La Gualdra 466

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15 DE FEBRERO DE 2021

6 Por Mauricio Flores* Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquel? JEP

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oncebida como una pieza narrativa libre, sin importar su ubicación en determinado género literario, Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco (1939-2014), cumple cuarenta años de haber sido publicada. Se leyó primeramente en el suplemento cultural Sábado del diario Unomásuno, entonces dirigido por Fernando Benítez, y muy pronto, apenas meses después, comenzó a circular su primera edición bajo el sello ERA. A la fecha, la ¿novela corta…, el cuento largo…?, cuenta con una docena de ediciones, a la par que traducciones, entre las que destacan las “ilustradas” por el fotógrafo Nacho López (véase también la edición española en el sello Tusquets) y las que con tirajes muy grandes han lanzado instituciones culturales. Beneficio que no muchas obras de este tipo han tenido durante los últimos años en el canon de la literatura mexicana contemporánea, y un refrendo por la aprobación de la obra completa de su autor y hasta de un afecto especial hacia él de parte de sus miles y miles de lectores. Las batallas en el desierto es un libro actual.

Se lee en las secundarias y en las prepas; en los medios académicos y entre los conocedores de la literatura. La misma crítica literaria lo ha aprobado sin reservas. Dividido en doce capítulos (I El mundo antiguo. II Los desastres de la guerra. III Alí Babá y los cuarenta ladrones. IV Lugar de en medio. V Por hondo que sea el mar profundo. VI Obsesión. VII Hoy como nunca. VIII Príncipe de este mundo. IX Inglés obligatorio. X La lluvia de fuego. XI Espectros. XII Colonia Roma) contiene un epígrafe de L. P. Hartley donde se lee: The past is a foering country. They do things differently there. Relato urbano, ¿mejor retrato de la gran ciudad de mediados del siglo XX?; relato de iniciación, ¿otro que nos muestre con tal naturalidad y embeleso el amor de un jovencito por la mujer madura?, Las batallas en el desierto versa sobre los días de Carlos su amigo Jim, y la madre de este: Mariana. Carlos, un “niño héroe” que se atreve a entrar “en el más solitario de los combates”, de acuerdo al crítico Vicente Quirarte (El Colegio Nacional), y al que “cuando el psiquiatra lo interroga sobre aquello que más detesta”, responde: La crueldad con la gente y con los animales, la violencia, los gritos, la presunción, los abusos de los

hermanos mayores, la aritmética, que haya quienes no tienen para comer mientras que otros se quedan con todo; encontrar dientes de ajo en el arroz o en los guisados; que poden los árboles o los destruyan; ver que tiren el pan a la basura. Cuarenta años después la presencia de esta obra pachequiana en el imaginario colectivo es incuestionable. De ella hay también versiones cinematográficas y musicales (“Mariana, Mariana”, de Alberto Isaac y “Las batallas”, Café Tacuba). El que se haya publicado originalmente en un medio periodístico habla de la cercanía que el autor tenía con los grandes públicos y del valor que le observaba a la difusión cultural y literaria. Algo también palpable en sus miles de columnas escritas “con religiosidad” (Inventario) en el semanario Proceso y que simplemente firmaba JEP. Heredero de excelencia de la mejor tradición literaria nacional, Pacheco alcanzó una bibliografía básica de alrededor de cincuenta títulos, enlistados recientemente en El infinito naufragio, una oportunísima antología preparada por Laura Emilia Pacheco. La invitación está hecha: leer (y conmemorar sus cuatro décadas) Las batallas en el desierto, de este autor al que Emmanuel Carballo observó como “siempre discreto, sabio y un poco triste”.

Ya de una vez… Vamos a ver: ¿Por qué andas tan exaltado? ¿Ha ocurrido algo malo en tu casa? ¿Tuviste algún problema en la escuela? ¿Quieres un chocomilk, una cocacola, un poco de agua mineral? Ten confianza en mí. Dime en qué forma puedo ayudarte. No, no puede ayudarme, señora. ¿Por qué no, Carlitos? Porque lo que vengo a decirle —ya de una vez, señora, y perdóneme— es que estoy enamorado de usted. JEP, Las batallas en el desierto

Bajo el tranvía “Primavera” Bajo el tranvía “Primavera aplastábamos monedas. Quedaban planas como hostias, simples objetos de goce, caricia al tacto, aire puro. Ruedas y rieles volvían cosa de nada el dinero. JEP

* @mauflos

Op. Cit.

José Emilio Pacheco Las batallas en el desierto: cuarenta años actualidad


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