SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 310 /// 25 DE SEPTIEMBRE DE 2017 /// AÑO 7
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Juan Carlos Villegas. Puño alzado. 37 x 35 cm. Pastel / papel. 2017.
“Baste levantar el puño, / porque un puño arriba es una columna / −y las columnas sostienen el mundo−, / si acercamos el oído / debajo de nuestros pies / se escuchan con voz muy queda / las piedras que todavía respiran”. [David Castañeda Álvarez]
#FuerzaMéxico
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LA GUALDRA NO. 310 /// 25 DE SEPTIEMBRE DE 2017 /// AÑO 7
La Gualdra No. 310
Editorial La palabra solidaridad ha aparecido con recurrencia los últimos días no sólo en los medios de comunicación y en las redes sociales, la palabra está presente en las calles y en los hogares de este país que en los últimos años ha sido golpeado repetidamente por las crisis económicas y recientemente por una ola de violencia sin precedente a la que parecía nos estábamos acostumbrando por la normalización con la que recibíamos noticias diarias sobre asesinatos, secuestros, balaceras, desparecidos… La ciudadanía en general parecía que lejos de poder organizarse para levantar a un México caído se quedaría quieta, pero no. Nada nos hace más fuertes que sentirnos útiles para ayudar a quienes más lo necesitan. La solidaridad sí es parte de nuestra cultura; porque las acciones sólidas y consistentes emergen cuando, como en eventos como los del terremoto, comprendemos que los “otros” somos todos; que todos somos vulnerables y que nos necesitamos. He visto durante los días pasados muchas escenas conmovedoras, pero quizá, la que hasta ahora me ha hecho reflexionar más es aquélla en la que un grupo de voluntarios jalan fuertemente y de manera coordinada, una losa de concreto. Como si de un gigante barco de remos se tratara, hombres y mujeres de todas las edades logran levantar ese gran muro derrumbado para que los rescatistas continúen con su labor. Son los mexicanos los que han despertado de un aparente letargo, los que han propiciado que los partidos políticos “renuncien” a un dinero que les había sido otorgado para sus campañas; y ojo, aquí hay que decir que renunciaron –presionados por el pueblo- a esos recursos que son producto de nuestros impuestos, no es que los hayan donado. La voluntad de los mexicanos entonces puede levantar losas y puede redirigir el rumbo de este barco. Al timón están los jóvenes y qué bueno. Este barco de remos, movido por miles de manos hacia un rumbo fijo, la supervivencia y el redescubrimiento de la esperanza se manifiesta nuevamente cuando veo los esfuerzos que desde distintos puntos de la república se están realizando para instalar centros de acopio y para obtener recursos
económicos que deberán ser depositados en las cuentas de la Cruz Roja, o de proyectos como el encabezado por el Mtro. Toledo en Oaxaca. Sí, es difícil confiar en que los recursos llegarán a donde deben, pero tenemos que hacerlo, tenemos que volver a confiar en que las cosas pueden hacerse con buena voluntad; no está de más, sin embargo, vigilar que así se haga. Un grupo de becarios del Conacyt, a través de las redes sociales ha implementado ya una estrategia para vigilar que así se haga, ésta consiste en formar distintos grupos de apoyo entre los que se encuentran abogados, gente que se encarga de cuestiones estadísticas, de contactos con redes internacionales, de personas dedicadas a la informática que pueden contribuir a que la información y la ayuda fluyan, etc., y esto es sólo un ejemplo de todo lo que se está haciendo. No puedo dejar de mencionar a los artistas; no me he cansado de decir en días pasados que una vez más nos están poniendo el ejemplo. En las zonas devastadas hay creadores que de inmediato tomaron un pico y una pala para sumarse como voluntarios, no han descansado desde el primer día. En Zacatecas, las acciones implementadas por gestores culturales, fotógrafos, artistas plásticos, músicos, teatreros, bailarines y escritores quedarán grabadas en nuestra memoria por mucho tiempo: conciertos en el Teatro Calderón, en las calles; fotógrafos intercambiando imágenes por víveres; poetas intercambiando libros por medicamentos; pintores donando obras para subastas… Todos ellos también son parte de este barco en el que vamos todos, empujando; unos más otros menos, eso es cierto, pero por favor, no nos distraigamos. Esta semana seguirán las acciones a favor de los damnificados, pero no olvidemos que también el 26 de septiembre conmemoramos el tercer aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Así, con el puño levantado y haciendo un silencio por las víctimas, recordemos que hemos de seguirlos buscando, hasta encontrarlos.
Contenido ¿Quién es México? Por José Agustín Solórzano
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Otra colección de muerte y posible coincidencia Por Daniel Sibaja
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Las cárcavas Por Guillevic
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EREBOS Por Bernardo Araujo Señales de vida Por Raúl García Caracola abierta Por Verónica G. Arredondo 85/17 Por David Castañeda Álvarez Apostillas al miedo Por Daniel Medina Mantras para edificar la memoria Por Daniel Wence
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Generación del terremoto Por Christian Peña
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Llegó la hora Por Ana Lilia Félix Pichardo La insoportable levedad del tiempo Por Carlos Flores
El Tarzán Por Alberto Huerta
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Libre Por Pilar Alba
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Directorio
Me dijeron al oído Por Guadalupe Dávalos
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Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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¿Quién es México? 6 Por José Agustín Solórzano
Fuerza México
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í, quién, en singular, porque en días como éstos el país no es una masa amorfa, sino un individuo singular que busca un objetivo común. Inercia o verdadera solidaridad, no lo sé a ciencia cierta; pero me queda claro que la tragedia nos une, que el dolor es un motivo de cohesión muy poderoso. Yo no había nacido en el temblor del 85 pero escuché a la gente hablar de él, a mis padres –que no vivían en la Ciudad de México-, a otras personas que sí estuvieron ahí y coincidían en lo terrible que fue el suceso, así como en lo sorprendente de la reacción de las personas. Nunca habían visto al país tan unido, demostrando una hermandad que en días comunes sólo nos toca ver entre los hinchas que comparten la playera del mismo equipo. Ahora, 32 años después, me toca, nos toca a una generación llamada Millennial, ver el mismo suceso repetirse, y digo el mismo porque son pocas las ocasiones en que la realidad funciona como la literatura, y ésta, desgraciadamente, es una de ellas. El sismo que acaba de cimbrar al país ocurre también un 19 de septiembre –igual que en el 85-, y de igual manera trae con él una ola de solidaridad y cohesión social pocas veces vista. Para que un símbolo funcione como tal debe usarse más de una vez –debe tener la capacidad de repetirse-; la historia, la realidad social acaba de construir un símbolo poderoso. ¿Pero de qué será referente este nuevo símbolo?, ¿de la solidaridad y de la unión del pueblo mexicano, de la mezquindad y la fanfarronería de la clase política, o del cinismo protagonista de los medios masivos de comunicación? Frente a este nuevo símbolo histórico el mexicano tiene la responsabilidad de construir referentes que mantengan la fortaleza no sólo en momentos de crisis generalizada, sino también en otras tragedias que no es que sean mínimas, sino que sólo conmueven a un sector de la población. Pero así como hay semejanzas también hay diferencias entre ambos sucesos, 32 años no pasan en vano, y tal vez la más evidente es la fuerza de los medios de comunicación ciudadanos, las redes sociales han generado una nueva forma de ver y de actuar frente a las tragedias; basta echar un vistazo a la petición de Change.org donde se exigía al INE que el recurso para las campañas políticas se destinara a apoyar a los damnificados, la petición ya cimbró las madrigueras políticas y hasta hoy ya varios partidos se han tenido que pronunciar a favor de la propuesta ciudadana. Tal vez una de las preguntas que más se han hecho en redes sociales desde que sucedió esta tragedia es por qué no se le dio la misma relevancia al sismo que sacudió –apenas unos días antes- los estados de Chiapas y Oaxaca, principalmente. Los factores son diversos, pero creo que dos son ineludibles, el primero es que el último sismo llega a cerrar con precisión simbólica una serie de eventos desafortunados, entre ellos precisamente el temblor del 7 de septiembre y los huracanes Norma y Max, que afectaron las costas de
/// Yael Flores. De la exposición Por la paz, contra la violencia y el olvido, del Taller Central de Grabado, a inaugurarse el lunes 25 en el Teatro Calderón
Guerrero y Oaxaca, además de varias ciudades al interior de la república. El segundo factor es precisamente lo simbólico del sismo del 19 de septiembre, no sólo que llega justo el día de su antecesor del 85 –luego de que en muchos sitios se hubiera conmemorado la tragedia con simulacros-, sino que arriba para ser la cereza del pastel en un país asediado no sólo por fenómenos naturales recientes, sino por políticos cínicos, asesinatos al por mayor, doblemoralistas seudodefensores de la infancia,
un terrible feminicidio que lejos de provocar la solidaridad que infundió el sismo, generó una segunda ola de violencia discursiva contra el discurso feminista; además, de claro, un proceso electoral sucio y desgastante que se avecina para el 2018. El sismo del 19 de septiembre del 2017 es la culminación simbólica de una serie de tragedias que desgastan a un país hundido en la violencia que ejercemos a diario contra nosotros mismos. Cuántos otros temblores cimbran al país día tras día,
si mantuviéramos la solidaridad y la hermandad frente a éstos tal vez ahora, que también conmemoramos la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ya sabríamos dónde están y qué pasó con ellos. Hoy, por primera vez en muchos años, México se solidariza y se vuelve un quién y no un quiénes. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿quién es México?, ¿el solidario, el humanista, el rescatista?, o ¿el provocador, el violador, el hipócrita, el asesino?
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LA GUALDRA NO. 310
Fuerza México
Otra colección de muerte y posible coincidencia 6 Por Daniel Sibaja*
fingir serse un francotirador americano por diversión, para sacudir los cuerpos de árbol hasta la raíz, arrancarse el alma, agrietarse el grito, fisurarse el brazo. El cuarto donde está no es tan diferente al de hace unos años, por eso cierra los ojos. No es su historia ni son sus amigos, pues el techo solía ser de otro color. Es un alivio, pero… Las siguientes horas serán: trabajo de orden, de limpieza; lo primero es cargar la roca que amputó la pierna izquierda de Teté. Así, se traga el coraje y decide sacarla antes de irse solo. Porque recuerda a sus amigos hablándose uno al otro sobre poesía en la sociedad; ahogados, después, por su propia sangre; eso sí, cerrar los ojos seguía siendo igual a un milagro.
H
eredó de sus padres una deuda inmensa: mira, el refri con tres cajas de leche casi vacías, caducas, lo mira de momento, como que de su corazón sólo sabía llenarse las grietas de humo y de páramo. Cada vez que cierres los ojos, el mundo ecándose, se tambalea, se derrumba… oíamos… oíamos todos… Atolondrado, ya nostálgico. Vista de cuatro-lentes, de a 360°: con dos de sus amigos hablando de arte contemporáneo, subiendo desde un tanque de gas a la parte más alta del edificio, llegan, vienen para saber saciarse uno del otro. Berenice se reseca la lengua con una de esas luciérnagas de tabaco que enciende con tres fracasados intentos y entonces practica volutas de ensueño-largoe-imposible-de-inocencia-corta-eintrépida-ignorancia-de-joven-muyjoven-carácter. Mientras Laurencio se mide la mecha del poema tigresco (de un tal Jorge, que últimamente es el artista amateur del grupo), Alejandro, el de la herencia maldita, no duda en preguntarle sobre su último hallazgo y unos cuerpos salientes que se podían observar en su piel quemada, con los ojos amordazados en la luz que no se va, y no se fue nunca… —Posiblemente, el problema está en que el chico tiene oído, pero no disciplina: sinceridad y una vida de gato callejero, corazón social y solidario, no tiene política en los zapatos. No, no tiene nada —dice, pero con voz de envidia, pero con su constante humo de asmático. Entonces las luces cambian. Se hace la noche, todos se percataron, porque las lechuzas de un completo blanco, en tropeles de a dos, van acechándose en el eco de las negras-nubes de una cima más allá de ellos, y todos, con los ojos cerrados, fingen seguir con la conversación. —El problema es que no escucha mis consejos. —Debemos tener calma, es un buen muchacho. —Espera, ¿es mi imaginación o el mundo está tambaleándose? *** El Alejandrito que de su Alejandría no se quita la imagen de letrado, conserva en el gusto un sabor a escombro, a arena en los cuerpos mojados; y es, si es que vale la pena mencionarlo, un borgiano minificcionista de mediopelo, renovador constante de su desgracia; se sirve la leche en un vaso que dice “feliz conmemorativo rulfiano FIL”, ya falta poco para que den las
/// Andrea Reyes. De la exposición Por la paz, contra la violencia y el olvido, del Taller Central de Grabado, a inaugurarse el lunes 25 en el Teatro Calderón
horas de absoluto silencio y se ponga sobre el teclado a fingir que escribe, a ser un héroe público, un detective sin inspiración; porque de nuevo le faltan dos melones de musa para ser o hacerse al contento, pero también le falta fuerza. Insultar no es mi estilo. Dice. Y borra media cuartilla de a doble espacio, casi nada. En su depa hay un ventanal que da al parque, de donde vienen los pájaros a chocar contra el vidrio, dejando una mancha de sangre y unas cuantas plumas; ha de ser zenzontle, un cao, se piensa, se queda aturdido y recuerda que debe darle de comer a su periquito: un verde macho alado: Edipo. Un mensaje sale del teléfono: “estuve de visita en tu poblado, quería verte”, pero olvida que está ciego desde hace unos años y que nunca logró quitarse las piedras de encima. *** Alejandro no recuerda haber tenido amigos. O no quiere recordarlo. Alejandro es un bibliotecario de la central que apuesta su vida en reproducir palabras que solía escuchar de
la boca de su abuela. 7:19 A.M. Hora del desayuno: la cuarta parte de una taza de leche y un pan obsequiado por doña Tere, una veterana no tan diferente a él. A esa hora no hay actividad; conversan de familia, de política, de abandono. Doña Teté es la viva imagen de su abuela. Su abuela era su madre. En pocas palabras, la cabellera blancuzca y los lentes de botella vidriosa dan el antojo de un chocolate caliente, o las ganas de mirar una película mexicana en blanco y negro. Después de pasearse por los estantes, se detiene en la sección de obras primas de la ciudad, el libro polvoso parece estar empastado de malagana, es una crónica del 85; al abrir la pasta, los ojos de Alejandro se viran pa’ atrás, pues en el cuerpo del libro hay una frase de antaño “heredó de sus padres una deuda inmensa”. La situación empeora. Un recuerdo se le aviva de a montón entre él y su yo, entre su yo y él; un nosotros que pone la imagen suya, mía, la de: niño que juega a la guerra nuclear con piedritas en las azoteas, esperando a que anochezca y arrojarlas, para romper ventanas, para
*** A continuación, el armazón de una de sus colecciones en la cabeza por instrucción de su mano artesana —la que quiere olvidarse de toda ruina, a como dé lugar—, se acerca para levantar y oler la peste de la lactosa incrustada en las paredes del vaso, y recuerda. El olor de Berenice y de Laurencio no es el humo de tabaco ni el polvo de los libros, sino humo y páramo. Nomás no alcanzó el tiempo pa’ decir adiós… con eso bastaba. Duele más, por supuesto, una piedra en el pecho, como saber también, que va morirse uno, que va ahogarse y que alguien allá fuera, quizá, está pidiendo ayuda y repitiendo nombres. Por eso Alejandro, tras haberse salvado en el 85, no quiso que nadie viniera por él. Aunque en su mínima conciencia viva, espera lo que todos esperan; en una corazonada inocente, se le salpicaron las lágrimas de poquísima esperanza y sobrevivencia. Había decidido. El lugar sabía a verdadera tierra; los dientes, si acaso, eran la forma de mencionar un grisescombro. Por eso cuando cierra los ojos piensa en sus amigos; no cabía nada más entre sus párpados y era ésta su última respiración, o eso creía. Porque a Alejandro, el recuerdo se le apaga y vuelve al vaso con leche. Llaman al teléfono y es Jorge, quien se comunica después de tantas horas. Eran las noticias, inacabables. Y el único de sus amigos residentes en la ciudad, el único sin abandono ni quebranto, padecía aún de todo eco en las azoteas y de toda la ceguera ante los barquinazos. —¿Cómo estás, Jorge? Acabo de ver por la televisión lo del temblor, ¿estás bien? *Mérida, 1997.
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Las cárcavas 6 Por Guillevic* Traducción de Maliyel Beverido2 Pasen entre las flores y vean: detrás del campo está la cárcava.
Señala el sexo su calzado, las miradas se hundieron sin duda. – Ellas también preferirían flores. ° En una orilla de la fosa, ligeramente al aire y atrevida Una pierna –de mujer claro– Una pierna joven con una media negra Y un muslo, uno de verdad, Joven – y nada, nada.
° Cuando la boca está abierta o lo que queda de ella, es que quizá cantaron, que gritaron victoria, o es que el maxilar se les caía de miedo – Quizá fuera un azar y les entró la tierra. ° Hay lugares donde ya no se diferencia si es barro o es carne. Y tememos que la tierra, en todas partes, sea igual y se nos pegue. ° Si al menos se volvieran esqueletos de inmediato, tan claros y duros como verdaderas calacas,
°
y no esta masa de pantano.
La tela no es lo que se pudre más rápido.
°
Por ahí se ve, curtida de materias. Da la impresión de carnes indemnes que aún tienen que esconderse. ° ¿Cuántos supieron por qué? ¿Cuántos murieron sabiendo? ¿Cuántos no supieron qué? Quienes habrán llorado sus ojos todos se parecen, Son hoyos en el hueso o plomo que se funde. ° Dijeron sí a la podredumbre. Aceptaron nos dejaron No tenemos nada que ver con su podredumbre. ° Vamos, cuanto se pueda a separarlos, poner a cada uno en su agujero, porque juntos, hacen demasiado silencio contra el ruido. ° Si no fuera imposible, absolutamente,
Fuerza México
No más de cien, pero apilados, barriga de insecto gigantón con pies por todos lados.
se diría una mujer satisfecha de amor que va a dormir.
Quién de nosotros querría tenderse entre ellos una hora, una hora o dos, como un mero homenaje. ° ¿Dónde está la herida que responde? ¿Dónde está la herida de los cuerpos vivos? ¿Dónde está la herida? – Que se muestre para curarla. ° Aquí, no descansa, aquí o allá, nunca descansará lo que queda, lo que quedará, de aquel cuerpo. * Eugène Guillevic (1907-1997) fue inspector del Ministerio de Finanzas y Economía en Francia. La editorial Gallimard le publicó una veintena de libros. Muchos otros poemarios aparecieron en ediciones de tiraje limitado. En 1984 se le otorgó el Grand Prix National de Poésie. Sus poemas han sido traducidos a unas cuarenta lenguas en sesenta países. 2 Maliyel Beverido nació en Xalapa, Veracurz en 1964. Traductora, poeta y promotora cultural. Fue becaria del el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes así como del Instituto Veracruzano de la Cultura. Ha publicado cuatro plaquettes de poesía y traducido a autores como Guillevic, Xavier de Maistre y Jules Renard. Desde 2005 es Coordinadora de Espacios de Exposición Temporal en el Museo de Antropología de Xalapa de la Universidad Veracruzana.
/// Anael Tritura. De la exposición Por la paz, contra la violencia y el olvido, del Taller Central de Grabado, a inaugurarse el lunes 25 en el Teatro Calderón
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EREBOS 6 Por Bernardo Araujo
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En memoria de los caídos por la fuerza de la naturaleza, y por la ineptitud de algunos hombres. I Hirientes tragos de azogado aire: El engreído ambiente de este sector no soporta romanzas, villancicos, las frenéticas marchas. Pero hay miles deliciosas criaturas aquí: pordioseros, ancianos, adictos, parias, putas, indigentes. Hombres desmantelados fumando por la calle de las carcajadas, clasemedieros esclavos de sí mismos, dueños del simulacro: pintores, albañiles, poetas, gallardos bebedores pasmados. Malcogidos mueven ejércitos como damas chinas, cardenales que abusan de infantes y de monjas. Alcohólicos (profetas), niños auscultando basureros, mujeres pariendo fetos descuartizados. Putas hambrientas, putas estafadoras, putas angelicales. Ninfas. Analfabetas. Todos, gente de nobles ambiciones, pero el invierno no suscribe mediocres. II El reloj cesó, la predicción era sensata. Lóbregos ángeles atestan las calles a esta hora, si confiaran en mí
Señales de vida 6 Por Raúl García De silencio riguroso hay momentos en días como éste
podría ofrecerles apacibles delirios, abrazos de tumba y gusanos quietos. Postergado, sólo puedo disimularme entre vehemencias, demasiado suplicio, lágrimas, sandez. Es el gran cementerio y yo no sé decir, a lo lejos escucho los demonios arder en su bestial hechizo. Cuántas noches buscando el sentido de mi gozo por eludir la realidad, ahora, no hago más que buscar mi espectro. Me fui habituando al tiempo descocido y al enorme elíseo de tormento. Nada es extraño ya. Aseguré no desasistirme nunca, esta afección es letal. Algún día cesará para ascender a una inocencia de limbo. Paciencia, es no olvidar.
SOBRE LA TEMPESTAD Cierra los ojos hasta romper el eco, para atrapar al sueño. Sí, erra los ojos. Cierra los ojos, ciérralos. Sí sí, erra los ojos. Cierra los ojos para vencer la lluvia que se aferra, la tempestad que arropa. Cierra los ojos y abraza la tormenta. La tormenta que alivia. *Del libro inédito Pasaba por aquí.
Caracola abierta 6 Por Verónica G. Arredondo mudar de nombre bajo la tierra
/// Daniel Dávila
85/17 6 Por David Castañeda Álvarez
para saber que todavía hay aire y en el fondo hay un niño respirando
Las piedras aún respiran, baste levantar el puño para quedarnos callados −más callados que el escombro− y escuchar la voz que nace del suelo brotando desde las grietas
he visto morir a tantos que siento que muero junto con ellos, baste levantar el puño para sentir que otros más viven por los que están muertos −y siento que vivo junto con ellos−
supongo que el tiempo aplasta mucho más que diez losas de concreto, baste levantar el puño para darnos la certeza de que la vida se aferra al amor de los unos con los otros −de los otros con los unos− y ese mismo amor restaura las ruinas y reduce a polvo el tiempo
saber que hombres y mujeres excavan por los que han quedado bajo la tierra de su casa, de su árbol, del país −baste levantar el puño−: la vida vibra con mayor potencia que el sin sentido temblor del concreto,
llamarme desde otra piel Deja de hablar para que oigas del viento los rumores Deja de llorar y encuentra bajo las piedras el llanto
al aire el cuerpo duele busca la lengua del eco que me arrastra a esta voz
yo también nací en medio de derrumbes y tuve un milagro de aire en el centro de una casa destruida, baste levantar el puño
baste levantar el puño, porque un puño arriba es una columna −y las columnas sostienen el mundo−, si acercamos el oído debajo de nuestros pies se escuchan con voz muy queda las piedras que todavía respiran
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Apostillas al miedo 6 Por Daniel Medina* Todas las manos juntas representan el nuevo nacimiento, el vuestro, el nuestro. José Ángel Valente
No sé de la casa en que vivían tres niños con su madre, la casa que anteriormente fue de un hombre distraído que perdió las piernas. Más lejano estoy y lo repito de esa imagen: una piedra inmensa que de mano en mano se hace polvo.
Es verdad, no tengo idea. No sé nada del cuerpo dibujado a ras de sangre y con los dedos del humo. Dicen que la distancia me prohíbe comprenderlo y pongo la mano sobre la tierra que es la tierra de todas partes. Y es verdad, sigo sin saber quién eres, sin ver tu cara ni tus ojos que también son míos, sin oír tu voz que lentamente ha empezado a caminar lejos de aquí.
6 Por Daniel Wence * “Memoria”, escribo. La mañana del 15 de septiembre se supo sobre otra mujer asesinada. es una idea que me descose el cráneo A lo largo de los pasillos de un hospital se agrupan mujeres y lloran un hombre que las observa consternado mira al suelo y qué oración qué mantra puedo repetir por ellas. Yo también lloré a lo largo de un pasillo de autobús al lado de un desconocido/ frente a más de 40. Posiblemente sintieron deseos de abrazarme. Posiblemente yo sentí lo mismo. O el hombre aquél, en el hospital. “Se trata de mi madre”, habría declarado. “Se trata de que mi madre, con esa forma suya de mirar, oscura, recupere el aliento, o la voz que se va dejando en la noche”: resuello – silencio – resuello. Se trata de hallar la solución a esa cadena en un gorjeo de risas. He aquí la solución que yo ofrezco: beber el agua de mil pozos levantar el fruto de mil surcos. Hacer sonreír a una madre contándole, por ejemplo: • Cómo vuelan las cometas en un sueño de añil • Cómo bajan algunas jaurías nocturnas para embelesar a un pueblo. • Y cantan. • Cómo se tienden cadenas humanas ante el escombro.
/// Angie Salazar
* El día que yo conocí a mi madre hubo un temblor era tan pequeño que me metieron en una caja de vidrio tenía tanto frío que encendieron una lámpara enorme de tungsteno para calentarme. Al otro lado de la caja de vidrio, con una enorme lámpara de tungsteno, estaba ella renunciando a su nombre de pila yo adentro lavándome los años venideros con su nombre, El Verdadero.
/// Faìtima Rodriìguez
También hubo días en los que me dolía terrible el vientre: hay llagas hereditarias: sombras que trascienden. * ¿Cómo se le explica a una madre la ausencia o se le hereda una sonrisa después de todo? * Pienso que muchas noches de septiembre han sido un entramado de nostalgia. Que han sido, pienso, un reborujadero de pesares: 26, 19, 15, 8. “Memoria”: > La crónica de un violento 26 de septiembre > Se esperan réplicas > 33 mil 482 desapar > La familia se quiebra al conocer la noticia > Otra vez 19 de septiembre También leímos acerca de una niña cuyas piedras ¿A qué estábamos jugando entonces, si el corazón de las madres…? * Hoy tenemos un escenario nuevo para jugar distinto: en las redes sociales se divisan pequeños rostros de perros de niños–can, mujeres–can, hombres–can roedores híbridos y eslabones de hueso escarban: debajo de la historia hay otra historia debajo de esa historia hay vidas que van anunciando su trascendencia o su regreso memorias terribles y hermosas: un reborujadero, repito hay arroyuelos que se nombran en todos los idiomas que resanan grietas humanas estructurales o divinas también tenemos esta cara también hay agolpamientos estremecedores de bien que se heredan que lo sepan las madres y que tú lo sepas, Madre que esas noticias resellen nuestras hendiduras que se viralicen la compasión y la confianza que siempre luz tus ojos y tu memoria, siempreviva que tu memoria sea mi casa Para quienes están edificando de nuevo lo que somos.
Las imágenes fueron creadas por alumnos del Taller Central de Grabado, que este lunes 25 de septiembre inauguran la exposición “Por la paz, contra la violencia y el olvido”, como parte de las actividades del primer Coloquio cultural contra la violencia y el olvido.
Fuerza México
No tengo idea de nada. La más diminuta, fina e imperceptible, la menor idea no la tengo.
Desconozco la rutina de los muertos que a las siete en punto iban llegando tarde, que dejaban a los hijos poco después de despertar e iban por ellos a la misma hora de todos los días.
Mantras para edificar la memoria
Fuerza México
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LA GUALDRA NO. 310
/// Rodigo Locia. Taller Central de Grabado
Generación del terremoto
6 Por Christian Peña* …te haré ver el miedo en un puñado de polvo. T. S. ELIOT –¡está oscuro aquí abajo! / ¡no me puedo mover! / ¿alguien puede escucharme? / ¿alguien sabe quién soy? / ¿a alguien le importa un muerto que no es suyo?– 1985: el día en que nací tiene una grieta. Septiembre, el mes más cruel, –mi tiempo siempre es Antes y Después de Eliot–. Ese año mi padre estuvo a punto de aceptar un trabajo como administrador en el Hotel Regis que terminó hecho añicos; el miedo a cambiarse de rumbo lo salvó; el miedo le perdonó la vida. Puedo verlo ese día, con portafolio en mano abriéndose camino, descalzo entre cadáveres: Mi padre enterró mi ombligo en el escombro. 1985: vivíamos por el campo de beisbol. Mi padre lo recuerda: “Los policías tendían los cuerpos en el césped, les arrojaban hielo para que no apestaran, hacían ataúdes con madera de puertas. ¡Home run! ¡La casa está llena de muertos! ¡Y que nadie se atreva a robar base! La cosas eran ya sólo su sombra, los huesos en lo oscuro, los perros obstinados, aullando sin respuesta entre los edificios”. Yo no creo en el beisbol. No es mi deporte. Nadie me enseñó a verlo ni a jugarlo. La muerte es el deporte nacional. Réplica: –¡está oscuro aquí abajo! / ¿acaso es el silencio la tumba de la tierra? / ¿en dónde empiezo yo? / ¿en dónde me termino? / ¿alguien sabe dónde quedó mi casa? / ¿alguien sabe si yo
soy esta sombra? / ¿alguien sabe quién soy? / ¿alguien tiene un atajo al presente? / ¿alguien me reconoce como muerto? / ¿alguien puede alumbrarme? / ¿alguien sabe qué hacer? / ¿alguien tiene un consejo?–
correcta? / ¿y qué cara pondré cuando deba decirle que yo también he muerto? / ¿cómo estaré seguro de que sus restos son los restos que buscaba? /¿cómo se reconocen los muertos entre ellos?–
1985: nací con el miedo a flor de piel, nací con el miedo a flor de cerebro, nací entre muros que un día fueron cráneos, pero los muros crujen, pero es que en vez de pan nací con un cráneo bajo el brazo.
1985: el consejo que buscas: “Si tiembla, hay que ponerse debajo del castillo o en la puerta del baño”. “Si tiembla, encomiéndate a la Virgen”. “Si tiembla, ponle llave a tu casa para que no te roben”. “Si tiembla, no te acerques a los cables de luz, Mi muerte no descansa, todos sus días son hábiles. lo mejor es ponerse debajo la mesa en posición fetal”. 1985: “Si tiembla, y sobrevives, entierra tu dolor en la La muerte no es un número. memoria”. Diez mil no es un número si se trata de muertos. Mi lengua morirá aplastada. La muerte es una resta, a pesar de que el tiempo sume caras y nombres. 1985: Nunca podré ser algo más que un topo, Mi casa: el epicentro, el origen de toda grieta, de cavo mi tumba. toda falla. Soy lo que avanza en lo oscuro, lo que no alcanzó nombre, 1985: lo que mira mejor con la cabeza abajo. oigo mi voz, El topo es una muerte sin más aspiraciones, oigo su voz, porque el topo aprendió bien oigo voces bajo el escombro, y no corre, oigo voces en la superficie: no grita voces que no recuerdan con qué nombre llay no empuja. marme, voces que se oyen lejos, voces intermitentes. 1985: Después de lo peor viene la ausencia: Mi padre chasquea los dedos el miedo que se ve en un puño de polvo, y el mundo se derrumba. el temblor en la boca, Mi padre, hipotecado hasta los huesos, la muerte en la que hablo: miró caer su casa de un solo golpe. La ciudad gana sombra. –¡está oscuro aquí abajo! / ¡hay otros como yo, La ciudad es un muerto que respira. enterrados conmigo! / ¿nos une sólo un grito? Mi padre, la ciudad y el movimiento /¿alguien recuerda esto antes de estar perdido? erróneo de la sangre. /¿alguien sabe quién soy? /¿alguien sabe qué Mi padre y sus horas extras en el trabajo. día nació su miedo? / ¿alguien sabe la fecha de su muerte? / ¿a alguien le importa un muerto Mi madre en el puesto, en el aceite hirviendo, que no es suyo?– rascando la quincena, el cerdo y el borrego ajusticiados 1985: Ciudad de México, 2015 en la esquina cada fin de semana. Mis padres y las cosas que se salen de las manos. *Ciudad de México, 1985.
Huele a muerto el silencio que se abre en medio de una conversación. 1985: mi padre todavía puede escuchar los gritos: “¡yo no tengo la culpa de tu propia miseria!”, “terminaste de patas en la calle porque te arrebataron lo poco que tenías cuando aún eras pequeño”, “¿y tú con quién crees que estás hablando?”, “¡me sueltas o te mato!”, “cuando llegué a la casa, ella estaba en el piso y ya no respiraba”, “¡ojalá fueras tú!”, “¡llamen a una ambulancia, ya perdió mucha sangre!”, “¡ya deja de llorar!”, “¡ya deja de golpearte la cabeza en el muro!”. 1985: Clínica 27, Tlatelolco. Nací en la contracción menos pensada. Un niño en medio de una plaza. Un niño en el quirófano. ¡Es niño! Un niño recién hecho jugándose la vida. Un niño con el cráneo reventado por asomarse al abismo. Réplica: –¿cómo puedo saber si ese hombre es mi padre? / ¿cómo saber si lloro en la tumba
Réplica: –¡hace frío aquí abajo! / ¿quién apagó la luz? /¿cómo puedo saber si este nombre es el mío? /¿cómo hacer una lista con nombres de los muertos? / ¿cuántos sobrevivientes sobreviven realmente? / ¿alguien puede contarlos? / ¿alguien alcanza a ver los dedos de su mano en esta oscuridad? / ¡aquí nada madura! / ¡nada puede crecer! / yo no quiero una rosa si ha de crecer aquí / yo no quiero una rosa en la boca de un muerto / yo no quiero una rosa para volverla ofrenda–
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25 DE SEPTIEMBRE DE 2017
Llegó la hora 6 Por Ana Lilia Félix Pichardo
M
iembros del Concejo Indígena de Gobierno, constituido por hombres y mujeres de los pueblos originarios de México, acompañarán la primera asamblea constitutiva de la Red de apoyo al CIG en Zacatecas el próximo sábado 30 de septiembre.1 La asamblea pretende ser el espacio de encuentro para las personas y los colectivos que deseen sumarse al camino de lucha y resistencia que los pueblos, naciones y tribus agrupados en el Congreso Nacional Indígena pretenden andar de manera colectiva. La palabra colectiva, nacida desde el mandar obedeciendo como forma de construcción política, convoca a todos los sectores de la sociedad a organizarse para resistir a la tormenta que llegó con vientos de extractivismo, feminicidios, despojos, desapariciones forzadas y la sanguinaria muerte contra la vida. Una propuesta “se empezó a nacer” desde el 12 de octubre del 2016, fecha en que el CNI conmemoró veinte años del caminar colectivo y compañero de los pueblos originarios, y hasta el día de hoy más personas del campo y la ciudad se suman a la iniciativa organizativa del CIG. No dicen: “Nuestras resistencias y rebeldías constituyen el poder de abajo, no ofrecen promesas ni ocurrencias, sino procesos reales de transformación radical en la que participan todas y todos y que son tangibles en las diversas y enormes geografías indígenas de esta nación”.2 El recién constituido Concejo Indígena de Gobierno será el lugar de confluencia de la lucha y la resistencia
6 Por Carlos Flores
“U
na paso a la vez” dirían los compañeros de mi grupo de ayuda de los domingos. Pero eso no es posible hoy en día. Apenas suena la alarma del despertador y yo ya di tres pasos: me estiré al estilo yoga para relajar los músculos y desentumir los huesos, fui al baño y puse el agua para el té. Al salir del baño sigo avanzando; en la cocina preparo un ligero desayuno, el lonche del mediodía y pico la fruta como me recomendó mi nutrióloga, pues a saber, es importante tomar cinco comidas al día. Y casi lo olvido, descongelo la comida para las tres de la tarde. Regreso al baño, tomo una ducha, me rasuro, salgo y me visto, antes planché lo necesario y abandono como un torpedo. Pero, oh tragedia, antes de salir de casa, por lo general siempre recuerdo que tenía que haber impreso algo, mandar un email o llevar unos libros
Desde este V Congreso Nacional Indígena llamamos a los pueblos originarios de este país, a los colectivos de la Sexta, a los trabajadores y trabajadoras, frentes y comités en lucha del campo y las ciudades, a la comunidad estudiantil, intelectual, artística y científica, a la sociedad civil no organizada y a todas las personas de buen corazón a cerrar filas y pasar a la ofensiva, a desmontar el poder de arriba y reconstituirnos ya no sólo como pueblos, sino como país, desde abajo y a izquierda, a sumarnos en una sola organización en la que la dignidad sea nuestra palabra última y nuestra acción primera. Los llamamos a organizarnos y parar esta guerra, a no tener miedo a construirnos y sembrarnos sobre las ruinas dejadas por el capitalismo.3
Frente a la muerte como política de Estado, la defensa de la vida como la más subversiva forma de seguir siendo diversos, diversas. Frente a la podredumbre de la partidocracia, la reconstitución total de nuestros pueblos.4 1
Sábado 30 de Septiembre 12pm, salón del
concejo de la preparatoria 1 de la UAZ, plantel centro. 2
Comunicado ¡Y RETEMBLÓ!, INFORME
DESDE EL EPICENTRO… del Congreso Nacional Indígena el 1 de enero del 2017.
de los pueblos indígenas y no indígenas, de todo aquél que diga “no” al capitalismo y sus múltiples formas
de despojo y dominación, pero que también esté dispuesto a decir “sí” a algo nuevo. Es decir, nos invitan
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Ídem.
Para mayores informes:
www.enlacezapatista.org
La insoportable levedad del tiempo para la clase. Después de eso, saco al perro de casa y lo llevo al patio para que haga sus necesidades, tome el sol y se relacione con el mundo del barrio. Subo a la calle y enciendo el auto. Mientras se calienta el motor llevo la basura, acumulada afuera de casa, al lugar donde se la llevarán los señores del camión, dejo mi respectiva coperacha de la semana. Me voy a dar clase. Si por alguna causa se me hace tarde la situación se convierte en un gran martirio porque seguramente no encontraré lugar dónde estacionarme, además de que la fila de autos de los padres de familia que llevan a sus chamacos a la secundaria ya es considerablemente larga. Por si fuera poco, los jóvenes que bajan de los vehículos (justo en la esquina de la escuela; no antes, ni
pensarlo) siempre olvidan algo dentro, por lo que cada descenso de alumnos implica alrededor de un minuto. Me estaciono. Ya de por sí voy agitado y todavía tengo que subir los tres pisos del edificio secular para llegar a mi aula, arriba, en los palomares. Aun cuando llego tarde, no soy el último, pues siempre llega algún rezagado, al que tengo que regañar duramente para sacar mi frustración. Tras mi clase, diseñada como Dios manda: introducción, desarrollo, evaluación y su respectiva rúbrica (proceso por demás cuadrado y casi absurdo, pues es casi ridículo tratar de repetir la misma clase en grupos tan dispares), ya se han dado las nueve de la mañana. Al día hábil le restan más de 10 horas, pues regreso a casa alrededor de la siete, luego de ir a la oficina
a atender investigadores y doctores exigentes o estrictos; o de la librería, tras haber cargado cientos de libros y revisado notas de venta y facturas; de regresar nuevamente a la oficina para atender pendientes y, finalmente, ir a un último grupo para hablar de literatura y otros chismes afines. Así que un paso a la vez es exclusivo para aquéllos que tienen tiempo de sobra, para quienes el trabajo no es un peso abrumador que les dobla la espalda. Por eso una vez más doy gracias a Baudelaire que me sugirió estar siempre embriagado para “no sentir el horrible peso del tiempo”, a los fines de semana, a la rockanrolera.com y a la poca gente decente que queda en este mundo, pues sin ellos tal vez me hubiera visto en la necesidad de abrazar el epicureísmo.
Fuerza México
a pensarnos con otros y otras; a ser dignos frente al terror que nos ha obligado a agazaparnos en el cómodo y cínico solipsismo; a reencontrarnos en la amenazada colectividad, porque, solos, solas, seremos incapaces de sobrevivir:
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LA GUALDRA NO. 310
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25 DE SEPTIEMBRE DE 2017
Me dijeron al oído 6 Por Guadalupe Dávalos
Fuerza México
Ella salía a barrer los trozos de gasa que quedaban de la noche anterior calle de torturas inverosímiles todo dista un segundo de la muerte -me dijeron al oídopuedes voltear y encontrarla en el solsticio de la acera verla enmarcada en tricolor el mes de septiembre la muerte puede ser un péndulo colgante en el segundo piso del periférico una niña dormida en la cajuela de un Audi un golpe de gracia en la frente de Juan “N” a los diesciseis años de edad la muerte medusa suele estar a un costado de las carnicerías y mostrarse en las redes sin pudor ya nada cambia el futuro de posibles suicidas aleccionados cual yijadistas para deambular con sus metralletas por la avenida principal ahora es más fácil morir de hambre o emigrar que abrir la cortina del negocio ahora es más fácil descubrir fosas clandestinas que surcos agrícolas para una buena cosecha ahora es perceptible el humus de las coladeras la mano pintada, los brazos abiertos tirados en el piso la cresta de los gallos encapuchados ahora nada nos libra del temor.
Libre
6 Por Pilar Alba
A
mí nadie me mantiene. Por eso tengo que andar rodando. Que barriendo una calle, que lavando unos trastes, que ayudando a cocinar en una fonda. Solita me voy a haciendo de centavos para comprarme mis cositas, para poder pasar los días. No crea, es difícil, a veces no hallo la puerta, más cuando se llega el día de pagar la renta o cuando me pongo mala y tengo que ir a la farmacia; ahí les salen alas a todos mis ahorros. Entonces tengo que hacer doble trabajo, porque pues uno fijo no he encontrado, por eso trabajo en lo que caiga, en lo que salga de repente. Pero ¿quién me manda? Tan fácil que sería tener quién me arrimara los frijoles, quién me diera para mi gasto. Y no crea, si algunas veces sí lo he intentado. Pero siempre salen con lo mismo, con que para qué te pones esas garras, que está muy feo ese vestido, que péinate de otra manera, que por qué no arreglaste la casa, que por qué esos trastes todos sucios, que para qué quieres salir, que a dónde anduviste tan tarde, que… en fin, para qué le sigo contando, si ya usted sabe de esto. Por eso mejor solita aunque le batalle, mejor así, ya le digo, a mí nadie me mantiene, pero puedo andar por donde quiera así, de china libre.
/// Este dibujo lo hizo de Valeria, una niña que está en uno de los albergues, en el Centro Universitario México, Narvarte Poniente. Llueve, pero ella se siente protegida, y hay luz y esperanza. Foto de Marxitania Ortega.
El Tarzán
6 Por Alberto Huerta
Eran días en los que la muerte tenía que inventarse cualquier cosa para llamar la atención. Emilio Marrese Un fantasma… ése soy yo… Del filme El espinazo del diablo Para Miguel Caldera El Forhans.
C
irilo Paniagua, el Tarzán, es uno más del ejército de los sin voz, de las sombras, de los fantasmas, de los sin techo. El Tarzán es hijo de Pascuala Botello, la Tostonera, que era trotacalles. A los tres meses de na-
cido su madre lo regaló. Ya nunca estuvieron juntos. Ninguna mujer, jamás de los jamases, lo amó. Su madre incluida. El Tarzán era chaparrito, flaco, nervioso, garrudo, de mirada fuerte. La ropa y la piel del Tarzán, con los años fueron adquiriendo una pátina gris plomiza, brillante, grasosa, apestosa. Cirilo, de catorce años, se ganaba la vida de dragón en una esquina de la calzada Carranza. Jamás vistió la camiseta verde. El Tarzán nunca se dio un atracón con gansitos ni cenó un emparedado con pan Bimbo artesanal con rebanadas de queso de puerco, ni se bebió una Coca-Cola con hartos hielos y una bolsa de Nachos con queso y chiles jalapeños. El Tarzán no sufría de estrés, ni padecía úlcera gástrica, mucho
menos de depresión, ni de afecciones cardiacas. La mamá del Tarzán talonea en el callejón Del Gusto, con un sombrero de palma de ala ancha, enormes gafas negrísimas, un top que evidencia el pésimo estado de los senos, y que deja al aire el ombligo saltón y la panza fofa que cae, una minifalda cortísima, las piernas de pollo, y los zapatos chuecos, descarapelados, sucios, camina casual con la nariz levantada como si anduviera oliendo caca, sintiéndose la divina garza envuelta en güevo. Ella sí sabe quién es su hijo… lo mira de lejos… de reojo… el Tarzán nunca fue fan del heavy metal, ni de Los ángeles azules, y la nueva trova cubana le varía madres. El Tarzán se fue de este mundo que siempre lo ignoró, así, de pronto, pero despacito, sin prisas, sin dolor, sin hacerla de pedo, sin borlo, nomás se fue yendo, solo se sentó en una banca del jardín Hidalgo, fue cerrando los ojos, luego su cuerpo cayó de lado, suspiró y se fue.
SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 310 /// 25 DE SEPTIEMBRE DE 2017 /// AÑO 7
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Anael Tritura. De la exposición “Por la paz, contra la violencia y el olvido”, del Taller Central de Grabado, a inaugurarse este lunes 25 en el Teatro Fernando Calderón, como parte de las actividades del primer Coloquio cultural contra la violencia y el olvido.
A tres años de su desaparición, los 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, nos siguen faltando, los seguimos recordando y la pregunta sigue siendo la misma: ¿Dónde están?