de nación y todos los que votamos por él tenemos la obligación de poner en práctica un discurso, que no se quede en charlas de café sino en hechos. Andrés Manuel López Obrador recibe un país herido. El cambio es un proceso, no se da por decreto, esto deben entenderlo algunos medios de comunicación y miles de ciudadanos. *Poeta y académica.
* Guerrero. Poeta y periodista. Analista político y deportivo.
Elecciones 2018
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¿Vas a votar por López obrador?”, me preguntaban algunos amigos y conocidos, con un gesto de sorpresa, que en algunos casos rayaba casi en el asco. “¿En serio, López Obrador? Ese señor está loco, enfermo de poder”, solían añadir. Al igual que todos aquéllos a los que nos denominan como “chairos”, siempre respondí con un rotundo “sí, como lo he hecho los dos sexenios anteriores”, ante lo cual recibí miradas de desapruebo o mofa. Esta ocasión, considero que, tal cual lo indica el nombre de su coalición, “Juntos haremos historia”, pues no se puede evitar encontrar a más del cincuenta por ciento de la población, lo cual, además de ser una cifra irrefutable en el proceso electoral, también significa que el pueblo ha recuperado su poder, que estamos unidos pese a que nos quisieron hacer creer que no. Me parece simbólico que más de la mitad de la población que votó este domingo apoyara al tabasqueño, pues creo que encontramos en su figura, en su forma de vestir, de hablar y de andar, alguien cercano, alguien alcanzable, y no a
aquel político de apariencia impecable, que sólo se acerca a la gente durante las campañas cuidando que no se le ensucie la ropa y los zapatos. Encontramos en él a alguien que nunca renuncia a la lucha, que se perfecciona con base en los errores; un ejemplo de perseverancia. En el proceso de los últimos doce años de la política mexicana, he aprendido a perder, a llorar, a ver la impunidad en la cara de quienes se ostentaron como representantes de la población y que, no obstante, nunca hicieron nada por ésta. Aprendí a esperar, a defender, a criticar y ahora a ganar. Porque sí, hemos ganado mucho. Lo que sigue, como ya el propio presidente electo lo ha dicho, es la unión. No debe haber un divorcio político en el que, pareciera, se le da un cheque en blanco al mandatario. Durante este último sexenio le quitamos el poder, al menos mediático, al ejecutivo, porque nadie nos puede decir que cada tweet, cada publicación en Facebook, cada marcha a la que acudimos no sirvió de nada. Tanto sirvió que el partido que durante más de setenta años estuvo en el poder, hoy está en la debacle. “¡Nos vamos a convertir en Venezuela!”, me
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Terminó el mito Elecciones 2018
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Por Jorge Ortega*
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ay que decirlo: es la primera victoria presidencial de la izquierda en la historia de México. Y en los últimos 18 años le hemos dado la vuelta a todo el espectro político. Quizás al fin podemos decir que en nuestro país existe una democracia plena, con mayoría de edad, que es sin duda el mayor signo de confianza que puede tenerse de México en un contexto internacional, por si los detractores de AMLO estaban con ese pendiente. Democracia es estabilidad. Por lo demás, siendo yo de Baja California, he sentido la fuerza global del movimiento: AMLO y Morena arrasaron en mi Estado, bastión del PAN. Ganaron en todos y cada uno de los distritos en presidencia, senadurías y diputaciones. Terminó el mito de que el norte mexicano apuesta siempre, desde su consabido pragmatismo, por los candidatos de derecha, un hecho inaudito y significativo en una entidad que fue en 1989 el primer Estado de oposición del país. * Baja California. Poeta y ensayista. /// Foto de María Vázquez Valdez.
Cuando la esperanza persevera Por María Vázquez Valdez* t
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l 1º de julio de 2018 amaneció con un horizonte ligeramente distinto al que en los últimos 89 años se extendió cada día en territorio mexicano: algo había cambiado desde las entrañas del sistema mismo, y apenas se perfilaba en el brillo de miradas, en latidos ligeramente más vivos que de costumbre. Una estela invisible pero imparable, al principio temerosa de sí misma, pero recobrando firmeza a cada minuto; un murmullo impreciso —de mariposa que al fin despliega sus alas— amaneció también, retumbando en los ánimos, dirigiendo pasos determinados hacia las casillas para votar, entretejido con docenas, cientos, miles, millones de pulgares teñidos por la convicción. Umbral, parteaguas, inicio y fin de una era, el 1º de julio de 2018 es una fecha que es mucho más que un momento histórico: es un crisol en el cual converge la historia reciente de México. Los 77 años del PRI en el poder, desde que el entonces Partido Nacional Revolucionario (PNR) se asentara ambiciosamente en el gobierno en 1929, y los 12 años de alternancia de un PAN igualmente ambicioso, concluyeron con una ola que arrasó cualquier posibilidad de fraude
anunciado, en la impetuosa determinación de un cambio obligado. Muchos sexenios fueron el tiempo de arar para que esta marea alcanzara tal brío, frente a un poder cada vez más sordo, que desde 1968 mostró el puño duro y la metralla para someter al ideal y al sueño. La evidencia del fraude expuso su rostro en 1988, y en 1994 el asesinato asestó con más fuerza el puño de un régimen que al terminar el siglo no pudo sostenerse sin el espejismo de una alternancia también infestada de fraude, sangre derramada y deseo de poder a toda costa. Desde la última década del siglo pasado ya se veía y escuchaba a un Andrés Manuel López Obrador encabezando marchas, movilizaciones en Tabasco y en otras partes del país. Ya desde el año 2000 su nombre aparecía en las boletas electorales, con adversarios encarnizados, entronizados en un sistema anquilosado en estructuras y medios de comunicación. Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto estuvieron al mando de un timón hacia la zozobra durante 18 años, tres sexenios teñidos con la sombra ominosa del fraude electoral. Tres sexenios en que cientos, miles, millones de votantes regresaron después de cada votación a sus casas con la esperanza amordazada, teñida apenas del color indeleble de cada pulgar persistente.
Para miles, fueron sexenios de recorrer muchas partes del país entre marchas de protesta, mítines, impotencia desencantada pero aún viva, muertos, desaparecidos, surcos de dolor e injusticia. Pocos momentos se engarzan en este collar de desaliento con el brillo de la alegría esperanzada, como cuando Cuauhtémoc Cárdenas llegara al gobierno de la Ciudad de México en 1997. Una ola luminosa de vida y potencia desbordó entonces el Zócalo capitalino, preámbulo para este memorable 1º de julio, que a las 8 de la noche alcanzó el clímax de un resultado que retumbó en todo el país. Las calles comenzaron a llenarse de consignas, sonidos de claxons, gritos de júbilo a lo largo de Viaducto, Aquiles Serdán, Paseo de la Reforma. Tan lejos y tan cerca aquellos días de plantón en esa avenida, en 2006, con la amarga certidumbre de un fraude a la sombra de Felipe Calderón. Tan lejos y tan cerca la victoria pavoneada por Vicente Fox desde el Ángel de la Independencia en el año 2000. La noche de este 1º de julio —tan lejos y tan cerca— fue en cambio cristalina. Ni siquiera las nubes amenazaban con lluvia. Esta vez ninguna sombra de duda o incertidumbre plagió el entusiasmo. El aire fue suave, dulce y tibio, incluso cerca de la medianoche. Una luna casi llena asomó generosa alrede-
dor de las diez de la noche detrás de un Palacio Nacional teñido de ámbar, y cientos, miles de personas confluyeron desde todas las arterias hasta la plancha del Zócalo, corazón de concreto humeante. Un asta bandera totalmente desnuda parecía haberse disuelto en miles de pequeñas banderas de México y del Movimiento de Regeneración Nacional, ondeando sobre una multitud feliz. Las consignas de siempre eran las epifanías de nunca: “¡Sí se pudo!, ¡sí se pudo!”; “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”. El Zócalo de la Ciudad de México otra vez fue escenario histórico, antorcha y urdimbre de consignas, emociones y encuentros, y durante dos horas fue un pueblo de niños, jóvenes, ancianos en sillas de ruedas o con bastón, adultos felices y de todos los colores, edades, condiciones sociales. Un pueblo con una sola sonrisa, una misma felicidad destejida en gritos, abrazos, fotografías, cantos hasta que por fin llegó Andrés Manuel López Obrador. El mismo AMLO de los tres sexenios anteriores, y sin embargo distinto. La misma esperanza que antes, pero al fin, una esperanza germinando en la certeza. * Zacatecana. Poeta y ensayista. Periodista, traductora y doctora en teoría crítica.
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Alegres, muy alegres todos t
Voté por el cambio t
Por Mauricio Flores Para Mariana y Andrea
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oy oriundo del Estado de México, que ha sido, históricamente, el bastión del priismo en el país, lo cual me avergüenza. Como la mayoría de los mexicanos, voté por el cambio que representa Andrés Manuel López Obrador. Me emocionó ver la enorme participación ciudadana; me emocionó ver cómo, uno a uno, los otros tres candidatos reconocían su derrota y el triunfo de López Obrador; me emocioné cuando el INE dio a conocer el resultado preliminar. Me sentí parte del cambio. Ganamos. Sin embargo, considero que algunas de las propuestas de López Obrador son inviables; debemos evitar caer en el populismo. También reconozco que no gobernará solo, que deberá pactar con otros poderes, lo cual está bien, así es el juego de la política, y debemos evitar volver al presidencialismo. Como el mismo López Obrador ha dicho, uno de los mayores problemas de México es la corrupción. Nunca había visto a políticos tan cínicos, tan desfachatados. Pero la corrupción
Por Sonia Ibarra Valdez*
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or fin ganó Andrés Manuel López Obrador, AMLO para el pueblo, después de 12 años y tres postulaciones para presidente de los Estados Unidos Mexicanos. El pueblo votó, como hace muchas elecciones no lo hacía. Casillas llenas, abarrotadas de gente ansiosa por un cambio, de personas que ejercieron su derecho por convicción y de quienes lo hicieron por hartazgo. Ahora sí, después del triunfo tan esperado y profetizado, viene lo duro, lo tupido: estabilizar a un país en coma, enfermo de violencia, de carencia, de corrupción, de impunidad. Un país esperanzado en que el nuevo presidente sea di-
ferente, en que volteé la mirada a los grupos vulnerables, en que cumpla sus promesas, ésas que viene cantando desde hace más de una década. Confío en que así será, su gabinete es prometedor, y las mujeres que rodean al nuevo mandatario seguro favorecerán a la restructuración del país. Menciono a Olga Sánchez Cordero, Gabriela Márquez Colín, Norma Rocío Nahle, Luisa María Alcalde y Josefa González Blanco Ortiz Mena que estarán trabajando codo a codo para mejorar las condiciones políticas, económicas y sociales de México, todas ellas cuentan con formación académica y experiencia laboral de acuerdo a la secretaría de la que estarán a cargo. Me detengo en el área que concierne a los
* Estado de México. Poeta y crítico literario. Artística plástico y candidato a doctor en estudios sobre arte.
AMLOrismos. Peje-Tweets t
Por Sigifredo Esquivel Marín
* La sociedad despertó, pero el PRI-nosaurio sigue aquí. * No es que Obrador sea el mejor, sino que los demás candidatos son absolutamente impresentables. * Solamente cuando dejemos de creer en el mesianismo de un líder supremo, seremos capaces de crear desde nuestras potencias inmanentes e inminentes un auténtico cambio. * Lo demás es retórica. Es decir, todo lo que no tiene un sustento en las prácticas cotidianas desde la esfera de la micro-política autogestiva está condenado a la ciega repetición. * El ADN priista está en la clase política tanto criolla como morena, eliminar sus prácticas y hábitos no va a ser tarea fácil. * La putrefacción de la clase política atraviesa el espectro de la vetusta derecha a la izquierda más recalcitrante, pasando por el centro camaleónico. * No todos los actores y partidos políticos son iguales: algunos pueden resultar infinitamente más nefastos. * La democracia no termina en las urnas, apenas ahí comienza su tenaz y larga marcha. * Reinventar la política es reventar las formas establecidas de hacer política. * Hace falta que la indignación social ante el sistema de gobierno imperante sea magma de auto-creación social. * La democracia como régimen de vida inicia en la vida cotidiana, no es con consignas ni retórica como se genera un trabajo de construcción ciudadana horizontal. * El advenimiento de un sujeto anónimo anómalo subalterno como sujeto político es una aspiración que otea el horizonte del imaginario subversivo contemporáneo.
Mujeres en la administración de AMLO t
no la hacen sólo los políticos, la hacemos todos. Los problemas de México son estructurales, no puede resolverlos una sola persona en un sexenio. Pero debemos aprovechar este empuje moral para empezar a generar un cambio real. El cambio empezó ayer. Ante los problemas, el pueblo mexicano ha mostrado ser superior a sus políticos, sigamos siéndolo, cada día. Me gustaría que pasáramos de una democracia representativa a otra más participativa, pero para ello requerimos una cultura política de la que carecemos y que hay que formar. Estoy bien lejos de la poesía social, pero el arte responde a su contexto histórico. Que los artistas seamos parte medular de la conciencia crítica del país, que no nos comprometamos con tirios ni con troyanos, que nos mantengamos puros y trabajando. Y que no cedamos ni un milímetro en cuanto a la libertad de expresión. Todo eso espero.
/// Foto de María Vázquez Valdez.
artistas y que ha sido tan desestimada en otros gobiernos, la Secretaría de Cultura, que será dirigida por Alejandra Frausto Guerrero, especialista en generar proyectos culturales de im-
pacto social, quien ha ocupado diversos cargos referentes a la promoción y difusión cultural. Por su currículum y conocimientos creo que el panorama es bastante prometedor y esperanzador para quienes nos desenvolvemos en este ámbito. Y qué decir de Beatriz Gutiérrez Müller quien, con un doctorado, será la primera dama con más niveles de estudio en la historia de nuestro país. Trabajó como periodista, docente y ha ocupado diversos cargos públicos. Asimismo, ha publicado los libros: Larga vida al sol, Dos revolucionarios a la sombra de Madero y Viejo siglo nuevo. Sin duda, en la administración de Andrés Manuel la participación de las mujeres será punto nodal para ese cambio tan esperado y necesitado en la política de México. *Zacatecas. Escritora.
Elecciones 2018
Zócalo, zócalo, zócalo… Siempre gritábamos así. Eran los primeros años ochenta. Dejados atrás el 68 y el 71, los que atisbo siendo un niño, la fiebre democrática y de izquierda subía en el termómetro de la vida nacional. Estaba en puerta una reforma política, agotada la llamada apertura echeverrista, que colocaría a las principales fuerzas de izquierda en la legalidad. Y es que habrá que recordar, hasta entonces ser de izquierda era sinónimo de ser perseguido, minimizado, señalado, ignorado. Zócalo, zócalo, zócalo… Grito de atrevimiento que instaba a la manifestación en cuestión a rebasar los límites del entonces llamado San Juan de Letrán, y adentrarse por las calles del Centro Histórico teniendo como parada, ilusoria, el centro mismo de todo el país. A un ladito del recién escarbado Templo Mayor. Los rumbos de la Prepa de San Ildefonso, las tortas Colón, el billar, las librerías, los primeros amores. (No recuerdo bien cuándo se rompió esa frontera. Antes las marchas de los comunistas terminaban siempre en la Plaza de Santo Domingo). Pero llegó el día, la tarde lluviosa, en que la columna de miles de inconformes llegó al zócalo. Signo en sí de nuevos tiempos. Recuperación del espacio donde, tras las marchas sesentayocheras, El Búho habló de lo dulce de la libertad. Recuerdo más, caprichos de la memoria, una fecha exacta. La noche del 20 de septiembre de 1985, la de la réplica del terremoto de un día antes, cuando miles de capitalinos comenzaron a caminar rumbo al zócalo. Así, de repente, y sin que nadie se los dijera, tan solo empujados por el miedo, la incertidumbre y el dolor de la tragedia a piel abierta. Muy abierta. Los tiempos cambiaron. Llegar al zócalo formó parte de nuestra normalidad democrática. Tan rentable que en el mismo sitio confluyeron sindicalistas, estudiantes en huelga, maestros democráticos, mujeres en rebeldía, indígenas, lgttbxyz … grandes tocadas, ferias del libro, exposiciones gastronómicas, circos de tres pistas, inviernos artificiales y mucho más. Adónde si no, ahora que tras acumulados años de esfuerzos de millones de personas el país acaba de elegir su primer gobierno de izquierda, verdaderamente popular, venciendo simulaciones, mentiras y todo tipo de triquiñuelas. Pues al zócalo. Donde la noche del pasado domingo, mucho de fiesta hubo ahí para recibir a Andrés Manuel López Obrador, el abrumador ganador de la elección presidencial. Histórica elección que alcanzó niveles de participación inéditos que rondan el 63 por ciento del total de electores. Elección en la que habría obtenido un 53 por ciento, muy por encima de sus contrincantes (Ricardo Anaya, 22 por ciento), José Antonio Meade (15), El Bronco (5). Día histórico. Noche memorable. Los del inicio de la cuarta transformación de nuestro país. Alegres, muy pero muy alegres todos. Zócalo, zócalo, zócalo... Con los retos de la reconciliación, los cambios profundos, el combate a la corrupción y la impunidad. Para trabajar e insistir en ser felices. Como neceamos para serlo cada día, cada hora, desde hace ya muchos años.
Por Saúl Ordóñez*
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LA GUALDRA NO. 345
Al despertar Por Liliana Hernández Luciano* t
Elecciones 2018
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de julio de 2018, despertamos pensando en nuestra nación y en lo que nos deparará los próximos 6 años, el domingo emitimos nuestro sufragio y en medio del nerviosismo y el optimismo por ver a numerosas personas ejerciendo su derecho nos preguntamos si en realidad un voto hacía la diferencia, si realmente estábamos contribuyendo a un país democrático. Pero parece que de uno en uno se logra hacer algo grande, un aclamado cambio; la expectativa que pusimos en el candidato que hemos elegido para que lo lleve a cabo, el ver en él un líder que con sus propuestas nos lleve a tener un mejor país; claro está también que el descontento social es lo que nos ha movido de la comodidad de nuestras casas para salir a votar. En días pasados leíamos un artículo donde se decía que en estas elecciones más que con raciocinio se votaría con sentimentalismo, pero en medio de la modernidad y la hiperconectividad creemos que han sido las votaciones con mayor información difundida y leída; si bien muchas noticias son falsas, lo que podemos ver con nuestro propios ojos no puede serlo: injusticia, corrupción, impuni-
/// Foto de César Ramos.
dad, pobreza, desigualdad y violencia. Vivimos una elección que no se olvidará, que ha quedado escrita en la historia como una de las más grandes, no sólo por el número de representantes que se eligieron sino por la reducción del abstencionismo, donde más que la izquierda haya triunfado, el discurso de reconciliación y regeneración ha convencido. Como jóvenes realistas sabemos que el cambio no se hará de la noche a la mañana, que el día de hoy una sola persona no puede erradicar los males de este país, que la pobreza seguirá, que seguiremos escuchando en las noticias la violencia y el narcotráfico que se han vuelto temas de todos los días; al final
de cuentas se espera una diferencia en la manera de gobernar, ahora estamos en la incertidumbre de cómo y cuándo se dará y sabemos que nosotros somos parte de ese cambio, ahora más que nunca debemos involucrarnos, proponer, crear, actuar, pues un cambio real va de lo particular a lo general. México es un país de pluralidad, nuestras redes sociales están llenas de diversos pensamientos e ideales, por diferencias de opiniones, las preguntas son ¿sabremos predicar la tolerancia ante circunstancias adversas a las propias?, ¿habrá respeto por la decisión tomada por la mayoría, en la confianza que depositamos en lo que queda de nuestra democracia?
Volveré a leer los periódicos t
Por Ovidio Ríos*
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sí como dejé de ir a misa, en parte por un ateísmo adolescente y en parte porque concluí que los sermones y las lecturas se repetían cada año, así dejé de leer los periódicos. ¿Usted recuerda cuándo fue la primera vez que compró un periódico? En mi caso, fue el primero de enero de 1994 (seguro no es la fecha sino el acontecimiento) y dejé de leerlo en 2012, más o menos. Pensé que después de dos fraudes contra López Obrador el rumbo del país estaba dicho. ¿Cuál sería la nota? ¿La casa blanca? ¿Odebrecht? ¿Dónde están los 43 normalistas? Ya no había noticia que la gente no supiera desde antes. Un presidente corrupto que además compra a los medios de comunicación, un gobierno que lejos de tambalearse ante un sismo mundial no le hace ni cosquillas o un ejército a las órdenes del narco estado. Llámenlo paranoia pero no hay forma de robarse un peso de un banco sin que el gobierno lo sepa.
Tenía claro, en el 2000, que la diferencia entre quien creía en Fox y quien no, era haber leído La Madre, de Gorki. Fox representaba secar el lago de la fábrica para que los obreros trabajaran más. ¿Hace falta decir que no queremos más trabajo sino salarios justos? Dije no al vocho y al changarrito. Pero parece que la cultura del trabajo y la negativa al ocio aún estaban lejos. La gente prefiere trabajar como un acto de purificación espiritual. Calderón llegó con su haiga sido como haiga sido a provocar una guerra contra el narco como estrategia para ocultar el fraude en las urnas. La cantidad de personas desaparecidas y asesinadas se incrementaba como nunca en México. Hablo de cifras más altas que las de un país en guerra, todos lo sabemos. ¿Para qué poetas en tiempos de penuria? Lejos estamos de un ideal soñado por los que nos gusta ocupar las plazas para compartir el canto. Lejos de ver un atardecer sin remordimientos. Peña Nieto fue el colmo para la cultura. Aquél que quiso mencionar tres libros sin
recordar los títulos y sus autores. La comunidad cultural se la cobró caro sin saber que se aplicarían los recortes más drásticos al sector. ¿Qué sentido tiene una sociedad sin arte? Esto sólo puede entenderlo quien lo conoce. La clase en el poder había tenido excelentes representantes de la ignorancia (si no vean el catálogo que hizo Miguel de la Madrid en el Fondo de Cultura Económica). Era, o es ya veremos, común suponer que el arte no es un oficio. Pero la propuesta de AMLO ha sido clara: todos merecemos un salario digno, un sistema de salud digno, oportunidad para estudiar. La UACM ha sido clara muestra que no importa la edad que tengas para vivir una experiencia universitaria. Hoy, con el país en ruinas, veo que es posible reconstruirlo con algo simple: dar el poder a quien busque la paz que merecemos. Hoy ya quiero leer la nota matutina de quien madruga para que el pueblo (y por qué no, Dios) le ayude.
El lunes 2 nos despertamos con un presidente nuevo, que si bien asumirá el cargo hasta el 1 de diciembre tiene el compromiso de no defraudar a una sociedad ambivalente y polarizada. A nosotros como ciudadanos nos queda el compromiso de no dejarnos llevar por un repentino triunfo o derrota, por tener esa sensación momentánea, sino focalizarla a largo plazo en lo que esperamos, en lo que queremos ser como mexicanos, en coexistir y construir. * Zacatecana. Diseñadora textil y empresaria.
Somos mayoría t
Por Susana Salinas*
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ólo se sabe ganar cuando se ha perdido. Se ganó esta vez después de muchos años; me considero representada porque también soy soñadora, porque he sabido aprender a perder, pero sin restarle valor a mis ideales; porque a los artistas se nos ha tachado de locos -como los poetas también un poco-, porque mi trabajo ha hablado por mí. Somos mayoría. Esta contienda ríspida ha conseguido darle sentido a palabras desgastadas, mal usadas… con este paso firme la palabra esperanza es futuro, se saborea presente, como el punto que emprende la incierta pero añorada aventura hasta llegar al convertirse en una línea, un trazo, una gran obra. Ahora tenemos un espacio en blanco para poder reconstruirnos como país, un país que nos exige ser todavía mejores… *Zacatecas. Artista plástica.
*Hidalgo. Narrador, tallerista literario y editor.
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3 DE JULIO DE 2018
Otros caminos: un mismo canto Armando Salgado*
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uestro país es un pueblo que disfruta del canto. El domingo pasado, sin duda, fue un día en el que muchos decidimos expandir ese canto para borrar distintas heridas que difícilmente serán olvidadas. Dice Gao Xingjian “que es tan bueno vivir. Cantas una oda a la vida, y si cantas es porque la vida no te ha maltratado siempre, a veces hasta te ha emocionado”. La cultura mexicana suele cantar a sus difuntos, revive recuerdos que a veces son melancólicos, y su canto se transforma en elegías que reflejan la emoción por vivir plenamente, haciendo las cosas que amamos, a pesar de las pérdidas. Cuando se trata de política, el canto se transforma en consigna, y en las últimas décadas las consignas del pueblo habían sido ignoradas a pesar de las vicisitudes, de las tragedias materializadas en múltiples desencantos, de las décadas de violencia y marginación, de la corrupción invisible y de la pobreza visible. El pasado 1º de julio es y será un parteaguas histórico que servirá de ejemplo para demostrar que no hay desencanto que no pueda ser trastocado por la decisión colectiva. Sé que no podemos borrar con totalidad esas heridas, pero al tener otras alternativas de construcción, a pesar de la forma ecléctica de incluir personas no deseadas debido a
sus malas prácticas políticas, se plantea la posibilidad de respirar nuevamente y poseer al menos un instante de tranquilidad, mientras se vuelven a acomodar las piezas de esta composición sociopolítica. Replantear nuevos escenarios donde sean posibles otras prácticas en mejora de nuestro país, sin duda es un panorama alentador. No soy seguidor ferviente de Andrés Manuel López Obrador, ni tampoco comparto que la única vía de transformación sean los partidos políticos, pero ante la coyuntura, el ánimo que se palpa después de estas elecciones históricas debido a la participación asidua de los que estamos cansados de este sistema histérico y oscuro, genera las condiciones para incidir como sociedad y trazar juntos ese otro rumbo que tiene cabida en la utopía. A partir de este día, debemos militar esta realidad de forma responsable, con proyectos que incluyan la participación de los más y que en cada trazo sean las personas las que podamos incidir en esta realidad que nos pertenece. Los medios para alcanzar estos objetivos tendrán que ser cuestionados siempre, y ahí radica la responsabilidad ética y política que tenemos, y que obligadamente debemos asumir. Ante estos tiempos complejos, no tenemos que permitir la pasividad en nuestros aportes. Sin duda, los millones de personas que deseamos un cambio seguiremos conscientes de estas heridas históricas, y mientras vamos haciendo más llevadera esta época que nos tocó vivir debemos continuar con nuestro canto y seguir re-
construyendo el canto de otros para que se expanda esta sinfonía a la que hemos sido convocados. Como escritor que soy, a partir de mis libros hago evidente la condición humana que parece algunas veces irrevocable, para que sea la escritura el espejo donde el lector se mire, y traslade sus conflictos a esa otra mirada que cuestiona lo que somos.
Por Édgar Hurtado y Mariana Terán*
Que la unión haga la fuerza Por Alfonso López Monreal* t
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acemos este pequeño texto contagiados por la esperanza de que los ciudadanos de esta república seamos partícipes de una transformación donde las lecciones de la historia de México vuelvan a ser atendidas y comprendidas para incidir de manera más informada y consciente en la historia del presente. La historia electoral democrática es muy vieja. Desde la promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812 se han llevado a efecto numerosos procesos en que el ciudadano es factor clave para la construcción de la legitimidad política. La historia de los procesos electorales en nuestro país le ha permitido hacerse llamar nación democrática, con o sin adjetivos: imperfecta, utópica, incipiente, inalcanzable, corporativa, colaborativa. Por todas esas lecciones de nuestra historia política y electoral, por las contrastantes luchas que otras generaciones y en la que nos tocó vivir, sabemos que la vida democrática es lo que nos ha permitido reconocer al otro, respetar las diferencias, construir la cuerda de la tolerancia. Por esa vía México debe seguir aprendiendo de su historia, reconocer que las dictaduras perfectas son el mayor daño que se puede causar a un pueblo que ha sabido amar su tierra, trabajar por sus familias, construir lazos de solidaridad entre sus comunidades. Hoy nos sentimos contentos y esperanzados; las nuevas generaciones en las que están nuestros hijos publican sus selfies con orgullo para decir que ya cumplieron con su ejercicio político electoral este 1 de julio. Que nuestras generaciones pasen por el rasero de la historia por su compromiso con el bien común y el profundo amor que le tenemos a este cielito lindo, a este girón de patria que todavía nos llama, nos convoca y nos esperanza. * Docentes-investigadores de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
*Michoacán. Escritor. Egresado de una Escuela Normal Rural y profesor de una escuela primaria.
/// Alfonso López Monreal. Foto de Carlos Segura.
La consagración de la democracia t
Seguiré haciéndolo. La poesía, como lo dijo Octavio Paz, cuenta y canta; hoy constata. Que este canto repleto de consignas se expanda aún más.
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ay personas a las que no me puedo negar cuando me piden alguna opinión escrita, una de ésas es la directora de este suplemento, quien por amistad y complicidad en la actividad cultural me pone a usar un medio que no es el mío; pero también lo hago porque sé que estamos viviendo un momento histórico, o al menos eso espero, en el que es importante para todos participar y contribuir desde nuestras trincheras y en la medida de nuestras posibilidades. Yo fui uno de ésos que votaron sin el entusiasmo de muchos, con ciertas dudas, para ser claro. Justo el día de las elecciones leía en la revista Deslinde, de la Facultad de filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, una crítica algo severa sobre la obra de Carlos Fuentes, y recordaba que en su libro La región más transparente el banquero Federico Robles decía: “No es lo mismo darse cuenta de injusticia que volver a construir”. Así pienso en este momento, creo que tenemos claro el por qué ganó y con tanta fuerza López Obrador: los tantos años y años de hartazgo, corrupción e inseguridad. Ambos partidos, PAN y PRI, tuvieron la oportunidad de hacer algo histórico y sólo nos dieron más de lo mismo -el último para peor-. ¿AMLO podrá cambiar esto? Ésta es la gran incógnita… puedo ver en el equipo de López Obrador personas con mucha capacidad que me dan esperanza, pero también veo -y desgraciadamente mucho en mi tierra- gente que sin
escrúpulos aprovecha la situación, oportunistas de la política que nos hacen desconfiar por su historia y enriquecimiento obscuro. Sólo espero que no se les olvide que ganaron más que nada por llevar una marca, la de López Obrador, y que honren la gran esperanza que la gente depositó en él y su proyecto. Fuera de eso, me da una gran alegría ver la respuesta de la gente, esos mexicanos me hacen pensar que todo no está perdido, que la esperanza existe; espero que nosotros, la sociedad civil, entendamos que es nuestro papel en la historia el que tiene que cambiar, o al menos tomar un nuevo rumbo. Hay que recordarles a los políticos que no son más que servidores públicos y por eso les pagamos; somos nosotros los que creamos los empleos, hacemos los trabajos, tenemos hijos en las escuelas -cuyo futuro dudoso también es de reto-, los que con nuestra creatividad alimentamos el espíritu; los millones que (no puedo decirlo de otra manera) se parten la madre para llevar el sustento a sus familias somos nosotros; mientras que ellos son los que dirigen y manejan las políticas y las finanzas públicas y por lo tanto son responsables de llevar éstas a buen puerto, para beneficio de la comunidad y no del suyo, como hasta ahora pareciera. Todos sabemos que el reto es enorme, que un solo hombre y su equipo, por muy bueno que sea, no podrán cambiar si no nos unimos en torno a un fin común llamado México y dentro de éste, ese pedazo de patria al que le pusieron por nombre Zacatecas. *Zacatecas. Artista plástico.
Elecciones 2018
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LA GUALDRA NO. 345
Maldiciones y esperanzas en un país de nadie Elecciones 2018
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Por Carlos Flores
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o hay nada más absurdo y más terrible que la humanidad sea condenada a vivir bajo el yugo de unos pocos, quienes hambrientos de poder y motivados por la ambición, se despojen de la dignidad, la moral y todas aquellas virtudes supuestamente humanas, para convertirse en gobernantes que parecen despreciar a su pueblo, y que en vez de ver por su bien y su desarrollo prefieran negociar oscuramente para su beneficio propio, conduciendo a todos aquéllos que gobiernan y a sus futuros hijos a un camino de miseria, corrupción y podredumbre. Nuestro país parece tener una maldición. Desde la época del imperio azteca, los pueblos estaban obligados a vivir sometidos a un terrible régimen de tributo: las guerras floridas, donde se hacía latente el abuso del poder, y donde los mejores hijos de una población eran sometidos al sacrificio para calmar la ira de los dioses, creencias religiosas mezcladas con política que mermaban la dignidad y la esperanza de los subyugados. Con la llegada de los españoles las circunstancias de estas culturas no cambiaron gran cosa, sólo se trató de un cambio de cacique; uno al cual la ambición le comía de forma más terrible las entrañas, por lo que la gente se vio explotada de distinta forma, pues aunque ya no era sacrificada a los dioses, lo era en jornadas laborales para satisfacer la inagotable sed de riqueza de estos nuevos explotadores.
/// Coxala Gráfica.
Pero sin duda, la peor de las maldiciones es la que sufrimos una vez que aquellos gobernantes que cortaron el cordón
umbilical con la madre España no pudieron defender con dignidad estas tierras y se sometieron a un nuevo imperio, uno
Somos un gran pueblo t
Por Édgar Omar Avilés*
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o sólo ganó: arrasó. MORENA logra mayoría en la cámara de diputados y senadores; mayoría de las gobernaturas y las presidencias municipales disputadas. Quienes nacimos en la década de los ochenta, casi desde que tenemos conciencia hemos vivido bajo el fantasma del fraude, la guerra de pánico y la compra de votos. ¿Pero es esto lo que pedíamos?: un poder casi absoluto. No estoy seguro de ello. Andrés Manuel nos seduce con su honestidad que parece de granito, por su lectura de México que nace de conocer cada municipio, con el recuerdo de la notable jefatura de gobierno que llevó a acabo. Pero, aún los que lo apreciamos, sabemos que humanamente es imposible que tenga control de toda la estructura de MORENA. En muchos estados, bastó con que el candidato morenista se tomará foto con AMLO para que ganara la contienda. La misma Tatiana Clouthier discrepó del voto sin distingos, partidaria que los candidatos de MORENA se
ganaran por sí mismos el derecho a representar al pueblo. En estas elecciones, pese a las tendencias, el monstruo del fraude estuvo en el pecho mexicano hasta el último minuto. Tuvo que ser tan aplastante para que quedara claro que México está harto de los tecnócratas, de los herederos del poder; de los enfermos de poder que, sin pudor, por más de ochenta años pidieron que el pueblo se ajustara, cada vez más y más, el cinturón, porque primero había que hacer más ricos a los muy ricos para que de ahí goteara la prosperidad. Andrés Manuel supo también actualizarse. No fue el mismo del 2006 ni del 2012. Se atemperó, negoció, sumo algunos impresentables. Algunos echamos de menos aquellas energías de las primeras dos elecciones; aquella dureza para con los eternos vampiros de la política mexicana, pero entendimos el pragmatismo. Era necesario ganar. Y vaya que lo supo hacer. Nos regaló, ese hombre que es toda voluntad, con el apoyo de todos sus simpatizantes, claro, un triunfo indiscutible. Ahora Andrés Manuel lo primero que tiene que hacer
más cercano y más inhumano, uno que en su colonia no fue capaz de convivir con los pueblos colonizados y los condujo al borde de la extinción. Esta maldición perdura. Y es más terrible cuando los propios mexicanos son quienes someten a sus compatriotas a vivir en pésimas condiciones, despojando a quienes menos tienen, invadiendo lugares sagrados, expulsando a la gente de la tierra donde nació, entregando los recursos naturales al invasor, permitiendo que la ambición llegue a condiciones abrumadoras, donde los ciudadanos ya no pueden tener ni siquiera un poco de paz ya que la corrupción y la codicia son las características que poseen quienes nos gobiernan. El discurso vacío de gobernantes ignorantes, sometidos al cacicazgo de las grandes empresas, llena de desesperanza a aquéllos que pueden ver un poco más allá de su narices, mientras que una masa aligerada de inteligencia que cree que las redes sociales dan certeza e informan sobre lo que pasa en el mundo, vive arrastrada por la corriente de un río que conduce a la miseria de un futuro incierto. Esperemos que este nuevo gobierno, tan esperando y vitoreado por miles de compatriotas traiga algo de verdadera luz a la situación en la que estamos inmersos, que sea capaz de recuperar la dignidad de un pueblo que ha sido pisoteado por siglos por sus propios congéneres, que logre cortar esa dependencia de un país que le ha odiado y despojado siempre, que traiga a nuestras vidas esa esperanza tan necesaria en medio de este país sin dueño.
es un órgano regulador al interior de su estructura partidista-gubernamental. Cortar las cabezas de los primeros morenistas que pretendan defraudar al pueblo que votó masivamente por este cambio. También deben de surgir nuevos partidos o reformularse lo que ya existen. Este poder absoluto en una sola persona y en un solo partido sólo debe ser de transición. Respecto al arte y la cultura, esperamos un cambio positivo. Los eternos caciques (en editoriales, revistas, periódicos, museos, institutos y secretarías de cultura) deben de ser removidos por mejores perfiles. Unos más sensibles, talentosos y democráticos. No sólo Andrés Manuel y su equipo no nos deben de fallar: tampoco nosotros debemos malograr este triunfo. Como ciudadanos, tenemos la obligación poner lo mejor de nuestra parte. Si este ejercicio falla, si no estamos todos los actores a la altura, quizás no haya una segunda oportunidad. Guardando toda proporción, el PAN no estuvo a la altura en los dos sexenios que gobernó y tampoco el PRI lo estuvo en su regreso y despedida. Qué lamentable sería que esta historia de vulgaridad humana se repitiera con MORENA. A disfrutar el triunfo, el cambio, las esperanzas renovadas. México lo merecía porque somos un gran pueblo. *Michoacán. Narrador, antologador y tallerista literario. Precursor de la Fantasía especulativa.
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3 DE JULIO DE 2018
La euforia, la realidad Por Ernesto Lumbreras*
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l 2018 es un grito de júbilo largamente contenido. En 1988, en mi primera elección, el sistema aplicó su maquinaria brutal —fraude, impunidad y persecución— contra la tímida democracia mexicana. Alarido de frustración y de enojo, lecciones de tinieblas para el futuro inmediato, parto de montes para el surgimiento de una ciudadanía organizada. Transcurrió 1994, el año que vivimos realmente en peligro; luego vino el 2000 y la oportunidad perdida de una transición que sólo transitó hacia la voracidad de una clase política y de una élite empresarial sin escrúpulos. El 2006 entramos al infierno. En el 2012, regresó una nueva generación de dinosaurios, burdos y rapaces, que hicieron del ejercicio público una zona de oportunidad para el súbito y descarado enriquecimiento personal. Las sumas y las restas de tanto oprobio y pesadilla, en los últimos 30 años, nos dejan aquí, en un punto de partida decidido por una inmensa mayoría de mexicanas y mexicanos. El triunfo de Morena y sus aliados —varios de ellos impresentables
y bajo la lupa—, nos conceden licencia para estar optimista en torno de un cambio sustantivo que represente una opción real y continua —de manera especial y urgente— para los que menos tienen en este México de extremismos en materia de bienestar y justicia. ¿Es descabellada esa posibilidad? Por supuesto que no. Ha terminado la guerra sucia y de miedo, y el sentido común despeja paisajes desoladores y de ruina, una vez que AMLO inicie su gobierno. Desde mi perspectiva, las preocupaciones son otras. En 1911, Francisco I. Madero, en un escenario de varias correspondencias con nuestro presente, llegó a la Presidencia de la nación. Había arrasado en las urnas,
su popularidad y carisma estaban en las nubes en los primeros meses de su gestión. Lamentablemente, mantuvo a varios personajes del régimen porfirista en su gobierno, pecó de nepotismo al favorecer en cargos públicos a familiares y, con poco tacto, se fue distanciando de grupos y figuras que lo apoyaron desde el inicio de su gesta. ¿Tendrá el líder tabasqueño en su mente este pasaje capital de nuestra historia? Ojalá sí y tenga contemplado una estrategia que no sea solamente la repartición del poder público. El día de después de mañana, ya está aquí, y se manifiesta inmejorable a pesar de ciertos inconvenientes: la concentración de
Arde en Tabasco la vida de tal suerte, que la muerte vive por morir hendida, de un gran hachazo de vida que da, sin querer, la suerte. Carlos Pellicer
Por José Antonio Banda*
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mediados de los años setenta un grupo de jóvenes tabasqueños asistían a la casa del poeta Carlos Pellicer. No sé de lo que ahí se hablaba, pero sin temor afirmo que, en algún momento de la tertulia extendida, probablemente, hasta las altas horas de la madrugada, el poeta sacaba a relucir algunos versos. Dentro de ese grupo se hallaba un estudiante de Ciencias Políticas: Andrés Manuel López Obrador “nuestro hoy presidente electo”, quien muchos años más tarde se declararía pelliceriano. Mucho me he preguntado a lo largo de este día qué significa etiquetarse como pelliceriano. Por un lado, mi vena poética se emociona y sueña con un horizonte de esperanza, fincado en la victoria de una izquierda por mucho tiempo ninguneada “en mi estado y ciudad es vista como sinónimo de ignorancia”. Estos cauces líricos piensan en días progresistas, en esa lámpara que se acaba de encender después de todas las luchas libradas contra océanos adversos, “parafraseando a José Carlos Becerra, otro gran
* Jalisco. Poeta, ensayista, crítico literario y antologador.
/// Celebración del triunfo de AMLO en la Ciudad de México. Foto de Armando Vega-Gil.
De agua hermosa es mi abolengo
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de complacencia y fanatismo— deberá acompañar el día a día de este gobierno que inicia, con los mejores augurios y condiciones para cambiar y dignificar los asuntos de la República en relación con sus ciudadanos.
poeta tabasqueño”; desean al fin una mirada sólida hacia los problemas sociales. Por otro lado, como ciudadano comprometido con mi tiempo, quiero mantener una sana distancia. Mejor dicho: soy un tanto escéptico de las soluciones rápidas, porque sostengo que no se puede vivir por siempre dentro una infancia política, sino que es necesario desarrollar una mirada vigilante y crítica hacia cualquier gobierno, es decir, pienso que una victoria electoral no resuelve todos los problemas al minuto, o que la embriaguez por el triunfo casi siempre desemboca, como un río frenético, en mares dominados por la soberbia y el desdén. A pesar de todo, lo admito, el asunto pelliceriano me seduce. Pellicer no sólo es un excelente poeta que escribía imágenes vertiginosas bajo un ritmo bien articulado, también era un católico y un socialista convencido. López Obrador es ambas cosas. En una entrevista reciente cita de memoria un fragmento de Piedra de sacrificios, de 1924, que dice: “Jesús, te has olvidado de mi América, / ven a nacer un día sobre estas tierras locas”. No es asunto menor decir unos cuantos versos de memoria. Habla bien de su cultura y sensibi-
lidad. Tampoco lo es detenerse en esta visión mesiánica del poema, porque pelliceriano quiere decir nombrarse un fiel seguidor de su espiritualidad, severidad y compromiso, un defensor de los grupos vulnerables, de la idea de cultura como vehículo de cohesión. Decirse discípulo de Pellicer es mostrar públicamente una formación política y profesional. “Arde en Tabasco la vida” y hoy arde de igual modo en todo el país. No hay poesía relevante que no sea, en sus orígenes, un acto de rebelión “escribe Ilan Stavans”. En el fondo, el acto democrático del 1 de julio se me aparece como un acto poético de profunda rebelión contra la impunidad, el clasismo, la violencia desmedida, la corrupción y el cinismo del gobierno actual. Yo, como muchos otros de mi generación, en el 2006 y en el 2012 voté por su proyecto alternativo a las tradicionales políticas de centro – derecha. Por supuesto, tuve una gran tristeza por su derrota electoral. Hoy siento una alegría enorme que, sin embargo, no debe olvidar ni un instante el gran hachazo que es la vida.
Perspectivas de un nuevo régimen t Por Nelson Guzmán Robledo*
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ebo comenzar confesando mi perenne escepticismo por el hombre y por la historia; debo añadir que, en el ámbito de las ideas políticas, mis entusiasmos apenas sobrepasan a los que una lectura minuciosa de Historia y Utopía de E. M. Cioran implica. Descreo de la idea de progreso, sin la cual las ilusiones políticas palidecen. Sé que incluso los más grandes movimientos de la historia tuercen con regularidad sus caminos y se convierten en los antagonistas de sus propias raíces. Sin embargo, creo en y soy proclive a la empatía, y la empatía tiene como consecuencia irremediable la justicia. Creo también que la figura del político no puede reducirse a la del administrador o del gerente. El pueblo desea ver en un líder su propio espejo, la figura condensada de su espíritu. Ésa es la primera vocación que debe encomendarse a quien se confía la dirección de una nación. Cuando prevalece la distancia entre el modo de vida del líder y el del pueblo se incrementa la enajenación que ambos padecen. No es bueno que los políticos tengan ambiciones económicas, pero tampoco podemos creer que un político carezca de ambiciones: el reconocimiento y el amor legítimo del pueblo. Andrés Manuel López Obrador es quien ha logrado cristalizar (y así lo subrayó en su discurso de cierre de campaña) los esfuerzos de la izquierda mexicana, a través de una encomienda central: dejar de usar el poder público en beneficio particular, como lo han hecho de manera descarada un sector de políticos y empresarios a lo largo de las últimas décadas. Numerosos gestos me son afines. Cito uno: cuando yo era apenas un adolescente de doce años, recuerdo el terrible dejo de amargura que experimenté hacia lo que sentía como una injusticia humillante para todos: el fraude electoral de 1988. Recuerdo que, al no haber cumplido la edad para votar, discutía ingenuamente con mi padre persuadiéndolo de votar por Cuauhtémoc Cárdenas, pues era el candidato de izquierda visiblemente triunfador; él afirmaba que votaría por quien consideraba la candidata más auténtica desde 1982. Esta semana, treinta años después (los mismos años que duró el Porfiriato), escuché a Andrés Manuel López Obrador afirmar dos veces que él votaría, en un gesto de homenaje, por ella. Consciente de la tradición más pujante de la izquierda, lo mismo que de la más profunda, López Obrador comprende cabalmente el destino de quien desea encabezar la vida pública: cohesionar las diversas voces que la investidura representa. Se cierra un ciclo importante en la política del país. El fin de un régimen que llevó hasta sus últimas consecuencias el cinismo, la frivolidad y la vulgar ambición pecuniaria. Al menos, la elección de un candidato de izquierda, que me era pensada como imposible, ha tenido lugar. El tiempo dejará ver si el liderazgo de López Obrador, logra resarcir la moral política y social del país, que por la imposición de gobernantes de paja ha dado origen, en su caída, a la severa crisis de diversos órdenes que lastiman el país. Al menos un respiro, dentro de un régimen que parecía inamovible. Sólo precisaría una observación: López Obrador ha hablado de una cuarta transformación del país. Afirma que ella se ha logrado, a diferencia de las anteriores, sin violencia. Pero no hay que olvidar toda la sangre que desde hace cincuenta años han derramado miles de mexicanos, no sólo por causas directamente atribuibles al activismo político, sino al crimen generalizado que se apoderó del país al amparo del régimen que ahora esperamos que sucumba. Afirmaba Lao-Tsé que: “Cuando los gobernantes aman las mercaderías costosas/ dirigen un pueblo de bandoleros”. Es momento de que la moral de nuestro país se reivindique y ésta es, sin duda, al menos la única oportunidad que hemos encontrado en el camino. * Ensayista y académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
*Coatzacoalcos, 1982. Escitor.
Elecciones 2018
poder en una sola persona, la mezcla ideológica de la alianza de Morena y de los intereses creados con poderes fácticos, el reciclamiento de políticas públicas a la usanza de un gobierno proteccionista y populista, etc. La madrugada del 2 de julio sirvió de escenario por nuestro gran gritó de júbilo. Hoy empieza el riesgo y la posibilidad para encaminarnos, sin mesianismos, hacia una nueva etapa de nación. Una sociedad crítica —libre
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LA GUALDRA NO. 345 /// 3 DE JULIO DE 2018
Estamos vivos y llenos de esperanza
Elecciones 2018
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Por Adonis Hernández Peñalver*
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l resultado final de esta competencia electoral me hace sentir muy contento. Desde que comenzó la campaña de AMLO estuve al pendiente de sus propuestas y discursos, pues me identifiqué especialmente con su ideología de izquierda. El discurso final, dado en el Estadio Azteca, terminó por conmoverme y convencerme de que estaba en la decisión correcta. Me hace muy feliz que su campaña haya sido tan fresca, amorosa y feminista. La inclusión de mujeres en su campaña fue un punto clave que despertó conciencias en los mexicanos. Su partido mostró valentía y agilidad creativa, la participación activa de mujeres logró posicionar a líderes de opinión importantes para dar un ejemplo a todas las mexicanas. Pareciera que todo esto es algo utópico, un pequeño avance en la búsqueda de una nación justa y sin prejuicios, el primer paso para poder expresar que como amantes de nuestro México estamos vivos y llenos de esperanza para seguir luchando por conseguir justicia y equidad. * Lic. en Mercadotecnia y Comunicación, estudiante de licenciatura en música por la UAZ.
Carta para demócratas remisos t
Por Donovan Hernández Castellanos*
Yo sinceramente espero que nadie tenga que irse de este país: a ustedes, todas las personas que no votaron por Andrés Manuel López Obrador, les pido que no se vayan. Sumemos, nos hacen falta. Espero sinceramente que no se produzcan rupturas y todas y todos aprendamos a vivir en santa paz, dentro de un país democrático que puede iniciar un proceso muy importante, histórico, hacia la paz y la justicia social. Necesitamos sanar, juntas y juntos. Han sido tantos años de violencia política, de desapariciones, de feminicidios, tantos años de incremento de las enormísimas franjas de impunidad y pobreza provocadas por los defensores a ultranza del libre mercado, que parece que ya no sabemos reconocernos en la voluntad popular. Hoy, como nunca en nuestra historia reciente, el pueblo se ha manifestado claramente por la opción de un cambio. Así como nosotros, los de abajo y a la izquierda, nunca hemos abandonado este país, y aprendimos a ejercer presión anhelando la justicia para todas y todos, ahora les pedimos que respeten la voluntad popular también y aprendan a ejercer la ciudadanía responsablemente. Desde que tengo memoria, los mexicanos vivíamos estos procesos con un tremendo miedo, frustración, con pasiones tristes. En 1988 tenía 4 años y vi el primer fraude de mi vida. En 1994 unos encapuchados eran amedrentados por el Estado por ser indígenas, zapatistas y luchar por la justicia social en Chiapas. En 2000 presencié la transición hacia un modelo conservador ocasionado por los defensores del autoritarismo del libre mercado de Vicente Fox y sus amigos. En 2006 viví las rupturas de la izquierda como estudiante de la licenciatura y el baño de sangre que siguió a la salida del ejército a las calles y el bárbaro despliegue de la guerra contra el narcotráfico, la guerra que tanto nos ha lastimado como sociedad. En 2012 fui parte de la oposición en las calles con el #YoSoy132, donde miles de jóvenes mexicanos dimos la voz de alarma señalando los tiempos oscuros que se avecinaban. Hoy veo a un pueblo con esperanza, con esperanza verdadera de que toda esa masacre, en la que la cerrazón de los gobiernos consecutivos nos ha colocado, puede y debe cambiar. Somos esa voluntad. Hoy, por primera vez en la historia reciente, México es una contratendencia muy positiva con respecto de los giros a la derecha que ha dado América Latina. Durante los años de la marea rosa, que dio triunfos electorales a las izquierdas del subcontinente en Bolivia, Ecuador, Chile, Venezuela, Argentina y Uruguay, entre otros, México tuvo gestiones conservadoras y regresivas con los gobiernos panistas. Pero no soy ingenuo, bien sé que los gobiernos de izquierda no cumplieron las expectativas antisistémicas que los autonomistas tenemos. También es claro que mis compromisos políticos están con los proyectos de autonomía y la organización de los pueblos acuerpados en el Congreso Nacional Indígena, y desde allí seremos oposición. Pero una oposición que siempre buscará la concordia, la dignidad y la justicia con paz para todas y todos. En esos mundos donde caben muchos mundos, hay lugar para todas y todos. Tenemos una oportunidad histórica, oportunidad de comenzar un proceso de paz y reencuentro basado en la justicia social, en donde espero que podamos reconocernos y actuar los unos junto a los otros entre los diversos. Como escribió Arturo Jauretche, según me recordó una querida amiga en redes sociales, los conservadores “ignoran que la multitud no odia, odia la minoría, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras que perder privilegios provoca rencor”. Hoy el pueblo mexicano, en su tremenda diversidad, ha conquistado el derecho de sentir alegría y saberse portador de una oportunidad histórica: terminar con la barbarie y avanzar hacia la igualdad.
/// Susana Salinas. Interior-es.
Dos artistas celebrando el triunfo de AMLO “Estoy contento, la vida me dio permiso de ser parte de este día histórico, tengo fe en que las vías de este hermoso tren llamado México, habrán tomado el curso correcto, nos toca a nosotros también corresponder, con un cambio pleno y devolverle al país el ánimo y la alegría del triunfo de esta democracia. Espero que la vida me dé muchos años para constatar que nunca me equivoqué”. Armando Palomas [Músico. Aguascalientes] “Espero un gobierno abierto, plural e inteligente que combata la corrupción, resuelva el problema de la violencia, apoye el desarrollo y ponga en alto el nombre de México en el mundo. ¡Viva México!”. Tomás Rojas [Actor]
México es el trabajo de día a día t
Por Laura Zesati*
Me siento muy orgullosa de vivir en un país en el cual más del 60% de su electorado salió a votar en tranquilidad, alegría y paz. Tengo la certeza de que estamos en el camino correcto hacia una verdadera democracia: un gran paso. Espero que los ganadores entiendan la responsabilidad y compromiso que conlleva el ser elegidos, ya que durante las campañas la mayor parte de las propuestas de los candidatos fueron mediocres, pobres, en fin, poco inteligentes. Pero México no es una elección, no es un candidato ni un partido; es el trabajo de día a día de miles de mexicanos que entendemos que este país saldrá adelante sólo si todos “jalamos parejo”. *Zacatecas. Empresaria.
* Doctor en Filosofía por la UNAM con posdoctorado en la UAM-Xochimilco. Profesor de “Teoría política contemporánea” en la Universidad Iberoamericana y forma parte del consejo académico de Cultura DH.