SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 406 /// 28 DE OCTUBRE DE 2019 /// AÑO 9
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
“El Elotero”. Diorama de la tradición del Día de Muertos. Artesanía zacatecana realizada por la familia Ortega-Neri. Fotografía de Juan Carlos Basabe /Centro INAH Zac.
“Esta celebración de origen netamente indígena se fusiona con el calendario ritual católico, en el que el día primero de noviembre es dedicado a Todos Santos, mientras que el día 2 a los fieles difuntos. Sin embargo, el ritual era más complicado, pues se complementaba con algunas fechas representativas que nos ubican el 29 de septiembre como el día que se abrían las puertas del inframundo, fecha en que las ánimas emprendían su trayecto para visitar a sus familiares”. Cristina Morales Viramontes
[Ollin: Memoria en Movimiento “La Fiesta de Muertos”, en páginas centrales]
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LA GUALDRA NO. 406 /// 28 DE OCTUBRE DE 2019 /// AÑO 9
La Gualdra No. 406
Editorial Ayer finalizó el Festival Internacional de Teatro de Calle Zacatecas 2019; durante la semana pasada tratamos de asistir a todas las funciones que fuera posible y pudimos ver casi todas las obras programadas. La de este año fue una edición muy interesante, porque más allá de los espectáculos que suelen presentarse en esta ocasión sí hubo teatro. Un festival bien organizado, sin contratiempos, que puedo afirmar dejó satisfecha a la mayor parte de quienes asistimos; el público, que pese a la lluvia de todos esos días, presenció las funciones merece un reconocimiento aparte, pero principalmente hay que aplaudir a todos los actores que participaron. También es cierto que todo es perfectible y hay cosas en las que los grupos locales deben de poner un poco de más atención y pulir ciertos aspectos de sus puestas en escena; ojalá que lo hagan y que sus obras presentadas en este festival puedan seguirse programando a lo largo del año. En esta ocasión hablaremos, mientras tanto, de las tres piezas teatrales que más nos gustaron: La primera fue Macbeth nos quita el sueño, del grupo Patáfora Teatro de la CDMX. Esta compañía mexicana se presentó en la Plazuela Goitia los días 22 y 23 con una adaptación de la tragedia de Shakespeare, muy bien interpretada por Aarón Zamora, Ana “Mandarina”, Lorea Montemayor, Noel Antonio Díaz, Pablo Iván Viveros y Stefanie Izquierdo, bajo la dirección de Jesús Díaz. Esta compañía tuvo varios aciertos, el primero de ellos quizá sea la versión tipo comedia, con elementos de clown, de una tragedia que suele ser maravillosa pero un tanto pesada. El segundo fue la actuación, sin desperdicio. Y el tecero, el ritmo constante, que no se pierde nunca durante las casi dos horas de duración, y que logra mantener la atención de los espectadores -pocos se movieron de sus lugares pese al frío atroz-. Una obra sencilla, bien ejecutada y con mucha pasión. La segunda fue una “intervención urbana”, a cargo del grupo español Co.Labse. Se trata de Mesa para dos, una acción teatral que hace participar a un público espectante de ser invitado a probar los platillos del chef Francois Mignon en un restaurante que durante
los primeros minutos estalla; hay que buscar una nueva sede para que el restaurante pueda funcionar y eso propicia que se emprenda una travesía por las calles de la ciudad. Una locura que empezó en el patio de rectoría, continuó por el jardín Juárez, bajó a la Av. Hidalgo y terminó en la plazuela Genaro Codina. La potencia histriónica de 6 actores hizo reír al público y participar de una aventura gastronómica en la que volaron lechugas, pimientos, sandías y mal humor para dejar paso a la alegría -todo gracias al teatro-. Para hablar de la tercera, debo iniciar agradeciendo al Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, por haber traído a la compañía Black Ligth Theatre Srnec, de Praga, fundada a principios de la década de los 60 por Jiří Srnec (1932). Srnec es reconocido internacionalmente por su contribución al crear el teatro negro, un género no verbal con una combinación artística multidisciplinaria en la que prevalece la actuación, pero en la que la música, la expresión corporal, el manejo de títeres, la danza, la mímica y una iluminación estratégica sobre fondo negro son capaces de crear magia. La Antología “Lo mejor del teatro negro de Praga”, a cargo de Black Light Theatre Srnec, de la República Checa y presentada de jueves a domingo en este Festival Internacional de Teatro de Calle fue definitivamente lo mejor. El profesionalismo de los actores, su técnica impecable, el compromiso con el buen teatro, la manera de contar historias de manera sencilla -sin grúas, ni pólvoras, ni móviles gigantes girando en el aire- emocionaron al público que pacientemente esperó para verlos en cada una de las 8 funciones programadas. Y es que para hacer teatro, para que aparezca ese duende, hace falta mucho más que tener afición, como bien decía Federico García Lorca “Creo sinceramente que el teatro no es ni puede ser otra cosa que emoción y poesía, en la palabra, en la acción y en el gesto”. Tuvimos teatro y del bueno... gracias. Que disfrute su lectura.
Contenido Generación Las fiestas que tú escuchabas desde lejos Por Mauricio Flores
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La Fiesta de Muertos Por Cristina Morales Viramontes
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En blanco y rojo Testimonios y recomendaciones sobre cáncer de mama Por Magdalena Okhuysen Casal
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La izquierda en el cine mexicano del siglo XX [Quinta parte: El nacionalismo revolucionario de la década de los 40’s (continuación)] Por Xavier Robles
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Desayuno en Tiffany’s, mon ku Cortos en el Festival de Cine de Morelia Por Carlos Belmonte Grey
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Together Por Edgar Khonde Purgatorio Por Pilar Alba
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
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Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Generación
6 Por Mauricio Flores
de caja, nada de bimbo o sunbeam y un jamón y un jitomate que ya no se encuentran. Verdad que sí, Mauricio; verdad que sí, Pepe Jara.
A
ños después me lo dijo Pepe Jara. Consejo Valiente, mejor conocido como Acerina, el grande del danzón en Cuba y México, elaboraba su propio perfume. Una mezcla de esencias naturales, acopiadas sabrá dónde, que sumaban canela, clavo, anís y vete tú a saber, hermano. Mago de la alquimia y el ritmo, Acerina. Era tremendo, muy serio, pero eso sí, siempre atento a lo que llegaba a pedirle, a invitarme a las fiestas que daba en su casa de Moctezuma, sí, Mauricio, la de la colonia en la que yo también viví durante muchos años, como tú, y la que me recorrí calle a calle, cantina a cantina, burdel a burdel. Qué tú me vas a decir, hermano, imitaba el tono cubano Pepe Jara, si por ahí anduve, te cuento: a veces, cuando nos agarraba la noche después de guitarrear y ya no había tiempo ni ganas para regresar, nos atravesábamos Santa María la Redonda al Café Manuel, el del chino Manuel, que cerraba tarde. Anda Manuelito, parodiaba ahora el hablar asiático el andariego, déjanos quedarnos aquí. El chino bajaba la cortina metálica y los guitarreros permanecían adentro, en alguno de los gabinetes de madera, uno para cada cual. A nuestras anchas, Mauricio, después de habernos zampado nuestros buenos panes y un café con leche para medio bajarnos el cuete, o hasta una milanesa con sus papas y una rebanadota de jitomate y haberles agarrado las nalgas y las verijas a las meseras del turno de la noche, las horas de los jodidos, sí, pero también el tiempo de los dioses. Que Acerina hiciera él mismo su perfume lo ignoraba entonces. Sabía que olía como nunca había percibido yo aroma en hombre o mujer. Y conmigo lo sabíamos todos los que vivíamos en esa calle, Moctezuma, así tuviéramos pocos o muchos años, y hasta los de las calles inmediatas, al menos las que desde el caserón del músico llevaban al mercado Martínez de la Torre, uno de los pocos sitios identificables que visitaba, a media mañana, Acerina, viejo negro que irradiaba limpieza y aroma. Dando pasos firmes, una bolsa del mandado en la mano, por esos cincuenta metros de Moctezuma, vuelta a la derecha en Soto hasta lle-
gar y cruzar Mosqueta y entrar al mercado por la primera de las puertas laterales, mismas que ubicaban de lleno al visitante en el pasillo de abarrotes, de un lado, y de frutas y verduras del otro. Canelas, clavos, guayabas, limones en la bolsa, la jaba, le escuché decir alguna vez, para regresar entonces Acerina dejando un miasma dulzón y penetrante por cada acera que alcanzaba a penetrar en puertas y ventanas. Los zapatones blanco y negro, la guayabera azul cielo, y en la cabeza ya algo de canas de ese cabello corto y enredado que pretendía aplacar con la parte superior de una media de nylon, supongo de su mujer, a manera de gorra, sellada en la parte superior con un amarre de borlita. Grandes fiestas, grandes perfumes, Mauricio, por qué te acuerdas de eso, me preguntó entonces Pepe Jara, si eras un chiquillo. De cuando se amarraban los perros con longa-
niza, las viejas podían llegar a faltar, pero la guitarra nunca, y cualquiera juntaba la noche con el nuevo día y éste con la nueva noche, ahora ya no, y de cuando comenzaron a llamarme el trovador solitario, solo ni madres, y comenzó a irme mejor, mucho mejor. De cuando caminaba por Moctezuma, calle de mi colonia cuando llegué de Chihuahua, a las grandes fiestas de Acerina, las que tú escuchabas desde lejos, los coches del año estacionados, las pieles y los tacones, los trajes negros y los sombreros bien pachucones, y esa casita con frontón al fondo, una pared de piedra volcánica de la que caía una cascada de agua y sirvienta en la puerta. Y ese aroma obtenido a base de sabrá que menjurjes que permanece a lo largo de la calle por varios minutos, acaba de pasar Acerina, ¿verdad?, y esos sangüiches del chino Manuel, con unas rebanadas bien gruesas de pan
* La intimidad de un barrio Suelen ser los entusiasmos culturales realidades efímeras. Se diluyen en el tiempo, y en las complicaciones propias e impuestas. A ello ha trascendido Generación, la revista cultural-referente en los medios desde poco más de tres décadas. Cada nuevo número de ella es un festejo, como deleite es también poder acompañarla, sin importar el tiempo y los espacios en los que el acontecer diario nos estaciona. Impulsada por Carlos Martínez Rentería, la publicación llega a su número 157, 31 los años, e infinidad los temas que ha abordado. Siempre desde el talante desinhibido, incluyente y celebratorio que mucho provoca la personalidad de sus mismos hacedores. “Alternativa”, completa ahora el cabezal de Generación, una publicación siempre cercana a los temas esenciales de las polémicas artísticas y culturales de este país que se quiere joven permanentemente. De unos números al actual, la revista ha dedicado sus contenidos a revisitar los barrios de la gran ciudad. Santa María la Ribera. Historias de un barrio (156) y Los guerreros de la Guerrero (157) que incluye, además del texto que aquí se reproduce, los de Miguel Nieto, Ernesto Márquez, Juan Heladio Ríos, Angélica Valero, José Javier Návar, Adrián Román, Paloma Escoto, y del propio Martínez Rentería y muchos más. Colaboraciones diversas, acompañadas de ilustraciones originales, que se convierten en “un blasfemo acercamiento a la intimidad de un barrio” que se reinventa a diario. Sea esta Op Cit un convite, sin orden ni preferencia, a revista, barrio y habitantes, siempre desde “la emoción” de quienes apuestan por su cercanía a ellos. @mauflos
Op. Cit
Las fiestas que tú escuchabas desde lejos*
Ollin: Memoria en Movimiento
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/// Códice borbónico, “Signo Ce Miquiztli. Dioses: Tonatiuh y Tlamatzincatl”, p. 6.
La Fiesta de Muertos
6 Por Cristina Morales
Viramontes*
N
uestro país es el producto de la confluencia de varias culturas que se fueron amalgamando para constituir lo que hoy conocemos como cultura mexicana, conformada en realidad por todo un mosaico de elementos provenientes en principio de las culturas originales a las que se agregaron los nuevos que se fueron entretejiendo hasta formar la cultura que hoy conocemos. Mediante un análisis en relación a las tradiciones, podemos ubicar sus características y la forma como se integran en la realidad presente. Enfocados al caso que nos toca, la fiesta del Día de Muertos es un ejemplo interesante del proceso de sincretismo o unión de varias creencias. De los grupos originarios de la región se sabe muy poco, ya que su cultura fue en general despreciada por los conquistadores cuyo interés principal se enfocaba en imponer los elementos de lo propio, pues consideraban erradas las creencias de los indígenas. Con el fin de apoyar el proceso de conquista importaron a la región un buen número de familias tlaxcaltecas ya aculturadas e iniciadas en el conocimiento de la fe católica y que habían perdido sus propios cultos ancestrales, en este caso, el culto a la muerte. De allí sabemos, de acuerdo con Bernal Díaz del Castillo, que tenían dos calendarios: el Tonalamatl y el Tonalpohualli que incluía todo un mes para recordar a los difuntos con toda una secuencia de rituales relacionados. Anualmente esperaban la visita de las almas de sus deudos fallecidos a las que recibían con regalos variados entre los que predominaban sus alimentos preferidos en vida, de allí que dedicaban esos días a preparar las comidas que se pondrían en un altar como ofrenda.
/// La Garbancera o la Catrina, de José Guadalupe Posada.
Esta celebración de origen netamente indígena se fusiona con el calendario ritual católico, en el que el día primero de noviembre es dedicado a Todos Santos, mientras que el día 2 a los fieles difuntos. Sin embargo, el ritual era más complicado, pues se complementaba con algunas fechas representativas que nos ubican el 29 de septiembre como el día que se abrían las puertas del inframundo, fecha en que las ánimas emprendían su trayecto para visitar a sus familiares. En vista de que dicha fecha coincide con la fiesta de San Miguel Arcángel, entonces se supone que es a San Miguel
a quien le toca abrir esas puertas; las almas llegarán en un orden determinado. El día 28 -día de San Simón según el calendario católico- se recibirá a los que murieron en accidente, se mencionarán sus nombres y les pondrán veladoras -actualmente también una calavera de azúcar y la ofrenda dedicada a ellos que puede ser algún platillo o ropa-. De la misma forma, el día 31 se recibe a los niños menores de 12 años; el día 1 de noviembre, día de Todos Santos se recibe a los niños que murieron, considerados santos por ser inocentes, la ofrenda tendrá dulces y juguetes. Finalmente
el día 2 de noviembre se recibe a los difuntos adultos mencionando sus nombres, igualmente con su comida favorita y tal vez un regalo. En vista de que vendrán en tránsito -se supone que desde el cementerio- se hacen caminitos de pétalos de flores de cempasúchil para que sepan cómo llegar a su casa y a la ofrenda. Los alimentos se dejan en el altar suponiendo que van a absorber la esencia de ellos; éstos se dejan unas horas, después de las cuales ya se los pueden comer los vivos. Se supone también que esa visita de los difuntos dura un mes aproximadamente y que
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/// Calaveritas de azúcar. Artesanía zacatecana realizada por la familia Ortega-Neri. Fotografía de Juan Carlos Basabe / Centro INAH Zac.
/// Pan de muerto antropomorfo, tradicional del municipio de Pinos, Zac. Fotografía de Gabriel Edmundo Torres Muñoz / C. INAH Zac.
para el día de San Andrés, el 30 de noviembre, emprenden su camino de regreso. En el caso de Tlaxcala se acostumbra hacer mucho pan; de acuerdo a sus posibilidades pueden hacer un costal de harina con mucho huevo, azúcar, canela y manteca. Antes de espolvorearlos con azúcar los barnizan con huevo usando como
brocha una flor de cempasúchil que les dará el aroma de la flor. Con relación a Zacatecas, podemos decir que aunque es una celebración actualmente considerada nacional, en el estado ha trascendido tal vez por la importancia que se le ha dado en todo el país; actualmente ha aumentado el
/// Imagen del día Mixquixtli que representa la muerte.
número de personas que pone altar dedicado a sus difuntos, además algunas panaderías y habitantes de las poblaciones acostumbran hacer pan de muerto con figuras humanas y de colores; también hay familias que tienen la tradición de hacer calaveritas de azúcar. Concluiremos que a la fuerza de la tradición se han agregado nuevos elementos de otras culturas como es la fiesta de las brujas, de origen europeo y que se mezcla con la tra-
dición local en la que los niños piden el muerto disfrazados de brujas y portando calabazas; en últimas fechas se ha agregado el disfraz de La Catrina, personaje que surge de la obra del artista de origen zacatecano José Guadalupe Posada cuya obra exalta la tradición prehispánica del culto a la muerte. *Profesora investigadora, titular del área de antropología social del Centro INAH Zacatecas.
/// Cantando “Un puño de tierra” en el panteón. Fotografía de Juan Carlos Basabe / C. INAH Zacatecas.
Ollin: Memoria en Movimiento
/// Calaveritas de azúcar. Artesanía zacatecana realizada por la familia Ortega-Neri. Fotografía de Juan Carlos Basabe / Centro INAH Zac.
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Libros
En blanco y rojo
Testimonios y recomendaciones sobre cáncer de mama 6 Por Magdalena
Okhuysen Casal*
H
ablar de cáncer —de cualquier tipo, a cualquier edad— no es fácil, menos aún si eres tú quien recibe ese diagnóstico, ya sea porque algún miembro de tu familia o algún amigo resulta portador de esta enfermedad, incluso porque podrías ser tú mismo, tú misma. Comúnmente, la sola noticia provoca un torrente de pensamientos que se mezcla con emociones y sentimientos muy complejos. La obnubilación llega a ser abrumadora. Al impacto de esta noticia, sumemos el lenguaje a veces poco claro de los médicos, incluso lo que algunos pacientes podrían sentir como falta de sensibilidad o de empatía… La angustia puede llevarnos a crear lagunas inmensas de incertidumbre y oscuridad como obstáculos para ese nuevo camino que deberá andar no solo el paciente, sino toda su familia. El miedo y la realidad no desaparecen por el solo hecho de querer negarlos o alejarnos de ellos; debemos comprender y aceptar que una herida no deja de doler, a veces ni aunque haya cicatrizado totalmente. Sin embargo, tanto la herida como la cicatriz nos dejan una enseñanza y una memoria; de nosotros depende entender y aprender lo que quisieron decirnos cuando la herida aún estaba abierta. En estas páginas, nos damos cuenta de que no por conocer sobre el cáncer o por estar en contacto con él día a día, resulta menos doloroso, o menos intenso como proceso. Lo que sí es un hecho, es que tener un panorama más amplio, no solo de la enfermedad, también de la experiencia personal y clínica, genera más confianza y una respuesta positiva al tratamiento; no se trata de encontrar una fórmula mágica o una manera de fugarnos de la realidad, sino de que entendamos que este tránsito —todo tránsito— conduce, paso a paso, a un resultado, no luchando, no contra un mal que a veces creemos un castigo, sino a favor de un suceso que inevitable y azarosamente ha llegado a formar parte de nuestra vida. Este trance puede
enfrentarse de muchas formas; las mujeres que aquí comparten sus historias lo han hecho ejemplarmente. Aidee Rebollo Vicepresidenta de Ágablar, A.C.
Este libro comenzó con un taller de escritura. La continuidad de este ejercicio —extendido de noviembre de 2018 a mediados de julio de este año— ha generado una dinámica muy valiosa de integración de actores. En primer lugar, a través del vínculo con organizaciones de la sociedad civil cuya misión se relaciona directamente con las muy diversas necesidades de pacientes oncológicos, se propuso desde el principio que este proyecto integral tuviera su primera presentación durante
la última semana de septiembre de este año, en el marco del Quinto Encuentro Nacional e Internacional de Turismo Social para la Salud y Bienestar Integral, organizado por Funcavida en el distrito de Paquera, Costa Rica. Por otra parte, a lo largo del taller se compartieron experiencias que implican contextos más amplios: la situación tan dispar de las instituciones de salud en un estado con las carencias que tiene Zacatecas, es decir, las enormes diferencias entre los entornos urbano y rural, la condición de la mujer en los distintos entornos, y cómo esto puede determinar en cierta medida que se atiendan oportuna y adecuadamente. La situación nos habla de una pluralidad que también está representada de alguna forma en el libro, porque los casos que se ofrecen a los lec-
tores no son privativos de la capital. Con “pluralidad” nos referimos además a la singularidad de cada caso. Si bien la mayor parte de las autoras nos relata lo que implicó en sus procesos la mastectomía radical, se nos ofrece el relato del caso afortunadísimo de una detección “más que oportuna”. Y como complemento, tenemos dos textos que significan una excepción: los relatos del acompañamiento cercanísimo y totalmente empáticos de dos de las autoras —una de ellas sí presentó cáncer, aunque de tiroides— con su mamá; así, confirmamos que los familiares requieren también de un apoyo que ni las instituciones ni, en general, la sociedad, ofrecen con suficiente solvencia. En general, el impulso para escribir fue, desde el principio, apoyar, desde diferentes perspectivas, a personas que enfrentan la realidad del cáncer, y que se ven afectadas por esta enfermedad de manera directa o indirecta. Fue en este sentido que se concibió, debido a diversas circunstancias, convocar a especialistas que aceptaran redactar un texto en el que explicaran, con lenguaje sencillo, claro y preciso, lo relativo a su labor clínica para conformar una sección de “Recomendaciones”. Es así que en esta obra confluyen las voces de siete mujeres, además del acompañamiento de cuatro médicos especialistas en las áreas de ginecología y oncología para ofrecernos un panorama completo y accesible sobre el vasto horizonte que integra la prevención, detección, diagnóstico y tratamiento del tipo de cáncer que más afecta a las mujeres, no solo en México, sino en todo el mundo. De alguna manera, después de un primer encuentro en las salas de los consultorios y hospitales, pacientes y médicos se reúnen nuevamente para que estas páginas signifiquen, simbolicen sobre todo, la confianza y el diálogo como base de cualquier proceso que involucre el encuentro humano en los trances de la enfermedad y el trabajo conjunto en pro de la salud y la calidad de vida. Cada uno de los autores comparte procesos que han influido profundamente en su vida. Una misma causa y un mismo interés orienta la escritura de estos textos: contribuir para que cada lector que se adentre en los relatos, opiniones y recomendaciones que aquí se comparten descubra que puede repartir entre las tan variadas experiencias de “los otros” una capacidad enorme —y muy necesaria— de empatía. *Coordinadora editorial del proyecto.
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La izquierda en el cine mexicano del siglo XX [Quinta parte: El nacionalismo revolucionario de la década de los 40’s (continuación)]
Cine
6 Por Xavier Robles
A
lejandro Galindo fue un artífice del cine verdaderamente urbano y popular, en oposición al cine melodramático urbano de Ismael Rodríguez, que de ninguna manera puedo considerar un cineasta de izquierda, menos al final de su trayectoria fílmica, cuando realizó obras completamente deplorables. Don Alex, como le decíamos cariñosamente los jóvenes cuando lo encontrábamos en los Estudios Churubusco, también filmó soberbiamente a la pequeña burguesía mexicana, en Una familia de tantas (1948), y enriqueció de muchas maneras el discurso de la izquierda en el cine, por el notable desenfado, ideología y conductas de sus personajes. Su cine respiraba verdades por todas partes. Él sí puede y debe ser considerado un ícono del cine de izquierda mexicano. Algunas de sus películas más importantes son: Campeón sin corona (1946), Esquina, bajan..! (1948), Hay lugar para… dos (1949), Doña Perfecta (1951) y Espaldas mojadas (1953). Roberto Gavaldón también puede ser considerado un cineasta de izquierda, obsesionado por el cacicazgo en los poblados campesinos y la vida cotidiana de esos mismos ambientes rurales. A él debemos excelente películas como La barraca (1945), basada en la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez, en la que se narran los problemas cotidianos de una familia campesina de finales del siglo XIX; En la palma de tu mano (1950), filme que narra la descomposición social que se dio en el México de la posguerra, basada en una obra de Luis Spota, adaptada por José Revueltas y el propio Gavaldón; Rosauro Castro (1950), otra adaptación de Revueltas y Gavaldón, sobre un cacique rural. Tema recurrente en la obra de Gavaldón, El rebozo de Soledad (1952), filme en el que nuevamente narra la vida cotidiana de un poblado campesino dominado por un cacique, novela de Javier López Ferrer, adaptada por el propio Gavaldón; Macario (1960), cinta en la que también se abordan las difíciles condiciones de vida de los campesinos, historia de B. Traven, adaptada por Emilio Carballido y el propio Gavaldón; La rosa blanca (1961), que denuncia la explotación que las compañías extranjeras del petróleo hacían de los mexicanos, incluyendo la utilización de “guardias blancas” que reprimían a los trabajadores y ejercían toda clase de actividades criminales, también historia de B. Traven, adaptada por Emilio Carballido y Gavaldón, que fue censurada por el gobierno durante muchos años; y El gallo de oro (1964), historia que narra los cambios de fortuna de un pregonero de pueblo que se convierte en gallero, escrita por Juan Rulfo y adaptada por Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y el propio Gavaldón. Hay que lamentar la excesiva tendencia hacia el melodrama de este formidable cineasta, lo cual le resta fuerza al discurso ideológico que lo mueve. Todo ello, sin demérito de su obra, que es rica en momentos brillantes y emotivos.
/// Fotograma de Campeón sin corona (1946), del Dir. Alejandro Galindo.
/// Fotograma de la película El gallo de oro (1964), del Dir. Roberto Gavaldón.
Julio Bracho debe ser reconocido también como un cineasta que, a pesar de que es uno de los grandes popularizadores del melodrama que caracteriza al cine de la llamada “Época de Oro”, manifiesta por lo menos en dos películas suyas un contenido de izquierda y una preocupación externada hacia otro tipo de cine. La sombra del caudillo (1960), adaptación de Jesús Cárdenas y el propio Bracho a una novela de Martín Luis Guzmán, duró “enlatada” durante 40 por la censura cinematográfica, a causa de que mostraba apenas encubierto el crimen del general Francisco Serrano por Obregón y Calles, en Hutizilac. Pe-
lícula trascendente también es Distinto Amanecer (1943), historia del propio Bracho sobre algunas ideas tomadas de una novela de Max Aub y que contó con la colaboración de Xavier Villaurrutia en los diálogos, obra que trata de un dirigente sindical perseguido por los esbirros de un gobernador. La mayoría de las películas de Julio Bracho no son, sin embargo, cintas con un contenido ideológico que tome partido por las clases trabajadoras, pero algunas de ellas son estupendos melodramas, como Historia de un gran amor (1942), libro cinematográfico del propio Bracho sobre “El niño de la bola”, de Pedro
Antonio de Alarcón. A pesar de ello, y aunque fuera sólo por esas dos películas, Distinto amanecer y La sombra del caudillo, Bracho merece un lugar distintivo en los contenidos ideológicos de nuestro cine. 1 Quinta entrega de la serie de textos escritos y facilitados por el escritor de libros cinematográficos, Xavier Robles (Rojo amanecer, 1989; Los motivos de luz, 1986). Robles, siempre comprometido con los movimientos sociales de izquierda en México, nos comparte los ensayos que esperamos aporten reflexión sobre el cine. Nota de Carlos Belmonte Grey. Continúa en el siguiente número de La Gualdra.
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LA GUALDRA NO. 406 // 28 DE OCTUBRE DE 2019
Cine
Desayuno en Tiffany’s, mon ku
Cortos en el Festival de Cine de Morelia 6 Por Carlos Belmonte
Calderón Rico. Un corto que busca llevar al espectador al resentir de una joven pareja que ha decidido abortar en una clínica a todas luces tétrica. Cómo sería la realidad de quienes deciden abortar si contaran con los servicios médicos de calidad y no existieran las crucifixiones públicas y familiares. Y por último, Propiedad privada, de Nadia Ayala Tabachnik. Porque no todo es tragedia en México, también hay historias de amor, románticas y felices. Ayala dirige un reencuentro entre dos viejos novios que terminaron por separarse, pero al parecer no definitivamente. Que los disfruten. Aquí el enlace: https://seleccionenlineaficm.com/
Grey
A
caba de terminar el 17 Festival Internacional de Cine de Morelia (18-27 octubre). La lista de ganadores fue ya publicada y entre las participantes hay interesantes películas, entre ellas la nueva realización de nuestra amiga colaboradora Paula Markovitch. En esta ocasión hablaremos de tres trabajos que participaron en la Selección de Cortometraje en línea -todavía quedan algunos días para verlos con acceso libre-; actualmente hay una gran producción de calidad de ellos en México, debido en gran parte a las escuelas de cine (Centro de Capacitación Cinematográfica -CCC- y Escuela Nacional de Artes Cinematográficas UNAM) y al impulso de las cinetecas estatales a través de los talleres que patrocina en gran medida el Instituto Mexicano de Cinematografía. Les aconsejo que vean estos: ¿Por qué nos matas? De Ludovic Bonleux. El director es un francés radicado en México desde hace años. Ha sido documentalista de un par de largometrajes que se han interesado por la memoria y la violencia del Estado en México: Acuérdate de Acapulco y Guerrero, este último presentado en varios festivales internacionales y que se acercó a las denuncias de los desaparecidos. En este cortometraje Bonleux consigue entrevistar a un militar que estuvo presente en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Testimonios que empiezan a abrirse. El segundo es Solo por el fin, de Mauricio
Río de Palabras
6 Por Edgar Khonde
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o nunca he estado del lado de los buenos, pero joder, tampoco soy un supervillano y ésa es la verdadera tragedia, le digo. Ella sabe que no lo voy a hacer, pero no por eso deja de observarme. Le digo que al final de la vida, de una vida cualquiera, quizá de la mía, uno tiene que asaltar un banco. Le digo que es un plan a prueba de fallos. Lo primero era escribir tres novelas. Tres novelas buenas, por supuesto. Porque uno no puede sentarse y no atreverse a convertirse en Piglia o Pavic. Porque cuando uno jugaba en el potrero se imaginaba Maradona o Pelé o más tarde Messi. Uno tiene que atreverse a todo, sin miedo.
6 Por Pilar Alba
H
ay un lugar que se llama purgatorio, al menos eso un día me dijeron, también me contaron que todos, todos (menos los santos o los que pagan un pase directo llamado indulgencia, que se van derechito al cielo) al morir caemos por un tiempo en ese lugar que está entre el cielo y el infierno. Yo imagino
/// Fotograma de Solo por el fin de Mauricio Calderón Rico.
Together Porque el miedo solo nos va a llevar al lado oscuro de la vida, que es la cotidianeidad, la rutina, la conmiseración, el pisar al otro y callarse cuando se es pisado. Uno tiene que atreverse a todo y por eso también construí contigo ese simpático lugar de café, pasteles, chocolate y vinos. Porque quería que construyéramos algo juntos, no solo compartir nuestras vidas y soñar y viajar, sino construir una cosa física que nos gustara y que pudiéramos
compartir con nuestros amigos. Supongo que en ese momento he perdido su atención porque vuelve a concentrarse sobre el monitor de su ordenador y hace como que no me oye, como que no me mira. Insisto: mañana voy a asaltar un banco. Y no me importa si esta vez no me acompañas ni si perezco en el intento o me capturan y condenan a la horca. Solo quiero que sepas que hasta el último momento pensaré en ti, tomorrow in the battle think on
Purgatorio que es como una gran sala de espera en la que aguardas mientras te dan tu pase ya sea para la gloria o el castigo eterno. Puedes durar un mes
o máximo un año si es que en la vida has sido bueno. En cambio si guardas por ahí más de dos o tres pecados la permanencia puede ser por un
me ahora deberías contestarme para que este momento quedara enmarcado como digna página de una novela futura de un escritor que todavía no nace. Pero ella me ignora y se levanta, se dirige al baño, yo espero sin emitir ninguna palabra, pensando en mi siguiente diálogo. Para cuando regresa he decidido posponer el atraco, o descartar la idea, o proponerle que podríamos salir al súper y hacer las compras de la semana. Porque, le digo, no me apetece hacer nada sin ti y tómalo como quieras, pero creo que no merece la pena hacer nada sin ti, aunque tú bien puedas hacer cosas sin mí. Yo solo quiero que hagamos cosas juntos: colocar una bomba en el congreso o mirar una serie en Netflix.
poco más de tiempo. Imagino que es un lugar blanco, limpio y sin olor; con música tenue de fondo como la que se escucha en algunos aeropuertos. Un lugar lleno de incertidumbre, de desasosiego. A mí no me gustaría estar en él por ningún momento; sé que no soy un santo, que tampoco tengo para pagar el pase a los cielos. Prefiero evitar el trámite e irme derechito, sin escalas, al infierno.