SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 436 /// 15 DE JUNIO DE 2020 /// AÑO 10
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Manuel Felguérez Barra (1928-2020). Foto de Jorge Gallegos.
El maestro Manuel Felguérez Barra nació en la Hacienda de San Agustín del Vergel, en el municipio de Valparaíso, Zacatecas, el 12 de diciembre de 1928. Dedicó toda su vida al arte y fue un artista queridísimo en su tierra; al maestro lo recordaremos como un ser humano amable, sencillo, de una lucidez intelectual y talento encomiables, que cuando visitaba Zacatecas prodigaba atenciones a todos quienes lo abordaban en sus caminatas por el centro o en las inauguraciones temporales de su museo. Falleció el lunes 8 de junio de 2020 debido al Covid-19. La Gualdra le hace un tributo con este número especial, in memoriam.
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LA GUALDRA NO. 436 /// 15 DE JUNIO DE 2020 /// AÑO 10
La Gualdra No. 436
Editorial El paraíso y el vergel “Honrarme con ser Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Zacatecas pues es algo que le tenía yo muchas ganas” dijo sonriente el maestro Manuel Felguérez aquel 25 de octubre de 2018 en el Teatro Fernando Calderón. Esa tarde el recinto universitario estuvo lleno; además de funcionarios, académicos y ciudadanos de Zacatecas hubo muchos artistas que acudieron a felicitar al artista nacido en Valparaíso en 1928 por la distinción recibida cuando su cumpleaños estaba cerca; de alguna manera iniciaba con este acto la celebración de sus 90 años. Dos días después me avisaron del MAAMF que podría entrevistarlo. Ese sábado estaba acompañado de Meche; sabía que estaba cansado por la gran cantidad de periodistas a quienes había atendido en días recientes, así que le agradecí, mientras nos dirigíamos a la sala en la que se encuentra El Retablo de los Mártires, y le dije que trataría de ser muy breve. Había hecho una pausa en el camino para abrocharse las cintas de sus zapatos y ahora caminaba apoyado por su bastón, estaba contento, “Tárdate lo que necesites, pregúntame lo que quieras. ¿Sí sabes que me estoy despidiendo, verdad?”, Héctor Ávila y yo nos sorprendimos con la frase y antes de que dijéramos nada, continuó sonriendo y tranquilamente dijo: “Es normal, tengo casi 90 años, cada vez me queda menos tiempo”. En la entrevista, el maestro se sinceró al hablar de sus orígenes, recordó cómo fue que salió huyendo de Valparaíso con su familia y pese a eso, tenía buenos recuerdos de ese lugar en el que confluían “el paraíso y el vergel”, como los paisajes, su caballo, el queso añejo, el de tuna... y aquella vez en la que el Ayuntamiento lo había homenajeado cuando tenía 70 años. Después de eso regresó a la Ciudad de México. “El 12 de diciembre cumple 90”, dijo Alfonso López Monreal unos días después, y desde ese momento comenzó a organizar la fiesta de cumpleaños; esa noche nos reunimos en la planta baja de la casa de Alfonso además de amigos muy cercanos del maestro, algunos artistas de Zacatecas como Iván Ávila, Chucho Reyes, Juan Carlos Villegas, Omar Lemus, Alfonso Vázquez y Martín Coronel. La hora del pastel, efectivamente fue un agasajo, porque este tenía una imagen de La Máquina Estética; cuando lo vio, dijo “Dónde lo firmo” y antes de soplar las velitas continuó con esa alegría que lo caracterizaba “Es una maravilla, gracias por todo, por su asistencia, todo ha sido sorpresa, todo ha sido nuevo... no tengo ninguna culpa, más que el horror de cumplir 90 años, que no se los recomiendo, pero sí les recomiendo: es mejor llegar a 90 que no llegar”. Todos aplaudimos, mientras recibía regalos como una bufanda que le llevó Irene y un retrato que le hizo Villegas. Tomamos whisky con él, le cantamos las mañanitas y lo vimos feliz todo el tiempo. En 2019 continuaban los festejos, el Ayuntamiento de Valparaíso le hizo un homenaje en el
que le cantaron su corrido “San Agustín fue una hacienda muy bella en nuestra entidad, ahí fue donde naciera aquel hombre intelectual, Valparaíso, Zacatecas, hoy lo quiere homenajear”, interpretaba con mariachi un paisano haciéndolo sonreír y comentar con Meche cada detalle. Después de esa bienvenida, lo subieron a una calandria blanca en la que recorrió seguido de una caravana de músicos y charros a caballo las calles de Valparaíso, los niños de las escuelas lo vitoreaban a su paso, los carros tocaban los cláxones a su encuentro, la gente le aplaudía y las bandas de guerra lo recibieron en la presidencia... luego la comida en la Casa de Cultura en la que le dijeron sus coterráneos cuánto lo querían y hasta poemas en su honor declamaron. Porque sí: Manuel Felguérez fue muy querido y motivo de orgullo para los zacatecanos. La última vez que lo vimos fue en febrero pasado en la Zona Maco; estaba en el área de una galería estadounidense que exhibía su obra reciente, acompañado de su inseparable compañera, recibiendo el cariño de la gente que aprovechaba al verlo para conversar y por supuesto, sacarse una foto con ellos. Esa es la última imagen que tengo de él, sonriente siempre, con Meche siempre. El 18 de mayo, para conmemorar el Día Internacional de los Museos, el IZC subió a las redes un video en el que sale el maestro en su estudio mostrando su obra y hablando de ese “diabólico virus” al que habríamos de vencer, porque como dice nuestro escudo: “El trabajo todo lo vence”. Se veía pleno, porque fue así: en plenitud de su vida trabajó todos los días de manera disciplinada en la búsqueda del placer estético, hasta el final. El 7 de junio por la noche nos enteramos de que su condición de salud era grave, que el Covid 19 estaba ganando la batalla y que no quería ya comer. Recordé en ese momento la frase que dijo en una entrevista para canal 14 hace pocos años: “No me asusta la muerte, me asusta la enfermedad, la mía y de la gente que quiero”, y de alguna manera supimos que el final estaba cerca. El lunes 8 de junio nos despertamos con la noticia de que el maestro Manuel Felguérez Barra había fallecido durante la madrugada. Silencio. Un silencio pesado nos cubrió en la ciudad de Zacatecas, una tristeza profunda. Por la tarde un homenaje oficial en su museo... las calles se llenaron de pendones en donde aparecía la imagen de un Felguérez sonriente. Hay un silencio en este junio que no acaba por irse, tendremos que acostumbrarnos a no verlo; sin embargo, hemos de seguir celebrando su vida y su ejemplo. Que el paraíso y el vergel le sean eternos. Nuestras condolencias para su querida Meche.
Contenido Manuel Felguérez, in memoriam Por Alejandro Tello Cristerna Manuel Felguérez: figura prominente del abstraccionismo y de las artes mexicanas Por Anne Leyniers
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Alzo mi copa por Manuel Por Alfonso López Monreal Manuel Felguérez: una flecha en el tiempo Por Saúl Kaminer
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Manuel Por Juan Carlos Villegas
Manuel Felguérez: generosidad infinita Por Tomy Delgado Réquiem por Manuel Felguérez Por Alfonso Miranda
Cultura virreinal y arte prehispánico en algunas obras de Manuel Felguérez Por Carlos Augusto Torres Pérez Un adiós a Manuel Felguérez Por Adina Cimet
El legado del Maestro Manuel Felguérez Por Irma Fuentes Mata Farewell, Felguérez Por Martín Ocampo
Felguérez, el escultismo y la senda Por Nelson Guzmán Robledo Los murales de Osaka Por Bernardo Araujo
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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15 DE JUNIO DE 2020
Manuel Felguérez, in memoriam 6 Por Alejandro Tello
Cristerna*
6 Por Anne Leyniers
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anuel Felguérez, destacado artista de origen zacatecano, de raíces y producción mexicanas, abundantemente relacionado e inspirado por las corrientes y tendencias artísticas mundiales contemporáneas y espaciotemporalmente universales. El artista, muy querido por su público, apreciado y admirado por sus colegas, colaboradores y contemporáneos, se extinguió este pasado lunes 8 de junio del 2020 en la Ciudad de México. Reconocido internacionalmente como importante partícipe de la extraordinaria aventura del abstraccionismo en las artes plásticas, visuales y gráficas, hoy entra al panteón imaginario de los artistas universales para quedarse en nuestra memoria a través de su obra, su legado, y una cantidad infinita de detalles amables y corteses. Maestro, creador, fomentador de sensibilidad artística, generador de divagues perceptivos y meditaciones abstractas. Propuso un lenguaje plástico sin dar las respuestas definitivas, comunicando a través de la imaginación, por medio de la técnica. Se esfumó progresivamente, al igual que su pintura, absorbido por su pasión artística. A lo largo de sus trayectorias, en un primer tiempo, ofreció un lenguaje plástico estructurado a través de formas delimitadas con líneas precisas, composiciones intelectualizadas, construidas cuidadosamente y con exactitud. Luego, adquiriendo la plenitud de la libertad de trazo, experimentó lúdicamente con los ele-
/// Manuel Felguérez en el Museograbado. Foto de Tomy Delgado
y honraremos con la gratitud que merece. Los zacatecanos lo recordaremos como el hombre extraordinario que era y habremos de honrar su memoria al admirar sus obras y al difundir su talento. El legado del maestro Felguérez se plasma también en los sentimientos de su familia, en sus amigos, colegas y discípulos; en la escuela y amistades que hoy dejó en el
camino, pero que nunca abandona. A su familia, a su esposa doña Mercedes de Oteyza, nuestra querida “Meche”, les expresamos nuestras más sentidas condolencias. Manuel Felguérez: el zacatecano universal que nos dio identidad, unidad y pertenencia; los zacatecanos habremos de corresponder a su generosidad preservando y difundiendo su incansable
trabajo para las nuevas generaciones en México y el mundo. Hasta siempre querido maestro… Descanse en paz, don Manuel Felguérez Barra. * Gobernador Constitucional del Estado de Zacatecas. Texto leído en el homenaje luctuoso a Manuel Felguérez, el 8 de junio de 2020, en el MAAMF.
Manuel Felguérez: figura prominente del abstraccionismo y de las artes mexicanas
/// Manuel Felguérez. Serigrafía. 2018.
mentos compositivos y los materiales, expresando sus meditaciones estéticas con formas geométricas más indefinidas, aunque siempre subyacentes, y una hermosa paleta de coloridos naturales, cálidos, compuesta de tierras, ocres, rojos, amarillos, pardos, pigmentos primigenios, y también azules luminosos, grises, beiges matizados, animados de trazos negros y planicies blancas… impulsando ritmos, narrativas libres,
juegos estéticos, enigmas mentales, a sus lienzos, grabados y esculturas, objetos de comunicación y contemplación. Después, prosiguió con su lenguaje plástico, cada vez con más destreza técnica y experimentación artística, persiguiendo el goce estético suyo y del público, para llegar a provocar un estado de bienestar reflexivo y sensorial, meditativo. Hasta esfumarse en el lienzo y ausentarse del mundo, pero dejando
una inmensa herencia, para el deleite de todos. Además de haber indagado e incursionado, con curiosidad y placer, en múltiples dominios de las artes, como el barro, la hojalatería, el reciclaje de chatarra, las experiencias artísticas colectivas, los espacios monumentales y los murales, el arte digital, la escenografía, la arquitectura... siguió imperturbable con su producción pictórica y escultórica, realizando una lenta pero segura progresión, comunicando la evolución de su lenguaje propio, compartiendo su mundo interior con el público receptor, los especialistas críticos e historiadores del arte, los aficionados y coleccionistas, siempre dispuesto a charlar, narrar anécdotas, explicar su proceso e itinerario, con gran gentileza. Se considera uno de los pilares fundamentales del desarrollo y de la consolidación del movimiento de arte abstracto en México. Ese gran pintor y escultor, talentoso y extremadamente productivo, ha dejado una obra inconmensurable producida a lo largo de su larga vida. Manuel Felguérez, hombre de corazón, filántropo, enamorado de su arte, de su pueblo y de su tierra se ha ido, pero nos ha entregado, además de un magnífico Museo de Arte Abstracto, en Zacatecas, único en su género en el país, su gigantesca obra.
Manuel Felguérez: In memoriam
H
oy, Zacatecas, México y el mundo están de luto debido al lamentable fallecimiento del gran maestro Manuel Felguérez Barra. Cada lugar y sociedad adquieren importancia, gracias a los hijos que vieron nacer, a los personajes que vieron crecer, pero, sobre todo, debido a sus aportes, a su generosidad y legado. Manuel Felguérez fue un zacatecano universal, un hombre excepcional, sencillo, generoso y orgulloso de la tierra que lo vio nacer, pues siempre guardó un profundo amor a sus orígenes en su natal Valparaíso, a los colores de esta tierra y a los sentimientos de nuestra gente. Pintor, escultor, muralista y grabador, referencia inmediata del arte abstracto para México, pionero del arte digital y destacado integrante de la Generación de la Ruptura. Su talento innato y su creatividad lo volvieron embajador de la plástica mexicana e icono de la estética nacional. Hoy, con profunda tristeza, los zacatecanos le decimos adiós a un creador incansable, poseedor de un talento que hizo época, que hizo escuela. Su genio nos heredó arte en espacios públicos y privados, su generosidad hizo posible este museo y marcó pauta artística en México y en el extranjero. Su magnificencia fue tal, que le permitió darse y dar al mundo su creación, su diaria reinvención que lo hizo el gran artista “en medio del caos”. La única petición que el maestro hizo al gobierno que encabezo fue recibir y preservar su colección personal, petición que atendimos
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LA GUALDRA NO. 436
Manuel Felguérez: una flecha en el tiempo 6 Por Saúl Kaminer
Manuel Felguérez: In memoriam
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anuel Felguérez y Meche Oteyza, nos han acompañado a lo largo de varias décadas; la aventura artístico-creativa de Manuel se funde con su amorosa vida de pareja. Hoy estamos de luto por Manuel. Su legado es inmenso, su enseñanza es inmensa y su amistad es inmensa. México ya no es el mismo; hay un antes y un después del paso de Manuel Felguérez por esta vida; con sus creaciones nos hizo crecer, se amplificó nuestro imaginario y abrió muchas puertas de la percepción. Me viene a la mente una escultura temprana en la obra de Manuel Felguérez, se trata de un flechador, una figura antropomorfa, sentada, tensando un arco y a punto de disparar una flecha; al contemplarla con mucha atención, esta escultura me hace sentir que es a la vez semilla y síntesis de la vida y obra de Felguérez. De alguna manera la tensión que se da entre los opuestos caracteriza su obra y tal vez también su pensamiento; es a la vez pintor y escultor, geométrico y expresionista, su obra es muy matérica, pero también incursionó en la creación digital; desde hace varios años vemos en muchas de sus esculturas una tensión entre el volumen y el espacio que se acentúa con el uso de hilos o cuerdas de acero que funcionan como tensores. La trayectoria y el legado de Manuel Felguérez son inmensos; podríamos definir su vida creativa como un gran viaje a través de las formas, una búsqueda que lo llevó al sentido; fue un artista sumamente sensible a la aparición y creación de la forma que siempre lo llevó a configurar y construir espacios mentales y tangibles. Pocos artistas logran tener un recorrido tan pleno y tan extendido en el tiempo, cerrando el círculo de su existencia terrenal de una manera tan profunda y con tanta proyección y amplitud como él la llevó a cabo. No me cabe duda que su obra seguirá alimentando a las futuras generaciones, además y sobre todo, porque también se preocupó e hizo todo lo necesario para transmitirnos lo que fue descubriendo y creando a lo largo de su vida. Nos deja un espléndido museo donde pode-
6 Por Juan Carlos Villegas
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magino un siglo XX sin Revolución Mexicana y su consecuente reforma agraria, y a un niño llamado Manuel nacido en familia de hacendados allá en los campos de Valparaíso, que crece despreocupadamente en los años 30, viviendo sin carencias y con ciertos lujos; un Manuel que llega a la juventud y comienza a involucrarse con el manejo de la hacienda y así transcurre su
6 Por Alfonso López
Monreal
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Su tumba es un altar; su recuerdo, alabanza y llanto. Simónides
l poeta Alejandro Aura decía que revisando la historia resulta que todos han muerto. Todos, todos. Y Manuel ya es historia, pero historia viva mientras viva su recuerdo, y sobre todo su arte, que como todo buen arte es atemporal, eterno. Es parte ya de ese espacio múltiple en que las dimensiones se funden y al mismo tiempo se desdoblan, lo plano toma cuer-
/// Manuel Felguérez. Foto de Pascual Borzelli I.
mos hacer un recorrido exhaustivo por su obra, pero también para Felguérez y su compañera Mercedes Oteyza, fue de suma importancia el poder darnos a ver el amplio panorama del arte abstracto en México, transmitirlo y compartirlo; por eso este museo juega un rol importante en la construcción de los imaginarios en México. Mucho se ha escrito sobre su vasta trayectoria, en este caso, solo haré un breve recordatorio de algunos momentos significativos que marcaron su vida artística. Manuel Felguérez (1928-2020) nació en Zacatecas, lugar de México y del mundo que para él fue y seguirá siendo el centro telúrico de su corazón y de su pensamiento. Siendo un niño de 7 años y ante la pérdida de su padre, su familia se traslada a
Manuel vida campirana, con alguno que otro viaje a la Ciudad de México o a Zacatecas para visitar familiares o hacer alguna diligencia; imagino a un Manuel ya adulto, tal vez ya casado y con hijos, que por instinto o inquietud escondida comienza a interesarse en dibujar y pintar cosas
la Ciudad de México; pero a lo largo de su vida, siempre estará regresando a su querido Zacatecas. Casi podemos ver un potente hilo entre las dos ciudades que él tejió con mucho amor, esfuerzo y perseverancia. Con respecto a sus estudios, estuvo alrededor de cuatro meses en la Academia de San Carlos -en ese momento resultó una desilusión para él- y más tarde, en 1948, ingresó a La Esmeralda. Fue un académico reconocido en México y en el extranjero; fue investigador huésped en la Universidad de Harvard, maestro invitado en la Universidad de Cornell e investigador del Instituto de investigaciones estéticas de la UNAM; fue merecedor de varios premios y becas como la Beca Guggenheim.
de su entorno de campo, tal vez inicia con el intento por dibujar un jarrito o algún caracol y en su búsqueda autodidacta también pinte bodegones y paisajes... un Manuel alejado por completo de las vanguardias del arte que simultáneamente se gestaban en Europa y Nueva York. Un Manuel imaginado muy distinto al que por fortuna tuvimos realmente, quien debido a aquella crisis que su familia afrontó siendo muy niño migró a la Ciudad de México; como bien sabemos, la vida llevó luego a Manuel
Alzo mi copa por Manuel po, este se vuelve tridimensional y va mucho más lejos, la materia se vuelve espíritu, misterio, arte. Sabía yo que escribir esto iba a doler y duele, que no hay palabras para describir lo que no se ha dicho; es muy abundante lo escrito y dicho de Manuel Felguérez, de su vida y obra. ¿Hablar de su amistad y bonhomía?, todos los que lo conocieron lo saben, no hay artista que conozca en vida que haya sido más querido por la gente y más generoso con sus colegas y amigos. No hay artista que yo conozca que fuera más accesible y cordial; en fin, un ser humano excepcional. Y si la felicidad
existe, creo que él se acercó a ella a través de su relación con los que lo rodearon, con la militancia y coherencia que tuvo con su quehacer artístico, un lenguaje universal, un arte sin fronteras, muy de su época; las crisis políticas y sociales las vivió y fue parte integral de un movimiento de artistas, pintores, poetas, críticos, cineastas y teatreros, que como él mismo lo dijo “aplanaron el camino para que nosotros lo transitáramos mas rápidamente”. Anécdotas hay muchas y agradecimientos muchos más, hablar de su obra lo dejo a los cono-
A los 21 años, en un viaje a París, conoció y trabajó con Ossip Zadkine, el escultor ruso cubista con quien trabajó cerca de un año; además, de 1954 a 1959, estudió en la Academia de La Grande Chaumière, semillero de grandes artistas del siglo XX, como Alberto Giacometti, Miró, Modigliani y Noguchi... fue ahí que conoció a Lilia Carrillo, con quien se casaría posteriormente. Ese viaje fue crucial, en ese París de posguerra había una efervescencia artística y todo estaba volcado hacia la reconstrucción y la modernidad; los aportes de las primeras vanguardias seguían vivos y el mundo de las ideas era como una gran holla hirviendo, los universos artísticos y literarios estaban en un punto álgido. Cuando Manuel Felguérez regresó a México, su visión del arte se había transformado radicalmente y este se volcó y participó activamente, junto con sus contemporáneos, en la construcción de la modernidad que estaba en curso en el México post-revolucionario. En ese momento, era ya necesario ir más allá de la cultura y la imaginería revolucionarias que en su momento fueron fundamentales, el movimiento muralista ya había dado lo mejor de sí. En esta perspectiva de abrirse y darle cuerpo a la modernidad, Felguérez jugó un rol muy importante, creando obras artísticas sorprendentes en relación con la arquitectura y el espacio urbano, incluyendo también todo su trabajo de investigación y creación realizado en la intimidad de su taller, integrando en sus propuestas las enseñanzas del geometrismo, del constructivismo, del informalismo y del expresionismo abstracto, incorporando también las nuevas tecnologías en sus creaciones. En gran medida, para concebir sus obras, partía de figuras geométricas básicas, obteniendo como resultado una síntesis muy elaborada y sofisticada. Manuel Felgueréz para mí, y me atrevería a decir, para mi generación y las generaciones venideras, es ejemplar, por su manera de estar en la vida y el arte, en la creación, en la concepción de propuestas, en ese ir y venir entre diferentes técnicas y materiales, en ser universal y local, generoso y hospitalario, en conjugar “el verbo ver y dar a ver”. A-diós, Manuel Felguérez, con mi cariño y admiración entrañables para ti y Meche, que en este momento está convaleciente.
a Europa y a conocer de cerca a tantas y tantos artistas cruciales de la época y visitar los grandes museos que sin duda fueron fundamentales en su formación artística. Lo que vino después ya es de todos conocido y celebrado; todos debemos de estar agradecidos por aquella crisis que afrontaron los Felguérez, muy diferente a la actual por la que el mundo entero pasa y de la que estoy seguro que surgirán buenas cosas para el arte y -ojalá- nuevos Manueles que celebraremos algún día. Adiós, maestro...
cedores y estudiosos; Felguérez fue, sin duda, un referente de la historia del siglo XX en México, su museo un legado importante y una gran responsabilidad para nosotros. Termino haciendo votos porque Meche, su compañera de años, supere la crisis de salud por la que pasa y sepa que la queremos y la necesitamos. Ella es la que mejor sabe del sentir y la visión de Manuel Felguérez . Yo solo me quedo con la convicción de algo que no tengo duda y por lo cual todos nosotros le debemos estar por siempre agradecidos: demostró con hechos su amor por Zacatecas; y como también gustaba de su tequila alzo mi copa por él y por Meche... ¡Salud! Hasta el fondo, hasta perderme en los espacios múltiples de la embriaguez artística.
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15 DE JUNIO DE 2020
/// Manuel Felguérez en el Museograbado. Foto de Tomy Delgado
Manuel Felguérez: generosidad infinita 6 Por Tomy Delgado*
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ntes de ingresar a trabajar en el museo conocía la obra del maestro Manuel Félguerez, pero nunca imaginé que pudiera presenciar su proceso creativo, que pudiera involucrarme con su lucidez, con su sensibilidad, con su pasión por el arte y las personas. La primera vez que lo vi llegar al taller, solo pude articular un saludo; llegó del brazo de su esposa, su inseparable compañera, la señora Mercedes Oteyza; me emocionó conocerle, pero también me dio miedo y nerviosismo; solemos formarnos ideas de cómo deben ser los artistas, pero cuando escuché al maestro todas ellas se derrumbaron, pues su calidez y generosidad no podían compararse con ningún artista imaginado. A pesar de que su nombre está escrito en muchos libros de historia del arte, el maestro Felguérez siempre se reconoció humano e imperfecto. Tuve mucho tiempo para observar su proceso de trabajo, vi cómo con determinación y maestría transformó las placas de cobre y aluminio en creaciones desbordadas de pasión y experiencia. Siempre era una fiesta saber que el
maestro vendría al museo y más cuando venía a trabajar en el taller; podíamos oler la mezcla de tintas y solventes, observar las placas y las pruebas... ver que la gente entraba para tomarse una foto y él siempre estuvo dispuesto a posar, dejando a un lado las herramientas para volverlas a tomar con la misma concentración y energía. El museo se sentía más vivo cuando él estaba ahí. Uno de los momentos que más esperábamos era el convivio anual en el que celebrábamos su cumpleaños; el maestro se notaba relajado, abierto y dispuesto a disfrutar de una comida con nosotros. Al término de la reunión nos dirigía unas palabras con las que nos agradecía el trabajo realizado y nos hacia sentir como parte de su vida, de la de ellos; sentíamos el amor que le ponían, tanto la señora Meche como el maestro, a cada elemento, cada parte, a cada sala del museo, y cómo se sentían felices de que este, su proyecto, fuera creciendo y consolidándose. Después, hacíamos un pequeño brindis y ahí constatábamos su sencillez y su sentido del humor; siempre nos sacaba una sonrisa para después empezar con la parte que más le gustaba: “partir el pastel”. En ese
momento podíamos ver la emoción y ternura reflejadas en su rostro al momento de que todos los miembros del museo e invitados le cantábamos las mañanitas; cómo se complacía al soplarle a las velitas, la manera en la que disfrutaba las cosas más sencillas y la forma tan humana con la que nos agradecía. Son imágenes que guardaré por siempre en mi memoria. No existe un homenaje que pueda estar a la altura de un artista y de un
Réquiem por Manuel Felguérez 6 Por Alfonso Miranda
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esde el ecuador del siglo XX brilló un corazón de plata zacatecana; quien piense en Felguérez recuerda su bonhomía, generosidad y su trabajo en un lenguaje que chocó contra un muro de rebote de feroz nacionalismo. Referencia obligada de la contemporaneidad, en su apunte Vanguardias artísticas escribió: “El fin del arte es mostrar una nueva visión del mundo. Efectivamente, en aquellos caminos plásticos rup-
turistas la máquina se volvió arte. Hoy toca revisitar su obra, alentar su museo… ponerlo en perspectiva y prospectiva”. Se nos muere la contemporaneidad... Réquiem por el rupturista quien nos enseñó que “el arte abstracto no es significar. Es como una flor o una piedra. La naturaleza no significa pero es libre de interpretación, el espectador, mientras ve, significa aunque no sea la intención”. Gracias por tanto, Manuel Felguérez. /// Manuel y Meche. Foto de Jorge Gallegos.
ser humano como el maestro Felguérez. No existen palabras que puedan abarcar su pérdida. Por eso hoy, a escasos días de que el maestro no esté físicamente entre nosotros, no me queda más que agradecerle su generosidad infinita, su amabilidad, su calidez humana, su legado… fue un placer formar parte de su equipo de trabajo. * Centro de Formación, Producción e Investigación Gráfica Museograbado.
Manuel Felguérez: In memoriam
/// Manuel Felguérez en su estudio. 30 de junio de 2014. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
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LA GUALDRA NO. 436
Cultura virreinal y arte prehispánico en algunas obras de Manuel Felguérez 6 Por Carlos Augusto
Manuel Felguérez: In memoriam
Torres Pérez
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arde lluviosa de un lunes que, quienes encontramos en el arte la forma sublime de tocar las fibras más profundas del espíritu humano, nunca olvidaremos; atmósfera de nostalgia en la bizarra capital. Vienen a nuestra mente imágenes de sus obras y la inconfundible silueta de un personaje imprescindible, una mirada afable, un rostro sereno, un saco de pana y… una pipa; todo esto mientras nuestro cielo cruel llora por la partida del maravilloso artista y extraordinario ser humano: Manuel Felguérez. Un cielo y una ciudad a las que por cierto él, alguna vez señaló como las principales causas y fuente de inspiración de la inagotable veta de artistas plásticos que han surgido de esta entrañable tierra. Una semana ha pasado desde ese lunes 8 de junio; pocos saben que el maestro estudió un año la carrera de arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México y que realizó una serie de proyectos inspirados en la cultura virreinal y en su admiración por el arte de los pueblos prehispánicos. Felguérez desarrolló un proyecto de un retablo para el muro testero del antiguo templo de San Agustín, en el cual proponía una interpretación contemporánea de los retablos de la época virreinal, partiendo de la composición que caracterizó a estos elementos distintivos del periodo barroco a partir de una estructura desplantada sobre una predela y compuesta por cuerpos (horizontales) y calles (verticales) que albergaban pinturas y/o esculturas en los inter-
6 Por Adina Cimet
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a visita hace unos años a la ciudad de Zacatecas fue mágica. Las calles, las casonas, las iglesias y su arquitectura, la piedra en su rosado color sol, el adoquín de las calles, la comida, el trabajo artesanal de los indígenas... la ciudad toda rodeada por montañas azuladas centinelas del tiempo, de lo que se mueve, lo que no y lo que remueve, empezando por la visita a las minas del pasado indígena colonial. Este viaje nos llevó a los museos de la ciudad. ¿Quién imaginaria estos espacios colmados de sofisticación artística de los gigantes en una ciudad pequeña que hoy no es lo que fue el Zacatecas de antaño? Ahí está la muestra de la extraordinaria sensibilidad de los artistas zacatecanos escultores, pintores, experimentadores de vocablos nuevos que han elaborando sus cantos definiendo ideas que el pensar absorbe. Pero Zacatecas está hoy de luto. El Maestro Manuel Felguérez no está ya. Fue Felguérez el artista que en ese viaje nos inyectó comprensiones permitiendo el flotar de una sensibilidad que nos reconectó con ese su lenguaje que registra e inspecciona la magia y música pictórica en su arte. ¿Quién no conocía al maestro Felguérez? Lo que movió fue el reencontrarse frente a él en su museo y así reconocerlo.
/// Manuel Felguérez. La Cuatlicue. Óleo sobre tela. MAAMF
columnios. La propuesta de Felguérez recuerda a los que se produjeron en los siglos XVI y XVII, que combinaban ambas técnicas dominando el empleo de la pintura sobre lienzo o tabla; en su diseño, dispuso un gran “nicho” central para albergar una pintura abstracta que sugeriría las formas de un corazón, atributo iconográfico distintivo de San Agustín de Hipona. Su obra inspirada en el arte prehispánico es más conocida; podría decirse que inició junto con el nacimiento del Museo Nacional de Antropología cuando apenas tenía 36 años y fue invitado para realizar el diseño de la celosía de la planta alta del patio central inspirado en el cuadrángulo de las monjas de Uxmal. El ob-
jetivo era recubrir la fachada de esta segunda planta con un profuso altorrelieve como los que caracterizan la arquitectura maya de la región Puuc. En su proyecto reinterpretó de manera simple una serpiente geometrizada y la materializó en aluminio anodizado, con lo que logró un elemento de gran dinamismo visual a partir de un juego óptico de serpientes que parecen ascender y descender y que adoptan diversos aspectos geométricos a lo largo del día según cambia la luz del sol. Desde el interior, el efecto que causa la celosía es en extremo interesante ya que contiene y al mismo tiempo abre la visual de las salas superiores hacia el patio central como una suerte de persiana estática.
Hacia 1994, Manuel Felguérez produjo obra sobre lienzo inspirada en la Coatlicue, el gran monolito mexica. En junio de 2006 y en el marco de su aniversario número 50 de vida artística, pintó el mural Tierra Quemada, evocando “el clima desértico del norte del país y las culturas prehispánicas que ahí florecieron, en particular la propia zona arqueológica de La Quemada”. El lienzo fue donado al Museo Nacional de Antropología y hoy da la bienvenida a quienes visitan la sala de las Culturas del Norte. En 2014, para conmemorar el 50 aniversario del mismo museo, diseñó la celosía Muro de calaveras, sobre el Paseo de la Reforma, un gran tzompantli geométrico y moderno en acero al carbón, una obra escultórica de más de 400 metros de largo, que simboliza la muerte y que junto con la celosía de serpientes mencionada, representa la dualidad de las culturas mesoamericanas tal como lo expresó el propio artista: “Si en 1964, para el interior, elegí la serpiente por ser un símbolo de vida importantísimo para todas las culturas de Mesoamérica, ahora opté por el cráneo, símbolo de la muerte, por la misma razón”. Esta fue la última aportación de Manuel Felguérez para el Museo Nacional de Antropología, dotándolo sin duda de elementos artísticos que recogen el más profundo simbolismo de nuestras raíces prehispánicas reinterpretadas magistralmente en sus obras. Parte de su legado artístico convivirá por siempre con las piezas más valiosas de las culturas prehispánicas que habitaron las distintas regiones de México y que constituyen el acervo más valioso de nuestra cultura. Descanse en paz, Manuel Felguérez.
Un adiós a Manuel Felguérez
/// Manuel Felguérez. Orden suspendido. Mural en el MAAMF. 2004
Por la tarde, ese mismo día, llegamos emocionados a la Galería Arroyo de Plata y Martín Ocampo nos acogió como huéspedes. Nos centramos en revisar un cuadro de Felguérez porque no había manera de distanciarse de él después de haber estado en su museo. Un
imán nos jaloneaba a detenernos frente al lienzo que reconocimos, porque siempre se le reconoce, aunque nunca se le pueda anticipar. En la plática que tuvimos Martín nos contó que se presentaría pronto una exhibición completa del trabajo de Felguérez en la galería. Y así, por
intuición (diría yo injustificada), Martín me invitó a escribir un texto introductorio para esa exhibición. Se logró. ¿Qué decir ante la pérdida de este gigante local causada por el virus que está cobrando tantas vidas y dejando tantísimo dolor a su paso? Pareciera que hay algo de confluencia entre este momento histórico que nos acecha a todos y lo que él plasmó en su arte final. La tensión perpetua en sus lienzos pictóricos se antoja hoy proyección profética. Todo lo desconocido y abstracto, lo obscuro al infinito parece tener contornos de formas conocidas; el esbozo terrenal de algunos trazos parece encontrarse con las enormes difusiones nebulosas y amorfas donde el fondo y trasfondo se tocan; quizá, y esto sería un deseo por re-encontrar un bálsamo de esperanza y alivio en este momento, esos coloridos maravillosos y los espejos de color flotantes son algo de la luminosidad deseada como contrapunto al momento actual. Con respeto lo despedimos. Condolencias a la familia del maestro y a la ciudadanía zacatecana. Queda solo afianzarse a su legado; cuidarlo y ver por un futuro mejor para todos. Nueva York, junio 2020.
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15 DE JUNIO DE 2020
El legado del Maestro Manuel Felguérez 6 Por Irma Fuentes Mata
/// Felguérez en Zacatecas. Foto de Jorge Gallegos
del penal de Zacatecas y durante el siglo XIX el Seminario Conciliar de la Purísima. En la nave principal se encuentra su obra Retablo de los mártires (2001). El maestro también incursionó y fue pionero en los procesos de informática y cómputo. Obtuvo la beca de la Fundación Guggenheim para investigar en la Universidad de Harvard, a raíz de lo cual surgió el libro La máquina estética, donde explica un riguroso cálculo matemático decodificado en las primeras computadoras de hace 40 años, con los procesos informáticos de la época, pero con la perspectiva de proyección a futuro que hoy disfrutamos en la producción gráfica. Se le reconoce como pionero de la gráfica digital, ejemplo de esa época son las obras de 1973, que se presentan en la sala 10, como Limite de una secuencia, La Energía del punto cero, Homenaje a Lobachevsky, Signo convexo. Sandro Bocola explica que el arte no figurativo consti-
tuye un logro de la modernidad: El arte no figurativo demuestra con una claridad insuperable que también en el ámbito de la estética se ha iniciado una nueva época. Siguiendo el camino desbrozado por Mondrian, Malevich y Tatlin, para un número creciente de artistas, la no figuración, sobre todo la de tipo geométrico, se convirtió en la única forma posible de configurar y expresar la concepción que tenían de sí mismos y del mundo.
Entre los años setenta y ochenta, Manuel Felguérez, junto con varios creadores de la época, como Federico Silva, Mathias Goeritz, Helen Escobedo, incursionaron en el geometrismo.
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El libro se puede solicitar al correo ifuentesmata@msn.com
Farewell, Felguérez 6 Por Martín Ocampo
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anuel Felguérez tuvo dos exposiciones individuales en la Galería Arroyo de la Plata: Manuel Felguérez: obra reciente, el 23 de noviembre de 2012, una selección de pintura, escultura y grabado; y Tensión perpetua: metálica, el 6 de abril de 2017, pintura de gran formato, escultura y gráfica digital.1 La predominancia del gran formato sin duda expresaba la madurez, tanto de la obra del maestro, de sus espectadores y de la propia galería. Ambas exposiciones fueron el corolario de un vínculo de trabajo que había comenzado en el año 2000 entre la galería y el maestro, en una relación caracterizada por la sencillez y franqueza que le eran propias. “No te conozco, así que vamos a comenzar de a poquito y si resulta le seguimos”, su mirada era directa, serena, mientras decía que lo que él quería es que funcionara porque nos identificaban nuestras raíces comunes; ambos somos de esa zona de Zacatecas-Jalisco conformada por municipios como Valparaíso, Huejuquilla, Mezquitic y Monte Escobedo. Nuestra primera visita nos dejó esa agradable sensación, un sentimiento que rebasa el término de paisanos; era algo más de familia, mis orígenes paternos en Mezquitic se veían reflejados en su conversación -para entonces mi padre ya había fallecido-; así que in-
cluso con esa desconfianza y franqueza inicial, nos despachó a mi esposa Mónica y a mí con una sensación de rebosante optimismo y felicidad. ¿Por qué nunca se me pudo borrar ese recuerdo de nuestra primera entrevista en su taller? Quizá porque en la vida pocas veces se encuentra uno con la fortuna de establecer una relación de mutua empatía, espontánea y natural, en la que tienes la certeza de que llegaste al lugar correcto, con la persona adecuada; las cosas ya estaban dadas. Vivimos muchas cosas después, ventas, proyectos que no se dieron pero cómo soñamos, sin titubeos, con la osadía que nos inyectaba mi hermano Paco, con nuestra locura; el cabrón de Javier me acaba de decir que ve cierta locura en nosotros... pues sí, pero con esa satisfacción que nos da la búsqueda de la congruencia. Fue muy grato después llegar a la hora del café con los Felguérez, con Meche y Manuel; a mí que no me gusta añoro ahora esas tazas de café con ellos, en esa casa tan agradable que llegaron a construir con patios, árboles y gatos. Todo eso pervive en mí y me agrada recordarlo; ahora sé que hay gente amable esperando del otro lado para cuando se llegue el momento. Farewell, Felguérez. 1
Felguérez. Tensión perpetua: metálica: https:// youtu.be/BELDC8xiXxk
/// Con su escultura Puerta 1808, en Av. Reforma en CDMX. Inaugurada el 20 de octubre del año 2007. Foto de Pascual Borzelli I.
Manuel Felguérez: In memoriam
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anuel Felguérez tenía muchos perfiles en el arte, fue escultor, pintor, grabador, muralista, investigador, científico, escritor, formador de nuevas generaciones, promotor, pero, sobre todo, fue un hombre generoso. Donó su obra a Zacatecas y a México, sus creaciones quedarán en muchos lugares de nuestra geografía, en las ciudades donde vivió y en las que acogieron al arte abstracto. Manuel Felguérez transformó con sus esculturas y murales los espacios públicos y con sus pinturas y grabados los espacios más íntimos. Lo conocí hace 20 años, cuando inicié mis estudios doctorales. Tanto me maravilló su vida y obra, que elegí el museo y la abstracción como tema de investigación, a la que dediqué numerosos años y me llevó a publicar el libro Creación y Expresión en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez (2010).1 En el libro se concentra de manera más fehaciente su obra y legado, ya que muestra su trayectoria, evolución y la de sus contemporáneos. Su obra coincide con ciclos temporales que se desarrollan, vuelven y avanzan como espirales que abarcan varios años de experimentación con técnicas, materiales y motivos para iniciar otro ciclo de búsqueda. Felguérez experimentó con colores, tintas, óleos en tela, esculturas en piedra, metales, vidrio y acrílicos; son obras que tienen un mismo motivo, pero se concretan en distintas dimensiones de lo plano, volumétrico y tridimensional. Se puede apreciar su obra en múltiples espacios del museo, en los jardines, en la sala de los murales, en las salas antológicas del museo, que en otra época fueron las celdas y pasillos
Posteriormente fue dejando la geometría para explorar su época más orgánica, más biomórfica, con reminiscencias de cuerpos, vejigas, animales y caracoles, que centran su interés estético en lo vital y donde hace gala de su afición por la taxidermia; también en ese periodo juega con la textura de los minerales y sus múltiples tonalidades. La tierra zacatecana fue su inspiración. En los años noventa, Felguérez exploró otro tipo de escultura, en las obras de piedra del año 1996: Mujer de Saliagos, Siros, Ermitaño, Lieder y Búho. Alternó las técnicas, los materiales y los estilos abstractos, fue del geometrismo al biomorfismo, recreó la escultura. El museo alberga no solo obra suya sino de los artistas abstractos que han trabajado el geometrismo, el lirismo, la pintura del signo y el gesto, el tachismo, los campos de color y el materismo, entre otros. El maestro también proyectó grandes esculturas para amplios espacios. Su obra escultórica de gran formato acompaña las edificaciones modernas, como se aprecia en el Centro de Congresos de la ciudad de Querétaro. Fue de lo estructural a lo lírico y hasta el final de sus días disfrutó con la pintura y las posibilidades del color. Definitivamente Manuel Felguérez legó una obra invaluable, todos los que estuvimos cerca de él recordaremos su sonrisa, su amabilidad, su gesto atento y generoso. Se fue un gran artista, pero nos dejó una gran riqueza cultural que seguiremos descubriendo por muchos años.
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LA GUALDRA NO. 436 // 15 DE JUNIO DE 2020
Felguérez, el escultismo y la senda 6 Por Nelson Guzmán
Manuel Felguérez: In memoriam
Robledo
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ace unos diez años recibí una invitación del Centro de la Gráfica para colaborar con un texto en la edición de una serie de afiches alusivos a la obra de Manuel Felguérez. Ahí tuve la oportunidad de encontrarme con el maestro el día de la presentación; hablamos sobre la generación de la ruptura y de su amistad con Octavio Paz, pero mucho mayor interés mostró cuando le interrogué por su adhesión al movimiento scout y le referí que yo también había pertenecido en mi adolescencia a sus filas. En una conversación pública que sostuvo con Raquel Tibol, había escuchado de su propia voz referir cómo el momento decisivo de su vida, el que indirectamente le había llevado al territorio del arte, se había dado a raíz de su pertenencia al movimiento scout. Se trataba de un viaje que había emprendido con motivo del Jamboree Mundial Scout celebrado en Francia en 1947; él relató que se había financiado el viaje recorriendo las serranías de Puebla y Veracruz para recolectar puntas de flecha antiguas -“chuzos”- para luego venderlas en la Ciudad de México y con cuya venta había reunido los fondos para comprar el boleto de barco hacia Europa. Ese viaje le permitió entrar en contacto con el mundo del arte y con los grandes museos europeos que le causaron tal impresión que a su regreso estaba seguro de haber encontrado su vocación. Se cuenta que en su viaje a Francia habían hecho una escala en Londres; un día encontrándose en los márgenes del Támesis tras haber asistido a una exposición de William Turner, Felguérez esbozó unos trazos que luego mostró al escritor Jorge Ibargüengoitia (también miembro de los scouts) diciéndole: “Mira, Jorge, soy un artista”. Su encuentro con el arte y con su propio destino era tenido por el pintor como un regalo o don que le descubrieron sus andanzas en el escultismo. Quizás por ello se mostraba orgulloso y agradecido con el movimiento, al grado de referir esa anécdota como
/// Manuel Felguérez, scout. MAAMF
parte fundamental de su carrera como pintor. Sabemos por diversos testimonios, entre los que se encuentra el libro de Arturo Reyes Fragoso, Dos artistas en pantalón corto, Ibargüengoitia y Felguérez, scouts, que había pertenecido al movimiento desde los tempranos años de la
Los murales de Osaka 6 Por Bernardo Araujo “Los procesos naturales dan forma al mundo que cambia,igual sucede con el arte y con las personas”. Manuel Felguérez Siempre la superficie plástica del tiempo en el imaginario flexible de los días de la máquina exangüe, premonitoria apenas, el futuro voraz que te acontece a trozos: sinrazones templadas al vacío. Rasgaduras geométricas, sus colores agudos. Orgánico el espacio
informe, sus motores, andamios de pensar lo no asequible material del ensueño transitorio, insólito a la vez, contemplativo. La máquina carnal, el estofado de fragmentos elásticos, el varadero azul, un amarillo tenue: ¿es el silencio a más, la explicación, sensible? Andar en rebeldía los pasos otros. Completar el espacio disonante. También hay monumentos para llenar el cielo: el significado (en apariencia inexistente) vale, cuando el silencio da respuestas a un misterio universal y personal.
/// La tecnología deshumanizada victima al hombre, Mural de Manuel Felguérez en la Sala de Osaka. MAAMF.
manada de lobatos, que después fue guía de patrulla al pasar a la tropa (la solemne fotografía de estudio en que posa con uniforme
y sombrero de cuatro pedradas muestra entre sus muchas condecoraciones el cordón y las barras de guía flanqueando la insignia de compromiso), que fue rover de clan, a cuya sección pertenecía cuando emprendió el viaje a Europa. En síntesis, Felguérez pasó por todas las etapas de la vida scout, de la cual se enorgullecía y aprovechaba cualquier ocasión para hablar de ello. Y es que quien ha vivido plenamente al seno del movimiento scout, quien ha experimentado el agotamiento y las inclemencias del medio, el verdor de los paisajes, el olor de la fogata en la noche reverberante y la frescura de la neblina del alba, los sentimientos de solidaridad y de rivalidad con las patrullas ajenas, la identidad y el orgullo de portar el banderín, los retos de la pista comando o la plaza de desafíos, la lluvia y el sol, la lejanía y el temblor del extravío, el honor de recitar la promesa frente a la tropa que concurre en formación de herradura, quien ha sentido en su infancia y juventud reverencia por el simbolismo de la selva de Seeone, de las sendas y los escollos del río; quien ha vivido todo ello con intensidad, aprende que el valor fundamental de la vida quizás sea concebirla como un andar perpetuo, un campamento que habita el movimiento, aventura y azar. Quizá lo más importante del escultismo es que otorga un aliciente, un motivo inexacto que sin embargo da ocasión de emprender la ruta que cada uno, con mapa, brújula o estrellas, orienta y recorre. Emprender el camino: ese es quizás el mejor legado que el movimiento scout puede brindar a quienes se confían a él. En aquella conversación dijo que aunque ya había dejado hace muchos años el movimiento aún sentía fraternidad hacia el escultismo, “Tú sabes a lo que me refiero”, concluyó. Como buen transeúnte, Felguérez cumplió su recorrido. Quiero pensar que ahora se encuentra “en el campo del reposo y de la dicha, donde Dios ha tendido su tienda para la eternidad”. Que así sea, ¡Buena caza!