La Gualdra 352

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 352 /// 10 DE SEPTIEMBRE DE 2018 /// AÑO 8

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Jorge Ortega. Imagen de Meter Photo.

Jorge Ortega es poeta y ensayista (Mexicali, B. C., 1972). Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona, y, desde 2007, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. Combina desde hace más de veinte años la escritura con la enseñanza y la investigación de la literatura. Ha publicado una veintena de títulos de poesía y ensayo literario en casas editoriales de México, Argentina, España y Estados Unidos, entre los que destacan los poemarios Ajedrez de polvo (Buenos Aires), Estado del tiempo (Madrid), Catenaria (Nueva York), Devoción por la piedra (Tuxtla Gutiérrez, 2011; Guadalajara, 2016), Guía de forasteros (México); el libro de crítica El ancla y el arado. Apuntes sobre poesía iberoamericana y otras afinidades (México) y Bedouins (Los Angeles), selección bilingüe español-inglés de su obra poética.

[Una entrevista con él, realizada por Armando Salgado, en páginas centrales]


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La Gualdra No. 352

Editorial Hace apenas unos días lo recordaba, mencioné aquí en este espacio editorial, que se le extrañaba por el centro histórico de Zacatecas, caminando diligentemente… porque ahora que lo recuerdo, siempre, cuando lo encontraba y platicábamos, me decía que iba a gestionar algo, que tenía muchas cosas que hacer, un nuevo libro que publicar, un proyecto que revisar. Era, siempre fue un hombre muy amable, siempre sonreía y tenía una memoria envidiable, saludaba a quien se encontraba a su paso, por su nombre. Y en Zacatecas, como decimos acá, “conocía a todo el mundo”. Creo que lo conocí en Guadalupe hace más de 20 años, en un evento organizado por la Sociedad de Geografía y Estadística en la Casa Municipal de Cultura al que vino una funcionaria representante de cultura en la Embajada de España en México. Esa noche hubo música, alguien tocó la guitarra; luego otro amigo dijo que sólo sabía tocar el piano y que si llevaban uno él tocaría también. De la nada apareció un piano en ese patio en el que un fray Margil estaba labrado en el tronco de un árbol quemado; mi amigo tuvo que tocar… Después de esa participación improvisada y bien ejecutada, Ernesto, que en aquel entonces era un hombre robusto y fuerte, se puso de pie y comenzó a contar una historia. Sucede que cuando el Papa Juan Pablo II vino a México por primera ocasión él había compuesto una canción para que fuera cantada para darle la bienvenida; se la presentó a alguno de los organizadores del evento de recepción y éste aceptó que fuera ésa la canción oficial, pero a última hora le avisaron que no sería así, que otra sería la pieza interpretada. Hubo una pausa, caminó al piano y dijo: “Todavía existe el amor es el nombre de la canción que no pudo escuchar el Papa”. Y la cantó mientras tocaba el piano. La gente ahí reunida aplaudió y su rostro, blanco, coloreado por la emoción, se iluminó con una sonrisa amplia. Los reflectores le gustan, pensé, lo suyo era el escenario. Después de eso contó la historia de la canción de Juana Gallo y también la cantó. Dejé de verlo un tiempo, pero un día prendí la televisión y en escena

salió, en el canal de películas mexicanas, un personaje que perseguía jugueteando a una muchacha: era él. Era cierto todo lo que nos contó aquella noche, además de componer, cantar y dibujar, actuaba… era galán el Ernesto de Nochistlán. La última vez que lo vi fue en el Instituto Zacatecano de Cultura hace tres años. El director de aquel entonces nos recibió a los dos juntos, aunque íbamos a asuntos diferentes; a él le dijo que no se preocupara, que su libro saldría de inmediato, y así fue. Hace un año le pusieron su nombre al auditorio de Ciudad Administrativa y de esas fechas es la última foto que vi de él; me apenó verlo en silla de ruedas. No me quiero quedar con esa imagen, prefiero recordarlo de pie. Participó en más de 70 películas, hizo libros, tuvo una familia, nunca dejó de trabajar, de gestionar, de imaginar proyectos, de llevarlos a cabo. Desconozco si habrá plantado un árbol, de lo que sí estoy segura es de que hizo mucho por promover a su tierra cuando estaba lejos; que regresaba acá cuando podía y que siempre se caracterizó por ser un hombre orgulloso de sus raíces: sonreía todavía más cuando hablaba de Nochistlán y recordaba felizmente que fue en ese municipio en el que había nacido un 4 de agosto. Ernesto Juárez Frías es todo un personaje que será recordado durante muchos años, porque sembró por donde quiera que iba algo más fuerte que cualquier árbol que pudo haber plantado: la idea de que en Zacatecas hay talento y de que la perseverancia y el trabajo disciplinado pueden hacer posibles los sueños más deseados. El jueves pasado amanecimos con la noticia de que Ernesto Juárez Frías había fallecido durante la madrugada de ese día en la Ciudad de México. Murió a los 87 años; Ernesto, el nacido en Nochistlán murió lejos de su tierra, a la que llevaba siempre, como él mismo decía: cerca, muy cerca de su corazón. Que en paz descanse, nuestra solidaridad para su familia y sus amigos. Buen camino, maestro…

Contenido Una pregunta a Maritza M. Buendía [a propósito de la publicación de su novela Jugaré contigo] Por Mariana Terán

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La fugacidad y la permanencia: Jorge Ortega Por Armando Salgado

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Memoria de mis tristes participaciones en concursos escolares Por Eduardo Campech Miranda El Picaporte El nuevo rinde protesta, el jefe la toma Por Simitrio Quezada

Consultorio de la Doctora Ilustración Los graznidos de la cultura nacional, según Monsiváis Por Mauricio Flores

Película Por Pilar Alba Verano Por Alberto Huerta

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Lección no. 86: “Conquistas prácticas sin el uso de ramos de rosas” Por Roberto Galaviz

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Una pregunta a Maritza M. Buendía [a propósito de la publicación de su novela Jugaré contigo] 6 Por Mariana Terán

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onocí a Maritza en 1995. Cursaba la licenciatura en Letras en la Facultad de Humanidades. Venía de Ojocaliente, donde fue reina en una de tantas ferias. Con su peinadito muy bien hechito, se presentó a mi curso de Hermenéutica y después de Semiótica. Estaba en un grupo de cuatro alumnas que pasaron a la historia como Las chicas maravilla. Me gustó compartir con ellas la Escuela de Entrevernes, Julian Greimas y George Gadamer. Como si no tuvieran nada qué hacer, Las chicas maravilla cumplían todo lo que se me ocurría encargarles: un análisis estructural, una mirada semiótica para entender algún cuento, analizar los haces de relaciones de un mito. Todo lo cumplían y eso me impresionaba. La escritura de Maritza era impecable. No podía ser de una muchacha de 19 años. Pero lo era. Cada ensayo que me entregaba merecía inapelable diez. Me chocó su excelencia porque no me dejaba margen para hacerle comentarios devastadores. La maestra quedaba disminuida. Leí su Isla de sombras, su Barbie y Ken, su Jardín de los cautivos. La muchacha de Ojocaliente se convertía en escritora y aquí en Zacatecas, parece que algunos no se dieron cuenta. Después fue a buscar diamantes a Bélgica, conversatorios en Buenos Aires, comprensión hermenéutica en la Universidad Autónoma Metropolitana. Es terca. En ella eso es virtud. Insiste en que todo programa de licenciatura en Letras debe llevar al menos una materia de creación literaria. No le han hecho caso porque tal parece que el divorcio debe permanecer entre creación y teoría. Nada más lejos. En fin. Esas discusiones no son las mías. Lo que sí es mío es mi amistad con ella y ahora, mi admiración porque la chica de Ojocaliente es, indiscutiblemente, una escritora. A propósito de su novela Jugaré contigo, le quise hacer una pregunta, sobre los vínculos entre el amor y el erotismo. Y esto fue lo que me contestó. Entre lo erótico y lo amoroso… el ojo Creación El universo de una novela surge cuando hay un alguien que mira, un alguien que proyecta. El escritor, todo él, es un ojo sensible que palpa y apalabra, un ojo cuya naturaleza lo lleva a desplegarse en un doble movimiento: hacia el afuera, donde se encuentra el mundo que rodea al escritor y que le habla de manera cotidiana; hacia el adentro, donde el ojo examina la propia entraña. Se escribe así, desde la entraña, en ese doble movimiento. Entre lo erótico y lo amoroso…

Entre lo erótico y lo amoroso… la experiencia vital Literatura Mi relación con la literatura es justamente eso: experiencia vital que llevo marcada en el cerebro y piel, trascendencia, matrimonio, un algo que ha dividido mi vida en un antes y un después. Estoy segura de que me he equivocado en muchas cosas, pero no en la literatura. Ella habita en mí como una certeza. Entre lo erótico y lo amoroso… la escritura Conmover Quisiera lograr que mi escritura se transforme en una herida que inquieta e interroga al lector, una escritura que aborda lo erótico como un misterio, como un fenómeno que es igual de complejo que cualquier otro fenómeno del pensamiento. Busco un lector abrazable, que se deje abrazar. Un lector amable, que se deje amar. Conmover en el sentido de moverse con. Quiero establecer un pacto silencioso, provocar un acontecimiento: que el lector se mueva con mi escritura en una suerte de danza amorosa. Entre lo erótico y lo amoroso… la síntesis: hacia una hermenéutica erótica Utopía Pienso en la literatura, en la teoría literaria, en la escritura de ficción, en la investigación literaria, en la docencia, en el trabajo editorial, en la promoción cultural, como un todo orgánico que me ha permitido moverme entre uno y otro espacio, un todo complementario que en lugar de separar, enriquece, y que constantemente busco poner en diálogo. La teoría, por ejemplo, me resulta útil tanto para el análisis literario como para pensar mi propia escritura de ficción, y el trabajo con mis alumnos seguirá siendo ese espacio de privilegio donde la literatura se conversa. Cuando se trabaja alrededor de los libros, no hay desperdicio. Ésa sería mi propia hermenéutica erótica, o al menos, la que he intentado llevar a la práctica. /// Maritza M. Buendía. Foto de Ernesto Moreno

la mirada Artificio “El juego es sencillo, cada noche me disfrazarás de muñeca”. Como viaje iniciático, Susana establece las condiciones para llevar a cabo un juego erótico: su amante turco podrá prostituirla durante cinco noches en un esca-

parate sexual de la ciudad de Amberes, siempre y cuando esté acompañada de su libro y de sus cuatro muñecas de porcelana, al estilo de las muñecas articuladas BJD; biblia y herencia de la sabiduría amatoria de su madre y abuela. Mirada y palabra son dos de los ejes que sustentan la novela: Susana

Jugaré contigo, novela de Maritza M. Buendía y editada por Alfaguara en 2018, se presentará el viernes 14 de septiembre en el auditorio del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, a las 20.00. Sin duda, una experiencia literaria.

Libros

quiere ser mirada, construye alrededor de ello un soporte lleno de símbolos. Luego, de sus experiencias nocturnas, elaborará un relato para ser narrado al oído de su amante.


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Poesía

La fugacidad y la permanencia: Jorge Ortega 6 Por Armando Salgado

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orge Ortega (Mexicali, Baja California, 1972), es una de las voces más sofisticadas de la poesía mexicana contemporánea, incursionando en la investigación, la docencia y la creación literaria, un poeta con una preparación integral, conocer de contextos y contenidos, reflejando una poesía sólida, perspicaz y profunda que refleja un dominio creativo de gran carácter. Su conexión con la frontera norte permite que su visión de mundo escudriñe poéticamente linderos que mezclan la filosofía con la cotidianidad simbólica. Poemas, reseñas y artículos suyos han aparecido en variados medios literarios y culturales de Hispanoamérica, tales como Crítica, Ínsula, Letras Libres, Nexos, Quimera y Revista de Occidente, así como en otros del mundo anglosajón: Bulletin of Hispanic Studies, The Black Herald, The Bitter Oleander, World Literature Today, Poetry International e International Poetry Review. Además del inglés, su trabajo poético ha sido traducido al chino, francés, alemán y portugués. Ha participado en festivales, conferencias y congresos de literatura en diferentes ciudades de América, Europa y Asia. Desde 2008 pertenece a la Asociación Internacional de Hispanistas y a la Asociación de Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos. En 2010 mereció el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines. Armando Salgado: La frontera es un lugar que sin duda propicia experiencias distintas a partir de la migración constante y el flujo masivo de ideas. Como escritor, ¿cuál ha sido la influencia de esta condición sociogeográfica en ti?, ¿qué representa para ti ser un escritor bajacaliforniano?, ¿qué particularidades observas en la poesía escrita por poetas que comparten estos espacios geográficos contigo? Jorge Ortega: Biculturalidad y periferia, lo que nos ha llevado, incluyéndome, a generar una literatura tendiente a la hibridación de lenguajes y la saturación de registros, lo cual ha cristalizado, en los casos más competentes, en proyectos simpatizantes con la experimentalidad, por un lado, y, por el otro, con la tradición culterana; en suma, dos aleros marginales de la estandarización del idioma lírico hispano. Entre estos dos polos se mueven a mi parecer las poéticas y narrativas de la cornisa de México que, por cierto, no únicamente involucran a Baja California sino al resto de las entidades fronterizas, aunque sus principales núcleos urbanos se localicen tierra adentro. Pienso entonces tanto en Tijuana, Mexicali y Hermosillo como en Ciudad Juárez, Monterrey y Saltillo, el corredor septentrional que está concibiendo actualmente una poesía de alta solvencia, como pueden constatarlo autores, lectores y académicos. Estirando un poco la liga, por razones de vecindad geográfica, pudiera ampliar el radio de este auge a los estados de Sinaloa, Durango y Zacatecas, abusando de la vieja convención de suponer que el norte comienza en la ciudad del cerro de La Bufa. En el fondo, creo que el paradigma de la frontera va más allá de una regionalidad específica o

/// Jorge Ortega. Imagen de Meter Photo.

exclusiva y envuelve irónicamente, a la par, a la frontera sur de México. Son los extremos del país que coinciden en inquietudes y búsquedas en torno al fenómeno migratorio, como la serpiente que se muerde la cola. AS: En el poema Filmina VI, de tu libro Devoción por la piedra, el cual obtuvo el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2010, expresas que: “El recuerdo arroja su escalera de esparto a través de las épocas que se permutan como los hemisferios de un solo cerebro”. ¿Consideras que la literatura es un solo trayecto con muchos caminos, pero que tarde o temprano, nos reúne a todos alrededor de la misma hoguera para compartir nuestros miedos, creencias y horizontes? ¿Por qué escribes poesía? JO: La poesía es el común denominador de todas las artes. Tanto la música como la arquitectura, atravesando por la pintura, el cine, la danza o la escultura, aspiran inevitablemente a lo poético o a los estados de sublimación o extrañamiento que suscita la poesía como postura estética y experiencia humana. En este sentido, todas las calzadas de la creación artística conducen a la Roma del poema o contienen de entrada su germen, el de la intencionalidad poética como un ejemplo de plenitud consumada. Ahora bien, la poesía en tanto que destino literario carece de causa lógica, es una marca de nacimiento. Por mera fatalidad, está en uno antes de que cobremos noción del mundo, predisponiendo nuestra receptividad. Como la rosa sin por qué de Angelus Silesius, florece porque florece. AS: Háblanos un poco de tus libros de poesía publicados, ¿dónde se consiguen, qué puentes hay entre ellos?, ¿qué particularidades tiene tu

propuesta poética, y qué panoramas ofrece tu propuesta ensayística? JO: Mis libros de poesía pueden hallarse en internet. Están publicados en los sellos Hiperión (Estado del tiempo), Bonobos (Guía de forasteros) y Mantis (Devoción por la piedra), entre otras casas editoriales. Desde mis libros iniciales, a principios y mediados de los noventa, una constante que tanto yo como la opinión especializada hemos advertido radica en una problematización del decir poético que ha culminado en un trasminar de la forma y una actitud crítica ante la palabra donde ésta no es sólo un medio de transmisión de contenidos sino también parte consustancial del contenido mismo, o sea, una extensión de las preocupaciones que trata el poema; o, mejor dicho, el poema en sí, que en principio es un acontecimiento del habla y del ritmo de ciertos vocablos que concurren aleatoriamente en él. Igualmente, añadiría que mi poesía es altamente matérica en cuanto a su inclinación por concitar texturas y cristalizar en imágenes sensoriales, respondiendo a un registro casi inmediato de lo circundante. De mis libros más recientes destacaría la presencia del hilo dialéctico de la fugacidad y la permanencia, esa paradoja que amalgama en un camino de subida y otro de bajada, como en Heráclito, la continuidad de la materia y la fragilidad de la condición humana. AS: ¿Qué historias épicas te motivan?, ¿hay algún hecho personal que sea detonante continuo para no dejar de escribir? JO: Más que de la grandilocuencia de las epopeyas cotidianas propias o ajenas, escribo a partir de las silenciosas contingencias del individuo, las pequeñas o resonantes fracturas de la intimidad o del interior que desde mi punto de

vista constituyen la esencia del sesgo poético. Por lo demás, hace tiempo que el viaje se ha vuelto un detonante de apuntes que llevan después a la condensación de un poema. Así he escrito y publicado ya tres libros, los más nuevos: Devoción por la piedra, Guía de forasteros y uno todavía inédito que viene en camino. Hay en el desplazamiento territorial un componente de riesgo y novedad que reconfigura continuamente mi visión de las cosas. AS: ¿Cuál fue tu experiencia en el posgrado que realizaste en la Universidad Autónoma de Barcelona?, ¿cómo combinas la docencia con el fomento de la literatura y otras actividades artísticas?, asimismo, ¿qué compromiso o retribución social representa para ti ser parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte en México? JO: Desde que empecé a escribir poesía, allá en 1988, comencé a reflexionar sobre mis lecturas y el fenómeno poético. Así, poesía y pensamiento han sido para mí, pese a su aparente incompatibilidad, indisociables, tanto que me atrevería a suscribirme a esa genealogía de poetas ensayistas que han integrado la intuición poética y la teorización, aunque en el fondo ambas vocaciones operan necesariamente desde la raíz de los presentimientos, como ocurre con el origen de la tarea del artista y la del científico. A la luz de esta premisa justifico, pues, mi formación doctoral en Filología, mi labor docente, mi curiosidad investigativa y el estimulante quehacer de coordinar talleres de poesía y ofrecer conferencias en distintas comunidades del país como miembro del SNCA. AS: Estamos conformados de múltiples materiales: ¿para Jorge Ortega qué materiales


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Poesía

son esenciales en su vida diaria?, ¿qué cine prefiere?, ¿qué sitios frecuenta?, ¿qué música elije para perder la vista y vagar con la mirada? JO: Nutro efectivamente mis procesos creativos con la música, el cine y la pintura, sobre todo con los dos últimos. Con la música divago, busco horizontes, mientras que la pintura y el cine me ofrecen hallazgos concretos: gestos, detalles, arabescos, frases que se tornan incentivos para redondear una línea o esbozar un poema en virtud de su provocación. No obstante, debo reconocer que es en la pintura donde he encontrado un eco más sólido y entrañable. Y es que, en sintonía con el poeta Horacio, el trazo, la figuración pictórica o la mancha cromática han mantenido siempre un nexo inextricable con la poesía.

a Rainer Maria Rilke, Saint-John Perse, T. S. Eliot, Ramón López Velarde, Fernando Pessoa, Eugenio Montale, Vicente Aleixandre, Edmond Jabés, Derek Walcott, José Lezama Lima, Odiseas Elitis. Antes que nada la poesía… Y en otro once sustituto, aunque no menos crucial que el anterior, ubicaría a William Carlos Williams, Paul Claudel, Carles Riba, João Cabral de Melo Neto, Salvatore Quasimodo, José Gorostiza, René Char, Paul Celan, Yves Bonnefoy, Joseph Brodsky, Seamus Heaney. Otra constelación, en el cuadrante de nuestra lengua, la podrían articular Gonzalo Rojas, Vicente Gerbasi, Eliseo Diego, Jorge Eduardo Eielson, Roberto Juarroz, Eduardo Lizalde, Pablo García Baena, José Ángel Valente, Antonio

ondula. Respira y sumérgete. Asciende y recupera lo que has visto para alivio de quienes esperamos en el espejo de la superficie. Mucha tinta ha corrido y seguimos en ascuas. Alumbra un poco más tu circunstancia, acerca la linterna a los abismos para buscar la llave entre las rocas. [Devoción por la piedra, 2011]

Zona Franca AS: ¿Cuál sería tu once perfecto para organizar tu equipo literario de fútbol?, de igual manera, ¿cuál sería tu quinteto musical ideal, conformado por escritoras? JO: Respuesta difícil, poco menos que imposible, considerando la amplitud de poetas de distintas épocas y lenguas que admiro y reconozco como faros. Me limitaré a autores del siglo XX y de la actualidad. Empiezo con el octeto, que no quinteto, femenil: Marina Tsvetáieva, Elizabeth Bishop, Olga Orozco, Sophia de Mello Breyner Andresen, Blanca Varela, Marosa di Giorgio, Anne Carson, Coral Bracho. En mi once inicial colocaría, siguiendo la misma temporalidad,

Primera llamada Urge contar lo que sucede no arriba en el lenguaje y su costra de espuma sino abajo, donde la llama se doblega o tiembla la raíz. Urge invertir el cono y denunciar su fondo, atraer el clamor de las arenas que la corriente submarina

La magia y el ensueño liman los barrotes. Vicente Huidobro

Abres la celda de tus entretelas, esa jaula. Sale, allá va el pájaro, la húmeda flecha de las tribulaciones.

Cuál tensión ahora que el vacío, ahora que un respiro absuelve la materia, libera los contrarios o dispersa el ágora y te deja solo contigo en el hangar de un silencio amplio y luminoso. Tus dentros son ya un nicho depurado de sombras alargadas y jarrones hipnóticos, el vano de una arcada en la que se pasean los aromas del puerto, un espacio desnudo que se rinde al precipicio de las confidencias. El hierro fue vencido por la brisa que lustra los pulmones, afina el organismo y baja a la raíz de las arterias y sube a rastrillar el pensamiento difundiendo en la sangre el don de la intemperie. [Guía de forasteros, 2014]


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Memoria de mis tristes participaciones en concursos escolares

Promoción de la Lectura

6 Por Eduardo Campech Miranda

líder sindical. Dos años después volví, pero me habían avisado un día antes que participaría. En la víspera tuve que decidir si preparaba el discurso o me iba a echar unas cheves. Les puedo decir que estuvieron buenísimas, heladas. Al llegar al concurso, solicitaban dejar una copia del discurso en manos del jurado. Cuando llegué mi turno, dije que lo traía en la cabeza y no podía ejecutar tal indicación. Llegué a la final, hubo empate en primer lugar. Una chica que sabía de “pe” a “pa” lo que tenía que decir, como autómata. Desde luego no pude hacer lo mismo, aunque el sentido fue el mismo que en la primera ocasión. ¿Resultado? Perdí por “improvisar”.

1. “Tres carabelas de España/a traer riquezas van/salen del puerto de Palos/y navegan en el mar/en el mar los marineros/y Colón el capitán…”. Esas palabras que aún sé de memoria las dije en cuarto grado de primaria, frente a un micrófono que me generaba más pavor que tener convocada a toda la población estudiantil de la Escuela Primaria Guillermo Prieto. Mi esfuerzo memorístico sólo alcanzó hasta lo que acabo de compartir. El resto del poema cayó al olvido. En ese instante y para siempre. Las risas al unísono no se hicieron esperar. La maestra, presurosa, me proporcionó un jalón de brazo para sacarme de escena. 2. Entonces estudiaba el tercer grado de primaria en la Escuela Cuauhtémoc. Desde mis primeros años de alfabetización me había caracterizado por una buena, casi excelente, ortografía. Este rasgo no pasaba desapercibido por mis maestros. De tal manera que el profesor Guadalupe me envió al concurso del tema en su etapa de plantel. Más de una ocasión lo vi alardear que él “tenía el gallo” que representaría a la escuela. Hay palabras que son más comunes usarlas en

/// Alfonso López Monreal. Mecanismo de luz I. 2018. En la exposición del 40 aniversario del Museo Francisco Goitia.

el lenguaje oral que en el escrito y viceversa. En mi vida me había percatado cómo se escribe el nombre del rey azteca. Al iniciar el certamen y llenar el formulario de inscripción, un desafortunado “Cuahutémoc” sentenció mi descalificación inmediata. Los reproches magisteriales no se hicieron esperar.

/// Omar Lemus. El sentido por el ritmo. 2018. En la exposición del 40 aniversario del Museo Francisco Goitia.

3. Cobaez plantel Zacatecas. Fue la sede de oooootro concurso. Ahora de oratoria. Participé en dos ocasiones: la primera, recién desempacado de la Ciudad de México. El tema fue la extensa permanencia de Fidel Velázquez al frente de la CTM. Me dijeron que fui descalificado por la manera tan irreverente de realizar la crítica al

4. Ahora, a la distancia, puedo decir que, salvo el de ortografía donde me quedó grabado para siempre que también la “h” puede ir después de una vocal, ninguno de ellos desarrolló en mí la competencia lingüística (para hablar en términos modernos), ni nada por el estilo. Gran parte de mi vida académica padecí las clases de Español o Lectura y Redacción. Ahora, con todo y nuevo modelo educativo, este tipo de eventos siguen reproduciéndose. Infantes y jóvenes que escriben poesía sin haber leído un solo poema. Mueve más un punto en la calificación que una yunta, dicen.

/// Susana Salinas. Interior-es. 2018. En la exposición del 40 aniversario del Museo Francisco Goitia.

El Picaporte El nuevo rinde protesta, el jefe la toma 6 Por Simitrio Quezada

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esumamos esta situación así: “El nuevo rinde protesta y es el jefe quien la toma”. El nuevo declara ante el jefe y la asamblea que protesta cumplir y hacer cumplir... todo lo que debe cumplir en el cargo de presi-

dente, secretario, gobernador, incluso candidato a algún puesto. En el contexto académico, cuando un estudiante obtiene su grado, en su examen de titulación se le toma protesta. Tanto en ese ámbito como en el político y social (porque también hay quien protesta como presidente del Colegio de Contadores, del Club Rotario, de

la Asociación de Padres de Familia), quien preside el acto toma nota de esa protesta. Queda claro, pues, que uno rinde o declara y el chipocludo que está enfrente recoge o toma esa protesta. Por derivación debe entenderse que si Fulano de Tal “rinde” protesta a lo que implica su nuevo cargo, estoy

invitado a la Toma de Protesta “a” Fulano de Tal (se la toma un superior), no la Toma “de” ese Fulano. Si quiero conservar el “de”, redactaría en la invitación que los convoco a la “Rendición de Protesta de Fulano de Tal”. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com


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Consultorio de la Doctora Ilustración

Op. Cit.

Los graznidos de la cultura nacional, según Monsiváis 6 Por Mauricio Flores*

“P

ero pregúntame también acerca de mis opiniones políticas”, me dijo a media entrevista. Llevábamos ya media hora de cuestionamientos y respuestas acerca de la propuesta en materia de cultural de la nueva administración, la del presidente Salinas, cobijada con la creación del llamado Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Era el año 89 y a la dirección del diario acababa de llegar un nuevo director, José Carreño, desde donde se agendó la entrevista “con Carlos”. La apuesta informativa, nunca posibilitada para transitar del medio de gobierno al de Estado, lo atestiguamos en el tiempo, estaba decidida a escuchar y difundir la voz de Monsiváis, a la fecha referente obligado del mundo de la cultura mexicana. El autor de Días de guardar, Amor perdido, Escenas de pudor y liviandad y tantos otros títulos que reúnen su prosa narrativa. Ese recordado Carlos Monsiváis (1938-2010) siempre presente, ajonjolí de todos los moles, diría él mismo, polémico, elocuente, certero, generoso, neuroticón y no por ello falto de picardía. “Pregúntame algo sobre el Presidente…”. Lo dicho por Monsiváis acerca del Presidente de entonces, y de pasados y posteriores, como de la élite política a la que nunca le volteó la mirada, ha quedado en sus ensayos y crónicas. Centenares de escritos publicados en diferentes medios y con formatos distintos que, tras su muerte, han venido reagrupándose y reeditándose. Libros imprescindibles en tiempos de cambio y reacomodamientos político-culturales. Y es que, entre las muchas templanzas comunes a Monsiváis, estuvo siempre su entendimiento de observar los fenómenos de la cultura y las artes en relación con el ejercicio de la función pública, obligada a ponerse al servicio de los primeros, y con la por él llamada sociedad civil. Visto por el poeta José Emilio Pacheco, Monsiváis fue “el último polígrafo que podía escribir y hablar sobre todas las cosas”. Circula ahora un “nuevo” libro de Monsiváis. El consultorio de la Doctora Ilustración (Ph. D.). Consiste en una selección de “sus mejores, y más corrosivos, textos sobre personajes, hábitos, escándalos y absurdos del mundo cultural mexicano”, proveniente del espacio que acompañó a la columna “Por mi madre, bohemios”, publicada entre el 3 de abril de 1974 y el 13 de febrero de 1984 en el suplemento La Cultura en México de la revista Siempre! Es, advierte el editor, el primero de dos volúmenes que rescatará la totalidad de las cartas de la Doctora Ilustración con las que Monsiváis recreaba la “comedia nacional”. (El tomo dos versará sobre la vida política nacional). El consultorio… recoge 76 originalísimos textos monsivaianos, además de prologados e ilustrados por Rafael Barajas, el Fisgón. Textos

hasta ahora olvidados en rincones hemerográficos “teñidos” de “inteligencia y humor”, dixit Elena Poniatowska. “Rincón axiológico que esperamos se convierta en el favorito de nuestros amables y hebdomadarios lectores seguidores [y que], quiere y querrá caracterizarse por su deseo de responder a las más duras, dramáticas y categóricas preguntas jamás formuladas: las que se refieren a ese campo exigente y prístino de Nuestra Cultura”. En la explicación de los textos, Barajas

acude a un tono igualmente festivo en el que destaca “una torre de Babel polifónica en la que todas las voces de la cultura nacional cantaban y graznaban. Fue el primer laboratorio de autoayuda psíquica de la nación: el germen de los colosos intelectuales de la talla de Yordi Rosado o Carlos Cuauhtémoc Sánchez”. Volcán en erupción Para su ubicación temporal, el prologuista subraya la incorporación de Monsiváis a la

revista Siempre! (entonces dirigida por José Pagés Llergo) “cuando en todo el mundo la vida cultural era un volcán en erupción. El debate en torno a la Guerra Fría era intenso. La opinión de líderes como Fidel Castro, Mao Zedong o Ernesto Che Guevara pesaba. En Europa todavía estaban activos muchos de los llamados maîtres a penser, como Sartre, Simone de Beauvoir o Foucault; el pensamiento marxista tenía exponentes de la talla de Marcuse, Althusser y Mandel, y las vanguardias artísticas del siglo XX seguían dando retoños con los Situacionistas y el Movimiento Pánico”. Aún con el “halconazo” del 10 de junio de 1971 fresco, Monsiváis se haría cargo de La Cultura en México, una “aventura periodística y cultural”, refiere Vargas. “Después de la noche de Tlatelolco, el joven intelectual entró en profunda depresión y se fue a Inglaterra entre septiembre de 1970 y marzo de 1972. Fue una suerte de autoexilio. A su regreso, tenía conexiones con medio mundo y estaba dispuesto a abrir en México un espacio de libertad y creatividad cultural. El suplemento fue ese espacio. En esta empresa Monsiváis contó con el apoyo de cómplices como Sergio Pitol, Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco y de jóvenes como David Huerta, Héctor Manjarrez y Jorge Aguilar Mora”. Si a la fecha alguien duda de que estas decenas de cartas enviadas (y contestadas por) a la Doctora Ilustración sean falsas, Barajas lo aclara también con humor. “Todas fueron escritas, de manera legítima y auténtica, por alguna de las múltiples personalidades del escritor y fueron respondidas por mí” [la Doctora Ilustración]. *** Carlos Monsiváis, El consultorio de la Doctora Ilustración (Ph. D.), Prólogo e ilustraciones de Rafael Barajas, el Fisgón, Malpaso, México, 2018, 222 pp. * @mauflos


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Película

Río de Palabras

6 Por Pilar Alba

A

hí empezó mi película de miedo; dije: sí, acepto. Y apareció de inmediato el título, luego, en letras más pequeñas, nuestros nombres como histriones principales; el musicalizador, guionista, todos; bueno, no todos, faltó el director de la película. Yo creo, seguro de que habría múltiples reclamaciones sobre todo de mi parte, decidió omitir su nombre para no verse envuelto en líos legales. Como en toda película las cosas al principio eran

hermosas rodeadas de las maravillas de la vida. En el soundtrack se escuchaban melodías melosas: Té para dos, Palillos chinos; de ésas que se escuchan en el elevador o cuando estás departiendo amenamente en una mesa. Luego la música se perdió en el filme, vinieron entonces diálogos y diálogos cada vez más largos y, para mala fortuna de los posibles espectadores, aburridos. Todo se tornó lento, demasiado para mi gusto, porque yo, al igual que los que la veían, deseaba que terminara pronto. El desenlace se demoró un

poco. Como soundtrack se empezó a escuchar otra canción sobre el té, pero ya no para dos, sino para tres. La revelación se había presentado al espectador; para mí, como personaje protagónico, la revelación vino tarde cuando ya no quedaba más remedio que llorar como Magdalena para repetir la escena de tantas y tantas películas melodramáticas. Afortunadamente en el último momento, luego de estampar mi firma en el documento de disolución del matrimonio, todo parecía ser favorable para mí. Y efectivamente, todo hubiera estado bien, no habría ningún problema si al idiota del director no se le hubiera ocurrido poner en lugar del fin que yo tanto deseaba, otra palabra como sentencia: CONTINUARÁ.

Verano 6 Por Alberto Huerta Relámpago en el cielo trae mucha electricidad. Son michoacano

L

a noche es escura y truena indigesta. Fugaz se ilumina con el garabato de los rayos y la lluvia cae en chubasco. Truena. El cielo se rompe y el trueno recorre al cielo de un lado a otro. Todo es muy rápido. Rayos, truenos, lluvia. Escampa rápido. Aunque el cielo sigue ennegrecido. Oscuro. Toda la tarde se fueron juntando las nubes negras. Por la mañana el cielo estaba limpio. Azul. Al mediodía el sol era sofocante. A lo lejos llega eco de los truenos. Es verano.

Lección no. 86: “Conquistas prácticas sin el uso de ramos de rosas” 6 Por Roberto Galaviz Le enviaron flores, era un ramo grande y necesitó sus dos brazos para abarcarlo: ella sonreía. a mí no me gustan las flores, yo nunca le enviaré flores

/// Enrique Barajas Pro, Migración. 2015. En la exposición del 40 aniversario del Museo Francisco Goitia.

acaso, ustedes crean que estoy en desventaja acaso, ustedes crean que voy a perderla porque alguien le envió flores y yo nunca le enviaré flores acaso, quien le envía flores pueda creer lo mismo que ustedes probablemente sea un buen tipo pero está en la circunstancia equivocada: la situación es simple, la manejo en automático y hasta con el corazón vendado la práctica existe desde la primera guerra, desde los primeros romances desde el primer juego:

/// Juan Carlos Villegas. Páramo. 2017. En la exposición del 40 aniversario del Museo Francisco Goitia.

cede ventaja al rival, permite que relaje

el músculo que se confíe, como en este caso, a las flores, a un ramo grande de rosas luego: sé cauteloso, estratégico sigiloso, mantente a distancia prudente pero que sienta tu presencia , sé un animal al acecho, sé el lobo detrás de la sombra del cedro marchitarán las flores te lo aseguro, , espera el momento adecuado , aprovecha sus ojos tristes, sus pasos con dudas, conocerás el silencio justo: te ofrendará su yugular plena -no la lastimesdesde este momento y en lo posible: ni hoy ni nunca dale un beso tierno, uno que le permita comprender que sus brazos abiertos contienen tu cuerpo que no hay cantidad de flores que suplan el jardín de dos cuerpos que deciden amarse.


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