SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 483 /// 14 DE JUNIO DE 2021 /// AÑO 11
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Retrato de Ramón López Velarde. Ca. 1915. Colección Archivo Casasola Sistema Nacional de Fototecas INAH-Fototeca Nacional.
La exposición Patria Diamantina, notas alegóricas de Ramón López Velarde reúne noventa y cinco piezas entre las que encontramos indumentaria, mobiliario, pintura, escultura, documentos, fotografías y objetos de la vida cotidiana. El Museo Regional de Historia de Aguascalientes desarrolló el proyecto curatorial de la exhibición conmemorativa al Centenario Luctuoso de Ramón López Velarde, que la Secretaría de Cultura presenta a través del INAH. Desde el día 19 de junio, podrán disfrutar de esta magna muestra que tiene como sede el Museo de Guadalupe.
[Patria Diamantina, notas alegóricas de Ramón López Velarde, por Violeta Tavizón, en páginas centrales]
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LA GUALDRA NO. 483 /// 14 DE JUNIO DE 2021 /// AÑO 11
La Gualdra No. 483
Editorial A Ernesto Lumbreras, por haber obtenido el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde este 2021 Ramón López Velarde y Julio Ruelas En Zacatecas, el mes de junio es muy especial porque registra en las páginas de su historia acontecimientos muy importantes: un 15 de junio de 1888 nació en la ciudad de Jerez de García Salinas, el poeta Ramón López Velarde, de quien hemos hablado en muchas ocasiones en este espacio editorial, y quizá con más frecuencia los últimos meses, desde que se anunció que el 2021 llevaría su nombre en Zacatecas. Un grupo de ciudadanos promovió ante el Congreso del Estado que este año fuera nombrado así para celebrar los 100 años del poema “La Suave Patria” y para conmemorar el centenario de su fallecimiento; agregaría que su ensayo “Novedad de la Patria” también fue publicado en 1921, el año de su muerte acontecida en la Ciudad de México el 19 de junio, cuando tenía apenas 33 años. Ramón López Velarde, el padre soltero de la poesía mexicana -llamado así por Hugo Gutiérrez Vega- vestía de un pulcrísimo negro las más de las veces, como lo hiciera también otro artista zacatecano, Julio Ruelas, a quien no conoció -porque cuando el poeta llegó a la Ciudad de México, en la primavera de 1912,1 Ruelas tenía casi cinco años de haber fallecido en París- y a quien sin embargo, le une no solo esta tierra colorada que vieron por primera vez en su infancia, sino ese profundo sentido de hacer poesía: uno la hacía con palabras, el otro con grafito, tintas, óleos y pigmentos. Ruelas atravesó el océano en dos ocasiones, de la última jamás regresaría; López Velarde no conoció el mar. Ambos, creadores de sueños, lectores apremiantes, amantes indubitables de los placeres de la vida: flâneur Ramón Modesto, voyageur Julio Antonio Luis. Describen, quienes lo conocieron, que Ramón solía caminar sin rumbo fijo por las calles de la ciudad y que era asiduo asistente a las carpas, esos lugares de principios del siglo XX en los que se llevaban a cabo representaciones teatrales de corte humorístico y tintes políticos; dice Marco Antonio Campos que, ahí, López Velarde y sus amigos vieron piezas como “La Llorona, Los polvos de la Madre Celestina, y Chucho el Roto”, y que “eran carpas auténticas, no simulación de teatro ni de centros de espectáculo superior. Los cómicos que ahí trabajaban eran, de tan malos, casi buenos”;2 en esa misma época, otro zacateca-
no debutaba en la Ciudad de México como actor: Roberto el Panzón Soto, quien nació entre 1888 y 1889 -si acaso al año siguiente que el bardo jerezano-, en la ciudad de Zacatecas y llegado a la Ciudad de México en 1913,3 un año después de que hiciera lo propio López Velarde. Estos dos artistas sí coincidieron en la misma época y ciudad y es muy probable que se hubieran conocido, o por lo menos coincidido en algunos de los sitios que solían frecuentar los integrantes de la comunidad artística e intelectual de la capital mexicana. Julio Ruelas, quien viviera los últimos tres años de su vida en París, también gustaba de los espectáculos teatrales y era asistente frecuente al Maxim’s y el Folies Bergère, dos de los sitios en los que se presentaría Carolina, La Bella Otero, a quien rendiría tributo perpetuando su imagen. La ilustración de La Bella Otero acompañaría el poema del mismo nombre, de José Juan Tablada, publicados ambos en La Revista Moderna en 1906. Y aquí otras coincidencias: Julio Ruelas y Ramón López Velarde tuvieron como uno de sus más cercanos amigos a José Juan Tablada, quien, además, elogió y promovió la obra de estos dos artistas zacatecanos. A propósito del mes de junio: López Velarde falleció el día 19 y Ruelas nació el 21; ambos fallecieron solteros, cuando no habían cumplido 40 años... los dos a causa de afecciones pulmonares. Hay mucho por conocer de ellos todavía. Que disfrute su lectura.
Contenido Fernández Fuentes Saavedra Toro, una pesquisa histórica por Mauricio Flores
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Patria Diamantina, notas alegóricas de Ramón López Velarde Por Violeta Tavizón
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Adobe y desembarco II Por Mariana Flores La más bonita Por Pilar Alba
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com 1 Recomiendo nuevamente la lectura de Un Acueducto Infinitesimal, Ramón López Velarde en la Ciudad de México 1912-1921, Calygramma, México, 2019. Su autor, Ernesto Lumbreras, recibirá este 15 de junio la Medalla y el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde. 2 Campos, Marco Antonio, Diccionario Lopezvelardeano, Cátedra Universitaria 13, UNAM, México, 2020, p. 55. 3 Armando de María y Campos, “Mirando hacia atrás: los primeros pasos y los triunfos iniciales de Roberto Soto”, en http://criticateatral2021.org/transcripciones/595_470607. php. De María y Campos afirma que el año de nacimiento de Soto fue en 1896, pero en los archivos de FamilySearch se encuentra el dato correcto: “Roberto Soto Martínez nació en Zacatecas, capital del Estado del mismo nombre, hijo de don Leonardo Soto y doña Emilia Martínez. Fue bautizado el 21 de enero de 1889”. Ver: https://filmotropo.wordpress.com/2013/02/20/ roberto-soto-del-seminario-al-teatro/
Directorio
Mare of Easttown: Sobre la maternidad y el duelo Por Adolfo Nuñez J. A sangre fría, de Truman Capote Por Miguel Ángel de Ávila González
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Instrucciones para reír Por Guillermo Nemirovsky
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
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Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Fernández Fuentes
6 por Mauricio Flores*
géneros y el ecologismo, actuares que lo condujeron a varios encarcelamientos. Casi un anciano, Saavedra Toro fija su residencia en Barcelona, de larga tradición ácrata, donde participa en la formación de sindicatos de sastres. Será en esos ambientes, de creciente efervescencia republicana y en el horizonte la llegada del fascismo, donde experimentará la “prueba de fuego”, tanto individual como compartida, que marcará “el fin de la utopía anarquista”. Lo explica así Fernández Fuentes: “El resultado histórico fue que los anarquistas entraron a los gobiernos, el catalán y el español, pero sin controlarlos del todo; y, al mismo tiempo, empezaron una revolución sin concluirla, sin controlarla tampoco. Sin llamarla por su nombre, el fantasma de la tesis marxista-leninista de la dictadura del proletariado se cernió sobre estas mujeres y estos hombres, sobre estos contingentes que tuvieron en el puño y en sus fusiles la posibilidad de hacer una revolución absolutamente proletaria, por su composición y su ideología, y no pudieron hacerlo. No podían hacerlo sin renunciar a los principios antiestatistas que los definían, a los principios antidictatoriales que siempre enarbolaron”. Saavedra. Un anarquismo, vuelta a la verdadera acracia, al menos desde la recuperación personal e histórica, urgente en la normalidad del mundo neoliberal.
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nvueltos en las más diversas impresiones del pasado, sin llegar, eso sí, al peligroso sitio de la nostalgia, los seres humanos recuperamos lo andado para abrirnos un mejor camino. Hacemos, imposible vivir sin memoria, historia. De acontecimientos y procesos, de colectivos y sujetos. Recuperándolos. Saavedra. Un anarquismo, de Aurelio Fernández Fuentes (Puebla, 1951), recientemente puesto en circulación por el Fondo de Cultura Económica, reúne al menos dos entidades de la observación histórica, la del ácrata gaditano Abelardo Saavedra Toro (1860-1938) y la de los movimientos anarquistas que se generaron hacia finales del siglo diecinueve y hasta su ocaso con la Guerra Civil española. Economista y periodista, Fernández Fuentes deja de manifiesto en esta historia no solo sus oficios sino un elemento adicional, la pasión sobre el personaje recuperado, historiado, antecesor suyo en tercera generación, rayando en lo que llama “parte de mi propia biografía”. ¿Quién fue este anarquista español? Escribe Fernández Fuentes: “La vida de Abelardo Saavedra Toro es semejante a la de muchos trabajadores e intelectuales que se sumaron a la lucha por la transformación de una sociedad injusta, prefigurando una manera de convivir armónica, racional y equitativa. Decenas y decenas de personajes se asemejan en la vida que llevaron y las metas por las que pasaron penurias a veces inimaginables, pero también una vida llena de satisfacciones en tanto transitaron conforme a una norma de aceptación colectiva e individual”. De manera que, al adentrarse el lector en cada una de las etapas del personaje, “simpático, guasón”, lo hace también en el derrotero de las experiencias del anarquismo, “es posible alcanzar la sociedad comunista”, derivadas de las tesis de Bakunin y Kropotnik, entre otros. Saavedra. Un anarquismo, con epílogo de José Luis Gutiérrez Molina, es minucioso y extenso al elaborar los perfiles del personaje; pero no se espante el lector, su escritura mantiene a lo largo de las más de cuatrocientas páginas un tono amigable, casi de crónica, anudando una importante diversidad de fuentes, incluidas ciertas vicisitudes en los momentos de la investigaciónredacción.
Hacia la acción colectiva Como también la postura, en perspectiva y actual, del historiador ante el anarquismo. Leemos: “Vale la pena afirmar que, estoy hoy convencido, quienes atentaban contra la vida de los reyes o los dirigentes más opresores no eran terroristas, aunque la propaganda contraria y hasta escritores del mismo bando los llamaran así. Mucho menos si pensamos en aquellos comparándolos con los de las olimpiadas de Alemania en 1976 o el de las Torres Gemelas o el 11M en Atocha. Eran en realidad magnicidas, regicidas. No pretendían (aunque lo propiciaran) generar miedo y pánico entre la población: querían eliminar al vértice del triángulo opresor y abrir con ello el camino para llegar a la
sociedad ideal. Estaban seguros de que la acción individual haría estallar la acción colectiva”. Entre los hallazgos de un registro de bautismos y la crónica de la manifestación multitudinaria en oportunidad de su muerte, el libro detalla los diversos oficios que Saavedra Toro ejerció durante muchos años, y en diferentes sitios, a partir de los cuales se vinculó a las organizaciones y actividades anarquistas. De igual manera da cuenta de la conformación de su prolífico clan, con los años repartido en distintas ciudades de España y América. Varias fueron las profesiones ejercidas por el personaje, destacando sin duda las de periodista (mucho tiempo firmó con el seudónimo de Garín) y pedagogo, a un tiempo anticlerical y partidario de la igualdad de
La muerte de Saavedra Como una metáfora, su cuerpo en la fosa común de Montjuïc ha sido la del destino de la Revolución española. Aquella que comenzó en 1870 con el primero congreso obrero en Barcelona y estalló aquel inverosímil verano. Uno y otra, Saavedra y la revolución, a pesar del ninguneo al que han sido sometidos, los olvidos interesados, las negaciones y, hasta las falsedades, pervivieron. No fueron excepcionales, sino el resultado de otros muchos saavedras, como los que lo acompañaron en tierra barcelonesa y permanecieron en la experiencia de millones de españoles. José Luis Gutiérrez Molina
000 Aurelio Fernández Fuentes, Saavedra. Un anarquismo, FCE, México, 2021, 448 pp. * @mauflos
Op. Cit.
Saavedra Toro, una pesquisa histórica
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Patria Diamantina, notas alegóricas de Ramón López Velarde 6 Por Violeta Tavizón
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l Museo Regional de Historia de Aguascalientes ha sido honrado por parte de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones para desarrollar el proyecto curatorial de la exhibición conmemorativa al Centenario Luctuoso de Ramón López Velarde, que la Secretaría de Cultura presenta a través del INAH. Desde el día 19 de junio, ustedes podrán disfrutar de esta magna muestra que tiene como sede el Museo de Guadalupe. Patria Diamantina, notas alegóricas de Ramón López Velarde reúne noventa y cinco piezas como: indumentaria, mobiliario, pintura, escultura, documentos, fotografías y objetos de la vida cotidiana. Los acervos que integran la exposición provienen de los Museos Nacional de Arte, Nacional de Historia, Casa de Carranza, Soumaya, de Aguascalientes, Regional de Historia de Aguascalientes; así como del Centro de Estudios Históricos de México Fundación Carlos Slim; la Academia Mexicana de la Lengua; el Sistema Nacional de Fototecas; el Instituto Cultural de Aguascalientes; la Cineteca Nacional; la colección de Fernando Fernández; y el Museo de Guadalupe. A través de siete núcleos temáticos, se reflexionará desde la historia y el arte sobre el poeta jerezano; así también se entretejerán momentos biográficos de López Velarde, junto a los acontecimientos socio históricos de los cuales fue protagonista. El reto más grande de esta exposición ha sido la materialización de la poesía en un espacio de exhibición. Les comparto queridos lectores, que la curaduría que desarrollé desde el Museo Regional de Aguascalientes, ha sido pensada para despertar en los jóvenes, el interés por descubrir a un personaje que hoy más que nunca debe de ser cercano a nosotros ya sea por su poesía, por su vida, por su contexto artístico, por sus decisiones de vida o por su enigmática personalidad.
/// Doña Margarita. Saturnino Herrán. Óleo sobre tela. 1916. Museo de Aguascalientes-INBAL.
/// Retrato de Ramón López Velarde. Ca. 1915. Colección Archivo Casasola Sistema Nacional de Fototecas INAH-Fototeca Nacional.
En el primer núcleo Tierra de amor, se abordará la infancia de Ramón en Jerez, representado con ambientaciones, pintura, fotografía e
indumentaria. Avanzando hacia el segundo tema Aturdidos mozalbetes, veremos el inicio de López Velarde
/// ¿Usted gusta? Manuel Pastrana. Década de 1890. Óleo sobre tela. Museo de Guadalupe.
como periodista en Aguascalientes y su grupo de “La cofradía superficial y aturdida”; así como sus años de estudio en San Luis Potosí. Se mostrarán documentos nunca antes revelados como un acta notarial de Eduardo J. Correa por una transacción otorgada a Guadalupe López Velarde, padre del poeta. De manera cronológica, en el núcleo tres titulado Sus contemporáneos, se podrán disfrutar de obras pictóricas y revistas de personajes icónicos vinculados a López Velarde y al Ateneo de la Juventud. Encontrarán reunidas obras de Ángel Zárraga, Julio Ruelas, Saturnino Herrán, Roberto Montenegro; así como el primer número de la Revista Azul; y mobiliario nunca expuesto en Zacatecas de Manuel M. Ponce. Con la falda hasta el huesito es el nombre del cuarto núcleo que de manera temática aborda la presencia femenina en la poesía del jerezano. Aquí ustedes conocerán pintura de Herrán, dechados del siglo XIX, un vestido diseñado por Charles Frederick Worth, pintura de Manuel Ocaraza, y bellas esculturas de Auguste Rodin, entre muchas más sorpresas de colecciones tan representativas como lo son las del Museo Soumaya. Avanzando al clímax de la muestra, el tema cinco El diapasón del corazón, aborda los años de Ramón en la Ciudad de México, de ese “jeroglífico nocturno” que describe en sus poesías y prosa. Las revistas, el teatro, la zarzuela, el cine, las cantinas, los cafés y el bullicio de la ciudad alimentaron su sensibilidad poética. A través de un espacio interpretativo y de objetos únicos que aluden a su vida nocturna, conoceremos esas otras facetas apasionadas del bardo jerezano. La vida política en la figura de Ramón López Velarde se aborda en La mutilación de la metralla, tema seis en el que se representan sus facetas maderista y carrancista. Gracias a las magníficas colecciones de los Museos Nacional de Historia y Casa de Carranza, por primera vez en Zacatecas se exhibirán indumentarias de am-
/// Casa de Ramón López Velarde. Ca. 1940. Sistema Nacional de Fototecas INAH-Fototeca Nacional.
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/// Periódico El Universal, Sección Página Literaria, Artículo escrito por Enrique Fernández Ledesma, 11 de septiembre de 1921, Hemeroteca del Museo Casa de Carranza
bos presidentes en un mismo espacio. Finalmente, cerramos la exposición con el tema siete titulado Alegorías poéticas, a través de una selecta serie de obras de artistas de la talla de José María Velasco, Manuel Pastrana, Jesús de la Helguera y Saturnino Herrán; así como fotografías del Centro de Estudios Históricos de México Fundación Carlos Slim, que alegóricamente muestran fragmentos de La Suave Patria y La bizarra capital de mi estado. Ya para finalizar, se dedicará un pequeño espacio para recordar su muerte y funeral, rescatando notas periodísticas que se publicaron el 20 de junio de 1921 y que se encuentran en la
/// La criolla de mango. Saturnino Herrán. 1916. Óleo sobre tela. Museo de Aguascalientes-INBAL.
hemeroteca del Museo Casa de Carranza. Además del ramillete de objetos en exhibición, el recorrido se acompañará del fragmento de una película que forma parte del acervo de la Cineteca Nacional; de códigos QR en los que los visitantes podrán descargar sorpresas; y de infografías. Quisiera también poner énfasis en la propuesta museográfica de la Coordinación Na-
/// Juego de cáliz y copón litúrgico. Repujado y cincelado con plata sobredorada. Siglo XIX. Museo Regional de Historia de Aguascalientes.
cional de Museos y Exposiciones a través de su Dirección de Museos, ya que se llevarán una agradable sorpresa al ver un mobiliario contemporáneo que dialoga con las obras seleccionadas; así como una gráfica que ha estado inspirada tanto en las viñetas de la revista El Maestro, donde se publicó por primera vez el poema La Suave Patria, como en los dechados decimonónicos del Museo Regional de Aguas-
calientes. Cabe señalar que el esfuerzo de reunir todos estos acervos, es resultado de la constancia de un gran equipo de trabajo, logística y gestión de la Dirección de Exposiciones del INAH. No se pierdan Patria Diamantina, notas alegóricas de Ramón López Velarde que estará en la sala de exposiciones temporales del Museo de Guadalupe, de junio 2021 a abril 2022.
/// Jardín de San Marcos. Primera década del siglo XX. Museo Regional de Historia de Aguascalientes.
2021 Año de Ramón López Velarde
/// Dechado. Algodón tafetán con hilos de decoración. Siglo XIX. Museo Regional de Historia de Aguascalientes.
Río de Palabras
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Adobe y desembarco II
6 Por Mariana Flores*
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sta es la hitoria de un desembarco y de un amor a primera vista. De pan recién salido del horno, de zapatos remendados. De llegadas, migraciones y huidas, ¿dónde empezar a contar nuestra historia? El mundo en una biografía. Carlos arribó al Puerto de Veracruz, entre 1921 y 1927. No lo sé con certeza. Formó parte de las oleadas migratorias previas al exilio español. Pioneros. Provenientes de algún pueblo de España, llegaron Natalia, la madre; Cornelio, el padre; el hermano mayor, Sadot; el menor, Carlos; y un recién nacido que pereció durante el viaje. Polizontes. Huyeron de la pobreza, quemaron sus papeles de identificación al pisar tierras mexicanas y con ellos las naves. Te imagino, Carlitos, cómo aplastarías las manzanas con los pies para hacer la sidra. Y veo cómo corrías hacia la carpa del circo del pueblo para asomarte debajo de las lonas y mirar a los payasos y malabaristas. Tulancingo, Hidalgo. Hacienda de Exquitlán, un negocio familiar de sidra. Contrataron a la familia Castillo Islas, clandestinamente. En ese momento, ser un español pobre y sin documentos no implicaba estatus. Contaba mi abuelo que cuando pasaban las brigadas de alfabetización, cerca de la hacienda, para llevar a los niños a la escuela, mi abuelo y su hermano se escondían. Un día sí se los llevaron. Carlitos lloró y lloró. La maestra le dio un payasito para iluminar. Ello le cambió la experiencia escolar a mi abuelo, el recuerdo de ese dibujo lo llevó consigo hasta su vejez. Pasó casi un lustro antes de dejar las manzanas y emprender el viaje hacia la Ciudad de México. Se instalaron en el barrio de Tepito.
Cornelio trabajaba la piel con ayuda de su hijo Carlos, hacían zapatos, los mejores del barrio. Natalia gustaba de tomar pulque en las tardes, en la mañana lavaba y planchaba ajeno. Sadot comenzó a trabajar en el naciente Sindicato de Ferrocarrileros. En el barrio bravo los conocían
como “los gitanos”, quizá por el acento medio andaluz y por las enaguas de Natalia, una sucesión de faldas que no tenían fin. Faldas donde Carlitos se escondía cuando no quería ir a la escuela. Durante su infancia y adolescencia en Tepi-
La más bonita
6 Por Pilar Alba
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enía que escogerla precisamente a ella: a la más bonita. Ahora que ya pasó todo, pienso: a ver, por qué no me escogió a mí: yo soy resistente, jaladora, hubiera aguantado todo, mucho más que ella. Es más, hubiera corrido muy fuerte, ni siquiera me habría alcanzado. Mis papás no hubieran hecho tanto escándalo, sí se preocuparían, tampoco me estoy victimizando, pero tal vez no se lamentarían porque pues yo no soy la más bonita; pero mi hermana sí, precisamente por eso se le acercó a ella. Ella nunca convivía con él, no quería ni acercarse cuando entraba en la casa. Yo sí, hasta jugaba con él, le daba galletas y le compartía mi comida. Es que no me gusta cómo me mira,
se me acerca demasiado, me va a manchar mi vestido, mira, está nuevo. Y ahí voy yo a decirle que se fuera, que no era bienvenido. Salíamos a jugar a la calle, ahí nos pasábamos las horas hasta que se nos hacía tarde. Yo no tenía por qué preocuparme, siempre traía pantalón, pocas veces me compraban vestidos nuevos. Ese fue el factor que desató todo: ella pasó, no se dio cuenta de que él estaba ahí, le llamaron la atención los holanes de su vestido, se aferró a ellos con los colmillos, la tiró al suelo, mi hermana no pudo ni meter las manos… nada más sintió la mordida. La veo ahora después de los años sentada frente a mí, siempre con ese aire triste, tratando de ocultar las cicatrices con el cabello. Mejor me hubiera pasado a mí, sí, a mí, no a ella: la más bonita.
/// Arturo Michelena, Niña con perro, siglo XIX
to, aparte de hacer zapatos, mi abuelo trabajó muchos años en las tiendas de ultramarinos que comenzaban a abrirse en el centro de la Ciudad de México. Calle López y aledañas. Eran las primeras oleadas de republicanos españoles. Exiliados. Ahí aprendió, entre otras cosas, el oficio de panadero. Parte de su paga consistía en que cada semana le daban un poco de queso de puerco, queso o algunas aceitunas o bien un poco de jamón serrano. Cada viernes llegaba a casa con una hogaza de pan y algún embutido. La familia lo esperaba con ansias. Carlos tenía el carácter fuerte. Sabía hacer muchas cosas. Amasaba para meter el pan al horno, remendaba zapatos y trabaja la madera. Tuvo muchos trabajos simultáneos. Sobrevivir. En una de tantas veces, aceptó un trabajo en una panadería, en la colonia Hipódromo Condesa, muy cerca de la iglesia de Santa Rosa de Lima. Entonces, y creo que aquí comienza mi historia, ella salió por el pan. En una tarde como muchas. Carlos amasaba. Concepción elegía los bizcochos. Contaba mi abuela que mi abuelo le narraba que cuando Conchita entró a la panadería por primera vez, Carlos le exclamó a su compañero panadero, “Esa boquita, yo la tengo que besar”. Duraron diez años de novios ¡Diez! Amores sólidos. La reparadora de medias cerró. Se casaron. Carlos se afilió al Sindicato de Cinematografistas, en plena Época de Oro del cine mexicano. Luego, mi abuela anduvo de fayuquera, se iba a San Diego. Pero esa es otra historia. [Continuará…] *@LaMayaFlores Socióloga e Historiadora. Escritora, investigadora y profesora.
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Mare of Easttown: Sobre la maternidad y el duelo A
lo largo de siete episodios de aproximadamente una hora de duración, Mare of Easttown (2021) es una miniserie que, con enorme mesura, logra jugar con las expectativas que plantea su interesante premisa. Producida por HBO, la miniserie narra la historia de Mare (Kate Winslet), una detective de Easttown, un pequeño pueblo de Pensilvania, y que debe resolver el asesinato de una joven cuyo cuerpo fue encontrado en un río, al mismo tiempo que sigue con la investigación de otra chica que desapareció un año atrás. En su búsqueda de respuestas para los familiares de las víctimas, Mare también debe lidiar con sus problemas personales, esto como consecuencia del reciente suicidio de su hijo. Un evento trágico con el que no ha aprendido a vivir, que ha provocado estragos en su
6 Por Miguel Ángel
de Ávila González
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la figura del detective hábil e interpreta a una mujer llena de fallas e imperfecciones en su labor, pero con ímpetu notable al momento de encontrar pistas
y al ser la madre que mantiene a su familia de pie. Escrita por Brad Ingelsby y dirigida en su totalidad por Craig Zobel, la serie también va desarrollando diversas subtramas a lo largo de cada episodio, que lejos de perder de vista el objetivo inicial de su narrativa, le aportan una conexión emocional y humana a la historia. Se trata de un relato con un claro espíritu de novela policial, donde se respira ese tono enrevesado de los hechos y donde también hay un entramado humano y complejo, que toma lugar en un poblado creíble y habitado por personas reales. Mare of Easttown es una miniserie sobre heridas abiertas, traumas del pasado y sobre aquello que se pierde en actos abruptos de violencia. Asimismo, y en contraparte, es una historia sobre la apertura hacia segundas oportunidades, a la búsqueda de reconstrucción de una nueva vida y a la permisión del duelo por una pérdida irremediable.
A sangre fría, de Truman Capote revelaciones sobre los Clutter a quienes conocía perfectamente por el tiempo que estuvo trabajando con esa familia; le comentó que el señor Clutter gastaba 10,000 dólares semanales en la granja. Esto era verdad pero se manejaban por medio de cheques. También denunció que Dick se había interesado por el tema y le aseguró que entre él y Perry Smith llegarían hasta el pueblo para obtener dinero y que matarían a cualquiera que se interpusiera en su camino. También expuso que él les había asegurado que en la casa se encontraba una caja fuerte, información falsa que no correspondía con la realidad. Es así que únicamente pudieron sustraer 45 dólares. A raíz de estas confesiones se comienza a buscar a los culpables hasta encontrarlos en Las Vegas. Tras un largo juicio, el día 14 de abril de 1965 en horas de la madrugada fueron ahorcados. Truman Capote estaba en la ciudad de Nueva York cuando escuchó por primera vez del asesinato de esta familia. Es así que se trasladó hasta allá para hacer las investigaciones necesarias sobre el suce-
so y también conocer lo que pensaban las personas del pueblo de una tragedia de este tipo. Se hizo acompañar por la escritora Harper Lee y entre ambos lograron entrevistar no solamente a la policía del pueblo, sino también a todos los que conocían a los Clutter. Para este momento aún se desconocía quiénes habían realizado el
crimen hasta que después lograron descubrirlos y encerrarlos. Truman Capote es el primero en utilizar esta forma de hacer, no solo novelas sino también periodismo, crónica y reportaje; se le llamó nuevo periodismo. Esta corriente se consideró como una que nació en los años sesenta, es una técnica innovadora en donde se logra hacer una investigación completa de un hecho real y luego explicar a través del género literario o novela. Esta debe contener una serie de elementos como reconstruir escena por escena, incluir muchos diálogos, caracterizar detalladamente a cada personaje y tener un plan previamente determinado para escribir la historia y, sobre todo, explicarla. En esta corriente se inscriben novelas como El impostor, de Javier Cercas; La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa; y Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, entre otras. *** Truman Capote, A sangre fría, traducida por Fernando Rodríguez, novena reimpresión, DEBOLSILLO, México, 2017.
Libros
l 14 de noviembre de 1959, en Holcom, un pequeño pueblo de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter -un agricultor, su esposa y dos hijos- fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes en apariencia carecían de cualquier motivo y no había ninguna pista clara para encontrar a los culpables. Alvin Adams Dewey fue el detective comisionado para hacer las investigaciones del caso y capturar a los asesinos. Buscó todas las pistas, hizo muchas entrevistas a los amigos de los Clutter, de cada uno de los integrantes, de los amigos de los adolescentes, del novio de Nancy, incluso del padre y de la madre. Llegó a la conclusión de ninguno de ellos tenía enemigos en la localidad ni habían sufrido ninguna amenaza, descartando motivos para el crimen. Se supuso que los asesinos habían huido a México cuando se enteraron del despliegue policiaco. Fue tanta su obsesión por resolver el caso que llegó a padecer de insomnio y casi pierde a propia familia, pero nunca descansó hasta que fueron encontrados los culpables. Se difundió profusamente en la prensa el ofrecimiento de una recompensa de 1000 dólares a quien proporcionara información pertinente que condujera al arresto de los criminales. Fue entonces que Floyd Wells, preso en la penitenciaría de Kansas, se enteró de esta oferta y se decidió a informar a la policía que a un compañero de celda, Richard “Dick” Hickock, él le había hecho
persona y en los miembros de su familia. Mientras que otras series del género policial explotan el suspenso típico del whodunit entre un episodio y otro, Mare of Easttown brilla por su propuesta de enfocarse en las relaciones entre sus personajes por encima del misterio detrás del crimen. Aquí no resulta tan importante la resolución del caso, tanto como los habitantes de Easttown, lugar que, al igual que Twin Peaks (1990-2017), está repleto de mentiras y secretos. Un sitio que le hace honor a la frase “pueblo chico, infierno grande”. Estos dilemas y tensiones se encuentran encarnados en Mare, quien realiza la búsqueda de un culpable mientras carga con sus propios demonios y que en su incansable deseo de encontrar una resolución también ve la posibilidad de dejar atrás su traumático pasado. En ese sentido, destaca la extraordinaria actuación de Winslet, quien con enorme habilidad despoja de encanto a
Series de TV
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Instrucciones para reír 6 Por Guillermo
Elucubraciones
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ras la Revolución francesa, el 22 de abril de 1794, cuando el verdugo lo arrastraba hacia la guillotina, Chrétien-Guillaume de Lamoignon de Malesherbes (los aristócratas suelen llevar nombres más largos que el Bolero de Ravel) tropezó en alguna piedra o algún peldaño y, tratando de no flaquear en aquellos últimos instantes, le dijo a su escolta algo así como “¡Caramba, pero qué mal presagio!”. Esta ocurrencia hizo más por su posteridad que su temerario empeño en defender a Luis XVI en épocas de vientos contrarios, y no descarto por completo que sea la verdadera y oculta razón por la cual un bulevar y una estación del metro de París llevan su nombre. He consultado algunos tratados, textos, ensayos sobre la risa y el humor, y he notado que casi siempre empiezan con un chiste destinado, supongo, a crear una relación de confianza y de complicidad entre el autor y el lector, como una suerte de captatio benevolentiae, según la retórica latina. Sin embargo me he percatado que, la mayoría de las veces, la broma elegida se vuelve obsoleta al poco tiempo, perdiendo su poder carcajeante. No he querido infringir esta tradición, pero con la salvedad que la anécdota aquí recogida lleva dos siglos y medio surtiendo cierto efecto. No es una garantía de perennidad, pero es lo más parecido que he encontrado. El sentido del humor es, acaso, tanto o más necesario al ser humano que los otros sentidos, como el oído o la vista. Algunos pensadores se esmeraron en analizarlo, o estudiaron su efecto inmediato, la risa, desde ámbitos tan diversos como la filosofía (Henri Bergson, Vladimir Jankélévitch), el psicoanálisis (Sigmund Freud), la psicología cognitiva (Janet M. Gibson), las neurociencias (Guillaume Duchenne, Leonhard Schilbach), y bien podríamos añadir la literatura, la medicina, la lingüística o su hermana mayor, la semiología. Pero, en definitiva, son relativamente pocos, habida cuenta de la frecuencia del humor en nuestras vidas. La risa, se suele pensar, no es un tema serio. Algunos calculan que los adultos nos reímos unas 20 veces al día (mientras que los niños lo harían entre 300 y 400 veces). No estoy en condiciones de verificar si estos son datos certeros, pero sospecho que si la gente tuviera, digamos, 20 ataques de hipo al día, existirían academias de hipología en todas las urbes medianamente habitadas del planeta. El chiste, y la risa, son actos sociales, y poderosos medios de comunicación. Según estudios, cuando estamos solos
/// S. A., Bufón que ve todo a través de sus dedos, circa 1500, Davis Museum and Cultural Center, Wellesley.
nos reímos 12 veces menos que acompañados, lo que constituye un indicio de su función comunicacional. François Rabelais, al igual que Aristóteles, escribió que la risa es lo propio del Hombre (Gargantúa), porque no sabía que también puede brotar en primates y en ratas, por ejemplo, bajo el estímulo de las cosquillas. Pero si la risa es universal, el humor no lo es: una broma celebrada en Kenia o en Alemania puede ser incomprensible para un ciudadano de Andorra o de Japón. El escritor francés del siglo XVI, paradójicamente, acuñó el término “agelasta” para designar a unos gigantes abstemios, desconocedores de la risa y del humor. Todos conocemos a algún agelasta, y lo recordamos por la incomodidad que genera al recibir, de manera literal, un enunciado de doble sentido. Existen muchas formas de risa, distinguidas por la literatura, el lenguaje o la ciencia, tales como la risa homérica, sardónica, prodrómica, forzada, nerviosa, y un sinfín de variantes más o menos identificadas,
cuyo número varía ampliamente según el idioma utilizado. La psicología cognitiva identifica tres etapas en la producción o en la recepción de un chiste: 1) Nos representamos mentalmente el contexto de la broma; 2) Detectamos la incongruencia (siempre la hay); 3) La resolvemos, inhibiendo el sentido literal del enunciado, para privilegiar el sentido gracioso. Se produce una disrupción en el orden establecido, una forma de subversión. El prisma del humor hace resaltar, a mi entender, una hipótesis regocijante, o agobiante, según se mire: la realidad es absurda, es decir, carece de todo sentido intrínseco, y hallamos cierto sosiego compartido en esta confirmación cuando se produce la catarsis de la risa, por lo menos mientras esta dura. Si la frecuencia diaria de la risa es la que menciono más arriba, cabe suponer que lo absurdo es el estado natural de la realidad, y no su excepción. Esto implica, naturalmente, descreer en un orden divino, e intuyo que es la razón
por la cual las religiones suelen estar tan reñidas con el humor. En su novela El Nombre de la Rosa, ambientada en el siglo XIV, Umberto Eco trata del tema de la risa de Jesús como un elemento central del debate teológico; ya en el siglo V, el patriarca de Constantinopla, Juan Crisóstomo, fustigaba en sus sermones a quienes osaban reírse hasta en las iglesias (“El demonio, en todas partes, dirige este triste concierto”). La risa puede sonar como una caricia, un bálsamo para el corazón, porque es contagiosa. Es un reflejo que se manifiesta en una serie de respiraciones breves y entrecortadas, acompañadas por una vocalización inarticulada y por la contracción de varios músculos faciales que fuerza la apertura de la boca. Su brote genera en los demás la activación de las neuronas espejo, y libera hormonas que inducen una sensación de bienestar y disminuyen el dolor. Por ello se empieza a usar, desde hace un tiempo, con finalidades terapéuticas. No es raro, hoy en día, toparse con un payaso en los pasillos de un hospital. Al descuajeringarnos, la catarsis parece resolver una tensión, como cuando nos reímos después de un susto injustificado. Pero si la risa es balsámica, el humor también puede ser agresivo y excluyente. Se puede ejercer en detrimento de una persona, o de un grupo determinado, y la risa se torna entonces lastimosa. En este caso, deja de ser disruptivo y contribuye a reforzar el orden establecido. Nuestro idioma contempla derivados del vocablo “broma” portadores de connotaciones negativas: “embromar”, en varios países latinoamericanos, es sinónimo de fastidiar, engañar o perjudicar, y del verbo reír se creó la palabra “ridículo”. Los primates, al desternillarse, abren la boca y muestran sus dientes, lo que va de par con la advertencia de su potencial peligrosidad, pero al mismo tiempo instruyen al grupo sobre la ausencia de peligro inmediato. Es probable que los humanos y los primates hayan heredado de un ancestro común la capacidad de reír (la risa, entonces, precedería al humor). Yo quisiera saber cuál es la matriz común de la risa, la del simio y la del ser humano, la que propicia tantas formas de expresión y que genera placer o dolor, y cómo surgió en ciertas especies, como la nuestra, para transformarse en una ventaja evolutiva. Y de paso, también me gustaría saber qué sintió el verdugo de Malesherbes, si reprimió púdicamente una incómoda carcajada, o si su víctima oyó los cascabeles de su hilaridad, y si le mostró los dientes al futuro ajusticiado. *Traductor, profesor de la Universidad d’Evry-Universidad Paris-Saclay.