La Gualdra 464

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 464 /// 2 DE FEBRERO DE 2021 /// AÑO 10

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Familia López Velarde Berumen. En la fotografía, al centro, sentados: José Guadalupe López Velarde y María Trinidad Berumen de López Velarde con Guillermo en su regazo. De pie, de izquierda a derecha: Ramón y Jesús. Sentados, de izquierda a derecha también: Pascual, Trinidad y Guadalupe. Fuente: Elisa García Barragán y Luis Mario Schneider, Ramón López Velarde. Álbum, México, UNAM, 1988, p. 17.

“En un artículo, publicado en ese 1921, Vasconcelos anotaba algo sobre la personalidad, que después resaltaría Xavier Villaurrutia acerca de la obra, que la característica principal de López Velarde era el misterio. [...] López Velarde lo dijo: ‘El mundo es mágico’, y es nuestro único poeta que puede leerse a diario y se renueva en cada lectura. El milagro de la poesía y la prosa de López Velarde es que un siglo después están igual de vivas o más que cuando se publicaron”. Marco Antonio Campos.


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LA GUALDRA NO. 464 /// 2 DE FEBRERO DE 2021 /// AÑO 10

La Gualdra No. 464

Editorial El poco -si no es que nulo- interés por la cultura y las artes que manifiestan nuestros políticos es de todos conocido, pero en plena época electoral se hace más que evidente; la mayor parte del tiempo hay una ausencia generalizada de estos temas en los discursos persuasivos de quienes pretenden ocupar un cargo de elección popular. Si acaso, a mitad de las campañas, alguno de los asesores recordará que las actividades culturales deben ser consideradas en los temas a tratar, que los artistas existen y que pueden “resultar útiles” en el posicionamiento del personaje que promete emprender acciones “valiosísimas” una vez que esté en el cargo. Entonces es cuando empiezan a buscar reunirse con los creadores y protagonistas de la escena de la cultura y las artes para escuchar sus demandas; luego, vienen las promesas, y, como prometer no empobrece, llegan a plantear escenarios casi utópicos en los que -ahora sí- “los artistas tendrán el reconocimiento y el trato que merecen”. Después viene la segunda parte, ubican a personajes con cierta trayectoria cuya credibilidad pueda acercarlos a los votantes y les piden que se manifiesten a favor; algunos son convencidos y es entonces cuando, de buena voluntad -en la mayoría de las ocasiones- aparecen diciendo “Conozco al candidato...”, y párele de contar, porque a partir de ahí se “cumple” con la cuota de incluir a este sector en la campaña. Después, y la historia así lo comprueba, los candidatos ganan y la cultura y las artes volverán a ser consideradas como “instrumentos accesorios”, pero no temas clave, ni mucho menos indispensables, para el progreso de la comunidad. También está el caso de los partidos que nombran como candidatos a artistas cuyo quehacer los ha convertido en personajes mediáticos; generalmente son aquellos que tienen miles de seguidores en las redes, de preferencia polémicos -sobre todo por asuntos de su vida personal y no necesariamente por su trayectoria profesional- y con presencia en el mundo del espectáculo, pero que poco conocen de las necesidades del sector. Así ha sido también desde hace años, de ahí que hayamos tenido, por ejemplo, a diputados y senadores como Carmen Salinas e Irma Serrano cumpliendo -de paso- con una cuota de género y ganando al mes durante el periodo de su gestión mucho

más de lo que podrán ganar compañías completas de teatro en una temporada. Lo terrible es que su paso por el congreso ha sido también mediático, sin ninguna repercusión a favor del sector cultural que aparentemente representaron. Hoy, candidaturas como la de Paquita la del Barrio o Marco Flores son un ejemplo de esas estrategias electorales tan inadmisibles como incomprensibles: si llegan a ganar, tendremos como representantes a estos dos personajes tristemente célebres por canciones como “Rata de dos patas” y “A mí me vale el coronavirus”, que los han hecho famosos en los últimos tiempos. No se me malentienda, no se trata de que por cantar esas canciones no sean aptos para legislar, se trata del perfil, de los conocimientos, de la capacidad que deben tener quienes nos gobiernan; perdón, pero dudo mucho que candidatos como ellos los tengan... no bastan las buenas intenciones. Como diría José Minero Roque: “Nuestro pueblo no tiene la culpa ni de su miseria ni de su ignorancia”; es cierto, lo dijo este gobernador zacatecano que en el periodo de 1950 a 1956 hizo hasta lo imposible porque en Zacatecas se implementaran políticas públicas que beneficiaran realmente a los artistas, artesanos y académicos para que sus actividades contribuyeran no solo a la difusión de la cultura y las artes, sino a la consecución del progreso del pueblo mediante “el cultivo del espíritu”. Minero Roque emprendió tantas acciones a favor de este sector durante su gestión, que generó en su tiempo la animadversión de quienes consideraban al progreso solo como “bienestar económico” y para quienes invertir en la cultura y las artes representaba tirar el dinero. Un día como hoy, 2 de febrero, pero de 1907, nació en Nochistlán, Zacatecas, José Minero Roque; y como nunca, en estas épocas de pandemia lo he recordado cuando decía que “El cultivo del espíritu es requisito de nuestro progreso integral, como individuos y como colectividad. Sin ese cultivo los hombres y los pueblos se deshumanizan y se convierten en sórdidos materialistas”. Ojalá que lo tomemos en cuenta a la hora de ejercer nuestro voto. Que disfrute su lectura.

Contenido PIT II Días de combate: 45 años después Por Mauricio Flores

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2021: Año de Ramón López Velarde Por Marco Antonio Campos

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2021: Conmemoración de los 500 años de la caída de Tenochtitlan y de los 200 años de la consumación de la Independencia Por Limonar Soto Salazar

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Un mural para Tultepec Reflexión sobre el trabajo colaborativo en el México pandémico Por Ángel Solano

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Levedad Por Humberto Mayorga Bacurau, de Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho Por Adolfo Nuñez J.

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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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PIT II Días de combate: 45 años después 6 Por Mauricio Flores* Vivir era correr buscando un lugar donde meter la vida. PIT II

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a apuesta fue siempre por la buena literatura, independientemente de sus adjetivos o etiquetas. Hacer buenas novelas. Chingonas. Sin importar que producto de su estructura, desarrollo y personajes se les considerara de una forma determinada, acotada. Menospreciadas. El reto era contar. De modo que desde 1976, año en que Grijalbo lanzara Días de combate, de Paco Ignacio Taibo II (1949), la novela policiaca en México comenzó a cultivarse de manera profusa. Ya por la recepción de obras de autores de otros países, la reedición de los clásicos del género y, lo más importante, por la multiplicación de los autores locales. “Esta es la primera gran novela policiaca mexicana. Es, también, algo más: un retrato de la Ciudad de México y una búsqueda de las relaciones y el clima que engendran a un asesino”, advirtieron sus editores. Fue además el escenario para la aparición de Héctor Belascorán Shayne, detective a la mexicana que con el tiempo, en otras novelas del autor, muere y vuelve a nacer. Un personaje literario creado a cabalidad. “No me pregunten cuándo y cómo revivió. No tengo respuestas. Su aparición por tanto en estas páginas es un acto de magia. Magia blanca, quizá, pero magia irracional o irrespetuosa hacia el oficio de hacer una serie de novelas policiacas”, escribiría el autor, dos décadas después, al presentar un nuevo título. Con una portada que reproduce un cómic de Armando Bartra, tiraje de 5 mil ejemplares, fotografía del autor de Juan Manuel Aurrecoechea, Días de combate cambió de editor diez años después al incluirse en la serie Lecturas Mexicanas de la SEP. Para 1992 tuvo una nueva entrega, con varias reimpresiones, e incluida en la serie Misterio de Promexa junto a otras de la “serie Belascoarán”: Cosa fácil y No habrá final feliz, entre las más emblemáticas. De ahí migró al sello Joaquín Mortiz y luego a Planeta, donde se le consigue ahora, 45 años después. En este 2021 tiene acumuladas traducciones y una decena de ediciones, nacionales y extranjeras, en países como España, Francia, Italia y la desaparecida Unión Soviética. De subrayarse también son sus fallidos traslados al cinematógrafo. En donde recordamos a un Sergio Goyri (acompañado de Rebeca Jones; dirección de Carlos García Agraz) nada convincente. Construcción de un estilo Dividida en 12 capítulos, la novela define

con claridad el estilo de un autor al que la crítica literaria de nuestro país denostó (primero) e ignoró (después). Incluye, como todas las obras de Taibo II, epígrafes de autores tan distantes como Flores Magón, Trotsky, London, Cortázar, Faulkner, Fuentes, Mao, Rimbaud. En la novela, dedicada a Marina, “que

querían meterle la mano a las teclas de la máquina” y para Belarmino, el Cabezón y Francis, “que iban a escribir una novela policiaca en horas de oficina”, los escenarios citadinos se superponen a lo largo de 225 páginas. Belascoarán, quien comparte oficina con Gilberto Gómez Letras (plomero),

Como buitre, como hiena La ciudad se alimenta de carroña. Como buitre, como hiena, mexicanísimo zopilote, sobre sus muertos nacionales. Y la ciudad estaba hambrienta. Fue por eso por lo que la nota roja chorreó sangre otra vez aquel jueves: un accidente entre un camión de línea y el ferrocarril de Cuernavaca con 16 muertos, y un compadre balaceado por su comadre “para que ya nunca llevara a su compadre de putas”, y una anciana acuchillada para robarle trescientos pesos a la salida del Metro y la represión de una huelga en la colonia Escandón con saldo de dos obreros heridos de bala y una vieja de una vecindad cercana intoxicada por los gases. *** Días de combate, PIT II * @mauflos

Op. Cit.

transita por San Juan de Letrán, el metro Pino Suárez, el Hospital General, la fuente de Petróleos, cafés de chinos…, siempre en búsqueda de un multiasesino que deja junto a sus víctimas unas raras notas firmadas por “Cerevro”. “La muerte reposaba sobre la ciudad como un halo —se narra en la novela—; un halo suave, incoloro, intangible. Héctor, desde la banca helada en la que estaba sentado, situando los límites, los perfiles”. Para Taibo II, la novelística policiaca inaugurada en Días de combate “permite contar esta ciudad tan bien como cualquier otro género, con la ventaja de que la violencia, la policía y la sociedad más descarnadamente vistas, se colocan en el centro del escenario. No habrá concesión del lector a tales panoramas. Al fin y al cabo, como diría el propio Belascoarán, ¿no es evidente que en México casi todo es nota roja?


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LA GUALDRA NO. 464

Literatura

2021: Año de Ramón López Velarde* 6 Por Marco Antonio

Campos

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A Dulce Muñoz

e cumplen el 19 de junio de 2021 cien años del fallecimiento del que es tal vez el mejor poeta que ha dado México. Ramón López Velarde es el único de nuestros poetas cuya poesía se reinventa en cada generación y su prestigio crece. Su muerte, acaecida la madrugada del 19 de junio de 1921, en Ciudad de México, conmocionó al medio cultural y artístico, y desde sus mismos funerales y entierro, que fueron apoteósicos, organizados por José Vasconcelos, entonces Rector de la Universidad Nacional de México, empezó a crecer la leyenda. En un artículo, publicado en ese 1921, Vasconcelos anotaba algo sobre la personalidad, que después resaltaría Xavier Villaurrutia acerca de la obra, que la característica principal de López Velarde era el misterio. Eso mismo ha hecho que su vida y su poesía sean las más estudiadas, diríamos aun, escudriñadas, entre nuestros poetas, tratando de saber qué hay detrás de la magia de sus versos y de los momentos que vivió. López Velarde lo dijo: “El mundo es mágico”, y es nuestro único poeta que puede leerse a diario y se renueva en cada lectura. El milagro de la poesía y la prosa de López Velarde es que un siglo después están igual de vivas o más que cuando se publicaron. Poetas de la generación de Los Contemporáneos, como Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Ortiz de Montellano y Jorge Cuesta (algunos de ellos lo trataron personalmente), pasando por altos poetas de promociones sucesivas, como Octavio Paz y Alí Chumacero, Bonifaz Nuño y Eduardo Lizalde, Hugo Gutiérrez Vega y José Emilio Pacheco, y desde luego de sucesivas promociones, no han dejado de escribir acerca de su poesía y su prosa y no hay casi poeta mexicano que no reconozca su cercanía con él, algo que sin duda a él mismo le hubiera encantado. No solo eso: como dice José Luis Martínez, el doble compilador de sus obras completas en el Fondo de Cultura Económica, en 1971 y 1990, su poesía es de todos. Ha sido y es el poeta más querible de México. López Velarde, sin tratar de minimizar a nadie, es tal vez el zacatecano más ilustre de la historia del estado, o al menos, el más reconocido, con Manuel Ponce, nacional e internacionalmente. ¿Es poco que el premio Nobel chileno Pablo Neruda lo admirara e hiciera en 1963 un prólogo y una selección de sus poemas, o que el extraordinario escritor argentino Jorge Luis Borges se supiera de memoria “La suave Patria” y “El retorno maléfico”, y que otro premio Nobel, Octavio Paz, escribiera tres ensayos que no dejan de citarse? Por demás, López Velarde ha sido admirablemente traducido, pese a la complejidad de la tarea, entre otras lenguas, al inglés, por Samuel Beckett; al neerlandés, por Stefaan van den Bremt; y al italiano, por Emilio Coco. En 2021 también se celebrará la escritura y la publicación de “La suave Patria”, el poema

/// Sepulcro de Ramón López Velarde en la Rotonda de las Personas Ilustres del Cementerio de México al que fue trasladado en junio de 1963. Foto de Thelmadatter. Fuente Cervantesvirtual.

cívico por excelencia en México. Han dicho algunos poetas y críticos, entre ellos quien fue su amigo, el poeta guanajuatense Rafael López, que “La suave Patria” debería ser el segundo himno nacional. No está mal la sugerencia. El himno del potosino Francisco González Bocanegra y el poema de López Velarde se complementan en su fértil contraste. Aquel es la justificación, apoyada por Dios, del uso de las armas ante la amenaza extranjera. Escrito en 1853, el Himno Nacional solo se volvería oficial hasta el Porfiriato, con la sensata omisión de los desaforados elogios a Iturbide y Santa Anna. La otra patria, la propuesta por López Velarde, nace contra la lucha fratricida, contra la ciega violencia de la Revolución, y esta patria es leve, subjetiva, colorida, y si se quiere, en algunos instantes, folklórica. No hay en esta patria “el bélico acento” sino la “épica sordina”. Es la patria de mirada mestiza que une la provincia y la

capital, el México antiguo y el México moderno, el establo y el petróleo, lo católico y lo pagano. Es la patria que en esta segunda década del siglo XXI anhela todo mexicano de bien. Por demás, “La suave Patria” no ha tenido linaje como poema. Es un poema único e irrepetible. Todo aquel que ha querido seguirlo o hacer algo parecido ha incurrido en una mala imitación. No es como una joya; es una joya. En él se halla, como dice Octavio Paz, “el mediodía de su estilo”. Otra razón para que 2021 sea el Año López Velarde. Nadie, como él, volvió la provincia tan entrañable, o más específicamente, el centronorte de México. Nadie, como él, hizo de una villa, en este caso Jerez, el pueblo emblemático de los poetas mexicanos. Gracias a la cordial y afectiva lectura de López Velarde, todos somos un poco jerezanos. Gracias a su poesía, las mujeres, en especial las zacatecanas, han vivido y

vivirán en un intenso resplandor. No dijo acaso López Velarde: “Yo sé que aquí han de sonreír cuantos me han censurado no tener otro tema que el femenino. Pero es que nada puedo entender ni sentir sino a través de la mujer. Por ella, acatando la rima de Gustavo Adolfo [Bécquer], he creído en Dios”. No es el poeta nacional en el sentido oficial, que sería como petrificarlo, pero sí lo es en un sentido vital y actual, en la medida que su lírica pertenece a todos los mexicanos y a todo lector nuestro que encuentre en ella un deleite continuo. Al declarar el Congreso de Zacatecas 2021 como el Año López Velarde es una gloria también para la XLIII Legislatura y una gloria más para el estado de Zacatecas. *Justificación para que el Congreso del Estado de Zacatecas declarara al “2021, Año Ramón López Velarde”, 22 de junio de 2020.


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2 DE FEBRERO DE 2021

6 Por Limonar Soto

Salazar*

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2021: Conmemoración de los 500 años de la caída de Tenochtitlan y de los 200 años de la consumación de la Independencia

Historia

l presente año 2021 se plantea como una oportunidad de reflexión en torno a nuestra historia por conmemorarse los 500 años de la caída de Tenochtitlán y con ella el inicio de la historia moderna de México. También se rememoran los 200 años de la consumación de Independencia, una guerra de emancipación que significó grandes sacrificios y esfuerzos, pero vehemente sostenida con el propósito de concebir una nueva nación. El 13 de agosto de 1521, después de un largo asedio español y de sus aliados con actos dignos de una epopeya, cae rendida la ciudad de Tenochtitlan, con ello quedó atrás lo que se considera como el México antiguo para dar paso a un nuevo periodo que se caracterizó por el dominio de España, condición que perduró por 300 años y donde se dio pauta al mestizaje, al intercambio cultural, la apropiación violenta de las tierras otrora en manos indígenas y la introducción de un nuevo esquema económico prácticamente de orden mundial. Pero la rendición mexica solo fue el comienzo del proceso de la conquista europea. Otros pueblos serían reticentes a entregarse, siendo la resistencia parte de su actuar frente al avance español, como sucedió con las sociedades del norte ignoto, entre ellos zacatecos, guachichiles, caxcanes, tecuexes, tepehuanes, entre otros más. En este contexto sobresale la guerra del Mixtón por ser un episodio bélico de magnitud inusitada que amenazó la presencia española y volcó en incertidumbre el proyecto colonizador europeo. Situación que cambió de manera radical con el descubrimiento de los ricos yacimientos argentíferos de Zacatecas. Los tres siglos que siguieron serían una etapa de orden colonial marcado por numerosas manifestaciones de rebelión, principalmente las efectuadas por los pueblos indígenas en los más diversos lugares del virreinato de Nueva España. No fue hasta el año de 1810 cuando en la región del Bajío mexicano comenzó la insurrección que buscaba la independencia, la cual sería una revolución que duró más de una década. El 27 de septiembre de 1821 en la Ciudad de México se dio la entrada triunfal de las fuerzas insurgentes bajo el mando de Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide. El llamado ejército Trigarante o de la Tres Garantías se conformaba por cerca de veinte mil hombres, se trataba de un enorme contingente heterogéneo conformado por antiguos independentistas y realistas, de los más diversos extractos sociales que hasta ese día podían llamarse novohispanos. Este hecho es considerado como la consumación de la Independencia de México, el fin de una guerra abierta que persistió por 11 años, en la cual España se resistió con todas sus energías a perder su joya más preciada. La lucha de Independencia que costó la vida miles de personas tuvo el rasgo de ser una guerra civil por haber nacido en territorio mexicano la mayoría de sus participantes. Pero este proceso histórico no solo fue definido por actos bélicos, también desde el ámbito ideológico se daban los argumentos que abrigaban las ideas de autonomía y defensa de lo americano, muchos de estos pensadores liberales fueron perseguidos y acusados de infidencia a la corona española. Por su parte el malestar social fomentado por crisis económicas, alza de cargas tributarias, desastres naturales como fuertes heladas y prolongadas sequías fueron alicientes del conflicto.

Ollin: Memoria en movimiento

/// Acta de Independencia del Imperio Mexicano. 28 de septiembre de 1821. Archivo General de la Nación.

/// Cortés y la Malinche. José Clemente Orozco, Mural del Colegio de San Idelfonso, CDMX.

/// Entrada triunfal del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. Autor anónimo. S. XIX, Museo Nacional de Historia.

/// La Conquista de México. Óleo sobre tela. Colección, Jay I. Kislak. Library of Congress, Estados Unidos.

La conmemoración de los 500 años de la caída de Tenochtitlan y los dos siglos de la culminación del proceso libertador iniciado en 1810 abre el escenario para abordar diversas aristas históricas. Al respecto el Centro INAH Zacatecas proyecta presentar en este notable suplemento cultural La Gualdra una serie de ensayos con temas afines a dichas conmemoraciones. Pero es importante señalar que se dará

énfasis en las particularidades de Zacatecas tanto en el proceso de la conquista efectuado en el siglo XVI, así como el devenir independentista con sus hechos de armas, los caudillos regionales e intelectuales sobresalientes, así como la configuración de Zacatecas como parte de una nueva entidad nacional. Puede decirse que cada país asume o presume un origen en el que refleja parte de su iden-

/// Monumento a la Independencia. Zacatecas. Imagen Centro INAH Zacatecas, Juan Carlos Basabe.

tidad para así generar argumentos con los que explique el por qué es diferente del resto de las naciones. Para el caso de México este año 2021 sugiere ser un buen momento para ello, seguramente habrá interesantes recapitulaciones históricas y múltiples afanes para conocer más de esta etapa de la historia mexicana. * Investigador del Centro INAH Zacatecas.


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Artes Plásticas

LA GUALDRA NO. 464

/// De izquierda a derecha. Luis Jesús Solano, Anel Díaz, Albino Luna, Abraham Luna, Ángel Solano, Roque Solano, Agustín Cervantes y Axa de la Hoz.

Un mural para Tultepec Reflexión sobre el trabajo colaborativo en el México pandémico

6 Por Ángel Solano1

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n 2018 fui invitado a participar en un proyecto monumental que integraría 4 visiones sobre una comunidad: Tultepec, en el Estado de México. Idea de la cronista municipal Juana Antonieta Zúñiga y el entonces presidente Armando Cervantes Punzo. Difícil tarea, conociendo la historia del muralismo en nuestro país y sus enlaces sociales y culturales; además de las lecturas simbólico-revolucionarias que, en los años del llamado “Renacimiento mexicano”, ya se adjudicaban a las imágenes públicas y que sus autores alimentaron con textos críticos y reflexiones sobre el devenir de las manifestaciones artísticas en México. El maestro Siqueiros, por ejemplo, nos dejó notas sobre las implicaciones del arte público en la vida colectiva y sobre los entes sociales y políticos que lo rodean. Ahora, al escribir esta memoria, releo el libro Fundación del muralismo mexicano. Textos inéditos de David Alfaro Siqueiros2 como paradigma para comprender y asimilar la responsabilidad implícita que recae en el creador, en aquel que habla de una comunidad y que lo hace en un contexto mun-

dial tan complejo. También tengo, en mente, las reflexiones de la teórica Julia Kristeva, quien se pronuncia crítica ante las manifestaciones culturales afectadas por conceptos como el espectáculo, la diversión o el show. Contrapartes de la revuelta, idea que define como la acción de volver sobre el sentido, mirarnos nuevamente y cuestionarnos.3 Me pregunto si los artistas seguimos proponiendo nuevas posibilidades para comprender la existencia o nos hemos estancado en la visión conformista que nos regala una colectividad enajenada y complaciente. 2020, un año de pérdidas irreparables y aprendizajes profundos para todos, nos mostró la debilidad y vulnerabilidad de los rituales en el México contemporáneo, la fragilidad de las sociedades, la invención de nuevas prácticas y la relectura del concepto de comunidad a través de la revuelta. Trabajar de forma colaborativa es, sin equivocarme, el paradigma de los nuevos tiempos. Ante la particularidad extenuada y la transformación de los sistemas y dogmas, los creadores nos planteamos el aporte real de nuestras visiones al conjunto social. ¿Qué podemos ofrecer realmente a quienes tenemos cerca?

Es notorio que el trabajo en grupo alimenta la espontaneidad, la creatividad y la responsabilidad (entendida como la capacidad de respuesta), también renueva la competencia por la cooperación. Un planteamiento derivado de teorías vinculadas con la pedagogía o la sicología, y que desde mi óptica alimenta el motor de la creación, es la percepción de la individualidad puesta al servicio de la humanidad.4 Acción que, indiscutiblemente, está ligada a la creación de elementos relacionados con el arte público. El enfoque sobre lo comunitario adquiere, ahora, un posicionamiento de epifanía. Saberte el otro deja de ser utópico. Bajo estos planteamientos y reflexiones, la actividad artística y, sobre todo, la creación de un mural colectivo conquista paradigmas reales. Lejos de las adjudicaciones románticas derivadas del México moderno, ahora, la actividad creadora, que plasma localismos, es una metáfora de la empatía por lo diferente. Como lo dijo el poeta francés Arthur Rimbaud: Je est un autre.5 Cuatro formas, un mismo caos Realizado sobre doce páneles desmontables, en técnica de acrílico sobre tela y con un formato total de 3.5 metros de alto y 24 metros de largo, el

mural colectivo, autoría de los artistas Albino Luna (1953), Agustín Cervantes (1976), Roque Solano (1966) y quien suscribe. Fue pintado con el apoyo de cuatro jóvenes creadores: Anel Díaz, Abraham Luna, Axa de la Hoz y Luis Jesús Solano y presentado públicamente el pasado 13 de enero. Con motivo del 200 aniversario de la fundación del municipio de Tultepec, población conocida por su historia trágico-festiva vinculada con la actividad pirotécnica, esta obra monumental recoge las visiones diversas y contrastantes de sus creadores. Como un ejercicio colectivo, por mostrar, representar, rescatar, documentar y cuestionar el cotidiano del pueblo de la pólvora. Después de dos años de labor, el mural se proclama como un decálogo y manifiesto de las identidades comunitarias, mismas que se recrean y multiplican a lo largo del país. Con un predominio de violetas y azules, contrastados por acentos lumínicos de amarillo, la pintura mural se eleva en fragmentadas anatomías que danzan en un espacio idealizado. Las representaciones adquieren un carácter rígido, que evoca la cartonería, gracias a los detallados perfiles que delimitan su estructura y a la volumetría generada por el uso de colores planos. De inicio se nos muestra como una totalidad astral, como si de una representación medieval del cosmos se tratase o como una acuarela o poema de William Blake. Formas que parecen constelaciones, círculos y elipses que remiten a galaxias o planetas. “La danza del universo”, ritual de creación y destrucción que da a luz la cosmovisión de un pueblo. Todo gira, se contrae y se expande nuevamente, como los ciclos


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Artes Plásticas

naturales de la vida. Al centro de la composición, tímidamente, aparece la cúpula de la iglesia del pueblo, monumento del siglo XVI y elemento característico de la intervención europea, de las evangelizaciones y fundaciones coloniales. Vestigio simbólico que da cuenta de la lectura popular-religiosa y no, de la hegemonía clerical. El mural enlaza afinidades y divergencias. Cromatismos que evocan la algarabía y los ritmos de nuestras celebraciones, de nuestras tragedias, de nuestra vida cotidiana. Incorpora simbolismos de gremios y grupos que dan vida a los rituales colectivos, músicos y artesanos adquieren el lugar privi-

legiado que les corresponde. Formas que exaltan la rigurosa anatomía de las artesanías y que se mueven en un escenario casi fantástico, entrelazado por geometrías que parecen artefactos de origami o papel de china brillante, acompañan las procesiones que convergen en el ritual del fuego, el que sana y libera. Todo surge como un caos, tal como lo son las manifestaciones festivas en México: ruido, gritos, risas, zumbidos, truenos, llanto, violencia. Casi podemos sentir el olor a cerveza y pólvora. Es una radiografía de las capas históricas y emotivas que nos componen social y culturalmente, atisbos de

nuestro pasado prehispánico y de las modificaciones que lo global ha sembrado en nuestro contexto actual. Cuatro visiones que confluyen en un mismo centro, que compiten pero también se complementan. Lecturas diversas de las posibilidades pictóricas, coquetéos con la tradición plástica que engloba rasgos de costumbrismo, expresionismo y abstracciones que permiten generar un discurso emplazado en la dicotomía: la idealización y lo visionario. 1

Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2018). 2 Texto con introducción, compila-

ción y notas del filósofo Héctor Jaimes, publicado por Siglo XXI en 2012. 3 Si el lector desea profundizar sobre estas reflexiones puede consultar el texto “El porvenir de la revuelta” publicado en español por el Fondo de Cultura Económica en 1999. 4 El lector puede indagar más sobre estos conceptos al revisar los trabajos del francés Roger Cousinet o de los teóricos Kurt Lewin y Célestin Freinet. 5 Yo es otro, como se ha traducido al español, es una frase del poeta. Incluida en una de las llamadas cartas del vidente. Véase Arthur Rimbaud, Prometo ser bueno: cartas completas, Barril & Barril, Barcelona, 2009.


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LA GUALDRA NO. 464 // 2 DE FEBRERO DE 2021

6 Por Humberto Mayorga

Río de Palabras

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ada está perdido si se tiene el valor de comenzar de nuevo. Nunca antes aquí. La habitación está helada, cuesta levantar las sábanas, el vuelo. Hay en ti un ave herida, presa del miedo. Presa en libertad. Nunca antes aquí. Desolación. Y qué si te levantas a recorrer el mundo, ¿Qué hay de afuera? Los párpados se cierran bajo la pesadez de la sombra. Sal. Te mueve el instinto, colocas los pies sobre la alfombra y diriges la mirada hacia la ventana, ¿Qué de afuera? La humanidad vuelta en odio, en hastío. Indiferencia. Ególatra mundo de afuera. Las luces artificiales cubren la ciudad, te imponen, ¿Qué hay detrás de la selva? ¿Qué hay dentro de ella? Colocas un abrigo bajo el brazo y sales a encontrar respuestas. No esquivas la humedad de las calles, ni la suciedad

Levedad de los charcos que ha dejado la lluvia, estampada por todos lados. Hubo también lluvia de pólvora, un crucifijo en las manos de la madre desconsolada, caminas con el pensamiento, de pronto, el animal callejero brinca con su banquete nocturno. Recorres todas las rinconadas. Más adelante, los sofisticados espacios y la abundancia. La guerra y sus efectos se manifiestan en dos corrientes. Desolación. Esperanza. Todo parece distante en el tiempo, frágil. Te recuerda a esos momentos del pasado. Mejor la niñez perfecta, sin duda esa infancia despreocupada, inconsciente. Los niños, que no todos, procuran el abrigo de su madre, mientras otros,

con un periódico añejo, se cobijan. Sigues el camino. Eres presa de las calles nocturnas, callejones del placer. El sexo sin amor, una pareja busca la oscuridad para entregarse al instinto animal. A lo lejos los escuchas. El jadeo termina en el orgasmo, delator grito en el silencio. Continúas a paso lento, armoniosa melodía te atrapa, volteas hacia una ventana donde las sombras se acarician, el beso anhelado, las manos dibujan obras de arte, poesía en los desnudos cuerpos. El amor. La explosión infinita imaginada terminará en la alcoba, sobre el piso o bajo el agua de la regadera, imaginas. Sigues tu camino, esos ojos se llenan de

agua. No has perdido nada ni a nadie. Nada ni nadie te ha perdido. La vida eres tú. La vida y la memoria, la vida que perdura. A lo lejos se escucha el llanto de un recién nacido. Las luces artificiales pierden su forma, mientras los primeros rayos del sol cubren tu rostro. Llegas al filo de la montaña. La pupila se expande. Divisas el mundo mientras el mundo te divisa a ti. En una contemplación recíproca, levantas la mirada. Amaneció. Nada comparable como la luz del día, como la mirada de dos enamorados cuando se encuentran, se reconocen, se conforman, nada como la sonrisa del niño que arroja la sombrilla para saltar sobre el agua. Nada comparable al regreso del soldado que llega de la guerra, al abrazo de una madre. Al tímido beso de dos adolescentes. Al caminar de la abuela para sostener la vida que le queda. Amaneció. Todo vale. Vivimos. Vivamos.

/// Marc Chagall. L’Âne musicien à Saint-Paul. Gouache sobre papel. 1975.

Bacurau, de Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho 6 Por Adolfo Nuñez J.

Cine

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acurau es una aldea ubicada en la región norte de Brasil, un sitio apacible donde nada fuera de lo ordinario sucede. Aunque el poblado debe lidiar de manera constante con la sequía del lugar, así como con el acoso de un político local -quien tiene el control del agua de la región-, sus habitantes han aprendido a vivir de una manera digna y autosuficiente. Todo cambia cuando, de manera repentina, una serie de eventos extraños comienzan a tomar lugar: el pueblo es borrado de los mapas en internet, la señal de los teléfonos desaparece, un dron en forma de platillo volador aparece en el cielo y dos extraños en motocicleta -aparentemente de paso- llegan al poblado. Ante los inminentes ataques perpetrados por violentos mercenarios, los habitan-

tes de Bacurau se ven obligados a unir fuerzas para combatir las amenazas externas y así defender sus tradiciones y su estilo de vida. Esta es la premisa de Bacurau (2019) el atípico filme escrito y dirigido por los brasileños Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho (Aquarius), cuya historia, si bien toma lugar en un futuro no muy distante, guarda una fuerte alegoría política muy acorde a los tiempos actuales. Con enorme habilidad e ingenio, ambos realizadores logran mezclar en su relato diversos géneros, tales como el western, la ciencia ficción distópica, el slasher y el thriller de suspenso, para así confeccionar una potente sátira anticolonialista, relacionada con la diferencia de clases y la represión política por medio de la violencia. Mientras que la cinta oscila con naturalidad entre todos estos géneros, los directo-

res dotan al filme de un particular humor negro. A medio camino entre el cine de John Carpenter y las películas de Mad Max, Bacurau ironiza el imperialismo estadouni-

dense en sus figuras antagónicas, caricaturizando a la imagen del mercenario cuyo único objetivo es exterminar a los habitantes “incivilizados” de un pueblo rural y poco modernizado. En contraparte, el guion de la cinta presta una especial atención a la importancia de la identidad que se encuentra en las tradiciones de un lugar, la cual desemboca en el impresionante y demencial tercer acto de la cinta, cuya violenta matanza está ligada de manera directa a las creencias ancestrales de ese mismo sitio. Es así como Bacurau resulta ser un filme que señala el valor de defender las raíces de una identidad. A su vez se vuelve una muestra de los alcances creativos que todavía puede tener el cine moderno, al fusionar diversos estilos cinematográficos de una manera relevante, original y completamente impredecible.


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