SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 447 /// 14 DE SEPTIEMBRE DE 2020 /// AÑO 10
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
César Ramos. Julio Ruelas, inmortal. 2020, Año de Julio Ruelas.
“Julio Ruelas es un torturado. Es satánico, como Baudelaire, y es, como él, aunque de menor intensidad, cristiano negativo. Es lascivo, porque la lascivia es pecado, que si no, sería un amante. No sabe, como el amante, del goce de la fecundidad: su amor es doloroso y estéril: sus sátiros y sus faunos nada tienen de la fuerza primitiva, son meros recursos de ornamentación. Lo que menos hay en Ruelas, es espíritu clásico y temperamento de amante. Julio Ruelas es un torturado y pudo haber dicho, al igual de la Ellida ibseniana -la Dama del Mar-, ‘horrible es lo que juntamente espanta y atrae’”. Alfonso Reyes
[Julio Ruelas, subjetivo, de Alfonso Reyes, para comemorar el aniversario luctuoso de Julio Ruelas]
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LA GUALDRA NO. 447 /// 14 DE SEPTIEMBRE DE 2020 /// AÑO 10
La Gualdra No. 447
Editorial
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l 16 de septiembre conmemoraremos el 113 Aniversario Luctuoso de Julio Ruelas, el artista zacatecano que hemos recordado a lo largo de todo del 2020. Al inicio del año imaginaba, como todos, otro tipo de escenario, uno en el que quizá pudiéramos organizar una serie de actividades -presenciales- académicas y artísticas para divulgar la vida y obra de este “viajero lúgubre” para que lo conociéramos más en su tierra y para poder seguir hablando de Zacatecas como una tierra de artistas, pues son ellos, los artistas, quienes más han puesto en alto el nombre de nuestro Estado. La imagen de portada de esta edición es precisamente de César Ramos, otro artista zacatecano, quien fuera alumno del taller de pintura y grabado que lleva el nombre de Julio Ruelas. No se pudo, pero eso no ha evitado que a nivel nacional se haya abordado el tema de los 150 años de nuestro artista; un buen número de artículos ha sido publicado en medios nacionales los últimos meses, y canales como el 22 y Foro TV han transmitido programas para hablar de quien naciera en Zacatecas en 1870 y muriera en París en 1907, dejando con su obra un gran legado para la historia del arte de nuestro país. Recomiendo ampliamente leer el artículo “De monstruos y prodigios: 150 años de Julio Ruelas”, que publicó el poeta Marco Antonio Campos en La Jornada Semanal, el 6 de septiembre pasado; un gran ensayo en el que habla de la trayectoria de este artista:
de Reyes destaca por la claridad con la que aborda temas fundamentales del quehacer artístico y que siguen vigentes hoy más que nunca, cuando la sobreproducción de propuestas plásticas y las posturas sobre lo que es arte y lo que no lo es parecen más confusas cada día. “Ruelas, subjetivo”, además es uno de lo primeros textos de crítica de arte en nuestro país -si no es que el primero- y lo compartimos en esta ocasión con ustedes, con la anuencia del Dr. Javier Garciadiego, Dir. de la Capilla Alfonsina del INBAL; y de José Javier Villareal, Dir. de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la UANL, a quienes agradecemos sinceramente. Una copia de este número de la Revista Moderna de México, dirigida por Jesús Valenzuela con la consultoría artística de Jesús Urueta, me fue proporcionado por Alejandro Carnicero, un joven estudiante de la Ciudad de México, enamorado del siglo XIX y de la obra de Ruelas y con quien entré en contacto por La Gualdra. Gracias, Alejandro. En esta revista, también está incluido un poema que escribiera, para tal ocasión, el poeta peruano José Santos Chocano y que compartimos con ustedes:
Visionarios en la preservación del patrimonio cultural zacatecano [Parte 3: Manuel Pastrana González] Por Carlos Augusto Torres Pérez
Ruelas, subjetivo Por Alfonso Reyes
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A Julio Ruelas No sé por qué los tuyos afánanse en creerte exótico. ¿Hay acaso visiones más extrañas que las que da una noche de luna en tus entrañas? El Ande, como tu alma, también es triste y fuerte.
“Nadie en el medio artístico, ni en el medio literario, desconoce que Julio Ruelas fue el ilustrador por excelencia de la Revista Moderna. Dirigida por Jesús E. Valenzuela, la notable revista tuvo una vida de trece años (1898-1911). Desde 1903 se llamó Revista Moderna de México. [...] Representó ante todo el órgano de un grupo de poetas y escritores que en ella encontraron su vía de divulgación. En alguna dirección fue la vereda mexicana de la corriente simbolista y modernista, no excluyendo el decadentismo, y estuvo abierta a los escritores de España y Latinoamérica”.1
A propósito de esta revista, a la que Ruelas siguió mandando desde París dibujos e ilustraciones hasta el final de sus días, en las páginas centrales de esta edición, incluimos el texto “Ruelas, subjetivo”, de Alfonso Reyes. Este artículo fue publicado originalmente en septiembre de 1908, en el número especial de la Revista Moderna de México para conmemorar el primer aniversario luctuoso de este artista plástico, considerado por José Juan Tablada a finales del siglo XIX como una “gloria nacional”; y por Evodio Escalante, en años recientes, como “el genio absoluto de la plástica mexicana”. Aunque publicado hace 112 años, el artículo
Contenido
Los programas de fiesta en Tultepec La función del oficio gráfico, su transformación en la era tecnológica y su importancia simbólico-social [Tercera y última parte] Por Ángel Solano
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I’m thinking of ending things, de Charlie Kaufman Por Adolfo Nuñez J. Seyer Por Edgar Khonde
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Triste y fuerte en espíritu has logrado absorberte esas vidas aztecas silenciosas y hurañas, con todos los dolores que abrieron las entrañas de una raza que hoy sufre más allá de la muerte... La angustia que sofoca tus aguas-fuertes, esa extrañeza macabra que nimba tus visiones, todo el tropel de espectros que por tu obra atraviesa, no son caprichos solo del arte que viviste, porque en los negros trazos de tus desolaciones se ve el dolor de siglos de una raza triste...
Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Desayuno en Tiffany’s, mon ku Homenaje a Roberto Fiesco: Estatuas y Trémulo, cortometrajes de sensibilidades y marginados Por Carlos Belmonte Grey Andar Por Pilar Alba
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Marco Antonio Campos, “De monstruos y prodigios: 150 años de Julio Ruelas”, en: https://semanal.jornada.com. mx/2020/09/06/de-monstruos-y-prodigios-150-anos-dejulio-ruelas- 5228.html 1
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Visionarios en la preservación del patrimonio cultural zacatecano [Parte 3: Manuel Pastrana González]
rres Pérez*
M
anuel Pastrana González Manuel Pastrana González nació en la Ciudad de México el 22 de junio de 1859 en el seno de una familia zacatecana de Villanueva. Su madre fue Lucía González y su padre Joaquín Pastrana. En 1873, a los 13 años de edad y tras un riguroso examen, ingresa pensionado a la Academia de San Carlos. En las bienales de los alumnos siempre destacó con sus obras, primero con claro oscuros y luego con trabajos que abordaban temas bíblicos.1 En el año de 1886 llega a la Academia de San Carlos una petición por parte del Gobierno de Zacatecas donde se solicita un profesor de dibujo para el Instituto Literario y el Hospicio de Niños, dicha petición fue gestionada por el entonces gobernador Jesús Aréchiga. Ninguno de los condiscípulos de Pastrana quiso dejar la Academia, pero para él significó un paradigma en su vida, dado que el destino lo ubicaba de nueva cuenta en Zacatecas.2 Al llegar, el gobierno del Estado lo contrató como maestro de pintura y dibujo en el recién inaugurado Hospicio de Niños de Guadalupe, en el Instituto de Ciencias y en la Escuela Normal para Señoritas. Pastrana egresó de la Academia en 1886 y en ese mismo año inició como maestro en la Escuela Normal. Hacia 1890, se turnaba como profesor de dibujo también en el Hospicio de Niños de Guadalupe. Su estancia en el Hospicio de Guadalupe, inmueble que perteneció al Antiguo Colegio de Propaganda Fide, produjo una amistad entre el pintor y algunos frailes franciscanos lo que le permitió empaparse de las grandes obras maestras de arte virreinal que se salvaguardaban en los muros de este edificio. Mientras era profesor del hospicio, Pastrana trabajó en la restauración de algunas obras como el cuadro de la Virgen del Refugio que se encuentra en la portería del inmueble. Su labor como protector de los bienes muebles del convento le trajo como resultado obtener el nombramiento por parte del gobierno del estado como primer director del Museo de Antigüedades de Guadalupe el 10 de diciembre de 1917 y después su nombramiento sería ratificado como Conservador Supernumerario del Museo de Guadalupe por el propio presidente de la república don Venustiano Carranza el 24 de enero de 1919. Fue así como los espacios que habían ocupado los franciscanos se convirtieron en Museo Virreinal.3 Permaneció como director cerca de 6 años, mismos en los que decidió participar en la conservación tanto del magnífico edi-
/// Manuel Pastrana. Estudio de piel almendrada 2. Foto del Museo de Guadalupe-INAH Zacatecas.
/// Manuel Pastrana.
ficio como de la obra pictórica. Restauró in situ algunas obras de la capilla de la enfermería, probablemente los lunetos de San Antonio de Padua. Elaboró un dictamen técnico sobre la Virgen del Refugio y un estudio estilístico de la Capilla de Nápoles. Junto con su hija Otilia, Pastrana lleva a cabo el primer inventario de los bienes culturales del Museo, acción considerada como la primera medida de protección de bienes patrimoniales históricos en el siglo XX en Zacatecas. Su preparación lo hizo darse a conocer como un docto en las artes, lo cual lo colocó como un ejemplo a seguir, fue un humanista, multidisciplinario, un maestro entregado que supo defender cuidar y preservar el patrimonio de los zacatecanos.4 A partir de ello y del reconocimiento a su trayectoria en el estudio del arte y la conservación, recibe el nombramiento como Inspector Local, Honorario y Conservador de Monumentos Artísticos en el Estado de Zacatecas el 13 de junio de 1917, que le otorgó Venustiano Carranza Presidente Constitucional de la República Mexicana por conducto del Jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes José N. Muñoz. Este cargo honorario no tenía remuneración económica. Desde esa fecha, Manuel Pastrana dedica su trabajo al cuidado y preservación de los inmuebles que hoy constituyen el Centro Histórico de Zacatecas. Pastrana difundió la importancia de la conservación de los bienes artísticos y culturales a un nivel colectivo para hacer
relevantes de la historia de Zacatecas como Francisco García Salinas, Trinidad García de la Cadena, Fernando Calderón, J. Jesús González Ortega, Fernando Villalpando, etc… así como diversas escenas costumbristas y paisajes de la ciudad de Zacatecas que el día de hoy constituyen documentos de gran valor para el estudio de la evolución de la fisonomía urbana de la capital. Sin duda alguna, Manuel Pastrana fue el primer gran defensor del patrimonio cultural de Zacatecas en el siglo XX. Su labor sembró en la sociedad zacatecana la inquietud de proteger los bienes culturales como símbolo de su identidad. Además de ese gran legado, Manuel Pastrana tuvo entre sus alumnos de dibujo y pintura a otros dos insignes zacatecanos que a la postre seguirían sus pasos, uno como artista universal y otro como un gran cruzado en la defensa del patrimonio cultural de Zacatecas, me refiero a Pedro Coronel y a Federico Sescosse Lejeune. /// Manuel Pastrana. Manuelito Pastrana Escobedo. Foto del Museo de Guadalupe-INAH Zacatecas.
conciencia, para ello en 1932 editó una columna titulada “Zacatecas Monumental” en el periódico local Orientación durante los meses de junio a diciembre; junto con su hija Otilia publicaron estudios sobre la arquitectura de la catedral de Zacatecas, del templo de Santo Domingo, de la Capilla de Nápoles y del Convento de Guadalupe.5 El estudio y conservación de los bienes culturales debió ser una vocación y actividad que Manuel Pastrana desarrolló en un contexto social y político favorable al haber
sido un actor académico y político de la sociedad zacatecana. Fue miembro de la Sociedad Patriótica de Amigos del país, de Zacatecas, lo que representó una oportunidad de fortalecer sus ideales artísticos y su interés en la preservación de los bienes culturales.6 De su faceta como artista, entre sus muchas obras, Manuel Pastrana nos hereda una serie de pinturas de gran valor no solo artístico sino histórico y documental, ya que pinta los retratos de una serie de personajes
* Director del Centro INAH Zacatecas. 1 Castillo Ruiz, Norma Fabiola, Estudio y políticas públicas en la construcción social y material del patrimonio cultural en el estado de Zacatecas, México. 19532010, México, Tesis doctoral, El Colegio de Michoacán, Centro de Estudios Históricos, 2014, p. 295. 2 Ibidem, p. 115. 3 Ibidem, p. 117. 4 Tavizón Mondragón, Violeta, Manuel Pastrana: Guardián del patrimonio cultural. Experiencias en torno al patrimonio cultural zacatecano, 2014, México, INAH, p. 119. 5 Castillo Ruiz, op. cit., p. 303. 6 Ibidem, p. 297.
Ollin: Memoria en Movimiento
t Por Carlos Augusto To-
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LA GUALDRA NO. 447
Ruelas, subjetivo Aniversario Luctuoso de Julio Ruelas
t Por Alfonso Reyes
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uede el Dibujo, según su tendencia, interpretar sus formas tangibles o sugerir los fenómenos del espíritu; y conduce a semejante distinción, no una ligereza de análisis, como como parecería a primera vista, sino la consideración de la esencia misma del dibujo artístico. Claro que en este, como en cualquier otro arte, el temperamento es inseparable de la obra, y ella resulta manifestación temperamental: el objeto interpretado presupone al intérprete, y toda imagen se tamiza a través del ojo. La obra artística, pues, denuncia al artista, y de grado o por fuerza ha de mostrarnos este la riqueza de su espíritu, por mucho que la escatime, avaro, o por mucho que que la disfrace, temeroso. La mera reproducción del objeto, con tal de no ser reproducción mecánica, sino reproducción en que una personalidad se revela ya por el procedimiento técnico, y por la afición de arrojar sobre el asunto pictórico luz de alegría, semiluz de ensueño, o bien sombra trágica -cosas todas que contribuyen a adornar el mundo con los atavíos de la mente-, la mera reproducción del objeto, en cuanto llena la condición citada, bastará a acusar, si bien con vaguedad inefable, la orientación de las sordas potencias psíquicas. Mas hay patente diferencia entre revelar así el temperamento, por medio de la reproducción del objeto, y atacar de lleno el recinto de nuestro “yo” interior. Y vale advertir aquí, que en lo primero, el artista se descubre consciente o inconscientemente, al par que en lo segundo -es decir, cuando el artista no se aplica principalmente a retratar formas, sino que las retrata para combinarlas y sugerir una emoción del ánimo; cuando las formas no son para él la finalidad de su obra, sino el medio, el elemento que lo conduce a una sugestión inmaterial; cuando en vez de dibujar el rostro de un vicioso, dibuje, como Félicien Rops, “el vicio supremo”-, el artista se descubrirá siempre a sabiendas, ya que tal ha sido precisamente su empeño. Quieren los ignaros que el dibujo se limite a la reproducción del mundo externo, y solo soportan la tendencia subjetiva cuando ella se manifiesta en las representaciones, harto mezquinas e indirectas por otra parte, con que los tipógrafos llenan el sobrante de las páginas: liras entretejidas con lauros, esferas astronómicas que descansan en libros abiertos y
/// Julio Ruelas. Fuegos fatuos (ladran los perros). s.f. Aguafuerte. Secretaría de Cultura-INBAL-Museo Francisco Goitia.
sauces que lloran sus hilos de verdura sobre las piedras tombales. Representaciones mezquinas e indirectas que sí podrán sustituir al dibujo subjetivo, pero en la misma proporción en que un signo alfabético, de uso convencional, puede sustituir, en estudios psicológicos, a la definición de un estado anímico. Porque el dibujo subjetivo no se ha de fundar en convencionalismos, y porque requiere una escena o un individuo, y no un atributo aislado; algo afectivo, y no algo intelectual. La intensidad subjetiva se amengua con el empleo de figuras convencionales y crece con la falta de ellas. Ellas abajan la altitud del concepto, matan de una vez el símbolo y transforman el arte en un lenguaje de jeroglíficos. (¿Qué valdría ya cualquier catafalco adornado con la cruz cristiana, la guadaña, el reloj de arena -todo convencional-, en parangón con el “Monumento a los
muertos”, de Bartholomé, donde no hay un solo detalle inspirado en un convencionalismo de la Muerte y del Tiempo? Ni qué cualquier actitud convencional de ruego, junto a la estatua acéfala de Auguste Rodin. Pues menos intención tendría un dibujo de los instrumentos de tortura que la convulsión dolorosa de un “atormentado” del Spagnoletto; menos la presencia de un misal o de una hostia santa, que el espasmo de un ferviente que se desmaya por el suelo con una plegaria en el corazón). El Dibujo no puede ser convencional. Y este Dibujo, que hace plástica de lo intangible, no tiene más que recurrir a procedimientos atrevidos; a audacias inusitadas -escándalo y descontento del público burgués-, fundiendo, como en nuevo crisol de mundos, las formas de las cosas y los seres; arrancando a aquellas sus secretos de meditación y de símbolo por el empleo de líneas bruscas, y a estos su
dinámica vital por la acentuación, a veces monstruosa, de movimientos y actitudes. Y sucede con frecuencia, en tales dibujos, por transmutación prestigiosa, que los seres se tornen meros detalles decorativos, mientras que las cosas parece como que viven, y quiebran sus imperturbables contornos en un extraño gesto de autonomía y voluntad. Observad en estos cuadros la vida latente que hay en las cosas; observad también cómo las figuras de los seres, que a menudo resucitan al monstruo mítico o evocan al héroe de leyenda, se denuncian habitantes del espíritu a causa de un vigor técnico, que no solo la actitud, pero también el esfuerzo de la actitud; a causa de cierta emoción inquietante que nos producen y que es muy otra que la emoción puramente estética; a causa de un simbolismo no preparado con personajes y asuntos convencionales,
sino con la composición eficaz y experta; a causa de cierta exaltación de gestos, que viene a ser una caricatura hacia lo trágico -no hacia lo ridículo-, como el alto coturno de los actores antiguos que acrece la talla y con ello da majestad. Allí los rostros humanos tienen la elocuencia de una amenaza, y tras sus pupilas, igual que tras las pupilas reales, hay un alma oculta que espía. Por condesar tales tendencias en sus dibujos y agua-fuertes, por haber dejado una obra de irrealidad material y porque en esa obra domina la tendencia a surgir emociones, es Julio Ruelas un subjetivo, y un subjetivo intenso. Y no que haya escapado en absoluto al morbo del convencionalismo: él, a menudo hace gesticular un esqueleto ante el asombro de otras figuras de un agua-fuerte. Pero en tales casos no da la sugestión por el detalle convencional; no sugiere pánico por el esqueleto, sino por la expresión de los rostros que lo contemplan; o, al menos, no con el esqueleto en sí: con el ademán del esqueleto. Y logra, a veces, sorprendiendo la influencia extraña de la luz sobre su natural sensible, expresar el pánico hasta por la distribución atinada de luces y sombras. Lo cual no impide que se aminore el efecto emocional del dibujo, porque nunca igualan esas escenas -en las que por fuerza ha de emplear el signo jeroglífico “esqueleto” para representar la idea “muerte”-, a las otras en que los hombres desnudos se derrumban sobre campos de espinas, con testas desgreñadas, con angustia en los ojos, con un estremecimiento que, cuajado en las carnes y como latente, se adivina; o a las otras en que el martirio de la obsesión, de la idea fija y enloquecedora, y la tortura de la conciencia que a sabiendas se abruma con pecados mortales, con tanta sabiduría perversa fueron revelados por Julio Ruelas. Quien advierta el tratamiento sencillo que Julio Ruelas da a los contornos, harto admirado se quedará de la intención de sus dibujos. Él, según el justo sentir de un crítico joven, no desequilibra proporciones, no alarga figuras. Tampoco desvanece el cuerpo en la obscuridad absoluta, para que el rostro, blanco e impávido, brille como un astro enorme. Y hasta cuando imagina monstruos, su sentido de las dimensiones, que parece molde de creador, lo guía seguro y los monstruos resultan, aunque absurdos por el hibridismo, mágicamente perfectos en la proporción.
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/// Julio Ruelas. La escalera del dragón. Aguafuerte. 1906. Colección Andrés Blaisten.
Las cosas que la naturaleza crea sola, son nuestro modelo de proporción, y apenas la obra humana, modificando o bien imitando, desfigura las líneas, como en la escultura, como en la arquitectura; y en fuerza de desfigurarlas, el hombre va creando nuevos patrones, hasta que critica a la naturaleza y señala defectos al paisaje agreste. “La naturaleza humana, tal como su creador la hizo y la conserva, en tanto que se siguen sus leyes, es completamente armoniosa”, dice Ruskin. Y bien: el arte, para ser subjetivo, no necesita romper con las proporciones naturales. Toda figura tiene intención para un ojo educado, sea ser o sea cosa; y toda figura natural, por el hecho mismo de serla, es un conjunto proporcionado y no carente de intención por cierto. Las cabezas de los antiguos mármoles, que son modelo de proporción, tienen expresiones clarísimas: sugieren tristeza o deleite, tortura violenta o placidez del ánima quieto -por mucho que los catedráticos de nuestras aulas no nos lo enseñen así-. Y Julio Ruelas comprendió que la virtud subjetiva de sus aguas-fuertes no requería contornos desproporcionados, y así, para lograrla, bastole su composición, que es su ejecutoria más grande de noble artista. La obsesión, la muerte, el martirio, la lujuria dolorosa: todos los temores del pecado que han ido paulatinamente emponzoñando el espíritu del cristianismo plácido antes; todas las exaltaciones del pensamiento contemporáneo, a través de las cuales caminamos a una era de nuevo delirio, asfixiados ya por varios siglos de razón; y por sobre todo ello, y asombrándolo de pavorosa manera, las dos alas negras del terror, que acoge maternalmente y amamanta -como el diablo en La Tentación de San Antonio, de Flaubert-, a los siete pecados capitales; el misticismo sensual, el placer en el dolor, el miedo a la muerte, y la fantasía de los cuentos de íncubos y
nes de artista. ¡Y a todas las influye el terror! Y aunque Satán no está presente en las escenas de los cuadros, de lejos obra su química infernal; y las escenas están “poseídas”, y hay pánico en
súcubos malignos, y el ambiente de las leyendas grotescas y de las satánicas, fundidos como otros tantos licores mágicos, cantan lúgubremente en el espíritu de Ruelas e informan sus inspiracio-
/// Julio Ruelas. La princesa cautiva (El suplicio de la reina Mora). Aguafuerte. Colección Andrés Blaisten.
las miradas, y hasta las piedras cobran aspecto inteligente, y los troncos, al modo de los pechos, respiran; y mientras aúllan los canes, enflaquecidos de pavor, derrama la luna su influjo enigmático, se dibujan por el cielo horóscopos saturnianos, y la propia cruz, también como al Santo de la Tebaida, nos aparece proyectando, repentinamente, sobre el suelo, la sombra de dos cuernos enormes! Julio Ruelas es un torturado. Es satánico, como Baudelaire, y es, como él, aunque de menor intensidad, cristiano negativo. Es lascivo, porque la lascivia es pecado, que si no, sería un amante. No sabe, como el amante, del goce de la fecundidad: su amor es doloroso y estéril: sus sátiros y sus faunos nada tienen de la fuerza primitiva, son meros recursos de ornamentación. Lo que menos hay en Ruelas, es espíritu clásico y temperamento de amante. Julio Ruelas es un torturado y pudo haber dicho, al igual de la Ellida ibseniana -la Dama del Mar-, “horrible es lo que juntamente espanta y atrae”.
Este artículo fue publicado originalmente en septiembre de 1908, en el número especial de la Revista Moderna de México [Ciudad de México. Dir. Jesús Valenzuela. Consultor artístico: Jesús Urueta, pp. 12-15] para conmemorar el primer aniversario luctuoso de Julio Ruelas. Actualmente la revista se encuentra en el repositorio de la Biblioteca de México / Secretaría de Cultura]. Julio Ruelas nació en Zacatecas el 21 de junio de 1870 y falleció en París el 16 de septiembre de 1907. El 2020 fue nombrado, por el Congreso del Estado de Zacatecas, como “Año de Julio Ruelas” por el 150 aniversario de su nacimiento.
Aniversario Luctuoso de Julio Ruelas
/// Julio Ruelas. Implacable. Ilustración para un poema de Amado Nervo. 1901.
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LA GUALDRA NO. 447
Los programas de fiesta en Tultepec La función del oficio gráfico, su transformación en la era tecnológica y su importancia simbólico-social
Tradiciones
[Tercera y última parte] t
Por Ángel Solano*
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a mesa directiva de San Rafael, el barrio que sufrió en la mañana de 1998 A lo largo de esta investigación se lograron recolectar aproximadamente 20 programas de fiesta, todos generados en el período de los años 2011 a la fecha. Sin embargo, es de suma importancia analizar el dato relacionado sobre el mayor número de programas obtenidos, los cuales pertenecen a las festividades del Barrio de San Rafael, mismo que en 1998 se convirtió en noticia internacional por la explosión de material pirotécnico que terminó con dos manzanas de su composición territorial. En este punto es necesario estudiar dicho suceso y su impacto en las festividades realizadas posteriormente a la tragedia. Al ser el único barrio en donde se logró recolectar la mayoría de los ejemplares relacionados con sus actividades festivas, hace pensar que su historia es un elemento de gran importancia para la permanencia de la devoción al santo que le da nombre. La mesa directiva que se encarga de los festejos a San Rafael es en realidad una familia (Romero Solano, relacionada con actividades pirotécnicas) que habita frente a la capilla donde se localiza la imagen venerada. Luz María Solano Cortés cuenta que hace más de 9 años se dedican a mantener viva la actividad festiva ya que es una responsabilidad inculcada por sus padres y “es la mejor herencia para sus hijos”, quienes también participan de dicha organización. José Luis Romero, por otro lado, narra los sucesos milagrosos que la imagen del santo ha realizado en la población y en su propia vida. Él conserva un trozo de piedra de una casa contigua que cayó en su patio aquella mañana del año 98 cuando sus vecinos murieron y otros sufrieron la pérdida total de sus viviendas. Afirma que es un milagro que la capilla y su casa no sufrieran daños ya que se localizan a espaldas del lugar donde se inició el siniestro y, sin embargo, dos cuadras sí se colapsaron por la explosión. Fue la mañana del martes 13 de octubre, a las 9:25, cuando una explosión terminó con dos cuadras del barrio; por la tarde de ese día el panorama era aterrador los sobrevivientes continuaban sacando las pocas pertenencias que les quedaban
de entre los escombros; el transporte se colapsó y los medios de comunicación más importantes daban cuenta al mundo de los desastres ocurridos en uno de los barrios más grandes de Tultepec. El aire olía a pólvora, aunque muchos vecinos y pobladores sostienen, hasta la fecha, que en realidad fue una pipa de gas la que ocasionó la tragedia, misma que nunca se encontró en los escombros de aquellas calles. Varios de los barrios colindantes sufrieron daños por el incidente, había piedras y concreto a distancias exageradas, que llegaron volando por el impacto. Los primeros datos que arrojó la prensa contabilizaban “al menos diez muertos, 51 lesionados y 15 desaparecidos, el derrumbe de 30 casas y daños en otras 150”.1 Ahora, a más de 20 años del acontecimiento, el recuerdo de aquellas muertes está marcado por el aspecto de las casas que rodean la capilla de San Rafael. Estas edificaciones fueron diseñadas y construidas con las mismas características, pintadas con los mismos colores, debido a las decisiones que la empresa constructora, encargada de aquella labor, tomó. Los carteles como síntesis local Es evidente la intrínseca conexión que existe entre los sucesos histórico-
emotivos y los programas de fiesta en el municipio de Tultepec. Son notorios los elementos conectivos que logran construir, desde lo cotidiano, eventos rituales que se han analizado a lo largo de este texto, así como sistemas que se gestan alrededor de ellos y que van desde lo económico hasta lo político-social. También, en los programas, se hace evidente la permanencia de lo místico en el cotidiano del mexicano al ser una síntesis descriptiva de las devociones; son una materialización de los testimonios de fe que se intercambian por ofrendas y colaboraciones materiales para el festejo del santo patrón a quien se rinde culto, año con año. Dentro de otras lecturas que se pueden hacer con respecto a los carteles y que impactan en el ámbito cultural de Tultepec, se encuentra la correspondencia que su diseño mantiene con la vida cotidiana. Como lo mencioné al inicio de este artículo, el impresor del pueblo sustenta una importancia colectiva como generador de documentos visuales. El porcentaje completo de los programas consultados para esta investigación proviene del mismo taller. Por lo que se puede deducir que la comunidad adoptó el diseño del señor Rodolfo Torices Ramírez como estructura oficial de los carteles de fiesta, como elemento
identitario y por ello se han mantenido, sin variaciones considerables, por más de una década. Finalmente es necesario mencionar, por un lado, la conexión que mantienen los programas de fiesta y las estadísticas poblacionales. A lo largo de varios años han surgido nuevos barrios y gremios, los cuales se suman a la estructura festiva que se sintetiza en el diseño casi barroco de los letreros y lo adoptan como parte indispensable de su existencia colectiva. También es preciso subrayar la permanencia de dicha actividad, relacionada con formas técnico-manuales que fungen como mecanismos de comunicación alejados de los nuevos paradigmas globales que, en ese sentido, se han implementado gracias a las redes sociales. Por lo tanto, los programas de fiesta son un testimonio visual de la cosmovisión de una localidad, de su resistencia popular y su lenta transformación ante la debacle que, en muchos casos, significa la no identidad otorgada por una vida global. * Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2018).
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Véase el texto “Todo Tultepec se cimbró”, en La Jornada, México, 14 de octubre de 1998.
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I’m thinking of ending things, de Charlie Kaufman
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n medio de una tormenta de nieve, una joven (Jessie Buckley) viaja en carretera junto a su nuevo novio Jake (Jesse Plemons) para conocer a sus suegros en la granja de la familia. Durante todo el trayecto, ella tiene el profundo deseo de terminar la relación, una idea que invade todos sus pensamientos. A lo largo del viaje, Jake se muestra sumamente insistente en mantener una conversación con su novia, casi como si pudiera adivinar sus pensamientos y ya estuviera enterado de su decisión de darle fin al noviazgo. Una vez que llegan a su destino, la chica percibe un ambiente cada vez más perturbador en el lugar, y que se amplifica en el extraño comportamiento de los padres de Jake (Toni Collette y David Thewlis). Al avanzar la velada, la joven protagonista empezará a notar pequeños detalles a su alrededor, que la harán cuestionarse su percepción del tiempo y de la realidad misma. Al pasar de los años, Charlie Kaufman se ha vuelto uno de los
guionistas más reconocidos de la actualidad. Hablando en concreto de su trabajo también como director, se pueden encontrar algunos puntos en común dentro de su breve pero destacada filmografía, y que siempre giran dentro de las mismas temáticas: la naturaleza frágil de la existencia, el sentido de la vida y la necesidad de conectar con otras personas. Es así como en Synecdoche, New York (2008) -ópera prima de Kaufman- vemos a un dramaturgo que, en la búsqueda de darle un sentido a su vida, crea una enorme réplica teatral de la misma, solo para terminar perdiéndola en dicho proceso. En el plano de la animación, con Anomalisa (2015), conocemos la historia de un orador motivacional cuyo trabajo es buscar lo distintivo de cada ser humano, labor que le resulta imposible, ya que, de manera literal, ve a la misma persona en todos los que lo rodean. En I’m thinking of ending things (2020) -adaptación de la novela homónima de Ian Reid- se encuentran todos los elementos característicos del cine de Kaufman, y que, de manera específica, se focalizan en el patetismo de la
soledad humana y las falsas expectativas dentro de una relación amorosa. El realizador subvierte las reglas del cine de horror, al mismo tiempo que evita todas las convenciones narrativas para terminar
creando una experiencia fílmica sumamente desconcertante y repleta de significado. Fiel al estilo performativo del cineasta, los personajes de la cinta dejan de ser simples individuos y se vuelven conceptos sobre la idealización
Seyer Por Edgar Khonde
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e quedé observando la lluvia y descubrí el color inusual de una figura que si bien no era un arcoíris, no podría describir de otra forma la ilusión. Era una ilusión porque nadie más la veía. La imagen era una forma geométrica cuadrangular, pero no exactamente simétrica. Contenía tonalidades negras y grisáceas como si fuese alguna parte escapada de la noche. Estaba congelada en medio del cielo. La lluvia caía tranquila; parecía que moriría al cabo de 15 o 20 minutos. Escuché la voz de Sarah a mi lado. Me contaba sobre un sueño soñado por ella que consistía en una mesa de aromas y sabores. Soñé una mesa de platillos, de comida, podía saborearlos, pensé que eran reales, me dijo. Pensé en el cuadro de negros que habitaba un espacio de tiempo; no me atreví a decirle lo que veía; en cambio pregunté por algún guiso en especial que recodara. Se llevó la mano a la boca, el gesto apoyaba su memoria. Describía los platillos, los ingredientes, las cocciones,
/// Theerese soñando, de Balthus. 1938. Metropolitan de Nueva York.
pero nada me resultaba familiar; era como si en su sueño estuviera creando otra forma de entender la gastronomía y de aplicarla. Era
como si estuviera hablando de un lenguaje distinto del humano. En su sueño, la persona que había preparado los platillos, que podría
ser ella misma, entendía la química y la física como si habitara una realidad alterna y regida bajo otras leyes. Sin embargo, mientras me explicaba yo podía entender los sabores y reconstruirlos. No sé cómo, pero me atreví a pensar que yo era un simulacro, que no era precisamente yo. Yo era el cuadro de negros que moraba en la memoria de Sarah, y la proyección de mi imagen estaba a su lado. Estaba en su sueño, invocado como los que invocan invocan fantasmas. La interrumpí y le pedí que no dejara de soñarme, que se quedara un poco más, dormida. Quería entender si existía un mecanismo para fugarme y permanecer en la realidad. Me di cuenta de que yo no existía más que en sus sueños. ¿Podría materializarme y convertirme en carne y hueso? Sarah no me creyó cuando le expliqué lo que ocurría. Cuando despertara no me recordaría y eso evitaba que yo fuera un ser sustantivo. Sonó el despertador. Los platillos dejaron de existir y yo me desmaterialicé hasta ni siquiera ser humo ni átomos. En algún lugar del universo una especie de pulsar siguió encendido esperando la noche para volver a hacerse cuerpo, voz, habla. Ella abrió los ojos, recordaba una cocina, una mesa, algún sabor, un color. Yo seguía ausente, incapaz de tocar a su puerta y abrazarla.
Río de palabras
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del amor, al mismo tiempo que encarnan el modo en el que los vínculos familiares influyen a lo largo de las relaciones afectivas de una vida. A la par, Kaufman muestra cómo una persona puede moldear su carácter de acuerdo con los productos culturales que consume. Esto lo representa en las innumerables referencias que son mencionadas en las extensas conversaciones de la pareja protagonista, que van desde la crítica a una película de John Cassavetes hasta a un ensayo de David Foster Wallace, así como en elaborados números musicales y secuencias de animación. Es así como I’m thinking of ending things resulta ser un inquietante relato que no sigue los parámetros lineales, sino que integra lo que ya pasó, lo que está pasando y lo que pasará. Es una alegoría al incesante deseo de esperanza, otro concepto creado por los seres humanos ante la inevitabilidad del tiempo. También se trata un fascinante viaje hacia la mente de una persona y de sus pensamientos más profundos, que acaban por darle forma a eso que percibimos como realidad.
Cine
Por Adolfo Nuñez J. t
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LA GUALDRA NO. 447 /// 14 DE SEPTIEMBRE DE 2020
Desayuno en Tiffany’s, mon ku
Río de palabras
Cine
Homenaje a Roberto Fiesco: Estatuas y Trémulo, cortometrajes de sensibilidades y marginados t Por
Carlos Belmonte Grey
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urante la semana del 2 al 9 de septiembre, el Canal 22 organizó un ciclo de cortometrajes de la Competencia del programa Shorts México Festival Internacional de Cortometrajes de México, que celebró su décima quinta edición. Esta edición tuvo la nota especial por el homenaje al siempre buen colega, director, productor, profesor y comunicólogo Roberto Fiesco. Ocho cortometrajes fueron proyectados en la retrospectiva de Fiesco que van desde sus primeros trabajos realizados en el CUEC hasta los más recientes; estos fueron: Photomaton (2018), en el que dos amigos, compañeros de trabajo en una construcción, entran a una cabina de fotografías instantáneas donde aprovechan un momento libre para retratar un instante extraordinario; Estatuas (2013); Club Amazonas (2016) que retrata a la comunidad LGBTTTI en Centroamérica; Paloma (2008), Román ha decidido marcharse de su pueblo natal, pero antes debe despedirse de Paloma; David (2005) que relata la historia de un estudiante mudo y su historia; Fisuras (2016) que muestra el conflicto de dos madres que esperan el regreso de sus hijos envueltos en un conflicto social; Trémulo (2014); y el estreno mundial de Wheels (2020), en donde el joven Yijie vende fruta en un modesto carromato con el que recorre un pequeño pueblo de China, donde se vuelve testigo de un robo que desata una historia de encuentros. Hablaremos ahora de dos cortometrajes que nos parecen especialmente importantes en el contexto actual, Trémulo y Estatuas.
Estatuas, los marginados sin porno-miseria Estatuas es pues el relato de una madre y su hijo que viven muy a las afueras de la Ciudad de México. El niño ha sido seleccionado para decir un breve poema durante la inauguración de una estatua de Emiliano Zapata y en cuyo acto estará presente el gobernador del Estado. Los vecinos del barrio se enteran y van entregando una serie de cartas con peticiones que se unen a la primera escrita por la madre, solicitando trabajo para el marido emigrado. Durante los 16 minutos de duración, Fiesco acompaña en un viaje a la madre, desde la peluquería del barrio en la mañana hasta la sede del evento. Conforme avanza escucha las peticiones de los vecinos, que piden desde instalación de servicios públicos hasta personales. La tensión aumenta por el tiempo en llegar al lugar, caminar en tacones y el niño ya disfrazado de Zapata, la carga de las cartas, flores y otros regalos al gobernador, el camino terregoso y mal oliente del río abierto primero y luego el calor del asfalto, el enredo de tomar los peseros y metros, correr entre los coches y
brincar camellones para llegar a una desolada estatua con sillas vacías y pancartas arrumbadas. La ceremonia no se realizó porque el gobernador nunca llegó, pero, el hijo, tendrá la humildad de recitar su poema. Un cortometraje sobre los marginados sin la violencia visual y narrativa de la llamada porno-miseria. Trémulo, el amor a la vista de todos En una peluquería del Distrito Federal un joven aprendiz se ocupa
Andar t Por
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Pilar Alba
a mente se me secó de ideas. A través de mis oídos metí las manos para exprimir el cerebro al cual se le cayó la última neurona que escurridiza se deslizó hasta mi garganta. Ahí provocó un picor en mi laringe el cual me produjo una tos seca, seca y persistente, hasta que logré expulsarla convertida en una idea. A pesar del atur-
dimiento, acaté a tomarla con cuidado, le limpié la tierra que se le había adherido y la puse con cuidado en un vaso con agua. Ahí estuvo por un tiempo hasta que no sé por qué extraño milagro comenzó a sacar raíces. Mi instinto más que mi pensamiento, cada vez más escaso, me llevó a colocarla en una maceta; ahí comenzó a florecer. Conforme lo hacía, mi cerebro parecía que se recuperaba: comencé a recordar, a hacer cuentas, a repasar las letras y conseguir
de limpiar el lugar donde parece que a veces duerme, ahí mismo, y con las propinas puede estudiar la prepa abierta. Es el día anterior al desfile militar aparentemente del 16 de septiembre, uno de los clientes y él cruzan miradas. Cierran la peluquería, el cliente -un militar que está por desfilar- regresa para invitarle de cenar. Pasarán la noche juntos, jugarán y bailarán, pero nada sexual pasará. El militar se irá y volverá para besarlo, por fin. Encerrados en lo que se suele llamar un huis-clos dentro de la peluquería, Fiesco nos cuenta una noche de flirteo entre dos chicos y lo hace con la conciencia de dejar las ventanas de la peluquería siempre abiertas, para decirnos a nosotros los espectadores que el amor no necesita de la privacidad de la oscuridad o de cuatro paredes para mostrarse. El baile, con los jóvenes ya sin camisa tras jugar a mojarse, facilita el accionar de nuestras emociones y nos deja sentir la sensualidad de dos cuerpos que se están deseando, y siempre a la vista de todos. Seguramente estos cortometrajes pronto estarán abiertos al público en diferentes plataformas. Un disfrute.
construir palabras. Mi idea estaba floreciendo, cada vez más frondosa y bella. En mi cabeza también algo florecía. Llegó el verano y comenzó a dar frutos. Escribí más de tres oraciones, un párrafo completo y hasta un cuento de esos que llaman cortos. Por las tardes sacaba mi planta esperando que al caer la noche se regara con una lluvia de ideas que propiciara que ella y yo siguiéramos floreciendo. El problema vino una de esas tardes veraniegas que a la espera de la lluvia dejé a mi planta neurona. Mientras yo escribía un cuento, que bien podría haber sido este, en vez de lluvia cayó una tromba. Mi planta murió ahogada y yo me volví a quedar sin ideas.