SUPLEMENTO CULTURAL
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DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Raúl Anguiano. Día de Muertos. Óleo /tela. 1947.
A propósito del Día de Muertos, les presentamos esta obra de Raúl Anguiano (1915-2006) realizada en 1947 por este artista originario de Guadalajara, Jal. Actualmente pertenece a la colección del Museo de Arte Moderno / INBA, pero en 1952 esta pintura fue parte de una exposición inaugurada en noviembre de ese mismo año en el Teatro Fernando Calderón, organizada bajo la coordinación de la promotora cultural y fotógrafa Lola Álvarez Bravo, con el auspicio de Gobierno del Estado de Zacatecas y la Galería de Arte Mexicano.
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LA GUALDRA NO. 314 /// 30 DE OCTUBRE DE 2017 /// AÑO 7
Editorial “¡Qué costumbre tan salvaje ésta de enterrar a los muertos!”, decía Jaime Sabines, quien esperaba también a que éstos se levantaran, rompieran el ataúd y dijeran alegremente “¿por qué lloras?”. A mí como al poeta chiapaneco y como a muchas otras personas, me sobrecoge el entierro. Cuando era niña veía a la muerte como algo que sólo podría ocurrirle a “otros” –así es la infancia de inocente-, escuchaba las noticias de la gente que moría y su deceso casi siempre era atribuido a una enfermedad o a la vejez, pero pocos, muy pocos, morían asesinados. Sí los había, por supuesto, pero eran todo un acontecimiento: de vez en cuando escuchábamos la noticia de que en alguna comunidad del norte del Estado habían llegado las fiestas, las del santo patrono, y ahí, de seguro, habría uno o dos muertos, o porque al calor de las copas habían peleado y sacado a relucir su hombría irracional, o por un asunto de venganza: si un año moría el integrante de la familia B, a manos de alguien de la familia A, al año siguiente la familia B se vengaría… pero eso era cada año y era por lo general un solo muerto; no era necesario conocer a esas familias, la noticia duraba en el imaginario popular los siguientes 365 días hasta que las fiestas llegaban nuevamente. Eso me hace recordar también lo que mi abuela me contaba: para esos momentos, cuando la muerte era inminente, había personas que desempeñaban el oficio de “ayudar a bien morir”. Esas personas conocían de rezos especiales, tomaban la mano del moribundo y le consolaban con cantos y palabras dulces para prepararlos a abandonar este plano e ingresar con resignación a otro, el de los muertos, en donde encontrarían de acuerdo a su fe, el alivio de sus males, el paraíso y la vida eterna. Así se quedaban con el que agonizaba hasta que éste exhalaba su último aliento, en su casa, en su cama, rodeado de su gente. Luego vendría el otro ritual, limpiar el cuerpo, vestirlo con sus mejores ropas y velarlo: los velorios se llevaban a cabo en las casas, rodeaban el féretro
de flores, ponían un crucifijo y cirios en los cuatro puntos cardinales y debajo del cuerpo, en el piso, pintaban una cruz de cal que quitarían hasta que terminaran los rosarios. En los velorios aparecía también otro personaje de nuestra cultura popular: la persona encargada de llorar y de entonar cantos religiosos, de alabado, para que el difunto encontrara pronto el “camino de la luz”. Los muertos casi siempre se iban acompañados. Jaime Sabines, habla también del entierro “Aseguran las tapas de la caja, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales”. Y es que en aquel entonces, era común tener el cuerpo de nuestros muertos para poder darles cristiana sepultura; hoy ya no lo es tanto, no para todos. Nuestro país tiene más personas desaparecidas de las que nos podemos imaginar. Muchos de ellos seguramente están muertos ya y no tuvieron quién les tomara de la mano para ayudarlos a dejar este mundo; muchos no tuvieron el consuelo de ver por última vez a sus seres queridos antes de morir. Murieron en soledad. Y su familia sigue esperando a que aparezcan, sigue buscándolos en todas partes, rascando la tierra con sus propias manos para volverlos a ver, para enterrarlos en su tierra, para poder tener un lugar de referencia para poder llorarles después, para llenar su tumba de flores cada 2 de noviembre, cantarles canciones y comer con ellos. Creo que Sabines no se imaginó nunca que una situación como ésta podría llegar a ser posible cuando escribió el poema, por eso consideraba salvaje el hecho de enterrarlos. Hoy, quisiéramos que ya no hubiera más muertos a causa de la violencia. Lo salvaje es nuestro tiempo. El Día de Muertos llegará nuevamente y muchos no tendrán la certeza de poner un altar todavía, hasta encontrarlos. Hasta encontrarlos. Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Contenido Almudena Grandes Siempre igual, lo mismo en todas partes Por Mauricio Flores
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Nunca fuimos contemporáneos Programa público Chantal Peñalosa y Naomi Rincón Gallardo Por Nicolás Pradilla
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Desayuno en Tiffany’s Mon Ku El Cid cantado Por Evelyne Coutel
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Juez y parte Por Eduardo Campech Miranda Del sonido al ruido hay sólo un paso Por Carlos Flores Dos poemas de Charlotte Delbo (1913-1985) Traducción de Maliyel Beverido El Picaporte Títere y marioneta Por Simitrio Quezada
Guanaco de Antonio Cienfuegos o esa otra poesía de Centroamérica y la llamada Generación del sur Por Armando Salgado Las nubes y un reloj de arena [Leerse mientras se escucha: “La despedida”, de Fito Páez] Por Roberto Galaviz
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¿Y ‘ora qué? Por Alberto Huerta Normal Por Pilar Alba
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Almudena Grandes
Siempre igual, lo mismo en todas partes 6 Por Mauricio Flores*
Desolación de la quimera Hoy cuando a tu tierra ya no necesitas, Aún en estos libros te es querida y necesaria, Más real y entresoñada que la otra; No esa, mas aquella es hoy tu tierra. La que Galdós a conocer te diese, Como él tolerante de lealtad contraria, Según la tradición generosa de Cervantes, Heroica viviendo, heroica luchando Por el futuro que era el suyo, No el siniestro pasado donde a la otra han vuelto. La real para ti no es esa España obscena y deprimente En la que regentea hoy la canalla, Sino esta España viva y siempre noble Que Galdós en sus libros ha creado. De aquella nos consuela y cura esta. Luis Cernuda, “Díptico español” Desolación de la Quimera (1956-1962)
Próximas novelas de Episodios de una Guerra Interminable V. La madre de Frankenstein. Agonía y muerte de Aurora Rodríguez Carballeria en el apogeo de la España nacionalcatólica, Manicomio de Ciempozuelos (Madrid), 1955-1956 VI. Mariano en Bidasoa. Los topos de larga duración, la emigración económica interior y los 25 años de paz, Castuera (Badajoz)-Eibar (Guipúzcoa), 1939-1964
*** Almudena Grandes, Los pacientes del doctor García, Tusquets, México, 2017, 766 pp. * @mauflos
Libros
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o es que uno busque siempre la alegría. En la literatura. O lo contrario. La tristeza. O ni una ni otra, más bien abiertos siempre a la sorpresa, en la que confiamos llegará cuando abrimos un libro. Pero lo que pasa (al menos me pasa a mí) con las novelas de la madrileña Almudena Grandes (1960) es que la habitación en espacios de dolor está garantizada. Cómo no, al menos en estas cuatro gordas entregas de lo que ella llama Episodios de una Guerra Interminable, Inés y la alegría, El lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita y hace apenas unas semanas Los pacientes del doctor García, si de lo que nos hablan es de la catástrofe que para la libertad significó la Guerra Civil Española. Ese suceso acontecido en los prolegómenos de ese otro gran conflicto planetario y al que pronto los historiadores le asignaron las mayúsculas iniciales, aunque algunos, como el recientemente fallecido Marcelino Perelló, le negaran lo de guerra, lo de civil y lo de española. Por qué, puesto por pertenecer a un suceso mayor cuyas proyecciones trascendieron tiempos y espacios. La derrota de la libertad. Sin más. Triste, dije ya, cuando nos habla de un conjunto de hombres y mujeres al que les tocó perder la guerra, desde la piel y la entraña de ellos mismos. Seres intensamente emocionales a los que la pasión los acompaña todos los días en la integridad de los órdenes de sus vidas, y que aunque infortunados saben reconocer “en la desdicha de otra persona” las capacidades para ser felices (aunque se escuche contradictorio, sabiendo siempre diferenciar entre alegría y felicidad). Unos y otros. Recordará el lector los apartados previos novelados en la saga por Almudena Grandes (más de 2 mil 500 páginas): las cárceles del franquismo y la resistencia guerrillera. Toca turno a los intentos por darle continuidad al gobierno republicano, lo que nos lleva a territorios internacionales al seguirle la pista a una red de protección a prófugos y criminales de guerra nazis, casi clandestina. Algo que sólo fue posible mediante la complicidad del régimen de Franco, como también sólo combatible desde los grupos sobrevivientes de la República, especialmente los comunistas. Herida y en el exilio, la República identificara en su oposición a la barbarie nazi un gozne para internacionalizar el dilema español, la lenta noche de hambre y represión. Aún más si un par de hombres, con “la oportunidad” de trabajar por sus ideas, falsean distintas personalidades para llegar al núcleo de la organización encabezada en el mismo Madrid de penurias por Clara Stauffer, cercana a las instituciones más conservadoras del régimen, quien con mucha astucia se maquilla de benefactora social. Hasta dónde llegarán en su intromisión en la red Guillermo García Medina y Manuel Arroyo Benítez (impostores, clandestinos, siempre al punto de ser derrumbados, “re-
presentación dentro de otra representación, en el centro de una tercera representación que había sido mi vida”, dice el primero) ya conocidos en estos episodios de la guerra que no termina, lo descubrirá el lector en los viajes a distintos espacios y tiempos que se inventa la novelista, siempre tejiendo lo verdadero con lo verosímil. De Madrid a Buenos Aires, Berlín y otros lugares, entre el 36 y el 77, incluidas estaciones en Café de los Angelitos de Aníbal Troilo o el mítico concierto del catalán Raimon del 22 de mayo de 68 en la Universidad Complutense, el de Al vent, en la entonces proscrita lengua, y es que en la larga extensión de la vida estos personajes todo pareciera ser “la misma mierda de siempre, ¿sabes? Todo igual, aquí y allí, siempre igual, lo mismo en todas partes…”.
XIII Bienal Femsa
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/// Una casa (2010 a la fecha), impresión cromógena. Díptico, 120 x 80 cm. Seleccioné lugares grabados en mi memoria por la cualidad de que han permanecido aparentemente del mismo modo desde la primera vez que los ví: una pila de ladrillos, una piedra con una gran grieta, las puertas que nunca se han abierto de una casa y otras señales. Dejé en cada lugar una breve crónica del primer recuerdo que tengo de ellos hasta la fecha.
Nunca fuimos contemporáneos Programa público
Chantal Peñalosa y Naomi Rincón Gallardo 6 Por Nicolás Pradilla Chantal Peñalosa (Tecate, México, 1987) La práctica de Peñalosa se basa en investigaciones derivadas de pequeños gestos e intervenciones en la vida cotidiana destinados a indagar acerca del trabajo, el ocio, la espera y el retraso. Un elemento importante en su proceso es la repetición, que alude al carácter alienante y absurdo del trabajo. El proyecto Tenemos muchos recuerdos de ese lugar, lo único que no recordamos es el día que dejamos de ir (2014) se basa en una serie de recorridos que interpelan las ideas de tiempo y trabajo en la Plaza Cuchumá, un centro
comercial de Tecate, Baja California, que se encuentra al borde del colapso. Peñalosa toma como punto de partida la pregunta: ¿qué es lo que ocurre cuando no ocurre nada? para desarrollar un conjunto de estrategias y gestuarios de la espera y aproximarse a aquello que aún se mantiene activo, que en el caso de Plaza Cuchumá se trata de cinco locales que continúan en operación. El proceso de registro mediante videos, fotografías, esculturas y entrevistas a habitantes de la ciudad generó un archivo: el Centro de Documentación de la Espera. De 2010 a la fecha, Peñalosa ha visitado escenas que se han mantenido sin alteraciones físicas desde el primer momento en que las
visitó, como pilas de material de construcción, rocas en terrenos baldíos o casas derruidas en los alrededores de Tecate. En estos sitios, deja un sobre con una crónica personal de su primer recuerdo del lugar. El díptico Una casa (2010 a la fecha), forma parte de este proceso. Chantal Peñalosa estudió la licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad Autónoma de Baja California y en la Universidad de São Paulo en Brasil. En 2014 participó en Trabajo en una sola toma, un proyecto de Antje Ehmann y Harun Farocki dentro de la Cátedra Ingmar Bergman de la UNAM. Ha expuesto de manera individual en Casa del Lago (2017) y Bikini Wax (2015), en la Ciudad de México, así como en Piata Presei Libere, en Bucarest, Ruma-
nia (2013). Entre sus exposiciones colectivas destacan Manifestaciones de un posible arte noobjetual, Museo de Arte Moderno Medellín, Colombia (2017), The Opposing Shore, CCI Fabrika, Moscú, Rusia (2017), Impresiones del tiempo, ESPAC, Ciudad de México (2017), HOW 2 DO: being other, being real, Transart Triennale, Berlín, Alemania (2016) y Yo sé que tu padre no entiende mi lenguaje modelno, Museo Universitario Arte Contemporáneo, Ciudad de México (2014). En 2014 participó en el Programa BancomerMACG Arte Actual. Recibió el premio de adquisición en la XIV Bienal de Artes Visuales del Noroeste (2013), y fue becaria del programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2013-2014 y 2015-2016).
/// Tenemos muchos recuerdos de ese lugar, lo único que no recordamos es el día que dejamos de ir (2016), impresión cromógena, 20 x 14 pulgadas. Pregunté a algunos habitantes de Tecate su último recuerdo de la Plaza Cuchumá, centro comercial que tiene la particularidad de estar en un proceso de declive. Tomando algunas de las frases de las entrevistas, hice algunos esténciles que dejé en este sitio durante algunos meses para que el tiempo construyera las palabras con el polvo.
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Naomi Rincón Gallardo (Carolina del Norte, 1979)
/// Enigma. Video HD. 4’06’’. (video still)
/// Bety. Video HD. 3’38’’. Foto: Claudia López Terroso
/// Viudas. Video HD. 3’02”. Foto: Claudia López Terroso
/// Lodo. Video HD. 4’19”. Foto: Eliana Cetto
Community Arts de Goldsmiths University de Londres. Es egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Entre sus exposiciones individuales más recientes se encuentran The Formaldehyde Trip, Performance in Progress, en el San Francisco Museum of Modern Art (2017); y Ocotepec Odyssey, Filmhaus Kino, en Akademie der Künste der Welt, Colonia, Alemania (2014). Entre sus exposiciones colectivas destacan la X Bienal de Nicaragua, en Managua, Nicaragua (2016); Anticolonial Fantasies, en Friday Exit, Viena, Austria (2015); y el proyecto Entre utopía y desencanto, en Jardín Borda, Cuernavaca, México (2014). Su trabajo, que entiende la investigación como unas práctica artificiosa y transdisciplinaria, explora la creación de contra-mundos en contextos neo-coloniales. Sus principales líneas de investigación son
los feminismos descoloniales y antiracistas, las pedagogías críticas, las teorías queer y la ficción especulativa. El próximo viernes 3 de noviembre, Chantal Peñalosa y Naomi Rincón Gallardo hablarán sobre su trabajo en El Santero como parte del programa público de la XIII Bienal FEMSA, Nunca fuimos contemporáneos, a las 20:00 h. Callejón de Gómez Farías (Antes El Santero) 109, Centro Histórico. Zacatecas. Entrada libre. Para conocer más acerca de las artistas que visitan Zacatecas este mes como parte de la XIII Bienal FEMSA, Nunca fuimos contemporáneos, visiten: Chantal Peñalosa: http://proyectosmonclova.com/artista/chantal-penalosa Naomi Rincón Gallardo: http://naomirincongallardo.org
/// ALEX(ader) y AXOL(otl). Video HD. 4’21’’. Foto: Kathrin Sontag
/// ¡Acumulación!. Video HD. 2’08’’. (video still)
/// Descenso. Video HD. 2’29”. Foto: Claudia López Terroso
/// Mundo Zurdo. 4’03”. Video HD
/// Cápsula de Sanación Axolotl. Video HD. 4’21’’. Foto: Fabiola Torres-Alzaga
XIII Bienal Femsa
El 27 de abril de 2010, la activista de derechos humanos y ambientalista mixteca, Alberta Cariño Trujillo (Bety Cariño) y el finlandés Jyri Jaakkola fueron asesinados en una emboscada paramilitar rumbo a San Juan Copala, Oaxaca, una comunidad triqui declarada autónoma. Cariño era directora de la organización comunitaria Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos (CACTUS). El viaje de formol (2017), pieza de Naomi Rincón Gallardo comisionada por el San Francisco Museum of Modern Art (SFMoMA) como parte del programa Performance in Progress, es una ficción especulativa compuesta por un ciclo de canciones y videos dedicados a Bety Cariño (1973-2010). El viaje de formol tiene ele-
mentos del cine mexicano de ciencia ficción de las décadas de 1960 y 1970, referencias a un amplio imaginario mesoamericano y a un repertorio de la lucha de mujeres contra el despojo de sus territorios, cuerpos y vidas que se materializan a partir de letras de canciones inspiradas en sus luchas. El viaje de formol es un ejercicio imaginativo sobre el trayecto de Bety Cariño al inframundo, donde se encuentra con guerreras, brujas y viudas, animales y deidades con ambos sexos que preparan su fiesta de retorno. Un axolotl preservado en formol juega el papel de narrador, informante nativo y guía de viajes en el tiempo que va mutando. Naomi Rincón Gallardo cursa el doctorado en la Academy of Fine Arts de Viena, Austria. Realizó estudios de maestría en el programa en Educación: Cultura, Lenguaje e Identidad en el departamento Cross-sectoral-
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Cine
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Desayuno en Tiffany’s Mon Ku
El Cid cantado
6Por Evelyne Coutel
un largometraje de una hora y media que se pudiera distribuir en el formato DVD. Así nació el proyecto de “película” puesto que sometimos los fragmentos de la obra a un complejo proceso de post-producción que incluía montaje de video, efectos especiales, incrustación de imágenes y videos rodados en la región de Calatayud, en el llamado “Camino del Cid”. Los fragmentos están además eslabonados gracias a una serie de resúmenes que cuentan lo que sucede en los episodios ausentes y permiten al espectador seguir el argumento de la obra sin perder detalle. Como dichos resúmenes están desglosados de crónicas medievales hay una total coherencia lingüística del film. ¡Creo que es una de las pocas películas cuya V.O. es el castellano del siglo XIII! (De ahí que la lista de subtítulos incluya subtítulos en español actual.)
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l pasado domingo, 17 de septiembre, con ocasión de las Jornadas Europeas del Patrimonio, tuvo lugar en el teatro Kantor de la Escuela Normal Superior de Lyon la segunda proyección entera de la película El Cid cantado, realizada por Carlos Heusch, catedrático de la ENS y especialista en literatura y civilización de la Edad Media. Bien se sabe que las hazañas del guerrero castellano Rodrigo Díaz de Vivar han sido objeto de no pocas adaptaciones fílmicas que se insertaron dentro de un cine de ficción, lo cual conllevó, naturalmente, el uso de decorados artificiales y del castellano actual. Realizado dentro de un marco universitario –con la ayuda de ENS Media–, El Cid cantado se diferencia por completo de esas versiones en la medida en que se propone recrear el ambiente del poema épico mediante una combinación sensorial que se basa en los cantos del intérprete Antoni Rossell –profesor titular de Filología Románica de la Universidad Autónoma de Barcelona–, quien ha llevado a cabo una reconstitución musical del cantar y se ha imbuido de la gestualidad propia de un juglar del siglo XIII, y, por otra parte, en las secuencias fílmicas rodadas en los mismos lugares por los cuales se desarrolla la acción. Hemos entrevistado al autor Carlos Heusch, quien nos puede dar mejor que nadie las claves de su película. E.C. ¿Cómo surgió el proyecto de realizar El Cid cantado? C.H. En 2010, durante una estancia de in-
vestigación de Antoni Rossell en la ENS de Lyon, surgió la idea de hacer una grabación de archivo de la totalidad del espectáculo musical que Antoni Rossell había presentado en numerosas ocasiones en distintos festivales de teatro medieval, congresos sobre el Cid, etc. Pero dicho espectáculo dura casi 9 horas. Era prácticamente imposible con los medios de que disponíamos hacer la post-producción de una obra tan larga. En 2015, grabamos en los
estudios de la ENS las casi 9 horas del Cantar de mio Cid en la versión cantada de Antoni Rossell y las dividimos en casi 50 secuencias que se podrán consultar por separado en la web, sin duda a partir del año que viene. Será un excelente instrumento de trabajo para todos aquéllos que quieran utilizar esta obra en colegios o universidades. A partir de dicho material se nos ocurrió hacer una selección de los episodios más significativos de la obra para hacer
E.C. ¿En qué público(s) estuviste pensando a la hora de realizarla? C.H. Sería tal vez absurdo afirmar que estábamos pensando en todos los públicos. Pero la experiencia de Antoni Rossell como intérprete “callejero” de su espectáculo, por ejemplo en festivales de verano en ciudades pequeñas de España, nos conducía a pensar que el público potencial de esta obra iba más allá de medievalistas, musicólogos, investigadores, universitarios, etc. Hasta los niños se acercaban a Antoni Rossell, después de su espectáculo, para decirle, por ejemplo “qué malos eran los infantes de Carrión, ¿verdad?” –sin duda el mayor tributo para este “juglar” moderno–. Claro que no es lo mismo un espectáculo en vivo y una película con una mayoría de imáge-
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nes rodadas en un estudio, sin el menor decorado, donde aparece tan solo un señor vestido de negro sobre un fondo negro cantando a capela a partir de melodías del sistema salmódico medieval un cantar de gesta del siglo XIII y en la lengua original… Pero el caso es que las reacciones del público (en París en otoño de 2016 cuando se hizo una proyección fragmentaria o en Lyon en abril de 2017 cuando el estreno) me hicieron comprender que no era tan solo una película “para especialistas” sino que muchas otras personas podían quedar enganchadas al sumirse en este ritmo tan particular, semejante al de la ópera, que cataliza de manera desbordante unos recursos de nuestra imaginación que pensábamos haber perdido. La película gusta porque te obliga a entrar por completo en la historia, de manera activa, o a marcharte al cabo de dos minutos (cosa que creo no ha ocurrido nunca en las diferentes proyecciones a las que he asistido). Por ello la Directora de Comunicación de la ENS decidió, tras haber visto la película, presentarla a la comisión que decidía qué producciones de la ENS se proyectarían al público en el marco de las Jornadas Europeas del Patrimonio. E.C. ¿En qué criterios te apoyaste para seleccionar los versos y lugares que salen en la cinta? C.H. La selección de episodios la hizo Antoni Rossell a partir de su experiencia como intérprete. No sólo conoce perfectamente el texto y sabe, a fuer de profesor de literatura medieval, cuáles son los episodios más famosos y comentados de la obra sino que también sabe cuáles son los episodios que tienen mayor impacto entre el público. Hemos intentado mantener ese doble criterio: el criterio interno de los textos más significativos y a la vez el externo de la recepción en el público. Nuestra primera selección comprendía algunos episodios que, desgraciadamente, al final tuvimos que dejar de lado, como la famosa escena de la separación entre el Cid y su familia que culmina con el tan célebre verso 375 “así·s’ parten unos d’otros commo la uña de la carne”. Pero el episodio entero era demasiado largo. E.C. ¿Qué aspectos y valores de la obra literaria has querido destacar en particular? C.H. Ante todo lo que quería es que fuera evidente que se trataba de una verdadera obra, imaginada por un poeta con unas ideas bastante claras sobre lo que quería transmitir, y que para ello estaba dispuesto a coquetear con la historia para seducir al público con una obra de mucha ficción, pero una ficción apenas perceptible para aquéllos que no conocen los detalles de la biografía cidiana. Y ello frente a las viejas ideas del tradicionalismo que quería dar a este poema una dimensión esencialmente colectiva, emanación de un supuesto espíritu popular castellano por no decir “nacional”. Para mí se trata de una creación individual que aunque se base en algunos aspectos que sin duda cantaban muchos juglares anónimos, selecciona y añade aquellos contenidos que le permiten al poeta crear algo de manera personal. En este sentido son también muy interesantes las reacciones de los espectadores de la película que a menudo suelen preferir de los tres cantares el tercero que es aquél donde se evidencia más la aportación personal del poeta. Que ello sea visible para el mero espectador es algo que me llena de satisfacción porque tiende a significar que hemos “hecho obra” con la obra y no sólo una adaptación musicalizada del texto. Para ello tuvimos que trabajar mucho
el lenguaje iconográfico que venía a apoyar el canto e intentamos reproducir con la plástica elementos característicos de la escritura épica como el estilo formular, la repetición de motivos. Para ello, la aportación de Pablo Justel y su conocimiento de motivos y fórmulas en la épica fue decisiva. E.C. ¿Por qué es importante que los alumnos y universitarios sigan estudiando el Cantar de mío Cid? ¿Crees que tu película podría facilitar este
aprendizaje? C.H. No me cabe la menor duda. Se trata de un extraordinario instrumento pedagógico. Primero porque su duración total entra en los límites (a menudo de dos horas) de las secuencias didácticas: alguien que no conozca en absoluto El cantar de mio Cid puede tener con esta película, al cabo de tan solo 1h30, una idea bastante cabal del conjunto de la obra, una obra cuya representación íntegra, como ya he dicho, supera ampliamente las ocho horas. Y en este
mundo de hoy en el que todos tenemos prisa puede resultar práctico. Por otro lado, el formato en DVD en el que se distribuirá la película a partir del 12 de octubre de 2017 (insertado en el número 40 de la revista Cahiers d’Études Hispaniques médiévales) encierra además un gran potencial didáctico: selección de escenas; repetición de secuencias; pausa; comparación con el texto escrito; trabajo sobre la lengua; comprender cómo se pronunciaba el castellano en el siglo 13; selección de la lengua de los subtítulos (inglés, francés y español moderno) que permite una asimilación progresiva de la obra, etc. Hay otra cosa importante: haciendo la película y escuchando mucho a Antoni (no olvidemos que el rodaje en los estudios de la ENS duró más de veinte horas) me di cuenta de que el texto cantado era muchísimo más comprensible que el texto leído. Antoni Rossell con su canto interpreta la obra, la teatraliza, con distintas voces que facilitan la comprensión de los diálogos y evidencian las diferencias con la narración. Las voces y también los gestos, basados además en los de los juglares de la Edad Media. El resultado es una obra vívida de acceso mucho más fácil que el texto escrito, y eso incluso manteniendo tal cual la lengua del siglo XIII. Creo que es un gran logro de la interpretación de Rossell. En cuanto al hecho de seguir estudiando el Cantar de mio Cid, personalmente no creo en la “fetichización” de los clásicos de la literatura. Es una momificación decir que una obra es un clásico, de alguna manera equivale a considerarla como una obra muerta que por lo tanto “debe” ser leída no por placer y voluntariamente sino tan solo en situaciones coercitivas como la enseñanza obligatoria de los colegios o las dictaduras. Tardé mucho tiempo en abrir una obra como el Quijote porque crecí en una España franquista que consideraba que dicha lectura era una obligación para todo buen español. No hay que leer a los “clásicos” porque formen parte de un canon establecido por ciertas auctoritates; hay que leerlos cuando se trata de obras absolutamente geniales que tienen mucho aún que decirnos, contarnos y enseñarnos. Desde este punto de vista sigue asombrándome la genialidad absoluta de un poeta como el que compuso el Cantar de mio Cid, quienquiera que fuese.
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Juez y parte
Música
Promoción de la Lectura
6 Por Eduardo Campech Miranda
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na de las estrategias publicitarias en defensa del Modelo Educativo es, y lo vimos a través de múltiples promocionales, que la escuela ya no exige que los alumnos aprendan de memoria, por el contrario, apunta al desarrollo del pensamiento crítico, autónomo, reflexivo. Dicha argumentación está más cerca de un slogan de la mercadotecnia (“A que no puedes comer sólo una”, “La chispa de la vida”, etc.) que de una realidad alcanzable en el corto plazo. Las deficiencias (ignoradas, no diagnosticadas, o hechas abstracción) en la formación magisterial (desde el sistema) colocan al magisterio en la incómoda posición de juez y parte. Es decir, convencido estoy que si la metodología de capacitación hacia el personal docente sigue siendo en cascada con la repetición de esquemas (se reparte el material, se arman equipos, al interior de cada equipo discuten el contenido y la consigna, finalmente se expone en plenaria), al menos en lo concerniente a la lectura, seguirán los problemas In saecula saeculorum. Simple y sencillamente porque el precepto de pensar (así como
6 Por Carlos Flores
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odo empieza con un simple estéreo en el auto. Cuando compras un coche, el dispositivo de sonido tiene una salida de audio más o menos decente. No importa sin compraste un Chevrolet o un Audi, la calidad es más o menos la misma. Tienes un aparato que te permitirá escuchar música a ciertos decibeles que no sean nocivos para el órgano del oído. Pero si quieres andar por la calle, haciendo retumbar las ventanas de la casa y llamando la atención de la gente, no servirá de nada el reproductor de origen de tu auto, mucho menos las pequeñas bocinas que trae instaladas. Para ello tendrás que comprar un equipo mucho más costoso. Mucha gente lo hace. Lejos de hablar de los daños que se pueden provocar con un volumen tan alto, hablaré de lo mal que se escucha. Es increíble el contemplar, o mejor dicho, escuchar, el estruendo de un vehículo equipado con un sonido de alto poder. Estás en casa o caminando por la calle y lo primero que escuchas el temblar de los cristales. A medida que se acerca el auto, percibes los poderosos bajos, tan fuerte que es lo único que escuchas, y bajo ese espeso manto, logras alcanzar dos o tres tonillos que te indican el género de música que viene oyendo el sujeto al frente del volante: por lo general hip hop o música de banda. Lo que escuchas desde fuera es inau-
lo enarbolan las autoridades educativas) sigue sin aparecer en la lectura. La inercia de la enseñanza, la evaluación de la comprensión sigue imponiéndose. Las últimas semanas he trabajado con maestros. Con un grupo les compartí el poema “No me condenes” de Ramón López Velarde, para que diseñaran unas preguntas que evaluaran la comprensión lectora del poema. Si bien es cierto que
el texto no es sencillo (ahí la trampa) los profesores reflejaron mucho de las prácticas que sobreviven en las aulas: preguntas literales y preguntar sin tener claro qué buscan. Es decir, me planteo algunos escenarios primordiales: o el concepto de lectura sigue refiriéndose al mero acto de decodificación, o sus referentes culturales son muy limitados (aspecto que es muy válido y se señala aquí como el recono-
cimiento de una circunstancia, ajeno a juicios valorativos), o ambos. Las preguntas que realizaron fueron algunas de las siguientes: ¿por qué no hubo sombra de disturbio?, ¿por qué acabaron de golpe?, ¿por qué era forzoso confidente? Para ser sinceros ninguna de estas preguntas tienen respuesta en el mismo texto. A reserva que se conozca el contexto del mismo. Textos tan complicados pueden generar este tipo de situaciones. Por otro lado, uno de los maestros formuló preguntas más abiertas, amables, afables: ¿qué sentiste al leer el poema? Sin ánimo de concluir este episodio, pero sí para reflexionar de lo que acontece en las aulas y poder ofrecer opciones para mejorar los indicadores en torno a la lectura (que es lo que interesa a las instituciones) dejaré al aire varias reflexiones: el magisterio reproduce los esquemas que le son dictados desde el centro y desde el escritorio para que sea puesto en práctica en las aulas (olvidando que trabajan con seres humanos); la lectura sigue siendo importante para, valgan las expresiones, “leer de corrido”, “leer bonito”, “pasar año, es decir, un accesorio ineludible de la educación. Los maestros quieren y pueden aprender, pero no bajo las dinámicas que perduran a pesar de las reformas.
Del sonido al ruido hay sólo un paso
dible, pero si lo escuchas por dentro es una cosa honestamente indescifrable. No logras entender cómo es que alguien gasta una fuerte suma de dinero para un equipo de audio y no es capaz de disfrutar la música, ya no digamos buena música. Parece ser que lo único que se busca es llamar la atención de la gente alrededor, una especie de compensación por el estado de la autoestima de quien conduce. Pero lo que es realmente malo, es
cuando estos tipos, carentes de oído, se dicen ser ingenieros de sonido y son puestos tras una consola en un concierto. Eso es terriblemente inaudito. Los casos más comunes son las fiestas populares, tales como los quince años, bodas o las graduaciones, donde la gente contrata un grupo para que amenice las fiestas. Este sujeto, dizque ingeniero, pasa más de dos horas probando el sonido antes de la celebración. Hasta llegas a pensar que es un verdadero profesional. Pero cuando
la fiesta empieza, lo único que hace el cretino es subir al máximo el volumen. A la hora de la fiesta no puedes no puedes ni hablar con la gente de tu mesa, ni siquiera con el que está al lado, mucho menos disfrutar la música. No entiendes la letra de las canciones y no percibes los instrumentos. Todo se distorsiona. Lo más terrible es cuando vas a un concierto por el cual pagaste unos cuatrocientos pesos, como el último de Caifanes en Zacatecas o el último de Rock en Español Sinfónico. No estoy seguro si se debió a ese terrible espacio carente de acústica que se atreven a llamar Multiforo, que más bien parece una bodega de Tres Guerras, o a que el ingeniero de sonido que tenían no sabía nada de acústica. En el segundo caso no se disfrutó absolutamente nada, el grupo que abrió, local, que no gozaba de los privilegios de los estelares, por lo que le pusieron el sonido muy bajo, se escuchó muy claro, pero de los de Rock en Español, ni hablar. Lo malo que es algo tan común en este país: el sacrificio de la acústica por el volumen.
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Poesía
Dos poemas de Charlotte Delbo 1 (1913-1985) Traducción de Maliyel Beverido I Se los suplico hagan algo aprendan un paso una danza algo que los justifique que les de derecho a estar vestidos con su piel y su pelo aprendan a caminar y a reír porque sería demasiado tonto al final que tantos hayan muerto y que ustedes vivan sin hacer nada de su vida. II Oh, ustedes que saben ¿Sabían que el hambre hace brillar los ojos y la sed los opaca? Oh, ustedes que saben ¿Sabían que uno puede ver a su madre muerta y permanecer sin lágrimas? Oh, ustedes que saben ¿Sabían que en la mañana uno quiere morir y en la tarde uno tiene miedo? Oh, ustedes que saben ¿Sabían que las piernas son más vulnerables que los ojos, los nervios más duros que los huesos, el corazón más sólido que el acero; sabían que las piedras del camino no lloran que no sólo hay una palabra para el espanto, una palabra para la angustia, ¿Sabían que el sufrimiento no tiene límite, el horror no tiene frontera? ¿Lo sabían, ustedes que saben? 1
Charlotte Delbo nació en Francia en 1913. Sus padres eran inmigrantes italianos. Trabajó como asistente del director teatral Luis Jouvet. Tras
estallar la guerra, en 1941, se comprometió con el movimiento de Resistencia. Fue deportada a Auschwitz en 1943 en un convoy con 230 mujeres. Sólo 49 de ellas sobrevivieron. Los escritos que inició durante su confinamiento componen su trilogía Auschwitz y después, cuya publicación inició hasta 1965 para darle perspectiva histórica. Los presentes poemas pertenecen al primer volumen: Ninguno de nosotros volverá.
/// Marco Alejandro Chávez Pérez. “La Nahuala”. Litografía. 90x30cm. 2016.
El Picaporte
Títere y marioneta 6 Por Simitrio Quezada
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unque el Diccionario defina “marioneta” como títere, los especialistas insisten en que ambas palabras designan realidades muy distintas. El único rasgo común es que ninguna tiene voluntad más que la
que les confiere otro. En sentido estricto, el títere tiene solamente cabeza y manos, en tanto que el resto del cuerpo es un trozo de tela o tejido donde el titiritero mete la mano. La marioneta, en cambio, se distingue por sus piernas móviles que, junto con brazos, cabeza, cuerpo, incluso cejas, son manejados desde
atrás, desde arriba o desde abajo (como en el caso de los “muppets” de Jim Henson) mediante hilos o cables o alambres o mecanismos. El títere depende de la mano cubierta; la marioneta, de toda la persona oculta. Lo que encontramos, pues, en el logotipo de las películas de El Padrino
es la mano de un marionetista sosteniendo la cruz de la que penden los hilos que transmiten el movimiento a su pieza. Contra lo que creía el ingeniero Roberto Gómez Bolaños, cuando en 1985 escribió y dirigió la obra de teatro musical “Títere”, el protagonista Pinocho no es formalmente un títere, sino más bien una marioneta. Se supone, pues, que el títere es parte del cuerpo del titiritero, en tanto que la marioneta es prolongación del cuerpo de su manipulador. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com
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LA GUALDRA NO. 314
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6 Por Armando Salgado
poblano desde su infancia, hasta que cruzó el Suchiate y presenció pandillas de maras, personas secretas y barrios indistintos como esa ambigüedad en el habla. Lo dijo Octavio Paz: En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestras emociones y reacciones. Palabras malditas, que sólo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos. Guanaco es tierra ajena, suelo familiar que hurga las cicatrices para no olvidar quién se es y por qué se cargan los sueños quebrados de un pueblo que creyó fielmente en la utopía. El poeta guatemalteco Wingston González lo dice de otra manera:
G
uanaco de Antonio Cienfuegos tiene su origen en la prosa de la guerrilla. Esos ideales que uno carga de manera personal como se carga a la infancia, en donde todo lo anterior es mejor que esta búsqueda de mejores oportunidades al intentar ser otro u otros. En este libro, la niñez perdida juega a buscarse y no usa el lenguaje como meta, sino extrapola su condición para entrever —al menos esa otra orilla— donde hay un poco de humanidad. Algo así como la certeza de querer hallar a los 9000 niños desaparecidos en el genocidio guatemalteco en los 80, demostrando que la modernidad es otro libro de poemas donde la decadencia y canto son lira y arco en una historia inacabada. Hay esa misma intención en Guanaco, mover las piezas de la historia personal sobre el tablero, donde Centroamérica y sus personas miran hacia el norte ante el deseo de un rumbo superior. Escribí esto mientras recordé a mi infancia correr loca por los sucesos que atosigaban a nuestros padres: los noticieros y sus cortinas de humo, la idea del progreso mexicano ante la crisis de los 90 —en donde mi padre perdió mucho de su patrimonio—, y en medio de esto el momento donde le disparan a la mamá de Bambi por enésima vez, y donde José Emilio Pacheco escribe Las batallas en el desierto para hacer visibles todas nuestras rupturas. Guanaco es un libro-paraíso donde se narra la historia de varias familias que cruzaron sus fronteras interiores para intentar ser otros, que en el fondo deseaban quedarse ahí consigo mismos. Es un poemario donde el poeta es desterrado reiteradas veces de su madre, y exiliado de sí mismo a otros derroteros infalibles en la memoria. Sus versos manchados con prisa bien podrían contarnos esa historia donde Ernesto Guevara de la Serna y Fidel Castro se conocieron en un café de la calle Bucareli en la Ciudad de México, pero Antonio Cienfuegos eligió la velocidad de la historia para citar a las guerrillas salvadoreñas, nombres desconocidos y otros cercanos, esos juegos de siglas, a los formatos de militancia en zonas rurales y en sitios urbanos, y por momentos, la figura de Roque Dalton, esas historias sin comprobar, y los hechos que probaron otros hechos, y los poemas
beben los muertos la soledad de la mañana y la mano otra abatida contra el suelo horas disipadas qué felicidad qué instante amontonado bajo rayo ; amargo solo ruina
—viejos bastidores—, donde el lenguaje enumera muertos y desaparecidos. Dijo Jorge Luis Borges que el único paraíso perdido es el de la infancia y creo que lo que nunca podremos recuperar es la vida que se va en el intenta por cruzar a otro lado lejos de la realidad. De esta forma, Guanaco se abre paso para narrar una patria ambulante que va de un familiar a otro, en medio de despedidas que no culminaron porque a la estación de tren esa persona nunca llegó. La propuesta estética de este libro testimonial, explora extranjerismos y ese boomerang familiar se mezcla con la mirada del lector. Y es que a donde quiera que vayamos es inevitable recordar y mantener la mirada en lo que va constituyendo lo que percibimos. Como decir que la infancia de Antonio Cienfuegos creció jugando pelota con Quique, en el Infonavit Amalucan, el pri-
mero de la ciudad, que alcanzó a tener más de 36 mil habitantes, en Puebla. Infonavit, lo que en Argentina llaman “villas”, lo que en Chile llaman “poblas”, lo que en Brasil llaman “favelas”, lo que en España llaman “chabolas”, lo que en Uruguay llaman “cantegriles”, lo que en Colombia llaman “comunas”, lo que en Jamaica llaman “trench town”, lo que en Cuba llaman “llegaypon”, lo que en Guatemala llaman “champas”, y lo que en El Salvador llaman “chifurnias”. Esos espacios en el lenguaje donde el abandono duerme. Guanaco emprende tres viajes interpersonales: la búsqueda en los escombros de un álbum familiar; la versión revolucionaria de una guerra donde sobrevive la mentira más fuerte; y el viaje como textura violenta de la adultez, además, halla entre palabras ambiguas la manera de retratar las realidades que hermanan el envés latinoamericano. Su autor es un viandante popular, guanaco de sí mismo,
Recientemente, entre la expansión común de propuestas estéticas, en Chiapas se origina un movimiento poético que alcanza el centro occidente en estados como Michoacán y Guerrero, y que se propaga hasta la región del sureste mexicano. La llamada Generación del sur, por Fabián Rivera. Hay mucho de Centroamérica en estas poéticas que reivindican la profundidad de los hechos como herramienta conceptual que permiten contemplar las fisuras en el lenguaje para no sólo nombrar sino habitar el lenguaje mismo y sus fracturas. Antonio Cienfuegos como buen méxicocentroamericano lo comprende, y transmite su desapego a los animales que no están en peligro de extinción como esas tanquetas chilenas, que escupen a los estudiantes su ácido primermundista. Al final todos somos simples espectadores. Coda # 2 en Guanaco (Carajo, 2017; Chile): Me gusta ver morir las moscas lentamente, como cuando caen abyectas luego del pesticida, me gustan los silencios largos que provocan las fotos de mis desaparecidos] en este álbum familiar que es sextante de mi vida, pero ahora que polos invertidos me habitan, me invento estaciones raras que tienen el nombre de meses como octubre.]
Libros
Guanaco de Antonio Cienfuegos o esa otra poesía de Centroamérica y la llamada Generación del sur
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LA GUALDRA NO. 314 /// 30 DE OCTUBRE DE 2017
Las nubes y un reloj de arena [Leerse mientras se escucha: “La despedida”, de Fito Páez]
Río de Palabras
6 Por Roberto Galaviz Estaba equivocado, vi las nubes que decías flotaban siempre demasiado veloces pero no observé tus ojos conmigo alejándose más rápido todavía que los cirros, stratus y cúmulos
nosotros, varados como náufragos voluntarios del tráfico de otoño de cualquier autopista a las 2 de la tarde con el espejismo nuestro del horizonte en tus pestañas nosotros, imaginando una historia que piensa demasiado en los finales y confunde
¿Y ‘ora qué? 6 Por Alberto Huerta Para Miguel Ángel Aguilar Huerta
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o que me trae bien enchilado es que ella sí pistea. La Chimex desde muy tempranito jala para el jardín Hidalgo a inflar con la broza. El puro cotorreo. Mientras, yo me tengo que ir a partir el lomo al mercado a cargar canastas, costales y rejas. La Jefa a puro pellizco me llevó a jurar por cinco años con el padrecito. En cuantito salí del hospital a puro pellizco como si fuera un mocoso me llevó a jurar a la iglesia. Los médicos del hospital le fueron con el cuento de que si
seguía chupando me cargaba el payaso. Que estuve así, pero así de que me calavereara. Que se me estaba picando el hígado. Y no sé qué más fregaderas. Y la Jefa se escamó todita. ¡Y vamos para jurar! Mientras mi vieja se la pasa todo el santo día de guaina. Y yo, firmes, aguantándome la recanija sed. Con la panza pegada al espinazo. Y los pinches retortijones. Y se me anuda la tripa gorda con la tripa flaca. Empecé a chupar desde muy mocoso. Mientras estaba en el equipo de beis de la cuadra. Jugábamos pelota en un llanito de a cartones de cheve. Ahí empecé y la mera neta pues me gustó entrarle a las amarillas. Lo
desde ahora -vaya tragediaquerer con extrañar y la melancolía del presente perfecto con la despedida inmensurable todavía que quizá nos espera estaba equivocado, y era torpe mirando un falso cielo y sus nubes con velocidad de Fórmula 1
que me pudre es que la Chimex anda bien peda. En el puro borlo. Talonea una feria, se va al jardín con la racita a entrarle con fe al guachacol. Luego, se jetea en una banca un rayo. Y luego va de nuez: a talonear una luca y a chupar. Mientras yo me la rifo en el mercado cargando unas canastas y unas rejas bien chonchas. Refinando gordas y tamales y chescos hasta ponerme bien tripón. Yo lo que necesito son unas buenas vitaminas ameriquequis, de las que traen del chuco. Bien perronas. Chidas de a madres. Pero la Jefa no,
cuando el cielo de tu cuerpo, de tu voz pequeña, y tu risa fácil estaba a mi lado nosotros distraemos la mirada para disimular lo etéreo que es el destino cuando dos se aman y el tiempo es un reloj de arena.
que traes los ojotes bien amarillotes, que los mareos, y las vascas, y los sudores, la temblorina… y no se qué tanta babosada y juímonos p’al hospital y de ahí a la jura. Y mientras, la Chimex bien contentota, que hasta le bailan los ojos, toda chamagosa, y el océano le apesta a purito dragón. Después de la jura, la Jefa me recetó dos cachetadotas de ida y vuelta que me sentaron de nalgas. Los cachetes nomás me quedaron ardiendo y me palpitaban pinche de gacho. ¿Y ‘ora qué? ¿Qué onda? ¿Qué pedo?
Normal
6 Por Pilar Alba
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e dijo: Es necesario que ya haga su vida normal. Ella escuchó resignada y salió a la calle. Tomó el autobús. Abrió la puerta de su casa, entró y volvió a cerrar con llave. Puso a calentar agua para prepararse un té. Se sentó a mirar por la ventana el muro de la casa del vecino que le tapó la vista al cerro. Recordó tantas tardes que pasó ahí viendo los árboles, los pájaros, el crepúsculo. Normal… resonó en su cabeza cuando el agua empezó a chillar soltando el hervor. Vació el líquido en la taza y endulzó con miel. Se sentó frente al televisor, puso el canal de
videos. Hizo como que veía lo que ahí pasaban, pero en su mente las canciones traían recuerdos. Retome su vida, no digo que olvide, simplemente no deje que el recuerdo la ahogue. Apaga el televisor. Sube a la habitación. Afuera se escucha los gritos y juegos de los pequeños, el sonido de los autos de los vecinos; pronto dejarán de escucharse todos los ruidos para dar paso al silencio. Se mete entre las sábanas. Trata de dormir. Normal… piensa. De pronto sonríe. Esto no puede ser normal, dice mientras abre el cajón del buró y toma el frasco de pastillas. Normal sería no tener que sentir el vacío.
/// José Cruz, líder de Real de Catorce, celebra su cumpleaños número 62 este 2 de noviembre. ¡Felicidades, José! Foto: ProtoplasmaKid / Wikimedia Commons / CC-BY-SA 4.0