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Impreso religioso: devoción y altar doméstico en tiempos de pandemia
Historia
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t Por Maritere Espinosa
Ya a finales del siglo XIX circulaban con gran éxito en las principales ciudades de México impresos ilustrados que salían de diversos talleres en los que artistas del buril encontraban espacio para acompañar textos con las más diversas noticias de día, pero también cubrían el calendario civil y religioso de la población.
Los grabados de Manuel Manilla y José Guadalupe Posada, cuyo arte se había extendido a los suplementos populares, surten a los diferentes editores e impresores también de hermosos grabados religiosos. Además de estampas se imprimen cuadernos de oraciones, para acompañar a devotos y feligreses en sus oraciones cotidianas junto a sus hermosos altares domésticos.
En diversas comunidades una manera de promover la devoción hacia santos, vírgenes y distintas advocaciones e invocar su protección fue a través del uso de estos impresos, ya que pueden ser portados y utilizados por el creyente en todo momento para recurrir a ellos en momentos de necesidad espiritual, oración y culto. Estampas
e imágenes impresas presentaban al santo con sus principales atributos, en tanto el impreso devocional oraciones e instrucciones para llevar a cabo las prácticas religiosas como el caso de los novenarios.
Surgen de esta manera talleres de impresión con la producción de triduos, alabados, despedimentos, letanías, cuarentenas, oraciones, novenas y otras publicaciones editadas bajo la licencia de la autoridad
eclesiástica, todas ellas útiles para el altar doméstico, necesario a enfermos y otros miembros de la familia impedidos de asistir al culto público. Y desde el propio hogar participar del culto religioso, la oración y rezo frente a imágenes de su devoción o el santo patrono de la comunidad.
El altar doméstico ocupa un relevante lugar en el hogar familiar, hay quienes instalaron no solo su altar sino capillas be
llamente adornadas con tejidos, ceras, candelabros, floreros y otros utensilios como parte de estos espacios ya sean grandes nichos o en sencillas repisas, la devoción popular se hizo presente en ellos.
Dada la situación actual de emergencia sanitaria y que la indicación de quedarse en casa coincidió con parte de la Cuaresma y Semana Santa, estos altares adquieren de nuevo una fuerte presencia en muchos hogares, si bien es cierto que ahora incluye la tecnología para la realización de ceremonias y oración.
La clausura social ha llevado a recuperar la estampa familiar, conservada por fortuna ya sea como parte de los tesoros de la abuela o las devotas de la casa, incluso como parte de colecciones de tan especial iconografía, para dar de nuevo un uso litúrgico en el actual tiempo de reclusión.
Misticismo y tradición que trae el calendario litúrgico, pero sobre todo en tan especial situación sanitaria el templo a la casa, la procesión al interior del espacio familiar, las imágenes y ornamentación que los componen, conforman verdaderas joyas de la imaginería popular en tiempos de pandemia.