5 minute read
Un secreto a mis pies
6 Por Anastasia Piñeiro
Aguilera*
Advertisement
Hoy encontré un cadáver, era pequeño y asombrosamente bello. Se le veía abatido y las hormigas comenzaban a comer sus ojos sin piedad alguna. Yo me encontraba triste ese día y cuando mi mirada se posó en su cadáver también algo murió dentro de mí. Lo levanté con mucho cuidado, no quería lastimarlo, tenía que cuidar de él después de su muerte, así que lo pegué a mi pecho intentando compartirle un poco de la vida que yo aún tenía, pero que a él le habían arrebatado. Intenté cerrar sus ojos en vano. Lo acaricié, pasé mi dedo con cuidado por sus azuladas plumas y comencé a cantarle mientras lo arrullaba. ¿Cómo era posible que en un lugar tan concurrido nadie se hubiera dignado a recogerlo? Me di cuenta de que el mundo se encontraba verdaderamente podrido si las personas eran capaces de seguir su vida sin inmutarse al encontrar un cadáver a sus pies. Un ser vivo, ahora muerto, que a nadie le había importado. Lo cubrí del viento tormentoso y caminé con él en brazos a través de un sendero boscoso cuidando de no tropezar.
El suelo se encontraba completamente seco, incluso diría que muerto, y cuando
González
toriador Benito Bermejo reveló a la opinión pública española y mundial, en presencia del presidente Rodríguez Zapatero, que Enric Marco, un nonagenario barcelonés, en ese entonces presidente de la asociación española de supervivientes republicanos deportados por el Tercer Reich -cargo en el que duró tres años- era un farsante. Se había hecho pasar por un sobreviviente de los campos de exterminio nazis, había pronunciado centenares de conferencias, concedido decenas de entrevistas y recibido importantes distinciones.
El escándalo conmovió profundamente a la sociedad española. Habían sido nueve mil los españoles que fueron enviados a los campos de exterminio. Lo más grave es que todo lo que narraba en sus disertaciones era falso, edulcorado, encarna la industria de la falsificación de la historia, narraba lo que sus interlocutores querían escuchar.
Esto convirtió a Marco en un ser detestable, despreciable y ruin. Javier Cercas cotraté de cavar una pequeña tumba en el suelo, me di cuenta de lo duro que era, todo se encontraba congelado, incluso el corazón de los hombres.
Posé al pequeño a mi lado, envuelto en mi chamarra y con lágrimas en los ojos comencé a cavar un hoyo debajo de un árbol de melancólicas ramas. Mis manos, tan débiles, como yo misma, terminaron completamente congeladas y llenas de rasguños de los que emanaban diminutas gotas de sangre.
Sacudí la tierra de mis manos y me dediqué a preparar mi secreto, limpié su plumaje, cerré su pico, lo acomodé de la mienza a rastrear al personaje y a indagar sobre la vida de quien había mentido sobre el crimen más monstruoso de la humanidad, maestro de la simulación, del engaño, quien había nacido en un manicomio y mejor manera posible y busqué flores bellas con las cuales poder adornarlo. Solo encontré una minúscula florecilla naranjada que coloqué en su pecho sin vida.
“Perdón por haberte encontrado tan tarde, supongo que no pudiste morir amado, pero ahora eres amado en muerte. También lamento que hayas tenido que morir aquí, donde los humanos ya no son nada más que seres arrogantes y egoístas en busca de dinero. Sabes que me gustaría poder quedarme a calentar tus restos, pero los dos sabemos que eso de nada servirá. Y sé que a cualquiera le
Todos somos impostores [El impostor, de Javier Cercas]
6 Por Miguel Ángel de Ávila
Todo empezó cuando en 2005 el his-
parecería falso, en este mundo donde el tuvo que reinventar toda su vida.
Se inventa un pasado de cautivo de un campamento nazi, activo combatiente en la Guerra Civil, resistente exiliado, militante antifranquista. En realidad estuvo siempre donde estaban todos, con la inmensa mayoría, evitando comprometerse, buscando la vida huyendo del pasado. Cambia de ciudad y de mujer y consigue realizar su sueño. Javier Cercas entra en contacto con Marco y le hace saber que está interesado en platicar con él, no para reivindicarlo sino para entenderlo. Entonces pasan juntos mucho tiempo. Cercas quiere entender por qué hizo lo que hizo. Diferenciar la verdad de la mentira; en realidad existe una secreta avergonzada admiración por él.
La usurpación no la hizo Marco por dinero, sino por una necesidad de que lo aceptaran, lo reconocieran y lo aceptaran. Somos incapaces de aceptar lo que somos. Todo lo maquillamos. Somos novelistas de nosotros mismos.
El autor hace un símil afortunado entre don Quijote y el autor. A los 50 años Alonso Quijano, fastidiado de ser él mismo, se convierte en don Quijote. Del mismo modo amor ya no significa nada, pero en verdad te quiero”. Lloré un poco más antes de cubrirlo de tierra y partir.
Para mi suerte, después de unos pocos respiros, pude acompañar al pequeño cadáver. Salí de ese lóbrego lugar al cual jamás había logrado pertenecer. La malicia de la humanidad no había querido que yo siguiera respirando, y así fue. Ese día se cavó más de una tumba.
* Texto incluido en el libro Y son nombres de mujeres. Antología de escritoras zacatecanas III, Secretaría de las Mujeres, Gobierno del Estado de Zacatecas, Zacatecas, México, 2020.
Marco sale de su vida rutinaria. No es un loco, es un hombre normal, es un actor que cree en su personaje que está representando y se apodera de él. ¿Que puede llevar a un persona a este extremo? Esto es lo que indaga Cercas en su novela. La construcción de la biografía del personaje implicó la construcción de la historia de la democracia en España. Su propia vida es más interesante. La que se inventa es muy anodina. Marco tiene una infancia terrible, nace en un manicomio, pasa 50 años encerrado en un cuchitril y decide terminar con esto. Cercas sostiene que Marco es un ejemplo monstruoso de lo que somos todos, pero llevado al extremo. Con la suplantación no obtuvo beneficios económicos pero obtuvo reconocimiento y aceptación: le gustaba estar en los reflectores.
Lo que Marco contaba era una versión suavizada y melodramática del acontecimiento. Las verdaderas víctimas no hablan. La novela bucea en lo más profundo de la condición humana, en las zonas más dolorosas de nuestro pasado, en las últimas fronteras de nuestra humanidad, nuestra infinita capacidad de autoengaño, nuestro conformismo, nuestras mentiras, en nuestra sed de afecto.
* * * Javier Cercas, El impostor, Literatura Random House, primera reimpresión febrero de 2015, México.