SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 403 /// 7 DE OCTUBRE DE 2019 /// AÑO 9
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Miguel León-Portilla (1926-2019). Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
No será sencillo resumir el legado académico y ético de Miguel León-Portilla (1926-2019). Fueron muchas sus aportaciones, ahora más cercanas, útiles y visionarias, distribuidas a lo largo de muchos años. [...] De Visión de los vencidos (1959), revelación de la otra mirada a lo sucedido hace más de 500 años, la de los indígenas originarios de esta tierra ¿descubierta?, ¿inventada?, ¿violentada?, hasta Erótica náhuatl, de reciente aparición y donde con grabados de Joel Rendón el autor acerca los vocablos erótica y náhuatl para encontrarnos con una tradición literaria indígena en torno a ese amor que llamamos erótico.
[“Miguel León-Portilla (1926-2019). Darle la voz a los vencidos”, por Mauricio Flores, en páginas centrales]
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LA GUALDRA NO. 403 /// 7 DE OCTUBRE DE 2019 /// AÑO 9
La Gualdra No. 403
Editorial
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avid Ojeda nació en la ciudad de San Luis Potosí el 20 de marzo de 1950. Fue un extraordinario narrador y un académico destacado a lo largo de su vida. Su espíritu generoso lo llevó a coordinar talleres literarios en varias ciudades de la república, como Aguascalientes, Ciudad Juárez, León, Monterrey, Puebla, San Luis Potosí, Torreón y, por supuesto, en nuestra ciudad de Zacatecas; de estos talleres egresaron varias generaciones de escritores quienes reconocen que fue él quien los orientó en el difícil pero apasionante mundo de la literatura. Ojeda fue profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Zacatecas y en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; de alguna manera, nunca perdió contacto con nuestro Estado y el vínculo de colaboración permaneció siempre, hasta el 9 de octubre de 2016, cuando falleció. Su muerte nos sorprendió, porque llegó cuando él era todavía muy joven, cuando tenía mucho que dar todavía. En esas fechas, Gonzalo Lizardo escribió “No sólo perdimos a uno de nuestros escritores más personales, arriesgados y críticos, sino también a un activo promotor cultural. Con su labor en los talleres de provincia, Ojeda fue un auténtico misionero de la literatura, responsable de formar a narradores y poetas como Luis Humberto Crosthwaite, Jesús de León, Félix Dauajare, Juan José Macías, Jorge Humberto y Miguel Ángel Chávez, cuyo ejemplo fertilizó a su vez la más reciente camada de escritores del norte y centro del país”.1 Hay otro dato que me parece pertinente mencionar aquí para confirmar que la labor de Ojeda en coordinación con otros escritores de su generación estuvo caracterizada por un constante empeño en difundir y promover la literatura de la región: en 1982 apareció en Zacatecas el primer suplemento cultural llamado Nueva Cultura, del extinto periódico El Heraldo; en él participaban los integrantes del Taller Literario José Revueltas y del Taller Literario de San Luis Potosí coordinado por Donoso Pareja: José de Jesús Sampedro, Alberto Huerta, Ignacio Betancourt y David Ojeda, con lo que se iniciaba también una época diferente, de más relevancia, en el periodismo cultural en nuestro Es-
tado; eso hay que reconocerle a toda esta generación de escritores que contribuyó a abrir camino a quienes nos dedicamos ahora a la promoción y difusión de la cultura y las artes. David Ojeda dedicó su vida a la escritura, fue colaborador de Cambio, El Gallo Ilustrado, y La Palabra y El Hombre. Obtuvo el Premio Punto de Partida en 1975, por Una bomba bajo los calzones; y el Premio Casa de las Américas, en 1978, por Las condiciones de la guerra. A todos estos reconocimientos habrá que agregar el de sus lectores, sus colegas y sus amigos, que de manera permanente le recuerdan y reconocen en él a un gran maestro. Esta semana conmemoraremos en Zacatecas el tercer aniversario del fallecimiento del escritor potosino; Alejandro García Ortega y Juan José Macías coordinan la III Jornada Nacional de Literatura de Los Testigos de Madigan en memoria de David Ojeda. De este encuentro, Alejandro Ortega dice que “Este 2019 queremos hacer presencia y discutir el significado de la escritura y las obras literarias de Ojeda. Planteamos así una primera mesa donde muy diversas generaciones posteriores a la labor de nuestro autor discuten su lugar, sus problemas y sus identidades en la vida cultural. No estamos aislados en el mundo y el decir de los que vienen valorará el dicho del de ayer”. Este miércoles miércoles 9 de octubre, a las 12 horas, en la Sala 2 de la Casa Municipal de Cultura, tendré el honor de participar en la primera mesa de diálogo junto con Juan Gerardo Aguilar, Edgar A. García E., Filiberto García, Carlos Hinojosa y Frida Priego Vázquez. El programa general de las Jornadas está ya en las redes. Los invitamos a que asistan a todas las actividades que del 9 al 11 de octubre se llevarán a cabo en distintos escenarios de la ciudad como la Casa Municipal de Cultura, Plaza Tacuba y en el patio de Rectoría de la UAZ. Acompáñenos. Que disfrute su lectura.
Contenido
La inmensa inmortalidad de Francisco Toledo Por Rafael Calderón
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Miguel León-Portilla (1926-2019) Por Mauricio Flores
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Historia-Corazón: obsidiana y granito para conmemorar lazos entre Japón y México Por Maliyel Beverido
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La izquierda en el cine mexicano del siglo XX [Segunda parte: El melodrama, género preferido de la derecha]2 Por Xavier Robles Midsommar de Ari Aster: el horror de lo ajeno Por Adolfo Nuñez J.
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
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Lizardo, Gonzalo, en “El legado secreto de David Ojeda (1950-2016), en: https://www. milenio.com/cultura/legado-secreto-davidojeda-1950-2016
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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La inmensa inmortalidad de Francisco Toledo Para Juan Paulo Luna
Arte
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Por Rafael Calderón
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ara despedir terrenalmente a Francisco Toledo (19402019), tengo presente las ilustraciones de su autoría, para el Álbum de zoología, de José Emilio Pacheco, y en ese sentido gozar esas imágenes, reconocer el eco de lo que interpreta, donde muestra esa verdad inconfundible de los seres que dibuja y determina, porque amplía horizontes, visualiza el efecto, la destreza del dibujo; hay que seguir la senda y alcanzar una despedida para él por unos versos extraídos de La edad de las tinieblas: “El amanecer nos entrega la primera hora y el primer ahora de otra vida. Lo único de verdad nuestro es el día que comienza”. Ya que Francisco Toledo para la literatura mexicana es igualmente una presencia extraordinaria. Por ejemplo, la lección de sus dibujos, determinan los poemas de Pacheco en dirección exacta, y al poema, le genera vida propia, con sus extraordinarios dibujos. Es una lección que guarda no la moraleja sino un profundo llamado de atención. Con esa suerte del tiempo, Álbum de zoología que publica El Colegio Nacional y Ediciones Era es una coedición de 1998 y señala que los dibujos de Toledo están hechos en tinta negra sobre papel, de aproximadamente 25 x 35 cm., de la primera edición de la University of Texas Press, Austin, el año de 1993; excepto el de la página 34 (60x90.5 cm), y la portada es una técnica mixta, sin título (31 x 30 cm.), que procede de colección particular; mientras la formación editorial es de Alba Rojo; y recordar así que Toledo tiene una amplia y extraordinaria presencia con libros ilustrados y destacar su nombre en un título como Zoología fantástica de Jorge Luis Borges, o lecturas de él, alrededor de autores como Kafka. Francisco Benjamín López Toledo –genio y figura únicamente conocido como Francisco Toledo– nació en el municipio de Juchitán, Oaxaca, en 1940. Fue pintor, grabador, ceramista y excelente editor de poesía. Por esta última deja honda huella entre los lectores mexicanos. Ediciones Toledo, en sus días, fue una editorial que estuvo abocada a difundir poesía y entre los poetas publicados hay que conocer al irlandés Seamus Heaney de quien se descubre la convicción lírica que, luego, editorial Calamus incluye en su catálogo con el mismo título, Isla de las estaciones -que traduce magistralmente la también poeta mexicana Pura López Colomé-.
/// La familia de elefantes, de Francisco Toledo. (1977). Acuarela. 55.8 cm x 75.5 cm.
Calamus es una editorial única: en su catálogo incluye poetas mexicanos, autores de la tradición hispánica y una amplia identidad de autores extranjeros. Es parte de un placer inmenso reconocer que, por primera vez, ésta edita en México una antología de la prosa de Antonio Gamoneda; y que tienen que ver la poesía, el discurso lírico y la suerte de memorias que el poeta construye paralelamente a su labor lírica, donde reflexiona sobre su experiencia creativa. La colección más completa, por supuesto, es la de poesía: he aquí una lista que inicia Ficticia, de María Baranda; continúa Fogata con tres piedras, Efraín Bartolomé; Ningún sitio que sea mío, Marco Antonio Campos; Habitado por dioses personales, Eduardo Casar; Sobre un muro de aire, José María Espinasa; Isla de las estaciones, Seamus Heaney; Mi vida con la perra, Francisco Hernández; Encima de la muchacha dormida y otros poemas, Vladimir Holan; Aviso a los náufragos, Paulo Leminski; Agradezco la noche, Waldo Leyva; Poesía completa, Cesare Pavese; 35 Sonnets / 35 Sonetos, Fernando Pessoa; Los espacios transparentes. La orquesta negra, Bernardo Ruiz; La pantera de Marsella, Guillermo Samperio; Cuenta de mis muertos, Francisco Serrano; La vida continua. Puerto oscuro,
/// Álbum de zoología, de José Emilio Pacheco. Ilustraciones de Francisco Toledo.
Mark Strand y Bastón de ciegos de Rafael Torres Sánchez; un título de la colección de narrativa: El indio Costal, Gabriel Ferry; la de arte: Coloquios de Coyoacán con Rufino Tamayo, Víctor Alba; y en la de ensayo: El cuerpo de los símbolos, de Antonio Gamoneda. Fue Toledo pintor, grabador, escultor, ceramista y su obra figura en los museos y colecciones más importantes del mundo. Su pintura y su escultura se encuentran entre las más renovadas y originales de la plástica mexicana; activo promotor cultural mexicano, destacadamente en la ciudad de Oaxaca y Juchitán, donde fundó museos y espacios culturales; Fomento Cultural Banamex publicó el título: Francisco Toledo. Obra 1957-2017, edición coordinada por Cándida Fernández de Calderón, en cuatro volúmenes, donde se recopila toda su producción plástica. Se señala que los dos primeros volúmenes contienen las primeras cuatro décadas de su trabajo, desde sus inicios como estudiante, su estadía en París y su consolidación internacionalmente. Los tomos III y IV abarcan sus trabajos desde la década de 1990, hasta sus producciones más recientes; esta edición es una guía excepcional para reflexionar el resultado de su originalidad y de creatividad artística. Porque su arte se mueve como ejemplo de una constante y Toledo es un creador permanentemente activo, su idea del arte es ondulante y el resultado de esto es que su obra creativa es parte del deslumbramiento permanente. Sin dejar de lado que existen estudios, ensayos y reflexiones críticas alrededor de la obra y de su trayectoria, quien determina tempranamente mejor la fantasía creativa de Toledo es Luis Cardoza y Aragón, la define visible por dos o tres direcciones cardinales. El resumen, para decirlo, está en estas líneas: “la eficacia de sus signos suele ser dilatada como su pertinaz invención. Un mundo propio, con atmósfera onírica, sin sabor del surrealismo que sobrevive, cargado de obsesiones sexuales agresivas, con humos, con no sé qué gusto indígena, de primitivismo gráfico que, por fresco y maduro, parece infantil, sin relación alguna con designios folklóricos. Se dice pronto: un mundo propio”. El pintor y grabador, promotor cultural y fundador de bibliotecas, Francisco Toledo murió el 5 de septiembre de 2019 a los 79 años en la ciudad de Oaxaca. Pero es de los artistas cada vez más escasos en México que mantuvo hasta el final de sus días ese algo que determina su gran pasión interior: “Todo lo crea con su gran talento –Luis Cardoza y Aragón– y a la medida de su propio talento”.
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Miguel León-Portilla (1926-2019) Darle la voz a los vencidos t
Por Mauricio Flores*
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o será sencillo resumir el legado académico y ético de Miguel León-Portilla (1926-2019). Fueron muchas sus aportaciones, ahora más cercanas, útiles y visionarias, distribuidas a lo largo de muchos años. Cuestión de las redes sociales, de sus apretados espacios para decir más con menos caracteres, pero fueron éstas desde donde cientos enumeraron con justeza la labor del maestro universitario. “Pionero en los estudios de filosofía, el lenguaje y la cultura náhuatl. Fue también un férreo defensor de las culturas originarias y publicó decenas de libros, como La visión de los vencidos. Descanse en paz, un fuerte abrazo a su esposa e hijos”, escribió en Twitter el presidente Andrés Manuel López Obrador. “Pionero que dio voz a los vencidos”, diría en su cuenta Alejandra Frausto, secretaria de Cultura, “y (quien) nos compartió sus ideas, sus costumbres, sus creencias, sus producciones artísticas y su versión de la historia que les tocó vivir, la cual también es nuestra historia, también es nuestra voz. Todo eso y más significa Miguel León-Portilla”. “Militante en la trinchera de los vencidos”, firmaría alguien más y así, sucesivamente, uno y cientos de reconocimientos al maestro emérito de la UNAM, tan solo uno de sus múltiples reconocimientos académicos que asumió con humildad, siempre compartiéndolos con sus pares. ¿Sus libros?, muchos también. Los de un historiador, humanista, filósofo, gran charlador, investigador, maestro, editor, traductor, escritor, lingüista, etnógrafo, antropólogo, arqueólogo y poeta. Tlamatini, hombre sabio en náhuatl, su amada y estudiada lengua. De Visión de los vencidos (1959), revelación de la otra
/// Gonzalo Celorio, Miguel León-Portilla, Concepción Company Company y Diego Valadés. En la Academia Mexicana de la Lengua. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
mirada a lo sucedido hace más de 500 años, la de los indígenas originarios de esta tierra ¿descubierta?, ¿inventada?, ¿violentada? Hasta Erótica náhuatl, de reciente aparición y donde con grabados de Joel Rendón el autor acerca los vocablos erótica y náhuatl para encontrarnos con una tradición literaria indígena en torno a ese amor que llamamos erótico. Ello en el mismo “marco conceptual que concibieron los griegos”. Y es que para los nahuas,
/// Miguel León-Portilla y su esposa Ascensión “Chonita” Hernández. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
establece León-Portilla, este aspecto tuvo “la fuerza de un torrente que todo lo penetra y todo lo vence”. En la obra, profusamente ilustrada, León-Portilla reproduce cinco textos provenientes de la vieja tradición si bien no hayan sido escritos “con una intención semejante a la de quienes hoy buscan en el erotismo su propia creación literaria”. Con todo, los textos “se nos presentan como portadores de ideas y sentimientos relacionados con ese amor sexual que llamamos erótico”. (Los textos incluidos son “La historia de Tohuenyo”, “El canto de las mujeres de Chalco”, “Las querellas del amor: canto de tórtolas”, “Nezahualcóyotl y las ancianas libidinosas” y “Afrodita y Tlazoltéotl”). Ejemplo a seguir También editado por El Colegio Nacional, circula en mesa de novedades Miguel León-Portilla. Nonagenario cuidam dicata, de Eduardo Matos Moctezuma, compendio de los textos del autor dedicados al gran maestro recientemente fallecido, prueba de demostración “de cariño y admiración”. Una cita resume con tino los contenidos de este sencillo opúsculo: “De pocas personas se puede decir que son ejemplo a seguir en un mundo donde todo lo avasallan los intereses mezquinos y las glorias pasajeras. Miguel León-Portilla es una de ellas. En la cátedra y la investigación ha aportado su saber y su enseñanza. Maestro de muchas generaciones, su conocimiento de los viejos cantos y de la antigua palabra nos llevan en el tiempo para conocer, como en un espejo de obsidiana, aquello que fue y que sigue siendo. Tuvo el privilegio de darles voz a los vencidos y que ésta se escuchara en todos los confines de la Tierra”. Como también en uno más, en oportunidad de los festejos de los 90 años de León-Portilla. Dijo Matos Moctezuma: “Les diste forma a las voces negadas por medio de la palabra escrita para darla a conocer e irradiarla por
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el mundo a otras muchas lenguas. De esta manera, nos diste la razón de ser de quien padece la injusticia e hiciste tuya la palabra del vencido para esgrimirla en contra de la injusticia hacia el indígena de ayer, pero también a favor del indígena de hoy. Reivindicaste la visión del mundo indígena
y su manera de percibir el universo, pese a quienes pensaban que estos seres no tenían su propia concepción del mundo”. Queda la vastísima obra de LeónPortilla, alumno de Manuel Gamio y Ángel María Garibay, uno de los grandes maestros del México más profundo.
Las campanas resuenan Las campanas resuenan, son corolas de bronce al revés, sacudidas por golpes que las hacen hablar. Las campanas resuenan y muchas cosas saben decir, repican de fiesta, llaman a orar, tocan a rebato, doblan a muerto. Las campanas resuenan, son corolas de bronce al revés y yo sé que un día los golpes que las hacen hablar, aunque cerca, no habré ya de escuchar: estarán doblando por mí. Miguel León Portilla (Poesía náhuatl, la de ellos y la mía). *** Ilustraciones: grabados de Joel Rendón. Miguel León-Portilla, Erótica náhuatl. Con grabados de Joel Rendón, El Colegio Nacional, México, 2019, 112 pp. ——Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista, UNAM, México, 1959, 224 pp. Eduardo Matos Moctezuma, Miguel León-Portilla. Nonagenario cuidam dicata, El Colegio Nacional, México, 2019, 172 pp. * @mauflos
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Historia-Corazón:
Escultura
obsidiana y granito para conmemorar lazos entre Japón y México t Por Maliyel Beverido
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n septiembre de 1609 un galeón de la Nueva España naufragó en costas japonesas. Los marinos de Ootaki auxiliaron a los 350 tripulantes del San Francisco, y ese acontecimiento se marcó el inicio de la amistad entre México y Japón. Para conmemorar 410 años de este lazo, el escultor japonés Ryuichi Yahagi -afincado hace 24 años en México- invitó al zacatecano Jorge Ismael Rodríguez para elaborar en colaboración una escultura. De ello resultó un monumento de 10 toneladas y una extensión de 35 metros de obsidiana mexicana y granito oriental. La pieza se titula Historia-Corazón y será inaugurada este 12 de octubre en el puerto de Ootaki. Ambos artistas, inmersos siempre en multitud de proyectos individuales y colaborativos, accedieron a comentar este singular trabajo. Actualmente Ryuichi Yahagi expone “Dale, dale, dale, no pierdas el tino” (instalación con piñatas en forma de misil llenos de gruyas de la paz) al lado de sus compatriotas Reika Nakayama y Hana Sakuma en la Galería Universitaria Ramón Alva de la Canal de la Universidad Veracruzana en Xalapa. Jorge Ismael Rodríguez acaba de estar en Viena, Austria, participando en el festival performance RESIST!, donde presentó una especie de concierto en el que se fonetizó el fragmento XIII del poema “Cuerpos”, de Max Rojas, con música de la artista austriaca Doris Steinbichler. Maliyel Beverido: Más allá del hecho histórico ¿qué es lo que conmemora la pieza HistoriaCorazón? Jorge Ismael Rodríguez: Para mí, el máximo valor conmemorativo de este monumento, está en la proyección multidireccional de la anécdota, hay algunas líneas que me emocionan más. Por ejemplo, me encanta ver que nuestras diferencias suman positivamente y que el resultado contradice la dinámica de esta época polarizadora, en donde lo in está en definirnos como
“únicos y distintos”, nos urge pertenecer a algo y paradójicamente, nos (des) clasificamos por nuestra procedencia, nuestra religión, el idioma, el acento, nuestro color de piel, nuestras simpatías o antipatías políticas, por nuestro género, nuestros estudios, en fin... Hoy
todos queremos ser distintos y al ir particularizando las etiquetas, terminamos viendo hasta a nuestros hermanos como “los otros”, cuando es evidente que lo que necesitamos es agruparnos si queremos trascender… Es decir, Historia-Corazón conmemora la interacción factible y
positiva entre personas que se saben distintas. Ryuichi Yahagui: Antes de ese encuentro histórico de la tripulación del galeón no había mucho contacto entre Japón y otros países que no fueran de Asia, porque se trata de un archipiélago y al estar todo rodeado de mar
era de difícil acceso. Los barcos novohispanos viajaban hacia Filipinas, pero éste naufragó. Los náufragos estuvieron un año en Ootaki, donde fueron muy bien tratados y hasta les hicieron un barco nuevo. Yo creo que los japoneses tienen a los mexicanos en su imaginación como habitantes de un país de sol, porque se encuentra al este de la isla, por donde sale el sol. Y curiosamente los mexicanos piensan, como en todo el mundo, que Japón es el reino del Sol Naciente. Entonces la idea es encontrar esas correspondencias en países que están tan alejados. También hay mucho misterio entre los dos, cada uno tiene un estereotipo del otro: los mexicanos oyen Japón y piensan en los kamikazes y los japoneses oyen México y piensan en charros. MB: ¿Puede el arte contemporáneo conmemorar un hecho histórico? JIR: Sí, claro, la forma de validar los acuerdos sociales desde los tiempos más remotos ha sido usar objetos o trazos referenciales -¡objetos con aura!- y la historia está construida, justamente, con lo que las comunidades
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Escultura
deciden guardar en su memoria, lo que nos atrevemos a hacer público, hechos a los que ya les construimos la narrativa que queremos que toque a las generaciones por venir, y como creemos que “el arte de hoy” va a trascender… entonces suponemos que estos objetos de arte serán buen soporte para preservar nuestra historia. MB: ¿Cómo arrancó este proyecto? RY: Este proyecto empezó porque un crítico y curador japonés, Yasuo Nakano, me habló para decirme que había el interés de Ootaki de hacer una escultura con el tema de la amistad, y yo propuse que fuera un trabajo colaborativo entre dos escultores, para reforzar esa idea de amistad. Y pensé en Jorge porque él ha ido varias veces a Japón, y sus obras se han presentado allá en ocasiones importantes. MB: ¿Qué significa el trabajo colaborativo? JIR: Me encanta, desde hace más de 30 años estoy trabajando con procesos relacionales y en los 15 o 20 más recientes he tratado de profundizar la interacción con quienes participan y pretendo establecer relaciones “simbióticas” con y entre los involucrados. RY: Yo siempre pienso en qué es significativo en mis obras, sobre todo en mis instalaciones, dónde vivo, y ahora pues vivo en México, entonces es importante hacer como puentes. A veces es trabajar juntos, a veces es sólo involucrar a los otros en la pieza final, pero sí, siempre hay alguna forma de colaboración. MB: ¿Cuál fue la dinámica de trabajo para la elaboración de esta pieza? (dónde trabajó cada quién, cómo se pusieron de acuerdo, cómo se comunicaron) RY: Los artistas son generalmente como muy egoístas y quieren figurar solos. Pero también los hay generosos. No había trabajado con Jorge en el mismo proyecto, pero sí había participado en proyectos que él organizó, como bienales; hemos ido juntos a colectivos, y ya había hecho contactos con Japón a través de mí, así
que ya teníamos esa relación de amistad y trabajo. Jorge es muy amable y muy accesible, trabaja muy bien y ya conoce a los japoneses. Más de diez veces ha viajado desde que lo invitaron cuando el Mundial de Futbol Corea-Japón en 2002, para crear una escultura para un estadio. Era importante conocer el contexto y la forma de ser, por eso fue tan fácil. JIR: Ryuichi Yahagi y yo somos amigos desde hace un montón de años, a pesar de que no vamos sobre la misma vía, tenemos un montón de coincidencias; los dos somos escultores de origen, ambos hemos construido rutas y plataformas objetuales y no objetuales para darle salida a nuestras propuestas, y creo que ambos hemos encontrado los insumos correctos para construir nuestra sintaxis particular. De alguna manera, Historia-Corazón es la suma de nuestros monólogos. No recuerdo con certeza cómo llegamos al conjunto final, creo que iniciamos platicando por teléfono sobre intenciones antes que de formas, luego fuimos objetivizando nues-
tras intenciones; de lo que estoy seguro es de que la mayoría de nuestras reuniones de trabajo fueron pláticas larguísimas con mucha comida, algunas copas de vino y varias cervezas. Estoy seguro también, aunque no recuerdo que lo hubiéramos hablado, de que ambos tuvimos claro, que Historia-Corazón es un monumento a la amistad, a la amistad pura y llana, por supuesto que está impregnado de la esencia del afortunado encuentro accidental de hace 410 años, pero, sin duda, en él se siente la presencia de nuestras amigas y amigos, japoneses y mexicanos; en él, están los sabores compartidos pero no mezclados, se percibe el aroma del natto y del mole. Las barcazas de granito me recuerdan lo tangible, lo sólido, lo confiable de lo japonés y lo mexicano de tierra adentro. Los mágicos reflejos en las obsidianas me refieren a lo profundo a Tezcatlipoca, a personajes del bosque de Niigata, a los cielos interminables de las transparentes noches de Ootaki y Zacatecas y por supuesto a las almas de los
aventureros que fueron y vinieron… MB: ¿Cómo se decidió que las piezas fueran de obsidiana y de granito? RY: Quisimos representar a los barcos, y queríamos que algunos de los materiales fueran de México, ya que también era significativo trasladar un pedacito de acá a Japón. Una de las características del trabajo de Jorge, que usa mucho la obsidiana, es que le gusta que la superficie esté muy pulida, porque así se reflejan las personas, y eso es como una forma de incluirlas. La primera idea era de hacer diez barcos chiquitos que cargaran los materiales de México. Pero luego lo modificamos de acuerdo con lo que nos pidió el municipio de Ootaki, que quería que fuéramos más precisos con respecto a la historia y por eso lo dejamos en tres barcos medianos, como de dos metros de largo cada uno, y en medio está la escultura de Jorge, de obsidiana con base de granito. Después hay otro barco más grande, que representa el que regresa a Nueva España. Cada barco lleva también obsidiana bien pulida. JIR: Ambos son materiales con los que Yahagi San y yo hemos trabajado desde hace muchos años. Elegimos los materiales por sus cualidades físicas, tomamos en cuenta el color, la textura, sus capacidades reflexivas. Estos duetos se activan al estar juntos, yo creo que se potencializan al establecer una relación paradójica: entre otras cosas el material blanco es muy abundante, está terminado mate y no refleja, la obsidiana es negra muy pulida y con un reflejo impresionante. Conmemoramos un encuentro en donde se dieron relaciones paralelas, no necesariamente simétricas y uno de los ejes narrativos está en la efectividad de lo diferente. Historia-Corazón es una obra que conmemora la añeja amistad entre los habitantes de dos territorios muy distantes y aparentemente distintos, realizada por dos artistas muy buenos amigos, oriundos de esas tierras, cada uno orgulloso de la tierra que lo vio nacer y cada uno enamorados de la otra, a la que le ha dado y de la que también ha recibido a manos llenas.
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Desayuno en Tiffany’s, mon ku
La izquierda en el cine mexicano del siglo XX
Cine
[Segunda parte: El melodrama, género preferido de la derecha]
/// Luis Ibargüen e Idolina Romagnoli en el jardín del convento de Churubusco. Fotograma de la película Más fuerte que el deber. Archivo INAH- Museo Nacional de las Intervenciones.
/// Cartel de la película Santa (1931), de Antonio Moreno.
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Por Xavier Robles
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l melodrama, como género, es arma favorita de la derecha no sólo en el cine mexicano, sino en el mundo. Para crear el género, muchos escritores y artistas, fundamentalmente franceses, se pusieron de acuerdo en la segunda mitad del siglo XIX, con la intención de sustentar obras que reflejaran fielmente el pensamiento de la clase dominante emanado de las revoluciones de finales del siglo XVIII y principios del XIX, que dieron el poder a la burguesía en muchos lugares del mundo. Al melodrama no se le reprocha necesariamente su calidad estética, como muchos suponen. Hay, por ejemplo, en el cine hollywoodense, muchos ejemplos de melodra-
mas bien escritos y bien filmados. Lo que caracteriza al melodrama es fundamentalmente la falsificación de la realidad, la suplantación de la misma, para crear convenciones dramáticas que nada tienen que ver con el mundo que vivimos. Por supuesto, esta característica necesita también de contenidos políticos casi siempre de derecha o reaccionarios, pues son prácticamente imprescindibles al género. Finalmente, esa falsa realidad subvierte y trastoca los mecanismos y responsabilidades de la clase en el poder, para crear mensajes alienados y un fetichismo político que enajenan y desmovilizan a las clases trabajadoras en su conjunto. Aunque los escritores y directores de derecha comprendieron bien esto desde los inicios del cine sonoro en Hollywood, en nuestros
días el género ha sido tan manoseado y difundido que ha perdido la fuerza original con la que fue creado y ya no cumple eficazmente con los objetivos políticos que se le asignaron en sus orígenes. Por eso es inevitable también, en el análisis de la historia de la izquierda en el cine mexicano, comprender primeramente el género que sustenta los diversos filmes. Esto nos remite a las intenciones del escritor, del director o de ambos. Así que no es raro en los inicios del cine sonoro encontrar melodramas como Más fuerte que el deber (1930), escrita y dirigida por Raphael J. Sevilla, cuyo registro se ha perdido, pero de la que se sabe que es un melodrama sonorizado a base de discos; o la primera versión de Santa (1931), de Antonio Moreno, adaptación de Carlos Noriega
Hope a una novela de Federico Gamboa, sobre una joven de origen campesino que es seducida por un militar y posteriormente se convierte en prostituta, y amada en secreto por el pianista ciego del burdel en el que se ofrece. A pesar de la simpatía que se crea en la historia sobre esta joven de origen campesino, no se puede decir que Santa sea una película de denuncia o cine social, por más que la supuesta vida del burdel fuera interesante para el público de la época. La convención prostibularia mostrada en el filme estaba tan ajena a la realidad de la prostitución urbana o campesina verdaderas, que de ninguna manera se puede considerar una película de izquierda o de denuncia. Nada más ajeno a las intenciones de su director o de sus escritores.
Midsommar de Ari Aster: el horror de lo ajeno t
Por Adolfo Nuñez J.
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ani (Florence Pugh) y Christian (Jack Reynor) son una pareja con problemas constantes debido a la falta de comunicación; ella todo el tiempo encuentra nuevas maneras de culparse a sí misma para justificar el mal comportamiento de su novio, mientras que él lleva intentado ponerle fin a la relación desde hace casi un año. Es como si ambos estuvieran atrapados en un sitio donde no quieren estar y del cual no logran escapar. Después de que Dani sufre una terrible tragedia relacionada con su familia, un Christian no muy convencido decide invitarla a un viaje organizado con sus amigos de la universidad Josh (William Jackson Harper), Mark (Will Poutler) y Pelle (Wilhelm Blomgren), en el que visitarán la aldea de este último ubicada en el norte de Suecia. El motivo de este viaje es asistir a un festival que toma lugar cada 90 años y que marca el inicio del verano. Una vez ahí, los viajantes notan que el evento es bastante peculiar, y lo que en un inicio parece una ce-
lebración inofensiva poco a poco se torna en una experiencia extrema, violenta y terrorífica en la que ninguno desea participar. En Midsommar (2019), el director Ari Aster retoma los temas que elaboró en la perturbadora Hereditary (2018) -su ópera prima- y que también fungen como el subtexto de su
segundo filme: el duelo no resuelto, las patologías intrafamiliares y las dinámicas enfermizas en una relación. Alejándose de las convenciones del género de horror y del susto fácil, el realizador busca contagiar la sensación de incomodidad, desesperación y ansiedad de su protagonista, al ser testigo de una celebración donde cada acto es más macabro que el anterior. En la incredulidad y el pánico de Dani, así como en su afán de convencerse de que todo lo que ocurre frente a sus ojos está bien, al tratarse de prácticas de una cultura ajena a la suya, el director hace una clara alegoría a la relación amorosa de su protagonista, así como a las justificaciones hacia los comportamientos distantes y las rutinas tóxicas que la definen. Generando un efecto desconcertante, el director se aleja también de las convenciones visuales de este tipo de cine (y que incluso se encuentran presentes en su primera cinta) donde, en lugar de haber pasillos y habitaciones en penumbra, la historia toma sitio en espacios abiertos a plena luz del día, con paisajes verdes y cielos azules. Lejos de sólo
jugar con el estilo fílmico y los sentidos opuestos, Aster propone que los lugares vistosos y alegres también albergan los mismos secretos inquietantes y macabros que una casa oscura en medio del bosque. Es claro que el director entiende cuáles son las partes que conforman el engranaje del género de horror, es capaz de mantener el suspenso y la sensación de pesadilla bajo la luz del sol, donde de manera progresiva todos sus elementos terminan por encajar hasta llegar a su delirante desenlace. En ese sentido, Midsommar no es una película que busque provocar sustos o un temor inmediato en el espectador; es a todas luces una experiencia inquietante que a fuego lento provoca un intenso efecto psicológico, donde la sangre, los cuerpos mutilados y desnudos no son tan perturbadores como la infiltración del horror en la vida de cualquier persona por grietas que pueden ser provocadas debido a la muerte de un familiar, así como por la sensación de que una persona amada en realidad es un completo desconocido.