SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 340 /// 28 DE MAYO DE 2018 /// AÑO 7
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Amparo Dávila en el patio del Museo Zacatecano durante su homenaje.
El pasado 25 de mayo, en el marco de la Feria Nacional del Libro Zacatecas 2018, se realizó un homenaje a la escritora Amparo Dávila, nacida en Pinos, Zacatecas, el 21 de febrero de 1928. La maestra Amparo recibió un merecidísimo reconocimiento por su importante trayectoria en las letras mexicanas y por consolidar los géneros de la fantasía y la ficción.
[“La aparente sencillez en los cuentos de Amparo Dávila y un paseo en el recuerdo”, por Javier Báez Zacarías, en páginas centrales]
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LA GUALDRA NO. 340 /// 28 DE MAYO DE 2018 /// AÑO 7
La Gualdra No. 340
Editorial El domingo temprano decidimos ir a Trancoso, Zacatecas, un municipio ubicado a poco más de 20 kilómetros de la capital, porque nos enteramos de que se llevaría a cabo la Tercera Feria del pan ranchero y el condoche. Nuestra curiosidad gastronómica nos movió -afortunadamente-. El pan ranchero se hace en varios municipios de Zacatecas, sobre todo en los del norte, como Miguel Auza, Juan Aldama, Río Grande y Fresnillo, pero también se hace en este lugar al que la modernidad de la carretera aisló un poco porque ahora para ir a Aguascalientes por la carretera libre ya no es necesario, como antes, pasar por ahí. Los condoches son una especie de gorditas de harina de trigo y hay de dos tipos: los dulces suelen tener coco rallado y pasas, mientras que los salados pueden llevar chile; mis favoritos son los primeros, pero nada se le compara al pan ranchero. El pan ranchero de Trancoso es diferente al de otros municipios: su consistencia es más suave y la forma del pan es más grande, delgada y menos esponjosa; trozos de canela quebrada suelen aparecer mientras uno lo come; si no lo ha probado, le recomiendo que lo adquiera con los señores que durante el día suelen venir al centro de Zacatecas a venderlo, es muy probable que si va al mercado Arroyo de la Plata lo encuentre afuera, en donde venden la miel y los nopalitos. Ayer probamos dos tipos: el de harina blanca y las semitas. El primero es el más común, el que tiene canela; las semitas son de harina integral y su sabor es incluso un poco ácido debido a la levadura que utilizan y al tipo de trigo. Ambos son deliciosos, pero de este tipo de comida lo que me llama más la atención es que es el producto de una tradición añeja en nuestro Estado. Las señoras que lo hacen utilizan prácticamente la misma receta de sus bisabuelas, de quienes heredaron la técnica para que el pan se conserve más tiempo en buen estado, pero, sobre todo, para que tenga ese sabor único que remite a la comida del rancho: sencilla, bien condimentada, sabrosa como ninguna porque sabe también un poco a nostalgia. En cuanto a las gorditas, probamos tres tipos: las primeras son dulces,
hechas de cuajada y similares a las que se hacen en la región del Teúl de González Ortega, aunque las de Trancoso no tienen hoja de roble en la base y son más más delgadas; calentadas al comal se logra que la superficie sea crujiente y el interior siga siendo suave. Los otros dos tipos son las hechas a base de frijoles y las de queso. Todo, tanto el pan, los condoches y las gorditas se cuecen en horno de leña; el secreto de su sabor tan distintivo quizá estribe en que antes de meterlas al horno, ya rellenas, son barnizadas con leche agria… créame que además de darle brillo, el gusto que tienen es inigualable. Lo presentado ahí fue sometido a concurso, ya no supimos qué cocineros fueron los ganadores, lo que es seguro es que los jurados debieron haber tenido un gran problema para decidir los premios, porque todo, todo, estuvo espectacularmente delicioso. No exagero, ese municipio tiene una de las gastronomías más ricas del Estado; se disputa con Jerez la invención del asado de boda, por ejemplo, y ahí tengo que decir que aunque ambos son muy ricos me quedo con el de Trancoso también -sabe menos a naranja, su textura es espesa y su sabor más dulce-. Pero no se quede con la duda, si quiere usted probar una de las comidas más ricas de la región, casera, cocinada con esmero, le recomiendo que tome su carro y recorra esos 20 kilómetros hasta allá, justo a la entrada del pueblo está la fonda El Salvador, un establecimiento sencillo atendido por personas muy amables que le servirán ese asado de boda, nopalitos con carne de puerco y pollo en mole, todo acompañado con arroz rojo y frijoles de la olla recién hechos. Cuenta la leyenda que el caldo de res que se come ahí es el mejor de la región… lo mejor de todo es que la comida la sirven con tortillas hechas a mano recién hechas, salsa de molcajete y queso fresco. Porque la comida es parte importantísima de nuestra cultura y la de Trancoso es especial, lo invito a que la pruebe, no se arrepentirá. Que disfrute su lectura.
Contenido La danza, arte para la revolución social [Entrevista con la coreógrafa Victoria Rivapalacio] Por Gerardo Romo
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Temporada de festivales Por Maliyel Beverido
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Pitol, reseñista Adicción a los ingleses Por Mauricio Flores
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La aparente sencillez en los cuentos de Amparo Dávila y un paseo en el recuerdo Por Javier Báez Zacarías
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Volver al pasado Por Carlos Flores El Picaporte ¡Ebúllele: no te dilates! Por Simitrio Quezada
Un río metafísico Por Alejandro Palizada Sánchez
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Feria Nacional del Libro Zacatecas 2018 Programa de Presentaciones Editoriales, Conferencias y Talleres*
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El territorio conquistado de Baudelio Camarillo Por José Antonio Banda
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Una casa Por Pilar Alba La Condesa Por Alberto Huerta
Directorio
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Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
12 Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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[Entrevista con la coreógrafa Victoria Rivapalacio] 6 Por Gerardo Romo
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iudad de México.- Victoria Rivapalacio cree en el poder revolucionario de la danza para transformar la realidad y crear conciencia sobre los graves problemas que vive el País, como el abuso sexual contra la infancia. “La danza es una forma de expresión, de vivir, de estar en el mundo, es una forma de auto conocimiento, sabes lo que puedes y no puedes hacer, reconoces tus límites corporales, tus barreras y también sabes que las puedes ir rompiendo”, explica. Para ella la danza es sinónimo de libertad, estudió una licenciatura en danza contemporánea en la Universidad de Leeds al norte de Inglaterra y en la Escuela Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); en 2006 ganó la beca de Jóvenes creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Basada en lo que Isadora Duncan, precursora de la danza moderna planteaba, en el sentido de que “la danza debe expresar lo que está pasando”, Rivapalacio piensa en montar una obra que sensibilice a la población en México sobre la violencia sexual infantil. “Queremos hacer una metáfora con una cañería porque todo lo que se va en ella son los desperdicios los desagües esta parte de la cañería es quitarnos de todo lo malo que hemos vivido y que traemos encima y que preferimos encerrarlo en el silencio”. Y es que según la artista, uno de los principales problemas cuando un niño sufre violencia sexual es que los adultos cercanos no les creen a las niñas y los niños que rompen el silencio tras haber sido víctimas generalmente de familiares o personas cercanas.
Lo que se busca con esta obra es que los adultos se concienticen, pongan atención a la infancia, les ayuden a romper el silencio, en cambio son violentados nuevamente con la incredulidad y el rechazo. Generalmente, los adultos niegan el hecho y los acusan de mentir. “La gente debería creer que esto sucede, un niño, por ejemplo tiene miedo de que no le crean porque fue un familiar o alguien cercano quien abuso de él, e incluso el agresor llega a amenazar a los niños de muerte”. Cuando un niño es violentado sexualmente, agrega, Rivapalacio, no sabe si está bien o está mal lo que le está pasando, aunque siempre tiene esta intuición una corazonada de que algo no le gusta que lo que le pasa no es normal. “Y si al niño le pasa algo, los adultos son quienes no le creen o si logran hablar y denuncian el sistema judicial los revictimiza con la poca sensibilidad de los jueces”, agrega. Se espera que esta puesta en escena esté lista en próximos meses y sea presentada en el foro experimental Black Box del Centro Nacional de las Artes. Danza de contacto en escuelas Rivapalacio aplicó el método de “danza de contacto” con maestros de escuelas primarias del país para que acercaran a los niños a este arte de una manera inclusiva. El principio elemental de esta práctica es que la danza es para todos y libre. “La danza de contacto surge en el post modernismo con Steve Paxton, plantea que puedes guiar a alguien y ser guiado, al tiempo que descubres movimientos a través del tacto, busca que lo cotidiano pase a la escena y que el ciudadano común pase a la danza”, dice.
El objetivo es despertar la creatividad en los maestros y desarrollar empatía con los niños. “La idea es que los maestros acepten que los niños desde chiquitos pueden empezar a expresarse a través del movimiento corporal sin que se califiquen de bonitos o feos a los niños ni sus movimientos sino que aceptemos que son expresivos y creativos”, señala. Nacida en la ciudad de México, de 40 años, Rivapalacio ve en la danza una manera en que los niños se empoderen, creen un mundo propio, abran horizontes y construyan una personalidad sensible al entorno y conscientes de su cuerpo y del otro. En 2015 montó una coreografía infantil sobre la vida de Isadora Duncan, la mujer nacida en San Francisco California que rompió con el paradigma de la danza clásica para implementar una manera más libre de expresión en el escenario. Esta obra además de que interactuaban los niños en escena es multidisciplinaria, se creó un video, e ilustraciones con un libro para niños de la bailarina norteamericana que además fue impulsora del voto femenino. “Los niños interactuaban con nosotras y entraban en varias escenas, la idea era que ellos formaran parte de la obra y experimentaran qué es estar en el escenario, los niños se movían como el viento como las olas del mar, porque Isadora pensaba que la danza debe ser expresiva y libre, no se puede encajonar en ciertos estereotipos”, explica. En escena, si bien los niños son guiados, ellos proponen sus movimientos, se mueven de acuerdo a lo que ellos sienten, con libertad, tal como en vida lo hizo Isadora Duncan. “El niño siente que su propuesta está siendo valorada en ese momento en escena y se vuelve parte de la obra”, señala la coreógrafa.
Contra los estereotipos ¿Sigue la danza marcada por los estereotipos? -En la danza el entrenamiento es difícil, en la vieja escuela se cree de que tienes que estar delgado y obedecer a cierto prototipo. En muchos casos las niñas terminan con trastornos de la alimentación como bulimia y anorexia. En México sigue prevaleciendo el estereotipo de que el bailarín tiene que tener cierta línea estética, como ser delgados o tener cualidades quinestésicas especiales. Sólo con educación se pueden romper los paradigmas discriminatorios. Yo creo que la danza es para todos, asegura ¿Cómo la danza es factor de cambio social? -La danza es para todos y sirve para autoconocimiento, confianza seguridad, en ese sentido empodera a los niños al adulto o a quien sea. La coreógrafa señala que para la danza no hay edades, y recuerda el caso de José Limón quien a los 24 años empezó a bailar y creó su propia danza, su propia técnica, se fue a Estados Unidos y generó su propia compañía de danza. ¿Cómo acercarse a la danza? -La danza más que entenderla, hay que sentirla, preguntarme qué me pasó cuando estuve sentado frente al escenario. Como espectadores no sabemos percibirnos a nosotros mismos, sentir lo que está pasando, la danza permite observarnos a nosotros mismos. A Rivapalacio, la danza le ha dejado una herencia fundamental en la vida, el arte de conocer y aprender a escuchar al cuerpo. “Descubres que tu cuerpo es tu casa, es el lugar donde vives, es tu vehículo para estar aquí en este momento. El cuerpo tiene memoria, habla de las emociones de mi imaginario”.
Danza
La danza, arte para la revolución social
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Opinión
LA GUALDRA NO. 340
Temporada de festivales 6 Por Maliyel Beverido
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e acerca el final del año escolar y el término de un semestre. Se viene, pues, la época en que, desde bailables de kínder hasta grupos universitarios señalan, puntualizan, conmemoran y hasta celebran la conclusión de una etapa o de un ciclo. Es el momento de poner en evidencia el dominio alcanzado en una disciplina, de volverse estrella por un día (o a partir de ese día) y de impresionar a los allegados. Es una ocasión para mostrarse y manifestar cualidades inherentes y habilidades adquiridas. Es la hora de acompañar y de presenciar respetuosamente esa revelación… Oh, momento ¿dije presenciar respetuosamente? Sí, sí lo dije. Pero eso es en un mundo ideal. En el mundo real es más bien la hora dorada del “pariente impune”. Los festivales de cierre son –o deberían ser- la oportunidad para formar público, para crear conciencia en el espectador de que quienes se suben a un foro, sin importar su edad o nivel interpretativo, merecen respeto y admiración. El “pariente impune” es principalmente padre o madre, pero también hermana, hijo, tía, primo segundo,
hermano de crianza, novio, amiga con derechos, roomie, vecino de infancia, exprofesor y cualquiera, básicamente, que se sienta emocional o físicamente cercano y que crea que eso basta para darle derechos legítimos irrevocables de retardar, posponer, interrumpir o perturbar la función. Hay los que van a inmortalizar el momento con su teléfono celular o su Tablet. Para qué –insisto yo ¿para qué?- molestarse en disponer una iluminación escénica, si al pariente impune lo que le importa es tener su propia porción del espectáculo capturada en su dispositivo personal. Ahora, cuando bajan las luces y sube el telón, una tercera parte de la sala se ilumina con las pantallas de fotógrafos improvisados. No importa que se pida no usar el flash, ya que siempre es más fácil pedir perdón que permiso y, finalmente, el destello dura sólo una fracción de segundo. Un instante que puede ser crucial para quien está en el escenario pero qué importa; lo que cuenta es la cantidad de likes que la toma tendrá en redes sociales. Yo me acuerdo que en mi infancia había apenas uno o dos padres que llevaban cámara y también llegaban tres o cuatro “fotógrafos profesiona-
les” que nos tomaban foto individual o por grupitos en los pasillos del teatro, para luego llevarlas a vender a la escuela o los domicilios. Luego vino el revelado automático, y los fotógrafos tomaban las fotos antes de la función para tenerlas listas y venderlas a la hora de la salida. De esos todavía hay, pero ya los están desplazando los fotógrafos de celular. Están también los que llegan tarde -y no me refiero a unos diez minutos sino media hora y más- pero exigen que se les permita el ingreso porque están muy interesados, muy comprometidos, fueron invitados personalmente por los implicados en la función y han hecho el viaje desde otras ciudades especialmente para acompañarlos. ¿Por qué entonces no calcularon llegar a tiempo? Llegan ruidosamente, se hacen señas, movilizan a los que ya están sentados y hasta se ponen a comentar con el de junto. Una combinación entre los primeros y los segundos son aquéllos que llegan tardísimo y piden permiso para pasar nada más a tomar la foto y prometen irse luego. Todos quieren un favor excepcional, sólo para ellos, sólo una vez. Me topé con uno el otro día que me dijo indignado: “Óigame, no es
la primera vez que me encuentro la puerta cerrada”, y sólo se rio cuando contesté “será porque no es la primera vez que llega tarde”. “Pero yo sólo vine por amistad”, agregó al final. Sí, la función estaba anunciada a las 6, se dieron diez minutos de tolerancia, se permitió el ingreso entre cada número, en el momento de los aplausos y el personaje en cuestión llegó al diez para las 8. Amigos como ésos, mejor no, gracias. Algunos hasta amenazan al personal “¡Te voy a reportar con tu superior!”. ¡Sí, sí, por favor!, dígale que estoy haciendo bien mi trabajo y que procuro que se respete la función. “Es que están limitando el acceso al arte”, me han llegado a decir. ¿En serio se trata de la distribución social de las expresiones artísticas? El colmo son ésos, aquéllos que patean las puertas para entrar, que vociferan su indignación en aras, supuestamente, de la necesidad de convivencia, de la libertad de expresión y de la soberanía artística. Ojalá podamos lograr que los festivales de cierre sean también eventos formativos para la audiencia, para los acompañantes, para que los parientes impunes pasen a ser parientes participativos, parientes conscientes, parientes deseables.
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Pitol, reseñista
Adicción a los ingleses un cuerpo cerrado, ajeno a la influencia y a las tendencias de sus contemporáneos, sin antecedentes visibles ni descendientes posibles […].
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os beneficios concedidos por Sergio Pitol (1933-2018) a la literatura mexicana no se asientan sólo en su obra narrativa. Imaginaria carnavalesca, gozosa, la de Pitol es una escritura abierta que el lector puede visitar cuantas veces quiera. A ofrecimiento está su tríptico del carnaval, el conjunto de sus cuentos, aunque también lo hecho en materia editorial, ensayística y de divulgación. Siempre, desde la infancia vulnerada por la salud, Pitol fue un lector ordenado y crítico. Constante en extremo, sin importar sus incursiones en otras facetas de vida y recorrido mundano. Pitol fue un lector didascálico. Generador a su vez de otros lectores, en una especie de contagio prodigioso. De ello habla su paso por distintas casas editoriales, específicamente por la de la Universidad Veracruzana, con sede en Xalapa, la ciudad-lluvia que hizo suyas durante décadas y hasta su muerte. Un ejemplo más de la referencia se encuentra en Adicción a los ingleses. Vida y obra de diez novelistas, que tras el reciente deceso del Premio Cervantes de Literatura 2005 bien hizo el editor Porfirio Romo al rescatarlo del catálogo histórico de Lectorum. Libro que recuerda además, en paralelo de su erudición, una de las características de la prosa de Pitol, siempre mezcladora de géneros. También libro-personal, si bien abunde en sus apartados sobre los otros, y es que como Pitol decía: “Soy hijo de todo lo visto y lo soñado, de lo que amo y aborrezco, pero aún más ampliamente de la lectura, desde la más prestigiosa a la casi deleznable”. En Adicción a los ingleses el lector descubrirá diez invitaciones al descubrimiento de igual número de autores prestigiados. A la maravilla de sus universos y personajes, antes reconocidos por Pitol, garantía para incluirse en el canon lector de cualquiera interesado en la literatura universal y, específicamente, la inglesa. Empresa que se presume complicada, pero que el autor consigue con naturalidad y convencimiento, a su vez resultado del experimentado oficio lector y una gran prosa. Así reseñó Pitol a sus preferidos ingleses.
Charles Dickens El mundo inventado por Dickens coincide muchas veces con el real, pero mantiene una fisonomía propia. Su existencia es un espejo impreciso, una forma metafórica de nuestra existencia. Su universo está forjado por una imaginación poderosa, poblado por una abigarrada y pintoresca humanidad cuyo sentimentalismo, manías, ideales, vulgaridad y sufrimientos de un modo u otro reflejan y a la vez intensifican o adelgazan nuestros sentimentalismos, manías, ideales, vulgaridad y sufrimientos […]. Joseph Conrad Otro de los grandes temas de Conrad es el de la soledad y el aislamiento del hombre. La soledad puede ser elegida voluntariamente como una forma de expiación, o impuesta por el organismo social. Bertrand Rusell cree encontrar la clave de la personalidad de Conrad en “Amy Foster”, uno de los cuentos incluidos en Tifón […]. Adicción a los ingleses incluye también reseñas sobre Jane Austen, Emily Brönte, Ronald Firbank, Evelyn Waugh y Flan O´Brien. ***
Virginia Woolf La novela que soñaba Virginia Woolf tenía que construirse con los mismos elementos de que está hecha la poesía. No se trataba de hacer prosa poética, nada de eso, sino de que el cuerpo narrativo, los personajes y su entorno estuvieran bañados de ese halo luminoso que nutre la poesía. Romper las rutinas de ese realismo gris, pobre y melodramático que predicaban Wells, Galsworthy y Bennett, aprehender en cambio, el instante, darle forma y color a algunos de esos átomos que recibe la conciencia, detenerse en el detalle y tratarlo como si él, por mínimo que parezca, fuera el Universo; disgregar por un momento lo que está unido, estudiar algunas de las porciones y luego devolverlas a la unidad, sólo así la mirada del novelista podrá ver la porción y el conjunto […]. Henry James El cuerpo de una novela de James lo constituye la suma de observaciones, deducciones y conjeturas que un personaje hace sobre determinada situación. El autor pre-
senta a un observador desde cuyo punto de vista el lector sólo puede enterarse de la fracción de verdad que a aquél pueda ser accesible. El mundo real se va deformando al ser filtrado por una conciencia; de ahí la ambigüedad de los personajes jamesianos: un personaje presencia o vive una situación determinada y al mismo tiempo intenta relatar sus percepciones. Nunca sabremos hasta dónde se atrevió al contarnos una historia, ni qué partes consideró ocultar para no ser indiscreto […]. Ivy Compot-Burnett Ya las fotos delatan su excentricidad. Esa anciana espigada, vestida de luto severo, peinada a la moda de un siglo atrás, de mirada desafiante, lejana y desconfiada, la boca de labios apretados, una mera línea horizontal bordeada de innumerables pequeñas estrías que la cierran aún más; una apariencia que apenas varió en los últimos cuarenta años de su vida […]. Esta anciana ósea y elegante es la señorita Ivy Compot-Burnett (1884-1969), autora de veinte novelas que constituyen
Manera de leer Cuando Pitol habla de literatura, de la propia y de la ajena, algo me remite insistentemente a los prólogos que [Henry] James hizo de sus novelas para la edición de Nueva York pero tan pronto alcanzo el libro adecuado en la biblioteca, el efecto desaparece y sigo buscando como si en el propio magisterio de Pitol viniese incluida esa infinita y voluptuosa manera de leer que se parece al cigarrillo en las palabras de Oscar Wilde, un placer que nunca cesa y que nunca sacia. Christopher Domínguez Michael
*** Sergio Pitol, Adicción a los ingleses. Vida y obra de diez novelistas, Lectorum, México, 2018, 164 pp. * @mauflos
Op. Cit.
6 Por Mauricio Flores*
Homenaje a Amparo Dávila
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LA GUALDRA NO. 340
La aparente sencillez en los cuentos de Amparo Dávila y un paseo en el recuerdo 6 Por Javier Báez Zacarías
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urante algunos años, en la última década del siglo XX, la obra de Amparo Dávila no se conseguía, la edición de sus libros se había agotado y las editoriales no la reeditaban; sin embargo, la presencia de esta escritora en la literatura, permanecía; su nombre estaba presente en las aulas, en las investigaciones, en las antologías, en el gusto de un tipo de lector secreto, elegido. Actualmente, y desde hace varios años, las cosas han cambiado, las editoriales han reeditado sus libros y han publicado otros nuevos, lo que provoca que el interés por sus cuentos y sus poemas aumente. En alguna ocasión Amparo Dávila me platicaba la alegría que le daba que los jóvenes se acercaran trayendo sus libros para que los firmara, eso le mostraba, dijo, que sus cuentos
aún eran vigentes. Recuerdo la muy larga fila de personas —muchas de ellas jóvenes— que, en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, aguardaba por la firma de esta autora. El aprecio y el interés por ella y su obra es evidente. Sus textos tienen ese rasgo que caracteriza a un número reducido de obras de arte, la capacidad de coincidir con el gusto de los lectores más allá del tiempo y del espacio. La emoción que despiertan sus cuentos a través de la angustia que provoca lo oculto y lo desconocido, sobrepasa los países y los idiomas. Hace unos meses Amparo Dávila me enseñó unas traducciones de sus libros al eslovaco y al árabe. Este último, el libro en árabe, abre con una dedicatoria del traductor, Mohamed Ibrahim Mabrouk, escrita en español, que dice: “Para ti Amparo… y para todos los que he amado de los escritores de tu idioma, os abro las puertas de mi corazón para que lo habiten
y para que habiten en mi lengua!!! (El Cairo, noviembre 2007)”. ¿De dónde viene tal encanto por esos cuentos terribles? Tal vez del decir sin decir del todo, del uso mínimo de elementos para expresar el horror y el miedo; de la sugerencia que inmiscuye al lector y lo hace —aparentemente— partícipe. Los cuentos de Amparo Dávila tienen la virtud de la aparente sencillez, pero estructurados de manera compleja; podemos verlo tan sólo en la caracterización de varios de sus personajes. El asunto que presenta y el personaje que lo provoca son incomprensibles. En su obra encontramos animales que, casi humanizados, acechan; encontramos seres humanos que animalizados, persiguen; sombras que, escondidas, amenazan; sus textos se acercan al límite que separa lo natural de lo desconocido, nunca lo cruzan, jamás lo mencionan, sólo lo sugieren provocando el desconcierto, la duda.
Los entes que amenazan y ocasionan temor están fuera del marco cotidiano, algunos son invisibles e innombrables. Es el caso del cuento “La celda”, en el que un ser que viene con la noche domina, poco a poco, a María Camino; ella se siente incapaz para comentarlo con alguien, sabe que su situación es muy parecida a una condena, pues está obligada a vivir en ese martirio sin la posibilidad de expresar sus sentimientos, sin poder contar lo que sucede. Al principio le causa miedo y trata de escapar mediante el matrimonio, busca un novio con la intención de que la lleve lejos, e incluso, en un momento, intenta adelantar la fecha del casamiento para huir de esa condición que ve como una horrible tortura. Después, conforme el tiempo avanza y el día de la boda llega, la situación cambia, el sujeto misterioso, al que sólo menciona como “él”, la va conquistando, al grado que el pretendiente toma el papel del aborrecido, y el miedo, indispensable para esta
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—¿De qué estamos hablando, Marcela? —pregunta Sergio angustiado—, o más bien, ¿de quién estamos hablando? —De ella, Sergio, del sapo que me acecha noche tras noche, esperando sólo la oportunidad de entrar y hacerme pedazos, quitarme de la vida de Luis para siempre. La expresión “Ella” se refiere a un ser humano, al que después se le nombra “sapo”, como si fuera un animal; la acción de este último está igualmente dividida: quiere hacer
/// Amparo Dávila durante su homenaje. Foto de Comunicación Social del IZC Ramón López Velarde
pedazos (como un animal), y además quitar a una mujer de la vida de un hombre (actitud humana). Sergio, el amigo de Marcela, le hace notar que está muy nerviosa, a lo que ella responde: “No, Sergio, no son mis nervios, es su presencia ahí bajo mi ventana todas las noches, ese croar y croar toda la larga noche”. Y la duda permanece. ¿Quién persigue a Marcela? ¿Una mujer? ¿Un animal? ¿Un ente extraño para el que no hay clasificación? ¿O es sólo que Marcela está enloqueciendo? La obra de Amparo Dávila tuvo reconocimiento desde muy temprano; Alfonso Reyes, después de leer uno de sus primeros cuentos le dijo: “Eres cuentista y vas a seguir en el cuento”, una frase que me parece maravillosa, como si con una vara mágica le mostrara el porvenir. En el año 2013, la revista Barca de Palabras de la Unidad Académica Preparatoria de la Universidad Autónoma de Zacatecas dedicó, como homenaje, uno de sus números a esta escritora. La revista Barca de Palabras debe mucho a Amparo Dávila, pues ella siempre ha mostrado interés, preocupación y apoyo por esta publicación. En ese número sacamos una entrevista que yo le había hecho años antes, en ella me contó cómo había conocido a Afonso Reyes y su relato fue una perfecta narración, llena de encanto. En esa entrevista me dijo: “Yo lo conocí en San Luis. Él fue a unos cursos de invierno, a los que iba gente importantísima. Esos cursos los patrocinaba don Jesús Silva Herzog y la Universidad de San Luis Potosí. Pues a esos cursos fue Alfonso Reyes; y nos llevaron a presentar a los jóvenes que empezábamos a escribir en ese momento. Yo acababa de publicar (el libro de poemas) Salmos bajo la luna. Para mí fue una gran emoción, un deslumbramiento, conocer a Alfonso Reyes. Fue muy amable con nosotros, muy cariñoso, pero ahí quedó todo. Yo ya tenía el proyecto de venirme a México, pero todavía no definido. Pasaron unos meses y viajé a Guanajuato, a los Entremeses Cervantinos que hacía Ruelas, andaba por el Jardín
de la Unión, cuando vi a don Alfonso sentado solo en una banca. Me acerqué a saludarlo y a preguntarle si se acordaba de mí. Imaginé que no, quién se iba a acordar de una joven que había conocido hacía meses, entonces yo le dije dónde, cómo, y le dio mucho gusto. Él era muy cordial, muy abierto, muy cariñoso, y me invitó a que me sentara porque Manuelita, (su esposa), había ido a buscar unos libros, que él había dejado apartados en una librería en la mañana y los iba a recoger. Empezamos a platicar don Alfonso y yo; le conté que me pensaba venir a México y todo eso, y él me preguntaba que qué hacía yo en San Luis. De pronto, como soy distraída, me empecé a entretener viendo en el jardín unos de esos crespones, que movía un vientecito y que el sol de la tarde doraba. Me puse a recordar a Saint Exupery, cuando el zorro le dice al Principito que ya no va a sufrir por su ausencia, porque cada vez que vea los trigales va a recordar su pelo. Me debo de haber quedado con la mirada perdida y me dijo don Alfonso: ¿En qué estás pensando niña que ya te fuiste a otro lado? Le contesté: Pues fíjese que le va a dar risa, pero estaba pensando en lo que el zorro le dijo al Principito de Saint Exupery. Entonces don Alfonso se puso con una cara de felicidad, no tienes idea tú hasta qué punto. Se levantó, me abrazó, me dio besos en la frente, en las mejillas, bueno, me dijo: Has llegado a lo hondo de mi corazón, criatura, porque no sabes cuánto amo a Saint Exupery, cómo amo El Principito. Entonces él estaba en la euforia total, cuando llegó Manuelita con los libros, le contó don Alfonso, y ella también me dijo: Pero mira nada más, que has puesto el dedo en la piedra de toque. Desde ese momento cambió en nuestra conversación, todo el tono, me dijo él: Mira niña, si te vas a vivir a México, inmediatamente nos buscas, promé-
teme que nos vas a buscar. Así fue, al poco tiempo me vine a México a vivir con mi madre y un día fui a visitarlos. Estuvimos muy contentos platicando, luego me invitaron a que fuera como a los quince días a comer con ellos y así empecé a frecuentarlos, de la manera más sencilla. Un día me dijo don Alfonso: Fíjate que tengo que hacer un libro para Monterrey, pues me van a hacer un homenaje. ¿De casualidad tú no conocerás alguna muchachita que sepa escribir en máquina, que tenga buena ortografía, que no cobre mucho, para que me saque en limpio borradores y muchos textos que tengo manuscritos, y que me los pase en máquina? Le dije: Sí, fíjese que sí la conozco. Quién es, me preguntó interesado. Le dije: Pues yo”. Me parece que la manera en que Dávila cuenta la vida tiene mucho que ver con su forma de narrar la ficción. En 1995 me platicó de la emoción que sintió cuando, al abrir un periódico Excélsior, se enteró de que Radio IMER transmitiría un programa dedicado a ella. “Fue muy bonito —me dijo—, me encantó; primero dieron una nota crítica sobre mi obra, lo cual me pareció muy acertado; luego hablaron de mi autobiografía, la que tengo en Narradores ante el público, de ahí estuvieron tomando fragmentos. Luego, en la tercera parte, leyeron el cuento “Alta cocina” e hicieron comentarios. Iba a empezar la lectura del (cuento) “El entierro” y se fue la luz, porque anoche cayó una tormenta espantosa. Amaneció con una humedad tremenda. En este rumbo siempre que hay tormentas se va la luz. Nos quedamos sin saber ni cómo terminó el relato ni qué más dijeron”. La ambientación del momento que describe es parecida a la de sus cuentos: lo inesperado, la humedad, la oscuridad, lo no comprensible a fin de cuentas. Por todo esto, Amparo Dávila, gracias. * Texto leído el 25 de mayo en el Patio del Museo Zacatecano durante el homenaje realizado por Gobierno del Estado de Zacatecas a Amparo Dávila.
Homenaje a Amparo Dávila
clase de relatos, se vuelve amor, deseo: “Mientras José Juan hablaba y sonreía satisfecho, ella hubiera querido… Sin importarle lo que pensara su madre y su novio, corrió escaleras arriba hacia su cuarto. Allí lloró de rabia, de fastidio… hasta que él llegó y se olvidó de todo…”. Encontramos, también, personajes extraños que persiguen y son tangibles, visibles. Aunque éstos, por muy concretos que sean, nunca dejan de ser ambiguos. Dije que en sus textos son comunes los animales que pasan como humanos y, al contrario, los humanos que se acercan a lo animal. En el cuento “El huésped”, un ente siniestro ha llegado a la casa. Da la impresión de que se trata de un perro, pues dice: “mi marido lo trajo”, y advierte “es completamente inofensivo”, y asegura “te acostumbrarás a su compañía”; la mujer termina aceptándolo pues observa que el esposo goza teniéndolo allí. Pero también puede tratarse de un ser de razón y voluntad. La mujer recuerda “el día en que vino a vivir con nosotros”; también que sus ojos “parecían penetrar a través de las personas y las cosas”. En ocasiones “lo sentía detrás de mí… yo arrojaba al suelo lo que tenía en las manos […] él volvía nuevamente a su cuarto como si nada hubiera pasado”. Puede tratarse también de alguien maligno y peligroso. La mujer habla de que sus ojos son redondos y no tienen parpadeo, de que odiaba a los niños y de que a ella siempre la acechaba. Además “su alimentación se reducía a carne, no probaba nada más”. Y, cosa curiosa, este extraño que atemoriza, al igual que Él —personaje de la narración “La celda”—, tampoco puede nombrarse. “Guadalupe y yo nunca lo nombrábamos, nos parecía que al hacerlo cobraba realidad aquel ser tenebroso”. Podemos ver esto, también, en el cuento “Moisés y Gaspar”, en él están, ahora, dos personajes ambiguos que parecen perros; al narrador se los ha legado su hermano muerto. Así habla de ellos: “allí estaban mirándome fijamente, no sabría decir si con hostilidad o desconfianza, pero con mirada terrible”. Entes a los que es difícil, o a veces imposible, clasificar; que oscilan entre lo racional y lo irracional, entre lo angelical y lo demoníaco. “No supe qué decirles en aquel momento”, comenta como si se tratara de seres humanos, o: “Se me acercan silenciosamente, como tratando de olfatear mi estado de ánimo” como si fueran animales; a estos seres les llevan de comer dos veces al día y lloran en silencio. La descripción de esta escena es curiosa, describe las lágrimas que ruedan de sus ojos y caen al suelo, pero en la cara de estos personajes no hay ninguna expresión, ningún indicio de humanidad, no hay muecas, no hay gritos. El cuento “Música concreta” presenta lo opuesto, humanos con características animales. El personaje llamado Marcela se siente perseguido por una costurera que es vista con la apariencia de un sapo:
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LA GUALDRA NO. 340
Volver al pasado Río de Palabras
6 Por Carlos Flores
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oy recibí una llamada. “¿Sí sabes quién soy?”, me dice una voz muy familiar que no lograba reconocer. No sé, dame una pista: ¿mariguana, caguamas o tequila?, contesté. “Tibio”, me dice, “soy Pedro, tu compañero de la secundaria”. No tardé en ubicarlo, sobre todo porque lo acababa de ver un par de años antes cuando su hija entró a estudiar a la escuela en donde trabajaba. El asunto: nos vamos a reunir los compañeros de la secundaria. En ese momento me sentí como el cuate de la serie ochentera de “Los años maravillosos”, un adulto que narraba su niñez y adolescencia de una manera muy entretenida, pero sobre todo, con un excelente soundtrack,
y que a veces lo hacía uno soltar las de san Pedro o reflexionar sobre ciertas cuestiones. Y entonces, en ese momento me vi a mí mismo en aquella secundaria. El lugar en cuestión es la Secundaria Federal Número 3, la cual preferí en vez de la número 1, sólo por darle en la contra a mis padres. No me arrepiento, ahí viví momentos realmente geniales: el primer amor: una chica que dejó de dirigirme la palabra al siguiente día de haber hablado con ella por primera vez y sentir esas tremendas mariposas en el estómago que tanto había mentar, debido a que mi “mejor amigo” le dijo cosas terribles que supuestamente había dicho sobre ella. La caída fue fatal, pero sobreviví. También están ahí los primero cuates: Horacio, Sergio, el Gallo, el Cone, Edgar, Vi-
llalobos, Roberto, Pedro, etcétera, y cómo no, las primeras borracheras con chela en bolsa con popote; los primeros pleitos de “compas” con cuates que no conocía y que después se convirtieron en verdaderos compas; los primeros pininos en la vida discotequera: ¿cómo olvidar las famosas tardeadas del Elefante Blanco? El soundtrack de mi vida no estará tan genial como el de la serie que mencioné, sin embargo valdría la pena tenerlo: Depeche Mode, U2, Pet Shop Boys, Kiss, The Smiths, Def Leppard, The Human League, A Flock of Seagulls; y la parte de “chico disco”: MC Hammer, Falco, Johnny O, Stevie V, Erasure, menos clásico pero bien ochentero. Lo mejor sin duda fue la gente que conocí. Los compañeros que llegaron al igual que yo,
El Picaporte
¡Ebúllele: no te dilates! 6 Por Simitrio Quezada
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l imperativo “Ebúllele” es “hiérvele”. Es decir: dale movimiento, métele candela, ponle huevos, apúrale, te estás tardando, a ver a qué horas, ya estarías haciéndolo. Ebúllele, búllele, no te dilates. Mientras lo que ebulle burbujea y salta, lo que se dilata se expande, comienza a ocupar más espacio, se aconcha, en vez
de avanzar se hace un lecho mediante su propia masa. Ebulle el hiperactivo y se dilata el perezoso o lento. Mi hijo llegó a la central camionera de Zacatecas bien “bullido”, pero el autobús que salió de Guadalajara venía ya “dilatado”. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com
dejando un pie en la niñez y poniendo el otro en la vida adulta: prejuicios, ilusiones, sueños, pasiones, deseos, cuestiones que compartimos y que de alguna manera forjaron lo que somos hoy en día. Todos ellos, para bien o para mal, dejaron una profunda huella en mí, me mostraron cómo adaptarme a la vida, cómo relacionarme con los demás, cómo diferenciar aquello que valía la pena de lo que no. Así que esta tarde dejaré de hacer lo que regularmente hago los viernes e iré al encuentro con mi pasado, para ver de nueva cuenta aquellos rostros que me fueron familiares por años, y que hoy, luego de más de veinte años, vuelven a estar juntos. Estoy nervioso, ¿quién no? No sé a quiénes encontraré ni cómo será ese encuentro, pero por el tiempo compartido vale la pena probar.
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28 DE MAYO DE 2018
Un río metafísico
6 Por Alejandro Palizada Sánchez*
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abía conocido algunos versos, algunos bocetos de lo que ahora es el libro de José Antonio Banda, Río interior (Ediciones Atrasalante/ISC, 2016). Aun así, la primera impresión de su libro, este pequeño objeto abismado, estuvo acompañada de mucha emoción. Ocurre que presentar un libro suele ser la apología de un autor y su obra. Pero hago a un lado eso para hablar de impresiones. Desde el fondo de mi convicción, al hablar de poesía lo más honesto es, me parece, compartir la impresión, la huella, la llaga que las palabras hacen a un lienzo personal. Lo verdaderamente importante es este empaparse de las aguas del río, meter los pies en la corriente. Río interior es un balde de imágenes donde uno sumerge las manos y va pescando un signo, una seña, una nota musical, un montón de colores intensos. La primera impresión corresponde al epígrafe del primer texto, Invitación al viaje. Es una línea brevísima, de una densidad increíble: “a mi padre que admiró la cauda de un cometa”. Como en varios de los poemas que conforman el libro, el primero de ellos está impregnado por una estética muy romántica. Un hombre contempla la cauda de un cometa, sigue el movimiento de la estrella, y las visiones en espiral van decantándose, desde el pasado en que ese hombre, que es el padre, admiró la cauda de un cometa, hasta el presente de otro hombre, el hijo, que abre la búsqueda -y con ello el viaje- de lo inefable, lo invisible, el desvanecer del mundo en el tiempo. Es una estrella distante, una noche por encima de la noche. El título del libro se presta a varios juegos: el río es el agua de la memoria, la cauda en movimiento aprisionada en la palabra, la tormenta horizontal que repta la piel de una tierra desconocida. El hombre que habla en los poemas se obsesiona con mirar atrás. Entonces el río es el tiempo. Pero el tiempo, ya se sabe, es una cosa de demonios extraños y propios. El tiempo se desdobla en dos caudas distintas -a veces muy distintas-, en eso que genéricamente y por consuelo llamamos tiempo, relato lineal que aceptamos como lo real, y en ese otro flujo mental, tormenta de arena que transforma las dunas y el horizonte. En más de un sentido este Río interior confiesa su temblor ante esta escisión: “Soy un latido a la deriva del lenguaje, un tropo hallado con torpeza en el poema que otro escribe”. El poeta se sabe prisionero y prisión: mirar al pasado es emprender el viaje a ningún lado, perder el tiempo en el tiempo
Todo es parte de nosotros, todo nos toca con su voz de relámpago; todo amanece como aquel incendio sobre el valle…
mismo. No se me malentienda: andar el laberinto de los recuerdos puede ser una droga fenomenal. Pero no es de añoranzas de lo que trata este libro, o no por completo. Aunque con mucha recurrencia los poemas buscan postales de otro tiempo -un árbol, una baranda, un periódico abandonado-, la añoranza deviene tragedia cuando el que recuerda se descubre atrapado, porque es imposible volver al pasado, o porque en el lenguaje el brillo y la pureza del origen resultan por siempre perdidos e inefables. Dice el poeta: “El mundo es siempre lo perdido / Todo se desvanece entre sus manos / las fuentes los jardines un espejo…”, y en otra parte: “Toda la noche escribo contra la noche, […] pero mi pensamiento golpea y no avanza […] Pasa la hora de esperar la llegada del tiempo que fue, será y es siempre hoy”. Repito, la añoranza deviene drama porque el recuerdo -artilugio raro del almasiempre es hoy. Siempre la vida es nada más ese instante. Mucho me he preguntado si estos poemas son realmente sombríos y desoladores. Y me digo que quizás por
eso trasminan un sentimiento muy romántico: la melancolía supura entre página y página. Desde luego, todo ese sentimiento lastimoso es en buen sentido. No hay sentimiento más elevado que esa tristeza absoluta -casi vintage- del romanticismo alemán, a lo Werther. Esa capacidad de salir al mundo, de salirse de uno mismo, abrirse a la inmensidad de la existencia y sentirse poca cosa. No porque uno tenga problemas de autoestima, desde luego, ni porque hagan falta vitaminas o un buen libro de autoayuda. Más bien porque es una experiencia singular sentirse poca cosa frente al universo. ¿Quién es capaz de decirlo? ¿Quién es capaz de hablar con toda franqueza y decir, decirle al cosmos, decirle a Dios, decirle al mundo: “Sí, soy poca cosa ante la inmensidad de lo que existe, ante la eternidad del tiempo y del sueño, soy un hombre y miro el cosmos”? La tristeza que emana de algunos poemas es de esa rara especie que nace del asombro. En una época en que las emociones están completamente estandarizadas, en una época en donde el asombro
La totalidad a la que interpela José Antonio Banda solamente puede entenderse como una ambición desbocada. Esta visión del hombre como un ser en perpetua búsqueda también lo presenta como un ser en constante mutación. Esta mutación siempre azarosa es acaso un destino en la escritura, una búsqueda superior a nosotros mismos como individuos, una oscura necesidad de evadirse de la cotidianeidad. Uno desearía como él, lanzarse a ese viaje sin sentido, no por el viaje en sí, ni tampoco por el “aprendizaje” en el camino, sino por sentir la vida como una afrenta, como un desequilibrio inmanente que debe ser ajustado. En el poema y en el territorio nebuloso del pasado, una noche, un hombre, acaso yo mismo, admiré la cauda de un cometa, sin entender la hendidura de la noche. * Alejandro Palizada Sánchez (Irapuato, 1982). Escritor. Autor de los libros de poesía Videns (Plataforma, 2011) y Fantasmas (Azafrán y Cinabrio, 2012). Es editor de Argonauta, revista cultural del bajío, y profesor de literatura en la Universidad de Guanajuato.
Libros
se reduce a un “like”, hay libros como éste que todavía apuestan a lo grande, a la pureza de unos pensamientos nada sencillos de ubicar. Habiendo hecho todo este detour, Río interior es el libro de un amigo. Es la expresión cincelada de un compañero de caminos literarios. Como lector procuro descifrar los entresijos de esa expresión, sus versos los desgrano como los secretos de un amigo parsimoniosamente entregado a los demonios. No hay muchos escritores así. El río del autor es en realidad un río metafísico, un andar entre correspondencias, entre almas pontificadas como dice el Maestro. Regreso a la misma metáfora. Igual que un río la escritura corre en busca de aquello que se ha perdido y que no deja de asediarnos. El poeta no cesa de ir de página en página tras de aquello perdido y cuyo rostro lo ha estremecido, y que ya no pertenece al mundo sino bajo la forma de pequeñas letras negras inscritas en la página. En la escritura de José Antonio Banda se manifiesta esa necesidad de nombrar el origen, la ascendencia de una herida, como una melancólica arqueología de sí mismo. De ahí tal vez que el libro concluya con la posibilidad de decir la vida de muchas maneras. Y sin embargo:
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Feria Nacional del Libro Zacatecas 2018
FENALIZ 2018
Programa de Presentaciones Editoriales, Conferencias y Talleres* Lunes 28 16.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL La virtud de la administración pública. Tres ensayos sobre las observaciones de Luis De la Rosa Oteyza De Mariana Terán, Édgar Hurtado y René Amaro Comentan: Martín Escobedo, José Luis Acevedo Modera: Judith Rivas MUSEO ZACATECANO
MUSEO ZACATECANO
17.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Monte Escobedo más de 100 años de historia gráfica De Elia Bañuelos Comentan: Veremundo Carrillo y Emma Escobedo
Jueves 31 16.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL De recuerdos e invenciones De Rosa María Sánchez Lara Comentan: Jánea Estrada y Yolanda Alonso MUSEO ZACATECANO
Martes 29 16.00 H Compañía teatral Carlos Ancira Cuento de nunca acabar Actividad infantil 17.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL La Constitución Política de la República, 1895 Edición facsimilar Comentan: Edgar G. Encina y Marco Antonio Flores Zavala Modera: César Alejandro Herrera 19.00 H TEATRO CIEGO Actividad (ejercicios para comprender la percepción artística de los débiles visuales) Compañía teatral Carlos Ancira SALÓN WIRIKUTA DEL MUSEO ZACATECANO 20.00 H PARTICIPACIÓN ESPECIAL Lectura dramatizada Textos bajo la luna Colectivo multidiscipinario Ecos de la luna ESCALINATAS CIUDADELA DEL ARTE Miércoles 30 17.00 H PRESENTACIONES EDITORIALES - Cubismo tachado, morfologías insurrectas De Jorge Juanes Comenta: Sonia Viramontes - Diego Rivera pintor de templos de Estado De Jorge Juanes Comenta: Sigifredo Esquivel Marín
Comenta: Rogelio Celón MUSEO ZACATECANO
18.30 H CONFERENCIA MAGISTRAL La resistencia del arte, antes y después del fin del mundo Por Jorge Juanes MUSEO ZACATECANO
18.00 H CONCIERTO La Banda del Club Papiroplástica Para público infantil con temática de grandes obras editoriales PLAZUELA GOITIA
19.30 H HOMENAJE a Jorge Juanes MUSEO ZACATECANO
18.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL DE LA NOVELA GRÁFICA El Complot Mongol De Ricardo Peláez Goycochea Comentan: Carlos Flores y Eduardo Jacobo Bernal MUSEO ZACATECANO 19.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Antología de literatura de la frontera De Jorge Humberto Chávez MUSEO ZACATECANO
I COLOQUIO FRANCESES EN ZACATECAS En CINETECA ZACATECAS
Domingo 3 12.00 H CONCIERTO La Banda del Club Papiroplástica Para público infantil con temática de grandes obras editoriales KIOSKO, JEREZ, ZACATECAS
17.00 H CONFERENCIA MAGISTRAL Los franceses en México: la construcción de una mirada Por Javier Pérez Siller 18.00 H CONVERSATORIO con descendientes franceses en Zacatecas
16.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Urdiendo ficción. Antología de los talleres literarios en Zacatecas Comentan: Víctor Manuel Chávez Ríos - coordinador y Yolanda Alonso - editora MUSEO ZACATECANO
19.00 H CONFERENCIA MAGISTRAL La oscura y larga noche que nació Frankenstein Por Godofredo Olivares Viernes 1 de junio 15.00 H Mesa PECDAZ 16.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Antes De Mónica Maristain Comenta: Irma Gallo Modera: Álvaro Lara MUSEO ZACATECANO I COLOQUIO FRANCESES EN ZACATECAS 16.00 H MESA DE TRABAJO El mundo en la bizarra capital: aproximaciones a los extranjeros en Zacatecas S. XIX Participan: - Christian M. Barraza Loera: El estigma del otro. Presencia protestante en el entorno cató lico. Zacatecas 1847- 1876 - Manuel Sánchez: Entre militares, mineros yartistas. La historia de la migración alema- na en Zacatecas, 1825-1835
- Xochitl Marentes: El inicio de la travesía: la comu- nidad francesa en Zacatecas 1828-1857 Modera: Guadalupe Noriega CINETECA ZACATECAS 17.00 H CONFERENCIA MAGISTRAL Los Franceses en Guadalajara durante los siglos XIX y XX. Su importancia social, económica y cultural Por Sergio Valerio Ulloa CINETECA ZACATECAS 17.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Una novela criminal De Jorge Volpi Comentan: María Isela Sánchez y Salvador Lira MUSEO ZACATECANO 18.00 H CONVERSATORIO Comunidad francesa residente
en Zacatecas A cargo de Alianza Francesa de Zacatecas CINETECA ZACATECAS 18.45 H CLAUSURA I Coloquio Franceses en Zacatecas y muestra gastronómica Alianza Francesa y UVC CINETECA ZACATECAS 19.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Revista Arte Mío, Cuarta edición Comentan: Jesús Reyes, Iván Leaños, Alejandro Alvarado, Luis Adauta, Margarito Cuéllar Modera: Guadalupe Carrillo MUSEO ZACATECANO Sábado 2 13.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Cuando el cielo se pinta de
anaranjado de Irma Gallo Comenta: Mónica Maristain Modera: Rosy Robledo CINETECA ZACATECAS 16.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Almas en el viento De Elba Tana MUSEO ZACATECANO 19.30 H LECTURA DRAMATIZADA Fundación Más lectura un mundo mejor La poesía nos alcanza ESCALINATAS CIUDADELA DEL ARTE 17.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Epístolas y cuentas de la negociación minera de Vetagrande, Zacatecas. 1791- 1794, 1806-1809.
17.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Tengo un pato en el bolsillo De Bernardo Govea Comenta: Gabriela Correa MUSEO ZACATECANO 18.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL El vigor de los abismos y Todo el amor de Rita Vega y Juanita Conejero Comenta: Javier Acosta Modera: Judith Navarro MUSEO ZACATECANO 19.00 H PRESENTACIÓN EDITORIAL Teatro de ahora. Drama- tismo de México en silencio de Mauricio Magdaleno De Marcela Magdaleno Comentan: Alejandro Ostoa y Josie Bortz MUSEO ZACATECANO
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28 DE MAYO DE 2018
6 Por José Antonio Banda
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n su célebre libro, Las raíces del romanticismo, Isaiah Berlin escribe que los ideales no se descubren, sino que se inventan y desarrollan como un organismo a lo largo del tiempo. En memoria del reino (Valparaíso México, 2016), de Baudelio Camarillo, es vasija de esas preocupaciones románticas, donde ha desarrollado un universo propio y bien reconocible, arraigado en cosmovisiones míticas que retoman la experiencia infantil. “Fuimos alguna vez niños que jugaban bajo la luz del sol y no distinguíamos entre la libertad y la necesidad, entre la pasión y la razón”, dice Berlin, recordando que los tiempos infantiles son tiempos de plenitud, de inocencia no perecedera, libre de responsabilidades, sumergida en el gozo. El universo de Camarillo está habitado por una fuerza que se desborda. En los poemas sobre el Río Guayalejo, el tiempo es una imagen donde “La luz que entra en sus aguas olvida pronto el cielo”. El río es umbral y camino hacia otra orilla, otro cielo y otra cumbre en donde el misterio encarna y todo lo imanta, porque todo lo prefigura: La felicidad plena del niño que vivió con ojos asombrados sus diversas maravillas; el joven que en sus aguas encontró “la más hermosa ninfa”; el adulto que recuerda el sitio más secreto como un remanso donde “la luna y una rosa [no] serían cosas distintas”. A la vuelta de los años, o a la vuelta del río, símbolos semejantes en el universo de En memoria del reino, el misterio también es ese reino de la infancia: “hoy que se sientan en el patio bajo la luna llena/ y conversan de cosas opacas y aburridas/ y fuman largamente/ mientras sus hijos juegan”. “Todo está destinado a fenecer, pero la infancia es lo único que no ha de ser vencido por la muerte”, escribe Benjamín Valdivia; la nostalgia se funda en el hecho –piensa Berlin a propósito del romanticismo alemán– de que intentamos comprender el infinito, abrazar lo inabarcable, asir lo inasible, no como un salto hacia adelante, sino hacia atrás, a lo que no puede ser vencido porque está compuesto aún de sombra pretérita. El hombre, por eso mismo, camina a tumbos en su intento de retornar a casa, al hogar que abandonó no sabiendo que lo hacía, pensando que en otro sitio hallaría su espacio, y no en ese lugar donde se halla la primera y acaso única dicha conocida. Para Valdivia, “el abandono de la infancia física nos sitúa en la infancia estética”, en la fundación de una inocencia carente de responsabilidades; labrada en el misterio encarnado en la figura femenina. En “Arpegios”, por ejemplo, sección central de En memoria del reino, el poeta elabora esta variación a su mitología para, acaso, purificar la realidad siempre impura. Se dice que los mitos expresan lo inexpresable, que encapsulan lo oscuro, lo irracional, la pulsión que no se doma bajo
el látigo de la razón. El mito aquí es Orfeo abriéndose paso en “una noche [donde] tus muslos o tu libro o tu música/ se abrirán para mí”. El mito es pronunciar el nombre de la amada “como si se saboreara un fruto de seis letras”. El mito es la mirada constante hacia una realidad siempre en fuga, “una luz [que] abre puertas/ y descorre cortinas”; porque sólo el mito refunda la existencia del hombre salvándolo de las monotonías de la vida, de esa oscuridad bajo el yugo de una civilización que vive a espaldas de su origen, oprimida quizás por la noche donde cada quien anda “como por una ciudad/ desconocida”. Para Baudelio
Camarillo darle la espalda al misterio también es caminar entre escombros, entre las ruinas urbanas que muestran rostros difuntos, ventanas con gruesas barras de hierro y cristales rompiéndose en los brazos. El hombre que se entrevé en las páginas de En memoria del reino, sin embargo, mantiene una esperanza en la materialidad de la mujer, en la palabra viva, sin importar demasiado la conciencia de lo terrible, que a veces lo sacude: “Salí del sueño a una limpia mañana, / pero la lluvia se quedó dentro de mí/ y aún no cesa”. Sólo la recreación del reino, la infancia o el erotismo más puro, recupera al hombre,
sólo “La casa del poeta es tibia/ y aroma sus estancias la piel de la Diosa venerada”, sólo la palabra encuentra ahí su sentido más pleno, porque la poesía, para Camarillo, revela sus posibilidades a quien la persigue con veneración. En la casa del poeta – sacerdote “todo […] son altares donde la luz oficia plenitud” bajo la mirada del padre de todos, Homero, quien “mendigó nimios soles a las puertas de múltiples ciudades”. En esta casa, la casa del poeta, todo es imagen de lo que fue para entrever lo que vendrá, quizá otro reino, quizá otra memoria, quizá una palabra capaz de oficiar la plenitud de una infancia ya perdida.
Libros
El territorio conquistado de Baudelio Camarillo
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LA GUALDRA NO. 340 /// 28 DE MAYO DE 2018
6 Por Pilar Alba
Río de Palabras
C
ompramos una casa, le pusimos cortinas y la llenamos de pendejadas. Un florero chino con rosales falsos y una maceta en la cual plantamos alcatraces, verdaderos, que no nos duraron más que una temporada. Compramos una casa y la atiborramos de muebles, una sala pagada a plazos con altísimos intereses, unas sillas que acarreamos de nuestros respectivos
Una casa
nidos maternos; una mesa que nos regalaros y una cama con el colchón que se sumía del lado izquierdo. Compramos una casa y la vivimos, la colmamos con cientos de recuerdos, la registramos en fechas:
cumpleaños, navidades, vacaciones y aniversarios. Compramos una casa y la perdimos, porque junto con tantas cosas se nos fueron filtrando los malos pensamientos. La perdimos junto con las promesas, junto con
los recuerdos. Compramos una casa y la vendimos, dividiendo en dos partes lo que alguna vez llamamos patrimonio. Le pusimos un letrero y vinieron otros a vivirla, a llenarla con sus propios momentos.
/// El próximo miércoles 30 de mayo, a las 17:00 Hrs. se presentará Diego Rivera, pintor de Templos de Estado, un libro de Jorge Juanes, quien posteriormente, a las 18:30, impartirá la conferencia magistral “La resistencia del arte, antes y después del fin del mundo”. La cita es el en Museo Zacatecano. [Imagen: Diego Rivera Rivera. Autorretrato. 1941].
La Condesa
6 Por Alberto Huerta Para Jonás … tan plena como la pirueta de un trapecista que vuela en el aire. Almudena Grandes
Esa noche, La Condesa con el rímel corrido hasta los cachetes como una lágrima negra y su vestido de noche color salmón, oloroso a brandy y perfume barato, abrió la ventana en pleno chaparrón. Y en medio de la lluvia y relámpagos… se echó a volar.