SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 388 /// 10 DE JUNIO DE 2019 /// AÑO 9
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Margaret Randall durante la entrega del Doctorado Honoris Causa en Nuevo México.
Margaret Randall (Nueva York, 1936) es una autora admirablemente prolífica. Poeta, ensayista, fotógrafa, periodista, traductora y analista de cuestiones sociales y políticas, su obra ha creado puentes entre universos distintos y distantes, tanto geográfica como culturalmente, con libros de poesía, fotografía y prosa, historia oral, ensayo, antologías y traducciones, que suman más de un centenar de volúmenes publicados. En 1961 llegó a México; eran tiempos de efervescencia cultural y había muchos poetas estadounidenses que establecían residencias temporales en Nuestro país, entre ellos William Burroughs, Gregory Corso, Jack Kerouac, Marge Piercy, Allen Ginsberg y Jerome Rothenberg.
[Número especial: Dossier Margaret Randall]
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LA GUALDRA NO. 388 /// 10 DE JUNIO DE 2019 /// AÑO 9
La Gualdra No. 388
Editorial Margaret Randall es una artista en toda la extensión de la palabra; la conocimos hace un año cuando vino a Zacatecas a la Feria Internacional del Libro Zacatecas y desde entonces surgió la idea de dedicarle un dossier en el que se hablara de su vida y su obra para que más personas pudieran disfrutar de su trabajo y conocer más de su forma tan exquisita de abordar la vida y el arte con determinación, rebeldía y pasión. Es gracias a la iniciativa de Sigifredo Esquivel Marín que este dossier se publica en nuestras páginas gualdreñas; gracias también a María Vázquez Valdez es que tenemos todos los textos reunidos que hoy se presentan para deleite de nuestros lectores, entre ellos el de Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez, las reseñas de Sigifredo y María y los poemas de contraportada, autoría de Margaret Randall -cuya traducción al español fue hecha por Máría Vázquez V-. Y para iniciar este número, compartimos con ustedes uno de los poemas de Randall -traducido también por María Vázquez-, para empezar a adentrarnos en su mundo: Mud of Heaven for Stan Persky My friend Stan has just published a book about the fall of European Communism, ordinary household objects failing to keep the promises we demand of them. He knows that Eros is the beginning of knowledge. His young lovers are hustlers not prostitutes, entrepreneurs not victims. As he is not their victimizer. Stan’s male homo culture is neither backdrop nor center stage for his explanation of what gave way, finally, what fumbles now, rebirthing itself at Tirana’s Datji or along the dissolving streets of Budapest. “I have sort of stopped eating meat and pastries though I don’t yet notice any dramatic shape difference,” he writes me, then asks if I have a poem or recipe for chocolate mousse, the Mud of Heaven as he calls it. To Berlin’s Fuggerstrasse I send instructions: Sliver 6 squares semisweet chocolate, a toss of salt and 2 tablespoons water in a double boiler. Stir until the chocolate is meltdown smooth, a liquid lust. Then beat 4 egg yolks to a light lemon color, slowly combining with the chocolate. Stir in 2 teaspoons vanilla extract and beat the egg whites with full knowledge of the task, so they stand in soft peaks, yearning for sky. Fold into the chocolate. Whip and add your heaviest cream. Spoon this mud of heaven into glasses chilled until ready to serve.
Directorio
More cream may be laced with sugar and piled on top. Six to eight hungry lovers satiate themselves in this stirring and melting, beating and whipping and yearning and folding and spooning and cooling. The fall of communism layers upon the tongue in all its parts. The memory of a young boy’s back, a statement of purpose folded against the storm.
pueden saciarse mezclando y derritiendo, golpeando y agitando y deseando y doblando y cuchareando y enfriando. La caída del comunismo se acomoda sobre todas las capas de la lengua. La memoria de la espalda de un joven, una declaración de propósito doblada contra la tormenta.
Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Lodo del cielo para Stan Persky Mi amigo Stan acaba de publicar un libro acerca de la caída del comunismo europeo, los objetos domésticos ordinarios fallando al no cumplir las promesas que les exigimos. Él sabe que Eros es el principio del conocimiento. Sus jóvenes amantes son embaucadores, no prostitutos, empresarios o víctimas. Y él tampoco es su victimario. Su cultura de varón gay no es telón de fondo ni centro del escenario para su explicación de lo que se rompió, finalmente, lo que ahora busca a tientas, renaciendo en el Datji de Tirana o por las calles disueltas de Budapest.
Contenido 3 Margaret Randall o lo que sucede cuando el corazón de una mujer se rompe Por Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez
“He dejado de comer carne y pasteles aunque todavía no noto ninguna diferencia dramática en mi silueta”, me escribe, luego pregunta si tengo un poema o una receta para hacer mousse de chocolate, “Lodo del cielo”, como él lo llama.
4 5 Margaret Randall Por María Vázquez Valdez
Envío instrucciones a la calle Fugger de Berlín: Ralla 6 cuadros de chocolate semiamargo, agrega una pizca de sal y dos cucharadas de agua y ponlo a “baño María”. Remueve hasta que el chocolate esté derretido y suave, una lujuria líquida.
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Luego bate 4 yemas de huevo hasta un color limón pálido, combinándolas lentamente con el chocolate. Agrega 2 cucharaditas de extracto de vainilla y bate las claras de huevo con pleno conocimiento de la tarea, hasta que se incorporen en suaves picos, anhelando el cielo.
Margaret Randall La escritura como testimonio social y cartografía del mundo Por Sigifredo E. Marín
Mezcla con el chocolate. Agita y agrega tu crema más espesa. Divide este “Lodo del cielo” en vasos refrigerados hasta que vayas a servir. Puedes poner más crema con azúcar encima de cada vaso.
8 Poemas de Margaret Randall [Traducción: María Vázquez Valdez]
Seis a ocho amantes hambrientos
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Margaret Randall o lo que sucede cuando el corazón de una mujer se rompe 6 Por Katherine M. Hedeen Por lo común, hay dos tipos de poetas: los que tienen currículo y los que tienen biografía. Basta echar una ojeada al currículo de Margaret Randall para percatarnos de que estamos ante una creadora notable. Desde el inicial Giant of Tears —que data de 1959 y que ilustraron Elaine de Kooning y otros grandes pintores norteamericanos— ha publicado más de 40 poemarios. A ellos se suman decenas de obras de testimonio, ensayo y fotografía, así como traducciones y antologías. En total, más de 100 libros, que han sido traducidos al alemán, bengalí, búlgaro, francés, italiano, japonés, turco y, desde hace más de cinco décadas, al español. Pero esta impresionante relación de obras palidece ante la crónica de su vida. Nació en Nueva York el 6 de diciembre de 1936 en una familia judía asimilada de clase media alta. Cuando tenía diez años, sus padres, hartos de la vida estéril que llevaban, emprendieron un viaje por el país buscando mejores horizontes. Después de dos meses de recorrido, llegaron a Nuevo México y, fascinados por el paisaje físico y humano, se asentaron en Albuquerque. En esta ciudad —rodeada por el desierto y con una fuerte presencia hispana e indígena— nuestra poeta creció e hizo sus estudios. En 1954, recién graduada de high school, se casó por vez primera. Y emprendió un viaje en moto por el norte de Africa y Europa que tuvo su última estación en Sevilla. Allí permaneció entre 1955 y 1956, siendo desde criada hasta cronista de toros. Pero sobre todo, comenzó a aprender español. En 1957, ya en Estados Unidos, se divorció —“fue un mal matrimonio, sólo un medio para escapar de casa”— y regresó a Nueva York. En esta ciudad completó su formación, al margen siempre de la academia, y definió su vocación de escritora. También, comenzó a adquirir una conciencia política radical. Escribió sus primeros poemas, que leyó en cafés y que acogieron pequeñas revistas de la época. Fue parte del movimiento de los expresionistas abstractos (pintores en su mayoría) y, además, estuvo junto a los llamados poetas beat (Ginsberg, Corso, entre otros) y de Black Mountain (como Charles Olsen y Joel Oppenheimer). En 1960 nació su primer hijo, Gregory —“fue un embarazo deseado pero ser madre soltera entonces era poco común”. Un año después, “ya Nueva York no daba para más”, se fue con su hijo a México. Allí conoció a varios poetas —Ernesto Cardenal de Nicaragua, Raquel Jadorowski de Perú, Juan Bañuelos de México, Philip Lamantia de Estados
/// Margaret Randall. Foto cortesía de Albuquerque The Magazine.
Unidos. En los recitales que compartían “los poetas norteamericanos nos dimos cuenta que los hispanoamericanos no sabían nada de nuestra historia poética ni nosotros de la de ellos”. Para remediar esto fundó en 1962, en México, The Plumed Horn / El corno emplumado —revista bilingüe que, hasta su desaparición en 1969, publicó 32 números de más de 200 páginas cada uno, y más de 20 libros de autores norteamericanos e hispanoamericanos. Fue una aventura compartida, primero, con el poeta mexicano Sergio Mondragón y, al final, con el poeta norteamericano Robert Cohen. En México nacieron sus tres hijas: Sarah (1963), Ximena (1964) y Ana (1969). El corno... fue víctima de la represión del gobierno mexicano contra el movimiento estudiantil de la época, y Margaret tuvo que vivir clandestina e incluso salir ilegalmente del país. Después de un viaje en que le dio la vuelta a medio mundo, en el otoño de 1969 llegó a La Habana, donde le esperaban sus cuatro hijos. Allí vivió hasta 1980. Durante esos 11 años, trabajó en el Instituto Cubano del Libro, fue jurado del Premio Casa de las Américas, escribió para publicaciones culturales. También viajó —con papeles cubanos, pues Estados Unidos y
México se los negaban— a Chile (1972), Perú (fines de 1973 y principios de 1974) y Vietnam (1974, seis meses antes del fin de la guerra). Pero los últimos años en Cuba no resultaron fáciles —“nunca pude saber por qué no me permitían trabajar y al mismo tiempo me pagaban un salario”. A finales de 1979 viajó a Nicaragua donde, habiendo recibido el pasaporte mexicano, se estableció un año después. Fueron tiempos “intensos e interesantes, de mucha participación”. Pero a mediados de 1983, después de haber vivido casi un cuarto de siglo en América Latina, comenzó “a sentir la necesidad de volver a casa”. El regreso a Estados Unidos se concretó en 1984. Tenía un año de visa y, cuando pidió la residencia con vistas a recobrar la ciudadanía, se la negaron. En octubre de 1985, el gobierno norteamericano ordenó su deportación; y ella, como era de esperarse, decidió luchar. El primer juicio fue en marzo de 1986 y el último y victorioso, después de haber perdido todas las instancias anteriores, en agosto de 1989. Sin dudas, estamos ante una mujer realmente incansable y, por lo tanto, invencible. Ella ha sabido criar cuatro hijos —que ya le han dado diez nietos
y dos bisnietos— y realizar un intenso activismo revolucionario, sin dejar un instante de escribir. En la actualidad, a la par de su trabajo creativo, dicta seminarios universitarios, da conferencias y recitales, colabora con revistas y periódicos. Vive en Albuquerque con su compañera, la pintora Barbara Byers —“hice una terapia que me ayudó a descubrir una experiencia de incesto en mi niñez, y una vez que comencé a comprender mi identidad sexual pude reconocer y aceptar mi condición de lesbiana”. Ella ha insistido en que la creación poética, que “lo abarca todo”, no es más que “experiencia pura, la vida en toda su plenitud”. Algo además de vida o muerte, “siempre y fundamentalmente un riesgo, jamás un hilo de palabras que describen algo”. Cree además que “todos nacemos poetas” y que las sociedades en que vivimos matan esa creatividad. “Como poeta, como amante, como madre, como educadora y ser político, lucho siempre para que esto no sea así...”. En esta lucha contra la deshumanización que define, a su juicio, la práctica poética contemporánea, la recuperación de la memoria es fundamental. Y la suya está cargada y pariendo constantemente, desde cuadros de infancia hasta instantáneas de familia. Pero con celo crítico, pues en su combate cotidiano contra el olvido no incurre en idealizaciones. Y ese rastrear en la memoria no tiene otro objeto que la búsqueda de una identidad. En su caso, ésta se da en los órdenes político (antimperialismo y opción por un socialismo democrático y respetuoso de los derechos humanos), nacional (norteamericana sin complejo de culpa y solidaria), genérico (mujer conciente de sí y que no se queda con los brazos cruzados), étnico (judía no de credo y que rechaza el sionismo) y sexual (lesbiana en pleno disfrute de su cuerpo). Pero para Margaret junto a la recuperación de su propia condición humana están las experiencias de otras muchas personas. Su yo poético sólo alcanza su definición en relación con el otro, de quien en última instancia ha recibido su propia voz. Así es como, además de entregarnos una obra personalísima, contribuye a nuestra emancipación. En particular, ella reivindica el derecho de las mujeres a expresarse. Por eso define sus poemas como “vehículos de las voces de otros; sobre todo, de las voces de mujeres que, por múltiples razones, no se hubieran escuchado de otra manera”. Estos poemas cruzados de otras voces son, en su opinión, los de “una poeta comprometida. Nunca he huido del término, del cual me siento orgullosa. Estoy comprometida con la vida, con mi condición de mujer y de ser humano, y por eso estoy comprometida con la poesía”.
Dossier Margaret Randall
y Víctor Rodríguez Núñez
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Margaret Randall Dossier Margaret Randall
6 Por María Vázquez Valdez
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argaret Randall es una autora admirablemente prolífica. Poeta, ensayista, fotógrafa, periodista, traductora y analista de cuestiones sociales y políticas, su obra ha creado puentes entre universos distintos y distantes, tanto geográfica como culturalmente, con libros de poesía, fotografía y prosa, historia oral, ensayo, antologías y traducciones, que suman más de un centenar de volúmenes publicados. Margaret nació en Nueva York en 1936, pero podemos afirmar, con la evidencia de más de ocho décadas después, que es una ciudadana del mundo. En 1961 llegó a México con su hijo Gregory, que aún no cumplía su primer año de vida. Eran tiempos de efervescencia cultural y había muchos poetas estadounidenses que establecían residencias temporales en México, entre ellos William Burroughs, Gregory Corso, Jack Kerouac, Marge Piercy, Allen Ginsberg, Jerome Rothenberg, y un largo etcétera. En esa época, Margaret conoció a Philip Lamantia, en cuyo departamento se reunían muchos poetas y escritores, entre ellos Sergio Mondragón, con quien Margaret acuñó la legendaria revista bilingüe El corno emplumado (The Plumed Horn), que se publicó durante ocho años, los últimos también con la participación de Robert Cohen. Margaret recuerda a El corno emplumado como “una página en mi propia historia y en la historia de las letras de nuestras Américas. Comenzó con una gran pasión. Publicamos 32 números trimestrales, con un promedio de 250 páginas cada uno. Presentamos poesía de muchos países, distribuimos en todo el mundo. Entre los poetas que publicó El corno puedo mencionar a algunos, pero seguramente dejaré a muchos más fuera: William Carlos Williams, Ezra Pound, Violeta Parra, Octavio Paz, Juan Bañuelos, Herman Hesse, Diane di Prima, Denise Levertov, Jaime Labastida. El corno era un mundo en sí mismo. Poetas, escritores y artistas iban para conocerse más allá de fronteras nacionales y de generaciones. Éramos valientes, tenaces y vigorosos”. Esta significativa plataforma dio voz a muchos escritores de distintas épocas y orígenes, y enriqueció de manera entusiasta la literatura en México y en Latinoamérica en general, a la vez que inspiró a muchos jóvenes escritores para darse a conocer en ese momento. La revista terminó cuando la poeta tuvo que irse de México debido a su firme posición política y antigubernamental en torno al movimiento estudiantil de 1968. Años después, cuando Margaret regresó a Estados Unidos en 1984, el gobierno ordenó que la deportaran con el argumento de que encontraron que algunos de sus escritos eran “contra el buen orden y la feli-
/// Foto de Margaret Randall
cidad de los Estados Unidos”. Ganó su caso en 1989, luego de que recibió el apoyo de un gran número de artistas y escritores. Como pocos intelectuales, desde muy joven Margaret Randall ha analizado con su vida misma la situación de países como Nicaragua, Cuba, El Salvador y México, pues durante 23 años vivió en Latinoamérica, convivió con distintos círculos sociales, experimentó en carne propia la situación política de momentos históricos como la revolución sandinista, la revolución cubana, la guerra de Vietnam o el México del ‘68. Hay que subrayar que en este trabajo polígrafo de Margaret Randall tiene gran resonancia la reflexión acerca de las mujeres, por ejemplo la situación de la mujer en Nicaragua o en Cuba, que ha elaborado a través de su poesía, ensayos, traducciones, y en antologías que coordinó y que reúnen a numerosas voces, como es el caso de Las mujeres, una compilación de textos de escritoras de Estados Unidos traducidos al español, publicada por primera vez en
1970, y que se ha reeditado más de diez veces. Margaret es también una gran caminante, una viajera, exploradora contemporánea que no sólo camina con su escritura, lo hace también con su fuerza vital. Su poesía —y su obra toda— es un producto de su vida misma, de una experiencia valiente que sorprende con destellos de todo el mundo. Sudáfrica, Grecia o Jordania, por nombrar algunos de sus recorridos, encuentran testimonio no sólo por medio de la palabra, también en la imagen tienen un sitio que sorprende y maravilla con excelentes fotografías, pues como fotógrafa, Margaret es una artista tan desarrollada, propositiva y experimentada que como poeta y ensayista. Sus series de fotografías en Latinoamérica, África, Medio Oriente o el Lejano Oriente dan cuenta de otro tipo de poesía, una descripción con luz, de la luz misma. Este engranaje de palabra e imagen prevalece también en gran parte de la obra de Margaret, como es el caso de los
poemas que recoge Stones Witness, un bello libro que editó con la Universidad de Arizona a finales de la década pasada, y cuya traducción publicó Ediciones de Medianoche en Zacatecas en 2011, con el título Testigo de Piedra, o en El rizoma como un campo de huesos rotos. El rizoma como un campo de huesos rotos y 12 Poetas En mayo de 2018, durante la Feria Nacional del Libro de Zacatecas, Margaret Randall visitó por primera vez en su vida esta ciudad. Recorrió algunos lugares emblemáticos, con asombro de poeta y mirada de experimentada viajera. Fue un tiempo demasiado corto, pero suficiente para que presentara en Zacatecas sus dos libros más recientes —hasta ese momento— traducidos al español y publicados en México en 2017: El rizoma como un campo de huesos rotos y la antología bilingüe 12 Poetas. Compilada por Margaret en 2013, 12 Poetas incluye voces poéticas que desta-
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mano de su padre nos lleva al Vietnam de 1974 y años después a su propio recorrido atestiguando las Guerras Sucias de Latinoamérica, las desapariciones en Guatemala, Argentina y Uruguay, luego nos abre umbrales hacia los Campos de Muerte de Camboya, y a las guerras de su propio país en Irak, Afganistán o Libia. De pronto nos permite ver a través de los ojos de la madre de un joven sandinista, víctima como los jóvenes palestinos, o como los jóvenes de Soweto, Morazán, Aleppo, Ciudad Juárez, Chicago. De la mano de estos poemas observamos los tatuajes infligidos por los nazis a los judíos, vamos a Angkor y a Vietnam, y nos reímos de los infantiles y absurdos miedos del vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney. De su mano también nos acercamos al amor y a la despedida de su padre y de su madre, hacemos un recorrido actual por su hermoso desierto en Nuevo México, y avistamos Pecos, Cerro Grande, Los Álamos, hasta llegar al Gran Cañón, uno de los sitios que con más ahínco literario y fiereza física ha recorrido la poeta durante décadas. Este libro de Margaret Randall —como su obra en general— no soslaya una profunda mirada crítica a la modernidad sin sentido y al consumismo, a la injusticia, así como al neoliberalismo, al gobierno estadounidense y en definitiva hacia todos los gobiernos en general, y con esa mirada nos lleva también al futuro, a la nostalgia de una premonición en ciernes; nos permite mirar hacia delante, atisbando “Cuando las últimas gaviotas vuelen hacia la costa”, o la High Line de Manhattan, y un inminente “Peligro de Calentamiento Global”. Después, sin embargo, podemos encontrar respuestas muy profundas al retroceder hasta los inicios de la historia humana en vestigios de Paquimé, Teotihuacán o Kiet Seel. El rizoma como un campo de huesos rotos es un libro que reúne 50 poemas con múltiples recorridos hacia el pasado, el presente y el futuro. No obstante, desde cualquier punto que se le retome, no cabe duda de que su relevancia para el momento actual es inobjetable. Relevancia que es cualidad de la obra de Margaret Randall, escrita desde la pasión de un ser comprometido con la vida, la creación y la palabra, una exploradora contemporánea que camina con su escritura y con un ímpetu que es producto de una experiencia que asombra con destellos de lejanos lugares de Sudáfrica, Grecia o Jordania, África, Medio Oriente o el Lejano Oriente, pero que nos lleva al final hasta una inmersión humana decantada en el camino, cantada en un camino y en un caminar sin duda sorprendente, entrañable. Hace 17 años, cuando la fui a buscar a los rojos desiertos de Nuevo México por primera vez, Margaret me dijo que su poesía es un evento de vida o muerte, porque está comprometida con la vida y con el vivir. Ahora sé que esto trasciende la palabra misma, pues la poesía, la obra toda de Margaret, ha germinado en una vida plena de ocho décadas de asombroso caminar, y es un legado que ha tallado a conciencia y a profundidad en una existencia incansable, incomparable.
Dossier Margaret Randall
can por su alto nivel lírico, de interesante diversidad estructural y contenido que da cuenta de la pluralidad poética que actualmente se desarrolla en Estados Unidos, en sitios muy distintos entre sí, tanto geográfica como histórica y culturalmente. El primer criterio que siguió Margaret Randall para llevar a cabo esta compilación, según lo expresa en la introducción, “fue presentar una pequeña muestra de voces poderosas, cada una excelente a su manera, que podría representar la poesía que se está escribiendo hoy en los Estados Unidos […]. Esta selección de poetas, aunque pequeña, es extremadamente diversa en términos de género, origen étnico, identidad sexual, habilidad física, edad, cultura, región del país, voz poética y estilo”. Los poetas incluidos en la antología son Hakim Bellamy, Lauren Camp, Lyle Dagget, Kenny Fries, Suzanne Gardinier, Janice Gould, Natalie Ilum, Demetria Martínez, Mary Oishi, Andrea Serrano, Edwin Torres y Richard Vargas. En la exuberante obra de Margaret Randall, el poemario El rizoma como un campo de huesos rotos es un brillante botón de muestra. Como señala uno de los textos introductorios, en este libro Margaret “nos acerca al patrimonio que tenemos como humanidad, y dibuja nuestra silueta desde los fuegos primigenios de nuestros ancestros y sus lugares, aún portentosos”. Este poemario fue publicado por primera vez en inglés en 2013, por la editorial Wings Press, en San Antonio, Texas. Es una obra de gran actualidad que hace un recorrido por muchas épocas y lugares del planeta. Para entender esto un poco más, hay que reiterar que durante décadas, la poeta ha recorrido lejanos e insólitos sitios de todos los continentes con un profundo sentido de la historia humana, sus heridas y cicatrices, cumbres y abismos. Estos poemas revelan múltiples instantes de quiebre, cuestionan y también dan respuestas, llevan al lector a la nostalgia o a la sorpresa, a la tristeza o al asombro, con una clara dosis de verdad. De la mano de Margaret recorremos lugares con honestidad y lucidez, y sin duda con agradecimiento. Su guía traduce la realidad en una poesía cuya belleza reside, en gran parte, en su transparencia. En El rizoma como un campo de huesos rotos, la poeta nos lleva por innumerables impresiones de la memoria, nos hace reclamar “nuestro lugar como nómadas”, nos induce a imaginar que somos un niño en un salón de clases de Treblinka, nos lleva a recorrer la actual Turquía que recuerda el genocidio armenio, o nos invita a contemplar el filo de un machete en Ruanda. En este poemario escuchamos también un largo diálogo de Margaret con La Llorona, mujer antes que madre, ser humano sujeto a circunstancias antes que fantasma. Desde Tokio, Dresden, Hiroshima o Bagdad, la poeta nos lleva hasta el Bronx, más adelante al desierto de Atacama y de ahí a las colinas de Tennessee. Todo este recorrido es inevitablemente histórico, y sorprendentemente actual. El recorrido que lleva a cabo Margaret por su propia vida es también una inmersión en distintos momentos históricos retratados en muchas páginas de El rizoma como un campo de huesos rotos. De la
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Margaret Randall La escritura como testimonio social y cartografía del mundo 6 Por Sigifredo E. Marín
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ierre Klossowski plantea que la ficción se ha vuelto indiscernible de la verdad. Uno a uno los grandes conceptos portadores de verdades en Occidente se han ido derrumbando. Aunque precisa que si todo es ficción y si el mundo deviene fábula, no todas las fábulas ni las ficciones tienen el mismo valor, su valía estaría en función de su potencia de transvaloración del sentido común y del pensamiento establecido.1 Y sin embargo, más allá de los referentes y las verdades algo queda, una huella, un reclamo tímido e insobornable de justicia. Hay una verdad oscura, impenetrable, inasible e irrefutable que emerge del testimonio del sufrimiento y de las entrañas del dolor en la consumación de la barbarie contemporánea. Verdad más allá de toda verdad o falsedad, incluso más allá de toda representación o imaginación, verdad que nos confronta con lo irrepresentable. Según cuenta Primo Levi en su trilogía sobre la última entrega en torno a los campos de exterminio, en Los hundidos y los salvados: “casi todos los liberados, de viva voz o en sus memorias escritas, recuerdan un sueño recurrente que los acosaba durante las noches de prisión y que, aunque variara en los detalles, era en esencia el mismo: haber vuelto a casa, estar contando con apasionamiento y alivio los sufrimientos pasados a una persona querida, y no ser creídos, ni siquiera escuchados”.2 Pese al intento de los verdugos de borrar toda huella la barbarie, detrás de la ruinas es posible reconstruir el infierno de los Lager y los campos de exterminio. No dejar testimonio fue la consigna de los mandos del ejército y los servicios de seguridad nacionalsocialistas. De ahí que muchos sobrevivientes asumieron el deber de dar testimonio como algo que trascendía su vida, y paradójicamente, permitía el resguardo de la vida humana digna en el futuro: dar cuenta de lo que había sucedido y el por qué había sido posible. La literatura testimonial, y en este sentido, gran parte de la literatura moderna del siglo XX y XXI lo sería, se asume –según Margaret Randall– a partir del arte de la pregunta. La historia oral de y desde el otro. La historia –como lo anticipa ya Walter Benjamin– deja de ser una descripción neutral objetiva de lo que realmente pasó, y se convierte en un campo de batalla donde el historiador o quien relata el pasado entremezcla intereses, deseos e interpretaciones sesgadas con su objeto de estudio. Tampoco la historia obedece una perspectiva lineal unívoca; en particular, la historia oficial siempre implica la visión de los vencedores que oculta o tergiversa la de los vencidos. De tal suerte que la historia es la narrativa hegemónica del cortejo triunfal de los dominadores actuales
que marchan sobre los que hoy yacen bajo tierra. De ahí que se imponga la tarea crítica de nuestro tiempo de cepillar a contrapelo la historia oficial para sacar a la luz aquello que tenaz y celosamente se oculta, a saber, el sufrimiento, la explotación, la ignominia y la barbarie:3 “Sólo cuando el pasado oculto saliese a la luz podría hablarse de una historia universal en un sentido verdadero”.4 De ahí también la importancia recuperar la historia soterrada desde la reinvención de los lenguajes dominantes. Y si no hay un documento de cultura que no sea al mismo tiempo un documento y monumento de barbarie es porque habría que recuperar esas historias marginadas subalternas que subyacen a las verdades oficiales y su épica aplastante. Las grandes obras de la humanidad existena gracias a la miseria y explotación de grandes masas de seres humanos que son carne de cañón del mortero de la historia universal. Las huellas de la oralidad y de las historias anónimas nos muestran una verdad cuyo reclamo de justicia jamás será silenciado por ningún verdugo. La historia oral recupera la oralidad de un pueblo donde emerge de la voz del subalterno: “La verdadera voz del pueblo es siempre fresca, hermosa, siempre nueva. La auténtica voz del pueblo no tiene nada que ver con los folletos y lugares comunes impuestos”.5 La voz cimarrona de los parias y excluidos apenas es audible, casi un murmullo, pero su verdad desnuda resulta absolutamente irrevocable e irreparable. Está más allá de toda duda, su certidumbre es del orden de la vida sufriente. De ahí que el montaje de la literatura testimonial busca recrear una vida en su
singularidad y cruce con los tonos, tonalidades, afectos y afecciones de una época. Asistimos a la reconfiguración del sentido de la literatura, de su recepción y valoración social. La reinvención humana de lo social desde el magma telúrico que se gesta en los laberintos y umbrales de la vida cotidiana. Bajo tal contexto de devastación infinita, después de Auschwitz, Nagasaki, Hiroshima, Chernobill, Ruanda, Acteal, Ayotizinapa, y tantos y tantos referentes más de cruenta ignominia, pero, también tantos otros referentes de resistencia infinita, emerge, por doquier una escritura múltiple directa, viva, rabiosamente viva, y sin concesiones. Desde esa escritura como anti-hegemónica que se expande como literatura menor en tanto resistencia a la literatura mayor se puede apreciar la poderosa originalidad de Margaret Randall. Margaret Randall encarna, en su ser y su obra, el vínculo entre varias generaciones de poetas nómadas del siglo XX y XXI que han buscado hacer de la escritura, del pensamiento y del activismo estrategias y dispositivos para generar testimonios y abrir el presente a su presencia de eternidad plena. Su obra es un grito que se afirma contra toda injusticia y opresión. Más allá de su diáfana belleza, su escritura es arma contra el orden impuesto y un bálsamo de vida digna en estado puro. Escritura como forma de resistencia e insistencia en otro orden por venir. De ahí que su obra tenga la frescura venidera de un mañana promisorio que se avecina justo en la vuelta de la esquina. Y es también en este contexto que la obra de Margaret Randall nos muestra la poten-
cia de la literatura como arsenal de reconfiguración del ser y estar humanos. Desde la gestación –junto con el maestro Sergio Mondragón– del Corno emplumado y su participación en la Generación Beat; pero también más allá de las vanguardias, y más acá de la vida presente. Espacio bilingüe e intercultural, el Corno emplumado publicó en ocho años más de setecientos autores generando un puente intercultural entre la poesía norteamericana y la poesía mexicana contemporáneas, pero también se publicaron poetas trasterrados como el catalán Agustí Bartra, de quien se comenta que: “El largo poema de Bartra, Marsias & Adila, se convirtió en El Corno Empluado número 4. Elinor Randall hizo la traducción al inglés. Bartra permanecería cerca del diario, y lo publicaríamos de nuevo. Nos enorgullecía que su poema épico fuera nuestro primer libro bilingüe completo”. Quizá una de las mayores aportaciones de la la llamada literatura Beat sea, más allá de su crítica al orden fascista capitalista su apertura a nuevos estilos de vida y de concebir el arte y la literatura que ahora se han vuelto moneda corriente, pero que en su momento marcaron un parteaguas. Por mecionar tres grandes ejemplos paradigmáticos, Aullido de Allen Ginsberg (1956), En el camino de Jack Kerouac (1957) y El almuerzo desnudo de William Burroughs (1959) han sido referencias fundamentales para entender el arte y la literatura contemporánea; han hecho de la experimentación y de la búsqueda formas de existencia y estilos de vida. “El verso proyectivo de Denise Levertov” abre las formas poéticas a un juego de reinvención casi-infinito. Retrotrae el ritmo y la musicalidad a sus formas elementales de potencia pura y muestra la importancia del silencio y de los espacios en blanco como formas de escritura. Su influencia ha sido decisiva en todas las propuestas vanguardistas del siglo XX y XXI. En medio de este entorno creativo, la obra de Randall ha construido, no sin deconstrucciones y demoliciones activas, una obra sólida que trasciende modas literarias. De la experiencia dada a la experimentación abierta, la literatura de verdad ha sido memoria del pasado, pero también del futuro, del porvenir. En Randall como en otras apuestas actuales, hay una re-escritura en y desde el feminismo subalterno, en y desde los márgenes es que está re-elaborando el sentido de la creación. Más allá de la memoria devastada, de cartografías laceradas y de rizomas como campos de huesos rotos, está la memoria del porvenir. La barbarie y el genocidio han marcado la experiencia literaria del siglo XX y su apertura del XXI. La literatura es hoy post-literatura. Emerge de la crisis de la autonomía de la obra moderna y de los grandes relatos de la modernidad. De ahí también que la literatura sea excéntrica y descentrada. Es en este contexto de la
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debacle y la devastación radicales que hay que leer Rizoma como campo de huesos rotos. El rizoma sería un modelo para repensar la subjetividad la genealogía histórica de unas raíces móviles. Si todos hablan, hablamos, el lenguaje del rizoma, es porque todos en este siglo XXI, herederos de siglo precedente, somos hijos de la barbarie e ignominia atroz. De lúpulos a orquídeas, del jengibre a la flor santificada que llamamos alcatraz, un tallo horizontal o cuerpo de raíz se mueve bajo el suelo buscando su camino, escogiendo dónde despertará y se alzará en otro espejo multiplicador que alzamos a la historia. Dicha forma natural de resistencia fue nombrada por los griegos como rizoma: “Los antiguos griegos nos legaron / esta anatomía: el rizoma / como llave de la resistencia vegetal”: La colonia Pando de Utah de álamo temblón un millón de años joven. Ni forrajeros, insectos, hongo ni fuego quebrantan el diseño de su escondite. El título Rizoma como campo de huesos rotos alude a la barbarie, literal, del siglo XX como campo de huesos rotos, racionalidad instrumental al servicio de la carnicería generalizada. La poeta rememora las masacres y los genocidios contra la plobación camboyana por parte del ejército rojo de Pol Pot que dejó más muertos que en la primera y segunda guerra mundiales, contra los pueblos judíos en Treblinka, contra los pueblos armenios en Elazig Turquía, contra las minorías Tutsi de Ruanda. Pero también está la posibilidad de desahacer las cadenas, los amarres que te apresionan, rehacerse hacia y desde un nuevo mapa, una cartografía de la esperanza discreta: “te abres al tiempo / en cada dimensión. / recibes un nuevo hogar”. A través de fisuras y vacíos, a través de líneas de fuga y de resistencia. Rizoma como campo de huesos rotos es una pequeña obra maestra que atraviesa los más diversos registros literarios desde la viñeta y el testimonio hasta el micro-ensayo y el poema narrativo. Poema de resistencia ontológica y política: “como la llave de la resistencia vegetal / La colonia clonal Pando de Utah”. Resistencia frente al hongo o fuego. Rizoma como universo fractal. “Todos hablan la lengua del rizoma”, de las raíces flotantes. “Nosotros que vemos un campo de huesos rotos” contemplamos rostros pálidos, marcados por la barbarie e ignominia cuya impresión imborrable en la memoria queda. Somos y hacemos rizoma, somos amigo del rizoma, sin principio y sin fin, sin pasado ni futuro, sin origen ni destino, estamos en punto medio que resiste la cronología. Somos nómada salvajes en un mapa de riesgo, hay que reiventarnos para devenir otros. El verdugo, el otro, puede tratar de interrumpir mi danza, la danza de la vida, pero su feo lenguaje no deja rastro, lo único que verdaderamente queda es el amor por seguir luchando a brazo partido en un mundo inmundo. Y eso trasciende la literatura, la vida misma, es la afirmación pura como potencia
política primigenia, el grito de vida que celebra en el abismo de la nada. Sin embargo, aquí la poesía ya no es un reino autónomo donde el poeta es el amo y señor absoluto, se desbanca el trono literario, el poeta es un médium ahora entre otros muchos más que sirve de puente entre el arte, la vida cotidiana y la búsqueda de justicia social. Si Deleuze y Guattari nos habían mostrado que el rizoma podría servir como un modelo literario y estético de apropiación creativa más que de comprensión, ahora Randall hace del rizoma un estilo de vida nómada que se atreve a echar raíces en una memoria fracturada de una condición humana arrojada también a la barbarie. Raíces flotantes de un rompecabezas inconexo, pero vital, visual, fonético, actual. Crítica sin concesiones contra toda forma de dominación, no es casual que cite la autora a otra poeta excepcional, en su libro El precio que paga: el costo oculto de la relación de las mujeres con el dinero, abre fuego con una cita lapidaria: “la entidad llamada la familia, ese campo de batalla, herida abierta, refugio y teatro del absurdo, que domina cada infancia humana (Adrienne Rich); para quien el cuerpo es un campo de batalla de la heteronormatividad falocéntrica y capitalista. De ahí su intención de reconstruir la resistencia latinoamericana desde las voces subalternas, feministas, silenciadas, al respecto puede leerse La comandanta Maya Rita Valdivia donde recrea las voces femeninas feministas guerrilleras tras la sombra del patriarcado del Ché Guevara. Ya es tiempo de re-escribir la historia, porque lo personal y doméstico, también es político
como dirán Barbara Kruger y Gloria Anzaldúa, autora próxima a Randall, no en balde aparece retratada en su página personal cuyo título homónimo guarda información e imágenes valiosas (http://www.margaretrandall.org/). Rizomas y ruinas se imbrican en su obra, se co-pertenecen. El estado de ruina es una metáfora y una metonimia en la obra de Randall. De ahí también la voluntad de juego y de experimentación del arte y literatura contemporáneos que desarrollan escrituras múltiples, híbridas y experimentales, oscilando entre poesía, testimonio y ensayo. Pero sobre todo es –según Randall– “una manera de dar voz a los que han sido ignorados o silenciados, rendir homenaje, reconocer esfuerzos heroicos, revivir la memoria colectiva. La literatura puede llegar a ser un arma que se utiliza para luchar por un cambio social; por una mayor comprensión entre los seres humanos, en contra del clasismo, racismo, xenofobia, misoginia, homofobia. En un mundo en el que hay tanta manipulación de los hechos por parte de quienes sostienen el poder, muchas veces nos vemos como David frente a Goliat. Al plasmar verdades, sobre todo acerca de uno mismo, uno se coloca en la posición más vulnerable, se arriesga a que el enemigo puede usar esas armas en nuestra contra. Sin embargo, son riesgos que tenemos que asumir”.6 En este sentido su antología de 12 poetas, antología de nuevos poetas estadounidenses ofrece una impecable selección donde verdad, belleza y justicia se vuelven exigencias indisociables entre sí, generando una poderosa amalgama de vigor,
Al igual que las abuelas de Sepur Sarco de Guatemala, Randall es una superviviente y testigo del siglo XX, pero su voz y su obra son plenamente del siglo XXI. Ha cumplido con creces el mandato de estar a la altura de su tiempo, nos queda seguir su legado, aprender y mantener la llama de la libertad encendida en su obra; sacerdotisa chamán que re-escribe la historia y el arte desde sus márgenes. Enhorabuena por su obra múltiple y nuestra entera gratitud por una vida dedicada a los demás. En un mundo acosado por la trivialidad, la maldad y la estulticia, Randall ha prodigado el universo de pequeñas dosis de sabiduría, humor y amor sin reservas, pero como diría Isak Dinissen: “la ha hecho sin prisa y sin pausa”; y en estos tiempos que corren, tan solo el mero intento ya resulta ejemplar, no se diga su realización cotidiana infatigable. Pierre Klossowski, Sade mi prójimo, precedido por El filósofo criminal, Madrid, Arena Libros, 2005. 2 Primo Levi, Los hundidos y los salvados, Barcelona, Península, 1989, p. 10. 3 Margaret Randall, “¿Qué es y cómo se hace un testimonio?, en Sobre el testimonio, en John Berverley y Hugo Achugar, La voz del otro, Guatemala, Universidad Rafáel Landívar-Latinoamericana Editores, 1992. 4 Carlos Marzán, Walter Benjamin. Es necesario recuperar la historia de los vencidos… España, Editorial RBA, 2015, p. 136. 5 Randall, op. cit. p. 27. 6 Margaret Randall, “Mi obra tiene sombras, crueldad, ternura, belleza”, Siempre. Presencia de México, mayo del 2018, consultado el 21 de mayo del 2018 en http://www.siempre.mx/2018/05/mi-obratiene-sombras-crueldad-ternura-y-belleza/ 7 Margaret Randall, Exporting revolution: Cuba’s global 1
solidarity, Durham-London, Duke University Press 2017.
Dossier Margaret Randall
potencia, fuerza expresiva, política e intimidad. Después de una jornada de vida, de ver, vivir y convivir con los pobres, humillados y excluidos, pero también con los hambrientos de esperanza y utopías, Randall se encuentra agradecida y enriquecida por el arte y la revolución, términos que su ser y haber son intercambiables porque quizá, “alguien que no ha nacido leerá este poema”, leerá las huellas humanas que queden después del fin del mundo como un legado de amor, misericordia, barbarie, belleza y crueldad. En una de sus últimas obras, Exporting revolution: Cuba’s global solidarity, efectúa una lúcida y valiente crítica de la geopolítica imperalista y colonialista de Estados Unidos pero también, hace un notable ejercicio de autocrítica desde una perspectiva marginal, subalterna, feminista, transgresora y festiva. Porque Randall nos recuerda, casi en todas sus obras, sería un tópico recurrente, que más allá de la miseria, barbarie y violencia está la mansedumbre del amor, de la hospitalidad solidaria, de la belleza y de la justicia.7 Aquí poesía y literatura son otra cosa, una llave poderosa para abrir la puerta del cosmos y dejar que entre el afuera de una vida que nos excede por completo. En ese sentido es que Randall considera que los grandes poetas son parteros de la humanidad y sus obras son el auténtico nacimiento del imaginario subversivo profundo de una época. Por eso es que el arte poético anticipa el horizonte de la condición humana. Es el claro de la contemporaneidad donde se puede ver el futuro como ahora eterno.
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LA GUALDRA NO. 388 // 10 DE JUNIO DE 2019
Dossier Margaret Randall
Poemas de Margaret Randall [Traducción: María Vázquez Valdez] Battered Woman Surprise (A recipe for baba ghannouj) The great round purplish black eggplant is quietly crazed in loneliness. Not merely alone or needing space but lonely in its full circumference. Floating, burgundy, swollen in fear. Prick her all over with the tines of a fork then lay her directly on the rack of an oven set to 400. In 45 minutes she will shrink into herself, her polished skin a defeated mass of wrinkles. When cool enough to handle, scrape her flesh to a bowl with 1/4 cup sesame tahini, lots of pressed garlic, finely chopped parsley, salt, pepper, and the juice from at least two lemons. Now her blue-black sheen is gone, her fullness barely remembered. But this delicacy –chilled aphrodisiac– may be scooped into a little center bowl surrounded by Wheat Thins or melba toast. Before serving, drizzle a bit of olive oil across the top. Guests will enjoy the exotic taste you share with them. And the appetizer –improved for its own good– will not complain.
Sorpresa de mujer golpeada (Una receta para baba ganush) La gran berenjena, redonda y de un negro violáceo, está silenciosamente enloquecida por la soledad. No está sola únicamente, ni necesitando espacio, sino desolada en toda su circunferencia. Flotando, bermellón, hinchada de miedo. Pínchala por todos lados con los dientes de un tenedor, luego ponla directamente sobre la parrilla de un horno prendido a 210 grados centígrados. En 45 minutos se encogerá dentro de sí misma, su piel pulida se volverá una derrotada masa de arrugas. Cuando se enfríe lo suficiente, raspa su carne en un tazón con 1/4 de taza de crema de ajonjolí, bastante ajo molido, perejil finamente picado, sal, pimienta, y el jugo de dos limones por lo menos. Ahora su brillo negro azulado ha desaparecido, su redondez apenas se recuerda. Pero esta delicia —afrodisíaca, dicen— puede disponerse en un pequeño tazón central rodeado por galletas saladas o pan tostado. Antes de servir, rocía un poco de aceite de oliva sobre ella. Tus invitados disfrutarán el sabor exótico que compartes con ellos.
Y la berenjena —mejorada por su propio bien—, no se quejará.
The Morning After —to the children It’s the morning after and the polar bear licks blood from his foot’s white fur. Ice is jagged and cuts, its islands recede to the beat of human denial. Far to the south: a dying parrot’s heart cries. It’s the morning after and beneath the wall long scarring our southern border tunnels carry coyotes and their human cargo while real coyotes and smaller animals burrow for daily bread, unaware of a madman’s ravings, pompous threat. It’s the morning after. I wish there was a pill. So many hard-won battles tremble on this map redrawn by hatred’s hand. The Bully in Chief stands before us: triumphant, tricked by the deceptive weave of his own New Clothes. It’s the morning after and emergency rooms fill with attempted suicides: queer teenager, black youth, young girl who hoped her ceiling would begin to crack, boy whose brother was murdered by the cop still riding his neighborhood patrol. Six-year-old Maia tells her mother Wake me when Hillary wins. The next morning she is afraid to go to school: If we speak Spanish in the street, she wants to know, will they send us away? It’s the morning after. Shock subsides to fear and rage throughout the world. But beware of an elite still measuring loss by lies and votes, unable to hear the real stories: It’s the morning after, one of many. Listen to the heartland’s threatened factory, another child who wakes up hungry, love too afraid to speak its name or the single mother of three without a home. Trust me rings hollow on the liar’s lips. I will fix it isn’t the answer. Only together can we resist: by loving, creating, and embracing the vulnerable among us four more years.
La mañana siguiente —A los niños. Es la mañana siguiente y el oso polar lame sangre del pelaje blanco de su pata. El hielo es irregular y corta, sus islas retroceden al ritmo de la negación humana. Mucho más al sur: el corazón de un loro moribundo llora. Es la mañana siguiente y bajo el muro, larga cicatriz en nuestra frontera sur, túneles transportan “coyotes” y su carga humana mientras los coyotes de verdad y animales más pequeños hacen madrigueras para su alimento, inconscientes de los delirios de un demente y su amenaza pomposa. Es la mañana siguiente. Desearía que existiera una píldora del día después. Tantas batallas duramente ganadas se tambalean en este mapa redibujado por la mano del odio. El Matón en Jefe se planta frente a nosotros: triunfante, embaucado por el tejido engañoso de su Traje Nuevo. Es la mañana siguiente y las salas de emergencia se llenan con intentos de suicidio: el adolescente homosexual, los jóvenes negros, la jovencita que esperaba que su techo comenzara a resquebrajarse, el niño cuyo hermano fue asesinado por el policía que aún monta la patrulla de su vecindario. Maia, de seis años, dice a su madre “Despiértame cuando gane Hillary”. La mañana siguiente ella tiene miedo de ir a la escuela: “Si hablamos español en la calle”, quiere saber, “¿nos enviarán lejos?” Es la mañana siguiente. La conmoción cede al miedo y a la rabia en todo el mundo. Pero ten cuidado de una élite que aún mide la pérdida con mentiras y votos, incapaz de escuchar las historias reales: Es la mañana siguiente, una de muchas. Escucha el corazón de la fábrica amenazada, otro niño que despierta hambriento, el amor demasiado temeroso de decir su nombre, o la madre soltera con tres hijos sin hogar. “Confía en mí” suena hueco en los labios del mentiroso. “Voy a arreglarlo” no es la respuesta. Sólo juntos podemos resistir: amando, creando, y abrazando a los vulnerables entre nosotros cuatro años más.
* La traducción de estos poemas no ha sido publicada anteriormente.