La Gualdra 412

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SUPLEMENTO CULTURAL

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DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Alma Karla Sandoval. Foto de Maurice Loiseu.

Alma Karla Sandoval (Zacatepec, Morelos, 1975). Poeta, periodista y profesora. Obtuvo los apoyos del FOECA y del FONCA en 1999 y 2001. En 2010 y 2018 se le concedió la Beca de Creadores e Intérpretes con trayectoria del PECDA. Ganó el Premio Nacional de Periodismo, AMMPE, 2011, y los Juegos Florales de Cuernavaca, Morelos 2012, en cuento y novela corta. Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2013. Recibió, por su primera novela, el Premio Nacional de Narrativa Dolores Castro 2015 y el Premio Nacional de Poesía “Noble y Leal Ciudad de Tepic 2015”. Obtuvo el Premio al Mérito Periodístico 2019 y el Premio Nacional de Poesía María Elena Solórzano 2019. Cuenta con más de veinte libros publicados. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, rumano, portugués y ruso.

[Una entrevista con Alma Karla Sandoval en páginas centrales, por Armando Salgado]


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Editorial El sol no sale cuando queremos, sale cuando nos queremos. Alberto Blanco La otra forma de usar el lenguaje “Estuve a punto de titular estas tres o cuatro paginitas ‘Para qué demonios sirve la poesía’”, dijo en tono de broma el poeta Alberto Blanco al iniciar su mensaje oficial al recibir el Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde el pasado viernes 6 de diciembre en el Foyer del Teatro Calderón. Alberto Blanco disertó sobre la poesía y el arte de una manera contundente, detallada, casi didáctica. Transcribo aquí parte de su discurso: “A lo largo de casi 50 años -hice mi primera publicación en 1971, un poema en prosa titulado significativamente ‘El Vacío’-, muchas veces me he hecho la pregunta y muchas veces me han hecho la pregunta ‘para qué sirve la poesía’. Naturalmente cuando una persona hace la pregunta de para qué sirve la poesía, casi siempre la persona está esperando que la respuesta automática sea: para nada, y bien se le podría responder socráticamente con otras preguntas: ¿Para qué sirve el brillo de los ojos? ¿Para qué sirve el aroma de los lirios? ¿Para qué sirve el sonido de las olas, el azul del cielo? Sin embargo, si la pregunta se hace con toda sinceridad, es posible obtener una respuesta sincera también; así, alguna vez, después de una hermosa lectura de sus poemas, le hice al gran poeta polaco Czesław Miłosz la pregunta más difícil que se le puede hacer a un poeta, disfrazada del más puro lugar común: le quiero hacer una pregunta -le dije- que puede sonar absurda, pero se la estoy haciendo con absoluta sinceridad y le agradecería que usted me la respondiera de la misma forma: ¿Qué es la poesía? Miłosz me miró a los ojos, guardó un largo silencio de reflexión y después de un buen rato me contestó: ‘Sinceramente no lo sé, todo lo que te puedo decir es que la poesía me ha ayudado a vivir’. Subrayo que Miłosz con gran sabiduría en vez de responder a la pregunta ‘qué es la poesía’, respondió la pregunta implícita ‘¿para qué sirve la poesía?’: Para vivir. A lo largo de los años he intentado contestar por mi cuenta esta pregunta ya sea en silencio, reflexionando a solas, o en respuesta a las preguntas de alumnos, amigos, familiares, periodistas, apoyándome desde distintos ángulos y ofreciendo distintas hipótesis, sustentadas todas, siempre, en la práctica. De entre todas las respuestas que se me han ocurrido a lo largo de los años, la primera que me vino a la mente para escribir este texto es esta: lo poesía sirve para enaltecer la vida”. Blanco recordó después cuando en una entrevista que le realizaron escultor Henry Moore, el entrevistador le dijo recordar que Moore

había dicho que el arte era el modo de ayudar a que la gente obtuviera un mayor goce en la vida, “a lo cual el artista inglés, sin mayores titubeos respondió: ‘Sí, el arte ayuda a la gente a maravillarse, pero no nada más es una cuestión de placer; es mucho más que placer’. Es algo más de lo que estamos hablando, cuando por ejemplo uno ve por primera vez la catedral de Chartres... es un maravillarse, es un enaltecer la vida. Este maravillarse, este enaltecer la vida, ha sido la estrella polar que ha guiado el viaje de los mejores poetas de todas las lenguas y de todos los tiempos. Me parece que no hago trampa, ni violento el sentido original del pensamiento de Moore si en esta ocasión cambiamos el sustantivo ‘arte’ por el sustantivo ‘poesía’, y entonces podemos decir que sí, en efecto: la poesía ayuda a la gente a maravillarse; pero, habría que agregar de inmediato que no se trata nada más de una cuestión de placer, de un gozo meramente estético, sino de un enaltecer la vida, una vida maravillosa y total; y es precisamente a esta aspiración a la que mucha gente y en lo más diversos y sorprendentes contextos, se refiere la mayor parte de las veces, cuando habla en un sentido muy general, de la poesía. Y es por eso, que aquí me gustaría dejar claro que salvo muy raras excepciones, cada vez que hablamos de poesía estamos hablando de cuando menos de dos realidades completamente distintas que hay que designar: por una parte tenemos lo que yo llamo la poesía con mayúsculas, la cima y la gloria de toda creación humana, esa noble aspiración por enaltecer la vida y maravillarse... un enaltecimiento que aspira, en última instancia alcanzar lo inalcanzable, la condición de un creador; sin embargo, existe otra acepción de la palabra poesía, con minúscula, que no tiene que ver con todas las artes, ni tiene que ver con ese algo que las trasciende, sino más bien con una sola de ellas: un arte extraño, humilde, singular, que se relaciona específicamente con el lenguaje. Una poesía con minúsculas, de alcances mucho más limitados, al menos en apariencia, que se haya subordinada a las palabras y que es a la que he dedicado gran parte de mi vida; en este sentido podríamos afirmar que la poesía con minúsculas sirve para aproximarnos, en la medida de lo posible, a la poesía con mayúsculas”. Alberto Blanco continuó con su discurso y concluyó con dos frases que replico para cerrar: “Somos misterio, y la poesía procura que no se nos olvide [...] Y quien a estas alturas se siga preguntando ‘pero para qué sirve la poesía’, ya sólo diré: para ser feliz”. Que disfrute su lectura.

Contenido La izquierda en el cine mexicano del siglo XX [Décima parte: La verdadera época de oro del cine mexicano (Alcoriza, Littín y Ripstein)] Por Xavier Robles

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Tratado de bengalas: Alma Karla Sandoval Por Armando Salgado

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Alfonso Reyes y la inteligencia michoacana Por Lucía Rivadeneyra

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Iturbide Godínez inmortaliza en un volumen la arquitectura de Guadalajara Por Antonio Rodríguez Jiménez

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The Irishman, de Martin Scorsese Por Adolfo Nuñez J. Yo te he inventado Por Edgar Khonde

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En el cine Por Pilar Alba

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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La izquierda en el cine mexicano del siglo XX 6 Por Xavier Robles Luis Alcoriza Luis Alcoriza nació en España y hacia 1940 llegó a México. Comenzó su carrera como escritor de cine y de él se filmaron una gran cantidad de argumentos y libros cinematográficos, antes de que fuera el principal colaborador de Buñuel, en Los olvidados, ya citada; anteriormente ya había trabajado para él y se convirtió en uno de los principales y más importantes escritores del cine mexicano. En 1961 debutó como director, pero su obra más importante se empezó a realizar un año más tarde con Tlayucan (1962); posteriormente Tiburoneros (1963), una de las mejores películas de la historia de nuestro cine; y Tarahumara (1965), en las que manifestó un punto de vista comprometido con las clases sociales más desprotegidas y marginadas política y económicamente. En su obra destaca un agudo sentido crítico y mordaz, un humor negro que quedó plenamente manifestado en Mecánica Nacional (1972); Fe, esperanza y caridad (1972), tres cuentos que fueron escritos por él (Esperanza), Jorge Fons (Caridad), y Julio Alejandro (Fe); Presagio (1974), que escribió en colaboración con el colombiano Gabriel García Márquez, retrato irónico de una comunidad campesina; Las fuerzas vivas (1975), también escrita por él, una obra crítica de las clases oficialistas de la época; y A paso de cojo (1980), adaptación de Alcoriza a una novela de Eduardo Valdivia, sobre un grupo de minusválidos que, alentados por un cura pueblerino, se incorporan a la lucha cristera y cometen toda clase de tropelías y actos vandálicos. Tanto por sus películas, como por sus li-

/// Actas de Marusia, una película de Miguel Littín.

bros cinematográficos, Luis Alcoriza debe ser considerado uno de los más importantes realizadores del cine mexicano, y por supuesto su obra resultó también trascendente para las clases trabajadoras. Tuve el gusto de conocerlo y puedo asegurar que fue un hombre congruente con su pensamiento e ideas de izquierda. Miguel Littín El chileno socialista Miguel Littín también filmó en México cuando estuvo exiliado una obra corta, pero importante, entre 1974 y 1981: Actas de Marusia (1974), sobre una huelga de trabajadores del salitre brutalmente reprimida, escrita por él mismo; El recurso del método (1977), basada en una novela del cubano Alejo Carpentier y adaptada por el propio Littín, el francés Régis Debray y el poeta mexicano Jaime Augusto Shelley, que narra la historia de casi cualquier dictador latinoamericano caracterizado por el despotismo ilustrado; y La viuda de Montiel (1979), adaptación de José Agustín y del propio Littín a un cuento de García Márquez, sobre una mujer que se va enterando de la conducta criminal de su marido muerto, un hacendado, cacique de un pueblo al que ha sometido con crueldad, traiciones y violencia. Arturo Ripstein Arturo Ripstein muestra en su obra cinematográfica por lo menos dos fases o etapas que lo caracterizan: aquélla en la que realizaba historias escritas por diversos colaboradores que coadyuvaron en la realización de un cine trascendente para la izquierda y el cine mexicano; y esa otra etapa a partir de 1986, en las que sólo ha filmado libros cinematográficos escri-

tos por su compañera Paz Alicia García Diego, una filmografía un tanto irregular que no siempre permite clasificarlo como un cineasta de izquierda. Esto desde luego agrada al cineasta, que elude cualquier tipo de clasificación o cliché y que se ha mantenido filmando una obra muy personal, pero trascendente hasta la fecha, y a la que no abundaré en detalles por carecer de la distancia suficiente para su análisis adecuado. Sin embargo, y sin ninguna duda, Ripstein merece un lugar destacado en la historia de nuestro cine y de su evolución hacia una mirada que muestra el punto de vista de los marginados sociales y de los desposeídos, en muchos casos. Ripstein fue asistente de Buñuel (sin crédito), en la filmación de El ángel exterminador. Hijo de un renombrado productor de cine, y familiarizado desde muy pequeño con el ambiente cinematográfico, dirigió a los 21 años su primer largometraje: Tiempo de morir (1965), obra escrita por Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, un western finamente realizado que muestra el regreso al pueblo de un hombre que ha pasado 18 años en prisión y que ahora quiere ser vengado por los hijos del difunto que mató en un duelo, una de las obras que marca los nuevos tiempos del cine mexicano de los 60’s. Cuatro películas suyas son sobresalientes y trascendentes para la izquierda, desde mi punto de vista. Por tan solo esas cuatro obras, Ripstein merece un lugar destacado en la cinematografía nacional. Son El castillo de la pureza (1972), relato sobre un hombre que mantiene encerrada su familia por casi 20 años, para protegerla de los males de este mundo y que resulta un relato alegórico sobre la clase

/// El lugar sin límites, una película de Arturo Ripstein.

en el poder, escrita por José Emilio Pacheco y el propio Ripstein; El Santo Oficio (1973), en la que se relatan los pormenores de una familia judía encerrada por la Inquisición en la Nueva España de finales del siglo XVI, los Carvajal, de quienes también escribe Vicente Riva Palacio en El libro rojo, obra escrita también por José Emilio Pacheco y Ripstein; El lugar sin límites (1977), una de las cintas más importantes del cine mexicano, trascendente por su forma y contenido, sobre un travesti adueñado transitoriamente de un prostíbulo pueblerino en el que trabaja su hija, la que es cortejada por un camionero macho y barbaján; y Cadena perpetua (1978), filme que narra cómo la misma policía mexicana hostiga y obliga a volver a delinquir a un ex presidiario que quiere rehabilitarse socialmente, escrito por Vicente Leñero (quizá su mejor guion), basado en una novela de Luis Spota. Ripstein filmó en 1976 el documental Lecumberri, una obra que muestra a los presos políticos mexicanos de aquel entonces, y a quienes acaba ridiculizando en otro documental, Los héroes y el tiempo (2005). Sin comentarios. Finalmente señalo que Ripstein adoptó la nacionalidad española en 2003, lo mismo que su compañera Paz Alicia García Diego. Décima entrega de la serie de textos escritos y facilitados por el escritor de libros cinematográficos, Xavier Robles (Rojo amanecer, 1989; Los motivos de luz, 1986). Robles, siempre comprometido con los movimientos sociales de izquierda en México, nos comparte los ensayos que esperamos aporten reflexión sobre el cine. Nota de Carlos Belmonte Grey. La última parte de este ensayo en el siguiente número de La Gualdra. 1

/// Tiburoneros, de Luis Alcoriza.

Cine

[Décima parte: La verdadera época de oro del cine mexicano (Alcoriza, Littín y Ripstein)]1


Poesía

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Tratado de bengalas: Alma Karla Sandoval 6 Por Armando Salgado

sudamericanas, plumas como las de Delmira Agustini, Marosa di Giorgio, Ida Vitale, Idea Vilariño, Blanca Varela, me han marcado, pero también los poetas conversacionales de México: López Velarde, Bonifaz Nuño, Sabines. También venero la vanguardia francesa desde el perfume de sus tóxicas y siniestras flores, hasta el delirante encaje exótico llamado Modernismo. No obstante, creo más en poemas que en poetas, en azarosos heterónimos.

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lma Karla Sandoval (Zacatepec, Morelos, 1975). Poeta, periodista y profesora. Cuenta con más de veinte libros publicados. En 2010 y 2018 se le concedió la Beca de Creadores e Intérpretes con trayectoria del PECDA. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo AMMPE 2011, y el Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2013. Recibió, por su primera novela, el Premio Nacional de Narrativa Dolores Castro 2015 y el Premio Nacional de Poesía “Noble y Leal Ciudad de Tepic 2015”. Obtuvo el Premio al Mérito Periodístico 2019 y el Premio Nacional de Poesía María Elena Solórzano 2019. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, rumano, portugués y ruso. La obra y el pensamiento de Alma Karla Sandoval pone al centro de la mesa la realidad actual, profundiza en todas sus capas posibles, además de que visibiliza esas otras posibilidades para constituirnos como personas y lectores apegados al diálogo, desde un ánimo comunitarista, empático, solidario y resiliente. Sin duda es importante conocer sus libros publicados y leerla ampliamente en todos los géneros que ha incursionado. Armando Salgado: Tu libro Tratado de Bengalas (Mantis Editores/Secretaría de Cultura de Guerrero, 2015) es un álbum existencial donde la poesía arriba a ese muelle desmedido que es la vida; ¿qué te llevó a su escritura?, ¿qué otras lecturas han sido determinantes para ti? Alma Karla Sandoval: El alma quema. Por ahí dicen que el oficio del poeta es arder. Desde muy joven viví en obra o atizando esquirlas. Ese mito alimentó una obra que no estaba buscando. Tratado de bengalas tardó cuatro o cinco años en cuajar, en ser lava negra. No me atrevía a publicarlo o enviarlo a concursos. Una especie de piromanía del secreto, de contención o duda instaurada en la altura de esos poemas me detuvo, pero valió la pena. Al final ganó un premio y vio la luz en una de las mejores editoriales de poesía en nuestro país. Me gusta que lo definas como un álbum. Dolores Castro, una de nuestras grandes maestras, siempre repite que la poesía salva el instante. Con esa idea abraza a Bachelard quien desarrolló, para ventura de los poetas poseídos por las visiones de una lengua intrasmisible, el poeticoanálisis. Para mí, el instante poético es suicida, no se puede salvar. Sólo capturamos la sombra. A lo sumo, un poema relampaguea. Eso intento: retrografiar o futurografiar desde la ficcionalización de las emociones. Me interesan esas tentativas llamadas poemas dibuja-

/// Alma Karla Sandoval. Foto de Maurice Loiseu.

dos con música existencial, pero llena de ecos; algunos desde el acorde del salmo o el conjuro capaz de erigir insólitas arenas dramáticas. Mis lecturas fundantes responden a distintas tradiciones. He leído de todo y desordenadamente. Así que mi cultura

poética proviene de la laicidad de la conversación con gente de la que me enamoro, admiro o aprendo. No podría elegir bando entre Efraín Huerta y Octavio Paz porque soy poéticamente Malinche: no traiciono, sobrevivo. Me reconozco lectora contumaz de la poesía escrita por las

AS: Eres egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García: ante los escenarios actuales en México y los diversos conflictos que se extienden por el mundo: Chile, Bolivia, Haití, España, Honduras, Brasil y Hong kong; como escritora y mujer, ¿qué debemos hacer?, ¿qué otros elementos consideras necesarios para favorecer una sociedad más justa, democrática e inclusiva? AKS: En México sobrevivimos a un paisaje forense. Ahora, en diversas partes del mundo, la postal que impera es la de una barricada. Celebro esas resistencias y deploro la circunstancia necropolítica de mi nación. He tenido la enorme fortuna de viajar más de lo esperado para formarme, para escribir en otros climas, compartir e intentar crear conocimiento. Acabo de llegar de una residencia artística en Barcelona cuyo tema fue políticas de la diversidad, sus alcances y limitaciones globales, pero también el estudio de las grietas por donde se cuela la luz cuando un fantasma golpista recorre el mundo. Ahí, conversando con personas de distintos continentes, acariciamos el arte como posible alternativa, coincidimos que la poesía, a veces, se convierte en una estrategia de supervivencia. Pero también otro tipo de voluntad, la dialógica, que nos ayude a comunicarnos desde


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AS: Recientemente publicaste Cartas a una joven feminista: ¿qué autoras nos sugieres leer para entender la relación entre feminismo y nuestra cotidianidad?, ¿de qué forma podemos reducir la violencia simbólica que existe en nuestra prácticas diarias? AKS: Sí, se habla de genealogías feministas y las olas que las mecen. Hace un mes publicamos, la poeta Denisse Buendía y yo, el primer diccionario feminista de México titulado Vocabularia. Va acompañado de Feministario, una cartografía de 31 feminismos, es decir, de las principales orillas teóricas que hasta el momento podemos rastrear globalmente cuando hablamos de un tema aún satanizado, leído con miedo, mirado desde el prejuicio y condenado por la incomodidad que produce. Hay mucho desconocimiento y esa ignorancia es violentísima porque las mayorías no entienden lo que es el feminismo. Nos lanzamos en esa aventura editorial dado que Cartas a una joven feminista tuvo una respuesta sorprendente que me llevó a viajar, desde principios de 2018, por muchas partes del país y a presentar esa obra en Canadá, Colombia, Argentina y España. Considero que esta cuarta ola se alzó con el aire de movimientos como #MeToo o #NiUnaMenos los cuales denunciaron una realidad que no podía seguir ocultándose: la de la opresión de género normalizada y acolitada por una pedagogía de la crueldad que promueve la construcción de las masculinidades desde el acoso, el maltrato, la violación, la tortura y/o el crimen de los sujetos inferiorizados: niñas, niños, mujeres, transexuales, etc. Esas cartas, así como Las delatoras, un estudio sobre las mujeres patriarcalizadas que vigilan la buena salud del orden falocrático –donde comparto créditos con Elena de Hoyos–, conforma una tetralogía sobre feminismo que en menos de un par de años escribí sin darme cuenta. Supongo que es el resultado de al menos dos décadas de lectura apasionada, de incontables viajes, de cientos de horas frente a grupos universitarios, de talleres,

/// Alma Karla Sandoval. Foto de Maurice Loiseu.

de activismo, de baile sobre el fuego porque el riesgo siempre está latente. Mi padre, también activista, fue amenazado y levantado por denunciar la corrupción de dos alcaldes en el municipio más pobre de Morelos. Sin el feminismo como escudo de Medusa (que no de Aquiles), como lámpara, brújula, talismán o campo de fuerza, no habría logrado hacer frente al temor, a los microexilios que he estado padeciendo, a las diversas violencias de toda clase que reconozco debajo de la piel y ante las cuales me alzo gracias a la sororidad y el affidamento, ya que como dicen las morras en las marchas: “Me cuidan mis amigas”. Ya dije que leo en desorden, pero las diosas de la pasión están de mi lado y me cobijan con una matria que sí, es una inmensa biblioteca portátil. Las obras de las expertas, críticas, teóricas o filósofas de género, como gusten llamarles, es amplio y va en aumento. Personalmente, María Zambrano, Lou Andreas-Salomé, Simone de Beauvoir, Victoria Camps, Adela Cortina, Amelia Valcarcel, Rita Segato, Silvia Federici, Francesca Gargallo, Celia Amorós, Carla Lonzi, María Milagros Rivera Garretas, Marcela Lagarde, Sylvia Marcos, Graciela Hierro, Virginie Despentes, Paul B. Preciado, Mary Beard, Fatema Mernissi, entre otras, son y serán la constelación que me aleja del naufragio. Algo más, la violencia en contra de las mujeres no es sólo simbólica, sino estructural, sistémica, oxigenada por un neomachismo intelectual cuyo mansplaining y otras prácticas sexistas robustecen a este patriarcado posmoderno que también se ha sofisticado para intentar contener los avances del feminismo.

AS: A partir de tu experiencia como maestra en Literatura Latinoamericana: ¿qué papel tiene el feminismo en la literatura?, ¿cuál crees que será el futuro de la literatura Latinoamérica escrita por mujeres? AKS: Si las mujeres que leen no se soportan porque son temidas; las que escriben son una amenaza nuclear, un desastre, un modo anómalo de situarse en el mundo que debe ser invisibilizado. El genio femenino se oculta, se menosprecia, se

le mira como un delirio, una ocurrencia, una excentricidad, una enfermedad del alma o una histeria que se caricaturiza o se endiosa porque las escritoras suicidas parten precisamente por eso, porque no soportan su genialidad en este mundo que las convence de que es más fuerte que ellas. El papel del feminismo en la literatura, ergo, tiene una misión: oponer a la necroescritura, la bioescritura de una expresión potente, apasionada, lúdica, sensorial, valiente y vibrante. Quiero decir, más Colette y menos Woolf. Ser mujer en América Latina no es lo mismo que ser hombre en Suecia, por decir algo. Lo digo porque la fuerza del Boom latinoamericano proviene también de su contexto histórico. A la brillante nómina de rasgos que lo caracterizó: mito, exilio, identidad y experimentación formal, se suma la defensa de una utopía revolucionaria que, en su tiempo, García Márquez defendió desde la hipérbole y Cortázar desde la llamada del juego, pues en términos kunderianos, ésta fue la patente de corso de una literatura de exportación. El cronotopo también manda. En ese sentido, la literatura de las latinoamericanas guarda en sí la potencia de la semilla del baobab porque somos sobrevivientes y nuestra tradición vilipendiada, silenciada, enterrada, perseguida, resurgirá a ahora que rompemos el silencio y nosotras mismas nos estamos leyendo, buscándonos en las bibliotecas de viejo, rescatando las primeras y únicas ediciones de escritoras mexicanas de la talla de Marcela del Río, Luisa Josefina Hernández, Tita Valencia o María Luisa Mendoza. AS: Compártenos lo que hace diariamente Alma Karla Sandoval: ¿qué hace cotidianamente para disfrutar su día a día? AKS: Leer, dar clases y escribir. Pero pensar y gozar leyendo, conversar enseñando y escribir refrendando la lección que me acaba de dar la tremenda escritora argentina, María Moreno: “No matar la palabra, pero tampoco dejarse matar por ella”.

Preludio de lectora Que mañana pases de largo, sin esa leyenda de semillas que arroja tu presencia o un ejército de copos de nieve batallando en el aire. Deseo la lluvia que cae sobre la lluvia cuando es de noche y hay un desierto en la alfombra. Que sea definitivamente viernes cada domingo de tu vida. Ojalá te den ventana con vista a un grosellero cuando te aprisione la piel de una persona-jaula. No llegues a morirte de cometas en los ojos como la gente que llora verano y en vano vuelve. Si juegas con el amor, dispara en defensa propia y vete. No te quiero con palabras muertas en la boca, más bien con un país recién nacido debajo de la lengua. Cuando haga frío, no olvides la capucha guinda ni las zapatillas de vidrio de marzo. Hoy se abren dos eclipses como manzanas de Adán, esas mentiras que crecen por defecto de garganta, esas manos para ahorcar al mensajero, ese paraíso cuyo áspid es un aguafiestas. Pasa de largo igual que una plaga de langostas, que una peste negra, pasa de largo. Quiero ver cómo te marchas desde esta airada esquina del insomnio. Necesito respirar por defecto de melena. [Del libro Por defecto de melena. Premio Nacional de Poesía María Elena Solórzano 2019]

Poesía

un ánimo comunitarista, empático, solidario, resiliente donde vayamos al encuentro con el otro como escribió Amin Maalouf: “Con los brazos abiertos y la cabeza en alto”. Los feminicidios imparables, las olas migratorias infinitas, los campos de refugiados que se reproducen como por generación espontánea, las protestas en las calles de ciudades de Ecuador, Chile, España, Líbano, Haití, Honduras, Bolivia, Irak, Brasil, Honk Kong, son potentes síntomas de que el neoliberalismo snuff y su cáscara podrida, el capitalismo gore, fracasaron. Junto a ellos, el patriarcado asesino que revela el ethos sicótico de una cultura misógina normalizada desde la falencia, esa política ficción, que a las mujeres nos imponen. De ahí que la filosofía de género, la que deconstruye críticamente ese orden letal, sea un buen instrumento para empoderar la exigencia de inclusión, de igualdad, de respeto a los derechos, pero también a la puesta en crisis de sociedades neoconservadoras dispuestas a votar por la ultraderecha.


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Libros

Alfonso Reyes y la inteligencia michoacana 6 Por Lucía Rivadeneyra

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A Minerva Margarita Villarreal In memoriam

l libro Alfonso Reyes y la inteligencia michoacana (1909-1959) de Alberto Enríquez Perea es producto de una investigación profunda, aderezada con un gran entusiasmo, sin el cual nunca hubieran salido las 700 páginas de esta fina y cuidada edición. He aquí una prueba de que el rigor metodológico no está peleado con un estilo ameno. El autor acostumbra acercar al gran Alfonso Reyes (1889-1959) a cualquier lector porque cuenta, de otra forma, la biografía y las historias que hay alrededor del escritor y de muchos de sus contemporáneos. Se nota que sus fuentes directas e indirectas se olfatearon con placer. Brinda 50 años de la lucidez de un México que existió dentro y fuera de su territorio. Un México con presencia y personajes más que ilustres. Enríquez Perea, (Izúcar de Matamoros, Puebla, 1954), es un investigador que va a fuentes directas: documentos, entrevistas, diarios, cartas. Con estas últimas reconstruye historias entre Reyes y sus amigos. En ellas se advierte el respeto que se le tenía al idioma español y al prójimo. Nunca perdían la elegancia no sólo en la letra sino, por supuesto, en el contenido. Así queda claro que la diplomacia existió y todavía en algunos casos, existe. No me imagino a Reyes ni a ninguno de sus contemporáneos diciendo “comes y te vas”. La combinación poetas y diplomáticos es una bomba y, en esa época, una verdadera explosión. La diplomacia como una forma de sobrevivencia, la literatura como un placer indómito. Todo aunado a otras altas pasiones mencionadas de manera muy sutil, como la de la Negra o la Negrita, al parecer, un amorío del escritor, que a muchos les resulta sorprendente. En Alfonso Reyes y la inteligencia michoacana se habla de amigos y de historias del país y del mundo. De la relación del regiomontano con michoacanos ilustres como el escritor y abogado Mariano Silva y Aceves (compañero de estudios); el gran cardiólogo y rector de la Universidad Michoacana y de la UNAM Ignacio Chávez; el poeta Tomás Rico Cano; el rector de la universidad michoacana Natalio Vázquez Pallares; del economista, editor y escritor Eduardo Villaseñor; del diputado constituyente Jesús Romero Flores; del diplomático Luis Padilla Nervo; del miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Alfonso Méndez Plancarte; del también

miembro de la misma, Porfirio Martínez Peñaloza; del filósofo Samuel Ramos; del constituyente y también gobernador de Michoacán Francisco J. Múgica; y de algunos políticos cercanos a él, como Pascual Ortiz Rubio y Lázaro Cárdenas, por mencionar a algunos. Y otros posteriores a su generación, como el moreliano Juan Hernández Luna (abogado, filósofo, escritor y alumno de Samuel Ramos) o como José Iriarte Guzmán, premio nacional de química. La obra cuenta con una selección muy atinada de fotografías. Los retratos que tenemos de Reyes casi siempre remiten a un anciano. Por fortuna, este ejemplar regala imágenes –algunas prácticamente inéditas– de un Reyes joven, al igual que la mayoría de sus amigos de entonces. Unas seducen, otras sorprenden y otras emocionan por diversos motivos. Por ejemplo, la que guardó el instante de la develación de la placa de homenaje a Vasco de Quiroga, en el Colegio de San Nicolás, por el presidente Lázaro Cárdenas, acompañado del rector Natalio Vázquez Pallares, con un niño travieso que aparece ahí por casualidad subido en una ventana. Jorge Luis Borges dijo que Reyes ha-

bía escrito “la prosa más admirable de la lengua castellana”. Y Reyes, ese hombre infinito, en su cercanía con Morelia, dio dos discursos en el Colegio de San Nicolás, el primero en 1939 y el segundo en 1953. Asimismo, en 1940, dio cuatro conferencias sobre la “Ciencia de la literatura” que formaron parte de los cursos de la Universidad de Primavera “Vasco de Quiroga”. Cómo no conmoverse al saber que don Alfonso fue orador, en la fiesta más importante de la Universidad Nicolaita, para celebrar el 186 aniversario del nacimiento de Miguel Hidalgo, el 8 de mayo. Llegó ahí acompañado de figuras como Daniel Cosío Villegas, Enrique Díez Canedo, Juan de la Encina y María Zambrano, entre otros. Sí, cómo no conmoverse cuando se tiene en la memoria la pasión que a los nicolaitas les genera oír la maravillosa porra, que hasta la fecha se grita: “Pispás, calís, calás, pispás, calis, calás, sssssssshhhhh, ¡pum! (en ese momento tronaba un gran cuete) ¡San Nicolás!”. Imposible olvidar que en el Panteón Municipal de Morelia una tumba tiene como epitafio la porra. Esto puede dar una idea del significado que El Colegio de San Nicolás tiene en el co-

razón de los michoacanos. Cada 8 de mayo por la mañana había un acto cívico con la presencia del rector, el gobernador, los invitados, el presidente del Consejo Estudiantil, estudiantes y algunos funcionarios. Por la noche, con una orquesta contratada en la Ciudad de México, se llevaba a cabo el famoso “Baile del 8 de mayo”, en el patio posterior de la Universidad. Este trabajo de Enríquez Perea genera inquietudes y nostalgias. Han de disculpar el intimismo, pero su lectura hizo que buscara el título de abogado de mi abuelo, para ver la fecha de su examen profesional, y recordar las mil historias que me contó sobre muchos personajes con los que él coincidió o anécdotas como la de Pedro Garfias y los cafés que tomaron. Cuando mi abuelo le habló con pasión inusitada sobre España, Garfias le preguntó: “¿cuántas veces ha estado en España, licenciado?” Él contestó: “Ninguna, don Pedro, pero la he leído”. Entonces el poeta tomó uno de sus libros y se lo regaló con una dedicatoria invaluable: “Para Luis Rivadeneyra, un mexicano español, de Pedro Garfias, un español mexicano”. Con este libro he vuelto a acariciar con los ojos el título que la Facultad de Medicina otorgó a Gaspar, mi padre, como “Médico, cirujano y partero”, y he platicado con él –otra vez– por horas sobre “su” San Nicolás. También he vuelto a oír de la boca de un nicolaita nombres que conformaron parte del genio de esa universidad. Al calor de la charla, evocamos discursos inolvidables que escuchó, como uno de Lombardo Toledano. Presté oídos a su participación en movimientos estudiantiles, a su literal sobrevivencia de la novatada en dicha Facultad, una de las más violentas en los años cincuenta, y a muchos de sus gratos recuerdos. Nací en Morelia y aunque no soy egresada de San Nicolás, sino de la UNAM, soy nieta, hija, sobrina, prima de nicolaitas, lo cual es una forma de sentir orgullo. Por eso, agradezco este libro y la luz que de él emana al recuperar la genialidad de Alfonso Reyes y de sus brillantes coetáneos michoacanos. Agradezco que su autor me haya invitado a presentarlo en la abrigadora Capilla Alfonsina, lugar mágico y terrenal. Sí, hay lujos en la vida. Enríquez Perea, Alberto. Alfonso Reyes y la inteligencia michoacana (1909-1959). Hacia la universalidad de la ciencia y la cultura mexicanas. México, 2018. Instituto de Investigaciones Históricas UMSNH, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Cámara de Diputados-LXIII Legislatura. 700 pp.


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9 DE DICIEMBRE DE 2019

6 Por Antonio Rodríguez

Jiménez

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l volumen Una revisión a Guadalajara. Mirada a la historia de la arquitectura, de Xavier Iturbide Godínez, es la realización profunda y repleta de un homenaje de imágenes en blanco y negro a la arquitectura de la ciudad tapatía. El autor cuenta a través de sus palabras y de sus bellas imágenes de edificios –según apunta Óscar Trejo- que aquella arquitectura de la vieja ciudad abrió sus formas al resto del país y del mundo, y dejó influirse por los inmigrantes europeos, como los franceses, que se incorporan al desarrollo de la economía y del conocimiento, convirtiéndola durante un tiempo en una ciudad cosmopolita. Actualmente, Guadalajara, dice el autor, crece hacia la verticalidad de los cielos, una vez ensanchada descomunalmente, y en eso ha colaborado este arquitecto al crear el edificio Sky La Fayette, en pleno pulmón de la ciudad, junto a la escultura de Niños Héroes y a una cuadra de Chapultepec. El trabajo de su libro es impecable, pues recorre cientos de edificios emblemáticos que le dan vida a una ciudad que crece imparable. El autor realiza descripciones impecables de edificios conocidos o de otros un poco olvidados, pero están ahí, sin duda, las grandes obras tapatías. Iturbide no tiene pelos en la lengua cuando señala también los edificios erróneos, ésos que afean la ciudad pero que de una u otra manera forman parte de ella. Este joven arquitecto de apenas cuarenta años, un poco arrogante al principio de conocerlo, pero humano en el fondo, tiene un aspecto entre artista y comerciante, que usa un estrafalario carro antiguo, llamado Catalina. Empieza su recorrido, que él denomina recolección de fichas, pero que se convierte en una historia arquitectónica con un catálogo de primera línea y digno de un material para que lo convierta en tesis doctoral, comienza por Maestranza 239, un edificio del siglo XVII, que se ubica en la esquina de Prisciliano Sánchez, junto a la plaza de San Francisco, edificio construido con piezas de cantera, que debió ser muy importante en época colonial. Otro que llama la atención es el de Manuel Acuña 540 construido en 1790 aproximadamente, que presenta un portón de cantera impecable a pesar del paso de los años. Fue Hospital Real

/// Xavier Iturbide Godínez

de San Miguel. De Galeana 252, del siglo XVIII, destaca un balcón redondo en su esquina y rectangular en sus extremos que da a dos calles, ya que la casa hace esquina con Prisciliano Sánchez. Una puerta noble en una isla de feísmo, pero que me recuerda a Fez en Marruecos, es la de Enrique González. Martínez 406, esquina Leandro Valle, es de 1800, aunque el edificio de una planta está bastante descuidado. Lástima que el Consistorio no resguarde del deterioro este tipo de monumentos vivientes de la arquitectura. Un edificio que llama la atención es Ocampo 421, ubicado en la Guadalajara romántica. Destacan los arcos de sus ventanas moriscas, arabescas que trasladan al visitante a la magia de Córdoba en España. El edificio Contreras Medellín 556 siempre me llamó la atención desde que vivo en esta ciudad. Se llama Casa del Ferrocarril, está en la esquina con Hospital y su construcción es de 1888. Es un edificio de una belleza rara que parece bien conservado. Morelos 161, Madero 302, Ocampo 79 y 81, San Felipe 39 son maravillas que acercan la arquitectura tapatía al resto del mundo. Este último es una casa ecléctica del siglo XIX, pero lleva el sello andalusí, que re-

cuerda, igualmente el estilo bizantino y gótico veneciano. ¿Cómo ha podido Xavier Iturbide Godínez recopilar tantos edificios o todos los edificios significativos de la ciudad? El interior de Madero 607, Casa Robles León, es de una belleza interior inusual: escalinatas, lucernarios, rincones con arcos floridos al fondo, que me recuerdan de nuevo la sobriedad interior de las casas históricas cordobesas. No se puede parar, el autor nutre continuamente al lector, creando en él una admiración continúa. Qué material más magnífico para una tesis sobre el patrimonio arquitectónico de Guadalajara. Qué lujo de imágenes, qué derroche de edificios, de detalles, de columnas de diversos estilos. El balcón de Morelos 572, de 1900, también es de una belleza imposible captada al detalle con una fotografía perfecta que no elude ni defectos ni afectos. Luego viaja por las calles acercándose a la modernidad. Se sale de lo que podría parecer que no es historia y llega a Avda. Vallarta 1697, Casa Farah. Arcos de medio punto, paredes anchas y largas y todo con una simplicidad –como explica el autor del

libro- que resalta por las texturas de muros y ventanas, con bellos arcos de medio punto. No se olvida Iturbide de la verticalidad como Edificio del Nilo o los gigantes de Américas. Él no censura nada que contenga un átomo de belleza o de originalidad. No se olvida de Puerta de Hierro, donde la belleza de las alturas en Torre Cabe hace que parezca que se ha salido de Guadalajara y se está en Nueva York. También destaca los edificios altos de Chapultepec o la Torre Icon 23 de una redondez convulsa, que parece una babel del siglo XXI. Pero al final vuelve a la horizontalidad para señalar los edificios de la Guadalajara extraña. El libro de Iturbide Godínez está repleto de sorpresas; es una fuente de riqueza arquitectónica, un nido de los edificios más bellos de México. Lo que hace este artistaarquitecto es un acto de amor a su ciudad, una insólita mirada hecha desde la inteligencia y el talento de un joven sorprendente. *** Iturbide Godínez, Xavier (2019), Una revisión a Guadalajara. Mirada a la historia de la arquitectura de la ciudad, Guadalajara: Editorial Ágata.

Libros

Iturbide Godínez inmortaliza en un volumen la arquitectura de Guadalajara


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LA GUALDRA NO. 412 // 9 DE DICIEMBRE DE 2019

Cine

The Irishman, de Martin Scorsese 6 Por Adolfo Nuñez J.

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partir de un guion de Steve Zaillian (Schindler’s List) adaptado de la novela I Heard You Paint Houses de Charles Brandt, con The Irishman (2019) el legendario director Martin Scorsese pone en sintonía varias temáticas y obsesiones que lo han acompañado a lo largo de su impresionante filmografía, siendo las principales los códigos de vida de los gángsters, los límites del poder, los vínculos fraternos a través de los años, los conflictos intrafamiliares, la culpa y la búsqueda de redención por hombres cuya vida ha sido definida por actos de violencia. El filme narra la historia de Frank Sheeran (Robert De Niro), veterano de la Segunda Guerra Mundial y camionero que posteriormente trabajó como asesino a sueldo para Russell Buffalino (Joe Pesci), capo de la mafia italiana en Filadelfia, así como la mano derecha del famoso líder sindical Jimmy Hoffa (Al Pacino), quien desaparecería de manera misteriosa en 1975. Narrada en voz del propio Sheeran y con una actuación estelar de De Niro, el filme se

enfoca en los sucesos de una saga histórica repleta de crímenes, alianzas, traiciones, política y riñas familiares. Enfocándose en los momentos significativos de una vida, Scorsese confecciona una serie de montajes y coreografías fílmicas en

Río de Palabras

Yo te he inventado 6 Por Edgar Khonde

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e levantaba de la cama y escribía mientras esperaba que el café estuviera caliente. No me alcanzaba para mucho, quizá dos líneas que luego de terminar con la primera taza serían descartadas, pero era mi forma de calentar. Luego podía escribir de corrido hasta mediodía, lo cual no era poco si consideramos que despertaba a las ocho. Tenía una rutina y la costumbre funcionaba. Podría haber caído una bomba nuclear sobre la ciudad y yo jamás me hubiera enterado. Me concentraba sobre lo que hacía, toda mi atención estaba puesta en cifrar palabras. En ocasiones ocurría que una frase me desconcertaba y tenía que repasarla diez, quince, veinte veces, para tener la certeza de que sí decía lo que decía y no sólo lo que me imaginaba. Es complicado tener que leerse uno con la soledad; yo he fracasado en la mayoría de intentos. Cuando al fin estaba seguro de la frase, de su conjugación, su sentido, incluso su misterio, la dejaba y continuaba con el texto. No quiero decir que hiciera textos perfectos, tampoco que construyera relatos que valieran solo por una línea. Me gustaba estar escribiendo, estar contando una historia aunque no pasara del ordenador. Supongo que era inevitable que ocurriera.

Si revisamos las estadísticas, si analizamos las noticias, no es que yo viviera en el mejor de los lugares, pero me gustaba estar ahí. Me acuerdo cuando me intentaron convencer de mudarme a un lugar menos peligroso. Yo dije que no, que esa colonia me ayudaba a escribir; lo cual era una mentira. Escuché un ruido en la sala y salí del cuarto; era de madrugada. Cuando inspeccioné la cara del invasor me quedé congelado. Dos días antes había escrito sobre un ladrón que entraba a buscar un libro inconseguible a la casa de un escritor, que como no tenía más remedio lo asesinaba. Y ahí estaba yo protagonizando mi propia historia. Reconocí al fulano; era uno de mis personajes. Le ordené que se tranquilizara, que en mi casa no iba a encontrar su tesoro. Me ignoró, gruñó y se abalanzó sobre mí. Me ahorcó y huyó asustado, porque su objetivo no era matarme sino encontrar un libro. Al final tuve que escribir este relato anticipando todo. Seguramente estoy muerto, y seguramente no puedo escribir desde el más allá como fantasma, pero esto que cuento fue lo que pasó. No se acuse a nadie de mi muerte, la he provocado yo mismo. Lo que ocurrirá a continuación es sencillo de explicar: el lector pensará que lo estoy timando, no es así. El lector no existe, yo lo he inventado.

las que no sólo destaca el virtuosismo de su narración, también la estupenda fotografía de Rodrigo Prieto, la trepidante edición de Thelma Schoonmaker, así como el manejo del CGI para rejuvenecer a los protagonistas del filme en diferentes etapas de su vida, y que junto con el aporte narrativo que representa, también se percibe como una declaración por parte del director sobre la manera en la que los efectos visuales deben estar al servicio de la historia que se quiere contar, y no al contrario. En un largo de tres horas y media de duración y con una estructura de tres actos, la cinta se enfoca en el surgimiento, apogeo y derrumbe de su protagonista, donde el director se permite ser épico e intimista, desgarrador y sutil al mismo tiempo, retratando con invariable humor negro el lado oscuro en la vida de los mafiosos, pero también mostrando sus facetas más vulnerables y dolorosas. Así pues, en un inicio somos testigos de la manera en la que el crimen se va infiltrando poco a poco en la vida de Sheeran, y de las repercusiones que esto tiene en las personas que lo rodean. Por

otra parte, a la mitad del filme y en segundo plano, Scorsese contextualiza sobre la presencia que el crimen organizado ha tenido en la política estadounidense a lo largo de la Historia. Finalmente, en el último acto, el realizador despoja de glamur al género por completo, y termina desarrollando una sentida reflexión sobre la soledad y la profunda desolación que se encuentran al final de los días de una persona, que ni todo el dinero, ni todas las armas del mundo pueden erradicar y donde, cuando todo está dicho y hecho, sólo se puede esperar a la muerte como una vieja amiga, con la puerta abierta. Con todo, The Irishman también representa la reunión de tres intérpretes legendarios, los cuales se muestran impecables y en pleno estado de gracia; tomando como base la relación entre el Sheeran de De Niro, el Hoffa de Pacino y el Buffalino de Pesci, Scorsese retoma los elementos de la vieja escuela para armar una historia que se siente actualizada y con la que continúa demostrando por qué es uno de los cineastas más importantes de todos los tiempos.

En el cine 6 Por Pilar Alba

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uisiera pasar mi vida en un cine. No sólo por la comodidad de sus asientos o por el olor a palomitas con mantequilla. La quisiera pasar ahí, para vivir miles y miles de historias. Me gustaría que cada tres horas pudiera realizar una nueva aventura: conquistar nuevos universos, llegar a subir las montañas más altas, cruzar el océano y acabar para siempre con los malos. Desearía hacer posibles mis sueños como el poder viajar en el tiempo. Vivir en muchas épocas: estar en la era jurásica y de repente verme paseando en una nave del futuro. Me gustaría también tener muchos roles: ser una amazona, tal vez un pirata, o un viejo duende y

más tarde una madre abnegada que lucha por defender sus tierras o un viejo soldado que no puede desprenderse de los horrores que vivió en la guerra. Vivir y revivir en el cine escenas tristes, alegres, desconcertantes. Emborracharme con los colores, aturdirme con los sonidos, marearme con las imágenes. Sí, definitivamente mi vida sería mejor si la viviera en un cine y no aquí encerrada en esta oficina, al pendiente del reloj que camina más lento cuando se acerca a la hora de la salida. Más feliz que en mi casa viendo cómo mi familia se queja de tantos y tantos problemas. Más plena que en esta vida que me ha tocado y que nadie se interesaría por ir a verla algún día, proyectada en una de esas pantallas.


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