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El Agente Topo, de Maite Alberdi

6 Por Adolfo Nuñez J.

Rómulo Aitken, el encargado de una agencia de detectives privados, publica un anuncio en un periódico local, donde ofrece un empleo de tres meses a un hombre de entre 80 y 90 años. Este peculiar aviso llama la atención de distintos candidatos, y una vez que todos son entrevistados por Rómulo, el elegido es Sergio Chamy, un hombre de 83 años lleno de carisma, así como de un enorme entusiasmo por el trabajo que debe realizar. La labor de don Sergio consiste en infiltrarse dentro de un geriátrico, y al igual que un “agente topo” investigar, sin que los empleados lo noten, si se llevan a cabo maltratos hacia los residentes del lugar.

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Esta misión se debe realizar por encargo de una clienta de la agencia de Rómulo, quien sospecha que su madre, que habita dicho hogar de ancianos, está siendo maltratada. Es así que don Sergio, después de recibir un entrenamiento para su misión (que incluye aprender a tomar fotos con la cámara de su celular y enviar mensajes de voz por Whatsapp), se adentra en el geriátrico, donde después de hacer sus indagaciones, se debe reportar con Rómulo al final de cada día para informarle sobre los avances de la investigación. Al pasar el tiempo, don Sergio hará amistad con gran parte de las personas que habitan ese lugar hasta volverse una parte integral de dicha comunidad.

El Agente Topo (2020) documental dirigido por la chilena Maite Alberdi, es una producción que destaca por su original propuesta, así como por la manera en la que capta, con suma dignidad, a un grupo de personas que en la mayoría de los casos suele ser olvidado o relegado por la sociedad de la que alguna vez formó parte.

La propuesta de Alberdi consiste en hacer una mezcla de diversos géneros fílmicos, tales como el noir, el cine de detectives, la comedia de enredos y el drama humanista, todo vertidos en una estructura clásica de documental de observación. El resultado es una película ingeniosa, afectiva y muy conmovedora, cuyas escenas están montadas a partir de las conversaciones que don Sergio tiene con todos aquellos que conoce en su tarea como agente infiltrado.

Esta misión encubierta es el dispositivo que la directora utiliza para darle forma a su visión, que no es otra más que visibilizar las condiciones físicas, mentales, y sobre todo, emocionales en las que se encuentra una parte significativa de la comunidad de adultos mayores. Para don Sergio la verdad se vuelve clara, y el resultado de sus investigaciones, aunque inesperado, no puede ser más evidente: al final del día, son pocos los ancianos en ese hogar que reciben visitas de sus amigos y familiares. Algunos ya ni recuerdan porqué están ahí y hasta han olvidado a las personas que alguna vez los quisieron.

Lejos de ser un filme de denuncia social y evitando el drama fácil, El Agente Topo es una apuesta valiosa e innovadora que logra apelar a la sensibilidad del espectador. Se trata de un emotivo retrato sobre aquellas personas que han llegado al ocaso de su vida, pero que como don Sergio, desean pasar sus últimos años recolectando nuevas experiencias con sus seres queridos y viviendo de la manera más digna posible.

Decencia

6 Por Pilar Alba

Debería tener la decencia de morirse de una buena vez. Le dijo con ojos de odio, queriendo que su mirada fuera una daga que cercenara de una vez por todas esa vida que a pesar de casi consumirse se negaba a fenecer. Recibió con disgusto el legajo de análisis, las múltiples recetas médicas y la costosa cuenta de la consulta. Tomó por el brazo al anciano y lo llevó a su carro. Es que hay que ver qué descaro, estar robándose el oxígeno de los otros, si ya vivieron, ya hicieron y deshicieron deberían de irse de una buena vez y dejarnos a los demás vivir tranquilos. El anciano no escuchó, hace años que su sentido del oído se había perdido en el tiempo. Pero por su actitud parecía que entendía completamente todo. Al llegar a su casa bajó con la ayuda del hombre que se empeñaba en seguir vociferando al abrir la puerta. Mire nomás qué desorden, qué apestadera, si vienen cada semana a hacerle el aseo, nada más gasta uno el dinero sin sentido, todo sigue igual de cochino. El viejo se sintió por fin a salvo en su casa, ahí era feliz con lo que tenía a mano. Recibió las pastillas y las instrucciones de toma. El hombre salió, queriendo huir de ahí lo más pronto posible. Subió al carro, encendió el motor, pisó fuerte el acelerador y se estrelló con otro coche al doblar la esquina. El anciano, respiró aliviado, y sin saber por qué, esbozó una gran sonrisa.

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