SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 435 /// 8 DE JUNIO DE 2020 /// AÑO 10
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Yaroslabi Bañuelos. Foto de Rosario Virgen
“Para mí escribir y vivir en La Paz significa resistencia; nací en la periferia de la periferia, en uno de los ‘barrios bravos’ de una ciudad ubicada a más de 1600 Km. de la capital del país, donde las oportunidades de desarrollo artístico son mucho menores que en las urbes, ya que las opciones de formación, la oferta de talleres y espacios de creación, así como los apoyos al arte suelen ser limitados”. Yaroslabi Bañuelos representa el espíritu sudcaliforniano y visibiliza otros lindes del imaginario poético de nuestro país; su poética bifurca posibilidades sensoriales que refrendan la cotidianidad como un espacio múltiple de confesiones personales y hasta colectivas.
[Una entrevista con ella, realizada por Armando Salgado, en páginas centrales]
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LA GUALDRA NO. 435 /// 8 DE JUNIO DE 2020 /// AÑO 10
La Gualdra No. 435
Editorial
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everino Salazar nació un 12 de junio de 1947. El mismo año en que se fundara el Instituto Nacional de Bellas Artes y que Manuel M. Ponce recibiera el Premio Nacional de Ciencias Artes, llegaría al mundo el escritor “que cubriría de gloria al municipio de Tepetongo, Zacatecas”, como bien lo diría don José Cupertino González, cronista de esa ciudad fallecido hace apenas unos días. Severino Salazar Muro fue un escritor prolífico y un reconocido docente universitario; aunque pasó la mayor parte de su vida en la Ciudad de México, en su estado natal se le recuerda por su contribución a las letras mexicanas. Su muy peculiar manera de escribir, con un estilo lleno de frescura y humor inteligente siempre develaba características de la idiosincrasia mexicana, de ese pensar de la gente del pueblo cargado siempre de una memoria cultural vastísima. Lo que Salazar produjo puede estar relacionado con lo regional, pero en su obra podemos observar características intertextuales muy interesantes, su manejo del lenguaje, su originalidad y ese profundo sentido crítico suyo hicieron de este zacatecano fallecido prematuramente, el 7 de agosto de 2005, un escritor memorable. En 1984, su novela Donde deben estar las catedrales, fue merecedora al Premio Juan Rulfo de Primera Novela; en ella, el autor recrea las memorias no solo del pueblo donde nació, sino que les da vida a través de personajes que de tan cotidianos en nuestro medio parecen ser conocidos; y es que Severino fue un gran constructor de personajes y lo hacía con tal maestría que críticos como Tomás Bernal Alanís, afirmaran que con su trabajo “logró que el centralismo literario pusiera más atención a lo que pasaba en la provincia mexicana y sus escritores”; y no solo eso, logró que Zacatecas apareciera nuevamente en el mapa como un estado de grandes escritores. Si a usted le gustan Juan Rulfo y Mauricio Magdaleno, y no ha leído a Severino, es muy buen momento para hacerlo, porque sus obras “son un caudal de experiencias de un hombre que lee la escritura de los tiempos, con unos ojos generosos y con una precisión milimétrica para
construir una arquitectura visual que deslumbra por el oficio del buen artesano en el arte del buen decir y del buen escribir”1. Además de Donde deben estar las catedrales, puede leer de este autor obra como Paisajes imposibles. La danza de los ciervos, El mundo es un lugar extraño, La locura de las flores, Las aguas derramadas, Cuentos de Tepetongo, Cuentos de Navidad, Desiertos intactos, Tres noveletas de amor imposible, Mecanismos de luz y otras iluminaciones, y ¡Pájaro, vuelve a tu jaula!, este último uno de mis favoritos. Como estamos en tiempos de contingencia sanitaria, resulta complicado salir a las librerías a buscar sus libros por ahora, pero puede hacer también el pedido on line y en pocos días llegarán a su casa. Para adquirir en Zacatecas los libros de Severino Salazar y de otros muchos autores, también tiene la opción de mandar un mensaje al WhatsApp de la Librería El Árbol, librería de uso, en donde su directora, Alma Ríos, le atenderá: 492 1738052. Esta librería se encuentra ubicada en la calle Genaro Codina 746 en el centro de la ciudad de Zacatecas, pero la gran ventaja es que puede pedir, vía remota, asesoría sobre autores, ediciones existentes y lo mejor: hay servicio de entrega a domicilio. Debemos acostumbrarnos a la “nueva normalidad”, a modificar nuestros hábitos y a cuidarnos más; la situación por la pandemia del Covid-19 no está mejorando y no debemos darnos el lujo de relajar las medidas de prevención. Pienso ahora en eso y en cómo todo lo que está pasando en nuestro estado bien pudo haberle dado ideas a Severino Salazar para hacer una obra más... seguramente nos haría reflexionar y nos llevaría de la risa al llanto en cuestión de minutos; pero Severino ya no está, así que para recordarlo, lo invito, estimado lector, a que lo lea; pero sobre todo, a que si le es posible, siga quedándose en casa. Que disfrute su lectura.
Contenido
Una maestra y sus alumnos “cuarenteneando”: Voces de sobrevivencia frente a la pandemia Covid-19 Por Judith Alejandra Rivas Hernández
Naufragios cotidianos: Yaroslabi Bañuelos Por Armando Salgado
Concha Urquiza entre dos fuegos: la inteligencia y el fervor religioso [Primera parte] Por Rafael Calderón
Desayuno en Tiffany’s, mon ku Desmontando la realidad desde casa: Festival Visions du Réel de Nyon (Suiza) Por Sergi Ramos
Ya no estoy aquí: cuando la música termine Por Adolfo Nuñez J. Yo esperaba Pilar Alba
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Bernal Alanís, Tomás, “Donde deben estar las catedrales, un lenguaje de los lugares y las cosas”, Revista Temas y Variaciones de Literatura, No. 44, UAM Azcapotzalco, México, 2015, p. 56. 1
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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8 DE JUNIO DE 2020
Una maestra y sus alumnos “cuarenteneando”:
t Por Judith Alejandra
Rivas Hernández*
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n esta cuarentena sanitaria docentes y alumnos adolecen de problemas de sobrevivencia, principalmente el miedo al Covid-19. Sin embargo, existen otras dificultades que se han padecido por la falta de coordinación escolar para garantizar la educación social. Tal descoordinación generó la incapacidad de gestión pedagógica para mantener al estudiantado en tareas educativas sustentadas en aprendizajes significativos bajo el nuevo paradigma humanístico (Nueva Escuela Mexicana). Para nadie es un secreto que la contingencia ha provocado circunstancias desfavorables. En el mes de marzo cuando se anunció la “Jornada Nacional de Sana Distancia” y que la enseñanzaaprendizaje se trasladaba a casa, inmediatamente me cuestioné: ¿es posible aplicar una estrategia de aprendizaje-digital para desarrollar-concluir los procesos formativos?, ¿cómo lograrlo con eficacia si la mayoría de los alumnos(as) son del ámbito rural, trabajan o son padres-madres de familia? Luego, me planteé: ¿es posible operar con eficacia las plataformas e-learning cuando mi práctica docente siempre ha sido “cara a cara”? Ahora, había que no rehuir al nuevo reto digital. Dosifiqué mis programas e indiqué lecturas esenciales para 130 alumnos. Busqué no presionar más de lo necesario, no obstante, las exigencias permanentes de las autoridades educativas por la enseñanza en línea. Estas circunstancias hicieron que la fuerza laboral-docente, confinada en casa, comenzará a gestar sus estrategias educativas a través de las TICs, pero sostenida con los propios recursos de cómputo e internet de maestros y alumnos(as), sin considerar las condiciones económicas y la desigualdad social preexistente. Si en un salón de clases se reproducen las desigualdades (Mclaren, 1994), con mayor razón en un rancho o colonia marginal. De la noche a la mañana, los hogares se convirtieron en espacios del acto pedagógico. No se consideraron las anomias socio-psicológicas, cuya exacerba-
ción aumentó a raíz del prolongado confinamiento. Según las voces de mis alumnos ellos comenzaron a experimentar estrés-ansiedad, nerviosismo-pánico y problemas de interacción por la falta de comunicación pedagógica en casa, frente a la creciente educación bancaria (Freire, 1970). Otro problema de corte emocional de nuestros niñosjóvenes, se evidencia en el videoviral en redes sociales: una madre violenta al niño para que haga la tarea; a la presión constante por este trabajo, se suma la imposición de contenidos de la “televisión educativa”. Pero dónde quedó el elemento básico del aprendizaje, la relación entre profesor y alumno. La pandemia reivindicó la labor estratégica docente, a pesar de que el mismo maestro vivía ansiedades, miedos, incertidumbres ante el compromiso por el “contrato didáctico” con sus alumnos (Brousseau, 1986). Las voces de los estudiantes son preocupantes, incluso señalan el suicidio. Fue el caso de una alumna quien reclamaba su “derecho” a dejar de existir. Dichas voces, con la debida protección de identidad, proclaman: “Creía que este año sería incomparable… y estaba muy ansiosa por experimentar nuevos proyectos escolares; creí que conocería un poco más… Pero ‘mierda’ tenía que pasar esto... Ni la tarea puedo hacer a gusto por estar pensando tonterías, ni el ejercicio físico se me antoja hacer en casa; siento grandes ansias y he llorado en esta cuarentena más que por una decepción amorosa o pérdida de una persona querida. He pensado en dejar la casa para no estar bajo las reglas de mis padres; cuarenteneando me siento la peor persona del mundo ni el celular me satisface… y luego, viene la melancolía” (Natacha, 27 de mayo 2020). Otra voz comentó: “Los maestros tienen que hacer milagros para salvar nuestra formación, son ellos quienes mantienen a los chicos y grandes ocupados mientras a su alrededor prevalece el caospánico, como tratar de arrullar a un niño en medio de la guerra; las autoridades educativas aún no logran entender la gran labor que realizan… y los obligan a presionar a sus alumnos, a tener que cubrir
programas en condiciones totalmente adversas, solamente para maquillar una realidad escolar… El sistema educativo no está preparado para una verdadera estrategia de educación a distancia; en su intento está arruinando el… progreso que lograron los maestros en el salón de clases, porque no se trabaja en equipo con los padres de familia… [y estos] no saben qué hacer, aunado al estrés que genera la cuarentena. Las cosas no están bien, los padres están preocupados por situaciones económicas, sociales, o incluso intrafamiliares, como para sentarse tranquilamente y encargarse de lo educativo. Estudiantes estresados tratando de aprender algo cuando no tienen… una computadora, internet o sim-
plemente electricidad en casa; niños y jóvenes expuestos… porque no cuentan con ambientes adecuados para estudiar…” (Silvia, 30 de mayo 2020). Una reflexión final: la educación actual es incapaz de responder a las necesidades formativas para liberación de las conciencias humanas. ¿Cómo formar alumnos críticos y plurales, capaces de resolver problemas comunitarios? No puede existir una praxis transformativa si no se socializa el conocimiento en una comunidad de aprendizaje (Torres, 2004). La pandemia despojó al animal racional y su naturaleza colectiva; humanos deprimidos, encerrados en casa, jamás tendrán la posibilidad aprender-descubrir-construir.
Los cambios de paradigmas (Kuhn, 1962) nacen de una comunidad científica, pero lamentablemente estas comunidades, al seno de las universidades, fueron destrozadas por los regímenes neoliberales. Los científicos actuales están alienados por la ideología del mercado y el individualismo. Todo apunta hacia el fracaso. La educación, como la salud humana, están en crisis, ¿será el tiempo de nuevas revoluciones científicas, pues como sabemos, “no hay revolución sin crisis”? Lo contrario significa la involución histórica. Tal vez tenía razón Francis Fukuyama (1992), es el fin de la historia. *Doctora en Historia-UAZ y Docente-Investigadora-UPN Zacatecas.
Educación en tiempos de Covid-19
Voces de sobrevivencia frente a la pandemia Covid-19
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Poesía
Naufragios cotidianos: Yaroslabi Bañuelos t Por Armando Salgado
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aroslabi Bañuelos (La Paz, Baja California Sur, 1991). Es licenciada en Psicología por la UNIPAZ. Ha recibido el Premio Estatal de Poesía “José Alberto Peláez Trasviña 2019” por el poemario Otro agosto habita el aire; asimismo, obtuvo el premio de los Juegos Florales Nacionales Carnaval La Paz 2019, así como los XLVI Juegos Florales Margarito Sández Villarino y el Primer Concurso Municipal de Poesía “Letras Nuevas”. Fue beneficiaria del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA) 2016-2017. Yaroslabi Bañuelos representa el espíritu sudcaliforniano y visibiliza otros lindes del imaginario poético de nuestro país. Su poética bifurca posibilidades sensoriales que refrendan la cotidianidad como un espacio múltiple de confesiones personales y hasta colectivas. Armando Salgado: Yaroslabi, naciste en los 90, en Baja California Sur. ¿Qué búsquedas de la comunidad artística sudcaliforniana identificas en los años recientes?, ¿cuáles autores nos recomiendas de tu estado? Cuéntanos, ¿qué representa para ti escribir y vivir en La Paz?
Yaroslabi Bañuelos: Baja California Sur es, geográfica e históricamente, el estado más aislado del país, somos casi una isla; vivimos rodeados de mar y desierto, por lo que esta condición de oasis en medio de la nada —de forma inevitable— ha impregnado la obra de las y los artistas sudcalifornianos. No es extraño encontrarnos en la literatura de B.C.S. con postales de cardones y playas, cánticos al océano, misterios marinos y pasajes “costumbristas”. Sin embargo, desde hace algunos años, la búsqueda poética y los tópicos narrativos han ido diversificándose y actualmente se exploran con más fuerza temas universales como la estética del silencio, la pérdida, el erotismo, la violencia, la infancia, las memorias familiares, la cotidianidad, incluso la ciencia ficción y el feminismo. Para adentrarse a la literatura sudcaliforniana recomendaría leer Temer al mar, de Raúl Antonio Cota; la obra poética y ensayística de Christopher Amador Cervantes; los cuentos de Cecilia Rojas y Jorge Peredo; y la poesía de Juan Pablo Rochín. Para mí escribir y vivir en La Paz significa resistencia; nací en la periferia de la periferia, en uno de los “barrios bravos” de una ciudad ubicada a más de 1600 Km. de la capital del país, donde las oportunidades de desarrollo artístico son mucho menores que en las urbes, ya que las opciones de formación, la oferta de talleres y espacios de
/// Yaroslabi Bañuelos. Fotografía de Rosario Virgen.
creación, así como los apoyos al arte suelen ser limitados. Aprendí a leer a los cuatro años, mi primer poema lo escribí a los siete, pero no asistí a un curso de literatura hasta pasados los veinte, así que mi formación ha sido principalmente autodidacta y a través de todos los libros que llegaron a mí. Por lo que, sin duda, el oficio literario en La Paz es también una cuestión de resiliencia. AS: Has publicado libros como Micropesadillas (Cuadernos de la Serpiente, 2016), y están por aparecer dos libros de tu autoría: Despojo y Otro agosto habita el aire (Premio Estatal de Poesía José Alberto Peláez Trasviña 2019). ¿Qué aspectos diferencian cada libro tuyo, desde tu ópera prima en narrativa hasta tus poemarios recientes?, ¿qué elementos consideras fundamentales para tu escritura?
YB: Creo que con cada libro lleva en su interior una voz distinta y al mismo tiempo es como si fuesen hermanos. Micropesadillas fue mi primera publicación y significó un paso importante en mi compromiso con la escritura, se trata de una serie de cuentos cortos publicados por una editorial independiente; a partir de ahí me he dedicado más a la literatura que a la psicología. Después, como proyecto del PECDA, escribí Fuego a la intemperie, una colección de relatos que tocan aspectos regionales y de la identidad sudcaliforniana. Siguió Mariposas de un mal verano, poemario que obtuvo los Juegos Florales Nacionales del Carnaval La Paz 2019,
el cual comparte la misma intención que Despojo, hablar desde lo testimonial, rescatar la memoria de los otros, la rabia, la melancolía y la indignación. También en 2019 escribí Mejibó, un poemario muy breve que ganó los Juegos Florales de San José del Cabo y que está en vías de publicación; este conjunto de poemas es muy peculiar, ya que cada texto de Mejibó lleva como título un vocablo cochimí o pericú, lenguas de los antiguos californios —extintas hace mucho tiempo—, e intenta evocar el significado del vocablo utilizado. Y, por otro lado, Otro agosto habita el aire, es un libro que me emociona mucho porque siento que es un trabajo un poco más maduro, confesional e íntimo. Uno de los elementos que considero esenciales dentro de la poesía es la honestidad, en un esfuerzo por parafrasear a Hemingway, puedo decir que ningún poema es tan terrible si es auténtico, transparente y absolutamente honesto. No creo que se pueda escribir un buen poema si de forma constante nos autocensuramos, reprimimos o escondemos emociones tras el velo de la intelectualización o el autoengaño. El poema necesita ser cristalino para que las lectoras y lectores puedan reflejarse en él. AS: ¿Qué le recomendarías a los lectores jóvenes que aún no dan ese salto a teclear sus primeros versos?, ¿qué obras te han influenciado como lectora y escritora?
YB: Les recomendaría que abandonaran el pudor, al principio es normal sentir miedo
de exponer nuestras emociones más íntimas o algunos fragmentos de vida, porque, aunque no hablemos directamente de las experiencias vitales que hemos atravesado, siempre dejamos un rastro de nosotros en el poema; no obstante, ese miedo se diluye en la alegría de saber que eso que escribiste significó algo para alguien. Les aconsejaría también leer mucho, pero no solo leer lo que todos leen o lo que te dicen que “debes” leer, sino descubrir lecturas que te apasionen, poemas desconocidos, autores que jamás hayas escuchado, adentrarse en los libros que realmente sean de tu interés y no caer en la fea trampa de leer por obligación. En cuanto a las obras que más me han influenciado, diría que soy una enamorada de la poesía completa de Alejandra Pizarnik y de todo lo que escribió Wisława Szymborska; también ha sido muy significativa para mí la obra de John Steinbeck, especialmente La perla, por su relación simbólica con la ciudad de La Paz. El tigre en la casa, de Eduardo Lizalde; El Libro centroamericano de los muertos, de Balam Rodrigo; Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin; Delirio y Hot Sur, de Laura Restrepo; y Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez son otros libros que han significado mucho para mí. Olga Orozco, Louise Glück, Amparo Dávila, Rosario Castellanos y Enriqueta Ochoa son autoras que me gustan y a las que siempre vuelvo. Hay otros poetas que considero indispensables en mis lecturas, como Manuel Scorza, César Vallejo, José Watanabe y Ernesto Cardenal. De los clásicos de la literatura universal me
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8 DE JUNIO DE 2020 quedo con Madame Bovary, Frankenstein, Crimen y Castigo, Las flores del mal, Canto a mí mismo y Siddhartha. AS: ¿En qué consistió la beca “Inés Arredondo” y cuál fue tu experiencia en el Encuentro Internacional de Literatura “13 Habitaciones Propias”, realizado en Culiacán, Sinaloa?
YB: La beca Inés Arredondo es un apoyo otorgado por el FORCA a escritoras jóvenes de Sonora, Baja California y Baja California Sur, el cual incluye hospedaje, alimentación y transportación para asistir a un congreso de literatura hecha por mujeres, el cual se realiza desde hace 3 años en tierras sinaloenses. La beca también brinda la oportunidad de tomar diversos talleres de creación literaria y participar en el programa del encuentro moderando mesas, presentando libros o entrevistando a las autoras. Mis dos participaciones en “13 Habitaciones propias” han sido muy enriquecedoras y fascinantes tanto en aprendizaje como en la convivencia con las autoras; pude conocer y entablar amistad con algunas becarias, leer poesía junto a Minerva Margarita Villarreal, asistir a los talleres de Elisa Díaz Castelo y Rebeca Lane, y aprender de los consejos literarios de María Ángeles Pérez López, Diana del Ángel o Natalia Toledo. Definitivamente, creo que es esencial nutrirse de las experiencias que nos regala un viaje, salir de nuestro cómodo mapa de la realidad y, sobre todo, tejer puentes de colaboración y retroalimentación con otras escritoras. AS: ¿Qué sugerencias nos compartirías para estos días de encierro, sobre todo para mantener nuestra salud emocional estable?, ¿qué haces tú para sentirte bien contigo misma?
YB: Ayuda mucho planificar una rutina, es decir, establecer horarios para no abandonar las actividades esenciales y conservar cierta
AS: Compártenos qué sueles hacer cotidianamente en La Paz, ¿qué lugares frecuentas, qué historias coexisten con tus actividades?
“normalidad”; es aconsejable que esa rutina incluya la higiene diaria y el cuidado personal, el mantenimiento de la casa, las horas destinadas al trabajo o estudio, y los momentos para el ocio. Pero, sobre todo, una de las estrategias más efectivas para afrontar el estrés y algunos síntomas de la depresión es canalizar esta carga emocional a través de actividades que nos retroalimenten cognitiva, afectiva y/o físicamente como lo son las artes, las manualidades, estudiar un idioma, aprender una nueva habilidad, tomar clases en línea, hacer ejer-
cicio, hacer jardinería, practicar mindfulness, entre muchas otras, el propósito de esto no sólo es activarnos, sino fructificar la tristeza, el dolor y la ansiedad. En lo personal creo en la palabra y en la poesía como salvación, la escritura y la lectura han sido mis refugios desde la infancia, y sé que la literatura no tiene ninguna obligación de salvar a nadie, sin em-
YB: La bahía de La Paz posee atardeceres espectaculares y, para disfrutarlos, me gusta ir con mi esposo a nuestro restaurante favorito y pedir un mojito mientras miramos el cielo incendiado como si fuese un lienzo teñido de carmín y ocre, o de brillantes colores malvas. También me encanta ir al cine, leer y escribir un rato en mi café preferido, salir a pasear a pueblos llenos de magia e historia como Todos Santos, El Triunfo y San Antonio. A veces salgo a caminar a los arroyos o al monte y tomo fotografías de árboles que llaman mi atención, sobre todo, si tienen figuras extrañas, yo les llamo “árboles espectrales”. Suelo ir a la playa solo para estar un rato entre el silencio de los mangles y contemplar las olas y las aves marinas. De igual forma me gusta mucho escuchar a la gente, conocer sus historias de vida y nutrirme de esa memoria, para así contagiarme de empatía y, por un instante, ver el mundo con otros ojos.
Origami* “El 15% de mexicanos padece depresión, estima la UNAM”. CNN en Español —La depresión no es una enfermedad— aseguraste. Por eso aprendí a hacer origami con el silencio, a disfrazarme de jade y pavorreal cuando me sentía como un insecto ahogándose en un charco de lluvia. —Debes sonreír más. Polvearte las mejillas. Bajar de peso. Pintarte la boca—. Pero yo no era una geisha y mi cuerpo nunca adornó las fiestas, yo era más bien ese pájaro kamikaze que se estrella contra la noche, la hoja disecada que hunde su melancolía en el estanque, la rama que se quiebra a mitad del sosiego. —La depresión no es real, solo es un invento de las farmacéuticas— dijiste. —Esta oscuridad salvaje es mía y es verdadera— contesté sonriendo. Luego soplé un millar de murciélagos en tu garganta.
*De Despojo. /// Ilustración Andrea Gaume.
Poesía
bargo, muchas veces lo hace porque a través de sus laberintos aprendes a hurgar dentro de ti y a convertir la melancolía, la frustración y la rabia en un impulso creativo. Otto Rank afirmaba que la neurosis es la manifestación de una imaginación desencaminada, una obra de arte fallida, y el neurótico un artista fallido. El arte nos ayuda a entender los estados más complicados de la psique, a ordenar la maraña de emociones que cargamos todo el tiempo; por eso escribir y leer siempre me acerca a las playas en los naufragios cotidianos, aunque también hay otras actividades que me hacen amar la vida y controlar mis altos niveles de ansiedad como meditar, disfrutar de la naturaleza y cocinar (lo cual es para mí otra forma de meditación).
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Concha Urquiza entre dos fuegos: la inteligencia y el fervor religioso Literatura
[Primera parte]
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Por Rafael Calderón
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ara recordar a Concha Urquiza, quien murió trágicamente ahogada en el Pacífico, cerca de Ensenada, Baja California, el 20 de junio de 1945, la lectura de su obra en verso y prosa es el mejor homenaje, aun cuando la mayor parte de su poesía quedaba inédita y dispersa en copias que ella misma mandaba a algunos de sus amigos más íntimos y nunca se preocupó de reunir y ordenar –como hace saber su primer editor Gabriel Méndez Plancarte-. Urquiza es reconocida por ser una poeta de grandeza, de gran originalidad, dueña de una voz modulada por el efecto del verso. Casi toda su poesía emerge de las fuentes clásicas. Para precisar parte de su presencia, quiero anotar las coordenadas de su biografía y el lugar que ocupa dentro y fuera de su obra. Es la poeta que se quemaba entre dos fuegos –como dice Rosario Castellanos–: el de la inteligencia y el del fervor religioso, y como bien sentenciara José Vicente Anaya: es una orquídea en el desierto, ya que si bien ella contaba con la amistad de algunos escritores y críticos de su tiempo, la suya es una obra al margen de cenáculos literarios y, por lo mismo, hay que afirmar que quien mejor la estudia es Margarita León Vega en su obra De contrarios principios engen-
drada. Poesía y prosa de Concha Urquiza que publica el año 2009. Este MMXX se cumplen 75 años de la muerte de Concha Urquiza, una de las mentes más inteligentes y apasionadas que han existido en la tradición la poesía mexicana; empieza a escribir muy joven, siendo aún niña, publica a edad muy temprana tanto en periódicos como en revistas, y Jesús Romero Flores es quien por primera vez la incluye en la antología Literatura de Michoacán, el año 1923. Antes de los 15 años ya le han publicado la Revista de Yucatán, Revista de Revistas y El Universal Ilustrado; asimismo, Juan de Siena, en 1922 en su columna de El Universal se detiene a comentar sus versos. Pero le sobrevino la muerte a los 35 años. A partir de 1946 empiezan a surgir los análisis de sus poemas que reflejan o exaltan su grandeza, arrojan luz sobre su personalidad como parte de una ardiente llamarada entre el amor y el erotismo y los temas religiosos. La obra de Concha Urquiza fue publicada por primera vez por Gabriel Méndez Plancarte con el título Obras. Poemas y prosas (bajo el signo de Ábside, 1946); es una edición de papel biblia y con pastas de piel e impresa en una fina tipografía, en realidad es muy elegante como casi todas las obras que publicó el erudito zamorano y las prosas y poemas van acompañados de un prólogo riguroso, con tino filológico
y un acercamiento a su biografía que sigue siendo referencia obligada. Esta edición, llamada canónica, ha tenido varias reimpresiones con algunas variantes: en 1971, en Guadalajara, Rebeca Bucheli de Quintero lanza “Unas palabras de amistad”, seguidas del prólogo del zamorano y la presenta como segunda edición y el título es Poesías y prosas; la editorial Jus en 1977 imprime la edición facsimilar, como segunda edición, y reproduce el prólogo, pero las guardas que eran de piel, no; ahora es una cartulina hermosísima, bella y pulcra; la que vendría siendo cuarta edición es tomada de la de Guadalajara, que en 2010 publica la Secretaría de Cultura de Michoacán, Hambre del corazón. Poesía y Prosa, la cual reproduce el prólogo de Méndez Plancarte, las palabras de amistad de Rebeca Bucheli y como novedad lleva presentación a cargo de Margarita León Vega: “Una poesía y un editor de antología”. Después de 1946 son varias las antologías que difunden su presencia: la primera es la de Antonio Castro Leal (miembro del Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua), con ella inicia la Galería Lírica Americana, primer volumen de la colección “Poesía de América”: incluye el prólogo de Gabriel Méndez Plancarte, el facsímil manuscrito del poema “Al olor de tus aromas”; le sigue la que inaugura
la colección Poesía, de editorial Jus, presentación de Alejandro Avilés; Nostalgia de Dios seleccionada y editada por Ricardo Garibay, quien inició la leyenda negra pero no aporta poemas ni registra nuevas precisiones biográficas, mucho menos rebasa las aportaciones del erudito zamorano; sigue El corazón preso, la compilación que mayor penetración logra –creo– entre los lectores: dicha recopilación procede de la que realiza Méndez Plancarte, recupera un puñado de poemas dispersos y la presentación es de José Vicente Anaya; la que tiene presencia en Morelia, es aquella que en 1995 fuera un intento de edición entre la Universidad Michoacana y la editorial moreliana jitanjáfora, que finalmente esta última consolidara en coedición con la Secretaría de Cultura de Michoacán (año 2006), bajo el título de Junio, de lluvia vestido, seleccionada por José Antonio Alvarado; la más reciente, con el título ya imponente El corazón preso, figura en la segunda serie del Archivo Negro de la Poesía Mexicana de Malpaís Ediciones que dirige el también poeta Iván Cruz Osorio. En el catálogo de jitanjáfora la poesía de Concha tiene una larga presencia. Esto se debe a la complicidad del poeta y editor José Mendoza Lara. Por mi parte, en 2013 coordiné para esta editorial la compilación de sus poemas conocidos en el título Nostalgia de lo Presente. Poemas 1921-1945 (jitanjáfora Mºrelia Editorial, 2013). Esta edición recupera los que dio a conocer Méndez Plancarte; los poemas dispersos que organiza Anaya; los poemas juveniles que estudia Margarita León Vega; se incluye el que llama “Narciso”, publicado en diciembre de 2010 por el suplemento Laberinto, y por primera vez completo el poema El reintegro, que en partes y separadamente estudian Margarita León Vega y María Teresa Perdomo, y se incluyen otros poemas, igualmente valiosos. Los estudios sobre Concha han fluido y son una novedad crítica. La revista El Centavo es pionera y se vuelve memorable por los textos recuperados sobre la poeta y así conocer con mejor precisión lo que se ha comentado de su poesía por varios estudiosos; y le siguen los estudios de María Teresa Perdomo (Concha Urquiza y su obra), Margarita León Vega (De contrarios principios engendrada. Poesía y prosa de Concha Urquiza), finalmente esta la edición coordinada por Luz Elena Zamudio y Margarita Tapia Arizmendi que salió el año del centenario: Concha Urquiza. Entre lo místico y lo mítico donde recuperan estudios iluminadores que refrescan la novelad de su poética entre verso y prosa. [Continuará en el siguiente número]
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8 DE JUNIO DE 2020
Desayuno en Tiffany’s, mon ku
Desmontando la realidad desde casa: Festival Visions du Réel de Nyon (Suiza)
Cine
/// Fotograma de la película Fuera del camino, dirigida por el mexicano José Permar.
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Por Sergi Ramos
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l confinamiento ha permitido que podamos acceder desde nuestras casas a una multitud de festivales a los que no habíamos tenido nunca la suerte de asistir en carne y hueso. A pesar de no poder disfrutar en la realidad del ambiente siempre vigorizante que se monta alrededor de este tipo de acontecimientos, hemos descubierto una producción que, sin hacer demasiado ruido, deja siempre abierta la puerta de la creatividad. Si hace algunas semanas les hablábamos del Festival Cinélatino de Toulouse (Francia), esta vez hemos podido seguir la programación de otro gran evento, especializado en cine documental, Visions du Réel de Nyon (Suiza), que nos ha reservado muchas gratas sorpresas en lo que se refiere a las películas habladas en español. Premio para la mexicana Fuera de camino Empecemos por una buena noticia, la coproducción mexicana Fuera del camino, dirigida por José Permar, cineasta originario de La Paz y formado en Guadalajara. Su película gira alrededor de la carrera de autos Baja 1000, que atraviesa cada año el desierto de Baja California. A través del retrato de tres personajes implicados en la carrera, el documental muestra la importancia de la competición en una región que dirige todos sus esfuerzos en preparar durante todo un año un acontecimiento automovilístico que dura apenas unos días. Uno de los aspectos más interesantes consiste en recalcar la difícil continuidad entre el glorioso pasado de la competición, des-
crito por los distintos testimonios y evocado por la película no sin ironía, y su presente marcado por una cierta decadencia, a la vez económica y emocional, e incluso un cierto escepticismo en cuanto a los beneficios que esta pudiera aportar a la región. Como contrapunto a los distintos episodios, el director introduce a un grupo de músicos, como si de un coro de tragedia griega se tratara, que van comentando con sus corridos las aventuras y desventuras de los personajes implicados. El documental, presentado en la competencia internacional oficial, se llevó el premio del jurado interreligioso. Retratos de familia En la otra competencia internacional oficial del festival, International Burning Lights, dedicada a las películas más formalmente innovadoras, hubo una buena representación latinoamericana. En ella se presentaba Como el cielo después de llover, de la sonidista y realizadora colombiana Mercedes Gaviria, que pone en escena la relación con su padre, el famoso director Víctor Gaviria, después de que este le propusiera trabajar en su última película. Su retrato filmado plantea una oportunidad para cuestionar a la vez el marco familiar y profesional en el que creció y se formó, desmitificando a la figura del padre desde su posición de mujer. A pesar de ser (o quizás por haber sido) uno de los puntales fundacionales del cine colombiano, la mirada de Mercedes revela cómo el hecho de que Víctor Gaviria fuera cineasta contribuyó a consolidar los roles de género en su familia, a la vez que la colaboración profesional de Mercedes con su padre le permite observar una mirada cinematográfica masculina que a
ella le resulta ajena e incluso inaceptable. Al rodar una secuencia de violación, la directora no puede dejar de extrañarse de la manera en cómo la concibe el equipo masculino, y de preguntarse cómo la hubiera filmado ella, como mujer. La coproducción venezolana El father como sí mismo retoma otro conflicto familiar, enmarcado también en el mundo del cine, también desde un punto de vista femenino, aunque esta vez externo. La directora Mo Scarpelli realiza un semblante de making of de La Fortaleza, una película de ficción localizada en la jungla, que el joven director Jorge Thielen Armand basa en la auténtica vida aventurera de su temperamental padre, quien se interpreta a sí mismo en la película. Scarpelli capta la tensión entre padre e hijo, así como los oscuros motivos que mueven a cada uno a querer trabajar con el otro. El filme se llevó la mención especial del jurado en la sección oficial. Dos propuestas arriesgadas Dentro de la sección Burning Lights se presentaron dos de las películas más impactantes que tuvimos ocasión de ver. Las ranas, del argentino Edgardo Castro, propone una visión sin concesiones de la vida de las mujeres de presos, conocidas en la jerga como “las ranas”. El director apuesta claramente por un realismo visceral, al acompañar a Bárbara, joven madre de familia y compañera sentimental de un muchacho que está en la cárcel. El filme está caracterizado por una aproximación cruda de los cuerpos y de una violencia subyacente. Pero al mismo tiempo que describe sin atajos esta dura realidad cotidiana, el documental también propone una
aproximación progresiva a lo que está contando, dejando que el espectador vaya desentrañando las claves de lo que está viendo, sin identificar previamente a los personajes ni a los espacios que atraviesan, dejando que su historia vaya tomando forma poco a poco. Es lo que ocurre con la sala de reuniones donde se juntan las familias que visitan a los presos, donde se preparan empanadas con los hijos, pero también donde las esposas y compañeras entregan lo que a duras penas han conseguido comprar e introducir ilegalmente, demostrando la dependencia a la cual están sometidas. El otro, documental chileno de Francisco Bermejo, logró alzarse con el premio al mejor largometraje de la sección Burning Lights. Como en la película de Edgardo Castro, Bermejo utiliza un montaje muy elaborado, que en gran medida la aproxima a la ficción. En una destartalada cabaña de una salvaje zona costera del centro de Chile, viven dos ancianos mellizos, Óscar y “el otro Óscar”, aislados del resto de sus semejantes. Rápidamente, el espectador empieza a sospechar que los delirantes diálogos entre los dos, que nunca aparecen juntos en el mismo plano, son solo una construcción fílmica para abarcar mejor la complejidad del personaje. La película impresiona por las difíciles condiciones de supervivencia de Óscar entre los acantilados, y adquiere un aire casi irreal cuando se encuentra con los restos de un monstruoso animal marino arrastrado hasta el litoral, pero su mayor logro radica en la descripción de una soledad que deriva hacia la esquizofrenia. Un retrato cuyo carácter inquietante adquiere todavía una mayor amplitud visto desde nuestro propio encierro.
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LA GUALDRA NO. 435 /// 8 DE JUNIO DE 2020
Río de palabras
Cine
Ya no estoy aquí: cuando la música termine t Por
J.
Adolfo Nuñez
U
lises ( Juan Daniel García Treviño) siempre baila como si fuera la última vez. Él forma parte de “Los Terkos”, una pandilla de adolescentes cuya amistad, junto con sus llamativos peinados y vestimentas, está forjada en su amor por las cumbias rebajadas o “kolombias”, como ellos las conocen. Ulises y sus amigos son conscientes de lo que ocurre en su país, y de manera más específica en su ciudad natal, Monterrey. Saben que al igual que un cáncer, el crimen organizado se ha ido asentando de manera gradual en los lugares que ellos frecuentan y en las calles que han habitado durante toda su vida; razón principal por la que este grupo de “Terkos” evade su realidad en la música y en los pasos de baile que nacen desde su corazón. Debido a los constantes acosos hacia las pandillas locales por parte del narco, Ulises se ve obligado a dejar el país y viajar hacia Estados Unidos. Una vez asentado en una multicultural ciudad de Nueva York, descubre que la música que tanto le apasiona no solo le sirve para escapar de la realidad, sino también para revivir los recuerdos más valiosos que tiene y que representan a la persona que alguna vez fue. Oscilando entre presente y pasado al ritmo de las mejores
/// Fotograma de Ya no estoy aquí, película de Fernando Frías de la Parra.
cumbias, Ya no estoy aquí (2019), segundo largometraje de Fernando Frías de la Parra (Rezeta, 2012), narra la odisea de un personaje que, alejado de su hogar, ve cómo todo su mundo y aquello lo que lo define como individuo, poco a poco va desapareciendo. Situada en medio de la dolorosa guerra contra el narcotráfico durante el sexenio de Felipe Calderón, la cinta es una representación proporcionada sobre las enormes riquezas culturales en los sectores de bajos recursos, sobre cómo estas se han ido perdiendo a causa de una violencia cada vez más normalizada, así como por una sociedad en extremo apática Ulises encarna dicho conflicto al
encontrarse en otro país (un lugar totalmente ajeno a él), en su incapacidad de conseguir dinero o un techo bajo el cual descansar, así como en la enorme melancolía que le produce escuchar y bailar “kolombias” en completa soledad. Incluso la compañía de Lin (Angelina Chen), una chica que vive en el edificio donde Ulises se oculta, si bien resulta reconfortante, no le permite hacer a un lado el dolor que siente por haber abandonado su vida. De manera ágil, el cinefotógrafo Damián García (Güeros, Museo) ubica al protagonista en repetidas ocasiones frente a espejos rotos o de reflejos borrosos para representar su identidad
Yo esperaba t Pilar
Y
Alba
o esperaba para el final un apocalipsis zombie: me imaginaba corriendo por un bosque tratando de salvar el último aliento de vida, mientras era perseguida por un montón de seres hambrientos tratando de devorar mi cerebro, de convertirme en una más de ellos. También esperaba que se cumplieran las imágenes que se formaron en mis pesadillas
luego de asistir a clases de religión en donde la madre nos hablaba de los jinetes que desde el cielo vendrían volando, de los ángeles quienes, tocando sus trompetas, nos anunciarían el fin de los tiempos. Alguna vez en mis sueños, también llegué a imaginar una invasión desde otro mundo de seres diminutos con un gran intelecto que amenazaban con convertirnos en algo así como sus sirvientes o sus perros. Esperaba fuegos, no precisamente pirotécnicos, pero sí que provocaran gran
rota, así como en medio de enmarcados naturales que simbolizan la represión y el encierro interno que a la vez sufre. Haciendo uso de una sensibilidad notable, Ya no estoy aquí es un retrato bien fundamentado sobre los cambios abruptos en la cotidianeidad de algún sitio, y cómo estos influyen en el carácter de una persona. Ulises finalmente entiende que es una persona ausente, que “está sin estar” en realidad, y lo único que hace para reaccionar es seguir bailando, de nuevo, como si fuera la última vez. Bailando, aunque ya no existan razones para hacerlo, bailando incluso cuando la música se haya terminado.
luminosidad y estruendo. Esperaba llantos y lamentos, el muy citado pasaje del “crujir de dientes”. Creí que todo sería traumático, caótico y triste… no como esto: aburrido y obsoleto. Nunca pensé que sería así de lento, así de pausado, así de tedioso. Nunca imaginé estas tardes frente a la pantalla de la televisión, de la computadora o el teléfono. Estas discusiones interminables sobre lo que debe o no llevar el relleno de un pastel o si se le pone o no bicarbonato a la masa de los tamales. Desilusionada, ahora, miro abrumada a través de la ventana y no hay más que el silencio. Ahora mejor no espero, porque sé que finalmente lo que terminará por acabarnos serán nuestros pensamientos.